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La Historiografia y Su Evolucion
La Historiografia y Su Evolucion
UNTREF VIRTUAL
LICENCIATURA EN HISTORIA
TRABAJO FINAL
La Historia y su evolución:
hacia el perfeccionamiento continuo
1
Índice
Introducción. 3
Conclusión. 19
Bibliografía. 20
2
Introducción.
3
conjeturar un posible futuro. La historia investiga entonces, el pasado de la humanidad y
su influencia en los hechos de la actualidad y del porvenir 8. La concepción del tiempo –
pasado, presente, futuro- y su interrelación, ha sido y es una cuestión de estudio y
análisis. Bloch define a la historia como: “Ciencia de los hombres en el tiempo”, que
resume los dos objetos de la disciplina: el accionar humano en el espacio temporal. 9 Si
bien estos conceptos no representan la totalidad de las interpretaciones del vocablo
Historia, permiten el acercamiento a su significación primaria.
Para llegar a la categoría de ‘ciencia’, el conocimiento histórico debió esperar
hasta el siglo XIX, cuando historiadores europeos fueron alcanzando acuerdos parciales
acerca del método usado para esta disciplina 10. En el siglo XX se desarrolló la
historiografía, que Le Goff define como ‘historia de la historia’, cuyos fundamentos
epistemológicos iniciales estuvieron interpuestos con “una disciplina ambigua: la
filosofía de la historia”11.
Fue muy importante la ligazón de ambas disciplinas, con sus vaivenes de
alejamientos y cercanías, pero, cabe aclarar que no es el tema central de este trabajo,
que sólo intentará describir los diferentes contextos y las diferentes metodologías
empleadas en la narración histórica desde sus prácticas iniciales, y que sólo hará
referencia a la filosofía en forma transversal y cuando sea estrictamente necesario.
Asimismo, excede los límites del presente estudio, un detalle acabado de obras y
autores, a los que se mencionará sólo cuando el tema lo amerite, ya sea por su
importancia o a modo de ejemplo.
La historia antigua registraba las creencias, los mitos, los sucesos sobrenaturales, pero
también los hechos humanos. Fue escrita en piedra, papiro, cera, madera, etc. Se la
puede denominar literatura histórica y fue la herramienta que permitió evitar olvidos o
deformaciones que padecía el relato oral. Para algunas culturas como Egipto o
8
“Presentación”, Material del presente Seminario, pp. 1,2
9
Bloch, Marc. “Introducción…”, Ob. Cit. p. 58
10
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 41,42
11
Le Goff, Jacques, “Pensar la Historia. El tiempo como imaginario”, Material virtual disponible en
http://books.google.com.ar/books?
id=IEbAA36PSrAC&printsec=frontcover&dq=pensar+la+historia&hl=es&sa=X&ei=gsnIUI-
Coeq8ASIj4CgCw&redir_esc=y#v=onepage&q=pensar%20la%20historia&f=false pp. 9, 12; Ver además
“Unidad 1”, Material del presente Seminario, pp. 1, 2
4
Mesopotamia, los escritos sirvieron principalmente como medio de legitimación y
apología del poder real o de utilización con fines administrativos. 12 Otros pueblos como
el israelita, conservaron su pasado en la escritura, que tenía un sentido espiritual. En
palabras de Bloch, “…el cristianismo es una religión de historiadores.” 13 Para el acervo
hebreo, la historia era necesaria como integradora de la memoria colectiva y como
dadora de continuidad entre el pasado, el presente (de fuerte contenido religioso) y del
‘futuro también sagrado’, por la llegada del Mesías.14
La cultura griega exaltó su pasado heroico y la romana la moralidad de sus
antepasados, una moralidad que consideraba decadente en las épocas augustas. “…la
especulación sobre los orígenes, la creencia en una edad de oro primitiva y las
esperanzas de un retorno a ese paraíso originario han estado vivas.”15 Bloch denomina
‘nuestros primeros maestros’ a los historiógrafos griegos y latinos.16 Grecia, en los
siglos VI y V a. C. vio florecer su literatura histórica como consecuencia de su gran
expansión cultural en las artes y las ciencias.17
Cabe destacar el aporte de Hecateo de Mileto (fines siglo VI a. C.) quien trató de
separar los hechos verdaderos de la connotación sobrenatural, iniciando así una forma
de historiografía griega basada en la investigación y el relato racionalista y secular. Lo
mismo puede afirmarse de Heródoto de Halicarnaso y Tucídides, ambos del siglo V a.
