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Métodos de investigación y

estadística en psicología

Hugh Coolican

Editorial Manual Moderno

México, 2005

ISBN: 970-729-160-5

Este material se utiliza con fines


exclusivamente didácticos
MÉTODOS CUALITATIVOS: PROBLEMAS CON EL POSITIVISMO

Este capítulo presenta un resumen de las objeciones cualitativas de los investigadores al actual modelo de
investigación (empirista, hipotético-deductivo y cuantitativo) y se compendian los esfuerzos recientes por
introducir en la psicología un nuevo paradigma general de investigación. Aquí, los métodos no son sólo un
conjunto de procedimientos alternos, sino que se incorpora una crítica filosófica fundamental al punto de
vista predominante.

• Los métodos cuantitativos tradicionales con frecuencia han producido resultados relativamente
artificiales y estériles, inaplicables a las realidades de la vida humana cotidiana.

• Los métodos alternos que aquí se presentan acentúan la cercanía con los participantes y la riqueza de
información producida cuando se emplean procedimientos de recopilación de datos que permiten respuestas
libres y naturales de los participantes, a menudo a manera de plática irrestricta. Casi todos los métodos hacen
hincapié en que debe permitirse que surjan nuevos temas y teorías de los datos cualitativos.

• La teoría fundamentada exige análisis exhaustivos de los datos para extraer el marco explicativo
“local” más completo (es decir, no generalizado, sino peculiar de estos datos específicos).

• El análisis fenomenológico interpretativo intenta describir la perspectiva y comprensión que un


individuo tiene del mundo y al mismo tiempo reconoce la función constructiva del investigador en la
interpretación de la experiencia de ese individuo.

• La psicología del discurso (versión del análisis del discurso) se enfoca en las formas en que las personas
construyen versiones individuales de los sucesos y realizan “actos verbales” en sus conversaciones.

• El análisis temático reúne datos cualitativos y reconoce la mayor parte de las objeciones cualitativas al
paradigma cuantitativo, pero analiza datos cualitativos a la luz de la teoría anterior y puede utilizarlos para
probar una hipótesis.

• La etnografía procede de la sociología y es la base de la observación participante.

• La investigación participativa hace que los participantes incidan en el proceso de investigación y valida
los hallazgos en función de su reconocimiento. En la investigación en colaboración, los participantes
realizan en buena medida su propia investigación bajo la orientación del investigador, quien actúa más como
consultor.

• La investigación de la acción supone la intervención en los sistemas humanos y reconoce la facultad del
investigador para efectuar el cambio benéfico.

• La reflexividad supone la reflexión del investigador sobre la función de sus propias premisas y sesgos
previos, en la elaboración y redacción del proyecto de investigación y exige que el autor medite sobre la
influencia que la metodología y el análisis adoptados pueden haber tenido en la construcción de los
hallazgos de la investigación.

• La investigación psicológica feminista subraya y ha promovido sustancialmente los métodos de


investigación cualitativa y participativa arguyendo que éstos han sido relativamente descuidados por la
corriente masculina que imperó en el desarrollo de la investigación psicológica, antes de que la psicología
feminista empezara a influir.

LA PSICOLOGÍA Y EL PARADIGMA POSITIVISTA

En el capítulo 2 se hizo surgir una controversia. Al principio de ese capítulo se adoptó el punto de vista
convencional de que los métodos en la psicología tienen mucho que ver con la búsqueda de indicadores

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apropiados de las variables psicológicas, de modo que sea factible poner a prueba las hipótesis en forma
cuantitativa. El método sigue el modelo de las exitosas ciencias “naturales”, que en buena medida incorporan
un punto de vista filosófico de la ciencia conocido como positivismo. Este planteamiento sostiene que las
únicas cosas dignas de estudio científico son las que pueden ser observadas y medidas. También incorpora
una premisa fundamental del REALISMO, el planteamiento de que allá afuera hay una sola realidad concreta
y que todo lo que se debe hacer como científicos es ser tan objetivos e imparciales en los métodos de
investigación utilizados como sea posible y se encontrará la verdad.
Sin embargo, algunos pensadores adoptan un punto de vista CONSTRUCTIVISTA del
conocimiento, incluido el científico; señalan que todos tienen una construcción perceptual ligeramente
diferente de, por decir algo, un bolardo de concreto. Para la mayoría de la gente se trata de un pilar de
cemento, aunque la imagen mental de cada persona será ligeramente distinta; para algunos (pocos) podría ser
un monstruo fálico; para un niño, un respiradero de barco; empero, aun para los relativamente sobrios, será
diferente. Para mí es un objeto que no debo impactar con el parachoques de mi auto; para otro es una plaga,
una monstruosidad y que es necesario sólo por la lacra del auto. Para los constructivistas, esta postura sobre
la percepción del mundo lleva a la conclusión de que todo conocimiento es relativo y una construcción única
de cada persona –postura cercana al idealismo de Berkeley, en el siglo XVIII–. Desde esta perspectiva, toda
actividad científica necesitaría reevaluarse. Los científicos, como cualquiera, construyen significados a partir
de la experiencia; de modo que, por ejemplo, los cultivos genéticamente manipulados pueden presentarse ya
sea como la solución a la hambruna o como una peligrosa amenaza ecológica. No obstante, hay quienes
consideran que el problema del conocimiento relativo sólo es agudo en las ciencias sociales. En la
psicología, por ejemplo, la objeción para algunos no es a la ciencia positivista “dura” en si, sino a la
transferencia, sobre todo, de esos métodos e ideas del conocimiento y la elaboración de teorías al mundo de
las personas y sus ideas. En concreto, uno puede medir públicamente un bolardo a satisfacción de la mayoría
de la gente, pero la idea de medir de igual manera la “extroversión” o de alcanzar un acuerdo sobre las
observaciones de la “dependencia” es algo completamente distinto.
Los psicólogos que realizan investigaciones en la actualidad, deben hacer a un lado tal critica,
arguyendo que si todos operacionalizaran cuidadosamente las variables y publicaran los resultados precisos,
con las depuraciones hechas por las replicaciones y modificaciones de la comunidad de investigadores, al
final la verdad saldría a la luz. Desde cierta perspectiva, esto puede considerarse como el caso de quienes
detentan el poder aferrándose al statu quo y se resisten al cambio negando su necesidad, de lo cual se
desprende la política...
Una demostración ahora muy aceptada de este conservadurismo intrínseco, disfrazado de
investigación objetiva, fue la crítica feminista de Gilligan (1982) a la obra de Kohlberg (1976), otrora muy
respetada y apoyada, sobre el desarrollo moral. Pidiendo a sus participantes que respondieran a dilemas
morales, Kohlberg había descubierto que los niños se desarrollan en varias etapas hacia, lo que él denominó,
orientación de la justicia. Dio la casualidad de que eran más varones que mujeres los que parecían llegar a
esta etapa a cierta edad. Entonces Gilligan arguyó que las etapas se inclinaban hacia la clase de pensamiento
en el que se socializaba a los muchachos. Las chicas preferían una de las “primeras” etapas de Kohlberg, la
cual se inclinaba más hacia una orientación de cuidado individual. Gilligan opinaba que la orientación hacia
la justicia no era más madura que una de cuidado; era sólo que Kohlberg, por ser varón y trabajar con
participantes varones, había dado por hecho que la etapa de la justicia era naturalmente más avanzada.
Gilligan afirmó que el pensamiento moral femenino no era menos avanzado, sino sólo diferente.
Este debate no es nuevo en psicología, existía ya desde 1894 cuando Dilthey criticó la psicología
experimental de la época por copiar el modelo de las ciencias naturales y por su consiguiente reduccionismo
al explicar los procesos mentales. A veces baja de tono, pero ha sido particularmente fuerte durante los
últimos 20 años. La preocupación extrema de la psicología por ser cabalmente científica, contrasta a menudo
con la despreocupación de la ciencia tradicional sobre asuntos similares. En ocasiones, parece como si la
psicología hubiera reaccionado de manera excesiva en su apremiante deseo de ser reconocida como una
ciencia “verdadera” y se hubiera preocupado de cosas en las que ni siquiera los científicos “duros” son tan
rígidos. Woolgar (1996) analiza este aspecto y sostiene que la psicología ha sido culpable de perseguir una
explicación idealizada de lo que los científicos hacen realmente en su labor de investigación cotidiana. He
intentado reflejar esto en varias partes de este libro, un claro ejemplo se encuentra en el acalorado debate
sobre la utilización de pruebas de 1 o 2 colas (pp. 227-231). Los científicos son pragmáticos en su progreso
del conocimiento y no siguen el rígido código que suele presentarse como el ideal de trabajo en los cursos de
métodos de psicología.
Hablar de investigadores “cualitativos” en contraposición a cuantitativos polariza aún más el debate.
Muchos investigadores cualitativos no ponen mayor reparo a cuantificar cuando así conviene, y los

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investigadores cuantitativos tradicionales han utilizado en su propio paradigma muchos de los argumentos
planteados contra el modelo científico convencional en la investigación psicológica (p. ej., véase el
comentario sobre Neisser en la página 71). Los investigadores cualitativos suelen hacer planteamientos
cuantitativos tácitos, acaso sin percatarse de ello, al comparar las fortalezas de las categorías o cuando dan
una idea de la frecuencia con que los participantes mencionaron cierto concepto. Por ejemplo, en la página
412, en el artículo sobre la muestra cualitativa de Abrahamsson y colaboradores, ellos declaran: “En nuestro
estudio, los informantes que mencionaron un fuerte apoyo social de sus familias manifestaron menos
emociones negativas” (2002, 662; las negritas son nuestras). Este planteamiento no hace sino pedir a gritos
evidencias empíricas cuantitativas. Es preciso conocer cuántos mencionaron un fuerte apoyo social y luego
cuántas emociones negativas manifestó cada uno. Si la diferencia es minúscula, entonces quizá se tome esta
información con cierto escepticismo.
En tanto que los investigadores cualitativos sin querer se meten fácilmente en la arena cuantitativa,
los investigadores cuantitativos, en cambio, casi siempre resumen su trabajo analizando su valor, pertinencia
y aportación sobre todo en forma cualitativa. Para facilitar la comunicación emplearé en general el término
“investigador cualitativo” para referir a un fuerte partidario de los métodos cualitativos y que comúnmente
rechaza el paradigma científico convencional como restrictivo del progreso dentro de la psicología. Un
investigador “cuantitativo” es el que acepta en general el statu quo y no percibe una gran ventaja en los
métodos cualitativos, quizá manteniendo una postura bastante escéptica respecto de su valor y preocupada
por cómo pueden verificarse la confiabilidad y validez de los hallazgos.

