Está en la página 1de 8

Psicología moderna: Una decadencia psíquica centralizada en el

cerebro.
Por: David Gutiérrez Hernández (2011)
Introducción
El presente escrito pretende abordar la realidad desde una perspectiva neuro-cientifica en
relación a una realidad psicológica y filosófica, pero previamente se trabajará desde una
postura paradigmática, es decir, entender la realidad contextual en el espíritu de la época,
mostrando las influencias que ha tenido la modernización en el discurso investigativo y en
la misma concepción de ciencia; vislumbrando cómo el adjetivo calificativo le ha dado
relevancia económica a las ciencias que se basan en el campo natural y relegando de esta
manera otros discursos, como el discurso psicológico, filosófico y sociológico. Para
entender este apartado, es relevante comprender cómo la modernidad trae consigo la
imparable separación entre psicología y filosofía, y en esta medida cómo la psicología se
liga en las instituciones universitarias al campo médico (natural), formando una concepción
de psicología científica, estando esta psicología sumergida en la fisiología, todo esto visto
en el marco del centralismo cerebral como eje dinámico humano, posicionándose frente al
pensar filosófico. En el transcurrir de la discusión paradigmática, se van a ir explorando las
concepciones de realidad en las psicologías, que están expuestas implícitamente en la
concepción de ciencia, verdad, basadas en el espíritu de la época, y posteriormente elaborar
la discusión entre una realidad psíquica entendida desde una psicología no natural y la
realidad en la perspectiva de la neurociencia.

La modernización: un estancamiento de la psique


La historia de la humanidad se ha encontrado envuelta en diferentes confrontaciones
teóricas e ideológicas: en la edad antigua se vislumbra la discusión entre filosofía-
psicología; en la edad media la discusión entre teología-filosofía; en la ilustración filosofía-
matemática-ética y en la modernidad Ciencia-psicología. En esta última época, la filosofía
ha quedado como una disciplina de ocio la cual es solo para los ratos libres del científico, o
para aquellas personas que les encanta perderse en la infinitud del universo, por lo menos
así lo consideran aquellos pertenecientes a la racionalidad salvaje.

La modernidad será la causa central –en este escrito- de la discusión que subyace en
el marco de la concepción de realidad en la neurociencia y la psicología, todo esta querella
se estructura en el discurso del dualismo cartesiano, donde hace una escisión entre la
natural y lo humano, entre la materia y la mente, y es en este momento donde empieza a
forjarse el centralismo cerebral, puesto que hasta en el arte se refleja este hecho -en un
momento imprescindible de la historia los cuadros que pretendían ex plasmar la esencia de
alguna persona en particular, dejaron de pintar en el lienzo la figura completa de aquella
persona que le urgía pausar su ser en una obra material, pasando de esta manera a dibujar
solo de la cintura hacia arriba, enfatizando los rasgos de la cabeza-. Con este dualismo,
según (Wallerstein, 1996), lo natural tiene gran acogida debido que hasta el mismo Thomas
Hooke (1663) afirma que hay que “perfeccionar el conocimiento de las cosas naturales y de
todas las artes útiles, manufacturas, prácticas mecánicas, ingenios e invenciones por
experimento”; como se puede evidenciar, esta afirmación deja de lado artes importantes
para la humanidad como la moral, la política, la retórica entre otras.
Entonces “la ciencia pasó a ser definida como la búsqueda de las leyes naturales
universales que se mantienen en todo tiempo y espacio” (Wallerstein, 1996) trayendo
grandes consecuencias para la unión que existía entre psicología y filosofía, en los siglos
XVII y XVIII estas dos disciplinas que hacían parte de una misma facultad y compartían
los mismos estudiantes, -para ejemplo de esto, en el siglo XIX se puede encontrar a
William James, que era un intelectual brillante como filosofo y psicólogo-, pero en estos
tiempos modernos la filosofía y la psicología se empiezan a separar; donde la psicología
basa su interés por las conductas, las competencias cognitivas y sus estructuras; y la
filosofía por la lógica, entre otros; ocupando universidades distintas. Estas dos disciplinas
no sólo se separan por los dirigentes administrativos, sino por facultades, donde la filosofía
pertenece a las humanidades y la psicología a las ciencias sociales.

