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APORTES PARA EL ANALISIS ESPACIAL DE LA VIOLENCIA

(especialmente la doméstica)
Lic. Mónica Colombara (1)
Prof. Viviana Pelizzari (2)

La tierra del silencio es la que hace el


humus más fértil. Si el crimen no se
nombra es menos crimen porque la
palabra es el primer testigo incómodo.
Griselda Gambaro. Ganarse la muerte.

Los procesos de transformación social y cultural


contemporáneos generan nuevos campos de investigación
cuyos cuadros de referencias exigen un constante análisis y
elaboración teórico-metodológica.

La violencia es un problema social grave que afecta a todos los


sectores, su ocurrencia se relaciona con una combinación de
factores interpersonales, interaccionales, sociales y culturales y
se manifiesta de diversas formas y matices.

El presente trabajo focaliza la atención en la denominada


violencia doméstica por su impacto creciente en la conciencia
comunitaria y por la necesidad de un abordaje interdisciplinario.
Primero aborda algunas precisiones terminológicas y plantea el
enfoque teórico y metodológico utilizado para su análisis;
posteriormente se presentan experiencias obtenidas de las
historias de vida consultadas y de los grupos de ayuda mutua en
los que se participó como observadoras. Tales experiencias
permiten inferir que los hogares, en esas circunstancias, se
transforman en territorios del miedo.

La violencia doméstica, la que ocurre en el espacio familiar


inmerso en la vida cotidiana, trasciende del espacio privado al
público. El fenómeno existe y tiene consecuencias sociales,
económicas y políticas para el conjunto de la sociedad. Esto
implica cuestionar la creencia generalizada de que lo que sucede
dentro del ámbito de una familia es una cuestión absolutamente
privada.

La violencia y el maltrato dentro de la familia es un fenómeno


complejo, multifacético y extendido: violencia conyugal, maltrato
infantil, abuso sexual intrafamiliar, maltrato a personas ancianas
y a discapacitados son algunas de las manifestaciones más
frecuentes. Se encuentra en todas las clases sociales y en todos
los niveles socio-educativos. Adopta diversas formas: maltrato

1
Universidad Nacional de Lomas de Zamora – ISFD 41 de ALTE. BROWN
2
ISFD 41 de ALTE. BROWN

1
físico, maltrato psicológico, abuso sexual, abandono y
negligencia.

Según Corsi (1994, 9) es probable que la violencia familiar sea


un valor cultural con raíces profundas que caracteriza la relación
entre los más fuertes y los más débiles y que se transmite de
una generación a otra, a través de los canales habituales -la
familia, el juego, el deporte, las instituciones educativas- y,
últimamente, con el poderoso refuerzo de los medios de
comunicación.
Poder es la capacidad de afectar a otras personas; influencia es el uso
de esa capacidad; control es la forma exitosa del uso del poder. La
violencia es una forma de ejercicio del poder mediante el empleo de la
fuerza. Para que la conducta violenta sea posible, tiene que darse la
existencia de un cierto desequilibrio de poder, que puede estar definido
culturalmente o por el contexto, o producido por maniobras
interpersonales de control de la relación.

La violencia doméstica o familiar alude a todas las formas de abuso


que tienen lugar entre los miembros de una familia. Se considera
relación de abuso a aquella forma de interacción que, enmarcada en un
contexto de desequilibrio de poder, incluye conductas de una de las
partes que, por acción u omisión, ocasionan daño físico y/o psicológico
a otro miembro de la relación. Para que una situación familiar sea
considerada como un caso de violencia familiar, la relación de abuso
debe reiterarse periódicamente o manifestarse en forma crónica.

Se reconocen distintas categorías de violencia familiar.