EL PROBLEMA DE LA CUANTIFICACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA

Una objeción importante al uso del paradigma cuantitativo en la psicología es la siguiente: si se realizan
investigaciones empleando los procedimientos sumamente controlados y la cuantificación exacta de las
variables operacionalizadas que recomienda la ciencia “tradicional”, ¿no se obtendrá acaso sólo un
conocimiento muy estrecho (quizá a veces inútil) de la conducta y la experiencia humanas? Allport (1963), a
quien se suele citar como un fuerte promotor de la psicología como ciencia convencional, dice: “Debemos,
hasta donde podamos, adaptar nuestros métodos al objeto y no definir éste en términos de nuestros
defectuosos métodos” (citado en Smith, Harré, Langenhove, 1995, 2).
Considere un experimento en el que la variable independiente consiste en 20 palabras comunes y no
comunes, mezcladas en una lista, que se presentan en pantalla de computadora a razón de una por segundo.
El cuadro de resultados finales será de dos series de números, un par por cada participante, que representan
la cantidad de palabras que recordaron correctamente durante los 60 segundos después de la exposición del
último reactivo. Esto proporciona la información nada sorprendente de que es más difícil recordar las
palabras con las que uno no se topa con frecuencia. El investigador cuantitativo arguye que, no obstante (y
en el espíritu de las observaciones hechas en el capítulo 1 sobre las afirmaciones de sentido común), es
necesario que la investigación respalde lo que de otra forma sólo es observación casual, sin sustento. Un
crítico podría argüir lo siguiente: sólo en los experimentos de psicología y en algún juego de mesa la gente se
ve precisada a tratar de aprender una lista de 20 palabras no relacionadas. ¿Cómo se relaciona esto con el uso
normal de la memoria humana que opera en un contexto social y significativo? La diferencia de los datos
puede ser elocuente, pero dice poco que sea importante. El estudio no ofrece información en absoluto sobre
la experiencia de los participantes; sin duda, todos emplearon métodos ideados en forma personal y
encontraron cierto sentido único personal en la combinación de palabras presentadas. Esta información es
sólida y “pertenece” a los participantes, sin embargo se considera inútil y no se solicita, lo cual incluso
podría constituir en cierto grado un insulto a los “sujetos”, quienes participaron en lo que, para ellos, fue
estar en “un experimento interesante”.

EJEMPLOS DE ESTRECHEZ Y ARTIFICIALIDAD EN EL PARADIGMA ESTABLECIDO

Las mediciones en la psicología son en realidad muy estrechas. En muchos estudios se mide la actitud con
una escala como la que se presentó en el capítulo 7, donde cada participante acaba con un solo valor
numérico. En actitud política, por ejemplo, la postura de una persona puede representarse como 34, donde 40
es el valor más alto que una persona “conservadora” podría obtener como puntuación, y el otro extremo de la
escala sería “radical” (de izquierda). Este sistema supone actitudes políticas ubicadas en una dimensión
unitaria siendo que, de hecho, si se pregunta a fondo a la gente por sus ideas y principios, uno descubre

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diversas combinaciones únicas de puntos de vista de izquierda y derecha que no podrían, de manera
significativa, promediarse hasta un punto medio en una escala bipolar.
Pidgeon y Henwood (1997) sostienen que tal estrechez es, con mucho, un producto inevitable del
paradigma convencional, que suele reducir el enfoque de investigación y limitar las posibilidades de nuevas
perspectivas, al poner a prueba siempre las hipótesis desde la teoría previamente establecida, en lugar de
generar hipótesis mediante nuevos trabajos. Esto no es estrictamente cierto, de lo contrario, la psicología no
hubiera podido desarrollar nunca nuevas ideas. No obstante, sin duda es cierto que, habiendo establecido los
ámbitos temáticos definitivos de la investigación psicológica, ha resultado muy difícil discrepar e investigar
fenómenos completamente nuevos.
También es verdad que el paradigma cuantitativo obliga a limitar las variables a un grado tal que la
propuesta de un tema de investigación original se vuelve diferente hasta ser irreconocible e intrínsecamente
menos interesante que como fue concebida en un inicio. Los estudiantes suelen interesarse mucho, lo que es
comprensible, por la investigación de constructos cotidianos significativos. Tal vez los fascine el
autoconcepto del adolescente, aunque podrían descubrir que los requisitos del curso les exigen hacer
cuantificaciones (p. ej., contar cuántas veces más emplean las chicas términos sociales para describirse a sí
mismas, en comparación con los varones, debido a que este indicador puede utilizarse en una prueba para
verificar una hipótesis, aun cuando el resultado carezca completamente de interés).
Es esencial ser claro sobre lo que se desea observar, de lo contrario se deteriora la comunicación y
puede acusarse a los investigadores de charlatanería y de manejar un estilo periodístico; aunque cabe
distinguir entre ser claro y ser poco realista. El requisito de la claridad de pensamiento se logra sin una
reducción refleja automática a los números. Los astrónomos, químicos y biólogos no siempre cuentan, más
bien, buscan patrones, así lo hicieron Freud, Piaget, Bartlett y muchos otros psicólogos cuyas dilucidaciones
no dependen de manera fundamental de datos estrictamente cuantificados.

PRINCIPALES OBJECIONES AL PARADIGMA TRADICIONAL

Algunas de las objeciones a los métodos cuantitativos ya se mencionaron al tratar los aspectos más
cualitativos de la entrevista y la observación, así como en la sección sobre el estudio de casos y en el
argumento anterior. Ahora considere juntos todos los argumentos “en contra”.

1. La investigación tradicional trata a las personas como elementos que pueden ser aislados de su
contexto social, incluso atiende “partes” de las personas (p. ej., su memoria o actitud) como algo que
pudiera separarse. Se trata a los “sujetos” como unidades idénticas para demostrar las nociones
preconcebidas del investigador sobre los seres humanos, nociones que los “sujetos” no pueden poner en
duda. A éstos se les manipula dentro y fuera del contexto de investigación.
2. Si bien uno se percata de que para conocer y entender a la gente es preciso estar cerca, el
investigador, en aras de la objetividad, se esfuerza por mantenerse distante. Las actitudes y motivaciones
del investigador no se reconocen ni revelan ni consideran pertinentes para el proceso de investigación.
Este distanciamiento frío es una clase de relación social a la que responden los participantes en los
experimentos, pero que no suelen reconocer los investigadores cuantitativos, a quienes les preocupa el
control de las variables y la reducción de la “varianza de error”.
3. La objetividad mencionada en el punto anterior se ve como algo mítico. El esfuerzo por mantenerse
fríamente distante ciega al investigador con respecto a su propia influencia e intervención activa en el
proceso de investigación que, en realidad, es un contexto social. Cuando los estudiantes aplican
cuestionarios estructurados a sus compañeros, por ejemplo, los entrevistados normalmente desean saber
qué piensa el estudiante y si éste cree todos esos enunciados que el entrevistado tuvo que revisar.
4. La situación experimental o la entrevista de sondeo sólo permiten la recopilación de información
superficial. En el estudio de la percepción personal y la atracción interpersonal, por ejemplo, las primeras
o más tempranas impresiones se han investigado con métodos tradicionales. Casi ningún diseño de
investigación permite un análisis de los cambios de largo plazo en la atracción, aunque los programas de
televisión “reales” (los llamados reality shows) ofrecen ahora cierto material interesante.
5. Los procedimientos experimentales limitan las facultades normales de los “sujetos” para planear,
reaccionar y expresar conductas sociales apropiadas en el contexto del tema de investigación. No
obstante, el investigador utiliza los resultados para hacer afirmaciones sobre la naturaleza humana en ese
ámbito; el modelo resultante de la persona es simplista y mecanicista. Heather afirma que “los psicólogos

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siguen considerando a los seres humanos como una especie de marioneta mecánica indefensa, que cobra
vida sólo cuando algo le sucede” (1976, 20).
6. El engaño sólo falsea el contexto de investigación y ofrece resultados bastante irreales, además de
tratar al participante con desdén. Los estudiantes perciben esto en ocasiones cuando tienen que” rendir un
informe” a los participantes después de una prueba. El mensaje que deben dar se lee como: “Le hicimos
trampa, queríamos ver si lo engañábamos con esto, pero en realidad es algo difícil explicarlo con
detalle”.
7. La relación entre el experimentador y el “sujeto” es como la del patrón y el empleado: es dominante
y elitista, por consiguiente, la conducta que se manifiesta reflejará este tipo particular de interacción
social.
8. Los métodos de investigación sumamente estructurados predeterminan la naturaleza de la
información resultante. Así, las escalas psicológicas no suelen preguntar lo que la gente sabe o piensa;
sólo piden una respuesta limitada a enunciados inesperados y a veces inusitados sobre un tema. Por ende,
la información obtenida es limitada, enrarecida y poco realista. Los investigadores cualitativos sostienen
que el uso de variables predeterminadas impone marcos teóricos a los participantes y excluye la
posibilidad de que éstos proporcionen información de cómo le dan sentido al mundo y cómo lo
interpretan ellos mismos.

