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ENSEÑANZAS Y APRENDIZAJES PARA EL NUEVO SIGLO

Por: Jhonny Mamani M.1

Resumen: Este artículo introduce algunas precisiones reflexivas de lo que la sociedad actual –
profesionales en educación, jóvenes y adultos que, directa o indirectamente, ejercen funciones en
la tarea educativa o se encuentran inmersos en un proceso formativo – debe re-considerar en las
“enseñanzas y aprendizajes para el nuevo siglo”. Estas reflexiones se orientan, desde un punto de
vista filosófico y educativo, en la necesidad de poner en evidencia el hecho de elaborar o construir
un nuevo enfoque educativo para la enseñanza y el aprendizaje del nuevo siglo, esto, en procura
de encontrar respuestas optimas al “qué”, “cómo” y “por qué” educar o educarse en los tiempos
nuevos; así mismo, también se enfatiza en una serie de debates y aportes recientes a los campos
de la metodología didáctica y pedagógica que, de una u otra manera, se suscriben en el contexto
del nuevo enfoque educativo que se pretende construir. Finalmente, se exponen algunas ideas
acerca del trabajo académico y productivo que deberían desarrollar los maestros (docentes
universitarios o maestros del Sistema Educativo Formalizado) y los estudiantes, entre otros actores
académicos, en lo que denominaremos la innovación educativa.

Palabras clave:

Enfoque educativo, formación posmoderna, innovación educativa, trabajo académico y productivo

Introducción

La descolonización de la educación boliviana, la renovación de los sistemas de Enseñanza y


Aprendizaje en el contexto del nuevo siglo, la adaptación de nuevos modelos educativos con
carácter integral (pertinentes a la diversidad cultural del Nuevo Estado Plurinacional de Bolivia), el
fortalecimiento de nuevos roles entre actores educativos (donde tanto docentes como estudiantes
debieran ser considerados como “Trabajadores del Conocimiento2”), la integración de las Nuevas
Tecnologías de Información y Comunicación (N-TICs) en la educación, la formación del profesorado
y/o estudiantado, etc. son solo algunos de muchos aspectos básicos a trabajar si se desea construir
un nuevo enfoque educativo. Este último factor – la formación del profesorado y/o estudiantado –
representa a un valor de extrema importancia y se la identifica como un elemento clave para
afrontar y corroborar el denominado proceso de “Revolución de la Educación Boliviana3”.

1
Estudiante de 10mo semestre de la Carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San
Simón e integrante del grupo académico “La CATERVA”. Email: jhonn.edu.ca@gmail.com

2
Nueva terminología conceptual que debería ser considerada, no para diferenciar a enseñantes de aprendices sino, por
el contrario, para identificarlos como entes complementarios que tienen un solo objetivo: “el trabajo del conocimiento
productivo”, esto en consideración a la construcción del nuevo “Enfoque Educativo”. Este concepto es elevado en calidad
de propuesta por parte de quien suscribe este articulo, cuya motivación fue originada después una lectura reflexiva al
texto “Pedagogía Informacional: enseñar a aprender en la sociedad del conocimiento”(Picardo, 2001-2003)
3 Discurso político utilizado con mucha frecuencia con la intención de enfatizar la necesidad del cambio y transformación

de la educación Boliviana. Este término fue propuesto por el gobierno de turno a partir de la gestión 2006 (ob. cit.)
En la actualidad, nos encontramos ante el nacimiento y la consolidación de una sociedad
“postmoderna”. Esta nueva realidad, tan penetrante y ofensiva a la vez, desde un punto de vista
tecnológico y socio-cultural de un mundo extremadamente globalizador, exige nuevos horizontes
al quehacer educativo. Es en este contexto donde se identifican grandes retos a ser asumidos por
los actores educativos, restos que han de dar respuestas óptimas y nuevos lineamientos a la
terminología de la “Innovación educativa”. Definitivamente, la innovación educativa exige un
cambio de actitud a nivel social e individual, no sólo en el profesorado sino también en el
estudiantado. Dentro esta aproximación se resalta que, por ejemplo: la actualización e innovación
didáctica son tareas que competen a profesores y docentes universitarios, quienes se encuentran
cada vez más implicados y, a su vez, más presionados a implicarse a la innovación docente
(Barros,2007); además, el estudiantado (de nivel secundario o superior) considerado como
“consumista del conocimiento4” en la tradición educativa, se encuentra – o al menos debería estar
– predispuesto a enfrentar grandes retos y, de este modo, forjar un futuro más democrático, es
decir, estar dispuestos y ser capaces de articular una cohesión entre igualdad y justicia social y
entre educación y producción, como elementos fundamentales para entablar un sociedad más
crítica, o sea: una sociedad postmoderna.

