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DISCURSO DE ORDEN EN EL MARCO DE LA CELEBRACIÓN

DEL DUCENTÉSIMO NOVENO ANIVERSARIO DEL 19 DE ABRIL DE 1810


LOBATERA, 19 DE ABRIL DE 2019

Autoridades civiles, municipales, eclesiásticas: Lcda. Mayela Alviárez, presidente del Consejo Municipal y
demás concejales del Municipio Lobatera; Pbro. Melquiades Pérez, Cura Párroco de Lobatera; Lcdo. Nelson
Chacón, presidente de la casa de la Cultura Víctor Enrique Martínez y Coord. De la Biblioteca Pública de
Lobatera Profesora Carlota Sánchez de Ramírez; Prof. Eduardo Nuñez, coordinador de la Fundación Socio
Cultural Lovatera MDCCLXXIV; T.S.U. Disney Trejo Directora General y demás personal de la alcaldía de
Lobatera. Invitados especiales. Señoras y señores.

Gracias a la invitación de la Cátedra libre de historia Local a Través de su encargado Sr. Cesar Darío Pérez
y a la Fundación Socio Cultural Lobatera 1774, por medio de su coordinador General. Lcdo. Eduardo Núñez
estoy aquí frente a Uds. pueblo de Lobatera, recordando con amor esta fecha histórica y otras
celebraciones de suma importancia para nuestro municipio y nuestra patria.
Hoy recordamos la valentía y la iniciativa de nuestros antepasados, quienes, desde los inicios del siglo XVIII,
comprendieron la indeclinable decisión de Independencia. Desde los primeros intentos, encauzados por
los indígenas en las actuales repúblicas de Perú y Ecuador, o por los negros como José Leonardo Chirinos
en la hoy República Bolivariana de Venezuela, no cesó y aún no cesa la sed de ser auténticamente
soberanos, libres de todo yugo extranjero.
Se inicia hace 209 años, un jueves santo de abril de 1810, la lucha por la independencia, cuando un grupo
de venezolanos, en Caracas, alzaron su voz para no permitir el avance de la autoridad de José Bonaparte
en tierras sudamericanas.
Ya era conocedor el pueblo culto de Caracas que desde 1808 había problemas en España, que el poder
napoleónico avanzaba, y que la madre patria estaba débil, casi de muerte pues había caído en manos de
los franceses. América tenía derecho a liberarse de todo imperio; así, el Cabildo, que era la manifestación
del espíritu de emancipación que encendía el poder político de los mantuanos y criollos, se iluminó
aquellos días de la Semana Santa de 1810 con la luz de antorcha de la libertad.
Desde el miércoles 18 de abril de 1810, los mantuanos caraqueños partidarios de crear una Junta de
Gobierno se reunían en diversas casas y haciendas de Caracas, conspirando contra el Capitán General de
Venezuela, Vicente de Emparan.
El 19 de abril, como era Jueves Santo, ofrecía ser un día de liturgia y de recogimiento. Desde muy temprano
personajes como Francisco Salias, Juan Germán Roscio, Martín Tovar Ponte, junto al pueblo, comenzaron
a acudir a la Plaza Mayor, hacia las cercanías de la Catedral; la llama política que crecía sin parar, terminaría
opacando la celebración de la Cena del Señor.
El Cabildo de Caracas, situado al frente de la Catedral, en el lugar hoy llamado la “Casa Amarilla”, convocó
súbitamente una asamblea extraordinaria a primera hora de la mañana. Aquella jornada lograría que, los
mantuanos caraqueños, en unión al pueblo que presionaba desde la Plaza Mayor, se produjera una
revolución institucional que convertiría al Cabildo municipal en una Junta de Gobierno con influencia en
toda la provincia de Venezuela, adjudicándose, como dice el historiador Alejandro López "plenos poderes
de autodeterminación mediante el desconocimiento de las autoridades coloniales, principalmente la de
Vicente de Emparan".
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El Gobernador y Capitán General Emparan fue invitado a asistir a la sesión extraordinaria del Cabildo muy
temprano, y allí empezó la conspiración, pues sólo el capitán podía convocarlo. Emparan no protestó, y
asistió a Cabildo, antes de las ceremonias religiosas. Todo era una puesta en escena para desconocer la
autoridad de Emparan y proclamar una Junta de Gobierno independiente del Consejo de Regencia de
Cádiz.
La guardia de Emparan se mantuvo atenta, pero este indicó tener calma, y conocedor de la poca autoridad
que ya poseía, se puso a pensar en que tanto alcance tenía el golpe fraguado por los criollos.
Emparan intentó un último artificio: se hizo proponer como presidente de aquella nueva Junta de Gobierno
que estaba por formarse, para establecer el orden y la fidelidad al rey Fernando VII; pero el sacerdote
chileno José Cortés de Madariaga, de mirada altiva, replicó con potente voz en la sala, haciendo señas
negativas con sus manos y moviéndose de un lado a otro para atraer el convencimiento de todos, solicitaba
la plena y simple destitución del cargo de Emparan.
La rebelión se aprovechaba de toda una variedad de acontecimientos, desde la pérdida del control militar