¿QUÉ PROPONEN ENTONCES LOS MÉTODOS CUALITATIVOS?

Thomas Kuhn (1962) popularizó el término PARADIGMA, al analizar los cambios radicales que
experimenta la ciencia en su concepción general de los modelos y la metodología apropiados. Ocurrió un
“cambio de paradigma”, por ejemplo, cuando la física einsteniana sustituyó a la newtoniana. El paradigma
que los investigadores cualitativos buscan reemplazar es el positivista y cuantitativo, que abarca el modelo
científico (hipotético-deductivo) tradicional. Pero no sólo hay una nueva metodología, el llamado al cambio
surge en varios contextos; ocurre entre grupos que tienen diversos antecedentes, principios y objetivos, pero
que también comparten casi todas las objeciones anteriores. Las psicólogas feministas ejercieron una
influencia particular en el desarrollo de la crítica de la psicología tradicionalmente científica, a ese llamado al
cambio se unieron después muchos que trabajaban en campos aplicados, como la salud y la discapacidad. Si
bien hay grandes divisiones entre los diversos métodos cualitativos que existen ahora, es probable que
coincidan en los siguientes aspectos:

1. La investigación psicológica debe concentrarse en los significados de las acciones en un contexto


social, no en unidades aisladas, “objetivas” de conducta –es una aproximación “holística” y no
“atomista”.
2. La investigación es una relación entre el investigador y el participante, no una vista objetiva a través
de un microscopio. El producto de la investigación es una construcción derivada de la interacción y
negociación entre el investigador y lo investigado.
3. Los investigadores cualitativos reconocen en general la función medular del investigador en el
proceso de investigación como influencia directa en el participante y en la interpretación de los datos,
para crear una construcción particular en la que influyen su propia perspectiva y sesgos. Por tanto, en la
medida en que esto se aplique, se recurre abiertamente a la REFLEXIVIDAD –de modo que los artículos
de investigación suelen incluir una reflexión del autor sobre su función e influencia durante el proceso de
investigación, y en el análisis y las conclusiones finales.
4. A los investigadores cualitativos no suele importarles el descubrimiento de las relaciones de causa y
efecto. Les interesan las personas y sus percepciones del mundo y experiencias; preguntan a los
individuos cómo dan sentido a su mundo, de qué manera manejan sus relaciones en éste y lo que sienten
al hacer todo esto.
5. A fin de captar la vida tal como es y dar a los participantes la mayor libertad para actuar de manera
normal, es necesario llevar a cabo la investigación en entornos naturalistas. Sin embargo, Hammersley y
Atkinson señalan que “distinguir los entornos del ‘laboratorio artificial’ de los ‘naturalistas’ es
‘considerar como real la retórica de los positivistas’, tratarlos como si realmente hubieran logrado
convertirse en marcianos que ven a la sociedad desde afuera” (1983, 11). El laboratorio mismo es un
entorno social: está dentro de la sociedad. No hay una situación experimental “pura”, exenta de variables
sociales “molestas”, en la que uno consiguiera obtener por fin la conducta humana “verdadera”, sin
contaminar.

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6. La investigación se realiza lo más cerca posible del participante. A este respecto, es elocuente una
cita de Hall:

Las investigaciones de las ciencias sociales al parecer producen una situación en la que el médico intenta
diagnosticar los síntomas de un paciente desde el otro lado de la calle y fuera de su vista. El científico
social emplea sus “instrumentos” para medir la respuesta del paciente como si fueran una especie de largo
estetoscopio. El enfoque del investigador ha consistido en desarrollar un estetoscopio cada vez mejor, que
llega hasta el otro lado de la calle y entra en las casas; cuando la necesidad real es que el investigador
cruce la calle, entre en esos hogares y empiece a charlar con quienes viven allí.
[1975, 30]

7. Los términos e interpretaciones de los participantes son los datos más importantes o al menos el
punto de partida más importante. Esto evita el “falseamiento de la realidad” que mencionan De Waele y
Harré (1979) (p. 100).
8. Se prefiere la inducción al método hipotético-deductivo, el cual empieza con una hipótesis que debe
ser sustentada, confirmada o refutada. La lógica deductiva actúa al decir “si esta hipótesis es verdadera
entonces debe ocurrir…”, como se explicó en el capítulo 1. Se ha afirmado (p. ej., Henwood, Pidgeon,
1977) que esto hace que la investigación se concentre en la descalificación de las teorías existentes y no
en la generación de hipótesis nuevas. La mayor parte de las investigaciones cualitativas buscan nueva
información por derecho propio. Se valen sobre todo de la inducción para pasar de los casos individuales
a una comprensión más amplia de los fenómenos humanos. En consecuencia, los hallazgos y teorías que
desarrollan comienzan siendo muy “locales”, es decir, pertinentes sólo en relación con el contexto de
quienes contribuyeron con el proyecto de investigación. Los investigadores cualitativos no hacen (o no
deben hacer) generalizaciones masivas acerca de la naturaleza del pensamiento o la personalidad
humanos. En este libro ya se ha advertido sobre los trabajos (incluidos los proyectos del estudiante) que
borran por completo la pregunta crucial de “¿A quién, en esté mundo, podrían aplicársele estos
resultados?”. El modelo “científico” utilizado en buena parte del trabajo práctico, apenas si toca esta
interrogante y da la impresión de que lo “descubierto” es válido para el mundo entero. En muchos libros
de texto sobre desarrollo, por ejemplo, se da por hecho que la pulsión por independizarse de los padres es
una característica universal del desarrollo humano y no una característica de muchas sociedades
individualistas, principalmente industrializadas. Muchos efectos estudiados en la investigación
psicológica son todavía bastante más limitados, desde el punto de vista cultural, que esta referencia (p.
ej., Smith, Bond, 1998).
9. En algunas versiones más radicales del trabajo cualitativo, hay un elevado grado de participación de
los investigados en alguna parte o en todo el desarrollo, ejecución y análisis del proyecto de
investigación. Quizá incluso el grupo objetivo actúe como un grupo de investigadores colaboradores,
donde, el investigador principal se convierte más en un consultor y organizador o analista de datos;
cualquier resultado o interpretación lo analiza y modifica el grupo en su conjunto, bajo sus propios
términos; la realidad es “negociada”. La razón de este énfasis en las perspectivas de los participantes no
es una cuestión de cortesía o mero humanismo. Hammersley y Atkinson hacen aquí esta distinción entre
el positivista y lo que ellos denominan “naturalista” (sin mucho rigor, el partidario del modelo
cualitativo):

El positivismo trata al investigador –en virtud del método científico– como si éste tuviera acceso a un
conocimiento superior. El naturalista radical, por otra parte, considera que el científico social es incapaz de
generar explicaciones válidas de sucesos que compitan con cualquiera que proporcione la gente que es estudiada.
[1983: 234]

MÉTODOS CUALITATIVOS

Aquí se emplea diversas técnicas de recopilación de datos cualitativos. La utilización de cualquiera de ellas
no garantiza que el método aplicado sea por completo cualitativo, pues en sí mismas no pertenecen a algún
método específico y en cada uno de éstos podría recurrirse a varias. Ya se han considerado algunos de los
aspectos más técnicos relacionados con estos procedimientos cuando se vislumbraron detalles sobre
diferentes técnicas de recopilación de datos en algunos avances de capítulos anteriores. Entre las que podrían
contarse como cualitativas se incluyen:

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• cuestionarios de preguntas abiertas
• entrevistas no estructuradas y semiestructuradas
• observación cualitativa
• Observación participante
método del diario
método clínico (hasta cierto punto)
role play y la simulación (dependiendo de la investigación de que se trate)
• estudios de casos individuales

Aunque estos métodos recaban datos cualitativos, no poseen lo que uno pudiera llamar una perspectiva
“cualitativa”, lo cual significa que el objetivo de la investigación es utilizar los datos en su forma cualitativa
y no extraer de ellos sólo lo que de alguna manera puede representarse en forma numérica. En los métodos
cualitativos, los datos se retienen en su forma original de significados; no se cuantifican en modo alguno.
Algunos métodos de análisis tradicionales han aceptado datos cualitativos como un producto legítimo de
investigación, pero han reducido luego a valores cuantitativos con el fin de efectuar un análisis estadístico. El
análisis de contenido es un ejemplo de ello y se aborda brevemente en el capítulo 19.
Si bien éstos son principios generalmente aceptados en todos los niveles, seria tan erróneo considerar
que los métodos cualitativos son un movimiento unificado, como creer que la religión cristiana es un frente
armónico y unido. Ha habido divisiones infranqueables y cismas entre los fundadores originales, y hay gratas
sorpresas cuando investigadores de ámbitos muy apartados, varios de fuera de la psicología, llegan a darse
cuenta de que han estado diciendo en buena medida lo mismo. Cabría esperar que todas las aproximaciones
respetaran la apertura y honestidad con sus participantes. Pero, una vez más, esto no es del todo así. Los
subterfugios y secretos de algunos estudios de observación participante van en contra de varios de los
principios ya resumidos aquí: en repetidas ocasiones las personas estudiadas no suelen ser participantes en la
investigación ni se les informa lo que está sucediendo, a grado tal que ni siquiera llegan a sentirse
traicionadas cuando el investigador finalmente les rinde un informe completo. La presentación de los
resultados a veces transmite el mensaje de “qué personas tan fascinantemente extrañas y, además, hasta son
organizadas”. Así que no hay gran homogeneidad entre los métodos cualitativos, ya desde 1990, Tesch logró
identificar al menos 26 variedades; no obstante, aunque haya serias diferencias políticas entre éstas, hay
principios vinculantes casi universales –como el énfasis en el significado, en las experiencias propias de la
gente y en la postura propia del investigador en el contexto de la investigación.

