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Índice
Sinopsis Capitulo 11
Dedicatoria Capitulo 12
Nota del autor Capitulo 13
Capitulo 1 Capitulo 14
Capitulo 2 Capitulo 15
Capitulo 3 Capitulo 16
Capitulo 4 Capitulo 17
Capitulo 5 Capitulo 18
Capitulo 6 Capitulo 19
Capitulo 7 Capitulo 20
Capitulo 8 Capitulo 21
Capitulo 9 Próximo libro
Capitulo 10 Sobre los autores
3
Créditos

Moderadora:
Mir

Traductora
Mir

4
Corrección y Revisión Final:
nanis
Diseño:
orwzayn
SINOPSIS
La búsqueda del amor de Lou continúa mientras el rudo, Les, aparece en el
plató. Inmediatamente, aprende que Les no obedece las reglas y que va a
extender su sistema de creencias y su fuerza de voluntad hasta el límite.
El nivel de calor en la casa aumenta a un nivel “abrasador”, Lou se
confunde sobre lo que realmente quiere, y Les dirige a Lou en una dirección
sexual que nunca soñó que estaría enfrentando.
¿Todo esto vale la pena por el premio de $500,000?
De acuerdo con Lou, ¡claro que sí!

El episodio II de Reality Girl lleva al lector a un viaje sexual que algunos


lectores pueden considerar ofensivo. Mantengan la mente abierta (sexualmente)
mientras disfrutan de este segmento de la serie. Si no son capaces de eso, no lo
lean.
Cada libro puede leerse como independiente, y tiene un final satisfactorio
(nunca un suspenso) que te dejará sonriendo por más.
5
DEDICATORIA
Como hombres y mujeres en esta tierra, todos somos iguales. Cada uno de
nosotros. La apariencia, la orientación sexual o las preferencias religiosas de una
persona no deberían excluirla de ser aceptada.
Este libro fue escrito para todos los que en algún momento se sintieron
como un paria.
Y, para que lo sepas, no eres un marginado, solo eres tú.
Y eres especial.

6
NOTA DEL AUTOR
Este es el libro dos de una serie de seis libros. Se puede disfrutar como
independiente, pero para un máximo placer, debería leerse después del primer
libro.
Ah, y si rechazas o te quitan las ganas las escenas de sexo hombre-hombre.
Será mejor que arrojes a este hijo de puta a la basura antes de empezar.
Sí, lo hice.
Y, fue jodidamente ardiente.

7
CAPÍTULO UNO

M
ientras estaba sentada en el porche tratando de ordenar mis
pensamientos, el sonido inconfundible del escape de una
motocicleta llamó mi atención. Miré hacia la calle, pero no vi
nada.
Todavía.
Aunque el sonido era fuerte cuando inicialmente lo noté, creció aún más
con cada segundo que pasaba.
Sospeché que podría ser Les, pero me pareció extraño que no volviera en el
SUV que había ido a buscarlo. Todavía mirando hacia la calle, hacia el ruido,
esperé cualquier indicación de dónde provenía exactamente el tumulto.
Los arbustos al lado del porche se iluminaron. Me puse de pie y miré hacia
la izquierda. Una masa de acero cromado que se aproximaba rápidamente
acababa de despejar la cima de la colina a una cuadra de distancia, y estaba
acelerando la velocidad en la calle a un ritmo rápido. El estruendo del escape
cacareó cuando pasó a toda velocidad por mi lado, y tan pronto como estuvo
frente a la casa de Franky, bloqueó el freno trasero.
8 Una maniobra comparable a la que habría esperado de un doble de riesgo
de Hollywood siguió. Humo rugió desde la llanta trasera, la motocicleta se
deslizó hacia los lados, y luego giró 180 grados. Ahora, una vez más frente a mí,
el piloto aceleró a través de la calle en picada y se disparó directamente hacia el
camino de entrada.
La motocicleta, una Harley-Davidson negra que estaba cubierta de arriba a
abajo con cromo reluciente, se tambaleó hacia el lado más alejado del círculo de
entrada. Montándola estaba el hombre en el que había mostrado muy poco
interés durante nuestro primer encuentro, el misterioso Les. Vestido con
vaqueros, un chaleco de cuero negro y botas, lucía, y montaba su motocicleta,
como un demonio. Desde sus dedos hasta sus hombros desnudos, diversos
tatuajes cubrían sus brazos. Diferían significativamente de los tatuajes de Franky,
ya que parecía que alguien había aplicado la tinta en su garaje, y no en una
tienda autorizada.
Él accionó el interruptor y apagó el motor.
Me quedé en el borde del porche con los ojos muy abiertos. Impresionada
por la impecable condición de su motocicleta, y más bien abrumada por su
habilidad para realizar acrobacias impecables a alta velocidad, simplemente lo
miré con asombro por lo que había visto.
Él desató un casco de la parte trasera de la motocicleta.
—Toma —gruñó—. Ponte esto. Ese maldito del Suburban está a uno o dos
kilómetros de distancia. Estará aquí en un minuto, y no está jodidamente feliz
conmigo.
—Se supone que no debemos ir a ningún lado a menos que vayamos con el
conductor —dije inocentemente—. Ya he estado en problemas dos veces.
Él soltó una risita ronca.
—¿Me veo como que sigo las reglas?
Puse los ojos en blanco.
—Probablemente no.
—Hay dos tipos de personas en esta tierra —dijo—. Los que obedecen y los
que se rebelan. ¿Cuál eres tú?
Nunca fui una que simplemente cumpliera. Parecía que siempre pensaba
demasiado y hacía lo que tenía más sentido para mí después de considerar todas
las cosas. Si tuviera que definirme a mí misma, tendría que elegir lo último.
—Una rebelde. Pero yo... yo uhhm. —Tomé el casco—. Nunca he
montado una motocicleta.
Él hizo un gesto con la cabeza hacia mi bolso.
9 —¿Tienes lentes allí?
—Sí. Lentes de sol.
—Búscalos.
Aunque el sentido común me decía que no, el lado aventurero de mí
prevaleció. Busqué en mi bolso y saqué mis lentes. Convencida de que un paseo
en motocicleta era exactamente lo que necesitaba para despejar mi cabeza de su
actual estado de confusión, presioné el casco sobre mi cabeza, colgué los lentes
en el cuello de mi camisa y comencé a juguetear con las correas.
—Vamos. —Se inclinó hacia un lado, abrochó la correa y asintió—. Ponte
tus lentes.
—¿Qué pasa con mi bolso?
Hizo un gesto hacia la bolsa de cuero sujeta a la parte trasera de la
motocicleta.
—Mételo en la alforja.
Levanté la parte superior de la bolsa, empujé mi bolso adentro, y sonreí
ante la idea de un paseo en motocicleta improvisado.
—Solo siéntate, pon tus pies en esas clavijas, y sostente. Aferrarse es la parte
más importante. Eso, y mantener tus piernas desnudas lejos de los caños. —
Encendió el interruptor y puso en marcha la motocicleta.
El sonido del escape fue casi ensordecedor, pero era estimulante al mismo
tiempo. Me senté detrás de él, alcancé su cintura e intenté decidir qué hacer con
mis manos.
—No te preocupes, no me vas a lastimar. —Él aceleró el motor—. Solo
toma algo y aférrate.
Después de darme cuenta de que había muy pocos lugares para agarrar,
eventualmente decidí simplemente envolver mis brazos alrededor de su cintura.
Justo cuando posicioné mis manos sobre su cinturón, los faros del Suburban
llegaron a la cima de la colina.
—¿Estás bien?
—Sí —grité.
—Sostente.
La motocicleta saltó hacia adelante y salimos por la entrada. En un
movimiento casi fluido, giró hacia la izquierda. Una vez posicionado en el carril
apropiado, aceleró rápidamente, lo que casi me obligó a alejarme del respaldo
del pequeño asiento.
10 Continuó con su aceleración máxima en nuestro escape que rompía todas
las reglas, dirigiéndose cuesta arriba mientras el SUV venía hacia nosotros en el
otro carril. Había aproximadamente treinta metros que todavía nos separaban,
pero estaban desapareciendo rápidamente. Les levantó su mano izquierda y
extendió su dedo medio. Con una mano agarrando el acelerador, y otra mano
expresando claramente su comportamiento desafiante, volamos pasando la
Suburban.
Mirando por la ventanilla lateral con los ojos y la boca muy abiertos, el
conductor dejó poco a la imaginación con respecto a sus sentimientos sobre
nuestra decisión de ir a dar un paseo a altas horas de la noche.
Disminuimos la velocidad a una velocidad constante, y después de un corto
tiempo, me di cuenta de que mi agarre mortal ya no era necesario. Liberé mi
agarre y me relajé. Después de algunos kilómetros, mi visión se amplió. Todo lo
que había estado pasando por mi mente parecía de alguna manera haber
escapado o dejado de importar, dejándome sintiendo una sensación de libertad
que nunca había sabido que existía.
El aire fresco de la noche corría a mi lado mientras transitábamos a lo largo
de la costa. Cerré los ojos e inhalé una respiración lenta y profunda.
—¿Estás bien allí atrás? —gritó.
—Me encanta —respondí—. Esto es increíble.
Redujo la velocidad de la motocicleta a un ritmo cómodo. El sonido del
escape cambió a un ruido sordo, pero el nivel de excitación se mantuvo. Se
aclaró la garganta.
—¿Te gustan las rosquillas?
Creí haber escuchado si me gustaban las rosquillas, y decidí que el viento
combinado con el sonido del motor debió haberme impedido escuchar lo que
realmente dijo.
Me incliné hacia adelante, colocando mi boca junto a su oreja.
—¿Qué?
Él inclinó la cabeza hacia un lado. El rastrojo de su barba rozó mi mejilla.
—Las rosquillas. ¿Te gustan?
Parecía una pregunta extraña, especialmente viniendo de un motociclista.
No pude evitar sonreír.
—Amo las rosquillas.
—Hay un lugar en LA que tiene unas buenas hijas de puta. Podemos llegar
en dos horas.
En ese momento, no podía pensar en nada que prefiriera más que estar
11 montada en la parte trasera de su motocicleta. Sin embargo tenía mis dudas de
que cualquier tienda de rosquillas estuviera abierta hasta tarde en la noche.
—¿Están abiertos tan tarde?
—Las verdaderas tiendas de rosquillas están abiertas las veinticuatro horas.
Él sonaba muy emocionado. Decidí seguirle el juego.
—¿Este lugar es real?
—¿Randy’s? —Se rio—. Tan real como se puede. Incluso Tony Stark come
rosquillas allí.
Me preguntaba sobre la referencia de Iron Man, pero decidí preguntar más
tarde.
—Kelli va a estar enojada.
—A la mierda Kelli —gritó.
Mi boca se curvó en una sonrisa.
—Hagámoslo.
Me pareció cómodamente extraño que Les fuera un motociclista rebelde
con una afición por las huidas nocturnas por rosquillas.
Bueno, al menos no era un pendejo de las pizzas.
CAPÍTULO DOS

R
econocí inmediatamente la pequeña choza con una gran rosquilla
decorativa montada en el techo como si hubiera sido utilizada
muchas veces en películas, videos musicales y programas de
televisión.
Mientras esperábamos en la fila, agité mi mano hacia la entrada.
—He visto este lugar en las películas.
Él esponjó sus cortos mechones marrones donde el casco los había
aplastado. Después de asegurarse de que su cabello estaba situado, se volvió
hacia mí.
—Ha estado aquí por más de cincuenta años —dijo—. Según la mayoría, es
donde tienen las mejores donas de Estados Unidos.
—¿No jodas?
Él sonrió.
—No jodo.
—Suena cierto. —Miré por encima de cada hombro, y luego decidí susurrar
12 mi comentario restante—. Sin embargo, es una especie de vecindario sospechoso.
—Técnicamente, esto no es LA. Es Inglewood —susurró—. ¿Has oído
hablar de Compton?
—¿Compton? Sí. Straight Outta Compton1, NWA, Dre, Ice Cube, Snoop...
—Eso es. —Él echó la cabeza hacia un lado—. Está como a seis cuadras en
esa dirección.
—¿No jodas?
—No jodo.
—¿Eres de aquí?
Sacudió la cabeza.
—No, vivo unas cuatro horas al norte. Henderson, Nevada. Justo en las
afueras de Las Vegas.
—¿Pero has estado aquí antes?

1Straight Outta Compton: Es el álbum de debut del grupo estadounidense de hip hop N.W.A.,
que ha sido visto como un disco pionero del género conocido como gangsta rap. La presencia
casi constante de letras violentas y blasfemas contribuyó al nacimiento de ese nuevo subgénero
de rap.
—Vengo aquí todo el tiempo —dijo—. Tal vez no me escuchaste. Las.
Mejores. Donas. De. Estados. Unidos.
Me reí.
—Te escuché. —Me incliné un poco más cerca—. ¿Es seguro que estemos
aquí?
Se rio en voz alta, y luego, cuando recuperó el aliento, negó con la cabeza.
—¿Me veo como alguien que sería fácil de intimidar?
Vestido como estaba, con los brazos cubiertos de tatuajes carceleros y los
bíceps llamando la atención cada vez que se movía, parecía un motociclista
agresivo. Un verdadero motociclista agresivo.
—No.
—¿Un marica?
—No.
—¿Un pusilánime?
—No.
—Ahí está tu respuesta. —Hizo un gesto hacia la caja registradora—. Es
nuestro turno. Ordena.

13 Miré el menú por un momento, y luego espeté mis deseos.


—Una Long John2 de chocolate, una de jalea de frambuesa y un buñuelo
de manzana.
La chica del mostrador era adorable y parecía tener dieciséis años. Dieciséis
y feliz de vender rosquillas a las 10:00 p.m.
—Nos quedamos sin Long John de chocolate. —Me lanzó una sonrisa de
oreja a oreja—. ¿Quieres tomar un retorcido?
—¿Qué es un retorcido?
—Como un Long John. —Se encogió de hombros—. Solo que retorcido.
—Suena divertido.
Ella miró a Les.
—¿Tú?
—Dos de jalea de limón, dos con glaseado de naranja, dos con glaseado de
cereza. Y, una bolsa de rosquillas surtidas, no importa de lo que sean.
—¿Una docena? —preguntó ella.
—Que sean dos.

2 Long John: Es una masa con levadura en forma de barra, a menudo recubierta con un baño o
glaseado.
—¿Bebidas?
—Leche. —Me miró. Asentí—. Por dos.
—$18.23.
Les pagó las donas y nos hicimos a un lado.
—Entonces, ¿viniste en moto desde Henderson?
—Claro que sí. No me subo a aviones, así que volar no era posible. Kelli
discutió, ella dijo que mi contrato era claro. Tenía que encontrarme con el
conductor en LAX. Entonces, eso es lo que hice. Monté en mi motocicleta desde
Henderson a LAX, me encontré con el conductor y me largué de allí.
—Oh, vaya. Al menos ella no se enfadará solo conmigo.
—No. Estoy bastante seguro de que tendrá algunas palabras para los dos.
—Aquí tienen. —Empujó tres bolsas de donas hacia el borde del
mostrador—. Qué lo disfruten.
Mientras caminábamos hacia su motocicleta, se volvió hacia mí, miró hacia
el cielo por unos largos segundos y luego arqueó una ceja.
—En términos generales, después de, digamos las 9:45, las posibilidades de
que un asteroide golpee la tierra son casi nulas.
No hubiera supuesto que era una autoridad en materia de desechos
14 espaciales, pero sonreí y le di las gracias por su ofrecimiento.
—Es bueno saberlo.
Él se rio, y luego negó con la cabeza.
—A menos que planees algo que yo no sepa, puedes quitarte el casco.
—Oh. —Me reí entre dientes—. No me di cuenta de que todavía lo llevaba
puesto.
—No estaba seguro de lo que estaba pasando. Pensé que era un poco raro
cuando te lo dejaste puesto allí para ordenar, pero luego pensé que tal vez
estabas planeando hacer una voltereta hacia atrás o algo así, ya sabes, para
impresionarme, y querías proteger tu pepita. —Se encogió de hombros—. Trato
de quitarme el mío cada vez que tengo oportunidad. Te digo la verdad, odio
usar al hijo de puta.
Me quité el casco y rodé los ojos ante su sentido del humor, aunque
descubrí que era bastante gracioso. Noté que el suyo colgaba del manillar e hice
señas hacia él.
—¿Es eso lo que haces con él? ¿Colgarlo en el manillar?
Metió la mano en una de las bolsas, sacó un puñado de rosquillas surtidas,
y se las metió en la boca de una en una. Entre devorar los sabrosos bocados,
sonrió y asintió.
—En cada oportunidad que tengo.
Colgué el casco del extremo de los barrotes y señalé las rosquillas que aún
sostenía.
—¿Qué hay de mí?
—Solo estaba esperando que te quitaras el equipo. —Me entregó una bolsa
y luego hizo un gesto hacia la motocicleta—. Las donas son mejores sin todo tu
equipo puesto. ¿Quieres sentarte?
Mi trasero todavía estaba sensible por el viaje de dos horas y media.
—No, me quedaré de pie. —Saqué la de jalea de frambuesa y le di un
mordisco—. Y si son mejores sin todo tu equipo puesto, ¿cómo es que todavía
tienes puesto el chaleco?
—Solo trato de ser cortés —dijo—. No llevo una camisa debajo. Pero
créeme, si fuera por mí, me comería a estos hijos de puta desnudo.
Le lancé una mirada.
—¿Desnudo?
15 Se sentó a horcajadas sobre el asiento, mirando hacia atrás y asintió.
—Todo es mejor desnudo.
—No todo.
Se metió otra rosquilla en la boca y luego amplió los ojos.
—Nombra algo.
—Comprar comestibles.
—Mierda. Si no hubiera leyes en contra, me gustaría hacerlo.
—¿De verdad?
—Jodidamente sí —dijo—. Un hombre está más cerca de Dios cuando está
desnudo. Me siento en mi terraza trasera casi todas las mañanas y tomo mi café
con donas desnudo.
—¿Comes donas todos los días?
—Las personas que comen donas son intrínsecamente felices. —Él sonrió y
asintió—. Entonces, sí, lo intento.
Era alto y musculoso con una cara delgada que estaba cubierta por una
barba de unos pocos días de crecimiento. Parecía un corredor de larga distancia,
no un experto en rosquillas.
—Seguro que no parece que comas donas todos los días.
—Eso es porque no las como y luego me quedo tirado y veo un par de
temporadas de Sons of Anarchy en Netflix. —Metió la mano en la bolsa y sacó
otro puñado de pasteles—. Hago ejercicio casi todos los días. Cuidar mi cuerpo
satisface mi alma. Si un hombre tiene un alma buena, el bien viene a él.
Terminé mi rosquilla de jalea, y luego me lamí los dedos. Me gustaba su
filosofía, pero no estaba de acuerdo. Al menos no del todo.
—Pero a la gente buena le pasan cosas malas.
Apoyó los hombros contra los barrotes y pateó el guardabarros trasero.
Después de sentirse cómodo, dejó caer una rosquilla en su boca.
—Estoy en desacuerdo. La vida le sucede a la gente buena, y luego algunos
de ellos se quejan de eso. Actúan como si hubieran conseguido una carta mala.
Miro todo como una experiencia de aprendizaje. No importa lo que pase, si lo
paso, es una oportunidad para mejorar.
Un motociclista filosófico que prefería comprar sus comestibles desnudo y
amaba las donas. Definitivamente no era lo que esperaba, pero de todos modos
muy interesante.
—Me gusta tu actitud —dije.
—Lo aprecio —dijo asintiendo—. Entonces, ¿qué pasó con el chico de la
16 Marina de cabello largo?
Saqué cuidadosamente el retorcido de chocolate de la bolsa. Después de
sacarlo sin dañar el chocolate, respondí.
—Era un idiota.
—Me imaginé eso.
—¿Por qué lo dices?
—Porque parecía que era un imbécil. Soy bastante bueno para leer a la
gente.
—Bueno, él era un verdadero idiota.
—Déjame adivinar. Sus principales preocupaciones eran hacer ejercicio y
llevarte a la cama. Entonces, cuando lo hizo, si lo hizo, no le importó ni un
poquito satisfacerte a ti, ¿verdad?
Lo miré completamente sorprendida.
Agitó su mano hacia mí, luego tomó otra dona.
—No tienes que responder a eso. No es asunto mío.
—Tienes razón. Pero, ¿cómo...?
Él se sentó derecho.
—Lo usaba como una maldita corona. Todos lo vimos. Tratando de no ser
un imbécil, pero supongo que no lo viste porque no querías.
Odiaba admitirlo, pero él tenía razón. Tenía demasiada esperanza de que
encontraría a mi alma gemela que presté muy poca, si acaso alguna, atención a
los verdaderos rasgos de personalidad de Rhett. Cuando se trató de su personaje,
vi lo que quería ver. Sus músculos y experiencia SEAL eran todo lo que realmente
me importó.
Bueno, eso y el tamaño de su polla.
—Tienes razón. —Suspiré—. No pude ver más allá de sus pectorales.
—¿Quieres saber si un hombre es bueno o malo? Dile que tienes un amigo
que tiene una camada de cachorros y pregúntale si te ayudaría a colocarlos en
buenos hogares. Si dice que no, aléjate. Si trata de ayudarte, al menos merece
una segunda cita.
Me reí.
—¿Cachorros?
—Se trata de ser compasivo.
—¿Tienes perros en casa?
Sacudió la cabeza.
17 —Claro que no. No sería justo. No tengo tiempo para ellos. Pero, si los
encontrara en una caja abandonada a un lado de la carretera, los llevaría
conmigo y me aseguraría de que cada uno tuviera un buen hogar.
—Me gustas —dije—. Eres agradable.
—Lo aprecio. Todavía no puedo juzgarte —dijo sin un gramo de
emoción—. Pero te dejaré saber lo que pienso en dos semanas.
Pasé de un idiota egocéntrico a un motorista brutalmente honesto. Si Kelli
no estaba haciendo nada más que mantener el espectáculo interesante. Si mis
sospechas sobre Kelli, y el programa, eran correctas, tenía que haber más de Les
que una actitud Zen y una Harley.
Mucho más.
Y, estaba intrigada de descubrir qué podría ser eso.
CAPÍTULO TRES