en España hasta la ausencia de un rey legítimo; así se forma una junta suprema que gobernara mientras
estuviere cautivo Fernando VII, manteniendo una fidelidad sólo discursiva que permitía a los políticos
criollos afincar su propio poder sobre la afirmación de la ausencia del monarca.
Esta Junta Suprema se convertía en el punto político central de todas las provincias que componían la
Capitanía General de Venezuela. Se invitaría inmediatamente a todos los Cabildos del país a proceder del
mismo modo, y a sumar sus representantes a la Junta de Caracas en favor de un gobierno nacional y el
imperio español perdió su poder en Venezuela.
Hoy que celebramos este suceso en el que Venezuela inició su camino como nación independiente,
seguimos observando cuán ardua y compleja fue esta senda de nuestra historia republicana. La
construcción de la República no sólo pasó por el campo de batalla, ni por las armas, ni por las municiones,
sino también por tratar de desarticular todo un aparataje de desigualdades políticas, sociales, económicas
y culturales.
Estos hechos que hoy meditamos, permiten visualizar una gesta primordial en los orígenes de nuestra
nacionalidad, se muestran como una lección fundamental que reactiva nuestra conciencia nacional, y nos
permiten observar en la actualidad que la lucha por la independencia todavía sigue en pie, ya con nuevos
medios y con nuevos protagonistas.
Hoy más que nunca nuestro pasado se hace presente y es por ello que los venezolanos estamos llamados
a conocer nuestra historia, a superar las barreras del conformismo y la mediocridad, a mantener activo el
principio de autodeterminación de los pueblos, unidos como hermanos, trabajando juntos.
Es propicio este momento para recordar también y de manera muy especial un acontecimiento que llena
de júbilo a nuestra Lobatera: un día como hoy en 1906, el egregio sacerdote, el Pbro. Br. Pedro María
Morales, hombre sabio y guía espiritual que tuvo nuestra parroquia y la zona norte del Táchira, tuvo la
grandiosa iniciativa de darle altivez musical a la pequeña villa y fundó la Banda Municipal Sucre.
Fue primer director Don Luis Gonzaga Vivas; estaba integrada por jóvenes de 15 años en adelante. Es de
considerar que el nombre que tomó esta institución, fue un homenaje a la desaparecida Banda "Sucre" de
San Cristóbal. La primera actuación pública de esta Banda fue en julio de 1907, cuando acompañaban el
funeral que se celebraba con motivo del asesinato del coronel Luis Ignacio Briceño.
Esta institución musical se ha mantenido en la historia del Táchira y que es un ícono de la música andina,
en la cual han se han destacado y han pertenecido grandes músicos, que a través de más de un centenario
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de tradición ha engalanando con valses, pasodobles, marchas, y muchos otros géneros musicales tantos
momentos de la cotidianidad tachirense, y permanece aún vigente y con inmensos deseos de mantenerse.
Para esta grandiosa banda mil felicitaciones, son el orgullo del pueblo lobaterense y de los andes
tachirenses.
Celebramos hoy también el cuadragésimo quinto aniversario de una institución emblemática en el
quehacer cultural de Lobatera: La Casa de la cultura Víctor Enrique Martínez. Sus antecedentes se
remontan a los años 60, de manos del entonces seminarista Rafael Enoc García Casanova, considerado
como el precursor del teatro en Lobatera, que inició en Lobatera las obras de pasión de Cristo, los Reyes
Magos, entre otras. Al paso del tiempo cuando el centro estudiantil de Lobatera se quedaba pequeño para
las actividades culturales del municipio, surge la necesidad de evolucionar hacia una nueva forma de
agrupación, y es allí como aparece la idea de cimentar un nuevo núcleo cultural: una casa de la cultura
Se convoca a un conjunto de nobles lobaterenses y es así que se forma la Sociedad Civil Casa de la Cultura,
junto con el apoyo de El Concejo Municipal del Distrito Lobatera, bajo la Presidencia del Prof. Miguel
Morales; junto al pueblo congregado en esta plaza Bolívar el 19 abril de 1974, se juramentó a la primera
Junta Directiva integrada por el Prof. Antulio Flavio Sánchez, Presidente y acompañado por Paulino
Guerrero, Maril Benítez de Medina, Doña Aura Porras, Luis Eduardo Hernández, Don Rosario Guerrero y
Luis Ángel Andrade.
Un grupo de jóvenes: Paulino Guerrero, Luis Hernández, Maril Benítez, Elide Colmenares, Nelson José
Chacón, Cristian Sánchez, entre otros, iniciaron esta actividad cultural desde la casa de corredor de
Cristian, que sirvió de escenario para esta ventana cultural. Los primeros montajes en la casa de la cultura
tuvieron el apoyo del Prof. Ramón Apolinar, profesor de nuestro liceo Francisco Javier García de Hevia con