1-Maltrato infantil, comprende cualquier acción u omisión, no
accidental, que provoca daño físico o psicológico a un infante por parte
de padres o adultos.
2- Maltrato a los ancianos, se refiere a todo acto intencional de un
miembro de la familia que provoque daño físico o psicológico a un
anciano.
3- Violencia conyugal o marital, abarca las situaciones de abuso
reiterado que afectan a un hombre y una mujer íntimamente
relacionados, aún cuando no estén legalmente casados. Puede ser: a)
maltrato hacia la mujer: es el caso más frecuente de violencia familiar.
b) violencia recíproca o cruzada. c) maltrato hacia el hombre, es el
abuso menos frecuente. De estos tres tipos, el presente trabajo focaliza
la atención en el primero.

Para encontrar una explicación de la violencia familiar suele caerse en


excusas facilistas como el alcohol, la droga, la culpabilidad de la
víctima, o psicopatologías. Pero una persona se desarrolla en distintos
contextos, por lo tanto, en este problema social las causalidades deben
ser buscadas en dichos contextos.

Corsi basándose en una investigación sobre desarrollo humano de


Brofenbrenner (1987) propone considerar un modelo ecológico para no

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aislar a la persona de su contexto social. Según este modelo una
persona se desarrolla en tres contextos:
1. Macrosistema, abarca patrones generalizados en la base de la
sociedad tales como las formas de organización social, tipos de
creencias, por ejemplo, la cultura patriarcal.
2 Exosistema, formado por la comunidad más próxima, por ejemplo, la
escuela, la iglesia, el ámbito laboral.
3. Microsistema comprende la red vincular más próxima a la persona.

El espacio social es producido por la sociedad que en él se


reproduce, en diversos niveles de relaciones sociales; se
concretiza en lugares sociales, construidos o conquistados en la
interacción del movimiento tiempo/espacio, en que son
generadas las formas de organización social.

El espacio social se entiende como la realidad producida por la


materialización de la existencia social, por medio de la
realización integral de la vida en su proceso de desarrollo
ininterrumpido.

Espacio y tiempo constituyen las dimensiones materiales de la


vida cotidiana; todo ocurre en un lugar y un momento concretos.
El espacio doméstico, el hogar, es un lugar dotado de valores y
significado, adquiere connotaciones que superan a las del mero
alojamiento. En el proceso de relaciones de género, es un
espacio social construido por varones y mujeres en sus vínculos
cotidianos y donde se ejercen mecanismos de dominación.

García Ballesteros, A. (1994) considera la vida cotidiana como


una construcción social limitada, formada por la conducta, los
significados y el contexto.

El estudio de lo cotidiano implica un cambio de escala del


análisis espacial. El lugar es la categoría de análisis apropiada
para ello. Siguiendo a Milton Santos se impone la necesidad de
encontrarle nuevos significados (1996, 252). El orden local funda
la escala de lo cotidiano y sus parámetros son la co-presencia, la
vecindad, la intimidad, la emoción, la cooperación y la
socialización con base en la contigüidad. (1996, 272).

Lugar es el “foco central de la investigación geográfica de la vida


cotidiana”(Sabaté Martínez y otras, 1996, 287) dado que es el
entorno donde se concreta la red de actividades, relaciones y
afectos. El lugar es “la expresión de un estar junto sensible” de
un tiempo que se cristaliza en el espacio (Soares Barcellos
citado en Mezquita, 1995, 47). Cada lugar se define tanto por su
existencia corpórea como por su existencia relacional.

En el lugar, dice Yi Fu Tuan (1986, 286), se manifiestan los lazos


afectivos de los seres humanos aunque con diferencias en
intensidad, sutileza y modos de expresión. Asume muchas

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formas y varía en amplitud emocional e intensidad. Si bien puede
ser un concepto difuso es concreto como experiencia personal.

El carácter del lugar, es por tanto, una unidad cognitiva


estructurada que integra una combinación de significado,
dotando al territorio de un sentido único. La estructura del
carácter del lugar se articula sobre dos grandes fuentes de
significación: una, sobre los significados asociados a las formas
y elementos físicos del entorno; la otra, sobre los significados
ligados a las actividades y la vida de la gente.