L
as cinco horas que pasé en la motocicleta fueron el momento más
relajante que recordé haber tenido. Al menos de lo que de inmediato
se me ocurrió. Al llegar a la casa en la playa esa noche, todos
dormían. Me dije que nada saldría del incidente de las donas no autorizadas,
pero realmente debería haberlo pensado mejor. Al día siguiente, a mitad de
nuestra primera taza de café, llegó Kelli.
—Es demasiado tarde para discutir sobre eso ahora. —Ella movió su dedo
hacia Les mientras hablaba—. Pero sabías exactamente lo que quise decir.
Les apretó sus manos contra sus caderas.
—Sí. Lo dejaste claro. Pero yo también. Dije que yo no volaba. Tú dijiste tu
contrato está claro. Saqué al hijo de puta y lo leí, y encontré una laguna. El texto
no decía que tenía que volar, decía que tenía que encontrarme con el conductor.
Entonces, me encontré con tu chico en LAX. Y, es posible que le hayas dicho a
ella tu estúpida regla de viajar a todas partes en el SUV, pero no me la dijiste a
mí.
Burlándose de ella, él juguetonamente ladeó su cadera y esperó su
18 respuesta.
Los tres estábamos parados en la cocina, y Bobby estaba parado nervioso al
otro lado de la puerta. Kelli estaba vestida con una falda negra y una camiseta
blanca que hacía poco para ocultar sus enormes tetas. A Les parecía que no le
interesaba su actitud, su escote obvio, o lo que tenía que decir, y simplemente la
incitaba.
Por una vez, fui el inocente espectador.
—Bueno, sabelotodo. —Ella le disparó su mirada fulminante—. Te lo estoy
diciendo ahora.
—Y yo te digo que no me subo a un SUV. Mi contrato no dice nada sobre
el transporte. Así que montaré mi motocicleta, muchas gracias.
Ella me señaló.
—Su contrato está claro. Ella tiene que acatar mi decisión.
—Está bien. Ella puede viajar en tu puta SUV, y yo los seguiré en la
motocicleta.
—Eso será un espectáculo realmente interesante —dijo con sarcasmo—.
Puedes subirte con ellos.
—Voy a montar esa motocicleta de vuelta a Henderson. Te lo diré una vez
más, no viajo en SUV. O coches. O aviones. Montaré en mi motocicleta. Mi
contrato no dice en ningún idioma que tengo que hacerlo de otra manera.
—Malparido —resopló ella.
A la mierda, esto es bueno.
Se giró hacia mí y arrugó la frente.
—¿Por qué estás sonriendo? Empezaré contigo cuando haya terminado con
él. Los dos jodieron el rodaje programado de anoche.
—Lo siento —chillé.
—O ella viaja conmigo, y tú encuentras una manera de filmarlo, o yo los
sigo a donde sea que ella decida ir. Esas son tus opciones —dijo Les secamente.
Ella cruzó los brazos debajo de sus tetas y suspiró.
—Filmar una motocicleta en un set es fácil. Filmarla en una ciudad poblada
requiere más tiempo, equipo adicional y cuesta mucho dinero. Dinero que no
tengo programado.
Les se encogió de hombros.
—Deberías haberlo pensado antes de redactar mi contrato, supongo. No es
negociable.
19 Kelli continuó fulminándolo con su mirada láser.
Él se rio y se dio la vuelta.
—Búscate otro motero.
Oh, mierda.
Caminó hacia la habitación trasera, hizo un pequeño ruido, y luego regresó
rápidamente con su bolsa de lona.
—Me voy de aquí.
—Espera, Lesley —dijo en tono condescendiente—. Si sales de aquí, tú…
Él hizo una pausa y se dio la vuelta.
—¿Yo qué?
Con los labios fruncidos y los ojos llenos de ira, ella lo miró fijamente.
Él levantó la bolsa sobre su hombro.
—Dilo. ¿Yo qué?
Con los brazos aún cruzados sobre el pecho, respiró hondo. Sus pechos se
levantaron cuando inhaló, y luego cayeron cuando lo soltó. Asombrada por la
perfección de sus tetas, pero más cautivada por Les y sus convicciones sobre el
transporte, esperé su respuesta. Ella continuó fulminándolo con la mirada por un
momento, y luego suspiró pesadamente.
—Bien —gruñó—. Suelta tu bolsa. Monta a tu maldita Harley con ella en la
parte de atrás, pero todas las salidas serán programadas, y no se irán sin que el
equipo los siga. ¿Entendido?
Él se encogió de hombros.
—Por mí está bien.
—¿Y tú? —Ella miró en mi dirección—. Tú lo sabes bien. Hemos pasado
por esto varias veces, ¿verdad?
No tenía sentido darse la cabeza contra la pared. La conversación no tenía
sentido ahora. Estaba arreglado, íbamos a montar en moto.
—No importa mucho ahora, ¿verdad? Parece que estaremos montando en
su motocicleta.
—La filmación de anoche no sucedió, Lou. Si te hubieras negado a subir en
su motocicleta, no estaríamos teniendo esta conversación, ¿verdad? Repito,
hemos discutido esto en múltiples ocasiones y no voy a seguir...
Me aclaré la garganta, interrumpiéndola a mitad de su frase.
—Te pedí que no me levantaras la voz —le dije—. No soy un adolescente,
20 así que no me trates como a uno ni me hables como a uno.
Miró a Les, luego a mí. Después de unos largos segundos, ella volvió sus
ojos hacia él.
—Después de que oscurezca, llegarás de nuevo en tu motocicleta.
Recrearán lo que pasó anoche. Lo filmaremos e iremos con ello.
Les dejó caer su bolsa en el suelo y se frotó las manos como un niño
ansioso.
—¿Quieres que regresemos a Los Ángeles?
—No —se burló ella—. No quiero que vayas a Los Ángeles. Yo... —Negó
con la cabeza—. Mierda. Ustedes dos hacen que me duela la cabeza.
—Tú haces que me piquen los huevos si te sirve de consuelo —dijo Les—.
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para evitar rascármelos en este momento. De
verdad.
Me reí fuerte. Sabía que no me daría ningún punto a favor, pero no pude
evitarlo.
Kelli me lanzó una mirada furiosa y luego miró a Les.
—Haz que ella te los rasque. Mientras lo filmamos, si es posible.
Vete a la mierda.
Él empujó sus caderas hacia ella.
—Prefiero que tú lo hagas.
Ella miró su entrepierna, hizo una pausa, y luego movió los ojos para
encontrarse con los de él.
—Los moteros son buenos para el rating. —Agarró su bolso—. Pero
personalmente, creo que todos ustedes son asquerosos.
Ella comenzó a caminar hacia la puerta. Su caminar parecía más pensado, y
mucho menos natural. Me pregunté mientras se alejaba si realmente pensaba que
los motociclistas eran asquerosos, o si el comentario de rascarle los huevos la
hizo sentir incómodamente cachonda.
Tiró de la puerta para abrirla, le echó un último vistazo a Les y cerró la
puerta detrás de ella.
Incómodamente cachonda, decidí.

21
CAPÍTULO CUATRO

C
uando llegó la noche, decidimos descansar en la piscina.
Estirándonos lado a lado en las sillas reclinables con nuestros trajes
de baño, sentí un extraño confort que no sentí con Rhett. Lo atribuí
a la actitud despreocupada de Les.
Tomé un sorbo de mi margarita y admiré su cuerpo mientras miraba hacia
el océano. Para mi sorpresa, Les estaba desprovisto de vello corporal, a
excepción de su cara. A pesar de su afición por las rosquillas, los músculos de su
abdomen, pecho y piernas estaban claramente definidos.
Ya sea por aprender mi lección con Rhett o por otras razones de las que no
estaba segura, mi mente no se lanzó de inmediato a pensamientos sexuales
cuando lo miré, al menos no todavía. Sin embargo, lo encontraba bastante
atractivo.
Él inclinó su cabeza hacia mí.
—Así que. ¿Hermanos? ¿Hermanas? La biografía que me dieron no lo decía.
Solo decía que eras de algún lugar de Kansas. La población era de 3.500 o algo
así de ridículo. —Tomó un sorbo de su margarita y luego bajó el vaso—. Oh, y
22 mencionaba que eras graduada de la universidad. Eso es todo.
—Tres hermanos —dije—. Ninguna hermana. Mi papá me crio. Mamá
estuvo fuera de la imagen desde que era pequeña. ¿Qué hay de ti?
—Hijo único. Crecí en una casa donde todo estaba firmemente establecido.
Estaba lo que estaba bien, y lo que estaba mal. Sabía en qué lado de la línea
estaba todo, y alcanzaba la línea con la punta del pie de lo que era bueno. Mis
padres murieron en un accidente automovilístico cuando tenía veintiún años, y
heredé la casa en la que crecí. He vivido allí desde entonces.
—Lo siento mucho.
Sacudió la cabeza.
—No lo sientas. Eran buenas personas. Hicieron un buen trabajo al criarme
y estoy haciendo mi mejor esfuerzo para vivir una vida basada en lo que me
enseñaron. Creo que estarían orgullosos de mí. Ya sabes, si todavía estuvieran
aquí.
Levanté mi vaso.
—Eres muy gracioso, y creo que eres muy amable. Estoy segura de que
están muy contentos en lo que te has convertido.
Levantó su vaso.
—Voy a beber por eso. Gracias.
Tomamos un trago, y luego miré lo que quedaba en el vaso.
—Es una muy buena margarita para no ser afrutada.
—Las margaritas con sabor a fruta no son margaritas; deberían llamarles
otra cosa. Una verdadera margarita lleva tequila, licor de naranja, jugo de limón
y sirope simple. Eso es todo. Nada más ni nada menos.
—Bueno, está buena, eso es seguro.
Levantó su vaso de nuevo.
—Gracias.
—Entonces, ¿cómo te encontraron?
—¿Cómo me encontraron quiénes?
—El programa —le dije—. ¿Cómo te encontraron? ¿Tuviste que hacer una
audición? El imbécil de la Marina dijo que lo encontraron en su tienda de
sándwiches.
—Es una historia larga. ¿Estás lista?
Me gustaban sus historias. Asentí con entusiasmo.
—Por supuesto.
23 Tomó otro trago y luego dejó su vaso sobre la mesa que separaba nuestras
sillas.
—Hay un agente en Las Vegas que conocí una noche en el Cosmopolitan.
Pensó que podría usarme en algunas cosas que estaba haciendo, y una cosa llevó
a la otra. Lo siguiente que sé es que me está representando.
—Oh, vaya —le dije—. ¿Como modelo?
—He modelado camisetas, motocicletas, pistolas, cerveza y botas. De todas
formas. Entonces, me encanta Disneylandia...
—Espera un minuto. ¿Disneylandia? ¿Como Mickey Mouse y el Pato
Donald?
—¿Alguna vez has estado?
—No. Lo siento, me estaba asegurando de escucharte bien. Pasaste de
armas a Disneylandia. Continúa.
Él se rio.
—Disneylandia permite que cualquiera se vuelva, o se mantenga, joven.
Sus ojos estaban llenos de emoción. Ser testigo de su intensidad sobre algo
como Disneylandia me hizo verlo un poco diferente. Rápidamente pasó de ser
un motero divertido a ser adorable.
—De todos modos —dijo—. De vuelta a la historia. Así que el fotógrafo de
la línea de camisetas y yo nos hicimos amigos. Le pedí que hiciera una sesión en
Disney conmigo para agregar algo de profundidad a mi portafolio. Estuvo de
acuerdo, y mientras estábamos allí tomando fotos, un niño pequeño pasó por
delante de nosotros. Estaba asustado, obviamente separado de sus padres, y
llorando. Lo tomé de la mano y lo guie hacia uno de los empleados del parque,
y lloró aún más fuerte. —Sonrió, y luego pareció emocionarse. Después de una
larga pausa, continuó—. No quería que lo dejara. Por alguna razón, confiaba en
mí. Yo uhhm. Lo puse sobre mis hombros y caminamos por el parque buscando
a sus padres. Todo el tiempo, Reggie estaba tomando fotos de nosotros. Las
fotografías espontáneas, o improvisadas, son en lo que Reggie destaca, y le
estábamos proveyendo una gran oportunidad. Supongo. Entonces, después de
unos quince minutos, el niño vio a su madre y comenzó a gritar.
Hizo otra pausa, y alcanzó su bebida. Pude ver que su labio inferior
temblaba y me di cuenta de que no era fácil para él contar la historia. No pude
evitar preguntarme qué pasaría después.
—Sus padres vinieron corriendo hacia nosotros y, por supuesto, su madre
estaba eufórica de que estuviera bien. ¿Su padre? Era una historia totalmente
diferente. Él comenzó a empujarme y afirmar que había tomado al niño... fue
feo.
24 —¿Qué pasó?
—La gente que presenció todo esto le dijo lo contrario y finalmente se
disculpó. Pero como que arruinó todo. Lo que debería haber sido un evento feliz
se convirtió en una exhibición de odio y enojo. En Disneylandia, de todos los
lugares. Bien, esa no es la historia, esta es. Después de que todo se calmó, una
mujer se acercó y nos estaba haciendo preguntas. Nunca lo pensé mucho;
todavía estaba conmocionado por el hecho de que el padre fuera un imbécil.
Pero, ¿al siguiente domingo?
Él ensanchó sus ojos.
—¿Qué?
—Estoy en la primera página del LA Times con el niño pequeño sobre mis
hombros. En un artículo sobre la humanidad.
—Santo cielo. Eso es genial.
—Kelli terminó llamando a Reggie, quien recibió crédito por la foto del
periódico. Reggie la envió a Lucas, mi agente, y Lucas me llamó. Hice la
entrevista, fui aceptado, y aquí estoy.
—Vaya. Buena historia.
—Gracias.
—Entonces, así es como te encontraron, pero ¿por qué estás aquí? —le
pregunté—. ¿Qué es lo que buscas?
Miró por encima del hombro, reconociendo a Bobby y luego se volvió
para mirarme.
—Te lo diré después.
Me reí.
—Es difícil acostumbrarse, ¿eh?
—¿A las cámaras?
—Sí. Están por todas partes.
—Acordamos ser filmados —dijo—. Solo está haciendo su trabajo.
—Supongo.
—¿Quieres terminar esto y conseguir unos tacos?
Agarré mi bebida.
—¿En la motocicleta?
Él rio.
—No debes haber oído lo que le dije a Kelli esta mañana.
—Te escuché —le dije—. Alto y claro.
25
—Entonces sabes la respuesta.
—Me encantaría —le dije.
Se aclaró la garganta, luego miró a Bobby.
—Robert —dijo—. Reúne al equipo, iremos por tacos.
Terminé mi bebida, me levanté y agarré mi toalla.
—Vamos a ser honestos, ¿verdad? ¿Como completamente?
Asentí.
—Absolutamente. ¿Qué pasa?
Se puso de pie, luego puso su brazo sobre mi hombro.
—Tienes el pequeño trasero más bonito... de hecho, creo que es el mejor
trasero que he visto en una mujer. Jamás. Solo pensé en compartir eso contigo.
No era una línea de levante, ni tampoco era sexual. Lo dijo en un tono
práctico que era juguetón, y nada más. Tan pronto como terminó de hablar,
comenzó a caminar hacia la puerta. Con su brazo todavía envuelto sobre mi
hombro, caminé a su lado, sorprendida de que no era en absoluto lo que
esperaba que fuera.
Hasta ahora, me gustaba todo sobre Les, y no tenía ninguna razón para
creer que iba a hacer algo para cambiar mi opinión sobre él.
Y eso me preocupaba.

26
CAPÍTULO CINCO

M
ontamos quince minutos al sur de San Diego, casi hasta la
frontera de México. Chula Vista se situaba en el borde de la
Bahía de San Diego, a solo diez minutos de Tijuana, México. El
viaje allí fue interesante, por decir lo menos. Un Suburban especialmente
equipado nos siguió, y nos filmó, cada centímetro del camino.
Cuando llegamos a Roberto’s Taco Shop, me reí para mis adentros. La
tienda de tacos era el equivalente a la tienda de donas de Los Ángeles a la que
habíamos ido el día anterior. Roberto’s era igual de pequeña, antigua y única:
Todo lo que le faltaba era un enorme taco montado en el techo. Sin embargo,
tenía un hombre con bigote en el letrero que llevaba un sombrero
desproporcionadamente grande.
Tan pronto como él se detuvo, me quité el casco.
—No me digas que también has estado aquí.
—Varias veces.
—¿Pero vives a cinco horas de aquí?

27 —Cinco o seis. Sí. Pero los tacos son jodidamente buenos.


