Está en la página 1de 22

El presente texto forma parte del Libro

Psicología Jurídica Recorrer lo


construido. Graciela Gardiner JVE
Editores

CUANDO LA
PALABRA NO
ALCANZA
ACTOS
DELICTIVOS
EMERGENTES DE
CONFLICTIVAS
VINCULARES

Psic. Graciela Gardiner


INTRODUCCION

Según el Diccionario de la Real Academia Española


Familia, son todas las personas de la misma sangre o el
conjunto de animales minerales o vegetales que presentan
cierta analogía entre sí.
Para Isidoro Berenstein Familia “es un sistema, un
conjunto de seres humanos ligados por cuatro tipos de
relaciones constitutivas del parentesco, alianza entre marido y
mujer, filiación entre padres e hijos, cosanguinidad entre
hermanos entre sí y avuncular o relación que liga al hijo con
la familia materna o su representante. Las personas
componentes del sistema familiar están ligadas y
determinadas sin ser conscientes de ello por una estructura
inconsciente donde se halla como matriz de significado la
compleja relación entre la familia conyugal y la familia
materna o dadora de la mujer”. La familia entonces es un
sistema determinante de relaciones, que pueden ser
entendidas como productoras de sentidos y significados.
Abelleira y Delucca, se permiten pensar a la “familia
como un entramado vincular, estructura abierta, compleja y
heterogénea, que funda y marca el origen subjetivo de sus
integrantes, en forma privilegiada pero no única”.
En nuestra sociedad occidental, de ella se espera que
proteja a sus miembros de la indefensión primaria con la que
nace el sujeto humano, que lo ampare, que cubra sus
necesidades básicas.
En el curso de la estructuración familiar, se establecen
vínculos, se definen roles a ser cumplidos por los individuos

1
que la componen. Asimismo, se configuran pactos concientes
o inconcientes que dan sustento a la organización familiar y
constituyen lo que considero el contrato afectivo de la familia.
Durante la vida de los sujetos que la conforman y el
curso de la historia grupal, pueden darse situaciones
problemáticas que los lleven a atravesar crisis grupales o
personales que inciden sobre el grupo. Crisis que significan
cambios, que modifican y pueden afectar a la constitución
originaria de ese grupo: nacimientos, mudanzas,
enfermedades, muertes.
Si éstas son adecuadamente sorteadas se conforman
nuevas formas de vincularse acorde a las posibilidades del
grupo y sus componentes de modo que garanticen la
continuidad del entramado familiar.
De no ser posible el reordenamiento adecuado, se puede
dar paso a que:
* La familia se establezca en un entramado vincular
conflictivo, atravesado por diferentes relaciones
intersubjetivas de cada uno de sus componentes en sus
particularidades
o
* que se produzca la ruptura del contrato afectivo que le
diera origen. Esta última posibilidad, da paso al desmontaje
familiar, pudiendo reconstruirse en nuevas formas, que luego
de sobrepasar la instancia crítica permiten un nuevo espacio
vincular que igualmente cumpla con la premisa inicialmente
expresada: cuidar, amparar y cubrir las necesidades básicas
de sus miembros que pasan a conformar otro modelo diferente
al originario, sin dejar de ser familia.
o
* que de modo paradojal, se transforme la familia originaria en
un espacio destructivo, de vínculos violentos que perturbe la
socialización y el desarrollo adecuado de sus integrantes.

2
Podemos entonces encontrar que se espera de la familia
como contexto nutricio e idealizado, que brinde un espacio
proveedor de seguridad, afecto, contención, límites, estímulos.
Tal expectativa ha hecho dificultoso que se observe la otra
cara paradojal de ella: la de entorno potencialmente peligroso,
destructivo en el que se experimente miedo e inseguridad, que
perturbe las funciones de soporte emocional y protección,
sucediendo en ella todas las variaciones de resolución violenta
de conflictos interpersonales.

DESARROLLO

Los grupos familiares a los que se tiene acceso en la


tarea pericial, recurren a la Justicia al atravesar diversas
instancias críticas. Las problemáticas familiares que con
mayor frecuencia se observan, son las de aquellas parejas que
ya separadas de hecho, tramitan su separación conyugal y no
pueden acordar con eficacia un régimen de visitas o tenencia
que le resulte satisfactorio a ambas partes en conflicto.
Cómo se atraviesa ese proceso de desmontaje del
modelo familiar en conflicto, dependerá de los nuevos
acuerdos que puedan hacer, lo que es posible de ser
correlacionado con su propia vinculación con la Ley
internalizada.
En el trabajo que en Tribunales de la Provincia de
Buenos Aires se desarrolla, se ven a las familias en diferentes
etapas de este desmontaje o descontrucción y cuando ello es
posible en reconstrucción de nuevos modelos.
Este último concepto es interesante de ser relevado,
porque una pareja o familia que acepta la disolución del
vínculo que los uniera, llega a Tribunales solo para la
desunión jurídica del vínculo civilmente contraído. En cambio,
las parejas, que no pueden acordar entre sí, que por ejemplo,