Porque cada cual ejerce una acción propia, la vida social se


individualiza, y porque la contigüidad es creadora de comunión,
la política se territorializa con la confrontación entre organización
y espontaneidad. El lugar es el cuadro de referencia pragmática
del mundo, del cual le viene solicitudes y órdenes precisas de
acciones condicionadas, más es también el teatro insustituible
de las pasiones humanas, responsables, a través de la acción
comunicativa, por las más diversas manifestaciones de la
espontaneidad y la creatividad. (Santos, 1996, 258). En el lugar,
cooperación y conflicto son la base de la vida en común.
El conflicto es un factor participante en cualquier grupo de personas.
Dada la inevitabilidad del conflicto, el centro de la cuestión pasa a ser
el método utilizado para la resolución. El hogar – como lugar donde se
materializan las relaciones interpersonales y familiares- es un medio
especial para la emergencia de conflictos entre sus miembros
otorgándole significado al mismo. El conflicto puede expresarse bajo
formas muy disímiles, siendo la resolución violenta sólo una de ellas.

Agresividad es la capacidad humana para oponer resistencia a las


influencias del medio. En tanto agresión es la conducta mediante la
cual la potencialidad agresiva se pone en acción. Las formas que
adopta pueden ser motoras, verbales, posturales, gestuales, etc. Dado
que toda conducta es comunicación, lo esencial de la agresión es que
comunica un significado agresivo. Por lo tanto, tiene un origen
(agresor) y un destino (agredido).

Un golpe, un insulto, la rotura de un objeto, para que puedan ser


definidas como conductas agresivas deben cumplir con otro requisito:
la intencionalidad, es decir, la intención, por parte del agresor de
ocasionar un daño.

El ser humano no reacciona frente a los estímulos sino frente a la


interpretación que hace de ellos. Es decir, para poder entender una
conducta agresiva, el observador externo necesita saber cuál es el
significado que el sujeto le adjudica a la situación.

El sujeto construye permanentemente su realidad, adjudicándole


significados, en función de los cuales se estructuran sus conductas.
Una persona agresiva es aquella que tiende a percibir los datos de la

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realidad como provocadores o amenazantes y, frente a tal construcción
cognitiva, reacciona con conductas de ataque y defensa.

Hombre golpeador se considera al que ejerce abuso físico y/o


emocional y/o sexual contra su esposa o compañera. Existe una
concepción de género muy marcada. La mujer es de su propiedad y
siente que tiene que mantener su poder sobre ella de cualquier modo.
Hay una variada gama de recursos agresivos mediante los cuales un
hombre intenta resolver situaciones planteadas con su esposa o
compañera. No está relacionado con la posición social ni económica. El
hombre aprende a ser violento. Generalmente se forma en un hogar
violento con menosprecio hacia la mujer.

Por su parte, mujer golpeada o maltratada es aquella que sufre


maltrato intencional, de orden emocional, físico y/o sexual, ocasionado
por el hombre con quien mantiene un vínculo íntimo. Esta mujer siente
traspasada la frontera de su inviolabilidad personal, se genera en ella
un sentimiento de inseguridad e impotencia.

Las personas sometidas a situaciones crónicas de violencia dentro del


hogar presentan una debilitación gradual de sus defensas físicas y
psicológicas, lo cual se traduce en un incremento de los problemas de
salud (enfermedades psico-somáticas, depresión, etc.) o en una
marcada disminución en el rendimiento laboral.

Los niños y adolescentes, que son víctimas o testigos de violencia


familiar, frecuentemente presentan trastornos de conducta escolar y
dificultades en el aprendizaje. Asimismo, los niños que aprenden en su
hogar modelos de relación violentos tienden a reproducirlos. Por
ejemplo, un alto porcentaje de menores con conductas delictivas
proviene de hogares violentos. Un alto porcentaje de los asesinatos y
lesiones graves ocurridos entre miembros de una familia son desenlace
de situaciones crónicas de violencia doméstica.

