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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica.

Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en


Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

SOBRE EL ARRIENDO DE QUIRÓFANOS E INFRAESTRUCTURA CLÍNICA


REFLEXIONES EN TORNO A UNA DEFENSA RECURRENTE
Hugo CÁRDENAS VILLARREAL1

INTRODUCCIÓN
En términos generales, los últimos trabajos que se han dedicado al tema de la
responsabilidad médica parten advirtiendo que la forma de prestar la medicina ha
cambiado, para graficar el hecho de que hemos pasado de relaciones simples médico
paciente a relaciones complejas médico-paciente-clínica-Isapres. Se postula que el
sujeto de imputación que interesa es la Institución (clínica u hospital), y se pretende la
unificación de los estatutos que rigen las instituciones públicas y privadas 2. No obstante
lo anterior, muchos de estos trabajos abordan el fenómeno de la “colectivización” en
base a supuestos poco problemáticos, y cuando se enfrentan a los desafíos que generan
las prestaciones colectivas contemporáneas, simplemente los resuelven haciendo uso de
estructuras individuales de imputación3.
Es lo que sucede con la responsabilidad del equipo médico que, por un lado, es
descrita como una responsabilidad que proviene de una actuación grupal; mientras que
por el otro, se afirma que la responsabilidad es individual en tanto que el “equipo” no
tiene responsabilidad jurídica4. Y es lo que sucede con la responsabilidad civil de las
clínicas cuando las mismas son aprehendidas por una visión un poco trasnochada, como
simples prestadoras de servicios paramédicos o extra-médicos (hotelería o corretaje) y,
por lo mismo, irresponsables de los daños derivados de la prestación de servicios
propiamente médicos5.
Al análisis de este último supuesto dedicaremos las líneas que siguen, pues ese
abordaje no da cuenta de la realidad en que se prestan los servicios médicos hoy en día;
y empeora sensiblemente las posibilidades de que los pacientes obtengan una reparación

1
Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Licenciado en Derecho por la
Universidad Complutense de Madrid. Doctor en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Dirección postal: Pío Nono 1, Providencia, Chile. E-mail: hcardenas@derecho.uchile.cl
2
En esta perspectiva puede verse recientemente, TOCORNAL COOPER, Josefina, La responsabilidad civil
de clínicas y hospitales, Legal Publishing, Santiago, 2014. Específicamente, la obra cuestiona las
diferencias entre los estatutos contractual, extracontractual, público y privado, en el capítulo IV, pp. 256
y ss.
3
Tan solo con el objeto de ejemplificar el punto, repárese en que el problema de las relaciones entre las
Instituciones de Salud y los “contratantes independientes” (uno de los problemas prácticos más graves
que debe resolver quien quiera demandar la responsabilidad de una clínica o centro de salud), ha sido
completamente ignorado por la doctrina nacional.
4
Sobre el tratamiento de la responsabilidad del equipo médico en el ámbito nacional cfr. PIZARRO
WILSON, Carlos, “Mal praxis en el equipo médico”, en Revista médica de
Chile, vol.139, no.5, Santiago, 2011, pp. 667 y ss. En el derecho comparado se avanza hacia una acción
contractual y solidaria.
5
Es la visión que tradicionalmente se ha impuesto en la doctrina española. Sobre este punto puede verse
la clásica obra de FERNÁNDEZ HIERRO, José, Sistema de responsabilidad médica, cuarta ed., Comares,
Granada, 2002, pp. 394 y ss.

1
CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

de perjuicios, en tanto que el sujeto que obtiene las mayores ganancias deviene
irresponsable. El problema reviste gran importancia pues si bien hace apenas unos años
se trataba de un asunto eminentemente teórico, hoy es una de las principales defensas
que oponen las clínicas privadas y de algunos hospitales públicos.
En lo que sigue se argumentará en contra de la tesis que concibe a la clínica
como arrendadora de espacio e infraestructura. Se afirmará que en el ordenamiento
jurídico chileno, cualquiera que sea el modelo teórico-explicativo que se utilice, impide
que la clínica pueda desligarse de la responsabilidad por los servicios médicos que se
presten en sus instalaciones (sobre todo de las que se realizan en sus quirófanos). Al
efecto, la exposición estará dividida en dos partes: en la primera, perfilaremos el
problema advirtiendo a partir del reflejo que está tenido la tesis de arrendamiento en la
práctica y la jurisprudencia nacional (I) y; en la segunda, expondremos algunos de los
argumentos que a nuestro juicio fundamentan la tesis de la responsabilidad de las
clínicas por los daños que se causen en sus quirófanos (II). Al final se harán algunos
comentarios conclusivos.

I
EL PROBLEMA EN LA JURISPRUDENCIA NACIONAL
Dado que la tesis del arrendamiento del quirófano es una defensa que se articula
en el contexto de un discurso contractual, y dado que en Chile la incardinación de la
responsabilidad médica en los moldes contractuales es un fenómeno relativamente
reciente, podría pensarse que estamos ante una estrategia novedosa. Sin embargo, ya
veremos cómo, con algún matiz, se trata de la misma defensa que se utilizaba en el
periodo en que se demandaba la responsabilidad médica en sede extracontractual6. En el
fondo, se trata de disminuir el protagonismo de la clínica en la prestación de los
servicios médicos estricto sensu y, muy específicamente, respecto de las actuaciones
que se llevan a cabo al interior del quirófano.

1. El ámbito extracontractual: la independencia del dependiente


La responsabilidad de las empresas que prestan servicios puede ser requerida
directamente por el hecho propio, por vía del artículo 2314 y del 2329 del CC. o; por el
hecho ajeno, mediante las normas contenidas en el artículo 2320 y 2322 del CC. De
cualquier manera, cuando la culpa se radica en el acto de una persona determinada, la
negación de vínculo de subordinación y dependencia es vista como una buena defensa
de los abogados de los prestadores institucionales.
De entre los fallos que han acogido la tesis uno de los más interesantes a efectos
de perfilar el problema es Pastor Espejo v. Goñi Espíldora y Hospital Clínico UC

6
Sobre las estructuras de imputación propias de la responsabilidad extracontractual de las clínicas en el
ámbito nacional debe verse ZELAYA ETCHEGARAY, Pedro, “La responsabilidad civil de Hospitales y
Clínicas privadas: hacia una paulatina responsabilidad estricta por riesgo de la empresa”, en
Responsabilidad civil de entidades corporativas, AA.VV, Jorge Baraona González (editor), Cuadernos
de Extensión Jurídica 7, Universidad de Los Andes, 2003, pp. 173 y ss.

