Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Resumen. La obra de René Girard está salpi- Abstract. In René Girard’s work there are
cada de críticas al humanismo y a los huma- a lot of critics to the humanism and the hu-
nistas. En este estudio nos preguntamos en manists. First of all, in this article we will
primer lugar qué es el humanismo, haciéndo- deal with a definition of this concept and his
nos cargo de la problemática historiográfica. historiographic problem. There is a big con-
Presentamos el contraste existente entre los trast between the topics and ideals of the
tópicos e ideales humanistas y las ideas que humanism and the mimetic theory. We study
se derivan de la teoría mimética. Estudiamos the explicit Girard’s critics to the humanists
las críticas explícitas de Girard a los huma- and finally we present one perspective that
nistas y, por último, adoptamos una perspec- allows to consider himself like a humanist
tiva que permite calificarlo a él mismo como thinker.
un humanista.
Palabras clave: René Girard; teoría mimética; Key words: René Girard, mimetic theory, hu-
humanismo. manism.
valora estos últimos por debajo de otras “evidencia” de la tesis del chivo expia-
figuras y tradiciones más antiguas. El torio no se haya impuesto aún: “La tesis
cristianismo dejaba de ser una “singula- del chivo expiatorio generador de la vio-
ridad” histórica, la única religión verda- lencia sagrada es la evidencia misma, una
dera12. Aunque Girard, desde un punto de evidencia que desde hace siglos se habría
vista antropológico, no habla de la Pasión impuesto si, a partir del Renacimiento, la
cristiana como algo único en la historia, cultura llamada humanista no se hubiera
ya que sería un proceso y una narración cerrado a toda influencia bíblica de la for-
más de persecución, asesinato sangriento ma en que lo ha hecho”15.
y resurrección de una víctima, en cambio B. Exaltación del antropocentrismo
los Evangelios sí serían algo excepcional versus el papel del mecanismo victima-
en tanto que serían el reverso de los mi- rio y la gracia. El humanismo pretende
tos paganos. Se trata de una resurrección ir conquistando un espacio que se vis-
de una víctima inocente, recogida en un lumbraba al otro lado del cristianismo,
relato que la exculpa y señala a los po- tal como entonces se concebía: un espa-
deres judíos y romanos y a la multitud cio donde el hombre pudiera evolucionar
como los responsables. La crítica del y expandirse, desplegando la razón y la
judeocristianismo a las religiones sacrifi- voluntad como las facultades que lo de-
ciales y a los chivos expiatorios sociales finen. Afirma la moralidad del hombre
nunca sería equiparable a los mitos y a secular, capaz de obrar conforme al bien,
las demás religiones que los amparan o admirando la sabiduría antigua del hom-
no presentan este cuestionamiento. Pero bre precristiano, lograda sin la fe y sin la
Girard es explícito en este sentido en su gracia, y con la filosofía y la civilización
crítica al humanismo, tanto si es religio- del mundo clásico como referencia, prue-
so en el sentido de que concibe los mitos ba de las capacidades humanas con sus
como verdaderos, como si es escéptico y energías naturales liberadas16. El hombre
considera que son pura ficción. En ambos puede construir un mundo humano a su
casos, el humanismo convertiría el mito medida y dominar la naturaleza, aunque
en algo impenetrable, impidiendo “la re- haya excepciones17. Por su parte Girard,
velación del papel desempeñado por el por un lado, pone el acento en la filiación
mecanismo victimario en la génesis y la religiosa y violenta de la humanidad, que
organización de los mitos. Se sitúa en la sólo habría sobrevivido gracias a la pro-
prolongación directa de lo religioso vic- gresiva domesticación de la irrefrenable
timario cuyo secreto protege”13. Para el violencia humana, solamente sometida a
humanismo anticristiano aún sería posi- través de más violencia, progresivamen-
ble negar que tras la mitología se hallen te ritualizada y ocultada por las elabora-
persecuciones y violencias realmente in- ciones míticas. El mundo clásico no sólo
fligidas contra víctimas sacralizadas14. Es seguiría, en su opinión, enmascarando
más, Girard achaca a los humanistas y a los orígenes sangrientos de la humani-
su aversión a la cultura bíblica el que la dad sino que seguiría acogiendo rituales
mismo, nace un concepto más positivo humanos, quizás porque éste cuestiona
y optimista de la naturaleza humana”23. los planteamientos prometeicos que se
García Estebanez sitúa a Marx y Sartre ven amenazados en su autoafirmación y
como epígonos de de la Mirándola cuan- en sus conquistas. Girard cree que es así
do abordan la dignidad y la libertad hu- como el humanismo intenta protegerse y
manas, aunque ellos lo hagan desde el reclama que: “lo que no hay que hacer es
ateísmo. Sin embargo, para Pico, ni Dios, pensar a golpe de grandes conceptos: los
ni el destino, ni los astros obstaculizan la grandes conceptos vacíos del humanis-
libertad ni la autonomía humana ya que mo”25. Al humanismo clásico o escépti-
el hombre viviría, por disposición divina, co, al anti-etnocentrismo occidental y a
en el libre albedrío, como fundador de su otras ideologías les imputa lo mismo: “en
propia esencia. La definición del hombre todas las etapas de la cultura recaemos
sería la definición de su libertad y en Pico siempre en el mismo tipo de fenómeno:
la autonomía humana alcanzaría su apo- la ocultación del homicidio fundador”26.
