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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRES DE FEBRERO

UNTREF VIRTUAL

LICENCIATURA EN HISTORIA

SEMINARIO DE HISTORIA ECONOMICA Y SOCIAL II

Profesor: Gustavo Castagnola


Alumna: Silvia Santipolo
Curso: 2012-1

TRABAJO FINAL

La Historia y su evolución:
hacia el perfeccionamiento continuo

“…el conocimiento del pasado es una cosa en progreso


que no deja de transformarse y perfeccionarse.”
Marc Bloch

1
Índice

Introducción. 3

Antigüedad y Edad Media: el relato mítico religioso. 4

Renacimiento e Ilustración: tiempo, espacio y respaldo documental. 7

Siglo XIX: “el siglo de la historia”. 9

Siglo XX: crisis, interdisciplinariedad y ‘giros’. 14

Conclusión. 19

Bibliografía. 20

2
Introducción.

La forma de estudiar y dar a conocer el pasado ha ido evolucionando a través del


tiempo. En la actualidad, la Historia es la ciencia encargada de proporcionar y organizar
los datos necesarios para reconstruir e interpretar ese pasado. Escribió Marc Bloch
(1886-1944): “Sin duda, desde que apareció, hace más de dos milenios, en los labios de
los hombres, ha cambiado mucho de contenido”1 El motivo del presente trabajo es: 1)
Comenzar con una breve reflexión sobre el significado de la Historia, dentro de este
mismo apartado introductorio. Se la definirá primero, como aglutinante de los hechos
pretéritos y, segundo, como ciencia. Ambos significados estrechamente vinculados entre
sí. 2) Recorrer los cambios de contexto y de metodologías que tuvo la historia, desde la
Antigüedad hasta fines del siglo XX. Se hará en capítulos titulados según la
característica de la época y la práctica histórica utilizada durante ese mismo período.

La primera definición de historia, engloba a las acciones de los hombres en el


pasado, ‘la suma de todas las experiencias humanas’, 2 que van dejando huellas o
‘reliquias’: pequeños y grandes edificios, monedas, herramientas, escritos en piedra o
papel, etc.3; también relatos orales y más recientemente, documentos informáticos.
Desde tiempos remotos el ser humano ha tenido conciencia de tiempos anteriores a él y
de la diferencia con los sucesos de su actualidad 4, asimismo, se ha empeñado en
conservar su memoria, en palabras de Jacques Le Goff (1924- ), “…dejar un recuerdo
de su rol”5. Entonces, aunque el pasado no esté como presencia física, los vestigios
exhiben, manifiestan, su existencia en el presente.6
La segunda definición, la historia como ciencia, es más abarcativa, porque “…
habrá de ser no meramente aquel conocimiento que resulta de investigar las acciones
pasadas de los hombres sino también la reflexión sobre ese conocimiento.” 7 Una
reflexión que permite encontrar claves para interpretar el presente e incluso, tratar de
1
Bloch, Marc. “Apología para la Historia o el oficio de historiador”, México, Fondo de Cultura
Económica, 2001, p. 53
2
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis de la historia”, Material del presente Seminario, cap. 2, p. 2; cap. 3, pp.
1, 3
3
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 79; Moradiellos, Enrique, “El Oficio de Historiador”,
Madrid, Siglo XXI de España Editores, 2008, p. 13
4
Ídem p. 42
5
Le Goff, Jacques. “El orden de la memoria”, Material virtual disponible en
http://pisur.files.wordpress.com/2010/06/22659170-le-goff-jacques-el-or.pdf , p. 182
6
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 14
7
“Unidad 1”, Material del presente Seminario, p. 1

3
conjeturar un posible futuro. La historia investiga entonces, el pasado de la humanidad y
su influencia en los hechos de la actualidad y del porvenir 8. La concepción del tiempo –
pasado, presente, futuro- y su interrelación, ha sido y es una cuestión de estudio y
análisis. Bloch define a la historia como: “Ciencia de los hombres en el tiempo”, que
resume los dos objetos de la disciplina: el accionar humano en el espacio temporal. 9 Si
bien estos conceptos no representan la totalidad de las interpretaciones del vocablo
Historia, permiten el acercamiento a su significación primaria.
Para llegar a la categoría de ‘ciencia’, el conocimiento histórico debió esperar
hasta el siglo XIX, cuando historiadores europeos fueron alcanzando acuerdos parciales
acerca del método usado para esta disciplina 10. En el siglo XX se desarrolló la
historiografía, que Le Goff define como ‘historia de la historia’, cuyos fundamentos
epistemológicos iniciales estuvieron interpuestos con “una disciplina ambigua: la
filosofía de la historia”11.
Fue muy importante la ligazón de ambas disciplinas, con sus vaivenes de
alejamientos y cercanías, pero, cabe aclarar que no es el tema central de este trabajo,
que sólo intentará describir los diferentes contextos y las diferentes metodologías
empleadas en la narración histórica desde sus prácticas iniciales, y que sólo hará
referencia a la filosofía en forma transversal y cuando sea estrictamente necesario.
Asimismo, excede los límites del presente estudio, un detalle acabado de obras y
autores, a los que se mencionará sólo cuando el tema lo amerite, ya sea por su
importancia o a modo de ejemplo.

Antigüedad y Edad Media: el relato mítico religioso.