C. La historia fue considerada entonces, como una categoría diferente y separada de la
narración mítica. Los hechos humanos, en particular los político-militares, fueron
escritos sin influencias milagrosas. Sin embargo, Enrique Moradiellos (1961- ) marca
que, a pesar de esto, es necesario notar “…que el relato histórico-literario [es] más
verosímil que verdadero”.18
La historiografía romana tuvo además, otras similitudes con la griega, por el
hecho de producir también textos biográficos, políticos, militares, de fundación de
ciudades, etc. Le Goff señala que hacia el final de la República e inicios del Imperio
comenzó una etapa de renovación en las mentalidades, un “…cruce entre concepciones
12
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp.140-143; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 43
13
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 42
14
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 186; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp.150,
151; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 43
15
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 19
16
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 42
17
Ídem pp. 18-25
18
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 45
5
y tendencias paganas, judías, cristianas y gnósticas” 19 manifestado en los símbolos y
otras inscripciones, que engrosaron los testimonios históricos de la época.
Durante la Edad Media (siglo V en adelante), el cristianismo fue la religión
oficial del Estado y los clérigos, los encargados del relato histórico. Por ende, sus
investigaciones estuvieron basadas en la Divina Providencia, en el accionar de Dios
sobre los hombres. Los hechos humanos eran considerados como parte de un plan
celestial y eso hizo innecesaria la observación secular y racional del devenir de la
realidad terrena. Se conjugó así una ‘teología de contenidos históricos’ y volvió, de esta
manera, el relato sobrenatural como había ocurrido en Grecia, antes de Hecateo.20
El cristianismo dio un sentido ambiguo al tiempo presente, considerándolo ‘el
comienzo del fin de los tiempos’, en espera de la segunda venida de Cristo. La Iglesia
de la Edad Media, acentuó la importancia de un pasado de grandeza y majestuosidad,
considerando al presente como momentáneo, efímero, frente a un futuro eterno. Dante
lo describió como ‘relámpago de eternidad’. Esta mentalidad, atrapada entre vaivenes
del tiempo, configuró una idea de anacronismo y atemporalidad. Le Goff concluye que
“El cristianismo es una religión de la mediación”21 y que, al igual que al judaísmo, se las
puede llamar ‘religiones del recuerdo’22. Con estas premisas, se escribió la literatura
histórico-religiosa medieval.
No obstante, desde principios de la Edad Media y hasta su plenitud, surgieron en
los distintos reinos del medioevo, las crónicas de los incipientes estados, siempre en el
marco de una historia religiosa y providencionalista. 23 El relato histórico fue cambiando
hacia fines de la etapa medieval: se escribieron crónicas, se tomaron en cuenta las
fechas,24 en suma, se comenzó a medir el tiempo con más escrupulosidad. Gérard
Noiriel (1950- ) lo especifica con la expresión “De la Historia-Arte a la Historia-
Ciencia”25, pues se empezaban a concebir así nuevas pautas para el perfeccionamiento
de la narración del pasado humano.
19
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 27; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p.
45
20
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 46
21
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. pp. 186, 187
22
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 150
23
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 46
24
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 193
25
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 1
6
Renacimiento e Ilustración: tiempo, espacio y respaldo documental.
7
y el examen de documentos u otros elementos probatorios. Buscando más veracidad,
profundizaron en diferentes escritos y testimonios, por medio del análisis filológico,
paleográfico, diplomático, cronológico, numismático, etc., para evitar fallas o fraudes en
los mismos. Según Bloch, durante la Edad Media había sido importante la cantidad de
falsificaciones cometidas.29 Se comenzó así, a aplicar un sistema reglado, que se puede
también considerar como el inicio de un método que, en su momento, elevaría a la
historia a la calidad de ciencia.30 La evolución histórica seguía su camino hacia el
perfeccionamiento. A Le Goff, éstas y otras prácticas, le hacen postular que la historia
‘nació’ en el siglo XVI.31
8
Siglo XIX: “el siglo de la historia”
36
“Unidad 1”, Material del presente Seminario, pp. 7, 8
37
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 2
38
“Presentación”, Material del presente Seminario, pp. 1,2; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit.
