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Tesis - Revolucion Cientifica en Thomas Kuhn PDF
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Introducción…………………………………………….…………………..………...…4
INTRODUCCIÓN
las ciencias sociales” (Iranzo, 2012, p. 3). Como elemento que no puede ser
dejado de lado o invizibilizado.
establecer cuál modelo es más propicio o cuál fomenta de manera más directa
el desarrollo en la ciencia.
1
Margaret Masterman (1970) denuncio en su trabajo “La naturaleza de un paradigma” que
en la Estructura hay, por lo menos, 21 definiciones de paradigma, por lo tanto una sola
definición es imprecisa.
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comprender, y por eso debe mostrar no únicamente hechos sino también las
conexiones que hay entre ellos.” (Kuhn, 1982, p. 39).
El cambio de paradigma en la ciencia conduce a que se reconstruyan las
bases sobre las que se sustenta, no es solo el abandono de una teoría, sino
también una revolución que implica elegir “entre paradigmas en competencia”.
Este acontecimiento es muy importante dentro del proceso por el cuál se da
una revolución científica, pues los paradigmas, “son la fuente de los métodos,
problemas y normas de resolución aceptados por cualquier comunidad
científica madura, en cualquier momento dado.” Por lo tanto “la recepción de un
nuevo paradigma frecuentemente hace necesaria una redefinición de la ciencia
correspondiente” (Kuhn, 1971, p.165). Estos aspectos marcan un hito en el
nuevo enfoque de la ciencia, inviable para aquellos que concebían el avance
científico como acumulativo; ese es el resultado de una revolución en la ciencia,
que da paso “a una comprensión mucho más realista de lo que es la empresa
científica de cómo opera y de lo que puede y no puede conseguir, de la que
antes se tenía” (Kuhn, 2002, p. 131- 132).
En primer lugar, Popper acepta la crítica de Kuhn como una de las más
interesantes y profundas al respecto; sin embargo, considera que en aspectos
fundamentales es mal interpretado o simplemente no entendido. Según Popper
cuando Kuhn cita un pasaje especifico de un capítulo de La lógica de la
investigación científica, (1980), lo cita sin haber consultado una edición anterior
del texto, por lo que es una cita fuera de contexto, pues para Popper en esa
primera edición él anticipa una idea de vital importancia en la obra de Kuhn, a
saber, que “los científicos desarrollan necesariamente sus ideas dentro de un
marco general teórico definido” (Popper, 1975, p. 149).
La postura de Popper respecto a lo que debe ser el conocimiento científico,
es radical, dice que este debe ser una “estructura organizada”, en la cual se
tratan los problemas científicos. Insiste en que hay una estructura organizada o
como él lo llama un edificio racional, que da a los científicos las pautas
necesarias para abordar un problema, sin embargo, Kuhn pasa por alto este
planteamiento; en otras palabras, para Popper sus ideas se acercan bastante a
lo denominado por Kuhn “ciencia normal” - es decir una estructura teórica
organizada, en la que trabaja una comunidad científica de forma racional.
De lo anterior resulta que para Popper, Kuhn adecuo la lectura de su oba en
base a sus intereses intelectuales, tomando distancia de lo que en verdad quiso
decir. Ahora bien, pese a esta divergencia, considera que fue Kuhn quien entre
todos sus críticos le entendió mejor, y acepta consecuentemente las críticas
más importantes. Entre ellas la de la conceptualización de la ciencia normal,
pues el historiador de la ciencia, consideraba que sir Karl se había dedicado
únicamente a investigar la ciencia extraordinaria, dejando marginada la ciencia
normal. Pese a esto acepta la crítica en los siguientes términos:
Pienso que la distinción entre estos dos tipos de ocupación quizá no
es tan tajante como Kuhn la hace; no obstante, estoy muy dispuesto a
admitir que en el mejor de los casos sólo me he dado cuenta
débilmente de esta distinción; y, además, que esta distinción señala
algo que es de una gran importancia (Popper, 1975, p. 150).
En este punto es donde empieza a hacerse más aguda la crítica de Popper.
Sostiene que en realidad no es necesaria tal distinción entre una u otra clase de
ciencia, ni tiene la preponderancia que se le adjudica: “[…] “es un asunto
comparativamente de menor importancia el de si los términos “ciencia normal” y
“ciencia extraordinaria” son o no en cierto modo peticiones de principio”.
