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Paul Riceui

Ld A LECTURA
DEL rríEMPO PASADO:
MSMORIA Y OLVIDO

.. . V I , , ' S

Preseiltación de Ángel Gabilondo


I -,
Traducción de Gabriel Aranzueque

/ee\
Arrecife
El cuidado d? lo inolvidable

Sin duda cs pcrtincnlc decir cjuc el sciiiiiiario de Paul Ricocur cii la


Univcrsidad Autónoma dc Madrid resultó inol\~idable.Pronto eso siciic a
ser insuficiente, desconceriante y problemático a la luz de lo quc cn nquc- . , - L . ! ? '
llas fechas de noviembre de 1996 prcscntó como lecciones, lecturas, cn su
Curso de doctorado, dentro dcl Programa de Tercer Ciclo Decir 110 ric- . .,. <..
Eir: el srGeto bziplicado. El texto que aliora se ofrcce se ocupa prccisa-
I '.
mcnte de la memoria, del olvido y del pasado, y, coino era de cspcrar, no . / /..,S' 3

sc rcducc al uso tópico que Iiabitualinciitc otorgainos a esas palabras. Ni


siquicra la publicación prctcndc atujar supuestas perdidas, ya quc, sin
I
I , < I

duda, la propia cscritura aportará iiucvos olvidos. La entrcca dc lo qui: sc


prcsentó como un trabajo en curso, un curso en verdad en curso, no sólo
respondc al proccdcr quc la labor de toda fccunda iiivcstigacióii rcclaiiia,
sitio a un estilo que es un modo de existencia, aquél que ticne cn cuciita la
palabra y el haccr de los otros. Esta pucsta cn público cs. en primcr lugar,
un gcsto de rcconocimicnto agradecido.
Tal estilo pcnnite vcr brotar las cuestiones, constatar la irrupcióii de
dcterininados problemas o autores, subrayar los guiños, las tareas, las po-
sibilidades. Se acentúa asíja mediación de la ineinoria cntre cl ticinpo vi-
vido y las ~ o n f i ~ u r a c i o n c IecE~rds s ~ c
que son, en efecto, a la par, lecciones. Aliora, la memoria que es del liciii-
po, cs escritura quc convoca a la acción dc Iccr. Y. entonces, no hnsia con
recordar, cs ncccsario rcincrnorar, iiiciuso cclcbrar. Por eso, 1;i pulilica-
cibn de estas Icccioiles no sc rcducc al cuinplimicnto, m& o inciios obli-
..
gado, de levantar acta dc algo que ocurrió, una espccie de,mcinoria quc
guardaría un sabor necrológico respccto de lo allí (aquQ sucedido. El pro-
pio Ricoeur nos iia evocado con Aristótclcs quc por ci recucrdo cxpcri-
iiiciitniiios no sólo cl carácter pasado de las cosas ausentes, sino el propio trosprctiv;~,es asiinisino inctnoria crítica, tanto coino para reabrir la cues-
iieiiipo. Aún con todo, lo interesante de lo que ahora se nos enti-cga no es tión dc la idenlidatl cii esta pcrspccti\'n y para olrcccr las vías a un estu-
su iiicra rentabilidad para la configuración de nuestro presente, una espc- dio, a pesar de las dificuliadcs, dc la tiicirioria colcctivii, dc los recuerdos
cic (le cii~-i~ueci~nieiitti cuIIu~.;il,O un incrcmciitn del sabci-. Sin incnosprc- y rcla:ns y de su ritii;iliz:icii,ii criiiip;iriidris. Crlil ello se iiicidc cii In I-cla-
ciar tal posibili~lad,lo dcstacable es la compañía en e! anodo de aprender. cióii dialéctic:~i:iitrc iiiciiitiri:~e Iiistori;i, asi coiiic>ciitrc vcrdnd y I'idcli-
Vcr brotar los textos, su tratamiento respetuoso, problemAtico y crítico, su dad, con lo que 110s \,ciiios cii la iicccsicl;id de reelaborar pci-ii~aiicntctiicii-
iicccsiilnd de otros, la búsqueda de lectores, de iiiterlocutorcs, conceden a te el sentido de los acoiitccitnicntos que. como los textos. no se reducen a
Lri lecrrrrci rlel rieriipo pnsciclo u n aire de diSlogo y conversacióii que en- su materialidad. Si liciiios de ;iprcntIcr del futuro es al precio dc escrihir el
cuciitra su correspoiidcncia en «Políticas de la inemoria>>.La entrevista pasado y, entonces, irii~~iircir no es uii mero acopio de oci~rrencias,siiio el
coi1 Gabriel ~ r a n z u e ~ u csi' , ha de considerarse corno «Apéndice», es en venir a dar en :ilgo. Es diclia alioriiición, esta creación de la nieiiioria la
tiiiito que parte del cucrpc], proloiigacióii de su contenido. Tiivo Iiig;ir con qucco(i)inpiica la rcs~iriiisaliilitl:icl~ l c lrccrirdai.. Y alii iio lodo se reduce a
oc;isi6ii de las lecciones aliora ofrecidas y alude expresametite a los asiin- uii depósito de liiiclins, vestigios ji:i~-:iu112 Icc~tisactiii sabor arq(icolAgic~i.
tos que las coníorinnn, abriéndolas Ertilmciite a otros aspectos e intere- La carga del pasado que rccnc cii el Sutui-o iiista ;i incorporni- la noción de
\cs. El tono y el seiitido de 13s cuestiones y la apertura que en ellas se pro-
~x>iic c ~ r ~ i e n t r anucva
n Iecundidnd en las palabras de Ricoeur. Tal pai-c-
cm;'
eiirlu, que ya nocs pura carg~,~i~i~c_c.urs~&~ccsidUd
.., ~6-~;l,fi~ihílidail.
tlc relato. Y, adc-
Grncias a atlucllo por lo qiic podciiitis sei-, no tt~dose
ccri;i qiic, cfectivaiiierite, el modo de tmbajo dc un scmin:irio S~iera,a la rcdiicc ii lo que y;! 113 sidu.
p:ir, scinh~iiidoy Iructificando. No como incra obra del ticiiipo. Las Icc- Y recoi-dar no sc iigot;i cii 13 siitisl'i~cciónde alg!~~ia C S ~ C C ~de
C posc-
ci<riies,eii esa rncdida, son y reclaman lecturas'. sión de lo pas:id«, siiio q ~ i cc~iiicllo sc propicia la dcrisiilnd, que es, ;I su
Eii concreto, para el lector de Teinps et r-écir o de Soi-r~ieinecorliriie I U Z vez, jilslicia coi1 los csl~iiciosde la tlccisii>ii. Se complica c~uiziiaiiibicii y
cii~ri-e'cl presente texto aporta alcunas covedades. No Iia de hablarse de se acentúa lo tiagico <lela inisiiia, pero, a la par. es lo que pcnnite la sabi-
i i n desplazamieiito, pero sí de un reconocimiento, el que brota de todo un
duría tlcl juicio. No sólo cntr:iii cii coiillicto las nortiias entre si, sirio asi-
trnl>:ljo. también del olvido, para hacer resurgir nuevas líneas de investi- misinu detenninadas noiinns utiiiícrs;ilcs con personas singulares, en uii
gación y. en corici-eto. rescatar un cierto olvido, el olvido del olvido cainpl definido de poltiiiica. Ellc] ol'rccc iodo tiii acopio de coinproiiiisos
fr5gil':s en los qiiz se precisa uiiii pottica qtic pcriiiiia uiia nucva rcpre-
-
iiiisin~~ en que consiste en ocasiones la memoria. Y el tiempo inscrito en
cll:i. Y la iioción de pasado. Y aqui, de nuevo, la ineiiioi-ia iio es sólo rc- sciit;ición, incliiso uii:i rccrc;ici<iii,clc I;i rc;iliil;id. 1i:. frirgilidad, nliorii tlc
la ~iiciiioria,110 iiiipidc, ;~iitcsI>iciirccl;ii~i~~ rcs~i~ii~siiLiilitl:id, cluc iio siiti-
' El priy'io Gahriel Arnnzucqiic se ociipó decoordinnr 13 edición de un3seiie dc i i n h ~ o s ple respuesta. Y, ciitt~iiccs.la iinligiriaci(5n Iia de coiivivir coi1 1;) iiiterpre-
p~tht~cx!nr ic.cientemrn1~snhre Paiil Ricoeizr en la Univciidad hiiitji>oinn<!e Madrid. Exnc- taciói;.
iai>ir.iiie.icxios con él, con el 61 de cienos iexios. Cfr. A.A.V.V. Hoi-i-<iiiier <!c/ ,r/<iro. iec. ImLricar la Iiistoria de t i n a m In hisioriadclos «!i.oiy~iotl;is.lasliisto-
~

iiin>r! <iiiii<,i-s<iciortc.<roi! Po!,/ Rictieiri: Cuaderno Gris 1 U.A.M., 1997.


rias en el tejido narrativo de I;is iiistiiuciones inisinns coiifortna la necesi-
' Ello explica qiir se Iiayo cnnsidcrado necesnrio. a partir de tinas iioins y referencias
da cti: m n m W c I r h - n n i ~ c ~ ~ ~ í r n n actiiar % d c l(que coordina el
ninni~scriia<.explíciinmentc esbozndis por el propio Ricoeiir, incorporar una hibliocrafia
c i ~ nIns con-cspondientes tr~iliiccioncs,en si! caso, al c~sicllana.S c irara dc procurar las con- igcntc, el condyiivaiitc ii ~iiioiiciitcy cl ;npo [,r.ict;coTy la del discui-so
dicioiics para proseguir 13s leccionils. '4 (que viiicula al lnctiloi-, ;il iiilcrloc~iir>r y ;t 13 iiislili1~i6iiIiiigUíslica), COI)-
firina que lo ternario dc la ética sc deja proycctai cn todos los niveles. Quizá incluso al precio de procurar nuevos olvidos, el de sentidos ya da-
Así, en la coiisidcración dc este icxio sc cxigc uiia aciitiid que llama a la dos, y el de aceptar ser un deudor insolvciite que propicia nuevas pérdidas
acción dc Icci-. Tal parcccría que uii cscrito sobre la Icciura del iicrnpo pa- cn noinbre de tales proincsas, tanio de acuerdos coino dc desacuerdos ia-
sado sólo se ofi-ccicra cii la cxpcricncici de cruce ciiii-c cl sí iiiisrno que zonables, para la vida en coinún.
iiari-a y que es iinrr:idti. cii cl zictiriicccr dc In iriici-pi-ctacióii. Coiiio si lo
quc sc dijo caii Ricocur cri aquellos dilis sólo se dicra cri la existencia in- L*is lect~ti-asdc la Aitióiioii~ason, cii esa iücdida, alisbo dc oirt~stralin-
t c r ~ ~ r c i dcoino
a , si cl texto sólo iucr;i algo otro cii tanto que ya trabajara jos, campo de juego para nuevos textos, inatcria dc estudio, y apuiitaii a
cii el corazóii <Ic lo que nos constituye, coiiio si Iiubicra de pasar por lo al& libro por-venir'. Tienen el carácter adecuado para procurar la satis- ...
otro de sí. El tcxto rctluicrc scr iiitcrprctrido. Qiiizé iainbién su Iiorizonte y facción de asistir al surgir dc cuestiones y laborcs. Si lo que succdió $10se
su toiio lo pcrinitc. Rcsulia cvidciitc quc prácticainciiie lo solicita. Pide limita a ser inolvidable cs porque su publicación tcslimonia también lo
rciiitcrprclricioiics y rcapropiacioiics, su polcncial llciina al csiudio y a la que nunca, ni siquiera entonces, ocurrió, pero que con ella nos Ilaina. Es
en diclia vida común doiide s i ~ u eliaciéndosc ncccsario el pasad« iiiiiic:' . '.
S
'
Icctiii-a, a In rcacti\,;icióii. Es, cii cfccto, gcrincn y sciiiilla. Podría pcnsarsc L 'I
cluc iiiiicatiiciitc uri discurso otro que cl que ahora sc prcscnta dicra cucnta inorial qucnirigtíii tcxto ha de zanjar ni con su prctciisión dc carácicr ah-
de lo cjiic istc cs, de la cillcridad que lo coiistiiuyc. Pero, al coiiiigurar lo soluto, ni dicieiido la últiina palabra. L« lecturct del iie~iipol>crwi<loiio lo
es. El quc no sea ésta la última preserva tanto la iiicnioria coino cl olvido
diclio cii cl testo, iniiihién sc icfigui-:i cl iiciiipo i i i l ~ l p ~ c t á i iEl
d ~inundo
~~.
de que ninguna palabra dicc aquello originario que pcrmitc que sc dica.
. .
dcl icxio se coiiisoiitn coi1 cl inurido dcl lcctor. Sc icclriiiia la intcrsccción
y la Icctui-a es cl incdiridor iicccsario. Coii cllo, lo que ticiic de inol\'idablc No cs, por taiito, siinplcmcnte, que hcrnos de ocupariios del cultivo de lo
es lo que prcscrva. :i la par, el olviclo cii la iriciiiori:i. A csic iiivcl cs al que inolvidable, coino si en cllo, ahora en la cntrcga de estos texlos, sc ciict~ii-
iiiniiiksl:ir y traiisfigurar rcsullnri iiiscpcir~iblcs. [rara la decisión para lo quc nos ataiic. Más bicii allí se da el cspacir) (Ic la
Yn no cs siiiiplciiicnic la rclacióii ciitic el rclato y cl ticinpo. La icctura posibilidad y dc la iieccsidad de dccidir. El cuidado (souci) pide ciiiiihifii
qtic se iios proporic corifirina la que se da ciitrc la incinoria y la historia, el coinpleiiicnto del nombre, que puede ser sí iiiisiiio (soi). El cuidar dc sí .
que cii csic coritcxio iio cs sólo rcirospcctiva, sitio asiiirisino rccrcadora. de lo inolvidable hace que sea lo inolvidable quien cuide del cspacio para
Y lo cs porqiic la incinoriri Iiistórica iio sc liiiiiia a cciinpoiicr al ampai-o dc scr uno inisino? Ricocur, una vcz más, cn csta ocasión, no poiic liii a la
la sciiicjaiiza entre el rclalo y ci ncoiitcciinicnio contado. Para einpezar, convcrsación cn que coiisistimos cuantos, dc mciiioria en algún sciitido
J > < J I C I U Crcs~itiiycotro iiiodo dc iciiiporalizacióri. Adctnás, la historia no es
uii:i siiriplc cucstióri dc Iiucllas (trficcs), cs uii asuiiio de ácuda (de!ié) la
' Ya coi1 posiciiotidad a estas Lcciirrris de 10 Aiii,ii;<iriio se publica en In i<er,iec/c i11<:1<8-
.... .,... ~ 2..~. ~ p/i~siqiiecr de Mi>ntleuii trabajo dc Pnul Ricocur que rccogc la quinta lecciún aquí picscii-
quC sc icclaiiia con cl pasado. Dicha dcuda obcdccc a que no se 110soire-
~

-. rada, con algunos niomenlos dc la lección tercera («L? niarquc du passi.. janvicls-~iiars.
cc siiiiplcinciitc.[o --quc Ti;;iZ[ido>,,siiio cjuc se 110s sitúa cn un espacio de 1999, n." 1, pigs. 7-31). Ello confirmael cariciei abieiio de lo que se va esboiando coma
coiili-oiitacibii de divcrsos tcstiinoiiios y coi: difcrciitcs grados de fiabiii- ! u n trabajo por vciiir quc conformará lo que aliora veirios brol31: Tal es CI privilegio dc 13
dad. Ya rio basta con cslar agradecido. La cuestión rio sc rcduce, tainpoco, ocasión.
% esle valor dc rcllerivo aii~nipersonalque se preserva coi, el crnplco de =sois cii In
.,
a asistir al cotiflicto. Es prcciso iiitcrvcnir y dccidir. Es lo que estas lec-
función de coinplcrncnto dcl nombre y que se da, por ejeiiiplo. en «Le souci dc so¡». «el
cioiics rcclaiii;iii. Y cllo {orina parlc dcl apiciidcr. Más aún, sc trata de li-
licmr cii diclio espacio posibilidades dilcrciitcs. ahrii-lo a oti-ris proincsas. 1 magnífico titulo de Michel Foucaulr»,a decir de Paul Kicocui. Cfr Siii riiiriie riiiiiiiie a11 o(<-
irr, ¡>u Seuii, Paiis, 1990, "Ag. 12 (trad. Siglo XXI, Madrid, 1996. pág. Xll).

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oiiion 'ailnszia!N sp u?!3da3xa e ' Z ~ Alis I! 'op!hlo 13 ~S~,\!II!JJCUSJUO!XJ
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osen m!'[ a"011?13~12 S oduia!] 15 aiusu~!im.i!p? u o ! ~ c l ~ol>iien3 .i OUIS!UI
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-iijid.ios as a![ii:u anb oiailsg ..ioi3niisap o d u ~ s jap ! ~ E . I ~ O01ucn3 u3 'op!~jo


1" la i( <oduia!lpp a i w oiiicnn iis 'c!.iouiaiii I!I ap ollid 1s aiiua as.ic1~.[~
-essp I: en ug!3e5!isai\ii! !A) .(L 1 - 21 q ¿E¿) «(!oi!ioi iid !!)iii~ii!iijiii~~)!h) I?
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113 S ~ I U ~ C ~ > ! A ~ ~ S ~ ~ Uaiun.iou;i! ' T ~ I ~ Siiui ~ ~ Isa~ ' ~ U~ ~ ~I ~J I ~ ~ ~) O ~ I


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o ~ i 1 o ~ ~ * s o 1 ~ o s~ec~:ii ~ ,
c- s~!n',,o!qi:s
u 5i s ~ i i la,,
i ~ I I : U I E I Ia[ suun 'osa J V od
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-iiia!i 1 3 i i ~ ~ i , i i ' F n p l i s ~ ( 1 ? . 1 a 3si i 5~3 p o i(i 'rzaIDin/i!u .ioil (IINY!II>I.S>IJ) .IOI
-nn.iirap s$-¿f@Tiuii;7?ymj., : ( ~ O 1 J L ~i>!!':'.l ~ ) q 111 c~dui"~ [a ;11110-_!3335
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aj!a .u!jn.u~iuii U,I.II)~ c.1i10 lis ap 3jii:d citiio~3t1Ú ' s o ~ s ~ ~ ~Sal11 ! I ) ? /
-aiiiii !.1,)«1 opeii?.~~ 3 ~ a ~ 13 c 1tia a s ~ a a apand l e~aiu!ide l .salaiois!.iv ap se1!3
sop ap c!nuanilu! el ofcq asi!i,uosiia as o!.ii:ii!uias aisa anb c.ia!s!iiO
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.e!s!isn~euic[~ai S cqs!ic anb aiucii!sseJ a.iq


a d olla A .leZnl onnl c.iuriu
i l ~1)ij11nJas a ~ ! u ~ . ~sou
-uiouoid asa ' ( i ~ i ~ ~ noiin
,
anb opep!n[o lanbil ap 'oielai ap msnq u3 'cp.ian3aJ sou 13 OUio.7 'soui
-0s 'sopwxu Ouis!~u!sc ' ~ e de[ e 'souicpanb anb sc[ ua S saioiiic aiiisui
-euald sowe.lap!suo3 sou ou anb se[ ap so!~ois!qsouiai.icu 'l@-.!l C , cp!.tsq
no social. colcciivo y [iúlilico. La qguiidii aporín & rclicrc a la sclacióri '.
que cxisic ciiirc I;i i i i i ~ c i ó i i , ~ c u ; i i i hiicióii ro dc la ausciicia dc hit- MEMORIA INDIVIDUAL Y
i ~ i c i n l ) o r i i l c-\,~c ila
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- . . . ;, 'n
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-.,. 1 l . .1 : 1 i . ! i ..l ! i . , ...->L.-.'..:.AL


1 . ,l,,,I(..i. -) . b.,.#
~Li-
I MEMORIA COLECTIVA
..-! , .l..: 1:I.i.. . .J I .!: ~ ... i i . . :.!.iii;i.. ,. .l. ...>...:J..ii:i.. ,-,.,i,.I

<xEIl3c3
iiici-a ausciici:~y la distaiicia tciiiporal'! L i c e n a ori. hc rclicrc al dzrc-
clio a intioducii- coiisidci-;icioiics casi p;itológicas cuaiido coi1sidcramo_;la.
.:LA :i:ii.: :.,

/ Rememoración y conmemoración 8"

-f
:t!
i-a;lcllíii que C,USIC w ~ x - o . , .i . . ~ ~ * ~ ~ ~ - >?.
soiinl o colcctiv:i: iiio dc~ilor;iiiios,cii iiiios casos, cl el.rF.sc, ddc iiiciiiosi;i y, .y
cii oii-os. su iii.sifi<ioici~i'> ¿,Cóirio pucdc dnrsc cl abuso dc la iiicinori;i?
Coiiio Iic ;iiiuiici;ido aiiici-ioiiiiciilc, cl pi?~l>iciii;i dc1 olvido cobra,j cuclpo Lo cscncial de la prcsciitc Iccción cstará dedicado a l priincro <Ic 1~1s
poco :i poco a iiicdida quc vayamos prccisaiido las aporias dc la ineinoi-ia. problemas previos dc los que liemos hablado, a saber:fal .,. pi-oblciiia dc
Uiia vez que Iinyaiiios Iicciio csio, dcdic;iscii~osa csc problciria cspccifico saber si es Icgiiimo, y hasta qué punto lo es, Iiahlar de una «incinoria co-
uiia icilcxión disiiiiia.
i 6c-it1-r
-n
lugar, vainos a señalar las razoiics fuertcs qiic sc opo-
extensión dc la idea de ineiiioria a grupos, colectividades, nacio-
nes, eic. Y, sin embargo, por mal fundado que cn un primer inomcnto pa-
rczca cstar csc conccpro, sc prcsuponc, al incrios dc forma :iiiaiógica, cn
cualquier discusión posicrior: jno sc .aplica la histvria a 1ai11c1no~~~1,colcc-.-
tiva para corregirla?, ( . ~ l pretende
o curar, gracias a csta ú)iiinri,lz Iierid~s5
-3
de la memoria individ~ai?~Ca prirneriparte del cstudio estas5 dedicada al
-malestar cpistemológico motivado por la primacía concedida cii priincra
instancia
. -
al carácterpcrsonal e íntimc rlr la ,
.,
.
- (C.
cuestionaremos dicha primacía y p r o p ~ & ? m ~ u l i d e l a i n rcoinplcjo
is
de la coiistitucióii mutua dc la incmoria individual y colectiva.
'Q!
l ,.-
:6.

!
i
DE LA ~ ~ E R I O R INDIVIDUXL?
1. ~PRIMAC~A IA .-.
11 : p
a) Para einpezar, prestemos oídos al alegato cn favordel uso cxclusi-
vamente individual y privado de la noción dc «incmoria)+ Al parecer, trcs
son los rasgos que carlicicrizari cxclusiva~nciiica la memoria pcrsuiial.En
primer lugar, parece que cs radicalinente singular. Puedé-dccirsc
.- ? . incluso,
dc la inaiio dc Lockc, que la meinoria constiruyc
~.~ por sísoIauiicriteriode
.3-
15
sop.iniin3.i» .JI:ILII:II s o ~ i t ~ / ni111 ) ~ i ~01 l ;111 II!I!>I:X!IIIIII!I i:.j ~ s o ~ i t a ~ a i i ~ ~ . i a d -ua as i:is? aiiL>iini?'i!!surisa.id o; 3p ou Á u?!~i!~iiasaida~ 121.3~a p i l ~ d ? p31111
anb sol I!sodii.iri "01 311 I:!.I~IIS!L~ "1 "I' osiii> 1s q!piiaila]i aiih sol 3p sopca 'opepsoaal opcsnd [ap '3iiiasasd jap aiicd oiuso~une c p p a u i ci.~a!si i s a n l ~
-cisap s01iia!ui!~~iuo3e sol ap s ~ x [ q p cs,iiio!nr:.i<13im
i X S~llO!3i:.lOLii3LilLlOJ 'aiua!aal oposvd ja v!3u3saj!p 'oueraj 13p ou!xgsd o p ~ s e d1.7 -IISU!IS!~
21Ui!!paUi SOpL'%.I()IJIl i O S '%a<\I l S i! '51111 Slli\!lJ3[03 S011!(3.1 113 SOl!.lSSU! llCJ1 ou u!m= anb scilua!ui :a~qci3aidcilpnXr. cun 'oj3adsa1 ~ r'aiioilinsqi~s :
-113n3ua 3 s sop.13n3a.i sl1.1I~a11u 3nl) 113 I!)S!SUU> !!%!ll!lS~~I!~I>II!.I~ soina'Jsi! -sñF-pep!nu!iuo:, L'I 3p ñ uq!3v!auasaj!p r![ ap nuialqo.id la a.tjsiisa.r .inln:
3p oiin co~ii!ij!iso,^ ~ ~ .... . V .~-.- ~ .- ~ S I opoiiioi ~ iI ~ q~ S O -u!s n!souaiu
~ ~ E[ ,C I~ 3 l l : ~ i i (sopsana3~
d so1 asiua aiuais!ua u ~ ! ~ c ~ I I ~ ! ~1:). I3p c
3 s upiiiinui 1: Lniii sop.iaii>~.isoiiins3.iil siii)soii.t~*s!iiii3i>~ o.iio ap sop.i.ins n~\!iesieuu?!svsadiias.i 1.1 OUI?~ s o u a s a ~c a ~ ~ ~ ~ i i ~ o !:o]ii>!iii!.\~iii
s a ~ s o d asa
. ~

