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1. OBJETIVOS

1.1 Objetivo general


Determinar la seroprevalencia de Toxoplasma gondii en ovejas de una explotación semi
intensiva en el municipio de Sabana de Torres (Santander)

1.2 Objetivos específicos


- Determinar mediante la técnica de ELISA indirecta la presencia o ausencia de
anticuerpos contra Toxoplasma gondii en ganado ovino.
- Determinar mediante la técnica de Inmunofluorescencia indirecta la presencia de
Toxoplasma gondii en ganado ovino.

2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Y JUSTIFICACIÓN

Una de las principales enfermedades parasitarias causantes de aborto en ovejas es la


toxoplasmosis, causada por el protozoo Toxoplasma gondii, dada su amplia distribución y
la gran variedad de especies hospedadoras como felinos, ovinos, bovinos, caprinos y
porcinos (Dubey y Beattie, 1988). Esta enfermedad de carácter zoonótico se ha convertido
en uno de los mayores problemas que provocan infertilidad, abortos en los primeros tres
meses de la gestación, malformaciones fetales y partos prematuros en ovejas (Hartley y
Marshall, 1957).

Se ha señalado que entre los factores que pueden influir en la transmisión de la


toxoplasmosis ovina el régimen de explotación se considera con especial interés ya que las
tasas de infección son mayores en granjas de manejo intensivo que en el extensivo; lo que
se atribuye a una mayor exposición de los animales en sistemas de manejo intensivo a
alimentos contaminados. Estudios realizados por Waldeland, (1977) en Noruega,
mostraron mayores prevalencias en ovejas que pastaban en las zonas más llanas que en las
que frecuentaban pastos de montaña, atribuyendo dichas diferencias a la densidad de
población humana en dichas zonas.

Estudios realizados en el 2007 en Colombia concluyeron que la carne de consumo


humano se puede considerar como un alimento de riesgo potencial para transmitir la
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toxoplasmosis. Se ha encontrado que puede ser la fuente de infección en el 25% de los


casos de toxoplasmosis, por lo que no se puede descartar como fuente de transmisión y
debe considerarse como tal para los consumidores que tienen el hábito de comerla cruda o
mal cocida, sobre todo por el hecho de que en los establecimientos comerciales pueden
contaminarse por el contacto directo con otras carnes o utensilios infectados (Lora y
Aricapa, 2007).

El presente estudio se realizará en un sistema semi intensivo, en el municipio de Sabana


de Torres departamento de Santander, donde actualmente se encuentran en producción un
total de 1.000 ovejas que resultan del cruce de las raza Dorper por Santa Inés, dada la
importancia que representa la actividad ganadera en la región es pertinente determinar la
prevalencia del parásito en los animales en producción, ya que las pérdidas asociadas a esta
enfermedad tanto por los costos de los tratamientos como por la muerte de las crías en
etapas tempranas de la gestación son altas, alcanzando el 30% del total de hembras
preñadas.

3. MARCO TEORICO Y ESTADO DEL ARTE

3.1 Clasificación taxonómica

El protozoo Toxoplasma gondii es un parásito intracelular obligado perteneciente al


phylum Apicomplexa, clase Esporozoita, subclase Coccidia, orden Eimeriina, familia
Toxoplasmatidae y especie gondii. Su nombre se deriva de la forma arqueada que presenta
(del griego toxo = arco y plasma = forma) (Dubey, 1994; Valdez et al., 1996).

3.2 Etiología
Esta enfermedad constituye una de las zoonosis parasitarias más amplias de la
naturaleza (Valdez et al., 1996; Rojas 2003), El parásito tiene la capacidad de infectar
cualquier célula nucleada, afectando prácticamente cualquier tejido del cuerpo excepto uñas
y huesos (Vargas y Zagorin, 2001) y fue descubierto por Nicolle y Manceaux en 1908 en
un roedor llamado Ctenodactylus gondii en el norte de África utilizado como animal de
laboratorio en el Instituto Pasteur de Túnez (Mombro, 1995). Ese mismo año estudios
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realizados por Splendore descubrieron el parásito en un conejo de laboratorio en Sao


Paulo, Brasil (Bustinza, 2000).

Toxoplasma gondii es un parásito de ciclo biológico complejo, tiene por hospedero


definitivo a los felinos silvestres y domésticos y como hospederos intermediarios a gran
número de mamíferos y aves (Luzón et al., 1997a). En el caso de los humanos estos
adquieren el parásito por vía congénita y adquirida, por el consumo de alimentos
contaminados con ooquistes de Toxoplasma y formas quísticas del parásito (Mittal, et al,
1990).

El primero en describir la presencia de T. gondii en humanos fue el oftalmólogo checo


Janku (1923), al descubrir quistes en la retina de un niño hidrocefálico. Sin embargo, el
papel del parásito como patógeno para el hombre no fue unánimemente reconocido hasta
que Wolf y Cowen, (1937) describieron una meningo-encefalomielitis mortal en un recién
nacido, confirmando así la existencia de toxoplasmosis congénita en el hombre. Así mismo
Sabin, (1942) describió los aspectos clínico parasitológicos de la toxoplasmosis congénita
en el hombre y Pinkerton y Weinman, (1940) informaron de los primeros casos de
toxoplasmosis fatal en adultos.

Hasta los años cincuenta las principales vías de transmisión de la toxoplasmosis se


desconocían. La transmisión congénita, única vía conocida hasta entonces, ocurría muy
raramente y era insuficiente para explicar la amplia difusión de la enfermedad. Estudios
realizados por Weinman y Chandler, (1954), indicaron que la transmisión podría ocurrir al
consumir carne poco cocida. Así mismo, Jacobs et al, (1960), demostraron que T gondii
era resistente a las enzimas proteolíticas, permitiendo infectar el hospedador, afirmación
que fue confirmada años después por Desmonts et al, (1965), en un experimento realizado
en niños en un hospital en París, donde compararon los niveles de anticuerpos de los niños
frente a los de T gondii al ingresar al hospital y después de ser alimentados con una dieta
rica en carne poco cocida de vaca y cordero, observando que estos niveles de anticuerpos
aumentaban casi al 100% en el caso del cordero.
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El estudio de la transmisión vía artrópodos realizado por Woke et al, (1953) y por
Frenkel, (1973) no logró resultados positivos.

En 1965, Hutchison comprobó la existencia de formas parasitarias en heces de gato, que


podrían transmitir la infección, a través de las heces de gatos alimentados con ratones,
experimentalmente infectados. Inicialmente, consideró que los parásitos estaban incluidos
en los huevos del nemátodo Toxocara cati, pero esta hipótesis fue abandonada al
comprobar que las heces de gatos libres de Toxocara cati y alimentados con quistes
tisulares continuaban siendo infectantes (Frenkel et al, 1969).

Años después, Frenkel, Dubey y Miller y Hutchison lograron establecer el ciclo de vida
completo de T gondii, mostrando que se trataba de una coccidia, al descubrir las fases
sexuales del parásito en la pared del intestino del gato y definiendo los hospederos
definitivos e intermediarios (Valdes et al., 1996, Dubey et al., 1998), así mismo estudios
realizados por Wallace (1969) y Munday (1972), confirmaron el papel epidemiológico del
gato en la transmisión de la toxoplasmosis.

Hartley y Marshall (1957) realizaron estudios donde asocian abortos y mortalidad


perinatal en ovejas con la presencia del parásito; Sanger et al., (1953), informaron de varios
casos de toxoplasmosis en vacas; Farrel (1952), identificaron por primera vez un caso de
toxoplasmosis en cerdos.

En el caso de las ovejas y los cerdos estos contraen la infección durante el periodo de
gestación provocando infertilidad y abortos, en el caso de los fetos abortados se acompañan
generalmente de un hermano débil o de un feto momificado (Buxton, 2000).