la obra “Nuestra Natacha” con efectos de musicalización y efectos de sonidos y luego se incorporaron
muchas personas más.
Su epónimo: Víctor Enrique Martínez, fue un joven estudiante, destacado deportista y cultor; su nombre
fue seleccionado para agrupar a la juventud a través de la memoria de un joven talentoso, respetuoso,
dedicado a sus estudios, para que fuera como una llama que iluminara el sendero de los jóvenes.
La Casa De La Cultura Víctor Enrique Martínez quería dar un vuelco a la cuestión cultural y a las Ferias de
su querida Lobatera. Con el apoyo de la Alcaldía de Lobatera y del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC)
se hicieron grandes presentaciones culturales: la visita del Grupo Carache del Estado Trujillo, Danzas
provenientes del Estado Mérida, danzas que venían de otros países; se recuerdan las Danzas Estampas de
mi Tierra, adscrita a la casa de la cultura, bajo la dirección de la Lobaterense Yohana Morales. Ya en
tiempos más recientes, José Marcelino Rosales, con su teatro de calle, elevó la pasión de Cristo a granes
niveles, siendo revivida hace un par de años su presentación en esta plaza Bolívar. Son tantas las
actividades de esta casa de la cultura que pasaríamos bastante tiempo recordándolas y señalando su
aporte a esta tierra de pioneros.
La casa de la cultura, ahora sin un espacio físico apropiado para su desarrollo, ha estado muy vinculada al
gentilicio Lobaterense, y siempre ha sido referencia a la importancia cultural. Les hago una invitación
especial, para que los lobaterenses se apropien de ella, le den un espacio y desarrollen sus talentos a través
de su membresía.
Mañana celebraremos un gran acontecimiento para nuestra Lobatera: el 20 de abril de 1835, el Senado
y la Cámara de Representantes de la República de Venezuela, reunidos en Congreso, decretan la creación
del Cantón de Lobatera, es decir, municipio autónomo, en la Provincia de Mérida, con la Villa de Lobatera
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como cabecera y las parroquias de San Juan de Lobatera y Constitución como sufragáneas. La extensión
del cantón, territorialmente, comprendió el área de los actuales municipios Lobatera, Michelena,
Ayacucho y parte del sur de García de Hevia del Estado Táchira. El aquel documento de creación expresa
El Senado y Cámara de Representantes de la República de Venezuela que, reunidos en el Congreso, y por
petición de los vecinos de Lobatera y los informes del Poder Ejecutivo y de la Diputación se erigía este Valle
de Lobatera en Cantón. Desde entonces Lobatera pasaría a ser cuatro de los grandes cantones de la futura
provincia del Táchira el 14 de marzo de 1856; hasta el 28 de marzo de 1864, fecha en que La Asamblea
Constituyente de Caracas sanciona la Constitución Nacional y la Provincia del Táchira pasa a denominarse
Estado Táchira y el Cantón de Lobatera, Distrito Lobatera.
Toda esta historia, me remonta a mis lecturas sobre el Libertador y me invita a buscar, en medio del océano
del pensamiento Libertario de nuestro padre de la patria, una frase que ilumine nuestro camino. Me ha
parecido muy acorde una breve máxima de su discurso en la Sociedad Patriótica en Caracas, el 3 de julio
de 1811; dice así Simón Bolívar: "Vacilar es perdernos".
Vacilar, es sinónimo de dudar, de no tener claridad; debemos trabajar y reflexionar unidos, con firmeza,
perfilando nuestras diferencias como puntos de encuentro, y construyendo un Estado verdadero, en el
que exista un norte real, superando incluso las ideologías y todas las diferencias, pensando en un país
próspero y grande, sin improvisaciones; de no ser así, continuaremos corriendo el riesgo de titubear, sin
transformaciones ciertas, que terminarán por desviarnos del camino correcto.
Queridos venezolanos, hoy es el día, no hay mañana. Es la hora de retomar las sendas del optimismo y la
verdad; la solidaridad debe privar entre los hombres y mujeres de nuestra tierra. Sólo así nos será posible
conquistar la fraternidad, la libertad y la justicia social para todos, camino que ha de llevarnos a hacer de
este mundo un solo país que viva en paz permanente, con estudio, con trabajo y con la fe puesta en el
Creador, para seguir haciendo de Venezuela un país como Dios manda.

Nos encomendamos a la maternal protección de la santísima Virgen del Rosario de la Chiquinquirá, con
esta plegaria llamada “La Corona” que era recitada por nuestras gentes en la Lobatera del siglo XIX y
ahora revivimos en el siglo XXI:
“Por cierto que mal haría/ El que por aquí pasase/ Sin que Señora os rezase,
siquiera un Ave María… Y luego del Santa María / en postrer gozo diría:
Pues te hizo la Trinidad Tan perfecta y sin igual/ Líbranos de todo mal Virgen de Chiquinquirá”.
Amén.

Muchas gracias

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