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INALCANZABLE

“Javier es la calma, la paz. Es una tierra neutral, llana,


libre de toda maleza”.
“Ismael es el vértigo, la locura. Es un desierto tan lleno
de sorpresas, muy intrincado”.

Síntesis de la historia:

Luciana es una joven que rompe con su novio creyendo que este la engaña. Está
muy triste y se quiere alejar de todo por eso viaja a otra ciudad. Es allí donde
conoce a alguien nuevo y se enamora… Pero su ex regresa a su vida confundiéndola
sobre sus sentimientos. Ahora debe decidirse por uno de los dos. Por su ex Ismael o
por Javier el hombre que conoce hace pocos meses.

Pero en ese ínterin termina por lastimarse, y lastimarlos a ellos. Javier es un


hombre bueno, amable, caballero. Es su alma gemela, a pesar de que le lleva 16
años.

Ismael es su primer hombre, el que le apasiona, la atrapa. Lo desea. Ella quiere


decidirse pero no puede. Esto traerá consecuencias nefastas en su vida y en la de
ellos dos. ¿Con cuál debe quedarse? ¿Vos que crees que hará? ¿A cuál elegirías si
fueras ella?
Inalcanzable
Primera parte
Suspiros amargos.
Capítulo 1
Unos risueños ojos verdes observaban de manera
intermitente la pizarra. Las delgadas cejas de la
joven se curvaron levemente ante un ruido
extraño que provenía del corredor. Luciana miró
la ventana, el día era tan hermoso. Las horas
parecían que no pasaban ella desarmó el moño de
su cabello pelirrojo y lo extendió. El calor era
algo sofocante, sus zapatos le comenzaban a
molestar. Sintió ganas quitárselos pero no podía.
Deseo haberse puesto unas sandalias pero ya era
tarde para reprochárselo. Se cruzó de piernas y
continúo escuchando la clase. Sentía que la luz
estaba allí, el sol seguía fuerte pero el cansancio le
estaba ganando. La clase término, quiso llegar a
casa rápido. Solo pensaba en dormir temprano y
darse un largo baño frio.
Llego a su casa, vio a su madre en el jardín. La
ayudo a regar las flores y fue adentro a
refrescarse. Se sirvió un jugo frio, se sentó en el
living y se quedó dormida. Una hora más tarde su
padre la despertó para cenar. Comió con sus
padres, luego fue a su cuarto a darse otro baño.
Ahora ya estaba más fresca. Se puso el piyama y
se acostó.
Toco una pulsera que llevaba en la muñeca
derecha y pensó en Ismael, él se la había
regalado. Su teléfono sonó, era él. Parecía que lo
llamo con el pensamiento. Sonrió eufórica,
estuvo esperando los últimos dos días su llamada.
-Hola. Estoy acostada. ¿Vos?
-En casa viendo una película. Pero me aburrió. Te
extraño. –le susurro.
-Yo te extraño más. ¿Cuándo no vemos?
-¿Mañana en la tarde te parece?
-Ahí estaré. Que descanses mi amor.- dijo ella.
-Sueña conmigo…

En la mañana estuvo pensando solo en Ismael.


Preparo sus cosas de la facultad y salió al
mediodía. Tomo el autobús, llego temprano y
escribió a Ismael. “estoy deseando que ya sea la
hora” Él le contesto “podemos adelantarlo”.
Luciana lo pensó un momento pero luego le
contesto que no era posible.
Ya comenzaba a extrañarlo. Volvió a mirar la
hora, ya casi acababa la clase. Le escribió “¿Pasas
por mí? Sonrió para sus adentros pensando en lo
largo que le había resultado el día y en lo poco le
restaba para volver a su casa. La última clase se
había suspendido y tenía tiempo de ir a ver a su
novio.
Tomo sus libros los puso en su cartera y se paró.
Salió del edificio lentamente. Llego hasta la
esquila y vio el auto de Ismael. Se subió luego de
darle un beso. Dejo en el asiento trasero su bolso.
Le conto lo agotador que había sido su día y lo
mucho que deseaba estar con él esa tarde.
Llegaron hasta la casa de él, se sentaron en el
balcón a tomar algo fresco y charlaron
alegremente. Se besaron dulcemente y ella le dijo
que debía irse.
-Quédate esta noche conmigo. Por favor.
-Sabes que no puedo. Me encantaría.
-Me estas enloqueciendo, quiero estar contigo.
-Encontraremos el momento. Te lo aseguro.
Ahora debo irme a casa.

Llego a su casa, se acostó a dormir. Al día


siguiente se despertó pensando en Ismael. Fue a
clases y paso el día pensando en él. Cuando llego
a casa vio que sus padres le habían dejado una
nota donde decía que tenían una cena importante
y que volverían tarde.
Luciana pensó que era el momento que había
estado esperando para estar con Ismael. Tomo
un autobús y llego cuarenta minutos más tarde.
Toco la puerta. El abrió. La beso dulcemente y la
hizo pasar. Luciana lo abrazo y le dijo que lo
quería. Luciana lo beso nuevamente y le dijo que
deseaba estar con él.
-Mira vos.
Entonces Ismael le tomo entre sus brazos y la
desnudo tímidamente. Lenta y cuidadosamente la
desprendió de su blusa, de sus pantalones. Hasta
dejarla tendida sobre la cama sin ropa. La beso
tiernamente y le dijo que había esperado ese
momento los últimos dos años. Luciana lo beso y
le tomo las manos mientras le decía cuanto le
quería. Se quedaron allí, tendidos abrazados.
Cuando vieron que era muy tarde cayeron en la
cuenta de que ella se tenía que ir.
-No me dejes ahora.
-No puedo, sabes que quisiera quedarme por
siempre aquí. Pero debo irme a casa. Nos veremos
la próxima semana. Adiós mi amor.
-Te amo Lu. Mi Lu…
-Y yo a vos. En cuento pueda vendré.
Ella llego a su casa, se sentía feliz por haber
estado con Ismael. Era como siempre lo había
soñado. Él había sido tan tierno y pausado al
hacerle el amor. Se sentía tan amaba y cuidada.

Lo vio a los cuatro días, él fue por ella a la


facultad. La raptó prácticamente de una clase. Se
apoyó sobre una ventana y cuando supo que ella
lo había visto se quitó, Luciana salió de la clase y
fue a su encuentro. Lo beso tiernamente y le pidió
que se fueran de allí.
Fueron a comer a un bar cerca de ahí. Se miraron
y ambos supieron que lo que querían era otra
cosa, ella lo tomo de la mano y le dijo que fueran
a un lugar más privado. Llegaron al
departamento. La tomo de las muñecas.
-Quiero estar segura de que en verdad es lo que
quieres.- le dijo él.
Ella lo beso. No le dijo nada. Solo lo beso y
comenzó a desvestirse. Le quito la camisa a él. Le
toco la espalda mientras lo besaba en el cuello. Le
pidió que le hiciera el amor.
Ismael rápidamente le correspondió besándola.
Esta vez ambos pudieron disfrutarlo más. Se
tendieron satisfechos. Él beso a Luciana mientras
le decía que la amaba. Unas noches después
Luciana subió por el ascensor. Quería
sorprender a Ismael. Y deseaba estar con él esa
noche. Se detuvo y camino por el pasillo en
dirección norte.
Conocía el camino. Clavo sus ojos en la puerta del
departamento. Sentía que el corazón le saltaría.
No podía esperar para verlo. Levanto la vista y no
pudo comprender lo que vio.
Su mente se había puesto en blanco. Una mujer
estaba saliendo del departamento de
Ismael. Se colocó detrás de una maseta para no
ser vista. Pensó que ella debía de ser alguien
importante para tener llaves del piso de él. Y
pensando que las hermanas de él eran mucho
más chicas creyó que aquella debía ser su mujer.
Se sentía tan enojada. Desilusionada con él. La
estaba engañando y eso era horrendo. Descendió
apurada, camino lentamente sin pensar en nada,
estaba concentrada en salir
del edificio. Cruzo la calle y tomo el micro. Lloro
todo el camino. El bus la dejo a dos cuadras de su
casa. Llego a la vereda. La acompañaba la
sensación de frustración.
Pensaba en su fracaso, en lo mal que le acababa
de ir con él. Pero estaba decidida a dejarlo en el
pasado.
Por todo ello tenía la mente en blanco, sin
pensamientos tóxicos. Su mente divago entre la
bruma de la noche y de pronto subió a la vereda
rápidamente. Solo le faltaban unos pocos metros
para llegar a la casa, apuró el paso. Miró hacia su
casa, y saco la llave para ingresar. La coloco en la
cerradura, giro la perilla e ingreso. No había
nadie, ni un ruido.
Encendió la luz y dejo la cartera en una mesa del
living. Subió las escaleras despacio como
desanimada.
Entro al cuarto, se cambió de ropa y tiro al sillón
a escuchar música. Un tema le recordó lo mal que
se sentía por lo que le acaba de hacer Ismael.
Unas horas después sintió la puerta de entrada y
se asomó al borde de la escalera. Vio a sus padres
llegar.
Ella ya estaba acostada tratando de dormirse.
Pero no podía dejar de pensar en Ismael.
No podía entender porque Ismael la engañaba. Si
ella le había hecho feliz y lo había amado como el
merecía. Se sentía muy mal de enterarse de ese
modo que había otra mujer en la vida del hombre
que ella amaba.
Recibió un mensaje que decía: “¿Cuándo nos
vemos mi amor? No le contestaría. Era
deprimente. No quería saber ya de él. Apago el
teléfono. Se recostó. Pero se impacientó.

Se dio otro baño frio para clamar sus nervios. Se


cepillo los dientes y escupió con bronca la pasta
pensando en Ismael. Lo extrañaba lo peor era que
aún lo extrañaba.
Capítulo 2
En el desayuno Luciana estuvo callada, como ida.
Había pasado la noche llorando por él. No sentía
ganas de hacer nada. No tenía fuerza para
levantarse, pero su madre toco su cuarto. Le
pregunto si le pasaba algo. Ella le dijo que no, que
todo estaba bien. Que bajaría a desayunar luego
de darse un baño.
Fue al baño, se descambio. Pensó en Ismael. En
como él la beso, la toco. Extrañaba esos momento
juntos, esas humoradas. Quería estar junto a él.
Pero sabía que no podía.
Esa noche después de cenar subió nuevamente al
cuarto. Se encerró y tumbo sobre la cama. Miro el
techo. La cabeza se le partía. No podía seguir así.
Abrió los ojos, se colocó boca abajo. Dejo caer la
cabeza, y pudo ver debajo de la cama una valija.
Extendió la mano tocando el piso. Solo pensó en
una cosa, quería alejarse de todo. Y muy rápido.

No buscaba nada en especial. Si algo sucediera


simplemente lo dejaría pasar. En ese momento no
quería meterse en problemas. Creía que era hora
de acomodar sus ideas, tomarse el tiempo de
pensar solo en ella. Necesitaba aclarar su mente.
Esas vacaciones serian para ella un respiro.