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Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

20127. En el caso, la paciente acudió a la consulta particular del Dr. Goñi, quien tras
diagnosticar un tumor en la cara, recomienda su extracción mediante una cirugía que se
realizó en el Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica. Durante la
operación, el médico seccionó un nervio facial que le produjo una parálisis permanente
al paciente quien, a la postre, demanda extracontractual y solidariamente al médico y al
Hospital Clínico UC, para que sean condenados “directa y solidariamente” ex artículos
1437 y 2314 del CC.8
Básicamente, el hospital clínico construye su defensa sobre la falta de
dependencia del facultativo. En el juicio, el 12° juzgado civil de Santiago acogió la
demanda respecto de la responsabilidad Dr. Goñi y excluyó la del Hospital Clínico UC
en los siguientes términos:
“CUADRAGESIMO PRIMERO: …

Por lo demás, un profesional médico puede, no obstante ser trabajador


dependiente de un Centro Asistencial, desempeñarse en el mismo, como
profesional independiente, utilizando sus pabellones y la prestaciones
hospitalaria, quedando el centro asistencial en la imposibilidad de dirigir o
controlar las decisiones que adopte en cuanto a sus procedimientos y tratamientos.
En efecto, si el médico es elegido y contratado directamente y personalmente por
el paciente sin intervención alguna del hospital demandado, el hospital no
puede ser civilmente responsable de los daños causados por el médico, aunque
tales profesionales atiendan al paciente en sus dependencias, con instrumental,
equipos y fármacos proporcionados por éste, ya que debe entenderse que no
existe el vínculo necesario entre el médico tratante y el hospital respectivo,
salvo que se lograra probar alguna forma o grado de culpa en la organización o
falta de servicio.

CUADRAGESIMO SEGUNDO: Que, los antecedentes de autos y lo


declarado por la propia actora, refiere la elección directa del médico tratante a
quien contactó en su consulta particular, apareciendo de los documentos de fojas
79 a 84, que la actuación del Hospital demandado se circunscribió únicamente a
la prestación del servicio de "atención hospitalaria", cuyas obligaciones radican
esencialmente, por una parte, en responder de toda falta o insuficiencia en la
organización del servicio, constituyéndose en garantes de enfermedades
intrahospitalarias y, por otra, en proveer los medios necesarios para el
tratamiento adecuado del paciente para lograr la finalidad médica perseguida,
comprendiendo también la hotelería que sea necesaria”.

La sentencia fue confirmada por los tribunales superiores, y así quedó firme un
fallo que condenó a un médico por el incumplimiento de un “deber de información”9, al
tiempo que absolvió al centro hospitalario al negar el vínculo de subordinación y
dependencia; y en lo que aquí más interesa, al excluir del contrato de servicios

7
12° JLC Santiago, 29.08.2008, rol. C-4421-2001; CA Santiago, 06.08.2009, rol. 10.569-2008; CS,
26.01.2012, rol. 8352-2009.
8
Respecto del Hospital Clínico también se invocaron los artículos 2320 y 2322 del CC.
9
Según los vistos de la Corte Suprema:
“k) El demandado no informó a la demandante los casi ciertos resultados de la parálisis total y las
diversos opciones de reconstrucción por la ejecución de una resección del nervio facial porque la
naturaleza del tumor sólo fue conocida en la intervención quirúrgica.
l) El demandado debió suspender la intervención quirúrgica e informar a la paciente el nuevo escenario
que enfrentaba”.

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hospitalarios cualquier deber respecto de la protección de dignidad y autonomía del


pacientes.
Dejando de lado los comentarios respecto de la relación de dependencia10, el
fallo resulta criticable puesto que desvinculó a la clínica de los deberes de información
para con el paciente. El hecho es preocupante porque en Chile la responsabilidad
respecto de los deberes de información se encuentra prescrita por la legislación e
─incluso─, es puesta a cargo del prestador institucional en los manuales de acreditación
de la Superintendencia de Prestadores11. Por su parte, la afirmación que hace el fallo en
orden a que el “médico puede, no obstante ser trabajador dependiente de un Centro
Asistencial, desempeñarse en el mismo, como profesional independiente”, es
simplemente sorprendente… ¿cómo podría saber el paciente en que condición lo recibe
el doctor?. Y frente al argumento de que “la independencia del médico deja al centro
asistencial en la imposibilidad de dirigir o controlar las decisiones que adopte en
cuanto a sus procedimientos y tratamientos”, se debe recordar que la tesis de la
irresponsabilidad de las clínicas en tanto que instituciones que simplemente alojan y
alimentan a los enfermos forma parte de la historia de la responsabilidad médica.
En términos generales, las alegaciones en sede extracontractual de
irresponsabilidad por faltar el vínculo de subordinación y dependencia no suelen
prosperar, pero un examen de la jurisprudencia nacional, con sus características
inquisiciones al tiempo y lugar donde el paciente se habría encontrado con el médico,
demuestran una nula conexión con la forma en que se practica la medicina hoy en día; y
una insuficiencia de instrumentos conceptuales para explicar y normar un ámbito
sumamente sensible para la población, que debe ser enriquecido cuanto antes.

10
El fallo resulta criticable puesto que el propio médico reconoció la dependencia en la absolución de
soluciones, y porque su vinculación el hospital es tan fuerte, que su nombre es utilizado para
promocionar a la institución en la web.
http://redsalud.uc.cl/ucchristus/cirugia-oncologica-y-maxilofacial/quienes-somos/equipo-medico.act
(visto por última vez el 28.02.2015). La referencia es actual y es posible que no existiese cuando se
produjeron los hechos, pero la vinculación pública del médico con la institución es incuestionable. Un
comunicado de apoyo de la Facultad de Medicina puede verse en: http://www.lanacion.cl/noticias/vida-
y-estilo/facultad-de-medicina-de-la-uc-sale-en-defensa-de-medico-condenado-por-negligencia/2009-08-
11/124142.html (visto por última vez el 28.02.2015).
11
Al respecto, en el Manual del Estándar General de Acreditación para Prestadores Institucionales
Destinados al Otorgamiento de Servicios de Imagenología (http://www.supersalud.gob.cl/568/articles-
4530_manual_SI_pdf.pdf) puede leerse:

“3. Concepto de Ámbito, Componentes, Características y Verificadores


El ámbito contiene en su definición los alcances de política pública sanitaria para el otorgamiento de
una atención de salud que cumpla condiciones mínimas de seguridad. A modo de ejemplo en el Ámbito
1, respeto a la dignidad del trato al paciente, el objetivo es que “la institución provee una atención que
respeta la dignidad del paciente y resguarda principios éticos esenciales en el trato que se le otorga”.
Los componentes constituyen el primer nivel de desagregación del ámbito y proveen definiciones de
aspectos más operacionales que contribuyen a cumplir con la intención del ámbito. En el ejemplo del
Ámbito 1, los componentes son 3:
• El prestador institucional cautela que el paciente reciba un trato digno.
• Los pacientes son informados sobre las características de los procedimientos a los que serán
sometidos, incluyendo sus potenciales riesgos y se les solicita su consentimiento previo a su ejecución.
• Respecto de los pacientes que participan en investigaciones desarrolladas en la institución, se aplican
procedimientos para resguardar su derecho al consentimiento, la seguridad y la confidencialidad”.

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Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

2. La discusión en clave contractual: ¿uno o varios contratos?


Como ya se mencionó, en Chile tan solo unos cuantos años atrás se empezaron a
radicar las demandas en contra de los facultativos y centros médicos en sede
contractual, perdiendo algo de protagonismo la discusión respecto del vínculo de
dependencia. En este contexto discursivo, los abogados de los demandados emplean la
defensa del contrato de servicios hospitalarios, cualquiera que sea la forma en que se los
demande (solo a la institución, a la institución con el médico, etc.). Básicamente, se
alega que el paciente realiza dos contratos: uno con el médico de prestación de servicios
médicos propiamente hablando; y otro con la clínica, de prestación de servicios
hospitalarios.
Así, por ejemplo, es la defensa que se utilizó en Beale con Clínica y Maternidad
Sara Moncada y otro 201212; y en Sverdlov con Clínica Las Condes S.A 201413. En
este último caso (lesión por lesión por rechazo de una malla), los abogados de la clínica
sostienen la tesis en el escrito de contestación en los siguientes términos:
“En toda actuación médica que se requiere de hospitalización,
normalmente existen o se celebran dos contratos: (1) uno de
prestación de servicios médicos que se celebra entre el médico
tratante y el paciente, en este caso la demandante B.I.S y el doctor
V.S.D.; y (2) otro contrato distinto del anterior de hospitalización o
asistencia hospitalaria, que se celebra entre el paciente y la clínica u
hospital correspondiente, en este caso entre la Sra. Sverdlov y Clínica
Las Condes S.A.”.
Y respecto del objeto del contrato de hospitalización sostuvieron:
“(…) que la Clínica le facilitara sus pabellones, infraestructura
hospitalaria, se ocupara de su hospitalización y recuperación
siguiente a la cirugía, hasta el alta. Por ello, no es efectivo que la
demandante haya celebrado como plantea en su demanda, un
contrato único con Clínica Las Condes y el médico demandado”.
Es interesante observar como a ojos del demandante, el médico y clínica eran
una misma parte de un único contrato; mientras que para la clínica y para el médico
resulta meridianamente claro que eran personas diferentes con roles diferentes, pues
esta le arrendaba al médico una consulta en sus instalaciones para que atendiese a sus
propios pacientes. Como se puede apreciar, la defensa no solo se utiliza cuando la
consulta es externa y el facultativo solo concurre a la clínica a realizar la intervención
quirúrgica, sino que también se utiliza supuestos en que el médico tiene una consulta al
interior de la clínica; es accionista de la misma; es parte de la sociedad de profesionales
que le presta servicios a la clínica, etc.

12
Juicio ventilado ante el Cuarto Juzgado Civil de Santiago, rol N° C-24.038-2012, y que actualmente se
encuentra en etapa probatoria.
La demandada manifestó que el contrato de hospitalización la obligaba a: “…a proporcionar, tanto a la
demandante como a su equipo médico tratante, la infraestructura clínica de pabellones y servicios de
enfermería, esto es, el recinto y los equipos técnicos necesarios y adecuados para llevar a cabo la
cirugía previamente acordada entre la actora y el codemandado, como parte del contrato de prestación
de servicios médicos que ellos celebraron en forma independiente de la Clínica”.
13
Este juicio está siendo actualmente conocido por el Décimo Sexto Juzgado Civil de Santiago, rol C-
3771-2014.

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Hasta la fecha, la jurisprudencia no ha tenido muchas posibilidades de referirse


a este tema pues, como se adelantó, muchos de los juicios en los que se ha interpuesto
aún no han llegado a esas instancias. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que
cuando menos en un caso, los tribunales chilenos han utilizado la tesis del contrato
desdoblado para resolver un juicio de responsabilidad civil médica. Así, en Sciaccaluga
Rocuant c/ Escudero Schiappaccasse y otros 200414, se demandó conjuntamente en
sede contractual a tres médicos, a la clínica, y a la sociedad de profesionales. Luego de
verificar transacciones con uno de los médicos y con la sociedad profesional, se
excluyó la responsabilidad de la Clínica señalando que:

“… atendido al mérito de la orden de hospitalización, acompañada a fs.


261, se infiere, sin lugar a dudas, que la actora decidió su internación en
la clínica demandada, para la cirugía a que debía ser sometida, […] debe
concluirse que la demandante aceptó someterse a las normas contenidas
en el Reglamento de Trabajo Médico de dicho establecimiento,
consignado en el motivo 23° de este fallo, que rige las relaciones de la
Clínica con los médicos y pacientes, lo que a juicio de este sentenciador,
teniendo en consideración este acuerdo de voluntades, constituye un
contrato de adhesión, en virtud del cual la clínica se responsabiliza del
adecuado acondicionamiento para el ejercicio de las acciones de salud
que en su interior realicen los profesionales velando que éstos cuenten con
el título que le autorice su ejecución, mientras que la paciente deberá
pagar el precio por estos servicios sanitarios.”.

