Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1.6 REFRIGERACIÓN
La mayoría de las hortalizas que se van a conservar sin emplear ningún
tratamiento especial, se enfrían enseguida y se mantienen a temperaturas de
refrigeración. Su enfriamiento se consigue empleando agua fría, hielo o
refrigeración mecánica o por medio de refrigeración al vacío (humectación seguida
de vacío), procedimiento que se emplea para conservar la lechuga. Con
frecuencia, el enfriamiento previo de las hortalizas, es decir, su enfriamiento antes
de almacenarlas bajo refrigeración, procedimiento que normalmente se suele
seguir, se lleva a cabo inmediatamente después de su recolección rociándolas con
agua fría, procedimiento denominado hidroenfriamiento. Según se recomienda en
los boletines y manuales especializados, cada especie de hortaliza tiene su propia
temperatura y humedad relativa optimas de almacenamiento bajo refrigeración. El
“refrescamiento” de las hortalizas que se aprovechan por sus hojas (lechuga,
espinacas) rociándolas con agua, las enfriará si se emplea agua fría y contribuirá a
que se conserven. En el almacenamiento de hortalizas, la regulación de la
composición de la atmósfera no se ha utilizado tanto como en el almacenamiento
de las frutas. Algunos autores han recomendado incorporar al aire dióxido de
carbono u ozono. El empleo de la radiación ultravioleta no ha dado buenos
resultados, ya que al envasar y manipular las hortalizas los rayos no inciden sobre
la totalidad de su superficie. En el Capítulo 7 se mencionaron las batatas como
ejemplo de una hortaliza que requiere especiales cuidados para almacenarla bajo
frío. Las patatas suelen adquirir un sabor dulce a temperaturas inferiores a las
comprendidas entre 2,2 y 4,4 'C, y de aquí que se almacenen a temperaturas más
elevadas que las señaladas si es preciso destinarlas a la fabricación de patatas
fritas a la inglesa. Tanto lay batatas como las cebollas, antes de su
almacenamiento, se someten a tratamientos especiales de conservación.
1.6 CONGELACION
En la superficie de las hortalizas se encuentran los microorganismos de la flora
propia, junto con contaminantes procedentes del suelo y del agua. Si la superficie
de las hortalizas está húmeda, algunos de estos microorganismos se multiplicarán
antes de que aquéllas lleguen a la planta de congelación. Una vez allí, el lavado
reduce el número de algunos microorganismos y añade otros, mientras que el
escaldado o blanqueo (a una temperatura de 86 a 98°C) ocasiona una gran
reducción de la carga microbiana, a veces del orden del 90 al 99 por cien.No
obstante, durante la refrigeración y manipulación previas a su congelación existe
la posibilidad de que las hortalizas se contaminen de nuevo con microorganismos
procedentes del equipo y de que éstos se multipliquen, de forma que, en el peor
de los casos, es posible que en el momento de ser congeladas exista en las
mismas 1 millón o más de microorganismos por gramo. La congelación reduce el
número de microorganismos en un porcentaje que depende tanto de las especies
como del número de los mismos inicialmente existente, aunque, por término
medio, aproximadamente la mitad son destruidos.
Durante el almacenamiento de las hortalizas en estado de congelación tiene lugar
una constante disminución del número de microorganismos, aunque, transcurrido
el tiempo habitual de almacenamiento, existen, como mínimo, algunos
supervivientes de la mayoría de las especies. Las especies bacterianas que es
más probable que se multipliquen al descongelarlas dependerán tanto de la
temperatura como del tiempo transcurrido. Al descongelar hortalizas tales como el
maíz dulce y los guisantes, cuando la temperatura de descongelación es bastante
baja, predominan las especies de Micrococos* aunque en ellas también se
suelen aislar especies de los géneros Achromobacter y Enterobacter. En estos
casos, en los guisantes también suelen ser corrientes los lactobacilos. Es posible
que al principio crezca una determinada especie de Micrococcus*, y que a
continuación crezca otra especie. A temperaturas más elevadas, es posible que
también se multipliquen algunas especies del género Flavobacterium. Como
quiera que en las casas particulares, en las que se introduce este alimento
directamente en agua hirviendo, se consumen hortalizas en envases de pequeño
formato que han sido sometidas a congelación rápida, los microorganismos no
tienen posibilidad de multiplicarse. Durante la congelación, la mayoría de las
hortalizas se marchitan y se ablandan, mientras que durante su almacenamiento
en estado de congelación es posible que su color se modifique.