En todo caso, la construcción del nuevo enfoque educativo debe proveer las condiciones
necesarias a educadores y educandos para que éstos, a su vez, puedan convertirse en intelectuales
públicos que se opongan al zanganismo corporativo (Giroux, 2002), es decir; en “trabajadores del
conocimiento”, capases de construir un nuevo orden social y educativo.

LA NECESIDAD DE CONSTRUIR Y TRABAJAR SOBRE LAS BASES DE UN NUEVO ENFOQUE EDUCATIVO

La sociedad del nuevo contexto boliviano fue presenciando una serie de cambios y
transformaciones en dimensiones políticas, económicas, educativas y, sobre todo, sociales,
durante los últimos años (2005 - 2010). De todas estas propuestas políticas, cuyo carácter es
procesual transformativo, la de la dimensión educativa, aparentemente, muestra cierto grado
antagonista: la falta de consensos y acuerdos políticos e ideológicos entre las organizaciones
sociales e institucionales parecen obstaculizar muchos de los avances que se podrían gestionar en
temas educativos. No obstante, este antagonismo o lucha de contrarios, en cierta forma, puede
ser identificado como punta de lanza para iniciar debates y reflexiones en el marco del quehacer
educativo para el nuevo siglo y, fundamentalmente, generar nuevas propuestas educativas e
innovadoras para una sociedad tan diversa como la nuestra.

El dinamismo social5 al que se enfrenta el Nuevo Estado enfatiza la necesidad de de-construir6 el


carácter educacional de sus Sistemas Educativos, así, reorientarlas bajo un nuevo enfoque,

4
Consideramos este término para refutar la Educación Bancaria: “…En ella, el educador aparece como su agente
indiscutible, como su sujeto real, cuya tarea indeclinable es llenar a los educandos con los contenidos de su narración”.
(Freire, 1972)
5 Terminología filosófica que explica el carácter dinámico de la humanidad (ob. cit.)

6 Se usa este término, no sólo con la intención de apuntar a la reconstrucción del Sistema Educativo Boliviano y de sus

espacios de poder, sino; por sobre todo, con el objetivo de fomentar a una lectura multifacética, en tanto estamentos
institucionales y recursos personales y materiales debieran ser objetos de análisis heterogéneos, estimulantes y
estrechamente ligado – sin que ello implique un sometimiento al totalitarismo global – a los
postulados filosóficos e ideológicos del siglo XXI. De hecho, este dinamismo social corrobora el
carácter evolutivo de la humanidad: “desde la aparición del hombre sobre la tierra, han surgido
intereses por los mitos, lo religioso, el poder, la dominación y progresivamente por el desarrollo
cultural, industrial, entre otros” (Bravo, 2008). En tal caso, cabe resaltar que la historia evolutiva de
la humanidad ya paso por tres grandes etapas – el renacimiento, la ilustración (racionalismo) y la
modernidad – y, lo que es más, se encuentra próximo el nacimiento y consolidación de una nueva
etapa, la de la postmodernidad (Moreno, 2002 ob. cit. Bravo, 2008). Estos argumentos obligan a
los actores educativos e institucionales, directa o indirectamente, a considerar que los asuntos de
contingencia, contexto y transformación social son elementos fundamentales para diseño de
cualquier forma viable de pedagogía (enfoque educativo) y como aspectos cruciales para
desarrollar un lenguaje de crítica (ideal posmoderno): según cambian las condiciones históricas, se
establecen nuevos problemas, se definen diferentes proyectos y, frecuentemente, se demandan
nuevos discursos (Giroux, 2002).

