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La galería de personajes
El libro más difícil de todo el Nuevo Testamento es, sin duda, el Apocalipsis
de Juan. La dificultad deriva de una de las características del género
literario apocalíptico, y que es la de ser altamente simbólico.
La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad muchas veces
desconcertante, un despliegue siempre imprevisible de la fantasía del
autor, visiones y escenas inauditas, hacen que el lector se pierda en
semejante laberinto de símbolos. Muchos son los personajes que desfilan a
lo largo de esta obra. El cordero degollado, los seres llenos de ojos, las
langostas gigantes, el ángel del librito, la mujer vestida de sol, el águila
voladora, el dragón rojo, la gran ramera, el caballo blanco, el medidor.
Sin embargo, de toda esta galería de personajes, ninguno es tan conocido y
nombrado como la célebre Bestia.
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Adelantando el final
En diversos momentos del libro del Apocalipsis aparece la Bestia, así como
la descripción de su actividad en contra de los cristianos y de la Iglesia de
Jesús. Pero son dos los lugares claves para poder descifrar el misterio que
encierra su figura: los capítulos 13 y 17. En los dos el autor aporta los
datos suficientes para que el lector que no conozca el sentido de este
símbolo, pueda descubrirlo.
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Pero más concretamente, el mar aquí representa al mar por excelencia para
los judíos, es decir, el Mediterráneo, al otro lado del cual, se encontraba la
sede del Imperio Romano.
Por lo tanto, el enemigo que viene del mar a hacer la guerra a los fieles no
puede ser otro que Roma, que precisamente en la época en que se escribe el
Apocalipsis, alrededor del año 90, bajo el reinado del emperador
Domiciano, acababa de desatar una persecución sangrienta contra los
cristianos.
Juan sigue refiriendo su visión, y dice que la Bestia tenía en sus cabezas
títulos blasfemos, es decir, injuriosos contra Dios.
Este simbolismo concuerda perfectamente con la costumbre que poco a
poco fueron tomando, primero Nerón y luego los emperadores siguientes, y
que fue la de atribuirse títulos propios de Dios, como los de “divino”, “hijo
de dios, “adorable”, “salvador”, “señor”. E incluso algunos emperadores
llegaron a hacerse adorar como tales. Semejantes pretensiones eran
inadmisibles para los cristianos, que no tenían más Señor que a Jesús, y
herían vivamente su sensibilidad.
Entre las peculiaridades de la Bestia, se nos cuenta que una de sus cabezas
parecía herida de muerte, pero que su llaga mortal se le curó (13,3).
Si más adelante nos revela el secreto de que cada una de las siete cabezas
de la Bestia son emperadores (17,9), entonces hay que entender que se
trata de un soberano al que se creía muerto pero que revivió.
Esto se refiere a un hecho que relatan los historiadores de la época:
cuando Nerón se suicidó, muchos no quisieron creer que el emperador había
muerto, y se difundió el rumor de que se había ido a un país extranjero
para preparar un ejército y volver a conquistar el reino. Así se creó la
leyenda del retorno de Nerón después de su muerte.
Esta leyenda popular romana pasó también a los judíos y a los cristianos, y
en muchos escritos de ellos aparece la figura de Nerón redivivo
amplificada con rasgos diabólicos.
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¿Qué indica el número 666?
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La clave es la “gematría”
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Bestia, que era y ya no es, hace el octavo, pero es uno de los siete y camina
hacia su destrucción”.
¿Qué quiere decir todo esto?. Es muy simple. Si las siete cabezas de la
Bestia son siete reyes, bastará con averiguar quiénes fueron los primeros
emperadores, y tener así la clave para resolver todo el problema.
¡Y parecía tan difícil!
El texto del apocalipsis dice que los cinco primeros ya han pasado. Estos
eran Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Por lo tanto Nerón ya
había muerto. Ahora está el sexto, que es Vespasiano. Luego vendrá el
séptimo que durará poco tiempo (Tito, que no alcanzo a los dos años). Y con
esto se completa la lista de los siete.
Pero después el agrega un octavo (Domiciano), del cual dice que es uno de
los siete, porque la Bestia tiene sólo siete cabezas.
¿Qué tiene Domiciano, como para decir que él y uno de los siete anteriores
son uno solo? Sencillamente, que el emperador Domiciano, entonces
reinante había desatado una feroz persecución contra los cristianos, igual
que lo había hecho Nerón en su tiempo.
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Jerusalén, ganándose el odio de todos los judíos.