Cuando las hortalizas descongeladas se mantienen a temperatura ambiente
durante bastante tiempo, existe la posibilidad de que bacterias causantes de
intoxicaciones alimentarias puedan crecer y elaborar toxina. Jones y hchhead
(1939), por ejemplo, aislaron estafilococos productores de enterotoxina en el maíz
congelado. Una muestra de maíz estéril, que se inoculó con estafilococos del tipo
de los que producen intoxicaciones alimentarias, que a continuacih se congeló y
que después se descongeló y se mantuvo a una temperatura ambiental de 20 “C
durante un tiempo total de 1 día, permitió la multiplicación de los estafilococos y la
producción de la cantidad de enterotoxina suficiente para desencadenar los
síntomas de una intoxicaciónalimentaria. La enterotoxina producida de esta
forma no sería totalmente destruida por los procedimientos que habitualmente se
emplean para cocer las hortalizas. Se ha aislado Clostridium botulinum en
hortalizas congeladas y cabe suponer que su existencia en las mismas es
frecuente. Afortunadamente, pocas veces se darían las condiciones para que este
microorganismo se multiplique y elabore toxina; la falta de energía eléctrica en las
cámaras de congelación durante varios días, con ocasión de inundaciones o
tormentas, constituye un ejemplo de tales condiciones. La cocción de las
hortalizas congeladas no destruirá todas las esporas de Clostridium botulinum, y
de aquí que este alimento, una vez cocido, no se debe dejar a temperatura
ambiente durante un tiempo excesivamente prolongado. En las hortalizas
congeladas, los recuentos del número de bacterias pueden oscilar desde unas
pocas a 10-5 por gramo. Con frecuencia se pueden aislar coliformes y
enterococus. No obstante, la presencia de E. coli en las hortalizas no es habitual,
y de aquí el hecho de que se encuentren en estos alimentos puede ser motivo
para preguntarse por la eficacia de la prácticas higiénicas.
1.7 DESECACION
Conforme se han perfeccionado los procedimientos de desecación de las
hortalizas y alimentos derivados de las mismas, su aceptación por parte del
público consumidor ha aumentado, de forma que en la actualidad se venden una
gran cantidad de alimentos desecados. Las hortalizas y sus productos derivados
desecados se emplean en las sopas desecadas, mientras que las especias y
condimentos desecados se emplean como ingredientes para dar sabor. Algunas
hortalizas se pueden desecar mediante un tratamiento denominado
Esponjamiento explosivo. Las hortalizas, parcialmente deshidratadas y cortadas
en pequeños trozos en forma de dados, se introducen en un cilindro rotatorio
cerrado. Se aplica calor, y se eleva la presión interior del cilindro hasta un valor
fijado previamente; a continuación se lleva a cabo la descompresión brusca del
cilindro. Este tratamiento ocasiona una nueva pérdida de agua y, lo que es más
importante, en el alimento se forma una red porosa de capilares. El aumento de
porosidad simplifica la ulterior desecación del alimento y le confiere una buena
capacidad de reconstitución. Hasta tanto no se desecan las hortalizas, en ellas se
pueden multiplicar los microorganismos que sobreviven al blanqueo, aumentando
por tanto las cifras que se obtienen en los recuentos realizados en el alimento
desecado. La desecación por el calor destruye las levaduras y la mayoría de las
bacterias, aunque las esporas de las bacterias y las de los mohos suelen resistir al
tratamiento térmico de desecación, de igual forma que también resisten a este
tratamiento las células vegetetivas más termorresistentes. En las hortalizas
desecadas, tanto si se trata de hortalizas que se acaban de desecar, como si
proceden de compra en establecimientos de venta al por menor, las cifras que se
obtienen en los recuentos totales de microorganismos suelen ser bastante más
elevadas que las que se obtienen en los recuentos realizados en las frutas
desecadas, ya que es probable que antes de la desecación el número de
microorganismos de las hortalizas sea bastante más elevado que el existente en
las frutas y, por lo tanto, después de la desecación sobrevira un porcentaje más
elevado. La mayoría de las hortalizas tienen una acidez menor que la de las frutas
y, por consiguiente, el efecto letal del calor es menor en las primeras. Las
muestras de hortalizas desecadas procedentes de los puestos de venta al por
menor contienen una población de microorganismos del orden de cientos de miles
e incluso de millones por gramo, aunque estos alimentos desecados se pueden
elaborar de forma que contengan una población microbiana mucho menor.