La historia antigua registraba las creencias, los mitos, los sucesos sobrenaturales, pero
también los hechos humanos. Fue escrita en piedra, papiro, cera, madera, etc. Se la
puede denominar literatura histórica y fue la herramienta que permitió evitar olvidos o
deformaciones que padecía el relato oral. Para algunas culturas como Egipto o
8
“Presentación”, Material del presente Seminario, pp. 1,2
9
Bloch, Marc. “Introducción…”, Ob. Cit. p. 58
10
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 41,42
11
Le Goff, Jacques, “Pensar la Historia. El tiempo como imaginario”, Material virtual disponible en
http://books.google.com.ar/books?
id=IEbAA36PSrAC&printsec=frontcover&dq=pensar+la+historia&hl=es&sa=X&ei=gsnIUI-
Coeq8ASIj4CgCw&redir_esc=y#v=onepage&q=pensar%20la%20historia&f=false pp. 9, 12; Ver además
“Unidad 1”, Material del presente Seminario, pp. 1, 2

4
Mesopotamia, los escritos sirvieron principalmente como medio de legitimación y
apología del poder real o de utilización con fines administrativos. 12 Otros pueblos como
el israelita, conservaron su pasado en la escritura, que tenía un sentido espiritual. En
palabras de Bloch, “…el cristianismo es una religión de historiadores.” 13 Para el acervo
hebreo, la historia era necesaria como integradora de la memoria colectiva y como
dadora de continuidad entre el pasado, el presente (de fuerte contenido religioso) y del
‘futuro también sagrado’, por la llegada del Mesías.14
La cultura griega exaltó su pasado heroico y la romana la moralidad de sus
antepasados, una moralidad que consideraba decadente en las épocas augustas. “…la
especulación sobre los orígenes, la creencia en una edad de oro primitiva y las
esperanzas de un retorno a ese paraíso originario han estado vivas.”15 Bloch denomina
‘nuestros primeros maestros’ a los historiógrafos griegos y latinos.16 Grecia, en los
siglos VI y V a. C. vio florecer su literatura histórica como consecuencia de su gran
expansión cultural en las artes y las ciencias.17
Cabe destacar el aporte de Hecateo de Mileto (fines siglo VI a. C.) quien trató de
separar los hechos verdaderos de la connotación sobrenatural, iniciando así una forma
de historiografía griega basada en la investigación y el relato racionalista y secular. Lo
mismo puede afirmarse de Heródoto de Halicarnaso y Tucídides, ambos del siglo V a.
C. La historia fue considerada entonces, como una categoría diferente y separada de la
narración mítica. Los hechos humanos, en particular los político-militares, fueron
escritos sin influencias milagrosas. Sin embargo, Enrique Moradiellos (1961- ) marca
que, a pesar de esto, es necesario notar “…que el relato histórico-literario [es] más
verosímil que verdadero”.18
La historiografía romana tuvo además, otras similitudes con la griega, por el
hecho de producir también textos biográficos, políticos, militares, de fundación de
ciudades, etc. Le Goff señala que hacia el final de la República e inicios del Imperio
comenzó una etapa de renovación en las mentalidades, un “…cruce entre concepciones

12
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp.140-143; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 43
13
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 42
14
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 186; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp.150,
151; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 43
15
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 19
16
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 42
17
Ídem pp. 18-25
18
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 45

5
y tendencias paganas, judías, cristianas y gnósticas” 19 manifestado en los símbolos y
otras inscripciones, que engrosaron los testimonios históricos de la época.
Durante la Edad Media (siglo V en adelante), el cristianismo fue la religión
oficial del Estado y los clérigos, los encargados del relato histórico. Por ende, sus
investigaciones estuvieron basadas en la Divina Providencia, en el accionar de Dios
sobre los hombres. Los hechos humanos eran considerados como parte de un plan
celestial y eso hizo innecesaria la observación secular y racional del devenir de la
realidad terrena. Se conjugó así una ‘teología de contenidos históricos’ y volvió, de esta
manera, el relato sobrenatural como había ocurrido en Grecia, antes de Hecateo.20
El cristianismo dio un sentido ambiguo al tiempo presente, considerándolo ‘el
comienzo del fin de los tiempos’, en espera de la segunda venida de Cristo. La Iglesia
de la Edad Media, acentuó la importancia de un pasado de grandeza y majestuosidad,
considerando al presente como momentáneo, efímero, frente a un futuro eterno. Dante
lo describió como ‘relámpago de eternidad’. Esta mentalidad, atrapada entre vaivenes
del tiempo, configuró una idea de anacronismo y atemporalidad. Le Goff concluye que
“El cristianismo es una religión de la mediación”21 y que, al igual que al judaísmo, se las
puede llamar ‘religiones del recuerdo’22. Con estas premisas, se escribió la literatura
histórico-religiosa medieval.
No obstante, desde principios de la Edad Media y hasta su plenitud, surgieron en
los distintos reinos del medioevo, las crónicas de los incipientes estados, siempre en el
marco de una historia religiosa y providencionalista. 23 El relato histórico fue cambiando
hacia fines de la etapa medieval: se escribieron crónicas, se tomaron en cuenta las
fechas,24 en suma, se comenzó a medir el tiempo con más escrupulosidad. Gérard
Noiriel (1950- ) lo especifica con la expresión “De la Historia-Arte a la Historia-
Ciencia”25, pues se empezaban a concebir así nuevas pautas para el perfeccionamiento
de la narración del pasado humano.