-3.1 so] ?[> I:O",<I!"113 ""!S ' ~ ~ O ~ : ~ . I J I mi I ~U ~ .L~I ~ aul? iin sis!siion '3iuniiod 1 pep!nu!iuoa ap iio!siijos ii!s apu!iuo3 anb s!padiu! npand o!d!3ii!.iil ua i:pi!ii
-ti$! S ~ l l 1i 3 '<"1231] .l>lU!>iI ILl l![X:p ]3!1>!,\!1>31'>> l?Ull 313 l!%>!"l~.l (1 [ E . ~ i ~ ~ l l B anb u!s 'odua!i [a .iniuouiai ap ñ iasioaai ap pcp!ai!dc~ 121opi13!s aiiii!s
,~!>!iii?pi:p!~tiap! I:I L I I : ~ ! J . I ~ ~ anb s ~ i ] ~ ~ 1 . 1 t ~SO~I.I>II>~.I ~ 1 i 1 1 ~ i ~s o ~ [ a i l l ~C n III~? n!souraw i!~ anb n' 'so!s!d!~?.id aiuo!paul a ~ u a u i ~ ( q ! s osopesi:d>sd soi;i:j?!iI
tia Lnui ~ i s u asoiiic.iolilnp
~i sasa>ua SOXII~ SOIS!]PIO!>I: su1 a116 113 np!p -!1[3Ji! U> O O/)!liIaS 3p SJ13h!U U 3 UEZ!UC~.IO 3 S ,( 113,(11q!l1~!~ 3 s SOp.i3il33.1
-aui 111 iia 'qcji!!3>.1dsal) sa OI r!iiin~qo.i~l 111 .ZI!OI:~U 111 XII!-~J.Y saip!~" sol anb J!3Sp anb c!.lqi!11 )?%!no.e!iouaui el ap a(q!s!h!pu! pi:p!nii!iuo~ 1.1
s q i ~ n ~ ~ ~ u f l j i ~ o opc13 n ~ o 1111 , í ilon
~ ! ~si:p!<;o3a.1
i S"'! sc] 3p s~?i~ni;le L sopsan3al sajd!ilpui sol aliua ug!z1c!aual3j!p CI aiuau~ciun~iioa sapu3jap
I!CI:ILIOI~.I soln~!la anh I:I 113 0 ~ 1 6113 ~ ! ( i i ! > ! ~ ~t ?l ii~i i dr i i s ~ i ~ It!pni]~?at~~! n~11o u3 ais!suo3 i~unSjl!epnp I!S <so~!I!J~soiund so[ 3p oiin 'ol33ilsai IV ..ioci
:,?.iIi.>,?//O.>,7.i!iJlIi?lli lJ,[ ' ~ i l l ~ l l l ! ~ i ~'0{?1:/11111 ~ . l l 1 Oi(i:~ila illl 113 1!!.101113111 -aui o .soht?iii sa op.ia1ina.i 13 113 supcnon3 s o i u n ! ~ ~ i ! ~ a sí11 ~ ~ iÁo 31ii>sai</
~e
l!i]3!i' 31' "!""i"~li: 1:iiIl ~17!11"1""mlIl"l 1 >>!.""'i.1'"?".i:' """I)'!"" 111 ,331 la 3siua ais!sa anb e!a1ic1s!p L'I !S saqcs a i ! u u ~ dsou II?!~I~CI jv.ioi!ui~~pnp
-iil:[d 111]3 x l [ l S I : ~ ! ~ ~ ) ~ O S~~ ~] l ! I! l ~( i iI3 S ! ~ !!( ~
~SI:(~ ~iil??S 21111Si!i]3liUl SOd '*CA -!nu!iuo3 31anb qaap .iod e i l q J ~ o ~O3soñnui u OUIS!UICU!~ i i n IIOJ 01si:ji
-!i>a[o3 i ! ! ~ ~ u i aal) ~ iiici!xju
i~ el v .I!S.III>~.I ou O~I:J!]~~~IIII~ a>3.ti!c1 XLI ']i!np -J033J ap o~arqo1 3 uva opi:scd lap o ~ u a ! u ~ ! a a i u ouii ~ c e a~uaiiii:ix.i!p mi
p 1 0 1 a u 1 1 3 saql!lla]l?1l s ! l s 1 1 2 ! . 1 1 ! S ! l S a 1 : s d v (q -3!i;!xp ñ sapuniS souaui o svui odiiia!i ap sol~hsaiii!ap eu!aiia ioi! .si:i]i:s
'(E 5 ) li3!.i~IS!ijli!Jli3!3uo3 v i 3p opand 'oiaaja u 3 .c!jueju! !u[ ap souvral spui s o ~ o a ! u i ! ~ a ~ u osi11 n ~ :i:ici:i~
]3"o!](lliil: S!?lil S!S!(aUi: 1111 rip 0311!111 (3 113 0.1111n~12 Á Opl!<il!d 13 311U3 31S:X3 O ~ ! A ! A aiuasasd 13 apsap ~E~!IIU!~UOS ap ug!3nlos U!S aus121uo~u.i.1al!iii.lad
ailfl [>l![>!.ll![<ll~ 171 .il!.i~[l!SiiO>3p ~ > l i i ~ l 1 l3i ~ 3115311
l l ~ l ~ 1 ~ ~ 1 1 1 ~l?~ll!d
1 1 3 S!S!1yUV aui aiuasasd 13 ñ opesnd ]a i i . 1 1 ~pL'p!nu!iuo>
3 L ' S ~.cciw13d~[-np [rsi>diriai
- . . i
asa o.\.iasni xii ¿i.ia,.[ 'i,.iiiiii~ 11: opl?s:d 13p 'L>~IUI~!I~ a p i i J i ~ : { ¿ ~ ( i : ~ s . i i ! i i ~ r i ~ ~ ~ ~ o . . al nz!iue.~cZ e!.iowaui cl 'opow asa a a .aiuasaid 13 ua ~III)~)!IIJI
311 i l ~ l ~ ~ l ! S I!l l i ~L?~.lC>li1alli
S "1 l? l!pl!~ll~il~,\ 3 '.ll!~ll[ .l3~.13l~ll:l,<
l ! . l l l l ~ l l ~ l i 3s -21 opmsnd [e o!sua.lajar 33nq '«u~!sualoid»ap E ] o L'n!.ii?u!s '«ii!]!nuaiJ.i,,
oui!ll!i .II<I ~ci1)~ati~a.i lnp ~ ~ ! d o ..iain!:.ii:>
iil 13 L 11:,1~1du1>i l)i:[)!iiii!~~o> 1:1 '..aq 31) U1)!30U E[ ;)IIII!!p~UI :O</lliild!l lap UUl!lll,l I>!j.iia!:>iiO:l i J j a/J ~~SiJjt>ii,~iiloii,~~]
-I:SI! < a i l ~ a s al a~Li op~!p.i<nasopnsnd 13 3.11iia110!3i:la.i I!I 3p salod13ii!sd coi ns ua ows!iii o[ s!aap v aua!n IiassnH 'opwvd 13p auasaid 13 sa I!!SOUI~LLI
,,. ;
'I
-nads~!sol 3p oiiii;iii!ii i:.i.ia!i soJ aijsa oii 'opi:.io~iiauia.i uduia!i [ap sol^:!. iai c l anb soirii?iilaiiioa ñ souiai(cs 'u!isn2v apsaa .c!iouisw t?( u:, ap!su o p
-.U!sol L S O ~ L I ~ I I ~ ~ [ sol J aiiiia II~~!~LI!)S!I~ i!iiii .1!3111~0.1iii! i: asaii '~I:~!.IsI/I: i,sa -nsed la u03 n!aiia!3uo~i!l ap ~cii!S!.io olnnujA (a '.rerin] opun8ris 113-oiariiv
ai11, .il!lll,l~~it,,>.i,,ll l ! l ~ l !~; ~ ~ l ~ ~ < ; ~ l~ [ ~l l~l i ll ll 131)
,l ll~~il!>!.>liil,l
~l 113 s 3 ~ l ! . l ~ l c l l l ~ 3 l 1" s"ip!,\!~ s ~ i ! ~ i i a ! . i ~ ~ I xapw IJ!</~J.I~
~:[ .1ar.>;z1i1.7jap (~];?poui r>iiicini:!.iriiii
sc)li:,\.i"iu! s ~ ~ i i i ! i ss<11 ! l ~ii:!niia.i.i!l> al) I:.K~L[ I:I i: .-?s.I!>~I)?/)a1111 !SI! ! S 'ajj!p j - a u 01 ap asse[qcr[ apaiid 'op!iuas asa "3 '~ouis!ui!S c lcnZ! CJS. oiin aiiii
-iii! 311 VILIII~ ap I!!.I~IIS!I] t!] e y.i!,\sas al 11\1!3i:.iai]~ i:sa 'i:t1113]r!vpnp .ea 3304 anb C A ! X ~ U ~pcp!lua[>!
S CI ap o d w a ! ~13 uauq!sua)xa riiii i:!iouiaiii
-oda V i l 0 113 l I i ~ . l ~ ! ~ > >S ~I 3i 0i S3 St?/ 311b 3p 11~1!31?S113Si!].iJii3i Á 1:!31111/11! !lili! q u a ~ , r a33307
~ 'OJIO ap C ! J O ~ ~ U e1 I r! oun ap sopianmi sol ss.i!.~qsiir..ii
aui.iai:~~osiai opand 'opoui asa a« .~i!)!~iiaia.ir : ~sp soioqa sol ojnq a.iioans 1 uapand U N .so~isanhsol uos o u sopianaa~s ! [ q - l ~ ~ ~ I!]p c ] i ~
coiiipartidosn Icgiiiina a Halbwachs para convertir *cada inciiioria indivi- tada csa hipótesis, quc inoiiva quc todo cl pcso de la constitución de las
dual t...] cii uri puiiio dc vista dc la incinoria coicciivau. Pcro de ahía prc- ciitidadcs colccrivas rccaiga cn 13 inicrsu~ctividad,es muy irnportantc no
siip(~iicrla cxislciicia dc un sujcto colcciivo dc la iiiciiioria quc sc Iiicicsc olvidar nunca quc sólo sc trata dc uria analogia y quc, rcspecio ii la coii-
cargo, coirio dccíainos aiiicriorinciiic, dcl cai-ácicr liic>piodc sus rccucrdos cicncia individual y a su incmoria, la rncinoria colectiva s61o consisic cn
cxisic uiia distancia difícilmcntc supcrablc: implicaría quc la incmorii: co- el coiijunto dc las huellas dejadas por los aconicciiiiicntos quc Iiaii afecia-
lcciiva dc 1111grupo cuinple las inisrnas f ~ ~ i ~ i i . c s d c c o n i c w a c i dc ó n or-
, do al curso dc la historia dc los grupos iinplic.>dos ijuc tienen Iii capacidad
cióii~~~c_.cx~~uUón.quclas..ai~ihuidasa -la mc- dc poner en csccna esos rccucrdos comuiics coii riiotivo de las fiestas, los
inoria indivi3ujl.Há¡bwaclis p n ~ ~ & ~ ~ - - ~ ~ s v s i n - c r i r í c a r i c a l m e n i c ritos y las ceiebracioncs públicas. Nada iios irnpidc corisiderar a csas pcr- .,.,
sus prcsupÚcstos. sonalidadcs dc rarigo superior, una vez que hcirios accpiado la transferen-
-..-
'7%CCcseT d i l c r n ~ ú m cnalogíam cia analógica, un sujcto quc poscc una serie dc rccucrdos; y Iiablar de su
dc I n rncinoria,~..

e) Podcinos
-.
@e dcpcxlc de la f c . ~ ~ ~ i ~ ~ g I ~ o ~ í ~ . ~ ~ ~ ~ n ~ ~
va, y uiia %ciologia de la incmoria que l z c IiincaniC cii cl Iicclio de que
ésta, dc criiradri, sc cncucnira proyccirida cri la vida pública.
iraiar dc rcsolvci csc dilcina, sin cucstioiiar la fiiosoSía dc
la subjciividaq quc subyacc a la Scnoriiciiologia dc la incinoria dcsde
4 i c n c Wicrnporalidad
_ s u ~ j c t io~de- ~su liistoricidad, cn resuincn, aplicar analógicaincntc el
caráctcr propio dc los rccucrdos a la idca dc una poscsión de los rccuerdos
colectivos. Lo cual cs suficicntc para coiisidcrar que la historia cscrira
consiiiuyc uii punto de apoyo cn la cxistcncia Scrioiiicnológica dc los gru-
pos. La historia de las <<mcnialidadcs>> y de las «culturas» no cumple uria
Agusiíti Iiasta Husscrl. liinitándonos ri atrihuir a la idca de «incrnoria co- función incnor, pero tampoco mayor.
lcciivan cl sciiiido dc <<coiiccptoo i i m ~ r o ; . > ~ k U o d z d i ~ i i c n :
sióii <iriginnria. Podciiios ciicoiitrar uii pul110 a favor dc cstc traiaiiiiciilo ..,

conservador dc la noción dc «memoria colectiva>, en la fcnomenología de


la iriicrsut?jciividad elriborada por Husserl cn la quiiita Mediiaciíjli carie-
.si<iii<r.Eii los últiiiios apririados dc csa iiicditacióri, propoiic la noció!i dc
l
I
( 2. ¿ENPRO DE LA IDEA DE LA CONSTITUCIO* ~ I U T U A
DE LA AIEh;lORIA INDIVIDUAL Y DE LA MEMORIA
. . .
«pcrsoiialidad dc rango superior>, para liaccr rcfcrciicia a aqucllas cntida-
des colcctivns derivadas quc surgcri [GIS uii proceso sccuiidario dc objeti-
viicióri <Ic los intcrcniiibios inicrsul>jcii\,os. W a oii ( uc olvidcinos, por ,... ,:a,
- LiL-/.
iaiito, cl psoccso dc coii~iitucióii~ I I Cliii diido lugar cs entidades ,ijaia . j 1'
Podcinos prcguiiiarnos si este proccso dc derivación de la rncinoria co-
qiic las iratcnios, a su vcz, como sujcros (Ic los q ü e p u i p ~ r s e lectiva a pariir de la iiidividual da cuciiia ficlincnic dc toda la ohscrvación . .' . .
cosas siinilarcs n las quc atribuiinos cii u11 pi-imcr inomcnio a la concicn- fcnoincnológica. Ésta sugicrc, más hicii, la idca de una constiiución si-
cia individual. Podc~nosaplicar, ciitonccs, a los producios de la objctiva- inultáoca, mutua y convergente de ambas incmorias. , ~.
I . ,. .*I

ción dc los iiiiercarnhios iritcrsubjctivos c1 carricter ~ i n a k i g i c ~ w c ~ H ~ u s s e r l Los Iicclios quc incncionaba el sociólogo Halbwaclis con aiilcrioridad
-, . .
~~

airibuyc a tó¿T6¿ilte,-ego rcspccio al r:i:,~ 1 fcrcii- craii rcalnientc priinordialcs. Podemos rclorzarlos incdiante aiguiias cx-
, . / S
c i ~aiini<jgica,
i podciiios cinplcar In priiiicra pcrsoiin dcl plural y atribuir a pcricncias noiorias romadas dc la práctica psicoaiialírica, quc ocupará un
-
csc «~ios<>iros», scri c~ialS C : ~SU iitu/:ir, i(>diisI:IS ~irci.rog;iiiv:isdc lii incilio-
ria: car5cicr priipio. coiitii~uidady polaridad pasado-l.utui-o. Uiia vcz accp-
luga- inuy iiiiportiiiitc cn cl tci-ccr csiudio. Al 1irircccr, la evocacii,ii de los
r ~ c u ~ d o s t r a ~ n & c ollcvada
s a cabo por cl pacicnic no es cvidciite.Se
ri
encuentra con dificuliadcs quc sólo puedcri cliininarsc .ci.acias a la iiiter- cluso, le auioriz;icióri de uii icrccro de la que liiihlciharnos i~nicriorrncnte
presiden el paso dc la colicsióii vital a la iiarriniva propio de !a rncrnoria
inicriorizatl;~.De 1<1r1113 :IÚII 1115s ~.;lilic;iI,poclcniiis ~ ~ C ~ U I I I ; I ~ -si I I ~I:\ I S[c-

llevar al lenguaje sus síntomas, sus fantasmas, sus sueños, eic. Ahora - ---- -
noinenologia dc In ~ncinoria,
_ _ ~ _ ?

na-~i~C-lac«i~icilcl;~~~~iguI~~~i~.o
.
quc
._-
corisidcra ;I ~ s i ú;l t~i i i i : ~un Iicclio~.origi:
~

loriria p;tiic~i.li'gran 1-adiciiiii d e l a


u bien,~ljuegoleieng~je.enel-qucse4em~~acxte~~~sa inicrioridad desarro!ladn prii~cipnirncniepor _.____ el idcalislno
1 i,r Iiay ciuc Z K T l r i clclcrisit de Iii pil;ñ;ic;x - sul>jetivo,
. y si
-
ex-presión,-esr -
= -
propiarncnte, se cuci>tnn,a '
narratio31 rclaro y los síntomas, Iiablaiido
. . - ,. 14 bi

~~. .,~
~

- . ~. .
~
,
dc I;i tnciiiorin iiidividual
obs-
~

1 / rc:;pecto a la colcfiiv;i :rl iibcho de cluc laimc piirtc dc esa grnti lratlición:~
tante, esa mediación lingüística no pucdc inscribirse en un proceso de de- EnFSECaSo;~lin!i~-ínque poiici. cri duda la ccuaci<iiicxistciitc ciitrc 121 inc-
a p k t i r de una conciencia originariameiite privada. ina~riny In ci>iicicriciii.
sticiirl y pijhliw.
-- Aiitcs de ser Al respecto, la iioción dc ~~hisit>ricidatlu, dcsarroll~tlapor Hcidc-gcr cii
en la convcrsnción
. ordinaria e n e l iiiarco de un intcrcainbio recíproco. Ademis, la lengua en
-
Seiil ~ i ~ iZeir
i l y cl;i!,i~i-;~diipre\,iüriicn(c por Siiiiincl v por la Esciiclii dc
., Badcn, parccc que pucdc cariccliii Iii hiporccn porciici;iIincntc itlc;ilisca. El
h&.ICi-aI exoresaniun. colnun.inalmentc,nuestra rela- seiitiriiiento de pcrcciicccr ;I i i n grupo u oiro, a tina nación detcrininada,
cióii con el relato consisic, en primer lugai; en esclicliarlo: nos cuentan
suponc iiii rclcvo iiiipoi-iaiiic cnirc las reiacioncs iriicr.;iibjciivas y la 0142-
liistorins antes de que scainos capaccs de , ~ ~ r o p i a r nla%capacidad ~ de
1iv:icióii dc éstas cii los cnii?iinidailes dc r:i~igosupcrior n-atntlns ilirccta-
contar y i r fortioi? de 1:) de cori!ni-nos a iioso!r»s iiiisino. E s t ~ ~ g ~ ~ & c i ó n
iiiciiic coino iiii iijciii siisccptil>lc cIc clistirii:is ;iirilicicii>iics.q Ei~-<- < c p & U 14
m l i c ; y~narrntiv:~requicrc que se Ilcvc ;i cabo uria c o K c ~ o i - -
tn-e& h r e s i c . .. . ., 1 rncmoriii individual. j~
cuesti~iiiarsela ecuacióii que exisic entre In conciencia, cii el sentido fucr-
parecer, llktle . vivir
' cri c~jliú~ulwit\l qtie t(:iiinali Arcridt sirii:i c(i)i:igeii
~ ~
del
co cobra sciitiilo cri csiii Icciiira cri 161-iiiiiicisde liistoricidad dcl iriiciit.~
ptiilci. poiiii-

husscrliann de dcri\r;ir la conciciicia colcctivn a partir dc la i~idi\~icluai,-,


lc de -conciencia individual», y la memoria.
En ~?riinerlugai, sosjiccliainos que e! ancilisis cldsico de In rcrncinora-
Sohi-e cstn niicv;, Ibiisc, i-csiilta rn5s plnusihlc ilirc~;iiilcsiinalciiomcnrilt~gi~i
- .. - .
(
a~onstitucror~ iiiutu;~y convcrgcntcdc la-nicmttria iridi-i- !
si~,~ul~i;ii~c;i.
ción Iiacc referericia a iiiia conciencia que lia llevado a cabo un largo rra- Lh11.y. colcciica.
de relievc e! térinino alernjn El-i~riie-
9 , riirig. del Espíritu sul~jetivode la EII-
ciciopc<iiiide las cierrcii~.sfiiosúfica~.En el nivel de la interiorización. la
,.. . .. , inernoria parece anclada en la capacidad pi.mcflexiva dc la vida-psíquka
, ,
,
~

dcucc¿¿crsea sí iiiisnia. Dicha capacidad hace justicia a la noción diltlie-


3. LA
CONCIENCIA HISTÓRICA
,. . ,. y;lna-dcñrsmrmieri~i~i~~ [les Leberrs, de «co!icsióri de la vida», El relato
introduce cn esa cohcsión su propia «cohesión narrativa,,. Las dificunaucs Si tcneinos cri cuciira la arril>iici6n csirici;iiiicriic sirnttrica dcl concep-
,.: e...$ ])ara recoi-daralgo ineiicionadas ariieriormenic y los rcrióñ,enos q u e ? . [o (IC «inei~iol.i:l»a
~ i ~ g a r c r n eno s la icrccr;i Iccción se dan, a1 parecdr,- iTe iris nocioiics <jc
vo de la iliemoria. La inctliación del habla y la ayuda, Ia aprobacióll c, in-
' JJ
.y--
1
dicada. prccisaiiicritc, a I;i sciniriticn lili~silfic:~
dc Ins riocioiics dc edicinpo
do y perdón*) s e iclón de fondo de u>a dial6ciica más ninplia, la de
Ihistórico~,y dc ect~iiciciiciaIiisrórica>>.
la c . o n c i c d i Men-cncUe-&O .- ~.- ... del
Vuy :I sclcccioiiar ircs :ispcc~osde I:I o111.adc Koscllcck. El priiiici-o sc
rclicrc n la polaridad hásicii que cxisic criti.c cl «esjliicio de cxpci-iciicia» .. por supuesto que cl adjcti\zo <<liislijrico» no califica uiia
a- dcicrininada, la ciencia liisiórica, sitio la condicióii Iiumaiia o,
y ci aliosizoiitc de cs~icra».~Ei:ii~cir~~~~i~sliu~i~~~i~i).
(E~fiili~~riiig.s~-~~i~~~i) Tal como suclc decirse, su historicidad. ¿,PorquC llevar el marco dc la discu-
cspacio consisic cii cl corijuiiio dc Iicrciicias
-
del pasado cuyas iiuclla3~,iF sión inis allá dci problcina del «carácter pasado* dcl pasado? Por-
d;;ci~~-~--
~i 1
' s c > c ~ c en n cierto iiiodo el suelo cii cl qiic dgcaiisaii los
- que iodos los téiininos de la secuencia inencionada tienen quc ver con el
dcsc(>s,los iiried(,s, las prcvisioiics, los proyccios y, cii rcsiiiiicii, iodas las
-. pasado y Cstc sólo adquicrc cl doblc sentido de «Iiabcr Sidon ... y dc ano ser
ya,, cn su rclacióii con el fiiiuro. Por canto, cra iicccsario,situ:ir cl estudio.
que dc otro iiiodo corria cl riesgo de obscsioiinrsc por,:e! <<carácterpasa-
do» del pasado, en c1 inarco dc una dialéctica inás amplia, cii la qucpsc- . ..
ambos iiolos iiscgiisa la diiiríiñicii dc la coiicicricia Iiisiórica. El scgurido valccc la relacióii con el iuturo en lugar de cori cl pasado; Eii cierto modo,
es CI siguiciiic;cI iiitcr~i~~im.~~!rc CI espacio de cxpcsic~iciay e1
de cspcrn sc 1lcv;i ii cabo cii el prcsciitc vivo de uiia cullura. J
, toda la terapéutica de la inc~noriaherida dc la que l i a b l ~ e n i o scn las Icc-
ciones siguientes descansa cn esa prioridad de la rclaci6":del .. prcscnic coi'i
no piicdc icducirsc a uii piiiito cn la linca del iicinpo, :I un el futuro en lugar de con el pasado. ~,
iiicro coiic ciiirc 1111 iiriics v un dcsnucs. Sólo ilucdc dcliiiirsc dc csc irtodo
iiii iiisi;iiitc cu;ilqiiici-ti. iio cl prcsciiic vivo. Esic úitiiiio iiicdi;i cii la dia-
ICctica que csistc ciitrc el cs[incio de cx)icriciicia y el Iiorizonie de cspcra,
cri la incdida cii que sc dan cn su sciio el pasado rcciciiic y cl Sutuso inini-
nciitc. El tcrccr aspccio coiisistc cn que el-.diiiainisino dc la conciciicia
Iiisiórica -.cs Si-iiio dc la sctisación de oricniassc
~ -~~
ii lo largo dcl ticriipo.
Iliclia oriciiiiici6ii cubrii su priincr iiiipulso gracias al li(irizoiitc de cspcra,
([UC aSccie cosiclntivnii?ciitc al espacio dc cnpcricticiii, ya sca para ciiri-
~(lucccrlii« 11nr;i ciiip~~lircccrlo. I'or úliiiiio, cl liorizi>iiic dc espera coiificrc
ii la cx[~ciiciici:idel pscsciiic el gr;ido de iciitido o dc sinsciiiido que, en
úliiiiia iiisiaiicia, otorga a la coiicicncia Iiistósica su valor cualitativo, irre-
tlucrihlc a la ditiiciisi6n incraincntc cronológica dcl iicinpo. i
Nos ciicoiiii-;iiiios, cii csic punio, coi1 cl icrccr rasgo dc la incinoria quc
lictiios ~iicncioi~ado ; ~ ~ i i c r i ~ r i yn cque ~ c I I C I ~ O S llcg;ido a desarrollar.
~ ~ iio
Diclio rasgo s6lo piicdc rccoiioccrsc plciiaincriic co el marco de la con-
ciciicia Iiisiórica cii el que se insci-ibc la polaridad cxisiciitc cnise la con-
iiciicia individual y I;i colectiva. Eii clfcio, era iiiiportanic situar la se-
cuciicia a la quc cstáii dedicados csios csiudios (aincinoi'ia, historia, olvi-
55
1-
. ~--.- i~
j ~
-iinss.iil i~a;ii:iii! i!jn.iii,~'i1~)!>1111~;1p1!3[it:ijC.~i!I(~~i<1a ,t s i ! ( ( a ~ l iS(I![ ~p LI»!S!I
- l ! t I l ! s ~l?l
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L i il \~I > O ~ ~ ~ UtLiS!Lll 'l!()i!~O,\!l1~~3 [1!2S 11
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I!JJ!I~~!Sanb ua!n3[r ali i:[ i: .rc(!ui!s uy!ni:so,\!tilis ciiii 113o (rljnriiJs) sajn!
-2s SI![ q)ii»!3!.1~'dcsaii' c[ 112 31s!s1io3 'OSI:~ as3 113 '.IO.I.IJ ( 3.1:.133 3 p EU!UIP/
ción, dc lo irrc:il, dc lo vil-tual o de lo posiblc. la inciiiorin dcsca y ~ s u i n c
\l Fl6bor -volvcrcirios ;i nliordar ~>oxtciioriiicnic,n .rir~ii>ósito . dc Frcud. cl LA MEMORIA HERIDA Y LA HISTORIA
11 \
tcina del trabajo del rccuci-do- d i ser licl y cxacta. Plaibn se liabía ;intici-
pado a esa cpistciiiología de la mcirioria al distiriguir cntrc el arte eikus-
tiké y cl piiriiitns~iké.que coiistituíaii, a su juicio, los polos opuesios del
al-te mimético. Aliora bicii, sólo cl priincro ticiic por objcto la verdad,
coino Iicmos señaltido al reparar cn el adjetivo uietliitiús, que Dies traduce
p o r ~ ~ f i e lEn
» . cstc puiiio, cl lector ii» dejará de oi>ict:ir la poca fiabilidad TRAUMATISMOS Y ABUSOS
/Cfc la incmoria. I7reud iiii dejó iiunc:i dc preocuparse por cl problcina dc la
3\vcrxcida de los prcsuiitos recuerdos de scduccióii de sus jóvciics pacien- Me gustaría llarnar a la tercera aporía
. . ~. sobre la que proporigo quc rc-
6. ites vicncsas. El ciigaiio dc la mcii?orin ci-a dciiiasiado cvidcnce. Pero, jrc-
- __
llcxionemos la aporía de la iiie17iur-iuI i e r i d u ~ cnos impone debido al cs-
a la incinoria que se ciigaiic o que 110s ciigaiic si no tuvicse pectáculo que ofrece el ejercicio de la mcmoria, principalmencc colcctis80 , .
por objcto la exactitud y la íidelidiid, su propio modo de afroiitar la ver- público, en muchas regiones del mundo. En uiios casos; parece csistir ~

dad, algo que no Iiacc la iiiiagiiiaciúii'?A inri juicio, la icoría dc la riicmoria resulta insufi-_-
sulrc, cri este puiiio. la inayor iiicursióii dc la icoríii dc la iinagiiiación. En
electo, podcinos seguir la dcriuiiciii dcl cni-ictcr seductor y ciigaiioso de la
iiiingiiiacii>#idcsdc cl at;iijuc de 1'l;itúii coiitra I;i solisticn, que, según él, Nictzsclic. Ahora bicii, estos usos coiitrastados dc la memoria sc <Jcl>cii;i
{orina parte del eikúir, Iiiisla Moiitnigiic, Pascal y Spiiioza. Pci-o la imagi- k l r a ~ ~ ~ , d e , j a f i e n t i ~ ~pei-so11aL
d ~ & ncoino
~ o c ~ ~ l e c ~ ~ ~ ~ Ldea s . ~ u s s
nació11no rcsulin ciigziiiosn del inisiiio modo que 13 rnciiioria. La confu- la rncinoria, a los que Tzvcian Todorov
Y - -7- lia dedicad« uir excclciitc y hrcvc
sión ciiirc lo irical y lo real o. por asídecir, su prol~ciisiória aiuciiiar iiioti- libro, tienen que ver sobrc todo c o n T ~ r a s t o r n o s . d cla ideiitidnd dc los
van que la iiriaginación se cricuciitre iiajo sospcclia cii cuanlo núcleo falaz
~ ~~

