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Dane Rudhyar El Ciclo de Las Lunaciones PDF
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Introducción
Durante el invierno del año 1944-1945, escribí un libro titulado "THE LUNATION BIRTHDAY" ("EL
ANIVERSARIO LUNAR"), que iba destinado a ser una segunda parte de mi volumen previo "THE
PULSE OF LIFE" ("EL PULSO DE LA VIDA")* publicado en 1942. Mientras que este último
trataba del ciclo anual sobre el que los sabios de la antigüedad edificaron el maravilloso
simbolismo y mitología del zodíaco, el nuevo libro era un estudio del ciclo mensual producido por
las sucesivas conjunciones y oposiciones de la Luna y del Sol. No sólo los dos ciclos, el anual y
el mensual, ocupan una función básica en el intento astrológico de revelar la estructura
fundamental del orden donde los seres humanos confundidos o inquietos la mayoría de las
veces no ven otra cosa sino caos existencial y azar ciego, sino que también estos ciclos anual y
mensual son los prototipos de dos categorías de ciclos: la primera, que trata del movimiento
periódico del factor con relación a un punto teóricamente fijo de partida (el equinoccio vernal en
el caso del año) – la segunda, que tiene que ver con la relación cíclica de 2 cuerpos que se
mueven a diferentes velocidades, pero que se van encontrando con intervalos regulares
(conjunciones-lunas nuevas).
Con el propósito de demostrar que el ciclo sol-lunar del mes es un ciclo tan importante en la vida
de una persona como lo es el ciclo solar anual, fue por lo que usé el termino de "aniversario
lunar". Sin embargo, el editor pensó que el título era "demasiado poético", y en una época en que
me encontraba de viaje y no podía ser localizado, y teniendo que afrontar la fecha tope para un
catálogo, le dió un título nuevo al volumen: "THE MOON: THE CYCLES AND FORTUNES OF
LIFE" ("LA LUNA: LOS CICLOS Y FORTUNAS DE LA VIDA"). Esto fue un título engañoso, ya que
el libro no trataba específicamente de la Luna, sino de la relación entre la Luna y el Sol; y en el
primer capítulo explico lo que significa esta distinción.
Se vendieron mil ejemplares del libro en pocos meses, y una segunda tirada era inminente
cuando el editor decidió interrumpir la publicación de todos los libros relacionados con la
Astrología. Los esfuerzos realizados para encontrar un nuevo editor fueron infructuosos, y a lo
largo de los años que siguieron, desarrollé aún más algunos de los conceptos básicos que había
formulado, particularmente en relación con la descripción de ocho tipos Sol-Luna de personalidad
y las posibilidades de erigir una carta de "Luna nueva antes del nacimiento" y una de "Luna nueva
progresada".
El volumen original, por tanto, ha sido reeditado para incluir este material nuevo; y también sc ha
efectuado una revisión detallada del texto antiguo. El resultado es este volumen nuevo al cual se
le ha dado el título que realmente se ajusta a él en vista de su ampliado alcance. Sólo espero
que con este nuevo formato pueda ser ampliamente divulgado, ya que siento que el tema es
esencial, y que hasta ahora no ha recibido la suficiente atención.
I
La Astrología, el tiempo y los ciclos
La Astrología, una técnica para el estudio de los ciclos vitales
La Astrología se puede definir como una técnica para estudiar los ciclos vitales. Su principal
propósito es establecer la existencia de estructuras regulares en la secuencia de los hechos que
forman parte de la experiencia adquirida interior y exteriormente por el hombre; además, sirve
para utilizar el conocimiento de estas estructuras para poder controlar o darle un significado a
estas experiencias. Una persona adquiere el dominio conforme va aprendiendo a controlar el
génesis, el desarrollo y la periodicidad de sus experiencias. Esta es la meta que pretende
alcanzar el "adepto" o el científico, una meta que consiste en cronometrar con precisión las
acciones y saber ajustarse alas reacciones inesperadas. Por otra parte, conforme le da el
hombre significado a sus experiencias, remitiéndose a sus propios ciclos personales e
individuales o a los ciclos colectivos en general, va desarrollando una actitud consciente e
La Luna –según los antiguos astrólogos– refleja el semblante del Sol, en cierto sentido,
como lo hace un estanque al reflejar el disco solar. Igualmente, la mujer, cuando se
identifica estrechamente con un hombre, normalmente refleja el carácter espiritual-mental,
la "luz", de aquel que fecunda su cuerpo y su psique. La mujer convierte en objetivo y
concreto el poder fecundador del hombre. Cuando está desarrollada mental y
psíquicamente, ella también ayuda a dar sustancia y liberar para poder conseguir la
objetividad, a la visión espiritual-mental de su inspirador; ¿o debíamos decir `in-espirituador"?