Colgó su casco en el manillar y se bajó de la motocicleta. Vestido con
vaqueros, una camiseta sin mangas y botas, lucía como un proscrito. No podía
evitar preguntarme qué pensaban los demás cuando lo veían por primera vez.
El SUV se detuvo junto a la motocicleta y se estacionó, bloqueando nuestra
vista del restaurante.
—¿Alguno de ustedes, hijos de puta, habla español? —le preguntó Les al
equipo.
Los tres se miraron, y luego miraron a Les.
—No.
Les asintió, sonrió y luego se acercó a mi lado.
—¿Lista?
Me quedé pensando en su comentario sobre hablar español, pero no
pregunté. Caminamos alrededor del Suburban y cruzamos el estacionamiento
hacia la puerta principal. Su arrogancia era innegable, y solo se sumaba a su
carisma, dándole un borde misterioso y oscuro. Caminé a su lado con un extraño
sentido de orgullo, probablemente por saber cosas sobre su lado más suave que
nadie más en su presencia supiera. A mitad de camino hacia la puerta, levantó la
mano derecha y le hizo fuck you al equipo de cámaras.
Abrió la puerta y la sostuvo para mí, lo que me gustó.
—Gracias.
El hombre hispano en el mostrador parecía nervioso. Sacudió la cabeza
mientras estudiábamos el menú.
—No habla inglés.
—¿Nombre? —preguntó Les.
—Juan —dijo con una sonrisa.
Su nombre era Juan. Me reí.
—Mi nombre es Les —dijo Les—. Me gusta que el papas fritas con carne y
queso, dos tacos al pastor con tortillas de maíz, y lo que prefiere a la dama.
El hombre sonrió, asintió y luego me miró.
—Hablas español muy bien —le dije—. Lo estudié en la escuela, pero no
puedo hablar una mierda. Puedo entenderlo, un poco, pero eso es todo. ¿Qué
está bueno?
—¿Quieres que ordene por ti?
—Si no te importa. ¿Lo harías?
El mostrador tenía un refrigerador incorporado que estaba lleno de hielo y
28 cerveza embotellada. Les metió la mano y sacó dos coronas.
—Dos cervezas, un mas taco al pastor, un plato de Chile Verde, y un taco
de tinga. Todos con tortillas de maíz.
Juan asintió, luego apretó las teclas en la caja registradora. Después que Les
pagó la comida, Juan inclinó la cabeza hacia el equipo de cámaras.
—¿Quiénes son los hombres con las cámaras?
Les miró al equipo de cámaras, miró a Juan y se encogió de hombros.
—No sé.
—Él habla demasiado rápido —susurré—. ¿Qué dijo?
—Me preguntó quiénes eran los hombres con las cámaras.
—¿Y dijiste que no sabías?
Sonrió con una pequeña sonrisa de mierda y asintió. Su pregunta anterior
comenzó a tener un poco de sentido.
—Gracias —dijo Les con un asentimiento.
Abrió las dos cervezas en el abridor montado en la encimera y me entregó
una. Mientras tanto, Juan miraba al equipo con las cámaras.
—No creo que a Juan le guste mucho tenerlos aquí —susurró Les.
—¿Por qué?
—Supongo que podría haber algunas personas aquí que no se supone que
estén en Estados Unidos. Dudo que alguno de ellos quiera ser filmado.
—No viniste aquí por eso, ¿verdad? —susurré.
La esquina de su boca se torció con una sonrisa.
—Podría haber jugado un pequeño papel en mi decisión.
Nos sentamos en una de las pocas mesas vacías. Después de una mirada
previa alrededor del pequeño restaurante, me di cuenta de que éramos los
únicos no hispanos en todo el establecimiento. Los ojos de todos estaban fijos en
el equipo de cámara, y después de unos momentos, hubo una notable tensión
entre los clientes y el equipo.
Sin pedir comida, los tres hombres con las cámaras se sentaron en un
reservado enfrente a nosotros y comenzaron a filmar. Casi inmediatamente, un
hombre hispano vestido con vaqueros desgastados, botas de vaquero y un
sombrero de vaquero se puso de pie y caminó hacia nuestra mesa.
Su piel estaba muy desgastada por el sol, y sospechaba que era mucho más
joven de lo que parecía. Cruzó los brazos sobre el pecho de su sucia camiseta sin
mangas y fijó sus ojos en Les.
—¿Están con usted?
29
Les tomó tranquilamente un sorbo de cerveza.
—No.
El hombre parecía enojado.
—¿Por qué están aquí?
—No sé. —Les se encogió de hombros—. Muy posible que están
investigando los ilegales. Pídales que se vaya.
El hombre asintió, y luego se dirigió a la puerta. Después de abrirla, se
volvió hacia el equipo de cámara e hizo un silbido agudo.
Todos los ojos se dispararon hacia él.
Señaló la puerta abierta y luego miró al equipo.
Hubo momentos en mi vida en los que podía decir lo molesto que estaba
alguien sin que dijera una sola palabra. Como cuán enojado estaba mi padre
después de que mi madre se fue.
Y ahora.
Al parecer, el equipo de cámara también lo sabía. Uno por uno, se
levantaron, caminaron hacia afuera y se subieron al Suburban.
Después de mirarlos, me volví hacia Les y sonreí.
—Eres astuto.
Levantó su botella de cerveza.
—Puedo serlo.
Juan llevó nuestra comida a la mesa y le agradeció a Les por deshacerse del
equipo con las cámaras. Su muestra de agradecimiento fueron dos rebanadas de
flan, un postre cremoso parecido a una tarta.
Mientras comíamos nuestros tacos, admiré más que Les fuera como era.
Todavía tenía que decir o hacer algo grosero, y no tenía ninguna razón para
creer que iba a hacer algo en el futuro.
—¿Qué hay en el tazón? —pregunté.
—Chile Verde. Es carne de cerdo. Vierte un poco en una de esas tortillas y
pruébalo. Me encantan los rellenos —dijo.
Hice lo que me sugirió.
—Santa mierda —dije mientras masticaba mi primer bocado—. Eso es
bueno.
—Te lo dije.
Compartimos el cerdo y una orden de papas fritas cubiertas con carne y
queso. Me gustaba compartir la comida con él, y hacerlo me hizo sentir que
30 estábamos mucho más cerca de lo que realmente nos habíamos vuelto. Por tan
duro como parecía, y tan mezquino como estaba segura de que podía serlo si lo
necesitaba, no era nada de eso conmigo. Lo apreciaba por eso.
Me relajé contra el respaldo de la cabina y tomé un sorbo de cerveza.
—Me gusta salir contigo.
—A mí también. Eres divertida.
—En la piscina dijiste que me dirías por qué estás aquí. Ahora que están
afuera, ¿quieres decirme?
—En realidad no —dijo.
Suspiré pesadamente.
Tomó un trago de cerveza.
—Pero lo haré.
—Te escucho.
—Para expandir mi carrera de modelo. —Suspiró—. Y, por el dinero.
Comprendí completamente el comentario sobre el modelaje, pero lo miré
con incredulidad sobre el dinero.
—¿Te están pagando?
Asintió.
—Treinta mil.
Al principio, parecía mucho dinero. Cuando lo comparé con lo que me
estaban pagando a mí, sin embargo, se volvió minúsculo. Aun así, sentí que
abarataba el espectáculo y disminuía el nivel de sinceridad.
—Supongo que estoy un poco sorprendida. No sabía que les pagaban a
ustedes.
—Probablemente hay mucho de eso que no sabes.
—¿Cómo qué?
Tomó un sorbo de cerveza y me miró por encima de la botella. La bajó y
se limpió entre los dientes con un trozo de papel, luego se apoyó en el borde de
la mesa.
—No puedes repetir nada de esto.
—No lo haré.
—No iba a decir nada, pero realmente no pensé que me gustarías tanto
como lo haces. —Se aclaró la garganta—. Disfruto de tu compañía.
Sonreí.
—Lo sé. Me siento igual.
31
Él suspiró.
—Hay una cláusula en el contrato. Por más dinero.
—¿Cuánto más?
—Bastante.
—¿Para qué?
Terminó su cerveza, y luego respiró hondo.
—Veinticinco de los grandes si te hago chupar mi polla en cámara,
cincuenta si tenemos sexo.
No podía creer lo que escuchaba. Sentí que no solo había sido traicionada
por Rhett, sino también por Kelli. Le devolví la mirada a Les, sin saber qué decir.
Con cada segundo que pasaba, me enojaba más. Esto cambiaba todo por
completo.
Crucé mis brazos y lo fulminé con la mirada.
—No habrá nada de chuparte la polla. O tener sexo. Si eso es lo que
buscas, puedes empacar tus maletas ahora.
Sacudió la cabeza.
—No estoy aquí por sexo. Puedo conseguir una mamada cuando quiera.
Vine aquí para divertirme por unas pocas semanas, y obtener cierta exposición
para mi carrera. Pero, ¿ahora que te he conocido? Espero que podamos
desarrollar una amistad duradera. Realmente lo hago.
—¿Una amistad? —espeté en respuesta.
Se encogió de hombros.
—Siendo realista, ¿qué otra cosa podría esperar? Son dos semanas, no dos
meses.
Me sentí ofendida. Otra vez.
—¿Has venido aquí para ser mi amigo?
—Vine aquí con la esperanza de conocerte. No tengo mucha gente en mi
vida. De todos modos, no valiosos. —Alcanzó mi mano—. Disfrutemos estas dos
semanas. Juntos.
Todavía estaba enojada, principalmente porque Kelli les estaba pagando
para que tuvieran sexo conmigo.
—No estoy aquí para encontrar amigos. Espero encontrar amor.
Me lanzó una mirada de leve disgusto.
—Lo siento, pero unas vacaciones de dos semanas juntos es apenas el
32 tiempo suficiente para decidir si tienes interés en una persona. ¿Piensas que
encontrarás el amor en dos semanas? —Tosió una carcajada—. Por eso la tasa de
divorcios está más alta que nunca. Las personas son demasiado rápidas en
declararse enamoradas y están ansiosas por casarse. Luego, como no están
realmente enamorados, el divorcio es fácil. La relación no tiene valor.
No sé si lo admitiría, al menos no todavía, pero todo lo que decía tenía
sentido. Mientras él continuaba sosteniendo mi mano en la suya, esperé a que
continuara.
—¿En la época de mis abuelos? No se divorciaban. Era inaudito. ¿Y mis
padres? Las parejas de su edad rara vez lo hacían. ¿Pero ahora? Ahora, una mujer
busca el amor en Internet, se le envía una selfie en el baño y se siente atraída por
los atributos físicos de un hombre. Entonces, se enamora de su tabla de
abdominales y su polla, no de él.
—Solo estoy enojada por las mamadas de veinticinco mil dólares —le dije.
Mis ojos se posaron en la mesa—. Lo siento.
—Déjame preguntarte algo. —Soltó mi mano y levantó mi barbilla con su
dedo índice.
Me encontré con su mirada.
—Está bien.
—Antes dijiste que te gustaba salir conmigo. Si pesara quince kilos más,
tuviera una tripa cervecera y entradas pronunciadas, ¿te gustaría pasar tiempo
conmigo así?
Quería decir que sí, pero sabía que la respuesta era que no. Parecía
superficial, pero era cierto. Sabía que no debía mentir, así que respondí con la
verdad.
—No. —Me sentí egoísta y culpable, así que le arrojé la pregunta a la
cara—. Si yo fuera quince centímetros más baja, pesara quince kilos más y tuviera
dos hijos, tú...
—Sí —interrumpió—. Lo haría.
Y, curiosamente, le creí.

33
CAPÍTULO SEIS

M
ientras Les jugueteaba con su motocicleta, me escabullí al bar
para ver a Franky. Me había besado solo treinta y seis horas
antes, pero parecía una eternidad desde que lo había visto. Con
poco tiempo libre, y el conductor esperando a unas pocas cuadras de distancia,
engullí mis margaritas y traté de hablar tan rápido como mi lengua borracha me
lo permitió.
—¿Hay alguna razón por la que estés tomando las margaritas a dos manos
hoy?
Me limpié la boca con el antebrazo y me encogí de hombros.
—No lo sé.
—No te conozco tan bien, pero creo que te conozco lo suficientemente
bien como para ver que algo te está molestando. —Se sentó en su taburete—.
Ríndete, Lou.
Tomé otro trago, lo estudié y decidí que quería saber qué era lo que él
buscaba. Al menos, sabía que si él quería que le chupara la polla, no le pagarían
por eso.
34
—¿Qué es lo que estás buscando?
Sus ojos se entrecerraron ligeramente.
—¿Qué estoy qué?
Terminé mi bebida y luché con mi lengua que rápidamente engrosaba.
—Buscando. ¿Qué quieres de mí? —murmuré.
—Ni siquiera es mediodía. —Él negó con la cabeza—. Y, estás borracha.
Lo fulminé con la mirada.
—Me besaste.
—Lo hice.
—Me gustó —murmuré.
—A mí también. ¿Qué me estás preguntando, Lou?
Presioné mi lengua contra el paladar, decidí que no iba a ser más fácil y me
dejé caer contra el borde de la barra. Después de unos largos segundos de mal
humor, levanté la cabeza.
—¿Por qué? ¿Por qué me besaste?
Se pasó los dedos por el cabello, hizo crujir sus nudillos y se encogió de
hombros.
—Para plantar una semilla.
—¿Qué semilla?
—Quiero que hagas tu programa. Que conozcas a todos los chicos o lo que
sea. Pero. —Se levantó y cruzó los brazos frente a su pecho—. Quiero que estés
pensando en mí. Ya sabes, que no me olvides.
Apoyé mi barbilla contra mi palma y lo miré fijamente.
—¿Así que me estabas provocando? ¿Eres una tentación?
—¿Una tentación? No. —Descruzó los brazos y se apoyó en el borde de la
barra. Estaba lo suficientemente cerca como para besarme, pero la mirada en sus
ojos me convenció de que no iba a suceder—. ¿Estás dispuesta a terminar el
programa ahora? ¿Cortarlo? ¿Decirle a Kelli que has terminado?
—No —solté.
Él se paró.
—Entonces, ¿cómo puedes esperar que intente tener algún tipo de relación
contigo? No puedo. No lo haré. Tienes que escabullirte para venir aquí a verme,
y no tengo ni idea de cuándo será la próxima vez. Supongo que te besé
35 porque...
Quería que él dijera algo que me moviera el piso, pero dudé que fuera su
plan. Mi cabeza comenzó a girar cuando la última margarita comenzó a roer mi
hígado.
—Porque quería que supieras lo que sentía por ti, supongo. —Suspiró—.
Me gustas, Lou. Mucho. Y, cuando hayas terminado con tu pequeño programa,
quiero ver qué pasa entre nosotros.
—Bien —me burlé.
—¿Qué querías que dijera?
Apoyé la cabeza en la barra como un estudiante de jardín de infantes que
se prepara para tomar una siesta.
—No lo sé.
—Quiero estar en el fondo de tu mente mientras pasas tiempo con todos
esos tipos. Supongo que eso es lo que estaba buscando.
Levanté la cabeza.
—Has logrado tu objeto.
Me miró como si tuviera dos cabezas.
—¿Qué?
—Objetivo. Has logrado tu objetivo.
Se sentó e inhaló una larga y profunda respiración.
—Entonces, cuéntame sobre el chico nuevo.
Aplasté mi brazo contra la barra y apoyé mi barbilla contra él.
—Es agradable. Realmente agradable.
—Realmente agradable, ¿como si quisieras follarlo?
Le lancé una mirada desdeñosa.
—No.
—Así que, ¿es simplemente agradable? Es alegre, jovial y comerá verduras
con la pizza a pesar de que no le gusten —dijo en un tono un tanto sarcástico—.
¿Algo así?
—Algo así. No busca sexo, solo está allí para conocerme. —Intenté ocultar
mi decepción, pero estaba un tanto descontenta con el deseo de Les de ser solo
amigos, y me pregunté si se notaba—. Él quiere que seamos amigos.
—Entonces, ustedes dos ya han eliminado de en medio todas las preguntas
sobre sexo, ¿eh?
—¡Oh Dios mío! —grité—. ¡Mamadas!

36 Sus ojos se abrieron de par en par.


—Jesús. ¿Qué pasa con ellas?
Levanté la cabeza de la barra y me froté los ojos borrachos.
—Kelli les está pagando a los chicos veinticinco de los grandes si pueden
hacerme chupar sus pollas, y cincuenta de los grandes si pueden conseguir que
me los folle. ¿Puedes creerlo? Qué puta hija de puta, ¿eh?
—¿Él te lo dijo?
Asentí.
—Sí, ayer.
—No me sorprende. —Se encogió de hombros—. El sexo vende. La gente
ve esa mierda y no cree que tenga un libreto, pero realmente lo tiene.
—Le dije a Les que no le diría nada a ella, pero no estoy muy feliz por eso.
—Apuesto a que tu SEAL está muy feliz. —Él se rio entre dientes—. ¿Y qué?
Consiguió unos cien mil dólares, ¿eh?
Levanté mi dedo medio.
—Vete a la mierda.
—Bueno, ahora lo sabes. —Sus ojos cayeron al suelo. Después de una breve
pausa, miró levantó la mirada—. Me pregunto si les pagan para que discutan
contigo. ¿Para instigar una pelea?
Esa era una buena pregunta. Aunque estaba bastante segura de que Rhett
era un simple imbécil, y que nuestra discusión sobre la pizza fue genuina, no me
sorprendería si Kelli tuviera una bonificación por disputa. Tal vez incluso una
bonificación para la reconciliación de después.
La idea de todo esto comenzó a moler mis nervios.
—Maldita puta.
—Justo como dije hace un minuto —dijo Franky—. No me sorprendería.
Me levanté, miré alrededor del bar y luego lo miré a él.
—Solo para que quede claro. —Me pasé los dedos por el cabello y me
rasqué la cabeza en un esfuerzo por ponerme sobria un poco—. Estás interesado
en mí. ¿Pero no hasta que esto termine?
Sacudió la cabeza.
—Ven aquí.
Se inclinó sobre el centro de la barra.
Yo hice lo mismo. Nariz con nariz sobre la barra, nos miramos el uno al
37 otro.
—¿Qué? —pregunté.
Levantó las manos hacia mi cuello, lo agarró con firmeza y luego me besó.
Mis ojos se cerraron. Perdida en el beso, mis piernas empezaron a temblar y me
estremecí de la cabeza a los pies. Tan pronto como comencé a disfrutarlo, él se
apartó.
Abrí los ojos.
—No, Lou. Estoy interesado en ti en este momento —dijo—. Pero no voy
a actuar hasta que todo esto termine.
Lo deseaba.
Y eso me volvía loca.
—¿Por qué? —susurré, aunque ya sabía la respuesta.
—No sería justo para ninguno de los dos.
No me gustó su respuesta. Pero tenía razón.
Parecía que siempre tenía razón.
CAPÍTULO SIETE

—E
xplícame en qué ayudaría eso —le dije—. Me parece que
simplemente añadiría un drama innecesario.
Ella me miró de arriba abajo, luego me miró a los
ojos.
—No tengo que explicarte nada.
Le devolví la mirada.
—No me gusta.
—A mí tampoco —dijo Les.
Con sus ojos todavía fijos en mí, ella respondió.
—No te estoy hablando a ti, Lesley.
—Tal vez no. Pero yo sí te estoy hablando a ti.
Con ella de pie a un lado de la cocina y yo al otro, Kelli y yo estábamos
ahora intimidándonos con la mirada. Usando una falda tubo verde de cintura
alta y una blusa sin mangas de encaje negro, parecía que iba a una de las
38 discotecas de Los Ángeles.
Les se aclaró la garganta.
—No me vas a obligar a que me haga nada. Saldré de este hijo de puta y
me iré a casa.
Ella rompió mi mirada y miró a Les.
—Volvemos a hacer amenazas, ¿verdad?
—Tú eres la que hace amenazas. Yo solo estoy reaccionando —dijo él—.
Estás amenazando con agregar un invitado sorpresa al espectáculo. ¿Cómo se
supone que Lou y yo lleguemos a conocernos en dos semanas si hay algún otro
tipo aquí tratando de llamar su atención?
—Eso es para que ustedes dos lo descubran —respondió Kelli.
—Agrega otro tipo y yo me iré —le aseguró Les.
Ella se volvió hacia él y ladeó la cadera.
—Escucha, pequeño aspirante...
—No —la interrumpió Les—. Tú escucha. Firmé bajo la premisa de que iba
a pasar un mes con ella. Después de que firmé el contrato, lo cambiaste a dos
semanas. Ahora, estás hablando de traer a alguien más al programa. Un invitado
sorpresa. No me gustan las malditas sorpresas. Agrega a alguien más, y yo me iré.
—Malparido —dijo ella echando humo—. Debería haberlo hecho y
haberme disculpado más tarde.
Les se dio la vuelta.
—Si alguien se presenta aquí antes de que se acabe mi tiempo, puedes darle
un beso de despedida a mi trasero.
—Te irás con una carrera hecha mierda —gritó Kelli mientras se alejaba—.
Me aseguraré de eso.
Ella inhaló bruscamente, miró alrededor de la sala y luego suspiró.
—Sacaremos al aire la apertura de la temporada mañana por la noche, y si
no conseguimos los espectadores, haré lo que sea necesario para...
—¿Podemos verla? —le pregunté con entusiasmo.
Ella me lanzó una mirada.
—No antes de que salga al aire, no.
—¿Pero podemos verla?
—Puedes verla cuando sea transmitida.
La idea de verme en la televisión era emocionante. Luché para contenerme.
—No puedo esperar.
39 Me miró directamente, puso los ojos en blanco y se volvió hacia la puerta.
—Será mejor que consigamos una buena audiencia.
—¿Por qué no lo haríamos?
Abrió la puerta principal, me miró y luego negó con la cabeza.
—Sexo y conflicto. Eso es lo que atrae a los espectadores. Necesitamos más
de ambos.
Ya sabía que estaba dispuesta a pagarles a los chicos para que tuvieran
relaciones sexuales conmigo, y sospechaba que su adición de un invitado
sorpresa no era otra cosa que para agregar conflicto. Su voluntad de manipular
el contenido del programa con el único propósito de crear rating no era en
absoluto lo que esperaba cuando firmé el contrato.
Me preguntaba si las cosas fueran al revés, y si fuera un hombre viviendo
con seis mujeres, si Kelli les hubiera ofrecido dinero a las mujeres para chuparle la
polla. Decidí que no lo haría por temor a una demanda. Mientras me preparaba
para decirle algo ingenioso, y una mierda, cerró la puerta detrás de ella.
Maldita puta.
—Te odio —susurré.
—No podría estar más de acuerdo.
Me volví hacia la voz, sorprendida de ver a Les sentado a mitad de la
escalera. Vestido con vaqueros, una camiseta blanca y calcetines blancos, se veía
lindo.
—Pensé que habías ido a tu habitación.
—No, solo estaba tratando de distanciarme del diablo —dijo—. Qué perra
grosera.
Me senté en la base de los escalones.
—¿Me pregunto quién iba a ser el invitado sorpresa?
—Es difícil decirlo. Alguien que iba a añadir conflicto, sin duda. Tal vez un
ex novio.
—Realmente no tengo ninguno. Quiero decir, lo tengo, pero ninguno que
agregaría drama.
—Quién sabe.
—¿Quieres ver el espectáculo mañana? ¿Juntos?
—Por supuesto.
—Tengo curiosidad por ver qué pone en el aire y qué corta.
—Supongo que nos enteraremos mañana.

