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¿Qué es el siríaco?
Se trata de un dialecto del arameo, uno de los idiomas oficiales del
Imperio persa. Se hablaba en el norte de Mesopotamia y en los
alrededores de la antigua Antioquía, donde muchos se hicieron
cristianos en el siglo I. El siríaco escrito se hizo común en el
siglo II o III.
SIRÍACA, LITERATURA
Literatura siríaca es el nombre de la literatura de la lengua designada "siríaco" o
"sirio" ("arameo" en el Antiguo Testamento; 2 Reyes 18:26; Daniel 2:4; Esdras 4:7)
y que es de gran importancia en la historia del cristianismo, aunque no tanto por
su contenido sobre la Biblia y su exégesis como por el alto valor de la literatura
cristiana que contiene. Esta definición es válida tanto para las obras originalmente
escritas en siríaco por autores nativos, como para las obras que fueron primero
compuestas en otras lenguas, pero que ahora, habiéndose perdido sus textos
originales, han sido preservadas sólo en traducciones sirias. De este último tipo es
suficiente aludir al descubrimiento de los antiguos evangelios siríacos de Sinaí, a
las Odas de Salomón, o a la lista de "antiguas versiones siríacas de la primera
literatura cristiana griega" dada por Harnack (Litteratur, i. 885-886).
Escritos judeo-paganos.
Una fuente judeo-pagana ha de buscarse probablemente en el relato de Ahikar el
Sabio, un fragmento del cual se ha hallado en uno de los papiros armenios de la
Biblioteca Real en Berlín, mientras que la versión completa se hizo accesible
por F. C. Conybeare, J. R. Harris y A. S. Lewis en su Story of Ahikar from the
Syriac, Arabic, Armenian, Ethiopic, Greek, and Slavonic Versions (Londres, 1898;
cf. BrL, p. 5; F. Nau, Histoire et sagesse d'Ahikar l'Assyrien, París, 1909); Mara bar
Serapión, quien, en una carta a su hijo (y editada primero por Cureton, en
su Spicilegium Syriacum, Londres, 1855), hace del rey sabio de los judíos (es
decir, Cristo) el igual a Sócrates y Pitágoras, fue probablemente un pagano, no un
cristiano (cf. Harnack, Litteratur, i. 763, ii. 701; E. Renan, in JA, IV, xix. 328; F.
Schulthess, en ZDMG, li. 365-391).
Biblia y apócrifos.
Los comienzos de la versión siríaca de la Biblia proceden probablemente de judíos
sirios. A la literatura cristiana o a la gnóstica, más que a la apócrifa o incluso judía,
pertenecen las Odas de Salomón, que fueron editadas primero por J. R. Harris
(Cambridge, 1909), quien también publicó An Early Christian Psalter (Londres,
1909; cf. A. Harnack y J. Flemming, Ein judisch-christliches Psalmbuch aus dem
ersten Jahrhundert, Leipzig, 1910). Entre los apócrifos del Nuevo Testamento
atraen el interés los Hechos de Tomás, que parecen ser de origen siríaco y
pertenecen a la escuela de Bardesanes. Son también notables al contener el
célebre "Himno del alma". Hay considerable duda sobre si la lengua original del
"Libro de las leyes de los países", que también pertenece a la escuela de
Bardesanes, fue la griega, como mantuvo F. Schulthess, o la siríaca, como T.
Noldeke sostiene. A. S. Lewis y H. K. H. von Soden sostienen que
el Diatessaron de Tacianoexistió no solo en siríaco, sino también en griego y que
la influencia de Taciano y su obra fue extremadamente grande sobre el texto del
Nuevo Testamento.
Período de declive.