De manera concreta, a juicio de muchos (Damiani, Lanz, Morin entre otros, ob cit. Brabo, 2008)
nos encontramos presenciando y viviendo en la crisis filosófica del hombre moderno que, de un
modo u otro, presupone su muerte: si la modernidad se define como fe incondicional en el
progreso, en la técnica, en la ciencia, en el desarrollo económico, entonces esta modernidad está
muerta (Morín, 2000 ob. cit. Bravo, 2008). A raíz de esta crisis modernista surgen interrogantes
trascendentales en la vida del hombre y mujer bolivianos. Un ejemplo de algunas interrogantes
son: en dimensiones axiológicas; ¿Vivimos la modernidad o la posmodernidad? o, en aspectos
educativos; ¿Qué y cómo se debería enseñar y aprender en el contexto del nuevo siglo?

Encontrar las respuestas a estas u otras interrogantes, por el momento, resulta sumamente
complicado. Complicado porque, en países como Bolivia, no se puede hablar de vivir en la
modernidad o en la postmodernidad, cuando la primera aun no llego a inundarla en todos sus
niveles. Dos son las razones que caracterizaban esta situación: la existencia de comunidades
rurales y poblaciones marginadas que nunca conocieron la modernidad, puesto que ésta nunca
llego a ellos y; los bajos niveles de incorporación y adaptación de las TIC´s en los diferentes niveles
educativos, cuyo déficit parece deberse al elevado presupuesto que ellas exigen (en su adquisición
o mantenimiento) y, sobre todo, a la falta de preparación en los recursos humanos. No obstante,
debemos considerar que son estas situaciones las que presuponen la necesidad de construir las
bases de un nuevo Enfoque Educativo, que considere e integre los aspectos culturales y
tecnológicos a los campos educativos. La importancia de pensar en un nuevo enfoque educativo y
de ligar las enseñanzas y aprendizajes a los cambios sociales del nuevo milenio exigen, hoy mucho
más que ayer, un cambio conceptual rotundo al quehacer educativo o formalizado que, años atrás
e incluso en la actualidad, consideran el proceso educativo desde supuestos directivos,
predicativos o como fuentes de beneficio en dirección al mercado de consumo; en realidad, la

refrescantes al dinamismo hermenéutico socio-cultural y educativo del contexto boliviano. La deconstrucción filosófica
Derridariana, o método deconstructivista, vista en la dimensión política, es la lucha contra todas las instancias que
centralizan el poder y excluyen la contradicción. (Krieger, 2004).
nueva concepción educativa, la de la enseñanza y el aprendizaje para el nuevo siglo, debe
enfatizar el carácter educativo como un bien público que, sobre todo, apunte a la productividad del
conocimiento (Giroux, 2002).

En cierta forma, nos ubicamos frente a un puente contextual transitorio e histórico, donde muchos
grupos sociales (academicistas u organizaciones socio-culturales e institucionales) ya iniciaron
grandes debates sobres las enseñanzas y aprendizajes para el siglo XXI, cuyas raíces se remontan
en terminologías como “la descolonización de la educación”, “la educación productiva y
comunitaria”, etc., quizá, rechazando, de algún modo, muchas de las denominadas tradiciones
educativas. Ahora bien, el desafío al que nos enfrentamos y que, de hecho, debemos superar es el
paradigma educativo tradicional (positivista) que, con tendencias aun modernistas, sigue vigente
en nuestro país. Este modelo o enfoque educativo tradicional – por no decir constructivista en el
caso Boliviano – aun en la actualidad enfatiza sus orientaciones bajo el axioma de “Educación para
todos, con calidad, con equidad y más costo eficiente”(REFERENCIA). Bajo esta lógica axiomática,
corresponde al actor educativo – administrador educativo, docente universitario, maestro
normalista o, en todo caso, educando – reflexionar7 muchos aspectos, por ejemplo: Una
educación para todos, era entonces y es aún, velar por una educación democratizada para todos,
donde se dictamina a todos lo mismo pero (…) aun no se atienden las necesidades individuales;
Educación con calidad decía la tradición educativa cuando se remontaba en los siete lenguajes de
la modernidad8 al agregar contenidos “a priori” descontextualizados y “a posteriori” faltos de
utilidad para nuevos tiempos, es decir, una educación con calidad equivale a saber más
conocimientos, hoy se requiere más que sólo saberes en los educandos bolivianos, se requiere que
ellos sepan “saber hacer”, con competencias y valores, sociales y tecnológicos; la Educación con
equidad, en el paradigma de la educación modernista significa “igual educación a todos”, pero (…)
este significado en realidades concretas no es más que mantener y, en casos extremos, agrandar
las diferencias contextuales entre la educación rural y urbana de las y los educandos bolivianos.