(Popper, 1975, p.150); no obstante reconoce a Kuhn el mérito por haber
realizado la distinción y haberle presentado variedad de problemas con total
claridad.
Lo dicho hasta aquí supone creer que Popper compartía alguna afinidad con
los planteamientos kuhnianos; en efecto así es, acepta la noción de lo que
Kuhn llama “ciencia normal”; no obstante, la acepta para hacer caer en cuenta
que es un peligro para la práctica científica, al ser un dogma compartido por los
científicos; supone la aceptación de un modelo dado y, por consiguiente cierto
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test para ser verdadero; por tanto, no contribuye al avance del conocimiento
científico, que, según dijera Popper (1980) debe enunciar problemas con total
claridad y tratar de dar soluciones a través de la crítica y discusión racional
(p.17).
Lo anterior significa uno de los puntos más problemáticos y candentes de la
confrontación intelectual entre Karl Popper y Thomas Kuhn. Mientras para este
último no es el método de contrastación y verificación el medio por el cual
avanza la ciencia, sino la solución de enigmas, tras haber sido puesto en
cuestión un paradigma vigente; entonces, más que lógica la explicación debe
ser sociológica y psicológica; en otras palabras, debe ceñirse a la investigación
histórica y a las conclusiones que se puedan derivar de su estudio. Para
Popper la sociología, la psicología o la historia, comparadas con una ciencia
rigurosa, carecen de objetividad; además de estar llenas de modas y prejuicios,
lo cual supone cierto estancamiento para el ejercicio científico al no cumplir con
el criterio de contrastabilidad.
Teniendo en cuenta estos aspectos, puede notarse que el modelo de
ciencia más eficaz por medio del cual la ciencia progresa, es, para Popper, el
de la verdad empírica objetiva y contrastable con la experiencia, un marco
general es solo un dogma peligroso, pero no eficaz. Este último aspecto
constituye otro de los puntos más problemáticos de la controversia: “Kuhn
considera que la racionalidad de la ciencia presupone la aceptación de un
marco general común […] y que la discusión racional, y la crítica racional, sólo
son posibles si estamos de acuerdo sobre los puntos fundamentales. (Popper,
1975, p. 155). Para Popper, la epistemología de Kuhn raya el extremo
dogmatismo, al considerar que fuera de la ciencia normal, no puede darse
ningún tipo de discusión. Solo dentro del marco común es posible la discusión;
y esto constituye para Popper un error conocido como tesis del mito del marco
general.
En síntesis, Popper reconoce lo difícil de debatir un problema, como el del
desarrollo y progreso de la ciencia, con personas que han sido educadas en
otros “marcos generales”; sin embargo, no lo considera imposible, es más ve en
los resultados de esa discusión crítica otra forma de considerar las cosas.
Puede agregarse que él comparte como resultado de esta perspectiva, una
revolución intelectual, pero que se da específicamente en el marco crítico y
racional de la ciencia. En este sentido, sostiene que:
“Siempre es posible una comparación crítica de las teorías que están
en competencia, de los marcos generales que están en competencia. Y
la negación de esta posibilidad es un error. En la ciencia (y sólo en la
ciencia) podemos decir que hemos hecho genuino progreso: que
sabemos más que sabíamos antes” (Popper, 1975, p.154).
De suerte que, si ha de buscarse una radical diferencia entre Popper y
Kuhn, debe insistirse en que dicha oposición se da principalmente en el
enfrentamiento entre “lógica versus historia y psicología social; normativo
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medida es posible dialogar y criticar otros puntos de vista, pese a que estos ya
están consolidados. El primer problema que encuentra es un problema de
terminología, de acuerdo con Kuhn, una relectura de los principales trabajos de
Popper le sugiere que hay “una serie de frases que se repiten” (p.83), y a pesar
de que no está en total desacuerdo con ellas, difiere en que él no las usaría en
los mismos lugares, pues para él son metáforas inapropiadas.
Recordemos que, para Popper, el método más eficaz para decidir entre lo
que es y no es ciencia es el método de la falsabilidad. Así lo afirma en La
lógica de la investigación científica (1980), cuando dice:
En la medida en que trasciende el análisis puramente lógico de las
relaciones existentes entre enunciados científicos, la teoría del método
se ocupa de la elección de los métodos, o sea, de las decisiones
acerca del modo de habérselas con los enunciados científicos. Y tales
decisiones dependerán, a su vez, como es natural de la meta que
elijamos (entre cierto número de metas posibles). La decisión que he
de proponer para establecer reglas adecuadas relativas a lo que llamo
“el método empírico” está unida estrechamente a mi criterio de
demarcación: pues propongo que se adopten aquellas reglas que nos
den la seguridad de que los enunciados científicos serán
contrastables, es decir, de que serán falsables (p. 48).