teosis24. La teoría mimética se situaría, El humanismo compartiría, pues, la mis-
en este sentido, en las antípodas del hu- ma imputación girardiana a la tradición
manismo, tanto que hasta es posible una filosófica occidental, a la Ilustración y al
lectura negacionista de la libertad y la au- Romanticismo y a los saberes modernos:
tonomía humanas, aunque Girard matiza la ocultación de la violencia y lo sagrado
en ocasiones, afirmando que él las sitúa como elementos constituyentes de la hu-
en la excepcionalidad. manidad, que también sería la ocultación
3. Críticas explícitas de la rivalidad y de la violencia miméti-
cas, aunque haya excepciones: “El huma-
Ahora vamos a ver algunas críticas que el nismo occidental no ve que la violencia
autor de La violencia y lo sagrado hace es lo que se desarrolla espontáneamente
explícitamente, más allá de las divergen- entre los hombres cuando rivalizan por
cias que hemos señalado globalmente. un objeto. Clausewitz era un hombre de
Pero también ulteriormente contemplare- la Ilustración, y no es bajo mi punto de
mos cómo, ampliando el espectro de la vista, más que porque él habla de la gue-
concepción del humanismo y refiriendo rra que llega a comprender las verdaderas
algunas otras citas de Girard, no pode- relaciones humanas; liberado, él puede
mos obviar puntos de coincidencia y afi- hablar de la violencia”27.
nidad, que hacen que nos replanteemos El humanismo moderno sería un
como posible dar a este intelectual el ca- obstáculo para asumir nuestra naturale-
lificativo de humanista. za humana y, por lo tanto, para conce-
El pensador hace del humanismo birnos a nosotros mismos conforme a la
triunfante y del racionalismo estrecho ob- realidad, comprendernos mejor y recor-
jeto de sus críticas. Al igual que otros au- tar expectativas tantas veces infundadas
tores y corrientes, estos ignorarían el con- y desorbitadas que perturbarían nuestra
flicto mimético que anidaría en los seres existencia28. El pensador francés insiste
en preferir a autores como Shakespeare más que nunca hacia los antiguos mo-
o Dostoyevski antes que la “murmura- delos reverenciados por la Edad Media.
ción” cultural y humanista, ya que aque- Acusan a sus predecesores medievales,
llos no esconderían detrás de convencio- no de haber elegido malos modelos, sino
nalismos el conflicto fundamental de los de no haber imitado convenientemente a
seres humanos en torno al mimetismo ri- los buenos. Los humanistas difieren por
valitario en las relaciones más estrechas supuesto de los protestantes en este senti-
(como las amistosas y las fraternales) y do, en que sus modelos son los filósofos,
la amenaza violenta de la indiferencia- escritores y artistas de la Antigüedad clá-
ción identitaria29. sica”32. Y aunque Girard no desdeñe, sino
Para escapar de las ilusiones del hom- todo lo contrario, la razón griega, sí re-
bre moderno y de los humanistas, entre procha al humanismo la relegación de los
los cuales sitúa Girard a Freud, que como textos vetero y neotestamentarios, ya sea
tantos otros estaría preso de un “huma- a favor de la cultura clásica o la cultura
nismo crepuscular”, habría que reconocer primitiva: “A partir del Renacimiento, los
la radical dependencia de la humanidad intelectuales modernos reemplazaron las
de lo religioso30: “creo que hemos vivido Escrituras judeo-cristianas por las cultu-
instalados en un cierto humanismo que ras antiguas. Después, el humanismo de
había heredado valores religiosos todavía Rousseau y de sus sucesores ha glorifi-
vigentes y a la vez valores anti-religiosos; cado hasta el exceso las culturas primi-
y había un cierto equilibrio entre ambos, o tivas y se ha desviado igualmente de la
quizá una especie de tregua, de moratoria. Biblia”33.