La mañana siguiente Luciana tomo la fuerza


suficiente para hablar con sus padres y decirles
que tomaría unas vacaciones para descansar un
poco. Ella misma se sorprendió de lo simple que
fue convérselos. Estaba hecho se iría a Mar del
Plata.
Su teléfono se llenó de mensajes de Ismael. En los
últimos días no había atendido ninguna llamada
de él. Decidió escribirle un mensaje diciéndole
que todo entre ellos había acabado y que no
quería volver a saber nada de él.
Él le contesto que no entendía porque ella estaba
enojada. Que hablaran y lo solucionarían. Pero
para Luciana no había nada que hablar, ya se
había decidido, el saldría de su vida.
Estaba entrando a la universidad, alguien la tomo
del codo. Se dio vuelta y lo vio, era Ismael. La
miraba con los ojos algo cansados y triste.
Luciana lo miro puso cara de indiferencia y le dijo
que no quería hablar con él. Tristemente lo vio
alejarse de ella.
Antes le abre la mano y le da la otra pulsera.
Ahora ella tiene el par. Se lo coloca en la misma
mano que la otra y entra a clases. Estuvo ausente
toda la clase. Hasta el profesor lo noto.
La mirada de ella no era de tranquilidad. Ni de
satisfacción. El ahora ya no la buscaría pero
igualmente lo quería. Y estaba sufriendo por su
causa.

Era casi navidad. Luciana pensaba y recordaba la


anterior. Se había ido de casa esa noche diciendo
que iba de sus amigas. Ismael la había pasado a
recoger. Habían cenado en el departamento
tranquilos, y él la había abrazado diciéndole
cuanto la quería. Ese año estaría con su familia
aunque habría querido repetir lo del año anterior.
Se quitó las pulseras. Las miro, las acaricio.
Pensando en que el día que él las compro.
Estaban en el auto. Ella vio una tienda y dijo en
broma que en ese lugar compraría su anillo el día
que se casase. Ismael paro la marcha y bajo unos
minutos. Volvió con un par de pulseras. Se las dio
y le dijo si ellas alcanzarían como prueba de su
amor.
Luciana lo miro sonriendo. Tomo las pulseras se
la coloco una a él. Dejo que Ismael le pusiera la
otra en la muñeca. Lo beso lentamente mientras
le agradecía. Ahora tenía ambas ella. Ya no las
usaría más. Las guardo en una cajita con forma de
cofre. La puso en un estante del armario detrás de
unas ropas. La oculto como para no verlas más.
Luego de una navidad tranquila con sus padres
armó la valija, dejó todo en orden su cuarto.
Salió de su casa por la mañana rumbo a la
estación de bus. Cuando llego era algo temprano
aun. A las nueve salió el micro. No quiso mirar
por la ventanilla, no estaba dispuesta a observarse
a sí misma huyendo de todos, y de todo. Prefería
cerrar los ojos y hacer de cuenta que nada pasaba.
El camino fue tranquilo. Durmió casi todo el
viaje. A las dos de la tarde de ese 29 de diciembre
llegó a Mar del Plata, el calor era insoportable. No
veía la hora de llegar al hotel. La espalda le dolía,
los bolsos comenzaban a pesar, no quería
caminar. Se puso unos lentes negros para
protegerse del sol y un sombrero, caminó algo
desanimada, pero estaba feliz a la vez por haber
llegado. Tomo un taxi. Miró el hotel, vio el cartel
y entro rápidamente.
Se registró en recepción, le dieron la llave y fue
rumbo a su habitación. Le había tocado el piso
seis, debía tomar el ascensor. Cuando entro
marco el piso pero antes de que la puerta se
cerrara ingreso un hombre al ascensor. Solos ellos
dos, dos desconocidos estaban en el ascensor. Lo
miró a los ojos, le pareció tan lindo. Creyó que
debía de tener 40 años.

Luciana se detuvo en sus ojos cuando de pronto el


ascensor se frenó y no funcionó más. Se queda
inmóvil. Una de las lámparas se apagó con el
golpe. Era tan inesperado aquello que ella no
supo qué hacer. Por un momento se quedó
inmóvil, callada.
Entonces se quitó el sombrero amarrillo que
llevaba. Con las manos soltó el cabello que le
llegaba a la cintura. El hombre entonces se quitó
el par de lentes que llevaba y los coloco en la
camisa.
Se miraron por un momento. Luego bajo la vista y
el también. Corrieron sus cuerpos hacia los
extremos del ascensor sin mirarse, levantando la
cabeza al techo vieron la luz apagada y el espejo
del ascensor inmóvil
La situación era algo incomoda. Sus ojos se
cruzaron nuevamente, esta vez no se distanciaron
tan de golpe. Él la miro fijamente, ella le devolvió
la mirada como extrañada. Allí en aquel sitio,
solos, encerrados dos completos desconocidos se
encontraban mirando.
La luz era tenue pero al menos sus ojos lograron
encontrarse, devorarse, derretirse con la cálida
mirada del otro. Por primera vez escucharon una
voz. Un empleado del hotel les decía que no se
preocuparan, que ya lo solucionarían. En realidad
ella no estaba nerviosa. Ni creía ver en el rostro
de él esa sensación. La penumbra no impedía que
lo mirara, y sus ojos eran atrayentes, luminosos,
la seducían. Se derretía con su cálida mirada. Al
verlo a los ojos se sentía más segura. Como si
conociera de toda la vida a ese hombre que tanta
seguridad daba.
Apartaros ambos la vista pero los ojos de ambos
se cruzan nuevamente, esta vez no se
distanciaron tan de golpe. Él la miró fijamente,
ella le devuelve una mirada como extrañada. Allí
en aquel sitio, solos, encerrados. Ellos dos
completos desconocidos se encontraban
mirándose. El ascensor no muestra signos de
comenzar a andar, ni tampoco el foco apagado
enciende. El empleados vuelve a hablarles, dice
que ya está casi solucionado. Se alegran. En ese
instante el ascensor se abrió y ambos al darse
cuenta salen en silencio. No se miraron por unos
segundos pero de repente levantaron la vista y
ella pensó que recordaría esa ciudad por siempre.
Se colocó el sombrero. Mientras él se ponía los
antejos. Ninguno volvió a hablar. Luciana se alejó
por el pasillo lentamente mirando el piso.
Deposito la valija en la puerta de la habitación, él
entre tanto ya había ingresado a su cuarto.
Las habitaciones quedaban a tan solo tres cuartos
de diferencias. Sonrió para sus adentros.
Encendió las luces de la habitación. Dejo la valija.
Desempacaría luego ahora se tendería sobre la
cama. Le encantaba ese olor a rosas, esa
sensación de limpieza, de que era un lugar nuevo
y maravilloso. Se descambio y tomo un baño frio
ya que el viaje la tenía algo cansada. Pedio
servicio a la habitación. Se acostó. Se quedó
dormida en solo minutos. Cuando despertó eran
las ocho de la noche. Pensó en Ismael y en cuanto
lo quería. No lo había olvidado.

Capítulo 3
En la mañana cuando despertó el viento movía las
cortinas. Aun no amanecía. Tomó un baño tibio y
se vistió. Tenía planeado caminar por la playa en
ese primer día. Dejó el cuarto y llamó al ascensor.
Estaba parada esperando que llegue al primer
piso, cuando este se abrió pudo ver al hombre de
los ojos azules de la noche anterior. Él miro
tiernamente sus ojos verdes nuevamente. Luciana
medía un metro sesenta y tres; él tenía un metro
setenta y cinco.

Ella llevaba un vestido floreado y unos lentes de


sol colgados. Él tenía un short y una remera de
mangas cortas. Entonces el miró hacia abajo, ella
alcé la vista. Por un minuto no dejaron de
mirarse. El ascensor se detuvo, había llegado al
primer piso. Sus miradas se separaron.
Luciana continúo contemplándolo. Él estaba tan
callado, y Luciana cerró los ojos. Salió del hotel
rumbo a la playa. Mientras me alejaba logro
observar que él la contemplaba a la distancia. Un
momento después cuando ella se volteó no estaba
más allí.
En las primeras horas de la tarde de ese sábado
Luciana caminaba por la playa. No había
ingresado al mar, solo caminó mirando a las
personas y frotando los pies en la arena. Ella
estaba allí, con la mirada perdida en el inmenso
mar. Observando a algunas personas nadar.
Estaba algo nublado pero de pronto se desato un
aguacero. Al principio solo era una leve llovizna y
parecía que pasaría. No se fue de la playa, siguió
caminando.
Pero con el correr de los minutos se intensifico el
agua. El mismo hombre del ascensor le ofreció su
campera para que se cubriera. Entonces Luciana
lo miro fijamente a los ojos. Y tomó la campera, se
la puso. Ambos caminaron rápidamente al hotel.
Luego de tres minutos llegaron al hall. Se quitó la
campera. Él extendió la mano como para
agarrarla pero Luciana no se la quiso devolver. No
quería dársela así llena de agua. Él comprendió
eso y le pregunto su nombre.
-Me llamo Luciana- respondió ella.
-Yo Javier.
-Te devolveré tu campera apenas se seque.
-Claro. No te preocupes- accedió él.

En la noche toco a su habitación, espero en vano


pues nadie abrió. Esperó unos minutos en la
puerta. Y entonces lo vio salir del ascensor. Le
pidió disculpas. Ella le dijo que no se preocupara.
Le dio la campera y volvió a su cuarto.
Cuando despertó la mañana siguiente encontró
una nota bajo la puerta de la habitación:
“Luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia
que se resbalan sobre las hojas de los árboles después
de una tempestad de verano”
Gustavo Adolfo Becker. Leyenda Los ojos verdes.

Trató de comprender porque le enviaba eso.


Cuando por fin lo entendió. Se detuvo a pensar
que relación tenía ella yo con esa frase. Y claro
eran sus ojos. Sus ojos eran verdes como la
protagonista de la leyenda.
Inmediatamente supo que también se refería a la
tormenta del día anterior. Le agradaba que Javier
también gustase de la literatura. La mañana
siguiente al ver a Javier le agradeció el detalle de
la nota bajo la puerta.
Ambos comenzaros a hablar de ellos, de la cuidad,
de los planes. Se detuvieron para pensar en el año
nuevo que se acercaba. Entonces a él se le ocurrió
pedirle que pasen juntos ese día.
-¿Que harás este año nuevo?
-Creo que estaré en mi cuarto. ¿Por qué?- dijo
ella.
-Yo también. ¿Y si lo pasamos juntos?- refirió él.
-Me parece que está bien. Al menos será menos
aburrido.
-Eso tenlo por seguro. – le dijo él sonriéndole.