3
tramitan un Régimen de Visitas o Alimentos, que se
denuncian por diversas circunstancias, al punto de requerir
de la intervención del cuerpo de peritos psicólogos, dan
cuenta de tratarse de grupos familiares que padecen de una
importante conflictiva vincular o de alguno o de cada uno de
sus miembros que afectan al vínculo y sus acuerdos.
Cuando la separación de la pareja no resulta suficiente
para la ruptura del vínculo subjetivo, éste último se mantiene
presente y continúa en el litigio, que pasa a expresarse en el
expediente civil que tramitan. Es en esas ocasiones en que se
hace evidente que la Ley internalizada por los integrantes de
la pareja en disolución presenta fallas y allí se busca la
intervención de la Ley de la Justicia, que podrá marcar un
nuevo orden.
Si esta intervención de un Juez como representante de
la Ley, de un orden ajeno a los sujetos, es permitida, se
acepta la regla de un tercero y esta pareja disuelta genera un
modelo familiar diferente que se reorganiza sin mayores
conflictos.
Pero otras familias o parejas en proceso de divorcio más
conflictivo, que no pueden acordar entre sí, o no pueden
sostener los acuerdos a los que llegaron, quedan a merced de
su propia subjetividad. Vinculándose en mayor medida a
través del fracaso de las expectativas que dieron origen a la
relación hoy fallida.
En esos momentos la premisa básica que diera lugar a
la constitución de la familia puede no cumplirse,
transformándose de modo paradojal en su opuesto: un lugar
peligroso o amenazante para la integridad física o psíquica de
sus componentes.
Estas parejas entonces necesitan buscar la Ley en otro
lado diferente al espacio psíquico que alguna vez
constituyeron.

4
Si durante el proceso de desmontaje familiar, la palabra
pierde su valor de intercambio, cuando éste deja de estar
mediatizado por la palabra y las circunstancias atravesadas
no pueden resolverse en forma verbal, es factible que se
intente resolverlas de un modo violento. Al no cumplirse los
pactos concientes o inconcientes que llevaron a la
constitución vincular, se recurre a la imposición de su propia
ley, en sus diversas facetas.
Estas conflictivas planteadas, requieren de una
intervención que abra a otra instancia, ya no sólo jurídica,
sino de tipo asistencial y fuera de Tribunales, ya que no es de
incumbencia de la función pericial la asistencia clínica. Ello
sin desconocer que la intervención psicológica que pueda
llevarse a cabo opera cambios en quienes son sujetos de ella.
A pesar de las intervenciones o puntualizaciones
efectuadas, o derivaciones a modo de sugerencias
terapéuticas, es posible que se continúe con una puja que no
cesa en la exigencia para el otro integrante de la pareja,
disuelta en lo formal. De ser así, una serie de elementos
psicopatológicos en juego, se desplazarían al texto del
expediente, preanunciándose la posible aparición de hechos
de violencia como expresión de la puesta en acto de los
conflictos no resueltos.
Puntualizando entonces, se conceptualiza que aquellos
conflictos no resueltos, suelen irrumpir en forma violenta a
modo de síntoma, ya sea en la familia o pareja y/o en forma
de escrito o denuncia en la causa judicial.
En estas circunstancias de largos litigios familiares o
vinculares, puede darse, y de hecho muchas veces sucede,
que se produzcan denuncias uno contra el otro integrante de
la díada, que llegan a inscribirse no sólo en otro fuero (Fuero
Penal), sino también en otro registro (psíquico) de los sujetos
intervinientes, el de la irritabilidad transformada en acto, la

