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25 años de la reforma de 1994

Por Roberto Antonio Punte

Este año se cumple un cuarto de siglo desde la reforma de 1994, siendo tal vez su mayor
mérito haber normalizado una historia cambiante de esfuerzos constitucionales dispares.
Cabe recordar que la originaria de 1853 recién encontró su debida conformación en 1860
con la incorporación de la provincia de Buenos Aires y en 1880 con la federalización de
la ciudad cabeza de la misma, origen y sostén de la revolución que significó el inicio de
la Nación Argentina como país independiente. A su vez, que las 14 provincias originarias
recién se completaron gradualmente con la integración territorial de vastas zonas
despobladas y sin ley, primero bajo el régimen centralizado de los territorios nacionales y
luego con la sucesiva provincialización de los mismos.

Así como en su población la Argentina de hoy es muy distinta a la de 1853, también es


diferente su territorio. Las líneas de frontera que deslindaban los desiertos ajenos al
control político de los incipientes gobiernos nacionales, pasaban a no más de 300 km de
Buenos Aires hacia el sur y el oeste. Y lo mismo ocurría en los territorios del noreste. El
antiguo artículo 67 inciso 14 de la Constitución, hoy 75 inciso 15, se refiere a los
“Territorios Nacionales” como los que se encuentran fuera de los límites provinciales.
Según la ley 28 de 1862: “Todos los territorios existentes fuera de los límites de las
provincias son nacionales… “, establecidos luego por la ley 1532 de 1884.La progresiva
provincialización comenzó en 1951, por la Ley 14.037 que declaró provincias a Chaco y
La Pampa, y en 1954, Misiones .Luego, a lo largo de casi 40 años, Formosa, Río Negro y
Neuquén (Ley 14408), Santa Cruz (DL 21178/56) y, finalmente, Tierra del Fuego, en
1990 (ley 23775-1990).

Con esto quiero remarcar, con ocasión de este aniversario, que todo lleva su tiempo y ha
de prepararse con paciencia la madurez de las situaciones, para realizar cambios que,
aunque se anhelen y proyecten, sólo pueden efectivizarse cuando las condiciones
políticas y sociales den su oportunidad.

En tal sentido, en términos de integración territorial, aún falta una definición jurídico
institucional respecto del territorio nacional marítimo, según el dictamen de la Comisión
de Límites de la Plataforma Continental , aplicando la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar, ratificada por ley 25543, de 1995 .Puede y debiera el
Congreso crear una autoridad federal del territorio nacional marítimo, que coordine la
policía del espacio marítimo, las autorizaciones de pesca y de explotación minera e
hidrocarburífera, la preservación del ecosistema, y el desarrollo integrado del área,
sosteniendo las responsabilidades nacionales que emergen de la Constitución y los
compromisos asumidos en el orden internacional.

Siguen pendientes otras cuestiones que son principalmente deuda del Legislativo, pero
también del Ejecutivo, y aún de la propia Corte Suprema. La omisión más notoria es la de
haber dictado -antes del año 1996- un nuevo régimen de Coparticipación Federal, con el
establecimiento de un organismo fiscal federal de contralor (artículo 75 inciso segundo y
transitoria sexta) muy conexo al desarrollo integral y la regionalización. Quedó en la
penumbra la caducidad de la legislación delegada, en los términos de la cláusula
transitoria octava. Si bien la ley de presupuesto se dicta más regularmente, siguen sin
cumplirse los recaudos de estar acompañada por un verdadero "programa general de
gobierno y plan de inversiones públicas" (artículo 75 inciso octavo). Nunca se reglamentó
la acción de amparo reformatoria de la desactualizada norma de 1966. Tampoco la
reglamentación del derecho de réplica, ni la protección de la madre y el niño desde el
embarazo, ni la necesaria ley que determine con precisión la figura del jefe de gabinete, y
es defectuosa la de contralor de los decretos de necesidad y urgencia. No se han
actualizado las normas sobre Defensor del Pueblo, Ministerio Público Fiscal y Auditoría
General de la Nación, de un modo compatible con la reforma constitucional. No se ha
especificado el carácter de servicios públicos esenciales de la educación primaria y la
administración de justicia, a pesar de la enfática relevancia dada a estas funciones por el
art.5º, ni se ha pensado siquiera como hacer posible una mayor autonomía municipal. La
muy criticada integración del Consejo de la Magistratura y su coordinación con la Corte
Suprema en la administración del poder judicial, han sido mal legisladas, pendientes de
reformas que no se efectivizan. La ética pública sigue siendo una palabra vacía y no se ha
tipificado penalmente sobre los actos de corrupción por "delito doloso contra el Estado
que conlleve enriquecimiento", de un modo que sean sancionadas eficazmente dichas
conductas. La Corte Suprema ha descalificado el límite de edad para los nombramientos
judiciales del art.99 inc.4º, y, aunque luego resolvió lo contrario, su comportamiento
persiste ambiguo.

Asimismo, también la sociedad entera participa de la responsabilidad por la debida


conformación y funcionamiento de los partidos políticos, a pesar de la enfática
declaración de ser "instituciones fundamentales del sistema democrático” (art. 38).

No obstante estos defectos en la implementación cabe celebrar la progresiva


institucionalización e inserción en el derecho transnacional y de la integración impulsada
por la reforma. Pero también que la república diseñada se sostiene en lo que German
Bidart Campos certeramente definió como "cláusulas pétreas", que hunden sus raíces
en nuestra tradición y memoria colectiva, por lo que cabe desestimar cualquier
apelación a cambios integrales como los que livianamente voces aisladas de vez en
cuando proponen.
.
Citar: elDial DC2793
Publicado el: 03/06/2019
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