Javier estaba ansioso por esa noche. No era un


día cualquiera. Era su cumpleaños, aunque no
hubiera dicho nada quería que ella este con él en
esa fecha. Sentía un imán con esa mujer. No
podía alejarla de su mente. Cada hora pensaba
más y más en ella.
Anhelaba conocerla más, poder entender quién
era esa joven y comprender porque estaba
enloqueciendo por ella. A las once de la noche
bajo a cenar, tenía puesto un vestido negro.
Llevaba un collar azul. Javier le vio acercarse y
pidió un champagne. Estaban allí tomando una
copa cuando dieron las doce de la noche. Luego
fueron a la piscina. Allí ya había unas cuantas
personas. Contemplaron las estrellas, vieron los
juegos de artificio y luego cada uno se fue a
dormir a su cuarto. Eran ya las tres de la mañana.
Al día siguiente a las 13hs el teléfono de la
habitación de Luciana sonó solo dos veces,
contestó rápidamente.
-¿Sí?- dijo
-Siento si te desperté.
-¿Quién habla?- contesto ella.
-Javier.
-Ah Javier… No, estaba despierta.
-Me alegro. ¿Comenzaste bien el año?
-Si bien.
-Creí que iba a ser inoportuno por la hora.
-Yo también…
-¿Qué?
-Pedí ti número en recepción y no me animaba a
llamar.- le dijo finalmente- Por eso estoy
despierta.
-Yo igual, no sabía si llamar o no. También pedí el
teléfono en recepción.
-¿Quieres almorzar?
-Bueno. ¿En 30 minutos nos vemos en el comedor
entonces?
-Si claro…

Luciana estaba por apoyar el tubo del teléfono


cuando escuchó que Javier dijo “adiós, mi amor”.
Hizo como si nada, colgó rápidamente.
Lo acababa de conocer pero ese hombre le parecía
encantador, no solo por lo caballeroso sino por lo
buena persona que parecía. Algo le decía que ese
hombre le alegraba los días.
La llenaba de dicha. Se sentía tan feliz como no lo
había estado en mucho tiempo. Se vistió. Miró el
reloj, ya era hora. No podía seguir estirando más
la situación. Llego unos momentos más tarde, le
costó ubicarlo entre la gente. Lo vio sentado en
una mesa, el parecía tan fuerte, tan atlético. Sus
ojos azules eran tan brillantes que la
encandilaban, se sentó junto a él.
-Hola.
-Buenas tardes. ¿Tienes hambre?
-Sí.
El mozo llego en ese momento y les tomo el
pedido.
-¿En realidad porque viniste a Mar del Plata?
-Cuando era chica mis padres me traían siempre
aquí. ¿Y vos?
-En realidad es algo bobo.
-¿Qué?
-Fui a la agencia de viajes y elegí el destino al
azar…
-Bueno si lo querías era descansar elegiste un
lugar con mucha gente.
-Y bueno. Pero si habría elegido otra cosa no te
habría conocido.

Se sintió tan imbécil al decir eso, no quería que


pensara que le interesaba. Pero no podía volver el
tiempo atrás.
-Si el ascensor no se habría varado no nos
hubiéramos conocido.- le dijo ella.

En realidad Luciana pensaba que si ella hubiera


seguido con Ismael jamás se habrían conocido.
Pero en ese momento ya no pensaba en Ismael.
En los últimos días había dejado de pensar en él.
Luego escuchar que Javier la quería, comenzó a
sentirse mal, no porque me molestara el hecho de
que se sintiera atraído por ella sino porque estaba
aterrada de que tuviera otras intenciones, no
quería que juegue con ella. Otra vez sentía miedo
de él. Le hablaba como si le interesara. La miraba,
no dejaba de hacer otra cosa. El seguía mirándola.
Cerró los ojos, el rostro de Ismael se le apareció.

Capítulo 4
Durante los siguientes días vio mucho a Javier, él
estaba muy atento de ella, le tocaba en la
habitación y la invitaba a comer o a cenar.
Luciana iba a la playa todos los días, casi siempre
lo veía correr y se quedaba viéndolo. Un día le
preguntó si era de cocinar. Ella le dijo que si y
muy bien. Entonces se ofreció cocinarle. Pero él le
dijo que no podía esa noche. Le conto que esa
noche tenía trabajo.
Se iba a encontrar con un cliente. Cayó en la
cuenta de que nunca le había preguntado a que se
dedicaba.
A ella le parecía que el sería un docente o un
médico. Pero cuando le dijo que era arquitecto se
quedó helada. Sentía que su carrera al lado de la
de él era una cosa insignificante. Pero igual le dijo
que estudiaba literatura y que estaba en su último
año de universidad. Solo le restaba una materia
para recibirse. Javier la felicito y le dijo que
seguramente sería una excelente docente. Le
pidió el teléfono en Rosario. Al principio no supo
si dárselo, pero en las últimas semanas se había
ganado su confianza. A finales de enero Luciana
regresó a Rosario, el siguió en Mar del Plata.
La primera noche en su casa nuevamente extrañó
a Javier. La soledad la cubría.
Estaba rodeada de oscuridad, no podía soportar
estar tan lejos de él. Esa era su ciudad. Pero
aquella había sido de ambos. Donde habían
compartido bellos momentos.
Ahora estaba allí en Rosario, sola.
Decidió llamarlo al cuarto de hotel para saber qué
tal le había ido con la entrevista de trabajo. Y para
escuchar su voz… al menos para escuchar su voz
nuevamente.
-Hola. Soy Luciana.
-Hola ¿Cómo estás?
-Llegue hace dos horas.
-¿Y en vez de desempacar me llamas a mí?
-Quería saber si te habían dado el proyecto de
trabajo que mencionaste.
-Sí, y dura cinco meses.
-Que buena noticia…
-Estas fueron sin duda mis mejores vacaciones.-
le dijo él.
-Las mías también. Te lo aseguro.

No sabía si lo decía enserio o por cortesía. Pero lo


había dicho. Ya no era posible callarse.

-El trabajo es aquí en Mar del Plata.

No lo vería en mucho tiempo. Colgó. Tal vez era


lo mejor. No verlo por un tiempo y resolver
mientras sus sentimientos. Ismael no la había
tratado de contactar. Las pulseras seguían en su
armario. No había vuelto a sacarlas de allí.
Los días ahora eran más tediosos. No tenía
cursada en la facultad. Estaba en casa. Y en otro
momento hubiese corrido a casa de Ismael. Pero
no quería. Se mantendría firme.
El 27 de febrero terminaba de rendir la última
materia en la facultad. Tomó sus útiles, bajó las
escaleras y salió de allí. Alguien le toco la espalda.
Pensó que tal vez Ismael había pensado en pedirle
perdón.

En eso vio a Javier en el frente de las escalinatas.


Se quedó helada. Se lo hacía trabajando en otra
ciudad. Pero no, estaba ahí, frente a ella.
Lo que parecía un día más alejado de él se
convirtió en un momento de felicidad. Tenía en
frente a sus narices al hombre que hacia latir de
manera descomunal corazón. La primera persona
importante en su vida. La felicidad que sentía no
podía compararla con nada que le hubiese
ocurrido antes.
Algo dentro de ella la hizo salir corriendo hacia él.
Lo abrazo y beso en la mejilla.
-¿Qué haces aquí?- le dijo ella.
- Te necesitaba ver.
-Yo también te extrañaba. ¿Pero no era un
proyecto bueno?
-Sí, pero vos sos mi mayor proyecto.

Las siguientes semanas comenzaron a salir


juntos. Fueron al cine, a caminar. Corrieron por el
parque. La invito al teatro, la pasaron genial.
Visitaron museos, fueron a cenar varias veces. Los
fines de semana se sentaban en la plaza a leer,
compartiendo sus autores preferidos. Lo
importante era seguir conociéndose y pasar
lindos momentos juntos. Tres meses antes eran
dos desconocidos, ahora inseparables. Tenían
mucho en común a pesar de la diferencia de edad.
En abril Javier la llama por teléfono para
preguntarle cuando iba a conocer a sus padres.
Lo organizo para ese mismo fin de semana era 15
de abril.
Nunca había llevado a nadie a su casa a conocer a
sus padres. Estaba algo aterrada.
Totalmente asustada. Pero era un paso que debía
dar. Estaba segura de que Javier era un buen
hombre y que sus padres al conocerlo les
agradaría él. Cuando terminó la velada lo
acompaño a la puerta. A esa altura estaba segura
de que a su papá no le había agrado Javier.
-Luciana creo que no di una buena primera
impresión.
-No te preocupes a ellos no les agrada nadie.
Siempre espantaron a todos mis amigos.
-¿Les molesta a lo mejor mi edad?
-A la que le debe de preocupar eso es a mí. Lo que
ellos pisen da igual.
-¿Aceptarías salir con alguien de mi edad?
-¿Por qué no? Ya soy mayor de edad. Tengo 24
años. Y vos sos magnifico. Admiro todo de vos.
-Yo sé que esto no parecerá algo muy apresurado.
Pero ¿quieres ser mi novia?

La tomaba por sorpresa. No esperaba eso. Se


quede callada un momento. Y luego le respondió.
-Yo te quiero mucho. ¿Quién dice que ese cariño
no puede transformarse en amor quizás más
adelante?

En ese momento trató de reprimir el deseo de


decirle que ya estaba enamorada. Le parecía que
era muy pronto para decírselo
-Espero que si Luciana. Yo estoy enamorado de ti.
Nada me haría más feliz que ser tu pareja.

Javier le sonrió y abrazó dulcemente. Luego tomo


camino a su auto, subió y se despidió con un
pequeño bocinazo. Ella lo observa a lo lejos. Se
quedó allí, en aquel sitio un momento,
contemplando como el auto se alejaba. Cuando
regresó adentro vi los rostros de sus padres.
Sabía que le espera un arsenal de preguntas,
incriminación, reproches.
Pero no tenía ganas de oírlos. Corrió por la
escalera hasta su cuarto, cerró la puerta y se
durmió. La mañana siguiente Javier le conto que
iniciaba una nueva obra en el centro. Y estaba
entusiasmado con ello. Ella se alegró por él.

Segunda parte
Desconciertos del corazón.
Capítulo 5
Ya se había recibido en febrero ahora solo le
restaba conseguir un empleo. Pero para ella que
jamás había tenido la real necesidad de hacerlo
era difícil. Pero ahora tenía que ser
independiente, era tiempo. En junio encontró en
el periódico un aviso de una editorial solicitando
una editora.
Decidió presentarme ese mismo lunes a la
entrevista. Javier la llevo en su auto y quedo en
recogerla. Ingresó a la editorial y luego de media
hora de espera, que le pareció eterna la llamaron.
Llevaba consigo una carpeta roja con los papeles
personales y con el certificado de que era
licenciada en letras. Un hombre de mediana edad
la recibe, dice que se siente. Luego de las
preguntas sobre los estudios y sobre la intención
de trabajar, el hombre le pide que llene un
formulario. Diez minutos después todo acabo.
Le dijeron que en un par de semanas se
comunicarían con ella. Hasta el día 13 de julio
estuvo expectante, no veía la hora de saber si
había logrado el trabajo. Era la primera vez que
presentaba un curriculum pero tenía confianza de
que en la entrevista me había ido bien. Le llego un
mail, dudó en abrirlo. Tomó confianza. La habían
contratado. Le explicaron que su trabajo estaría
en una de sus tantas oficinas en la cuidad. Una
librería del centro donde necesitaban vendedores.
Solo atinó a escribirle a Javier diciéndole que
obtuvo el trabajo.
El empleo de ella para Javier significaba una gran
felicidad. Verla alegre por obtener el trabajo era
algo que le daba mucha alegría por ella. Ver como
ante sus ojos se desarrollaba, crecía era alentador.
Podía imaginarla a su lado por siempre y quería
que ella triunfe en sus sueños.
Cundo le dijo que el lunes comenzaba a trabajar él
le pregunto si tenía como llegar, ella contesto que
tomaría dos colectivos.
-Pero eso es demasiado. Deberías vivir en el
centro para llegar más rápido.
-Sería maravilloso pero no es posible. Seguiré
viviendo con mis padres.