19
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 27; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p.
45
20
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 46
21
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. pp. 186, 187
22
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 150
23
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 46
24
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 193
25
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 1

6
Renacimiento e Ilustración: tiempo, espacio y respaldo documental.

Le Goff hace un interesante esquema de la forma en que se ha considerado al tiempo


según las épocas y culturas. Para la Antigüedad el pasado era mejor valorado que el
presente al que se calificaba en decadencia. En la Edad Media se vivió el presente con la
esperanza de un futuro escatológico. El Renacimiento dio mayor importancia a lo
contemporáneo, mientras que en los siglos posteriores (XVII al XIX), se instaló la idea
de progreso y de valoración del tiempo futuro. 26 Mentalidades que, desde lo religioso, lo
militar o lo político, influirían en la literatura histórica de cada etapa.
El Renacimiento europeo de los siglos XIV y XV, con sus descubrimientos y sus
cambios, contribuyó al debilitamiento del poder papal y la consiguiente pérdida de su
dominio intelectual. Los humanistas de la época, estudiosos de la cultura clásica, dieron
lugar a una nueva concepción histórica: el sentido del tiempo y del espacio. Tomaron
conciencia del anacronismo, de la necesidad de situar el hecho humano en el momento y
lugar precisos.27 Los autores renacentistas fueron principalmente políticos y
funcionarios; basaron sus temas en estas actividades (estatales, militares y
diplomáticas), dejando de lado influencias religiosas o moralizantes. Realizaban
investigaciones de archivo y cuidaban su estilo, pretendiendo, eso sí, inculcar lecciones
político-jurídicas. Las nuevas concepciones de tiempo y espacio, el estudio
pormenorizado de los clásicos y sus traducciones, el análisis comparativo filológico de
estas obras, fueron puntos de partida hacia lo que se lograría con posteridad, en el siglo
XIX: “…la crítica documental. Constantemente perfeccionadas desde del
Renacimiento”28
Otros elementos y aconteceres humanos del período, contribuyeron al progreso
de la historia. El uso de la imprenta significó un hito de importancia en el cambio de la
transmisión oral hacia lo escrito. La Reforma de 1517 y sus conflictos entre católicos y
protestantes, acrecentaron la forma de analizar e interpretar los documentos. El deseo
luterano de recuperar las prácticas primitivas del cristianismo, lo llevó a escribir una
historia eclesiástica minuciosa, dividida en etapas de cien años, afianzando la técnica de
la periodización histórica. Por su parte, los católicos lo imitaron, pero, quitando a sus
textos la antigua influencia divina, para realizar una escritura más sustentada en la razón
26
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 185
27
Ídem p. 15, 186
28
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 2; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit.
pp. 47, 48

7
y el examen de documentos u otros elementos probatorios. Buscando más veracidad,
profundizaron en diferentes escritos y testimonios, por medio del análisis filológico,
paleográfico, diplomático, cronológico, numismático, etc., para evitar fallas o fraudes en
los mismos. Según Bloch, durante la Edad Media había sido importante la cantidad de
falsificaciones cometidas.29 Se comenzó así, a aplicar un sistema reglado, que se puede
también considerar como el inicio de un método que, en su momento, elevaría a la
historia a la calidad de ciencia.30 La evolución histórica seguía su camino hacia el
perfeccionamiento. A Le Goff, éstas y otras prácticas, le hacen postular que la historia
‘nació’ en el siglo XVI.31

La Ilustración propició un nuevo e importante cambio cultural, basado en la


razón como elemento clave del conocimiento y estudios científicos; la idea de
Providencia perdió terreno en pos de la idea de Progreso. La crítica dejó de ser un juicio
por el gusto para llegar a ser una prueba de veracidad; la duda, ‘racionalmente
conducida’, se consideró un instrumento de conocimiento. 32 Otros cambios,
económicos, demográficos, geográficos, intelectuales, políticos, etc., hicieron que el
saber histórico también tuviera variantes. Se modificaron “…radicalmente las relaciones
que, tradicionalmente, los hombres mantenían con el tiempo.” 33 Se profundizó el uso de
la cronología como un método excelente de medida, que trataba de impedir el
anacronismo y de organizar los hechos investigados. Así, los factores tiempo y razón,
unidos para estudiar reliquias del pasado, le dieron base científica al estudio histórico.34
Bloch hace una interesante observación: “…no podemos negar que el falso testimonio
no sólo ha sido el excitante que provocó los primeros esfuerzos de una técnica de
verdad, sino que sigue siendo el caso sencillo del que ésta tiene forzosamente que partir
para desarrollar sus análisis.”35 Filósofos y juristas alemanes trabajaron en este sentido,
para reemplazar las simples crónicas de reyes, guerras, cambios de gobierno, alianzas o
restituciones, por estudios y textos más razonados y documentados. Caben destacar las
obras de los profesores universitarios alemanes: Wilhelm von Humboldt (1767-1835),
Leopold von Ranke (1795-1886) y Barthold Georg Niebuhr (1776-1831).
29
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 97, 109
30
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 49; Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 97
31
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 167
32
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 100, 101
33
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 2
34
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 50; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p.
160
35
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 105

8
Siglo XIX: “el siglo de la historia”

Humboldt y Ranke fueron los principales exponentes de la llamada “Escuela Histórica