En el mismo sentido se pronuncia Lakatos (1987), para quien:
El auténtico progreso de la ciencia es acumulativo y tiene lugar en el
terreno uniforme de los hechos comprobados […] Según el código de
honor del falsacionista, una teoría es científica sólo si es posible
contrastarla con un enunciado básico; y una teoría debe rechazarse si,
de hecho, esta en conflicto con un enunciado básico aceptado (pp. 17 –
21).
Se acude a estos ejemplos de lo que significa el conocimiento científico en
un contexto lógico, a fin de articular en su punto más central; quizás la crítica de
Kuhn a este modelo metodológico, sea, “poner de manifiesto la integridad de
esa ciencia en su propia época” (Kuhn, 1971, p.23). Para el historiador de la
ciencia, la idea que tiene Popper de la contrastación, y el prototipo del científico
como alguien que contrasta enunciados empíricamente verificables, son un
cliché. Según Kuhn (1965), esa afirmación es “ambigua” por tres razones:
1- No especifica si lo que se contrasta son los enunciados o las teorías.
2- Hay una generalización de la contrastación, pero esta es
“históricamente errónea”.
3- Se omite la idea de la práctica científica – que es lo que distingue a la
ciencia “del resto de trabajos de creación”. (p.84)
Por esta razón, el principal cuestionamiento de Kuhn a la metodología
popperiana va dirigido al modo como opera la contrastación de teorías. Según
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para resolver los enigmas, pero, […] los científicos generalmente no han
necesitado ni deseado ser filósofos” (Kuhn, 1971, p. 143) Por tanto, la
contrastación popperiana no constituye para Kuhn la importancia que se le
atribuye en la elección de teorías. Aun así, parece haber una coincidencia entre
la resolución de enigmas y la contrastación, pero no es así; su relación difiere
en los procesos utilizados, aunque sus resultados sean similares.
Lo dicho hasta aquí supone que Popper, al explicar lo que es la
contrastación, solo explica una cara de la moneda y olvida la “tradición de
resolución de rompecabezas”, su otra cara, por lo que el criterio para decidir
entre lo que es y no ciencia es inexacto: “La astrología no es ciencia no porque
los astrólogos no hayan hecho predicciones contrastables, sino porque no
había en ella una tradición de resolución de enigmas” (Bautista, 2015,p.187); no
obstante, al elegir entre los dos criterios, el de resolución de rompecabezas
resulta ser el más eficaz y contundente para el desarrollo de la ciencia. Para
Kuhn, “las contrastaciones no son un requisito para las revoluciones a través
de las cuales avanza la ciencia” (Kuhn, 1975, p.91); limitar el tratamiento de la
ciencia a un único criterio (verificacionista) es un gran error, puesto que se
omite uno de los rasgos distintivos de su actividad.
La tercera crítica de Kuhn va dirigida al uso de los errores que hace Popper
al interior de su metodología de la ciencia. Cuestiona la tesis consignada en el
prefacio a Conjeturas y refutaciones (1972) según la cual “podemos aprender
de nuestros errores” (p.13); esta afirmación, para Kuhn, más allá de la
experiencia cotidiana y en los contextos en los que se pretende usar, es poco
clara. Al respecto dice: “un error es algo que se hace, o se comete en un tiempo
y en un lugar determinados por un individuo particular” (1975, p.92).
El cuestionamiento consiste en que los errores referidos por Popper, en
efecto, sí existen, pero no tienen la trascendencia que este les da; estos son
fallas en los procedimientos para aplicar reglas dadas, pero no son como él
pretende, “teorías científicas”, sino más bien episodios históricos que muestran
la transición de una teoría a otra, al margen de los postulados inductivistas,
según los cuales una teoría es verdadera si se acompasa con los hechos y es
falsa en idénticas circunstancias.