Ésta discusión se tejió en la tensión que propician las universidades, en el momento


que ésta hace un acto desesperado para obtener apoyo en sus trabajos, lo que hicieron
según, (Wallerstein, 1996), fue traer a los filósofos naturales, enriqueciendo esto una
postura positivista en las nacientes universidades, estructurando la base de la discusión
entre las humanidades y las ciencias, siendo estas dos definidas de forma diferentes, cada
una contraria a la otra; gracias a esta forma política institucional el discurso científico se
fue estructurando de forma legitimada y con la necesidad de expandirse de manera
universal a otros campos, tal como paso con la sociología, donde nace la necesidad de
pensar racionalmente y de organizar la comprensión de la reglas que gobernaban la
sociedad, ésto hacerlo de una forma exacta y natural tal como pasa en las ciencias naturales;
querían ligar el discurso social al estudio positivista, todo esto para poder controlar y
naturalizar lo social. La unión que surge entre las ciencias sociales y naturales rechaza toda
clase de especulación y deducción, siendo etiquetada como “la ciencia de naturaleza
humana” tal como propuso Comte, pero este intento utópico de estudiar la sociedad desde
una postura positivista o exacta fracasó, por la misma dinámica del objeto de estudio. Es
pretencioso estudiar la sociedad y el mismo sujeto que la constituye con teorías positivistas
que intentas aislar al sujeto de muchas variables sociales “Comte, la sociología debía ser la
reina de las ciencias, una ciencia social integrada y unificada que era
“positivista” (Wallerstein, 1996)

Con esta nueva forma de abordar la ciencia, ya que en los siglos XVII y XVIII no
había ninguna distinción entre la ciencia y la filosofía, pero es en el siglo XIX donde la
ciencia obtiene su gran triunfo, que, como expone (Wallerstein, 1996), es consagrado por la
lingüística “El término ciencia, sin adjetivo calificativo, pasó a ser identificado
principalmente (y a menudo exclusivamente) con la ciencia natural. Ese hecho marcó la
culminación de la ciencia natural de adquirir para sí una legitimidad socio-intelectual
totalmente separada e incluso en oposición a otra forma de conocimiento llamada
filosofía”. Es por todo esto que la psicología sufre y se ve obligada a separarse de la
facultad de filosofía, para hacerse parte de un discurso científico, naciendo la psicología
científica, la cual no se definió con el campo social sino en el campo medico, siendo esta
psicología fisiológica, e incluso química “Así pues, esos psicólogos trataban de ir “más
allá” de la ciencia sociales para llegar a una ciencia “biológica”, y en consecuencia, en la
mayoría de las universidades la psicología eventualmente se trasladó a las facultades de
ciencias sociales a las de ciencias naturales” (Wallerstein, 1996)

El centralismo cerebral
Entonces con todas estas exigencias modernas positivas, profesionales y de especialización,
no solamente forjan la separación entre la filosofía y la psicología sino que hace que estas
dos se unan a la perspectiva de las ciencias naturales. La psicología cognitiva empezó a
estudiar las técnicas neuronales; la filosofía se transformo en filosofía neuronal; lo que
provocó, en estos tiempos, la transformación las facultades de psicología en facultades de
neuro-psicología, dándose una robotización del ser humano, tecnificándose éste; pero esta
nueva perspectiva también está ligada a asuntos económicos, puesto que la economía actual
invierte en las ciencias naturales, se dan becas a los profesionales de las neurociencias, con
esto se puede inferir que “La economía no está al servicio del hombre, el hombre está al
servicio de la economía, lo importante no es la humanidad, lo importante es lo productivo,
si no es productivo es excluido por el sistema” (Eskenazi, Miseria de la psicología:
neurociencia y filosofía, 2008)