40
CAPÍTULO OCHO

A
unque luché con eso durante algún tiempo, finalmente le envié a
Franky un mensaje de texto y le dije que el programa sería
transmitido. Con mi estómago hecho nudos y mi rodilla subiendo y
bajando como una adolescente nerviosa, me senté al lado de Les y miré
fijamente la televisión.
Consideré ser sincera con él sobre Franky, pero cuando llegó el momento
de decirle realmente, opté por no hacerlo. Siguiendo mi decisión de mantener en
secreto mi relación con mi camarero favorito, me pregunté si era más una
decisión subconsciente para proteger lo que esperaba que luego se pudiera
desarrollar con Les.
Me preguntaba en qué me estaba convirtiendo y empecé a odiar la
posición en la que me había colocado. ¿A quién estaba engañando? Vivir con seis
hombres diferentes durante un período de tiempo no podría terminar con nada
más que resultados desastrosos, sin importar cuánto quisiera creer otra cosa.
Una imagen fija de mí saliendo del SUV apareció en la pantalla. Grité y
señalé la TV. Cualquier idea de ser franca con Les sobre Franky fue desechada.
41 Seis hombres, una mujer...
Una oportunidad de encontrar el amor...
Después de este breve mensaje...
Reality Girl.
Les me dio una palmada en la rodilla.
—Aquí vamos.
—Creo que voy a vomitar.
La televisión fue a un comercial.
—Te veías linda —dijo con una sonrisa.
—No es eso. Yo solo. —Puse mi botella de cerveza en la mesa auxiliar y me
limpié las manos en la camisa—. Todo el mundo va a ver esto.
Su sonrisa fue leve, y luego desapareció. Parecía que quería decir algo, pero
no lo hizo.
Imágenes de Rhett y yo teniendo sexo me vinieron a la cabeza. Me vino a
la mente una imagen chupando su polla mientras Bobby lo filmaba, y me
pregunté si intentarían poner al aire parte de ello. No dudaría que Kelli fuera
capaz de hacerlo, pixelando mi boca llena de polla mientras le daba una
mamada junto a la piscina al imbécil que odia las verduras.
Me vomité un poco en mi boca.
Agarré mi cerveza, tomé un largo trago y decidí explicarle las cosas a Les
antes de que empezara el espectáculo.
—Entonces, Rhett y yo...
No había más que empezado a hablar, que la pantalla cambió del
comercial al programa.
—¿Tú y Rhett qué? —susurró.
—Shhh. —Tomé el control remoto y decidí que si se mostraban algunas
mamadas borrosas, apagaría rápidamente la televisión.
Observé mientras subía los escalones y llegaba a la puerta. La escena
cambió a Tanner de pie dentro de la casa. La cámara enfocó a cada uno de los
hombres mientras esperaban ansiosamente que yo entrara.
Desde la vista de la cámara del vestíbulo de entrada, observé la escena
cuando Tanner abrió la puerta y alcanzó mi maleta.
—Déjame encargarme de eso por ti.
La cámara cambió al exterior, filmándome desde atrás.
42 —Retrocede, imbécil —le dije.
Mientras miraba el programa, parecía que le había hecho el comentario a
Tanner, pero sabía que no lo había hecho.
—¿Qué demonios? —grité—. Eso no sucedió así. No dije retrocede imbécil.
¿Cómo hicieron eso?
—Debes haberlo dicho en algún momento —dijo Les—. Era tu voz.
—Lo hice —le dije, recordando cuando Rhett y yo estábamos en la
piscina—. Más tarde. Bobby estaba en la piscina filmándonos. Me enojé y... —
Hice una pausa y me volví para mirar a Les—. Pero, no lo dije en ese momento.
—Lo editarán para que parezca lo que quieran que parezca.
Siguieron las presentaciones de los hombres, y luego Rhett y yo
rápidamente nos fuimos caminando juntos. Parecía una verdadera perra por
dejar a los otros hombres allí parados en la casa. Recordé que cuando conocí a
Rhett me di cuenta de inmediato que él era el indicado.
Tomé un trago de cerveza y puse los ojos en blanco al ver que él me abría
la puerta.
Bastardo falso.
La escena cambió a Rhett y a mí en la piscina. Después de unos minutos de
charla trivial, se ofreció a ver el atardecer conmigo.
Agradecida de que al menos una parte del programa fuera certera, pero
aún muy decepcionada con todo lo demás, miré la pantalla con asombro de qué
podría ser lo próximo.
Con mis ojos pegados a la pantalla, miré fijamente. Después de un
momento, me incliné hacia Rhett. Desde el ángulo de la cámara, parecía que nos
estábamos besando. Moví mi dedo hacia la televisión.
—Esa perra puta.
—¿Qué?
—No nos besamos esa primera noche en la piscina. Solo hablamos. Creo
que estaba susurrándole algo, para que la cámara no captara lo que estábamos
diciendo. —Respiré hondo, vacilé y luego miré a Les—. En realidad, nunca nos
besamos. Ni una sola vez.
—Bienvenida a Hollywood —dijo con una risa.
—No es divertido —espeté en respuesta.
—Tal vez no, pero hasta ahora es bastante interesante.
—Podría ser interesante para ti, pero me hace parecer fácil. Como si
43 estuviera desesperada.
Se encogió de hombros.
—No sé lo que esperabas.
—La verdad. Esperaba la verdad. —Amplié mis ojos—. ¿Eso sería
demasiado?
—Demasiado aburrido, tal vez.
Tan ansiosa como había estado por ver el programa, mi interés en hacerlo
desapareció de inmediato. Me puse de pie y me volví hacia la cocina.
—¿Necesitas otra cerveza?
Me lanzó una mirada de sorpresa.
—¿No vas a esperar a los comerciales?
Dejé escapar un suspiro exagerado.
—No.
—Sí. Tráeme una, por favor.
Me tomé mi tiempo en la cocina y luego volví con las cervezas. Le entregué
una a Les y, de mala gana, miré la televisión. En la pantalla, Rhett y yo
estábamos juntos en la cama, riendo y hablando. Era, sin duda, después de haber
tenido sexo por primera vez. Me preguntaba qué había precedido a nuestro
momento en la cama, pero tenía miedo de preguntar.
Me senté y dejé escapar un largo suspiro. No podía seguir mirando la
pantalla, y realmente no quería que Les mirara tampoco. Al menos no más de lo
que ya había visto.
—¿Está bien si apago esto?
—Por mí está bien.
Apagué la TV, luego tiré el control remoto a un lado. Después de unos
segundos de silencio, la curiosidad se apoderó de mí.
—¿Qué sucedió mientras yo no estaba? —pregunté, aunque realmente no
quería saberlo.
Tomó un trago de su cerveza, luego se encogió de hombros.
—¿Realmente quieres saber?
—No. —Vacilé, y luego lo miré—. Sí, lo hago.
—Un poco de charla. —Me miró—. Ya sabes, las cosas post sexo.
—¿Post sexo? —Hice mi mejor esfuerzo para actuar sorprendida—. ¿Por
qué dices eso?
—Porque fue después de que ustedes dos tuvieran sexo —dijo secamente.
44
Naturalmente, quería negarlo. Hacerlo me haría una mentirosa, y yo era
muchas cosas, pero mentirosa no era una de ellas.
—Fue un imbécil —dije, esperando que la declaración me hiciera sentir
mejor acerca de las cosas.
No lo hizo. Añadí un poco más.
—Y un completo malparido.
Me dio una palmadita en el hombro.
—Se ha ido ya, para que no tengas que preocuparte más por él.
—Lo sé, es solo que... —Hice una pausa, sin saber qué decir.
Comencé a filmar el programa con la esperanza de encontrar a alguien con
quien pudiera pasar el resto de mi vida. El dinero que me iban a pagar sería
suficiente para que pudiéramos vivir cómodamente durante mucho tiempo, si no
para siempre. Mis esperanzas se habían aplastado rápidamente después de mi
exposición con Rhett… y Kelli.
Rhett me abrió los ojos al tipo de hombres que el programa podría incluir,
y probablemente incluiría. Kelli era simplemente una perra maliciosa, una que
solo estaba preocupada por las estadísticas y el dinero.
Pero, por lo que había visto de Les, él era diferente. Muy diferente.
—Lo siento —le dije—. Solo odio estar en esta situación. Pensaba que esto
iba a ser divertido.
—Puede serlo —dijo—. No dejes que esa perra te lo arruine. —Se puso de
pie—. Supongo que son perras. En plural. Rhett también fue una perra.
Me reí.
—Gracias. Necesitaba reírme.
—Si no puedes reírte de eso, quedas estancada en estar enojada. Que no
vale la pena.
Asentí mientras me levantaba.
—Estoy de acuerdo.
Puso su brazo sobre mi hombro y me atrajo hacia él. Se sentía bien ser
tratada como un humano, y no como un trozo de carne. Empezaba a gustarme
Les, pero su falta de cualquier forma de avance sexual me hacía preguntarme qué
podría incluir nuestro tiempo juntos.
Pero.
En el momento, me complació que no incluyera más de lo que incluía.

45
CAPÍTULO NUEVE

L
es tenía razón. No había otra forma de describir a Kelli que no fuera
decir que era una perra. Una perra con “P” mayúscula.
Su mirada fulminante atravesó la habitación como una bala.
—Me importa un carajo si te gustó. No es mi trabajo satisfacerte. El rating.
Se trata del rating.
Su actitud me parecía pésima. Aunque tuve una noche entera para
consultarlo con la almohada, aún no estaba muy contenta con lo que había
hecho con el programa. Su manipulación de la verdad era frustrante.
Apreté los puños y le devolví la mirada. Antes de que mi boca tuviera la
oportunidad de escupir lo que mi mente estaba pensando, Les soltó sus
pensamientos. Por cosas del destino, imitaban los míos.
Él la miró de arriba abajo.
—Eres una perra despreciable.
Mis ojos se dirigieron a donde estaba Les, y luego a Kelli.
—¿Disculpa? —replicó ella—. No pienso...
46
—Sí —le interrumpió Les. Él asintió de una manera exagerada—. Es
bastante evidente. No piensas.
Sus manos se apretaron contra sus caderas.
—He tenido suficiente...
—¿Qué? ¿Me echarás de tu programa? —Él agitó la mano en dirección a
ella, como para despedirla—. Hazlo.
—Y, ¿desde cuándo crees que lo que pienses es jodidamente importante? —
Ella lo miró por encima del hombro—. Desde nunca.
—Me importa una mierda, si mi voz importa o no, igual lo voy a decir —
dijo—. Supéralo.
Realmente estaba empezando a gustarme Les. Mi hermano mayor, Lance,
se parecía mucho a él. Nunca aceptaba mierda de nadie, e independientemente
del potencial de repercusión, siempre decía lo que pensaba. Decía que hacerlo le
permitía vivir con la conciencia limpia.
—¡Qué te jodan! —siseó ella.
—Uno grueso en tu trasero tenso podría cambiar tu actitud, pero no lo vas
a obtener de mí —dijo Les con una risa—. Tal vez puedas conseguir que el chico
de Nebraska lo haga. Parecía que colgaba como una mula.
Santa mierda.
—Imbécil. —Miró a Les, y luego me miró a mí—. ¿Qué? —aulló ella—.
¿Tienes algo más que decir?
Lo hice en un momento dado, pero después de los comentarios de Les,
estaba bastante satisfecha con lo que se dijo. La miré de arriba abajo, luego me
di la vuelta.
—He terminado.
—¿Terminado qué?
—Terminado de hablar de esta mierda —le dije por encima del hombro.
—Cuando se trata de hacer que este segmento valga la pena ser visto,
ustedes dos no están haciendo mucho. Quiero más de ustedes dos —dijo—.
Necesito más. Mucho más.
Arrugué la nariz.
—¿Más?
—Sí. Más. Ustedes dos son aburridos.
Inhalé una respiración lenta, trabé ojos con ella y apreté la mandíbula. No
estaba dispuesta a darle una escena de sexo gratuita, y sentí que eso era lo que
estaba pidiendo.
47 —Obtendrás lo que tienes —dijo Les—. No voy a hacer una maldita
escena.
Gracias.
No podría haber estado más de acuerdo. Miré a Les y luego asentí de
acuerdo. Lo que había hecho con Rhett no iba a volver a suceder, con nadie.
Que ella indicara que quería más quería decir que quería más sexo.
Les se aclaró la garganta. Usando sus vaqueros oscuros, una camiseta sin
mangas y botas, se puso de pie y miró fijamente. Sus brazos tatuados estaban
tensos, haciendo su mirada aún más intimidante. Mantuvo sus ojos fijos en Kelli,
aparentemente esperando que ella apartara la mirada.
No tomó mucho tiempo.
Bobby se paró justo detrás de él, filmando toda la debacle.
Me reí al pensar que él armara un segmento de treinta minutos de Kelli
siendo una perra. Fragmentos de ella maldiciendo y agitando los brazos, con las
palabras mierda e imbécil en continuo bucle.
Después de todo, esas palabras parecían ser dos de sus favoritas.
—Tú, maldito imbécil —dijo entre dientes.
Buen. Ejemplo.
—Puede que sea un imbécil, pero soy un imbécil real. Es un reality show,
¿verdad? ¿No se supone que sea real?
Respiró hondo y miró más allá de Les, a Bobby. Después de una breve
mirada fulminante, le espetó:
—¿Alguna vez dejas de filmar? Apaga esa cosa abandonada de Dios.
Él bajó la cámara.
Les me miró y sonrió. Yo le sonreí en respuesta. Parecía que Kelli nos
molestaba a los dos por igual. Admiraba el hecho de que él podía hacerle frente
y decir exactamente lo que sentía sin endulzarlo. En el pasado, había sido más
capaz de decir lo que pensaba, pero hacerlo con Kelli no era fácil.
—Ustedes tres hacen que me duela la cabeza. —Agarró su bolso y se dio la
vuelta.
—Y, tú todavía haces que me piquen los huevos —dijo Les.
—Si las cosas no cambian en un día o dos —dijo por encima del hombro—
. Yo misma haré algunos cambios.
—¿Como qué? —pregunté.
Me miró, se volvió hacia la puerta y la abrió.
—Pruébame —dijo ella—, y seguro que lo averiguarás.
48 Cuando cerró la puerta detrás de ella, decidí que realmente no me gustaba.
En absoluto.
CAPÍTULO DIEZ