Pero en este momento la cultura tradicio-
4. A pesar de todo, ¿podemos
nal, el humanismo que domina Occidente
considerar a Girard en algún
desde el siglo XVIII, realmente se está sentido un humanista?
desmoronando y, por consiguiente, en lo
sucesivo, se nos van a plantear problemas Quizás contradictoriamente con lo ante-
de cierta consideración”31. Y la tarjeta de rior, Girard dice en otro lugar que “para
presentación del humanismo no sería la mantenerse como humanista, hoy, es ne-
de la innovación y el cambio, al menos en cesario volver a ser religioso”34. A estas
lo que a sus orígenes se refiere. Los refor- palabras les anteceden estas otras: “tener
madores protestantes no pretendían inno- fe, es pensar que, en último término, todo
var, sino restaurar el cristianismo original esto tiene un sentido, es tomar confianza,
para volver a una auténtica imitación de no en la Historia sino en lo Absoluto. El
Cristo, anterior a lo que consideraban enemigo principal, es el nihilismo […].
la corrupción del “demonio católico de Es contra el nihilismo contra el que es ne-
la innovación”: “Mutatis mutandis los cesario luchar si se quiere luchar a favor
humanistas reaccionaban exactamente del hombre”35. Después y a pesar de todo,
como los protestantes. Como ellos, odia- ¿cabría hablar de Girard como humanista
ban también la innovación. Se vuelven en algún sentido? Si así fuera el suyo sería,
como señala la cita, un humanismo opues- riores consolidadas, al mismo tiempo que
to al humanismo ateo de autores como debate con ellas, si bien los objetivos y las
Feuerbach y Marx y, particularmente, al motivaciones varíen en uno y en otros39.
de Nietzsche36. Atendamos a la siguiente También él está interesado en el hombre
definición que Merleau-Ponty nos da de como el objeto preferido de la literatura40,
humanismo: “[…] si llamamos humanis- y de hecho extrae de ella su teoría del de-
mo a una filosofía que afronte como pro- seo mimético. Otros puntos en común se-
blema las relaciones entre los hombres y rían una concepción universal del hombre,
la constitución entre ellos de una situación la unidad de la naturaleza humana más
y de una historia que les sean comunes, allá de sus diversas manifestaciones y la
hay que reconocer entonces que Maquia- articulación de los saberes entre los que
velo formuló algunas de las condiciones no hay oposición sino intercomunicación
de todo humanismo serio”37. El fenome- entre sus distintos niveles, unos ideales
nólogo desliga aquí el optimismo antropo- ejemplificados de nuevo en Pico de la Mi-
lógico del humanismo y sitúa el foco de rándola41.
una filosofía humanista no en la exaltación Girard ante la situación actual en la
del hombre, sino en la problematicidad de que son protagonistas: el cuestionamiento
las relaciones humanas abordada univer- del conocimiento como herramienta cog-
salmente. Paradójicamente si antes situá- noscitiva de la realidad; la disolución del
bamos a Girard del lado de Maquiavelo y referente y la primacía de las relaciones
del pesimismo antropológico en oposición del lenguaje consigo mismo; el relativis-
a los humanistas, ahora, bajo la óptica mo y el nihilismo epistemológico, propo-
merleaupontiniana esta compartimenta- ne confiar de nuevo en la razón, aunque
ción se derrumbaría y habría que hablar de sin idolatrarla42. Además defiende, ante lo
diferentes tipos de humanismo. Por otra que interpreta como una progresiva des-
parte, el pensador de Aviñón tampoco es- helenización de nuestra cultura, la razón
taría lejos de uno de los grandes ideales griega, de Aristóteles y de santo Tomás43.
de todo movimiento humanista: la defensa Esto nos recuerda al diagnóstico de la
del saber por el saber, ya presente en auto- decadencia occidental tematizado, entre
res como Séneca, y no estaría menos cerca otros, por Heidegger en términos del “ol-
de humanistas, como Pico, interesados en vido del ser”, y que, para Apel, la Escuela
conciliar su pensamiento con el cristianis- de Francfort habría calificado en términos
mo o en la advertencia del buen uso que de “olvido del Logos”. Sería, según L.
requiere la libertad. A Girard, al igual que Sáez, una apelación humanista a la razón
a los humanistas renacentistas y moder- ilustrada44. Recordamos que la Ilustración
nos, su saber también le lleva a superar para los fracfortianos es un fenómeno de
fronteras lingüísticas, culturales y religio- muy vasto alcance y que también com-
sas, a tener grandes ambiciones38 y a una prende la filosofía griega.