Alemana”, y quienes afianzaron la disciplina como la única capaz de encontrar el
‘sentido de la historia’, mediante prácticas profesionales precisas. 36 Según Reinhardt
Koselleck (1923- ), fue a fin del siglo XVIII cuando el concepto actual de historia se
definió como tal, como resultado de los cambios que provocaron la Ilustración y la
Revolución Francesa. Dicho concepto significó a la vez, la investigación y relato de los
hechos pretéritos y el estudio y reflexión de los mismos. 37 La utilidad de la historia
radicaría en que conocer el pasado, ayudaría a vislumbrar causas y consecuencias del
futuro. Además, sería formadora de identidad, como aglutinadora del pasado común de
los pueblos.38 Le Goff cita a San Agustín para establecer una significativa relación entre
las dimensiones temporales: “…presente del pasado, presente del presente, presente del
futuro.”39
Por su parte, Niebuhr fue pionero en utilizar un método histórico crítico,
fundamentando sus trabajos en el examen y el análisis filológico y documental de sus
fuentes. Asimismo, buscó posibles conexiones entre los hechos y las estructuras del
pasado, dándole carácter erudito a la disciplina. De todos modos, según Noiriel, no fue
hasta fines del siglo XVIII que la historia pudo considerarse autónoma y demostrar que
el estudio del pasado tenía principios y prácticas científicas. 40 Ranke continuó la tarea
de Niebuhr y se especializó en política y diplomacia. Buscó asiduamente fuentes
originales, verificando y comparándolas entre ellas, para conocer y relatar ‘lo que
realmente sucedió’, expresión que suscitaría profundos debates posteriores.41 En el
mismo año, 1821, Humboldt dictó una conferencia, considerada esencial por Noiriel,
pues en ella se definió epistemológicamente a la historia y se dieron reglas específicas
para el oficio de historiador, “la definición "hermenéutica" de la historia que las
posteriores generaciones de historiadores y filósofos no harán sino enriquecer”42

36
“Unidad 1”, Material del presente Seminario, pp. 7, 8
37
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 2
38
“Presentación”, Material del presente Seminario, pp. 1,2; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit.
cap. 2, pp. 1, 8
39
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 175
40
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 3
41
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 52, 53; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit.
cap. 2, pp. 1, 3; Cap. 3 pp. 13-15
42
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 4, 5

9
Se comenzaba a utilizar, entonces, el método empirista, en el que las
investigaciones se apegaban firmemente a los documentos analizados. La meta era
eliminar la subjetividad del autor, logrando un texto ajustado en lo conceptual y
científicamente limpio de valoraciones personales. Postulaba, además, que los hechos
históricos son ‘únicos e irrepetibles’ y que deben ser interpretados según el contexto
particular y no según ‘categorías universales’. Cada individuo o institución son
singulares y diferentes, en el sentido espacio-temporal y por ende, no podría ser
estudiado mediante una ley o razón histórica general.43 Estos autores mencionados,
coincidían en que el trabajo tenía dos grandes etapas generales: primero, la
investigación rigurosa; luego, la síntesis, lo más complejo de la tarea, porque implicaba
encontrar las relaciones y los nexos, las consecuencias esenciales de los elementos o
‘huellas’ encontradas, logrando así un “…gran cuadro definitivo […] que vuelve a
ensamblar esas partes aisladas…”44 Cabe mencionar que Le Goff en su obra “El orden
de la memoria”, cita a estos tres autores.45
El método rankeano fue aceptado y cultivado en Alemania y otros países
occidentales, superando rápidamente a la simple ‘historia literaria’. 46 Sin embargo, es
importante destacar que la intención de esta metodología de evitar la subjetividad, no
era plenamente posible. Los historiadores alemanes, por ejemplo, sentían la necesidad
de ‘contribuir a la construcción de un Estado nacional alemán’, por lo que no podían
liberar a sus textos, en forma completa, de la influencia político-diplomática. Aún así,
iniciaron un sistema que impidió regresar al relato histórico sin basamento documental o
sin previa investigación. La escuela alemana comenzó, a la sazón, una moderna práctica
histórica, valiosa dentro de las demás ciencias humanísticas.47
Durante el siglo XIX, la historia llegó a su categoría de paradigma: presupuestos
compartidos entre la comunidad de especialistas con igual formación, igual literatura
técnica, investigaciones empíricas legítimas, tareas codificadas, etc. la "matriz
disciplinar” configurada por Kuhn.48 Niebuhr, Ranke y Humboldt, entre otros, sentaron
las bases para que se la considerara como disciplina científica y, por lo tanto, dotada de
una enseñanza regulada y con metodología específica. Como ciencia desarrolló un
43
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 53, 54
44
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 4, 5
45
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 256, 265, 267
46
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 54; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap.
2, p. 5
47
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 16; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 55
48
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 1, 5

10
proceso de institucionalización y profesionalización49. Le Goff añade que el siglo XIX
profundizó la tendencia heredada de años anteriores: la importancia de una educación
mejorada.50 Se crearon cátedras y departamentos de historia en distintas universidades
europeas y más tarde, en Estados Unidos, donde la impronta era iniciar a los alumnos en
seminarios de investigación bajo la tutoría de un profesional. A partir de entonces, sólo
por medio de carreras universitarias, se podía considerar profesionales a los
estudiantes.51 La historia adelantaba en su camino hacia la perfección. Le Goff hace una
detallada descripción de la importancia que el siglo XIX dio a las conmemoraciones,
fiestas, a los instrumentos recordatorios (medallas, monedas, estampillas), museos, etc.,
como método para mantener viva a la memoria.52
Se crearon o se hicieron más accesibles distintos archivos y bibliotecas, espacios
privilegiados, contenedores de la materia prima de la investigación. Para mediados del
siglo XIX los gremios de historiadores profesionales eran una realidad. De ellos
surgieron distintas normas para definir a la ciencia más categóricamente: acceso a la
función, técnicas de edición, reglas de referencias bibliográficas, clasificación de
especialidades históricas, etc.53 Se publicaron luego, las primeras revistas y manuales
especializados, materiales imprescindibles en la investigación del pasado, tanto para
alumnos como para profesionales. Además, las revistas permitían la trasmisión de los
estudios realizados y la comunicación entre pares.54 En 1898 se iniciaron los congresos
internacionales, fuente de intercambio y crecimiento.55

Sin embargo, no todos siguieron el ejemplo rankeano. El inglés Thomas


Babington Macaulay, (1800-1859) y el francés Jules Michelet (1798-1874),
mantuvieron su método particular de interpretar la historia, no siendo totalmente
neutrales políticamente y dando relevancia al ‘efecto literario’.56 A diferencia de la
historia política y diplomática germana de la época, estos autores ampliaron el campo de
estudio a las actividades humanas en general, lo que más adelante se categorizaría como