En efecto, nos han llegado muchos escritos antiguos en donde se habla de
los romanos como de una bestia feroz enemiga de Dios
Juan, al componer su libro en forma de visiones, recurre a una metáfora
fácilmente deducible por sus oyentes. El misterio, pues, no lo era tanto.
Para reflexionar
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¿CUÁNDO SE CUMPLIRÁN
LAS PROFECÍAS DEL
APOCALIPSIS?
Esperanzas de terror
Las profecías que anuncia el Apocalipsis para el fin de los tiempos son
escalofriantes. Sangrientas persecuciones contra los cristianos; una Bestia
feroz con siete cabezas y diez cuernos que atacará a los creyentes; una
invasión de langostas gigantescas con cola de escorpión y dientes de león;
sangre y fuego que caerán sobre la tierra para matar a una tercera parte
de la humanidad; un enorme Dragón que buscará devorar a los fieles de
Cristo; y por si esto fuera poco, terremotos, oscurecimiento del sol, caída
de las estrellas, pestes, guerras, hambre, muerte y violencia a granel.
Con semejante panorama es lógico que los cristianos quieran saber cuándo
sucederán estas calamidades. Por eso se intentó muchas veces, a lo largo
de la historia, fijar la fecha de estos sucesos. Pero todos los intentos
fracasaron.
No obstante ello, cada tanto sigue apareciendo algún iluminado, o fundador
de secta, o vidente que asegura que estamos viviendo ya los últimos
tiempos. ¿Es cierto esto? ¿Podemos saber cuándo sucederán estos
anuncios? Según el Apocalipsis, parece que sí.
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El Apocalipsis compuesto por Juan consiste en una serie de visiones
aparentemente caóticas. Pero si lo leemos con atención podemos sacar
algunas cosas en claro.
Al comienzo dice: “Revelación de Jesucristo. Dios se la concedió a sus
siervos para mostrarles lo que va a suceder pronto” (1,1). El primer
versículo, pues, ya advierte que los sucesos iban a ocurrir “pronto”.
A continuación escribe: “Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras
de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el tiempo está cerca”
(1,3). Es decir, reitera que lo que anuncia el libro va a suceder en un tiempo
cercano al autor.
Luego cuenta todas las visiones que tuvo, y al llegar al final del libro vuelve
a decir: “Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios envió a su
ángel para mostrar a sus siervos lo que va a suceder pronto” (22,6). Y más
abajo dice que un ángel le advirtió: “No selles las palabras proféticas de
este libro, porque el tiempo está cerca” (22,10).
Se ve, pues, que lo que el libro profetizaba eran acontecimientos muy
cercanos al tiempo del autor y al de los primeros lectores.
“Llego pronto”
Pero el Apocalipsis no sólo afirma de un modo explícito que el tiempo de su
cumplimiento estaba cerca, sino que lo confirma con las imágenes y las
visiones.
Así, se le dice a los cristianos que sus sufrimientos no van a durar mucho
(6,11); que deben alegrarse porque el juicio de Dios ya está por llegar
(14,7); que el Dragón dispone de breve tiempo para su actividad en la tierra
(12,12); que cuando suenen las siete trompetas llegará el fin (10, 6-7). Todo
parece, pues, predecir un hecho inminente.
Por eso a lo largo del libro se lee la frase de Jesús: “pronto vendré”, “ya
estoy a las puertas”, “llego enseguida”.
Si los hechos del Apocalipsis iban a tardar siglos en suceder, ¿por qué
Jesús los ilusionó inútilmente? ¿Para qué les pidió que rezaran con ansias
“Ven, Señor Jesús” (22, 17.20), si Jesús no pensaba venir aún a cumplir las
profecías?
El libro aseguraba a los lectores del siglo I que aquellos sucesos iban a
suceder pronto. Y nosotros, pues, debemos creerle y abandonar la idea de
encontrar en él acontecimientos que pertenezcan a nuestra época.
Entonces ¿a qué acontecimientos se refiere el Apocalipsis?
Ya dijimos que el libro se escribió alrededor del año 95. En esa época
gobernaba a Roma el emperador Domiciano. Y los cristianos estaban
atravesando por dos problemas muy graves:
la ruptura de relaciones con los judíos; y
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la persecución desatada por el Imperio Romano.
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visión del librito devorado (c.10) exhorta a los lectores a predicar el
Evangelio. Y la visión de los dos testigos (c.11) muestra cómo el Templo de
Jerusalén, al que nadie podía entrar, ha sido reemplazado por otro templo
abierto a todo el mundo.
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A fin de dar ánimo a los cristianos, Juan anuncia aquí (c.16) un tremendo
castigo contra Roma, descrito con siete copas llenas de calamidades
derramadas sobre ella.