PARA EMPEZAR: MODALIDADES DEL MÉTODO CUALITATIVO

El propósito de la siguiente sección es presentar las características principales de varios de los métodos
cualitativos más populares, que en la actualidad se aplican en las investigaciones psicológicas. No es posible
incluir todo, he omitido, por ejemplo, el análisis narrativo (p. ej., Murray, citado en Smith, 2003), los
estudios de casos generales, el análisis del discurso foucaultiano (Willig, 2001) y algunos otros. Si alguno de
los métodos presentados a continuación resulta atractivo o apropiado para el lector, sería recomendable que
busque más detalles en algunas de las lecturas adicionales incluidas al final de este capítulo y del 19 (en ese
capítulo, en el que se abordan los aspectos más prácticos de la recopilación y análisis de datos, se hará
referencia de nuevo a los principios aquí esbozados).
Lo que es realmente crucial es que no empiece usted a recabar datos antes de que haya tomado una
decisión sobre qué método utilizará. Esto es similar al principio, en los estudios cuantitativos, de que antes
de recabar los datos usted conoce el tipo de análisis al que se dirige, ya que éste posiblemente exija un
determinado tipo de método de recopilación de datos. Seguramente no querrá un montón de datos a los
cuales le sea imposible darles uso para el propósito que se había fijado.

TEORÍA FUNDAMENTADA

La teoría fundamentada es popular y se importó de la sociología, donde Glaser y Strauss (1967) la


introdujeron por primera vez en un esfuerzo por contrarrestar el efecto, ya descrito, del predominio, según el
modelo de comprobación de hipótesis actual, de algunas teorías demasiado amplias. Sostenían que surgirían
teorías nuevas, más locales, si se “fundamentaban” en los datos cualitativos de los cuales se habían
desarrollado. La teoría fundamentada es un método para crear categorías que resumen las características

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medulares de los datos y es también un análisis que presenta una teoría al final de la investigación. Esta
perspectiva es en esencia el marco explicativo que proporcionan las categorías que han surgido de los datos y
estas categorías son algo más que meras clasificaciones (como “felicidad”). Son analíticas en tanto explican
agrupaciones de categorías más descriptivas (p. ej., “autoestima” como agrupación de “felicidad”, “éxito” y
“mejoramiento”). El ANÁLISIS COMPARATIVO CONSTANTE se emplea para verificar las agrupaciones
de categorías, tal vez deshaciendo y reconstruyendo la red de categorías que surgen. La TEORÍA
EMERGENTE es la que se desarrolla a medida que se analizan los datos y, por ende, conforme se prosigue
con la recopilación de más datos.
La teoría fundamentada puede llevarse a cabo con los datos recabados mediante cualquiera de las
técnicas ya mencionadas, pero su versión completa exige que el investigador pase del análisis de categorías a
la recopilación de datos como parte del proceso general de investigación. La posterior recopilación de datos
se utiliza para comprobar que las categorías emergentes en efecto se ajustan a la realidad; de ahí que se
emplee el MUESTREO INTENCIONAL merced al cual el investigador busca sólo ciertas clases de datos de
ciertas clases de personas en un proceso conocido como MUESTREO TEÓRICO; también podría efectuarse
con base en el ANÁLISIS DE CASO NEGATIVO, que es la búsqueda de casos que no se adecuan al sistema
de categorías, de modo que puede corregirse y depurarse más adelante. Este análisis se realiza hasta el punto
de SATURACIÓN, que es en el cual (de modo ideal y no con frecuencia en la práctica) no surgen nuevas
categorías; cualquier nueva modificación es trivial, pero en este punto ya se ha dado cuenta de buena parte de
los datos. Cuando la teoría fundamentada se utiliza con una serie de datos obtenidos previamente (p, ej.,
viejas transcripciones de entrevistas, discursos políticos, anotaciones de observación participante), entonces
se emplea la versión abreviada, en la que el investigador no puede regresar y reunir más datos del mismo tipo
de fuentes para comprobar la teoría emergente. Una característica más de la versión completa es que la
pregunta de investigación no está inscrita en piedra, si el análisis comparativo y el muestreo teórico apuntan
a nuevas direcciones o muestran que la pregunta original era demasiado amplia, muy limitada o estaba fuera
de curso, la teoría fundamentada permite reformularla con base en la teoría emergente.
Una última observación que debe tener presente el estudiante interesado en la teoría fundamentada
como método prospectivo es que ésta ha tenido su propio cisma interno. A fines del decenio de 1981-89,
Strauss produjo una guía “práctica” para llevar a cabo el proceso de esta teoría (Strauss, Corbin, 1990), la
cual incorporaba el consejo de buscar ciertas clases de patrón en los datos. Las categorías podían relacionarse
mediante códigos de orden superior (sobre todo “proceso” y “cambio”) para organizarlas en una estructura.
Glaser objetó esto (1992), arguyendo que la versión original sólo permitía reconocer patrones de categorías
si surgían a partir del análisis. Con los criterios a priori de Strauss del procedimiento analítico, Glaser
sostuvo que el método se había comprometido y que ahora limitaba (o “forzaba”) las formas en que podían
analizarse los datos (una versión de la historia se presenta en Glaser, 1992).

ANÁLISIS FENOMENOLÓGICO INTERPRETATIVO

Considere por favor que lo siguiente es como salirse del camino a tomarse una cerveza. El método, que no
sorprenda, depende de manera muy evidente de los principios filosóficos de la fenomenología, así que he
aquí sus generalidades.
Según la postura fenomenológica, la percepción del mundo que tenga la persona es lo fundamental.
Este planteamiento influyó, por ejemplo, en la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers, pues en ella se
afirma que cualquier cosa que el cliente informe como su experiencia en una sesión terapéutica, por más
excéntrica o paranoica que sea desde un punto de vista racional, es una óptica que debe ser validada por el
terapeuta como la perspectiva genuina del cliente y ser investigada como tal. El análisis interpretativo
fenomenológico busca preservar cabalmente esa validación de las percepciones del mundo que tiene la gente,
tratando de introducirse en su mente y reflejar esa perspectiva única hasta donde sea posible. Al mismo
tiempo, los principios mismos de la fenomenología dictan que cualquier esfuerzo por informar sobre la
experiencia de otro individuo será irremediablemente distorsionado por la fenomenología del informante. De
ahí la importancia que se da en la investigación del análisis interpretativo fenomenológico a la función
reflexiva (véase más adelante) del investigador en la interpretación de la percepción y experiencia del
participante.
Los principales datos crudos para el análisis interpretativo fenomenológico son el contenido de las
transcripciones de la entrevista. Este análisis favorece la utilización de técnicas de entrevista
semiestructurada (véase el capítulo. 6), aunque a veces se utilizan también los diarios y autobiografías de los
participantes; su fundador, Jonathan Smith, proporciona una guía excelente y detallada para la realización de

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tales entrevistas (Smith, 1995a; 2003). A diferencia del análisis del discurso, el análisis interpretativo
fenomenológico se interesa en los procesos mentales e intenta registrar lo que es real en la mente de los
participantes, pero estrictamente desde su propia perspectiva fenomenológica (Smith, 2003). Adopta un
punto de vista relativista en el sentido de que el individuo (investigador) construye en forma única el
conocimiento; en consecuencia, el análisis de transcripciones supone identificar temas que se repiten y que
cobran sentido juntos, pero siempre de manera conscientemente reflexiva.
Los siguientes pasos en el análisis los da sobre todo Smith (2003). El investigador del análisis
interpretativo fenomenológico en un inicio lee la transcripción varias veces, haciendo anotaciones
descriptivas, un registro de las asociaciones del investigador o una primera interpretación. La segunda etapa
consiste en identificar temas que surgen de la transcripción y las primeras anotaciones para, en una etapa
posterior, reordenarlos y organizarlos en los que se agrupan juntos, o los que están en un nivel superior e
incorporan más temas primarios. En cada una de estas dos últimas etapas debe retomarse constantemente la
transcripción y, de preferencia, se pone títulos a los temas utilizando las palabras reales del participante. Por
último, se elabora una tabla de temas organizados, con la mejor agrupación y jerarquía posibles y, a
diferencia de la teoría fundamentada, permitiendo que se descarten algunos de los primeros temas que
resultaron débiles o inconexos de la estructura final.
La metodología del análisis interpretativo fenomenológico suele abarcar entrevistas con varios
participantes, quienes colaboran con alguna forma de muestreo intencional. Todos los participantes de alguna
manera tendrán en común el tema de interés de la investigación. Así, quizá todas las participantes hayan sido
gravemente acosadas o a todos se les ha diagnosticado diabetes en fecha reciente; aquí, el tema de
investigación tal vez sería las perspectivas de los participantes sobre su imagen personal en cualquiera de los
casos o la imagen que se hacen de cómo está a punto de cambiar su vida. Los temas que surgen de cada
participante pueden integrarse unos con otros para lograr una mayor comprensión del fenómeno, o tal vez se
empleen los del primer participante para analizar las transcripciones de examinandos posteriores.

