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RODIN:
EL CUERPO DESNUDO
Presidente del Patronato
José Manuel Martínez Martínez
Director
José Luis Catalinas Calleja
Presidente
Juan Fernández-Layos Rubio
Vicepresidente
Alberto Manzano Martos
Director General
Pablo Jiménez Burillo
CONSEJO ASESOR
Presidente
Juan Fernández-Layos Rubio
Secretario
Rafael de Penagos
Manuel Alcántara
Venancio Blanco
Matías Díaz Padrón
Luis García Berlanga
Julián Grau Santos
Pablo Jiménez Burillo
Marcial Loncán
Antonio López García
Antonio Mingote
Leandro Navarro
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Fundación MAPFRE 2008
38-39 Cronología
40-41 Bibliografía
44-46 Glosario
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Rodin:
el cuerpo desnudo
Pablo Jiménez Burillo
Rodin: el cuerpo desnudo quiere ser una exposición que se abra simultáneamen-
te a diferentes reflexiones y distintas maneras de ver y entender tanto el arte, la
escultura y su apertura a los lenguajes de la modernidad, como a la Europa de 1900
que todavía hoy nos concierne y marca de alguna manera la forma de entender el
mundo que nos rodea.
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de sus partes, un brazo, una mano, un pie: la belleza del fragmento particularidad en Rodin, sino que, incluso, hoy casi puede parecer una
cuando encierra ese misterio que tienen las cosas reales. concesión a la época. La Belle Époque, ese momento de contrastes y
Pero Rodin no es sólo un gran escultor. Rodin también es un mag- transformaciones que solemos situar en la Europa en torno a 1900,
nífico y seductor dibujante. Realiza centenares de dibujos de cuerpos está profundamente marcada por lo que se ha llamado un escalo-
desnudos y no los elabora como obras preparatorias de sus esculturas, frío erótico.
sino que, a través de ellos, emprende un nuevo acercamiento a la rea- El erotismo no sólo está en la poesía de modernistas, decadentes o
liadad. Mucho se ha escrito de los dibujos de Rodin, y como se puede parnasianos, también en las novelas de los realistas: de Flaubert a Proust,
comprobar en el catálogo que acompaña esta exposición, hay diferentes en los grandes pintores como Courbet, Manet, Klimt, en la medicina con
maneras de clasificarlos y de entenderlos. Pero todos ellos comparten Freud y no alargo la lista casi infinita porque si eso se daba en la llamada
el deseo de expresar lo más libre y directamente posible la realidad, «alta cultura» habría que imaginarse lo que sucedía en los medios más
la realidad verdadera de las formas humanas. populares y masivos de comunicación. En el año 1900 Europa asiste a
Es evidente que el cuerpo desnudo, el cuerpo verdaderamente una contaminación erótica que invade incluso, de la mano del Art Nou-
desnudo no puede escapar al erotismo. Rodin no sólo no escapa, veau, la arquitectura y los objetos cotidianos.
sino que juega con él, lo acerca, lo aleja, lo formaliza y nos asoma, Rodin: el cuerpo desnudo habla de todo esto y lo hace de la mano
también, al vértigo que hay detrás de él. Pero el erotismo no es una de algunas de las esculturas más bellas y conmovedoras que han
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marcado este siglo. Pero lo hace también con el esplendor de un di- Rodin, el hombre, el artista; con sus aciertos, producto de una per-
bujante que supo unir la observación de la realidad, incluso casi el sonalidad fuerte y, a veces, casi primitiva, es el centro de un recorrido
dibujo automático, con un mundo misterioso, en el que el erotismo que nos habla de la transformación de la escultura, del escalofrío eró-
tiende hacia un más allá en el que se sitúan las grandes preguntas tico de la Belle Époque, pero también de la vida y de la verdad y su bús-
sobre la vida. queda. De su mano hemos querido presentar el inicio de un nuevo arte
Los dibujos de Rodin, sin ser ajenos a las modas del momento –ese obsesionado por la vida, por lo que tiene de trascendente y esencial,
perfume orientalizante que emana de ellos–, en su conquista de la rea- y así sensualidad y formalismo, erotismo y afán de libertad y trascen-
lidad, imprimen, por sí mismos, una de las páginas más brillantes de un dencia constituyen las claves que dirigen este doble discurso que mar-
cambio de siglo que nos trajo esa ambivalencia entre el progreso y la ca la obra cumbre de uno de los grandes artistas de la modernidad.
sed de infinito y en cuya encrucijada Rodin se muestra como un hom-
bre sencillo, casi primordial, dispuesto a una tarea deslumbrante por Pablo Jiménez Burillo. Director General del Instituto de Cultura
su fuerza y su emoción. FUNDACIÓN MAPFRE
Yeso
Recorrido
Rodin:
el significado más rico
Mercedes Rivas
Auguste Rodin
Auguste Rodin tenía los ojos azules, barba poblada y unas manos
robustas. Además era miope. Su miopía le libró de participar en la
guerra que en el año 1870 su país le declaró a Prusia. No apto para
el campo de batalla, sin embargo, su visión le permitió discernir más
allá de los contornos de la figura humana e indagar la verdad des-
nuda de todos nosotros. Frías como el mármol, rígidas o duras como
el bronce, rugosas como el yeso: materiales de escultor que en sus
manos desbordan la pasión que Rodin sentía por el cuerpo huma-
no, por la naturaleza y por el arte y que emergen en su obra con una
sensación de hálito vital.
Nacido en una etapa convulsa de la historia de Francia, con revo-
luciones que alzaban o derrocaban repúblicas, monarquías o impe-
rios sin solución de continuidad, Rodin crece ajeno a la inestabilidad
que lo rodea, dentro de una familia de la clase trabajadora que reco-
La Edad de Bronce, 1877 noce su talento como dibujante y le inscribe en una escuela de refe-
Bronce rencia para la mayoría de los artistas de este período, la Petite École,
Musée Rodin, París [S. 468] donde estudia técnicas básicas de dibujo y desarrolla la memoria
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visual de la mano de Horace Lecoq de Boisbaudran. Ejercitar la memo- ni tubos de color. Para copiar a los antiguos, en cambio, sólo nece-
ria visual sería desde entonces clave en su proceso de aprendizaje y sitaba papel y lápices. Me vi obligado a trabajar entonces en las salas
en la misma concepción de su obra, que parte de una observación de abajo y desarrollé enseguida tal pasión por la escultura que ya
minuciosa del objeto a modelar o a dibujar. Tendría que haber com- no pensé en nada más». Sus primeras obras fueron contempladas
pletado su formación en la Escuela de Bellas Artes, pero suspendió con recelo: no convencen plenamente sus rostros, como en Hombre
la prueba de escultura, una manera no buscada de eludir el acade- de la nariz rota, o se ponen en entredicho sus métodos de trabajo,
micismo y explorar de una forma autodidacta las técnicas de la escul- como sucede con la pieza que exhibimos en esta ocasión, La Edad
tura a través del estudio de los grandes maestros. de Bronce.