E
nojada con Kelli y con lo que ella representaba, había pasado buena
parte de la tarde escondida y la porción más reciente durmiendo.
Después de la siesta de la tarde, me di cuenta de que si iba a llegar
hasta el final del programa, tendría que encontrar una manera de evitar que ella
y su actitud me irritaran.
Ahora, vagando por la casa en busca de Les, esperaba poder convencerlo
de ir a dar un paseo en la motocicleta, o tal vez tomar una copa o tres, para
olvidarme de Kelli y su actitud de mierda.
—¿Has visto a Les?
Bobby se encogió de hombros.
—No lo he visto desde hace un par de horas.
Bostecé y le lancé una mirada inocente.
—Me acabo de despertar. Llamé a su puerta y comprobé la piscina —dije—
. Y su motocicleta está en el garaje.
—Tal vez se fue a dar un paseo.
49 —¿Con esas botas? —Arrugué la nariz—. Lo dudo.
—No lo sé. Estaba hablando con Randy hace unas horas, y no lo he visto
desde entonces.
—¿Quién es Randy?
—Es el técnico.
—¿Qué es eso?
—Electricista. Es como los llamamos.
—Oh.
—Su moto todavía está aquí —le dije—. Así que al menos no se enojara y
se ira.
—No a menos que consiguiera que alguien lo llevara a algún lado.
—No viaja en autos, ¿recuerdas?
Él puso los ojos en blanco.
—Oh. Sí.
—Si lo ves…
—Le diré que lo estás buscando.
La casa en la que estábamos era enorme y tenía muchas habitaciones que
no estábamos usando. Dos de las salas de arriba era utilizadas para la
producción; alojando al personal, su equipo y gran parte del cableado eléctrico,
interruptores y equipo de sonido. Aunque no había buscado a Les en esa área en
particular, no sentía la necesidad de hacerlo.
Después de recorrer la casa una vez más y no encontrar ninguna pista sobre
dónde estaba, me di cuenta de que preguntar al equipo de producción era la
única opción que me quedaba.
Subí las escaleras, recorrí el pasillo y caminé hacia la puerta. Más allá de las
paredes, oí al menos a dos hombres susurrando y riendo. Presioné mi oreja
contra la puerta.
—Santa mierda. Ahora eso es chupar una polla. Jesús. Hasta las bolas. Mira
eso —dijo uno de ellos.
—A eso lo llamo follar una cara —dijo el otro—. Tenía a una chica en la
universidad que podía tomar una polla en su garganta así.
—No puedo creer...
Medio enfurecida de que estuvieran sentados en su pequeña sala de
producción viendo imágenes antiguas mías chupando la polla de Rhett, y medio
molesta por habérsela chupado en primer lugar, presioné mi hombro contra la
50 puerta y la abrí.
Tres hombres, dos que estaban sentados y uno que estaba de pie, todos me
lanzaron una mirada sorprendida al mismo tiempo.
El escritorio improvisado detrás de ellos estaba cubierto de equipos de
sonido, cables e interruptores. Por encima de todo eso había varios monitores.
En uno de ellos, para mi sorpresa, Les estaba parado con sus pantalones
alrededor de los tobillos y su camisa en el piso a su lado. Absorto en la mamada
que estaba recibiendo, tenía la espalda arqueada, los ojos cerrados y la polla se
deslizaba de un lado a otro por los labios de la persona sobre sus respectivas
rodillas delante de él.
En completo conmocionada, me quedé mirando la pantalla.
No fue más fácil de ver. Simplemente no podía creer lo que veía. Ni en un
millón de años, hubiera imaginado que estaría haciendo lo que estaba haciendo
con quien lo estaba haciendo. Me sentí traicionada.
Más o menos.
Tal vez inferior era una descripción más precisa.
Les comenzó a mover sus caderas salvajemente, forzando su polla más y
más profundamente. Abrió los ojos y miró hacia abajo.
—Chupa esa polla, perra sumisa —gruñó.
Me quedé mirando la pantalla con incredulidad.
Santa mierda. Esa es una mamada muy buena.
Sí. Me sentí inferior.
Cambié mi atención de la pantalla a los tres hombres. Con los ojos bien
abiertos y la boca abierta, me devolvieron la mirada durante una fracción de
segundo.
—Apaga la pantalla siete —dijo el que estaba de pie.
—Déjala encendida —le dije.
—Apágala —repitió.
—Déjala encendida. —Cerré la puerta detrás de mí—. Quiero ver.
—¿En serio? —preguntó el más cercano a la puerta.
—Sí. —Señalé hacia la pantalla y pasé entre los dos hombres que estaban
sentados—. Déjala encendida.
—¿De verdad quieres verlo?
Me encogí de hombros.
—Mientras él está haciendo esto, yo no tengo nada mejor que hacer.
Me sentí culpable por un segundo, pero solo un segundo muy corto.
51 Después de todo, era un escenario para un reality show, y que Les pensara por
un minuto que el equipo de filmación no estaba observando todas y cada una de
las habitaciones sería una tontería.
Y, lo que estaba viendo era una gran dosis de realidad.
Fijé mis ojos en la pantalla. Les liberó su polla y comenzó a acariciarla con
la mano.
—Voy a venirme por toda tu cara.
—Oh Dios. Por favor.
—No ahora —dijo Les—. Solo después de follar ese apretado y pequeño
trasero tuyo. Inclínate sobre la cama, perra.
—¿Finalmente me lo vas a dar?
—Te dije antes que me iba a follar ese trasero, y ahora voy a hacerlo.
Mientras ella duerme.
La gruesa polla de Les estaba tan dura como una roca. Apretada con fuerza
en su puño, se veía impresionante, y de unos veinte centímetros de largo.
Miré mi muñeca, y luego de vuelta a la pantalla.
Les tenía una polla muy bonita.
—Entonces, ¿no lo sabías? —preguntó el hombre de mi izquierda.
Con los ojos aún pegados a la pantalla, negué con la cabeza.
—No tenía ni idea.
—¿Nada? —preguntó el hombre detrás de mí—. Quiero decir; ¿ni siquiera
te lo preguntabas?
—Ni idea.
A pesar de que me sentía un poco culpable por eso, estaba realmente
excitada por observar. Incómodamente húmeda, caliente, y aún sintiéndome
ligeramente inferior, observé cómo Les deslizaba un condón sobre su polla
palpitante y comenzaba a ladrar órdenes.
—Abre ese culo, perra.
El cumplimiento llegó rápidamente.
Sin mucho aviso, Les comenzó a meterse en el culo apretado que
aparentemente había estado deseando follar desde el día que llegó.
—Querido Dios. Le va a destrozar el culo al técnico —susurró el hombre
detrás de mí—. Cuelga como una mula.
Gemidos ahogados llenaron la sala de producción. Les colocó las manos en
la cintura como si estuviera posando para una escena en una película porno, y
luego comenzó a mover sus caderas de un lado a otro rítmicamente. Desde la
52 punta perfectamente formada de su gruesa polla hasta sus pelotas afeitadas, se
aseguró de utilizar cada centímetro de su virilidad.
No pude apartar mis ojos de la acción. Mientras Les seguía siendo dueño
del culo que estaba follando, crucé mis piernas y miré la pantalla.
—Tómalo todo, puta —gruñó Les.
—Puta —dijo el hombre a mi izquierda con una risa—. Me gusta eso.
Les continuó como un hombre verdaderamente poseído. Parecía que estaba
lejos de terminar, y por mucho que quisiera ver hasta el clímax, necesitaba un
poco de alivio.
—Está bien. —Me aparté de la mesa de trabajo—. Me voy de aquí. Pero la
próxima vez que esto suceda, será mejor que alguien venga a buscarme.
—¿En serio?
—Completamente en serio.
El hombre que estaba de pie se encogió de hombros.
—Está bien.
Todavía ligeramente sorprendida, pero tan excitada que no podía pasar
otro momento sin complacerme a mí misma, me volví hacia la puerta a
regañadientes y salí de la habitación en silencio.
CAPÍTULO ONCE

F
ranky me miró con la boca y los ojos muy abiertos.
—Jodidamente increíble.
Tomé un trago de mi margarita y asentí.
—No podría estar más de acuerdo.
—¿Y tú no tenías idea?
—Ninguna.
Mi respuesta fue rápida. Ni siquiera tuve que pensar en ello.
—¿Ninguna indicación? ¿Ni una pista?
Negué con la cabeza.
—Ni una.
—Apuesto a que si lo conociera lo hubiera sabido.
Fruncí la nariz.
—¿Cómo?
53 —Los chicos pueden sentir esa mierda.
—Sí, claro.
—Podemos.
—Bueno, por lo que podía decir parecía que nadie sabía. Estoy segura que
Kelli no lo sabía, y ella lo entrevistó.
—Parece que tampoco era la primera vez para Randy —dijo.
—Uhhm, no. Definitivamente no era el primero. —Tosí una carcajada—. Él
podría dirigir una clase sobre cómo chupar pollas. Ese tipo se lo estaba tragando
sin atragantarse ni un poco.
—El rey de la garganta profunda —dijo con una risa—. O reina. —Él
arqueó una ceja—. ¿Cuál sería?
—Rey, creo. Quiero decir, él todavía es hombre.
—Pero dijiste que Les lo estaba llamando perra. Tal vez sea una chica en la
piel de un hombre.
Moví las cejas mientras tomaba otro sorbo.
—Tal vez —dije mientras bajaba mi vaso—. Tal vez es transgénero.
Realmente no importa. Todo lo que digo es que él es realmente bueno
chupando pollas. Pollas grandes.
—Es un poco irónico, ¿no?
—¿Qué parte?
—Bueno —dijo—. Les, el gran motorista malo cubierto de tatuajes, que
monta una Harley, discute con la productora a diario, tiene una polla como una
mula, y está en un reality show con una mujer de la que se supone que se está
enamorando. —Hizo una pausa y amplió sus ojos—. Y, es gay. La ironía en su
máxima expresión.
Me encogí de hombros.
—Sí, supongo que sí.
—Y Kelli dijo que si ustedes dos no lo condimentan, lo van a lamentar. —Él
se rio entre dientes—. Eso no va a suceder.
Me opuse a su comentario.
—Ella no dijo que lo condimentáramos.
—Bueno —dijo—. Parece que eso es lo que quería decir.
Terminé mi bebida y luego suspiré.
—Ella es una perra.
—Entonces, ¿no le has dicho nada a Les desde anoche?

54 No vi ningún valor en decirle a Franky que me masturbé consiguiendo tres


orgasmos alucinantes ante la idea de Les follándose la cara de Randy y luego
follándole el culo. No pude evitar preguntarme si mis deseos sexuales estaban
ligeramente descentrados, pero observar a los dos hombres teniendo sexo fue
muy excitante para mí.
Negué con la cabeza.
—Estaba cansada, así que volví a mi habitación y me fui a dormir.
—¿Y luego te fuiste esta mañana sin decir nada?
Lamí el borde de mi vaso vacío y deseé tener tiempo para otro.
—Estaba ajustando el carburador de su moto o algo así. Así que,
simplemente me escapé.
—Pero, ¿vas a decirle? ¿Que estuviste viendo? ¿Cierto?
Lo había pensado un poco, pero no podía decidir qué hacer. Me
preguntaba si él pensaría que mirarlo era espeluznante, y decidí que
probablemente lo haría. Sin embargo, si fuera al revés, estaba bastante segura de
que él me vería chupar la polla de alguien si tuviera la oportunidad.
—No lo sé.
Se echó a reír, y la risa se convirtió en una tos. Mientras recuperaba el
aliento, continuó.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
—No lo sé.
—¿Solo vas a actuar como si no lo supieras? —Me lanzó una mirada—.
Pero sí lo sabes, y eso cambia las cosas, ¿no es así?
—Sí, supongo.
—¿Supones?
Asentí.
—Sí.
—A él no le gustan las chicas, Lou. Se siente atraído por los hombres. Eso es
una diferencia tan grande como puede ser.
Miré más allá de él, a la hilera de botellas colocadas cuidadosamente de
lado a lado en el estante. En realidad, no quería decirle nada a Les, quería seguir
viéndolo follar a Randy cada vez que sintiera el deseo y complacerme a mí
misma al pensar en ello.
Sin embargo, de manera realista, eso no iba a suceder.
—Le diré algo —le dije—. Solo necesito decidir cuándo, y qué, va a ser.
—La verdad siempre parece funcionar mejor.

55 Él tenía razón. La verdad parecía funcionar siempre mejor.


Simplemente necesitaba encontrar una manera de decirla sin sonar como
un bicho raro.
CAPÍTULO DOCE

D
espués de regresar del bar, decidí tumbarme al sol y relajarme.
Evitar cualquier confrontación con Les era una segunda naturaleza
para mí, y aunque me daba cuenta de que no podía hacerlo para
siempre, estaba disfrutándolo por el momento.
Después de unos minutos, y mucho antes de que estuviera lista para hablar,
Les se unió a mí en la piscina. Con sus vaqueros, sin zapatos y sin camisa, se sentó
en la silla a mi lado. Después de reconocer su presencia, miré hacia el horizonte.
Sabía que tenía que decir algo, pero no sabía qué.
O cómo.
—Has estado muy callada hoy —dijo.
—Estabas trabajando en tu moto.
—¿Dónde fuiste?
Me preguntaba si debería decirle la verdad o inventar algo. Consideré
decirle una mentira a medias por un momento, y luego lo que Franky dijo me
vino a la mente.
56 La verdad siempre parece funcionar mejor.
Giré para mirarlo.
—Estaba en un bar.
Me miró con incredulidad.
—¿A las 10:30 de la mañana?
Asentí.
—Es mi escape de todo esto.
Sonrió.
—¿El camarero es sexy?
Mi boca se curvó en una sonrisa.
—Más o menos. ¿Cómo lo supiste?
Se rio.
—Si fueras alcohólica, tendrías una botella en tu habitación. No necesitarías
ir al bar a las 10:00 de la mañana, eso es seguro. Y, te inventarías cualquier
excusa del mundo para beber durante el día. Pero no lo haces. Entonces, vas por
otras razones. Es lo único que tiene sentido.
Me di la vuelta y me centré de nuevo en el horizonte. Me sentía como un
niño que había sido atrapado escondiendo cigarrillos detrás del establo.
—Él es realmente agradable.
—¿Cuál es su nombre?
—Franky.
—¿Frank o Franky?
—Franky.
—¿Nombre de pila?
Asentí.
—Sí.
—Me gusta.
Sonreí.
—A mí también.
Después de unos segundos de silencio, dejé escapar un suspiro.
—Si estuvieras pasando junto a la sala de producción, y escucharas a un
grupo de muchachos reírse, y luego, digamos que abrirías la puerta para ver de
qué se trataba la conmoción. Entonces, digamos que cuando lo hicieras vieras
57 que estoy en uno de los monitores chupando la polla de un chico. —Lo miré
directamente—. ¿Te quedarías a mirar?
—Diablos, sí, lo haría.
—¿De verdad?
—¿Por qué no?
Me incorporé y me encogí de hombros.
—No lo sé. ¿No sería un poco espeluznante?
—Para mí no. Creo que las personas que se sienten cómodas con su
sexualidad son más abiertas cuando se trata de sexo. Las personas que no lo son,
no lo son. Yo lo estoy, así que lo soy. Sí, me gustaría ver.
Asentí, luego le lancé una sonrisa. No sabía a dónde iba a llevar la
conversación con seguridad, pero me di cuenta de que de alguna manera tenía
que decirle lo que vi. No necesitaba respuestas necesariamente, simplemente
quería que él supiera que lo sabía. Desde allí sentí que podíamos resolver
cualquier indiferencia.
Se cruzó de brazos y sonrió.
—¿Viste algo en la sala de producción?
Asentí.
—¿Qué fue?
Rápidamente me sentí incómoda, aunque parecía estar de acuerdo con lo
que había hecho, tanto que no podía dejar de sonreír.
—Yo uhhm. —Mi garganta se apretó. Luché por tragar, y luego continué—
: Te estaba buscando anoche y subí las escaleras. Caminé junto a la sala de
producción, y todos los chicos estaban hablando y esas cosas. Así que abrí la
puerta para preguntarles si sabían dónde estabas.
Sus ojos se ensancharon.
—¿Y?
—Estabas... —Hice una pausa e inhalé un largo suspiro—. Randy te estaba
chupando la polla.
Su sonrisa se desvaneció, pero su rostro no se volvió solemne.
—¿Qué pensaste cuando viste eso?
Era más fácil de responder de lo que hubiera imaginado.
—Al principio me sorprendió.
—¿Y luego qué?
Solté una risa ligera.

58 —¿En serio?
Él asintió.
—Sí, en serio. Quiero saber.
—Pensé que era ardiente.
Él sonrió de nuevo.
—¿De verdad?
—Sí, de verdad.
—¿Cuánto viste?
—Miré casi hasta el final. Al menos creo que era el final.
Se frotó el crecimiento de su barba.
—¿Y entonces qué pasó?
No estaba tan avergonzada como pensaba que debería estarlo. Tal vez fue
su falta de preocupación lo que me hizo sentir demasiado cómoda.
—Fui a mi habitación y me masturbé.
—¿No jodas?
—Es verdad.
—Vaya. ¿Dos tipos teniendo sexo no te molestaron?
—No. ¿Por qué lo harían?
—No es de sorprender que haya una gran parte de la población que
considera que la homosexualidad es repulsiva.
—No soy uno de ellos —le dije—. Me enseñaron que todos somos iguales.
—Es bueno saberlo. —Pateó sus piernas sobre el lado de la tumbona, y
luego se giró para mirarme—. Entonces, ¿qué piensas realmente?
—¿Qué quieres decir?
—Tuvo que ser una conmoción.
—Lo fue —estuve de acuerdo—. Una grande.
—¿Y estás bien con eso?
—¿Por qué no lo estaría? No es algo con lo que pueda discutir. Es como
que el cielo fuera azul o el agua moje. Es así como son las cosas.
—¿Entonces no crees que sea una decisión que tomé? —preguntó—. ¿Ser
gay?
Me encogí de hombros.
—No lo creo, no.
—No lo es. —Él negó con la cabeza—. Lo supe cuando tenía unos seis
59 años. Seis o siete.
Encontré interesante eso.
—¿Seis o siete? ¿No es broma?
—Creo que sí. Supongo que realmente no lo sabía, pero sentía que lo
hacía. Cuando tenía doce años tuve mi primera experiencia sexual.
Tiré mis piernas sobre el lado de la silla.
—¿De verdad?
—Chuck Bleckley. Jugábamos al baloncesto. Nuestro entrenador lo sabía, o
al menos creo que lo hacía. Él era homofóbico. El tipo no diría nada aunque
sintiera que tenía que hacerlo. Al menos no en nuestras caras.
—¿Qué le pasó a Chuck?
—Se mudó ese verano. Creo que sus padres pensaban que yo una mala
influencia.
—¿Lo eras?
—No realmente.
—¿Lo sabían tus padres?
—¿Sobre Chuck?
—Sí. Pero realmente me refería a eso en general. Ya sabes, sobre que eres
gay.
—Ellos no sabían sobre Chuck, no. Al menos no entonces. Pero cuando yo
estaba en la escuela secundaria, lo sabían.
—¿Lo sabían? ¿Así como, sabían, sabían? ¿Lo discutieron?
—Sí, lo sabían. Y sí, lo discutimos. Ellos lo aceptaron, y me aceptaron. Con
entusiasmo.
Estaba fascinada.
—Eso es genial.
—Tan asombroso como ser un marginado puede ser, supongo.
—¿Un marginado? Si lo aceptaron...
—Ellos lo hicieron. Eso no dice nada del resto del mundo. La mayoría de la
gente no puede aceptarlo. No pueden o no quieren, no sé cuál de las dos.
—Lo siento.
—¿Por qué?
—Por la gente de mentalidad simple, supongo.
Se encogió de hombros.
60 —Yo también.
Me quedé allí por un momento y lo miré. El comentario de Franky sobre la
ironía me vino a la mente.
—Entonces, ¿por qué hacer el programa? Si no tienes ningún interés en mí.
—Tengo interés en ti. —Su boca se torció en una sonrisa—. No
sexualmente, pero creo que eres muy divertida.
Sonreí.
—Yo también creo que eres divertido.
—Supongo. —Se aclaró la garganta—. Para ser sincero, lo hice por mi
carrera. Realmente me gusta lo de modelar, y pensé que tal vez alguien me
notaría. Tal vez me gustaría trabajar más con eso.
—Tal vez lo harás.
Se puso de pie, y luego tomó mi mano.
—No es en absoluto lo que pensé que sería.
—Yo tampoco —dije mientras me levantaba.
La lente de la cámara detrás de Les llamó mi atención. Me di cuenta de que
Bobby había filmado toda nuestra conversación. Aunque al principio la cámara
me llamó la atención, llegué a un punto en el que me acostumbré a ella. O ya no
me importaba. De cualquier manera, rara vez la notaba. Me preguntaba cuánto
de nuestra conversación utilizarían en el programa, si es que lo harían.
Me incliné más cerca.
—Nos ha estado filmando todo el tiempo —le susurré.
Miró por encima del hombro y se encogió de hombros.
—No me importa.
—¿Y si Kelli lo pone en el programa?
—No importa —dijo—. Lo he estado ocultando de todos, excepto de mis
padres toda mi vida. Tal vez es hora de que salga.
—Quizás por eso estás aquí.
Él se rio.
—Tal vez.
Me vino un pensamiento y, junto con él, una oleada de emoción cómica.
Una epifanía, de algún tipo.
—¿Kelli sabe que Randy es gay? ¿Lo dijo?
—Sí —dijo con una risa—. Ella lo sabe.
—¿Qué es gracioso?
61 Él puso los ojos en blanco.
—Dijo que a ella le resulta asqueroso.
—Perfecto —le dije—. Tengo una idea. Si tú y Randy están dispuestos a
hacerlo, podría ser divertido.
Miró por encima del hombro, asintió a Bobby y luego me miró.
—Si estás pensando lo que yo estoy pensando, creo que me gusta.
CAPÍTULO TRECE