En los primeros tres meses no había jefe y el


empleado con más años allí trabajando se encarga
de todo. Todo marchaba bien. Pero en octubre, el
15 llega el dueño. Más bien el único hijo del
dueño, Ismael Robles. Este comienza a hacerse
cargo de todo en la librería.
Ella vio que era él, el chico con el que había salido
dos años y al que aun quería.
-Lucy. Siento haber dejado de verte. Entiendo
que necesitabas un tiempo. Pero ahora que
trabajamos juntos podemos ponernos al día.
-No me interesa nada más que una relación de
trabajo. Solo eres mi jefe.
-Está bien. Pero no entiendo tu enojo. ¿Dime que
hice mal?
-Vos decime como llegue a trabajar para vos.
Jamás me dijiste que trabajaras en este rubro.
Creí que no hacías nada.
-Me canse de ser un inútil. Decidí que era hora de
ponerme a trabajar. Deberías ver a mi padre está
feliz.
-Ah. Tardaste 26 años en decidirte.
-Que irónica. ¿Tratas de hacerme enojar porque
tengo 26? Para tu información hace
una semana cumplí 27.
-Lo olvide. Perdón.
-No te preocupes. No signifique nada en tu vida
ya lo entendí.
-Estas equivocado. Eras muy importante.
-No hace falta que te esfuerces mintiéndome.
-Juro que digo la verdad. –dijo ella.
-Entonces dime porque me dejaste.
-No voy a discutirlo a eso con vos. Te dejo sobre el
escritorio una oferta. Es para mejorar esto antes
de que se venga a pique.
Ismael la miro con bronca en los ojos. Le dijo que
se retirara. Empezó a leer el proyecto.
Vio que era para ampliar las ventas, que consistía
en un donativo a bibliotecas públicas. No estaba
tan seguro de que eso trajera buena publicidad
pero lo intentarían al menos.
Más ella de que odiaba pelear con ella sabía que
en esto tenía un poco de razón. La empresa
necesitaba una mejoría en las ventas.
Tres meses las radios, los canales de la cuidad ya
publican sobre los donativos de la editorial.
Ismael la felicita. Estaba feliz, se alegraba de que
todo saliese bien. En enero ella noto que él se
comportaba como siempre, como el primer día. Él
siempre era atento, caballeroso, ella intentaba
mantener la distancia pero no podía negar que
todavía lo quería. Ismael era el mismo joven del
que ella se había enamorado tres años antes.
Ismael era moreno, de cabellos negros ondulados
y de ojos café. Las miradas entre ambos eran
traicioneras. Ella muchas veces esquivaba la suya.
Tratando de no mirarlo directo al rostro. Pero no
siempre podía esquivar esos momentos. Algo de
él la hacía flaquear.
-¿Por qué no me llamaste vos tampoco este
tiempo?
-Fue a verte y vi entrando a una mujer a tu
departamento. Tenía llave. Me enoje tanto que
decidí no volverte a ver.
-Lo siento tanto, ella debió de ser mi prima, se
quedó en casa porque el marido la golpeo y ella lo
dejo. Solo a vos te quiero. ¿Cómo pudiste pensar
que tenía algo con otra?
-Yo pensé…
-No importa.
La atrajo hacia sí, la abrazo y le dio un largo beso.
-Eso no cambia que ya no quiero nada con vos.
Solo soy una empleada. ¿Entiendes?
Ismael asistió frunciendo el ceño. Pensando en el
modo de hacerla cambiar de opinión.

Capítulo 6
Con su nuevo trabajo se le hace más difícil ver a
Javier. Entonces él le ofrece en noviembre
prestarle por un tiempo un departamento que le
pertenece pero que no utiliza. Al principio ella no
quiere aceptar. Pero la termina convenciendo.
Decidió mudarme. Hacia un año que se conocían.
El 27 de diciembre comenzó a hacer su valija,
guardó las fotos, los cuadros, la ropa, y demás.
Limpio su pieza y tres horas después
Javier pasó a recogerla.
-¿Nos vamos Lucy?
-Sí. Vámonos.
Javier bajo del auto dos maletas y dos bolsos de
mano y ella llevaba una caja de cartón corrugado.
Era todo lo que necesitaba. Al ingresar al hall le
dijo que le encantaba el edificio. Que todo era
hermoso. Le ayudo a desempacar todas las cosas
y a ordenarlas en el placar. De pronto sintió ella
un ruido. Javier estaba sacando los objetos que
estaban dentro de otra caja azul.
-¿Se rompió algo?- pregunto Luciana.
-No. Se cayó una caja azul con flores.
Javier decidió ver que contenía. En ella estaban
pequeñas cajas de cartón corrugado con cintas de
colores que estaban forradas en un papel delicado
y de color rojo. La primera que abrió tenía varios
cuadernos con poemas. La segunda las pulseras
de Ismael. Y la tercera tenía osos de peluche.
Javier creyó que eran más bien baratijas que
Luciana guardaba, pero al leer los poemas vio que
todos iban dirigidos a una misma persona y que
eran de amor.
Los poemas hablaban de cuanto amaba a ese
hombre, de lo mucho que deseaba casarse con él.
Javier estaba helado. Lo veía con el rostro
enojado. Como celoso.
-Aun conservas esto. ¿Por qué?
-Es un trabajo de la facultad.
-Pues parece que tenías alguien que lo inspiro. ¿Y
los peluches también eran para un trabajo de la
escuela?
-No me los regalaron. Pero eso no importa ya.
-Lo siento no debo meterme en tus cosas. Perdón.
No soy quien.
-Lo tirare todo. ¿Está bien?

Él no le respondió, se limitó a sonreírle.


Bajó al hall, miró la caja entre sus brazos, y al
salir a la calle la arrojó al conteiner. Las pulseras
le costó tirarlas pero finalmente lo hizo.
Luego de la primera noche en el departamento y
de ver la ciudad amanecer miró el reloj, dedujo
que Javier estaba en camino. Fue al tocador y se
dio una ducha fría.
Pensaba que había hecho lo correcto. Que estar
en aquel sitio estaba bien, como si ese fuese lo
que siempre deseo, que Javier la tuviese cerca. Lo
quería, mucho…
Ya casi no pensaba en Ismael de modo romántico.
Había aprendido a separar el trabajo de lo
personal. Ahora confiaba en enamorarse de
Javier. Era un hombre maravilloso, atento. La
trataba como una reina y además le daba su
espacio. Todo era ideal. El trabajo marchaba
bien y estaba contenta de que a la editorial de
estuviera yendo como hacía mucho no le iba. Ahí
acaba su responsabilidad. Si Ismael estaba o no
contento con su trabajo era otra cosa.

Capítulo 7
A las 6:30 del 28 de diciembre el teléfono del
departamento sonó, era Javier diciendo que
llegaría tarde. Veinte minutos después lo vio
entra al edificio desde el balcón. Su cabello negro
estaba perfectamente peinado hacia atrás sus ojos
celestes se veían hermosos. La ropa es formal, su
corbata estaba perfecta y la camisa blanca como
de costumbre. Corrió a atenderlo. Ni siquiera lo
dejó pasar y le dio un beso en los labios.
-No esperaba este recibimiento.- dijo Javier.
-Yo… yo… Chií…
-No digas más nada amor. Quédate callada.
Javier la vuelve a besar. Mientras Luciana lo
abrazaba y besaba dulcemente.
-¿Quieres ser mi novia?– le dijo él.
-Si….
-Te amo.
-Yo también te amo. ¿Lo sabes no?- dijo por fin
Luciana.
Hacía tiempo que habría querido confesárselo.
Pero sintió miedo.
-Eso es lo único que se dé seguro en estos
momentos Lucy.
-Sabes me costó mucho decidirme por decirte lo
que siento. Sabes tú eres el primer hombre que
me interesa desde que rompí con mi novio el año
pasado.
Entonces Javier la tomo entre sus brazos
mientras le decía:
-Pues procurare que esta vez las cosas salgan
mejor conmigo.
Entonces Javier la beso lenta y dulcemente.
Estaba feliz
Esa noche al acabar el trabajo. Acomodo el
escritorio. Apago las luces y estaba por cerrar la
puesta cuando vio entrar a Ismael. La miraba con
rostro de mucha tristeza.
Luciana apago la luz. Salió y trato de ignorarlo.
Pero él le pidió de hablar. Ella le dijo que estaba
apurada. Ismael le ofreció acompañarla a su casa.
-Isma no quiero tener problemas.
-¿Estas con alguien?
-Es que no vivo más con mis padres.
-¿Vives con alguien?
-Claro que no.
-¿Hay un amor tal vez?
-Para que sepas si, un amante sabes.- le dijo a él
mientras lo veía con los ojos saltados de rabia.
-No me digas. ¿Y el que es casado entonces que
no lo puedes exhibir?
-No. Pero hay algo peor sabes.
-¿Qué?- pregunto él con intranquilidad.
-El me prestó el departamento.
-¿Cómo dices? Si accedió a prestarte una
propiedad es porque quiere algo más de vos.
Se quiere aprovechar ¿No ves?
-No. Es mi pareja. Y no se ha aprovechado…
Ismael le sonrió entendiendo la indirecta. Se
alegraba de que ella aun siguiese siendo solo de
él.
Esa noche la empresa había organizado una
fiesta. Luego le ofreció llevarla a casa.
Luciana termino por aceptar que él la llevara. Ella
no sabía que esa misma noche Javier planeaba
llegar al departamento a cenar con ella. Javier los
vio despedirse por la ventana del edificio. Se
sintió celoso.
-Hola amor. ¿Qué haces aquí?
-Vine lo antes posible. Tenía que ir al evento del
trabajo. Me acompaño mi jefe. Quizás lo viste.
-También es el dueño de esta editorial.- dijo
Javier.
-Sí, pero su padre maneja la empresa. ¿Te
molesta que haya venido?- dijo Luciana.
-No, tal vez a ti te molesta que yo haya venido.
-No… no… me encanta. Solo que no te esperaba.
Te aprovechas de que tienen la copia de la llave.
-Así puedo entrar cuando quiero y venir y besarte.

La tomo de las manos y la beso dulcemente.


Atrayéndola hasta sí la abrazo y le beso el cuello.
Luciana le preparo la cena y comieron charlando
de su día. Era la hora de irse.
Javier tenía que dormir para trabajar al día
siguiente. Y Luciana también. Se despidieron con
un largo beso.
La mañana siguiente Javier leía el diario
tranquilamente. Hasta que vio una foto en la
sección de sociales, la nota hablaba de una fiesta
organizada por una gran empresa. La misma
donde Luciana trabajaba.
La fiesta había sido un éxito, hasta el presidente
de la empresa había estado presente.
Pero en una de las fotografías la vio. Vio a
Luciana bailando con alguien.
Le extraño verla siempre con el mismo en las
fotografías. Le comentó que era extraño verla con
otro. Ella me dijo que ese hombre era el
presidente de la compañía. Los celos de Javier
estaban por explotar pero se contuvo.
El 1 de enero era el cumpleaños de Javier. Ese día
Javier cumplía 40 años. Decidieron festejarlo.
Hacía dos años que se conocían.
-No me dijiste esa noche que era tu día.
-No tenía sentido. No te quería hacer sentir
obligada a aceptar cenar conmigo solo para no
dejarme solo en mi cumpleaños.
-Esta vez te prometo lo festejaremos.

Pasaron la noche en el departamento hablaron,


escucharon música. Cuando vieron la hora ya era
demasiado tarde para que el volviera a su casa.
Eran las doce de la noche.
Luciana le ofreció quedarse a dormir. En el
departamento no había más que una cama de una
plaza y media. Se acomodaron igual. Se
abrazaron y se quedaron profundamente
dormidos. El sol ingresaba por las ventanas, era
un bello día. Se despertó y lo vio acostado a su
lado. Dormía tranquilamente, tenía puesta su
ropa.
Decidió despertarlo porque se le haría tarde.
-Es hora de despertar. Debes ir a la obra. Arriba
amor mío.
-Buenos días. ¿Qué hora es?
-Son las 6 a.m. -¿Dormiste algo?
-Dormí muy bien a tu lado.
Se dio un largo baño mientras Javier preparaba el
desayuno. Mientras desayunaban se sorprendió
con una proposición.
-Quiero que nos casemos- dijo Javier y extrajo un
anillo de compromiso de su saco.
-Me tomas por sorpresa… Yo no sé que puedo
responderte. -Lo miró a los ojos y continuo- Mi
mayor sueño sabes que es formar una familia
contigo ¿Pero creo que nos estamos apresurando
un poco?
-Tal vez tienes razón. Pero quiero que sepas que
quiero formalizar lo nuestro. Deseo casarme
contigo… Te amo.
-Yo también te amo.