La sentencia fue confirmada por la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema,


validándose —al menos en este caso—, la posibilidad de que una sociedad anónima
únicamente responda del estado de la infraestructura y del equipamiento clínico que
proporciona en base a un contrato de “uso”. La sentencia es criticable puesto que, de la
existencia de una orden de hospitalización médica, no sólo infiere que el paciente
conocía el Reglamento de Trabajo Médico que regula la relación de la clínica con los
médicos que en ella laboran, sino que además infiere que el paciente la aceptó.
En sentido completamente contrario al anterior, en Salazar Navarro v. Clínica
Reñaca 201415, la Corte Suprema en sentencia de reemplazo y resolviendo un alegato
de exoneración de responsabilidad como los que hemos analizado sentenció que:

14
Sciaccaluga Rocuant c/ Escudero Schiappaccasse y otros 2004, 2º JLC Viña del Mar, 30.06.2003. La
sentencia entendió además (cons.13°), “que en el caso sub-lite, resultan hechos no controvertidos que la
demandante ingresó a la clínica por indicación de su médico tratante, que, según la misma actora
sostiene, la había atendido durante catorce años con título profesional debidamente acreditado y con el
correspondiente diagnóstico preoperatorio; que la intervención quirúrgica se efectuó en uno de sus
pabellones y que luego del acto operatorio, permaneció internada en el establecimiento durante seis días,
de lo cual se desprende que la Clínica ha dado cabal cumplimiento a las obligaciones que le imponía su
reglamento, proporcionando, adecuadamente, la infraestructura del centro de salud, así como sus
pabellones y equipamiento clínico para la realización de la intervención quirúrgica y los cuidados post
operatorios de la paciente”.
15
CS, 19.06.2014, rol 5817-2013. En los hechos, la señora González tuvo un parto normal, sin
complicaciones en el pabellón del centro asistencial demandado, siendo asistida por su médico tratante y
su equipo médico. A las horas la paciente presentó hemorragia genital y su médico le realizó una
intervención de urgencia, que consistió en la cauterización de una arteria ubicada en el útero”. A raíz de
lo anterior, la paciente quedó en observación, siendo trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos,
donde finalmente falleció.

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“La clínica –y el hospital– no es un establecimiento hotelero, que el


paciente o su médico de confianza escoja teniendo en cuenta sólo la calidad
de su infraestructura. El paciente confía en que esa clínica pondrá todos los
medios ofrecidos a su disposición, para superar el trance de salud que haya
motivado su internación.
[….] Dicha responsabilidad resulta bastante para colegir su obligación de
concurrir al resarcimiento de los daños ocasionados por la conducta de su
dependiente. Sin embargo, y sólo para cerrar en plena armonía el triángulo
jurídico que impulsa la corresponsabilidad de todos los demandados, se
puede agregar que la vinculación de la clínica respecto del otro médico, Sr.
Venegas, impele en el mismo sentido, ya no por ministerio de los efectos de
la dependencia propiamente tal, sino que por el vínculo jurídico creado
entre este médico independiente y la clínica; y que obedece a un contrato
cuyos resultados no son ajenos para ambos –ni menos para el paciente– y
que guarda relación con la forma de organizar y prestar el servicio
hospitalario”.
Este fallo es muy interesante pues rechaza, con razón a nuestro juicio, la idea de
que las clínicas puedan desprenderse de la responsabilidad de cualquier tipo de médico
que utilice sus instalaciones y; en lo conceptual, porque aparecen enseguida nuevas
nociones como la de corresponsabilidad y conectividad contractual. Como es evidente,
el paradigma metodológico y conceptual en que se mueve esta decisión es muy
diferente al paradigma tradicional que construye la responsabilidad por actos médicos
sobre la figura individual del galeno; que no percibe las relaciones que median entre los
médicos independientes y el centro hospitalario; y que es guiado por un robusto
principio del efecto relativo de los contratos.
La elección de uno de estos modelos de solución exige que analicemos sus
principales postulados.

II
Atomistas vs. Integrados
Las dos posiciones jurisprudenciales que acabamos de repasar corresponden
respectivamente a dos modelos teóricos que podríamos denominar atomista (o
individualista) e integrado (o corporativista) respetivamente. Se trata de dos paradigmas
antagónicos que pueden son utilizados para explicar y normar el ámbito de realidad en
que se prestan los servicios médicos en la actualidad.

1. El paradigma atomista: Al menos, dos contratos…

Tal como vimos cuando analizamos Sciaccaluga Rocuant c/ Escudero


Schiappaccasse y otros 2004, se trata de un modelo que aprehende la responsabilidad de
la clínica advirtiendo la existencia de al menos dos contratos: uno de servicios médicos;

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y otro de servicios hospitalarios, que puede revestir a su vez dos modalidades


(arrendamiento de servicios y de cosas, o arrendamiento de cosas).
Se trata de un modelo que impera en España y que ha sido defendido por
influyentes autores de la doctrina francesa, pero también ha sido objeto de importantes
críticas, debido a la artificialidad de su construcción y a la desprotección en que la
misma deja a las víctimas de actos médicos. Así, según LORENZETTI, “si se asume esta
línea de pensamiento habría que señalar que también habría otros contratos con el
anestesista, el psicólogo, otros cirujanos y con todos los profesionales autónomos;
también habría otra relación con los profesionales directores de departamento y otra con
los subordinados, con quienes el paciente tiene acceso por derivación; otro vínculo se
establecería con bioquímicos, radiólogos, etc. Habría entonces un contrato celebrado
con un médico y muchísimos otros tácitamente consentidos por el paciente”.16
En síntesis, la gran objeción que se le hace a la tesis atomista es que no se hace
cargo de los particulares problemas que plantea la forma grupal o colectiva en que se
prestan los servicios médicos en la actualidad. Entre otros aspectos, la tesis desconoce el
hecho de que de que entre los médicos y las clínicas en las que estos “pueden operan”
existen relaciones que son ordenadas por los prestadores institucionales; y que, en la
realidad, prácticamente no se conocen casos en que la totalidad de los miembros
equipos médicos sean “independientes”.
Por cierto, que todo este panorama dificulta mucho que una víctima de una
negligencia médica pueda acceder a una indemnización. Sobre todo si, como es
habitual, se trata de un paciente desprovisto de la información de lo que “realmente”
sucedió en el quirófano y de mínimos conocimientos técnicos para poder identificar
quien estaba a cargo de cada uno de los procedimientos a los que fue sometido. Así las
cosas, y ante los numerosos problemas sustantivos y procesales que esta comprensión le
genera a las víctimas, no tardaron en aparecer correctivos tanto en los ordenamientos del
Common Law como en los del Civil Law.