El siglo XI no produjo un gran autor entre los sirios, pero al XII pertenece Dionisio
bar Salibi, algunas de cuyas numerosas obras han sido publicados en CSCO, II: la
explicación de la misa (por H. Labourt, volumen xciii, 1903), la primera parte del
comentario a los evangelios, (por I. Sedlacek, volumen xcviii, 1906) y el
comentario al Apocalipsis, Hechos y las epístolas católicas (por el mismo, volumen
ci, 1910). En la primera parte del siglo XIII destacó el obispo Salomón de Basra, el
autor del Libro de la abeja (editado y traducido por E. A. W. Budge, en Anecdota
Oxoniensia, volumen i, parte ii, Oxford, 1886), que está lleno de curiosa
información legendaria sobre la Biblia. A este período también pertenece el poeta
Giwargis Warda de Arbela (hacia 1225), pero el más versátil autor de este siglo y
de hecho de todo el rango de la literatura siríaca, fue Abulfaraj, comúnmente
llamado Bar-Hebræus. Abulfaraj fue seguido por Ebed Jesu, el autor de una lista
versificada de literatura siríaca, una colección de cánones y el "Paraíso del Edén",
una imitación de las "Sesiones" de Hariri. El nombre del último escritor de buen
siríaco es desconocido, pero fue el biógrafo del patriarca Yaballah (1281-1317),
quien comenzó una peregrinación desde China a Jerusalén y Europa, siendo
elevado, por sus relaciones con los príncipes mongoles a quienes la Iglesia
siria estaba entonces sujeta, a la dignidad de patriarca. Varios siglos pasaron
antes de que la literatura en siríaco moderno comenzara.
Literatura traducida.
Traducciones siríacas del pahlavi incluyen la famosa "Calila e Dimna", mientras
que los Salmos, con los cánones de Mar Abha, fueron traducidos del siríaco al
pahlavi. La versión siríaca de las pseudo-Callistenes (editada y traducida por E. A.
W. Budge, The History of Alexander the Great, Cambridge, 1889) estaba basada
en el original griego, mientras que, por otro lado, algunos escritos siríacos,
notablemente los de Efrén, fueron traducidos al griego. Una segunda recensión
siríaca de "Calila e Dimna" fue encontrada en una versión árabe en lugar de una
pahlevi (edición de W. Wright, Book of Kalila and Dimna, Londres, 1884) y a una
fuente similar pertenece la "Historia de Sindban o los Siete Sabios Maestros"
(editada y traducida por F. Baethgen, Leipzig, 1879). Muchas obras siríacas han
sido traducidas al armenio, árabe y copto. Por ejemplo, las homilías de Afraates
fueron durante mucho tiempo conocidas por su versión armenia, aunque, antes del
descubrimiento de su original siríaco, fueron atribuidas a Jacobo de Nisibis. Aún
otras obras, tales como el comentario de Efrén al Diatessaron de Taciano, se han
perdido en siríaco y sólo se conocen por las versiones armenias.
Literatura jurídica.
La literatura jurídica de los sirios se interesó por el derecho civil y eclesiástico y fue
especialmente importante dado que los obispos y otro clero eran los
representantes de su pueblo bajo los gobernantes iraníes y musulmanes. Para la
literatura más antigua se puede hacer referencia a BrGr y otras publicaciones de
categoría son C. G. Bruns y E. Sachau, Syrisch romisches Rechtsbuch aus decm
funften Jahrhundert, Leipzig, 1880; O. Braun, Buch der Synhados, Stuttgart, 1900;
J. B. Chabot, Synodicon orientale, París, 1903; y el Nomocanonde Ebed Jesu. Hay
también una gran colección de leyes, cuyo original griego parece fecharse desde
el reinado de Basilisco (475-477), mientras que su versión siríaca ha sido
traducida al armenio, georgiano y árabe (cf. E. Sachau, Syrische Rechtsbucher
herausgegeben und übersetzt, i, Berlín, 1907, que contiene las leyes
de Constantino, Teodosio y León; igualmente "Ueber ältere syrische
Rechstliteratur der Nestorianer und im besonderen über das Buch der richterlichen
Urteile des im Jahre 705 gestorbenen Patriarchen Chananischo," en SBA, 1904; E.
Sachau y L. Mitteis, "Ueber drei neue Handschriften der syrisch-römischen
Rechtsbucher" ib. 1905, publicada también separadamente; D. H. Mtiller, Das
syrischr-römische Rechtsbuch, Viena, 1905; J. Kohler, "Altsyrisches," XL 10
en Zeitschrift für vergleichende Rechtswissenschaft, xix., partes 2-3; V. Aptowitzer,
"Die Rechtsbücher der syrischen Patriarchen und ihre Quellen" en Wiener
Zeitschrift für die Kunde des Morgenlandes, xxiv, partes 2-3). Mucha importancia
se asocia a las traducciones siríacas de los cánones de los antiguos siglos de
la Iglesia (edición de F. Schulthess, "Die syrischen Kanones der Synoden von
Nicæa bis Chalcedon nebst einigen zugehörigen Documenten," en GA, volumen x,
parte 2; cf. también F. Nau, Ancienne litterature canonique syriaque, iii, París,
1909). Entre los cánones de los obispos individuales, de interés más limitado,
merecen especial atención los de Jacobo de Edesa, Juan bar Cursus (BrGr),
Timoteo I (traducción de F. Labourt, Les Canons ecclésiastigues du patriarche
nestorien Timothée I, París, 1908) y Simeón de Revardeshir (c. 650; cf. A.