En la mayoría de los casos los animales adquieren la infección luego del parto y la
seroprevalencia se incrementa con la edad, alcanzando el 95% en ovejas con más de 6 años
de edad (Dubey y Kirkbride, 1989ª). Asi mismo, la seroprevalencia será mayor en sistemas
de cría semi intensivo que en las granjas de cría intensiva (Savio y Nieto, 1995; Abu Samra
et al.,2007; Romanelli et al., 2007; Ragozo et al., 2008)
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La infección por Toxoplasma gondii en las explotaciones porcinas puede provocar


grandes pérdidas fetales, cuando los cerdos se mantienen fuera de las instalaciones, ya que
es muy probable que entren en contacto con ooquistes del parásito (Kijlstra A. et al.,
2004).

Skjerve et al, (1998) señalaron como principales factores de riesgo en la infección en


corderos la presencia de gatos en las explotaciones, corderos con comportamientos de
pastoreo anormales, uso de raticidas en los establos y la localización de la granja con
respecto al nivel del mar. También señalan estos autores que a altitudes superiores a 1000
metros sobre el nivel del mar se aumenta las supervivencia de los ooquistes, lo que
contrasta con resultados hallados por otros autores como Dubey, (1993) y Dubey y Towle
(1986), los cuales confirman que la supervivencia de los ooquistes se ve favorecida en
condiciones templadas y húmedas.

La seroprevalencia de T gondii aumenta proporcionalmente con la edad de las ovejas,


alcanzando un 95% en aquellas ovejas mayores a 6 años (Dubey y Kirkbride, 1989a). Así
mismo, la seroprevalencia en sistemas de cría intensivo es menor que en las granjas de cría
semi intensivos, donde se reporta un aumento en la presentación de abortos (Savio y Nieto,
1995; Abu Samra et al.,2007; Romanelli et al., 2007; Ragozo et al., 2008).

Vesco et al. (2007) también establecieron como principales factores de riesgo para la
infección por Toxoplasma, la presencia de gatos en la granja, así mismo el tamaño de la
granja y el uso de aguas superficiales como fuente de bebida para los animales. Katzer et
al., (2011), en un estudio llevado a cabo en Escocia encontraron diferencias significativas
entre distintas zonas del país, registrándose la prevalencia más baja en el sur y la más alta
en el norte e islas escocesas. Los autores atribuyeron estas diferencias a la dispersión,
supervivencia de los ooquistes en los pastos y en las zonas de cría de los corderos.
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3.3 Etiopatogénesis

Una vez parasitadas las ovejas, los taquizoitos llegan al feto, con unas consecuencias
que dependerán del momento en el que se encuentre la gestación, se considera que si la
infección se produce en los primeros días de la misma (1-40 días), causa rápida muerte del
feto, con reabsorción, que puede ser confundida con infertilidad. Si se produce hacia la
mitad de la gestación (40-120 días) provoca la muerte del feto con momificación,
maceración o aborto. Con frecuencia, cuando se produce un aborto de mellizos, uno de
ellos está momificado, mientras el otro aparece relativamente normal (Johnston, 1988;
Blewet y Watson, 1983). Si la infección se produce en la última etapa de la gestación, etapa
en la cual el sistema inmune del feto es más desarrollado, ocasiona corderos nacidos
muertos o muy débiles e incluso corderos totalmente sanos que estarán infectados pero
inmunes (Buxton y Finlayson, 1986).

La toxoplasmosis tiene especial importancia en las ovejas, ya que los quistes de


bradizoitos se forman en los cotiledones de la placenta provocando abortos,
malformaciones fetales y partos prematuros (Malik, et al, 1990). Si la infección tiene lugar
en la fase inicial de la gestación, el feto se reabsorbe, durante la fase media, el aborto se
hace patente y es cuando el feto tiene apariencia momificada. Se considera que las ovejas
infectadas en la última etapa de gestación producirán corderos infectados pero clínicamente
normales y se considera que después de la infección el parásito no causará abortos en las
siguientes gestaciones (Rodger, et al. 2006). La enfermedad se caracteriza por placentitis,
cotiledones con focos necróticos blanquecinos de 2 mm de diámetro (Leguía y Casas
1999), abortos, encefalitis y lesiones oculares (Acha y Szyfres 1986). Ovejas con
encefalitis muestran marcha en círculos, movimientos incoordinados, rigidez muscular y
postración (Kimberling, 1998).

Se atribuye el hecho de que como las ovejas están anatómicamente dotadas para pastar
más cerca del suelo que el ganado vacuno, estas tendrían más posibilidades de ingerir los
ooquistes de T. gondii que se encuentren en el medio, adquiriendo de esta forma la
infección, (Walker, 1994).
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En el ganado ovino este parásito ocasiona numerosas pérdidas económicas al afectar


considerablemente la disminución en la producción de lana y la pérdida de peso en los
animales. Así mismo, la especie ovina es una de las más importantes para la salud pública,
ya que su carne está frecuentemente implicada como vía de transmisión para el ser humano,
cuando la consume cruda o mal cocida (Marder, et al, 2005).

Se considera la especie ovina entre todas las especies destinadas a consumo humano, la
más investigada respecto a la forma natural de infección toxoplasmática y al desarrollo de
la enfermedad y a las consecuencias que ésta tiene en las hembras gestantes. Estudios
realizados en 1942 por Olafson y Monlux encontraron toxoplasmas en ovejas del estado de
Nueva York que presentaban trastornos nerviosos locomotores, marcada disnea y descarga
nasal. Así mismo, en el examen postmorten apareció una encefalomielitis no supurativa
con células parasitarias en las lesiones.

Así mismo, otros autores reportaron que cuando la infección se produce en ovejas no
gestantes, la toxoplasmosis suele pasar inadvertida, sin embargo, cuando la infección ocurre
durante la gestación, se producen abortos o mortalidad perinatal (Dubey y Beattie, 1988).
Los ooquistes esporulados ingeridos por una oveja gestante susceptible se rompen en el
intestino delgado y liberan esporozoitos que penetran en el epitelio intestinal. Días después,
los toxoplasmas pueden encontrarse en los nódulos linfáticos mesentéricos donde se
multiplican, ocasionando un aumento de tamaño de los nódulos y focos de necrosis local
clínica (Dubey, 1984). Posteriormente los toxoplasmas se diseminan originando una
parasitemia, con lo cual la oveja sufre un proceso febril que puede alcanzar los 41ºC
(Buxton et al., 1988).

El cese de la parasitemia coincide con el comienzo de una efectiva respuesta


inmunológica, persistiendo los parásitos en forma de bradizoitos en el interior de los quistes
tisulares. Si la infección ocurre al inicio de la gestación, se establece en el útero grávido
donde prácticamente la respuesta inmune es baja y los taquizoitos invaden la septa
caruncular, el tejido maternal de la placenta originando necrosis de 1-2 mm de diámetro de
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color blanco amarillento. (Buxton y Finlayson, 1986), estos focos necróticos son visibles
por lo que pueden ayudar el diagnóstico (Beverley y Watson, 1971).

3.4 Ciclo biológico

El ciclo biológico de Toxoplasma gondii se desarrolla en dos fases o ciclos, uno


enteroepitelial, de tipo coccidiano, el cual se presenta de manera exclusiva en las células
epiteliales del intestino del gato y otros félidos (hospedadores definitivos) y otro
extraintestinal, el cual ocurre en los hospedadores intermediarios y en los tejidos no
entéricos del hospedador definitivo.