Estas son algunas razones por las cuales el problema de la violencia


familiar no puede seguir siendo entendido como una cuestión privada,
ya que la salud, la educación, el trabajo, la seguridad, son cuestiones
públicas y comunitarias. Por lo tanto, un factor potencialmente
perturbador para todas esas áreas debe ser considerado como un
problema que afecta a todos, en cuanto integrantes de una comunidad.
Para abordar estas cuestiones teóricas se investigó desde una
actitud participativa. En el trabajo con mujeres golpeadas o
maltratadas, es prácticamente imposible no participar. En
contacto directo con esa realidad y por intermedio de la reflexión
sobre las investigaciones realizadas, se puede comprender
cómo son construidas las dimensiones del espacio social.

En otras palabras, el procedimiento metodológico se basó en la


investigación participante y en el análisis e interpretación de

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historias de vida, análisis de denuncias, grupos de autoayuda y
estudios de prevalencia

El compromiso fue participar en los grupos de reflexión y de auto


ayuda de las mujeres violentadas para corroborar la hipótesis
inicial de que el hogar, en tanto lugar es, además de cooperación
y afecto, expresión de conflictos muchas veces resueltos con
distintas formas de agresión.

Un último párrafo, en los países hispanoparlantes, la violencia


familiar es tratada como problema desde hace poco más de una
década, dando lugar a diversas iniciativas que, de acuerdo con
las peculiaridades regionales, han enfatizado alguno u otro
aspecto del problema. En distintos países latinoamericanos
existen programas de asistencia y de prevención de la violencia
familiar, frecuentemente ligados a iniciativas de organizaciones
no gubernamentales (generalmente fundaciones). En el contexto
de la región son prácticamente inexistentes los casos de
políticas oficiales que intenten dar una respuesta global al
problema. En Argentina, en los últimos años se han desarrollado
varios programas de asistencia y prevención de la violencia
familiar, algunos focalizados en el tema de maltrato y abandono
infantil y otros, en el tema de la violencia conyugal.

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Historias de vida

María Mercedes, 37 años, casada con un agente de la Policía


Federal, 2 hijos (uno de 16 años y otro de 9 años):

Estuvo internada en el Hospital Churruca con diagnóstico


de depresión pos parto. Soportó los golpes y el maltrato
desde el primer embarazo:....”estando embarazada de mi
segundo hijo me golpeaba y me apuntaba con el arma en
la cabeza amenazándome de muerte“.

En enero de este año, el padre golpea severamente al


hijo menor, eso la decide a hacer la denuncia en la
Fiscalía y solicitar la exclusión del hogar. A pesar de eso
–dos meses después- continúa durmiendo en la misma
cama “aunque no pasa nada para no empeorar la
situación”. Desde entonces “no puedo beber nada cuando
él está en casa porque intentó drogarme dos veces”.

Ana, chaqueña, tiene 44 años, dos hijas de 22 y 12 años de


edad del primer marido que viven con su abuela, y dos hijos de 4
años y 18 meses que viven con ella y su actual marido, puntano,
metalúrgico.

Los golpes e insultos empezaron en el embarazo ...”me


golpeaba en piernas, pechos y otros lugares”...”me agarra
de atrás y desprevenida, sin motivo, me descoloca, me
da de costado y de atrás”....”a veces me patea en el
traste cuando preparo el desayuno en la madrugada”. El
ciclo de la violencia está expresado en las siguientes
palabras “el golpe lo calma, después viene un período de
calma hasta que vuelve a comenzar”.

Analía, tucumana, maestra, 28 años de edad, 4 hijos (uno de 9


años de una pareja anterior), los del marido actual son de 5 y 3
años y 10 meses de edad.

Ella se escapa de Tucumán a Buenos Aires embarazada


y con los cuatro hijos buscando refugio en la casa de su
abuela.....”mi mamá y mi abuela también fueron mujeres
golpeadas, mi bisabuela murió quemada por el marido”.

El marido, santiagüeño, ex-torturador, “cuando me miraba


enojado me hacía encima”...”las relaciones sexuales eran
violaciones, él me controlaba la menstruación, sólo quería
tener hijos....yo tomaba pastillas a escondidas”.