cap. 2, pp. 1, 8
39
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 175
40
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 3
41
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 52, 53; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit.
cap. 2, pp. 1, 3; Cap. 3 pp. 13-15
42
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 4, 5
9
Se comenzaba a utilizar, entonces, el método empirista, en el que las
investigaciones se apegaban firmemente a los documentos analizados. La meta era
eliminar la subjetividad del autor, logrando un texto ajustado en lo conceptual y
científicamente limpio de valoraciones personales. Postulaba, además, que los hechos
históricos son ‘únicos e irrepetibles’ y que deben ser interpretados según el contexto
particular y no según ‘categorías universales’. Cada individuo o institución son
singulares y diferentes, en el sentido espacio-temporal y por ende, no podría ser
estudiado mediante una ley o razón histórica general.43 Estos autores mencionados,
coincidían en que el trabajo tenía dos grandes etapas generales: primero, la
investigación rigurosa; luego, la síntesis, lo más complejo de la tarea, porque implicaba
encontrar las relaciones y los nexos, las consecuencias esenciales de los elementos o
‘huellas’ encontradas, logrando así un “…gran cuadro definitivo […] que vuelve a
ensamblar esas partes aisladas…”44 Cabe mencionar que Le Goff en su obra “El orden
de la memoria”, cita a estos tres autores.45
El método rankeano fue aceptado y cultivado en Alemania y otros países
occidentales, superando rápidamente a la simple ‘historia literaria’. 46 Sin embargo, es
importante destacar que la intención de esta metodología de evitar la subjetividad, no
era plenamente posible. Los historiadores alemanes, por ejemplo, sentían la necesidad
de ‘contribuir a la construcción de un Estado nacional alemán’, por lo que no podían
liberar a sus textos, en forma completa, de la influencia político-diplomática. Aún así,
iniciaron un sistema que impidió regresar al relato histórico sin basamento documental o
sin previa investigación. La escuela alemana comenzó, a la sazón, una moderna práctica
histórica, valiosa dentro de las demás ciencias humanísticas.47
Durante el siglo XIX, la historia llegó a su categoría de paradigma: presupuestos
compartidos entre la comunidad de especialistas con igual formación, igual literatura
técnica, investigaciones empíricas legítimas, tareas codificadas, etc. la "matriz
disciplinar” configurada por Kuhn.48 Niebuhr, Ranke y Humboldt, entre otros, sentaron
las bases para que se la considerara como disciplina científica y, por lo tanto, dotada de
una enseñanza regulada y con metodología específica. Como ciencia desarrolló un
43
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 53, 54
44
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 4, 5
45
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 256, 265, 267
46
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 54; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap.
2, p. 5
47
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 16; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 55
48
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 1, 5
10
proceso de institucionalización y profesionalización49. Le Goff añade que el siglo XIX
profundizó la tendencia heredada de años anteriores: la importancia de una educación
mejorada.50 Se crearon cátedras y departamentos de historia en distintas universidades
europeas y más tarde, en Estados Unidos, donde la impronta era iniciar a los alumnos en
seminarios de investigación bajo la tutoría de un profesional. A partir de entonces, sólo
por medio de carreras universitarias, se podía considerar profesionales a los
estudiantes.51 La historia adelantaba en su camino hacia la perfección. Le Goff hace una
detallada descripción de la importancia que el siglo XIX dio a las conmemoraciones,
fiestas, a los instrumentos recordatorios (medallas, monedas, estampillas), museos, etc.,
como método para mantener viva a la memoria.52
Se crearon o se hicieron más accesibles distintos archivos y bibliotecas, espacios
privilegiados, contenedores de la materia prima de la investigación. Para mediados del
siglo XIX los gremios de historiadores profesionales eran una realidad. De ellos
surgieron distintas normas para definir a la ciencia más categóricamente: acceso a la
función, técnicas de edición, reglas de referencias bibliográficas, clasificación de
especialidades históricas, etc.53 Se publicaron luego, las primeras revistas y manuales
especializados, materiales imprescindibles en la investigación del pasado, tanto para
alumnos como para profesionales. Además, las revistas permitían la trasmisión de los
estudios realizados y la comunicación entre pares.54 En 1898 se iniciaron los congresos
internacionales, fuente de intercambio y crecimiento.55
49
Ídem p. 8
50
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 168
51
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 8; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit.
p. 55
52
Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 169-171
53
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 56; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. p.