Siempre cerca del mundo del arte, colabora con decoradores A pesar de lo cual, se convierte en una figura emergente en la
ejerciendo oficios que le proporcionaron una formación comple- Francia de la estabilización republicana y recibe de forma paulati-
mentaria. En las conversaciones que sostuvo con Paul Gsell, publi- na encargos públicos y privados que irán asentando su fama –El Pen-
cadas con el título de El Arte en 1911, confesaba durante una visi- sador, La meditación, Burgueses de Calais, La eterna primavera, Puer-
ta al Louvre: «Yo no tenía suficiente dinero para comprar lienzos ta del Infierno, por citar algunas de las obras de este período– hasta
convertirse en el escultor más demandado de su país y de toda Europa, –parte de los cuales se podrán ver en nuestra sala de exposiciones–.
Estados Unidos e, incluso, de América Latina. Su nombre se convierte «L’Alma» se convierte en un foco de atracción para numerosos visitan-
en una marca de prestigio para el coleccionismo privado y para cual- tes que experimentan lo que podríamos llamar el «efecto Rodin», una
quier museo deseoso de visibilidad. curiosidad insondable que sigue atrayendo hoy día a miles de especta-
El año 1900 es una fecha clave para dar el impulso definitivo a su dores en todo el mundo.
carrera. París celebra los Juegos Olímpicos y una exposición univer- Desde entonces se suceden los éxitos y las exposiciones por toda
sal que cambió definitivamente la fisonomía urbana con edificios Europa en detrimento de su labor creadora, que decae de forma
tan solemnes y emblemáticos como el Petit Palais y el Grand Palais, palpable, aunque todavía conciba obras como Manos de amantes
destinados a albergar exposiciones colectivas. Para nuestro escultor, –aquí expuesta, donde alcanza la máxima depuración formal del
en cambio, se organiza una muestra independiente en un pabellón ser dos– o La musa, para un monumento al pintor James McNeill
efímero: conocida como exposición de «L’Alma», reúne por primera Whistler, y profundice en la ligereza de movimientos de la danza,
vez la mayor parte de su obra escultórica, alrededor de ciento cin- homenajeando a Nijinski o indagando en las coreografías de las bai-
cuenta piezas, y sus muy poco conocidos en aquel entonces dibujos larinas camboyanas.
Bronce
Los éxitos profesionales no iluminaron del mismo modo su vida las tendencias surgidas del posromanticismo, pero una de las líneas
privada, que conoció períodos de grandes altibajos como conse- convergentes en su estilo es el simbolismo. Surgido durante la épo-
cuencia de relaciones amorosas nada convencionales y tendentes al ca romántica, el movimiento simbolista es una corriente teñida de
fracaso. Rose Beuret, su pareja durante más de cincuenta años, es misticismo que se difunde en la mayoría de los países europeos a
la mujer que espera, a la que siempre vuelve después de una inten- mediados del siglo XIX a partir de las teorías del científico y filóso-
sa pasión amorosa como la que vive junto a Camille Claudel, o de fo sueco Emanuel Swedenborg (1688-1772). Figura de gran influen-
un emparejamiento más sosegado como el que forma con la duque- cia entre artistas y escritores –pintores como William Blake y los pre-
sa de Choiseaul. Al final de sus días, en Meudon, contrae matri- rrafaelistas, de Rosetti a Millais, y poetas como Ralph Waldo
monio con Beuret sólo dos semanas antes de morir su fiel compa- Emerson, Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire o Stephane Mallar-
ñera. Rodin le sobrevive algunos meses y fallece ese mismo año mé–, sus ideas sintetizan las filosofías y teorías místico-religiosas
durante el otoño. Está a punto de finalizar 1917. que le preceden. Para el simbolismo, el mundo natural es a la vez
Cuerpos desnudos una barrera y una escala de símbolos que el artista debe tratar de
discernir mediante la multiplicidad de los sentidos, por lo que asu-
A pesar de las alusiones y referencias literarias conocidas que me el papel de sabio o vidente para descifrar, más que transmitir,
animan una parte de su obra, como sucede en algunas de las pie- el enigma de la vida, a través de la analogía y las correspondencias.
zas de nuestra exposición, la intención de Rodin era despojarlas de Estos principios conducen a la creencia de que todo en la natura-
toda idea previa para que la escultura mostrara en sí misma su pro- leza es susceptible de contener una verdad esencial que no es sino
pia historia: aunque no se niega a que pueda existir una «obra de símbolo de su carácter divino. Una teoría sobre la que Rodin espe-
forma», como la llama Rodin, que se apoye en un tema literario cono- cula y en la que se asienta su filosofía creadora; en el ciclo de entre-
cido, consideraba más conveniente que las creaciones de pintores vistas que mantuvo con Paul Gsell afirmaba: «El artista no percibe
y escultores encerraran en sí mismas todo su interés. Porque el arte, la naturaleza tal como aparece para el vulgo, ya que su emoción
afirmaba, podía «suscitar el pensamiento y el ensueño sin recurrir le revela verdades ocultas bajo las apariencias», y concluía dicien-
para nada a la literatura. En lugar de ilustrar escenas de poemas pue- do: «En realidad todo es idea, todo es símbolo [...]. No hay orga-
de servirse de símbolos muy claros que no sobreentiendan ningún tex- nismo viviente, objeto inerte, nube en el cielo o brote verdeante
to escrito. […] Tal ha sido generalmente mi método». en medio de la pradera que no le confíe el secreto de un poder
De esta forma, Rodin explicaba uno de los puntos clave de su esté- inmenso oculto detrás de todas las cosas». Secreto que Rodin bus-
tica: no se encasilla en una escuela artística, pues su obra amalgama ca hacer explícito en el cuerpo desnudo.
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Mujer desnuda de pie llevando a un hombre al hombro, Mujer inclinada hacia otra mujer de pelo largo,
Lápiz de grafito, pluma, aguada de tintas sepia Lápiz de grafito, tintas sepia y roja, aguada de tinta
Musée Rodin, París [D. 2728] Musée Rodin, París [D. 4269]
Desnudez y desnudo, conceptos afines pero no intercambiables, Berger. Y precisamente esa evolución que se marca entre una y otra
confieren al ser humano la posibilidad de estar «vestido de espacio», forma de entender el desnudo, y de ver más allá del cuerpo repre-
sin envoltorios ni disfraces. En la cultura occidental, el desnudo en sí sentado lo que éste es sin máscaras formales o convenciones socia-
mismo, como señaló Kenneth Clark, es una forma de arte. La tradi- les, es lo que pretendemos con Rodin: el cuerpo desnudo, que por
ción del desnudo en el arte, desde la Antigüedad clásica hasta el primera vez trae a España una exposición tan completa de escultu-
siglo XIX , se hallaba sujeta a una perspectiva reglamentada, con ras y dibujos eróticos del artista, procedentes del Musée Rodin, que
un objeto pasivo y sumiso como motivo reiterado: la mujer, ence- se aleja de obras conmemorativas o de bustos de los que hay tantos
rrada en un marco de conocidas referencias históricas, mitológicas ejemplos en su obra. Nos encontramos ante una colección más ínti-
y religiosas en distintas situaciones y posiciones. Un desnudo feme- ma y mejor custodiada por el autor, que no exhibió su obra en papel
nino que hasta el siglo XIX siempre tuvo algo que contar o algo sobre hasta 1900 y no en su totalidad.