Para Kuhn, la noción acerca de los errores que tiene Popper es incorrecta,
puesto que no tiene presente la distinción que él hace entre los dos tipos de
ciencia, normal y extraordinaria. Los errores que se cometen por ejemplo en la
astronomía ptolemaica o copernicana, referente a observaciones, análisis de
datos y demás, corresponde a la práctica científica normal, pero “en el sentido
en que lo emplea sir Karl, un error contamina por completo a un sistema y solo
puede corregirse reemplazando todo el sistema” (Kuhn, 1975,p.93). A causa de
esto, Kuhn ve en el error popperiano un problema de terminología, pues ha sido
desligado de la ciencia normal donde su uso es claro y preciso y ha sido
adecuado a la ciencia extraordinaria donde su uso se torna problemático.
Siguiendo la misma línea argumentativa, afirma Kuhn:
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En uno de los últimos aspectos de su crítica, Kuhn refiere que Popper deja
varias cuestiones sin responder por lo que no se puede considerar su criterio de
contrastación y falsacion “una lógica del conocimiento” acertada para el
desarrollo de la ciencia. Finalmente, su última crítica a la falsacion popperiana
consiste en su descripción de la verosimilitud, es decir, la forma más adecuada
de elegir entre teorías rivales. En este sentido dice:
Que produzcamos primeramente todas las consecuencias lógicas de
la teoría y elijamos luego de entre ellas, con la ayuda de conocimientos
básicos la clase de las consecuencias verdaderas y la clase de las
consecuencias falsas. […] sin embargo, ninguna de estas tareas puede
cumplirse salvo que la teoría esté completamente articulada
lógicamente y salvo que los términos mediante los cuales se ponga en
contacto con la naturaleza estén completamente definidos como para
determinar su aplicabilidad en cada uno de los casos posibles (Kuhn,
1975, p.98).
Como podemos ver, todo el mecanismo para decidir entre una teoría
verdadera y una falsa es sumamente complejo y conlleva a entender y articular
una serie de elementos que no se pueden obviar: “Kuhn argumenta que
ninguna teoría científica puede cumplir con esa exigencia, y si lo hiciese dejaría
de ser útil” (Bautista, 2015, p. 188). ). Esto se ratifica con la siguiente afirmación
de Kuhn (1975);
En mi opinión, no comprendemos el éxito de la ciencia sin comprender
toda la fuerza de los imperativos causados retóricamente y compartidos
profesionalmente. Tales máximas y valores, institucionalizados y
posteriormente (y, en cierto grado, diferentemente) articulados, pueden
explicar el resultado de elecciones que no podrían haber sido dictadas
únicamente por la lógica y el experimento (p. 106).
Con todo y lo anterior, se entiende que, para Kuhn no son los criterios
lógicos de falsacion y contrastación los únicos métodos para decidir si una
teoría es o no científica. Para él es precisamente “lo incompleto y lo imperfecto”
lo que en gran medida define la solución de enigmas en los que trabaja la
ciencia normal. Desde esta perspectiva, existen al margen de los criterios
metodológicos, otros elementos, quizás olvidados, pero que tomados
seriamente pueden contribuir a forjar otro tipo de metodología para la ciencia,
que no sea únicamente el de la lógica ortodoxa; esta nueva y renovada
perspectiva es aquella que se inclina a ver en la historia de las ideas científicas,
considerada más allá de un cúmulo de información pasada, un punto de
referencia concreto desde el cual ubicarse frente a una tradición consolidada en
la filosofia de la ciencia, y tratar de hacerle frente desde otro enfoque,
amparado en el modo como el acontecer científico se da en la historia del
hombre.
En otras palabras, para Kuhn son las revoluciones científicas, entendidas
como revoluciones históricas las que propician un cambio de Gestalt o una
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3- “La naturaleza del cambio desde una tradición científica normal a otra y
la de las técnicas por las que se resuelven los conflictos resultantes”
(Kuhn, 2002, p.155). De este punto merece destacarse que una de las
críticas centrales a Kuhn, radican en la metodología que emplea para
describir el proceso de “ciencia normal” a parir de “ciencias espurias”, es
decir, carentes de valor objetivo, como es el caso de la sociología o la
psicología. Por eso Kuhn sostiene que más allá de cualquier otra
diferencia secundaria, lo que lo separa de Popper y otros de sus críticos
“es respecto a la ciencia normal” y los objetivos progresistas que
persigue con ella, dado que toma distancia de la premisa que sostiene:
más allá de la “sintaxis lógica y lingüística”, no se puede dar con un
canon de racionalidad apropiado para el desarrollo científico (p. 156).