170
54
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 8, 18
55
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 56
56
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 13; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob.
Cit. p. 57; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 168, 224
11
historia social y cultural. 57 La obra de Michelet suministró un significativo espacio a los
vaivenes sociales y económicos. Con la frase “El pueblo, todo el mundo” 58, dio
protagonismo histórico a este actor social, popular y trabajador. De esta corriente de
historias nacionales anglo-francesas, surgieron otras similares en Italia, España, etc.
La obra de Carl Marx (1818-1883), conocida como ‘materialismo histórico’, es,
en palabras de Lenin, la combinación de “…la filosofía clásica alemana, la economía
política inglesa y el socialismo francés, unidos a las doctrinas revolucionarias francesas
en general.”59 Sus objetivos eran, según Noiriel, establecer las leyes de la historia e
impulsar la revolución obrera. Además, este autor señala la obra marxista como uno de
los elementos que causaron la primera ‘crisis de la historia’, ocurrida durante el cambio
de siglo.60 Para Marx, el capitalismo emergente y la burguesía industrial, dieron lugar a
una nueva clase social, el proletariado, al que se perjudicaba económicamente,
sumiéndolo en la miseria y el desarraigo.61 La concepción filosófica marxista de la
historia implicaba que todo se centraba en la economía: las relaciones y las estructuras
productivas, la propiedad, el trabajo, etc. La opresión sufrida por el sector asalariado
era, según este autor, causa justa para la revolución y la lucha de clases. Esta lucha entre
capitalistas y proletarios era el ‘motor de la historia’.62
La obra marxista, ya fuera por su aceptación o por su rechazo, no pudo ser
ignorada. Los profesionales de la historia y la sociología de fines del siglo XIX,
reconocían en el materialismo histórico una legitimidad relativa, aunque no
compartieran su aspecto político-revolucionario. El método de Marx marcó con claridad
que las causas y los procesos económico-sociales condicionaban los campos
intelectuales y culturales humanos. Su prédica y su metodología historiográfica se
hicieron más influyentes luego de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de
1917.63
El impacto de la obra marxista dio impulso al estudio de la economía, como
ciencia autónoma y reconocida profesionalmente, tanto entre europeos como
norteamericanos. Esta nueva metodología, daba importancia al análisis cuantificable y
57
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 3 Nota al pie;
58
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 58
59
Ídem p. 59; “Unidad 2”, Material del presente Seminario, pp. 4, 5
60
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 7, 14, 16
61
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 160, 161
62
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 59-61; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit.
pp. 79, 80, 84, 88, 108
63
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 61-63; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob. Cit.
pp. 103
12
colectivo de los hechos y en cierta oposición al sistema rankeano que privilegiaba lo
singular del acontecimiento político o militar: una batalla, un tratado, etc. Los sucesos
económicos eran tan importantes y tan dignos de estudio como los demás temas del
pasado.64 Hacia fines del siglo XIX, la historia social, que hasta entonces sólo se
dedicaba a ‘los pobres’ o ‘clases bajas’, implicó el estudio de todos los grupos sociales,
sus funciones y sus interrelaciones, como así también su influencia en los procesos
económicos y culturales. Esta tendencia se desarrolló tanto en Europa como en Estados
Unidos.65
La metodología de Ranke tuvo además, otras críticas, que apuntaron al excesivo
uso de la neutralidad y el objetivismo, propios de la historia política alemana. Por
ejemplo en 1883, Wilhelm Dilthey (1833-1911), objetó que la disciplina histórica
pudiera ser tan científica como las ciencias naturales y que pudiera eliminarse la
presencia del sujeto en forma total, durante el estudio y la escritura posterior. Se puso en
duda la expresión rankeana respecto a interpretar y escribir ‘lo que realmente fue’.66
Dilthey adhirió a la Escuela de Baden y dividió la investigación entre ‘ciencias de la