Capítulo 8
En mitad de enero le surgió a Javier un trabajo
en Buenos Aires corto. Solo duraba un mes. Ella
lo convenció para que acepte. Porque él no quería
dejarla ese tiempo sola.
Igualmente se sentía triste de no verlo por unos
cuantos días. Cuando Javier se fue se sintió muy
sola en aquel departamento al que no sentía
propio.
Era casi medianoche y no podía conciliar el
sueño. Pensaba en Javier, en si había llegado
bien, si la extrañaba tanto como ella.
El reloj despertador la sobresalto, eran las siete
de la mañana. Debía ir trabajar. Se cambió. No
tuvo tiempo de bañarse. Llegó con el tiempo
justo a la librería. Cuando Ismael me vio se dio
cuenta de su tristeza, de que sus ojos
demostraban que no tenía un buen día la trato le
alegrar.
Esto se repitió. Le costaba dormirse, Javier solo
había llamado para decir que estaba bien y había
llegado. Estaba intranquila. Ismael notaba que
ella empeoraba cada vez más. No estaba bien. A la
semana Javier llamo, dijo que el trabajo era
agotador, y que cada noche al llegar al hotel se
quedaba dormido. Pero que procuraría llamarla
más seguido. Igual lo extrañaba. La única
tranquilidad que tenía por esos días era que él
estaba haciendo lo que más le gustaba.
Una mañana Ismael le pregunto porque estaba
tan preocupada, le dijo sobre el viaje y le dio su
apoyo. Le ofreció llevarla esa noche del 22 de
febrero a casa. Luciana acepto. Cuando llegaron,
tenía un mensaje en el contestador lo escucharon
juntos. Se sentaron en el sillón. Ella se cambió de
ropa. Tenía puesto solo una musculosa y un
short.
Estaba tan de entre casa que sentía que estaba a
justo a su lado y empezaba a haber confianza
entre ellos. Ismael dijo que debía irse, lo
acompaño a la puesta. Se despidió y lo beso en la
mejilla.
Había días en los que Javier no llamaba. Y ella se
quedaba en el teléfono, esperando.
Pero no había caso, Javier estaba ocupado otra
vez. En eso sonó el timbre, era Ismael.
Abrió. Lo hizo pasar. Comieron y después el salió.
Lo acompaño a su auto. Antes de subir al auto lo
abrazo. Era el primer contacto físico entre ambos
desde que se volvieron a ver. Ismael atino a
tomarla del mentón y besarla. Ella no lo aparto.
Cuando reparó en lo que estaba haciendo, lo
golpeó débilmente en el pecho repitiéndole que
no volviera a hacerlo. Pero Ismael no escuchaba
ya su voz. Él estaba decidido a terminar de una
vez con todo eso.
La tomo de los hombros.
-Te amo… Luciana te amo. Desde que te vi por
primera vez. Siempre te he amado. Te quiero
Luciana. Te quiero locamente. Y no quiero estar
más así enojados.
-¿Pero cómo me dices eso? ¿No comprendes que
amo a Javier?
Se quedó callado un momento y luego me hablo,
ya la había soltado.
-Y si él te ama también ¿Por qué no está aquí?
¿Por qué no llama o no regresa porque te
extraña? ¿Por qué no sufre lo mismo que vos?
-¿Quién dice que eso es verdad? ¿Y si él en este
momento está pensando en mí o regresando?
-Pero no está ni quiere. Te dejo sola. Y ahora solo
yo estoy aquí con vos, a tu lado. Dime
¿Quién está a tu lado en este instante?
-Vos Ismael. Vos…
-Entonces no me rechaces. Bésame. Te amo
Luciana… te amo.

La tomo entre sus brazos nuevamente, la


arrincono contra su coche. No pudo resistirse esta
vez. Al final él tenía algo de razón, y a decir
verdad ella también deseaba besarlo, sentir sus
labios en su boca. Ismael respondió a su
desenfreno. Subieron las escaleras e ingresaron al
departamento. Se recosté en el sillón. Esperando
que él se tumbara sobre ella. Pero no lo hizo. En
cambio le miro con temor. Ella le extendió la
mano. El entendió la seña. La abrazo tiernamente
y beso el cuello. Sus manos bajaron hasta la
cintura de ella. Comenzó a desabrochar su
camisa. Ismael se terminó de sacar su camisa.
Cada minuto la respiración de ella era más
irregular. Ismael la abrazo. Se puso nerviosa. Él
noto que temblaba.
-¿Qué sucede?
-No podemos. Vete.
-¡Es por él! ¿Ya estuvieron juntos no?
-Claro que no. Es que no puedo hacerlo. Entiende.
El me importa de verdad.
Ismael tomo su ropa y se vistió lentamente.
La miro a los ojos, no dijo nada. Él la abrazo, y
beso en la mejilla. Luego se fue del departamento
mirando al piso. En realidad ella no quería que se
fuera. Pero era lo mejor.
Al menos era lo correcto a pesar de que su mente,
su cuerpo y todo su ser le pidieran lo contrario.
Porque según se decía y le decía a él, era lo
correcto. Sintió deseos de correr detrás de él y
decirle que quería que sucediera como las veces
que había pasado en casa de él, pero pensó que lo
haría sufrir.
Luciana salió al balcón, el aire corría suavemente
por sus mejillas. Se puso a pensar en todos los
momentos junto a Javier. Pensó en sus ojos
cuando la miraban con ternura y cuando le decía
cuanto la amaba. Se sentía tan mal por todo ello.
Su cabeza comenzaba a dar vueltas. << ¿Quién está
a tu lado en este instante? >> Las palabras de Ismael
retumbaban en su cabeza. Sentía ganas de
llamarlo. Apoyó la cabeza en el sillón del balcón y
cerró los ojos.

Capítulo 9
Unas noches después de eso Luciana regresaba
del trabajo. Unos ladrones la robaron a la salida
de la editorial. Ella se aterra. Se queda
temblando. Lloraba por lo que le había pasado y
por el temor que tenia de caminar sola a su casa.
Llega a un negocio. Pidió usar el teléfono. Los
dueños al verla descompuesta y llorando se lo
prestan. Ella llama a Ismael. Sin darse cuenta
marca el teléfono de Ismael, no el de Javier.
Era nuevamente de noche. Miró su reloj, marcaba
las 2 AM. El celular de Ismael sonó nuevamente.
-Iré para allá ahora mismo. Dime bien en donde
estas.
Ismael llego lo más rápido que pudo. El cielo
estaba despejado. Una tenue luz de un foco de la
calle me iluminaba. Era un verano más cálido
que el habitual. El clima estaba húmedo, muy
pesado. No había ni siquiera una leve briza.
La vio sentada en una silla en el negocio. Él se
acercó, la abrazo y le dijo que la llevaría a su casa.
Ella le pidió que no lo hiciera.
-No quiero irme al departamento. No quiero
pasar la noche sola. Tengo miedo… mucho miedo.
-Entonces te llevo de tus padres. ¿Cuál es la
dirección?
-No… No puedo llegar así, en este estado.
-¿Entonces?
-Cuenta conmigo siempre.
-Gracias.
En el auto se quedó dormida, la dejó en el asiento
trasero. Y luego la recostó en el sillón de su
departamento.
-¿Dónde estoy?
-Es mi casa. Anoche que quedaste dormida. Así
que te traje aquí.
-¿Qué paso anoche?- pregunto Luciana.
-Nada. Solo dormiste.
-¿Seguro que no?
-Si te refieres a eso no. Soy un caballero. Me
conoces estuve casi dos año rogándote y si
sucedió es porque vos viniste a mi queriendo
estar conmigo.
-¿Dices que yo fui muy fácil?
-Digo que no entiendo porque estas con ese joven.
Y tan rápido me olvidaste.
-Corrección…
-¿Qué? Me vas a decir que no me olvidaste…
-No. Te diré que él no es joven. Al menos no de tu
edad.
-Me estas mintiendo, eso es una broma muy cruel
sabes.
Ella se levantó, miro por la ventana. Pudo ver que
estaba en un piso muy alto.

Preparo un café para los dos y se sentó junto a


ella en uno de los sillones. La abrazo dulcemente.
Le dio un beso en la mejilla y le dijo que si
quisiera se diera un baño mientras él respondía
mail y chequea su Twitter. Acepto. No podía más
estar en pie. Luego de bañarse él la abrazo.
-Era broma eso de que estas con alguien. ¿No?
-Él tiene nombre. Se llama Javier. Y para que
sepas tiene 40 años.
-Ah es un viejo entonces…
-Pero muy buen amante.
-Lo dices para que me enoje, no es verdad.
-Bueno tal vez un poco…
-Tú solo eres mía…

Lo primero que se le vino a la mente fue la


imagen de Javier. Pensó en que él pudo llamar y
ella no estar allí para contestarle. Desayuno
rápido junto a Ismael. Y le pidió que la leve a su
casa.
Al llegar Ismael le digo que la quería mucho.
Luciana le pidió que se alejara un poco. Que solo
fuera su jefe, nada más.
-¿Cómo me puedes pedir eso? Yo te amo.
-Pero yo amo a Javier.
-Otra vez hablando del viejito ese…
-Oye vos también cumplirás su edad.
-Pero en 12 años piénsalo Lucy.
Se despidió de él con un abrazo.

Al entrar al departamento fue a la contestadora.


Tenía tres mensajes. Todos de Javier.
Estaba en lo cierto. Los escucho en silencio.
“Hola amor. Te hablo desde el hotel. Te extraño.
Llámame”
Era solo el primero.
“Te llame en la tarde y no estabas. Me parece raro.
Quiero escuchar tu voz amor mío.
Llego mañana”
El tercer mensaje estaba vacío. No decía nada.
Solo silencio. Miro la puerta de la heladera y pudo
ver un papel adherido. Era un mensaje de Javier.
“Luciana ¿Porque te fuiste? ¿Estás enojada o
resentida porque me fui de viaje? Te amo Luciana. Te
extraño, siento mucho haberte perdido, perdóname.