5
violencia, ya no solo ejercida en palabras, escritas o
verbalizadas, sino en actos. Es dable esperar denuncias por
amenazas, por lesiones o abuso aunque no siempre
comprobados.
En el estatuto de la letra del expediente, la situación de
violencia, puede homologarse a un destructivo proceso hacia
la violencia efectivamente ejercida y no necesariamente del
denunciante mas querellante o vindicativo, sino quien puesto
en la causa en el lugar de victimario, real o no, se hace cargo
del rol y lo ejerce.
En el momento crucial del desmontaje familiar, la
puesta en acto de la intolerancia subjetiva, la necesidad de
terminar con lo que se ha vuelto intolerable, puede llevar a los
sujetos involucrados a distintas puestas en acto. Así el sujeto
recurriría a acciones diferentes y que desde el derecho, lo
alojen también en figuras jurídicas diferentes.
VIÑETAS CLINICO FORENSES
Para ejemplificar lo planteado, se incluyen cuatro
viñetas clínico forenses y las figuras jurídicas que le dan asilo.
I – ISIDORO – LESIONES GRAVES
La historia de la familia da cuenta de una joven
pareja que a poco de concebir un hijo se separan, alegando la
mujer, violencia doméstica por parte de su cónyuge. Esta
decía que él no toleraba que ella se ocupara del hijo de ambos
desde que era bebé, habiendo ido en ascenso los reproches
hasta llegar a golpes que dirigía especialmente hacia su
vientre y cara.
La primera impresión de lo que denomino la lectura
psicológica del expediente, fue que más que una carpeta
judicial parecía un book de fotos de modelaje, tanto de la
mujer como del hijo que ya tenía cuatro años. El joven de
profesión fotógrafo había estudiado Derecho, (sin recibirse) y
actuaba por propio derecho (sin letrado que lo patrocinara),

6
haciendo sus escritos y presentándose solo. Al menos sin la
presencia legalizada de otro (su letrado). Cuando llega a la
entrevista para la que fue citado, se desacredita esa
aparentemente solitaria y omnipotente presentación, y se
anuncia mediante una tarjeta desconcertante en principio,
pero altamente significativa luego, ya que era la tarjeta
personal de un alto funcionario de la Nación que llevaba el
mismo apellido que el joven, que resultó ser su nieto. Este
joven no se llamaba Isidoro, pero gustaba decir de sí mismo,
“yo fui Isidorito y después Isidoro”, haciendo alusión al
personaje de historietas Isidoro Cañones, cuyo significante es
posible de leerse play boy.
El joven “Isidoro” ejercía violencia verbal y física sobre
su pareja, desplazando sobre ella los requerimientos de un
trato especial que ésta no tenía para él. Este mismo
requerimiento de trato especial fue expresado ante mí con la
tarjeta de presentación. Si bien no logró el trato especial del
que él se consideraba merecedor, sí logró que yo prestara
atención especial desde su formal anuncio en la Mesa de
Entradas Pericial.
El sujeto de la pericia no toleraba haber dejado de ser
Isidoro transformándose en padre y ejercía violencia contra el
vientre como significante de esa condición “padre”, cargada
ahora negativamente. Del mismo modo golpeaba la cara, por
cierto hermosa, de quien fuera su modelo fotográfica, que lo
sedujera a través del lente de su cámara.
La joven por su parte no tenía familia y fue seducida
con la ilusoria esperanza de protección de ese clan familiar,
expectativa tampoco satisfecha. Ambos se reprochaban el
incumplimiento del contrato afectivo de esta pareja, sostenido
en los acuerdos no verbalizados, pero presentes en la relación
desde el inicio. La violencia ejercida expresaba la
imposibilidad de poner palabras a los requerimientos de

7
ambos y arribar a nuevos acuerdos. Litigaron primero en el
Fuero Civil por Alimentos y Régimen de Visitas (aún no
existían los Tribunales de Familia), posteriormente tuvieron
también su lugar, en el Fuero Penal por lesiones graves.
Se acumulaban los reproches y las pilas de papeles
escritos, de modo proporcional a la cantidad de fotos tomadas.
Haciendo un paralelismo con los Baremos de uso
psiquiátrico en la medida de las incapacidades civiles o
laborales, podría usarse como medida objetiva del conflicto
subyacente al desmontaje familiar, la cantidad de letra escrita
en estas causas, algo así como un Baremo propio del conflicto
familiar en Tribunales cuya unidad de medida sea expresada
en letras y no en porcentajes.
Para el Baremo Virtual, cuya unidad de medida es la
letra escrita, los integrantes de esta pareja padecían un alto
nivel de discapacidad vincular.
II - EN EL NOMBRE DEL PADRE - HOMICIDIO
En otras intervenciones periciales, asistimos a
situaciones conflictivas familiares a las que le damos esa
característica a posteriori de un hecho delictivo ya
consumado.
En estos casos, las causas ingresan directamente al
Fuero Penal. Allí puede observarse que la violencia ya
instalada en el vínculo es de una u otra manera aceptada por
el grupo familiar, a tal punto que no es objeto de denuncia
sino de aceptación pasiva. Ello es así, hasta que su tenor es
de tal magnitud que ingresa a Tribunales en casos de lesiones
que requieren intervención médica y por lo tanto denuncia de
los profesionales intervinientes o en casos extremos, que
llegue a provocar la muerte de alguno de sus miembros.
Estos hechos de violencia extrema tienen en sí mismos
diferentes variables que voy a mencionar, para detenerme sólo
en alguno de ellos.

