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Revista de Antropología del Museo de Entre Ríos


2 (1): 130-132 (2016)
issn: 2347-033x

RESEÑAS
Fredrik Barth, Robert Parkin, Sydel Silverman, Andre Gingrich. Una Disciplina, Cuatro Caminos.
Antropología Británica, Alemana, Francesa y Estadounidense. Prometeo, Buenos Aires, 2012, 476p.

Diego Villar* Los trabajos publicados en esta


revista están bajo la licencia
* CONICET villardieg@gmail.com Creative Commons Atribución -
No Comercial 2.5 Argentina.
Recibido 19 de diciembre de 2015, aceptado para su publicación 12 de febrero de 2016.

Este libro ofrece una buena introducción a las individuales a la hora de entender la acción social.
cuatro tradiciones académicas más importantes Hay, sin duda, puntos altos: la deconstrucción
de la historia de la antropología. Se trata de la de la fatigada acusación de colonialismo en la
compilación de una serie de conferencias dictadas antropología británica, la discusión desapasionada
en el prestigioso Instituto Max Planck por de los diarios de Malinowski, la conciencia de los
especialistas de la talla de Fredrik Barth, Robert avances paralelos de la metodología etnológica a
Parkin, Andre Gingrich y Sydel Silverman. La idea finales del siglo XIX con Boas en los Estados Unidos
de las comunicaciones no era sólo recapitular de o Vladimir Bogoraz en Rusia. También hay aristas
forma sintética la historia de estas escuelas, sino a más discutibles, como la presunta “trivialidad”
la vez considerar sus trayectorias institucionales, de Frazer. En conjunto, no obstante, queda la
su impacto recíproco y su potencial futuro. sensación de que este balance de Barth no está a la
Ahora bien, para evaluar integralmente el libro altura de otras historias disciplinares como las de
es imprescindible diferenciar, por un lado, el Adam Kuper (Anthropology and Anthropologists.
contenido de la obra y, por el otro, las características The Modern British School) o Jack Goody (The
singulares de esta nueva edición en castellano. Expansive Moment: Anthropology in Britain and
En líneas generales, el contenido es irreprochable. Africa 1918-1970).
En la primera parte Fredrik Barth desarrolla la En la segunda parte del libro, Andre Gingrich
historia de la antropología británica. Basado en examina la antropología de los “países
el canon historiográfico de George Stocking, germanoparlantes” y procura ir más allá del contexto
describe los vínculos entre el evolucionismo y la alemán dando cuenta de la situación contemporánea
tesis de la unidad psíquica de la humanidad; la en Austria, Suiza o la actual República Checa.
famosa expedición al Estrecho de Torres en 1898 En su argumentación sobresalen dos cuestiones.
y sus aportes a la metodología antropológica (en La primera es la desconfianza en la oposición (à
particular el método genealógico de W. H. Rivers); la Elias) entre el legado racionalista, ilustrado y
el notorio peso institucional de universidades como universal de las teorías de la “civilización”, de
Oxford, Cambridge y Londres; la consagración del raigambre francesa, y por otra parte las teorías
trabajo de campo intensivo en la obra de Bronislaw germánicas de la Kultur, nítidamente románticas,
Malinowski y la posterior institucionalización de relativistas y nacionalistas. La segunda es el
la disciplina en tiempos de Radcliffe-Brown, Firth, problema del nazismo como hito disciplinar y
Fortes o Evans-Pritchard; la “era dorada” de 1945- grilla de interpretación histórica, que supone cierto
1970 y, finalmente, algunas de las propuestas más sesgo en el rastreo de precursores, protagonistas
recientes: Jack Goody, Ernest Gellner, Marilyn y secuelas -así, por ejemplo, el filósofo Oswald
Strathern. La simpatía de Barth por Leach es tan Spengler es “protofascista”, o el padre Wilhelm
notoria como su antipatía por Evans-Pritchard. Schmidt un “fascista de la orientación de Franco
De acuerdo con sus propias posiciones, de hecho, y Mussolini”. En este sentido, la genealogía de
Barth privilegia el análisis de un linaje académico Gingrich parece menos ecuánime que el clásico
que podría remontarse desde Malinowski hasta balance de Robert Heine-Geldern (One Hundred
él mismo, pasando por Raymond Firth y por Years of Ethnological Theory in the German-
ciertos momentos de Leach, que privilegia Speaking Countries: Some Milestones). Gingrich
las racionalidades y estrategias de los actores se explaya sobre la histórica marginalidad de la