lo que adoctrinar. Pero, además de una forma de arte, estar desnu- La desnudez, como el erotismo, es algo relacionado con la visión
do es también ser uno mismo, estar sin disfraces, como apostilla John del espectador: el desnudo en sí mismo sólo pone de manifiesto su
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Lápiz de grafito, difumino y acuarela sobre papel Lápiz de grafito y acuarela sobre papel
verdad. Y así es visto por Rodin: «Las formas y las actitudes que en como modelos se movían desnudos por el taller con plena libertad,
un ser humano revelan necesariamente las emociones de su alma. a la vez que Rodin los contemplaba e intentaba captar la versatilidad
El cuerpo expresa siempre el espíritu del que es envoltura. Y para el de los músculos de un cuerpo en movimiento. Mientras que para la
que sabe ver, el desnudo ofrece el significado más rico». Es decir, sociedad de la época el desnudo se entendía como una excepción, para
conduce al espectador a la comprensión de la belleza física, moral y Rodin era una imagen habitual y aprendió, como dice en El Arte, a inter-
espiritual. Una belleza que también radica en nuestra carnalidad; el pretar la expresión de los sentimientos en todas las partes del cuerpo.
desnudo nos invita a desatar las fuerzas no sometidas a una censura No hacía posar a los modelos, esperaba a que adoptaran una actitud
racional. Esta polisemia de sentidos que ofrece el desnudo se pue- determinada, o bien les sugería que intentasen posturas más espon-
de apreciar a lo largo de la exposición. táneas y diferentes de las tradicionalmente concebidas como apropia-
La familiaridad de Rodin con el cuerpo desnudo venía dada sobre das para la creación artística.
todo por su método de trabajo. Amigos y conocidos del artista que Dividida en dos secciones, nuestra exposición traza un recorrido
iban a visitarle señalaban que los hombres y mujeres que contrataba paralelo y complementario de esculturas y dibujos de Rodin en los que
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el cuerpo desnudo se constituye en base argumental, el cuerpo libe- A su lado presentamos una completa selección de piezas en papel,
rado de toda atadura social y de todo escenario y cuya ejecución for- que se suelen catalogar como dibujos eróticos, a manera de instan-
mal basta por sí sola para expresar su esencia. La mayoría de las táneas o tomas falsas de desnudos –de mujeres en su mayor parte
piezas escultóricas que hemos reunido fueron creadas por el autor y contados ejemplos de desnudos masculinos–, ejecutados con una
en las tres últimas décadas del siglo XIX . Definidas por un hito ini- gran economía de medios: el papel, un contorno a lápiz de grafito
cial, La Edad de Bronce, de 1877; un corpus central en el cual están o pluma y, a veces, acuarela. En su mayoría son dibujos de un solo
representadas varias de las obras maestras del autor, como Fugit trazo, realizados a mano alzada, que se perfilan finamente sobre
amor, El ídolo eterno, La Danaide o La eterna primavera; diver- la cartulina y definen una silueta, completa o no, que a menudo real-
sos trabajos del fin de siglo –La tentación de San Antonio, Figura za un ligero toque de colores tostados o azulados que desbordan
voladora o Bañista en cuclillas sin brazos ni pies–, para llegar a la la línea. Vistos en una sucesión continua se diría que estos dibujos
pieza más contemporánea de esta exposición, representativa de imprimen una sensación de movimiento, como si fueran fragmen-
un motivo recurrente en la obra de Rodin como Manos de aman- tos de una primitiva película que hubiera sido concebida para ser
tes, de 1904. proyectada con una linterna mágica.
Yeso Bronce
Musée Rodin, París [S. 3153] Musée Rodin, París [S. 1081]
El beso, ca. 1882
Yeso
Yeso
Célebre fue el escándalo en torno a La Edad de Bronce (1877), que el exterior: yo reproduzco además el espíritu que, desde luego,
de la cual se dijo al ser presentada en Bruselas y después en París forma parte también de la naturaleza». Tras la polémica, su nom-
que su perfección sólo podía deberse a que el artista había sacado bre empezó a cobrar fuerza entre los escultores que recibían encar-
los moldes directamente del cuerpo del modelo y no de una arci- gos de instituciones, único medio entonces para poder desarrollar
lla modelada desde cero: tal acusación era deshonrosa para cual- una carrera artística.
quier escultor y Rodin necesitó del apoyo de amistades influyen- Proyectada en principio como símbolo de la derrota, Rodin trans-
tes como Edgar Degas para salir airoso de tales acusaciones y hacer fiere esa actitud a la pose de un hombre ensimismado en una edad
prevalecer su talento. A este respecto aducía que un molde siempre temprana de la humanidad, una mano sujeta la cabeza y la otra que-
tendría un valor menor que su escultura: «Sería imposible para un rría atrapar en el aire algo que se ha perdido. Realizada con un toque
modelo conservar una actitud natural durante todo el tiempo que hiperrealista, la falta de un hilo argumental que justifique cualquier
llevaría sacarle un molde. Mientras que yo conservo en la memo- interpretación hace posible que La Edad de Bronce perdure como
ria la postura en su conjunto y pido sin cesar al modelo que se aco- obra abierta de significado incierto y haga prevalecer su propio
mode a mi recuerdo. Y todavía hay más. El molde no reproduce más discurso, en cierto modo abstracto y ajeno a toda la narrativa.
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Un sentido más preciso, aunque no menos desconcertante, mani- atleta. El monumento definitivo, que era un encargo de la Sociedad
fiestan los estudios para el monumento a Balzac que hemos seleccio- de Escritores, fue presentado con gran demora en 1898 junto con El
nado: Segundo estudio para el desnudo F, llamado el atleta y Estudio beso –que acaparó las mejores reseñas– y fue acogido por la crítica
de desnudo G. En esta ocasión, Rodin puso en práctica el mismo pro- con escepticismo y calificado de aberración, tras lo cual Rodin decidió
cedimiento con el que había ejecutado los Burgueses de Calais (1889): retirar la estatua y colocarla en el jardín de Meudon.
modelar la figura desnuda del escritor a la que luego vestiría con un Cibeles, sobre columna (1890) y La Tierra (1896) son trabajos de
batín. Los estudios sitúan a Balzac de pie y resaltan la presencia cor- una naturaleza similar debidos a la necesidad de experimentación
pórea y la potencia vital y sexual del escritor. Hay versiones con cabe- del artista en su búsqueda de un lenguaje escultórico personal. Lla-
za y sin ella, con las manos cruzadas, con la pierna derecha elevada y mativa es la falta de algunos miembros –la cabeza, las manos o los
apoyada sobre un pedestal. Pero lo que resalta a primera vista es su pies–, que imprime una fragmentación propia del maestro y que se
genitalidad, por lo que Rilke se refería al Balzac como a una «fuente comentará más adelante, pero tanto o más llamativa es la poderosa
fálica», un físico que pregona su sexualidad en el Estudio de des- ligazón de la figura corpórea a su base que adquiere la apariencia de
nudo G, convertida en todo un desafío en el Desnudo F, del Balzac ser en sí misma la génesis de la escultura.
