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La Metáfora en Aristóteles, José Miguel Gambra PDF
La Metáfora en Aristóteles, José Miguel Gambra PDF
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ARISTÓTELES, Opera, ed. I. Bekker, Reimeri, Berolini, 1898.
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Cuando las cosas homónimas son significadas por una sola pala-
bra, no conforme a la misma razón, como acaece con las cosas si-
nónimas, sino a través de razones muy distantes o carentes de toda
comunidad (Fis. VII, 4, 249a23), son homónimas de manera casual
o accidental (Et.Nic. I, 6,1096b27). Por el contrario, cuando las
cosas homónimas son significadas por una sola palabra a través de
razones próximas (Fis., loe. cit.) tenemos lo que se ha llamado
homonimia voluntaria2. La homonimia voluntaria, a su vez, puede
ser de dos especies, en cuanto que la proximidad de las razones o
conceptos puede deberse bien a que una de las cosas homónimas es
causa o efecto de la otra, en cuyo caso reciben el nombre de ho-
2
No he hallado en el Corpus aristotélico ningún lugar en el que éste use la ex-
presión "homonimia voluntaria" (ano dxavoíag, ano npoaipéocws). Sin em-
bargo, algunos autores, como Ramírez, basándose en la contraposición entre lo
casual o accidental y lo voluntario que aparece en la Física (II, 5, 197a 1 y 6),
han empleado dicha expresión, adecuada al espíritu, aunque no a la letra del es-
tagirita.
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monimia "a uno" o "por uno", bien a una analogía, i. e., a que una
cosa es a otra como una tercera a una cuarta (Et.Nic. V, 3,
1131a30 y Top. I, 17, 108a7)3, en cuyo caso se denominan análo-
gos. Los comentadores latinos llamaron equívocos a los homóni-
mos por accidente y análogos a los que significan cosas volunta-
riamente homónimas, y distinguieron dentro de la analogía la de
atribución, que no es sino la homonimia "a uno" o "por uno", y la
de proporcionalidad, que es la homonimia por analogía de
Aristóteles. Los nombres que significan cosas sinónimas fueron
llamados unívocos.
La primera cuestión que aquí se suscita es la de si, en la metá-
fora, los términos significan a través de un único concepto, ya
unívoco (sinónimo), ya análogo (homónimo voluntario), o a través
de varios conceptos (equívocamente o por homonimia casual).
Para responder a esta cuestión en forma adecuada hemos de dis-
tinguir primero los diversos tipos de metáfora. Según Aristóteles,
la metáfora puede producirse por:
la transferencia del género a la especie, o de la especie al género o de la es-
pecie a la especie, o por virtud de lo análogo (Poet. 21,1457b 18).
3
Vid. RAMÍREZ, J.M., De analogía secundum doctrinara aristotélico-
thomisticam, apud S. Dominicum Regalem, Matriti, 1922, t. DI, p. 1098.
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El género es unívoco respecto de las especies desde un punto de vista lógico,
aunque la forma común designada por el nombre es realizadafísicamentede ma-
nera diversa por las especies. Por ello no deja de haber cierta analogía en la no-
ción genérica. Esta analogía real pero no intencional es la que los escolásticos
llamaron de desigualdad (Cfr. Met. X, 8, 1058al ss. y V, 7, 1017al).
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RAMÍREZ, J.M., De Analogía m, pp. 1104-5.
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En este sentido debe entenderse la exigencia de que la metáfora no sea homó-
nima (Ret. III, 2, 1405b6). Cfr. COPE, E.W., An introduction to Aristotles
Rethoric, Georg Olms, Hildesheim 1970, appendix B.
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Cf. RAMÍREZ, J.M., De Analogía, m, p. 1107 ss.
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Como muestra de siglos diferentes, véase: Summa Sophisticorun Elencorum,
en DE RUK, LM.JLogica Modernorum, Van Gorcum, Assen 1962,1, pp. 289 y
293; STO. TOMAS, Summa Theologica, Forzani, Romae 1894,1, XIII, VI; G.
de OCKHAM, Opera Philosophica, University of St. Bonaventure, New York
1974, Summa Logicae, III, 4, 3, p. 757; THOMAS DE Vio card. CAIETANUS,
De Nominum Analogía, cap. Él, p. 25.
9
OWENS, J., The Doctrine ofBeing in the Aristotelian Metaphysics, Pontifical
Institute of Medieval Studies, Toronto, 1978, p. 112.
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En algunas ocasiones Aristóteles señala que la dicción o estilo (Ac£is:) debe
ser análogo a las cosas de que trata (Ret. DI, 7,1408al 1 ss.). Pero esto es muy
diferente a decir que las palabras sean análogas en el sentido de tener varios sig-
nificados. A veces Aristóteles emplea la expresión "decirse por analogía" (KCT'
¿vaXoyíav \4yeoQax) (De Gen. An. 1, 715b20), lo cual tampoco contradice
que lo análogo es sólo una relación entre cosas.
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El carácter voluntario de la metáfora se hace patente por la misma existencia
del verbo "metaforizar" (ji€Ta<t>€p€iv), usado por Aristóteles; no existe, por el
contrario, un verbo que, de manera similiar, corresponda al substantivo "homo-
nimia".