R
andy era abiertamente gay, y no solo se sentía cómodo con que
cualquiera lo supiera, sino que estaba extremadamente orgulloso de
su sexualidad. Frotar la nariz de un homofóbico, según él, era un
sueño hecho realidad.
Les era simplemente Les. Era audaz, descarado y provocativo. Aceptar la
sugerencia que hice no vino rápidamente, pero después de que Randy aprobara
mi idea, Les le siguió de inmediato.
Me paré en la esquina del garaje para cuatro autos y traté de ser invisible.
Casi ocultos a la vista de todos los presentes, me sentía como una pervertida. Lo
único que me impidió irme fue saber que había desempeñado un papel
importante en la organización de la escena. Me satisfizo enormemente saber que,
aunque sabía que la escena estaba coreografiada, Kelli no tendría idea.
O al menos esperaba que no lo hiciera.
Vestido con su vestimenta típica de vaqueros, botas y una camiseta sin
mangas, Les abrió la mochila de su motocicleta y sacó el kit de herramientas.
Mientras intentaba sacar las herramientas de la bolsa de cuero, Randy caminaba
62 a su lado con indiferencia.
Llevando pantalones caqui, una camiseta negra ajustada y zapatillas de
deporte, Randy se veía lindo. Su cinturón de herramientas de cuero colgaba en
su cadera, y descontaba un poco su apariencia juvenil. Su atuendo, y el par de
alicates que tenía en la mano, lo hacían parecer un obrero de la construcción, lo
que me pareció atractivo.
Su cuerpo bronceado y atlético del sur de California lo hacía parecer más
propenso a ser modelo que a Les.
La idea de todo esto me estaba poniendo incómodamente caliente.
—¿Pasa algo con la moto? —preguntó Randy.
Les se puso de pie.
—No, solo estoy haciendo algunos ajustes.
—Bonita moto.
Les asintió levemente.
—Gracias.
—Entonces, ¿qué piensas de la chica, Lou?
—Es agradable. —Les movió su atención del juego de herramientas a
Randy—. Ella tiene una gran actitud, y un montón de valor.
—Es linda, también —dijo Randy.
Les se encogió de hombros.
—Sí, es linda.
Randy se volvió para mirar a Les, apoyó los pulgares en el cinturón de
herramientas y lo miró de arriba abajo.
—¿Te sientes fuera de lugar?
Les entrecerró un poco la mirada.
—¿Qué quieres decir?
—No lo sé. Tengo la sensación de que te sentías como...
—Un poco, supongo.
—¿Entonces por qué estás aquí? ¿De verdad?
—Estoy tratando de conseguir otro bolo de modelaje.
Los ojos de Randy se iluminaron.
—¿Eres modelo?
—Tanto como puedo. —Les colocó las herramientas en el asiento de la
63 motocicleta—. Pensé que esto podría hacerme notar.
Randy miró por encima de cada hombro y luego miró a Les a los ojos.
—Entonces, ¿eres…?
Les sonrió.
—Sí, lo soy.
—¿Sabes lo que iba a preguntar?
—Estoy bastante seguro.
Randy estudió a Les por un momento, y luego se encontró con su mirada.
—¿Eres gay?
—Lo soy.
—Vaya. —Él negó con la cabeza, y luego sonrió con una sonrisa
superficial—. Me lo preguntaba. ¿Supongo que también sabías que yo lo era?
Les se rio entre dientes.
—¿Por qué crees que estoy aquí perdiendo el tiempo en el garaje?
—No lo sé, ¿por qué?
—Te vi en el camino y pensé que tal vez hubieras entrado aquí.
Randy enarcó una ceja.
—¿Y si lo hice?
Bobby se movió hacia la esquina opuesta a mí, mientras mantenía la
cámara enfocada en Les.
Les rodeó a Randy, caminó hacia la pared opuesta y presionó el botón para
cerrar la puerta del garaje. Luego se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia
Randy. Mientras la puerta del garaje se cerraba lentamente, él continuó
acercándose con confianza, y los ojos de Randy lo seguían ansiosamente.
Mientras caminaba a su alrededor, vaciló, casi rozando su pecho contra él
mientras pasaba.
Un suspiro escapó de los labios de Randy. Coreografiado, o no, podrías
cortar la tensión sexual con un cuchillo.
Oh, Dios mío. Esto es tan bueno.
De pie justo delante de él, Les se volvió hacia Randy. Después de un breve
estudio, levantó la mano hacia la mejilla de Randy. Sin previo aviso, ni una
palabra hablada, los dos hombres se abrazaron en un beso.
Un beso muy, muy candente.
Nunca hubiera pensado que ver a dos hombres fuera tan excitante. Pero lo
era. Les torció el cuerpo mientras se besaban, bajó a Randy al asiento de la
64 motocicleta y rompió el abrazo. Ahora sentado en la motocicleta de lado y
frente a Les, Randy lo miraba con ojos llenos de deseo.
Con los ojos fijos en Randy, Les desabrochó su cinturón y se bajó la
cremallera. Su polla gruesa saltó libre de sus confines de mezclilla, y los ojos de
Randy cayeron sobre ella tan pronto como lo hizo. Los alicates que aún sostenía
cayeron al suelo.
Con cautela, alcanzó la polla de Les, pareciendo estar buscando su
aprobación mientras lo hacía. El consentimiento de Les fue evidente mientras
guiaba su palpitante vara hacia la boca dispuesta de Randy.
Oh Dios mío.
Ser testigo de todo en persona era mucho mejor que verlo en el monitor.
Cuando Randy tomó lentamente la polla de Les en su garganta, mi cara se
sonrojó y mi coño comenzó a hormiguear incontrolablemente.
Miré a Bobby y luego a la acción. Las caderas de Les giraron mientras
trabajaba su polla dentro y fuera de la muy talentosa boca de Randy. Después de
unos cuantos embistes profundos hasta las bolas, Randy se echó hacia atrás,
liberó su boca y sonrió una sonrisa maliciosa.
Les bajó la mirada y le devolvió la sonrisa.
Randy metió la cara entre los muslos de Les y envolvió sus labios con
cuidado alrededor de las bolas afeitadas de Les. Mientras chupaba el escroto,
lentamente acarició su brillante polla con su mano libre.
En clara apreciación, Les cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.
Randy continuó lamiendo y chupando las bolas de Les con una gracia
simple que comencé a desear tener. No solo parecía que le encantaba hacerlo,
sino que era indiscutible que a Les le encantaba por igual.
Diez minutos de observar a los hombres, y mi vagina se sentía como si
estuviera en llamas. Chupar y acariciar la polla de Les rápidamente resultó ser
demasiado para mí. Aunque consideré correr a mi habitación y meterme los
dedos con frenesí, no pude alejarme de la oportunidad única en la vida de ver a
los dos hombres ir por ello en el garaje.
La respiración de Les comenzó a ser irregular, y parecía que estaba a un par
de caricias del clímax. El ritmo de Randy de acariciar la polla de Les continuó
mientras lamía y chupaba las bolas con cuidado.
Les abrió los ojos y miró hacia abajo.
Inhaló un aliento entrecortado.
No, no te vengas. Quiero más.
Por favor.
65
Me dolía el coño.
Les puso la mano en la frente de Randy, sugiriendo, supongo, que Randy
aceptará el ofrecimiento de su corrida. Randy obedeció, liberando las bolas de
Les de su boca. Abarcó la punta de la polla con sus labios, luego la tragó por
completo, dos veces. Después de liberar su boca, comenzó a acariciarla con
pasión, mientras apuntaba la punta hacia su boca abierta.
Era demasiado para Les. Y, para mí, para el caso. Les hizo erupción en la
boca de Randy, disparando tres grandes corrientes de semen mientras gritaba su
placer en el garaje.
En un intento por ponerme cómoda, torcí mis caderas de un lado a otro,
con la esperanza de encontrar una posición que me hiciera sentir...
Menos cachonda.
Nada ayudó.
Cuando Randy lamió la punta de la polla de Les, me volví hacia Bobby y
rápidamente corrí hacia él.
—¿Estás bien? —susurró.
Lo rodeé y abrí la puerta que daba a la casa.
—Tengo que ocuparme de algo.
Nuestro plan de darle a Kelli algo completamente inesperado me dejó con
un deseo sexual reprimido diferente a todo lo que alguna vez había sentido.
No tenía idea de a dónde iría el espectáculo desde aquí, pero donde sea
que fuera, nunca coincidiría con lo que sucedió en el garaje ese día.
O eso pensé.

66
CAPÍTULO CATORCE

Q
uería que Les conociera a Franky, pero hacerlo no fue fácil. Fui al
bar con el conductor y dejé a Les en casa trabajando en su moto.
Después de que nos fuéramos, Les se subió a la motocicleta, fue al
bar y estacionó en el callejón.
No era algo que normalmente hubiera hecho con ninguno de los hombres
del programa, pero considerando el hecho de que Les era gay, y no una
amenaza para mi relación con Franky, de alguna manera parecía apropiado.
Franky me miró con ojos desorbitados. Después de un largo estudio, miró a
Les.
Les meneó las cejas. Los ojos de Franky se dispararon hacia mí.
—¿No estás bromeando?
—Ni un poco —le dije.
—¿Justo allí en el garaje? ¿Filmado?
—Sí.
—Eso es una locura —dijo con una risa—. La buena clase de locura.
67
Alternaba miradas entre nosotros.
—¿Y luego qué?
—Justo después, tuve que correr a mi habitación. Fue demasiado para mí.
—¿Se dijo algo al respecto?
Negué con la cabeza.
—Kelli no lo ha visto todavía.
—Parece que hubiera sido demasiado para cualquiera. ¿Conseguir una
mamada en el garaje mientras dos personas miraban, una de las cuales estaba
filmando? —Franky se apartó del bar y se echó a reír—. Demonios,
probablemente yo también habría corrido a mi habitación.
Apretó el puño y lo sostuvo con el brazo extendido, delante de Les.
Les golpeó el puño contra el de Franky.
—Tienes muchas agallas, hombre —dijo Franky.
—Tenía que salir en algún momento. No hay mejor lugar que la televisión
nacional.
—Espero que funcione a tu favor —dijo Franky.
Se volvió hacia el bar.
—Cualquiera que reciba una mamada en un reality show califica para una
bebida gratis. ¿Qué tomas?
—Cerveza.
—Nómbrala —dijo Franky sobre su hombro.
—Corona.
—¿Lima?
—Por favor.
Franky asintió mientras le daba a Les la cerveza.
—De aspecto duro, cubierto de tatuajes, y educado. Lindo combo. Eres
bueno según mi libro.
Les levantó la botella.
—Lou habla muy bien de ti, por lo que también eres bueno en el mío.
—Entonces, ¿ella te habló de mí? ¿Franky el hombre de las margaritas?
—Ella dijo que venía aquí con regularidad. —Él me miró, y luego de nuevo
a Franky—. Crees que eres sexy.
—Uhhm. Estoy justo aquí —me quejé.
—Yo también creo que soy sexy —dijo Franky con una sonrisa.
68 Puse los ojos en blanco y tomé un trago de mi margarita. Llevar a Les al bar
me hizo sentir como si fuera sincera sobre mi extraña relación con Franky,
mientras fortalecía mi amistad con Les.
—Yo también creo que eres sexy, pero no de una manera gay —dijo Les.
—Gracias —dijo Franky con una inclinación de cabeza.
Los pensamientos de Franky y Les enredados en un sesenta y nueve con sus
bocas llenas de la polla del otro mientras los observaba chuparse hasta el final
llenaron mi mente. Tomé otro trago y aparté la imagen, o al menos lo intenté.
Nunca había visto porno gay antes de ser testigo de Les y Randy la primera
vez, y aunque técnicamente no era porno, era lo suficientemente cerca para mí.
Si me obligaran a especular antes de exponerme a la hazaña hombre-hombre,
habría adivinado que no lo habría disfrutado tanto como lo hice.
Pero estaba equivocada.
Cuando los dos se sentaron y hablaron, mi mente se alejó. Unos minutos
más tarde, mi vaso de margarita estaba vacío, mi vagina era un desastre
húmedo, y me preguntaba qué era lo que me excitaba tanto de ver a dos
hombres juntos.
Ciertamente no era hacer el amor.
Tampoco era la motivación de una relación.
Tal vez era la pasión desenfrenada.
Honestamente, no era nada más que dos personas disfrutando del estímulo
sexual del momento. El mejor tipo, en lo que a mí respecta. Bueno, siempre y
cuando no fuera con un antiguo Navy SEAL que era un imbécil de la pizza.
Miré a Franky. Él y Les hablaban como dos niñas de dieciséis años,
compartiendo una historia sobre cómo Franky solía montar su moto sucia hacia
la casa de su tío.
Al principio no se me cruzó por la cabeza, pero después de verlos reír y
compartir sus experiencias, me reconfortó que Franky no fuera un homofóbico.
El hecho de que le diera la bienvenida a Les con los brazos abiertos, por así
decirlo, me dejó aceptarlo en mi corazón solo un poco más.
Tal vez la poca esperanza que tenía para Les había desaparecido cuando
descubrí que era gay, no lo sé.
De cualquier manera, Les se estaba convirtiendo rápidamente en alguien
que sabía que disfrutaría como amigo. ¿Y Franky?
Franky era Franky.
Y, cuanto más lo conocía, más me gustaba.

69 —Estás bromeando —se quejó Franky. Se apartó de la barra, se apartó el


cabello de los ojos y miró a Les.
Con cara de piedra, Les le devolvió la mirada.
—De ninguna manera.
—Fuera de aquí.
Les levantó una mano en el aire.
—Lo juro por Dios.
—¿Puedo decirle a ella?
Les se encogió de hombros.
—Por supuesto.
—Así que escucha esto: Este loco de mierda puso una serpiente de cascabel
en el asiento del auto de su maestro. ¿Cuándo fue? ¿En septiembre?
Les asintió.
Franky continuó.
—El maestro nunca dijo nada al respecto, por lo que Les aquí se olvida de
ello. Unos ocho meses después, en la primavera, el maestro no se presenta a la
escuela. El director entra y le dice a la clase que el maestro fue mordido por una
serpiente de cascabel y que no esperaban que sobreviviera. Después de un par de
semanas, el profesor regresó...
—Eso está bien —le dije.
Sus ojos se ensancharon.
—Usando una maldita prótesis.
Mis ojos se dispararon a Les.
—¿Qué?
Les se encogió de hombros.
—Era un imbécil.
—Pero espera. —Franky levantó su dedo índice en el aire—. Se pone
mejor. Después de un par de años de caminar por la escuela, la pierna del
maestro se infecta. Su uhhm… su prótesis estaba por debajo de la rodilla. Por lo
tanto, es verano, y no hay escuela. El maestro, que estuvo libre del trabajo
durante el verano, y probablemente borracho, por lo que dice Les, cava la
infección con su navaja de bolsillo.
Él arqueó una ceja juguetonamente.
—Esto no va a terminar bien, ¿verdad? —le pregunté.
Sacudió la cabeza.
70
—La infección empeoró, y se convirtió en gangrena. Finalmente, va al
hospital. Le amputan la pierna hasta el muslo. Con el tiempo, se va a casa. Una
semana después, está muerto por complicaciones asociadas con la gangrena.
—¡Santa mierda! —Jadeé.
—Pre-ci-sa-men-te —dijo Franky.
—¿Cómo puedes vivir contigo mismo? —le pregunté.
—Es fácil —dijo Les—. El karma es una perra.
—Aquí viene la mejor parte —dijo Franky.
Les giró el taburete hasta que me miró.
—Estaba a punto de entregarme, cuando descubrí por el policía local que la
serpiente que lo mordió estaba en su patio trasero, no en su auto.
—¿Pero fue una serpiente de cascabel? —pregunté.
Él asintió.
—Sí.
—Sin embargo, tenía que ser la serpiente de cascabel que pusiste en su auto.
Sacudió la cabeza.
—Nevada está llena de serpientes de cascabel. Están por todas partes. Seis
meses después, ¿y la serpiente estaba en su patio? De ninguna manera fue la que
puse en su auto. Pero, parecía que Dios y yo compartíamos la misma opinión
sobre lo que necesitaba ese imbécil.
—Oh, Dios mío —le dije—. Eso es horrible.
—No —dijo—. Es el karma.
—Entonces, ¿qué hizo este tipo para hacerte enojar lo suficiente como para
hacer que pusieras la serpiente de cascabel en su auto?
Se aclaró la garganta.
—Era un horrible bastardo. Una vez le dijo a una niña que era un cerdo
gordo. Le dijo que necesitaba prescindir de los bocadillos. Luego, le dijo
“sudaca” a uno de los otros estudiantes que era hispano. ¿La última gota, al
menos para mí? Me llamó marica.
—Oh, vaya. —Tragué pesadamente—. Un verdadero imbécil.
Aunque no hubiera justificado el castigo previsto de Les, llamarle marica no
era apropiado para un maestro, ni para nadie. Al principio sentí pena por el
maestro, pero después de pensar en ello, por un momento empecé a reír.
—¿Pasó de horrible a gracioso? —preguntó Franky.

71 —Estaba pensando en lo que dijo Les. No hay forma de que una serpiente
colocada en el auto del tipo en septiembre termine en su patio trasero en la
primavera. Les tenía razón, era una serpiente diferente. Fue el karma. Y, fue su
culpa. Debería haber ido al hospital en lugar de tratar de desenterrar la infección
con un cuchillo de bolsillo. Obtuvo lo que merecía.
—Amén —dijo Les.
—Amén —repitió Franky.
Asentí con la cabeza en acuerdo.
—Amén.
Y, en ese momento, hice una nota mental de no enojar a Les.
CAPÍTULO QUINCE

