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Wilchez Deisy-Calco NO Dibujo PDF
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Para todos los implicados ya sean docentes, estudiantes o egresados en profesiones afines al
diseño, la arquitectura o el arte; el dibujo marca un desarrollo importante en el aula como
herramienta de comprensión y expresión del mundo que nos rodea, a través de un sinfín de
ejercicios que se desarrollan a lo largo de la carrera y de la vida, buscando afianzar la
manera de ver y representar la realidad. El hecho de impartir y buscar que el estudiante
aplique a sus dibujos aspectos técnicos como proporción, volumen, perspectiva y por
supuesto la pulcritud en la línea, garantizaría un óptimo desempeño en cuanto a la
ejecución “correcta” del dibujo, pero no todos tienden a desarrollar la misma habilidad para
dibujar, no todos cumplen con el estándar de la estética del dibujo, una estética difundida
por los mismos artistas a lo largo de la historia, los medios de comunicación y la opinión
popular; propagándose una idea social del dibujo.
Dibujar entonces, es tener la capacidad para representar tal cual, un objeto, una persona, un
animal o un espacio en el papel, convirtiéndose en el estándar que mide si se sabe dibujar o
no; de igual manera, existe la creencia que el dibujo esta directamente ligado a un don, a
una capacidad extraordinaria o un talento divino, que no se puede desarrollar o aprehender
y por tanto nunca se podrá tener acceso a tan exclusivo beneficio, es por eso, que se
convierte en una serie de miedos, inseguridades y condicionantes a la hora de realizar la
acción, y termina por afianzarse esa idea del: “yo no sé dibujar”. Sin embargo, se puede
ver que a lo largo de la historia innumerables máquinas, herramientas e instrumentos que
han permitido, y aún hoy permiten alcanzar y cumplir con esa idea estética del dibujo “bien
hecho”, convirtiéndolo en una acción asequible, en una manera de asegurar un buen
resultado, facilitando la ejecución y el desarrollo de la línea a lo largo del soporte o papel,
ya que orientan la mano del dibujante y le guían para que concrete la imagen, como si
supiera dibujar, persuadiéndolo de la tarea convencional, como cita Lino Cabezas:
De los primeros instrumentos que se conocen como herramientas para dibujar o copiar la
realidad están: el perspectógrafo, la cuadricula portátil, el hialógrafo, el optígrafo, la
escuadra de Cigoli, maquinas sencillas que a mediados del 1500-1700, permitieron calcar y
reconocer aspectos de encuadre, observación, medida y perspectiva de espacios o paisajes
reales. Más adelante con el pantógrafo, el cymógrafo, el espectógrafo y el hemerógrafo
entre otros, se van perfeccionando sucesivamente los mecanismos para copiar y trasladar
paisajes, dibujos e imágenes en general, con posibilidades de ampliación y reducción,
permitiendo hacer un delineado de los contornos de la imagen más preciso y eficaz.
Entre las máquinas construidas años posteriores, bajo el mismo principio, aparecen: la
cámara con objetivo extensible (muy similar a la mesa de dibujo que conocemos hoy en
día), la cámara lucida o clara, el telescopio grafico, la linterna mágica antecedente de los
proyectores de opacos, de diapositivas y del actual video beam, instrumentos que han
facilitado de algún modo calcar la realidad y las imágenes en general partiendo del reflejo
ya sea artificial o natural, para dar vida a la representación de las formas por medio de la
línea del dibujo.
En tanto calcar, copiar, reproducir o como quiera que se le denomine, no es un acto alejado
o ajeno al dibujo, no solamente es un recurso usado por personas que consideran no saber
dibujar y que se ven obligadas a calcar para resarcir su falencia, sino que también ha sido
un recurso constante en la historia de la representación, a la hora de entender y plasmar el
entorno. “En este caldo de cultivo, donde la exactitud era el objetivo por alcanzar, parece
lógico pensar que las herramientas utilizadas en la capturación y transcripción del mundo
estuvieran destinadas a recrearlo de una manera más verosímil y creíble que los sistemas
de representación anteriores” iii; Quizá, esta sea la razón primordial para el empleo y la
constante renovación de maquinas y herramientas como complemento para el dibujo:
alcanzar y capturar el ideal de perfección, de representación.
De igual forma, el calco como recurso de creación o base para la expresión, genera un
espacio de duda, porque pone en tela de juicio la capacidad y el talento, que se desarrolla
formalmente mediante la experiencia y el conocimiento, pero que a la larga, lo único que a
hecho es alivianar la responsabilidad del dibujante, brindándole apoyo para perfeccionar la
representación, eso no quiere decir, que ayudarse un poco a la hora de “dibujar…” sea
falsear la capacidad, sino ,que es una manera de aprovechar los medios o recursos
disponibles, de entender el dibujo como lo que es: UN MEDIO, una manera para
comunicar y expresarse, sin importar su proceso de elaboración. Cabe aclarar, que el calco
solo brinda la posibilidad de capturar la silueta, la creación de volúmenes, de luces,
sombras y por supuesto la intensidad y cambio en el trazo, será generada en la mayoría de
los casos, por no decir que en todos, por la destreza del “dibujante”, quién marca la
diferencia al imponerle su estilo.
i
Cabezas, Lino. Libro Coordinado por: Gómez Molina Juan José (2002) Maquinas y herramientas de dibujo,
Ediciones Cátedra, Capitulo II, 247.
ii
Termino empleado por Lino Cabezas al hacer la comparación entre algunas pinturas e imágenes obtenidas a
través de la cámara oscura y la fotografía en general, Ibíd, 293.
iii
Gómez Isla, José. Libro Coordinado por: Gómez Molina Juan José (2002) Maquinas y herramientas de
dibujo, Ediciones Cátedra, Capítulo IV, 379.
iv
Ibíd. 381.
v
Definición hecha por Bruce Nauman y citada a su vez por Gómez Molina, Juan José, en el libro: (2003) Las
lecciones del dibujo, Ediciones Cátedra, 44.