8
Es posible encontrar toda la gama de situaciones de
violencia, desde la permanente agresión verbal o física,
sometimiento aceptado y pasivo en general de la mujer y los
hijos al hombre, hasta la episódica y a veces esporádica
agresión tolerada en la renovada promesa de un “nunca más”
que se reedita luego de cada golpiza o el episodio único y
muchas veces final protagonizado por alguno de los miembros
de esa familia y no necesariamente a manos del agresor
permanente. Sobre éste último caso, se incluye la viñeta
clínica forense:
Se trata de un joven de 22 años que a los 15 y luego de
tolerar un sinnúmero de situaciones de violencia por parte de
su padre, hacia él, sus hermanos y su madre decide dejar la
casa familiar, yéndose a vivir a una panadería en la que
trabajaba. Colaboraba con el dueño desde hacía unos años,
limpiando, acompañándolo en las compras y ganando de a
poco su confianza, quien en un claro lugar de sustituto
paterno, dentro de sus posibilidades le da cobijo y trabajo. El
joven “bueno y tranquilo” según las declaraciones leídas en la
causa, no había reaccionado nunca de modo violento. Ante las
agresiones sufridas en el seno de la familia, eligió retirarse del
lugar evitando así enfrentamientos. Lo mismo aconsejaba a
sus hermanos que iban creciendo, para que hicieran su vida
lejos de la casa familiar. Entre sus proyectos estaba tener un
espacio para darle cobijo también a su madre, apenas
pudiera, alejándola así del agresor.
Una mañana lo despierta una de sus hermanas y
llorando le pide ayuda, le informa que su padre había abusado
de ella “nuevamente” y no lo toleraba más. Este joven que
según sus dichos jamás pensó que esto pudiera estar
sucediendo, le dice a su hermana que se quede en la pequeña
habitación de la panadería, toma un arma que estaba en el
local, va a la casa familiar y le dispara a su padre vaciando el

9
cargador. Este muere en el acto, él solo recuerda haber
tomado su bicicleta y llegar “en un tubo de luz”, no se cómo
fui decía. Recuerda ver a su padre como en una película,
sentado al lado de una mujer con la que tenía una relación
paralela y escucha que éste le dijo “¿Qué haces loco?”. Luego
regresa a la panadería y se entrega a la policía.
Hasta aquí una más de las lamentablemente comunes
situaciones que dan origen a una causa judicial por homicidio
intrafamiliar, que podría haberse iniciado por otro fuero, el de
familia o menores, si alguien hubiese podido denunciar
previamente esta situación dando intervención a otra Ley
diferente a esa paterna de absoluto sojuzgamiento para su
familia.
Analizando en su oportunidad este caso hallé un
aspecto que me sugirió el nombre que se enunciaba al
principio, que se consideró sumamente interesante desde el
punto de vista de la familia y los pactos inconcientes que
pudieran darse allí. Este hijo sometido a todo lo que estuviera
al arbitrio de la violencia paterna, no pudo ser protegido por
su madre o algún otro adulto. Transcurrió 22 años de su vida,
sin que se detectara o denunciara esta patológica trama
familiar en las instituciones que atravesó (escuela por
ejemplo), e incorporó aceptando, la ley que de modo no
verbalizado, pero férreamente instalada circulaba en la
familia.
Por su condición de padre, el progenitor imponía la ley
sin posibilidad siquiera de cuestionamientos: “…nos manejaba
con la mirada…uno ya sabía la que se venía…” decía el joven
en la entrevista.
Ser padre significaba quien podía imponer la Ley y él
aún no lo era, por lo tanto dejó el hogar, tratando de dar
ejemplo a la familia sobre un modo de evadir, sin transgredir
esa ley no dicha, pero sancionada y promulgada con violencia.

10
Unos meses antes de este cruento desenlace de una
también cruenta vida, el joven había iniciado una relación de
noviazgo. En los días inmediatamente anteriores al hecho que
diera lugar a la causa judicial por homicidio, se había
enterado que su novia esperaba un hijo. El, iba a ser padre.
La internalización de la Ley Paterna le permitió incorporar que
a partir de allí podía imponer él las normas.
Lamentablemente para él, su familia de origen y la en
vías de constitución, este joven reconocido como “bueno y
tranquilo” que buscaba imponer otra ley, no violenta para su
vida, quedó entrampado y marcado por la Ley de su padre,
tomando para sí la violencia aunque intentando negarla o
evadirla. Actuó con violencia contra el agresor de toda su vida.
Se conjugó allí el horror del incesto y su incipiente función
como nuevo representante de la Ley Paterna.
Si bien esta vez creyó imponer su propia ley, el costo fue
muy alto, quedando marcado una vez más por la violencia
paterna que lo llevó a actuar lo reprimido por tantos años.
La pericia psicológica pudo dar cuenta de estas
circunstancias. Los peritos intervinientes pudimos transmitir
y ampliar en el Juicio Oral a requerimiento de los
Magistrados, aquello que excedía a la mirada del derecho. La
Ley de la Justicia que si bien lo encontró culpable y confeso,
le redujo la pena al mínimo por emoción violenta. El joven que
estuvo excarcelado hasta el momento de la sentencia,
recuperó su libertad plena, dándosele por cumplida la
condena con el tiempo del proceso.
III – LAS ELEGIDAS - ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR
La viñeta trata sobre una situación de abuso sexual
intrafamiliar. Las víctimas son las cuatro hijas del denunciado
como abusador. La evaluación psicológica solicitada era para
las cuatro hermanas denunciantes, quienes al momento de
denunciar eran mayores de edad. Se requería “determinar el