p?I->los. La cuestión de la i'dcntidad constituye por sí sola uri proGTCTCina


de la rIú.ru, cn cuaiiio traiiipa de toda iiiNiiesis, de toda iiriitación o copia. que lie abordado en otro lugar. Gira cii torno a las respuestas que pucdcn
La lalsedad de la riieiiioria es disiinta. Sc cquivoca sobrc lo que ha sido, darse a la prcguiita u¿,quiéii?» -«¿quién soy?»-; pregunta que recorre ci
sobrc lo sucedido coi1 aiitcrioridad a cstc otro cikóii, por prcsesvar el vo- ordcn del lcnguajc, el dc la acción, el dc la iiarracióri y el de la iiiiputación
cabulario de Aristóiclcs. Diclio de otro iriodo, los criorcs dc la rncrnoria se ,.,
moral. Podcinos inencionar tres aspectos dc la crisis de la idciititiad: cii
refieren ~ > ,iirtliviso
v a la iiaturalczii de las cosas auscriics que rccordarnos priincr lugar, atañe a la rclacióii con cl tiempo o, más exactarriciitc, 3 la
cuarido nos faltar1 y a la anterioridad, a la distaricia tcinporal, a la tcmpo- permanencia de uno mismo a lo largo del tiempo. Una segunda fuciitc dc
ralidad propia del recuerdo. Pero iios ccjuivocamos porque tcrieinos por abuso se debe a la coinpeiiciún con otros, a las amenazas reales o iiiiagi-. , ; ;; .t

objcto la verdad, la exactitud o la fidelidad. Pues bicii, Iia llegado el ino- narias de la idcntidad. dcsdc el inoinciito en quc ésta se confroiita coi1 la / ,

iiicrito de poiicrsc cri caiiiiiio y de al>ordnr u113tercci~iiiporía a partir dc altcridad, con la diferencia. A.estas heridas principaliiiente siiiihólicns sc
este clriii~i,dc esla i-civiiidicaciúii dc la iiiciiioriii. suma una tercera fucnic de vuliicrabilidad, a saber, el lugar de&violciicia
cri !a lundacióii de las i d ~ n i i ~ a ~ ~ p ~ n c i p a l i n c ~ i t ~ ~ ~ i ~ a s _ E. .~ ~ - s e g ~
ténnino, al hablar dc las patologías de la memoria, nos cncontrariios sicni- . .
L« i < ~ i i ~ del
wr iii,~ii,,ii ,>o.w~la:iiiciriiiiin J <ili,iilo IS
6''
prc con I re x i o n fundamental de la memoria y de la Iiistoria con la vio-
lciiciii. ob e no se equivocó al comcrizai- su filosofía política con una
situación originaria en la que el miedo a 13 muerte violenta conduce al
cuerdos irauiiióticos. Diclio obstáculo, airibuido a las «r
se designa co
-.
liriinhi-cdel «estado de naturaleza,, a los ~~íiiculos de un pacto contractual rasgos, poi- iiii;i tciicleiici;~a pas;ir
~ . . :il rici«.</l,girr~~ii)
~~~ ~
[jiic, scgiin 17i-cucl,.<sir~-
rl~iclcasegur~rá,en priiner lugar, su segiii-idad. Adeinis, no exisie iiingu- t i c E ~ r c ...~c ~ c r l l?l
o . p;iciciiic aiii) rcprr,diicc [el hcclio olvic!ndii] cii
, ,
na coinunidad Iiistórica que no tenga su origen en tina relación que pode- a de reciicrdo sino en Ioriiia de zicción: lo ,i./>ire, cvidcniciiiciiic, sin
~

iiios comparar sin titubeos con la gucri-a. Celcbraiiios coino aconteci- saber quc lo lince» ( 1 29). Dcjciiio.; a 1111 Iiido las iiiiplicacioncs tic csic fc-
iniientos fundadores, csencialinente, actos violentos Iegitiinados más tarde nóiiicno rcspccto al nlvido. Volvcreiiios a tratar csc prohlcina en el cuarto
por un Estado de dereclio precario. La gloria de tinos supuso la hurnilla- estudio. Adeiiiás, el acciito rccac cn el pasar al acto y en cl I~igart)iieocupa
ción de otros. La celebración de un lado corresponde a la exect-ación del éste en c! dcsconociiiiiciito dcl paciente. Lo iinpoi-tantc, para riosotros, es
otro. De este niodo, se acumula en los arcliivos de la memoria colectiva el v;nculo qiic cxisic ciiirc la ci)iiipiilsii,n tlc repcticiiín y In rcsisieiicis,
iiii conjunto de Iicridas que no siempre soii siinbólicas. f iunit~a l;i sustii~icióiic l c l s c c r r c n l n m m ~ i ~ ~ ~ ~ICiii,iiieiio.
~ o l i 1 c Aciiií rcsiilc el
La memoria puede ser estudiada desde el punto de vista d e su uso, ex-
cesivo o insuficiente, relacionándola con estas nuinerosas fuentes de la . .

--
/ '
vuliicrabilidad de la identidad personal o colectiva, y, de un inodo directo, p;ii-:i nosotros, de 13 iiiiiyoi iiiipostiinciz~,dado el cstarlo ti-auriiático de la
con el olvido iniplicado eii la instrumcntalir;ición de la memoria. memlria tlc !os puchli~scn iiucsir:~i'poca. Lal>riidci-ase refiere ni anaiisia.
;,Que problema propiamente filosófico- pliiiitcala cuestión del abuso de
~~
la
.---sccundr~..al.,niiUlir;iclo.
-
Al pi-iiiicro se Ic ;icoiiscja qiic tcngn una 5r:in pn-
l:i incinoria? Hal>l:~ré
~.
en~rjmerlugarsobi:~I;I-Icgitimidad.dein~roduc.ir
-
en ciencia con las rcpcticioncs qiic se ~'rritliizcaii iiI iilirigr>rIc 111 ir:inskrcncia.
iiiic.itra-reflexión categorías patológicas o cuasipatológicas - c o m o «heri- Ésia. señala I:reud, crea de cstc iiio~liiiin iinhiio iiitcrriiedio cmrc lri cn!Cr-
ila», ~traumatisrno*,cte.-, que aparentemini& son diiíciles derelacionar medad y la vida real; diclio iiiibito consiste en iii1;i especie dc <<arcn:inen
con 13s~.c a t e g ~ e p ~ l e ~ m . o I 6 e i mencionadas
cw
as anteriormente -«fideli- la que es15 pc~~initirlo que la coiiipiilsión se iiianilicstc con una libertad casi
-
.. (lid». «exactitud» o «veracidad»-. He Ilninado a esta aporía con el tér- coiiipleta y donde se presenta la ocasión de que cl fondo paiógcno del sujc-
iiiino-moria iieT;da> para señalar esta dificultad. Para orientarnos en 10 se exprese abicrinineiiic. Pcro taniliién sc pitlc alzo nl paciciitc: ha de

c.

:!
,
, ,, t
cita pro lem&ica, creo que sería apropiado recurrir a dos notables ensa-
),os de reud y iratar de aproxiniarlos, algo que al parecer todavía iio se
11a ~icclio.
El primero de estos lextos, fechado en 1914, s e titiila «Erinnern,
1 dejar de quejarse (1 ilc ocirli;irsc ;i sí iiiisino su verdadero csiado. <<tenercl
valos de presi:ir nicnciiiii :i siis iii;iiiiScst;icioncs iiieirhi<l;isy 1111 cr~risidcr~r
su cii~criiiccli~rl cr11iiii;i!gri clcs~~rcci;iI~!c,siiio ~i~roiitrirla
C ~ I I I I O1111~ ~ c l ~ ~ c r s a r i o
dign.1 de cstiiiia, coiiio iiiia 1):irtc ilc sí riiisriio ciiyii prcscncia está bien jus-
WicderholenSu&rbcitenm (G.W , t. 10, 1913-1917, pp. 126:1%jXé tifica:Ja y de la qiic Ic c~)iivciidriicxti-ner valiosos ilaios para su vida poste-
r i o r ~(132). g e otro iiiodo,--~ $ 1se producirá I;i <<reconciliación>> (Verrijh-
y----

. iiprcciai-á de ininediaio que el título sólo cstii ioin1;ido por verbos que su-
hrayaii la pertenencia de I o s J r g s p ~ o ~alsi i i q o deluerzas psíquicas con
~ ~

iririip) de! enfcrriio coii lo rcpiiiiiiiio (ihiii).


las que <<trabaja. el psicoanalista. E1 punto de partida de la reflexión de (1)cjciiios a uii I;idi> In noción de areconcilinción», que ocupará un
IIri -- - '
id se encucnii-:I en la ideniificnción del o b s i r i c i ~ ~ ~ ~ ~ i p a l r n c o n i r a d o luga: cciii~ilal 1iii:il ~ l iiiicsti-ri
c cii;iito csiiiilio.) Dciciig;iiiioriris por aliora
pretación~(Driifiriigs(~~-i~eil);II tratar de evocar rc- en el niodo cii que CI ~>:iciti>ic y si1 ;in;ilisia traiaii la rtsistcilcia, al que
i . i
cumpliniiento en detalle de cada una de Iris órdenes proinulgadas por la guicrte: «La ~iiclancolíaioina parte de sus cnractcrísticas del duclo, el
realidad es la tarea del duelo*. otro proceso dc la rcgrcsión al ri:ircisisiiio a pririii- de la clcccióii objcial
Pcro, entonces, ¿,por qué no es i ~ ~ a ~ w narcisista». l . ~
iiiclina haciaéstai Lo que convierte ~. el ~duelo
~ . en. un fenórncno~nornia~,
~. Si nos prcguntainos :ilior:i cluC iios ciisciin I:i i~iclaiicolírisrihrc cl duclo,
--. ,~

aunque d o l o x ~ o cs
, que «una vez-y.
que
.
sc acaba el trabajo de a e l o , el yo Iiabxí que volver ii coiisiderai- cl coiiccpio dc Icli,q~fiilil,(!tic liasia el 1110-
se eiicucntra denuevo libre y d e s i n u i d p . Quisiera aproximar el trabajo mcnto lietnos coiisidci.lido algo sobrndainciiic conocido y al qiic Fi-ciid ca-
-.
tlc dÜFla altiabajo dei rccuerdo desde este piinio de vista. Si el trabajo de racteriza en una ocasióii coino ~~rccoiinciinicnto de nosotros inisiiiiisn. Se {
la rnclaiicolía ocupa cn este ensayo una posición estratégica paralela a la caracteriza por la vcr~iienza3 1 1 1 ~titr(i, ~ I I CcI iiicliiiictilic~~ ~ S C O I I O C C ,
que ocupa l~cornpulsiónde repetición en cl ensayo prcccdentc, puede su- pues csti tlcinasindo iiciipntl(i consigo iiiistnti. Estiiiin di: sí y vo'~.iiciiz:i ,
gerirsc que el trabajo de duelo se revcla costc~samenteconio un ejercicio serían, dc este modo, las coinpriiiciitcs vinculatlas tlcl diiclo. Frcud lo se-
liberador en'la medida en que consiste en un trabajo del 1-ecucrdo.Y tam- ñala csplicita~iicntc:<<Lacciisiirii tlc lo coiiscicnic>, -cx~ircsióii tlc Iri iris-
bién rccíprocamcnrc: el trabajo de duelo e s el precio a pagar por el ti-abajo tancia ilainada gciicr:ilincnie ncoiiciciiciii inoi-;il,>- coi-re p:irejris coi1 I:i
del rccucrdo~yel trabajo del i-ecuerdo es el beiieficio dcl trabajo del diie- «prueba de la rc;ilid:id cnirc las ~i';iiiilcsiii.;titiicioncs del yo,,. Est:i oliscr-
lo. Pci-o antes dc sacar las consecuencias que tenernos :i la vista, veamos vnción sc ciiciiciitrx \~iiiciilndn:i I i i qiic se Ii;i <liclio e11 el eiis;iyo riiitcrior
quE enseñanzas complcmeniarias aporta el trabajo de 1:i melancolía al sobrc la rcspons:il>ilidad dcl niirilizailo I-cspccto a I:i rciiiiiiciii a p:is;ir ;iI
;acto y al propio trabajo dc 121 iiiciiiciria. 011-aobscrvrici6ii: si cii la inc1;iii-

1
inarco preceaente del trabajo de duelo. Pariicndo de la observación inicial
respecto a la disininlicióii del lciigefiihl cii la inelaiicolía, puede decirse olía las qucjas soii :icuscicitiiics, j,iio p:irticipa el tluclo de ;ilgfiii inodo de
que, a diferenci:~dcl duelo, en el que el univcrso parece empobrecido y diclia afirinacióii, coii In dikrciiciri de quc eii éste sc cst:ihlccc iina cicriri
vacío, en la'mclancolía, lo desolado es, precisamente, el propio yo, que inctlida, propia del tiiisriio, que l i i i i i t r i tiiiito la acusacióii cointi el ;iuiorrc-
recihc los golpes de su propia dcvaluaeióii, de su propia acusación, de su roclie que conlleva Iri iiiclriiicolia'! liii f i i i -y esto cs psohablcinciitc lo
propiri condena y dc su propio rcbajainicnto. Pcro esto no es todo, ti¡ si- inás itiiportaiitc-, i,iio [ioiic dc iii;iiiilicsto la ~irosiiiii~l;ril ciilrc h'1r1,qi.ry
quiera lo esencial: los I-cprochcsque se hace a sí misino ¿,noservirían para A~rk/(~,ye pi-opi:~dc l;i iiiclriiic~~lii,
ciit~cqucjri y rcproclii:, cl c : ~ ~ i c t c;IIII\I~-
r
criinascarar los rcl>roclics dirigidos al objeto dc amor'? *SE qiicjas 4 s - valciit; de las rcl:icioiics niiior~is;is,iliic a6ri;iii aiiior y (idio Iiristri cii cl
ct-ibc audazmente Frcud- son acusaciones>>(1lii.e Klnge~i.sirrdA~rklagr~r). duelo"
r\cusacionesqiic pueden llegar a martirizar el objeto alnado, incluso cn el Pera quisiera finiiliznr csta hrcuc iiicursiBii cn iiiio de los in5s c»noci-
iiicro iiitcrnodcl duclo. Freud plantea la hipótesis dc que la acusación, al dos cnsayos de 1:rcud rclisiéiidoiiic i t l ~ i o s i t i dv~ i~. i l ~ ~ i o ,coii- ,cn
clebilitar la inversión objetal, facilita tanto el cnclaiistrainiciito en cl yo trasic con los efectos clcsastrost~sde I;i niclniicolia: *1..;i ~iiclaiictilíaplaii-
corno la transforinación dc la discordia con otro cn ai~tolaccracióii.Vainos texrcitcndniii?iitc iii~cj~sslirc;iiiit:isn I:is-<]uc iio siCiiipsE~piidCiiiosrcs-
.~.
;i dejar dc seguir las iiivcstigciones propiaiiicnrc psicoanalíticas dc Fi-eud ipondci. Coinparrc C&I el cluclii I;i ~i;iriicularidiitldc poder, dcspriés dc
a-
sobre la regresión del amor objcial a un narcisismo priinitivo, e incluso a 'cierto ricinpo, dcsnprircccr sin dejar :ipiireiites y Zravcs inodilicacioncs.
la rase oral de la libido, o sobrc la tendencia dc la melancolía a transfor- Por lo quc rcspccia ;iI cliiclo, Iiciiios podido riprcciar cliic tenía que pasar
iiiarsc eii el estado sintoiniticaiiiente inverso tle la manía. Adeiiiis, Frcud alcún ~ieinpoaiitcs dc qiic se ~irotliijci-nel cuiiipliiiiiciito tot;il dc lo que
es iiiuy prudente en sus in\,estigaciones. Nos liinitareinos a citar lo si- exige la priicbii de Ir1 sri;ilid;id y liarri tliic el yo, iiiia vez i-e;~lizadadiclia ta-
re:!, i-ctii-c del ol!jct<i pci-tliclo sil liliidii, clac de cstc iiioclo vuclvc a ser li- c i i las rclacioncs iiitcrpcrs(inalcs. Pero, ¿no piicdc decirse que, cii csic
Iirc. Eii 1:t iiicl:rricolí:i, c l y o ic:iliz;r. coiiio podcriios iigui-;iriios, liii irabajo caso, el cspac.io público de l;i discusióii cs c l clciiiciitu i ~ u i v ; i l c i i i c de l o
siiiiilnr; dcsdc c l piiiiio de vista ccoiióiiiico, iio coiiipi-ciidcinos riinguno de que llainábainos aiitcrioi-iiicntc la «arciin» de las relaciones entre ccrapcii-
..
csios íciióiiiciios~~. Olvidciiios la coiiresiilil de I'rcud i-especia a I;icxplica- ta y analizado'?
cióii, y rciciifaiiios su lcccióii clíiiicn: c l iiciiipo dc duclo no deja dc rela- ..... :
$.

ci(~iinrsccoi1 la paciciicia que iccirrinah:~c l aiirilisin a la Iiora dc pasar de l a E1


L~.
segundo problcrna lilosófico que plaiiica I:I iioción'de «;iliiiso de la
rcpcticióii ;11 rcciiciilo. E l rcciici<io tio sc dirige sólo al iicrnpo, si110 que incmoria» s ~ ~ ~ C ~ ( i c ~ a ~ ~ C u ~ i c n p r o ~ n d a - ~ ir;isioriios. ~ ~ ~ r a ~. t r ~ t a e s o s
.- . ...~
Quisiera insistir cii l a ii«cióii de «iialjajo,,, ciiiplcada por Frciid cii estos' .
~ ~ . - A ~ -

rccl:iiii;i iiiiiihiCii su lir(i1iio iiciiipo: iiii iiciiipo de duclo. I.,


Itctoiiio I;i pi-cgiiiii:i plniiic;ida :il c~iiiiiciizti:i,linsia qiiE punio es Icgíii- dos ciisayos -rrabiijo dcl i-ccucrdo, trabajo dc duelo-t.~icii:i riociiiii 5, .
presupone no sólo el suliiiniciiio de csios trasioi-iios, sino'nucstr:i i-cspoii-
ino irniis~~on".;il pl;iiio de la iiiciiiorin c t ~ l c c i i \ % y ~de la Iiistoria las caiego- ..<, ,
iiiis pniológicas ~isopiicsicispor Frcud cn I(IS dos ciisnyos que acabamos dc sabilidad anic los inisinos. E l propio Fi-eud no l o igiioi-a,dcomo constatati
1 i.
sus consejos tci-apEuiicos i-cspccio a la pcrlaboriicióii. En-efccio. las iio- .,
Icci-? L n jusiilic:~citiii11iicdc ciictiiiiriirse cii ainhos I;idos, a saber, del lado -:i

de Frcud y ilcl Iiitio tlc Iri coi1ciciici;i Iiisiórica. cioiics de U@ »osyl$&od iicneii que ver coii uii USO perverso de este
....
Se liii1ii:l :~jii-~ci;iilo. jior t ~ i i1i:irtc. 1;)s distiiiias ;ilusioiics dc k c u d a si- trabajo; rccucrdaii la idea dc una iiistruincnraiizacióii de !a mciiiiiria, cliic
;~ <-,
dcpciidci-ía de l o cjuc Mux JVcbcr Ilainaba Z i i c c X i - r i i i o i i n l i ~ p o ~i -( ~ i i i r a j i i i -
III;IC~OI~CS (jiic i-cli;isitii CI IIIUCIIO l;~ c s k r a jisi~«;iii~líiicu, taiiio por parlc
dcI ir:il>:ij~(le i-cci~cs~lo c o i t i ( ~del 11.iili:ijo (le diiclo. I~I:! c ~ ~ c i i s i hsei iVUCI- sicióii a la i~Vei-i,zitioiruIii¿~i. Hahcrinas, a su vez. traia de djstingiiii el ni\-cl
ve iiiuclio i i i i i s csideiiic .~~~
~~ ~ ciiniido se aticiidc n todas Iasj!,u~nrwnrs.incncio-
~~~ - coinuiiicacioiial de la Ciica de su iiivcl purainenic utilirario y c\ii-;iiégico.
ii:iilns cii In coi-ii ~ i s . i ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ i ! c ~ ~ . i c 1 1 . c n ~iio_sólrrei LOS
11~c~~~~.c~n~cl.or.o,. USOS de l a iiieinoria se ciicucniraii cii l a encrucijada d$'$si«s (los tipos

&?In <<liisicirioS ; i i ~ i i l i x > ~ , s i u ~ _ c l ~ ~ ~y.s n$ini&L1ru1c_CiGe,


~ ciiil el de racionalidad y iainbién de estas dos inudalidadcs 6 i i c G : : ~ aalgo ~ dcli-
tiira de la sii~i~$i+~iijs~i~~a~Adcinis, Frcud iio Iin rcliusado este tipo de bcrado, conccrlada y sujeto a finalidad en esva iiocióii dc «&abrijon aplica-
C X I ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ COlll(1 I C ~ OC (~1 i~l SC da al
I : l lS~ i ,l i i í l e i l l y l<iblí, A ! o ; s ~ . ~y e/ l ~ l ~ i i ~ ~ ~ ~ ~ ~ l l ~ ~ , recuerdo. Uii tcsiiilionib de ello so11 los abusos de l a ~ e i i i o i - i i\i'IIlCU-
'
., .
E / ,~oi.i.miir<le iriin ilirsiáii o El i ~ i n I ~ s r <e11 i r . l o cii11irr.o. Asiinisino, ine lados a la inaiiipulacióii del recuerdo y, pr-iiicipalinciiic,~los i-ccuerdris
;iti-cvcría n decir qiic nlgiinos dc sus psicoariálisis privados fueron iii nb- cnfrcntados de l a gloria y de la Iiumillación nicdiaiiic unapoiíiica coniiic-
.cciirin. 13 1115sc~!lciii-c de ioiliis clliis es c l del doci<ii- Sclircbcr. i.Y qué inoraliva obstiiiada que pucdc dcnuiicinrse coixci algo cn sí, misiiio abusi-
tlccir de El '11.ioi.si.sr l r M&ilrd/iii,qe/ o de Uii wciiexlo 'le i ~ f i i i c i nde Leo- vo. Todorov al rcspccio es iiiiplacablc. Ahora bicri. iqué,@ccaiiisiiios de
iiiii.do (IC I Niiigúii csci-úpiilo, por iaiito, Iia dc dctciicriios por este
I'iiici'! l a meinoria y del olvido poribiiiiaii csia iiisiruiiiciii:iliz~ici4n,csiii iiianij~ii-
lación? Esciici~liiiciiic,el cai-5cici- scleclivo de 13 iiicinoria, del qiic aún iio ...
Iailo. L a tr:iiisposiciiiii i-csulia iiiiiclio iiilis sciicilla después tle algunas rc-
iiii~i-iii-ci:ic~l?icS¿l~~jisic«;~ii:ílisi.~ pr<ixiinasn la I ~ c r r i i c n ~ u i i c coino a, po- hciiios 1iabl;ido. Nos ci!i.oi!ii-3inos, u! r s c puiiio, r o i i iii~ &pecii> deljrxJi>,
(lciiios ver cii :ilgiiiiiis \,icios ii-nli:i.ji~sde Hahcrinns, cloiidc el psicoaiiálisis a sabci; c l uso dcli1icr;ido del ~ l v i d o ~ C i c r t a i n c n t coiiio.dirciiios
c,
1-posic- ?
se rcl-iii-iiiiil;~e11 i6iiiiiiicis (le <lcsi1iili0li/iici6ii y OC r c ~ i i i i I i ~ l i ~ a c i Óy i i , r i o r i i i ~-i i i c ,el alviii(i cs uii;i iicccsidiid, coin« i-cciicsdn N i c ~ z s c l i ca1 CI-
~~

iloiidc se poiic el ;icctiio cii el piiiicl de las disiorsioiics sisiciiiáiitas dc la iniciizo