Analía al llegar a Buenos Aires aborta, consigue trabajo


como preceptora en dos escuelas, alquila un
departamento en Once con la ayuda de la madre, y envía
a los hijos a doble escolaridad. El marido la encuentra,

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ella lo denuncia por malos tratos en la Comisaría de San
José de Temperley. “El insiste en volver, me envía cartas
de amor para volver juntos”.

Mabel, 35 años, tres hijos varones (de 14, 12 y 5 años de edad),


enfermera, marido paraguayo.

Con respecto al marido dice: ...”trabaja cuando quiere, le


gusta tomar”. La controla y la insulta delante de los hijos
”¿de dónde venís a esta hora? ¿con quién te
revolcaste?“...“también me amenaza de muerte“.....“los
chicos ahora también me agreden”.

Hizo la denuncia por malos tratos en la Comisaría, allí la


convencen de que sólo haga la exposición. Vuelve a la
casa, reincide con su marido, “no necesito sexo, necesito la
casa con mis cosas” pero “me siento sola, la sociedad no
me comprende, me da ganas de suicidarme”. ..”tomo todo
tipo de medicamentos”.

La memoria es selectiva, tratan de no acordarse. Hay confusión.


Cuando escriben comienzan a recordar.

Griselda, 31 años de edad, tiene fobias, la calle le da miedo.

“Cuando empecé a escribir (se refiere a la historia de vida)


me di cuenta de que me han jodido, no sólo él sino todos, al
comienzo sólo lloraba hasta que me aflojé y comencé a
recordar hacia atrás, pero no más allá de los quince años,
con un episodio con mi papá, muy violento. El fue quien me
llevó a hacerme un aborto”.

Rosa, de 25 años, un hijo de 9 años, vive en Glew, también


manifestó tener fobias.

“Me da miedo estar entre mucha gente, no puedo ir a las


fiestas de mi hijo en el colegio, tampoco puedo estar con las
otras madres a la salida del colegio”...”para viajar en tren o
en colectivo necesito que me acompañen”.

Cuando deciden salir de la situación de violencia, a luchar por


ellas, en general la emprenden por sus hijos; les cuesta pensar
en ellas. Temen que sus hijos también sean violentos y/o
violentados; es lo que las lleva a buscar ayuda y tratar de salir.
Reconocen la fuerza y el apoyo de los grupos de auto-ayuda, la
necesidad de hablar, sentirse contenidas, aprobadas y cuerdas.

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A modo de conclusión

Entre las primeras apreciaciones que se podrían hacer luego de


incursionar en el análisis espacial de la violencia doméstica se
puede decir que:
la violencia doméstica o familiar es un problema social grave que
afecta a todos los sectores sociales; su ocurrencia se relaciona con
una combinación de factores interpersonales, interaccionales,
sociales y culturales.

el hogar entendido como lugar - y definido éste tanto por su


existencia corpórea como por su existencia relacional – puede
transformarse en territorio del miedo para todos(as) aquellos(as)
que viven una situación de subordinación o sometimiento,
generando sentimientos de inseguridad e impotencia.

la violencia que ocurre en el espacio familiar (ámbito privado)


trasciende al espacio público demandando la generación de
políticas públicas al respecto y la intervención gubernamental y no
gubernamental para su tratamiento. Por ende, se cuestiona la
creencia generalizada de que lo que sucede dentro del ámbito
familiar es una cuestión absolutamente privada.

Ante la experiencia y el análisis, ¿es válido hablar del hogar como


territorio del miedo cuando se dan problemáticas como las
planteadas precedentemente?. El miedo de las mujeres no es
“aespacial”; el lugar con mayores probabilidades de ser escenario
de una agresión sexual es el propio domicilio de la víctima (Sabaté,
1995, 299). La presentación de este paper tuvo por finalidad
introducir el tema y ponerlo a discusión para seguir avanzando en
su análisis.

9
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