11
estado psíquico actual de las mismas en relación a los abusos
de los cuáles resultaron víctimas, indicios que permitan
determinar los mismos, secuelas que pudieran presentar y
establecer si existe la posibilidad de que hayan sido víctimas
del delito de abuso sexual denunciado y demás puntos que se
consideren pertinentes.”
Todas ellas denunciaban haber sido abusadas por
su padre desde niñas y hasta diferentes momentos de su vida,
las dos mayores hasta su independencia económica y el inicio
de una relación de pareja; la tercera hasta el momento de un
embarazo con una pareja ocasional y reiniciando los abusos
luego del nacimiento sin vida del bebe. Ésta última y la menor
fueron abusadas hasta el momento de la denuncia.
Sobre la modalidad abusiva del denunciado, todas
daban información similar, el abuso y el arrepentimiento, la
invitación a rezar para que no les vuelva a ambos a pasar lo
mismo “que la virgencita nos ayude para no volver a
equivocarnos” decía, responsabilizando de éste modo, también
a las víctimas por lo sucedido,
Sabido es que los abusos intrafamiliares, tienen
algunas características que pueden ser tenidas en cuenta
como indicadores comunes. Algunas de ellas son la
desmentida; el pseudo arrepentimiento; la complicidad de los
otros miembros de la familia; la búsqueda de alianzas con la
víctima; la seducción por el hecho de hacer creer a la víctima
ser la elegida y dando un carácter de beneficio u honor por
ello; la amenaza velada o no; el silencio solicitado.
Las jóvenes de 32, 31, 30 y 25 años a la fecha de
evaluación, tenían dos hermanos varones. Todos ellos eran hijos de la
pareja compuesta por el padre de 62 años, la madre fallecida a los 49
años, doce años antes de la denuncia.
La muerte de la madre, la relatan como un
desenlace muy rápido e inesperado, posteriormente a un poco

12
claro episodio de “ataque bronquial”. Queda como
interrogante clínico, cuánto de todo lo ahora enunciado habrá
quedado en esos bronquios.
El padre era propietario de un negocio y en él
llevaba a trabajar a sus hijas “para controlarlas” según ellas
decían.
Cada una de ellas relata que esta situación de
abuso comenzó cuando cumplieron 8 años. Pudiendo
interpretarse esta situación como un ritual de iniciación,
dadas algunas similitudes en los hechos que describían.
A partir de un ofrecimiento sexual que el
denunciado le hace a la pareja de uno de sus hijos “así
aprendes como se hace con un hombre” (denigrando en este
acto también a su hijo) y la puesta en duda por parte de la
familia de lo expresado por esta joven, la menor de las
hermanas, cuenta su propia experiencia del abuso por parte
de su padre y luego de ello, las otras hermanas también se
animan a relatar lo sucedido con ellas. La mayor de las
hermanas dice que recuerda situaciones, pero no todo, “yo
quería olvidarme de eso. . .y no quería pensar”. La segunda
dice que en la entrevista conjunta de las cuatro hermanas,
mantenida como parte de la evaluación pericial, registra que
entre todas van reconstruyendo lo que les sucedió. Nunca
habían hablado entre ellas, manteniendo aun el pacto de
silencio sellado con el padre, a pesar de la tramitación de la
causa.
De su madre dicen que era muy sometida, su padre la
golpeaba y ella le tenía mucho miedo. Nunca le contaron
nada. El padre según sus dichos, era muy “manipulador con
las palabras” (SIC), se excedía con el alcohol, justificaba sus
acciones con esa condición, y las castigaba si ellas no
accedían a darle placer. Del relato surge que fueron víctimas
de violencia no sólo sexual. Su padre las castigaba, las