Cuando se pregunta cuál es el método más conveniente de estudiar la
ciencia, Kuhn (2002) dice que “no hay ninguna diferencia” con Popper, puesto
que él, pese a hacer gala de extremo racionalismo, también utiliza en sus
principales escritos ejemplos extraídos de la historia y más aun de
“generalizaciones sobre la conducta científica” (p.157). En otras palabras, su
concepción del progreso científico se explica a partir de las “normas y valores”
que comparte la comunidad científica, regida por un paradigma. Por lo que la
defensa kuhniana del acontecer científico, a partir de elementos históricos,
psicológicos o sociológicos, encuentra apoyo en un punto de vista diferente y
renovado que explica de manera concreta la estructura de la ciencia.
Al llegar a este punto, se vislumbra otra crítica implícita en su concepción de
la ciencia normal, esta es que se dirige con mayor acierto a aspectos
descriptivos, dejando de lado los normativos, Kuhn; (2002) responde de la
siguiente manera: “Si yo tengo una teoría de cómo y por qué funciona la
ciencia, eso debe forzosamente tener implicaciones en el modo en que los
científicos deberían comportarse si su empresa tiene que resultar fructífera” (p.
159). De lo anterior se deduce que la ciencia normal, más allá de ser un dogma
compartido por los científicos, es “el paradigma del conocimiento, de la
racionalidad y el progreso” (Kuhn, 1994, p.47). Por lo tanto, el científico normal
sí trabaja en problemas serios y profundos cuando resuelve rompecabezas, ya
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que son la actividad central de la ciencia normal: “son los que usualmente
proporcionan la ocasión […] y los materiales para la revolución” (Kuhn, 2002, p.
171).
La crítica de Popper a la ciencia normal, por no tener presentes otras teorías
a la hora de resolver problemas, Kuhn la acepta como su principal diferencia
dado que para él en el momento en que se dispone de una teoría que dé
respuesta a la mayoría de interrogantes de la ciencia, ya no será necesaria la
crítica ni mucho menos otras teorías (p. 169). No obstante, considera que la
única manera en la que Popper podría renunciar el tener que ir a la historia,
sería que su “algoritmo de verosimilitud”, una especie de método para elegir
entre teorías rivales tuviera éxito; de este modo no tendría necesidad de recurrir
a la “comunidad científica”.
Aun así, no lo consigue; por eso su intento de implantar un método
científico netamente normativo fracasa, pues varios pasajes de sus obras solo
se pueden leer desde la óptica descriptiva y los valores que las comunidades
científicas comparten a la hora de concebir el progreso de la ciencia (Kuhn,
2002, p.164), consistente en revoluciones científicas que no son permanentes,
de serlo serían un “imperativo ideológico”. “En suma, según Kuhn, Popper
recurre, y tiene que hacerlo, a la filosofia de la ciencia descriptiva para poder
fundamentar sus tesis normativas, al igual que él” (Bautista, 2015, p.199).
Otra respuesta a la crítica popperiana, según la cual Kuhn se limita a un
ejemplo muy preciso, como es el caso de la transición de la astronomía
ptolemaica, a la copernicana para ilustrar el cambio de un paradigma a otro y
que esto no le brinda total apoyo en la historia para sustentar su visión de la
ciencia como revolucionaria, es contestada aduciendo que “la astronomía
copernicana fue revolucionaria para todos; el oxígeno una revolución para los
químicos, pero no para […] los astrónomos matemáticos” (Kuhn, 2002, p.177).
Lo anterior da a entender que si hay un rasgo distintivo de una revolución
científica es su capacidad de incidir en cada detalle, así sea insignificante, de la
vida del hombre y del mundo en el que vive; por lo tanto, considerar que no se
tienen presentes otras revoluciones que se dan en otras ciencias es un error,
puesto que estas no son tan relevantes, o si lo son pero para el grupo de
científicos que están preparados en ella. “Una revolución es considerada como
tal cuando altera el conocimiento de la naturaleza” (Kuhn, 1994, p.92).