3.4.1 Ciclo enteroepitelial (fase asexual)

El gato elimina ooquistes después de la ingestión de cualquiera de las tres formas


infectantes: taquizoitos, bradizoitos y esporozoitos. Sin embargo, el tiempo que transcurre
desde que se ingieren los elementos infectantes hasta que se eliminan ooquistes, varía. El
tiempo es tan sólo de 3 a 5 días si ingiere quistes tisulares con bradizoítos (Sheffield y
Melton, 1970); si se infecta con seudoquistes que contienen taquizoitos el tiempo varia de
19 a 21 días (Dubey y Frenkel, 1976) y si lo que ingiere son ooquistes esporulados el
tiempo es de aproximadamente 21 a 24 días (Frenkel et al., 1970).

Dubey y Frenkel, (1976) consideraron que tras la administración de taquizoitos u


esporozoitos al gato, éstos pasan a los tejidos donde forman primero seudoquistes y
después quistes tisulares, que liberan bradizoitos y estos bradizoitos han de volver al
intestino para iniciar el ciclo formador de gametos y por tanto de ooquistes. También
observaron estos autores que el 100% de los gatos infectados con quistes tisulares
eliminaban ooquistes, mientras que, tan sólo el 50% de los gatos infectados con ooquistes o
taquizoitos eliminaban ooquistes. Así mismo sugieren que cuando los gatos ingieren quistes
tisulares, las paredes de los quistes son disueltas por las enzimas proteolíticas del intestino
delgado, y de esta manera son liberados los bradizoítos penetrando en el interior de las
células del epitelio intestinal y dan comienzo al desarrollo asexual de numerosas
generaciones de formas parásitas.
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3.4.2 Ciclo extraintestinal (fase sexual)

En este ciclo las fases se desarrollan en los hospedadores no felinos, aunque también
ocurre en el gato, comenzando casi al mismo tiempo que el ciclo enteroepitelial (Frenkel,
1973). En el gato, al mismo tiempo que se produce el ciclo enteroepitelial, los bradizoitos
penetran en la lámina propia del intestino, llegan hasta los ganglios mesentéricos y se
multiplican como taquizoitos. Pocas horas después de la infección, los toxoplasmas pueden
estar diseminados por los tejidos extraintestinales del gato (Dubey y Frenkel, 1972).

En otros animales, después de la ingestión de ooquistes, quistes tisulares o taquizoitos,


los jugos gastrointestinales liberan los parásitos que penetran a través de la mucosa e
invaden las células enteroepiteliales del hospedador, donde, bajo la forma de taquizoitos,
comienzan una rápida reproducción por endodiogenia en el interior de una vacuola
parasitófora. En la célula hospedadora se acumulan 8, 16, ó más taquizoitos (seudoquistes,
colonias terminales o grupos) que rompen la membrana celular y se liberan infectando
nuevas células. Desde el intestino, los parásitos se extienden hacia los nódulos linfáticos
regionales y a través de la circulación portal llegan hasta el hígado o bien, por vía linfática,
alcanzan el conducto torácico y de ahí a los pulmones. Así, durante la fase aguda de la
infección, gran número de parásitos invade todo el organismo, por lo que se pueden aislar
parásitos en la sangre, exudado peritoneal, hígado, pulmón, bazo y músculo cardíaco,
(Dubey y Beattie, 1988).

Después de varias generaciones de taquizoitos, los parásitos desaparecen, primero de la


sangre y después, de forma progresiva, del resto de los tejidos. La desaparición de los
taquizoitos y la aparición de quistes tisulares con bradizoitos coinciden con el desarrollo de
la inmunidad y la aparición de anticuerpos en el plasma. Sin embargo se ha encontrado, que
esta transformación también ocurre en cultivos celulares libres de factores inmunes. Por lo
que se supone que estas transformaciones constituyen una segunda fase en la biología del
parásito (Dubey, 1993).
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La aparición de los quistes tisulares indica que se está en la fase crónica de la infección.
Los quistes pueden permanecer vivos durante meses o años, sin provocar ninguna reacción
tisular, desnudos e inmunológicamente sitiados. Durante la fase crónica de la enfermedad
se establece un equilibrio entre el hospedador y el parásito, de tal manera que si la
inmunidad disminuye, se rompen los quistes que liberan bradizoitos y estos darán lugar a
una proliferación de taquizoitos; y si la respuesta inmunitaria se recupera, se formarán
nuevos quistes a partir de los taquizoitos. La persistencia de los quistes es importante, ya
que protege al hospedador de superinfecciones.

3.5 Estructura y función de los estadíos infectivos

3.5.1 Los taquizoitos y los seudoquistes

En el ciclo asexual hay dos estadios de desarrollo: el taquizoito de multiplicación rápida


y el bradizoito de multiplicación lenta.

El término taquizoito (que significa rápido) fue acuñado por Frenkel (1973) para
describir el estadio de multiplicación rápida intracelular. Se observan en la fase aguda y son
responsables de la diseminación y la destrucción tisular. Miden 3 µm x 6 µm, de forma
oval, con un extremo aguzado y el otro redondeado. Se reproducen rápidamente por
división binaria (endodiogenia) en vacuolas parasitóforas que se forman en células
nucleadas.

La ultra estructura de los taquizoitos es bastante compleja. Externamente, están rodeados


por una película o complejo pelicular constituido por tres membranas: una externa o
membrana citoplasmática típica con un revestimiento glucídico, una membrana media y
otra interna. La membrana media e interna forman, conjuntamente, una especie de vesículas
aplanadas que constituyen el Complejo Submembranal. La membrana interna es
discontinua en tres puntos: en el extremo anterior (anillo polar), en el borde lateral
(microporo) y en el extremo posterior. Internamente, el taquizoito presenta un anillo polar,
conoide, roptrias, micronemas, una mitocondria, retículo endoplasmático, aparato de Golgi,
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ribosomas, microtúbulos subpeliculares, microporo y un núcleo muy bien definido


(Sheffield y Melton, 1968).

En el interior de las células hospedadoras, los taquizoitos forman agrupaciones


denominadas colonias terminales, grupos o seudoquistes, ya que carecen de una membrana
bien definida que los rodee. La replicación conduce a la lisis celular y a la diseminación de
taquizoítos a diferentes tejidos.

Estos taquizoitos penetran activamente en las células del hospedador donde se


multiplican causando la rotura celular y la liberación de los organismos localmente y en el
torrente sanguíneo. Cuando el hospedador desarrolla inmunidad, el parásito mantiene su
tamaño y forma originales pero se transforma en el estadio de bradizoito y se multiplica
más lentamente en los quistes tisulares hasta establecer una infección persistente. Estos
quistes tisulares microscópicos están presentes con mayor frecuencia en el cerebro y en el
músculo esquelético y representan la etapa quiescente del parásito dentro del hospedador.
En ovejas, cabras, cerdos, caballos y hombre, los quistes pueden permanecer durante el
resto de la vida del individuo.

Los taquizoitos no presentan una preferencia especial por ningún tipo específico de
célula, tejido u órgano, pueden infectar cualquier tipo de células, tanto fagocíticas como no
fagocíticas. Incluso los eritrocitos pueden llegar a ser parasitados. En las infecciones
agudas masivas, se pueden encontrar formas libres en la sangre y en el exudado peritoneal
(Dubey y Beattie, 1988).

Los seudoquistes con taquizoitos son fácilmente destruidos: mueren por procesos de
desecación, el calor moderado (15 minutos a 50ºC, 10 minutos a 60ºC) también los
destruye, y son más sensibles a los jugos gástricos que los bradizoitos. Sin embargo,
pueden conservarse en congelación, nitrógeno líquido o liofilizados (Euzeby, 1987).
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3.5.2 Los bradizoitos y los quistes tisulares

El término bradizoito (significa lento) fue también denominado por Frenkel (1973) para
definir las formas de multiplicación lenta que se encuentran en el interior de los quistes
tisulares.

No se encuentran diferencias morfológicas significativas entre bradizoitos y taquizoitos.