13
denigraba, las humillaba verbalmente, además de someterlas
sexualmente.
Esta situación generó enfrentamientos entre ellas y
algunas alianzas, pero enfrentadas igualmente entre si. Todas
coinciden en que su padre se encargó de hacerlas sentir como
inútiles, que sin él no servían para nada, que todo lo que
tenían era gracias a él, que ningún hombre iba a saber
entrenarlas en la sexualidad salvo el mismo, que como parte
de la manipulación les pedía perdón frente a la virgen, pero
volvía a someterlas. La menor dice que su único escape era
subirse al techo de la vivienda y se quedaba sola allí tratando
de salvarse de él.
Cuando sus hermanos varones se enteran de
estos hechos, deciden excluirlo de la casa y el negocio.
Posteriormente le permitieron volver al negocio, su único
sostén económico, pero no al domicilio particular.
En el momento de la evaluación, la relación
anteriormente mantenida entre el padre y cada una de ellas
generaba rivalidades, enojos y violencia entre ellas (se
mantenía a pesar de lo sucedido una búsqueda inconciente de
seguir siendo no solo mejor que las otras, sino mejor a los ojos
del padre). Situación ésta que se reactualiza en las entrevistas
compartidas, donde por momentos más o menos veladamente
aparece la imputación de haberle permitido alguna unos actos
y otras otros, expresados en “a mí no me lo hizo, yo no lo
dejé”, reiterando el discurso paterno de ser ellas también
responsables de los abusos. Esta situación planteada, las
victimizaba nuevamente, poniéndolas en lugar de cómplices al
menos de lo sucedido, especialmente por parte de una de ellas
con la que no había llegado al acceso carnal.
Asimismo, de las entrevistas individuales surgen datos
que permiten ver que aún conservan “secretos”, una de ellas
manifiesta que su padre mantenía relaciones sexuales con su

14
madre en su presencia, utilizando estas situaciones para
“enseñarle”, que la habitación de sus padres no tenía puerta,
por lo que todos participaban de la intimidad conyugal, sin
poder hablar entre ellos de estos temas.
Como consecuencia de estas vivencias, cada una de
ellas relata su dificultad para formar una pareja en la que no
se pongan en evidencia las situaciones traumáticas vividas, lo
que influye en todos los vínculos que establecen, pero
especialmente en su intimidad sexual. No establecen
relaciones extra familiares, advirtiéndose la tendencia a
aislarse de sus pares.
Las características generales de todas ellas, son un
estado de incertidumbre e inseguridad, necesidad de apoyo, ansiedad,
características de pasividad, rasgos de inhibición. Fallas en la defensa de
sus conflictos. Perturbaciones sexuales. Intensos sentimientos de
inferioridad e inseguridad.
Del vínculo entre ellas:
Si bien la modalidad comunicacional de cada una
de ellas difiere en la forma, se conjuga en el contenido,
detectándose que los padecimientos sufridos a nivel
intrapsíquico, vincular y básicamente a nivel de la sexualidad,
generó dolor, angustia, miedos, desconfianza y rencor por no
haber podido acceder a una vida diferente.
La reviviscencia involuntaria y repetitiva de lo
traumático sufrido toda vez que se intenta ejercer la
sexualidad exogámica, adquiere actualidad en cada
encuentro, no pudiendo disponer de los mecanismos
necesarios para tomar distancia de la situación padecida.
Los relatos de las circunstancias vividas
coincidentes entre si y la modalidad de sometimiento, así
como las evaluaciones psicológicas individuales, dan sustento
a la vivencia victimizante, relatada por las denunciantes.
Aportes teóricos:

15
En líneas generales, las situaciones de abuso
sexual infantil tuvieron una tendencia a ser encubiertas en
nuestra sociedad, tendencia que se viene revirtiendo en los
últimos años. La legitimación social de los malos tratos hacia
los niños en general y el abuso en particular tuvo profundas
raíces culturales, siendo una de ellas la creencia colectiva que
los hijos eran propiedad de los padres, y que éstos tenían
derecho sobre ellos, quedando reservada la conducta sexual a
la intimidad de la familia.

En las evaluaciones en general, tanto clínicas


como de clínica forense es importante hacer el distingo entre
abuso sexual con o sin acceso carnal cuando éste se da en el
ámbito intrafamiliar o no; especialmente si esa connotación de
intrafamiliar, es de consanguinidad e incestuosa.
Uno de los puntos a tener en cuenta al evaluar, es
la diferencia generacional, el adulto es, por función y
estructura, el que debe cuidar y proteger al niño, inscribiendo,
entre otras, la ley de prohibición del incesto. Esta ley, es hacer
circular a un sujeto en la cadena generacional (abuelo, padre,
hijo, etc.). Esta ley cultural que rige a los seres humanos, lo
subjetiva y humaniza.
Si esta vinculación sexual es de tipo incestuoso,
se rompe con la posibilidad de esa circulación, se produce un
salto que deja al sujeto o parte de él, desubjetivizado y
deshumanizado; queda parte de su cuerpo entregado al goce
del otro, transformado en objeto a modo de sacrificio para el
placer de su propietario, a partir de ese momento.
La ley paterna o materna no son un hecho biológico,
sino la posibilidad de renunciar a ser propietarios del hijo y
soportar que ese hijo sea hijo de una legalidad que también
gobierna a los padres.
Se ha planteado anteriormente que el abuso
sexual viene acompañado del secreto que se exige que sea