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Cfr. S. MANSIÓN, "«Plus connu en soi», «plus connu pour nous». Une dis-
tintion épistémologique importante chez Alistóte", en Eludes Aristotéliciennes,
ed. J. Follón, Instituí Supérieur de Philosophie, Louvain la Neuve, 1984, pp.
213-21.
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Entre los autores que exigen que la metáfora tome como punto de partida
nombres de cosas sensibles dinámicas (o que se fundamente sobre una semejan-
za de efectos) se encuentran J. M. RAMÍREZ, en una primera etapa (De analogía
secundwn doctrinam aristotelico-thomisúcam, p. 45; De Ordine, placita quaedam
thomistica, Biblioteca de Teólogos Españoles, Salamanca 1963, p. 122). G. B.
PHELAN (St. Thomas and Analogy, Marquete University Press, Milwaukee
1943, p. 37), M. T. L. PENIDO (Le role de l'analogie en théologie dogmatique,
Bibliothéque Thomiste XV, Vrin, París, 1931, p. 42 ss.). En una segunda
etapa, Ramírez mantuvo que puede haber tanto metáforas dinámicas como
estáticas ("De analogía", en Opera omnia T. II, C.S.I.C, Madrid, 1970-72, m,
p. 1497)
15 //. XV, 542; Ret. m, 11, 1412a2.
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Con ello se logra, por un lado, que las metáforas no sean obvias y
provoquen la sorpresa. Así se explica qué, para Aristóteles, las
metáforas que se expresan de manera enigmática, es decir, recu-
rriendo a cosas que no pueden estar juntas16 (Poet. 22, 1458a26),
sean especialmente agradables y provechosas para la enseñanza
(Ret. III, 11, 1412a23). Por otro lado, sin embargo, hay que huir
de las metáforas carentes de toda semejanza, pues, entonces se
provoca la obscuridad y desaparece toda enseñanza (Top. VI, 2,
140a7ss.).
En todo caso, esta recomendación sigue siendo extremadamente
vaga, y no responde a las esperanzas de tener un criterio riguroso
para juzgar sobre la adecuación de la metáfora. Nada tiene esto de
extraño, puesto que para el estagirita el estilo metafórico es un don
de la naturaleza que no puede reducirse a reglas ni enseñarse:
Es importante usar convenientemente cada uno de estos recursos mencio-
nados, por ejemplo, los vocablos dobles y palabras extrañas; pero lo más
importante de todo es dominar la metáfora, esto es, en efecto, lo único que
no se puede tomar de otro, y es indicio de talento; pues hacer buenas me-
táforas es percibir la semejanza (Poet. 22,1459a8).
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Vid. infra apdo. 3.
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CfrJ. M. Ramírez, De Analogía, m, 1496-98
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Aristóteles se aproximó bastante a la diferencia entre significación propia e
impropia del nombre. A veces, como hemos visto, por un lado, habla del sentido
propio de un término; también, por otro lado, usa el verbo TTpooaT|naív€iv, que
bien puede traducirse como cosignificar (De Int. 3,16b6; Ret. 1,13, 1374al3 y
Poet. 22,1457al5). Pero yo no he encontrado pasaje alguno donde contraponga
estos dos modos de significación, o donde use ambas para explicar la metáfora.
19
Sobre el valor estético de la metáfora vale la pena leer el artículo de V.
RODRÍGUEZ titulado "Peculiaridades de la analogía metafórica", Analogía , III,
1989, n. 2, pp. 3-11.
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La posibilidad de convertir las metáforas recalca el carácter voluntario de la
transferencia del nombre. Esta propiedad parece contradecir la exigencia, ante-
riormente expuesta, de que la metáfora se haga desde lo más conocido para no-
sotros. Sin embargo creo que tal contradicción no existe porque la metáfora es
un procedimiento ante todo retórico y poético, y el orden en estas artes no es ab-
soluto, sino relativo a los oyentes (Cfr. J.M. GAMBRA,"La Petición de Principio
en Aristóteles", en Serta Gratulatoria loannis Regulo, Universidad de La
Laguna, en curso de publicación).
21
El enigma consiste, como hemos visto, en expresar lo que se desea recu-
rriendo a términos que no pueden ir juntos. Ahora bien, Aristóteles parece admi-
tir que hay enigmas que no involucran metáfora alguna, pero entonces se trata de
enigmas mal construidos (Ret. El, 2, 1405a3; 11,1412a23).
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"Considerar de cuántas maneras se dice algo es útil para la claridad ... para
que los razonamientos se formen conforme al objeto y no en relación al nombre:
pues, si no es patente de cuántas maneras se dice, cabe que el que responde y el
que pregunta no dirijan su pensamiento hacia la misma cosa; en cambio, una vez
puesto en claro de cuántas maneras se dice y con referencia a qué se propone,
sería digno de risa si quien pregunta no construyera el razonamiento con relación
a esto" (Top. I,18,108al9).
23
STO. TOMAS/n Aristotelis libros Perihermeneias et Posteriorun Analyti-
corum expositio, Marietti, Romae 1955, proemium, n. 376.
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