naturaleza’ y ‘ciencias del espíritu’, las primeras para conocer y las segundas, para
comprender; la historia era parte de estas últimas y debería interpretar el ‘sentido’ de los
hechos pasados.67 Esta escuela aceptaba que: “…el historiador nunca puede desligarse
totalmente del mundo social al que pertenece, el razonamiento histórico tiene siempre
un carácter "impuro", mezclando, de forma indisociable, observaciones científicas y
"prejuicios".68
Otro aporte al perfeccionamiento de la historia fue el de Gabriel Monod (1844-
1912), quien, en la Revue Historique, sostuvo su cientificidad y su autonomía; además,
este autor postuló que sólo se debía rendir cuentas a los conocedores verdaderos de la
disciplina, o sea, a los mismos historiadores. Destacó, también, lo esencial del uso
directo de las fuentes y de evitar las generalidades o la vaguedad. Las investigaciones
debían ser minuciosas y avanzar desde lo particular a lo colectivo, paso a paso, sin dejar
‘puntos oscuros’.69
64
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 64
65
Ibídem
66
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 8, 12, 13, 15
67
“Unidad 2”, Material del presente Seminario, p. 6; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2,
p. 7, 12
68
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, pp. 16, 17, 21, Cap. 3 p. 13
69
Ídem pp. 7-9; “Unidad 2”, Material del presente Seminario, p. 7
13
Siglo XX: crisis, interdisciplinariedad y ‘giros’
70
Su primer nombre completo fue “Annales d'histoire économique et sociale”
71
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 56, 58
72
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 2, p. 20; cap. 3, p. 1
73
Ídem cap. 3, p. 2
74
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. p. 126
75
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. pp. 82, 84, 86, 232,
76
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 151-155, 165
77
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit., cap. 2, pp. 22-25; Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob.
Cit. p. 46
14
Lucien Febvre y Fernand Braudel (1902-1985), continuaron la obra de Bloch
(quien fue asesinado por los nazis en 1944), la que se difundió ampliamente luego de la
Segunda Guerra Mundial, específicamente en el campo de la investigación empírica. 78
Braudel fue la segunda generación de Annales, en la que introdujo nuevas nociones: si
para Bloch lo central del estudio era el tiempo, para Braudel era el hombre, al que
consideraba el objeto de la historia. Con estos elementos -el tiempo y el hombre-, la
historia era, según Braudel, la más completa de las ciencias sociales. Su sistema fue
exteriorizado por la Escuela de Historia Social. 79
Regresando al tema de las concepciones del tiempo, cabe mencionar la
importancia que a ellas les dieron Bloch y Febvre, que inspiró, a su vez, la aparición de
la revista inglesa Past and present.80 Le Goff cita una frase de su primer número: “La
historia no puede, lógicamente, separar el estudio del pasado del estudio del presente y
del futuro”.81 Bloch adhiere a esta formulación, (aunque sin hacer referencia al futuro),
puesto que supone que las creaciones sociales del pasado, llegan como por inercia al
presente y, a su vez, sirven como medio de comparación entre diferentes realidades en el
tiempo. Escribe que se puede comprender el presente por el pasado y viceversa, o sea, el
pasado por el presente.82 No obstante ello, más adelante en su texto, Bloch advierte
sobre los peligros del anacronismo.83
Por su parte, Braudel también contribuyó a definir el elemento temporal,
separándolo en tres niveles distintos. Primero, el tiempo de larga duración o estructura,
que engloba el contexto geográfico, biológico, productivo, cultural, etc. Segundo,
tiempo de duración media o coyuntura, que implica el proceso socio-económico o
cultural en evolución. Y, tercero, el tiempo breve o episódico, centrado en el
acontecimiento y el individuo. Esta metodología privilegiaba a la ‘estructura’ y a ‘la
coyuntura’, dado que eran los tiempos que permitían profundizar el estudio de procesos
más extensos en el tiempo y acotados en el espacio; en contraste, el ‘episódico’, sólo
mostraba lo superficial y momentáneo.84
78
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 1
79
Ídem, cap. 3, pp. 2, 3; “Unidad 3”, Material del presente Seminario, pp. 3, 4, 7
80
Más adelante, en este mismo texto, se ampliará sobre esta revista.