.
de SU coiiocida e~isiiyo.Pero es ianibiéii~gl~~stra[e~ia. Eii priiiici-
- . . ~.~- ~ .-
c<iiiiuiiicacióiicii el pliiiici de las ciciiciris socialcs. L a úiiica objccióii a l a lucar, la del rcliiio que, cii sus opcracioiics de coiiligui:ición. iiicicl:i el «l.
que iio se Iia i-csiioridido sc rclici-c a In auscilci;~(le icrapcuias rcco!iocidos vido con la mciiioi'i:i. L a i i i s c i - u i i i c i i i ~ i i ~ x i ódcn 13 inc~noria~>:Is:I, p~ies,
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Priril Rimrii. 1l Ln Irciiriri del rieiriliri prrrrrrlo: ,iieiiio>-i<i <iLvi<lo
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- El priiricro dc estos programas se encuentra vinculado a la Iiistoria en i pasado por hoinbrcs y mujeres lo suficic~iieincnicparecidos a nosotros
1
la incdida en que consiste en un conociiniento que depcnde de las wiuen- i como para que podainos proponernos comprciidcrlcs en basc a testimo-
res» y que trata de lograr cierta «evidciicia documental», cuyo grado de nios voluntarios o involuntarios dejados por sus contcmporáiicos. Como
;
fiabilidad ha dc scr medido. El segundo ticnc por objeto la pretensión ex- vercmos postcriorincritc. cl interés otorgado a la cxplicacióii Iiistói-ica y a
--, plicativa dc la liistoi-ia y, en función de csto, trata de dctcrminar el tipo de la escritura de la historia no implicará la cliininación del pi-oblcma plan-
. cicntificidad propio dc dicha discipliiia. Estc prograina cs cl quc más sc [cado por la rioción de «conociinictiio incdiante huellas», sino la amplia-
apioxiina a la crítica en el sentido kantiano del téirnino. El tercero se cen- ción, en primer lugar, de su ámbito de aplicación, antes de subrayar su ca-
tra en el fenórneno de la escritura -la escritura de la historia, coino co-
-
a/
rácter problemático. Dicha extensión consiste, eseiicialincntc, en cl dcsa-
- nientaii algunos autores- que sitúa a la historia en el ámbito de la litera- rrollo dc la noción dc í<docuinento»mucho mis allá dc la de «tcstiinonio
tura y que rccibc el preciso nombrc de historiografía. Estos tres progra- escrito». Los priincros documcntos por los que se interesan los historia-
mas críticos se cncuciitran rcspectivamentc bajo la infiuericia de los tres dores son aqucllos que han sido reunidos intcncionadaincntc cn archivos a
térrnirios siguiciit . investigación, explicación y escriturQque van a ser iinpulsos del poder político o de cualquier otra iiistitucióii iiitcresada cn
c k .
dcsai.rollados sucesiis conservar la huella de su actividad antcrior. Para los Iiistoriadorcs con-
La búsqueda dc la prueba documental merece ya el nombre de crítica, ternporáncos, todo puede convcrlirse en documento: listas de precios, grá-
. cii la incdida cn quc coiisiste cscncialincnte en la selección dc los tcstimo-
nios dcl pasado. Marc Blocli en Apología de Icr histol-ia dcfinió expresa-
ficas, rcgistros pnrroquialcs, tcstaincntos. bancos <Icd;iios ~st:idísticos.
ctc. Se convicr[c cn docurnciito todo aqucllo que pucdc scr csiudiado por
inciitc la historia coino «conocimiento mcdiante huellas». Esta exigencia uii historiador con la idea de encontrar en ello una iiiíorrnación sobrc el
dcpendc dcl licclio de que la historia es por excelencia, según él, una pasado. Las dificultadcs vinculadas a la historia docuiiicntal proceden de
acicncia dc los Iiombres en el tiempo,, o, inás cxactamente, una ciencia lo que Paul Veyne ha llamado c~ri~~il~liuciúrn
~ ~ . . del cue.r~ioiiurion.Ahora bicn,
i
retrospectiva que presta atención a estados de cosas pasados de los que diclia airipiiación esti dirigida por la forinulación dc hipótesis sobre cl
. , .. _ ....~
sólo quedan, prccisainentc, indicios o huellas. Aliora bieii, las huellas eii lugar
-.. .~ cp:_upae.Kc& 'adn&.&11o.denamientossobre los
funcibii de las quc se establece una ciencia dc los hornbres en el ticmpo que nos q-guntare.:mossa-la-siguiente sección. Esta coinutiidad entre in-
soii csenciaiinente los «iiiformes dc testigosn. A partir de ese momento, la vcstigación y explicación resultará aún más evideiite si aprcciainos que cl
observación 11istórica -título del capítulo segundo- y la crítica -titulo primer ciecto de la ampliación del cuestionario consiste en llevar a cabo
dcl capítulo tcrccro- se dedicariín cseiicialincntc a desarrollar una tipo- urja scvcra sclección cntre todos aquellos rcstos que pucdan asccndcr al
logía y urin criteriología dcl tcstiinonio. La crítica será, principalmente, si rango de documentos. En este sentido, nada es en cuanto tal docuinento,
110 cxclusiva~neiitc,uiia prucba de veracidad, a saber, una persecución de auiiquc todo residuo del pasado sea potencialmente uiia huella.
la impostura, dc las hlsilicaciones, ya sc trate de un engaño sobre el autor La s~~nurdificultad se rcfiei-c a la rioción dc «!lecho I&stórico». Una
y la í'cclra o sobi-c los Iicchos i-clatados, o bicn sc tratc dc un plagio, de una coiicGión crítica de la historia 110ssalvaguarda coiitra la ilusión dc crccr
invcncibri, dc una inodilicacióii o de 121 divulgación de prejuicios o rumo- que lo que llamainos hecho coincide con lo que realmente ha pasado,
res. La siinilitud que existe cntre la liuclla y cl tcstirnotiio será mucho coino si los hechos dunnicran en los documentos hasta quc los Iiistoriado-
mayor cii la incdida cn quc sc pucda asignar al fcnóincno Iiistórico un ca- res los porteti a la luz. Esta ilusión ha aliincntado durante iiiuclio ticmpo la
rácter psíquico, en el sentido amplio de aquello que Iia sido vivido en el convicción dc quc cl hecho Iiistórico no sc diierencia cn lo fundarncntal
3I P<i~t/
/<lic~~.~ir LLJ 1ecrio.a del iieiii/io l~riroh:~iiei~rtii-in
J nivii111 13
del Iieclio einpírico de las ciencias experimentales de la naturaleza. Cuan- conversación ordinaria. Podemos decir, por tanto, que incluso la meinoria
do tratemos posteriormente la explicación y la escritura de la historia, se encuentra archivada. Un recuerdo arcliivado ha dejado de ser en cl sen-
habrá que resistir la tentación de disolver el hecho histórico en la narra- tido propio de la palabra un recuerdo, es decir, algo que mantiene una re-
ción y ésta en una composición literaria que no pueda distinguirse de la lación de continuidad y de pertenencia con u n presente del que se es cons-
ficcióii. Del inisino modo, hay que rechazar dgcntradala confusión entre ciente. Ha adquirido el cstatuto de resto documental. Lo propio de la Iiue-
. ,.
.he ecimiento realFEl ~eclio_no~es.el.propio~aconteci-~ Ila, ciertamente, consiste en que puede ser seguida y rastreada por una
m i z
~ d o de un enuncindoque trata de repnsentarlo. En conciencia histórica. Pero, para ello, en primer lugar, ha de ser una Iiuella
e s t e seniidCliabría que escribir siempre: el hecho que (éste o aquél) lia que se haya dejado, como el rastro de un animal. En el otro caso, por el
sucedido. Considerado de este modo, se puede decir que el hecho se cons- contrario, se trata de una entidad pública. Su estatuto adicional (le arcliiv0
truye rnedianie un procedimiento que lo separa de una serie de documen- le confiere además una dimensióii institucional, correlativa del estatuto
tos que lo establecen. Esta reciprocidad entre la construcción (mediante profesional del historiador de oficio.
un complejo proceso documental) y el establecimiento del hecho (en base Segunda línea de ruptura entre historia y memoria: la primera quiere
-~. ~.~~ ~

al documento) expresa el estatuto epistemológico específico del hecho e.vplicar, en li-mxKen que busca,en primer lugar, las causas (térinino
Iiistórico. Lo cual no irnpide que las proposiciones que enuncian hechos 7
que se emplea en un sentido miis o menos aparente al que adopta en las
(en el sentido de «Iiecho que») puedan ser verdaderas o falsas. En este ciencias de la naturaleza y en otras ciencias Iiumanas) y, en seguiitlo lugar,
sentido, la historia docuinental tiene su propia manera de contribuir a la ¡vos y las razorres por los que alguien Iiizo algo. Al dar un doble
curación de la Iiistoria. Los hechos de los que trata pueden ser verificados S ntido la noción de ex licación, se supera la vieja controversia entre
o, en el sentido popperiano del término, refutados (falsados). Puede ser I
comprensión L la época de Windelband, Diltliey, Rickert y
y explicación de
cierto o falso que las cáinaras de gas fueron utilizadas en Auschwitz para Simmel, y se adopta siii dificultad la compleja noción de «explicacióii
quemar a inillones de judíos, polacos y gitanos. Pero si es cierto, como comprensiva* propuesta por Max Weber. Hagamos referencia a un autor
vamos a ver, que, al pasar de la historia documental a la explicación y a la más reciente y mencionemos con agrado la tentativa de síntesis propuesta
interpretación, el criterio popperiano de verdad resulta cada vez inás difí- por H. von Wriglit en una obra que se titula, precisamente, E,~/dariarioll
cil de aplicar, la autonomía del nivel configurativo de la narración históri- artd Utidersra~rdiir~. Von Wright muestra esencialmente que en la nocióii
ca reliierza la pretensión de verdad de aquellos enunciados aislados que de irrreivericióiz, que depende de una teoría de la acción, se lleva a cabo la
se refieren a los heclios que constituyen los pormenores de la historia. En conjunción entre el poder hacer del que cualquier agente tienc una coin-
resumen, el electo crítico de la Iiistoria en este nivel consiste, esencial- prensión inmediata y las condiciones esiructuralcs de iiri sistcina articula-
inci~tc,eii deseninascarar aquellas relaciones que resultan falsas. Hoy en do de causas y de efectos que la intervención Iiuinana pone eii acción. La
día sigue siendo lo que siempi-e lia sido, una critica de los testimonios es- . .
!teoría dela_histaus p u & e n s i d e w ~ ~ e n ~ ~ o - i ! . n a ~ m ~ildad.de
d.a
critos e incluso orales. Cuando se trata de éstos últimos, que juegan un l a teoría de la acción en tanto que intervención: en base a la conexión
papel coiisiderable en la memoria del presente y en el conflicto menciona- -
1 entre un «yo puedo» comprendido inmediatamente y-un encüdenainrCinto' . -
do al comienzo entre memoria e historia, es importante que dichos testi- i causal que depende de la explicaci6R;eS~í6leseuniren el plano históri-
monios orales, una vez que salen de la esfera de la oralidad para entrar en
.-%->
1co la explicación teleológica de las intenciones y la explicación causal de
la de la escritura, se separen del papel que desempeña el testimonio en la L.-< los estados del sistema, articulándose en un modelo mixto se~mentoste-
31 B,.,,,,
xic,,,,.

leológicos y segmciitos de tipo causal. Es cicrto que, en este nivel de la


explicación, la cientilicidad que puede reivindicar la historia se diíercncia
j1: composición
,-,- ~ ~- ~~

,La-ruptura-entrelaliisroria y lamemoria es mayor aún en el nivel de la


de los grandes cuadros históricos elaborados por autores
scnsiblcmentc dc la de las ciencias de la naturaleza. Pero, incluso en el se- / -.
como Michdet, ~"hrkardt,Braudel a_EutettIeconsiderado en otras oca-
gundo sciitido dc la cx~~licación. la explicación incdiante razones, el cipí- 1 ,- -
sienes El Mediterrárieo eri tierilpos de Felipe II dc Braudel como un mo-
ritu crítico de la historia se pone dc manifiesto en el proccdimiento descri- delo de esta gran liistoria, en la que el estudio de la geografía y la explica-
to por Max Webcr al discutir la obra de E. Mayer: el Iiistoriador proccde ción estructural de los fenómenos sociales trae consigo una iinportantísi-
iinaginativamcntc al suponer la ausencia de la causa presuinida; se pre- rna dramaturgia, cuyo mayor aconteciiniento es la muerte política del
gunta cntonccs cuál hubiera sido probablemente el curso de la historia en
comparación con el que efectivamente se ha producido. Este proceso
Mediterráneo. En
m ive Logic: a Se~rmriticAiialysis of [/le Historiari's
lar~gnage,F. K. iikersmi sosticne que estos grandes conjuntos narrati-
constitutivo dc la «imputación causal singular,>acentúa la torna de distarl-
cia de la explicación Iiistórica respecto a las explicaciones epriinariasn de
la conversacióri ordinaria. En resumen, aunque la liistoria docuinental
siguc satisfaciendo el modclo poppcriaiio de la vcrdad como falsación, no
podemos decir lo mismo de la historia en el plano de la explicación. De-
i
!
j
j
1
\e vos, que llama riarratios, son en cada caso obras singulares que escapan a
la lógica de la refutación (de la que depende el trabajo del Iiistoriador en
el nivel documental y, hasta cierto punto, en el de la explicación mediante
y razones). Las irarrutios forman parte de un ámbito de controver-
sia cn el que unas prevalecen-sobre-otrasen función de su capacidad de
pciidc sobre todo dc una Iógica de lo probable, pues hay muchas maneras intcgracion dc los heclios incjor elaborados en cl scno-de-cadenas de ex-
' plicációii-liinitadas, y c n [unción dc la amplitud de su ángulo de pcrspcc-
de encadenar los mismos hechos. Es posible oponcr una explicación más
probable a otra que lo sea menos en virtud de los criterios que ponen en :
-.
~~~~~

-
tiva, de su alcariée (scopr). *chnían riaimtio es aquella que se orrcce a la
juego nocioncs caras a la 1-ctóricacomo «iinportancia», «peso», qrcfuta- discusión de los especialistas y del público cultivado con un alto grado de
cióon, cconfii-!nación»,*aprobación», «aceptación», etc. Vincular la Iiis- plausibilidad y de probabilidad. Podríamos ceñirnos a repetir a propósito
toria explicativa, de estc modo, a una lógica dc lo probable no supone un dc cstas egrandcs historias» lo que acabamos de dccir sobre la historia ex-
debilitamiento dc su ciecto ciítico. No hay que olvidar que lo probable plicativa, que se reduce a cstablcccr cadcnas limitadas de acotitccimien-
ocupa una posición iiilcrinedia entre la prueba, quc convence debido a su tos, ya se trate de la histoi-ia nacional, de la historia de un período o de
Iiistorias especializadas (historia demográfica, cconóinica, política, cultu-
ncccsidad intelectual, y el sofisma, que seducc inediantc los artificios dcl
ral, rcligiosa, etc.). Estas «grandes historias>>plantean, sin embargo, un
lenguaje. El liccho dc aproxiinar la liistoria a una lógica de lo probable no i
nuevo problcrna, pucs rcúncn un gran número de acontecimientos en
sólo no debilita su fuiición crítica, sino que la rcíucrza, la convierte inclu-
grandes unidadcs quc a menudo se identifican mcdiante un nombre propio
so en u n recurso terapéutico. En estc nivcl, el eiitendimiento se acostum- 1
(Renacimicnto, Ilustración, Revolución francesa, Guerra fría, etc.). Tal
bra a la pluralidad de relatos sobre los misinos aconteciinientos y aprende :
singularización incdianre el nombre propio incita a llevar a cabo una iden-
a acontar de otra inaiiera». Esto no es lodo, la contraposicióii de inodos rificación lucrte, reforzada gcncralmcntc por el papel atribuido a los acon-
contrarios de encadenamiento puede llevarse a cabo conforme a un propó- tecimientos fundadores, no sólo en la división en períodos de estas gran-
sito pcdagógico firme, el dc aprender a contar nuestra propia historia des unidades, sino en su denominación, que frecuentemente es laudatoria
desde un puiito de vista cxtraiío al nuestro y al dc nuestra comuiiidad. y rcclama su con~ncmoracióny ritualización. En este caso, la historia crí-
*Contar de otra tnancra,., pero tainbién dcjarsc «contar por otros». tica no sólo tiene que luchar contra los prejuicios de la memoria colectiva,
.? -3
sino coiitra los de la memoria oficial, que asume el papel social de «me- bles y no puede deshacerse lo que se ha hecho, ni Iiacer que lo que ha su-
moria enseñada». Lo que está en juego eii este punto es la identidad rei- cedido rio suceda, el seritirh de lo que p!só,.por el.coiilrario, no estd fijado
~ ~~ ~

vindicada por las colectividades o las comunidades, la identidad que trata de una vez por todas. Además de que los acontecimientos del pasado pue-
de justificar la historia oficial. La guerra se sitúa de este modo dentro de la
-.
den i n t e r p r e r ~ t r manera,
a la carga moral viiiculada a la relación de
propia Iiistoria, entre la Iiistoria crítica y la oficial. Lo más difícil no es deuda respecto al pasado puede increinentarse o rebajarse, segúii tengaii
«contar de otra manera» o dejarse «contar por otros», sino contar de otra primacía la acusación, que encierra al culpable en el sentimiento doloroso
manera los acontecimieiitos fundadores de nuestra propia identidad colec- de lo irreversible, o el perdón, que abre la perspectiva de la exciicióii dc la
tiva, principalmente nacional; y dejar que los cuenten otros, lo cual resulta deuda, que equivale a una conversión del propio seiitido del pasado. Podc-
todavía m i s difícil. Habría que poder emplear la iioción de «sí mismo
-
como otro>>en este nivel de la identidad colectiva.
- mos considerar este fenómeno de la reintcr-pretacióii. taiito en el plaiio
moral coino cn el del simple relato, coino un caso de accióii retroactiva de
la intencionalidad del futuro sobre la apreliensión del pasado.
La memoria e n --
~~
r i q u e m o r el proyecto ofrec.e.el.~nodelo~de este tipo.
-~
de acciÓnal.~c~.m~.imiento_hist6rico. E1 hecho de qiie la inemoria eiiseñe a
la historia va a contracoi-riente de la disposición espontiínea del decurso
histórico. Esta últiina es, por vocación, pura retrospección; sc dcfine
En el parágrafo anterior, se ha puesto el acento en la función crítica de como ciencia de los lioinbrcs e11el pasado. Eii ese scntido, procede de tina
la historia respecto a la inemoria, dando de este modo ventaja a la primera abstracción de la dimensión del pasado, ajena a la dialéctica de las tres di-
en su confrontación con la segunda. ¿Quiere esto decir, por emplear los incnsioiies teinporales. Ciertamciite, el historiador, como s~ijeiodel cono-
térininos de Bédarida, que la virtud de la verdad ha de quedar por encima cimiento histórico, es un hombre de su época y comparte coi1 ella ciertas
de la de la fidelidad? Así sería si, en esta relacióii dialéctica, la Iiistoria tu- expectativas relativas al futuro de su país o de la humanidad. De ahí que la
viese la últiina palabra. Ahora bien, la memoria conserva un privilegio teinporalidad del historiador no escape a la constitución tripartita de toda
que la Iiistoria no puede quitarle: el de situar la pmpia Iiistoria como disci- conciencia histórica. Pero estas anticipaciones no forman pai-te del objeto
plitia piiramente retrospectiva en el movimiento de la coiiciencia liistód- histórico. En la medida de lo posible, se apartan del campo de iiivestiga-
ca, como ha hecho R. Koselleck al dintinguir entre aespacio de cxperien- ción, y esta exclusión -siempre incoinpleta- forma parte de la ética
cian y «horizonte de esperan. Recordemos que Koselleck considera que profesional del liistoriador: .sirte ira ac nec strldio. Después de lo que
ainbos polos no sólo soii irrcductibles entre sí, siiio que se eiicuentraii viii- liemos dicho, ino cs iiiaccesible para cl Iiistoriador la Icccióii de la ineiiio-
culados mediante una relación dc intcrcainbio mutuo m6s o inenos coii- ri;i I-emodeladarr porferiori por el proyecto? No, pues ln aplica, scncilln-
Rictiva. Ahora bien, esta dialéctica conlleva una paradoja cuya repercu- mente, al tratar con el pisado. El historiador puede trasladarse imagina-
sión en la función de la memoria respecto a la Iiistoria veremos de inme- riarnente a un inornento cualquiera del pasado que tue presente entonces y
diato. La paradoja_e&si&nte: el pasado -suele decirse- w~no que, en consecuencia, rue vivido por las gentes de antaño coino el presen-
puede ser cambiado; es, en este sentido, algo-de@~rminado,El-ffflfiro, por te de su pasado y como el presente de su futuro, por retomar iina vez más
e ~ o n s i d e_-- r a . a l g o . i n ~ i e r t . o ~ b i e r t a ' / , . p o r . e l l o i n n d d e ~ e r m i n ~ las expresiones de Agustín. Los liombres del pasado fuei-on, coiiio noso-
-. .&
La paradoja sólo es aparente. Aunque, en efecto, los hechos son imborra- tros, sujetos con iniciativas que realizaban retrospecciones y prospeccio-
/-e-. /
iies. Las consccuciicias cpistemológicas dc csta coiisidcración son consi- aciorm dc la Iiistoria, reviste, como acabainos dc n?eiicioiiar, uii significa-
derables. Saber que los Iioinbres del pasado teiiían cxpcctaiivas -preví- do terapéutico respecto a l a s paiologías de la coricicncia Iiistórica de inu-
sioncs, deseos, inicdos y proycctos- trac consigo la quiebra del chos pueblos dcspués de la guerra TI-ía. Esta terapéutica se refiere aiites
dctci~miiiisrnoliis!órico, al reintroducir re!rospectivarlrcntc la contingen- que naúa al uso qiic hacen los pueblos de sus r,zidicioircs y dc lo que éstas
cia cn la liisioria. Nos iopailios de este modo con un tcina al que hace re- transmiten en relación con los acontcciiniciitos fundadorcs y los héroes
fci-ciicia iiisislciitcincntc Raymond Aron en su Iiiti-odlicciórl a la Elosofía históricos vinculados a dichos aconteciiniciitos. En estos casos, principal-
(le 10 Hirrorio (1937), a saber, su lucha contra la «ilusión rctrospcciiva de niciitc, es dondc ha dc aplicarse el prcccpto mciicionado antcriorincnte
la Iataiidad>>(187). Aron introducía este tcina relacionándolo con cl rc- sobre la ncccsidad de aprender a contar dc otra manera y a dejarse contar
curso del liistoriador a coiistruccioiies irrcales, dando coi1 el coiiccpto we- por oiros o, mis exactamcnic, por la Iiistoria que cscribcn aquellos liisto-
bci-iaiio de «iii?pulación causal siiigular» mencionado antcriorrnentc. Pero riadorcs quc pcrrcnccen a pueblos distintos al nuestro e incluso a otras
lo aiiipiiaúa al iiicluirlo eii un3 reflexióii sobre el vinculo entre contingen- grandes culturas, distiriias a las que han participado en la elaboración de
cia y i~cccsidadcii la causalidad histórica: «Enleridcmos aquí por contin- las culturas fuiidadoras dc nuestra cra cultural. A pai-tir dc este intercain-
gcncia la posibilidad de coiiccbir el acoiitecimienio dc otra inancra y, a la bio de ii~emorias,llcvado a cabo mediante el intercambio de relatos histó-
vez, l:i iinposibilidad dc dcducii- diclio acoiitcciinicnio del coiijuiito dc la ricos, pucdc replantearse el problcma del buen uso dc las tradiciones. En
sit~iacióiiantci-ior* (223). ESL:Iconsidci-acióii general sobre la causalidad cicrto scniido, la trridición y la memoria son fcnóincnos que dcpcndcii el
Iiistórica 110s lleva a dejar dc inoniciito I ~ Ircaccióii cnirc la ilusióii rctros- uiio del oiro y quc posccn la inisina estruclurc iiarrativa. Pcro liay que
pcctiva de la fatalidad y uiia coiiccpción global de la liistoria, dcfinida por nprcnder, incdiantc la presión de la crítica Iiistórica, a desdoblar el fcnó-
<<uncsfucrzo de rcsui-rcccióri o, inás exactamente, por el csfucrzo para ineno de la tradición, coino licinos aprcndido a desdoblar la incmoria en
trasladarse al inomcnto de la :icción, para convertirse en cl contcmporá- una wmcmoria-1-epeticiónuy una aincmoria-rccoiistruccióna.La tradición
iico dcl actor» (231). tratada como un depósito inucrto participa de la misina coiiipulsióii de re-
Pcro iio quisicra dclcncrmc solamciilc cn las coiisccuci~ciasque iicnc pcticióii quc la iiicliioria traumáiica. Al rcaiiimar, incdiaiitc la liistoria, las
para la cpistcmología y la filosolia dc la liistoria lo que acabairios de dc- proiiicsas incuinplidas c, incluso, impedidas y rcpriinidas por cl curso
cir, sino eii los recursos lcrapéuticos quc i-csulian de csta crítica de la ilu- posterior de los acontecimientos, uii pueblo, una iiacióii o uiia ciitidad cul-
sióii retrospcctiva de la fatalidad. No sólo los Irombrcs del pasado, iiiiagi- tural pueden acccdcr a una concepción abierta y viva de sus tradiciones. A
nados en su prcseiite vivido, ha13 proyectado cicrto porvciiir, siiio quc su lo que liay que añadir quc el incuinplimieiito del pasado puede aliincntar-
nccióii Iin lciiido coiisccucncias iio queridas quc Iiaii licclio iracasar sus se, a su vez, de los conicnidos ricos en cxpcctaiivas que rclaiizan la coii-
proycctos y haii Irusirado sus inayorcs cspcranzas. El iiitcrvaio que separa ciciicia Iiistórica hacia el Sutura. Sc corrigc, dc csc iiiodo, otro déficilrdc la
al liisioriador dc eslos liornhrcs dci pasado sc presciita, dc csic iiiodo,
.,
conciencia liistórica, a sahcr, la pobreza de hmp-idaditcprovccc;iyn
coino uti cctnentcrio dc prorncsas iiicuinplidas. Ésla no es la tarea dcl iiis- b c i a cl Suiuro quc acompaña a Iicclio de fijarse cii cxccso en el
toi-iador dc oficio, siiio la de quiciics podríainos llainar cducadorcs públi- pasado y al lieclio de ruiijar - las glorias perdidas y las II-;:
cos, a los que icndríaii que pertenecer los poiílicos, que han de despertar y millacioncs S-s.
/

reaniinnr cslas promesas incuinplidas. Dicha resurrección de las promcsas Al tériiiiiio de cstc exaineii de las relaciones eiilre meiiioria y olvido,
iiicuinplidas del pasado, ampliacióii de la rcsurrcccióii del presente dc los ¿qué podcinos dccir sobre la oposición entre verdad y fidelidad iiitioduci-
Ln lerirriu del rieiiipo porn(io: riieiiiorin y olvido /4
lo de «olvido» al situarlo bajo la metacaicgoría de la l~htíiorcí(destruc- perado, sino un inicio incesantemente continuado. El pasado inincmorial,
ción), que sc ciicueiitra vinculada, en la Física dc Aristótclcs, a la noción eii cierto modo, se encuentra bajo el presente de la Revelación («¡Tú,
de gériesis (naciinierito, géncsis o devenir), recogida también en su trata- Amaine!») y, rne atrevería a decir, bajo el futuro de la espera del Reino,
do Acei-cri rle[ alriio y en el ensayo dc Parva riatur(i1ia sobre la tncinoria y inAs que encontrarse antes del presente de una o dcl futuro dc la otra. En
el olvido. De fonna aúii inás radical, Aristótcles asigna el podcr dcvasta- csie caso, salirnos de toda liiiealidad narrativa. O bien, cn caso de quc aún
dor dcl olvido al cfccto cuasimaléfico del ticinpo. De heclio, justo en podainos hablar de narración, ésta rompe con toda cronología. En dicho
mcdio de uri anrílisis científico de! ticmpo (Física, IV, I I y SS.), puede sentido, todo origeri, considerado en su poder originario iri-educliblea un
lccrse esta sorprendente dcclaracióii: «el tiempo también genera necesa- comienzo icchado, depende del estatuto del olvido fundador.
riamcnte cicrta pasióii @císchciri),y así suele decirse quc consuinc las co- Al abordar estas dos figuras del olvido profundo, primordial, 110s en-
sas, que todo cnvcjcce por (diá) su acción, que liace olvidar; pero no se coiitramos con el trasfondo mítico de la filosofía que llama al olvido
dice que se aprende o que uiio llega a ser joven y bello debido al tiempo, Léthe y atribuye a la memoria la capacidad de coinbatirlo. La reminiscen-
pues éste, en sí inisino, es, más bien, causa de destrucción (phtlior-á),ya cia platóiiica tiene que ver con ambas figuras del olvido. Procede de la
que es el núinero del inovimiento, y el inovimiento deshacc lo que exis- scgunda, de aquello que el nacimiento no pudo borrar y de lo que ahora
te» ( f l s . , IV, 12, 221 a 30-221 b 2). Consiste en una entropía universal, se alimenta el recuerdo. De ese modo, es posible aln-erider lo que, en
podríamos decir Iioy en día mediante el lenguaje tomado de la termodiiiá- cierto modo, nunca dcjó de saberse. Contra el olvido destructor, se alza el
--~
mica. Se traia dcl a r..r u i n a i n i c ' n t ~ . b c ~ ~ ~ d . ~ ~ o ~ ~ ~ a ~ & ~ ~ ~ & rolvido
n & que preserva. Quizá sea ésta la explicaciún dc la paradoja de Hci-
Al respecto, la luclia conti-a el olvido e incluso -contra
. ~ ~ - . ~ ~ ~ .~ cieno
~. cultivo del degger, en la que no se ha hecho mucho énfasis, según la cual el olvido
misino dcstaca sobre el foiido de esa iiiexorable ... derrota, a modo de coin- posibilita la memoria: «Al igual que la espera sólo es posible sobre la
b~,. .- --
~ ~ ~

'itc retardado. basc dcl estar a la cxpcctativa, el recuerdo (Erirtnenii~g)sólo lo es sobre


Pero existe otro
~~~-~polo
~ .del olvido
. ~. .~ ~- profundo,
~
~
. lo ~.que~podría~no~l!ami~de
-~ la base del olvidar y 110 a la inversa, pues lo sido, a modo de olvido,
modo más acértadao lvido~del~iiinieoiarial.Se trata del olvido de las 'abre' prirnariamente el horizonte dentro del cual el Daseiii, perdido en la
-.
fundaciones, de su donación originaria, las cuales_rn~a-fucron<monte- 'exterioridad' de aquello por lo que se preocupa, puede recordar» (Seirr
ciinientosx de los que podamos acorú;irnos. Se trata de aquello que nunca iirrd Zeit, p. 339; trad. east.: p. 367). Esta aparente paradoja puede acla-
podremos Conoccr realinentc y que, siri embargo, nos hace ser lo que so- ra~-sesi tenemos cri cuenta una importante decisión terminológica de Hei-
inos: las fuerzas de la vida, las fuerzas creadoras de la historia. el ~ o r i - degger respecto al pasado. Mientras que para el presente y el futuro em-
-
m-. Sospeclio que cl mandato hebreo Zukíior designaba un
trabajo de recuerdo muy concreto, que tenía por objeto hacer que sucedie-
plca el vocabulario corriente, Heidcgger rornpe con el uso de llamar
I'crgatrgenheit al pasado y dccide designarlo mediante el pretérito pcrfec-
ra en forma de «aconteci~nientonaquello que nunca puede suceder, en la to dcl vcrbo scr: geiveseii, Geweseiilzeit (carácter de sido). Esa elección cs
medida e11 que nos precede totalmente. En La estrella de la redericiúri, muy importaiite y resuelve una ambigüedad o, mejor dicho, una duplici-
Franz Rosenzweig habla de la Creación en estos términos. El autor se es- dad grainatical. En efecto, decimos del pasado que ya iio es, pero tam-
fuerza en subrayar esa idca mediante cl siguicntc subtítulo: «La creación bién decimos que ha sido. Mediante la primera denominación, subraya-
o el fundamento perpetuo de las cosas». Eii ese sentido, la crcacióii no [nos su desaparición, su ausencia. Pero, ¿eii qué seiiiido se encuentra au-
deja dc encontrarse detrás de nosotros. El comienzo no es un principio su- sente? Lo está respecto a nucstra pretensión de actuar sobre él, de tenerle
«a mano» (zrrl~aitdett).Mediante la segunda denominación, hacemos hin- 1.2. E l olvido y la evocación
capié en su completa anterioridad respecto a todo acontecimiento feclia-
do, recordado u olvidado. Esa anterioridad impide que podamos captarlo,
La memoria y la historia se encuentran ._ relacionadas
. con el o l v i d o ~ n
como sucede en el caso del pasado superado (Vergarlgeliheit). Nadie , ,, -

