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No Me Acuerdo
No Me Acuerdo
LOS PALEROS
París, marzo 9
El SIETE RAYOS es una prenda de los paleros que está destinada al resguardo
del propietario, una especie de escudo invisible que impide todo mal a sus
propietarios. La “PRENDA” se confeciona con tierra del cementerio, huesos de
muertos y para que tenga fuerza es mejor introducir partes del cerebro de
alguien asesinado, suicidado o loco. El Siete Rayos es la defensa y el
instrumento de ataque de los paleros cuando están en guerra.
Fué una restauración total en la que cambiaron las partes metálicas, pero
guardaron los caracoles y collares iniciales. Es posible que el palero de
Trinidad haya modificado algo, lo que representaría dos estratos de
civilización de distintas épocas concentrados en el Siete Rayos.
Cuando Celia se enteró de las maniobras que estaban realizando para alejar a
Vallejo, metió uno de esos "bateos" de los que sólo ella tenía el secreto y con
su llenguaje habitual cuando se encabronaba, se cagó en la madre de Manuel
Piñeiro y de Oswaldo Sánchez, ambos jefes de la Seguridad' les dijo hasta del
mal que iban a morir; "la flaca" tenía una lengua del carajo y cuidado; era la
secretaria personal de Fidel y Secretaria del Consejo de Ministros. La ünica
persona en Cuba que podía oponerse a Fidel, en cierta manera su 'loquera'.
Esta es otra de las incógnitas que nunca se logró saber. Nadie en Cuba podía
contradecir al "caballo", salvo Celia, que incluso lo regañaba como si fuera un
muchacho y el tipo obedecía. Nadie sabe porqué tenía tal ascendencia sobre
Fidel.
A Celia y a Vallejo los conocí en los primeros meses de la revolución en 1959.
El esposo de mi tía, Nicanor Manduley Ochoa era tío de Celia y como era una
familia de Campechuela y Manzanillo, conocían bien a Vallejo, que a veces
venía los domingos a comer arroz con pollo que cocinaba mi tía.
Eran casi lazos familiares los que unían a Celia con Vallejo, se conocían desde
jóvenes y frecuentaban el mismo centro espiritista de Manzanillo. En medio
de aquella vorágine comunista en donde creer en algo que no fuera el
comunismo era considerado como una desviación ideológica y reprimida, ni
Celia ni Vallejo escondían sus creencias y nadie podía decir nada.
Celia Sánchez tenía una cadena de oro en el tobillo derecho, signo de ser
abicúa, ostentación clara de ser santera. En cuanto a otros como el
Comandante de la revolución Juan Almeida, que tiene 'hecho santo' y
esconde los collares que siempre lleva consigo y otros tantos, siempre fueron
muy discretos.
Yo siempre leí mucho y en cada uno de mis viajes al exterior, entraba con
maletas cargadas de libros, que fueran en español, inglés, francés o italiano.
Vallejo vivía con sus dos hermanas que estaban viudas en El Nuevo Vedado,
cerquita del Zoológico de La Habana.
En muchas ocasiones fuí a verlo para prestarle libros que traía de mis viajes y
que eran imposibles de conseguir en Cuba.
Siempre que llegaba a su casa quería hablar en francés; decía que era para
no olvidarlo, pienso que resultaba de un gusto intelectual, lo hablaba
perfectamente y sin ningún acento.
Unos días antes de su muerte, me llamó por teléfono para pedirme que
pasara por su casa que tenía un favor que pedirme. Yo no veía qué favor
podía rendirle a Vallejo que era el personaje más cercano a Fidel, pensé que a
lo mejor quería algún libro.
Velas encendidas por todos los lados, vasos de agua, flores...aquello era el
"reino del Más Allá". Se dirijió hacia aquel clavo de hierro con una cabeza
representando un ser humano hecha de cuero, en su cúspide en forma de
corona unos tarros, supongo que de venado, y entonces fué que me contó la
historia de la "prenda".
En su parte superior tenía los cuernos que se habían despegado y quería que
la llevara a la Manzana de Gómez, en donde estaba un centro de artesanía
nacional, para que un experto le recolara los tarros al Siete Rayos. Me
envolvió la pieza en un paño rojo y me la entregó.
Pocos días despues, a mediados del 69, Vallejo sufre de una grave
hemorragia cerebral y su estado era tan grave que no pudieron trasladarlo al
hospital y llevaron a su casa todos los equipos disponibles para salvarle la
vida: en vano.
Mucho más tarde en 1979, aún conservaba el Siete Rayos y no sabía qué
hacer con aquella cosa y decidí decírselo a Celia para que hiciera lo que
creyera conveniente.
¿Y yo qué hago con este tareco? Me dijo que lo guardara que me podía
proteger y salvarme la vida, que a cada rato le degollara un gallo y vertiera la
sangre arriba. Si no que lo guardara en una caja oscura sin ver el sol y que
una vez al año lo rociara con ron y lo volviera a encerrar en la oscuridad.
Han pasado 28 años y el Siete Rayos sigue en una caja envuelto en un trapo
rojo. Sabía que me iría de Cuba y algunos días antes de tomar rumbo a
Francia, desde luego era transitorio por la enfermedad de una de mis hijas,
realmente yo sabía definitivo, fuí a ver a Celia y le dije francamente que
'espantaba la mula' y que tenía el Siete Rayos de Vallejo. Me respondió que lo
sacara de Cuba como pudiera y que lo conservara como protección, que los
santos le habían dicho que le quedaba poco. Murió al año siguiente en 1980,
yo no sé si fueron los santos o el médico, pero lo cierto fué que sabía que se
estaba muriendo.
Por medio de una valija diplomática el Siete Rayos viajó hasta Europa, donde
pude recuperarlo y aquí lo tengo.