81
Le Goff, Jacques, “Pensar la…”, Ob. Cit. p. 193
82
Bloch, Marc. “Apología para…”, Ob. Cit. pp. 68-70
83
Ídem p. 160
84
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 66
15
Sin embargo, hacia 1970, el éxito de la corriente francesa de Annales comenzó a
decrecer y se la llegó a considerar ‘anticuada’. Los renovadores iniciaron una línea que
daba preeminencia a la escritura por sobre el oficio. Noiriel define como bifurcación a
esta directriz y la señala como una de las causas de la crisis actual (de fines del siglo
XX) de la historia.85 Por ejemplo, Paul Veyne (1930- ), fue un exponente de esta
tendencia con su obra “Cómo se escribe la historia”. Este autor defendió el análisis
crítico de los fundamentos epistemológicos del oficio de historiador el que, también,
debería hallar su fundamento científico en la integración con otras ciencias sociales o
‘ciencias vecinas’.86 Adelantó de esta manera el giro epistemológico de los años
siguientes, que postulaba la importancia de aplicar al conocimiento histórico un
conjunto de prácticas, instrumentos y lenguaje de otras disciplinas: 87 “…durante los
años 70 la "epistemología" se presentó como una disciplina capaz de procurar a todas
las ciencias humanas el lenguaje común al que éstas aspiraban.” 88 Asimismo, afirmó la
imposibilidad de que la historia sea plenamente objetiva o perfecta.89
Otra corriente renovadora surgió después de Annales: los estudios históricos
británicos. Se expandieron luego de 1952, durante la Guerra Fría. Varios profesionales
de las ciencias sociales de orientación marxista, fundaron la revista Past and Present (ya
mencionada en este texto), dedicada a investigar los hechos socio-culturales británicos
desde la Edad Media hasta su época. Dieron la misma importancia a lo estructural como
a lo episódico, diferenciándose de Annales en este sentido.90 Ubicaron el tema político
en un lugar central, considerándolo el marco principal donde se enfrentan y solucionan
los conflictos de las sociedades modernas. Eric Hobsbawm (1917-2012), uno de estos
profesionales, señaló: “Mientras sigamos estudiando el mismo cosmos, la alternativa de
microcosmos o macrocosmos es cuestión de elegir la técnica apropiada”91
En Estados Unidos y luego de la Segunda Guerra Mundial, cobró importancia la
Cliometría o Historia Económica, que utilizó en profundidad el método cuantitativo y
comenzó a implementar el uso de la computación con su abundante caudal de datos.
85
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, pp. 1, 18
86
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, pp. 7-9; “Unidad 4”, Material del presente
Seminario, p. 1; Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual:
Retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión.”, Universidad de Talca, Revista Universum, Nº
26,Vol. 1, 2011, versión virtual disponible en
http://www.academia.edu/748322/De_la_historia_de_las_ideas_a_la_nueva_historia_intelectual_Retrosp
ectivas_y_perspectivas._Un_mapeo_de_la_cuestion
87
“Unidad 3”, Material del presente Seminario, p. 7
88
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 11
89
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 3, p. 6
90
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. p. 68
91
Ídem p. 69
16
Esta preeminencia del número y la estadística, coincidieron, en cierta forma, con la
metodología de Annales. El sistema cliométrico ha sido exitoso y ha marcado
tendencias, aunque también ha recibido críticas, debido a que el uso de grandes
cantidades de guarismos informáticos hace difícil su verificación.92
La historia cultural también se modernizó luego de 1945. No sólo se orientó al
estudio de la cultura elitista, sino que amplió su campo hacia la cultura de masas. Por
ejemplo, por su intermedio, se dieron a conocer los cambios civiles y laborales que
incluían el nuevo rol de la mujer en el trabajo fuera de su casa. 93 Un hito de esta
corriente fue Carlo Ginzburg (1939- ), quien estudiando el proceso inquisitorial hecho a
un molinero italiano, pudo mostrar no sólo el contexto cultural del Renacimiento, sino
también observar en forma minuciosa otros pequeños detalles documentales. Esta
práctica fue denominada historiografía micro-histórica.94
La descolonización de la posguerra, permitió estudiar otras geografías y culturas.
La arqueología y el relato oral se hicieron fundamentales para la investigación de
sociedades que no contaban con archivos y otros medios escritos. Le Goff hace
referencia a esta corriente, escribiendo sobre ‘archivos orales’.95 Señala a la historia oral
como nacida en Estados Unidos entre 1952 y 1959 y difundida luego en Europa.