Los bradizoitos poseen el núcleo situado más cerca del extremo posterior y son más
delgados que los taquizoitos (Dubey y Fenner, 1993), son menos susceptibles a la
destrucción por enzimas proteolíticas que los taquizoitos (Jacobs et al., 1960), y el periodo
de prepatencia en los gatos tras la ingestión de bradizoitos es más corto que tras la ingestión
de taquizoitos (Dubey y Frenkel, 1976).

Un quiste tisular es un grupo de bradizoitos envueltos en una membrana parasitaria bien


definida en el interior de una célula hospedadora. La pared o membrana del quiste es
elástica, delgada y argirófila; está íntimamente asociada al retículo endoplasmático y a las
mitocondrias de la célula hospedadora (Ferguson y Hutchison, 1987). Los quistes suelen
ser esféricos, o bien tener la forma de la célula que parasitan. Dependiendo de la edad del
quiste varía su tamaño y el número de bradizoitos que pueden contener. En el interior del
quiste los bradizoitos se reproducen lentamente por endodiogenia, aumentando de tamaño
con el paso del tiempo (Pavesio et al., 1992).

Aunque los quistes tisulares pueden encontrarse en cualquier órgano, son los tejidos
nervioso y muscular los que presentan un mayor número de quistes. Son muy frecuentes en
el cerebro, ojos y músculos cardíaco y esquelético (Jacobs et al., 1960). Los quistes
tisulares son más numerosos en aquellos animales que han alcanzado una fase crónica de la
enfermedad, después de desarrollar una adecuada respuesta inmunitaria, que en los que
están sufriendo la fase aguda de la infección. Sin embargo, también se han encontrado
quistes en ratones infectados al tercer o cuarto día (Dubey y FrenkeL, 1976) y en cultivos
de células carentes de factores de inmunidad (anticuerpos) (Hoff et al., 1977; Lindsay et al.,
1991, 1993).
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Los quistes son sensibles a la desecación (15 días a 20ºC), mueren por congelación y
por irradiación con rayos gamma, pero resistentes a los jugos gástricos. En los cadáveres
en descomposición resisten largos periodos de tiempo, cuando los músculos se lisan, se
desprenden y contaminan la hierba, siendo infectantes para los herbívoros que se alimentan
de ella, (Euzeby, 1987).

La fase sexual ocurre en las células enteroepiteliales del hospedador definitivo felino y
tiene como resultado la producción de ooquistes. Después de la infección primaria de un
gato, los ooquistes pueden eliminarse en las heces durante varios días, Los ooquistes
esporulan en el medio exterior a lo largo de 1–5 días (dependiendo de la aireación y de la
temperatura) y a partir de ese momento los ooquistes se vuelven infectivos. Son muy
resistentes y pueden permanecer infectivos en el medio ambiente durante un año o más. Los
ooquistes esporulados tienen un diámetro de 11 × 13 µm y cada uno de ellos contiene dos
esporocistos con cuatro esporozoitos cada uno, Dubey y Beattie (1988). Cuando un
animal susceptible ingiere ooquistes esporulados, los esporozoitos penetran en la pared
intestinal, transformándose en taquizoítos y estableciendo una infección.

El esporozoito es la tercera fase o estadio infectante de T. gondii, se desarrollan en el


interior de los ooquistes, que son el resultado del ciclo sexual que el parásito desarrolla
dentro de las células epiteliales del intestino del gato y otros félidos. Los ooquistes son
eliminados por los gatos a través de las heces, constituyendo una fuente de infección para
todos los organismos de sangre caliente que comparten su hábitat (Dubey et al., 1970a;
Dubey y Frenkel, 1972).

Los ooquistes eliminados por los gatos y que aún no han esporulado son esféricos o
subesféricos, de 10 x 12 μm de diámetro. La casi totalidad del ooquiste está ocupada por
una masa de citoplasma, con gran número de gránulos con sustancias de reserva, y un
nucleoplasma denominado esporonte (Dubey, 1993). La esporulación ocurre en el medio
ambiente, hasta cinco días después de la salida de los ooquistes, dependiendo de las
condiciones de aireación, humedad y temperatura (Dubey et al., 1970b). Los ooquistes
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esporulados son subesféricos o elipsoidales de 11 x 13 μm de diámetro y contienen dos


masas redondeadas denominadas esporoblastos. Estos esporoblastos se alargan y se
transforman en dos cuerpos elipsoidales de 6 x 8 μm, que carecen de cuerpo de Stieda,
denominados esporocistos. En esta fase existe una masa residual del esporocisto. En la
pared de los esporocistos existen cuatro suturas, que se abrirán para la liberación de los
esporozoitos (Christie et al., 1978).

Los ooquistes son muy resistentes, ya que pueden sobrevivir hasta 18 meses en suelos
húmedos y tibios, sin embargo, mueren rápidamente por desecación (Dubey y Beattie,
1988).

4. EPIDEMIOLOGÍA

La toxoplasmosis es una de las zoonosis más difundidas en el mundo debido a la amplia


variedad de hospederos de T. gondii, donde la mortalidad y la morbilidad asociadas con
esta parasitosis son aparentemente bajas, pero múltiples estudios seroepidemiológicos
demuestran que aproximadamente la mitad de la población mundial en algún momento de
su vida ha sido infectada por este protozoo (Dubey y Lindsay, 1998).

Entre los animales domésticos la toxoplasmosis causa un importante impacto


económico, ya que es el desencadenante de un importante número de abortos y de elevadas
tasas de mortalidad neonatal, sobre todo entre las ovejas de la cabaña europea en las que se
estima una parasitación del 50%. Además de a las ovejas, también afecta a cabras, cerdos,
conejos y vacas, si bien estas últimas eliminan rápidamente el parásito y por tanto, los casos
de toxoplasmosis asociados a las vacas son poco frecuentes. En los cerdos destinados a
consumo humano la prevalencia de la toxoplasmosis ha disminuido considerablemente en
los últimos 20 años, y así en determinados países de la Unión Europea donde la cabaña
porcina es importante la infestación es menor al 1%. Con respecto a los animales salvajes,
cuya infestación aumenta en los que viven próximos a zonas urbanas o agrícolas, se han
detectado casos en especies tan diversas como el caribú o los zorros. (Lindsay, et al., 1991).

El ciclo epidemiológico de T. gondii, al igual que su ciclo biológico, comienza con el


gato doméstico y otros félidos los cuales se consideran los hospedadores definitivos.
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Aunque estos animales eliminan ooquistes con las heces, la tasa de eliminación de
ooquistes en el gato es muy superior ya que un gato elimina millones de ooquistes después
de haber ingerido un solo ratón infectado (Wallace, 1973).

Estudios han comprobado que los gatos que ya han eliminado ooquistes en alguna
ocasión, normalmente, no eliminan ooquistes después de una reinfección con quistes
tisulares. Sin embargo, la inmunidad disminuye con el tiempo y los gatos vuelven a
eliminar ooquistes, por un tiempo más corto que en la primera infección y en menos
cantidad. También se ha demostrado que gatos crónicamente infectados con T gondii,
eliminan gran cantidad de ooquistes después de ser infectados con Isospora felis,
ocasionado por una disminución de la inmunidad en el intestino (Chessum, 1972; Dubey,
1976); de igual forma se ha observado que en aquellos gatos que se presentan estados de
malnutrición se disminuye la inmunidad y estos pueden volver a eliminar ooquistes (Dubey
y Frenkel, 1974).