El Sol es captado por los animales y por el hombre primitivo, no como un objeto de cierta forma
particular, sino más bien como la fuente de una actividad que es regular y que impone respeto.
Una fuente no es un "objeto"; hay que entenderla mejor como un "lugar" donde sale
de la tierra oscura el agua que da la vida. La criatura ordinaria, cuya vida ha sido posible
gracias a la actividad creadora del Sol, no le mira directamente, ya que eso sería casi un
sacrilegio, y fácilmente podría originar la ceguera. Adora esta fuente y la llama "dios". Al
sol no se le debe mirar, sólo los iniciados pueden hacerlo; hay que vivir bajo su
autoridad con una actitud de devoción y gratitud y, si es posible, hay que imitarle, dentro de
los límites de potencialidad que tiene el hombre para convertirse también en una
f uente de actividad radiante y creadora.
Pero la Luna, cuando está en su fase de Luna llena, sí se le puede mirar a pesar de que
algunos pueblos pensaban que eso podía suponer determinados peligros. En su tibio disco
nos revela la luz y la forma atenuada del Sol. Ella convierte la actividad solar en algo
objetivo, claramente perceptible; lo transforma en algo que se puede analizar. Por lo tanto, la
Luna también es un símbolo de intelecto humano, ya que es la función del intelecto el
objetivizar y analizar las efusiones radiantes del espíritu del hombre.
Pero, por otra parte, para analizar aquello que en sí no se puede afrontar cara a cara sin peligro
de ceguera, es necesario acercarse a la realidad radiante, por decirlo de alguna manera,
indirectamente: es decir, desde muchos ángulos, cada uno de los cuales revela sólo un
pequeño aspecto (o fase) de la actividad total del espíritu. El investigador debería estar
satisfecho de conocer un "nombre" de Dios, Creador de todo, tras otro; un a fase del espíritu
interior tras otra. La investigación intelectual es, por necesidad, un pro ceso gradual, un
proceso "lunar". Por lo tanto, las fases de la luna representan el incremento gradual en la
percepción intelectual, el proceso de gestación mental que objetiviza y le da sustancia a la
iluminación solar directa, cosa que ninguna mente que no este preparada para ello podría
soportar cara a cara.
La actividad creadora del Sol-espíritu se convierte al llegar la Luna llena en un concepto
claro y consistente en la mente del Hombre, quien constituye el cerebro de nuestro planeta, la
tierra. El concepto de la "Luna llena" es un concepto racional, completo y bien formado; es,
desde luego, una imagen distanciada, fría y resplandeciente de la realidad espiritual, sin
embargo, es sólo una imagen. Para el astrólogo-ocultista, la mente es solamente una
imagen objetivizada del espíritu en el hombre; y la Luna es esencialmente su símbolo
celeste. Y al decir "mente", me refiero a esa parte del ser total del hombre que sirve de
intermediario entre el espíritu y la naturaleza físico-instintiva del hombre; aquella parte que
hace posible que el hombre común capte conscientemente y establezca contacto con el Sol
interior, el espíritu creador divino. Sin embargo, no el "concepto" ni el "contacto psico-lunar"
llevan a la identificación directa del hombre con su fuente solar creadora. Se dice que
ocurre tal identificación sólo a través de la "inicia ción", una transferencia directa de
energía "solar" (o logos) desde el iniciador al iniciado.