1.1. La corporate negligense del Derecho Norteamericano


Hasta la primera mitad del Siglo XX, los Hospitales en EEUU gozaban de una
cierta inmunidad en materia de responsabilidad por ser consideradas instituciones de
caridad que prestaban servicios médicos a las clases sociales más necesitadas. Por lo
anterior, cuando un médico independiente incurría en alguna mala praxis era
personalmente responsable de ese acto sin compartir responsabilidad con el Hospital.17
Debido a la “inmunidad” que implicaba la “asociación” Hospitales-médicos
independientes, en el contexto de la generación de una industria médica en donde los
Hospitales dejaron de ser instituciones de caridad para convertirse en empresas
prestadoras de servicios médicos, las Cortes norteamericanas se vieron en la necesidad
de imputar responsabilidad a los Hospitales de alguna manera. Así, en Bing v. Thuning
1957, se expresó que “Present-day hospitals, as their manner of operation plainly
demonstrates, do far more tan furnish facilities for treatment. They regularly employon
a salarybasis a large staff of physicians, nurses and interns, as well as administrative

16
LORENZETTI, Ricardo, La empresa médica, 2ª ed., Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2011, p. 420 y ss.
17
Cfr. LEVIN, Howard, “Hospital vicarious liability por negligence by independent contractors
physicians: A new rule for new times” en University of Illinois Review, 2005, p. 1293.

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
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and manual workers, and they charge patients for medical care and treatment,
collecting for such services, if necessary, by legal action. Certainly, the person who
avails himself of ‘hospital facilities’ expects that the hospital will attempt to cure him,
not that its nurses or other employees will act on their own responsibility”18.
Por cierto, que el problema se agudizaba cuando se trataba de un médico
independiente (Independant contractor physicians), pero la idea de que es el hospital
quien organiza y controla la prestación de servicios hizo que la jurisprudencia
norteamericana comenzara a presumir por medio de distintos modelos argumentativo19,
la “dependencia contractual” del médico con el Hospital. Así, por ejemplo, en Le
Conche con Elligers 199120 una paciente sufrió daños a consecuencia de un error de
diagnóstico, demandado al médico y al hospital por incumplimiento de contrato. El
Hospital alegó falta de legitimidad pasiva en atención a que el médico que incurrió en la
negligencia era un “independent contractor”. Sin embargo, la Corte de Connecticut
imputó responsabilidad al Hospital aduciendo que éste había creado la “reasonable
belief” en el paciente de que los doctores eran en los hechos empleados del Hospital. En
Menzie v. Windham Community Memorial Hosp 1991, la misma Corte imputó
responsabilidad al Hospital por vía de la “apparent agency” aduciendo que: “The record
reveals some evidence that the hospital held the doctors out as its employees. For
example, allowing the doctors to wear operating room clothing provided by the hospital
with the name of the hospital printed on it, referring to the Anesthesiology Associates as
the hospital’s ‘anesthesia department,’ and failing to inform plaintiff that the doctors
were not employees could be considered relevant to this conclusion. However, although
plaintiff might have satisfied the first part of the test for apparent agency, that question
need not be decided because he has failed to satisfy there liance requirement”21.
Se observa una tendencia en el ordenamiento de los Estados Unidos de América
en orden a responsabilizar a la clínica como un solo ente prestador de servicios médicos
integrales22. En términos generales pensamos que se podría decir que se trata de una
tendencia compartida por algunos ordenamientos de la familia romano-germánica,

18
Bing v. Thuning (1957)2 N.Y.2d 656, 666. Citado por BEDARD Mary K. “When is a hospital liable for a
physician´s malpratice?”, en Plaintiff, San Francisco, Julio 2008.
19
El estudio de los modelos teóricos que han utilizado las Cortes norteamericanas para establecer la
“dependencia” puede verse en LEVIN, Howard, ob. cit., p. 1295 y ss. También la Corte Suprema de
Alaska realizó un extenso análisis a estas teorías en el caso Fletcher v. South Peninsula Hosp., 71 P.3d
833 (2003).
20
Le Conche con Elligers, Conn. Super. LEXIS 1693 (July 16, 1991; Stengel, J.)
21
Menzie v. Windham Community Memorial Hosp., 774 F. Supp. 91 (D. Conn. 1991; Dorsey, J). incluso
yendo más allá, la Corte siguió argumentando en siguiente sentido: “Further, the court finds several
reasons for applying the doctrine of apparent agency to a hospital. No reasonable patient in the position
of the plaintiff would asume anything else butt hat the medical staff performing the medical procedures
were employees of the hospital. Indeed, a patient has the right torely on the reputation of the hospital
when she agrees to have a medical procedure performed at the hospital. As such, itis reasonable for the
public to asume that a hospital to which it goes for treatment exercises medical supervisión over, and
isresponsible for the negligence of, medical personnel providing services whether they are independent
contractors or not. ... Accordingly, the court finds that Connecticut law does not preclude a plaintiff
from bringing an apparent agency claim against a hospital for the alleged negligence of a doctor who is
an independent contractor”.
22
Utilizando la teoría de “apparente agency” McClelland v. Day Kimball Hosp., 2001 Conn. Super.
LEXIS 366 (Feb. 2, 2001; Bishop, J.); Wilverding v. Ostrowitz, 2000 Conn. Super. LEXIS 607 (Feb. 28,
2000; Skolnick, J.); Custer v. Kurowski, 1999 Conn.Super. LEXIS 228 (Jan. 29, 1999; Hurley, J.);
Francisco v. Hartford Gynecological Center, Inc., 1994 Conn. Super. LEXIS 521 (Mar. 1, 1994;
Corradino, J.); Koniak v. Sawhney, 1994 Conn. Super. LEXIS 95 (Jan. 13, 1994; Rush, J.); LeConche v.
Elligers, 1991 Conn. Super. LEXIS 1693 (July 16, 1991; Stengel, J.).

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

aunque en estos últimos la vinculación del prestador institucional se ha llevado a cabo


hasta ahora mediante la teoría de la estipulación en favor de tercero.