N
o la habría descrito como enojada, o incluso loca, en realidad. Si
tuviera que elegir una palabra, en función de lo que había visto
hasta ahora, habría sido furiosa. Estaba tan molesta que estaba
escupiendo cuando hablaba.
—Tú —señaló a Bobby—. Tú. —Ella me señaló—. Y, tú. —Señaló a Les—.
Corten con su mierda y metan el trasero en la cocina.
Estábamos en la sala de estar escuchando a Les contar una historia sobre
montar su motocicleta desde Henderson, Nevada hasta Washington, DC, y las
personas que conoció en el camino. Desde mi perspectiva, parecía que él había
cambiado después de que se filmó la escena del garaje.
Estaba más relajado.
—No me des órdenes como si fuera un maldito perro —espetó Les—. Si
quieres algo de mí, pídelo.
Kelli presionó su mano contra su cintura y ladeó la cadera.
—Eres gay. No puedo creerlo. Gay. Un motero gay. No te molestaste en
72 decirme eso, Lesley. Y te hablaré como yo quiera.
Les comenzó a caminar en su dirección.
—Seguro que no lo harás.
—Le metiste la polla en la boca a mi técnico.
Él se rio.
—Su boca dispuesta.
Miré a Kelli, sonreí y me encogí de hombros.
—Pienso que fue ardiente.
—Cállate, Lou —espetó ella—. No pregunté tu opinión y realmente no me
importa lo que pienses.
Les dio dos o tres pasos rápidos hacia Kelli. Mientras ella tropezaba para
intentar escapar de él, retrocedió contra la puerta principal. Ahora encajada
entre ella y Les, sus ojos se ensancharon lentamente cuando él comenzó a mover
su dedo en su cara.
—No vuelvas a hablarle así de nuevo —se enfureció—. Jamás.
Ella se aclaró la garganta.
—Necesitamos que…
—Discúlpate con ella.
Ella dejó escapar un suspiro.
—Necesitamos hablar, yo…
—Discúlpate —gruñó—. Lo digo en serio.
Ella no pudo ocultar el hecho de que estaba asustada. Parecía que intentó
forzar una sonrisa, pero el miedo en sus ojos no se le escapó.
Enderezó su postura y levantó un poco la barbilla.
—¿O qué?
Dio un paso hacia atrás y cruzó los brazos delante de su pecho.
—Haré público que eres la amante de George Leet.
Parecía que había visto un fantasma.
—Ahora, discúlpate —exigió Les.
¡Santa mierda!
George Leet era probablemente el productor de cine más grande de
Hollywood. Estaba casado, tenía varios hijos exitosos y múltiples premios de la
Academia en apoyo por sus esfuerzos. No tenía idea de que Kelli estuviera
involucrada con él, y sospechaba que Randy debía haberle dicho a Les lo que
73 fuera que sabía.
Sus ojos lentamente se convirtieron en rendijas.
—Discúlpate.
Se inclinó hacia un lado, miró más allá de Les e hizo contacto visual
conmigo.
—Lamento haberte dicho que te calles. Ha sido un día difícil.
Le hice un gesto con la cabeza.
—Disculpa aceptada.
Les dio la vuelta y caminó a mi lado. Kelli exhaló el oxígeno que
permanecía en sus pulmones y pareció desinflarse mientras lo hacía. Obviamente
aliviada, alcanzó su bolso y comenzó a caminar hacia la cocina.
—Tenemos que decidir qué vamos a hacer con este segmento —dijo por
encima del hombro—. No puedo hacer nada con lo que sucedió en el garaje. No
es nada más que porno.
Les me miró, sonrió e hizo un gesto hacia ella.
—Veamos lo que tiene que decir.
Entramos juntos en la cocina y Bobby nos siguió. Después de que cada uno
encontramos nuestro lugar, Kelli se sentó en la barra y suspiró. Parecía extraño,
porque aparte de cuando me entrevisté con ella, nunca se sentaba. Ella siempre
entraba, gruñía sus demandas y se iba.
—Solo nos quedan unos días. ¿Cómo voy a...? —Inhaló un largo suspiro,
luego exhaló—. ¿Cómo vamos a hacer que este segmento sea interesante para
los espectadores?
—Que vean la verdad —dije—. Muéstrales la relación que se está
desarrollando entre Les y Randy.
Ella miró a Les, aparentemente esperando una respuesta. Él asintió.
—Seguro que lo encontrarán interesante. Pero, querido Dios. —Me miró y
luego a Bobby—. Esto va a ser un desafío.
—Vino aquí con la esperanza de continuar su carrera como modelo —le
dije—. Que sepan eso. Y luego déjalos ver lo que pasa con él y Randy.
—Dame un minuto. —Ella suspiró y luego miró hacia el piso por un
tiempo. Pareciendo estar aturdida, su mirada en blanco continuó el tiempo
suficiente para que Les, Bobby y yo compartiéramos algunas miradas incómodas.
Ella levantó la vista y sonrió.
—Esa cosa en el garaje fue bastante sexy, sin embargo.
—Lo sé, ¿verdad?
74 Miró a Les.
—¿Estás bien con esto?
—Completamente. Pero. —Él arqueó una ceja—. No lo manipules en una
mentira. Sé que lo vas a editar. Simplemente no lo conviertas en una telenovela.
—¿Qué no lo convierta en una telenovela? —Se rio y levantó la mano.
Extendió su dedo índice—. El héroe militar. —Extendió otro dedo—. El
motorista tatuado. —Extendió otro—. El deportista. —Continuó extendiendo un
dedo con cada persona que enumeraba—. El rico mimado. El surfista sexy. El
ejecutivo. Era una mezcla perfecta. Ahora, el motorista tatuado es gay. Y, le está
metiendo su polla de veinticinco centímetros en la boca a mi técnico. Es una puta
telenovela, te guste o no.
—Él tiene una polla muy bonita, sin embargo —dije con una risa.
—Es hermosa. —Asintió—. Pero no puedo mostrarla después de la edición.
Ella me miró directamente y sonrió.
—¿Estás dispuesta a un trío?
Cada gramo de sangre en mis venas se precipitó a mi coño. No diferente a
la mayoría de las mujeres de mi edad, un trío estaba en mi lista de tareas
pendientes, donde sin duda permanecería hasta mi muerte. Era algo que
secretamente quería hacer, pero no tenía las agallas para admitirlo. Participar en
un trío requeriría media docena de margaritas y unas gotas de GHB3.
Visiones de Les chupando la polla de Randy mientras yo lo montara al
estilo vaquera me hizo comenzar a inquietarme en mi asiento. Después de unos
segundos, mi coño comenzó a palpitar. No podía creer que no solo estuviera
pensando en ello, sino que lo estaba considerando. Fue leve, pero no obstante
una consideración.
Me reí.
—Si estuviera drogada, tal vez.
—Puedo arreglar eso —dijo ella.
—Estoy bromeando.
Estaba bromeando. Más o menos. Busqué una excusa para aceptar un trío,
y me di cuenta de que el público lo vería. El público que incluía a mi padre y
hermanos.
Ella me miró a los ojos y sonrió, sin duda esperando que yo cambiara mi
respuesta.
Suspiré.
—No puedo.
75 Miró a Les.
—¿Tú lo harías?
—¿Si haría qué?
—¿Estarías de acuerdo en un trío con ella y el técnico?
—Ella dijo que no.
—En teoría —dijo ella—. ¿Lo harías?
Se encogió de hombros.
—Seguro.
Ella me miró fijamente.
—Tienes algo que pensar.
—Realmente, no puedo —le dije.
Ella se puso de pie.
—Volveré esta tarde. —Sus ojos recorrieron la habitación—. ¿Dónde está
mi técnico?
Les se encogió de hombros.

3 GHB: (gamma-hidroxibutirato) Es un depresor del sistema nervioso. Suele estar disponible en


forma de líquido incoloro. Se conoce como una droga de diseño.
—No lo sé.
—No sabría decírtelo —dijo Bobby.
No respondí.
Estaba demasiado ocupada tratando de decidir si había una manera de
tachar el trío de mi lista sin que nadie lo supiera.

76
CAPÍTULO DIECISÉIS

—¿P
or qué no lo haces? —preguntó Franky—. Demonios,
todo el mundo quiere hacerlo. Tienes la oportunidad
de ir por ello. Simplemente hazlo.
—No puedo.
—No lo harás —dijo—. Hay una diferencia.
—Lo que sea.
—¿Realmente crees que debería, o simplemente lo estás diciendo por decir?
—Escucha. —Se sujetó al lado de la barra con las manos y se inclinó hacia
mí—. No podría comenzar a decirle cuántas personas han venido y salido de
este bar desde que lo compré. A veces se vuelve bastante aburrido, y les hago a
mis clientes muchas preguntas que probablemente no le haría a las personas si no
fuera cantinero. Hace un tiempo, les hice la misma pregunta a todos los que
entraron por la puerta durante unas seis semanas.
—¿Cuál fue? —pregunté—. ¿La pregunta?
—El mayor arrepentimiento sexual.
77 Tosí una carcajada.
—¿Y respondieron no tener un trío?
Asintió.
—Cerca del noventa por ciento.
—¿Y eso hace que sea correcto que yo lo haga?
Sacudió la cabeza.
—Lo único que hace que sea correcto es el motivo, y el hecho de que es lo
que es.
—¿Qué es?
—Una experiencia —respondió—. Como saltar desde un acantilado o hacer
paracaidismo. Escalar una montaña. Nadar con delfines.
—¿Alguna vez lo has hecho?
Asintió.
—Un par de veces.
Me aparté de la barra.
—¿En serio?
—Sí.
—¿Dos chicos o dos chicas?
—Ambos.
—Santa mierda. ¿De verdad?
—Sí.
—¿Fue…?
Él sonrió con una sonrisa superficial.
—¿Increíble?
—Sí.
—Fue algo bastante bueno, sí.
—Lo hiciste... ya sabes. ¿Con el chico?
Sacudió la cabeza.
—No. Simplemente la ensartamos, o como quieras llamarlo. Uno en la
boca y otro en el coño. Intentamos la doble penetración, pero nuestras pollas
estaban demasiado cerca, así que nos dimos por vencidos.
Mi coño comenzó a palpitar ante la idea de estar en un trío con Franky. A
pesar de no haber sido nunca una chica promiscua, mi mente estaba vagando
78 por lugares a los que nunca hubiera pensado que iría.
Tal vez era mi falta de experiencia lo que lo causaba.
Supuse que era posible que ser criada en una granja y no haber
experimentado todas las cosas que las chicas de la ciudad podían experimentar a
diario o semanalmente era en parte culpable de mis curiosidades sexuales, pero
no lo sabía sin lugar a duda.
Realmente no importaba.
—¿Harías un trío? ¿O un cuarteto o lo que sea con todos nosotros?
No podía creer lo que escuchaba. Salió antes de que tuviera la oportunidad
de detenerlo. Era como si mi boca dijera lo que mi mente estaba pensando antes
de esperar la autorización de mi cerebro. Dos frases simples tenían la posibilidad
de arruinar cualquier cosa que pudiera esperar tener con Franky en el futuro, y
no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.
—Podría —respondió él.
Santa mierda.
—Santa mierda.
Agarré mi bebida y tragué aproximadamente la mitad de un solo trago.
—Me dije a mí misma que no iba a hacer nada con ninguno del resto de
estos chicos. Pero. ¿De verdad? ¿Podrías?
Mi corazón comenzó a acelerarse al pensarlo.
—Podría.
—¿Cuáles...? —Tragué pesadamente—. ¿Cuáles, uhhm…? ¿Cuáles serían los
factores decisivos?
Se encogió de hombros.
—Todos usarían condón. Y, sería sin filmar.
—¿Sin filmar? —Fruncí la nariz—. Eso no ayudaría mucho.
Se inclinó sobre la barra y me miró a los ojos.
—Entonces, ¿estás haciendo esto por ella, o lo estás haciendo por ti? Creo
que tus prioridades están jodidas. Ella es una gran productora. No pienses ni por
un minuto que estar atrapada en un trío con dos tipos te va a hacer ningún bien
cuando salga al aire en el programa. El primer episodio fue un fracaso.
No habíamos hablado sobre el primer programa, y ahora que lo mencionó,
me daba cuenta. Sus pensamientos sobre los asuntos eran importantes para mí, y
él había presentado un argumento válido. Kelli usaría cualquier video mío de la
manera que quisiera, siempre y cuando la beneficiara.
79 —Sí, tienes razón. Siento haberlo mencionado —dije.
—Tráelos al otro lado de la calle y deja al camarógrafo en casa —dijo con
una sonrisa.
No podía decir si estaba bromeando o hablando en serio, pero a mi vagina
no parecía importarle. Estaba latiendo con cada latido de mi corazón.
—Ya veremos —dije, aunque sabía que en el fondo nunca sucedería.
Cuando era niña, me di cuenta de que ya veremos realmente significaba
que no. Era una manera de que mi padre dijera que no sin decirlo realmente. Ya
fuera subconsciente o simplemente un resbalón freudiano, mi deseo era claro.
Pero, era divertido pensar en ello.
Muy divertido.
CAPÍTULO DIECISIETE

—V
amos a aclarar esto —dijo Kelli—. No quiero corridas y
ustedes dos en un sesenta y nueve haciendo gargantas
profundas de sus pollas mutuamente. No puedo usar
eso. Pasión. Necesito pasión. Quiero verlo en sus ojos. Tocando, besando.
Miradas largas y persistentes. Esas son cosas que puedo usar.
Me torcí hacia adelante y hacia atrás en mi taburete.
Puede que tú no los quieras en un sesenta y nueve, pero yo sí.
Les levantó la vista de su tazón de avena.
—Puedes editar lo que no quieras.
—No me digas, Sherlock. Pero no puedo agregar lo que no tengo. Necesito
esas cosas. Así que dame lo que quiero.
—No soy un títere —dijo él.
—Y yo no soy una puta productora porno. Dame un poco de pasión.
—Veré lo que puedo hacer.

80 Ella me miró.
—Así que. ¿No lo harás?
Me encogí de hombros.
—Eso me temo.
—¿Solo te vas a sentar, mirar el espectáculo y a tocarte el clítoris?
Hija de puta.
—Sí, algo así.
Les se levantó, llevó su cuenco al fregadero y se lavó las manos. Mientras
las secaba con una toalla, miró a Kelli.
—Me he follado a unas cuantas chicas. Para ser honesto, como que me
repugna un poco, pero lo he hecho. Te diré una cosa —dijo él secamente—.
¿Por qué no te unes a nosotros?
Ella le lanzó una mirada.
—¿Quien? ¿Yo?
—Sí. —Sonrió y tiró la toalla sobre la encimera—. Tú.
—Soy la productora de este programa, imbécil.
—Y, quiero follarte tu apretado y pequeño trasero. —Él cruzó los brazos
frente a su pecho y sonrió—. Creo que es porque eres una maldita perra, pero
realmente quiero hacerlo. Mientras Randy, o demonios, para el caso, Lou;
mientras uno de ellos te sujeta por tu cabello rubio falso. Para decirte la verdad,
creo que por eso me pican los huevos. Porque quiero follarte con bronca por el
culo.
Su mandíbula se apretó y sacudió la cabeza.
—Que te follen.
—¿Quieres un trío? Vamos a hacer que suceda. —Él se rio entre dientes—.
Incluso podríamos ponerte una peluca si no quieres que te reconozcan. O una
máscara.
Ella se quedó sentada con los labios fruncidos y mirándolo fijamente. Era
bastante obvio que no le divertía. Yo, por otro lado, sí lo hacía. Era todo lo que
podía hacer para evitar echarme a reír.
—Una máscara de unicornio —soltó, como si declarara la respuesta a una
pregunta formulada en The Family Feud4—. De todos modos, probablemente
cagas arcoíris y vomitas purpurina, ¿no?
La estudié mientras lo miraba de arriba abajo. Después de una breve pausa,
lo hizo de nuevo, pero sus ojos se fijaron en su cintura por un momento. Cambié
81 mis ojos de ella a él, e inmediatamente noté un bulto importante en sus
pantalones.
Hablar de follarle el trasero debía haberlo excitado. Alejé mis ojos de la
tienda de mezclilla que se estaba alzando y la miré.
Ella se levantó y se quitó las arrugas de la falda.
—Dame pasión. Eso es todo.
Dos cosas eran bastante obvias. Uno, ella no iba a jugar el juego de Les. Y,
dos, parecía tener interés, aunque fuera mínimo, en su gran polla.
Cuando ella tomó su bolsa de Louie Vuitton, sus ojos cayeron a su cintura.
Una breve pausa, y los levantó para encontrarse con su mirada.
—Es difícil mantener tus ojos fuera de eso, ¿no? —Se rio él entre dientes—.
Déjame saber si cambias de parecer.
—Vete a la mierda. —Se fue caminando hacia la puerta. A mitad de
camino, se detuvo y miró por encima del hombro—. Lou, llévalo de compras al
paseo marítimo. Consíguele unos bañadores ajustados. Vamos a hacer una
escena en la piscina con ustedes tres. Solo asegúrense de que todos se mojen.

4Family Feud: es un programa de televisión estadounidense creado por Mark Goodson en el que
dos familias compiten para nombrar las respuestas más populares a preguntas de encuestas para
ganar dinero y premios.
Estaré mojada, no te preocupes.
Sonreí y saludé con la mano.
—Unos bañadores ajustados. Lo tengo.
Después que ella se fue, Les se sentó a mi lado en la isla.
—Odio a esa perra.
—¿De verdad podrías follarla?
—Absolutamente —dijo—. Solo porque sé que ella lo odiaría.
—¿Has tenido sexo con mujeres antes? ¿De verdad?
Él se rio.
—He experimentado.
—¿No te gustó?
—Estuvo bien. ¿Pero de verdad? —Se encogió de hombros—. No.
—Pero, ¿realmente habrías hecho un trío conmigo?
Alcanzó mi mano.
—Llega un momento en la vida en el que creo que todas las chicas deberían
obtener lo que quieren. Al menos una vez.
Me gustó su respuesta. Bueno, salvo por el comentario de al menos una
82
vez.
—¿Por qué solo una vez?
—¿Si ella consiguiera lo que quisiera con más frecuencia que eso? —Se
encogió de hombros—. Sería una mocosa.
—No soy una mocosa.
Sacudió la cabeza.
—No, tú no lo eres. Entonces, sí, ¿si eso es lo que querías? ¿Como tu único
deseo en la vida? —Él se rio entre dientes—. Absolutamente, lo haría.
—Ohh, gracias —dije en un tono casi sarcástico.
—Escucha, me gustas. Demonios, después de que esto termine, espero que
podamos mantenernos en contacto. ¿Y Franky? Me encanta ese chico. Es genial.
Pero sí. Haría un trío contigo. Solo porque en el fondo realmente quieres. Así
que sí. Compartiría eso contigo.
Le disparé una sonrisa. Nunca pensé que estaría agradeciendo a un chico
por ofrecerme a incluirme en un trío. Pero simplemente parecía apropiado.
—Eres dulce. Gracias.
Me apretó la mano y sonrió.
—¿Lista para ir de compras?
Pensar en él usando pantalones cortos ajustados mientras estuviera mojado
y excitado era bastante atractivo.
—Sí —le dije.
Me di cuenta de que mi tiempo con Les estaba llegando a su fin, y
realmente no me gustaba eso. Me preguntaba qué me depararía el futuro con el
programa, pero no importaba lo que fuera, nada podría compararse con las
experiencias que tuve con él.
—Quiero mantenerme en contacto cuando esto termine —le dije—.
Realmente lo hago.
—Yo también —dijo él—. Con los dos.
—¿Qué te hace pensar que él estará en la imagen cuando todo esto
termine? —le pregunté, con curiosidad por escuchar su respuesta.
—Intuición gay —dijo—. Es mucho más precisa que la intuición femenina.
—¿En serio? —pregunté con una risa.
—Solo el tiempo lo dirá —dijo.

83
CAPÍTULO DIECIOCHO

M
e senté en la silla del salón y Les estaba de pie junto a la parrilla.
Mientras él asaba el pollo y las salchichas, tomé un sorbo de mi
margarita y fingí interés en algo en la distancia. Después de un
momento de lo que luego parecería ser un pensamiento profundo, puse mi
bebida en la mesa y tiré mi cabello sobre mi hombro.
Le lancé una mirada de hambre con una punzada de deseo lujurioso. Si es
que hubiera tal cosa.
—¿Cómo va eso?
Vestido con pantalones cortos que abrazaban su culo como una segunda
piel, levantó las pinzas en el aire y se dio la vuelta.
—Acabo de empezar.
Solo lo había visto en bañador una vez, así que después de casi dos
semanas de verlo solo con vaqueros y camisetas sin mangas, era agradable volver
a verlo con un pantalón corto.
Especialmente los pantalones cortos que llevaba.
84 Intenté no mirar fijamente, pero no tuve éxito. Al menos no del todo.
Estaba concentrada en el paquete de gran tamaño que estaba enrollado en
la parte delantera de sus pantalones cortos. Parecía que tenía un plátano y dos
ciruelas rellenas allí. Finalmente, aparté mis ojos y me encontré con su mirada.
—Estoy famélica.
—Yo también —anunció una voz distante.
Miré por encima de mi hombro. Randy caminaba hacia mí con un gran
rollo de cable sobre su hombro.
—¿Qué está pasando? —pregunté.
—Las luces de la piscina están apagadas. El circuito está sobrecargado.
Tengo que sacar un nuevo alimentador del panel principal a la casa de la piscina.
—Suena complicado —le dije.
Posicionado entre mi sillón y la parrilla, hizo una pausa.
—No realmente. Pero he estado ocupado todo el día y me he perdido el
almuerzo. Ahora es casi la hora de la cena y me muero de hambre.
—Únete a nosotros para la cena. Tenemos un montón de comida. Más que
suficiente.
—Tengo que hacer esto. Aunque lo aprecio.
Les se volvió hacia él y se aclaró la garganta. Randy miró a Les, y casi de
inmediato, sus ojos se posaron en el bulto envuelto en lycra. Después de una
larga pausa, levantó los ojos y bajó el bulto de cables.
—Supongo que podría hacer esto mañana. Mientras no les importe que las
luces estén apagadas.
Alcancé mi margarita.
—No me molesta.
Les se encogió de hombros.
—A mí tampoco.
—Cuenten conmigo —dijo Randy con una sonrisa.
Randy tenía treinta y pocos años, pero era el tipo de persona que podría
decir que tenía más de veinte y nadie lo cuestionaría. Era alto, lindo, en buena
forma física y extremadamente bronceado. Su cabello era corto, pero no estaba
cortado al ras, y su nariz de botón y su pronunciada barbilla hendida eran casi
infantiles. Sus ojos castaños remataban el conjunto.
En resumen, era adorable.
—Toma asiento —dijo Les—. Y una bebida.
—Tengo una jarra de margaritas. ¿Quieres una?
85 —Claro —dijo—. Pero te lo advierto. El tequila me hace actuar como un
tonto.
—Únete al club.
Después de servirle una margarita, se unió a mí junto a la piscina,
sentándose en el sillón junto a mí.
—Entonces, ¿no es este programa sobre que te enamores de uno de estos
hombres? —susurró.
Tomé un trago de mi margarita.
—Uh huh.
Él tosió una ligera risa.
—¿Qué?
Miró a Les, y luego me miró directamente. Tomó un sorbo de su bebida.
—Nada. Olvídalo.
—No puedes mencionar algo, y luego decir olvídalo —le dije—. Dime.
Miró a Les de nuevo.
—¿Quéééé?
—Shhh. —Él negó con la cabeza ligeramente, y luego se llevó la mano a la
boca—. Bien —susurró, inclinándose más cerca de mí—. Te lo diré.
Se tragó la mitad de la margarita de un trago, y luego se tragó la otra
mitad.
—Maldición, amigo. ¿Quieres otra?
Sostuvo el vaso con el brazo extendido.
—Por favor.
Le serví otra, luego me volví hacia la silla y le entregué la bebida cuando
me senté.
—Aquí tienes. Ahora dime.
Tomó un trago, y luego miró a Les. Después de darse un festín con los ojos
por unos segundos, se encontró con mi mirada.
—Es gay —susurró.
—¿Quién?
Él inclinó su cabeza hacia Les.
Me reí.
—Cállate.
86 —Lo es.
Bajé los ojos y actué como si estuviera sumida en mis pensamientos.
Después de una breve pausa, lo miré con sorpresa en los ojos.
—¿De verdad piensas eso?
—Lo sé.
—Oh, Dios mío —le dije—. Eso tiene sentido.
Él me devolvió una mirada sorprendida.
—¿Qué?
—Por qué él no ha venido a mí. Dijo que no estaba interesado en tener
sexo. Ahora sé por qué. —Tomé un trago, luego me incliné un poco más cerca—
. ¿Pero, tú cómo lo sabes?
—Soy gay —susurró.
—Santa mierda. Estás bromeando. —Miré a Les y luego a él—. No es que
importe, pero nunca lo hubiera adivinado.
—Bueno, lo soy. Y estoy seguro que él también lo es.
—¿Te gusta?
—Creo que es sexy —dijo, echando otra mirada en dirección a Les—. Y
monta una Harley. ¿Qué podría no gustarme?
Tomé un sorbo de mi bebida.
—Lo sé. Y es súper agradable.
—La comida está lista —anunció Les.
Miré en su dirección. Al verlo, casi escupo mi bebida. Estaba de pie junto a
la parrilla con un plato lleno de pollo, salchichas y maíz a la parrilla. Era bastante
obvio que mientras cocinaba sus pensamientos estaban en algo más que la
comida.
Su plátano se había transformado en un pepino, y sus pantalones cortos de
lycra hacían poco, si es que hacían algo, para esconderlo.
Los ojos de Les encontraron a Randy.
—¿Tienes hambre?
—Extremadamente —respondió. Sus ojos se movieron hacia el bulto de
Les, y se detuvo para dar efecto—. Comamos.
—Tenemos pollo, salchichas y brochetas de carne —dijo Les.
—Me gustaría un poco de salchicha —respondió Randy.
Me encanta cuando un plan se combina.
87
CAPÍTULO DIECINUEVE