actitud crítica e incluso de rechazo con Si en la Dialéctica de la Ilustración
respecto a tradiciones u opiniones ante- la pregunta es por qué la barbarie, en vez
por humanismo, exponiendo los puntos Girard, R.: Aquel por el que llega el es-
principales de oposición entre Girard y cándalo, Caparrós, Madrid, 2006.
las coordenadas generales del humanis- Girard, R.: Achever Clausewitz, Carnets
Nord, Paris, 2007.
mo clásico. Después, extendiendo las
Girard, R. (et. Vattimo, G.): Christianis-
fronteras del movimiento humanista y me et modernité, Flammarion, Paris,
atendiendo mejor a detalles de la obra 2009.
girardiana, hemos aproximado a ambas Girard, R. (et ál.): Sanglantes origines,
partes, mostrando que, en cierto sentido, Flammarion, Paris, 2011.
este pensador también puede considerar- Küng, H.: ¿Existe Dios?, Trotta, Madrid,
2005.
se un humanista que, en todo caso, tiene “Les philosophes. Entretien avec René
una concepción de lo humano que mere- Girard”, Philosophie Magazine, nº 23
ce la pena seguir siendo discutida. (2008).
Martínez, M.L.: “Hacia una antropología
de la frontera. René Girard entrevista-
BIBLIOGRAFÍA do por M.L. Martínez”, Anthropos, nº
213 (2006).
Della Mirandola, G.P.: Discurso sobre la Moreno Fernández, A.: “La teoría mimé-
dignidad del hombre, Barcelona, tica de René Girard. Una visión críti-
PPU, 2002. ca”, Gazeta de Antropología, nº 30 (1),
(Introducción de Quetglas, P.J.). art. 08 (2014).
Diccionario Enciclopédico Espasa-Cal- Ortega y Gasset, J.: El tema de nuestro
pe, Madrid, 2002. tiempo, Alianza Ed., Madrid, 2006.
García Estebanez, E.: El Renacimiento: Rey, A. (dir.): Le Robert micro. Diction-
Humanismo y Sociedad, Cincel, Ma- naire de la langue française, Le Ro-
drid, 1986. (Prólogo de Almarza, J.M.). bert, Paris, 2008.
Garrels, S. (ed.): Mimesis and Science, Rey, O.: «Le désir mimétique, clé de son
Michigan State University, Michigan, œuvre», Le Figaro, 6/11/2015, p. 18.
2011. Russ, J.: Léxico de Filosofía, Akal, Ma-
Girard, R. (et ál.): El misterio de nuestro drid, 1999.
mundo, Sígueme, Salamanca, 1982. Sáez, L.: Movimientos filosóficos actua-
Girard, R.: La violencia y lo sagrado, les, Trotta, Madrid, 2003.
Anagrama, Barcelona, 1983. Tarot, C. : Le symbolique et le sacré, La
Girard, R.: Mentira romántica y verdad Découverte, París, 2008.
novelesca, Anagrama, Barcelona, 1985. Vanheeswijck, G.: “The Place of René
Girard, R.: El chivo expiatorio, Anagra- Girard in Contemporary Philosophy”,
ma, Barcelona, 1986. Contagion, vol. 10, Spring 2003, pp.
Girard, R.: Shakespeare: les feux de 95-110.
l´envie, Grasset, Paris, 1990. Vattimo, G.: Introducción a Nietzsche,
Girard, R.: La ruta antigua de los hom- Península, Barcelona, 2001.
bres perversos, Anagrama, Barcelona, Verger, J.: Gentes del saber en la Europa
1995. de finales de la Edad Media, Ed.
Girard, R.: Cuando empiecen a suceder Complutense, Madrid, 1999.
estas cosas, Encuentro, Madrid, 1996. Vinolo, St.: René Girard: du mimétisme
Girard, R.: La Voix méconnue du réel. à l’hominisation, L’ Harmattan, Pa-
Grasset, Paris, 2002. rís, 2005.
NOTAS
1
Garrels, S. (ed.): Mimesis and Science, Michigan samente “el tema de nuestro tiempo”. Ortega y Gasset,
State University, Michigan, 2011. J.: El tema de nuestro tiempo, Revista de Occidente en
2
Véase: Moreno Fernández, A.: “La teoría mimé- Alianza Ed., Madrid, 2006., pp. 96-97.