Musée Rodin, París [S. 583] Musée Rodin, París [S. 3136]
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Mármol
Ser dos
Un grupo muy atractivo de nuestra muestra es el formado por resuelto. Pretendemos que se concreten nuestros sueños, queremos
obras en las cuales dos cuerpos –hombre y mujer, o mujer y mujer– encontrar la paz y recuperar nuestro yo en el otro, la consecución
se unen, a veces se abrazan, otras se rozan y otras parecen mostrar del ser que nos completa.
el instante previo a la separación, un momento de huida de una La más antigua, Dafnis y Lycenia (1885), llamada también La ins-
de las figuras que la otra aferra intentando retenerla. El abrazo, por titutriz o Iniciación, está inspirada en un motivo de la novela pasto-
definición, es el efecto de ceñir con los brazos, de estrechar a la per- ril de la Grecia clásica Dafnis y Cloe, de Longo (siglo II), que relata el
sona amada en señal de cariño; es también el sueño de unión total romance bucólico entre los dos pastores. En contraste con la tradi-
con el ser amado, que nos hace sentir en plena calma, abandona- ción artística que ha perpetuado esta historia amorosa –con textos
dos en los brazos de la otra persona que nos envuelve y nos prote- como Pablo y Virginia (1784) de Bernardin de Saint-Pierre–, Rodin
ge. Todo queda en suspenso en el tiempo del abrazo, todo parece elige como punto de partida el momento en que Dafnis, temeroso
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Bronce
Bronce
Yeso
Auguste Rodin
de su falta de experiencia, se entrega a Lycenia, que le inicia en Frente al temido encasillamiento, El ídolo eterno (1889) compo-
los secretos de los devaneos amorosos. Sin embargo, al contem- ne un acto de adoración o tal vez de rendición: salvo por la mano
plar la obra sorprende la ambigüedad de los cuerpos y de sus ros- izquierda que la mujer tiende hacia el hombre y el beso que él depo-
tros, con rasgos femeninos en ambas figuras y detenidos en la con- sita en su vientre, las dos figuras no tienen un nexo claro de unión,
templación extasiada del otro; por todo lo cual, la crítica viene como sí se observa en Sakountala (1888), la obra de Camille Claudel
aceptando que el título es engañoso y que Rodin ha trascendido con la que guarda gran similitud, y que pudo verse en la retrospec-
la fábula inicial para representar a dos personajes femeninos. tiva que nuestra Fundación dedicó a la escultora en noviembre de
El beso (ca. 1882) es una de las obras más célebres de Rodin que, 2007. Para algunos críticos, la pareja manifiesta una actitud maso-
paradójicamente, la crítica ha considerado poco representativa de su quista: un héroe desamparado, con los brazos a su espalda, arrodi-
arte. En su origen versiona la historia de amor de Paolo y Francesca, llado ante una criatura perversa, incapaz de causar más quebranto
los amantes de La Divina Comedia, y contribuyó a forjar la interpreta- a la superficie del cuerpo de la mujer que la caricia de sus labios; de
ción de Rodin como escultor del erotismo. Sin embargo, el propio autor tal forma, esta mujer es un ídolo de perversidad encarnado, que pre-
intervino para desplazarla del resto de sus obras: consciente de que el fiere seguir aislada sobre su pedestal. Vista desde otro ángulo, la esce-
academicismo de El beso le abocaba a una reiteración de lo canóni- na de El ídolo eterno rememora la obsesión amorosa que llega a sen-
co, la relegó de exposiciones tan significativas como la de «L’Alma» tir Pigmalión por el «cuerpo fingido» que ha esculpido y que besa
para que el público le apoyara en su búsqueda de nuevos territorios para darle vida, como cuenta Ovidio en la Metamorfosis.
escultóricos. A pesar de su mayor tradicionalismo, contrasta en El beso Un paso más en la plasmación de la fragilidad de la pareja lo da
que la actitud entregada de la mujer no se vea correspondida con Rodin en Fugit amor (antes de 1887), en la que una mujer pretende
un abrazo pleno, pues el hombre apenas apoya una mano en su cade- huir del abrazo del hombre que quisiera atraparla y que se lanza
ra, mientras que la otra permanece ausente del acto del encuentro. sobre su espalda. La separación entre ambos posiblemente sea debi-
No menos equilibrada es la pareja de amantes de La eterna pri- da a que Rodin los modelara por separado y los ensamblara más ade-
mavera (ca. 1884 [?]), que intensifica la atmósfera idílica de El beso. El lante. Esta pequeña estatua encierra todo el concepto artístico del
título evoca la eterna primavera del Elíseo descrita por Homero, un autor: la postura, la piel tentadora, el cuerpo horizontal y vibrante
paraje similar al jardín del Edén. Si bien el tema ha podido rozar una como una flecha que atraviesa el aire, la mujer, de una belleza ines-
manida sensiblería, Rodin resuelve la composición del conjunto con crutable. El hombre, por el contrario, levanta su rostro angustiado
una técnica novedosa: a la figura del hombre ensambla un torso al cielo, como implorando piedad a aquella que le rechaza.
de mujer previo –Torso de Adèle, expuesta también en nuestra sala–, Como contrapunto a estas esculturas, Rodin filtra los juegos de
que ahora completa con cabeza, brazos y piernas, cuya expresión dos personajes desde una perspectiva absolutamente radical en la
se llena de significado al ser suspendida por el abrazo del hombre. época al crear parejas homoeróticas protagonizadas por dos mujeres
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Yeso
en actitudes que turbaron al público del momento. La pintura y la lite-
Musée Rodin, París [S. 851]
ratura de la segunda mitad del XIX, especialmente las herederas del sim-
bolismo –desde el Sueño de Gustave Courbet hasta el Sueño de George
Callot, o de Las flores del mal de Baudelaire a las Canciones de Bilitis
de Pierre Louÿs–, sienten una fascinación morbosa por las parejas sáfi-
cas que está relacionada con el interés que sentían los artistas en repre-
Torso Morhardt, antes de 1899 sentar el ensimismamiento femenino y en particular su falta de iden-
Bronce tidad, de ahí su necesidad de reconocerse en un espejo que la revelaba
Musée Rodin, París [S. 521] a sí misma. Por lo que la relación con otra mujer era una prolonga-
ción de su deseo autoerótico. Mujeres perdidas (1885 [?]), presentada
en la exposición Monet-Rodin de 1889, no volvió a ser exhibida en
vida del escultor: nada justificaba la exhibición de un deseo carnal entre
dos mujeres, no contaba con un respaldo mitológico, como sucedería
con Bacantes besándose (ca. 1896 [?]) y Bacantes abrazándose (antes
de 1896), pues los ritos de las adoradoras del dios Baco y sus supuestas
orgías se desarrollaban en un imaginario de ficción a diferencia de la más
que probable pulsión sexual que escenificaban las Mujeres perdidas.
Acróbatas
Yeso
formas quebradas de miembros amputados y texturas a veces rugo- actitud semejante a un desperezo o a un estado de goce. No hay mayor
sas, sin pulimentar, que ofrece al público como una versión acaba- trascendencia en la escultura que su simplicidad y limpieza de formas
da con la intención de resaltar el movimiento o de concentrar la y, sin embargo, la mirada del espectador queda prendida del gesto.
visión de espectador en un punto determinado de la obra. De esta misma época data Mujer en cuclillas (ca. 1881-1882), pro-
A menudo se trata de cuerpos desnudos que ejecutan posturas cedente también de la Puerta del Infierno y para la que posó la
insólitas que podrían emular las piruetas de un acróbata o un paso de misma modelo que la anterior, Adèle Abruzzezzi –Adéle y Anna
danza, recordándonos, quizá, imágenes de la famosa La Goule, la bai- Abruzzezzi eran modelos habituales de este momento–, de la que
larina de cancán del Moulin Rouge inmortalizada por Toulouse-Lau- Rodin admiraba su flexibilidad y que solía descansar agachada. Adè-
trec. En algunos casos son obras procedentes de una composición que le personifica en la obra la figura contorsionada de una mujer con
Rodin decide independizar y darles un nuevo sentido o que des- las piernas abiertas y un brazo que obstaculiza la contemplación
pués ensambla a otra escultura. Torso de Adèle (1878 [?]) es ejem- de su sexo, sin que por ello disminuya en el espectador la sensa-
plo de ambos procedimientos. En principio formaba parte de una de ción de que invade un territorio íntimo. Será engarzada años des-
las composiciones de la Puerta del Infierno y más tarde fue adaptada pués en la composición de Yo soy bella. El rapto (1885 [?]), que pone
para La eterna primavera. Pero en la presentación definitiva la obra de relieve aún más si cabe la delicadeza de la figura aislada.