u n nivel de profitndi8admGior-que e w c e d m t e . Dicho nivcl


--A--
~ . es. menor
~ ~ ~.~
puede impedir que lo que ya no es no haya sido. El olvido que, según -

d i &-~T e ~ e ~ e ra ela evocoEió~i;a-lo 'que llamamos común-


e ñ. .l- a i n- n. e ...~.~ .
Heidegger, «condiciona el recuerdo» se encuentra vinculado al pasado
~~~

~~ ~ ~

mente rememoración o mero recuerdo, y no a la itiscrilicióri, a la conser-


como «carácter de sidos (Gelvesenheir). Si entendemos el olvido en el
vación o a la preservación. De la memoria que xconservao o del recuerdo
sentido de recurso irtn1er7iorial y no en el de desrr~rcciónirtexorable,
que <<permanece», pasamos a la memoria que «evoca», al recuerdo qite
comprenderemos el carácter aparente de la paradoja. Tras confirmar esta
«vuelve» a Iiacersc prescntc. Eii coiitraste con la ontologia del olvido ftin-
Iiipótesis de lectura, podemos citar el pasaje en el que Heidegger relacio-
damental, las nociones de «presencian y de «ausencia del pasadon cobran
na el olvido con la repetición (Wiederlioltrrtg), en el sentido de recirpem-
en este nivel un aspecto estrictamente fenomenológico: se trata de la rela-
ción, que consiste en «asumir el ente que ya es el Daseir~»(Seirt undZeit,
ción entre la aparición, la desaparición y la reapariciótl que se entabla en
ibid.). De ese modo, se establece un emparejamiento entre cprecursap y.
«regresar», similar al que existe en Koselleck entreelhorizontede espera
-- ~~~ ~~
(!UT;, el nivel de la conciencia reflexiva.
a) Al respecto, el e n f o q u e ~ p s j ~ ~ ~ ! ~ í t ~ ~ ~ ~ ~ n i e a i i i 1 e n i g m a . ~ m b a r a
y eleSp3KEE.~ e x p e n ~ n 2 un n nivel que, para~Hei&cgey,..de~i.vadade- t c
-..~
la&iliist.6n~~rno al cura. renal t ~ ~ u e c o m p a u l
el «ser arrojado», la deuda y el abandono, se dispone la siguiente cadena
iCr2 zoso, en la medida enque, al liablar~delp a s a d o ~ ~ ~ - i i ~ novrenctrentra
ni en el nivel_ontológico_ . de lo inmemorial fu-nc!adp[,iiien
iirla,
el f e ~ m e n o l ó -
gico Klo . . ~-~01vidado.que l a conciencia.aleja m e t ó d i c a m e n t c d ~ ~ - @ ~ t o .
déeexpresiones emparentadas: «cáTáCmdésíoo», «olvido», «poder ser
Este nivel «intermedio» tiene para nosotros una gran importancia, en la
más propio» y «repetición-recuperación».
medida en que hemos considerado en el tercer estudio el fenómeno de la
En resumen, el olvido posee un significado positivo en la medida en «compulsión de repetición», que obstaculiza el recuerdo, pues el «pasar al
que el ccarActer de sidon prevalece sobre el «ya non en el significado vin- acto» se pone err srr lugar. L a ~ r e a d e _ u ~ . l e c ~ . u ~ . p . o s i ~ ~ d e g g e r i a n a . d e l
culado a la idea de pasado. El «carActer de sido» convierte el olvido en el psicoanálisis consistiría en situar -~-._i
cl inconsciente freudiano junto al- «ca-
. . -- -
recurso inmemorial del trabajo del recuerdo'. Al respecto, la elección pre- rácter de sido» (Geweserihe3 ~- que ,.. substituye,
.~ .- ~~. según-Heidegge-,-«pasa-
~

ferencial de la Gewesertfieit en lugar de la Vergangei~heirresulta decisiva. do que~.-~


ya no-es>~~Vei.góri~iiIteif),
.~
.,.. . ~ ~
que .tiende
. ~a confundirse, a .~.
~ ~ ~~
~~
su~..-~
vez, con
Uno de los problemas que se nos plantean consistirii en saber cómo afccta .
«abolido» desde el punto
~.. .~
de vista inauténlico de,~la~,Zirltnrtrletilreii.La
esa clccción al historiador que aborda el pasado histórico: jcótno se con- indisponibilidad de lo ~.e~rimido o sucarácter rin inanipulablc, coino su-
jugan en dicho pasado el no ser ya y el Iiaber sido? cede, po~.ejemplo, con el <<fondo»inadvertido sobre el que se recorta una
«forma», son más graves que en el caso de lo meramente alejado o no
A lo largo de Seirr rrrtd Zeit, pueden seguirse las múltiples apariciones del termino considerado. Lo reprimido depende de una cconoinía profunda de las pul-
<iolvido».Ln prinirrn, no hay que olvidarlo, se encuentra en la primera línea de IU célebre siones que, para hacerse consciente, requiere un rruhajo. Una fenomeno-
obra: «La pregunta [del ser] hoy en día ha caído en el olvido. cuando ntiestro liempo logía de la atención y del descuido no está a la altura del fenómeno, pues
considera un progreso volver a afirmar la 'metafísica'». ¿De qiit olvido se tnta? ¿Del olvido
de lo inmemorial o, sencillamente, del olvido negligente o evasivo?
28 el ttrmino ainconscicnte» se relaciona con lo oculro o con lo errcrrhierto
en un senlido más radical que el de lo tia apreciado o notado por falta de
por la política selectiva de la institucionalización que rige la constitución i
tgiag&scribe
1 cn el de «Iiacer historian. Por.cljo.&problema flue s.e
de los arcliivos de cualquier institución. Una crítica ideológica, dirigida .
le presenta e n l o n c p l i d a d de la m-
.
contra las maniobras confesadas o encubiertas del poder interesado en j ria. -~ni
.- a la verdad de la historiografía, sino a la utilidad (Nirtzerc) o a la in-
~

preservar los restos escritos de su actividad, encuentra en este punto un conveniencia (Naclireil)-~ .~ de la historia (Historie).. «para la vida»
-. (fiir
- das
lugar legítimo. Hace referencia a la tendencia de toda historia a convertir-
~ ~~ ~ ~ ~

se, como función crítica de la memoria, en una historia oficial que reque-
/ Leúeri). Lo
~ que
~ estd en juego, en este punto, es la propia vida de ur-gue-
blo, «en la medida en que el abuso de la historia puede dañarla». Se trata
riría, a su vez, una crítica de segundo grado. Los «olvidos» de la opera- i d e t r o modo de hablar del exceso de historia del quc liemos partido. No
ción de archivar pueden ser objeto de esa crítica que equivale a una me-
obstante, no consiste en la compulsión de repciición de la que Iiablába-
moria de segundo grado: se trata de conciliar la memoria del olvido y la i mos con anterioridad, sino en el agobio ocasionado por u11 saber mera-
historia de la memoria del olvido.
mente retrospectivo. El punto de mira se sitúa, en este caso, eri la cultura
Todos los estratos subyacentes del olvido que acabamos de recorrer se
histórica erudita e11cuanto «fiebre histórica devoradoran. Frente a este
encuentran comprendidos y recapitulados en las formas sutiles v silencio-
abuso -se trata de un abuso in&sque de un exceso-, resulta positivo
. -podríamos llamar olvido archivador e- .incluin
sas de lo que ..... ~..nlvirln ~ r r l r i -
vado. Es preciso que el olvido &mpla siempre una función honesta y be-
1
1
atender a la propuesta «intempestiva» que sitúa, a la cabeza del enfrenta-

_ a relato Iiistórico como n r


n¡i%Sa, propia de la función ~ Z $ ~ l i , u t i v del
rración Iiterau~Podríamoscontinuar sin'problemas esta reflexión en los
miento entre la historia monumental, la anticuaria y la crítica, el elogio
del olvido que Iia labrado la reputación de este conocido texto. Dicho elo-
otros dos niveles.de la operación histórica: el de la explicación y el de la gio vincula el resultado de la propuesta «intempestiva>>al eje principal de
interpretación. Esa empresa justificaría, como hemos visto en el estudio -~
nuestro propio estudio. F r e n @ . ~ l & d ~ a _ ~ i a n t e _ q u . c ¿ a e i i e n e
anterior, la aplicación del término «historio-grafía» a la historia de los acceso
___ .~~~ ..al «eso era» que .~~ motiva e l g i ~ , d e c . i ~ ¡ ~ o , d ~ ~ h o m ~ ~ e L s
historiadores. La escritura de la historia», al respecto, se caracteriza por el olvido-liberador de quicii logra la felicidad de sentirse durante un tien-
un tiso razoriado del olvido implicado en el trabajo del recuerdo. k-Zclt: «como se ha proclamado, i-1 olvido forina parte de toda
-A c c i o n n . «Existe un . grado de insomn~oy de exceso (Üúenliasc;) del senti-
1-
do histórico que perjudica a lo vivo y acaba por destruirlo, ya se trate de
1.3. E1 olvido y la conciencia histórica un hombre, de un pueblo o de una cultura.» Un ejercicio preciso de lectii-
ra consistiría en distinguir las distintas aportaciones del olvido a las for-
recordando la se. mas (monutneiitz~l,aiiticuaria y ~ r í t i c a del ) ~ conocimienio histórico, con-
siderando cada una dcsdc cl puiito de vista del rla,ío causatio a la vida. No
blanco al que apunta,
de la se sacrifica, por ello, la virtud de la justicia, pues esta última es la que in-
__
historia,sinola-ca~cienciahistórka en el n i % T ¿ K F r ~ ~ ~ t ~ ~ d ~ p e h [ e terpreta. La fuerza del derecho a juzgar proviene de la energía del presen-
te: «Sólo tenéis derecho a interpretar el pasado en virtud de la fuerza su-
Y. en este caso, el aleinán. Toda la historia en cuanto hecho cultural es..~
.- h -
Jeto de una consideración «inactual» o «intempestiva», llevada a cabo en
atención al propio momento histórico en el que se escribe y publica el en-
sayo. Se considera la historia desde el eje en el que el acto de «hace*-
.
=
prema del presente*. De ese modo, la suspensión de lo Ii~stór~co

p. ~ i ~ o e uTe,lz,>r
r, ci récir, Paris, Seuil, 1985, cap. VIL 9 3.
mediante
el olvido y la reivindicación de lo eahistórico~sólo es el revcrso de la
fuerza del prescntc. En este punto, el olvido vuelve a convertirse eii la
- r o inisino. Suponc la mediación de otra conciciicia, la dc la víctima, que
es la única que puede perdonar. El actor principal de los aconteciinicntos
condición de la iiitcrprctación del pasado. que hieren la memoria, el autor de los danos, sólo puede pedir perdón.
Aúii ha de afrontar la prueba de la negativa o del I-echazo.En esa medida,
el perdón ha de encontrarse, en primer lugar, con lo imperdonable. Esta
posibilidad ha de ponernos en guardia frente a la facilidad del perdón.
Para que éste contribuya a la curación de la memoria herida, ha de sufrir
la crítica del olvido fácil.
A primera vista, cl perdón es una fornia de olvido activo. Lo cual ha de Con cl objeto de tomarles las medidas a esas formas perversas de per-
dccirsc coi1 mucha prccaución. Tras recorrcr sucintamente sus manifesta- dón, hay que tomárselas asimismo a los ámbitos en los que éste se im-
ciones en el ámbito cultural, jurídico y político, habrá que tener en cuenta plora.
los argu~nentoscsgriinidos contra el perdórifácil. Éstos sólo podrán enca-
En primer lugar, evidcntementc, se encuciitra la esfera religiosa, en la
rarse con éxito tras abordar la idea de dori, cn la que se encuentran todas
que cl «perdón de los pecados,, puede reducirse a una forinalidad (¿,no ha
las dificultades opucstas al perdón fácil. Terminaremos el cstudio hablan-
dado lugar, en otras ocasiones, a un comercio, llainado acertadainente
do de la noción de ,IEI.CIÓII dfii13.
«comercio de indulgencias»?). Pero lo que el pcrdón cxprcsa en tErrninos
de gracia en el plano religioso y cultual tiene eco en el judicial y en el po-
lítico. En el plano jndiciul, se trata esencialmente de la reinsercióri, cuyo
2.1. P e r d ó n y olvido cfecto consiste, como señala el nuevo código penal francés, en «olvidar
todas las incapacidades pasadas* y en restablecer la capacidad del conde-
El perdón, eii priiner lugar, es contrario al olvido pasivo, tanto en su nado de volverse a convertir por entero en u n ciudadano. La gracia, en
forma traumática como bajo el astuto aspecto del olvido evasivo. Al rcs- cuanto privilegio o regalía, se funda en la inisma finalidad. La uriinistía,
pccto, requicrc u n aumento dcl <<trabajodcl recuerdo». Siii embargo, sc que no es pronunciada por una instancia jurídica sino política, resulta irás
parcce a priincra vista, como acabamos de sugerir, a una especie de olvi- discutible, en la medida e11 que equivale a una amncsia institucional que
do activo, que no se referiría a los acontecimientos en sí mismos, cuya nos invita a hacer como si el aconteciinicnto criminal en cuestión no hu-
Iiuclla, por el contrario, ha de ser cuidadosainente protegida, sino a la biesc succdido. Resulta comprensible la finalidad de esta institución: con-
clerida cuya carga paraliza la mcinoria y, por extensión, la capacidad de tribuir a la reconciliación nacional. Pero el perjuicio del olvido reside en
proyectarse de forma creadora hacia el futuro. No se olvida el aconteci- la increíble pretensión de.borrar las Iiucllas de las desavenencias públicas.
inicnto pasado, cl acto criininal, sino su soitido y su lugar en la dialdctica El historiador, cuya tarea, por otra parte, resulta especialinentc compro-
global de la conciciicia histórica. Además, a diferencia del olvido cvasivo, metida cuando se produce esa instauración dcl olvido público, ha de con-
cl pcrdón no se encucntra encerrado en la relación narcisista de uno consi- tra~-csiarincdiantc su discurso y junto a la lucidez dc la opinibii pública el
intento de borrar los propios hechos. Su tarca cobra entonces un aspecto
' Al Iiablar dc «perdót~dilicil>,.iciigo CII incnlc c l bello iíiulo dcl libm de Daniec~icoJer- subversivo, e11 la medida en que, mediante ella, se expresa la riiíinesis de
volilia Aeiuir Dii/icile.
la I~uclla.
(lo pr-eteride sribrayar; jurito coi1 el papel que desemperia el testintoriio eti mos otros dos notables inodos de expresión que no dependcn del dominio
del sustantivo. Se trata en primer lugar de los adverbios de tiempo: enton-
1 ces, antiguamente, antaño, anteriormente, después, antes, etc. Ponen de
relieve la distancia y los grados de profundidad del tiempo -rasgo que
los cicoritecir~tieiitos,1111 pireblo, t~rianacióri o ~itiaeritirlad cult~iralp~teden nos ha impulsado a caracterizar la memoria como la guardiana de la dis-
[ogrzir itria corrcepcióri abierta y viva de sus tradicionesu. tancia temporal-, y las relaciones de anterioridad o de posterioridad que
regulan la sucesión y, por tanto, en combinación con el rasgo precedente,
El problema planteado en este estudio se encuentra en la frontera entre el escalonamiento de las distancias y de los grados de profundidad tempo-
d a epistemoloe,~a~~~1~onfoTo~~Consiste aún en u n problema epistemoló- ral. A continuación, nos encontramos con los tiempos verbales, cuya sor-
gico, cii la medida eii que se refiere a la legitimidad
~~ de
-. la~..
. ~...~..
~~~ p r e & & ~ i i eser prendente sutilidad ha puesto de relieve Harald Weinrich en su gran obra
fiel de la memoria y de la aspiración a ser verdadera d e u s t o r i a . Pensa- Ternprrs. Basta con pensar en la combinación del imperfecto y del prctéri-
mos enel_eroblema d e & & f s n c u e n t r a implícito en la expre- to indefinido en castellano: «Aún dormía cuando alguien golpeó la puer-
sión '<la memoria es del pasadon del Peri inriéntes kai anamriéseos de ta>,. Hay que señalar que los distintos tieinpos cumplen sus funciones de
Aristótcles. Pero consiste también en un problema ontológico, en la medi- diferenciación y de oposición en el nivel de la frase y, por tanto, en la pri-
da en que cstá en juego el <<carácterpasado* del propio pasado: ¿qué sig- inera unidad discursiva y, más concretamente, al pronunciarse el discurso.
nifica, por tanto, la noción de <<serpasado*? Evidentemente, «ontologíaa Ademis, los adverbios de tiempo y los tiempos verbales modifican, esen-
no q~ricredccir <<sustancialidad>>, ni siquiera en el sentido amplio de «en- cialineiitc, los verbos de acción, de estado o de posición. Tras este breve
tidnd*. <<Pasado»es un adjetivo susttintivado: se trata del «carácter pa- recorrido del léxico y de la sintaxis del pasado, creo que Iiay que estar
sado» de iin I ~ e c l ~determinado.
o Hemos sustantivado el pasado, diría precavidos frente a la tendencia -propia también del lenguaje- de tratar
Wittgenstein, debido a un error gramatical, al tratarlo concretamente el pasado como una entidad, como un emplazamiento cn el que se encon-
como u n lugar en el que se encontrarían las experiencias vividas una vez trarían los recuerdos olvidados y del que la andr~ttiesislos extraería.
que han pasado. La propia imagen del pasado como tránsito, tal como la Me Iia guiado esa precaución a la llora de elaboi-ar la estrategia del
encontrainos en san Agustín, propicia esa desviación Iéxica. De modo aún presente estudio. Propongo que lo llevemos a cabo e n dos tiempos. En
más grave, la persistencia y quizá el carácter inexpugnable de algunas primer lugar, seguiremos separando el pasado de su relación, si no con el
metáforas espaciales con las que no dejamos de encontrarnos, incitan a presente, al menos con el futuro. En este marco provisional, abordaremos
llevar a cabo esa sustantivación. En primer lugar, la metáfora de la marca por vez primera la pretensión de ser fiel de la memoria y la aspiración a la
dejada por un sello en la cera alimenta la idea de la localización de un re- verdad de la historia. Se pondrá de relieve de inmediato que esa abstrac-
cuerdo que se encontraría depositado o almacenado en u n lucar en el que ción de la dimensión del «carácter pasado» sólo nos lleva a rcforzar cl as-
se conservaría y del que podemos tomarlo a la hora de evocarlo o de re- pecto radicalmente aporético y eniginático de la reivindicación de la ver-
cordarlo. Frente a esa desviación a la que el lenguaje ordinario ofrece dad, condenada a oscilar sin ténnino entre la confianza y la sospecha. De
poca resistencia, hay que mantener el estatuto léxico del pasado como ad- ese modo, nos veremos obligados a replantear, en función de lo que bien
jetivo sustantivado y emplear, por tanto, la noción de «carácter pasado» o podríamos llamar u n fracaso, nuestras primeras propuestas sobre el «ca-
de «paseidad.. Sigamos atendiendo un momento al lenguaje y subraye- rácter pasado» del propio pasado, en el marco de la dialéctica de las tres
3 9
orientaciones o dimensiones temporales hacia el pasado, el prcsente y el dio, el tema que escoge del pasado cumplido, consista también en esa re-
futuro. Terminaremos Iiablando de lo que llamaré el efecto retroactivo de lación. Al respecto, hemos observado que la invcstigación del pasado his-
la intcncionalidad dcl futuro sobre la del pasado en el conociiniento his- tórico sólo conlleva tres posiciones temporales: la del aconteciiniento que
tórico. prctcndcmos estudiar, la dc los acontecimientos iiitercalados cnire este y
la posición teinporal dcl historiador, y, por último, el momeiito dc la escri-
turade la historia. Se trata, por tanto, de tres fechas: dos remiten al pasado
y una, al presente. La definición de la historia que propone Marc Bloch, a
1. ELREFERENTE DE LA MEMORIA Y DE LA HISTORIA saber, «la ciencia de los hombres en el tiempo>,, no ha de ocullar ese Iími-
tc metodológico del punto de vista retrospectivo de la historia. De hecho,
No es indiferente el hccho de limitar la investigación al estatuto del los hombres en el tiempo son los de antaño, los que vivieron antes dc que
«carácter pasado». &Quésignifica que algo ha pasado aiiteriori~teitte,es el historiador escribiese sobre ellos. La siguiente discusión sobre la idea
decir, antes dc que nos acordemos o hablemos de ello? La frase de Aristó- de huella confirmará esa limitación de la historia al pasado de su propia
teles que ~ u s l ode repetir, «la memoria es del pasado», no necesita hacer escritura. Por tanto, resulta legítimo plantear provisionalmente el proble-
rcfcrencia al futuro paraque lo que enuncia tenga sentido. Es cierto que el ma del refcrente de la inemoria y de la Iiistoria a condición de que pres-
prcsente sc encuentra iinplicado en la paradoja dc la prcscncia de lo au- cindamos de la cuestióii ¿icl futuro. El problema consistirá, cntonccs, en
scntc propia taiiio dc la imaginación de lo irreal corno de la memoria de lo saber si podenios encontrar una solución al enigma del 'carácter pasado»
anterior. Volveré a abordar posteriorinente la verdadera naturaleza de en cl marco de dicha abstracción del futuro.
dicha prcscncia. Pcro el futuro, en cierto modo, se pone entre paréntesis. Nc e~nplcadola noción dc xcnigma del pasado». A dccir verdad, se trata
Cuando tratamos dc acordarnos dc algo, jno nos confiamos al trabajo de de una serie de enigmas. El prilncro que nos viene a la memoria sc encuen-
la memoria e, iricluso, al culto del recuerdo? Husserl, por ejemplo, desa- tra vinculado a la línea dc investigación que hemos esbozado anteriorinen-
rrolla ampliamcntc una teoría de la retención y del recucrdo, y sólo trata te a propósito del léxico y de la sintaxis de la temporalidad. Hablamos del
brcveinente el problcina de la proiensión, como si sc tratase de una siine- pasado, al mismo tiempo, coino aquello que ).a no es y como aquello que
tría obligada. El cultivo de la memoria, como nrs ineilioi-iae, como técnica ha sido. La primera designación adverbial es de carácier negativo: «ya
de la memorización, se lleva a cabo gracias a una abstracción similar del non; la segunda depende de la nomenclatura de los tiempos verbales y es
futuro. Pcro ese eclipse del futuro, sobre todo, le corresponde inetodoló- de carácter positivo: alia sido». ¿Es posible escoger entre arnbas e, incluso,
gicamente a la historia. Por ello, lo que diremos al final de nuestro estudio jerarquizarlas? Señalaremos en la segunda parte del estudio, cuando abor-
sobre la inclusión del «carácter futuro» en la aprehensión del pasado Iiis- demos la dialéctica de las tres instancias de la temporalidad, los motivos
tórico irá totaltncntc a contracorriente de la orieiltación claramente retros- que llevaron a Heidegger, en el marco de una ontología del Daseii~centra-
pcctiva del conocimiento histórico. Objetaremos a esa reducción de la da en la cura, a promover lo sido - e l gebveseii- al rango de lo auténtico y
historia a la rctrospccción que el historiador, en cuanto actor de la historia de lo originario, y a situar el pasado, en el sentido dc algo cumplido, en el
y ciudadano (como hcmos señalado al final del tercer estudio), incluye en plano de los modos de ser que se encuentran bajo la influencia del vor-
su moii~aciónde artífice de la historia su propia relación con el futuro de Iiniideii y del zrrhaiide~i,dc lo dado y de lo manejable. Quisiera dcfcnder a
la ciudad. Aunquc csto es cierto, no quiere dccir quc el objeto de su estu- partir dc ahora, en el inarco de una fcnoinenología centrada provisional-
mente en el «carácter pasado» en cuanto tal, que ambas designaciones son de la semejanza. Pero, ¿por qué se trata de un enigma? ¿Ypor qué consti-
igualmente legítimas. El hecho de hablar de algo cumplido no consiste tuye un doble enigma?
únicamente en ver en el pasado aquello que elude nuestras apreciaciones,
Consideremos, en primer lugar, la metifora de la señal o de la inarca.
aquello sobre lo que ya no podemos actuar. También supone poner de re-
Se encuentra presente en la medida en que alguien o algo la ha dejado.
lieve que el objeto del recuerdo lleva inscrita indeleblemente la señal de la
Pero, ¿cómo sabemos que se ha dejado? ¿Qué o quién la dejó? Al prcsu-
pérdida. El objeto del pasado cuinplido es.un objeto perdido (de amor o de
poner un agente que dejó la señal como signo de su paso, sólo llevamos
odio). Al respecto, la idea de pérdida es un criterio decisivo del ncarácter
algo más lejos el enigma de la presencia de lo ausente. Aliora bien. esa re-
pasado*. Nos hemos encontrado con ella en el segundo estudio al abordar
presentación de la causa es externa a la función sígnica dc la señal. Dicho
la noción de «profundidad temporal», que consiste en el escalonamiento y
de otro modo: una forma grabada, para constituir una señal, ha de poseer
la distancia en el tiempo. De ser así, el no poder actuar sobre el pasado
una dimensión de alteridad respecto a su origen. Detrás de la inarca Iiecha
sólo es un corolario de la pérdida, del hecho de «tener que ceder» al inte-
por el sello, se encuentra la acción de grabarlo o de estamparlo. Recorde-
riorizar ésta. En ese sentido, creo que el acto de llevar lo «real al pasados
mos el modo en que Aristóteles. al acordarse del Teetero y del Sofista, pro-
(por retomar la expresión empleada por Sartre en Lo iiiiagiiiurio), como
pone rcsolver la dificultad: sitúa la meláfora del sello y de la scñal dejada
algo '(sido», ha de pasar la prueba de la pérdida y, por tanto, la de «no ser
por éste en el plano gráfico. I~naginémonos,propone Aristótcles, un retra-
yas. La distancia tiene sentido y lo sido puede plantearse a condición de
[o: podemos considerarlo en sí mismo como un conjuiilo de rasgos dibu-
que exista cierta separación. El enigma de la pareja uno ser ya»/«liaber
jados y pintados o como algo que remite a otra cosa, a un original signifi-
sido» nos acompañarit siempre en lo sucesivo.
cado, reprcsentado o, como se dice tan acertadatnenre, dcscritbi. Ese dcs-
Dicho cnigina vuclvc a prcscnlarse cuando alrontamos otro muy anti- plazarnicnto dc la tnctjlora de la impresión de! sello en la cera n la del
guo que aparece en el Teereto y en el Sofrstu de Platón, se sigue desarro- retrato no constituye una solución, sino que pone de rclieve el propio
llando en el breve tratado de Aristóteles que hemos comentado y reapare- enigma, a saber, el doble significado del cuadro y de la señal como mera
ce en Agustín. Se trata del enigma del eikó,~,de la imagen, si así quiere presencia y como remisión a algo ausente, ya se trate del pasado real o de
decirse; pero en un sentido del término eikón que abarca, como hemos 10 irreal.
visto en el segundo estudio, dos tipos de presencia: la de lo ausente en
cuanto irreal y la de lo anterior como pasado. Hemos señalado al final de A ello se suma un segundo enigma, que pone al descubierto la metáfo-
ese estudio que el «recuerdo puro» entra en escena y se Iiace presente en
forma de imagen. De ese modo, el enigma del eikón abarca los dos tipos
/
!
ra gráfica de la inscripción. El enigma se refiere a Ir presunta relación de
semejanza que existe entre el retrato y el original. Recordemos la confu-
de presencia de lo ausente, la de lo irreal y la de lo anterior. Aliora bien, sión de Platón en el Sofista al tratar de distinguir entre dos iipos de artes
miméticas: una fantasmal y engañosa, y otra eikasriké o presuiltamente
¿qué constituye aquí un enigma? 1
i verídica. Pero, ¿cómo sabemos que una imagen es verídica? El doblc as-
El enigma posee dos niveles o etapas. En primer lugar, consiste en el
heclio de recurrir a la metáfora de la señal o de la marca, de la liuella deja- 1 pecto del enigma del recuerdo se encuentra resumido por coinpieto en
da por un sello en la cera. A continuación, nos encontramos con el postu- i.
lado de una relación de semejanza entre la evocación presente y la marca i. ' Obsérvese el jucno sernintico que emplea Ricoeiir al definir In concepci6n oristoti<lica
.
del relato como una remisión a algo pievinmentc representado o descrito (dél,ci~ir).p i ~ r slié-
impresa. Nos encontramos, por tanto, con el enigma de la señal y con el 3 a «describir» (d<:rriir)como e p i n w r ~(/>cii,dir)(N. del T.).
p c b r d ~ ~ i g n i ! i ~tanto
in lecrirro del r i e ~ ~/xr.codo:
~ p o r~ieiiiorin).olvi<lo 15
estc punto: para que la marca o la señal sean el signo de otra cosa, han de incluso, hay que saber distinguir la huella de un jabalí de la de un corzo.
designar de algún modo la causa que las ha producido. ¿Cómo apreciar la El enigma de la señal o de la marca se repite en el de la huella. Hay que
presunta semejanza cntre cl retrato y su modelo sin un terfi~uiico~iipara- posecr un saber teórico previo sobre las costumbres de quicn ha dejado
tiarii$? Nos asalta al respecto una duda: ¿no nos ha inducido a error desde una Iiuella y un saber práctico sobre cl arte de dcscifrarla. En ese caso, la
el principio la inetiíora del t j p o s o de la huella en cuanto presencia de lo huella opera como el efecto-signo del paso que la dejó iinpresa.
auscntc? ¿Y no nos Iicinos dcsoricntado una segunda vez al entablar una El conocimiento histórico, ¿reitera únicaniente el enigma del cikún? No,
rclacióii de seinejaiiza cntre la cosa presente y la ausente, una relación aporta un clemento completamente nuevo, capaz, si no de resolver el enig-
que venía impuesta por la metáfora del retrato? Planteada de un modo di- ma, al inenos de hacerlo tolerable. Ese clemcnto nuevo es el testimonio,
recto, la preguiita es la siguiente: jconsistc el rccuerdo en una imagcn si- cuya estructura de transición entre la memoria y la historia hernos podido
milar al acontccimieiito del que guarda una imprcsión o una Iiuella? El ver con anterioridad. Ahora bien, el testimonio introduce una dimcnsión lin-
problema modcrno de la «representaciónw repite una y otra vez la antigua güística ausente en 13 metáfora de la señd o de la rnarca, a saber, el discurso
aporía del icono. ¿,Consistela acción de representar algo en presentarlo de del testigo que cuenta lo que ha visto y requiere ser creído. La señal dejada
nuevo, en prescntar lo inisino una vez más, o se trata de algo totalmente por el aconteciiniento consiste en la visión relevada por lo que se dice y lo
distinto a la rcaiiimacióii del primer encuentro? ¿Consiste en una recons- que se cree. Al inismo ticmpo, el enigma de la rclación de semcjanw se sus-
trucción? De ser así, ¿,cuál es la diferencia cntre ésta y una construcción tituye por otro que quizá resulte mcnos intratable: cl de la rclación fiduciaria
Santástica e, iiicluso, Saiitasiosa, es decir, entre la ficcióri y la propia rc- que constituye la credibilidad del testimonio. Ya no se trata, por tanto, de la
construcción? ¿Cóino se preserva la posición real del pasado, del pasado semejanza de un retrato, sino de la credibilidad de un tcstimonio cuya pre-
real, eri dicha reconstrucción? sunta buena fe puede ponerse a prueba al cotejarse con otros. A partir de
No dcja de resultar extraordinario el hecho de que el conociiniento his- ahora, no hay por qué decir que la huella repite únicainente el enigma de la
tórico vuelva a suscitar la antigua aporía del eikúir. Consideremos la serie señal o de la marca. Al sustituir a estas últimas, el testimonio desplaza el
que liemos situado en la base de la recogida de datos y, por tanto, en el problema de la Iiuella. Hay que pensar ésta a partir de aquél, no a la inversa.
nivel de lo quc liemos llainado «historia docuincntal~.La serie era la si- ¿Cómo afecta esc desplazamiento a la relación con el pasado? En un
guiente: «a~!1~vo-documento-liuc1Ia~~. El archivo remite al documento y sentido negativo, nos conmina a abandonar el probleina de la semejanza.
éste, a la huella. Dc ese [nodo, todo converge en esta última, liasta el No hay que preguntarse si un relato se parece a un aconteciinieiito, sino si
punto de que Marc Bloch ha definido la historia como «conocimiento me- cl conjunto de los testimonios, confrontados entre sí, resulta fiable. Si ése
diante huellas*. Los documentos son huellas y los archivos, reservas de es el caso, podemos señalar que, gracias al testigo, hemos «presenciadon
hucllas invcntariadas. Ahora bien, ¿no es una hucllael cquivalcnte moder- el aconteciinicnto contado.
iio de la scñal dc la que hablaban los griegos? La metárora se ha dcsplaza- A1 reaparecer esa última expresión («presenciar»), podemos pregunlar-
do de la marca del scllo en la cera al paso de un animal por el campo. Pero nos si puede sustituirse por completo el problema del icono por el del tcs-
el rondo de la inctáSor;i cs cl mismo: la huella dejada eii estc caso también timonio. La resistencia del primero a la reduccióri tio carecc dc motivos.
es una señal que pucde descifrarse. No obstaiite, al igual quc hay que sa- Sin duda alguna, hemos de volver a considerar, en este punto, nuestra dis-
ber, mediante uii conociiniento anterior y externo, que alcuicn ha grabado cusión antcrior sobre las relaciones entre la memoria y la imaginación.
su scllo en la ccra, tainbién hay que sabcr que un animal pasó por allí e, Dcspués de haber separado, tan radicalmente como nos ha sido posiblc, la
acción de establecer el pasado real de la de suspender toda posición real
1
¿,Nopuede dccirsc, dcl mismo modo. que la memoria y la historia tradu-
con el objeto de afrontar lo irreal en cuanto tal, hemos apreciado cl papel ccn lo quc se lia iraiismitido dcl nconiccimiento s In Icngua de acogida del
que desempeña nuevamente la imagen en el proceso de realización del
«recuerdo puro». Hemos tenido que reconocer que el recuerdo se preseti-
E. Suele dccit-se que traducir consiste en traicionar. Y así cs; pero