tica de René Girard. Una visión crítica», en: Gazeta de 10
La elocuencia tendría una dimensión moral ma-
Antropología, nº 30 (1), art. 08 (2014). yor que la ciencia ética, gracias a su poder para per-
3
Vinolo, St.: René Girard: du mimétisme à suadir y mover a la acción. Algo que también estaría
l’hominisation, L’ Harmattan, París, 2005, pp. 7-9. relacionado con la retórica y la pedagogía para educar
4
Tarot, C., Le symbolique et le sacré, La Découver- en la perfección individual y ciudadana y una mejor
te, París, 2008. convivencia social y entre los Estados. Además el
5
Vanheeswijck, G.: “The Place of René Girard in conocimiento literario y su detección de errores sería
Contemporary Philosophy”, Contagion, vol. 10, Spring necesario para dilucidar la verdad de la doctrina cristia-
2003, pp. 95-110. na, por ejemplo, en su concordancia con el evangelio,
6
Sin embargo, la idea de ruptura radical entre el redactado en griego, con respecto a la Vulgata; pero
medioevo y la época renacentista hace tiempo que ha- también para el conocimiento de la filosofía en sus tex-
bría dejado de tener valor: “sin negar las transforma- tos griegos. En conclusión, la moral, la política, la pe-
ciones y novedades aparecidas en la civilización euro- dagogía, la historia, la filosofía, la teología y las demás
pea en el transcurso de los siglos XV y XVI, para el disciplinas dependerían de la gramática, la sapiencia de
historiador sigue prevaleciendo hoy la idea de conti- la teoría y la praxis del lenguaje. García Estebanez, E.,
nuidad. […] Nadie se toma a pie de la letra los sarcas- op. cit., pp. 33-36.
mos de Lorenzo Valla, Erasmo o Reuchlin contra la 11
Ibídem, pp. 32-33.
escolástica ni las bromas de Rabelais sobre los Sorbo- 12
Así, por ejemplo, los Libros Herméticos tradu-
nagres*. […] Desde la Edad Media hasta el Renaci- cidos por Ficino, son mucho más antiguos que los
miento la gente del saber permaneció en lo principal Evangelios. El misterio de la Encarnación y la figura de
fiel a sí misma – aun adaptándose a ciertas corrientes Jesucristo perdía protagonismo ya que los hombres
intelectuales nuevas, nacidas por cierto en su propio habrían conocido la verdad y sido virtuosos antes de
seno – y, al mismo tiempo comenzó a expandirse, su venida, si bien Sibiude o Campanella identifican la
aceptando a ciertas categorías de individuos, de las que religión cristiana con la verdadera religión natural. Ibí-
hasta entonces se habían mantenido bastante alejadas”. dem, p. 39.
Verger, J.: Gentes del saber en la Europa de finales de la 13
Girard, R.: La ruta antigua de los hombres per-
Edad Media, Ed. Complutense, Madrid, 1999, pp. versos, Anagrama, Barcelona, 1995, p. 53.
245-255.*Suponemos que se refiere al término francés 14
Girard, R.: El chivo expiatorio, Anagrama, Bar-
“sorbonnard” que remite de manera peyorativa a estu- celona, 1986, p. 260. A esta idea le anteceden las si-
diantes y profesores, o al espíritu de la Universidad de guientes líneas que acaban con un mensaje irónico: “El
la Sorbona. Voz “sorbonnard”, en: Rey, A. (dir.): Le fracaso de la génesis mitológica, en el caso de los már-
Robert micro. Dictionnaire de la langue française, Le tires, permite a los historiadores aprehender por pri-
Robert, Paris, 2008, p. 1250. mera vez, a gran escala las representaciones persecuto-
7
Nos hemos servido del prólogo de J.M. Almarza rias y las violencias correspondientes bajo una luz
al estudio de E. García Estebanez: El Renacimiento: racional. Descubrimos a las multitudes en plena activi-
Humanismo y Sociedad, Cincel, Madrid, 1986, pp. 10- dad mitopoética y no es tan bonito como suponen
15. Estas paradojas señaladas con tanto tino tienen nuestros teóricos del mito y de la literatura”. Ibídem,
como propósito “dejar constancia de la ingenuidad e pp. 259-260.
injusticia que supone identificar el humanismo con el 15
Girard, R.: La ruta antigua de los hombres per-
progreso y la escolástica con la Inquisición y la igno- versos, loc. cit., p. 51.
rancia. Es evidente que la historia es mucho más com- 16
García Estebanez, E., op. cit., pp. 41-42.
pleja que las afirmaciones generales que pueden decir- 17
Ibídem, p. 51.