Coincide con Moradiellos en la importancia de África como campo de trabajo para las
“historias de vidas”, en particular de las clases populares. Se produjo además, un
acercamiento al análisis cultural por medio de la antropología y la literatura. 96
La evolución de la historia del siglo XX tuvo cambios de enfoques y
especialidades, renovaciones de los paradigmas97, denominados ‘giros’; a uno de ellos
ya se hizo referencia, el epistemológico. Le Goff hace otro agregado a estas
renovaciones: la memoria electrónica y su infinidad de datos, por los que “…la historia
ha vivido una auténtica revolución documental” 98
Uno de estos cambios fue el “giro crítico”, de raigambre francesa, que basa su
cientificidad, precisamente, en la filosofía crítica, la cual analiza cómo las disciplinas
son atravesadas e influenciadas por los sistemas político-institucionales.99 Uno de sus
exponentes, Michael Foucault (1926-1984), señaló que el poder deja “huellas” en la
92
Ídem p. 69, 70
93
Ídem p. 72
94
Ídem p. 72; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 23, 24
95
Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. p. 179
96
Ídem pp. 179, 180; Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 72, 73
97
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 1, 2, 11
98
Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 173, 175
99
“Unidad 4”, Material del presente Seminario, p. 3
17
conceptualización de los saberes. Jacques Derrida (1930-2004), por su parte, basó su
análisis en la ‘deconstrucción’ del lenguaje, por medio de la cual, entre otras cosas, se
trata de investigar en qué medida también la historia es influenciada por el poder
institucional.100. El giro crítico, “… invita a los historiadores a "repensar la
interdisciplinariedad", dando su opinión acerca de las nuevas alianzas que la historia
puede establecer con las disciplinas vecinas101.
Luego de 1980, las investigaciones se centraron en la crítica literaria y del
discurso. Tomó preeminencia, además, el conocimiento del actor individual en su medio
privado, en contrapartida con las tendencias anteriores, hacia lo colectivo. 102 Los
historiadores norteamericanos enfatizaron la importancia de la crítica del lenguaje: “…
el desarrollo de los estudios textuales y literarios cobra un rol fundamental, tanto en las
metodologías de la investigación histórica como en las maneras de presentar -narrar- los
tiempos de la historia.”103 El así denominado ‘giro lingüístico’, 104 basó su análisis en el
sistema estructurado de signos que es la lengua, pues, a partir de él, los seres humanos
construyen y articular su pensamiento y percepción. Los niveles discursivos reflejan los
argumentos mentales, a la vez que se hacen entendibles, por la posibilidad de
decodificar ese lenguaje.105
Uno de sus ejemplos es la tradición anglosajona o Escuela de Cambridge, quien
estudió las ‘historias de los lenguajes políticos’, para concluir, entre otros puntos, que
era necesario conocer el contexto en el que se expresó una idea, ya que es entonces
cuando el texto ‘cobra pertinencia’.106 Cada palabra tiene su significado específico en su
situación temporo-espacial y, por lo tanto, es inseparable de la acción que la motiva o a
la que motiva. Los objetos de estudio del giro lingüístico son los conceptos, los
lenguajes y los discursos.107 De este modo, las tendencias actuales de la Historia
Intelectual se manifiestan en un “…desplazamiento de la Historia de las Ideas y de la
Historia de las Mentalidades hacia una Historia de los Lenguajes Políticos”.108
100
Ibídem; Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. pp. 84, 85; Noiriel, Gérard, “Sobre la
crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, pp. 8, 14, 17; Le Goff, Jacques, “El orden de la…”, Ob. Cit. pp. 236, 237
101
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 18
102
Moradiellos, Enrique, “El Oficio…”, Ob. Cit. pp. 73, 74; Le Goff, Jacques. “El orden de la…”, Ob.
Cit. p. 179; Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 22
103
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. p. 88
104
Noiriel, Gérard, “Sobre la crisis…”, Ob. Cit. cap. 4, p. 2; “Unidad 4”, Material del presente Seminario,
p. 4
105
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de…” Ob. Cit. pp. 87, 88
106
Ídem p. 89
107
Ídem pp. 89, 90
108
Ídem p. 79
18
Conclusión:
Bibliografía.
19
Di Pasquale, Mariano A. “De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual:
Retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión.”, Universidad de Talca, Revista
Universum, Nº 26, Vol. 1, 2011,versión virtual disponible en
http://www.academia.edu/748322/De_la_historia_de_las_ideas_a_la_nueva_historia_intelectual_Retrosp
ectivas_y_perspectivas._Un_mapeo_de_la_cuestion
Bibliografía consultada:
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