Los ooquistes resisten la mayoría de los factores ambientales y pueden sobrevivir en


suelos templados y húmedos durante años (Dubey, et al.,1970; Frenkel, et al., 1975). De
esta forma contaminan el suelo, el agua y los vegetales, pudiendo ser ingeridos por
pequeños animales silvestres como los roedores, por herbívoros silvestres o domésticos, por
aves y también por otros hospedadores desarrollarán la infección y formarán seudoquistes o
quistes tisulares. Así mismo estas formas de resistencia pueden, convertirse en fuente de
infección para los omnívoros y carnívoros, entre los que se encuentra el gato, cerrándose así
el ciclo, además consideraron que los niveles de infección en gatos se relacionan con los
niveles de infección en animales como las aves y los roedores (Jackson y Hutchison, 1989).
Siendo los últimos un reservorio muy importante de la toxoplasmosis, ya que aparte de la
transmisión transplacentaria existe una transmisión por canibalismo, que permite que aún
en ausencia de gatos se mantengan unas tasas muy altas de infección (Buxton, 1990).

Las aves, roedores y también los gatos se pueden infectar al consumir los restos de
placentas o fetos abortados de ovejas y cabras que contienen quistes tisulares de T. gondii,
21

por tanto, la toxoplasmosis congénita en animales de granja puede ser una importante vía
de diseminación del parásito en su entorno (Jackson y Hutchison, 1989).

Muchas personas tienen la creencia que la toxoplasmosis es una enfermedad transmitida


por gatos, los cuales relacionan directamente con malformaciones u otras alteraciones en
mujeres embarazadas, por lo que se tiende a no tener este tipo de animales. Sin embargo se
ha encontrado la relación que existe entre la toxoplasmosis y otros animales considerados
de compañía como perros, cerdos, conejos, cobayos entre otros y su transmisión a los
humanos (Pantoja y García, 2001).

En Argentina fue hallada una tasa de prevalencia de 26,66% en 1.050 ovinos del
nordeste del país, mientras que en la provincia de Buenos Aires encontraron una tasa de
prevalencia de 32% en un estudio qué involucró 370 sueros de ovinos pertenecientes a 43
propiedades (Marder, 1990; Mayer, et al., 1997; West y Passucci, 1996).

Estudios realizados en Uruguay, muestran que la problemática de la toxoplasmosis está


relacionada con abortos, muertes perinatales y esterilidad en las ovejas, en esta
investigación se detectaron tasas de prevalencia que oscilan entre 18,5% y 30,6%, con
valores medios de 22,6%, en borregos y ovejas, respectivamente (Feyre y Falcón, 1989).

En países como Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Noruega y Estados Unidos, el


problema causado por T gondii es alarmante ya que este parásito es el agente causal de abortos
en el 14% de los rebaños con problemas reproductivos, con prevalencia del 12% de ovejas
abortadas, implicando una incidencia del 1.7% anual de ovejas afectadas por rebaño. (Luzón et
al., 1997b). Un estudio realizado en el Reino Unido en 1992, reportó que el 22% de los
rebaños estaban afectados con Toxoplasmosis (Stubbings, 1995). Así mismo existen reportes
de seroprevalencias elevadas en borregas de T gondii en León España (64%), y en Suecia
(55%) los cuales fueron determinados mediante la prueba de inmunofluorescencia indirecta
(Luzón et al., 1997b).

Estudios realizados en Perú sobre prevalencia de Toxoplasmosis indican que la infección


está presente en el 40% de los ovinos (Leguía et al., 1986; Rojas, 1990), así mismo otros
22

estudios concluyeron que se encontraban T gondii en el 58% de caprinos (Vidal, 1990) y


entre el 24 y 56% de alpacas (Gómez et al., 2003).

La mayoría de estudios realizados se conciernen a los relacionados con la zoonosis


causada por este parásito, haciendo referencia a la presencia de Toxoplasma gondii en
animales de consumo, como cerdos, ovejas, cabras, menos en perros, conejos, caballos,
vacas y búfalos (Reyes et al 2001).

Así mismo, las investigaciones realizadas sobre esta enfermedad, demuestran que el
estudio de la incidencia de Toxoplasmosis como enfermedad zoonótica sigue siendo
importante epidemiológicamente dentro de la Salud Pública.

Como se mencionó anteriormente Toxoplasma gondii se ha aislado de la carne de varias


especies de animales para consumo humano, razón por la cual se han identificado como
fuentes de infección, las de res de varias especies animales y animales de caza, así como las
carnes curadas y productos cárnicos, como salchichas crudas, salami y embutidos
(Charlleston, 1994, Germani y Pacheco, 1994).

La carne contaminada es una fuente de infección muy importante para los seres
humanos y en Colombia se ha encontrado que puede ser la fuente de infección para el 25%
de los casos de toxoplasmosis durante el embarazo (López et al, 2005).

Así mismo estudios realizados en 2007, concluyen que este parásito influye sobre la
calidad de la carne de los animales de consumo y, aunque no es muy conocida su relevancia
epidemiológica a nivel nacional, los consumidores prefieren consumir productos limpios
que les brinden confianza; llama la atención la alta probabilidad de adquisición del parásito
de carnes de cerdo solamente suministradas por expendios en los que las condiciones de
manipulación y de conservación de las carnes es más estricta. También concluyó este
estudio que tres tipos de carne analizadas se consideraban como alimentos de riesgo
potencial para la transmisión de la infección; siendo la carne de cerdo la más importante,
luego la de res y, por último, la de pollo. También se determinó que Pereira era la ciudad
23

con mayor riesgo de infección con carne de pollo, Armenia lo es con carne de res y
Manizales con carne de cerdo. (Lora et al, 2007).

Otros estudios realizados en Colombia determinaron que cada año aparecen 2 a 10


infantes por cada 1000 recién nacidos con toxoplasmosis congénita por lo que se reafirma
como un problema de salud pública y, por ello, los esfuerzos deben estar orientados a evitar
la infección en grupos de riesgo, previniendo así, los efectos deletéreos de la misma
(Gomez et al 1995; Perez et al 2011).

5. PATOGENIA

Cuando T. gondii parasita a un hospedador, definitivo o intermediario, causa una


infección generalmente asintomática. Sin embargo, en algunas ocasiones causa severas
manifestaciones clínicas. La mayoría de los animales se infectan al consumir carne con
quistes tisulares o alimentos contaminados con ooquistes. Las diferentes formas de
Toxoplasma gondii penetran en las células epiteliales, se multiplican, y de ahí pasan a los
nódulos linfáticos mesentéricos y después, a través de la sangre o de la linfa, al resto de los
tejidos y órganos del cuerpo. Un hospedador infectado puede morir a causa de la necrosis
intestinal y de los nódulos mesentéricos, antes de que estén dañados otros órganos (Dubey
y Frenkel, 1973).

T. gondii presenta en su porción apical los organelos comunes de organismos de este


phylum, involucrados en la adhesión e invasión. El complejo interno de membrana y la
membrana plasmática forman la tricapa lipídica característica de estos protozoos, también
de relevancia en la replicación, la movilidad y la invasión.
Una vez que ingresa T. gondii a la célula hospedera, se apropia de algunas funciones en
beneficio propio. Los antígenos de superficie, proteínas y otras moléculas de componentes
estructurales del complejo apical: roptrias, micronemas y gránulos densos, contribuyen de
manera importante en el reconocimiento de células blanco, invasión activa, formación de la
vacuola parasitófora y reproducción, con la lisis final de la célula, (Chessum, 1972; Dubey,
1976).
24

Otras proteínas se consideran "efectoras" cruciales, cuyo papel es el negociar la


interacción entre el parásito y la célula, con gran eficiencia, si se considera la persistencia
de la infección con poco o nulo efecto (enfermedad). La persistencia del parásito en el
organismo después de la infección primaria, se atribuye en gran medida a los mecanismos
que previenen la apoptosis, la respuesta inmunológica comienza a ser efectiva y los
taquizoitos desaparecen primero de vísceras como hígado, pulmón y bazo y más
tardíamente del corazón y cerebro. Se ha encontrado que las formas extracelulares del
parásito se ven afectadas por los anticuerpos, pero las formas intracelulares no (Sabin y
Feldman, 1948). Se cree que los factores celulares, incluidos linfocitos y linfoquinas, son
más importantes en la mediación de una efectiva inmunidad que los factores humorales
(Gazzinelli, et al, 1991, 1992). La inmunidad adquirida tras la infección del parásito
persiste durante toda la vida del hospedador, pero la infección no se ha erradicado, ya que
los parásitos perduran en forma de quistes tisulares en el hospedador durante un tiempo que
varía dependiendo del animal.