se en un libro de texto.” Ibídem, p. 15. 18
Nos referimos al Marx de los Manuscritos
8
García Estebanez, E., op. cit., pp. 25-26. económico-filosóficos. En ellos Marx asocia al hu-
9
“Prefiramos no preferir. No renunciamos de buen manismo tanto el ateísmo como el comunismo: “el
ánimo a gozar de lo uno y lo otro. Religión y ciencia, ateísmo es el humanismo conciliado consigo mismo
virtud y placer, cielo y tierra…”. Ortega y Gasset, J.: por eliminación de la religión; el comunismo, el hu-
“Tierras de Castilla: notas de andar y ver”, Obras manismo conciliado consigo mismo por eliminación
Completas, Taurus-Santillana, Madrid, 2004, vol. II, de la propiedad privada”. Citado por Küng, H.: ¿Exis-
pp. 187-188. Para el filósofo español necesitamos no te Dios?, Trotta, Madrid, 2005, pp. 261-262. Según
perder ningún ingrediente, ni el alma ni el cuerpo: señala H. Küng es aquí donde, por vez primera, se
““Lo uno y lo otro”. Integración. Síntesis. No amputa- trata la alienación económica por el trabajo asalariado
ciones”. “Vitalidad, alma, espíritu”, Obras completas, y por la propiedad privada que la sociedad comunista
loc. cit., pp. 568-569. La insumisión ante los dilemas y pretenden eliminar. Ídem.
la llamada a la resolución de las antítesis sería, preci- 19
García Estebanez, E., op. cit., pp. 52; 196-197.
20
“No hay otro hombre que el hombre de la caída. seremos más conscientes de todo esto”. Martínez, M.L.:
Al principio está la caída. […] El cristianismo lo dice. “Hacia una antropología de la frontera. René Girard
Tome, por ejemplo, a Agustín. Tenía intuiciones antro- entrevistado por M.L. Martínez”, Anthropos (213),
pológicas profundas. Tal vez porque estaba en contac- 2006, p. 29.
to con el paganismo. […] Desde un punto de vista 32
Continúa la cita: “Montaigne odia la innova-
tradicional, probablemente, yo represento una reacción ción. “Nada presiona más un estado, escribe, que la
agustiniana contra demasiado humanismo”. Girard, R.: innovación; el cambio da sólo forma a la injusticia y a
Aquel por el que llega el escándalo, Caparrós, Madrid, la tiranía.” En los Ensayos, innovación es sinónimo de
2006, p. 97. “nouvelleté”, palabra que el autor sólo utiliza, como el
21
“La pasión cristiana no es antijudaica como lo primero, para denigrar aquello de lo que habla”. Girard,
quiere el antisemitismo ordinario, es antipagana; da R.: La Voix méconnue du réel, loc. cit., p. 293. Esto no
una nueva interpretación tan negativa de la violencia impide que el propio Girard sea afín a los humanistas
religiosa que culpabiliza a sus autores, se hayan entre- en su afán por guardar la tradición tomista y el valor
gado ellos allí o sólo la hayan aceptado en silencio. La de la razón griega ante lo que él mismo diagnostica
cultura humana al fundarse sobre esta violencia colec- como la “deshelenización” de la cultura actual y frente
tiva, la raza humana toda entera, bajo la mirada de los al nihilismo y el relativismo epistemológico.
Evangelios, es culpable. La vida misma, que no sabría 33
Girard, R. (et ál.): Sanglantes origines, Flam-
proseguirse ni organizarse sin este tipo de violencia, marion, Paris, 2011, p. 73. Continúa la cita cuestionan-
está condenada”. Girard, R.: La Voix méconnue du réel. do la que Girard considera la actual prevalencia de las
Une théorie des mythes archaïques et modernes. Grasset, culturas no bíblicas en el ambiente universitario: “Si la
Paris, 2002, p. 161. lectura que propongo es aceptada, nuestro viejo siste-
22
García Estebanez, E., op. cit., pp. 51-52; 197. ma de valores universitarios, fundado sobre la eleva-
23
Ibídem, p. 52. P. J. Quetglas matiza indicando ción de las culturas no bíblicas a expensas de la Biblia,
que, aunque Pico es un renacentista sigue participando va a devenir indefendible. Se volverá claro que el ver-
de la actitud medieval de respeto y sumisión a Dios y dadero trabajo de desmitificación va con la mitología,
a la religión, más partidario de la reforma que de la pero no con la Biblia, puesto que la Biblia ella misma
ruptura. El hombre sería el más afortunado de las cria- hace ya este trabajo. La Biblia es incluso el inventor de
turas por ser libre, pero sería gracias a un don recibido ello: ha sido la primera en reemplazar la estructura
del Creador y si está en el centro del universo, también victimaria de la mitología por un tema de victimiza-
sería gracias a Dios: “el hombre es rey del universo, sí, ción que revela la mentira de la mitología”. Ibídem, p.
pero de un universo creado por Dios y que lo sigue 74.