Cuando las hortalizas desecadas se tratan con dióxido de azufre para que
conserven un color vivo, su carga microbiana disminuye.
Si las hortalizas se desecan de forma apropiada y se almacenan
convenientemente, en su interior no se multiplicarán los microorganismos. Durante
su almacenamiento, el número de microorganismos viables disminuye lentamente,
siendo esta disminución más rápida durante los primeros meses y más lenta
después. Tanto las esporas de las bacterias como las de los mohos, algunos
micrococus* y las microbacterias, resisten a la desecación, razón por la cual
sobrevirán mejor que los de microorganismos y, conforme se prolonga el tiempo
de almacenamiento de las hortalizas desecadas, representarán un porcentaje
cada vez más elevado en relación con la totalidad de microorganismos
supervivientes.
1.13 ASEPSIA
Las frutas, lo mismo que las hortalizas, durante el tiempo que media entre su
recolección y el momento de ser sometidas a algún tipo de tratamiento, estén
expuestas a ser contaminadas por los envases y por frutas alteradas, y de aquí
que se deba tener el máximo cuidado para evitar este tipo de contaminación.
Antes de su recolección, lar frutas suelen estar expuestas a los insecticidas y
fungicidas y es posible que su flora microbiana sea alterada por estos
tratamientos.
Algunas frutas, como por ejemplo las manzanas, se pueden conservar durante un
tiempo limitado mediante el almacenamiento corriente o de bodega, aunque
durante el tiempo que permanece en almacenamiento esta fruta se suelen
emplear casi siempre temperaturas más bajas.
1.17 Refrigeración
Cada fruta tiene su propia temperatura y su humedad relativa óptimas de
almacenamiento bajo refrigeración; incluso las distintas variedades de una misma
fruta se pueden diferenciar en cuanto a sus exigencias de temperatura y humedad
relativa óptima. Para favorecer su conservación, las frutas se han tratado con
distintos agentes químicos, antes de almacenarlas o mientras permanecen
almacenadas. Para ello se ha recomendado emplear los hipocloritos, el
bicarbonato sódico, el bórax', los propionatos, el bifenilo, los o-fenilfenoles, el
dióxido de azufre, la tiourea, el tiabendazol, el dibromotetracloroetano, y otros
compuestos químicos. Las frutas también se han envuelto utilizando envolturas
tratadas con distintos productos químicos, por ejemplo las uvas con papel tratado
con sulfitos, las uvas y los tomates con papel tratado con compuestos yodados, y
las naranjas con papel tratado con bórax. Para protegerlas de los traumatismos se
han empleado envolturas enceradas, aceite de parafina, ceras, y aceite mineral.
Se han realizado gran cantidad de estudios acerca del almacenamiento bajo
refrigeración de las frutas en combinación con el control de la atmósfera de la
cámara donde se almacenan. Este control puede consistir simplemente en la
regulación de las concentraciones de oxígeno y de dióxido de carbono de la
atmósfera.
En la Tabla 13.3 se recopilan distintas condiciones de almacenamiento en CA. Las
concentraciones óptimas de dióxido de carbono y de oxígeno y las proporciones
de estos gases varían de acuerdo con la especie de fruta que se pretende
conservar e incluso según la variedad de que se trate.