Por lo tanto, hay que considerar el camino solar como un modo indirecto de logro espiritual. Es
el camino espiritual posible dentro de un universo dualista; la forma de ser de una esfera del
ente en el que el espíritu sólo puede funcionar a través de la dualidad, a través del tipo de
relación existente entre dos elementos compenetrados, a través de los conceptos y de la
objetividad, a través de la forma y del conocimiento. Es una forma de iluminación progre -
siva de revelación por fase, de percepción gradual, fase tras fase de la realidad. Y después
de que se haya conseguido la máxima revelación posible se pasa al periodo de descarga y de
diseminación de lo que se ha aprendido, hasta que la mente y el alma vacía (o confundida) se
carguen de nuevo, paso a paso, con una consciencia creciente de una imagen particular de la
realidad, y así sucesivamente, ciclo tras ciclo, imagen tras imagen.
Estas "imágenes" de la realidad son emanaciones solares espirituales de las "ideas-
semillas". También son lo que un filósofo francés llamó idées-forcés; ya que, al igual que las
semillas, contienen tanto la estructura arquetipo del futuro organismo como la fuerza, que
activada por los rayos caloríficos solares y humede cidas por el agua, transformarán el
arquetipo en un verdadero organismo viviente. Estas ideas son, por tanto, entidades del
terreno espiritual. Son emanadas por el espíritu cuando sea necesaria su existencia; ya que el
espíritu siempre y solamente opera respondiendo a una necesidad. La expresa simbólicamente
el organismo material o personalidad tres días antes de la Luna nueva (la llamada "Luna
balsámica"); y la liberación solar ocurre en la Luna nueva, en la hora más oscura del periodo
lunar. Se necesita, por lo tanto, las dos semanas de la Luna creciente para que se desarrolle la
idea-semilla solar, o imagen, dentro de la matriz lunar de la "mente" (o terreno
psicomental); y en la Luna llena deberá ocurrir la revelación, siendo por tanto satisfecha la
necesidad orgánica personal.
El esquema del ciclo de las lunaciones tal como se ha perfilado, no le da importancia, sin
embargo, a un factor muy fundamental. Este factor, implicado, aunque no se le haya tenido en
cuenta lo suficiente, es: la Tierra. Cuando hablamos del ciclo de las lunacio nes, o de
cualquier ciclo de la relación, damos por hecho siempre, que la base es la existencia de la
Tierra. Las sucesivas conjunciones y oposiciones de los dos cuerpos celestes sólo existen
con referencia al centro de la Tierra (es decir, mientras que tratemos de la astrología tradicional,
que es geocéntrica). Por tanto, el dualismo del ciclo Sol-Luna está producido realmente por una
triple relación: Sol-Luna-Tierra. El factor básico en el ciclo (le las lunaciones no es ni el Sol
fogoso, radiante y liberador de semillas, ni la Luna fría y objetiva, constructora de conceptos o
desarrolladora de cuerpos; en realidad es laTierra cuya necesidad exige la interacción cíclica de
las actividades solares y lunares. Y la astronomía moderna y heliocéntrica explica esto
diciéndonos que la Luna es el satélite de la Tierra. Ella es el satélite o sirviente de la Tierra
en la medida en que ella satisface las necesidades de la Tierra de la única manera en que la
Tierra puede aceptar tal cumplimiento. La Luna administra a los organismos terrestres y a las
personalidades humanas las ideas-semillas solares y potencial solar de la manera en que
puedan recibirlas estas entidades condicionadas por la Tierra. Y pueden recibir el flujo solar sólo
a través de una corriente intermitente, oscilatoria y alternativa. Las criaturas terrestres deben
tener la noche y el día, periodos de sueño y actividad; y también tienen que ser cargadas
en lo más profundo de sus estructuras vitales a través del proceso oscilatorio representado
por el ciclo de las lunaciones.
Diciéndolo de un modo coloquial, no es culpa de la Luna si su luz tiene que crecer y menguar en
el cielo. Lo hace así porque es el modo en que tienen que ser alimentadas normalmente las
criaturas terrestres con el poder solar reflejado. La Luna es la mediadora entre el Sol y la Tierra.
Es, según la terminología psicológica moderna, el ánima que sirve como eslabón entre el ego
consciente del hombre y el espíritu que lo envuelve todo, el Dios interior De la misma manera, no
se le puede culpar a la mujer si su vida y sus sentimientos se ven perturbados porque el óvulo
deba crecer, desarrollarse y desprenderse de cierta manera.