ANÁLISIS DEL DISCURSO

Los investigadores cualitativos se interesan en los significados, el significado humano se transmite


principalmente a través del lenguaje. El ANÁLISIS CONVERSACIONAL es un método desarrollado en la
sociología específicamente con el propósito de analizar lo que Hutchby y Woffitt (1998) llaman interacción
en la plática. El énfasis seguía los argumentos de los filósofos, en el sentido de que la conversación podía
analizarse a menudo como si se tratara de “actos de habla” (Austin, 1962, citado en Hutchby, Woffitt, 1998).
Así, por ejemplo, cuando uno promete hacer algo, establece un contrato verbal. Muy probablemente la
persona que inicia un enunciado con la frase “No soy racista, pero...”, está a punto de decir algo con tintes
racistas, pero anticipa una cláusula de exención de responsabilidad para distanciarse de las interpretaciones
negativas de lo que pronunciará; otra argucia es “No me lo tomen a mal, pero...”. El análisis conversacional
no se aborda aquí, pero el lector podría consultar el texto citado (Sacks, 1992; Have, 1999; o Drew, en
Smith, 2003) para leer explicaciones completas.
El análisis del discurso desciende en cierta medida del análisis conversacional, pero se ha
desarrollado en forma independiente y, como sucede con la teoría fundamentada, tiene dos corrientes
definidas (Willig, 2001). La corriente más antigua es la del discurso de Foucault, mientras que el
planteamiento posterior, inspirado en el análisis conversacional y la etnometodología, también lleva el título
de Psicología del discurso (véase Edwards, Potter, 1992). Este último planteamiento es el que se aborda aquí,
aunque ambos métodos comparten varios de los principios más importantes.
El análisis del discurso, como la mayor parte de los métodos cualitativos, se basa en una perspectiva
filosófica más amplia. Adopta una postura construccionista sólida, arguyendo que el lenguaje es un
constructor de versiones de la verdad, como suele suceder. Hay una cantidad infinita de formas en que puedo
describir mis puntos de vista (negativos), por ejemplo, sobre el conductismo tradicional o la privatización de
los servicios de bienestar social. Desde la perspectiva del análisis del discurso, esto no significa que todas
éstas sean versiones de alguna realidad definitiva dentro de mi cabeza, sino que yo redefiniría y negociaría
mi punto de vista cada vez que tratara de explicarlo, dependiendo de los retos que se me planteen, de los
puntos de vista de quienes me escuchan, de que alguien más pueda oírme, de cuán formal sea la situación,
etc. Sobre todo, mi producción es una acción social, al análisis del discurso se refiere a hablantes que tienen
un interés y que se valen del lenguaje para promoverlo dentro del discurso social. Lo anterior no significa
que la gente sea permanentemente sinuosa, sino tan solo que dentro de la naturaleza del uso del lenguaje está
el crear una “versión” cada vez que uno habla. En cierto sentido esto recuerda el punto de vista de Bartlett

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sobre la memoria. Cada vez que alguien narra un acontecimiento (p. ej., en una fiesta de la oficina) el relato
es diferente, y dependerá íntimamente de la condición y función de las personas con quienes se construye la
exposición.
El análisis del discurso amplia esta noción de lenguaje como construcción social a algunos de los
centros actuales de la psicología, incluida la psicología cognitiva y social; esa es otra diferencia del análisis
conversacional, que en algunas partes puede considerarse como neutral en su contenido. Los principales
partidarios del análisis del discurso (p. ej., Edwards, Potter, 1992; Potter Wetherell, 1987) armaron lo que
viene a ser un ataque frontal a la psicología cognitiva y social predominante. Temas como la teoría de la
memoria y la atribución se tratan como procesos del discurso entre la gente, no como sucesos que ocurren en
la mente de las personas. Los recuerdos no se consideran como intentos rigurosos por evocar “los hechos” (el
punto de vista de la psicología cognitiva predominante), sino como reconstrucciones en un contexto social.
Los recuerdos son construcciones motivadas por quienes se interesan en producir una explicación que se
adapte a las circunstancias. No son necesariamente construcciones conscientes pero pueden levantar, por
ejemplo, defensas contra la culpa o la responsabilidad social, o promover una perspectiva de una situación.
Lo que la gente dice, al evocar, no puede ser considerado como una ventana opaca que mira a procesos reales
de la memoria cognitiva dentro del organismo. En el análisis del discurso la evocación es una construcción
en un contexto social (cuando yo le cuento sobre mi fin de semana, lo construyo con usted y en el contexto
de cómo nos relacionamos, nuestras premisas culturales compartidas, nuestras funciones y condición, entre
otros).
Buena parte del controvertido debate en torno del análisis del discurso rebasa el alcance de este libro,
de hecho, en ocasiones recuerda la imagen de David y Goliat. El acalorado debate que la rama discursiva de
este análisis generó en sus primeros días se plasma en una lectura de The Psychologist (octubre del 992). Los
textos especializados citados aquí y en el capítulo 19 ofrecen detalles; lo importante es apreciar algunos de
los principios característicos de la investigación con aplicación del análisis del discurso, para que usted
decida si es un método que desee emplear.

Principios de la investigación del análisis del discurso

Se obtiene un mejor análisis del discurso a partir de la charla que ocurre de manera natural o en el texto que
se ha obtenido sin que el hablante supiera que era observado, es decir, en el discurso natural. Sin embargo,
los estudios suelen efectuarse sobre transcripciones de entrevistas y de grupos focales, no obstante, debe
tenerse presente que el análisis podría revelar en cierta medida las formas que tienen los participantes de
manejar su interés en el contexto específico de investigación. Silverman (1993) ha sostenido que el análisis
del discurso tiene que ver a menudo con intercambios “exóticos” o institucionalizados, y no con la
conversación cotidiana. Gran parte del trabajo de Edwards y Potter (1992), por ejemplo, trata de
intercambios entre Margaret Thatcher, Nigel Lawson (entonces ministro de Hacienda británico) y los medios
de comunicación. Por “intercambios institucionalizados” Silverman alude a los intercambios que se rigen
estrechamente por las normas sociales (como los de maestro y alumno o médico y paciente) y recomienda
atender a intercambios menos regidos por normas sociales en las conversaciones diarias entre personas de
igual condición.
El análisis del discurso “interroga” la transcripción (véase la p. 391) de la interacción social bajo
estudio. El énfasis no se centra en lo que dice el guión sino en lo que hace; se trata de un principio
absolutamente medular que hay que establecer si usted quiere “hacer análisis del discurso”. Suponga que no
se interesa tanto, por ejemplo, en lo que dicen las nuevas madres sobre su experiencia, cómo se sintieron y
cuáles fueron sus temores y alegrías; lo que a usted le interesa es cómo construyen la nueva función de
madre, la manera en que restan importancia a los problemas y hablan del lado positivo (su interés). En el
análisis del discurso son importantes el tono y el énfasis. Cuando una nueva madre dice, de manera irónica,
“Me emociona tanto saludar al lechero a las 5 am”, se considera la forma en que construye su nuevo modo de
vida.
Un criterio importante para realizar el análisis del discurso es que el investigador debe
compenetrarse muy bien con la filosofía implicada. Los especialistas en este método verían con horror los
intentos de los estudiantes por hacer una “práctica discursiva” después de 2 o 3 semanas de conferencias
(algo parecido a que usted dejara que en su auto se pasearan solos unos niños exploradores). Este aspecto se
analiza más a fondo en el capítulo 19, pero el punto central aquí son los principios de investigación del
análisis del discurso; el investigador debe concebir los datos y el procedimiento completamente desde la
perspectiva de este método, es importante que investigue a fondo los estudios publicados. En la actualidad,

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buena parte de las investigaciones que figuran en la bibliografía empiezan con una denuncia de la historia de
ataques que predomina en un área de la psicología, como las limitaciones de los modelos de atribución
cognitivos. Sin embargo, Willig (2001) señala que esta disciplina ha madurado lo suficiente como para que
los autores de las investigaciones empiecen a incluir, en la introducción a sus artículos, una revisión de los
estudios de análisis del discurso pertinentes para su tema.

ANÁLISIS TEMÁTICO (ORIENTADO POR LA TEORÍA)

Se trata de un planteamiento definido de modo poco riguroso y de uso menos frecuente, que difiere de casi
todos los demás que se han considerado hasta aquí porque utiliza datos cualitativos para comprobar
hipótesis. En consecuencia, no desarrolla una teoría desde cero al ir avanzando, sino que comprueba si los
datos que recaba son congruentes con una hipótesis planteada desde la perspectiva de investigaciones y
argumentos anteriores, como se haría en una investigación cuantitativa tradicional.
El modelo hipotético-deductivo convencional en que se basan tantas investigaciones cuantitativas
quizá puede hacer pensar que sólo pueden comprobar las hipótesis utilizando datos empíricos cuantificados.
Con todo, uno utiliza datos cualitativos muy a menudo para sustentar o contradecir las predicciones y
explicaciones; buena parte del razonamiento de uno sobre las motivaciones y la toma de decisiones de la
gente se basa en evidencias cualitativas. Es factible explicar la conducta inusitada o depresiva de una amiga
en términos de su situación única como madre soltera y por haber perdido recientemente a la pareja que le
ayudaba. En un tribunal hay pocos análisis puramente cuantitativos (aunque tal vez se presenten detalles
numéricos); no obstante, el jurado está allí para ponderar las evidencias en una situación que tiene un
asombroso parecido con la comprobación de una hipótesis nula. El jurado debe llegar a un veredicto, acaso
debido a que queda excesivamente impresionado por las diferencias que respaldan sus percepciones iniciales
de culpabilidad o inocencia, debe aplicar el cuidado prudente, atento y asesorado profesionalmente; además
será “conservador” cuando exista duda. Sin embargo, las decisiones se basan principalmente en significados
y argumentos, no en una prueba de significancia estadística.
Es posible predecir que los delincuentes juveniles reincidentes se sentirán más alienados que otros
jóvenes de clase media en la sociedad, lo cual se demuestra con la mera fuerza y animosidad del contenido
de sus relatos, no simplemente limitándose a contar la cantidad de respuestas agresivas. Sin duda se debatirá
queda “fuerza y animosidad” deben emanar de la comparación con otras relatos, pero lo que nos informa
aquí son las diferencias cualitativas en el contenido. El positivista tal vez se sienta tentado a crear un
cuestionario estandarizado a partir de los datos de los delincuentes a fin de usarlo con infractores de
cualquier otra parte, o en un grupo control. Sin embargo, es el significado inesperado contenido en los relatos
de los delincuentes el que será de utilidad, no el hecho trivial (aunque cierto) de que sus narraciones diferirán
de algún modo de los generados por quienes no son delincuentes. Es lo que dicen los delincuentes, algo que
quizá el investigador nunca haya oído antes, lo que la investigación cualitativa descubre y en lo que hace
hincapié para el debate.
Un claro ejemplo de comprobación de hipótesis en la investigación cualitativa seria la investigación
de Hayes (1991) en dos compañías de paquetería de cómputo, a lo que ella denominó ANÁLISIS
TEMÁTICO ORIENTADO POR LA TEORÍA. Utilizando teorías precedentes –entre las que se hallaban la
de identidad social y la investigación de aspectos de la cultura organizacional– logró analizar datos de
entrevistas de una manera en que la teoría la fue guiando y que le permitió organizar las atribuciones
causales que los empleados hicieron sobre su ambiente de trabajo y sus patrones, a fin de sustentar las
hipótesis de la teoría. Este estudio (para un informe al respecto, véase Hayes, 1997) demuestra con claridad
la forma en que los enunciados significativos y no las pruebas de significancia, pueden respaldar
colectivamente las predicciones teóricas.