49
Ídem p. 8
50
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 168
51
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 8; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit.
p. 55
52
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 169-171
53
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 56; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p.
170
54
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 8, 18
55
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 56
56
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 13; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 57; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 168, 224

11
historia social y cultural. 57 La obra de Michelet suministró un significativo espacio a los
vaivenes sociales y económicos. Con la frase “El pueblo, todo el mundo” 58, dio
protagonismo histórico a este actor social, popular y trabajador. De esta corriente de
historias nacionales anglo-francesas, surgieron otras similares en Italia, España, etc.
La obra de Carl Marx (1818-1883), conocida como ‘materialismo histórico’, es,
en palabras de Lenin, la combinación de “…la filosofía clásica alemana, la economía
política inglesa y el socialismo francés, unidos a las doctrinas revolucionarias francesas
en general.”59 Sus objetivos eran, según Noiriel, establecer las leyes de la historia e
impulsar la revolución obrera. Además, este autor señala la obra marxista como uno de
los elementos que causaron la primera ‘crisis de la historia’, ocurrida durante el cambio
de siglo.60 Para Marx, el capitalismo emergente y la burguesía industrial, dieron lugar a
una nueva clase social, el proletariado, al que se perjudicaba económicamente,
sumiéndolo en la miseria y el desarraigo.61 La concepción filosófica marxista de la
historia implicaba que todo se centraba en la economía: las relaciones y las estructuras
productivas, la propiedad, el trabajo, etc. La opresión sufrida por el sector asalariado
era, según este autor, causa justa para la revolución y la lucha de clases. Esta lucha entre
capitalistas y proletarios era el ‘motor de la historia’.62
La obra marxista, ya fuera por su aceptación o por su rechazo, no pudo ser
ignorada. Los profesionales de la historia y la sociología de fines del siglo XIX,
reconocían en el materialismo histórico una legitimidad relativa, aunque no
compartieran su aspecto político-revolucionario. El método de Marx marcó con claridad
que las causas y los procesos económico-sociales condicionaban los campos
intelectuales y culturales humanos. Su prédica y su metodología historiográfica se
hicieron más influyentes luego de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de
1917.63
El impacto de la obra marxista dio impulso al estudio de la economía, como
ciencia autónoma y reconocida profesionalmente, tanto entre europeos como
norteamericanos. Esta nueva metodología, daba importancia al análisis cuantificable y

57
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 3 Nota al pie;
58
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 58
59
Ídem p. 59; “Unidad 2”, Material del presente Seminario, pp. 4, 5
60
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 7, 14, 16
61
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 160, 161
62
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 59-61; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit.
pp. 79, 80, 84, 88, 108
63
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 61-63; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit.
pp. 103

12
colectivo de los hechos y en cierta oposición al sistema rankeano que privilegiaba lo
singular del acontecimiento político o militar: una batalla, un tratado, etc. Los sucesos
económicos eran tan importantes y tan dignos de estudio como los demás temas del
pasado.64 Hacia fines del siglo XIX, la historia social, que hasta entonces sólo se
dedicaba a ‘los pobres’ o ‘clases bajas’, implicó el estudio de todos los grupos sociales,
sus funciones y sus interrelaciones, como así también su influencia en los procesos
económicos y culturales. Esta tendencia se desarrolló tanto en Europa como en Estados
Unidos.65
La metodología de Ranke tuvo además, otras críticas, que apuntaron al excesivo
uso de la neutralidad y el objetivismo, propios de la historia política alemana. Por
ejemplo en 1883, Wilhelm Dilthey (1833-1911), objetó que la disciplina histórica
pudiera ser tan científica como las ciencias naturales y que pudiera eliminarse la
presencia del sujeto en forma total, durante el estudio y la escritura posterior. Se puso en
duda la expresión rankeana respecto a interpretar y escribir ‘lo que realmente fue’.66
Dilthey adhirió a la Escuela de Baden y dividió la investigación entre ‘ciencias de la
naturaleza’ y ‘ciencias del espíritu’, las primeras para conocer y las segundas, para
comprender; la historia era parte de estas últimas y debería interpretar el ‘sentido’ de los
hechos pasados.67 Esta escuela aceptaba que: “…el historiador nunca puede desligarse
totalmente del mundo social al que pertenece, el razonamiento histórico tiene siempre
un carácter "impuro", mezclando, de forma indisociable, observaciones científicas y
"prejuicios".68
Otro aporte al perfeccionamiento de la historia fue el de Gabriel Monod (1844-
1912), quien, en la Revue Historique, sostuvo su cientificidad y su autonomía; además,
este autor postuló que sólo se debía rendir cuentas a los conocedores verdaderos de la
disciplina, o sea, a los mismos historiadores. Destacó, también, lo esencial del uso
directo de las fuentes y de evitar las generalidades o la vaguedad. Las investigaciones
debían ser minuciosas y avanzar desde lo particular a lo colectivo, paso a paso, sin dejar
‘puntos oscuros’.69

64
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 64
65
Ibídem
66
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 8, 12, 13, 15
67
“Unidad 2”, Material del presente Seminario, p. 6; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2,
p. 7, 12
68
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 16, 17, 21, Cap. 3 p. 13
69
Ídem pp. 7-9; “Unidad 2”, Material del presente Seminario, p. 7