El otro aspecto relevante de esta confrontación, que ya se ha intentado
explicar anteriormente, es el del rechazo de la ciencia normal y con ella la
noción de “marco general”, tras considerar a Kuhn un relativista histórico, de
quien no se sabe con certeza hacia dónde dirige su reflexión sobre la ciencia al
no estar enfocada en criterios lógicos precisos. Este aspecto constituye para
Kuhn uno de los elementos centrales del desacuerdo que más inquieta a sus
críticos (Kuhn, 2002, p.164). Pero también uno de los que más lo acercan a
Popper, ya que ambos son partidarios de que los científicos trabajan y
desarrollan sus ideas “dentro de un marco teórico definido” (p.165), necesario
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campo del saber en que se aplique; para el caso de las ciencias humanas y
sociales se les relega a cumplir un papel secundario, tal como señala Iranzo
(2012) “Las ciencias sociales, por su parte, cumplen una función subsidiaria”
(p.8). Lo anterior es una de las formas como se entiende la ciencia desde una
óptica popperiana, es decir, esta es racional, empírica y falsable, y es así como
se debe entender, renunciando a aspectos explicativos del porqué de su
racionalidad entre otros aspectos.
Sin embargo, Kuhn postula, como bien es sabido, en la Estructura, una
interpretación diferente del modo como la ciencia opera, en el cual “campos
como la historia de la ciencia, e incluso la sociología de la ciencia, resultan
imprescindibles para entender lo que la ciencia es” (Iranzo, 2012, p.7). De esta
manera, puede agregarse que si bien el concepto de paradigma es muy
variado respecto a un significado exacto, tal como denunciara Margaret
Masterman (1970) en su trabajo “La naturaleza de un paradigma”; en el cual
“señaló “veintiún sentidos diferentes de paradigma”, se puede acotar su
significado e intentar adecuarlo a un modo en que resulte apropiado para el
abordaje de las ciencias humanas. Según Gómez, (1997), esto es posible si el
concepto de paradigma se entiende desde tres aspectos básicos.
1-Como metaparadigama – es decir las proposiciones generales,
compartidas por una comunidad científica.
2-Matriz disciplinar – (paradigma sociológico); este representa los
compromisos de alguna comunidad científica, relacionados con creencias,
valores etc.
3- Como ejemplares - tiene un sentido más restrictivo, se refiere a los
problemas y posibles soluciones que los estudiantes se topan en su
educación científica (p. 142).
La cuestión de fondo, como se ve, es determinar en cuál de los tres sentidos
está siendo usado dicho término en “el análisis de las ciencias sociales”, cuyo
punto de partida es la distinción entre ciencias paradigmáticas y ciencias pre
paradigmáticas, perteneciendo las ciencia sociales a las segundas. Calificadas
de ciencias jóvenes, en las que abunda los desacuerdos entre los científicos
sociales a la hora de determinar sus problemas, métodos y fundamentos
(Gómez, 1997, p.144). Aun así, de este aspecto no se deriva que pueda o deba
considerarse su inmadurez como algo global; en este sentido Gómez (1997)
dice: “Se lleva, así, a cabo un importante esfuerzo para mostrar que las
diferentes ciencias sociales son paradigmáticas en algún sentido relevante del
término, pretendiendo responder a la cuestión que Kuhn había planteado” (p.
144).
Es decir, responder a la pregunta de cuales ciencias sociales están en proceso
de adquirir esos paradigmas. Lo que Kuhn estaría refiriendo, en últimas, sería
que la ciencia social, incluyendo la historia, es vital para comprender las
ciencias naturales, que no se basta por sí misma para comprenderse, es decir,
su autosuficiencia debe considerarse limitada (Iranzo, 2012,p.7).
51
(Gabucio, 2002, p. 258); cuyo trabajo, pese a estar formulado para un abordaje
casi que exclusivo de las ciencias exactas, encontró un espacio reflexivo en las
ciencias humanas; en la psicología en este caso.
En otras palabras, las categorías kuhnianas han sido utilizadas
generalmente para el abordaje “de la historia de la psicología”, pero de ahí no
se desprende el hecho de que sea importante “interesarse por la
fundamentación y la pertinencia psicológica y la capacidad explicativa de esas
mismas categorías” (p.263). De modo que, comprender la psicología en
términos históricos no implica el rechazo de otras perspectivas que pueden ser
útiles. En definitiva, Kuhn y su epistemología de “carácter eminentemente
descriptivo (en las vertientes histórica, sociológica y psicológica)” (p.266), no se
adecua de forma definitiva a un criterio de verificación o falsacion; lo cual
permite considerar a la psicología, pese a su nivel de cientificidad, como un
campo en el que aún es dable el debate epistemológico sobre su naturaleza
paradigmática.