se reduce a un tronco de mujer arqueado, sin cabeza, antebrazos, ni Algo semejante sucede en Iris, mensajera de los dioses (1895).
piernas, de senos prominentes, que se despliega ante nosotros en una Iris era la enviada de las grandes deidades del Olimpo, Zeus y Hera
Andrómeda, 1887
Mármol
La tentación de San Antonio, 1900. Yeso. Musée Rodin, París [S. 2813]
–Júpiter y Juno en la mitología romana–. Ovidio la describe envuelta sostuviera con la mano; de esta manera dejaba al descubierto la
en velos de mil colores, desplazándose por el cielo trazando arcos entrepierna y mostraba sin ambages el sexo de la mujer como nun-
para llevar los mensajes de Juno a los mortales. Pensada original- ca antes se había visto en una escultura –y que revisita una y otra
mente para formar parte de un monumento en homenaje a Victor vez en sus dibujos–, claro exponente de la postura de absoluta liber-
Hugo que Rodin no terminó de desarrollar, Iris era una figura ala- tad con la que Rodin ejercía su oficio.
da que se apoyaba en una nube y planeaba sobre la cabeza del escri- En relación con Iris, mensajera de los dioses se situaría Torso Morhardt
tor. Fuera de este contexto, Rodin eliminó la cabeza y un brazo e (antes de 1899), Bañista en cuclillas con brazos y pies (ca. 1885 [?]), Bañis-
hizo que elevara la pierna derecha, como apuntando un spagat, y la ta en cuclillas sin brazos ni pies (antes de 1900) y Figura voladora (ca. 1900).
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Suplicios y martirios
La última es un torso inclinado hacia la izquierda en el que Rodin ha Emparentadas con la semántica del sacrificio, aunque en la esfera
eliminado la pierna y el brazo izquierdos y ha trasladado el punto de de la mitología griega, están Andrómeda (1887) y La Danaide (1885),
sujeción de la pierna hacia el muslo. Son trabajos en los cuales explora dos esculturas concebidas para formar parte de la Puerta del Infierno.
las posibilidades del cuerpo en movimiento: conocido su gran interés por Comparten características estructurales comunes –una mujer arrodi-
el mundo de la danza que va desde Isadora Duncan o Nijinski hasta las llada que apoya el torso sobre una roca– y aluden a suplicios que deben
bailarinas camboyanas, cuya actuación presencia en Marsella, o la japo- cumplir por su mala acción o para salvar a su familia. Siguiendo a
nesa Hanako, entiende el movimiento como la metamorfosis de una pri- Ovidio (Metamorfosis, IV), Rodin recrea el momento en que Andróme-
mera actitud en la que se expresa el paso de una postura a otra. da es atada a una roca para ser entregada en sacrificio a un monstruo
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marino: «De no ser porque una leve brisa movía sus cabellos y de sus piezas inscritas en la tradición religiosa católica, pero que se plan -
ojos caían tibias lágrimas, habría pensado en una estatua de mármol». tean con una escenografía extraña a dicho contexto. Hablamos de ale-
La Danaide es una de las esculturas más reconocibles de Rodin: una gorías como La Avaricia y la Lujuria (ca. 1887), La mártir (ca. 1885),
mujer de curvas esbeltas en una postura sensual, acurrucada sobre sí El Eclesiastés (antes de 1899) y La tentación de San Antonio (1900),
misma, con el rostro medio oculto por su cabellera ondulada. Pero su que subvierten el motivo religioso inicial para darle un tratamiento
hermosura no esconde el abatimiento que siente ante la imposibilidad formal ajeno a la convención.
de cumplir alguna vez su castigo pues es eterno. La mártir plantea un estertor y respeta la tradición de presen-
La imaginería religiosa no es un tema muy frecuentado en la obra tar a los personajes muertos de forma brutal con los brazos abiertos
de Rodin. Aparte de un temprano San Juan el Bautista predicando y la cabeza caída hacia atrás; podría ser un ejemplo tomado de cual-
(1878) y de El hijo pródigo (1884), que no han dejado de ser contro- quier martirologio. Pero la diferencia aquí radica en que el autor
vertidos desde la época del autor, se recogen en nuestra exposición se ha inspirado en un texto profano en el que una mujer ha sido
Mujer desnuda inclinada sobre otra mujer
decapitada por su amante: «En el lecho, el tronco desnudo, sin pudor, El museo secreto
/ en el más completo abandono, muestra / el secreto esplendor y la
belleza fatal / que la naturaleza le donó». Titulado «Une martyre», La primera vez que el público conoció los dibujos de Rodin fue
el poema pertenece a Las flores del mal de Charles Baudelaire, una a través de la publicación de Les Dessins d’Auguste Rodin en 1897.
obra que ejerció gran influencia en Rodin y cuya edición original, de Conocido como Álbum Goupil o Fenaille, el cuaderno empezó a ges-
1857, ilustró entre 1887 y 1888 por encargo del editor Paul Gallimard. tarse a la vez que la Puerta del Infierno, en la década de 1880. Rea-
En La Avaricia y la Lujuria se simboliza los dos pecados capita- lizados en papel, a pluma o lápiz, algunos de los dibujos son boce-
les a semejanza de un poema de Victor Hugo «Après une lecture tos para grupos escultóricos de esta magna obra, pero otros nunca
de Dante», que engarza la «lujuria inmunda» y la «avaricia infa- llegarían a ser modelados. Pero la mayor parte de la obra en papel
me». Para plasmar estas nociones alegóricas, vuelve a utilizar un de Rodin tenía un fin en sí misma: el placer de dibujar por la mayor
recurso semejante al de La Tierra: la Avaricia adopta rasgos mas- ductilidad e inmediatez y la opción de encontrar una vía más preci-
culinos en un torso que emerge de la base sin despegar de ella sa a su vocación de explorador. Juega con las posibilidades de cap-
por completo, intensificando la fuerza de su deseo de posesión, y tar la simpleza de la intimidad femenina en el tiempo de desvestir-
abarca con sus brazos a la Lujuria, un cuerpo escuálido de mujer se, ponerse una bata, el aseo, secarse, o descansar con poca ropa junto
en actitud de abandono que incita al avaro en su afán por engu- a otros momentos en los que la mujer disfruta de su cuerpo, mastur-
llir su tesoro. bándose o en compañía de otra mujer. Y retrata infinidad de postu-
Un tono más acorde con la religión cristiana se observa en La ten- ras: modelos de pie o recostadas, de espaldas o de perfil, inclina-
tación de San Antonio, que retoma la historia de San Antonio Abad das, en cuclillas, a cuatro patas, con las piernas abiertas, levantadas
en el momento en que es hostigado por el demonio, quien le envía o caídas; una sola mujer de frente, dirigiendo su mirada al especta-
la tentación en forma de mujer desnuda –como la Lujuria anterior– dor como si fuera el espejo, o dos mujeres juntas, entrelazadas o con-
que se recuesta sobre una figura agazapada bajo un manto. Como torsionadas, entregadas a su disfrute sexual. Como en las escultu-
contrapartida a esta figuración, El Eclesiastés desarrolla una pers- ras, los cuerpos se fragmentan o se desdibujan y se funden con la
pectiva de matices un tanto burlescos que subvierten la vanitas vani- materia o se enturbian bajo el agua.