La especie humana en la tierra todavía no tiene de una manera innata el poder para asimilar
directamente la fuerza solar del espíritu y para crear directamente con él, sin la necesidad de
hacerlo mediante la semilla fisiológica; por lo tanto, ya que existe este destino
condicionado por la tierra tiene que haber un ciclo lunar y de las lunaciones, y debe existir el
sexo tal y como lo conocemos.
Tiene que haber dos "Luminarias", una estable y otra que cambie constantemente. Debe haber
un dualismo, pero simplemente porque un tercer factor necesita que intervengan estas dos
"Luminarias" y la corriente alternativa producida por su relación. El ciclo de las lunaciones,
como todos los ciclos de relaciones, es un ciclo que involucra a dos factores que se mueven
con diferentes velocidades y en planos distintos, y cuya relación produzca algunos
resultados definitivos (o "semillas") sobre un tercer factor, la Tierra. Cualquier relación cuya
finalidad no sea la de satisfacerla necesidad de un' tercer factor no tendría significado en
absoluto.
El espíritu es afinidad; y esto es así porque el espíritu es aquél que satisface todas las
necesidades. El espíritu constituye un otorgamiento incesante de dones, una liberación cíclica de
semillas y de logoi. Hay una liberación de semillas donde existe lo que llamamos "vida" o
dualismo de energías: Hay una liberación de logos en el terreno de las relaciones
"polifónicas" múltiples, el campo de la pleroma espiritual o "Eucaristías Creativas". El ciclo
de las lunaciones trata de la "vida".
Como conclusión, déjenme resumir lo discutido anteriormente de la siguiente forma: El ciclo
de las lunaciones es el ciclo de las fases de la Luna. Estas fases están formadas por los
diferentes aspectos que periódicamente presenta la Luna al hombre, sobre la tierra.
Representan, no los cambios acaecidos en la Luna misma, sino los cambios en la relaci ón
angular existente entre la Luna y el Sol tomando como referencia el centro de la Tierra.
El astrólogo interpreta estos hechos astronómicos como sím bolos del proceso de
evolución universal (o de manifestación de la vida) en el que tres factores son fundamentales.
La tierra representa la necesidad existente de materiales dispersados y desinte grados que se
encuentran al final de todo ciclo. Esta necesidad de integración renovada produce una
efusión creadora del espíritu divino, simbolizado por el Sol. La energía solar, sin embargo,
sólo la puede usar y asimilar los caóticos materiales terrestres si se libera gradualmente
durante un proceso de despliegue orgánico es iluminación reveladora de conceptos,
simbolizados por la Luna creciente. El periodo menguante de la Luna representa la disemi-
nación de lo que ha alcanzado la integración lunar en la Luna llena.
Por consiguiente, la Luna es un medio para alcanzar un fin. Es la mediatriz, madre o Musa,
cuya función es abastecer a las necesidades de las unidades en evolución que constituyen
colectivamente la sustancia del ciclo. Ella distribuye el potencial solar (por ejemplo, el alimento y
la energía espiritual) a través de los agentes orgánicos y psicológicos que ella construye para
que satisfagan las necesidades de las unidades materiales en evolución, ya sean células o
personalidades. Por lo tanto, ella es la sirviente de tanto la Tierra como el Sol. Ella libera la
luz del Sol y al hacerlo, sirve a la necesidad de vida orgánica y psíquica de las criaturas
terrestres.
Durante la última mitad de la lunación, el hombre tiene que hacer conscientemente lo que ha
conseguido hacer el espíritu en la oscuridad inconsciente de la fase de la Luna nueva. El
hombre, como individuo consciente, tiene que fecundar a la sociedad. Tiene que diseminar la
semilla de la futura civilización. Tiene que construir el estado del mañana. Ahora él es la
Luna iluminada por el Sol, la relación creadora y compenetrada entre dos entes. Tiene que
desprenderse de su luz para satisfacerla necesidad de su gente, su raza, la humanidad en
conjunto. Al menguar la Luna en el cielo, desaparece el individuo iluminad o para formar
parte de su progenie espiritual. La luz del civilizador está siendo absorbida por el lienzo de
la nueva civilización, la nueva Tierra.