ra como imagen, a modo de imagen. En este estadio, que Bergson descri-


be como el del recuerdo-imagen, el problema del icono cobra un giro iin-
[ diclia traición siguc depcndicndo, cn primer lugar, de la noci6n de [desti-
inonion. no dc la de rimagenu.
Tras dcsarrollar las complejas relaciones que existen cntrc la inciiinria y
previsto. Ahora bien, la historia no se encuentra al abrigo de esa especie
la imaginación, voy a rctoinar la propuesta dc Tieiiipo y relrrto Ifl quc con-
de desquite de lo imaginario. Como subrayaba el propio Collingwood,
sistía en interpretar la'rcTación7ñLi.c la nistoria y el pasado a la luz del con-
.,

Q
gran defensor no obstante de la idea de reanimación dweefectuación
(reetioctine~it)del pasado en el presente del relato, 1 imaginación pera
en todos los niveles de la argumentación, desde la elaboraci

propio nivel de la explicación y, más concretamente, en la imputación


e hipóte-
sis y la comparación de las distintas series de acontecimientos Iiasta el
/
i - c m t d e ~ ~ i e n ~ : e s e r dr

S ~represciiiltción~~,
i t ~~sus7it~icit>fla
, u ~ i e*ti-alidnd

segufiilns liucllas dc la disiinción quc existe cntre los


términos alcniancs Vertmtiri~gy V»rsrrlltrri~.Hoy en día. me gtrstaría con-
causal singular. La ficción se deja ver de modo aún más evidente en las
servar cl concepto m e - -.o. . ~- dc~~dcle~aciónnyaplicarl~:~
-A
grandes composiciones literarias en las que el cuadro rivaliza con el rela-
fi<corno»d m n i o J h 5 s que i i l ~ f o r aaunque , cstc úlliiiio se
to, en un nivel de complejidad y de amplitud en el que la historia merece
llamarse «liistoriografía», «escritura de la historia». Gracias a esa «puesta
p «. » . ,m-.-. ~ ~ : t den-cl
o «clavo csctitlio
-

cn escena* mcdianic la que la historia representa aquello sobre lo que da


--~ i $ e r < í f i ,,%La
dc ~~ iiiicZii cIc *rcprcscxtauL7iu, Ii;tcc rcrcrcncia cri
este estudio a la- ~iiezclaopiica del rccucrdo v de I a . f ~ ~ ~ ~ ~rcc~nsiruc-
~~,cn~la
testimonio, vuelve a estar vigente la metáfora del retrato mencionada con
-do. Por ello, no espel-o en la actualidatl que la dial6ctica cntre
anterioridad. Para ello, desde luego, hay que invertir la condición previa
lo mismo, lo otro y lo nnfilogo, mctlinnte la que trataha de expresar con-
que regula las relaciones de prioridad que se entablan entre el testimonio
ceptualmentc la relación dc «rcprcscntancia», rcsultc tan iluiiiinadora
y el retrato, y establecer que éste sólo consiste en un icono de su modelo
como entonces. No obstante, el recurso a la analogía, nirís al]&de la oposi-
en la medida en que, en primer lugar, pretende ser fiel al mismo, como su-
ción cntre lo mismo y lo otro, 111c parece quc dcpcntlc demasiado del pro-
cede en el caso del testimonio. A nuestro juicio, el retrato sólo es una ima- 2
blema del eikóti y que requicrc ser cribado por la noción de ~~testitilonio~~-.
een en un sentido secundario. debido al movimiento mediante el oue con-
figura en forma de imagen su propio impulso de ser fiel a su modelo. 1 ' iCórno nlccta rt? i ~ nncniido get>ei-:ileste mtcvo enfoque a 13 rclcctiir:i de I:, sccción dc
Paralelamente al hecho de poner a prueba la metáfora del retrato, ha- [ firi,l,,,J ,el<r~,,
il1dedicadn a In realidad del p:isado,?Le preccdi;~un capíti~lusohre .*I:is\.a-

cir, comenta Antoine ~ e r m a n consiste


~, al mismo -~~ir
--
bría Que someter a un examen similar el modelo de la traducción, Tradu-
. en la
rinciones imaginativas del ticinpon qiie tenía la intención de introducirla ficción en el procc-
so rcfigurativo del iieiiipo llevado n cabo por CI relato. Mc intercsiiba ci: ailtscl i n i ~ > ~ i i c ~i.1i i r >
modo en que la ficciónaborda <<lafalla nbie~iapor el pensa~ilien~o reflexivo entre el ticnipo
lengua de alguien extraño y en ser hospitalario con él en la lengua propia.
lenonicnolócico
- v,el cósmico» (186).Hoy cii día, esa dificultad ha perdido parre de si! reie-

'' vancia en la presente ohra, en la medida cii que. contrariamente a Ag~istin.Hiisserl e incliiso
Iieidegger, inc parcce que el tietiipo lciir>iiieiioliigicoposce de forma prin>ordinl tirin scril: di.
,-;isg<is.coino CI Ihiclio de poder lcclinrse, qilc ~peri>iitcii
que el iicnipn del inoodo se siimc :i
Volviendo a la carga una vez mis, mc pregunto si la resisiciicia dcl pro- mis profundo aún que el í'eiiótncno d e la elaboración d c la iiiiagen o d e la
blciiia del icotio a scr asiiiiilado por cl dcl tcslimoiiio se dcbc a un iiiotivo representación del rccucrdo. Quizá exista algo inis irrcductiblc aún cli cl
problcma dc la Iiuclla, algo que sc deja ciitrcvcr cn cl núclco dcl tcstiinonio
la escaosiúri del pi-iipio lieiiipo rcnoiiieiiológico. Eii cainbio. sigo asuiiiicrido. por uila parlc.
la <il~~>siciirn ci,iic el icliiio I~isiúiico y el de íicciúii. y :isutno el riesgo de iliii-odibcirsil i i ~ u l e ~ o, iiiás bicn, cii su litfar d e origcn. S c trata d c la reiiiisiC>iidel icotio y dc la
inihricaciún cii CI proceso rlee va del rccucrdo puro al recuerdo-ioiageli. cspecialmcnle cii el Iiuclla al acontecitiiicnto antcrior a la iiiiprcsi0n, a la incisirín o a la ins-
pl:iiii>de 1.1 rlalior:~ciúode Ii~sgmndcs ~ ~ C S C UIhisibl.i~os S e11 los que la rcprcsci~caciiin del ~ia- cripción. Diclio aconlcciiiiicnto se corrcspondc coti cl propio paso d c j ~ i d o
s~do se cot~vicncen una puesta en escena. El csliiiulo dedicado a *la realidad del tienipo por una Iiuclla. Aliora bicn, el tcstiinonio cntrafia un c~iigiiiasiniilar. Antes
Iiisiiiricni>Iba de scr ohjcio de una rcvisibn en profundidad iiiuy iinf>urt:ilite. debido i IU rcla-
d e dccir algo, cl tcstigo ha visto, oído o scritido (o Iia crcído vcr, oír o scii-
cióii eii1:iblnd;i cniil: el ~>rol>lcii,:i dc 1 1 lhuzlln y CI del icsiin>unio.El prohlciiia dc In <.repie-
sciii:incinx, corno decía cniorices, lile parece lioy en día quc siguc csiando bicti pli~ileado. iii; la dilcrcncia ticnc poca iinportancia). En resuiiicn, s e cncucntra itiiprc-
Los clis~yossenibrilicos cii loino ni tfriiiino alcmjii Ifci-lrrlietg. en contraste con la noción sionado, quizá lasti~iiado,afligido o Iicrido, y, en cualquier caso, crfectndo
dc I'i~~sleliir,~~, aiiil iiic parecen pcliinenler. El relalo Iiislónco cuiiiple la fuiicióo de susiiloir por cl acotitecii~~icnio. Al dccir algo, cxprcsa esc estor nfect<r</o~>or:..En
u de recliiplazar ni pasado Iiisiúrico: '<Esa1Uiiciúii -scialaha en nqucl iiiornCnio- cirncre-
esc sciitido, podcmos liablar de la itnprcsióii del acontccii~iicntoantcrior al
riza 1:) rclcrencia itulii-r.<-i<i 1iropi:i dc un conuciii~ienioniedianic hucllas. y dilerencin de
ciinli~uieiolro el ~niodorerii.ciici;il de In liisloria rcs/>ecloal pasadun (204). Aíiidia lo si- propio testimonio, d e la iinprcsión que Cste comuriica. Dicho tcstiinonio
gioicciic: wl'or .iiipiicsio. ci.iiiod<ircicicsci;il tio ~iucdcscfiararscdel ~pmlliolrnl~~io coiiligu- poscc u11 catáctcr pasivo, rclacionado con cl pcítltos asociado a la dclitii-
r:iiivii: cii efeclrr, siilii iiicdioiile In i-eciilicaciúii inccsntilc dc niicslias coniiguiaciutics ciar ciGti inicial dc la iiiciiioria 1Icvad;l ii cabo por Aris161~Ics.i\il~t.:lbicti, tios
1,aceiiios ~1113idea dc los rCCurSOS iii~goliblcsdel /pas~do~ (ibi<I.).En iss Cliaca. p!1153b3 que cncorilramos con csc rasgo <<pasivo»en cl nivcl d c 1;i coiicicncia Iiistórica,
I:i tnocibn dc ~bucllancoiistiiui:~ el liiial de I:i sciic de rcniisioncs que coiiducíaii de las arclii-
que adopta la iorina crudita que Ic asignaba Gadaincr cuarido I ~ a b l a db c~ L
a
vos :i los docu~iicniosy dc &siosn la propia Iiuelln (205). A falla dc una conelación ciilre
esta úleirii3 y cl i c ~ l i n ~ o ns~guia i ~ . stijc10 sin saberlo 31 ci~igtnadel cik<Ni,que lodavín no «conciencia dcl efccto dc la historian (Wirkrriigsgesciiicii/icIiesBelvi~ssr-
Ii~bi:,ideniilicndo. De alii que 13 didfctic3 inspirada e11los grandes p f i ~ c r ~ p131ónic0s
s (lo SE~II).Dicha cxprcsión pucde iraducirsc del siguiente tnodo: «cl csiar afcc-
h,lisnio. lo Otro y lo Anblogo). aiinquc n ~ cpcl.n>ilia~ I L C I C C I I ~la C ~~p~siciúii eiitre 13 reeiec- tado por la historian. A través dé1 rclato, el oyentc, convcrtido en un tcstigo
iiiaciúii de Culliligwood o la rcsiineccibii del ~pasid<i de hlicliclcl. por iinn lxtite, y, por IIII.:'. d c scguiido ordcn, se cncuciiira a su vez bajo cl cl'ccto del acoiitecitiiicnto
el elogio de la diicrcncia dc Pnul Vcyiic o dc hlichcl de Ccrlcau. en provcclio dc la. idca dc
analc>gia.110 nbundonnh~.por m6s que la irilctaxe, su farciiiaciún tio reclosiocidx por la ariii-
cuya energía, violencia y, en ocasiones, júbilo coinuiiica cl testimonio. El
giln problcmbricii del rik<i,t.El precio que Iinhín quc pagar por tado ello consistia en un es- problcina d e la Iiuella, debido a ese rasgo pasivo, sc suiiia, en cierto modo,
iuncniiiicrilu en la iiopologí;i dc I H a ~ V h i t eqtic . hoy eii día ine parecc inadecuada Iiam al dcl testimonio sin disolverse coinpletainentc en El.
resolrc.r lo ;lpocÍa de 1:s ~rcgrere~~Scia,>, auiiquc se planiec carcectoiiii<ite.Volviclldo a lo
Quisicra concluir estas observaciones, cn buena medida prcliiniriarcs,
1 , t ~ k w J~~ l~t , ,~:c~!icnurt~,ci~~c ~ ~ , ! ~Jc~1.1 i n ~ r iAl
soi>rcl:i .r c c u p. c- .~ ; ~p,u:t.~l í ~~ ~CU ~ Xn>c
~I,
2 ,>l..li.t , l > > , < l , , l., \,~,~.,,..;.G,. l"tLd:,$,,,.f,,:ll,i?!? c.\t\rc cni,c <i r:l,.,l" b l., c,,,,,:,. En ex12
subrayando el carácter irresolublc del estatuto dc la verdad y dc la lidcli-
..
puiito. se eiicuciiin eii juego todo el dcsiilio di: la idcil de ii~Nj~e.ri.r. Un relnlo iio cs una co- dad dc la mcinoi-ia y, consiguientcincnte, de la historia. El cnigina del
p i s ct:t;Pdi=n7iui,, cs una ~ntcrprclaciónO , ~ I I C ~ > ~búsqueda
% ~ dc _ieduJ. icono no sólo iio ha sido rcsuclto por coinplcto por cl pi-oblema sccunda-
~niedincitela inicrprctncióti. Qiiizá liabría que decir lo tiiismo de la iologmfía. Si pciisamos rio o subordinado dcl testimonio, sino que. incluso prcsupoiiiendo que
c-l>oisicnu, iios dareirios cuenta dr: rluc una fotografía.al igud qiic d
reliaiii. cs iiiii cooligiir~ciónque prclendc llcvai- 3 ciba una reconliguricióii. Tanibién lraia
dicho testimonio sea capaz de asimilar el enigma dcl icoiio y dc la huella,
de lograr uua fidelidad que se cncueiilm mds alld de la rcduplicaciún di I,: copia. El reir ni<^ y diclio enigma seguiría conservando su problcmaticidad propia, a saber, la
la foiog~~lia, cuando alcanzari su mayor pcricccióii, ilcpcndcn dc la f z c de la elaboraci<,ii d e su fiabilidad o credibilidad. Lo coiitrario de la fiabilidad, l l c ~ n o sdicho
iliiagiii:ili~dcl recucldo y, iiicdiaiire ese proceso, reiiiitcn al problema de la ridelidad. con anterioridad, no es la duda en el sentido esti-ictaincntc epistémico dcl
término, sino la sospecha. El problema de la verdad, en efecto, se ha con- inoñana. Aliora bicn, ese cainbio súbito supone la recupcracióti dc la con-
vcitido cn el de la veracidad. Aliora bien, siempre podeinos oponer, en úl- cepción agusiiniana del tictnpo dcl capítulo undécimo dc Ins Cr~ifr. '~!oiies, '

tima iii\tancia, un testimonio a otro. Esa separación ins;ilvablc entre la ve- y nos invita a relacioiiar csta última con la concepción Iicidcggcriana del
racidad-fiabilidad y la verdad-prueba convierte la fidelidad en una figura licinpo. En efccto, Agustín y Hcidegger son, al tnciios qlic yo sepa, los
cspccial de la verdad. El Iieclio de <<creeren» sieinpre se encuentra unido únicos pciisadores que Iian considci-ado a la dialéctica del pasado, del pre-
al de ucicer que». Al mismo tiempo, la oposición entre lo verdadero y lo sente y del Iuturo el tema cciltlnl de su concepción del tiempo4.
falso se desdobla en la oposición entre la confianza y la sospecha. Aliora No vamos a llevar a cabo una reescritura de las dos scccioncs de Tierii-
bien, la labor correctora de la Iiistoria no elimina la sospecha de que haya po y irlrito dedicadas al libro undécimo dc las Corifcsioiies y al capítulo
podido engañarnos algún testimonio falso. La verdad histórica sielnpre se dc S e r y t i e ~ n p osohi-e la temporalidad. Propoiidremos, más bicii, una lihrc
encuentra cn suspenso. Es plausible, probable y discutible. En resumen, mediación cntre niiibos icxtos, ahordando indistititnincntc las propuestas
sieinpre puede reescribirse. de Agustín y de Heidcggcr, y inczclaiido el prCstaino dc ideas con la críti-
El destino de esa verdad que siempre se encuentra en suspenso, de csa ca, tratando de haccr justicia a los textos citados y de ser responsahlcs res-
vcracidad siempre inconclusa, va a depender, en última instancia, de la in- pccto al carácter irrcsolublc del tratainiento por scpnrado dcl «cardctcr 132-
troducción del problcma del «car6ctcr pasado» dcl pasado cn el ciclo de la sado» del pasodo cn cuniito t:il.
icinpornlidiid. Mis obsct-vacioiics girati cii torno 11 dos temas: el dc la itnposihlc cot;ili-
zación dc las tres diniensioncs teinporalcs y, por tanto, dc su dios/>o~.rí ori-
ginaria, y, coino corolario tlcl aiitcrior, cl de In igi~ril1>riinordinlitl3dtlc
c;id:i un:i dc csns instnnWas. El prh~írtnodc itlc;ls y 1;i crítica sc succdc~iti
2. ELPASADO Y LA DIALÉCTICA TEMPORAL a propósito de atiibos reinas.
Respecto al prinicro, tanto Agustín coino Hcidegger Iiati sciialado con
La discusión precedente implica que el tratamiento por separado del insistcncia lo que llamaba en Tioiipo y relnro 1, a propósito de Aglistin, la
..
pasado dcscrnboca en una situación irrcsoluble: por un lado, persiste el disonancia entre las tres instancias de la tciiipoi-alidad: cl tema de lar lis re^^-
dcseo de Iidclidad de la memoria, y, por otro, se iinpone la falta de liabili- t@~uki--traducción de la dirisrrrsi.~dc los neoplat6nicos-. cluc üparccc
dad de Csta. Desgraciadamente, sólo gozamos de la memoria a la hora de eti las Corlfesioi~escn CI rotio doloroso del Iainciito. El alma giriic cn el
sabcr si algo sucedió realmente con anterioridad. «La memoria es del pa- ,