Era claro que Javier había estado esa mañana


temprano en el departamento. Y al no encontrarla
le dejo esa nota. Luciana estaba aturdida, el robo,
luego dormir en la habitación continua de Ismael
y ahora esto. El que creía que ella estaba enojada.
Cuando debería ser el él enojado. Lo llamo al
celular y no contesto. Insistió. Por fin el atendió.
-Hola.
-Buen día Javi. Leí tu nota. Yo no me enoje
contigo. No.
-Por un momento pensé que te habías ido. Me
asuste. Mire el armario y al ver tu ropa me quede
más tranquilo pero no sabía dónde ubicarte.
-Estoy en el departamento. Ven y hablamos.
Cuando ella lo vio entrar lo abrazo fuertemente.
-Amor volviste….
-Sí.
-¿Javi sabes que te amo no?
-Claro Lucy. Y yo también te amo.
-Estaba desayunando con mis padres por eso no
me encontrarte- mintió ella.
-Bueno no hace falta explicar nada. Te extrañe…
Cásate conmigo Lucy.
-Acepto Javier. Acepto amor mío. Acababa de
aceptar ser su esposa. Ahora lo tenía a su lado.
Cuando hasta ayer pensaba que lo había perdido.
Ahora era suyo nuevamente. Solo de ella.
Capítulo 10
En agosto se inscribieron en el registro y les
dieron turno. Durante varias semanas
preparamos la boda. Estuvo atenta a todo. Javier
estaba tan feliz. Pero ella no podía ocultar sus
nervios. La boda del civil fue tranquila solo fueron
los padres de Javier y unos pocos amigos. La boda
religiosa fue cuatro días después en la Catedral.
Estaban radiantes, felices. No había motivos para
no estarlo. Llegó con un vestido blanco, perfecto.
Justo como lo había soñado. Tenía el pelo
recogido, los ojos de Javier brillaban, ambos
sonreían. Se miraron a los ojos por unos
instantes. El Padre bendigo la unión.
-¿Javier Ruiz aceptas a Luciana Cáceres como tú
legítima esposa para amarla y respetarla tanto en
la pobreza y la riqueza, en la salud y la
enfermedad hasta que la muerte los separe?
-Sí, acepto.
-¿Luciana Cáceres aceptas a Javier Ruiz como tú
legitimo esposo para amarlo y respetarlo tanto en
la pobreza y la riqueza, en la salud y la
enfermedad hasta que la muerte los separe?
-Sí, acepto.
-Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la
novia.
Luego de una pequeña recepción llegaron al
departamento, en la noche algo cansados.
Perdidos en esa noche, se tomaron de las manos
sin dejar de mirarse a los ojos.
-¿Qué pasa Lucy?
-No estoy lista para esto. No puedo ser tuya esta
noche.
Estaba aterrada, no solo por él. Sino por ella y
por Ismael tal vez… no podía.
-¿Tú nunca has?
-Sí, he tenido relaciones.
-¿Entonces alguien te forzó? ¿O fueron muy feas?
-Ninguna de esas cosas. Fue porque quise. Y fue
maravilloso. En ese momento me deslumbro. Y
quise estar con él.
-¿Hace cuánto paso esto? Perdón no debí
preguntar.
-Si te diré, fue dos meses antes de conocerte. Sí, y
estaba lista pero las cosas no se dieron. Hubo un
mal entendido. Ternminamos.

A la mañana siguiente se levantó de la cama le


pidió perdón a Javier. Cuando volvió del baño él
estaba acostado de su lado y haciéndose el aún
dormido. Lo beso en el cachete y lo abrazo.
Mientras desayunaban ella pensaba en Ismael.
Extrañaba a Ismael. La siguiente mañana llego el
correo, miró las cartas debajo de la puerta y las
recogió. Pienso que solo eran impuestos. Pero un
solo sobre esta allí. Lo abrió, y vio que es en
realidad para ella. Se sorprendió. Porque nadie
tenía la dirección. ¿Quién podía ser? No hay duda
es para ella y venía desde la dirección de la casa
de Javier. Al abrirlo vio un papel rojo en forma de
corazón que dice:
¿Te digo un secreto? Eres mi vida. Te amo.

Tercera parte
Sufrimientos voluntarios
Capítulo 11
Esa noche cuando Javier llego a casa Luciana se
encontraba en la pieza. Era tarde pero estaba aún
despierta, lo estaba esperando. Se miraron, nunca
antes habían tenido esa sensación de paz y
tranquilidad. Nada dijeron, solo se besaron. Y a la
mañana siguiente despertaron abrazados. Javier
compro una casa para los dos. Debían mudarse
en menos de un mes. Pero primero tenían que
ponerla a punto. La casa tenía un cuarto con
baño, una cocina, un pequeño living y un patio.
Además de dos habitaciones.
Necesitaban comprar un armario, unas sillas, una
mesa. Además de una cama y un colchón. Fueron
a comprarlas en varios días diferentes cuando
tuvieron tiempo.
Cuando se instalaron debieron limpiar un poco.
Sacar todo lo inservible. Y comprar lámparas
nuevas. Y unas mantas y cortinas para el cuarto.
Esa noche cuando habían arreglado todo lo
importante se fueron a dormir. Luciana se colocó
el piyama y Javier al verlo le dijo:
-No necesitas usar eso.
-¿Te molesta?
Entonces se quitó el camisón, deslizaba la tela
lentamente por la piel mientras Javier la
contemplaba. Se sentó en la cama mientras
Javier se quitaba la remera quedando solo en
bóxer.
-Te ves muy bien. ¿Quieres que te de otra
almohada?
-Sí, gracias.
Le alcanzo la almohada y la tomó de la cintura.
Templó un poco y lo beso. Javier se recuesta en la
cama dejando las sabanas abierta, se recuestas y
la abraza. Javier le quita el corpiño mientras ella
se tapaba con los brazos.
-¿Porque te cubres?
-No lo sé. Me da pena.
-Ven acércate.
Javier la abraza fuertemente.
-Tranquila. No te presionare. Si quieres duermo
en el sillón.
-Es mejor así. Discúlpame.
-Yo te amo, y no tienes nada que explicarme.
-Eres lo mejor que me paso en la vida– le dijo
dulcemente.
-Y vos en la mía no lo olvides nunca…
-Jamás lo haré Javier…

Hicieron el amor esa noche como si lo hubiesen


deseado los últimos dos años. El sol entró por la
ventana, ambos tenían mucho que hacer durante
el día. Javier se despierta en el sillón. Caminó
hacia la habitación y la despertó. Le sonrío.
Luciana lo beso en los labios y le dijo que lo
amaba.
Una semana después el 25 de octubre era su
cumpleaños. Era casi la hora de salir del trabajo.
Y ella estaba hablando con Ismael. -¿Que harás
hoy?
-No se aun.- le dije
-Lucy… pasa el día conmigo. Te necesito.
Podemos ir a tomar algo a la salida.
-No puedo, Javier me espera.
-¿Ya le dijiste lo que paso esa noche?
-No puede saberlo. No sé cómo decírselo.
-Está bien no lo sabrá yo no le diré nada.
Luciana lo abrazo, lloraba en sus brazos. Le decía
que lo quería. Que le agradecía por todo lo que la
había ayudado.
-Te amo Lucy…
Ella no sabía que en ese momento Javier estaba
escuchándolos. Los vio abrazados. El se fue en ese
momento. No termino de escuchar lo que decían.
Cuando en la noche llegó a la casa Javier la estaba
esperando.
-Viniste temprano.
-Siempre vengo a esta hora.
-Pensé que estaría ocupada.
-No. Para nada. Ya estoy aquí…
-Lo sé. Lo sé todo Luciana.
-¿Qué cosa sabes?
-¿Cómo haces eso a mis espaldas?
-¿De qué hablas?
-Quiero que te vayas. No quiero volver a verte.
-¿Qué te pasa Javi?
-Me mentiste. Me engañaste. Vos lo abrazabas
mientras él te decía que te amaba. Eso no puedo
perdonártelo.
No le dijo nada. Armó su equipaje y se fue. Salió
al hall y comenzó a llorar. No le rogó, no lloró al
lado de él. Solo se fue. Siendo que no le había
engañado.

Capítulo 12
Estaba llegando a la esquina. Vi que no había
nadie. Se sentó a esperar. Marco a
Ismael llorando, sola, triste y casi sin habla.
-¿Te sucede algo?
-No, si tengo el mejor día de mi vida sabes.
-¿Te puedo ayudar en algo? Si ese desgraciado te
lastimo de algún modo ya verá.
Deja de llorar.
-No me hizo nada. Es que me echo... Sabe que me
quieres.
-¿Por eso te echo?
-No, eso le da igual…
-¿Entonces por qué?
-Nos vio… nos vio… abrazados.
-Lo siento.
Ella continuaba llorando.
-¿Tienes a dónde ir?
-En realidad… no. Solo con mis padres.
-Mira me gustaría apoyarte en este mal momento.
En serio déjate ayudar. Te llevo a tu casa.
-No…
-Por favor.
-Bueno… Está bien.
-Paso por vos…
En menos de quince minutos paso por ella, lo vio
bajar del auto. Tenía la mirada, profunda, color
miel. Todo lo que una chica necesitaba en un
momento así.
-Gracias en verdad muchas gracias. No sé qué
sería de mí sin vos. -Siempre estaré para lo que
sea… Te quiero Luciana…
La llevo a casa. La dejo en la puerta. Ninguno de
los dos observo el espejo, simplemente se
besaron. Sin saber que Javier los observaba a lo
lejos. Se despidieron con otro beso.
Y ella bajo del auto. Esa noche soñó con Javier. Le
decía que lo amaba, pero cuando él se acercaba a
ella, se daba cuenta de que en realidad se lo
estaba diciendo a Ismael.
Despertó de pronto, maldiciéndolos.
Ismael luego de unas semanas una tarde en el
trabajo le dice:
-¿Lucí no crees que es hora de quedarme quieto,
formar una familia?- le pregunta
Ismael.
-Pero si eres tan joven, tienes tiempo para
encontrar a la mujer ideal.
-¿Y si te dijo Luciana que ya la encontré?
-Me alegraría. No, en realidad me pondría celosa.
-Eso quería escuchar. Te amo…
Ismael la beso dulcemente mientras ella lo
frenaba.
-¡¡¡Estoy tan confundida!!! Te necesito en mi vida,
a mi lado. Dame tiempo. Tal vez podre
corresponderte más adelante.
-Esperaré lo que sea necesario amor mío…
-Gracias por entenderme Isma... Te quiero
mucho. Solo me preocupa el hecho de estar
casada.
-Eso es fácil es resolver.