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antropología germanófona, que a su juicio no se francesa, mucho más conocida para nosotros
debe solamente a la lengua alemana; la persistencia por la enorme variedad de sus divulgadores.
de ideas rectoras legadas por Humboldt o Herder Parkin describe los precursores de la etnología
(la oposición entre Naturvölker o “pueblos (Montesquieu, Comte y Rousseau); la perdurable
naturales” y Kulturvölker o “pueblos culturales”); influencia -epistemológica y política- del grupo
la fundación de museos coloniales; la proximidad durkheimiano congregado en torno del Année
entre antropología y geografía -basta pensar en Sociologique (Mauss, Hubert, Granet, Hertz,
la “antropogeografía” de Ratzel- o el ascenso Halbwachs); las estudiosos heterodoxos (Lévy-
del “difusionismo” y la teoría de los Kulturkeise Bruhl, Leenhardt, van Gennep); las inestables
(círculos culturales). Claramente la obra de Adolf relaciones entre la academia, los museos y las
Bastian no despierta las simpatías de Gingrich, instituciones científicas; la profesionalización
que la juzga “asistemática y opaca”, con un “estilo de la disciplina en las figuras de Rivet, Griaule,
de escritura incomprensible y su preocupación Leiris, Leroi-Gourhan, Métraux, Bastide o
autocrática y excesiva por la recolección en lugar Dumont; obvia, acaso inexorablemente, el credo
de la sistematización y la teorización” (120). estructuralista de Claude Lévi-Strauss, a esta altura
En algún punto este juicio de valor conduce a del partido tan glosado como la Biblia misma;
formulaciones injustas (“para el antievolucionista el momentum más modesto de “los hermanos
Bastian, los pueblos exóticos tenían poca cultura Marx” (Terray, Meillasoux, Godelier), como
o ninguna en absoluto y carecían de historia...”, los llamaba Clastres; de la filosofía de Merleau-
117). Algo similar sucede con Wilhelm Schmidt, Ponty, Derrida, Foucault, Barthes o Deleuze, o
acusado por Gingrich de “fascista” (143), aunque bien de los desarrollos actuales de Augé, Héritier,
pocas páginas más adelante él mismo documente Sperber o Bourdieu. Buen conocedor de la obra
diferencias inconciliables entre el apóstol del de Robert Hertz y Louis Dumont, Parkin ofrece
monoteísmo primordial y el nacionalsocialismo algunas ideas sugestivas (p. ej. las continuidades
(144, 150, 155). Por otra parte, entre aquellos entre Durkheim y gurús actuales como Bourdieu,
autores que gozan del beneplácito de Gingrich Derrida o Foucault, 217, 297-303). A veces, no
figuran los “positivistas moderados”, de raigambre obstante, las ideas son más sorprendentes: la
bastianiana no obstante, que tan decisivos serían tesis de Meillasoux de que el parentesco no tiene
para el americanismo (Max Schmidt, Theodor importancia material en las sociedades cazadoras-
Koch-Grünberg, Karl von den Steinen), o aquellas recolectoras (281), la opinión de Christopher
otras figuras que cultivaron las relaciones entre Johnson de que Lévi-Strauss es “anticartesiano” y
marxismo y etnología: hay que pensar aquí tanto “carente de personalidad” (271), la caracterización
en las obras seminales del propio Marx (que leyó del efímero Collège de Sociologie de Bataille,
a Morgan) y Rosa Luxemburgo (que además Caillois y Leiris como “fuertemente antifascista”
leyó a Maine, Westermarck y Max Weber), como (261), o la exageración de la afinidad entre Lévi-
también en los posteriores Heinrich Cunow, Paul Strauss y Dumézil (“Al igual que para Lévi-
Kirchoff o el hidráulico Karl Wittfogel. A la hora Strauss, el mito fue importante para Dumézil, pero
de analizar el ascenso del nacionalsocialismo y las tríadas conceptuales reemplazan las dicotomías
su influencia en la academia, las mejores páginas de Lévi-Strauss...”, 252), cuando las funciones
de Gingrich distinguen resueltamente entre los dumézilianas y las oposiciones del maestro del
autores que resistieron la locura de la época (los estructuralismo son abstracciones de órdenes muy
bastianianos, los marxistas, los miembros del distintos. En algún punto Parkin llega incluso a
Instituto Anthropos que emigran a Suiza), aquellos formular sentencias erróneas, como cuando afirma
otros que fueron víctimas de persecuciones (A. que Pierre Clastres “desarrolló una perspectiva
D. Jensen, Marianne Schmidl, Leonhard Adam) de las sociedades amerindias libres de conflicto”
y finalmente los colaboracionistas (Fritz Krause, (296-297).
Eugen Fischer, Richard Thurnwald, Walter En la cuarta y última parte, Sydel Silverman cuenta
Krickeberg, Wilhelm Mühlmann). la historia de la antropología estadounidense.
La tercera parte del libro, a cargo de Robert Digo “cuenta” porque el tono de Silverman es
Parkin, trata la historia de la antropología más personalizado que el del resto de los autores