1.2. La estipulación en favor de tercero del Civil Law


En los ordenamientos del Civil Law, la antigua estipulación ha sido uno de los
instrumentos más usados para dar cuenta de estas relaciones triangulares que se dan
entre los llamados prestadores individuales, los institucionales, y los pacientes23. Esta
teoría ha sido defendida por influyentes autores, que se oponen a aplicar las normas que
regulan las responsabilidad por el hecho ajeno en atención a la autonomía científica del
médico24. En virtud de esta teoría se hace responder a las clínicas (estipulante) tanto por
los hechos del médico (promitente) dependiente como de los médicos independientes
(promitentes), concibiéndose una responsabilidad parecida a la responsabilidad vicaria
de los ordenamientos del Common Law.
Los que defienden esta posición, habitualmente parten del hecho de que es la
clínica la que pone a disposición del paciente al facultativo. De cualquier manera, en
Chile la tesis de la estipulación en favor de tercero prácticamente no tiene defensores en
la doctrina, aunque ha sido utilizada en algunas ocasiones por la jurisprudencia.
Básicamente, se le ha utilizado para sujetar la responsabilidad de algunos profesionales
que, por formar parte de sociedades profesionales25 o haber prestado servicios a
requerimiento de alguna institución, se defendieron negando la existencia del vínculo
contractual con el paciente/demandante26.
En los últimos años, aparte de las prevenciones que se le hacen por su tono
arcaizante, la doctrina de la estipulación en favor de tercero ha recibido una crítica que
difícilmente sorteará, debido a la consistencia de los argumentos27. Entre las principales
objeciones que se advierten, se puede mencionar: i) que en el vínculo tripartito, el
tercero adquiere un beneficio cuya extensión está vinculada con el contrato base. Por su
parte, en el contrato médico existe una contraprestación y no un mero beneficio, lo que
tiene importancia porque el beneficiario solo puede adherir al negocio y no discutir los
términos del mismo; ii) que al tercero se le adjudican únicamente derechos y no deberes
como sucede en el contrato médico; iii) que la causa de la estipulación es producir un
aumento patrimonial para el tercero, lo que no sucede en el contrato médico, donde el
paciente recibe un beneficio contra el pago de honorarios (hay correspectividad y
onerosidad); y iv) que en el contrato médico el facultativo (promitente) no le puede
oponer al paciente las excepciones que tenga contra la clínica (estipulante) como lo
concibe el régimen de la estipulación.
A nuestro juicio, el solo hecho que la estipulación en favor de tercero comprenda
al paciente como un tercero presenta una inconsistencia conceptual tan fuerte que

23
LORENZETTI, R., ob. cit., p. 421.
24
BUERES, Alberto, Responsabilidad civil de los médicos, 3ª ed., Hammurabi, Buenos Aires, 2006, p. 302
y ss.
25
Cfr. Pedrero Jorrat c/ Sociedad Médica de Emergencia Ltda. 2002, rol 2352-02; Valdés Acevedo c/
Vidal Kocksh y Kocksh Cia Ltda. (Clínica Los Andes) y Clínica Renacer Sociedad Comercia 2011, rol
6219-09.
26
Avendaño Godoy c. Clínica Portales y Soc. Kohan Hnos Ltda 2000, CA Santiago, 28.04.2000, rol.
6956-1996.
27
LORENZETTI, R., La empresa…, ob. cit., pp. 421 y ss.

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

debería ser suficiente para desterrarla del ámbito médico sanitario. No obstante lo
anterior, nos parece que el hecho verdaderamente relevante es que se haya recurrido a la
utilización de esta antigua institución con claro fin de sujetar la responsabilidad de las
clínicas y centros hospitalario por el hecho del personal dependiente como
independientes que utiliza sus instalaciones. En otras palabras, aunque la
fundamentación que aporta la estipulación no sea la más adecuada para dar razón de la
forma en que se prestan los servicios médicos en la actualidad, su utilización es un
indicativo de la tendencia jurisprudencial hacia la responsabilidad de la clínica y el
estudio de las relaciones entre las mismas y los facultativos.

2. El paradigma integrado
Al modelo atomista que acabamos de analizar, se opone el también llamado
modelo bipartito, cuya característica principal es la defensa de la existencia de un solo
contrato entre el paciente, por un lado; y la institución y los médicos que prestan el
servicio, por otro. Básicamente, esta tesis se basa en el ensanchamiento del vínculo
obligatorio por la acción del principio de la irrelevancia de la sustitución, y el de la
equivalencia de comportamientos. Según este último, frente al acreedor (el paciente, en
nuestro caso), tanto la conducta del deudor como la de sus sustitutos/ auxiliares o socios
en el uso y goce de ciertos bienes, representan un mero quid facto, que no puede
perjudicar al acreedor; por lo que el deber de responder por los hechos del dependiente
que pesa sobre el principal, es irrefragable”.28
El paradigma bipartito o integrado funciona sobre la idea de que solo hay dos
polos de interés: el del paciente; y el de los prestadores. Desde este punto de partida
entiende que cuando el hospital presta servicios médicos (mediante personal
dependiente como independiente), hay un solo contrato con pluralidad de sujetos.
Parece que es el modelo que mejor da cuenta de la realidad y podría cubrir todos los
casos en que el hospital ofrece servicio integrales; así como aquellos en que el paciente
toma inicialmente contacto con el médico, creyéndolo dependiente de una clínica o u
otra institución de salud (el caso paradigmático será el de los médicos “independientes”
que arriendan boxes en las clínicas).29
Sin embargo, lo hasta aquí visto todavía no resuelve los casos en que el paciente
es informado de que no hay dependencia, y que el médico tiene un convenio para
utilizar el quirófano de determinado centro médico. Podría pensarse que en este caso es
innegable la existencia de dos contratos y que la clínica solo responde de proveer el
espacio (arrendamiento de cosas) y servicios extra médicos (arrendamiento de servicios
inmateriales).
En nuestra opinión, esa idea es errada e incompatible con el ordenamiento
jurídico chilenos pues al tratarse de operaciones quirúrgicas, aunque se razone sobre la
base de la existencia de dos contratos (uno con el médico y otro con la institución), ha
de entenderse que el prestador institucional —además de facilitar el quirófano—, presta
servicios médicos stricto sensu. Y ello es básicamente así: 2.1) porque la normativa
chilena concibe a las clínicas como prestadora de servicios médicos stricto sensu; y 2.2)
porque existe una conectividad contractual que debilita la acción del principio del efecto

28
Cfr. LORENZETTI, R., La empresa…, ob. cit., pp. 426 y ss.
29
Idem.

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

relativo de los contratos y comunica la responsabilidad del prestador individual al


institucional y viceversa.

