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La lengua, un mapa de nuestro interior

En el mundo existimos alrededor de 7.5 mil millones de personas, hablando aproximadamente 7 mil
idiomas. Con tanta gente andando por allí, la comunicación es una parte vital del ser humano. El lenguaje
es una habilidad humana que nos ha permitido el desarrollo del ser humano en diferentes aspectos.

Bien sabido es que la comunicación está compuesta por elementos, tales como: EMISOR – RECEPTOR,
quienes están mediados por un CANAL (o medio de trasmisión); que es necesario el uso de un CODIGO
común (lenguaje, por ejemplo); con un MENSAJE (o contenido); que ocurre y responde en un tiempo/lugar
(CONTEXTO); y que necesita una respuesta (RETROALIMENTACION).

Pasamos la mayor parte de nuestro día comunicándonos, ya sea en persona, o por teléfono, redes sociales…
enviamos y recibimos mensajes escritos, orales, y no verbales… es imposible no estar conectado con los-as
demás. PERO la infinidad de mensajes que emitimos se ven envueltos por nuestros sentimientos,
convicciones, creencias, etc. Entonces podemos decir que la lengua es un MAPA de lo que interiormente
imaginamos, pensamos, sentimos y creemos.

Revisando el texto bíblico

La carta de Santiago está considerada entre las cartas generales ya que no se dirige a una comunidad
específica. Esta epístola toma forma similar a los libros sapienciales del Antiguo Testamento, así que aborda
los diversos aspectos sobre los que debe basarse la conducta cristiana a través de dichos sapienciales.

Santiago insta a la comunidad en general a que la vida cristiana se caracterizada por las buenas obras sin
negar la fe; es decir que la fe va acompañada por un estilo de vida consecuente. Uno de los temas que
aborda Santiago está referido a la lengua: su uso y abuso, ya que el mal uso de ella se considerado una
forma de violencia que daña a nuestro prójimo.

En los capítulos 3 y 4, Santiago describe ciertos problemas que se presentaban en la comunidad; daños
ocasionados por el mal uso de la lengua. Santiago cita que algunos “creyendo ser sabios” manifestaban su
sabiduría haciendo gala de sus conocimientos, pero sus obras no reflejaran su fe y amor al prójimo; por otro
lado, había murmuraciones y quienes estaban prontos a juzgar y condenar a los demás.

El comentarista bíblico Thomas Hanks nos dice que Santiago manifiesta su preocupación por los pecados
de la lengua que crean un falso sentido de importancia y seguridad para el opulento, pero que le niegan
dignidad, honor y justicia al pobre y débil1. Son los y las más frágiles quienes sufren los daños que estas
murmuraciones, arrogancias y juicios. En situaciones de violencia, el uso destructivo de las palabras para
insultar, expresar desprecio y, con chismes, destruir la buena reputación y dignidad de los seres humanos
re-victimiza a los y las vulnerables y marginados.

Necesitamos ser conscientes de que las palabras tienen poder, pueden ser para bendecir y sanar al
interlocutor, o para maldecirlo y destruirlo. Jesús, a través del evangelio de Marcos, nos exhorta a prestar
la debida atención y cuidado a nuestras palabras, puesto que “lo que sale del hombre (del corazón) es lo
que contamina” (Mc. 7.20-23).

Santiago menciona un triple dicho de origen sapiencial: ser veloz/listo para escuchar, lento/cuidadoso para
hablar y lento para enojarse, ya que la ira suele ir acompañada de palabras y acciones agresivas. Cuántas
veces en nuestro enojo hemos sido hirientes con los demás, o hemos juzgado fácilmente sin conocer el

1
Hanks, Thomas. El Evangelio Subversivo, comentario exegético social del Nuevo Testamento. 2012. CLIE.
contexto de la situación. O lo que también es grave, cuántas veces nos hemos auto-juzgado y hemos sido
crueles con nosotros mismos.

Al ser seguidores de Jesús, estamos llamados a transformarnos en hacedores de las buenas prácticas
cristianas, aquellas que son luz en la oscuridad, que son vida para nosotros mismos y los/las demás. La
BUENA NUEVA del evangelio también implica meditar nuestras palabras/el uso de la lengua para evitar este
uso destructivo, especialmente con quienes son más frágiles, oprimidos y/o marginados.

Si decimos que la lengua es un “mapa” de nuestro interior, ¿qué tipo de “mapa” dibujamos con nuestro
lenguaje?

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