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Simmenthal

SENTENCIA DEL TRIBUNAL de 9 de marzo de 1978

Amministrazione delle Finanze dello Stato v Simmenthal SpA 1.

Cuestión prejudicial: Pretura di Susa - Italia.

En el asunto 106/77, que tiene por objeto una demanda dirigida al Tribunal, en aplicación del
artículo 177 del Tratado CEE, por el pretore de Susa (Italia) y tendente a obtener, en el litigio
pendiente ante este juez entre la ADMINISTRACIÓN DE HACIENDA DEL ESTADO Y la
sociedad anónima SIMMENTHAL, con sede en Monza, una decisión de carácter prejudicial
sobre la interpretación del artículo 189 del Tratado CEE y, especialmente, sobre las
consecuencias de la aplicabilidad directa del derecho comunitario en caso de conflicto con
eventuales disposiciones contrarias de la ley nacional,

EL TRIBUNAL

compuesto de los Excmos. Señores H. KUTSCHER, presidente M. SORENSEN y G.


BOSCO, presidente de sala, A. M. DONNER, P. PESCATORE, A. J. MARCKENZIE STUART
y A. O'KEEFFE, jueces; abogado general, G. REISCHL; secretario: A. VAN HOUTTE, dicta la
presente SENTENCIA.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

1. Considerando que, por resolución de 28 de julio de 1977, recibida en el Tribunal el 29


de agosto siguiente, el Pretore de Susa ha planteado, en virtud del artículo 177 del Tratado
CEE, dos cuestiones prejudiciales relativas al principio de la aplicabilidad directa del derecho
comunitario, tal y como figura en el artículo 189 del Tratado, con miras a determinar las
consecuencias de este principio ante una contradicción en tre una regla del derecho
comunitario y una disposición posterior de la ley nacional;
2. Considerando que conviene recordar que, en un momento anterior del litigio, el Pretore
había planteado al Tribunal cuestiones prejudiciales destinadas a permitirle la apreciación de
la compatibilidad, con el Tratado y ciertas disposiciones reglamentarias sobre todo el
reglamento del Consejo núm. 805/68, de 27 de junio de 1968, que establecía la organización
común de los mercados en el sector de la carne de vacuno (JO núm. L 148, p. 24)-, de tasas
sanitarias, percibidas sobre las importaciones de carne de vacuno en virtud del «texto único»
de las leyes sanitarias italianas, cuyo coeficiente había sido fijado, en último lugar, por el
baremo anejo a la ley núm. 1239 de 30 de diciembre de 1970 (GU núm. 26 de 1 de febrero
de 1971);
3. que, a continuación de las respuestas dadas por el Tribunal en su sentencia 35/76 del
15 de diciembre de 1976 (rec., p. 1971), el Pretore, juzgando la recaudación de las tasas de
que se trata incompatible con el derecho comunitario, ha dirigido a la Administración de
Hacienda del Estado la orden de reembolsar los derechos recaudados indebidamente,
aumentados con los intereses devengados;
4. que la Administración de Hacienda se ha negado a cumplir esta orden;
5. que, teniendo en cuenta los argumentos desarrollados por las partes durante el
procedimiento que ha seguido a esta negativa, el Pretore ha deducido que ante él se plantea
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la cuestión de una contradicción entre ciertas normas comunitarias y una ley nacional
posterior, en este caso la ley núm. 1239/70;
6. que ha invocado que, para la solución de una cuestión de esta naturaleza, según la
jurisprudencia reciente del Tribunal constitucional italiano (sentencias núms. 232/75 y 205/76,
resolución núm. 206/76) se exige que se plantee ante el Tribunal constitucional la cuestión de
la ilegitimidad constitucional de la ley impugnada en relación con el artículo 11 de la
Constitución;
7. que el Pretore, teniendo en cuenta, por un lado, la jurisprudencia bien establecida por
el Tribunal de Justicia concerniente a la aplicabilidad del derecho comunitario en los
ordenamientos jurídicos de los Estados miembros, y, por otro lado, los inconvenientes que
pueden derivarse de situaciones en las que el juez, en lugar de considerar por su propia
autoridad como inaplicable una ley que obstaculiza el pleno efecto del derecho comunitario,
debería plantear una cuestión de constitucionalidad, se ha dirigido al Tribunal para someterle
dos cuestiones así redactadas:

a) Dado que en virtud del artículo 189 del Tratado CEE y de la jurisprudencia constante del
Tribunal de Justicia de las Comunidades europeas, las disposiciones comunitarias
directamente aplicables deben, a pesar de cualesquiera norma o práctica interna de los
Estados miembros, surtir sus efectos plenos e íntegros en los ordenamientos jurídicos de
estos últimos y ser aplicados en ellos uniformemente, ello a fin, asimismo, de garantizar los
derechos subjetivos engendrados en la esfera jurídica de los particulares, ¿se deduce de ello
que el alcance de las normas en cuestión debe ser entendido en el sentido de que
eventuales disposiciones nacionales ulteriores en contradicción con estas mis mas normas
comunitarias deben ser consideradas como inaplicables de pleno derecho, sin que sea
necesario esperar a su eli minación por el legislador nacional mismo (derogación) o por otros
órganos constitucionales (declaración de inconstitucionalidad), sobre todo si se considera, en
lo que respecta a esta se gunda hipótesis, que hasta que la declaración se produzca, como la
ley nacional sigue siendo plenamente aplicable, las normas comunitarias no pueden surtir
sus efectos y, por tanto, su aplicación plena, íntegra y uniforme no está garantizada, así
como tampoco están protegidos los derechos subjetivos engendrados en la esfera jurídica de
los particulares?

b) En relación con la cuestión que precede, suponiendo que el derecho comunitario admita
que la protección de los derechos subjetivos engendrados por disposiciones comunitarias
«directamente aplicables», pueda ser diferida hasta el momento de la derogación efectiva,
por los órganos nacionales competentes, de eventuales medidas nacionales en contradicción
con estas normas comunitarias, ¿ debe esta abrogación ir acompañada en todos los casos
de una retroactividad plena y completa de manera que se evite que los derechos subjetivos
sufran el más mínimo perjuicio?

SOBRE EL RECURSO ANTE EL TRIBUNAL

8. Considerando que en sus observaciones orales, el representante del Gobierno italiano


ha llamado la atención del Tribunal sobre una resolución del Tribunal constitucional, núm.
163/77, de 22 de diciembre de 1977, dictada en respuesta a cuestiones de constitucionalidad
planteadas por los tribunales de Milán y de Roma, y que declara la ilegitimidad constitucional
de ciertas disposiciones de la ley núm. 1.239, de 30 de diciembre de 1970, entre las que se
encuentran las aplicables al litigio pendiente ante el Pretore de Susa;
9. que, al haber sido eliminadas las disposiciones impugnadas por el efecto de la
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declaración de inconstitucionalidad, las cuestiones planteadas por el Pretore han perdido su


interés, de manera que ya no es necesario responder a ellas;
10. Considerando que conviene recordar a este respecto que, de conformidad con su
práctica constante, el Tribunal considera que sigue conociendo de una solicitud de carácter
prejudicial, interpuesta en virtud del artículo 177, hasta el momento en que esta solicitud
haya sido retirada por el órgano jurisdiccional del que emana, o dejada sin objeto, tras un
recurso, por un órgano jurisdiccional superior;
11. que un efecto de esta naturaleza no podría derivarse de la resolución invocada, que
se ha producido en el marco de procedimientos que nada tienen que ver con el litigio que ha
dado lugar al recurso ante el Tribunal y cuyo efecto respecto de terceros no podría ser
invocado por éste;
12. que hay, pues, que descartar la objeción preliminar planteada por el Gobierno
italiano;

SOBRE EL FONDO

13. Considerando que la primera cuestión tiene por objeto, en substancia, el ver de
precisar las consecuencias de la aplicabilidad directa de una disposición del derecho
comunitario en caso de incompatibilidad con una disposición posterior de la legislación de un
Estado miembro;
14. Considerando que la aplicabilidad directa, considerada en esta perspectiva, significa
que las reglas del derecho comunitario deben desplegar la plenitud de sus efectos, de
manera uniforme en todos los Esta dos miembros, a partir de su entrada en vigor y durante
toda la duración de su validez;
15. que de esta manera, estas disposiciones son una fuente inmediata de derechos y
obligaciones para todos aquellos a quienes afectan, ya se trate de Estados miembros o de
particulares que son parte en relaciones jurídicas que entran en el ámbito del derecho
comunitario;
16. que este efecto afecta igualmente a todo juez que, conociendo de un asunto en el
marco de su competencia, tenga por misión, en cuanto órgano de un Estado miembro,
proteger los derechos conferidos a los particulares por el derecho comunitario;
17. que, por lo demás, en virtud del principio de la primacía del derecho comunitario, las
disposiciones del Tratado y los actos de las instituciones directamente aplicables tienen por
efecto, en sus relaciones con el derecho interno de los Estados miembros, no sólo el hacer
inaplicable de pleno derecho, por el hecho mismo de su entrada en vigor, toda disposición
contraria de la legislación nacional existente, sino también – en cuanto que estas
disposiciones y actos forman parte integrante, con rango de prioridad, del ordenamiento
jurídico aplicable en el territorio de cada uno de los Estados miembros - , el impedir la
adopción válida de nuevos actos legislativos nacionales en la medida en que éstos fueran
incompatibles con normas comunitarias;
18. que, en efecto, el hecho de reconocer una eficacia jurídica cualquiera a actos
legislativos nacionales que invaden el ámbito en el que se ejerce el poder legislativo de la
Comunidad, o incompatibles de cualquier otro modo con las disposiciones del derecho
comunitario, equivaldría a negar, en consecuencia, el carácter efectivo de compromisos
incondicionales e irrevocablemente asumidos por los Estados miembros, en virtud del
Tratado, y pondría así en tela de juicio las bases mismas de la Comunidad;
19. que la misma concepción se desprende de la economía del artículo 177 del Tratado,
según cuyos términos todo órgano jurisdiccional nacional tiene la facultad de dirigirse al
Tribunal, cada vez que estima que una decisión prejudicial sobre una cuestión de
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interpretación o de validez que interesa al derecho comunitario es necesaria para permitirle