Definitivamente, las condiciones para enseñar y aprender en el contexto del nuevo siglo ya están
marcadas. Modernidad o postmodernidad, individualismo o pluralismo, afirmación o
contradicción, construcción o deconstrucción, exclusión o inclusión, son conceptos opuestos y, a
su vez, terminologías dignas de reflexión hacia la construcción de un nuevo enfoque, social y
cultural, educativo y tecnológico. En todo caso, la formación de una sociedad moderna
(conservadora) o de una sociedad postmoderna (mucho más critica) dependerá, en cierta medida,
de la sinergia de los actores educativos e institucionales.

7 Solicitamos al lector reflexione sobre la base del proyecto de la Nueva Ley de la Educación Boliviana “Avelino Siñani y
Elizardo Pérez” (Articulo 2, de los principios; parágrafos 1, 3, 6-8 y 10) y la Ley de Reforma Educativa “1565” de 1994
(artículo 1, de las bases fundamentales; parágrafos 1-4, 6-10) para, de esta forma, sacar conclusiones a favor o en contra
de la construcción de un nuevo enfoque educativo.

8LOS SIETE LENGUAJES DE LA MODERNIDAD: 1) Altas competencias en la lectura y escritura; 2) Altas competencias en cálculo
matemático y resolución de problemas; 3) Altas competencias en la comprensión escrita; 4) Capacidad para analizar el
entorno social y comportarse éticamente; 5) Capacidad para la recepción crítica de los medios de comunicación social; 6)
Capacidad para planear, trabajar y decidir en grupo y; 7) Capacidad para ubicar, acceder y usar mejor la información
acumulada. (disponible en: http://www.oei.es/administracion/aguerrondo.htm)
Debates, discursos y propuestas de innovación educativa: qué, cómo y por qué educar y
educarse en el nuevo siglo

Hasta hace poco se decía que nos encontramos próximos ante el nacimiento y la consolidación de
una sociedad postmoderna; entonces, negar esta afirmación es, para nosotros, negar el
dinamismo social. En el marco de esta nueva realidad se fueron elevando diversas reflexiones,
debates, discursos y propuestas educativas con características “innovadoras” que, de algún modo,
intentan dar nuevos sentidos a las condiciones de vida humana y al quehacer educativo,
básicamente atribuibles a tiempos nuevos. En este sentido, cabe resaltar que estas reflexiones se
orientan hacia la construcción de nuevos paradigmas9 y, fundamentalmente, nuevos enfoques
educativos.

En términos concretos, muchos de los debates y propuestas de innovación educativa apuntan,


sobre todo, a la necesidad de cambiar e innovar los procesos didácticos y metodológicos de los
sistemas de enseñanza y aprendizaje que, definitivamente, corroboren a la formación de una
sociedad postmoderna. Bajo esta línea, muchos discursos educativos – en palabras de Giroux, se
dirían quizás “discursos progresistas” – son promovidos desde consideraciones conceptuales
antagónicos y complementarias, por ejemplo: la teoría y la práctica de la educación,

La innovación educativa y el trabajo académico y productivo: educadores y educandos como


trabajadores del conocimiento

9 “Un paradigma es válido en un momento histórico dado, no es eterno ni inmutable, ni más verdadero que el anterior

sino simplemente más explicativo”. (Kuhn, ob. cit. Bravo, 2008)


Las escuelas públicas no necesitan currículum ni exámenes estandarizados.
Por el contrario, ellos necesitan formas curriculares justas de enseñanza que sean inclusivas, cuidadosas, respetuosas y
económicamente igualitarias, y cuya intención, en parte, sea socavar aquellos represivos modos de educación que
producen jerarquías sociales y legitiman desigualdad, mientras que, simultáneamente, les otorgan el conocimiento y las
habilidades necesarias para llegar a ser actores críticos bien asesorados y agentes sociales.

Una pedagogía crítica apunta a las conexiones entre conocimiento y práctica, y, distingue y honra las experiencias de los
estudiantes conectando lo que sucede en las aulas con su día a día. Dentro de semejante acercamiento, el rigor teórico está
conectado a la relevancia social, el conocimiento está sujeto al escrutinio crítico y al compromiso, y la pedagogía
es vista como una práctica moral y política crucial para ambas, la producción de capacidades y las habilidades necesarias
para los estudiantes para ambas cosas: formar y participar en la vida pública.