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y no teme la reminiscencia autobiográfica o aun 132), “Kpper” por Koppers (182), “Rauconnet”
el chisme: rememora las míticas antipatías entre por Fauconnet (228), “Bougie” por Bouglé (228,
Kroeber y Boas (329), las desventuras de las 245, 246), “Maus” por Mauss (241), “Lyotar” por
secretarias-discípulas de “Papa Franz” Boas, que Lyotard (312), “Benedit” por Benedict (332), “Dell
jamás lograban acceder a un puesto (pp. 331-332), Humes” por Dell Hymes (354), “Pritt-Rivers” por
o a Ralph Linton jactándose de haber matado a R. Pitt-Rivers (372). En algunos casos figuran mal
Benedict por medio de brujerías (335). Silverman tanto el nombre como el apellido: p. ej. “Abran
destaca la persistente cuatripartición institucional Kardinei” (Abram Kardiner) (336). En otros,
del campo antropológico norteamericano en directamente, se opta por cambiar el nombre: p.
subdisciplinas (antropología cultural, antropología ej. “Edgard Shils” en vez de Edward Shils (355).
biológica, lingüística y arqueología); el recurrente También se reinventan títulos de libros, como el
“complejo de inferioridad” frente al legado cultural clásico de Ruth Benedict, rebautizado “Patterns
europeo; el ideal boasiano de la antropología and culture” o “Patrones y cultura” (366). No faltan
de rescate y sus diversas interpretaciones; la los errores de concordancia (“No obstante, la tesis
división -nuevamente heredada de Stocking- que escribió en base a los materiales que recolectó
entre boasianos “estrictos” (Lowie, Herskovits, le valieron un puesto en Trinity en 1908”, 41). Hay
Goldenweiser), boasianos “rebeldes” (Kroeber, también neologismos cacofónicos (“diversitaria”,
Sapir, Radin) y boasianos “evolucionados” 17) o bien cuestionables por su carácter técnico:
(Mead, Benedict); la polémica entre formalismo “matrilíneo” por matrilineal (22, 106), “dravídico”
y sustantivismo; los coqueteos sucesivos o por dravidiano (305). Por más adagio italiano
antagónicos de la academia antropológica con que se invoque, finalmente, la traducción revela
la sociología (Eggan, Tax), la psicología (Mead, elecciones insólitas: Homo Hierarchicus de
Kardiner, Dubois), la ecología (Steward, White, Dumont es un “relato antropológico” (304), Man
Harris) o el marxismo (Mintz, Wolf); el énfasis the Hunter es “Perseguir al cazador” (352) y la idea
formalista en las bases de datos (Murdock) o las de derroche en Bataille es vertida como “defense”
etnociencias (Goodenough, Pike, Lounsbury); en lugar de dépense (260). No son los errores más
el auge de los estudios comunitarios o rurales graves. En ocasiones el sentido del texto se ha
(Redfield, Mintz); la controvertida relación entre invertido por completo: “El poder de la teoría del
la antropología y la guerra (p. ej. la conformación linaje para extraer su objeto de la complejidad de
de los Human Relations Area Files o los estudios la vida social y presentar un grupo generalizable
de “carácter nacional” como El Crisantemo y la de caracterizaciones de grupos parecía resultar
espada de Ruth Benedict), y posteriormente las cada vez menos cuestionable” (57). El original de
modas simbolistas, postmodernas, feministas y Parkin dice: “The power of lineage theory to extract
postestructuralistas. its object from the compexity of social life and to
Señalé al principio que es preciso disociar deliver a generalizable set of characterizations of
el contenido del libro de la presente edición, groups seemed increasingly questionable” (37,
cuya calidad deja mucho que desear. No hablo resaltados nuestros). Podría extenderse la lista
meramente del estilo. El lector encontrará un sinfín de desatinos. Pero Barth, Parkin, Silverman y
de errores ortográficos o de tipeo: “mangum opus” Gingrich son inocentes. Quien quiera leer este libro
(39), “isla gran Adamán” (40), “pagolín” (71), hará bien en conseguir el original o su traducción
“L’etatactuel” (230), “kshratiyas” (305), “mueso” a cualquier otro idioma. Por su interés intrínseco,
(322), “Patern” (333), “Berkly”, “Berkely” (354), pero también por su potencial pedagógico, es
etc. Hay, asimismo, una cantidad inverosímil de una lástima que la publicación en castellano de
nombres mal escritos: “Frith” por Firth (61), una obra tan importante quede desvirtuada por
“Koch-Griimberg” por Koch-Grünberg (127, semejante edición.

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