tatum contenida en el libro; la postura descarada de la figura que En un principio, la crítica evidenció el componente sexual de algu-
se apoya en el libro no deja espacio para la contrición que propone nos de los dibujos y su erotismo, etiqueta con la que se los ha rotu-
el texto bíblico y sí para evocar, por ejemplo, la jovialidad de una obra lado desde entonces. También la propia actitud del artista ante ellos
como La Gimblette (ca. 1770), de Jean Honoré Fragonard. ha favorecido esta catalogación: Rodin expuso una notable cantidad
Pareja lésbica
Pareja lésbica
con filigrana
de dibujos, salvo un centenar que mostraba a los amigos o a per- sible sin duda la reacción contraria a los dibujos, pues, a pesar
sonajes escogidos y que guardaba en cartapacios con el rótulo de de hallarnos libres de aquellos tabúes, es difícil descartar del todo
colección privada o museo secreto. Algunos de ellos, todos reali- el estupor que provocan en el espectador o las interrogantes que
zados hacia 1900, pueden contemplarse en nuestra exposición: Pare- suscitan las poses que Rodin retrataba por el hecho de que las
ja lésbica, Ofrenda a Venus, Mujer desnuda, de perfil, con una mano modelos aceptaran posar, acariciarse, masturbarse, prestarse a jue-
bajo el muslo levantado, Satán, Mujer desnuda boca arriba, de fren- gos eróticos entre ellas con la misma naturalidad que les era reque-
te, con una mano ante el rostro y las piernas abiertas, Cortesana, rida. Porque para el espectador actual la profusión de imágenes
Mano sobre un sexo, Antes de la creación o Bacante. sigue resultando perturbadora.
A la muerte de Rodin, los dibujos eróticos se exhibieron en con- Algunas de sus modelos aparecen en sus inventarios con nombre
tadas ocasiones hasta que se renovó el interés en la década de los y apellidos: Yvonne Carmen, Ada Chamber, Julia Benson, Dourga Le
sesenta del pasado siglo. Pero todavía acaparaba críticas negativas Hindu, Renée Couchet, Nora Falk, Marguerite Carmedoz, Suzie Lan-
la mirada descarnada del autor sobre la modelo a la que había dibu- glois, Fenella Lovell, Marguerite Leclerc, Octavie Lhonneur, Juliette
jado en una pose nada académica, entre otras cosas porque Rodin Toulemonde, Marie Thomasso. De alguna manera era capaz de
les pedía que se movieran con naturalidad, sin impostación y adop- crear una atmósfera de comodidad que les permitía participar en los
taran posturas sencillas pero insólitas para el arte académico –una experimentos del artista con facilidad. Ante ellas, Rodin asume el
persona en cuclillas– o que la moral dominante consideraba ofen- papel de vouyeur, de mirón, y transmite a sus manos la posibilidad
sivas –una mujer con las piernas abiertas–. Vistos hoy, es compren- de ver, ya que el maestro no aparta los ojos de su modelo, como él
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Sobre el catálogo
En Rodin: el cuerpo desnudo hemos conseguido reunir a un por captar el momento, por representar un determinado gesto y que
importante grupo de especialistas que nos aportan un conocimien- huye de lo superfluo, de todo aquello que no aporte carácter y expre-
to profundo y una visión renovada sobre la figura del escultor. El sión. Rodin plantea así un nuevo lenguaje para un espectador tam-
catálogo se abre con dos textos generales que ayudan a contex- bién diferente que debe trascender el entorno clásico, de modelos
tualizar la obra del artista francés. Pablo Jiménez Burillo, director ideales, y aceptar una nueva narratividad, una propuesta que qui-
general del Instituto de Cultura de la FUNDACIÓN MAPFRE, aporta una zá no supieron entender y valorar debidamente sus contemporá-
rica reflexión sobre el surgimiento y las principales características de neos, pero que, sin duda, abrió el camino por el que discurrió la escul-
la escultura moderna, un arte obsesionado por reflejar la verdad, tura contemporánea.
relacionando todo ello con la figura de Rodin, el escultor por anto- La segunda parte del catálogo muestra a un Rodin más desco-
nomasia. Por su parte, Lily Litvack, de la Universidad de Texas, exa- nocido por el gran público. Más allá del barro, la talla y la piedra,
mina en Erotismo fin de siglo el papel representado por la sexuali- el escultor demostró con el papel, el grafito, la acuarela y la agua-
dad en la cultura de principios del siglo XX y cómo los creadores da que también era un dibujante excepcional.
recurrieron al erotismo y a la pornografía en un intento de socavar El trabajo de Cristina Buley-Uribe, Erotismo y dibujos, se pue-
la moral burguesa y revelar una verdad que la religión había ocul- de entender como una preciosa y precisa cartografía para situar-
tado. El desnudo en sí mismo, tratado sin tapujos por los nuevos nos de manera adecuada en el complejo mundo de los dibujos de
artistas, sin coartadas mitológicas o propuestas moralizantes, devi- Rodin, un corpus muy extenso que la autora demuestra conocer en
no en un argumento privilegiado con el que desafiar al poder. profundidad. En su contribución dilucida tres cuestiones: la rela-
Aline Magnien, investigadora del Museo Rodin, en Ese oscuro ción de Rodin con el erotismo, la manera en la que se manifiesta
objeto del deseo indaga cómo la escultura de Rodin muestra una en sus dibujos y su organización con arreglo a una gradación eró-
nueva interpretación del desnudo: frente a un clasicismo que repre- tica. Las taxonomías trazadas por Buley-Uribe nos permiten dis-
senta anatomías perfectas en su castidad, sus creaciones exhiben tinguir entre aquellos dibujos que son eróticos, los que lo son a
cuerpos que son metáforas de la realidad, dotados de un aliento medias y aquellos que no lo son a pesar de la desnudez del mode-
vital, en los que la superficie, la carne, se impone a la línea y el lo y la exhibición de su sexo. Por encima de estas categorías, sobre-
contorno y los cuerpos se abren a otra dimensión para representar vuela otra que nos acerca a la teoría de la recepción: los dibujos
también el deseo y la tensión sexuales. Una escultura preocupada que se pueden exponer y los que no, que constituyen el museo
Portada del catálogo que, con motivo odin
EL CUERPO DESNUDO
secreto de Rodin y que el autor sólo enseñaba a algunos amigos Por último, Claudine Mitchell, de la Universidad de Leeds, se
poseedores de un bagaje cultural del que carecía el público gene- preocupa en Flores de sangre por los dibujos que Rodin elaboró
ral de principios del siglo XX . para ilustrar la edición de 1902 de la novela de Octave Mirbeau El
Dominique Viéville, director del Museo Rodin, aborda en Dibu- jardín de los suplicios. En el artículo se aborda el diálogo entre
jar sin mirar un análisis detallado de la técnica empleada por Rodin, los dibujos y el texto y cómo surge del mismo una idea sumaria
distinguiendo entre los dibujos sin mirar, en los que prima la inme- de ciertos valores occidentales: la sexualidad, el sufrimiento, la
diatez, el apunte rápido con el que captar el instante, el movimiento muerte. Mitchell afirma que este diálogo entre texto y dibujo exi-
de una modelo que, sin forzar la pose, actúa con naturalidad, y los ge un nuevo tipo de público que sea a la vez lector y espectador.