ETNOGRAFÍA

La etnografía es una importación de la sociología y, sobre todo, de la antropología, ambas precursoras de la


observación participante a gran escala. La ETNOGRAFÍA, como método de investigación reconocido, parte
de los intentos de los antropólogos sociales por generar una comprensión de una sociedad a partir de la
experiencia sustancial de vivir en ella. El método fue adoptado por varios sociólogos, como recurso para
contrarrestar premisas estereotipadas sobre los grupos bajo estudio; acercarse a ellos ayudaría a poner freno a
las ideas preconcebidas y generar empatía en la comunidad desde su propia perspectiva. En su momento, en

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la sociología se consideró a este método como se ve el trabajo cualitativo en la psicología contemporánea:
una especie de “rebelión en palacio”; desde entonces, la psicología ha heredado en gran medida la tradición
de la observación participante. Los métodos específicos que conlleva están muy próximos a los de la teoría
fundamentada y, desde luego, el modelo de Glaser y Strauss puede verse como un resultado directo.

INVESTIGACIÓN DE LA ACCIÓN

No se trata de otro método de recopilación y análisis de datos, sino de un tema implícito en muchos trabajos
cualitativos, promovido en un inicio por Kurt Lewin a mediados del decenio 1941-49. El pedía que la
investigación se aplicara a asuntos prácticos que ocurren en el mundo social de todos los días; la idea era
entrar en una situación social, intentar un cambio y observar los resultados. Esto podría consistir en
establecer o contribuir con un programa diseñado, por ejemplo, para hacer que se cobrara conciencia de las
necesidades dietéticas o los peligros del tabaquismo. El método se ha empleado a menudo en el ámbito de la
psicología ocupacional interesada en el cambio organizacional. Los ejemplos asociados provienen del trabajo
del Tavistock Institute y de su concentración en los sistemas sociotécnicos, en los que se enfatiza la
mediación de un grupo de trabajo para desarrollar sistemas humanos que contrarresten la influencia (de otro
modo deshumanizante) de la maquinaria y la tecnología. Un principio rector es que el investigador hace que
el grupo de trabajo, o los representantes de éste, se compenetren en el proceso de cambio, para que el
proyecto sea colaborativo (véase más adelante). Hay ejemplos ya desde Trist y Bamforth (1951), quienes
reorganizaron a los trabajadores de los campos mineros de carbón de Durham, y Rice (1958) quien hizo lo
mismo en Ahmedabad, India. Es obvio que aquí se trata de una aproximación en la que el objetivo y el
ámbito de investigación se prestan para un método cualitativo y participativo. Es probable verlo llevado a la
práctica en ámbitos de la psicología aplicada, como la educación, el trabajo y la salud. Hayes (1997, 98)
llamó a su estudio (ya descrito) investigación de la acción.

INVESTIGACIONES PARTICIPATIVA Y COLABORATIVA

Algunos de los métodos considerados, sobre todo la investigación de la acción, incorporan también, en lo
posible, la idea de que la gente se involucre o incluso colabore en el proceso de investigación (término este
último que implica que los participantes realmente realizan parte del proyecto). La idea no es tan nueva,
desde 1953 Madge sostenía que con la colaboración:

Ya no hay entonces un investigador y sus sujetos pasivos, sino un conjunto de seres humanos, uno de los cuales
es más experimentado que los otros y tiene finalidades ligeramente más complejas, pero todos colaboran en
forma consciente en un proyecto de investigación.

La idea de la “participación”, para describir la intervención de las personas como indagadores activos en el
proceso de investigación se convirtió en el statu quo en el decenio de 1990-99, cuando la British
Psychological Society recomendó (en 1992) que se eliminara el término “sujetos” en favor de
“participantes”. Sin embargo, la investigación participativa es más que sólo participación es la idea de que
los participantes saben todo sobre el objetivo de la investigación y coadyuvan en la indagación a través de las
entrevistas que conceden o de la conducta que permiten sea estrechamente observada.
De la antropología se importó el concepto de INVESTIGACIÓN ENDÓGENA, en la que el
investigador, en lugar de vivir con una comunidad durante un año más o menos, salir y luego publicar un
informe, hace partícipes a los miembros de esa comunidad en un proyecto de investigación sobre sus propias
costumbres, normas y organización, en sus propios términos. Esto se ha combinado a menudo con la
investigación de la acción para convertirse en lo que se conoce como INVESTIGACIÓN COLABORATIVA
(muy similar a la COOPERATIVA) (véase, p. ej., Reason, citado en Smith, 2003), donde los participantes se
compenetran lo más que pueden con la investigación sobre su propia organización o grupo. El profesional tal
vez deba dirigirlos al principio, pero conforme los participantes entienden la naturaleza del juego se
relacionan de manera más estrecha con el progreso de la investigación. En algunos casos, el proceso es
iniciado por un miembro que ya estaba en la organización o grupo. La postura se parece mucho a la de la cita
(véase antes) de Madge (1953).
Este método es particularmente conveniente cuando el grupo planea o atraviesa por un cambio y
necesita evaluación: los participantes adoptan ideas sobre recopilación de datos, desarrollan las propias,

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consideran los hallazgos del investigador o analizan los de ellos mismos, y discuten el progreso, las
directrices y los resultados en reuniones de grupo. La investigación colaborativa no está exenta de
confrontaciones, pero la idea es basarse, de manera constructiva, en estas diferencias naturales. Una de las
principales metas es que los participantes dirijan su propio cambio y no que un experto externo, después de
investigarlos, les indique qué está equivocado y qué podría cambiarse. Sims (1981) estudió de lleno “la
generación de problemas” en los equipos del servicio de salud y descubrió que, cuando los participantes se
interesaban en los asuntos, adoptaban sus propias líneas de investigación. Esto creó una atmósfera de
despertar de conciencia y cambio constructivo, que además generó una perspectiva sobre la resolución de
problemas que podría transferirse, con modificaciones, a otras situaciones de grupo.

REFLEXIVIDAD

Una de las corrientes más sólidas dentro de las aproximaciones cualitativas, que en cierta medida protege los
hallazgos de las investigaciones de las afirmaciones de que carecen de validez o credibilidad, es una fuerte
relación y compromiso con el tema autocrítico de la REFLEXIVIDAD. Se trata de un tema creado en la
sociología moderna en el ámbito de los estudios del conocimiento científico (Woolgar, 1988), pero que ahora
es un punto medular de trabajo cualitativo en la psicología. Un texto reflexivo es el que informa o recuerda a
los lectores que el autor ha interpretado datos para construir la versión que están leyendo, y que el lector
participa y tiene una postura sobre el tema investigado. Para apreciar la necesidad que se percibe de la
reflexividad en la investigación conviene regresar una vez más a la noción del conocimiento del mundo
como algo construido socialmente, no como algo que está “ahí afuera” y que se mantiene fijo y accesible si
se siguen los métodos apropiados.
Los sociólogos (sobre todo Woolgar) que estudian el proceso de hacer ciencias naturales (producción
de teorías, estudios, conferencias, artículos para revistas y demás) llegaron a la conclusión de que la noción
de un individuo que estudia y descubre “hechos” naturales y objetivos era una ilusión, y que cualquier
conjunto de conocimientos científicos es producto de procesos sociales, culturales, históricos y políticos.
Cuando uno intenta describir o explicar algo, en especial algo nuevo, se ve precisado a emplear analogías,
modelos, semejanzas que identifique con facilidad. Es seguro que habrá un vínculo cultural entre todos ellos
y serán los conceptos contemporáneos del propio grupo cultural en particular, en el que la cultura quizá se
englobe en una escala bastante circunscrita (quizá el vecindario local, el grupo con el que uno se asocia en la
escuela y así por el estilo). Piense en cómo se ha infiltrado el lenguaje de la computación en las
descripciones comunes de la gente en general: “virtual”, “chips”, “programado”, “mega”, “micro”,
“interfaz”, “en línea” y otras voces por el estilo. Las “explicaciones” nuevas dependen de los constructor
disponibles: la esquizofrenia es una “enfermedad”, a las personas las “controlan sus genes”, los átomos son
“bolas”, entre otros.
En la filosofía construccionista, que sustenta el método de Woolgar, se afirmaba que los científicos
no descubren hechos puros, fríos, irrefutables a distancia, sino que más bien construyen versiones de los
hechos en función de esquemas, estereotipos, presiones, valores socialmente aceptados y así por el estilo.
Después de haber analizado de esta manera el discurso y pensamiento de los científicos naturales, hubo una
consecuencia inevitable: en lugar de hacer lo que el monstruo de aquella película de los Beatles, Yellow
Submarine, el cual succiona su propia cola y por ende a sí mismo, los reflectores cayeron más bien en la
construcción de las ciencias sociales. Los autores se volvieron sensibles a su propia construcción de
conocimientos al investigarlos e informarlos. Los intimidó el proceso de análisis porque pudieron ver que
eran culpables de producir conocimiento “clasificado en compartimientos” y “objetivo”, con un sello de
autoridad, cuando su propio entendimiento debía ser tan “relativo” como cualquier otro. Una técnica para
impedir que los lectores aceptaran como un hecho lo que se estaba produciendo socialmente, era hacerlos
conscientes de esto mientras iban leyendo; de modo que surgieron textos que resaltaban la participación y
perspectiva del investigador.
Un principio general, entonces, es tomar “precauciones metodológicas” que aseguren de alguna
forma que los lectores no son conscientes de la función de usted en la construcción de lo que están leyendo,
de su posible “interés” personal, etc. Desafiando la pose de neutralidad del investigador convencional,
Reinharz (1983) sostiene que las actitudes de los investigadores deben analizarse por completo, y que es
indispensable revelar y ubicar con claridad sus valores. Tal filosofía reflexiva es un tema de peso en la
investigación psicológica feminista. Algunos textos incluyen comentarios de autores o coetáneos después de
de cada sección. Como muestra el capítulo 19, la teoría fundamentada y métodos similares recomiendan que
los investigadores lleven un diario de sus pensamientos al recabar datos, que los analicen y elaboren una