Capítulo 13
Cuatro meses después, en junio Luciana lo invito
a casa. Conoció sus padres.
Quedaron deslumbrados con Ismael. Cuando lo
acompañó a la puerta y salieron al jardín Ismael
la miró a los ojos y le dio un beso apasionado. Ella
respondió dejándose besar. Estaba comenzando
a enamorarse de Ismael. ¿Tal vez ya había
olvidado a Javier?
-Lo siento no debí- dice Ismael avergonzado. -No
lo sientas yo también hacía tiempo que quería
volver a besarte.
-Me alegro de oír eso. Me alegro de que ahora
estés aquí, conmigo. Te amo.
En el trabajo ya no se veían igual. Le llevó el
trabajo que le tenía que entregar esa semana.
-Sabes tu trabajo de edición esta excelente. Te
amo tanto.
-Lo sé. Pero tu opinión no cuenta. Eres bueno en
esto pero tu amor te sega.
-Claro que no eres muy buena.
-¿No que era excelente?
-¿No que mi opinión no contaba?
-Ha ha ¿Te crees chistoso?
-Solo un poco…
Cuando salieron del trabajo, subieron al auto de
él y cerró la puerta. Ismael la beso en la mejilla.
Con la mano lo toco desde las ceja hasta el
mentón. Ismael respondió besándola
apasionadamente. La llevo a su casa. Espero a
que Ismael abriera la puerta y que le volviera a
besar. La tomo por la cintura suavemente y ella
levanto los brazos.
La beso dulcemente y la subió por las escaleras a
su cuarto.
La depositó en la cama, apago las luces. Mientras
preparaba el baño la beso en la cama.
Él la llevo al baño. Abrió la ducha, entraron
lentamente. El agua comenzó a mojar el cabello
de los dos. Se abrazaron dulcemente. Él la beso y
acaricio dulcemente. Ella respondió con besos
más apasionados.
-No quiero. Déjame solo. No es correcto Lucí.
Ella estaba decidida, pero ahora era él quien tenía
miedo de lastimarla.
Capítulo 14
Tal vez es hora de pedir el divorcio a Javier pensó.
Javier le envió en marzo un mensaje a su celular.
“Luciana te extraño, siento mucho haberte perdido,
perdóname. Vuelve…
Fui un imbécil. Mañana estaré en nuestra casa. Te
espero a las cinco para hablar. No me falles por
favor”.
En diciembre decidió ir a la cita pero a solicitarle
el divorcio.
Cuando llegue lo vio en la puerta de la casa. Abrió
la puerta e ingresaron.
-Espero que estés dispuesta a escucharme.
-Siempre lo estaré; sabes que antes que nada eres
mi amigo.
-¿Solo eso soy ahora? ¿Nada de lo que vivimos te
importa ya?
-Claro que me importa pero he decidido seguir
adelante. Quiero terminar bien esto.
Solo necesito que me des el divorcio.
-Yo creí que querías volver, te extraño. No puedo
vivir sin ti. Dame una segunda oportunidad.
-No es momento de hablar de segundas
oportunidades. Tuviste dos meses para pedirla.
Y ni siquiera me llamaste.
-Quise darte espacio para que aclarara tus ideas.
-Pero solo me diste tiempo para comprender que
ya no te amo.
-No puedes decir eso. No. Tú me amas lo sé. Sino
no estarías aquí. ¿Hay alguien más?
-Creo que estoy enamorada de Ismael… Nosotros
estamos enamorados nos queremos.
-No puedo creerlo… ¡Estas mintiendo!
No contestó a eso, solo se levantó y se retiró. No
podía seguir escuchando aquellas palabras. O tal
vez no quería verlo a él. Se levantó de improviso;
salió de allí pero volvió sobre sus pasos, lo miró a
los ojos y lo beso. Nada explicaba mejor lo que
sentía que ese beso. Él tenía razón todavía lo
amaba. En ese instante descubrió que si lo amaba.
-¿Por qué lloras tanto?
-Yo no te engañe con Ismael.
-Pero yo si te eche de la casa.
-Eso ya no importa.
-Estas aquí. Eso me importa solamente.
No podía entender como Javier la perdonaba así
de fácil. Comenzó a pensar que el confiaba
ciegamente en ella. Aunque la infidelidad no se
haya concretado al fin de cuentas. El capricho, las
mentiras, los pensamientos por otro hombre si
habían existido y había estado a punto de haber
hecho el amor con él. Aun sentía culpa por ello.
Pero era Javier quien le hacía perder los estribos
al besarla pero igual se contenía. En cambio con
Ismael se desataba una pasión. Pero amaba a
Javier.
Cuando le dijo a Ismael que volvería con Javier
lloro al oírla. Al final ella solo era quien lo salvo
de mandar al diablo el trabajo de tantos años de
su padre. Había logrado hacer renacer la librería
otra vez.
Con Javier viajaron a Mar del Plata el 14 de julio
donde todo había empezado tres años antes. Ellos
estaban de acuerdo en que ya no se ocultarían
más nada. Que ella podría escribir si quisiera y él
no se opondría a ello. Solo le pedía que a cambio
de eso yo no trabajase más para Ismael. Aceptó, lo
amaba. Se sentía algo mal era nuevamente feliz.
El 16 de julio ellos estaban en el hotel, se
amaban.
-Te deseo tanto, este tiempo sin ti fue horrible.
-Yo también quiero ser tuya Javi…
-Tú ya eres mía…
Lentamente los cuerpos de los dos se encontraron
en la penumbra, se amaron como nunca. Nada de
lo que había pasado importaba. Se entregó a
Javier como deseaba hacía mucho tiempo. Esa
noche lo hizo. Ahora podía ya decir que era de él
por completo. Y nada ni nadie nos podían
separar…
-Solo eres mía… de nadie más. Tenlo claro.
-Solo tuya, Javier. Toda tuya.
Y mientras el mar en calma frente a la ventana
estaba, Javier dijo: “Luminosos, transparentes
como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre
las hojas de los árboles después de una tempestad
de verano”. Y luego nada, el silencio. Solo ellos
alejándose por la playa, tomados de la mano
observando el amanecer. Un par de ojos azules y
unos verdes. Eso era todo, amaba Javier y el a
ella. No podían vivir uno sin el otro.

Capítulo 15
Luciana no había vuelto a ver a Ismael hasta
septiembre. Pero aún tenía su teléfono en su
agenda. Pensó que tan vez lo habría cambiado así
que no le escribió. Sintió ganas de saber de
Ismael. De que la apoyara. Javier estaba en el
trabajo. Llamó por teléfono, sonaba, nadie
atendía. Pero no cortó. Sonaba de nuevo,
atendieron.
-Hola. ¿Quién habla?
-Soy Lucia Cáceres.
-Se bien quién eres.
-Isma, necesito verte.
-Decime cuando. Ya mismo si quieres.
-Si ahora me parece bien, en la editorial.
-Bueno ya salgo para allá.
-Nos vemos Lucí…
Era casi de mediodía. Estaba frente a Robles,
hacia bastante que no estaba ahí. Los nervios la
podían, el corazón latía acelerado. Entró. Fue
directo a la oficina de Ismael.
La estaba esperando. Lo miró a los ojos. Se acercó
a él. Lo abrazo.
-Lucí, te extrañe. Este tiempo sin vos fue horrible.
Salieron a caminar. Estaban en una plaza cuando
vio la hora, debía volver a casa,
Javier estaba a punto de llegar. Le pidió que la
llevara. Subió a su auto. Puso música, comenzó a
cantar. Lo tenía frente a ella, conducía, cantaba.
Sonreía dulcemente.
Llegaron, bajó y antes de entrar a mi casa lo
abrazo. Le dijo que lo llamaría. Le beso la mejilla
y se despidió.
Abrió la puerta, Javier tenía un viaje. Cuando esa
noche vino del trabajo dijo que haría un viaje
nuevamente. Luciana miro a Javier, se
entristeció. No quiso que él se vaya, temía
sentirse sola y dejarse seducir por Ismael. Corrió
al jardín, llovía y relampagueaba. Se mojó, la
lluvia estaba violenta con mucho viento.
Javier salió detrás de ella, la atrapo al salir de la
propiedad. La tomo de la espalda, abrazándola
por detrás. Ella se agachó y se tiró al piso
llorando. El la abrazo nuevamente, la beso y le
dijo que no quería que se fuera.
-No tienes que hacer eso con un simple no vallas
era suficiente.
-Pensé que no lo entenderías.
-¿Cómo creíste eso?
-Era lo esperable.
-Debes entrar, estás muy desabrigada.
Le dio su abrigo, la abrazo y corrieron a la casa.
Se sacó la ropa mojada mientras el preparaba el
baño y una sopa caliente. Cuando regreso la
encontró frente al hogar temblando de frio. La
abrazo. Ella lo tomó de la barbilla y lo besó. Se
recostó en la cama, se quitó la ropa suavemente.
Él la beso en el estómago y los brazos, luego se
quitó la ropa y se recostó sobre ella. Comenzó a
agitarse, ya no sentía frio. El calor de su cuerpo
era suficiente para los dos. Pero cuando ella creía
que la tomaría él se alejó.
Ella lo abrazo firmemente y se durmió en su
pecho sin decirle nada. Suspiró, me sintió más
tranquila. Se dio un baño y se fui al gimnasio.
Cuando regresaba a casa lo llamo, quería saber
cuándo volvía le dijo que estaba en camino.
Creyó que había pasado la tarde en la
caminadora. Ella no paraba de pensar en Ismael,
después de tanto lo había vuelto a ver. Lo
necesitaba a su lado. Pero Javier no debía saber
de eso.

Capítulo 16
Le dijo a Ismael que viniera. Y llego rápido.
Ismael la abrazo, la beso en los labios le dijo que
la amaba. Salieron de allí rápidamente hasta su
casa. Abrió su cuarto la recostó en la cama y la
hizo suya. Si Luciana estaba engañando a Javier.
El 13 de octubre se ven nuevamente. Pero en ese
momento nada le importo, solo que Ismael la
amaba. Dos días después Javier regreso, nunca
sospecho nada. La mañana siguiente al despertar
Javier ya no estaba, se había ido al trabajo
temprano.
Al medio día regresó, tenía dos llamadas perdidas
de Ismael. Le preguntó qué sucedía, le dijo que la
quería ver. Fue a su casa y nuevamente se
amaron. Luciana no sentía culpa, ni que eso fuera
un engaño, de ningún modo. Pasaron la tarde
juntos allí en su cuarto.
Luego tuvo que regresar a casa. Era hora.
Lo esquivo unos días. No quería verlo. Pero había
un problema, extrañaba a Ismael. Lo extrañaba…
lo busco. Al principio él le dijo que deberían dejar
de verse pero no pudo aceptarlo. Lo quería.
Esa tarde mientras besaba a Ismael se dio cuenta
de que no sentía con sus besos lo que Javier le
hacía sentir. Y sintió que perdería a su esposo por
un capricho.
Si no le decía que lo había engañado no era justo
para él. Lo justo era confesarlo todo. Aunque con
ello lo hiriera. Porque no diciendo nada lo hería
más. Solo la verdad era capaz de salvar la
relación. Si es que Javier quería hacerlo después
de todo. Ella tenía que correr el riesgo de perderlo
si le decía la verdad, pero era lo correcto. Solo así
estaría en paz. Tomo fuerzas, reflexiono de qué
modo podía decirle todo y se decidió por decírselo
de frente sin intermediarios. Lo hizo.

Capítulo 17
-Tengo algo que decirte. Si después de escucharlo
quieres dejarme ahí tienes la puerta vete
simplemente sin mirarme a la cara pero deja que
te explique mis motivos.
-¿Qué cosa tan grave sucedió para que me digas
esto?
-Más de una en realidad.
-Dime entonces, por favor dilo de una vez.
-Te engañe, te mentí. Te traicione. Lo siento.
-¿Con quién lo has hecho?
-Eso es lo de menos. Javier debes saber que me
odio por todo esto que fui capaz de hacerte. No
busco tu perdón. No lo obtendré.
-No lo sé. No sé qué pensar. No esperaba esto. No
puedo creerlo. Dime algo la noche que volví de
buenos aires y tu desayunabas con tus padres
¿donde estuviste realmente?
¿Con él no? ¿Y mientras yo trabajaba también?
¿En qué momento se encontraban lo traías a
casa?
-Dime lo que quieras, no merezco tu respeto ni tu
perdón lo sé. Si estaba con él pero no es lo que
crees, me quede a dormir porque la noche
anterior me robaron, me asuste y él me ayudo a
tranquilizarme. No me perdonaras. Lo sé.
-Eso lo decidiré yo no tú. Depende de mí. Solo de
mí. Tal vez este amor sea más grande que esta
desilusión. Solo el tiempo lo dirá. Y no tienes por
qué irte, ni yo me iré. Eres mi esposa, y quiero
que continúes siéndolo. No te dejare libre para
que regreses con él.
Luciana lo abrazo. Le pidió perdón llorando y lo
beso en la mejilla. Javier la miraba con los ojos a
punto de largase a llorar. Tenía enfrente al amor
de su vida, pero esta lo había traicionado.
Los días ya no fueron los mismos. Ellos no eran
los mismos. Su amor tampoco. Tal vez estas
experiencias los había hecho ver lo mucho que se
amaban.
-Es lo que creo. Esto no debió de ser nunca
Javier.
-¿Me pedirás el divorcio? ¿Eso buscas?
-Es lo mejor para ambos. Es lo más sano. Ya te he
hecho mucho daño.
-Yo decidiré si esto me daña o no. No puedes
hablar por mí. No quiero dejarte. Por favor
recapacita. Yo ya perdone el engaño. Te amo.
-La que no se perdonó soy yo. No puedo.
-Claro que sí. Si yo pude lidiar con esto tú podrás.
Piénsalo. No perdemos nada en intentarlo otra
vez. Te amo Luciana. Y tú a mí. ¿No es así?
-Si te amo. Pero por eso no quiero herirte más. No
soy buena para vos. Entiéndelo. Debes dejarme.
-No lo hare. Estaré a tu lado hasta el día en que
me muera.
Entonces Luciana lo beso en los labios
dulcemente y le dijo que lo amaba. Javier la
abrazo y la tomo en sus brazos llevándola hacia el
cuarto.
-Permíteme demostrarte que nadie puede hacerte
tan feliz como yo.
Entonces la beso. Le quito el vestido y la acaricio
dulcemente. Porque la amaba. Y para sentir que
era nuevamente suya.