2.1. Tendencia normativa a poner a cargo de la institución los actos médicos


La posibilidad de que chile una empresa se dedique simplemente al
arrendamiento de quirófanos desvinculándose de la responsabilidad por el acto médico
que allí se lleva a cabo no parece acorde con la normativa vigente. En efecto, por un
lado el DFL n° 161 del año 1982 (Reglamento de Hospitales y Clínicas) señala en su
artículo 3° que:
“Para los efectos de este reglamento se entenderá por hospital el
establecimiento que atienda a pacientes cuyo estado de salud requiere de
atención profesional médica y de enfermería continua, organizado en
servicios clínicos y unidades de apoyo diagnóstico y terapéutico
diferenciados. Se entenderá por clínica el establecimiento que preste dicha
atención, sin disponer de servicios clínicos y unidades de apoyo
diferenciados”.
Como se ve, las Clínicas son concebidas por el ordenamiento jurídico chileno
como establecimientos que “prestan atención médica” y de “enfermería continua”. Por
lo mismo, la posibilidad de que las clínicas puedan comportarse en Chile como hoteles,
corredoras médicas o simples arrendatarias de quirófanos e infraestructura no parece
acorde con esta definición legal. Por cierto que, además de los servicios médicos, las
clínicas pueden brindar otros servicios, pero estos siempre serán accesorios a los
servicios médicos stricto sensu que los prestadores institucionales deben organizar y
estructurar (según la normativa) ya sea a través de su propio personal o en colaboración
con profesionales independientes.
Adicionalmente, es un hecho indiscutible que, dada la forma en que se prestan hoy
los servicios médico-quirúrgicos, a la clínica le corresponde participar en la prestación
médica propiamente tal, independientemente de la naturaleza de su relación que la
misma tenga con el médico tratante. Y este hecho está teniendo eco tanto en doctrina
como en regulaciones concretas que van imponiendo deberes de supervigilancia a los
llamados prestadores institucionales, que necesariamente repercutirán en la forma de
responsabilizar a los prestadores institucionales e individuales que intervienen en un
acto quirúrgico.
En lo doctrinal, incluso los defensores del contrato de hospedaje médico o
contrato desdoblado de servicios médicos, notan que el principal problema que plantea
dicho contrato es el de la delimitación de las obligaciones que genera, puesto que las
instituciones (además de los servicios extra-médicos) también ofrecen servicios médicos
y paramédicos30. Para salvar esta dificultad práctica y en orden a asegurar un nivel más
eficaz de protección es que, desde finales del siglo pasado, se han ido desarrollando
doctrinas como la de la “obligación de seguridad” o los “deberes contractuales de
protección” que le imponen a los prestadores institucionales obligaciones

30
SÁNCHEZ GÓMEZ, Amelia, Contrato de servicios médicos y contrato de servicios hospitalarios,
Editorial Tecnos, Madrid, 1998, pp. 312 y ss.

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

supervigilancia y control de los actos médicos que se realizan en sus instalaciones31. En


nuestro medio, la Ley 20.584 que Regula los derechos y Deberes que tienen las
Personas en Relación con Acciones Vinculadas a su Atención en Salud, reguló el tema
de la seguridad de los pacientes en términos tan amplios que no le permiten una lectura
que desvincule a las clínicas de los actos médicos que se realicen en sus quirófanos. Así,
el artículo 4° de la mencionada disposición refiere que:
“Toda persona tiene derecho a que, en el marco de la atención en
salud que se le brinda, los miembros del equipo de salud y los
prestadores institucionales cumplan las normas vigentes en el país, y con
los protocolos establecidos, en materia de seguridad del paciente y
calidad de la atención, en materia de seguridad del paciente y calidad de
la atención en salud, referentes a materias tales como infecciones
intrahospiotalarias, identificación y accidentabilidad de los pacientes,
errores en la atención de salud y, en general, todos aquellos eventos
adversos evitables según las prácticas comúnmente aceptadas.
…”
Se estará de acuerdo en que la norma no solo consigna el derecho de las
personas a que los miembros del equipo de salud y los prestadores institucionales
cumplan con las normas sobre seguridad, sino que las obligan también respecto de la
calidad de la atención según la lex artis. La norma pone un derecho en la cabeza de los
pacientes para que puedan exigir la responsabilidad por la seguridad y calidad de los
servicios médicos tanto de los prestadores individuales (miembros del equipo) como de
los prestadores institucionales, aunque no refiere si esta responsabilidad es solidaria o
simplemente conjunta.
Además de las materias con que ejemplifica la norma recién transcrita, la
realización de la llamada “pausa quirúrgica”, o el conteo de los materiales que entran y
salen del cuerpo, o la identificación de las muestras biológicas, son actos médicos que la
propia normativa ha ido poniendo a cargo del prestador institucional. Así las cosas, nos
parece que la posibilidad de que en chile las clínicas funcionen como simples recintos
hoteleros que alquilan quirófanos no solo no se condice con la normativa vigente, sino
que se observa una tendencia legislativa de carácter contrario: lejos de una atomización
de funciones la responsabilidad parece tomar un rumbo institucional.

2.2. La conectividad contractual32 en el ámbito médico


Frente a la ilusión de un paciente que contrata servicios médicos por un lado, y
negocia con las distintas clínicas el arrendamiento de un quirófano por otro, para que un
médico sin relación alguna con la clínica le realice una intervención quirúrgica aparece
la realidad. Y en esa realidad, los servicios médicos se transan en un mercado que es

31
Sobre la obligación de seguridad puede verse PREVOT, Juan y CHAIA, Rubén, La obligación de
seguridad, Hammurabi, Buenos Aires, 2005. Para una crítica a la evolución de la doctrina véase
MAZEAUD, Denis, “Le régimen de la obligation de sécurité”, en Gazatte du Palais, París, 1997, p. 1201 y
ss.
32
En la doctrina chilena, sobre el tema de los contratos coligados puede verse LÓPEZ SANTA MARÍA,
Jorge, “Las cadenas de contratos o contratos coligados”, en Revista de la Universidad Católica de
Valparaíso, vol. XIX, Valparaíso, 1998, pp. 159 y ss.