En ocasiones, los quistes tisulares pueden romperse, en algún momento de la vida del
hospedador (Ferguson, et al, 1989). Los bradizoitos liberados son destruidos por la
respuesta inmune del hospedador apareciendo una necrosis local y una inflamación, que
desaparece al poco tiempo (Frenkel y Escajadillo, 1987; Frenkel, 1990). Sin embargo, a
veces, se forma un nuevo quiste en la zona (Frenkel, 1973).

El desarrollo de una fuerte respuesta inmune celular Th1 es primordial en el control de


la infección por T. gondii, con la producción de citocinas proinflamatorias. Durante la fase
inicial de la infección, los neutrófilos, macrófagos y células NK constituyen la principal
respuesta del hospedero, mediante la fagocitosis, toxicidad celular y la producción de IFN-g
por las NK.

Los macrófagos y células dendríticas presentan los antígenos a las células CD4+ y
CD8+. La respuesta que se presenta finalmente es del tipo Th1, con la modulación de
respuesta inflamatoria. En sujetos en los que predomina la respuesta Th2, no se bloquea la
replicación parasitaria. La patogenia de la enfermedad se asocia a una replicación no
limitada y a una continua destrucción de células parasitadas.
25

La patogenecidad de Toxoplasma gondii está determinada por la virulencia de la cepa y


por la susceptibilidad de la especie hospedadora. Las cepas más virulentas son las que
tienen una fuerte acción patógena para el ratón y dan también un proceso severo en otros
animales de laboratorio. Las cepas de escasa virulencia provocan baja parasitemia y menor
invasión tisular, y permanecen menos tiempo en el organismo (Araujo, et al, 1976).

Las hembras lactantes o gestantes son más sensibles a la infección, este hecho se
manifiesta sobre todo en ovejas y ratones y es debido, posiblemente, a los elevados niveles
de estrógenos presentes en los procesos de gestación y lactancia (Dubey, 1993). Así mismo
se ha encontrado que la resistencia o sensibilidad a la enfermedad está ligada también a la
existencia en el hospedador de otro proceso infeccioso (Remington, 1970).

En los corderos nacidos muertos o muy débiles presentan lesiones tales como: edema
sanguinolento subcutáneo, exudado en las cavidades peritoneal y torácica, e hipertrofia de
nódulos linfáticos y bazo. Histológicamente, aparecen lesiones cerebrales como una
leucomalacia focal y una característica meningoencefalitis no supurativa. Lesiones
inflamatorias focales, asociadas a infiltrados linfoides difusos pueden aparecer en hígado,
pulmón, corazón y otros órganos (Buxton et al, 1982).

Aquellos corderos que sobreviven los primeros días, generalmente tienen un


crecimiento normal, sin defectos neurológicos (Buxton et al, 1982). Se considera que las
ovejas infectadas antes o durante la gestación adquieren inmunidad frente a T. gondii, y en
gestaciones sucesivas no presentarán abortos por esta causa.

6. DIAGNÓSTICO

El diagnóstico del aborto ovino debido a toxoplasmosis puede realizarse a partir de las
lesiones características que aparecen en la placenta y en el feto y por la presencia de
taquizoitos y quistes tisulares en la placenta (Dubey, 1987a). Se puede confirmar con
pruebas serológicas realizadas a la madre y al feto (Buxton y Finlayson, 1986).
26

Los quistes tisulares de T. gondii se han aislado de ovejas, tanto de manera natural como
experimentalmente infectadas (Jacobs, et al, 1960; Dubey y Sharma, 1980). Se han
detectado parásitos viables por inoculación de tejidos como cerebro, hígado, diafragma,
músculos esqueléticos etc, en ratones o en gatos. El cerebro es el más intensamente
infectado, por lo que debe ser el órgano de elección para aislar toxoplasmas con propósitos
diagnósticos (Uggla et al., 1987).
Entre los diversos métodos serológicos para detectar los anticuerpos frente a
Toxoplasma, los más utilizados para el diagnóstico son: el Dye-test (Sabin y Feldman,
1948), el Test de fijación de complemento (Warren y Russ, 1948; Fulton y Fulton, 1965), la
Aglutinación directa (Fulton y Turk, 1959; Desmonts y Remington, 1980), la
Hemoaglutinación indirecta (Jacobs y Lunde, 1957), la Inmunofluorescencia indirecta
(Goldman, 1957) y las reacciones inmunoenzimáticas (ELISA) (Voller et al., 1976).

Underwood y Rook (1992), diagnosticaron toxoplasmosis en un rebaño de ovejas en


Estados Unidos en el cual la tasa de mortalidad superaba el 27%, encontrando lesiones
placentarias características y anticuerpos contra T gondii en los corderos examinados.

T gondii puede causar infertilidad en las ovejas y aunque el suero fetal y la detección por
DNA son ayudas útiles, la histopatología es esencial para establecer la relación causa –
efecto, ya que la infección puede ser transmitida de manera pasiva a través de la placenta es
necesario determinar si el feto pudo haber muerto por otras causas (Johnston, 1988)

6.1 Dye–Test o prueba del azul de metileno (D.T.)

Es la técnica de referencia en el diagnóstico de toxoplasmosis. Esta prueba conocida

también como “Test de lisis de taquizoitos” fue descrita por Sabin y Feldman en 1948.

Utiliza como antígeno, taquizoitos de T. gondii vivos, que se tiñen por un colorante vital,
azul de metileno. Los taquizoitos vivos son incubados con el factor sérico y el suero
problema a 37ºC durante 60 minutos y después se añade el azul de metileno. El antígeno
está formado por taquizoitos vivos e intactos, procedentes del líquido ascítico de un ratón
inoculado 48 horas antes. Los anticuerpos presentes en el suero problema provocan la
27

destrucción de los taquizoitos, que ya no se pueden teñir con el colorante azul de metileno

(pH 11) apareciendo al microscopio como “toxoplasmas fantasmas”. Cuando los

toxoplasmas se ponen en contacto con el suero del paciente, si existen anticuerpos


específicos se unen a la superficie del protozoo y fijan el complemento. El resultado es la
lisis de los toxoplasmas, que se manifiesta porque ya no se tiñen. El resultado positivo se
puede expresar en unidades internacionales, utilizando un suero patrón de la OMS.

6.2 Inmunofluorescencia Indirecta (IFI)

La detección de anticuerpos mediante fluorescencia fue iniciada por Goldman (1957).


Posteriormente Ambroise-Thomas, et al. (1966) modificaron la técnica, introduciendo el
uso de contracolorantes que eliminan en gran parte las fluorescencias inespecíficas,
especialmente en sueros débilmente positivos, con lo que se facilita el diagnóstico.

El método consiste en poner en contacto el antígeno, toxoplasmas inactivados y fijados


con formol en un porta objetos, con el suero problema diluido. Los anticuerpos presentes en
el suero, se fijan sobre el parásito y este fenómeno se visualiza mediante anti
inmunoglobulinas marcadas con isotiocianato de fluoresceína. La lectura se facilita con una
contracoloración por azul de Evans, observándose con un microscopio de fluorescencia.