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teoría durante su proyecto de investigación; que comenten sobre sus propias actitudes y posibles sesgos al
llegar a esta o aquella conclusión, o al proceder de tal o cual manera en el proceso de investigación. Más que
como notas a pie de página o dudas admitidas ante colegas de confianza en un bar, este material se considera
equivalente en importancia a los datos brutos, resumidos y analizados.
Algunos autores (véase capítulo 19) también utilizan el término “reflexividad” para referirse a un
proceso de autovaloración por parte de los participantes en la investigación (p. ej., quienes llevan diarios de
tiempo atrás o que intervienen en formas de investigación participativa o colaborativa). Willig (2001) alude a
la reflexividad personal –la influencia que probablemente ejercen los puntos de vista y actitudes del
investigador sobre su investigación y el cambio que pudo haber ocurrido en él al realizarla– y a la
reflexividad epistemológica –las formas en que el diseño y análisis construyeron el hallazgo; las otras formas
en que pudo haberse llevado a cabo el estudio, las repercusiones de las premisas hechas durante la
investigación que incidieron en la interpretación y presentación finales del conocimiento.

PERSPECTIVA FEMINISTA

Una poderosa fuerza en los métodos de la investigación psicológica, por lo menos desde finales del decenio
de 1970-79 en adelante, fue el aumento de los cuestionamientos serios al paradigma de investigación
tradicional desde el punto de vista de la política e ideología del movimiento feminista. Algunos afirman que
gran parte de la fuerza que impulsó la rápida “normalización” de los métodos de investigación cualitativa ha
sido lo apropiado que fueron éstos para las investigadoras feministas en sus ámbitos particulares de
investigación y análisis.
Ahora es difícil de creer que no fue sino hasta fecha bastante reciente que las mujeres realizaron
investigaciones “propias” sobre ellas mismas. Es casi tan increíblemente inadecuado que un varón sea el
autor de la investigación en The Psychology of Women (aún conservo el folleto de Penguin) como que
psicólogos de raza blanca conduzcan estudios sobre “el Negro” (como lo hizo, hace poco, Richard Lynn;
véase el capítulo 8). Las primeras etapas de la investigación sobre las mujeres comprendieron estudios, según
un paradigma convencional, en los que se atacaban los estereotipos tradicionales de la naturaleza de las
mujeres o las deficiencias en relación con los varones. Las investigaciones publicadas contienen ahora una
buena cantidad de trabajos en los que se cuestionan los estereotipos y que despiertan conciencias. Este
periodo “orientado por el contenido” también cuestionó la falta de autoras y su presencia visible en la
comunidad de investigación. Había un paralelismo con el racismo en cuanto a que, cuando las mujeres
habían producido buenos trabajos de erudición, éstos de alguna manera habían sido marginados u
oscurecidos; la comunidad investigador abrumadoramente orientada hacia los varones y dominada por ellos
había empujado esos trabajos a la periferia.
Sin embargo, aunque continuaba tal periodo de orientación de contenido, dio lugar a que las mujeres
que participaban en el proceso de investigación se percataran de que los métodos convencionales que habían
estado aplicando para desarrollar el contenido eran en gran medida producto de una perspectiva de
investigación y base de pensamiento masculinas. Esto no significa que las mujeres tuvieran que pensar,
razonar y llevar a cabo sus investigaciones de manera completamente diferente, dada la oportunidad. Se
caería de nuevo en viejos estereotipos, al insinuar que las mujeres no suelen cuantificar o sentirse felices al
comprobar hipótesis estadísticamente. La lógica que subyace al ajedrez, la programación de computadoras y
las pruebas estadísticas en este libro es esencialmente neutral, pero los hombres han sido “dueños” de ella y
la han promovido durante tanto tiempo que no sorprende que cuando las mujeres llegaron a evaluar sus
valores en el proceso de investigación, se pusieran en guardia contra los métodos y las relaciones de
investigación que los investigadores habían descuidado o que nunca habían tomado en cuenta, y que muchas
investigadoras habían considerado como más válidos y auténticos para representar la experiencia de las
mujeres. Esta postura se ejemplifica en Feminist Social Psychology (1986), de Sue Wilkinson.
Algunos aspectos que se ubican como característicos de la aproximación masculina a la
investigación y comprensión del mundo: la preocupación por cuantificar las variables; el énfasis en el
control, dominio y manipulación; la tendencia a mantenerse distantes en lugar de compenetrarse con los
participantes en la investigación; la preferencia por la investigación orientada a los artefactos, en lugar de la
indagación naturalista; la competencia; el reforzamiento del ego. Ya se planteó en este texto la cuestión del
poder, cuando se abordó la investigación participativa. El reconocimiento contemporáneo de las relaciones
de poder en el contexto de investigación es en buena medida producto de la psicología feminista. Consulte
Paludi (2001), cuyo título es The Psychology of Women, pero esta vez obra de una mujer, aquí, la autora
sostiene que los términos “control”, “manipular” y “sujeto” son sintomáticos de la naturaleza “masculinista”

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de la imagen de la ciencia fría, distante, de bata blanca, que el conjunto principal de investigaciones
psicológicas trató de proyectar, sobre todo en el periodo medio del siglo XX.
Keller (1986) sostuvo en forma elocuente que ser objetivo se ha asociado con ser varón y que para
manifestar esta cualidad se debe tomar una posición distante e imparcial. Las investigadoras feministas
refutan esta premisa, como lo hacen los investigadores cualitativos en general, afirmando que proyecta una
imagen engañosa de neutralidad; se aprovecha del punto de vista socialmente aceptado de la ciencia como un
mundo de “verdad” de experto, en el que los cuestionamientos a este método están en cierta forma
“sesgados”; de ahí que se crea que compenetrarse, escuchar e intentar interactuar con el participante en la
investigación como en un encuentro social cotidiano, “contaminará” el proceso y los hallazgos de la
investigación. A las mujeres les resultará muy familiar que se les diga que sus juicios son incorrectos porque
permiten que la emoción nuble su percepción de la situación.
Así como la investigación cualitativa a menudo se define en función de los métodos cuantitativos
como norma, las investigadoras feministas señalan que deben especificar su posición en función de la norma
de la masculinidad (la agresividad es normal, pero da la casualidad de que las mujeres sencillamente tienen
“menos” de ella). Una norma en relación con los antecedentes en las investigaciones de sexo y género ha
sido la búsqueda de diferencias; por tanto, los diversos estudios que en realidad se han realizado en los que
no se encuentran diferencias, además de los no se intentan porque ni siquiera se sospecha que pudiera
haberlas, no están en la bibliografía (Tavris, 1993). El estudiante de psicología incauto sólo advertirá las
investigaciones sobre “diferencias de sexo” y no de los hallazgos sobre las semejanzas sexuales.
Otra trampa conceptual bastante relacionada que se forma por esta perspectiva es que por diseñar
pruebas en busca de una diferencia significativa, se crea una impresión de diferencia de grupo. Esto es
inherente a la decisión de realizar investigaciones en esta forma de hacer pruebas de significancia. En el
capítulo 4 intenté destacar en forma técnica las ideas terriblemente engañosas que se generan al efectuar un
estudio de diferencias de grupo, sobre todo si a tal estudio se le da respaldo “científico” al denominarlo
“experimento”. Incluso con una diferencia significativa puede haber un traslape muy grande de dos
poblaciones (véanse los capítulos 11 y 12). ¿Qué es más importante, el traslape o la diferencia? Si se deja a
los usuarios y lectores informales de psicología con la impresión de que las mujeres se desempeñan en X
peor que los hombres, ¿actuarán entonces en alguna futura posición de poder sobre el supuesto de que casi
todas las mujeres son deficientes en X? No son sólo las psicólogas feministas y los antirracistas los que
deben estar al tanto de los sesgos inherentes a los distintos enfoques metodológicos –todos los investigadores
tienen esta obligación y deberían interesarse particularmente en los métodos y sistemas aparentemente
“libres de valor”, “neutrales” y “universalmente aplicables”.