Cuarta parte
Desconfiadamente
Capítulo 18
La relación ya nunca volvería a ser la misma.
Porque el hilo de desconfianza siempre caería
sobre ella. Javier sabía que aún era posible que la
perdiera, pero prefería no pensar en ello.
-Javi, sabes cuándo te hable de ese chico que era
mi novio y rompió conmigo hace tres años, te
oculte algo.
-Eso es parte de tu pasado no me encumbre.
-Pero creo que deberías saberlo. Ese hombre era
Ismael. Era mi novio desde hacía dos años.
-Al menos tengo la tranquilidad que hubo uno
solo. Pero es lo mismo, no cambia las cosas. Si lo
conociste hace años o hace solo unos meses. Solo
quiero que me prometas que no lo veras más.
-Te prometo que así será.
-Prométeme que no volveremos a separarnos. -le
grito tomándola de los brazos.
-Nunca más amor. Nunca más. –le dijo ella
llorando sobre su hombro.
Javier la beso tiernamente y la tomo de la barbilla
mientras la abrazaba y la tomaba de la cintura.
Deseaba tanto confirmas esas palabras con algo
más real. Quería estar con ella.
Ahora si sentía que Luciana era solo para él. Y no
estaba dispuesto a compartirla. Ni a hacer nada
para volver a perderla. La amaba como jamás
había pensado que sería capaz. La quería siempre
a su lado. La necesitaba para vivir, como
necesitaba el oxígeno así necesitaba a Luciana.
Era temprano aun, pero ya se encontraba
sentado en la sala de espera del aeropuerto.
Miraba su reloj, las agujas se movían lentamente
y el tiempo parecía no pasar.
Eran las doce de la noche. El reloj sonó, era la
alarma. Comenzaba a impacientarse, ya era la
hora, ella debía haber llegado. Su corazón latía
acelerado; faltaba poco para abordar el avión.
Miró la puerta, sus ojos se cerraron. Tuvo miedo
de que ella no viniera, de que todo hubiera sido
en vano, su intento por protegerla, de alejarla de
todo. Javier sabía que ella podía llegar a
arrepentirse y no venir. Se sentía abrumado por
todo lo que había pasado en los últimos meses.
Allí con los ojos cerrados en la sala de espera,
pensó en el momento en que la conocí. En porque
el destino se había empeñado en que se
conocieran.

Capítulo 19
Ismael al enterarse que ella se iba lejos la rapto.
La espero en el aeropuerto y la tomó de los brazos
y empujó al auto, cerró la puerta. Luciana se
resistió pero Ismael fue más fuerte, la retuvo y
condujo lejos Luciana lloraba, le gritaba que
parara el coche y la dejara bajar. No lo hiso.
Siguió su camino hasta estar a más de 500
kilómetros. Luciana se durmió. La tapó y paró a
descansar. Habían pasado 6 horas.
Cuando Ismael despertó ella ya no estaba. Miró
por el retrovisor y la vio caminado por la ruta.
Salió y le gritó que se detuviera. No le escucho.
Corrió detrás de ella, la tomó del brazo.
-Suéltame. Me quiero ir.
-¿A dónde y así caminando? No te dejare sola.
-Me tengo que ir. Mi lugar está junto a mi esposo.
No puedes retenerme. La policía me buscara. Mi
hombre me buscara desesperado.
-Miente él no es tu hombre, yo soy tu hombre.
Bésame. Bésame.
-Deja que me vaya. No quiero estar contigo.
Entonces él la tomó del rostro, la beso. La sujeto
por la cintura sin dejar que se alejara.
Ella le grito que la suelte.
-No te soltare. Entra al auto.
Luciana accedió. Pensó en Javier. Él debía de
estar pensando que paso con ella.
Porque no llego al aeropuerto.
Su celular sonó. Era Javier.
-Lu si te arrepentiste de ir a otro país te entiendo.
Nos quedaremos.
-Javi… te prometo que voy a hablar esto
personalmente. Pero necesito un tiempo a solas.
Ismael quiso atinar a hacerla cortar pero al
escuchar que ella le pedía un tiempo pensó que
estaba logrando lo que buscaba.

Llegaron a un hotel, Ismael ya había hecho las


reservas. Le dijo que bajara del auto.
Luciana bajo pero le advirtió que no dormirían en
la misma habitación. Ismael le dijo que dormiría
en el suelo si era necesario pero en el mismo
cuarto. Ella acepto. Puso unas mantas y
almohadas en el suelo. Se recostó. Ismael se
recostó junto a ella.
-¿Qué haces? Te dije que no compartiría la cama
contigo.
-Esta no es una cama.
-Dormiré en el baño si es necesario. Déjame.
-No me rechaces por favor. Te amo Lucy. Hazlo
por los viejos tiempos. Vos fuiste mi mujer. Deseo
que lo seas nuevamente.
-No… eso no sucederá. Soy casada con un hombre
maravilloso.
-Eso no te importo otras veces. Además yo soy
tuyo. Y eres mía…
-Déjame. Quiero irme.
Luciana sale de la habitación camina hacia el
ascensor, Ismael se para enfrente impidiendo que
ella lo tome. Entonces Luciana va hacia las
escaleras, intenta llegar a ellas. Pero Ismael la
retiene. La toma de los brazos y le suplica que no
lo deje.
-No puedes retenerme, debo irme. Por favor no lo
hagas por mí. Hazlo por el bebé.
-¿De qué bebé hablas?
-Estoy embarazada de Javier. Nosotros vamos a
tener un hijo.
-No… eso es mentira.
-Lo siento, no puedo seguir aquí. Me voy. – le dice
Luciana.
-No iras a ninguna parte. Te quedaras a mi lado.
-No. Me iré. Ahora mismo.
Ismael la toma del brazo ella camina hacia la
escalera.
-Por favor deja que me valla.
-No…
Él la intenta frenar no lo consigue. Ella baja unos
escalones lentamente, él la vuelve a detener. Ella
pierde el equilibrio entonces él la suelta. Ella
rueda escaleras abajo. Se desmaya.
Despierta en el hospital, un médico le dice que
solo tuvo unas contusiones. Ella no puede dejar
de preguntar por su hijo.
-¿Mi bebe está bien? -Lo siento señora, lo
perdió. Era muy prematuro el embarazo. Sucede a
veces. Lo siento mucho. – le dice el médico.
Luciana no puede entenderlo. Recuerda
vagamente que estaba enfrente de la escalera.
Que luego pierde el equilibrio. E Ismael.
Recuerda a Ismael. Él estaba allí. Él la debió de
sujetar y en contra de ello la soltó. Él también es
responsable de lo que paso. Él tiene la culpa
piensa ella.
Lo ve entrar a la habitación, llora al verlo. No
quiere hablarle. Sigue llorando.
Javier no se va, se queda allí parado
contemplándola.
-Lo siento amor… es una tragedia lo sé.
-Tú, tú tienes la culpa. Sal de aquí.
Él sale. Ella continúa llorando.
Luciana vuelve a la cuidad. Dejo atrás su romance
con Ismael. Ya nunca más planea verlo. Entendió
que a quien ama de verdad es a Javier. Pero no
sabe si este la perdonara esta vez. Pero está
dispuesta a arriesgarse. Solo así podrá ser feliz,
luego de contarle todo a Javier y obtener su
perdón. Es lo que más anhela.
Siempre supo en su interior que lo quería pero el
desborde de emociones que sentía por
Ismael no la dejaba pensar claramente. Ahora
entiende que si lo pierde solo será su culpa. Solo
de ella por dejarse llevar por la pasión.
Ella ve a Javier. Él está lejos. Lo ve solo. Decide
acercarse. Esta frente al edificio. En la calle de
enfrente. Cruza.
-Hola.
Javier la abraza, la besa.
-Estas aquí. Siento que te presione para viajar.
-No es tu culpa. Yo me fui. Yo… lo siento.
Perdóname. -¿Volviste para quedarte?
-Para toda la vida… mi amor.
Javier y Luciana dedicaron esos días a hablar
sinceramente de sus sentimientos. A darse
contención mutua. A perdonar los malos
momentos. Y buscar mejorar lo bueno.
Solo obvio una cosa, la pérdida del bebé. Aun no
estaba preparada para decirle lo que paso. Era
algo que decidió guardarse para ella.

Capítulo 20
Por tres años no supo de Ismael. Estaba
demasiado ocupada con el trabajo y con su
esposo. Una noche lee el diario y descubre que el
dueño de la empresa Robles se casó.
Luciana se alegra con la noticia, y piensa en
cuanto desea que él sea feliz. Tanto como ella
ahora lo es ella. A pesar de todo lo que le había
sucedido era feliz. Javier y ella eran ahora una
familia. Luciana tenía todo lo que siempre deseo.
Esperaba que Ismael también lo tuviera. La
editorial era de las mejores en el país y eso la
hacía muy feliz.
Ella tiene 31 años, Javier 47. Tienen la vida por
delante, para amarse tanto como el primer día. El
día en aquel ascensor fallo y se quedaron
encerrados solos ellos dos no fue casualidad la
falla, fue el destino que hiso que conocieran en
Mar del Plata, que se hospedaran en el mismo
sitio y que se enamoraran allí. El universo había
congeniado para unirlos para siempre. Porque su
amor era tan fuerte que nunca acabaría. Siempre
se querrían como el primer día. Estaba escrito así.
Era su destino. Y contra el destino no se puede ir
nunca. Estaba escrito que Javier seria por
siempre el gran amor de su vida y que él la amaría
a pesar de todo. Que el amor sería lo más fuerte,
nada lo acabaría.
Están en Mar del Plata, las vacaciones acaban de
empezar, caminan por la playa tomados de la
mano. Hay viento, el cabello de Luciana se le
vuela, se lo recoge en una colita y continúan.
Javier la besa dulcemente y le dice cuanto la ama.
Luciana lo abraza y le dice que ella lo amara por
siempre. Hasta la muerte.
-Demuéstramelo… que me querrás siempre
Luciana se toma el vientre y le dice: “yo sola no te
amare, nuestro bebe también lo hará”
-¿Tendremos un hijo? ¿Desde cuándo lo sabes?
-Me lo dijeron antes de venir. Pero quería darte la
sorpresa aquí, por donde caminamos juntos hace
años.
-Soy tan feliz.
-Y yo también Javier. Me haces feliz cada día
amor mío.
Javier la tomo en brazos y la hiso dar vueltas, ella
se tomaba del cuello de él. Las olas estaban en
calma, todo era perfecto. Se besaron largo rato y
continuaron caminando hacia el mar.
Fin

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