Puede agregarse a lo anteriormente señalado que, “conceptos psicológicos
tales como conciencia, cambio, resistencia, percepción, creencia, esquema,
confianza, crisis, etc. son constantemente empleados por el autor para
argumentar y justificar su teoría” (Maríns 2014, p.68); esto implica tener en
cuenta en su formulación factores “psicosociales y sociológicos” que
acompañan el abordaje epistemológico de la psicología, que según (Maríns,
2014), fue diferente después de Kuhn, toda vez que este hizo caer en cuenta
de que al no reunir las condiciones de “una ciencia madura” debería ser
considerada una disciplina “que se encontraba en un estado preparadigmático”
(p.71). Esta afirmación se ratifica con el hecho de que proliferan distintas
escuelas psicológicas, surgiendo así divergencia respecto a la aplicación de un
paradigma dominante que le diera estatus de ser científica.
A pesar de esto, los vaivenes en la psicología, durante la década del
sesenta, convirtieron el concepto de paradigma en algo fundamental para su
explicación; por ejemplo, en el abordaje explicativo de “la transición del
conductismo hacia el cognitivismo”, que tal como se dijo anteriormente es
bastante problemática, sin embargo, la noción de paradigma fue fundamental
en su análisis. “La interpretación tanto histórica como epistemológica de la
psicología estuvo atravesada fuertemente por las ideas de Kuhn” (Maríns,
2014, p. 75).
En ultimas, tal como sugiere (Maríns, 2014),
Las ideas de Kuhn no solo propiciaron una lectura epistemológica,
sino también histórica respecto del pasado de la psicología. A partir de
sus ideas, con la referencia central en la noción de paradigma y la
significación otorgada a la idea de crisis, la historia de la psicología fue
interpretada como una sucesión de diversas escuelas, corrientes o
sistemas psicológicos en permanente conflicto (p.73).
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3.3 - CONCLUSIONES
Al inicio de este aparatado, se preguntó si las ideas de Kuhn conservaban
actualidad. En algún sentido parte de la respuesta ya ha sido respondida; sin
embargo, voy a hacer algunas consideraciones finales para tratar de clarificar
esta cuestión.
En primer lugar, es preciso señalar que la discusión sobre la actualidad de la
obra de Kuhn en las ciencias humanas está sujeta al contraste que se da con
las ciencias exactas o maduras, cuya “diferencia está arraigada en el
vocabulario conceptual” que cada una utiliza. En este sentido, Kuhn (2002)
sostiene: “Las ciencias sociales, […] parece que son total y absolutamente
hermenéuticas e interpretativas” (p.263) mientras que las ciencias naturales, se
rigen por la investigación normal, o sea por la resolución de rompecabezas.
Esta diferencia respecto al modo en que cada una aplica distintos métodos
en su desarrollo, es la base para considerar la actualidad de sus ideas en el
campo social – humanístico. Al respecto conviene decir que si la obra de Kuhn
tiene alguna actualidad para las ciencias humanas, esta gira alrededor de lo
que (Marín, 2014), denomina el “paradigma Crítico-hermenéutico” (p.85), es
decir, la capacidad de las ciencias humanas como la historia o la filosofia para
“reivindicar al sujeto humano como protagonista de sus propias acciones”. En
otras palabras, no se puede pretender que las “ciencias de la cultura” (aunque
algunas tengan esa pretensión) lleguen a convertirse en ciencias maduras
siguiendo el método formal al modo de la física, por ejemplo, ya que los hechos
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REFERENCIAS BIBLIOAGRAFICAS:
Gómez, A. (1997). T.S Kuhn y las ciencias sociales, UNED, Madrid, Endoxa, series
filosoficas, PP. 139 – 166
Kuhn, T. (1994). ¿Qué Son las Revoluciones Científicas? y Otros Ensayos. Barcelona,
España: Altaya, S.A.
Mora, F. (1979). Diccionario de filosofia, Madrid: Alianza editorial, S.A. Tomo II.
Popper, K. (1975). La ciencia normal y sus peligros, En: crítica y el desarrollo del
conocimiento. Lakatos y Musgrave (eds.). Barcelona: Grijalbo, p.149.
Pérez, M.M. (2010). Ludwik Fleck: precursor del pensamiento de Thomas Kuhn. Eidos
nº13, pp. 130-149