Esto se puede evidenciar cuando el apoyo económico en la investigación se vuelve


excluyente, como expone (Eskenazi, 2008), las investigaciones que quieran comprender la
realidad de la psique, no tendrán recursos, pero si se quiere estudiar como se ve la angustia
desde una neurona los tendrán todos; aunque sabemos que la angustia no está ligada solo a
lo biológico, o que la depresión no se diagnostica con un examen neuronal o de sangre. El
ser humano está atrapado por un espíritu de la época, es esclavo psicológico de él, y esto no
está en el cerebro o es sólo el cerebro. Ahora la psicología es sirvienta del positivismo,
puesto que se piensa que la realidad viene a ser un conjunto de hechos positivos; aspirando
así, la psicología a posicionar lo psíquico, como hace la física, es decir colocar lo psíquico
como si fuera un hecho natural, volviendo la psique un fenómeno de actividad cerebral;
este psicologismo que cree que la verdad del razonamiento y la lógica, tenía que ser
estudiado en las estructuras del cerebro humano, llegando a los esquemas para conocer la
verdad psicológica. “Esta naturalización se puede constatar en la tendencia cada vez mayor
a reducir la psicología a “neurociencia” y la psique a epifenómeno de la actividad cerebral.
Y el cerebro, ciertamente, es un objeto natural.” (Eskenazi, Miseria de la psicología, 2008)

Se vislumbra cómo el ser humano empieza a centrarse en el cerebro (una obsesión


por el cerebro), los retratos se empiezan a hacer solamente de la cabeza, las mismas
estatuas y los mismos programas futuristas representan la conservación de la vida, con una
cabeza en un frasco sin necesidad de otros órganos, todo esto resumido a “yo soy, sino el
cerebro” (Eskenazi, Miseria de la psicología: neurociencia y filosofía, 2008). Antes la
fantasía estaba en el corazón como en los galenos; pero todo este asunto se queda en una
superficialidad en la cual se cree que la psique está en el cerebro, o en las conductas del
individuo, es decir hay una centralización de la psique a las conductas, al individuo, a lo
biológico, a todas las exigencias modernas de esa ciencia natural, reduciendo todo a lo que
puede ser objeto positivo, que sea medible, cuantificable, observable. La psique queda
centralizada al instrumento[1], - es como decir que el concierto lo hace el piano, sin la
necesidad de un pianista, esto es reducir el arte, puesto que el concierto lo hace el piano y el
pianista-, es muy diferente la investigación del cerebro a la psicología, la psique se expresa
a través del cuerpo, pero estudiar el cuerpo no significa comprender la psique, es decir, se
puede estudiar sólo el sonido, la parte fonética del lenguaje, pero esto no significa que se
comprenden las intenciones que la persona tiene en su discurso, aunque la intención se
exprese en el sonido real, pero este sonido no sería la intención.

Aunque de lo anterior también la neurociencia es consciente, ya que en el momento


de investigar la alucinaciones le atribuyen gran importancia a las vivencias, ya que “según
el contenido de la experiencia, la personalidad del sujeto, su biografía y el contexto
sociocultural donde se desarrolla la vivencia… Subraya el carácter dinámico e interactivo
de la percepción, así como el importante papel que desempeñan las emociones y la
intersubjetividad” (Lehmann, 2009). Con esta propuesta se puede vislumbrar que la
concepción natural tiene en cuenta, lo social, las relaciones humanas, pero todo esto en el
marco de lo positivo, de lo que se puede medir, calcular, de las conductas.

“La filosofía y la mentalidad común piensan desde siglos que la realidad verdadera de las
cosas es la que se aprehende “objetivamente” con una mirada desinteresada que es, por
excelencia, la mirada de la ciencia y de sus mediciones matemáticas. Pero si, como se vio,
el modo de presentarse originario de las cosas en nuestra experiencia no es aparecer como
“objetos” independientes de nosotros sino que se nos dan como instrumentos, queda abierto
el camino para reconocer la objetividad misma de las cosas como un modo de determinarse
particular de la instrumentalidad. La objetividad es algo a lo que se llega (y sobre esto está
de acuerdo aun la metodología científica) en virtud de una operación específica en la cual
se “hacen a un lado” los prejuicios, las preferencias, los intereses, para ver la cosa tal como
es “en sí”. Pero esta operación es sin embargo, inevitablemente, una operación del hombre,
que éste lleva a cabo precisamente; con miras a ciertos objetivos precisos: la conexión de
las ciencias objetivas modernas con la técnica no necesita ser documentada.” (Giegerich,
1996)