gobernando. […] No en balde se ha puesto siempre a 34
Continúa la cita: “Si Malraux anunció, verdade-
Pico como modelo de humanista cristiano”. Quetglas, ramente, algo así como “el siglo XXI será religioso o no
P.J.: “Introducción” en: Della Mirandola, G.P.: Discurso será”, lo que yo le doy es mi interpretación de esta
sobre la dignidad del hombre, Barcelona, PPU, 2002, pp. frase”. Girard, R.: Cuando empiecen a suceder estas co-
32-33. sas, Encuentro, Madrid, 1996, p. 80. O. González de
24
Ibídem, p. 114. Cardedal, citando a André Frossard, recuerda la litera-
25
Girard, R.: Aquel por el que llega el escándalo, lidad de la frase “El siglo XXI será místico o no será”
loc. cit., p. 91. y aclara “es decir, o tendrá valores nuevos de la racio-
26
Girard, R.: El chivo expiatorio, loc. cit., pp. 123- nalidad y la técnica del siglo XX o no tendrá novedad
124. ninguna, no será un siglo”. No se nos escapa la conco-
27
“Les philosophes. Entretien avec René Girard”, mitancia con K. Rahner a la que también apunta este
Philosophie Magazine, nº 23 (2008), p. 60. autor. “Entrevista al teólogo Olegario González de
28 Girard, R.: Mentira romántica y verdad noveles- Cardedal”, La Vanguardia, domingo, 13 de octubre de
ca, Anagrama, Barcelona, 1985, p. 145. 1991, p. 46. Volviendo a Girard, también en la misma
29
Girard, R.: Shakespeare: les feux de l´envie, Gras- obra citada, había afirmado un poco antes que “el úni-
set, Paris, 1990, p. 28. Girard también critica a los hu- co humanismo posible, hoy día, consiste en pensar lo
manistas occidentales que desprecian a Dostoyevski al peor y lo mejor juntos hasta el final: se percibe enton-
considerarle demasiado ruso. Girard, R.: La Voix mé- ces que estamos a punto de participar en una obra
connue du réel, loc. cit., p. 224. increíble que nos sobrepasa por todas partes. No se
30
Girard, R.: La violencia y lo sagrado, Anagra- aprecian claramente los pormenores, pero se puede
ma, Barcelona, 1983, p. 225. esperar que no se trate solamente de la muerte de una
31
Continúa la cita: “Yo, personalmente, que soy civilización”. Girard, R.: Cuando empiecen a suceder
religioso, creo que vamos a ver aparecer nuevas formas estas cosas, loc. cit., p. 78. Girard se debate entre una
renovadas de cristianismo que habrá que considerar tímida esperanza orientada hacia un nuevo Renaci-
tradicionales, mucho más tradicionales de lo que la miento, que sería fruto de la continuación de los efec-
gente piensa ahora, y que abordarán problemas antro- tos procurados por la revelación cristiana y su desen-
pológicos. De algún modo encarnarán esa dimensión mascaramiento de la cultura sacrificial, no exento de
antropológica de la que yo hablo, es decir, que cada vez contradicciones, y el Apocalipsis, resultado de la impo-
sibilidad de los seres humanos de frenar su degrada- universal; es una tentación pasada de moda, a la que
ción del ecosistema y de controlar su propia violencia, hay que resistir si uno quiere tener cierta aceptación.
capaz, hoy día, con las armas nucleares y biológicas, de Pero en realidad se trata de algo muy distinto. La hipó-
una gran hecatombe mundial. tesis, que se ha manifestado interesante en el nivel de
35
Ibídem, p. 80. la hominización y de la religiosidad primitiva, no pue-
36
Aunque la figura del superhombre no es unívo- de limitarse al terreno de todas formas admirable que
ca, su celebración del individuo según Vattimo sería, al hemos recorrido (a pasos agigantados). Esta hipótesis,
menos, remotamente humanística. Vattimo, G.: Intro- como vamos a ver, nos obligará a ensanchar más aún el
ducción a Nietzsche, Península, Barcelona, 2001, p. 153. horizonte, ya que es en ese horizonte donde adquirirá
37
Merleau-Ponty, M.: Signos, cap. X, Barcelona, toda su significación”. Girard, R.: El misterio de nues-
Seix Barral, 1973, p. 279. Citado en: voz “humanis- tro mundo, Sígueme, Salamanca, pp. 171-172.
mo”, Russ, J.: Léxico de Filosofía, Akal, Madrid, 1999, 39
Quetglas, P.J., op. cit., pp. 33-34.
pp. 186-187. 40
Voz “humanismo”: Diccionario Enciclopédico
38
Girard, en este sentido, además de ser crítico con Espasa-Calpe, Madrid, 2002, p. 885.