Los anticuerpos detectados mediante esta técnica son las Ig totales, IgG o IgM, según la
antiinmunoglobulina empleada. Una modificación de esta técnica, encaminada a la
detección de IgM en niños infectados congénitamente, fue realizada por Remington et al.,

en 1968. Este método conocido como “IgM-IFI” o “Test de Remington” se basa en que las

IgM, al ser más pesadas, no pueden atravesar las barreras placentarias, mientras que las
IgG, más ligeras, sí las cruzan. Por tanto, la existencia de IgM en el feto nos indica su
contacto con el parásito.

El umbral de especificidad generalmente admitido para la IgG es de 10 U.I./ml y de 40 a


50 U.I./ml, expresado a la inversa de la dilución, para la IgM. Los estudios realizados por
28

Munday y Dubey (1986) y Arthur y Blewett (1988) han confirmado que la utilización de la
técnica IFI en abortos producidos por toxoplasmas en ovejas, bien conservadas, es un
método rápido y eficaz para el diagnóstico de la toxoplasmosis congénita.

En los estudios comparativos realizados entre las técnicas IFI y el DT, se demuestra que
existe una gran concordancia entre los resultados de ambas pruebas, tanto desde el punto de
vista cualitativo como cuantitativo (Dubey y Beattie, 1988).

La utilización de la IFI se ha generalizado ampliamente y es una de las técnicas más


usadas para el diagnóstico y el estudio seroepidemiológico de la toxoplasmosis. Esto se
debe a que es una prueba sensible, específica y fácilmente reproducible en el laboratorio,
además de usar como antígenos toxoplasmas muertos.

6.3 Aglutinación Directa

La prueba de Aglutinación directa es una técnica sencilla, económica y no requiere de


equipos ni de materiales especializados. Además, se ha observado buena sensibilidad y
especificidad cuando se utiliza conjuntamente con otras técnicas inmunológicas y
parasitológicas, Mendicino et al., (2011). Se añaden taquizoitos formalinizados de
Toxoplasma gondii a pocillos con forma de U en placas de micro titulación y se aplican las
diluciones de los sueros problema. Las muestras positivas producirán aglutinación que
puede ser variable, mientras que las muestras negativas producirán un botón de taquizoítos
sedimentados en el fondo del pocillo. La prueba es simple y fácil de realizar aunque se
requieren cantidades relativamente grandes de antígenos. Se dispone de kits comerciales.
Esta técnica fue descrita por Fulton y Turk en 1959. Posteriormente fue modificada por
Couzineau y Baufine-Ducrocq (1970) y por Desmont y Remington (1980) para aumentar su
sensibilidad y especificidad.

Como se mencionó anteriormente esta prueba emplea los mismos antígenos utilizados
en la IFI, es decir, taquizoitos formolados. Cuando los toxoplasmas enteros y formolados se
ponen en contacto con la muestra de suero diluida, la presencia de anticuerpos forma un
29

velo de parásitos aglutinados que se extiende por más de la mitad del fondo de la cúpula
donde se produce la reacción. Si la reacción que se produce es negativa, los parásitos
sedimentan en el fondo formando un botón o un anillo.

La sensibilidad de la prueba aumenta si se usan antígenos sensibilizados, los cuales son


toxoplasmas, enteros, inactivados y sometidos a tratamiento enzimático (Desmonts y
Remington, 1980).

El método de la Aglutinación directa con antígeno sensibilizado se considera como buen


método de identificación, con resultados cercanos a los encontrados por la técnica DT e IFI
tanto en humanos como en animales (Desmonts y Remington, 1980). Se considera que el
nivel de especificidad admitido es de 4 U.I./ml. Otros estudios mostraron que es una prueba
fácil de realizar que no requiere ningún esquipo especial, y que exhibe unos resultados
semejantes al DT (Dubey y Beattie, 1988).

6.4 Reacciones Inmunoenzimáticas

Las reacciones inmunoenzimáticas son muy sensibles y específicas, se pueden


automatizar y ofrecen numerosas posibilidades diagnósticas. Permiten la detección de las
diferentes clases de inmunoglobulinas, determinar el grado de avidez de la reacción e
incluso la búsqueda de antígenos solubles citoplásmicos y de membrana que se fijan a un
soporte sólido. Estas pruebas inmunoenzimáticas (Enzime Linked ImmunoSorbent Assay:
ELISA), fueron usadas por primera vez por Bout et al, y Voller et al, en 1976, en la
determinación de anticuerpos de T gondii.

Los antígenos utilizados son iguales a los que se usan en las técnicas de
hemoaglutinación, son antígenos solubles citoplasmáticos y de membrana. Estos se fijarán
a un soporte sólido, y se incubarán con la muestra de suero problema. Los anticuerpos
presentes en la muestra, se fijarán sobre la preparación antigénica y se pondrán de
manifiesto con conjugados antiglobulínicos marcados con un enzima y se revelarán por
hidrólisis de un sustrato químico. Los anticuerpos que se pueden detectar son IgM o IgG,
según los conjugados que se utilicen en la prueba.
30

En cuanto a las pruebas de serodiagnóstico la técnica de ELISA se considera como una


de las pruebas más usadas, presentando una ventaja sobre las otras pruebas diagnósticas al
usar una única dilución de suero y por tanto una sola medición colorimétrica, ya que la
cantidad de anticuerpos presentes en el suero es directamente proporcional a la intensidad
de color resultante. Así mismo permite también poder analizar un gran número de muestras
de forma simultánea y rápida Dubey, (1991)

6.5 Técnicas de amplificación de genes

Las técnicas de amplificación de genes se usan para a detectar la presencia de


toxoplasmas en muestras de tejidos o de fluidos corporales como líquido cefalorraquídeo o
líquido amniótico, tanto en animales como en seres humanos (Lebech et al, 1992; Wastling
et al., 1993).

La más utilizada es Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), la cual se basa en el


reconocimiento de fragmentos específicos del ADN de T. gondii. Esta técnica se ha
demostrado más específica y sensible que el diagnóstico histológico para la detección de
toxoplasmas en grandes animales (Esteban-Redondo et al, 1999).

7. MATERIALES Y MÉTODOS

7.1 Lugar de estudio y animales

Este estudio se realizará en un sistema semi intensivo, ubicado en el municipio de


Sabana de Torres (Santander). Se considera una zona húmeda tropical, con temperatura
anual promedio de 24º C, y una humedad relativa entre 77 – 79 %. Las 120 ovejas objeto
del estudio, son alimentadas a base de pastos, primordialmente estrella (Cynodon
Plectostachium), aguas de fuentes naturales, permanecen en pastoreo y son confinadas en
establo en la noche.
31

7.2 Aplicación de encuesta

Se aplicará una encuesta para determinar los diferentes factores de riesgo asociados a la
presentación de la toxoplasmosis en un sistema de cría intensivo o semi – intensivo, a
continuación se relaciona la encuesta:

Identificación Edad Número Ocurrencia Repetición Casos de


del animal de partos de abortos de celos Brucelosis
SI SI SI
NO NO NO

De acuerdo a los resultados que se tabularán y compararán con un software para análisis
estadístico se obtendrán datos tales como:

Frecuencia y porcentaje de seropositivos, seronegativos, seropositivos con la


enfermedad latente y seropositivos con la enfermedad clínica.

Seroprevalencia de la enfermedad según la edad de las ovejas.

Seroprevalencia de la enfermedad según el número de partos.

Seroprevalencia de la enfermedad según la ocurrencia de abortos.

Seroprevalencia de la enfermedad según la incidencia de brucelosis.

Seroprevalencia de la enfermedad según la repetición de celos.