La realidad psicológica: una realidad basada en la neurociencia


Centrar la psicología al estudio del cerebro es volverla una ciencia natural, donde se afirma
que el cerebro construye la realidad, como si la realidad estuviera solo ligada a la evolución
filogenética – un hecho netamente natural- ligada a un contexto natural de interacción, una
realidad social que tiene una regulación, es decir que la mayoría de los seres humanos
pueden observar las mismas texturas materiales, los colores, entre otras cosas; pero no
entiende que hay un elemento que complejiza el sujeto, que ésta se puede comprender en el
logos. “La psicología se defiende así de volverse consciente de sí misma. Es una psicología
“natural” (naturalista), “positiva” (positivista), y olvidada de sí en tanto que “logos”
o racionalidad. En este olvido de sí, en esta “aceptación ingenua” de una “realidad de
hecho”, una realidad precisamente por ello “no-psicológica”, se funda la miseria de la
psicología y es una de las razones por la que eventualmente tiende a extinguirse como tal, o
a quedar reducida a un ámbito meramente subjetivo, íntimo y personal (ilusorio), que deja
intocado el conocimiento del mundo, que deja intacta la “visión” de la realidad aportada
por el positivismo, y que se refugia en la trastienda de una supuesta vida “interior”
inoperante, ineficaz e impotente para poner justamente en cuestión sus propios
presupuestos.” (Eskenazi, Miseria de la psicología, 2008)
¿Cómo el estudio del cerebro puede explicar la experiencia social? Ya cuando la
neurociencia afirma que el cerebro construye la realidad y no importa el hecho real, sino la
realidad representada por el sujeto, puesto que desde esta postura la subjetividad está
reducida a la actividad neuronal de cada persona, siendo el sistema el que construye la
realidad; pero esta realidad que se construye son percepciones del cerebro que permiten una
regularidad filogenética en la realidad, visto esto en términos evolutivos; ya que cada
especie tiene una forma de abordar el mundo, pero esta realidad sigue siendo biológica, no
tiene una amplia concepción sobre los cambios sociales –el cambio social, se estudia cómo
se pudo apreciar, el problema es que se basa en la conducta social, no en la misma
significación, aunque tiene un énfasis en la experiencia, sólo se basa en describir los
acontecimientos, pero no hay una compresión sobre estos, y no se tiene en cuenta lo que el
paciente pueda pesar de estos, sino que solo describen lo que ven -. En estos términos se
puede comprender por qué la psique no es un constructo natural; entonces sería diferente
hablar de ser en lo psicológico a ser en el cerebro, puesto que el primero abarca los dos y
otros hechos muy importantes, mientras que el segundo se centra en lo natural. Hay que
comprender que lo importante de un enunciado es su significado y su significado no sólo
depende de una función subjetiva o positiva; como proponía Hussel hay que entender los
significados y estos están en una esfera intemporal y no en los hechos positivos, es decir
que los significados no sólo dependen del ámbito físico, temporal variable, sino que tienen
un plan lógico.