dictar su sentencia;
20. que el efecto útil de esta disposición disminuiría si se impidiera al juez el dar,
inmediatamente, al derecho comunitario una aplicación conforme con la decisión o la
jurisprudencia del Tribunal;
21. que se deduce del conjunto de lo que precede que todo juez nacional, ante el que se
recurre en el marco de su competencia, tiene la obligación de aplicar íntegramente el
derecho comunitario y de proteger los derechos que éste confiere a los particulares, dejando
sin aplicación toda disposición eventualmente contraria de la ley nacional, ya sea ésta
anterior o posterior a la norma comunitaria;
22. que sería, en consecuencia, incompatible con las exigencias inherentes a la
naturaleza misma del derecho comunitario toda disposición de un ordenamiento jurídico
nacional o toda práctica - legislativa, administrativa o judicial -, que tuviera por efecto el
disminuir la eficacia del derecho comunitario por el hecho de rehusar al juez competente para
aplicar este derecho, el poder de hacer, en el momento mismo de esta aplicación, todo lo que
es necesario para obviar las disposiciones legislativas nacionales que eventualmente
obstaculicen la plena eficacia de las normas comunitarias;
23. que tal sería el caso si, en la hipótesis de que una ley nacional posterior fuera
contraria a una disposición del derecho comunitario, la solución de este conflicto fuera
reservada a una autoridad distinta del juez llamado a asegurar la aplicación del derecho
comunitario, investida de un poder de apreciación propio, incluso si el obstáculo que así
resulta para la plena eficacia de este derecho no fuera sino temporal;
24. que hay, pues, que responder a la primera cuestión que el juez nacional encargado
de aplicar, en el marco de su competencia, las disposiciones del derecho comunitario, tiene
la obligación de asegurar el pleno efecto de estas normas dejando inaplicada si fuera
necesario, en virtud de su propia autoridad, toda disposición contraria de la legislación
nacional, incluso posterior, sin que para ello tenga que pedir o esperar su previa eliminación
por vía legislativa o por cualquier otro procedimiento constitucional;
25. Considerando que, con la segunda cuestión, se pregunta en substancia - para la
hipótesis en que se admitiera que la protección de los derechos conferidos por las
disposiciones comunitarias pudiera ser diferida hasta el momento de la eliminación efectiva,
por los órganos nacionales competentes, de eventuales medidas nacionales contrarias -, si
esta eliminación debe llevar consigo en todos los casos una retroactividad plena y completa,
de manera que se evite el que los derechos en cuestión sufran el más mínimo perjuicio;
26. Considerando que resulta de la respuesta dada a la primera cuestión que el juez
nacional tiene la obligación de asegurar la protección de los derechos conferidos por las
disposiciones del ordenamiento jurídico comunitario sin que tenga que pedir o esperar la
eliminación efectiva, por los órganos nacionales habilitados a este efecto, de eventuales
medidas nacionales que obstaculizaran la aplicación directa e inmediata de las reglas
comunitarias;
27. que consta, pues, que la segunda cuestión queda sin objeto.

Por estos motivos, el TRIBUNAL, pronunciándose sobre las cuestiones a él sometidas


por el Pretore de Susa, en resolución de 28 de julio de 1977, falla:

El juez nacional encargado de aplicar, en el marco de su competencia, las


disposiciones del derecho comunitario, tiene la obligación de asegurar el pleno efecto
de estas normas, dejando inaplicada, si fuere necesa rio, en virtud de su propia
autoridad, toda disposición contraria de la legislación nacional, incluso posterior, sin
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que para ello tenga que pedir o esperar su previa eliminación por vía legislativa o por
cualquier otro procedimiento constitucional.

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