16
compartido con la víctima, lo que lleva a que ésta se instale en
la culpa. A partir de esta posesión la libertad de su propio
pensar queda abolida. Es observable en las causas de abuso
que las mismas víctimas se han acomodado a la situación,
pudiendo encontrar en ella cierto beneficio secundario a la
vivencia. “Las elegidas”, pagaban con el silencio y el
acomodamiento al abuso, el beneficio de esa condición: la de
ser la elegida del padre abusador.
En la búsqueda de connotarlo positivamente los
niños abusados por sus cuidadores se apropian de los
aspectos negativos del abuso, que aunque desconocidos los
avergüenzan y vivencian como tales. Estos hechos
traumáticos en extremo pueden generar mecanismos
disociativos en las víctimas.
En el caso presentado en la viñeta, las cuatro
jóvenes se habían acostumbrado
Un niño que fue sometido a violencia física,
emocional y sexual queda arrasado emocionalmente y sus
actitudes no son las esperables en los que no pasaron por esa
situación.
Cualquier persona que experimenta una situación
traumática, que sobrepasa su capacidad psíquica de
elaboración, recurre como mecanismo de defensa a la
disociación, separando así los hechos reales de los
sentimientos que éstos generan. Este mecanismo permite la
supervivencia frente a eventos sumamente dolorosos, pero
produce serias escisiones en la personalidad, con un marcado
empobrecimiento y bloqueo de las potencialidades.
El abuso sexual infantil constituye uno de los
traumas psíquicos más intensos y sus consecuencias son
sumamente destructivas para la estructuración de la
personalidad. Las heridas que produce en el tejido emocional

17
son de tal magnitud que hacen muy difícil predecir cómo
cicatrizará el psiquismo y cuáles serán las secuelas.
El caso presentado cumple con todos los requisitos
descritos en la profusa bibliografía sobre el tema.
Si bien no se ha evaluado al abusador, las precisas
descripciones sobre los hechos que dieron origen a la presente
denuncia, y las evaluaciones de las víctimas con la presencia
de los indicadores descritos, dan los elementos que permiten
aportar desde la subjetividad de las víctimas los recursos
necesarios para entrecruzar las verdades jurídica y
psicológica.
El dictamen psicológico es concluyente, las cuatro
peritadas tienen indicadores que dan cuenta de abuso, las
cuatro denuncian al padre. La sentencia judicial y su condena
son de incumbencia de la verdad jurídica.
IV – ANA UN HIJO QUE NO ES HIJO – HOMICIDIO
AGRAVADO POR EL VINCULO
La evaluación psicológica pide “…se determine perfil de
personalidad de…Ana”
Ana es una joven de 20 años que llega a la Provincia de
Buenos Aires procedente del norte del país, para visitar a su
hermano que vive en esta provincia desde hace algunos años.
Cursa un embarazo de 6 meses que según sus dichos
nadie había notado ni ella comentado. Sobre sí misma dice
que no sabía el tiempo de gestación ni la fecha de parto.
Estando en la casa del hermano, una noche se despierta
descompuesta, con fuertes dolores abdominales y va al baño
donde se produce el parto de forma natural.
Ana llama a su hermano y le dice que tiene una
hemorragia, éste la lleva a un hospital de la zona donde la
atienden informándole al hermano sobre el parto reciente.
Ante el silencio de Ana vuelven a la casa buscando al niño. Lo
encuentran en el depósito de agua del baño, la muerte fue