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vivir de acuerdo con la Palabra de Dios.
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A todos ellos el Apocalipsis les contesta que sí. Que del mismo modo que
salió triunfante de las potencias enemigas en sus comienzos, la fe cristiana
está destinada a triunfar también ahora. Que nunca podrán ser derrotados
el bien y la justicia que predica el cristianismo. Y que quienes estén del lado
del mal, no tienen ya futuro.
Por eso Juan, en su libro, dejó escrita la esperanza y la ilusión más grande
jamás contada.
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¿QUIENES SON LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS?
¿Qué vio aquel hombre, cautivo en la isla penal romana por defender la fe
en Cristo? Lo cuenta con imágenes misteriosas y símbolos enigmáticos,
propios del género apocalíptico. De ahí la dificultad para interpretarlos.
Pero si prestamos atención, veremos que es posible descubrir qué quiso
decirnos con esta visión.
Lo que nos importa por ahora es la apertura de los cuatro primeros sellos.
Aquí Juan vio aparecer unos jinetes montados en caballos, de
características terroríficas. Son los famosos cuatro jinetes del Apocalipsis
(6, 1-8). Desde antiguo, todos los biblistas, exegetas, comentaristas y
simples lectores han procurado descifrar este enigma, y han propuesto las
más diversas explicaciones.
La mayoría esta de acuerdo en que los cuatro jinetes representas
horrendas desgracias que sobrevendrán a la humanidad. Pero ¿de qué
calamidades se trata? ¿Cuándo sucederán? ¿Quiénes las padecerán? Sobre
esto, ya no hay consenso.
<b>Variadas opiniones</b>
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Muchos sostienen que el primer jinete, con un arco en la mano, anunciaba el
drama de la Primera Guerra Mundial; y los otros tres serían la peste, el
hambre y la muerte que ésta trajo como consecuencia. Otro, más
dramáticos aún, sostienen que esta visión se refiere a una Tercera Guerra
Mundial para dentro de poco tiempo, así como al hambre y las
enfermedades que provocará. Y no faltan quienes creen que los cuatro
jinetes simbolizan más bien los cataclismos espeluznantes que sucederán al
final de los tiempos.
Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? Antes de responder, tengamos en
cuenta que nadie puede interpretar el Apocalipsis como a él le parezca. No
se trata de un libro caótico, de donde cada uno puede sacar la
interpretación que se le ocurra. Si el autor ocultó su mensaje con figuras y
símbolos, también nos dejo la clave para descubrirlo. Debemos, pues,
preguntarle a el mismo la explicación.
<b>Color simbólico</b>
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Pero hay otros detalles que nos pueden ayudar. Este primer jinete viene
montado en un caballo blanco.
¿Qué significado tiene el color blanco en el Apocalipsis? Si hacemos un
análisis veremos que siempre se lo utiliza para las cosas propias de Dios.
Por ejemplo, en los veinticuatro ancianos que en el cielo están vestidos de
blanco (4, 4). En los ejércitos del cielo que tienen vestidos blancos (l9, 14).
En todos los salvados, que usan túnicas blancas (6, 11; 7, 9). También Jesús
resucitado tiene cabellos blancos (1, 14) y se sienta sobre una nube blanca
(14, 14). Y se dice que al que persevere hasta el final se le dará un vestido
blanco (3, 4. 5) y una piedra blanca con su nombre (2, 17). Asimismo Dios se
sienta en el cielo sobre un trono blanco (20, 11).
Por lo tanto, si el blanco en el Apocalipsis simboliza siempre la salvación, la
victoria, el triunfo final, y no se lo emplea nunca para las potencias malignas
ni destructoras, quien monta el caballo blanco tiene que ser alguien del
ámbito divino.
<b>El arco</b>
<b>La corona</b>
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También los 24 ancianos que están en el cielo tienen coronas de oro (4, 4).
Y la mujer resplandeciente que Juan vio en el cielo, vestida de sol y con la
luna bajo sus pies, estaba coronada de estrellas (12, 1). El Hijo del Hombre
que juzga desde el cielo, la lleva igualmente (14, 14).
Y por si fuera poco, el Apocalipsis dice que todos los cristianos fieles llevan
ya una corona sobre sus cabezas, que nadie podrá arrebatárselas (3, 11),
porque son todos reyes en este mundo (1, 6; 5, 10), y reinarán por los siglos
de los siglos (22, 5).
Si en el Apocalipsis los que tienen corona son generalmente personajes del
lado de Dios, el primer jinete debe ser también alguien venido de parte de
Dios.