sado», hemos repetido una y otra vez de la mano de Aristóteles. Surge en- He conicniido en dos ocasiones mis reservas respecto n esas dos grandes doctrin>s. L:i
tonces la idca, a modo de remedio contra la sospecha, de que la propia primera vez. liara poner cn duda In prioridad qiii: tcnia, para arnlios pci~sndorcs.la nicnioii:,
pretensión de captar el «earrícter pasado» del pasado en cuanto tal, pres- pmpil irente n la colecliv~.La scgundn vez. p a n lamentar I:, sepnnción quc, por moiivos di-
cindiendo de su vinculación dialéctica con las otras iiistancias del tiempo, ferentes, llevan n c.lb0 cntrc el tienipo fenomenológico y cl tiempo c6amico. Ambas posicia-
nes. en ú l i i m n insiuncin, rezult:in indisocioblcs. Pero nunca he puesto en duda In legitimidad
nos lleva a este callejón sin salida. Hemos de proponernos, por tanto, la dc principio <!c una cnipresn ccnirnda en la dialéctica rlc Ins tses diiiicnsirincs tcn~pornlcr.
larca de introducir la memoria en el movimiento de intercambio que exis- Mis bien. iiendoa pensar incliisoqiie el nlcarice de sir dcscuhiiinienio ha sido limitado tanto
te enti-e tas expectativas que crea el futuro y la presencia del presente, y por la redi,cción n la esfera de lo propio conin por la scpnración entre cl enfoqur fcnonieno-
prcgunrarnos cómo eiiil~lcniiiosla inemoria cara al día dc iloy o al día de lógico y cl cosnológico.
7
inacía concedida al carácter futuros, bajo la influencia del ser hacia (o La idea agiisiini;ina dc Nespcran, de la qtie sc Iiacc eco la iiocicin de
para) la muerte, presupone la unidad fundamental de las tres instancias «Iiorizontc dc cspcr-;i (o tlc expectativa)» de Koscllcck, prcscr\,aha inejor
del tiempo. Al igual que en Agustín la primacía del presente regía la uni- esa apertul-a. Prccisaincntc, cse hiicersc cco de le noción de «cspci-a,,?
dad de las tres instancias, la anticipación del futuro y, más concretamen- cntre el tiempo dc lo propio del que habla Agustí~iy el lie~iipoIiistót-ico de
te, cl eprecursar hacia» la muerte regulan de antemano el problema de la Kosellcck, me Iia succrido la idea de aplicar al Sut~irola polisernin que
integridad del «ser ahí.. El [~precursarhacian la mucrie, Ia «resolución había pi-opuesto destinar, desde cl prirncr estudio, al aniilisis dc la mctno-
precursora. enfrentada a su carrícter ineluctable, constituye el sentido ria y que podría introducirse, por otra parte, cii la experiencia coiiipletn de
originario «del 'poder ser total' auténtico del Dascirc». Correlativamente, la temporalidad. Recuerdo que esa poliseinia se hasaha en la distiiición
la finitud implacable del tiempo del Dasciri da su sentido último a la no- entre lo propio, lo próximo y lo Icjnrio. Propongo empcircjar, por inlito, la
ción inaugural de «poder ser total»: uLn teii?porlilidad se ex/>erimeiita de tríada epiisado-prescnte-f~it~~ron a la formada por lo propio, lo prcixiriio y
iiiorlo fciro~iréiricr~~~~e~~feorigirirrrio eii el 'ser totrrl'nrttir~rico(le1 Dascin, lo lejano.
e11 el ferióiiierio <lela i-esolirci<jiiprccrirsora» (304). Pucdc objctarsc que Todos los aspectos del dcsco que introducen e1 Siitiiro en el niiior y en el
la primacía concedida al futuro, en el propio Heideggcr, sc debe desde el odio, c ~ lai alc21-íay en la tristeza, dependen de las expectativas creadas por.
coinicnzo a la estructura de la cura, cl eje rcctor de la Ienomenología del lo propio. Dcsc;irlcs scrialnhn en Lris l>rrsioi~es del rilrirri, cri cl 1i;irá;r;iI'o 57,
D<iseirr. La primera implicación temporal dc la noción dc «cura», en que el dcscu es cl pri~icipiode las pasioiics qirc «nos Ilcv;iii ;i cotisidcrar el
electo, es la del «ser ante sí mismo» (das Sich vonveg). Pero, a mi juicio, liituro 1116s que el pl-esente o el pasado,,. Del dcsco tlcpcri<lcil ( 5 s ) Iii cslic-
csa noción iio conllcv:~ninguna clausura, sino que siempre deja, por el saliza, el tciiioi., los cclos, la scgtiridatl y 1i1 dcscspcracití~i,cri luncióii dc las
contrario, algo aplazado o cn suspenso, y sigue estando continuamcntc distiiitas dificuliadcs ;i I;is qiic Iia de ciilr-ciitarsc diclio tlcsco. lia <le siih~~i-
incompleta en virtud del carácter de «poder ser» (Seiirsl<orrrieil) del ser yarse que la muerte sólo figura en un plano subordinado en cl parágralo S9
ahí (T~CIII~>O J relriro 111, 96). Podemos preguntarnos si no hay que liberar titulado «i.Cuál es ci dcsco que nace del horror'?»: oEl horror -1ccmos en
al Scirisk¿iriiirri, al «ser ante sín, del yugo del «ser para la muerte* y, al ese texto- lo inslituyc la ~iaturalezaparnI-epresentni-cnel alma una r1itiertc
mismo tieinpo, de la totalización del tiempo que conlleva esa categoría. súbita e inesperada>,. Se aborda, por tanto, «el peligro de muerte-, no cl
Ciertamente, ningún planteamiento sobre el tiempo puede evitar el pro- eprccursar hacia>,In muerte. Las pasiones apropiadas son, en csc caso, .<la
blema de su integridad estructural. Pero, como hemos sugerido anterior- liuida y la aversións (;bid.). ¿Huye Descartes ante el destino de la iiiortali-
mente, dicho problcma siempre puede traer a colación otro que sea fruto dad'? M6s bicn, tiendo a pensar que no tenía en tilente incluir la iniierie
de la intcrsccción de las problcmhtieas discordantes del futuro, del pasa- cntre las pasiorics.Y con razfiri. La ~iiorialidad110cs titi con~ciiidopasioii;il,
do y del presente. Por tanto, habría que analizar, en primer lugar, los re- sino tina situación lírnitc que dcpcndc dc la esti-iictiira l i i i i t ~de I;i csistc~ici;~.
cursos de la experiencia del «poder ser» más allá de su asimilación por Pcro, ¿,pucdc consideral-se una nctirrrd ante el r~~tt~ro'? A rni juicio, Desc:ir~cs
parte del «ser para la muerte». ricnc toda la razón cuando considera únicaniente el pelizro de muerte, y no
proponc translorrnar «el temor ante cl peligro» en anticipacidn o en rcsolo-
Mediante las siguientes observaciones, me gustaría hacer una aporta- ció~i.El aconteciiiiicnto dc la muerte sólo puede temerse y, posihlerncnte,
ción n la fc~ioincnologíarihierta del ~carhctcrfuturo» Srente a la fcnoinc- accptarsc y ;isii~iiirsccoiiio una inicrrupcióii aleaioi-iny, en estc setitido. itii-
nología ccn-rrf1~1
del «ser para la muerte,,. posililc de coordinar con el deseo y con el iiiicdo. Snrlre y,' creo tli~clirictlo
occiilo, ¿c\,iiias7 coiiicidcii a in Iidi-a de sci,;iiai qu k~iii)lu~ric110 cs ur, i'uiicionai-ios dc l a salud pública. E n c l tíiiihiio social. c l nacirniciiio y la
a c ~ ~ i t ~ c ~ ~ i ¿IUL
i ~ i c~ipi ~i oi c dcspcr:ii-~:
a o riijticij~:ix;~ iiiuci-te sólo son unas iriscrincioiics cn c l rceislro civil auc ticncii ii<>rohic-
l o la clnhoi-:iciíiri dc cstadísiicus dc ~ial;ilid:i<l,de ii~i~ici:ilid:iil 11 dc i ~ i ~ ~ i ~ : i l i -
1:s~ c i c l>tiiito. ij~isici-;iiiiii..~du;is 12 c l i s i i i i ~ ~ icnirc in lo pi.opii~,lo prtlxi-
d:id. E i i cste tii\,cl! los Iioiiilircs rio soii iiisustiiuililcs: los iiiicvos \riviis ti(,
! 1111, ) lii lijiiii<~. L:I i i i ~ i c i i jiose~<!!c.ed;:
.~

Jc i.spcc,:i:ivci alguiia. Cuciito crit. ¡:I :I~LIC;IC


~ cii..ii ti;. i r i ; i i u i ~Jij¿i~m.
iia..ii Y r io 1.i-ipir. ni i l ri;iiiiiiciitc es uii i.c.icrdr, iii la i~iur;ic es o L ? j c i ~
ii:, 1; cytcr.:~. !>csco seguir
iml
! dejan de susiiiuii- 3 10s niuci-los cn la coi~tiiiuaICIIL'Y~C~~)II dc 1:is ~CIII:S:IC~~?-
1
1 ncs quc pcriiiitc a l a ciudad dui.ar 1115s que los iiiortalcs que se rcciiipl;iz:iii
I
i ciitrc sí. E n csc iíinbito, poi- tanto, no cxistc iiii i i i ~ i c i i c si110
~ In dcs:rpaiici;iii
CSI:III~\) -V¡X<!I 11~1,\r~i!? IX.IC~~C. iio COII ~iiir,~!, .i c Ik. T., ti.:i. ella. Alioi-a LII~I.
{,p;ii-:> c l i i i C f i ;.,mstiiuj~c L L ac~irilcciii;~;~:~~ c . ;;:i:i:-~ii~;iIt~ y ii~uci-ic?E v i - ':de un é,>.siloii dc l a población rcgisirada. L o cual iio quici-c clccii- qilc el SIJ-
~ j ~ i ~ t ~ ~ l i p:c,i-:,f i i C 1,): L13C Se C l l L Jcfi:r;i:i j,:ii;.ililc~S. [Jai-L llll!.~ ~ ~ c g i l d 0 ~ . i u r o dc los que sc ciicueiiirnn alcjndns dc iiií i i í ~posea iiit)dos pnrticulnrcs
EI!,:i :.,ti. li: úi;i:i,s ,que se dlc;i..i:;iit ;u:..iicli: \:iii:: al iiiuiiJo ci. Iljriii2 dc dc cxpccilicióii, sino que diclios iiiodos no piicdcn ~Jcriv;irsc ,Jc I1.s di: Ir)
, .
i-c,iiii ii:iiiJ,; t~;tiii:iii i \ i ~ c i d:,fila i ti? i-cp:i;i ;i !iii:il de l a c:;i<jii tiiuliid~ propio, n i raiiipoco de los de los allegados. Las ~?i.cvisi<~iic:: 8:c:~iii~irirr::i.s. ln
<:/.ciiijn,. di: La i..i;<<liri<jii i i r r i i i i i i t , ~ 1.: si:~.ic;iIc li:isc: <<RusI I ~ iiaciclíi u!; plariificación social, Ins intrigas d c l poder político y l a duraci~jiltlc !;is ;lis
r,lfi<,n (l1oi 011.3 p:,itc piensa que .?C. :r:iia dc üii ~ : I S ~ J Cd i / Esilii:~lii>. cuan- iitucioncs que dcseuba Maquiavelo, los proyccios culiiii-des y. -11 iiliiiii:i
di., i.11 scciliil:itl si. trata de uii;~ciin ilcl 1iiiii¿ia Is;iias)'. Ese «II(IS>. corres- iiisiancia y q u i z i sobre todo, utopías coino lri del progreso, qu<: :il'r~iii:i l!ii
~ l ~ lal 1\15 i ~cjuc
l ~S~ < :,lc~r:,ll. :1 los 1I.lC S< ~ i l c t i c i l i i - ~~lr<i;;illl<~s. i, ;! 111is:illcg;i- Siiiui-o qui: y:i II~J l o cs (cI«liituro j~as:ido» de I < i ~ s c I I ~ c k ) , IJII'~CCI:III
d b ~ iY :iii iiiucsic sciá iiii aci~iilc,iiiiiciiii~1i;ini cll;is, iio pasa iiií L o único sobre e l lioi-izoiiic dc espera dc l o colectivo. Pcro esas cx1ieciiiiiv:is iio 1;~:-
,)i'i p t ~ d iaiiiiriiiai-i y. cii csc scntido. csperiir 2s su duclo. Pci-<Jno iiie co- iicii iiada que ver coii la r-csistcncia dc l o propio 1i:isia I:i ~riucri.c.r i i ,:o11 1:i
irczpí~iiilc3 iiií poiicriiie cii Iug:" Jc csc duclo por aiilizipado, aunque ;ilcgría y c l duclo dc los allegados, !csiigos y s:ilv;iguardas (Jel ii;ii.iiiiicirii:
,!.Ic~(J a~~ic:ga;-.iic -:i~r, pudor- a iii~:i;i~iAr~icIc E n cu:i~iio al fu~usode y dc l a iiiuetic. El c r s ~ r cri
, esle p u i i l ~ consistir-ín
, c i i roiislruir c l ~ i i i u r o,lc
li !~i:riiii. l;i iiiiici-ic nr, sc ci$cuciilia iiiscriia ¿iiél ciiiiili acoiilccimiciito. la coiirunidad a plirtir dcl inodclo del dcsiiiio ti-típico dc cada iiioiial. E.<?
IJiiJcsgci iiciii. is:iz6ii LII csic p u i i i ~ j .sScjj : iiiucir. 13. verdad cs quc csc cii-oi- pucdc ocnsii~iiardcsgi-aciailaiiic~ii~ u11 liillo pciliiice. A l i-csiiccio.
~sc,, nci cs iiaJic L a cciíc;oi-ía aprripir?dii cii el icn.cno público es Iü ii<rcióii csisic uria discoiiriiiuidad enlrc c l L><isei,r v el k l i i . ~ e i r r ~ .
i l i , ~ ~ i ~ ~ i i l : i c i í ,coiiiúri
iin. ciiisc los c ~ i i d c ~ i i i i j i ~ ~y,gcoi si gci~cral,ciitrc los
-- h decir i.fr&~d. COIHcidcgg~rrii cii liiisscil si. pl:iiiicil 'Ic r o i ~ & i :i ii i l ( l r ~ i r t t : ~.:/ pr<,hlc-
Y

' i i i si. úlciiiii ~ l a s -cii 1piililico. LCiio:is iiiiiii~:iiii: i > 1 1 i i i i i i ~ i c :«Siii diida al-
a j ~ i l i / ~ < j s i i dc dc lo cumiiiiii:iiio iii dc Izs C O I I ~ I I ~ ~ ~ ~ : ~ ~ CElS .icin:i dcl . < U i i o » d~sct~ihiic:~
fii;i d~c~i:i>i:idv iil~i-
giiti:i ii:id:i sv~ii1r:i iii:ii ciiillico qilc CIcitid:iili> ci>i$CI c/i#c~iii S C ~:ili?i>iii, iiiiii ~ ~ i i i ~ i ij i ii k ~1li<,i a dabnenle cta cl dcl .S<~lI,,rl (S 2.51. y lo l u c e <n>t~lw, :>t?¡cs rlc i~t>o~d:~v *:l [>#~cI>lt:~n:l
,lc 1); 8<!!~?l,r,.
1xxii:i :ili;ii di .1: dc~ti<icci<ii,. coiiio siiccdc ci, iiii CUL.(II<I di: 'liilsl<)iCII:~~I~Y alguicii ijiic liabi:~ $;tlid;!d,S4lu $xisie tm:t aIibsi66~:I 1:) ictnpo~:iliclado~i;i>~;tzi:e dcl ,,sed 5; ~wis#,>on:4 .,a .*:vd8&~
.,iic:iii;i<li. b<>13218:ua vciiiiicit~coiiilus iii<(cici i n i a i d ~i i i i i i l i a ci, 1:) ~ I I Cliaci: CIciic;iigu*. ci4ii respeciij 3 iir~o~i>islnu riIú;l por plililcla vez al /><n<,;,i ~:II l : ~ poiihc1id:id dc di.i:ir 'w :!
"di iir tliir T;iiii, ;~liJltolx Sui ilic ivu;ld iliai i,iiiiiJ jitili:ifis iii iiissi gluiious a84 iousi siic- los uiios cii SU 'piidci ser' "15s I>IU~¡~I y dc abrir coi!jujitaii,ciilc dic!io 'piidc! ser. ~iicdi:ii,ic
:i,:t ~ i l i c Icn \vaidr u.ii1, a.liii.ii ilbc G<isjiclh :iiiizoiii~ccdllicir 'glad iidinfs': a
c s l x c s s $ aiii I;i solicitud que prricura y libera. ?.I »oreni r<:iuciiu pucde *:r>iiucrtir\c *:ti i ü conciclici;~iic
cli;l,i 1i:is hccii Ixirii i i i b i i , iisn, The titiiriii<iit Ci,idiiiiiii. Cliicaso, T1,e Univcisiiy o¡ C1iic:ipo los uiros. I j c l 'wr s i rriisnio' i l ~ i i i i i i cde~ lii i,:s~liiciút~ bur;~. 1x11 [irin~cllYCL. cI 5i.r iio<,
l'i.'s\. I05S. .1, 247. T1:iJ r:isi.: eEsi:, l c y rlii.r:iiir:i cii cl iiiiirido eiicoiiiiii izl uo su t,i<s gln- con oim' aiiii.i>iic<i. y ti,: de 1i.s xi>hitzuosy celi>sos cqv$i.tocr!s .iilc 12s rr:iici.iii~cii~iics s.:!
i i c > i : i ! rucii,:;, cipic\iiii, ci, I;ii lioc:is 1p:iI:~bi;is rjue cii lL>s cvait~clios iiiuaci:iii l a Sra,, i l c g r i ~ : lbosas cn .i1 Uiii! y CI, 10 q ~ i cIC <~ulecc CI,>PICI~CI» l:!~lX). S<I<>CI) e l ~>:~C~PI:II)I dcdic:~~ic~ 13
'iGs>, li;i ii:iri,l~iiii itiñ;,'~,, 1.0 ~riii</iciiii, irtiiii<!iiii. U:iici.iuiiii, Scir l l a r i d , 1973, 1). 342 Cr!~r:hic/iriidiiriise el:ibora l a trindz lorii>lda~ i r i r cdesiiiii. l '.S~'</tiik.~~,iol).
.cl ~ i n (Ccrt-'iirk!
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' .c
¿r -2
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I'crmítasctnc detciicrinc u n inomento en el papel que descinpeña el en la vivcticia intensa dcl gozo y del sufrimiento. Apiiquctnos al presente
presctitc cii esta coiistrucción, antes de dar cueiita de la cuestióti de coti- una polisctnia proporcional n la del futuro o a la del pasado. Dcsplcguc-
lianza que atraviesa todo cl estudio, a saber, la suerte que corre el «carác- mos cl presente de lo propio, de lo próximo y de lo lejano. Dc ese inodo,
tci- pasadon del pasado cuando se introduce en el movimiento dc las trcs honraremos la acquipriinordialidadn de los trcs Extasis dcl tictnpo, que
instaticias de la teinporalidad. Hemos tnencionado con anterioridad la Hcidcggcr reco~nietida,pero no acaba de respetar en realidad.
acusacióti dc 13 cinetarísica de la presencian, considerada responsable de
la sobrccstimación del presente que . pucdc
-
apreciarse en Agusiín, Lockc y
Husserl, y que suele atribuirse, en general, a la tradición dc la interioridad
(cf. Estudio 1). En este punto, mi duda es la siguiente: ¿coinciden por
3. EL((CARÁCTERPASADO» EN EL MOVIMIENTO
completo el significado fcnomcnológico del prcscntc y la reivindicación DE LA TEMPORALIDAD
inctafísica vinciilada a la idca de presencia, considerada inmediata y
transparcntc en sí misma? He puesto de relieve con anterioridad inis re- ¿Qué sucede con la situación irresolublc en la q i ~ clia dcsernbocndo el
servas a propósito del empleo de la embarazosa nocióii dc t$pos, de eikó~l intcnio de dar u11 sentido al <carácter pasadon del pasado iiidcpcildientc-
o dc ve.~ti.qitirlien beneficio dc la primacía del prescnte. Lo repito de nuc- tnctitc dc su rclacióti con cl prcsentc y con el iiititro?
vo: la inscripcii>n,1;i hucllri, el docunicnto o la ruina sc cncucntran prcscii- Ha dc volver a cucstionarsc la litnitación qtic cl conocirnicnto Iiist6rico
tcs; pero no se ahordan en ese sentido. A través de cllos o apoyjndose cti debe hacer de su orientación retrospectiva. Repito lo que Iie dicho ante-
su suhstrato, sc intenta captar algo ausentc irreal o anterior. E1 presente riormente: el Iiistoriador, en cuanto individuo apasionado y ciittladano
ahord:t<lo tio sc i-cducc a iiinguna intuición scnsiblc, ni a la intclcctual, ni responsable, aborda su tema con unas expectativas dclci-iiiit~adas,con sus
tainpoco a la atlmiracióii cartcsiana, que se liace eco dcl asombro socráti- ~ C S C OSUS
S , tcinorcs, SUS pcnsnmicntos utópicos c incluso su csccpticisino.
co. El prescntc cunsistc también en el ahora de la iniciativa, en el Iiecho Esa relación con el presente y coi1 el futuro influye incvitablcinentc cn la
de comenzar a ejercitar la capacidad de actuar y de cambiar las cosas, y, elección dc su objeto de estudio, cti los prohlcinns que se plantca, en sus
por tanto, en el irlirirr~ride la iinputabilidad. En última instancia, consiste Iiipótcsis y en el peso de los argumentos que recorren sus explicaciones y
sus interpretaciones, pero su posición respecto al prcsente y al Sururo no
I i Iiistol-in (Ge,schk.blc~)n pnnir del desarrollo de I:i idea de dcuda, niSs que de In dc nnricipn- forinan parte temdticamente de su objeto de estudio. Los ai-chivos, los tlo-
ción. En ese conrrno, se n,enciono la posibilidad de u n Mirgesclielreri. de i ~ n i<coliisrorici-
i cuinentos y las Iiuellas forman parte <<del» pasado. En ese sentido, la me-
dad». Se siigicre. entonces. In existencia de tina especie de homotogíz entrc el dcsriiio comti- moria, ya sea privada o pública, se encuentra vi~icitladaorgánicniiicntc al
nikirio y el individiiol, «aún a riesgo dr señalar -comeiilaba cn íie>!y>o). relillo i l l (p.
112)- el cspacio vacío de las categorías apropiadas de forma m h cspecíficnal ser en co-
prcscntc y al futuro, como telón de fondo de la Iiistoria documental. Estoy
nifin: la liiclin. la obediencia y lo lealtad.. Recl>lznbnen aqitcl mamenio «la tnnsfcirncin sin Iiablando, eíectivamcnte, de la inctnoria privada y dc la púhlica. Al res-
[prcca~cionesdel 'ser para lo mtiene', uno de los reinas fi~n<lnment~lcs. a la esfera cornilriirn- pecto, san Agustín y Kosclleck cmplcan cfcctivaiiicntc el tnisino Ic~igu;ijc:
ria, pese a la reiterada afirmición de que dicho 'ser para 12 muene' cs intransferible»(il>i<l., el primero Iiabla de un presente triple, contiguo al prcsentc del pasado y al
nota 1).Y añadía lo siguicnie: <<Esa lnnsfcrencin es responsable del esbozo dc tlnn filosofía dcl futuro; el segtindo insiste en la polaridad cxistctitc entre cl Iio~.izoiitc
polirica Ihcroica y trAgicn. puesta a disposición de los peores usas* (ibi<l.).Las controvcrsins
publicailns dcspuris de Tieiizl>o irl<iro111sobre el compromiso político de Hcidcgcer confir-
dc espera y el cspacio dc experiencia, inostrando, por otra parte, 13s varia-
man mis nnligtias sospeclias. cicincs a 13s qitc sc vc sotnctida dicha polnl.idad cuatitlo sc cscril~cla Iiistn-
i al,
ria. Dc csc niodo, pucdc hablar del «futuro pasado», del pasado tal coino iiiáxiino nivcl originario respecto a1 pasado. El propio lcnguajc da íc de esc
Tuc y coino ya no es. El problema últiino consistc cn sabcr si, a pcsar de la caricier origiiiario mcdiaiite la fornia advcrbial «ya» («ya ahí,,), que tio
postura rctn)spcctiva dcl conociiniciit« liistórico, no pucdc cntrcvcrse cii puede reducirse al iiiero «ya no». En tonio a ese adverbio sc cncucntran
el pi-opio núclco del coiiociiniciito de los Iiombrcs dc arilaiío algún cl'ccto iiiuclios 1Criiiiiios coiiocidos por los Icciorcs dc Ser.?' riciirl>o:cl ~cncoiitral--
sccuiidario dc la intencioiialidad dcl iuiuro. scn (Bejridliclikrit, 29), cl <<estadode yccio» y el Scacrr (S 38). Bien cs
Quisiera demostrar que csc efccto retroactivo de la inteiicionalidad dcl cicrlo que estos tciiias se iiitroduccn cn la priiricra sccción de Seiii rtrrd ZeiI,
futiiro sobrc la del pasado cs la coiitrapariida dc la iiillucncia inversa de la y cpc, dcbido a ello, iio sc cncucntran rc1ecion:idos aparcnlcnicntc con la
rcprcsciitación del pasado sobre la del futuro. Tcngo cii inente, en este iciiiporalidad. Pcro es sencillo rcintcgrarlos cn csc inarco. Hcidcggcr, por
inomcnto, la catcgoi-ía de (leirda a la que iios Iieinos rcicrido varias veces, ejcrriplo, al Iiublar del DrrsrLi conio <<ciiconlsarsca,inciici6iia cl carácter dc
espccialinciitc con inotivo de nucstra i-cflcxióii sobre cl pcrdóii. La deuda «carga» o de «peso,, del propio Doseiii (134). Es cicrlo quc cl acento rccae
cs la carga dcl pasado n ia que ha de hacer rreritc el futuro. El perdón pre- eir cl ~aliíndel Daseiii. Pero el «ya» del xcaráctcr de sidon aparcce por pri-
lciidc aligerar esa carga. Pcro, ante todo, la caiga es pesada. Y lo cs para cl iiicra vez cn csc contexto: *El ente que tiene cl carácter dcl Dnseiir cs su
í'ut~iro.La dcuda obliga. El deber dc la mcinoi-ia existe gracias a la dcuda 'allí', de iiiodo que, cxprcsamentc o no, sc cncucritra cn su 'cstado de ycc-
que, al condiicir la incmoria Iiacia el futuro, la iiitroducc en El: «iTc acor- [o'. Eii cl 'encontrarse', el Dnsriri se encucntrzi sicinpre aiitc sí iiiisino,
d a r $ ~ ;No
! lo olvidni-ás!». En csc sciiiido, la dco- cs u n inci-o coi-ola- siciiiprc sc lia ciicoiiirndo» (135). En el «caci-a, cn cl Veifalleir, cl «ya)>
, rio dc la liuclla, y aúii incnos un siiió~iiino~ L ~ I l ~ l ! ~ ~ - c q user
i c supcra-
rc vuelve a aparecer: <<Enla iiicdida cii cjuc cae, cl Doseiri ya ha c:iído de sí
da.-Es unapura rcmisión al pasado; significa, noobliga. ririsirro en cuanto 'scr en cl mundo' fáctico. No Iia caído cn ningún cnle con-
1:
La fciiomciiología dc la dcuda inás desarrollada se la dcbcinos a tra cl que tropiece o no a lo largo dc su exisicncia, sino en el iriu~rdoque
Hcidc_rger,a pcsar de la primacía otorgada al futuro y al tcma del «scr para pcricnecc a SU ser» (176). Sin ninguna duda, la nocióii de «csiar cn dcudaa
la iiiiicric),. Ticrido a peiisar, incluso, que los coiricntarios dc Ser. y tieiirpo es aiializada eri el corroeido capítulo icrccro dc la scgurida scccióii dcbido a
sohi-e la dcuda iiicjor:iii, cn cierto iiiodo, ;il ser iibordntlos iiidcpcndiciitc- la iiiflucncia dcl <q>recursar»dc o hacia la iiiucrtc: <<El'poderser. rorril'nri-
iiicntc, sin atciidcr a csc tcma. Asiiiiisiiio, voy a pro1loncr uiia iiitei~rctación térrtico rlcl Dasciri j.la /rrir/)oir~-iiiritrdcoirro sciiri(1o oiiroiúgico <le/n crima
dc lo que lie llaiuado el efecto retroacti~odcl iuturo sobrc la incinoria y (302 y SS.). «La cura albcrga cri sí cooriginariaiiicntc la niucrtc y la dcuda»
sobre la Iiistoi-¡a, quc iio tiene nada quc vcs con lo que coiisidei-ouna reduc- (306). Es posible; pero el relcrcnte de la dcuda es el «poder ser». La deuda
cióii indebida del Iiorizonte de espcra y de su amplia apcrtura por parte dcl aiicla cl apoder sera en el pasado: <<[ ...] El 'scr dcudor', en la niedida cn quc
<(serpara la ~iiucric>~. La jiiiportancia de los comcritarios sobre la deuda se pcrtenccc al ser del Daseiii, tia dc conccbirsc coiiio 'podcr ser dcudor'n
dcbc dircctaiiicnic a la discusión central sobrc la dciioiniiisción del pasado, (¡bid.). Quisiera que rccordásciiios ese fuerte vínculo con iiiiras a dcsarro-
al iiicnos cri cl plaiio originario ruiidaiiicntal, a sabci; sobrc In sustitucióii dc llar uria idca dc «poder scrn abicrta a Iiorizoiitcs distiiilos a la iiiucrlc. La
vei~oiigeri,ciitcridido coino uii iiicro siiióniino de <<cuinplido,,o dc aboli- dcuda cobra u n significado más proiuiido si la coiilinnlanios con una ex-
do», por geii.,eseii,por idiabcr sido> (ctiiiiológicaiiicnte: «se$-sido,,). He se- pcctativa iiidctcrriiiiiada que la propia dcuda liriiita dcsdc atrás. Al respecto,
iialado a~itcrioriiiciitclos iiiotivos por los íluc el «ya non del pasado supcra- Hcidcggcr ticnc razóii cuando la separa del stntirs co,l-rrptioiris cn el sciitido
do ha dc poiicrsc en el iiiisino plano que el «cal-icter dc sidon. Lo cual no teológico (304, n. 1). El pecado, cn cfccto, es la figura Iiistórica cxistcticial
iios iiiipidc valorar las vciitajas que coiillcva clcvar cl ccarictcr de sido), al qlic concibe I:i dcuda bajo la influencia dc tina iriicrprctación transiniiida
por las Escrituras bíblicas. El vínculo tradicional que existe entre la deuda y koria? Hemos coincnzado a rcspondcr esa pregulita al Iiaccr rcfercncia a la
el pecado constituye aliora un problema distinto desde el enfoque del análi- carga dcl pasado que recae cn el futui-o. Pero la deuda, cn la medida cn
sis exisiencial de la deuda. Hay que devolver a la noción de «deuda» la am- .~.. . ~.~
-- y, por tanto, se v i n c u ~ a ~ l ~ t u ~ ~ , ~ n o ~ c o n s l e . . u ~ i ~ c a Í ~ e ~ i ~ c
~ ~