18
producida por asfixia por inmersión. Según los médicos que
realizaron la autopsia del bebe, éste era a término y con muy
bajo peso, pero dentro de los límites de la sobrevivencia.
En su pueblo natal Ana había tenido una relación de
pareja con un joven de su edad, que al enterarse del
embarazo, se desentiende totalmente de ella.
Queda claramente expuesto durante la evaluación que
la joven no tenía interlocutores para contar lo que le sucedía.
En las entrevistas jamás habló de hijo, bebé, ni ningún
significante que aludiera a la función hijo. Sí, podía referirse a
no menstruación por embarazo y descompostura por parto.
En un pueril armado discursivo decía no recordar nada
ni haber hecho nada para ocultar ni el embarazo ni el cuerpo
del niño, todo ello con una resonancia afectiva apenas
esbozada, sin angustia, aunque displacentera y reticente.
De su familia de origen informa que está integrada por su
madre de 49 años y seis hermanos, ninguno de los cuales fue reconocido
legalmente por los diferentes padres. Su mamá trabaja en la cocina de
una escuela de la localidad donde vivían y ella se desempeñaba como
empleada doméstica sin retiro cuidando a una criatura.
Ana tiene una marcada inclinación a evadir las situaciones
conflictivas que le tocó atravesar, lo que contribuyó a la perpetuación de los
conflictos inherentes. Es vulnerable en situaciones complejas o difíciles,
centrándose en ella misma, básicamente ocultándose.
Ana como tantas otras mujeres evaluadas con esta misma carátula
reproduce un modelo de funcionamiento vincular: padre o madre o ambos
ausentes en sus funciones.
Desde la constitución psíquica individual es dable observar una
marcada pobreza Yoica, labilidad emocional, fragilidad en los vínculos,
apatía generalizada.
En una familia disfuncional donde no hay roles diferenciados, ni
funciones acabadamente cumplidas, madre ausente, padre que no
reconoce, no hay lugar para” las Ana” en lugar de hijas. “Las Ana”

19
entonces, tampoco pueden ser madres desde un modelo originario que no
las contiene en la función.
CONCLUSION
Las cuatro viñetas presentaron cuatro familias en crisis y cuatro
figuras jurídicas que le dieron asilo.
De acuerdo al intento de salida de la situación vivencial que cada
grupo o sujeto evaluado atravesó, se actuó la intolerancia emocional que
llevaba como carga:
Cada sujeto respondió en acto con las pautas internalizadas, los
modelos aprehendidos para sí, sus enojos, temores y angustias.
Cada acto está tipificado en una norma que marca la conducta
antijurídica cuestionada.
La Justicia alojó en la figura penal que correspondía, juzgó y midió
el acto y su punición.
Los sujetos atravesados por sus circunstancias hicieron un giro en
su historia, un intento doloroso de modificarla.
Los psicólogos forenses desde nuestra intervención buscamos el
retorno de la palabra historizando ese acto desde la palabra, allí donde
estuvo obturada y suplantada por la acción.

BIBLIOGRAFIA
Abelleira Hilda. Norma Delucca, Clínica Forense en Familias Historización
de una práctica, Lugar Editorial S.A., Buenos Aires 2004
Alvarez Liliana, Tesis Doctoral UCES, Buenos Aires 2007
Berenstein Isidoro en Psicoanalisis de la estructura familiar. Del destino a
la significación, Editorial Paidos , México, 2da. edición 1989
Berenstein Isidoro en Abelleira Hilda, Norma Delucca op cit. Prólogo
Grossman Cecilia en “Un golpe Bajo”, Artículo de la Revista Encrucijadas
UBA 2001.
Maquieira Susana Los vínculos familiares y sus paradojas en Violencia
Familiar y Sociedad en UCES Jornada Violencia en la Familia, Buenos
Aires Abril 2002

20
Rozansky Carlos Alberto, Abuso Sexual Infantil ¿Denunciar o silenciar?
Ediciones B. Argentina S.A., Buenos Aires 2003

RESUMEN
En el curso del desarrollo evolutivo del grupo familiar,
de los individuos que lo componen y de los vínculos
establecidos, se atraviesan crisis, cambios, que afectan a la
constitución originaria de ese grupo: nacimientos, mudanzas,
enfermedades, muertes. Si éstas son adecuadamente
sorteadas se conforman nuevas formas de vincularse acorde a
las posibilidades del grupo y sus componentes.
Ello no siempre es posible y se instalan modos de
vincularse no saludables, o se produce la ruptura del contrato
afectivo que diera origen a la relación. Esta última posibilidad,
da paso a la deconstrucción familiar, pudiendo reconstruirse
en nuevas formas, que luego de sobrepasar la instancia crítica
permiten un nuevo espacio vincular que igualmente cumpla
con el objetivo de la familia: cuidar, amparar y cubrir las
necesidades básicas de sus miembros. Allí pasan a conformar
otro modelo diferente al originario, sin dejar de ser familia.
Atravesando estas circunstancias, se encuentran
muchas de las familias que recurren a la justicia.
Para ilustrarlo se incluyen cuatro viñetas clínico
forenses. De acuerdo a las posibilidades de cada grupo, se actuó la
intolerancia emocional que llevaba como carga desde su constitución.
Cada sujeto respondió en acto con las pautas internalizadas, los
modelos aprehendidos para sí, sus enojos, temores y angustias.
La Justicia alojó en la figura penal que correspondía, juzgó y midió el
acto y su punición.
Los sujetos atravesados por sus circunstancias hicieron un giro en
su historia, un intento doloroso de modificarla.

21

También podría gustarte