<b>El vencedor</b>
Queda aún un último argumento para identificar el primer jinete. Cerca del
final del libro, Juan en una nueva visión ve aparecer a un personaje similar:
“Entonces vi en el cielo y había un caballo blanco”. Esta vez si nos da su
identidad: “El que lo monta se llama Fiel y Veraz, y juzga y combate con
justicia. Sus ojos son como llamas de fuego. Sobre su cabeza había muchas
diademas. Lleva escrito un nombre que sólo él conoce, y viste un manto
empapado de sangre. Su nombre es Palabra de Dios” (19, 11-13).
Sin duda es posible reconocer aquí a Cristo resucitado, vencedor de la
muerte.
Ahora bien, a menos que quiera confundirnos, Juan no puede emplear la
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misma figura y referirse a dos personales diferentes. Los elementos de
una visión deben servir para aclarar las otras. Por lo tanto el jinete del
caballo blanco, del capítulo 19 tiene que ser el mismo que el del capítulo 6:
Jesucristo resucitado.
Una vez dilucidado el misterio del caballo blanco, resulta fácil analizar los
otros tres: “Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser que decía:
¡ven! Entonces salio otro caballo, rojo. Al que lo montaba se le concedió
quitar de la tierra la paz, para que se degollaran unos a otros. Y se le dio
una espada grande” (6, 3-4).
Este segundo jinete simboliza, evidentemente, la guerra con sus efectos
cruentos y dolorosos. En efecto, el color rojo en el Apocalipsis significa
efusión de sangre, se habla de “quitar la paz”, de “degollarse unos a otros”,
y se menciona la espada, siempre sinónimo de violencia.
Sigue el relato: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Ser que decía:
¡ven! Miré, entonces, y había un caballo negro. El que lo montaba tenía en la
mano una balanza. Y oí como una voz en medio de los cuatro seres que
decía: “un litro de trigo por un denario, tres litros de cebada por un
denario” (6, 5-6).
Todos los biblistas están de acuerdo en que este caballo negro (símbolo
fúnebre) representa el hambre, la carestía, el racionamiento de comida,
como se deduce por la balanza y los precios altísimos que se pregonan.
Finalmente concluye: “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Ser
que decía: ¡ven! Miré, entonces, y había un caballo verdoso. El que lo
montaba se llamaba la Muerte, y el Hades lo seguía” (6, 7-8).
También éste es fácil de identificar, ya que el mismo texto lo dice
expresamente: simboliza la muerte. El “Hades” que se menciona, es el
mundo del más allá, los infiernos.
¿Qué quiso decirnos Juan con esta visión, transparente para los lectores
de su época, pero extraña y difícil para nosotros?
A fin de entenderla tengamos en cuenta que, según la creencia judía,
cuando llegara el Mesías al final de los tiempos vendría acompañado por
fenómenos extraños y catástrofes. Y aunque no se estaba muy seguro
sobre los detalles, había una cierta lista, un catálogo estándar de
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desastres y azotes que se desatarían sobre la tierra. Cualquier judío
estaba familiarizado con estos cataclismos, que llegarían en los últimos
tiempos junto con el Mesías.
También Jesús lo sabía. Por eso al pronunciar su sermón sobre el fin del
mundo utilizó ese catálogo tradicional, y dijo que la llegada del Mesías sería
acompañada por guerras (Mt 24, 6), hambre (Mt24, 7) y muerte (Mt 24, 9).
Mencionó, además, otras dos señales: persecuciones (Mt 24, 16) y
perturbaciones cósmicas (Mt24, 29). En total, cinco cataclismos.
<b>Faltaban caballos</b>
<b>Ninguna desgracia</b>
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simplemente a que Jesucristo, el Mesías, ya ha venido, ya esta con
nosotros, y a las señales simbólicas que lo confirman.
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Is. 55,10Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador
y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no
vuelve a mí estéril,sino que realiza todo lo que yo quieroy cumple la misión
que yo le encomendé.
Hb 4,12
2 Timoteo 3:16-17
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, equipado para toda buena obra.
Mt 4,4
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La Biblia es el libro más antiguo del mundo. Comenzó a escribirse
probablemente entre mil y mil quinientos años antes de Cristo; 50 años
antes de su nacimiento, ya estaba terminado el Antiguo Testamento
La palabra Biblia se deriva de la expresión griega "biblos" y significa
"libros". Proviene de una ciudad llamada Biblos, donde se fabricaba el
papiro para hacer el papel de los libros. Antiguamente se le llamaba la
Escritura. Así se refiere Jesús a ella.