MÉTODOS CUALITATIVOS CONTEMPORÁNEOS

Hace apenas unos 10 años que Henwood y Pidgeon (1992) publicaron un artículo fundamental, Qualitative
research and psychological theorising en la revista British Journal of Psychology, que Richardson (1996, 5)
describió como “uno de los primeros trabajas sobre métodos de investigación cualitativa que se publican en
una revista de psicología establecida en el Reino Unido”. Smith puede dar cuenta ahora de “una explosión de
interés por la psicología cualitativa” (2003, 1) y vaya que tiene razón. Desde que se publicó el artículo de
Henwood y Pidgeon, la investigación cualitativa se ha “normalizado” bastante bien dentro de la psicología;
los consejos de evaluación pública incluyen ahora preguntas sobre métodos cualitativos; la mayoría de los
estudiantes de psicología de licenciatura pasan por un módulo o semestre sobre esta materia, hay una
cantidad cada vez mayor de tesis de doctorado en las que se utilizan métodos cualitativos y ahora hay una
gama bastante amplia de artículos cualitativos en publicaciones revisadas por coetáneos para orientar a los
estudiantes sobre cómo abordar los métodos cualitativos. Existe un desequilibrio en el hecho de que la mayor
parte de estos artículos se encontrará en las revistas de psicología aplicada o en las series más especializadas.
De hecho, en el año 2004 se vio el primer volumen de una nueva publicación en el Reino Unido: Qualitative
Research in Psychology (Hodder, Stoughton). En 1989, los trabajos cualitativos en psicología eran
“radicales”; ahora en los cursos en que califican a los estudiantes para la Graduate Basis for Registration con
la British Psychological Society se exige que incluyan algún contenido sobre métodos cualitativos.
Es interesante ver cómo los otrora investigadores cualitativos más radicales se las arreglan para
normalizarse, dado que los métodos cualitativos se volvieron parte de los métodos de investigación estándar
en las universidades, cursos y programas de los exámenes públicos, los maestros deben volverse competentes
para calificar trabajos y coincidir en cuanto a normas. Este aspecto ya ha dado lugar a cierto debate y varios
talleres y conferencias. Trae a colación el asunto entero de la confiabilidad y la validez en la investigación

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(en el capítulo 19 se aborda esto más a fondo). Si bien es fácil determinar si un diseño de 2 x 3 entre sujetos
se instrumentó apropiadamente, si las variables están bien definidas y si los resultados se analizaron con
precisión y en la forma debida, resulta relativamente difícil comparar interpretaciones alternas de datos
cualitativos (pero véase Madill et al. [2000] para comparaciones de informes de la teoría fundamentada sobre
los mismos datos).
Los principios mismos de esos métodos construccionistas y reflexivos no basados en el realismo
científico pronosticarían análisis diferentes, dependiendo de los distintos investigadores que los realizaran.
¿Cómo sabrá entonces que este o aquel es un trabajo bueno y válido? ¿Cómo distinguir entre un buen trabajo
y lo que podría realizar cualquier periodista sin formación en psicología? ¿Cuáles son, en realidad, los
criterios de validez si se descarta el concepto de validez convencional? Se trata de preguntas que apenas
empiezan a abordarse (este tema se retorna en el capítulo 19), no obstante, los estudiantes desean tener la
confianza de que sabrán qué hacer y que serán debidamente asesorados antes de iniciar un proyecto
cualitativo. Les resulta desconcertante descubrir que no hay sólo un método o paradigma cualitativo sino
varios, en su mayoría diferentes del resto por su particular postura sobre la investigación que es relevante y
válida.
La perspectiva de algunos de los métodos es que sería contrario a su filosofía de investigación
extraer criterios de calidad o incluso calificar y decidir si un trabajo es “bueno”. Creo que para el estudiante
que tenga en mente un proyecto de investigación cualitativa sería aconsejable que revisara los criterios
relevantes que haya, que se asegurara de que su posible supervisor esté bien versado en métodos cualitativos
y, tal vez, que averiguara en cuáles de éstos se especializa.
El debate sobre métodos cualitativos y cuantitativos probablemente se intensifique y pase a nuevos
territorios antes de que los métodos cualitativos se integren por completo en la metodología de la
investigación psicológica predominante, pero han recorrido un largo trecho con rapidez. Cabe esperar que la
atmósfera en que se debatan las cuestiones, sobre todo (en interés del estudiante) las concernientes a la
validez e integridad de los informes de investigación cualitativa, sea menos adversa que lo que ha sido con
frecuencia en el último decenio. La cooperación y mutua comprensión pueden llevarnos a todos
precisamente a una síntesis constructiva y provechosa.

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LECTURAS ADICIONALES RECOMENDADAS

Al final del capítulo 19, aparece una lista completa de textos con orientación más práctica. Los textos de la
lista siguiente son los que no figuran en aquella relación y que son en buena medida teóricos.

Banister, P., Burman, E., Parker, I., Taylor, M., Tindall, C. (1994) Qualitative methods in
psycholob7.Buckingham: Open University Press.
Edwards, D., Potter, J. (1992) Discursive psychology. London: Sage.
Henwood, K., Pidgeon, N. (1992) Qualitative research and psychological theorising. British Journal of
Psychology, 83, 97-111.
Morris, P. E., Sykes, R. N. (eds.) Practical aspects of memory. London: Academic Press.
Smith, J. A., Harré, R., Van Langenhove, L. (eds.) (1995) Rethinking methods in psychology. London: Sage.
Strauss, A. L., Corbin, J. (1990) Basics of qualitative research: grounded theory procedures and techniques.
Newbury Park, CA: Sage.
Tavris, C. (1993) The mismeasure of woman. Feminism and Psychology, 3(2), 149-168.
The Psychologist (1995) Special Issue on Qualitative Methods, 8(3), 115-118.
Ussher J. M. (1991) Women’s madness: misogyny or mental illness? London: Harvester Wheatsheaf.
Wetherell, M., Potter, J. (1993) Mapping the language of racism: discourse and the legitimation of
exploitation. London: Harvester Wheatsheaf.
Wilkinson, S. (1986) Feminist social psychology. Milton Keynes: Open University Press.

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GLOSARIO

Análisis comparativo –––– Verificación regular del sistema de categorías emergente (en la teoría
constante fundamentada) con datos constante brutos y subcategorías para
reordenarlos y generar el ajuste más preciso

Análisis conversacional –––– Método en el que se considera la plática entre personas como un
sistema de actos de habla; el habla se analiza en términos de las
técnicas que la gente emplea en la interacción

Análisis de caso negativo –––– Proceso de búsqueda de contradicciones en las categorías o las teorías
emergentes para ajustar el sistema de categorías y así poder incorporar
más de los datos

Análisis del discurso –––– Análisis cualitativo del habla interactiva según el cual las personas
utilizan el lenguaje para construir el mundo como lo ven y de acuerdo
con el contexto y sus intereses; el habla no es evidencia de procesos
psicológicos internos

Análisis fenomenológico –––– Método que intenta describir las experiencias de un individuo desde su
interpretativo propia perspectiva lo más estrechamente posible, pero que reconoce la
influencia interpretativa del investigador en el producto de
investigación

Análisis temático –––– Empleo de datos cualitativos para comprobar hipótesis; en este método,
la teoría orienta aún el análisis, pero se utilizan como sustento ejemplos
de significado y no datos cuantitativos

Constructivismo ––– Teoría según la cual el conocimiento es relativo y los “hechos”son


construcciones sociales, no realidades permanentes

Etnografía ––– Estudio exhaustivo de una cultura desde su interior

Investigación colaboradora ––– Investigación en la que los participantes se compenetran tanto que
organizan sus propios procesos de investigación y cambio

Investigación cooperativa ––– Investigación que comprende el trabajo conjunto del investigador y de
los participantes

Investigación de la acción ––– Intervención práctica en situaciones cotidianas, a menudo


organizaciones, en la que se emplea la psicología aplicada para generar
cambios y observar los resultados

Investigación endógena ––– Investigación que hace participar a los miembros del grupo en la tarea
de investigar sus propias costumbres y normas organizacionales

Investigación participativa ––– Investigación en la que los participantes se compenetran


considerablemente en el proceso de investigación como indagadores
activos

Muestreo intencional ––– Muestreo que tiene lugar cuando la teoría ha empezado a surgir; se
utiliza para confirmar resultados tentativos, buscar más sustento o
detectar cualquier contradicción

Muestreo teórico ––– Empleo del muestreo intencional (véase p. 157) para encontrar datos
que sustenten o contradigan un marco explicativo emergente

Paradigma ––– Sistema predominante de pensamiento científico y comportamiento


acordado en el cual se lleva a cabo la investigación

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Psicología feminista ––– Énfasis en las perspectivas de las mujeres y en los métodos de
investigación apropiados para investigaciones que integran políticas de
género

Realismo ––– Teoría del conocimiento según la cual hay una realidad unitaria en el
mundo que puede descubrirse empleando los métodos de investigación
apropiados

Reflexividad ––– Reconocimiento de los investigadores de que su perspectiva personal


construye la interpretación de la investigación. Postura y posible
influencia de los investigadores que suelen analizarse en artículos
cualitativos, junto con posibles construcciones alternas de los hallazgos

Relativismo ––– Teoría del conocimiento según la cual los hechos objetivos son una
ilusión y cada individuo conste ye ese conocimiento mediante un
marco personal único

Saturación ––– Punto en el trabajo de la teoría fundamentada en el que los datos


adicionales sólo hacen contribuciones triviales y no pueden alterar el
marco surgido de las categorías y temas

Teoría emergente ––– Teoría que surge de los datos conforme se analizan; no se basa en
investigaciones publicadas previas

Teoría fundamentada ––– Teoría que orienta el análisis de datos cualitativos en el que surgen
patrones de los datos y que no se imponen antes de recabarlos

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