13
Siglo XX: crisis, interdisciplinariedad y ‘giros’

La práctica historiográfica de comienzos del siglo XX se enriqueció al integrar a su


campo a otras disciplinas: sociología, demografía, estadística, geografía, lingüística,
etnografía, arqueología, métodos comparativos, etc. Esta integración fue iniciada por
Marc Bloch y Lucien Febvre (1878-1956), quienes fundaron la revista Annales70, dando
origen a la llamada Escuela Francesa de Annales. Su objeto de estudio histórico fue el
hombre, ‘los hombres’, en el tiempo, pues, según estos autores, a diferencia de otras
disciplinas, la historia encuentra su lugar y su inteligibilidad en el transcurrir del
tiempo.71
Para Noiriel, la labor de Bloch y Febvre significó la culminación del paradigma
de la historia, su obra, “Apología de la Historia” describió explícitamente el método
histórico que caracteriza al ‘oficio de historiador’ como el núcleo de las disciplina. 72 El
procedimiento implicaba distintas reglas y herramientas a utilizar de modo que la tarea
se convertía en un verdadero método histórico. Bloch y Febvre consideraban que la
interdisciplinariedad, la inclusión de otras ciencias al estudio histórico, no le hacían
perder su esencia, sino que, al contrario, la enriquecían; su cientificidad estaba en el
método, por eso no percibieron como una amenaza la apertura hacia otras ciencias.73
Dieron gran relevancia a la inserción de la estadística 74 y al estudio de las ideas y
creencias o ‘historia de las mentalidades’.75
Al igual que Monod, Bloch afirmaba que el conocimiento resulta verdadero
cuando la comunidad de profesionales así lo considera. Los dos abogaban también por
la creación de un lenguaje particular de la historia, una nomenclatura especial. 76
Asimismo, Bloch trabajaba para lograr obras entendibles a todo público, capaz de ser
comprendidas entre las distintas categorías de lectores, desde los escolares hasta los
eruditos. De esta manera se podría aspirar a una mayor integración social, una
colaboración para el logro de una comprensión crítica de los hechos humanos, una
ayuda para ‘vivir mejor’.77

70
Su primer nombre completo fue “Annales d'histoire économique et sociale”
71
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 56, 58
72
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 20; cap. 3, p. 1
73
Ídem cap. 3, p. 2
74
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 126
75
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. pp. 82, 84, 86, 232,
76
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 151-155, 165
77
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit., cap. 2, pp. 22-25; Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob.
Cit. p. 46

14
Lucien Febvre y Fernand Braudel (1902-1985), continuaron la obra de Bloch
(quien fue asesinado por los nazis en 1944), la que se difundió ampliamente luego de la
Segunda Guerra Mundial, específicamente en el campo de la investigación empírica. 78
Braudel fue la segunda generación de Annales, en la que introdujo nuevas nociones: si
para Bloch lo central del estudio era el tiempo, para Braudel era el hombre, al que
consideraba el objeto de la historia. Con estos elementos -el tiempo y el hombre-, la
historia era, según Braudel, la más completa de las ciencias sociales. Su sistema fue
exteriorizado por la Escuela de Historia Social. 79
Regresando al tema de las concepciones del tiempo, cabe mencionar la
importancia que a ellas les dieron Bloch y Febvre, que inspiró, a su vez, la aparición de
la revista inglesa Past and present.80 Le Goff cita una frase de su primer número: “La
historia no puede, lógicamente, separar el estudio del pasado del estudio del presente y
del futuro”.81 Bloch adhiere a esta formulación, (aunque sin hacer referencia al futuro),
puesto que supone que las creaciones sociales del pasado, llegan como por inercia al
presente y, a su vez, sirven como medio de comparación entre diferentes realidades en el
tiempo. Escribe que se puede comprender el presente por el pasado y viceversa, o sea, el
pasado por el presente.82 No obstante ello, más adelante en su texto, Bloch advierte
sobre los peligros del anacronismo.83
Por su parte, Braudel también contribuyó a definir el elemento temporal,
separándolo en tres niveles distintos. Primero, el tiempo de larga duración o estructura,
que engloba el contexto geográfico, biológico, productivo, cultural, etc. Segundo,
tiempo de duración media o coyuntura, que implica el proceso socio-económico o
cultural en evolución. Y, tercero, el tiempo breve o episódico, centrado en el
acontecimiento y el individuo. Esta metodología privilegiaba a la ‘estructura’ y a ‘la
coyuntura’, dado que eran los tiempos que permitían profundizar el estudio de procesos
más extensos en el tiempo y acotados en el espacio; en contraste, el ‘episódico’, sólo
mostraba lo superficial y momentáneo.84

78
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 1
79
Ídem, cap. 3, pp. 2, 3; “Unidad 3”, Material del presente Seminario, pp. 3, 4, 7
80
Más adelante, en este mismo texto, se ampliará sobre esta revista.
81
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 193
82
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 68-70
83
Ídem p. 160
84
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 66