Reicker, Die Canones des Simeon von Revardesir, Leipzig, 1908; ver también W.
Wright, Notulæ Syriacæ, páginas 3-11, n.p., 1887). Ha de señalarse que algunos
cánones siríacos son traducciones del persa.
Tratados históricos.
La literatura histórica de los sirios comienza con la leyenda del rey Abgar, que
Eusebio incorporó en su Hist. eccl. Esta literatura incluye obras de gran
importancia, entre ellas la traducción de la historia de Eusebio ya mencionada, una
versión hecha tal vez durante la vida de su autor. El calendario de la Iglesia en
Nicomedia está preservado en el "Martirologio sirio" (primera edición de W. Wright,
en Journal of Sacred Literature, viii. 45, 423; también R. Graffin y L. Duchesne, en
ASB, Nov., volumen ii, 1, páginas lii-lv). El Acta Martyrum et Sanctorum, editado o
reeditado por P. Bedjan, llena siete volúmenes (París, 1892-97), incluyendo la
colección de Marutas, obispo de Maiferkat, sobre los mártires persas. El
conocimiento histórico y geográfico que puede ser obtenido mediante esas actas
está bien ilustrado por G. Hoffmann en Auszuge aus syrischen Akten persischer
Martyrer (Leipzig, 1880). Un buen tipo de leyenda histórica es la de Alexis, "el
hombre de Dios" (cf. A. Amiaud, La Légende syriaque de saint Alexis, l'homme de
Dieu, París, 1889; T. Noldeke, en ZDMG, liii. 256-258); mientras que para una
biografía histórica auténtica la referencia puede ser la de Rábula. Además, hay un
gran número de crónicas, en gran parte revisiones y continuaciones de la obra de
Eusebio (cf. F. Macler, "Extraits de la chronique de Maribas Kaldoyo" en JA, mayo-
junio, 1903, páginas 491-549). Tres partes de la Chronica minora han sido
editadas y traducidas por E. W. Brooks, J B. Chabot e I. Guidi en CSCO, ser. iii,
volumen iv, partes 1-3) y de especial valor es también la edición príncipe que L. J.
Delaporte hizo de La Chronographie d'Élie bar Sinaya, metropolitain de
Nisibe (París, 1910). Mediante los escritos de Juan de Éfeso se abrieron nuevos
campos para la historia eclesiástica; la "Crónica" de Josué el Estilita (edición de
W. Wright, Londres, 1882); la "Crónica de Edesa" (editada y traducida por L.
Hallier, en su Untersuchungen über die edessenischc Chronik, Leipszig, 1892); la
historia eclesiástica de Zacarías Retor (traducción inglesa de F. H. Hamilton y E.
W. Brooks, The Syriac Chronide, known as that of Zachariah of Mitylene, Londres,
1899; cf. también K, Ahrens y G. Kriiger, en Scriptores Sacri et Profani Seminarii
Philologici Jenensis, iii, Leipzig, 1899; la "Vida de Severo" fue editada y traducida
por A. Kugener en PO, volumen ii, parte 1; cf. además, A. Kugener, en ROC, 1900,
partes 2-3, J. Gwynn, en Hermathena, xi, no. 24; el texto siríaco incluye la leyenda
de José y su esposa, Asenat); la leyenda de los Siete Durmientes de Éfeso (cf.
también M. Huber, Die Wanderlegende von den Siebenschläfern, Leipzig, 1910);
una descripción de Roma en relación con la guerra de Totila y un relato del mundo
basado en Ptolomeo. Entre las novelas históricas está la historia de Juliano el
Apóstata, que fue editada por G. Hoffmann (Julianos der Abtrünnige, Leiden,
1880), mientras que una complicada historia la asocia a la denominada "Crónica"
de Dionisio de Tell Mahre (cf. H. G. Kleyn, en Feestbuundel aan Prof. M. J. de
Goeje, páginas 57-75, Leiden, 1891; F. Nau, Nouvelltes études sur le chronique
attribué a Denys de Tellmahré, París, 1896; Bulletin critique, 1897, páginas 54-58;
JA, viii. 2; ROC, 1897; la cuarta parte de la crónica en cuestión fue editada por J.
B. Chabot, París, 1895).
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