dibujos de acuarelas, donde vuelve sobre el apunte y reelabora la Defiende la autonomía de la imagen dentro del texto, que no es
fugacidad, un segundo momento de síntesis e interpretación de el único que aporta significados: no es que la imagen apoye el
las formas. Viéville considera que estos dibujos, por las posturas y texto, sino que son dos obras de arte puestas una al lado de otra,
puntos de vista adoptados, por las condiciones de ejecución y por y es tarea del lector-espectador la búsqueda de concordancias. Así,
la libertad gráfica, fundan el desnudo moderno, en sintonía con nos enfrentamos a un todo artístico que supera el marco de la
lo que estaban aportando Degas y Lautrec, a la vez que pone de tradición del libro ilustrado, y que exige un público capaz de apre-
manifiesto el influjo de su trazo sobre artistas contemporáneos como ciar cómo el dibujo deviene en una reminiscencia indeleble del tex-
Deariain, Vlaminck y Matisse. to. La prosa de Mirbeau y los trazos de Rodin nos ofrecen una
Hélene Pinet, investigadora del Museo Rodin, en Comedia o subir imagen turbadora de la sociedad y la política contemporáneas,
el telón. Rodin y sus modelos nos transmite el ambiente que se donde la corrupción del cuerpo se corresponde con la corrupción
respiraba en el estudio del escultor en un intento de responder a moral de los políticos, la violencia con las guerras coloniales y el
por qué una y otra vez dibujaba mujeres desnudas, más cuando sexo con las relaciones de dominación social. Así, el dibujo de Rodin,
en estas composiciones se trascendía de la individualidad de la mode- su simbolismo, es un realismo a su manera que da forma a un pen-
lo para recrearse en la representación realista de la anatomía feme- samiento metafórico que, a diferencia de Zola, va más allá de la
nina, con la que quería exteriorizar ciertos estados de ánimo. Para realidad social.
Pinet todo esto fue posible debido a la subyugación que la fama Además de las contribuciones reseñadas, el catalogo incluye una
de Rodin ejercía sobre sus modelos. detallada cronología y una completa bibliografía.
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Cronología
[1840-1917]
1840. Nace en París, hijo de Jean- Comienza entre ellos una rela- Rodin. Recibe el encargo de rea-
Baptiste, empleado de la prefec- ción tempestuosa que durará lizar un monumento a Victor
tura de policía, y Marie Cheffer, unos diez años. Hugo para el Pantheon de París.
costurera. 1884. La galería George Petit le Participa en la fundación de la
1850. Asiste a la Petit École, escue- dedica su primera exposición. Société Nationale des Beaux-Arts
la de dibujo y artes decorativas. Conoce a Octave Mirbeau. junto a Jules Dalou y otros artis-
1857-1860. Participa en la selec- 1885. Presenta, Daphnis y Lyce- tas.
ción de la École des Beaux-Arts, nia, La Danaide, La mártir, El 1890. Realiza las esculturas Cibe-
pero no es admitido. Comple- baño de Venus. Recibe el encar- les, sobre columna y Faunesa
menta la falta de formación aca- go de realizar un monumento Zoubaloff. Decide el diseño defi-
démica trabajando para artistas conmemorativo a los burgueses nitivo de la Puerta del Infierno.
y decoradores. de Calais. Se rechaza la primera maqueta
1864. Conoce a Rose Beuret, que 1886. Presenta El beso. del monumento a Victor Hugo.
será su amante toda su vida y la Salón de París, creando una enor- 1887. Ilustra una edición de Las 1891. La Société de Gens de Let-
madre de su único hijo. Trabaja me polémica en los ambientes flores del mal (1857) de Charles tres le encarga el monumento a
en el taller de Albert-Ernest artísticos. Baudelaire. Balzac.
Carrier-Belleuse. 1879. Trabaja como diseñador en 1888. Vuelve a trabajar en la 1893. Sucede a Dalou en la vice-
1865. El Salon des Artistes de la fábrica de porcelana de Sèvres manufactura de Sèvres hasta presidencia de la Société Natio-
París rechaza El hombre de la hasta 1882. 1893. nale des Beaux Arts.
nariz rota, que admitirá en 1875. 1880. El Estado francés compra 1889. La galería George Petit 1894. En Giverny, donde es invi-
1870-1871. Es movilizado por La Edad de Bronce y le encar- celebra una exposición conjun- tado por Monet, conoce a Paul
la Guardia Nacional debido a la ga la realización de lo que será ta de Claude Monet y Auguste Cézanne.
guerra franco-prusiana, su mio- la Puerta de lnfierno, la puer-
pía le exime del ejército. ta de un museo que no llega a
1876. Hace un viaje de estudios construirse.
por Italia para contemplar las 1881. Traza los primeros boce-
obras clásicas, especialmente la tos para la Puerta del Infierno.
obra de Miguel Ángel. Estudia en Modela Adán y Eva. Comienza a
unos meses lo que merece años elaborar Mujer en cuclillas. El
en la carrera artística. Estado adquiere San Juan el Bau-
1877. Presenta La Edad de Bron- tista. Es invitado a Londres por el
ce en el Cercle Artistique et Lit- pintor y grabador Alphonse
téraire de Bruselas. En L’Etoile Legros.
Belge se afirma que ha sido rea- 1882. Concluye El pensador, ini-
lizada a partir de un modelado ciado en 1880, y La meditación.
del natural. Esta acusación le per- 1883. Conoce a Camille Claudel,
sigue cuando se exhibe en el que se convierte en su discípula.
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Auguste Rodin
Glosario
en 1906, un momento crítico en el país que pesimistas, pero afectuoso y muy cortés. John,
convertiría a la escultura en un símbolo socia- pintora galesa, fue modelo, traductora y secre-
lista. En 1922 se trasladó al jardín del Hôtel taria del escultor; posó para La musa –de un
Biron, donde puede contemplarse hoy día. momumento a James McNeill Whistler (1834-
Existen diversas reproducciones y preside 1903)–. Con la duquesa de Choiseul, de la alta
cualquiera de los museos que la poseen. sociedad neoyorquina, convive entre 1907 y
1912. Fue su último gran amor, la anfitriona
Personajes mitológicos del Hôtel Biron y quien le convierte en un autor
Rodin suele utilizar referencias mitológicas muy cotizado en el mercado del coleccionis-
como pretexto para llamar la atención sobre mo; ejerció sobre Rodin un control poderoso
una actitud o un episodio de su anécdota his- y excluyente, pero se separaron tras descu-
tórica. Separado de su contexto, el elemen- brirse que hacía negocios a sus espaldas.