15
Sin embargo, hacia 1970, el éxito de la corriente francesa de Annales comenzó a
decrecer y se la llegó a considerar ‘anticuada’. Los renovadores iniciaron una línea que
daba preeminencia a la escritura por sobre el oficio. Noiriel define como bifurcación a
esta directriz y la señala como una de las causas de la crisis actual (de fines del siglo
XX) de la historia.85 Por ejemplo, Paul Veyne (1930- ), fue un exponente de esta
tendencia con su obra “Cómo se escribe la historia”. Este autor defendió el análisis
crítico de los fundamentos epistemológicos del oficio de historiador el que, también,
debería hallar su fundamento científico en la integración con otras ciencias sociales o
‘ciencias vecinas’.86 Adelantó de esta manera el giro epistemológico de los años
siguientes, que postulaba la importancia de aplicar al conocimiento histórico un
conjunto de prácticas, instrumentos y lenguaje de otras disciplinas: 87 “…durante los
años 70 la "epistemología" se presentó como una disciplina capaz de procurar a todas
las ciencias humanas el lenguaje común al que éstas aspiraban.” 88 Asimismo, afirmó la
imposibilidad de que la historia sea plenamente objetiva o perfecta.89
Otra corriente renovadora surgió después de Annales: los estudios históricos
británicos. Se expandieron luego de 1952, durante la Guerra Fría. Varios profesionales
de las ciencias sociales de orientación marxista, fundaron la revista Past and Present (ya
mencionada en este texto), dedicada a investigar los hechos socio-culturales británicos
desde la Edad Media hasta su época. Dieron la misma importancia a lo estructural como
a lo episódico, diferenciándose de Annales en este sentido.90 Ubicaron el tema político
en un lugar central, considerándolo el marco principal donde se enfrentan y solucionan
los conflictos de las sociedades modernas. Eric Hobsbawm (1917-2012), uno de estos
profesionales, señaló: “Mientras sigamos estudiando el mismo cosmos, la alternativa de
microcosmos o macrocosmos es cuestión de elegir la técnica apropiada”91
En Estados Unidos y luego de la Segunda Guerra Mundial, cobró importancia la
Cliometría o Historia Económica, que utilizó en profundidad el método cuantitativo y
comenzó a implementar el uso de la computación con su abundante caudal de datos.
85
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, pp. 1, 18
86
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, pp. 7-9; “Unidad 4”, Material del presente
Seminario, p. 1; Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual:
Retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión.”, Universidad de Talca, Revista Universum, Nº
26,Vol. 1, 2011, versión virtual disponible en
http://www.academia.edu/748322/De_la_historia_de_las_ideas_a_la_nueva_historia_intelectual_Retrosp
ectivas_y_perspectivas._Un_mapeo_de_la_cuestion
87
“Unidad 3”, Material del presente Seminario, p. 7
88
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 11
89
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 6
90
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 68
91
Ídem p. 69

16
Esta preeminencia del número y la estadística, coincidieron, en cierta forma, con la
metodología de Annales. El sistema cliométrico ha sido exitoso y ha marcado
tendencias, aunque también ha recibido críticas, debido a que el uso de grandes
cantidades de guarismos informáticos hace difícil su verificación.92
La historia cultural también se modernizó luego de 1945. No sólo se orientó al
estudio de la cultura elitista, sino que amplió su campo hacia la cultura de masas. Por
ejemplo, por su intermedio, se dieron a conocer los cambios civiles y laborales que
incluían el nuevo rol de la mujer en el trabajo fuera de su casa. 93 Un hito de esta
corriente fue Carlo Ginzburg (1939- ), quien estudiando el proceso inquisitorial hecho a
un molinero italiano, pudo mostrar no sólo el contexto cultural del Renacimiento, sino
también observar en forma minuciosa otros pequeños detalles documentales. Esta
práctica fue denominada historiografía micro-histórica.94
La descolonización de la posguerra, permitió estudiar otras geografías y culturas.
La arqueología y el relato oral se hicieron fundamentales para la investigación de
sociedades que no contaban con archivos y otros medios escritos. Le Goff hace
referencia a esta corriente, escribiendo sobre ‘archivos orales’.95 Señala a la historia oral
como nacida en Estados Unidos entre 1952 y 1959 y difundida luego en Europa.
Coincide con Moradiellos en la importancia de África como campo de trabajo para las
“historias de vidas”, en particular de las clases populares. Se produjo además, un
acercamiento al análisis cultural por medio de la antropología y la literatura. 96
La evolución de la historia del siglo XX tuvo cambios de enfoques y
especialidades, renovaciones de los paradigmas97, denominados ‘giros’; a uno de ellos
ya se hizo referencia, el epistemológico. Le Goff hace otro agregado a estas
renovaciones: la memoria electrónica y su infinidad de datos, por los que “…la historia
ha vivido una auténtica revolución documental” 98
Uno de estos cambios fue el “giro crítico”, de raigambre francesa, que basa su
cientificidad, precisamente, en la filosofía crítica, la cual analiza cómo las disciplinas
son atravesadas e influenciadas por los sistemas político-institucionales.99 Uno de sus
exponentes, Michael Foucault (1926-1984), señaló que el poder deja “huellas” en la
92
Ídem p. 69, 70
93
Ídem p. 72
94
Ídem p. 72; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 23, 24
95
Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 179
96
Ídem pp. 179, 180; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 72, 73
97
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 1, 2, 11
98
Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 173, 175
99
“Unidad 4”, Material del presente Seminario, p. 3

