Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL OTRO VAGABUNDO
En cierta ocasión hallé a un hombre en el camino. También él era un poco loco y me hablo
así: «Soy un vagabundo. A veces camino sobre la tierra y me parece que voy entre
pigmeos. Y como mi cabeza está setenta leguas más alta de la tierra que las suyas, doy a
luz pensamientos más elevados y más libres.
Pero, en realidad, no camino entre los hombres sino sobre ellos. Y todo cuanto pueden ver
de mí son mis pisadas en sus campos arados.
Y muchas veces les oí discutir sobre la forma y el tamaño de mis pisadas. Y hay algunos
que dicen: son huellas de un mamut que pasó por la tierra hace mucho tiempo. Y otros
dicen: No aquí cayeron meteoritos desde las lejanas estrellas.
Más tú, amigo mío, sabes de sobra que sólo son las pisadas de un vagabundo.»
Desde una perspectiva apolítica y anti pedagógica existió una anarquía filosófica
por parte de la escuela de los cinicos, fundada por Antistenes y su alumno Diogenes de
Sinope, al que le decían “el perro”, fue él quien ataco las antiguas escuelas de Atenas, y con
mayor vigor, puso muy endeble la academia de Platón.
El Sócrates furioso, era como se le conocía a Diógenes, siempre incitando con sus
criticas e insultos, o “mordidas”, que son de manera metafórica la búsqueda de las virtudes
en los demás, la vida de un perro era el ejemplo y la imitación a seguir de estos filósofos,
pero no la de cualquier perro sumiso y obediente sino lo contrario, un perro que se guiara
por medio de sus instintos y su valor, aquel que no le tenía miedo a la muerte pues además
de ser guardián de la visión del más allá y de los muertos, era también un Psicopompo que
guiaba a las puertas del averno o inframundo Griego. Para poder alcanzar el poder de sí
mismo, era necesario un nihilismo, para preparar y para entender una nueva escala de
valores, ya lo decía Nietzsche: “quien quiera que intente ser un creador en el dominio del
bien y del mal debe ser primero un destructor y quebrantar los valores”i
La escuela cínica simbolizo al perro como aquel que insulta por medio del ladrido
para provocar que en este arte, se inspire y se encuentren las virtudes de los otros. Las
enseñanzas de los filósofos cínicos por medio de la mordida tienen un fin pedagógico, pues
por esta vía se inculcaban sabiduría y virtud, decía Diógenes refiriéndose a Platón: “Los
demás perros muerden a sus enemigos, mientras yo muerdo a mis amigos con la intención
de salvarlos…. ¿Qué puede ofrecernos un hombre que se ha dedicado toda su tiempo a
filosofar sin haber inquietado nunca a nadie?...Los discurso de un filósofo deberías estar
henchidos de esa dulzura acre que puede irritar las heridas humanas.”iv
Las instituciones y la civilización no dejan que nos despertemos con divina locura,
solo así podríamos experimentar estados alterados que nos muestren otras realidades o en
realidad las verdaderas formas de ver la realidad, esta concepción de la locura como
catártica o divina es para obtener la propia esencia que nos define, esa “ethos”, que nos da
identidad y destino, solo esta conducta la encontramos dentro del conocimiento de sí
mismos, sin la intermediación de la razón instrumental, ni de aquella conducta que según es
normal para sociedad burgués.
En cada locura que es avergonzada por la razón se esconden revelaciones y
visiones que subyacen de la vida cotidiana, solo con la locura se encuentran las virtudes y
los espejos que nos dejan ver el mundo desde la naturaleza interna del hombre, a lo que
llamaremos impulsos y palpitaciones que animan y llenan de potencia a los seres humanos,
como símbolo de una vida en equilibrio y en espiritualidad, de esta manera se está
compenetrado en la vida misma del instinto y de la naturaleza, solo con la locura nos damos
cuenta de la relatividad y de las limitadas realidades ilusas que están en nuestras conductas,
no hay verdades absolutas ni razones universales para saber cómo comportarse y definirse
ante el mundo, no precisamente la identidad la encontramos en los prejuicios de otros
pensamientos o en categorías que inventa la razón, mucho menos en los objetos externos,
habrá que definirse desde sí mismos y solo por si mismos y no por un factor ajeno a
nosotros, ya casi no tenemos autonomía y autenticidad en nuestra identidad, pues en la
mayoría de nosotros no sabemos vivir como un loco o un perro vagando y acechando la
vida como un animal salvaje, esto ha muerto, está ausente y olvidado. Ya casi nadie basa su
vida en actos espontáneos, como el de un ser inmanente a su naturaleza interna y oscura, ya
no sabemos fundirnos en la luz y en la oscuridad que proyecta el mundo sobre humano y
místico, esta vida sagrada que sobre pasa por espíritu al ser humano.
La liberación del “ser” interno (que está oculto y atrapado por las redes de un
demiurgo institucional y por el credo de la razón universal) solo puede llegar cuando vemos
y miramos desde la mirada de un loco, o de algún animal salvaje como la de un perro por
ejemplo, hablar como loco o ladrar, aullar, gritar la sabiduría de la naturaleza aunque no se
entienda o se escuche, por eso siempre este encuentro con lo divino es doloroso para los
“normales”, pues solo con las fisuras o las heridas llega a nosotros esta locura catártica que
libera, solo así sucede la emancipación del ensimismamiento institucional, solo con esta
locura divina se posibilita el ver más allá de lo ordinario, ese poder ontológico de la locura
nos enseña contemplar la existencia que esta inmanente desde un principio en sí mismos.
Solo por medio del dolor recobramos nuestro origen y el control de si mismos, de esta
forma reconocemos quienes somos, donde estamos y a donde iremos, solo así logramos
recordar la naturaleza interna.
Estamos arrojados a la esclavitud al nacer por no saber quiénes somos, donde
estamos y a donde iremos, en la actualidad nacemos con un código de barras y con una cruz
que cargamos en el caso de nuestra sociedad católica, somos según el destino y el tiempo
que nos tocó vivir. La identidad existencial de cada individuo es tan difusa y confusa por
las identidades tan infinitas que podemos lucubrar en nosotros mismos, pueden resultar tan
variables y distintas estas cualidades en la conductas de las personas, según las formas de
comprendernos a sí mismos. Somos pensamientos de otros pensamientos y actuamos de
acuerdo a los parámetros y las influencias espacio-temporales que habitemos.
Aprender a morir es una de las virtudes distinguidas de los cínicos, aprender a
morir a cada instante es despojarse de los momentos que van dejando de ser, saber morir es
poder olvidarse de sí mismo, morir con los instantes que se desvanecen, es por eso que el
cínico goza de una verdadera libertad pues ni siquiera vive con fantasmas que se apoderan
de sus pensamientos y sus formas de ser.
“Mientras los demás hombres buscan afuera las reglas de sus conductas y
obedecían leyes y los usos, el sabio, apartado de todo afecto por su patria o sus padres, de
todo alrededor ante el Estado y la familia, libre de esos vínculos que a su parecer les
imponen el nacimiento y las convenciones al resto de los hombres, se deja guiar
únicamente por su virtud y goza de una libertad sin límites.”vi
Paul Feyerabend
i
Nietzsche, así hablaba zaratustra
ii
Epicteto, manual de Epicteto, III. 24. 27
iii
Luciano de Samosata, en defensa del cinismo
iv
Estobeo, Florilegio, M. 3, 27
v
Sexto Empírico, Hipotiposis pirrónicas, I. 153
vi
Chappuis, Ch., Antisthene, Auguste Durand Librairie, pág. 11