13
CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

controlado y estructurado por los prestadores institucionales cuando la complejidad de


la prestación es de tal índole que sobrepasa el ámbito de la consulta privada del
facultativo33.
Así las cosas, al responder la pregunta por la responsabilidad de los actores
individuales e institucionales no debe olvidarse que la actividad médica no tiene
carácter caritativo; que se trata de un negocio del que tanto las clínicas como los
médicos se benefician económicamente y que necesariamente deben realizar de manera
asociativa34. En este contexto cabe preguntase también ¿Quién es responsable de quién?
¿La clínica del médico? ¿el médico de la clínica? Porque lo que está claro es que la
prestación médica no la puede realizar el uno sin la otra; el médico no puede prestar sin
valerse de la clínica, ni la clínica puede prestar sin valerse del médico.
En nuestra opinión, dado que entre la clínica y los llamados médicos
independientes existen relaciones en orden a realizar una actividad que les trae
beneficios recíprocos, ambos deben responder solidariamente ante los pacientes por
todos los eventos adversos que ocurran dentro del quirófano. De esta manera, además de
dar cuenta de mejor manera de lo que sucede en la realidad, se protege de menor manera
los derechos de las víctimas en un área en que la excesiva complejidad técnica y el
control de la información amenazan seriamente con dejar a las víctimas sin reparación.
Por el lado de los prestadores no habrían mayores problemas porque al tratarse de una
obligación in solidum en un ámbito en que los dos deudores manejan la información con
un mismo grado de experticia, uno podría repetir contra el otro incluso hasta el total de
lo pagado, en el caso de que el daño se pueda imputar completamente a la acción del
otro.
Por cierto que lo aquí propuesto no encuentra fácil acomodo dentro de la
doctrina clásica del contrato, que se construyó sobre una estructura simple del vínculo
obligacional. Pero es que con la irrupción de los prestadores instituciones se produjo un
cambio en la estructura de una relación médico-paciente, de simples obligaciones
bilaterales pasamos a relaciones triangulares complejas. Por lo mismo, la doctrina
contractual que pretenda dar cuenta de esta realidad debe analizar las relaciones que
realmente existen entre los “médicos independientes” y los prestadores institucionales
pues, como se dijo en el citado Salazar Navarro v. Clínica Reñaca 2014, el vínculo
jurídico entre el “médico independientes” y la clínica genera efectos que nos les pueden
ser ajenos a la víctima.

CONCLUSIONES
La irrupción de la tesis contractual ha propiciado que algunos prestadores
institucionales construyan sus defensas legales sobre la base de la existencia de un
contrato de arrendamiento de quirófano, que no los haría responsable respecto de los
actos médicos que en su interior realicen facultativos independientes.

33
CORBELLA I DUCH, J., La responsabilidad civil de los centros sanitarios, Ed. Atelier, Barcelona, 2008,
p. 40.
34
A nuestro juicio, esta relación fue captada con acierto en Muñoz con Clínica del Maule 2014 (rol Nº
10438-2013), cuando se afirmó que “desde que deja entrar al equipo la clínica se hace responsable; ya
que como las clínicas ganan dinero con el prestigio de los médicos con quienes se relacionan, no pueden
pretender desligarse de toda responsabilidad por los hechos de éstos”.

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CÁRDENAS VILLARREAL, Hugo (2015): “Sobre el arriendo de quirófanos e infraestructura clínica. Reflexiones en torno a una defensa recurrente”, en
Estudios de Derecho Civil X. Jornadas Nacionales de Derecho Civil de Valparaíso 2014, Editorial Legal Publishing, Santiago, (en prensa).

Para resolver el problema la jurisprudencia dispone de dos modelos teóricos: el atomista


y el integrado). Según el primero, habrían tantos contratos como participantes en el acto
médico. Según el segundo, habría un solo contrato o varios que se encuentran
relacionados entre sí, y que por lo mismo, producen efectos compartidos.
De los dos modelos, el segundo (integrado) es el que se va imponiendo en el derecho
comparado y el que mejor da cuenta de la forma en que en la actualidad se prestan
servicios médicos, puesto que la aparición de los prestadores institucionales cambió la
estructura simple de la relación médico-paciente, por una más compleja en la que
intervienen una serie de actores cuya actuación se debe coordinar.
El individualismo metodológico que presupone la teoría contractual clásica descuida las
actuaciones colectivas como las prestaciones médicas y, por lo mismo, debe
ensancharse incorporando nociones como la de los contratos relacionados y la de
operación económica.
Por último, la tesis integrada implica un enfoque institucional prácticamente igual que el
régimen de la falta de servicio que ha venido construyendo la jurisprudencia médica en
los últimos años respecto de los órganos públicos. Así las cosas, la adopción de esta
teoría implicaría un gran paso hacia la pretendida unidad del sistema de responsabilidad
médica.

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Santiago, rol N° C-24.038-2012, en tramitación.
Muñoz con Clínica del Maule 2014, 3º JLC Talca, 05.09.2012 (acoge); Conf. CA Talca,
02.09.2013, rol Nº 1231-2012.; CS, 17 de julio de 2014, rol Nº 10438-2013.
Pastor Espejo v. Goñi Espíldora y Hospital Clínico UC 2012, 12° JLC Santiago,
29.08.2008, rol. C-4421-2001; CA Santiago, 06.08.2009, rol. 10.569-2008; CS,
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Sciaccaluga Rocuant c/ Escudero Sciappaccasse y otros 2006, 02º JLC Viña del Mar,
30.06.2003, rol nº 2848-2001 (rechaza); Conf. CA Valparaíso, 02.08.2004, rol nº 3291-
03; Conf. CS, 18.12.2006, rol nº 5090-2004 (Recurso de casación en el fondo acogido).
Salazar Navarro c. Clínica Reñaca 2014, CS, 19.06.2014, rol 5817-2013.
Pedrero Jorrat c/ Sociedad Médica de Emergencia Ltda. 2002, rol 2352-02.
Valdés Acevedo c/ Vidal Kocksh y Kocksh Cia Ltda. (Clínica Los Andes) y Clínica
Renacer Sociedad Comercia 2011, rol 6219-09.
Sverdlov con Clínica Las Condes S.A 2014, 10º Juzgado Civil de Santiago, rol C-3771-
2014 (en tramitación).
Bing v. Thuning 1957, 2 N.Y.2d 656, 666.
Custer v. Kurowski 1999, Conn. Super. LEXIS 228 (Jan. 29, 1999; Hurley, J.).
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16
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1, 1994; Corradino, J.);
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Wilverding v. Ostrowitz2000, Conn. Super. LEXIS 607 (Feb. 28, 2000; Skolnick, J.).

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