Todos los ciclos de relación se dividen en dos hemiciclos. El hemiciclo creciente es un
periodo de actividad emanada del espíritu o genérico-instintiva que presencia el triunfo de
la "vida". El hemiciclo menguante es un periodo de liberación de significa ción creadora,
individual, consciente y controlada por el hombre, o puede ser, por el contrario, en un sentido
negativo, un periodo de desintegración gradual de los vehículos materiales. El significado clave
de la primera mitad del ciclo es que la acción es espontánea e instintiva; el significado clave
de la segunda mitad es el crecimiento consciente de la significación y del carácter inmortal, y
el único tipo verdadero de crecimiento consciente implica el com partir la significación y la
valía con los demás a través de la formulación adecuada, ya que ningún individuo puede
conseguir la inmortalidad verdadera (personal o social) a menos que sea como participante en la
actividad de alguna entidad inmortal y global.
Así entendido, tanto la Luna nueva como la Luna llena repre sentan, por tanto, comienzos.
La Luna nueva es el punto que inicia el terreno de la "vida", la Luna llena abre el terreno de la
"identidad espiritual" y de la inmortalidad individual del hombre. Contando desde la Luna
llena, tomándola como punto de inicio, los valores angulares de la relación Sol-lunar son los
mismos que interpreté cuando se tomó a la Luna nueva como el punto de inicio. Pero
ahora los aspectos computados a partir de la Luna llena representan los valores humanos y
conscientes, mientras que los que eran calculados a partir de la Luna nueva se referían a
un proceso que intentaba formar la toma de consciencia aunque procedente del "tono"
inconsciente liberado por el Sol.
Vimos que la fase de cuarto creciente cronometraba una crisis en acción, cuando la energía
expansionadora de la relación vital te nía que expresarse tanto como un repudio del pasado (y
de los I ac toros ajenos a la relación) como a través de la construcción de agentes,
organismos o facultades nuevas y concretas. La fase de cuarto menguante simboliza un
momento de crisis en la formulación y también representa el compartir la significación y la
valla con otros seres humanos.
En el sentido negativo, sin embargo, esta fase de cuarto men guante es una época de
desintegración crucial, un desglose de "tono" de la relación. Este tono es un factor
sustentador a través del ciclo, yen cualquier caso su energía gradualmente se agota du rante
la quincena menguante de la Luna; pero donde la iluminación de la Luna llena se ha
recibido positivamente y se ha asimilado por el individuo, aparece una nueva clase de
facultad, la facultad de la significación creadora y de un propósito de voluntad consciente. Esa
facultad se desarrolla como contrapunto a la energía menguante de los instintos. El "tono"
se hace cada vez más débil, pero la energía que proporciona la visión bien fundada y asi-
milada se extiende al ámbito de la amistad del individuo (o "gru po" espiritual) que, a su vez,
sostiene (financiera, social, psicológicamente) al individuo.
Por consiguiente, estamos realmente confrontados en el ciclo de las lunaciones, y en
cualquier ciclo de relación, con dos tipos de energía: la energía del instinto y la energía de
la conciencia creadora. Los aspectos, o fases, dcl hemiciclo creciente son pasos en el
proceso del crecimiento orgánico e instintivo; aquellos del ciclo menguante son pasos en-el
proceso consciente de liberación creadora a través de la cual el individuo iluminado por la
Luna llena gana como mínimo una pequeña porción de inmortalidad. Sin embargo, el tipo
tradicional de astrología no reconoce esta distinción entre los tipos de aspectos, como, de la
misma manera, hace una mención muy vaga de la diferencia entre los aspectos producidos por
los "ciclos de posición" y los formados por los "ciclos de relación".
En otras palabras, los astrólogos dan como norma general el mismo significado a una
cuadratura de "cuarto creciente" que a una de "cuarto menguante". Si la Luna está a un grado
de Cáncer mientras que el Sol esta situado a un grado de Aries, la cuadratura así formada es
una cuadratura creciente; pero si la Luna estuviera a un grado de Capricornio, formaría una
cuadratura menguante con el Sol. Sin embargo, prácticamente todos los astrólogos les
conceden a estas cuadraturas la misma importancia como tales. Por otra parte, si el Sol está a
un grado de Aries, y la Luna está a un grado de Piscis, cada vez acercándose más a la Luna
nueva, el astrólogo dice que la Luna y el Sol forman un semisextil (aspecto de 30 grados). Sin
embargo, la Luna se está acercando al final del ciclo de las lunaciones, pasada su fase
"balsámica". Se le puede ver en el cielo como una "vieja media-luna" a punto de desaparecer en
el resplandor del amanecer, y no como una "nueva Luna creciente" emergiendo del ocaso, como
serla el caso si la Luna estuviera a un grado de Tauro y el Sol a un grado de Aries, una distancia
también de 30 grados.