La psicología en el pensamiento lógico


La psicología debe pensarse; pero no pensarse en el sentido de calcular las conductas; sin
entender una historia; o solo limitarse a un accionar operativo; se debe pensar en el
pensamiento filosófico, es decir, seguir una idea en su desarrollo y profundamente, pero el
problema es como propone Giegerich leído por (Eskenazi, Nihilismo y psicología: cuarta
clase, 2011) “Lo grave de nuestra época grave, es que no estamos pensando, pero esto no,
hay que entenderlos en términos negativos, este acervo no tiene una condición calificadora,
es solo una constatación que tiene que ver con un sentido histórico”, cuando (Eskenazi,
Nihilismo y psicología: cuarta clase, 2011) el pensamiento tiene que ver con un sentido
histórico, y este sentido histórico hace referencia al espíritu de la época, el cual no le
interesa pensar el ser, o filosóficamente, sino que reduce toda condición psíquica a lo
natural, a los hechos objetivos, donde la técnica pueda operar y controlar, y se centra en el
cerebro, es decir cuando una persona llegue y diga que se siente en un estado de ánimo que
no le permite producir, por ejemplo un estado melancólico, llega con la esperanza, no de
comprender ese estado, sino de cambiarlo, puesto que le está provocando malestar y
sentimientos que no quiere tener, y lo único que espera es que le cambien ese estado a uno
mejor; como hacen con las pastas, que permiten que el sujeto sea funcional, pero nunca se
llega a la compresión del estado; lo mismo se espera con las neurociencias, se tiene la
fantasía de descubrir la funcionalidad del cerebro en plenitud y que el paciente diga no
quiero sentir estas emociones, para que el terapeuta opere en el cerebro como si este fuera
un computador, y cambie algunas neuronas o desvié algunas actividades neuronales y ya
está, todo se encuentra de maravilla, el sujeto puede seguir produciendo.
En esta dinámica no se piensa el ser, ya que para occidente el ser es un ser objetivo,
el problema es que el sujeto se puede dividir de diferentes maneras: se puede estudiar desde
la biología, la sociología, y el problema de la psicología resulta en el momento de poner el
sujeto frente al objeto, ya que la psique está en el logos, y no se da en una lógica positiva o
natural. El individuo se constituye como individuo, necesariamente en relación con los
otros, de lo contrario este mismo dejaría de existir; entonces el individuo no es más que un
cruce necesario, que puede variar de un conjunto de relaciones, no es algo cerrado en sí
mismo. Este individuo necesariamente está relacionado, pero también puede cambiar de un
conjunto de relaciones a otro, para ir constituyéndose como individuo, siendo este
individuo ya no vistoso como un ser encerrado que se va construyendo por sí mismo, sino
que está en una estrecha relación con los otros, que son los que permiten que se constituya
el mismo, siendo esto no únicamente una relación psíquica individual, sino también a unos
aspectos que están determinados por la organización social. Todo esto permite decir que “el
individuo no existe más que por su posición en un sistema de relaciones” (Augé, 1994)

En la neurociencia subyace una propuesta interesante de la realidad, puesto que


ellos entienden que la realidad es una compleja construcción del cerebro, aunque la
conciben como una proyección que va desde la parte interna hacia afuera, pero en el
momento de definir las alucinaciones surge una propuesta importante para el pensamiento
moderno y es que “La definición de las alucinaciones como una percepción falsa o errónea
carece de sentido en muchos casos, antes bien, se trata de la adopción de una nueva
perspectiva para abordar la realidad” (Lehmann, 2009), se puede vislumbrar cómo la
concepción de realidad no está ligada rígidamente a la regularidad contextual, sino que
también debe entenderse la alucinación como parte de la realidad del sujeto, puesto que si
seguimos por la línea que el cerebro construye la realidad, no es descabellado afirmar que
la alucinación es parte de una realidad, que afecta a una realidad externa.

El problema de la psicología sería pensar su objeto puesto que el objeto abarca al


sujeto mismo, y se hace una separación entre la realidad interior y la realidad exterior
cuando éstas dos no están separadas, este postulado se puede observar también en la nuevas
teorías que afirman que la realidad es una construcción del cerebro y si es una construcción
del cerebro significa que lo externo se encuentra también en lo interno y viceversa; es decir,
lo interno y lo externo son como la dirección derecha y la dirección izquierda, las dos son
necesarias para subsistir, pero de la misma forma son relativas, no hay una marcada
dirección izquierda ni una dirección derecha, estas dos son relativas al punto de vista. Si
nos paramos en una esquina hay un punto derecho y un izquierdo, pero si giramos
levemente estos dos puntos de referencia empiezan a cambiar, y si se sigue girando en 180
grados a la primera posición, la primera izquierda ahora se convierte en la derecha, y la
derecha en la izquierda, mostrando la relatividad de los puntos a la significación de la
posición. Entonces se funda una cierta miseria en la psicología cuando se separan estas
realidades como si fueran dos o como expone (Giegerich, 1996) “El error básico de la
psicología en la oposición entre el individuo y el colectivo”