H
abíamos terminado de cenar, habíamos consumido algunas
bebidas y estábamos sentados a la barra de la piscina hablando.
Las esperanzas de Kelli de ver miradas largas y prolongadas y ser
testigo de la pasión se habían cumplido, en su mayor parte.
Miré ansiosamente a los dos hombres. Compartiendo información sobre el
otro, gustos, disgustos y experiencias personales, hablaron como si nunca se
hubieran conocido.
Mi interés en su discusión no era actuado. Era realmente fascinante verlos
interactuar, y por mucho que esperaba ver su migración al sexo, me sentía
completamente satisfecha al presenciar su conversación compartida.
—Los hermanos pueden ser tan parecidos a Satanás —dijo Randy—.
Deberías estar agradecido de ser hijo único.
—¿Cómo es eso?
—Oh Señor. ¿Realmente tengo que entrar en detalles?
—No si te hace sentir incómodo.
88 —Te daré un ejemplo.
—Está bien.
Sentados uno al lado del otro en los taburetes de la barra, los hombres se
enfrentaron. Aunque Kelli quería a Randy en un par de bañadores, todavía
estaba vestido con su atuendo de trabajo. En mi opinión, el contraste en su ropa
hacía que todo pareciera mucho más realista.
—Mi hermano más viejo.
—El mayor.
—Más viejo.
—Lo que sea.
—Mi hermano más viejo. Robert. Él es el diablo mismo. Cada vez que
estoy en casa para las vacaciones, me pregunta cuándo voy a crecer. Actúa como
si la homosexualidad fuera una elección. Dice que soy infantil. Él realmente cree
que voy a evolucionar de esto. Se ríe de eso, pero duele. Ojalá pudiera
entender. Pero, si no puede, al menos podría ser compasivo.
—Creo que así es la gente en general. Todos podrían ser más compasivos.
—Necesitamos un sitio web de concienciación LBGT para idiotas, o algo
así.
Les se aclaró la garganta.
—GBLT.
—LBGT —dijo Randy—. Mujeres primero.
—No es una cosa gay —dijo Les—. Es solo gente. Creo que el éxito de
Facebook, Twitter, Tinder y GRINDR ha hecho que el mundo sea insensible. En
las redes sociales, es demasiado fácil atacar a una persona sin tener que
enfrentarla. Una acotación o comentario que nunca hubieran hecho en persona
se publica con unas pocas teclas. En Tinder, las personas que no son atractivas
son simplemente despedidas con un deslizamiento hacia la izquierda. Es el
equivalente social a ir a una cita a ciegas, y darte la vuelta e irte tan pronto
como te encuentres cara a cara con tu cita. Cuando las personas reciben una
solicitud de amistad en Facebook, no revisan el perfil de la persona, revisan la
foto de su perfil.
Hizo una pausa, sacudió la cabeza y continuó.
—Creo que todo esto ha hecho que el público en general sea insensible. La
facilidad de expresarse sin repercusiones en las redes sociales ha hecho que sea
una segunda naturaleza actuar de manera similar en persona.
—Ese es un concepto interesante —dijo Randy—. Probablemente hay algo
de verdad en eso. Entonces, ¿no eres fan de Facebook?
89 —No soy fan de cómo la gente actúa en él.
—Me gustas. Eres diferente. Como dijo Lou, eres agradable.
—En algunos aspectos —respondió Les.
—¿Qué quieres decir?
—Soy egoísta.
La cara de Randy se distorsionó.
—¿Cómo es eso?
—Soy egocéntrico.
—¿Por qué dices eso?
—Porque estoy aquí.
—¿Qué tiene eso que ver con nada?
—Sí —dije—. ¿Qué tiene eso que ver con nada?
—Soy gay. Vine aquí con la esperanza de conseguir un trabajo de modelo.
Hacerme notar. Algo. Pero no para estar con ella.
Se volvió hacia mí y sacó su labio inferior en un puchero exagerado.
—Lo siento.
—Sin embargo, nos hicimos amigos. Es más de lo que puedo decir del
último tipo —le dije.
—¿Estás satisfecha con eso? —preguntó.
Asentí.
—Mucho.
—Y estarías bien si yo... —Hizo una pausa e hizo un gesto hacia Randy.
—Absolutamente —dije.
Hizo girar el taburete en semicírculo y se enfrentó a Randy.
—Entonces, ¿quieres…?
No tuvo la oportunidad de terminar su pensamiento. A mitad de la frase,
Randy se inclinó hacia delante y lo besó.
Cuando comenzó la noche, sentí que todo era una farsa. Se había discutido
a primera hora de la tarde, y todo estaba planeado con antelación. Desde la
llegada de Randy hasta su jugueteo junto a la piscina en sus pantalones cortos
para chicos, cada paso era estratégico y preestablecido.
Sin embargo, no había sucedido como habíamos discutido. Personalmente,
me sentí más satisfecha con el resultado no programado y con el hecho de que
no estaba completamente compuesta. Parecía…
90 Real.
Reality Boys.
Me sentía como una casamentera. Cuando los dos hombres se abrazaron en
un beso apasionado, me llené de calor, sabiendo que, aunque pequeño, tuve un
papel en la salida del armario de Les. La revelación televisada de su sexualidad
no era algo que planeó, ni era algo que originalmente deseara.
La decisión de hacerlo fue suya, sin duda. Pero vino solo después de un
poco de aliento por mi parte.
Aunque había pasado la mayor parte de la noche con una actitud aburrida,
lo que tenía ante mí ahora cambió rápidamente mi mentalidad a un ansioso
deseo de más. Yo, pero por diferentes razones, quería ver la misma pasión que
Kelli había expresado. En última instancia, quería que estuvieran juntos, que
duraran para siempre y que encontraran ese amor único en la vida que solo
llegaba a aquellos que tenían la mente lo suficientemente abierta como para
aceptarlo.
Randy rompió su abrazo, se deslizó del taburete y se arrodilló ante Les.
Levantó la vista y miró a Les a los ojos, luego rápidamente bajó la parte
delantera de sus pantalones cortos.
La enorme polla de Les cayó en la cara de Randy.
Suspiré.
Supongo que me pueden convencer para que acepte una escena de sexo
gratuita.

91
CAPÍTULO VEINTE

E
n cámara, entré a la casa y dejé a los dos hombres junto a la
piscina. ¿Fuera de cámara?
Fuera de cámara estaba tratando de no babear.
El deseo sexual de un hombre se da a conocer por la rigidez de su polla. Si
un hombre está encendido, su polla reacciona, y ocultarlo a menudo es difícil.
Mientras estaba sentada al otro lado de la piscina y observaba a Randy y
Les chupándose las pollas, agradecí que las mujeres no tuvieran un signo similar
que indicara su interés sexual. En lugar de una erección, si las tetas de una mujer,
por ejemplo, ¿se hincharan cuando estuvieran excitadas? Las mías habrían pasado
de una bonita copa “C” a una doble “J”.
El estado de ánimo había pasado de ser apasionado y juguetón a algo que
necesitaría ser editado en cualquier canal de cable, y sin editar podría desafiar la
escena más gráfica jamás producida por la industria del porno.
Colocado en el sillón donde estaba sentado antes, Randy estaba sobre su
espalda. Sobre sus manos y rodillas, Les estaba colocado sobre él, con su cabeza
en el regazo de Randy.
92
Mientras el culo de Les perfectamente esculpido se movía hacia arriba y
hacia abajo, forzando su polla dentro y fuera de la boca de Randy. Con las
piernas de Randy abiertas y sus pies a cada lado del sillón, su polla rígida estaba
a la vista, cuando no estaba en la garganta de Les.
Era casi como si los dos hombres estuvieran en una competencia, viendo
quién podría llevar al otro al clímax primero. Al menos, definitivamente parecía
que estaban tratando de impresionar a los demás con su capacidad de chupar
una polla dura. Y, si ese fuera el caso, Randy era el claro ganador.
Mientras la longitud completa de Les seguía desapareciendo en la boca de
Randy, me retorcía en mi asiento. Mi coño estaba empapado, mi mente estaba
en la miseria y desesperadamente quería unirme a los dos hombres en su
aventura sexual.
Visiones de montar la polla de Les mientras chupaba la de Randy con vigor,
me llenaron. Aunque nunca había participado en un evento así, ni había pensado
mucho en ello hasta hace poco, deshacerme de esos pensamientos parecía
imposible. Necesitaba desesperadamente entrar en la casa y distanciarme de
ellos, pero no podía alejarme, y lo sabía.
No diferente a un alcohólico en el pub local, o a un adicto a la heroína en
una clínica de metadona, me resultaba difícil resistir la tentación de cumplir mi
deseo de unirme a ellos.
Después de unos minutos de alternar miradas entre los brazos tatuados bien
definidos de Les y su trasero musculoso, y luego a la dura polla que estaba
chupando, llegué a un punto en el que tenía que unirme a ellos o actuar por mi
cuenta.
Era eso o iba a estallar en llamas.
Con mis ojos pegados a la campaña de chupar polla, metí la mano entre
mis piernas y tiré de mi traje de baño hacia un lado. Mi dedo se deslizó con
facilidad, pero estaba tan encendida que hizo poco para satisfacerme. Mientras
continuaba deseando las dos pollas gruesas que estaban frente a mí, agregué otro
dedo.
Metí mis dedos dentro y fuera de mi humedad mientras observaba a los
hombres. Con mi mano libre, comencé a frotar mi protuberancia hinchada, con
la esperanza de llegar a un clímax rápido. Después de no más de unos pocos
segundos, me mordí el labio inferior para adormecer la sensación que comenzó a
llenarme.
Con mi coño lleno de dedos, y mi clítoris hormigueando por el masaje que
estaba recibiendo, miré a los dos hombres.
93
La polla de Les es tan gruesa.
La cabeza de Randy se levantó de la tela de la silla mientras tomaba la
longitud completa de Les en su boca. En respuesta, la espalda de Les se arqueó y
levantó sus hombros, forzando sus bolas contra los labios de Randy.
Oh Dios mío.
Cada músculo de su cuerpo tatuado bien esculpido se inflamó cuando
presionó sus caderas contra la cara de Randy. Ver su polla entera desaparecer en
una boca tan dispuesta, y capaz, de complacerlo era satisfactorio en sí mismo,
pero Les acariciando frenéticamente la polla de Randy mientras disfrutaba de la
satisfacción oral que estaba recibiendo me empujó hasta el borde.
En la cúspide del clímax, me froté el clítoris con una mano y me acaricié
febrilmente mientras me quedé boquiabierta de asombro.
Les comenzó a gemir, y el sonido fue inconfundible.
Él, a diferencia de mí, había llegado a su límite.
Les continuó levantando la longitud de la polla de Randy en su puño
cerrado. Sin previo aviso, Randy entró en erupción, disparando chorros de
semen en el aire.
Les soltó un gemido, obviamente descargando su carga en la garganta de
Randy.
Y, en ese instante, yo también solté un gemido sordo mientras explotaba en
una dimensión diferente de la felicidad climática que nunca había
experimentado.
Después de una larga pausa para recuperar mis sentidos, me derrumbé en la
tumbona. Satisfecha, pero sintiendo una extraña culpa post-orgásmica por
tocarme junto a la piscina, miré a los hombres a través del ancho de la piscina.
Lado a lado desnudos, compartían la tumbona. Riendo y hablando en voz
baja, su alegría en la compañía del otro era innegable.
Lo que había venido con la esperanza de encontrar en el programa, parecía
que ellos lo habían encontrado. Lo que yo buscaba, ellos lo poseían.
Me senté en mi silla y sonreí al verlos.
Un día…

94
CAPÍTULO VEINTIUNO

K
elli irrumpió por la puerta principal y gritó en cuanto entró en la
casa. Era la primera vez que escuchaba su voz transmitir placer desde
el día en que nos conocimos originalmente.
Eran casi la una de la madrugada, y Randy, Les, Bobby y yo nos habíamos
reunido en la cocina para tomar una copa y un refrigerio nocturno.
—Jesús —dijo Kelli mientras entraba a la cocina. Llevaba una sudadera de
terciopelo y tenía su cabello torcido en un moño—. Eso fue oro. Bueno, la
mayoría de todos modos.
Les la miró. Ella lo miró a los ojos mientras apuntaba su dedo índice a su
pecho.
—Te quiero a ti.
—Tal vez no recibiste el memo. —Él se rio entre dientes—. Soy gay.
—No. Quiero contratarte. Esto es perfecto —dijo con entusiasmo—. Otro
programa. Hombres. Hombres gay. Reality Boys. No puedo soportarlo. Esto
jodidamente es oro. Tu último día aquí es mañana. Te quiero en mi oficina tan
95 pronto como hayas terminado aquí. Estate preparado para negociar un contrato.
No pude contenerme.
—¿Reality Boys? ¿Con una “s”? —grité—. Me encanta.
—¿Y tú? —Señaló a Randy—. Vas a estar en ello.
Les tomó un sorbo de cerveza, dejó su botella en la isla y miró a Kelli.
—Si aceptara hacerlo, no lo pondría a él en el programa, teniendo en
cuenta lo que sucedió esta noche, sería como... no lo sé. Sería como si esta noche
fuera un gran spoiler.
Ella movió su dedo entre los dos hombres.
—Ustedes dos tienen química. Una química innegable. No transmitiré nada
de esto. Nada de eso. El público no tendrá idea. ¿El hecho de que ustedes dos no
hayan hecho nada? Dejará a los espectadores preguntándose. Les volaré la
cabeza.
Ella me señaló, y luego a Les.
—Ustedes dos van a terminar esta pequeña aventura como amigos. Dos
personas que realmente se llevan bien, pero que no tienen ningún interés sexual
entre sí.
Se volvió hacia Les.
—Quiero que le gustes a la gente. Que realmente le gustes. Pero, quiero
que se pregunten. Con un poco de edición creativa, los tendré pensando. Jesús.
No puedo creer que no haya pensado en esto antes.
Les suspiró.
—No puedo creer que ya hayan pasado dos semanas.
—Entonces, ¿estás interesado? —preguntó Kelli.
—Hablaremos.
—¿Pero estás interesado?
Estaba mareada de emoción. Si Les estaba interesado, estaba haciendo un
buen trabajo ocultándolo.
—Hablaremos.
Ella me miró y sonrió.
—Convéncelo. Tengo que irme —dijo—. Tengo que celebrar.
Y, así, se fue.
Miré a Les y me aclaré la garganta. Cuando se encontró con mi mirada,
arqueé una ceja.
—¿No estás interesado?
96 —Diablos sí que lo estoy. Pero no iba a decirle eso.
—Esto es increíble —dije—. Justo lo que querías, ¿eh?
—Bastante. Aunque apesta que realmente no hayas sacado lo que querías
de esto. Tal vez con el tiempo.
—Tenemos un día y medio. ¿Quieres celebrar?
Se encogió de hombros.
—Por supuesto.
Miré a Randy.
—¿Estás cansado?
Me lanzó una mirada de duda.
—No, en realidad no.
Miré a Les.
—¿Tu oferta sigue en pie?
—¿Qué oferta?
Moví mis cejas hacia Randy.
—¿La oferta?
—Uhhm. Seguro, ¿por qué?
—Porque es lo que quiero. Vamos —dije—. Vamos a cruzar la calle.
Había llegado el momento de que obtuviera lo que quería. Puede que no
fuera lo que necesitaba, y ciertamente no era para mi mejor interés, pero era lo
que quería.
Y, según los que saben, llega un momento en la vida en el que cada chica
debe obtener lo que quiere.
Al menos una vez.

97
PRÓXIMO LIBRO

98

El episodio tres trae a Eric, el musculoso bien dotado. Junto con él viene la
tentación, ya que su “don” es algo bastante notable.

Sucumbir a las tentaciones no es lo que Lou quiere, pero después de pasar


una noche en la piscina con el nuevo llegado, tal vez ni siquiera su amigo y
confidente, Franky, pueda alejarla.

El episodio III de la serie Reality Girl lleva al lector a un viaje. Las decisiones
de Lou son suyas, y ella las posee. Encontrar su verdadero yo no ha sido fácil
desde que apareció en el set, pero después de unas pocas noches con Eric
mezcladas con margaritas, aterriza con los pies primero y está segura de dónde
debe estar.

Cada libro puede leerse como un tomo único, y tiene un final satisfactorio
(nunca un suspenso) que te hará sonreír por más.
SOBRE LOS AUTORES

Scott y Jessica se conocieron hace


mucho, mucho tiempo, en una romántica
tienda de rosquillas en Wichita, Kansas. Han
sido inseparables desde ese fatídico día y
ahora están felizmente casados y residen en
Naples, Florida.
Tienen seis hijos y Scott planea tener
uno más, aunque Jessica no está muy
convencida. En su tiempo libre, disfrutan
tomando café, haciendo comidas ridículas
en vivo y cuando pueden, escapando a dar
un paseo en la motocicleta de Scott.
Scott siempre ha sido el escritor y Jessica
99 siempre ha sido la artista gráfica, pero ahora combinan fuerzas e intentan escribir
en colaboración.
100

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