to mitológico se humaniza y revela una ver-
dad universal. Son frecuentes las versiones Rainer Maria Rilke (1875-1926) Saca de puntos
de bacantes –adoradoras de Baco que cele- El poeta y escritor austriaco recorrió varias ciu- Procedimiento geométrico para reproducir
braban orgías en su honor–, faunos y fau- dades europeas en busca de estabilidad. A las dimensiones de una pieza modelada en el
nesas, Polifemo –el gigante enamorado de su llegada a París conoció a su admirado Rodin bloque que se va a tallar. Se utiliza una caja
la nereida Galatea–, Cupido y Psique –o el y lo convirtió en su mentor artístico. Se ins- de varillas ortogonales –caja de sacar puntos–
enamoramiento de un dios que salva la dis- taló en la Villa des Brillants como secretario y un compás de escultor para medir las dis-
tancia que le separa de la hermosa humana– del escultor. Casado con Clara Westhoff, alum- tancias entre los puntos o aristas más impor-
o el Minotauro, que se alimentaba de vír- na de Rodin, entre sus obras deben citarse Ele- tantes de la figura.
genes adolescentes. gías de Duino, Los sonetos a Orfeo o las Car-
tas a un joven poeta. Talla directa
La Puerta del Infierno Labrar un material duro –mármol, granito,
En 1880 el Estado encargó a Rodin la puer- Rodin y las mujeres madera, alabastro, marfil, metales repujables–,
ta de un museo de artes decorativas que no Claire Coudert de Choiseul (1864-19??), Hele- con instrumentos cortantes como un cincel,
se haría, en su lugar se construyó una esta- ne von Hildenburg (1878-1944) y Gwen John gubia o formón. Para desbastar la pieza se uti-
ción de ferrocarril, sede actual del Museo (1876-1939) fueron mujeres que enamoraron lizan limas o escofinas, piedras para pulir y
d’Orsay, donde hoy se puede contemplar el o interesaron al maestro a lo largo de su vida. materiales abrasivos hasta alcanzar la pátina
yeso de la Puerta del Infierno, a manera de Con la alemana Von Hildenburg sostuvo una deseada.
trampantojo, en el lugar para el que esta- correspondencia regular que muestran a un
ba destinada. Inspirándose en las Puertas del hombre abrumado por sentimientos grises y Taller de escultor
Paraíso de Ghiberti –baptisterio de Floren- Espacio de trabajo de un artista, en el que con-
cia–, nuestro artista recrea el descenso a los vive con sus ayudantes, alumnos y modelos.
infiernos de Paolo y Francesca, amantes de Un trabajo de taller es el que realizan los ayu-
La Divina Comedia de Dante, a través de dantes o los alumnos bajo su supervisión o a
esculturas con poses convulsas que preten- partir de los dibujos del maestro.
den ilustrar su sufrimiento y el de los otros
condenados y que engarza como un reta- Vaciado
blo laico en dos puertas de grandes propor- Procedimiento de reprodución de escultu-
ciones. Durante veinte años, la puerta sería ras que se realiza aplicando al modelo yeso
una reserva creativa para proyectos que aca- líquido que debe endurecerse para obtener
baron independizándose, como El Pensador moldes que permiten lograr una copia ver-
o El beso. Nunca fundida en vida del artis- tiendo en su interior una colada –material
ta, la Puerta del Infierno permanece a mane- en estado líquido–, como el bronce fundi-
ra de altar mayor y glosa de toda la obra de do. La técnica de vaciado más habitual es la
Rodin. cera perdida.
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I
ris, mensajera de los dioses (1895) fue pensada inicialmente alas, la cabeza– y se representa lo esencial, el movimiento de esa
para coronar una primera versión del monumento a Victor Hugo parte del cuerpo con el que se pretende transmitir un estado de áni-
que no llegó a ser realizado. Partiendo de su carácter mitoló- mo, un carácter: «Cuando los planos de una figura están bien dis-
gico –la joven virgen alada surcaba los cielos a la velocidad del vien- puestos, con inteligencia y decisión, todo está hecho, por decirlo
to portando los mensajes de Zeus y Hera a los mortales–, Rodin infun- así; el efecto total se ha conseguido; los perfeccionamientos que
de a la escultura otro significado: al colocarla sobre la cabeza del vengan después podrían complacer al espectador, pero son casi
escritor, la yuxtaposición de la sexualidad abierta de Iris y la activi- superfluos». Todo ello contribuye a hacer de Iris una representación
dad intelectual constituían una singular metáfora de la creatividad. triunfante de la feminidad en su gozo, una venus rajada, un túnel
Más allá de su naturaleza mítica, Iris exalta la libertad de expre- eterno que es el principio –el origen del mundo– o la sospecha de
sión corporal de una manera desconocida y radical en la escultura una ausencia. El acabado, rugoso, imperfecto potencia la muscu-
de ese momento, tras ser sometida a varias modificaciones, muy sen- latura y nos recuerda al mejor Miguel Ángel: «Desde que llegué a
cillas a primera vista, pero de una potente carga visual y simbóli- Italia quedé súbitamente prendado del gran maestro florentino, y
ca. En primer lugar, Rodin desliga la figura del grupo escultórico y mis obras han acusado efectivamente esta pasión».
quita las alas, la cabeza y un brazo. A continuación, le hace adop- Iris constituye un buen ejemplo del nuevo papel que se atribu-
tar una posición forzada con la pierna derecha elevada, sujeta por ye al desnudo en el arte moderno. En esta escultura, como en sus
la mano, para dirigir el punto de vista del espectador a la entre- dibujos, nos muestra un cuerpo desnudo sin tapujos, sin una mano
pierna de Iris, a su sexo, representado con una audacia transgre- que caiga sobre el sexo y lo oculte, sin velos, como en la descripción
sora en su época y una exactitud casi anatómica, que en las crea- de Ovidio, que lo disimulen; un desnudo al margen de una narra-
ciones de Rodin esconde una intención ulterior: «Cuando un buen ción clásica o mitológica que lo justifique. El resultado fue, para sus
escultor modela un torso humano no representa sólo músculos, sino contemporáneos, obsceno, transgresor, pero para Rodin no era más
la vida que los anima… más que la vida… la potencia que los for- que el cumplimiento de uno de sus dictados: «La clave está en emo-
mó y les comunicó, bien la gracia, bien el vigor, o el encanto amo- cionarse, amar, anhelar, estremecerse, vivir. ¡Ser hombre antes que
roso o la fogosidad indomable». Se prescinde de lo accesorio –las artista!».
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Próximas exposiciones
Dirección
Pablo Jiménez Burillo
Dirección de ediciones
Luis Miguel García Mora
Edición
Tomás Martín de Vidales
Coordinación
María López Fernández
Diseño original
Juan Antonio Moreno
Maquetación
eleuve
Fotomecánica y preimpresión
Cromotex
Impresión
tf. Artes Gráfic as, SA
FUNDACIÓN MAPFRE
ISBN: 978-84-9844-095-9
EXPOSICIÓN
Comisariado
Comisario generaL
Dominique Viéville
Comisario en Madrid
Pablo Jiménez Burillo
Responsables científicos
MUSÉE RODIN
Aline Magnien / sección escultura
Nadine Lehni / sección dibujos
FUNDACIÓN MAPFRE
María López Fernández
Coordinación
FUNDACIÓN MAPFRE
Departamento de Exposiciones
Con la colaboración de Esther Nieto Navas
MUSÉE RODIN
Servicio de Colecciones
Transporte
SIT Transportes Internacionales, SA
LP Art
Seguros
MAPFRE EMPRESAS, Compañía de Seguros y Reaseguros, SA