que obliga
plitud que nociones próximas como «herencia>,, «pretcner» (Vorlrribe) o
<‘previsión dircctivan (31 1) contribuyen a preservar. Quisiera conservar la
una c a r g a - ~ L ~ ~ ~ ~ ~ ~ n ~ i ~ ~ a ~ cse ~ é ~nodo,
~ ~ ~ sc ~ rclacioiia
.~u~n~e.c~u.~
coi1 el olvido ~]t&.~r.cscsrr\lainencionado-al-~~rni6n;!o..dd-~~I11di~t1nte~i~~1~
idca dc la dcpendcncia anterior que se encuentra en el núclco de la proycc-
ción dc inis posibilidades y, por tanto, de mis expectativas. La reserva de '' Pero eso no cs todo: si volvemos a retomar la sugerencia con la que con-
posibilidades y dc imposibilidades confiere al «poder sern una determina- cluía la primera parte dc cste estudio, a saber, la-ideadequela.huellmn-
ción y una orientación previas. En el «estado d e ser uno rnismon lleva.~~~la pasividad del golpe sufrido por el acontccimicnto pasad»,_p~~d.c:_.
(Selbsr¿i~rrligkeit)sinóniino dc la ~ipseidad»se interrelacionaii el «ser dcu- inos setialar que la idea de deuda. vinculada al pasado corno siiabersido,b,
dar» y el «poder ser» (9 66).Al respecto, el texto más destacado, en el que nos lleva a 1-elacionarla con el heclio de esrcrr ofectodn por un aconieci-
las nociones que giran en torno al <<ya»se relacionan con el pasado como inieiito. Podríamos decir, entonces, que el pasado que --p.-ya
.-~-.no
-- es, pero qiie
-
. _.-
«Iiaber sido», puede lcei-se a continuación: «La resolución precursora coin- Iia,--.-
sido, rcqaierc-frdccir dcl relato en la medida en que éste se encuentra
prende el Daseir1 en su 'scr deudor' esencial. Esa comprensión consiste cn auscnte. Miciicl de Ccrteau stigicre algo parecido en L'Ahroil [le 1'11;s-
asuniir cl 'ser dciidor' existiendo, el ser como fundaincnto yccto del no- toiie. El p*o coino <<.hah&ido», al c ~ i ~ c c ~ ~ d & ~ j ~ ~lo ~ s t í ~ r i a ,
ser. Pero la astinción del 'estado de yecto' significa lo siguiente: ser autén- recl:iinjrEsc scría el sentido inrís lúcrtc que podríamos atribuir a la idca
~ ~

ticamcnic el Daseiri co17ro era ).n eri cnrla coso (ivie es jc sclion wrii.). Sin dc la aproxiinación al pasado nicdianic cl coiiociinicliio Iiistórico. Aiiiiquc
cinl)at.go, In ;isiilicióci del 'cslrido dc yccto' sólo es posible cn I:i incditla cii cl discurso histbrico sigue siciido uiia coiistruccióii, prciciidc ser iiiin K -
que el Doseitr advciiidcro pucdc s e r su 'como era ya en cada caso' más construcción. Ahora bien, esa intencionalidad reconstruciiva, jno csiá re-
propio, es decir, su 'sido'. Sólo en la medida en que el Dnseiri es en gene-
gida por el deseo de responder a lo que ya no pucdc intcrpretarse como
ral como 'yo soy sido', puede convertirse en sí mismo al advenir, retrovi-
uiia pctición de discurso por parte del <<habersido.? ¿Recae, por cllo, en
niendo. Al ser auténticaincnte advenidero, el Dnseiri es auténticamente
la situación de irresolución con la que hemos concliiido nuestra iiivcstiga-
sido. El precursar de la posibilidad extreina y más propia es el comprensi-
vo retrovenir hacia lo 'sido' in6s propio. El Dascirr sólo puede ser sido au- ción sobrc la noción de «liuclla»? No. El vínculo qtrc existe cntrc la deuda
ténticainente en cuanto es advcnidero. El 'carácter de sido', en cierto y el «poder ser» orientado al futuro libera a la huella de su irrcsolución
modo, surge dcl advenir* (325-326). Se habrá apreciado de paso el ivie de episternológica. La deuda -repitámoslo-
---- obliga. La petición del ~Iiabei-
«como era ya en cada caso». ¿No se asemeja ese ivie al <<corno»del icsti- sidon dcl pasado ciimplido sc dirigc al futuro dcl discurso. Su carácicr in-
monio? Aliora, me gustaría introducir en nuestro estudio sobre el <<carácter agotable rcquicre que volvamos a decirlo, que lo rcescribainos, que rcco-
pasado» de la meii~oriay de la historia esa sugerencia que Heidcgger sitúa incnccmos uiia y otra vez la escritura de la ~iislorial~.
en el marco de una categoría derivada (a mi juicio, erróneamente) y, por
tanto, menos originaria: la Gescl~icl~tlichkeit o historicidad. SCiiiipow ddc niievo una compnrncióii con la piiitiirn qiie no piicdc sorprendcnios en
este coiitemo. ¿No dcciiiios qiie iinn gran piniiirn ercflSjns la \,enlad de iin pnisnje?,Por ~ I I '
A ini modo de ver, el problema es el siguiente: ¿qué aílade la noción de Fe obslinnbn Ci'znnnc en piiltnr tina y olrn vez In inoniañn S<ri,tteVinoir?'?iNo csperiihn <]tic
«deuda» a la dc «Iiticlla» en una fcnomenología de la incinoi-ia y de la Iiis- ;odn In serie se ciñen nijs nl paisaje U I I ~ Y E Sdel xrcílcjo,, de In piiiitirn?
l íB
Sobre el telón de fondo dc csa~.~ fcnoriicnología
---- de la deuda, quisiera su-

' -brayar lo que Irc liainado &electo rctroaciivo dcl futuro sobrccí/iaSáaoa
El carácicr rcirospcciivo dc la I i i s @ r i a ~ ~ y l l i S ú i t i ~ n a ~ p a l a b r a u c e r -
ca dcl conocinricnto liistórico. Lo scría si nos atuviérainos a la opinión
i
cl pasado ya no pucdc carnbiarsc y dc quc, por cse inotivo,
s ~ ~ c u c i i t ~ ~ . d c ~ c u a i nS&csa
ado. opinión, sólo cl fuiuro puedc consi-
dcrarsc incierto, abierto y, en ese scntido, indeterminado EhVLsáLoreaati-
-iüyc la niitad de la vcrdad. Eii cfccto, aunque los hcchos sMimbeKa!&S y
ya iio podemos dcsliaccr lo quc se Iia Iicclio, ni liaccr que no ~ a s cLo que
, .
p t ~ i ~ 7 del loo que succdió, por el c o n w n a
-~
-
vcz por todas. Adcmás dc que los acontccimicntos del pasado pueden in-
tcrprelarse de otra manera, la carca moral viRwiladsala-wkiB*
deuda coi, cl pasado puedc aumeniarsc o alircrarsc, en Sunción dc que la
acusacióii cncicrrc al culpable cii el sciiiiinicnto doloroso dc lo ii~eversibic
r, dc ~ U cl C pcrdóii abm la pcrspcctiva dc I:i iic1uidacióii dc la dcuda, quc
equivale a uiia conversión del propio sct~tidodcl aconlcciinicnto. Podciiios
corisidcrar el fcnóriicno dc la rcintcrprciación, tanto eii cl plano iiioral
coiiro cn el del iircro rclato, coino un caso tnás dcl eSeclo retroactivo dc la
intciicioi~alidaddcl Suiuro sobrc la interpretación del pasado.
iii:is 1115scivilizadas de olvido que. cn hueiia inedida. son jiistificablcs.'Se les sorr, a sri jcricio, las nrelacioties rlc poder» que ufectuil al jrrcgo olíti ti-
irrita del uso que liaccinos dcl olvido para podcr contar algo o pala cscri- co cii el que e r ~ocusior~esse diriiile lu diulécricu existeritc erltrc riieirioria
bir un rclaio. Me ciicoiitrí: coi1 csic problcina en Tenrl~sci récit; pero no y olvido?
rcl:icioiié dircctninciitc cl olvido con la sclccci<índc succsos qiic ciiyc la
nai-rncióii. No podeiiios acoi-darnos de ti~doi i i coiilarlo toclo. pucs cl incro
_~ ~_
es c6inplc~aineni~lcgitiina
~ . .-~ . . ~.
~ ....
. .
_ _
-La iiilroducción ,del 1Fnómciio del podcr y dc su dimciisióii
... . después de lo guc a~.abainosdc
-- .- . -
política
~ccir_brclos
Iicclio de clnborar uii:i trainn ctrri distiiiios acoiitcciinicntos tlcl p;is;ido abusos dc la ineinoria y los buenos usos del olvido. Pero hay quc introdu-
prccis:i una graii sclcccióii cn fuiicióii de lo cjuc sc consi<Icraiinportaiitc, cir una categoría suplementaria, a saber, lanoción -.. . de «idcniidad,,,
- PLICS el
sifnilicativo o susccptiblc de Iiaccr iiitcligible la progrcsióii dc 13 historia. poder sictnpre se encuentra vinculado al.. p~oblcinadc la idcn-dad, ya sea
~

Esta lahor se lleva a cabo cn dctriinciito de iniiclios rcslos que iio son con- pcison~l~oóco~ectiva. ¿Por quC? Porque la cucstiítii de la identidad gira en
sidcratlos dignos de figurar en cl mal-co yciicral que cl;iboi-aini~sdel pasa- [ o ;-.L..-. i ~ ~ e j a l p r e <<i
p~qU~&is,Y~4y-~~~iiIrPrEK~~~a 33
do. Algo que rcsu1t:i cspccialiriciitc cvidcntc en cl ckiso tic I:i Iiistoriogra- iiiente de csta otra: «¿qué pucdo Iiacer?», o bien, «,qué iio. p u c ~ ~ l l g c ~
_-.__~-.- --
lía. pues los liistoriadorcs pucdcii trahaj:ir cii distintos nivclcs. delallacla- La noción de <<¡detitidad»se encuenlra, por tanto, csirccliainci~tevincula-
iilciitc o no. Pucdcii claborai- un gran li-csco Iiistíirico sobi-c la Rci~olucióii da a la de «poder». El poder no es, neccsariamcnte, un problema político.
fiaiiccsa, i i i i n biografía sobrc uii pcrsoii;ijc o u n cstudio acerca de uii Pucdc tratarse dc un podcr haccr, dc un podcr obrnr o de un podcr amar.
3~o11tccii1iic11to COIICI-cto,e 111cIusoen loriio ri uii pueblo, conro sticc<lc Eii el rnoincnio en quc mi podcr iiitcrficrc cl dc los <Icinás,piicdc tlarsc la
coi1 la iiiicroliistoria de los Iiistoriadores italianos contcinporiiicos. Es po- posibilidad dc que diclio podcr pase a cjerccrse sobrc ellos. El ejercicio
sihlc. por t:into, desarrollar una Iiistoria iiiuy restringida que trate de rcs- del podcr de cada uno puede llcgar a coartar el de los dcmis, irnpidiéndo-
catar 1i:ista cl úitiiiio recuerdo en su luclia coiitra cl olvido. Existe una es- les haccr algo, subordinándoles a palroncs que les sean ajenos o cxplolán-
pccic de escala dcl olvido proporcional a la escala de la selección. Por úl- doles. Lo propio del poder político reside cil su carácter jcrirquico, a sa-
tiiiio, Iic situado cii la ciina d e csta iipología el olvido liberador, ber, en que urio gobierna y otro ohcdccc. Sc trata de lo que la sociología
I-ccoinciidadopor Nictzsclie cuando la coiiciciicia de un país o dc una tia- de Max Wchcr caracterizó en su día con el concepto de «doininacióii»
ciítii c:ii._ca coii uii cxccso dc rccuerdos. Coii ello, ntis iop;iiii»s con problc- (Herrscirnft). El problcina dc la política de la ineinoria se encuentra prcci-
iiias iiiuy einharazosos. pues los abusos de la meinoria pucdcii darse al samentc aquí, pucs sieinpre es necesario saber quiCn regula el poder del
inisino tiempo que los del olvido. Estos problcinas Iian de scr atajados por que gobierna sobre el que obedece, de los administradores sobrc sus SU-
, una política di: 1:i gestión del pasado, que, no obstante, puede dcsviai-sc bordinados, de los gobernantes sobrc los gobcriiados. Este problema es
.h. hacia la maiiipulacióii. Tcngo cn iiientc los títulos dc dos libros excclcn- característico de cualquier institución, ya sea universitaria, econóinica o
\ res: Les rrbirs de iri rriéi~ioirede Tzveian Todorov (París, 1995) y U.suges cmprcsarial, en la que exista una esiructura jerárquica basada en la autori-
rle i ' o ~ ~ bdc
' l i Jcaii-Claudc Milticr y otros cscritorcs (Pai-ís, 1988). A travfs dad. La ineinoria, en este contexto, es uiio de los instrumentos pralg+i-
'ide cllos. podciiios aproxiinariios a la diincnsióii praginitica dc la meino- cos dclpTder, y a e p m ue io que Max Wcber, por citarle unavez más,
ria, quc trae consigo varias posibilidades dc iiirinipulación ideológica. l l a m a h a c ~ n c n t ~iveckrutroirulttüt,
c a saber, la racionalidad sujeta a
-El '(iorier de iri riieinoriri, por ta~ito,estú crbocario n eii/,-e~ilrrr:~r?, err 1ct-na.zar el éj-rcicío~dcl~podcr.
rieteriiiiiinrl<r.scircirrrstrrricius. 01 l~orlere.strrblecirlo i~leoltj~icntiietifi,
qrte -Cornerrt<júariios coii ar~teriori~lucl qrre el rccuer(lo corisiste etr irtrn
piit~rlr1ii:~rii.tr l7iz~sci.ihir iirrrittrr el c.rprrcio posible tic1 rccirerh. 2 Crrrí- -3
- iinngeri, 1~er.0eviderifertterife srreic exterioriíur~een f o n i ~ ude relnto.
Coriio fril. plrerle llegar u <rejigrircir» e, iriclsso, a riiorlijjcrrr rrrdictilirioire que son precisatncntc los sueños no realizados del pasado los que alimen-
el /~rirrrrloo, ritejor rlicho, lrrs irleos n11riiiri;lns reirerrirlrrriier~resobi-e 21. tan cstcts plr)ycctos uiópicos, colno el dcsco de llcvar a cahii In gran Scr-
Po(1ili-i«irrscribiilte el frrrlmjo del I-ecrrerrlo ert lri poifica rle Irr lrfopíri cs- bia, la gran CrNicia o la $1-an Israel. Muclias utopías sólo son sucños fii-
lio~or~rr por ir.sfed PII DUtcxtc i r'action (Pfirís, I-)S6)? iiestos dcl pasado que descansan en un anlielo insaciable de doti?it?ación.
-Sí, Iie vuelto a cncoiitrat~nccon ese problcma 31 cstudiar el problc- No todas las utopías son buenas. La descracia dc la utopía reside cii este
tna de la memoria colectiva. El historiador no tiene que r e h a b a a d a - sueño de domitiacióti, cn el sotnetiiniento de sus propios Iíiniics al cilcti-
\
: tnenic lo que tuvo lugar, sino los proyectos de la g~cCtc.eLpsaOo. Ray- lo, a la planificación racionalista, econóinica o adtniiiistrativa. El declive
1ltnotid A i o ~ ~ ~ 1pliiloso/~ltie 7 ; rle i l'lii.sfoire, un libro dc de Ins utopías políticas sc cncucntra en lo quc Mnx Webcr llamaha cl fin
1938 que en su día fiie muy leído y que, a mi juicio, es uno de los tncjo- del Estado caristn;ítico y su posterior sustitucióii por cl Estado ndininis-
res libl-os contcinporáneos de filosofía de la Iiistoria, insiste en csta épo- trativo. No ohstaiite, es cierto que la utopía cutnplc una fúncióti retiova-
ca, cuando se encontraba bajo la influencia de Sartrc y del existciicinlis- dora cn el 5tnhito dc la imaginación.
tno, en que la Iiistoria ha d e - w d R n * - e f f t e e i F ; . , . -Me gusfor;ri fi-oerLI colucióii rrii texto c/c Mr~ririccBirrriclior qrie. a riii
~qc-va~
r- - . Diclio dc otro modo: iiiorlo rle ve!; rcsrrrric brterrrr poi-fe¿le 10 qrie lifrsfo nlioi-fi Ircnins corirerifnflo
en su futuro Iitibo&ogue ellos no p u & c m n l ~ c b i e & o M a sobre 10s eiifcri~~edode,~ tic Ifi rneiriorin y qite ciceitrlín E)? biieim iiiciiirili in
partc dc tiucstra metnoria no sólo aquello que hicieron, sino tamhiéti ~lhiieri.sióriplirríiiocu </elpi-ol?/eriiridel o/vir/o, El re.Yfo I>erroiccrrr L'En-
aclticllo que Ics fue itnposible hacer. Creo que existe aquí un buen Iilón treticn inlini y dice rrsí: «E/ riertil~o(le 10 de.s,sr<rcio: el olvirlo sir! oli.irl«, <!I
p:ii.ri la utopía. De otro tnoclo, las iitopías c;ircccrían <le cotitcnido. MLI- nliiirlo sirt i>o.sihili(l/i<rd(le ol~.irl<ir,~.
c l i : ~vcccs
~ se convic~ícncn consti-ucciones gcoin6tricas n tnetiudo bcligc- -No conocía este texto, pero una pritnct-a lcctiim parece poiicr de re-
raiites y, en todo caso, autoi-itarias. Las utopías no siempre Iian sido libe- lieve una dialéctica entre dos usos de la palabra «olvidan. Por una pai-te,
rales, libeitarins o atiárqiiicas. Proclaman la idea dc la ciudad pcrfccia y nos cncontratnos con cl olvido que acarrea la dcstr~tcció~i y, por otra, con
cacii recurrenicinentc hajo el paradigtna del diseño esti-uctural geoinétri- el olvido evasivo. Sc trata dc la posibilidad dc evadirse ante cl olvido dc la
co, defetidiendo u n ideario sumamente racionalista que resulta tcmiblc. destrucción. Pero uno no sabe nunca qué tipo dc olvido cana cii csc caso.
Precisamente, lo que puede permitirnos estar en guardia tiente a los ex- No puede evitarse la dialéctica que, al parecer, constituye el núcleo de
cesos de la utopía, dcntro de la lógica del abuso y del buen uso de la me- este texto. Este problema está relacionado con otro de los buenos usos del
moria, es el rccurso a los sueños no realizados del pasado. Creo que si es- olvido: cl olvido compasivo con los otros, con las víctimas y tainbién con
tudiainos la mayor parte de las utopías que aún se encuentran vivas entre uno misino, frente a lo que supondría caer en la dcsrruccióti dc la culpabi-
IIOSO~IT>S,cncoiitrarctnos sietnpre cosas que fueron soñadas cn otra oca- lidad infinita. Durante estos días en Madrid no Iic tenido tiempo de abo1.-
sión y que no pudieron ser realizadas. Es el caso de la utopía de la igual- dar el problema de la coinpasión, salvo cuando he Iiablado <le1perdón
dad, de la utopía de la justicia absoluta, de la utopía de la reconciliación como una foima más dc olvido. He intentado distinguir asimismo, aunque
o, principalmente, de la utopía de la identidad perrecta, del deseo de en- quizás dc un tnodo todavía muy insnficiente, entre el olvido de los pro-
contrarse bien con uno mismo, que quizá lioy en día resultc una utopía pios Iiechos y el olvido de su significado. Realizar csta distincióii es reai-
desti-uctoi-a.Si retomamos uno de los problemas que liemos inencionado mente complicado, pero al mismo tiempo resulta necesario, pues es el
anteriormente, las enfcrmcdades de la memoria, apreciaremos tainbién único modo dc satisfacer dos exigencias opuestas. Por u n lado, el deber
de no olvidar u n acoiltcciinierito. Este puede scr perdoiiado o no,
también podcinos ncgarilos a pci-dotiar.Pero para ello, en priincr lugai; ilo utilidad y <Ic los inconvenientes dc los estudios hisiRricos para la vida,,.
IiaY que haber olvidado. iEI qué? La brutalidad de los hechos, la dcsgia- incluido en las Corisidciucioties i~iterttpestiiias:es necesario c~nvcrlirsc
tia a la que hacía refcirncia el tcxto de Blancliot. No podemos o]vidar la en uii aliistórico (ii~~liistor-icl~)
para salir de <<laficbrc dcvorridora dc la
dcsgi-acia, PCIC podcinos olvidar su sigiiificado rcspcclo a su proycccióii Iiisioriav.
e1 l'ulum. Todoi-ov,eri su hrcvc cnsayo sobrc los abusos dc la lncmoria, -El biteri rrso de la r,~eiiior.iaicrrieir<les~jloo 1111 pciri-15ri criniititntivo?
colnciit~iqiic lo iiiipc~rtniltccoiisisic cri 11" rcpctir pasado, cli no rulniar- -Eii cl fondo, cicinprc hay que volver a In misma p~radoja:dcinusinda
10, coilio scfiala Nicizsclic a propósito de la capacidad de olvidar de los rncmoria, i~isuficicnicinemoria, mcjora del olvido, iinposibilidad del iiiis-
aliimafcs.El verdadero recuerdo prccisa un trabajo correctivo y, al iriisrno [no. sinclnbargo, a esto se añade cierta sabiduría. Exisic una sabiduría de
ficnipo, tei.apéutico dc la tiicrnoi-ia. A ini juicio, el olvido coinpasivo su- la rncrnoria que opcra junto a la política del rccuerdo y del olvido. En csle
pone una tei-apéutica dc la incinoria eiifcrina~ sentido suelo emplear la expresión «memoria justa». Muchas vccCS utili-
zo la palabra «justicia» para referirme a la idca de justa disiancia. Siern-
prc hay que mantener una justa distancia respecto al pasado. No hay que
-Europa llcccsita, evidcntcincnlc, progresar en esa dir-ccciótl, estar muy apegado a 61 ni alejarse en exceso. sino cncoiitrar la justa dis-
lilfiic, creo cluc se ha realizado uii graii Irabajo tcrapéuiico a 10larso del rancia. La sabiduría dc la que hablo consiste en esa pi-oxiinidad que traen
E~ropiiC C I I ~ ~O~ l;\I ~011ade] MeditC-
siglo. coiilo Cii cl C3SO d~ AICIII~III~;~, coiisigo nlguizos dis[anciainiclitos. Hay uri;i cxprcsi6i1, scihrc la qiie Se-
rr"le0 Cluc p:idcció la dictadura: Portugal, España o Grecia, L~ verdad cs llcxion6 LCvinas, quc hace reSercncia a esic pasado quc no cesa dc pasar:
<IUc E u r o ~ ~después
a, dc Iiabcr dado cl tcrriblc cspectjcuio de] suicidio y pasajc (I>~issuge). A trav6s de 61, se supera el pasado y, sin c~nbargo,siein-
de 12 autodcstruccióri, coirstituye Iioy cn día laincntablcmcntc u n labora- prc pucdc volverse al inismo. La sabiduría dc la incrnorin rcspoiidc a cstc
torio d~ la tc~.apC~tica dc la ineinoria. Para mí, coino francés, la esperanza iinodo dc, vivir~L~s&.~i.ac1.~s.oOde l l c v a i a b o . Tainbién Iiay que Ile-
cuiiiplida de entablar relaciories estables con Alcmatiia resulta rcalillcntc vas cl ticinpo hacia el pasado. San Aguscín reflexionó sobrc csto niisino a
propósito la l-clación pasado-prcscnte-futuro. Para 61. cl ticinpo rísico
sorprcndcntc. Cuando pieiiso cn la acurnulacióii dc odio <,tic pr~dujo
después dc 1~15[res guctris quc Francia sostuvo coi1 Alclnaiiia (1870, progrcsa dc atrrís hacia dclantc, coino succdc e11ciialquicr moviinicilto
1914. 1940). 110 salgo dc ini asombro cuando vco que la política de E ~ ~ ~ -'cuando sc va dc u n lugar a otro, pero cuando sc iiiiroduce la espcraiiza en
Pa occidcnial es incoiiccbiblc si11uii apoyo cstreclio eri1i.c alnbas nacio- cl tiempo, Cste cobra otro sentido. Lo que cspcramos atraviesa todo el
inarco temporal, Llevamos a cabo una transición, u11 trárisito o una ISanS-
nes. Se Ira producido uii giro coinplctaincntc imprevisible en que [uc
esencial cl cor:iji: de muchos Iioinbrcs que no sicrnprc fiicroil kaiiccscs o fcrcncia cuando hacclnos un buen uso de la triple relación pasado-prcsen-
~ l c i ~ ~ Estoy
i l ~ s pciisiindo
. en ircs pcrsonajcs que, a ,ni juicio, han sido te-futuro. Pcro esic buen uso dcl tránsito pucdc vcrsc tainbién coino una
re'üllncnti: 10s fundndoi-csde esta nucva Europa: Konrad Adcrlauer, id^ transacci6n. De ese inodo, cl futuro pasa, transita o lo Ilcvaiiios hacia cl
dc Gaspei-i Y Cliarles de Gaullc. Su visión dc futulu ics pcrinitió salir del pasado. Y cn el foiido, una de las tareas del historiador consiste tainbién
1~Ibcriiitode la ~neinoria.Como subraya Todoi.ov cn LESn b r ~ s cn llevar al pasado la esperanza del futuro.
r~lo;t.l?.sólo SUpCi,lili<>scstos abusos proycctáridoiios hacia cl f"iuro, El, C[ -Sirs co~rsicl~r-aciorres sobre el *f~~ibcljo del I.~CIICIZ/~». 110 5610 10111~111
fondo sc trata de lo cluc Nictzschc qucría decir cn su brcve cnsayo «Dc la <leF r c s ~rrirrcl~os
l íle ssis cafe,gorIas, sirio qrre asr~nleirLirerra porte de sir
icieor-;o, cotrro sriceclc. por. eje~npio.EII la 1ectsil.a que Iia lieclio esfos clír<s

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