el humanismo y la tradición occidental en muchos as- 41
García Estebanez, E., op. cit., p. 119.
pectos, también defiende su herencia y el trabajo para 42
Girard, R. (et. G. Vattimo): Christianisme et mo-
cimentar la ciencia, frente a las tendencias “minimalis- dernité, Flammarion, Paris, 2009, p. 148.
tas” actuales: “En la situación actual, podemos tener el 43
Girard, R.: Achever Clausewitz, Carnets Nord,
sentimiento de que mientras menos se es ambicioso, Paris, pp. 335-336.
más oportunidades tenemos de desembocar en resulta- 44
Sáez, L.: Movimientos filosóficos actuales, Trotta,
dos sólidos. Es sin duda una ilusión. Se haga lo que se Madrid, 2003, p. 341.
haga, no se puede evitar tomar riesgos y, finalmente, el 45
Ídem.
minimalismo ya no puede estar más seguro que las teo- 46
Paradójicamente, el autor no da mucha impor-
rizaciones más ambiciosas. No hay que perder nunca tancia ni desarrolla en su obra un pensamiento sobre
de vista los límites inherentes a nuestra situación de in- el concepto de persona, dada su concepción de la psi-
vestigadores, pero importa también estar orgullosos de cología interdividual, aunque en varias ocasiones aisla-
las prácticas e ideales intelectuales que hemos hereda- das lo subraya ligado al cristianismo.
do. Si no se hubiese beneficiado de un contexto filosófi- 47
“G. Lefort: […] los post-estructuralistas han
co e incluso espiritual bien determinado – seguramente proclamado que, después de Dios, le había llegado al
“etnocéntrico”, en el sentido en el que este contexto hombre el turno de morir, si es que no estaba ya muer-
era específicamente occidental –, nunca la empresa de to; apenas si se habla hoy de ello. / R. Girard: Sin em-
las ciencias modernas de la naturaleza habría podido bargo, yo no estoy de acuerdo con eso; siempre se
ser lanzada. Los grandes pioneros de estas ciencias no habla del hombre y cada vez se hablará más de él en
conocían nada o casi nada del misticismo oriental o de los años futuros. Las nociones del hombre y de huma-
los rituales polinesios, no más que de una miríada de nidad estarán en el centro de todo un conjunto de
otras formas culturales. Si sus trabajos hubieran estado cuestiones y de respuestas por las que no hay ningún
influenciados por culturas exóticas y no por el huma- motivo de renunciar al apelativo de “ciencia del hom-
nismo del Renacimiento, es probable que su empresa bre”. Pero está a punto de realizarse un desplazamiento,
científica jamás hubiera despegado. Si las opciones teó- gracias en parte a ciertas disciplinas nuevas como la
ricas que han hecho posibles tantos descubiertos cientí- etología y en parte gracias al propio estructuralismo,
ficos comportaban aspectos “etnocéntricos”, tal no fue que nos señala – aunque sea de forma negativa – el
el caso de los descubrimientos mismos; es a ellas que terreno preciso en donde va a situarse la cuestión del
les debemos, para lo mejor y para lo peor, la unifica- hombre y en donde realmente se ha planteado ya de
ción universal de la cultura humana que define, antes manera muy explícita. Este terreno es el del origen y
que otra cosa, la realidad del mundo de hoy”. Girard, génesis de los sistemas significantes. Ha sido reconoci-
R.: Sanglantes origines, loc. cit., pp. 63-64. Al mismo do ya como problema concreto por parte de las cien-
tiempo, no quiere que se le confunda con la pretensión cias de la vida en donde se presenta desde luego de una
renacentista del homo universalis que busca abarcar to- forma bastante distinta, en eso que se llama proceso de
das las facetas del saber, aunque consciente de que da hominización. Se sabe perfectamente que este proble-
motivos para ello. Esto es lo que dice cuando expone ma está aún lejos de resolverse, pero nadie duda de que
las temáticas que va a seguir tratando en El misterio la ciencia llegará algún día a resolverlo. Ninguna cues-
de nuestro mundo: “Nos vamos a dirigir ahora hacia el tión tiene hoy tanto porvenir como la cuestión del
mundo judeo-cristiano; a continuación nos ocuparemos hombre”. Girard, R.: El misterio de nuestro mundo, loc.
de la psicopatología, para concluir finalmente con unas cit., pp. 16-17.
consideraciones sobre la época actual. Se nos acusará 48
Rey, O.: «Le désir mimétique, clé de son œuvre»,
de jugar un poco a Pico de la Mirándola, al hombre Le Figaro, 6/11/2015, p. 18.