Para el cálculo de la prevalencia se utilizará la siguiente fórmula:

Número de muestras positivas


Prevalencia = ------------------------------------- X 100
Número total de muestras
7.3 Toma de muestras

Para la extracción de las muestras de sangre se usarán agujas y tubos vacutainers estériles
al vacío, y mediante punción directa de la vena yugular se obtendrán aproximadamente 5
32

ml de sangre, posteriormente los tubos se someterán a centrifugación con el fin de obtener


los sueros, los cuales se colocarán en viales de 2 ml estériles. Los sueros serán conservados
en congelación a -20 °C hasta su uso.

7.4 Procesamiento de las muestras

Se realizará en al laboratorio de parasitología de la Universidad de Pamplona, mediante


las pruebas de Inmunofluorescencia indirecta (IFI), y la prueba de ELISA Indirecta, para la
detección de anticuerpos anti-Toxoplasma gondii en los sueros.

7.4.1 Desarrollo de la técnica de ELISA Indirecta

7.4.1.1 Materiales
- Las muestras de suero procedente de las ovejas se analizarán mediante la técnica
inmunoenzimáticas ELISA, empleando una prueba de diagnóstico comercial del
Laboratoire de Pathologie des Petits Ruminants et des Abeilles, perteneciente a
la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria y de los Alimentos (AFSSA)

7.4.1.2 Metodología

El análisis de los sueros se realizará usando el test de ELISA comercial, específica para
ovino, siguiendo el protocolo técnico elaborado por Calamel y Lambert, 1983.
- Una vez restaurado el suero de referencia, en tampón PBS-Tween, se obtiene una
dilución al 1/25. A partir de esta dilución se realizarán ocho diluciones seriadas, por
duplicado, hasta la dilución 1/3200.
- Se transfieren a las placas con antígeno, 100 μl de cada dilución del suero de
referencia, por duplicado y, también por duplicado, 100 μl de una dilución 1/100, en
PBS Tween, de cada uno de los sueros problema.
- Se cubren las placas con papel parafilm y se incuban a 37ºC durante una hora.
- Posteriormente, se vacían las placas y se lavan tres veces añadiendo a cada uno de
los pocillos. 150 ml de tampón PBS Tween, dejando un tiempo de contacto de 5
minutos.
- Se añaden 100 μl del conjugado en cada pocillo. Se cubren las placas con papel
parafilm y se llevan a incubar por 30 minutos a 37ºC.
33

- Se vacían las placas y se lavan tres veces añadiendo a cada uno de los pocillos. 150
ml de tampón PBS Tween, dejando un tiempo de contacto de 5 minutos.
- Una vez preparada la solución de sustrato, se adicionan 100 μl en cada pocillo, se
cubren las placas con papel de aluminio, se incuban 15 minutos a 37ºC.
- Se adiciona 50 μl de una disolución de HCl, 1N, en cada pocillo, para detener la
reacción.

7.4.1.3 Interpretación de la prueba

Se realizará la lectura de la reacción a una longitud de onda de 492 nm. Se


considerarán positivas aquellas muestras de suero con títulos ≥ 492 nm, y negativos las
que se encuentren por debajo de los 492 nm. La titulación de los sueros consistirá en
medir la cantidad de anticuerpos específicos presentes en ese suero por unidad de
volumen, expresándolos en Unidades Internacionales. Para la técnica ELISA, Calamel
y Lambert (1983) propusieron un modelo matemático sistematizado, que permitirá
expresar en U.I./ml los valores obtenidos en densidades ópticas, a partir de una dilución
única de suero. Este modelo matemático se fundamenta en la creación de una curva
patrón (punto de corte), a partir de los valores de densidades ópticas obtenidos al medir
8 diluciones de un suero de referencia de título conocido.

Esta curva patrón es siempre sigmoidal y se construye en relación a un sistema de


coordenadas, en cuyo eje de abcisas se colocan las densidades ópticas obtenidas y en el
eje de ordenadas, los valores de diluciones a una escala logarítmica. Una de las
características de la técnica ELISA es su alta sensibilidad. Esto provoca que, incluso
llevándola a cabo en condiciones bien definidas, con todos los factores que puedan
influir en la reacción (diferencias en las temperaturas de incubación, alteraciones en los
volúmenes de dilución, etc.), se obtengan fluctuaciones en los valores de densidades
ópticas de un ensayo a otro; estos factores aleatorios y no controlables se eliminarán al
incluir en cada placa de microtitulación ocho diluciones (por duplicado) del suero de
referencia con las que se construirá la curva patrón. Esta curva patrón estará
34

influenciada por los mismos factores aleatorios que los sueros problema, por lo que al
expresar éstos en U.I./ml, desaparecerá la variabilidad que existe cuando se expresan en
densidades ópticas. La lectura se hará en un fotómetro modelo CERES UV 900C
Bioteck Instruments Inc., donde se medirá las densidades ópticas de cada placa y,
utilizando el programa matemático sistematizado, facilitado por el propio laboratorio, se
transformarán estos valores en Unidades Internacionales.

7.4.2 Prueba de Inmunofluorescencia Indirecta


7.4.2.1 Materiales

- Antígenos de Toxoplasma gondii (taquizoitos formalizados)


- Láminas para inmunofluorescencia
- Suero de ovejas problema
- Conjugado anti oveja
- Cámara húmeda
- Recipiente de lavado
- Buffer diluyente
- Buffer de lavado
- Tubos de ensayo
- Gradillas
- Multipipetas
- Azul de Evans
- Glicerina buferada
- Incubadora 37°C
- Microscopio de fluorescencia

7.4.2.2 Metodología

- Se realizaran diluciones, colocando 490 µl de buffer diluyente, y 10 µl de suero


obteniendo una dilución 1/50.

- Se dispersarán 9 µl de suero diluido en láminas de 18 pocillos para IFI, fijados


con taquizoitos de T gondii.
35

- Posteriormente las láminas se colocarán en una cámara húmeda a 37°C por 30


minutos.

- Después se realizaran 2 lavados a las láminas con solución Buffer de lavado


durante 10 minutos.

- Luego del lavado, se secaran las láminas colocando en cada pocillo 6 µl del
conjugado anti-oveja marcadas con isotiocianato de fluoresceína.

- Se colocaran nuevamente las láminas en cámara húmeda a 37° C por 30


minutos.

- Posteriormente las láminas serán lavadas con buffer de lavado y colocadas en


azul de Evans durante 10 minutos (2 veces)

- Se realizara un lavado con solución buffer de lavado durante 5 minutos y


después con agua destilada por 5 minutos.

- Se secaran las láminas para colocarles glicerina buferada y posteriormente una


lámina cubreobjetos.

- Las láminas serán observadas en microscopio de fluorescencia a 100 X.

7.4.2.3 Interpretación

- Positivos: Taquizoitos que muestren fluorescencia amarillo verdosa.

- Negativo: Taquizoitos que no muestren fluorescencia (campo de color rojo


oscuro).

8. ANÁLISIS DE DATOS
Los datos serán ingresados en una base de datos en el programa Excel (Microsoft office
2013®) y analizados en el programa SPSS versión 19®, con el fin de establecer la
comparación entre las técnicas de ELISA indirecta e Inmunofluorescencia indirecta de
acuerdo a los factores de riesgo encontrados, El grado de concordancia entre las dos
técnicas empleadas se medirán con la prueba de kappa de concordancia (Molinero, 2001).
Para el análisis de resultados, se definirán las siguientes variables.
36

Muestras positivas. Se consideraron como sueros positivos por la técnica de


inmunofluorescencia indirecta, títulos mayores o iguales a 1/16, y por la técnica de ELISA,
títulos mayores o iguales a 10 UI/ml.

Muestras negativas. Se consideraron sueros negativos los títulos por debajo de dichos
valores.

Muestras dudosas. Para la técnica ELISA se consideraran sueros dudosos aquéllos cuyos
resultados se encontraban en el rango entre 9 y menos de 10 UI/ml.

9. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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