1.18 Congelación
La superficie de las frutas contiene su flora propia y, además, microorganismos
contaminantes procedentes del suelo y del agua. Cualquier porción alterada que
exista en las frutas añadirá a esta flora mohos y levaduras. Durante las
operaciones de preparación de las frutas para congelarlas, pueden tener lugar
modificaciones perjudiciales, como por ejemplo su ennegrecimiento, la
modificación de su sabor y alteraciones originadas por microorganismos, sobre
todo por mohos. El lavado de la fruta elimina la mayoría de los microorganismos
del suelo, y la adecuada selección y el puntual expurgo harán disminuir el número
de algunos de los mohos y levaduras que intervienen en su alteración. Si las frutas
se manipulan de forma apropiada, la multiplicación de los microorganismos antes
de ser congeladas debe ser escasa. Algunas frutas se congelan en bidones de
gran capacidad (en ellos se congelan hasta 50 libras* de fruta); antes de llenar los
bidones, debe ser preceptivo enfriar la fruta con el fin de garantizar que ésta se
congele rápidamente. La congelación reduce el número de microorganismos de la
fruta, aunque también suele dañar sus tejidos, produce su ablandamiento y
provoca la salida de cierta cantidad de jugo. Mientras las frutas permanecen
almacenadas en estado de congelación, en ellas tienen lugar las modificaciones
físicas, y también una lenta, pero continua, disminución del número de
microorganismos. Se ha indicado que los microorganismos predominantes en las
frutas congeladas son levaduras (Saccharomyces, Cryptococcus) y mohos
(Aspergillus, Penicillium, Mucor, Rlrizoprrs, Botrytis, Fusarirrm, Alternuria,
etc.), aunque un reducido número de microorganismos procedentes del suelo, por
ejemplo especies de los géneros Bacillus, Pseudomonas, Aclrromobatter*,
etc., sobreviven a la congelación.
Durante la descongelación lenta de las frutas, es más probable que los
microorganismos que se multiplican sean levaduras. En las frutas congeladas, el
número total de microorganismos viables es considerablemente menor que el
existente en las hortalizas congeladas. La existencia de un elevado número de
hifas fúngicas puede ser indicativa de que se han congelado frutas de calidad
inferior que tenían zonas podridas. En los zumos de frutas congelados, el número
de microorganismos depende del estado en que se encuentran las frutas, de la
eficacia del procedimiento empleado en su lavado, del método de filtración, y de
las oportunidades que tienen para contaminarse con microorganismos y estos, a
su vez, de la posibilidad para multiplicarse anta de congelarlos. En el momento de
proceder a su congelación, los zumos de frutas pueden contener desde unos
pocos cientos hasta más de millón de microorganismos por mililitro. La inclusión
de frutas con porciones podridas aumenta notablemente el número de
microorganismos del zumo. El lavado de las frutas, y sobre todo el tipo de solución
utilizada, tiene una gran influencia en el número de microorganismos del zumo, ya
que aquéllos que se encuentran en la superficie de las frutas resultan de difícil
eliminación. El número de microorganismos puede aumentar en la solución que se
emplea para lavar las frutas, en la superficie húmeda de las frutas una vez lavadas
e incluso en el propio zumo antes de ser congelado. Asimismo, en la planta
industrial existe la posibilidad de que el equipo aporte microorganismos al zumo.
La congelación reduce notablemente el número de microorganismos de los
zumos, aunque tanto el azúcar que se les añade como el aumento de su
concentración, ejercen una acción protectora frente a su destrucción. Las especies
de microorganismos son principalmente las existentes en el suelo, en el agua, y
en las frutas podridas, junto con las especies de la flora microbiana propia de la
superficie de las frutas. Suelen predominar las bacterias coliformes, los
enterococos, las bacterias lácticas, por ejemplo especies de los géneros
Leuconostoc y Lactobacillrts, especies del género Acaligenes, y levaduras.
Puesto que las bacterias coliformes, principalmente las pertenecientes a la
especie Enterohacter aerogenes, forman parte de la flora propia de las frutas.
1.19 DESECACION