En el ámbito de la educación superior, es crucial, para los educadores, emprender batallas para el acceso de los pobres y
de estudiantes de minorías, desviar el poder de los burócratas al profesorado y enderezar las condiciones de explotación
bajo las cuales muchos estudiantes de grado, frecuentemente, trabajan, constituyendo un ejército de facto de trabajadores
de servicios que están mal pagados, con exceso de trabajo y separados de cualquier poder real o beneficio.

Simplemente, el qué, el cómo y el porqué de la enseñanza no puede estar separado de las condiciones básicas bajo las
cuales los educadores y estudiantes trabajan. Profesores y estudiantes cargan, de forma creciente, con el peso de las clases
masificadas, los recursos limitados y los legisladores hostiles. Luchar contra estos temas en pro de demandas colectivas en
vez de formas meramente individuales de resistencia. Una importante posibilidad para los educadores progresistas y para
los estudiantes es la de unirse a organizaciones de trabajo, agrupaciones de la comunidad y otros, formando movimientos
sociales que resistan la corporatización de las escuelas, la vuelta atrás en servicios básicos y, la explotación de profesores
y estudiantes.

Cuanto menos, el trabajo pedagógico radical propone que la educación es una forma de intervención política en el mundo
y es capaz de crear las posibilidades para la transformación social. Mejor que ver la enseñanza como una práctica técnica,
la pedagogía radical, en los más amplios términos, es una práctica moral y política basada en la asunción de que el
aprendizaje no trata de procesar los conocimientos recibidos, sino que, actualmente, los transforma como parte de una
disputa más amplia de los derechos individuales y de la justicia social.

El reto fundamental al que hacen frente los educadores, dentro de la presente época de neoliberalismo, es el de otorgar las
condiciones a los estudiantes para establecer la dirección de como el conocimiento está relacionado con el poder, en
ambas cosas: autodefinición y acción social. Semejante reto sugiere proveer a los estudiantes de las habilidades,
conocimiento y autoridad que ellos necesitan para preguntar y actuar sobre lo que significa vivir en una democracia
radical multicultural, para reconocer formas de poder antidemocráticas y para luchar contra injusticias profundamente
enraizadas en una sociedad y en un mundo cimentado sobre desigualdades sistemáticas, económicas, raciales y de género.

La motivación para un trabajo erudito no puede ser estrechamente académica; dicho trabajo debe conectar con “la vida
real, asuntos sociales y políticos, en la más amplia sociedad”

Son extraídos de una cultura de lo impreso a lo electrónico; la cultura construida digitalmente, basándose en imágenes y
grandes textos de alta velocidad.

Más frecuentemente, los intelectuales cortan con la sociedad más amplia, frecuentemente, caen presas de formas de
legitimación profesional que no sólo niegan la naturaleza política de su propia labor y trabajo teórico, sino que, también,
refuerzan un cinismo profundamente enraizado en la habilidad de la gente ordinaria de asumir riesgos, luchar por lo que
creen y pasar a ser una fuerza para el cambio social.

En tiempos de una dominación incrementada de la educación pública y superior, viene a ser importante, tal como George
Lipsitz nos recuerda, que los académicos, al igual que los artistas y otros trabajadores culturales, no vengan a estar
aislados en sus propios deseos abstractos para el cambio social y para movimientos sociales actuales. “Tomar una posición
no es lo mismo que tomar una guerra de posiciones; cambiar tu mentalidad no es lo mismo que cambiar a la sociedad”.
Las prácticas educativas y docentes son formas de transmisión, reproducción y espacios de
resistencia de saberes, conocimientos, valores prácticos y concepciones de la realidad como
procesos importantes en la formación de los sujetos.
La práctica docente es generalmente contradictoria: por un lado trata de formar estudiantes críticos
y creativos, y por el otro, da los lineamientos para el pensar y el hacer. Esta doble situación lleva a
los profesores a realizar una serie de actividades desde sus referentes teóricos y empíricos, sin
involucrar a los estudiantes en sus procesos de formación. Esta problemática no se presenta sólo
en el aula, sino también a nivel de institución y profesores.

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