Esto significa que la astrología normalmente considera la distancia angular (aspecto) entre dos
planetas como un hecho en si mismo, como un factor separado no relacionado con el ciclo de
relación entre estos planetas. Sólo ve y estudia a los aspectos como factores espaciales o
angulares, y no como productos de un movimiento autentico en un tiempo real y experimentable.
Esta es una distinción muy importante, ya que, como ya hemos visto, la visión que tiene el
hombre del tiempo define esencialmente su actitud básica hacia la vida y el espíritu, hacia sí
mismo y hacia "Dios". Lo que hace ordinariamente el astrólogo es retratar una sección
representativa de la corriente eterna y universal de actividad que experimentamos como "el
mundo", y analizar la estructura compleja de puntos y líneas marcados en la fotografía como si
estos fueran factores estáticos.
Disecando así el transcurso del tiempo, el astrólogo analiza la muerte y deja que escape la vida,
al igual que lo hacen los científicos frecuentemente en sus experimentos de laboratorio y en sus
disecciones. Hoy en día, el astrólogo no maneja la experiencia que tienen los hombres en la vida
cotidiana sobre lo referente al cielo y los movimientos cíclicos de los cuerpos celestes. Trabaja
con estructuras-espaciales estáticas, no con funciones dinámicas; trabaja con formas, más
que con fuerzas; con partes en vez de con enteros; con las obligaciones exigidas por el "tiempo
objetivo" y no con la liberación que otorga la "duración subjetiva".
Sólo son en casos contados donde se Ie dan a los aspectos entre planetas'; en una carta astral
moderna, distintos valores según los ciclos reales de movimiento y las velocidades relativas de
los planetas componentes. En la astrología horaria se le da una destacada importancia ala
distinción existente entre los aspectos "que se forman" y los "que se separan", es decir, entre
que planeta de los dos es el más rápido y, por tanto, el que supere al otro, aventajándolo. Pero a
esta distinción no se le da un sentido lo suficientemente amplio, porque no tiene en cuenta
realmente al ciclo completo de la relación formado por los movimientos de estos dos planetas.
El astrólogo horario dirá que si la Luna está a 28 grados de Acuario y el Sol a un grado de
Aries, el semisextil existente entre los dos se está "formando", mientras que si la Luna está a
tres grados de Piscis y el Sol a un grado de Aries, el semisextil es un aspecto "que se está
separando". Pero esto sólo es una vista parcial de la situa ción.
Lo que habría que hacer es diferenciar categóricamente los dos tipos de semisextiles
representados por una Luna en Piscis y una en Tauro en relación con el Sol en Aries, o
entre el tipo de cuadratura que constituye un aspecto "creciente" y otro "menguante". Y esto
se aplica no sólo a los aspectos entre la Luna y el Sol, sino también a los aspectos formados
por cualquier pareja de planetas, especialmente por dos planetas que tienen una relación
polar determinada (tales como Marte y Venus, Júpiter y Mercurio). Tal distinción necesita que
el astrólogo se acostumbre a pensar en términos de ciclos de relación más que en términos de
relaciones angulares estáticas en las que el orden de los planetas relacionados pueda ser
invertido sin alterar la relación.
Sin embargo, como ya indiqué al comienzo de esta primera parte de nuestro estudio, la
experiencia humana y la duración subjetiva que constitye su "alma" no son reversibles. Sólo el
tiempo matemático y abstracto es reversible: y es un símbolo de muerte. La inmortalidad
espiritual no se alcanza haciéndose uno abstracto; es la realización y la semilla de un ciclo que
se ha realizado creativamente. Es la individualidad perpetuada por uno mismo o la
"quintaesencia" de un ciclo completo de duración subjetiva, y no un escape a la
atemporalidad del tiempo objetivo y sus obli gaciones.
Lo que esto significa en la práctica astrológica real se aclarará en los siguientes capítulos.