17
conceptualización de los saberes. Jacques Derrida (1930-2004), por su parte, basó su
análisis en la ‘deconstrucción’ del lenguaje, por medio de la cual, entre otras cosas, se
trata de investigar en qué medida también la historia es influenciada por el poder
institucional.100. El giro crítico, “… invita a los historiadores a "repensar la
interdisciplinariedad", dando su opinión acerca de las nuevas alianzas que la historia
puede establecer con las disciplinas vecinas101.
Luego de 1980, las investigaciones se centraron en la crítica literaria y del
discurso. Tomó preeminencia, además, el conocimiento del actor individual en su medio
privado, en contrapartida con las tendencias anteriores, hacia lo colectivo. 102 Los
historiadores norteamericanos enfatizaron la importancia de la crítica del lenguaje: “…
el desarrollo de los estudios textuales y literarios cobra un rol fundamental, tanto en las
metodologías de la investigación histórica como en las maneras de presentar -narrar- los
tiempos de la historia.”103 El así denominado ‘giro lingüístico’, 104 basó su análisis en el
sistema estructurado de signos que es la lengua, pues, a partir de él, los seres humanos
construyen y articular su pensamiento y percepción. Los niveles discursivos reflejan los
argumentos mentales, a la vez que se hacen entendibles, por la posibilidad de
decodificar ese lenguaje.105
Uno de sus ejemplos es la tradición anglosajona o Escuela de Cambridge, quien
estudió las ‘historias de los lenguajes políticos’, para concluir, entre otros puntos, que
era necesario conocer el contexto en el que se expresó una idea, ya que es entonces
cuando el texto ‘cobra pertinencia’.106 Cada palabra tiene su significado específico en su
situación temporo-espacial y, por lo tanto, es inseparable de la acción que la motiva o a
la que motiva. Los objetos de estudio del giro lingüístico son los conceptos, los
lenguajes y los discursos.107 De este modo, las tendencias actuales de la Historia
Intelectual se manifiestan en un “…desplazamiento de la Historia de las Ideas y de la
Historia de las Mentalidades hacia una Historia de los Lenguajes Políticos”.108

100
Ibídem; Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. pp. 84, 85; Noiriel, Gérard, “Sobre la
crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 8, 14, 17; Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 236, 237
101
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 18
102
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 73, 74; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob.
Cit. p. 179; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 22
103
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. p. 88
104
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 2; “Unidad 4”, Material del presente Seminario,
p. 4
105
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. pp. 87, 88
106
Ídem p. 89
107
Ídem pp. 89, 90
108
Ídem p. 79

18
Conclusión:

Este somero repaso de la evolución de la historia y la historiografía, comenzó con los


relatos míticos de la Antigüedad, para concluir en la tendencia moderna de analizar
minuciosamente el discurso. El camino recorrido por la disciplina, significó una
búsqueda constante de la perfección, la autonomía y la cientificidad. Los distintos
autores trabajaron para ello, buscando el método y las condiciones de producción, que
facultara a la historia de un fundamento epistemológico viable e independiente. Esta
meta fue lograda durante el siglo XIX, el ‘siglo de la historia’, inicialmente por los
esfuerzos de la escuela histórica alemana, pero también por los diferentes sucesores de
otros países europeos y norteamericanos. Alcanzar su categoría de ciencia, propició la
creación de cátedras especializadas, la apertura y utilización masiva de bibliotecas,
museos, archivos, etc., la aparición de revistas y otros medios de conocimiento e
intercambio de investigaciones, congresos, etc. Quedó organizada así, la comunidad de
historiadores, quienes, compartiendo premisas y métodos de trabajo, constituyeron el
paradigma científico de la historia.
El siglo XX afianzó el oficio de historiador por medio de una mayor
profesionalización en la búsqueda, organización y presentación o narración de los
hechos del pasado, a la vez que amplió su campo por medio de la interdisciplinariedad.
También incorporó el uso de la informática, con su extraordinaria variedad de datos,
fuentes, documentos, etc. No obstante, el siglo pasado también trajo cambios o ‘crisis’ y
‘giros’ en la metodología histórica: cambios de paradigmas, de objetos de estudio, de
influencias, de especificidades, etc. La historia oral y del individuo en su medio
particular, fue ocupando un lugar dentro de la historiografía. Siguió analizando la
relación temporal pasado-presente-futuro como lo hizo desde sus inicios.
De todos modos, lo expresado en este trabajo no significa que la ciencia
histórica esté totalmente perfilada sino que sigue un camino continuo hacia el
perfeccionamiento. Sus distintas corrientes y metodologías, configuran una pluralidad
que prolonga su evolución. Toma nuevos rumbos y se complejiza con la ayuda de la
documentación e intercambios virtuales. Al igual que la memoria, la historia sigue viva.

Bibliografía.

Bloch, Marc. “Apología para la Historia o el oficio de historiador”, México, Fondo de


Cultura Económica, 2001

19
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual:
Retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión.”, Universidad de Talca, Revista
Universum, Nº 26, Vol. 1, 2011,versión virtual disponible en
http://www.academia.edu/748322/De_la_historia_de_las_ideas_a_la_nueva_historia_intelectual_Retrosp
ectivas_y_perspectivas._Un_mapeo_de_la_cuestion

Le Goff, Jacques, “Pensar la Historia. El tiempo como imaginario”, Material virtual


disponible en http://books.google.com.ar/books?
id=IEbAA36PSrAC&printsec=frontcover&dq=pensar+la+historia&hl=es&sa=X&ei=gsnIUI-
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Le Goff, Jacques. “El orden de la memoria”, Material virtual disponible en


http://pisur.files.wordpress.com/2010/06/22659170-le-goff-jacques-el-or.pdf

Moradiellos, Enrique, “El Oficio de Historiador”, Madrid, Siglo XXI de España


Editores, 2008

Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis de la historia”, Material del presente Seminario,


capítulos 2, 3 y 4

“Presentación” y “Unidades 1, 2, 3 y 4”, Material del presente Seminario.

Bibliografía consultada:

Altamirano, Carlos, “De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y


renovaciones”,UNQ/Conicet, Publicado en Prismas. Revista de historia intelectual, nº 9,
2005, disponible en http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/xixaltamirano.pdf

Devoto, Fernando y Nora Pagano, “Historia de la historiografía argentina”, Buenos


Aires, Sudamericana, 2009

Palacios, Guillermo (coord.): “Entre Una ‘Nueva Historia’ Y Una ‘Nueva


Historiografía’ Para La Historia Política De América Latina En El Siglo XIX”,
Publicado en Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, s. XIX.
México, El Colegio de México, 2007, disponible en
http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/xixpalacios.pdf

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