Inspiración:
Quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos bajo el
directo influjo y asistencia del Espíritu Santo. Eso es que la Biblia tiene
como autor al mismo Dios.
"Toda escritura es divinamente inspirada" (2 Tim 3,16)
Géneros Literarios:
Dios habla en la Biblia por medio de los hombres, con un lenguaje humano.
Es decir que el mensaje de Dios es escrito con la mentalidad y cultura de
cada tiempo y de cada lugar. Y se escribió según los conocimientos de su
tiempo, según sus capacidades y su manera de escribir. Este lenguaje, de
un país y de un tiempo tan antiguo, es lejano a nosotros y exige una
preparación adecuada para su pleno entendimiento.
Por eso, ante una frase bíblica, lo que nos interesa saber, no es tanto el
modo o manera que se emplea, sino el mensaje que el Señor quiere
comunicarnos.
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Géneros literarios utilizados: Histórico, didáctico, poético, profético,
apocalíptico, epistolar.
Estructura
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Así que toda la Biblia se tardó en escribir unos 1300 años
Hebreo, casi todo el A.T. Era la lengua propia del Pueblo de Israel.
Griego: algunos libros del A.T. y todos los del N.T, menos el Evangelio de
San Mateo, que se escribió en arameo.
Versiones de la Biblia:
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Versión Vulgata:
Hecha en latín por San Jerónimo, en el siglo IV en Belén. El motivo fue que
por ese tiempo se impuso el idioma latín en Occidente. De ésta se han
sacado muchas versiones hasta la fecha. Es la versión oficial latina
Ahora, cada idioma y cada cultura tienen sus propias versiones de la Biblia,
sin alterar su contenido. De hecho, la Biblia es el libro del cual más
versiones se han hecho en todo el mundo. Es importante citas las Biblias
Ecuménicas, surgidas del movimiento ecuménico, con el fin de acercar a los
cristianos de diferentes confesiones.
Aprobación eclesiástica:
Cada libro está dividido en CAPITULOS que están indicados con números
grandes al inicio de cada capítulo (ejemplo: El libro de Génesis está dividido
en 50 capítulos). El número del capítulo está también escrito en lo alto de
cada página, para facilitar la búsqueda de una determinada cita bíblica.
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Cada capítulo está a su vez dividido en VERSÍCULOS, o sea "frases"
bíblicas. Los versículos se encuentran a lo largo del capítulo en números
pequeños (ejemplo: El primer capítulo del Génesis tiene 31 versículos).
Jb 20, 14. Tendremos que leer de esta manera: libro de Job, capítulo 20,
versículo 14
Mt 15, 5-9 . Se leerá así: Evangelio de S. Mateo, capítulo 15, versículos del
5 al 9. En este caso la cita nos pide leer los versículos que van desde el
número 5 hasta el número 9 inclusive.
Ez. 14, 3.7.12: se leerá: libro de Ezequiel, capítulo 14, versículos 3,7 y 12.
En este caso la cita se refiere a que leamos del capítulo 14 sólo los
versículos 3, 7 y 12, saltando los demás versículos intermedios.
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Una raya ( - ) separa los versículos que se van a leer.
Hay actitudes humanas con las que el hombre se acerca a la Biblia, sin
considerar el valioso regalo que es de parte de Dios, estas actitudes si bien
son válidas, no son las ideales para leerla.
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· Comunitario: dirigido al "Pueblo de Dios" personificado en el Antiguo
Testamento en Israel y en el Nuevo Testamento en la Iglesia fundada por
Cristo.
Por tanto, la Biblia debe leerse para buscar un provecho personal interior,
poniéndose en actitud de escucha para llevar a la vida lo que el Señor nos
pide; para conocer la persona de Jesús y su obra redentora, pues Él es el
Centro y fin de nuestra vida; y para propagar la fe y el mensaje salvador de
Jesús. Pues:
Por ser la Biblia como una pequeña biblioteca de 73 libros, muy diversos
por sus temas, autores, ambiente, tiempo de composición, etc. Esta
variedad fácilmente puede desorientar al lector.
Por eso, para el que no tiene un buen conocimiento de la Biblia, no es
conveniente que se lea de "principio a fin", porque los primeros libros del
A.T., son los más difíciles… y el lector acabaría con desanimarse, no
entender nada, desistir de la lectura.
b). Los HECHOS, que nos narran los primeros años de la Iglesia
c). Algunas cartas de S. Pablo, las más cortas y fáciles ( como 1ª y 2ª Cor;
Ef.; Fil.; Col.;
etc.)
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d). Los LIBROS HISTÓRICOS del A.T.
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