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El destino después de la muerte

En la cosmovisión de la tradición religiosa de los mexicas existían tres planos esenciales de la vida,
los antiguos sabios los imaginaban de manera vertical, el primero y el que ocupaba el lugar de arriba
lo nombraban como el chicnauhtopan, “los 9 lugares sobre nosotros”, era el mundo celeste y
morada de las energías dadoras de la vida, este plano contenía 9 pisos o lugares, en cada piso
habitaba una deidad y en el lugar mas alto, era el hogar del dios supremo, ometeotl, “energía dual”.

En el plano central o intermedio se encontraba el tlalticpac, “sobre la tierra”, allí habitamos los seres
sensibles y finitos de este mundo de existencias contingentes y perecederas, el lugar del llanto y
aflicción, de flores y cantos, como lo describe en su poesía el tlamatineme Nezahualcóyotl para
referirse y expresar su sensibilidad en torno al sentido de la vida.

Y debajo de este plano intermedio se encontraba el chicnauhmictlan, “los nueve lugares de la región
de la muerte”, es empleado para referirse al mas allá, el mundo que rebasa a toda experiencia, es
un mundo de las mismas proporciones sagradas como lo es el, chicnauhtopan, ya que en este ultimo
se albergan las deidades que proporcionan la vida sobre el tlalticpac y en el mictlan es la región que
devora estas creaciones y existencias. Por eso al mictlan se le conocía como el lugar dónde se vuelve
a la tierra, al descender nos vamos al vientre materno, regresamos a la madre tierra, para
desintegrarse y ser devorado, hasta lograr el apaciguamiento y la tranquilidad del eterno descanso
que nos trae la muerte.

“El norte era primero una llanura, la llanura divina por excelencia, teotlalli. Se dice también,
“las nueve llanuras” porque el numero nueve es el del infierno y el de las divinidades
terrestres, y subterráneas…región dónde los muertos van a desaparecer para siempre bajo
tierra, también es la región de dónde han venido los vivos, brotando de la tierra-madre”.
(Soustelle, jacques, el universo de los aztecas, pág. 148).

Los destinos que le deparaban a los antiguos mexicanos después de la muerte eran 5, lugares casi
inefables y por su esencia muy sagrados, ya que a diferencia del infierno, purgatorio y el cielo
cristiano, el inframundo mexica no tenia nada que ver con los pecados o el buen comportamiento
ético para el destino después de la muerte. En el universo antiguo de los nahuas, lo esencial era el
tipo de muerte que cada ser vivía, para tener un lugar especial en el inframundo. Existían 5
diferentes lugares a dónde podía ir el difunto según el tipo de muerte que experimentaba.

En primer lugar esta el inframundo que se ubicaba en el norte y lo conocían como: “los nueve
lugares de la región de la muerte”, allá iban los que morían de una muerte natural. Es el lugar donde
había algo aún mas allá, ya que el que moría tenia que pasar por cada uno de los 9 pisos del
inframundo, hasta llegar al último piso, dónde habitaban la pareja del mictlan, Mictlancihuatl y
Mictlantecuhtli, en cada piso va cruzando terribles pruebas mágicas para conseguir su eterno
descanso, hasta concluir el recorrido por los 9 pisos del inframundo, para finalmente después de 4
años se desintegrada dejando su yollotl o corazón como pago y con ello podía por fin desintegrarse,
pero, solo vuelve su cuerpo, talvez en una flor o en un ser del tlalticpac, pero ya no vuelve su esencia
e identidad, que le daba su energía anímica, y lo que el yollotl, pues los antiguos mexicanos no creían
en la reencarnación, esta visión del mundo nos hace respetar la naturaleza, pues esta formada de
los cuerpos de antiguas vidas que alguna vez pisaron sobre la tierra.

El segundo se encontraba en el poniente, y aquel inframundo lo llamaron cincalco, “la casa del
maíz”, en aquel lugar iban las mujeres muertas en parto y se les consideraba mujeres diosas, en
náhuatl se les decía, cihuateteo, en la tradición mágica de los nahuas, los nahuales buscaban hurtar
su brazo izquierdo de las tumbas para adquirir los poderes que caracterizaban a los nahuales.

“El oeste era llamado cihuatlampa, “el lado de las mujeres”, allí residen diosas terrestres, así
como las cihuateteo, mujeres divinizadas. Las imágenes que evoca el oeste es de feminidad
y de antigüedad, ancianidad. De allí derivan unas representaciones al parecer
contradictorias, y sin embargo hondamente ligadas”. (Soustelle, Jacques, el universo de los
aztecas, pág. 154).

En el oriente se encontraba el inframundo donde iban los guerreros muertos en combate e incluso
también. Era el lugar de descanso de los sacrificados, al lugar lo llamaron Tonatiuhichan, “casa del
sol”, acompañaban estos caídos al Sol, simulando una vez más sus luchas pero ahora a lado del sol
como parte de su séquito, en su recorrido de oriente a poniente, por eso los guerreros jaguar y
águila chocaban sus escudos o chimallis para saludar no solo al sol sino a los caídos en combate, tras
su muerte y al pasar 4 años se convierten en colibrís.

“Al este se le designa con el nombre Tlapcopa o Tlahuilcopa, “el lado de la luz”. Es allí dónde
se eleva el sol porque el dios nanahuatzin, después de su sacrificio, apareció de ese lado con
la forma de ese astro; es allí también donde quetzalcoatl resucitado comenzó su curso en el
cielo con el aspecto del planeta venus ,tlahuizcalpantecuhtli”. (Soustelle,Jacques,el universo
azteca, pág. 147).

Los que morían relacionados con el agua, ahogados o por el rayo, van al tlalocan, el inframundo de
Tláloc, quien es la deidad del agua, la ubicación de éste inframundo se encontraba en el sur. Al morir
les colocaban una rama seca al enterrarlos, pues había sido elegido por el dios de las aguas celestes
y al llegar al inframundo de Tláloc le esperaban un campo de delicias, pues la rama seca al llegar con
el difunto al tlalocan la rama reverdecía y adquiría una nueva vida de regocijos y felicidad.

“Tlalocan, el paraíso terrenal o jardín eternamente exuberante del dios de las lluvias. Es la
región verde, cuyo signo es” acatl”, la caña verde, como lo ha señalado el cronista Durán. Se
le llama también quetzalcalli, la casa de plumas verdes'’. (Soustelle,jacques. El universo de
los aztecas, pág. 147.)

a por último esta el lugar de aquéllos niños que morían antes de nacer o después del parto, aquel
lugar se encontraba en el tlalocan, en el paraíso de Tláloc, el chichihuaquauhco, era el nombre de
este lugar y significaba, “el lugar del árbol nodriza”, y era quien se encargaba de alimentar y cuidar
de los niños que esperaban una nueva oportunidad para volver a nacer.

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