“La miseria de la psicología consiste en que en su objeto abarca al sujeto mismo, no como
la biología abarca al biólogo en tanto que parte de la realidad biológica, o la medicina
abarca al médico constituido por la misma fisiología que estudia, sino de modo mucho más
comprometido: la psicología estudia la conciencia, y por tanto el mismo “hacer psicología”
se encuentra en cuestión: el hacer mismo de la psicología debiera ser objeto de la
psicología. Aquí el estudio en tanto que actividad, el proceso mismo del estudio, es el
objeto estudiado, de modo que no puede estar “fuera” de -colocado en
frente, objetivamente, no implicado en- lo que estudia.” (Eskenazi, Miseria de la psicología,
2008)

Con todo lo que se ha expuesto se puede concluir que la ciencia ha impulsado a una
taponamiento del ser humano, queriéndolo estudiar de manera natural, orgánica, sin tener
en cuenta otras variables importantes para la psicología. El intento de la psicología por
volver una psicología científica poco a poco entra en confrontación, cuando el mismo
objeto de estudio los cuestiona, son importantes todos aquellos aportes que ha realizado la
neurociencia sobre la construcción de la realidad, pero estos aportes no bastan para la
compresión de la psique puesto que ésta no se puede centrar a lo natural, al cerebro, como
se ha expuesto a lo largo del textos, pero algo importante para precisar en la conclusión es
que, como diría Kant “ No hay una realidad en sí, solo hay conocimiento de la realidad”.
Ésto es importante para entender la realidad psicológica.

Y por último es necesario entender que “…entre lo que la ciencia llama ´psicología`
y lo que de una psicología espera la práctica de la vida cotidiana, está ´un hondo abismo
interpuesto`” Jung (Citado en (Arcia, 2010)). Para concluir (Arcia, 2010) elabora un buen
análisis de lo que acontece en estos tiempos envueltos por la modernidad, ya que permite
evidenciar que “la intención de recobrar el discurso de la psique y todo aquello que
históricamente en occidente se reprime a la par con la formación de la conciencia, pero que
jamás muere, ya que por el proceso de sublimación los aspectos en otrora insurrectos,
permanecen activos en la sombra colectiva. Por otro lado, presenta la situación en la que se
encuentra la psicología por cuenta de la debilidad cognitiva de un sinnúmero de
representantes de ésta disciplina que en búsqueda del estatus científico -que no es más que
la intención inconsciente de superar el complejo de Edipo de la vida intelectual- se adhieren
a la ciencia de manera tan natural, como el primitivo lo hace a su comunidad para
sobrevivir. Esto implicaría reconocer que el estado en el que se encuentra el proceso de
individuación de los médicos psicólogos, corresponde a la autonomía que se tiene para
pensar psicológicamente sin necesidad de estar amparado en la “verdad empírica” –que es
verdad científica-.”

Referencias Bibliográficas

Arcia, J. (2010). Conocimiento de psique. Universo Arke .

Augé, M. (1994). El sentido de los otros. España: Librairie Artheme Fayard.

Eskenazi, E. (2008). Miseria de la psicología. España: enrique-eskenazi.blospot.com.


Eskenazi, E. (2008). Miseria de la psicología: neurociencia y filosofía. españa:
eeskenazi.blogspot.com.

Eskenazi, E. (2011). Nihilismo y psicología: cuarta clase. España: eeskenazi.blogspot.com.

Giegerich, W. (1996). El error básico de la psicología de la oposición entre “individual” y


“colectivo”: reflexiones sobre el Magnum Opus del Alma hoy. Journal for Jungian
Studies , V. 42 nº 2, pp. 7-27.

Lehmann, A. (2009). Las alucinaciones: entre los sueños y la percepción. Mente y cerebro ,
22-27.

Wallerstein, I. (1996). Abrir la ciencias sociales. Mexico: Siglo XXI editores, s.a. de c.v.

[1] Esto no significa que haya un dualismo entre psique y cerebro, sino que
pretende resaltar la importancia de no centralizar la psique a lo biológico.

También podría gustarte