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ANDRÉ-CLÉMENT DECOUFLÉ
Director del Laboratorio de Prospectiva Aplicada
qué sais-je?
En lengua castellana
N.° 103
¿qué sé?
oikos-tau, s.a.- ediciones 1974©
Apartado: 5347- BARCELONA
VILLASAR DE MAR -BERCELONA-ESPAÑA
Índice general
INTRODUCCIÓN 1
Capítulo 1. LOS INSTRUMENTOS 9
1.1. Los indicios del tiempo de larga duración 10
1.2. La organización de las conjeturas 22
Capítulo 2. LAS PROSPECTIVAS APLICADAS 37
2.1. Prospectiva y planificación 38
2.2. La prospectiva tecnológica 43
2.3. La prospectiva social 47
2.4. La prospectiva de la ordenación del espacio 58
Capítulo 3. PROSPECTIVA Y CIENCIAS DEL HOMBRE 65
3.1. Prospectiva y larga duración 67
3.2. Prospectiva y causalidad 75
3.3. Hacia una teoría de las relaciones de incertidumbre 79
Capítulo 4. PROSPECTIVA Y UTOPÍA 91
4.1. El razonamiento utópico 93
4.2. La utopía practicada y la prospectiva de lo imaginario 95
CONCLUSIÓN 99
i
INTRODUCCIÓN
1
2 INTRODUCCIÓN
se llegará; este es el fin hacia el que debéis dirigir la acción del in-
menso poder que tenéis en vuestra mano» (Travail sur la gravitation
universelle, 1813).
Más adelante, al hablar de las relaciones entre la prospectiva y
las ciencias del hombre, se encontrarán nuevamente los problemas del
pandeterminismo, que, desde Comte hasta Durkheim, han orientado
los primeros pasos de una sociología, considerada como la ciencia de
las causas primeras y últimas. Se hablará también de la ambigüedad
de las relaciones entre un estudio prospectivo orientado de acuerdo
con sus propias normas y la impaciencia de las instituciones, ya
establecidas, ante un futuro que se les escapa y al que intentan en
vano dominar.
Bertrand de Jouvenel indica continuamente la siempre amenaza-
dora confusión entre la prospectiva y la «futurología»: «El previsor,
cuya preocupación consiste en dar su mejor opinión, no quiere hacer
creer —lo que, por otra parte, debe temer que ocurra— que existe
una «ciencia del futuro» capaz de decir con seguridad lo que suce-
derá»6.
Se evitará cuidadosamente el lamentable proceso de la futuro-
logía considerada en sí misma, que ha originado notables trabajos,
como los de Hermán Kahn y los de Anthony J. Wiener7. Y, sin du-
da alguna, continuará ocasionando meditaciones imaginativas de las
que siempre podrá beneficiarse la prospectiva. Por otra parte, bajo
las denominaciones más familiares de ciencia o política-ficción, ali-
menta también notables esfuerzos, en los que la razón común es la
reflexión sobre el estado actual de nuestras costumbres, de nuestros
deseos y de nuestros proyectos, por más escondidos que estén.
Desde este punto de vista, la ciencia-ficción se presenta como
una de las formas privilegiadas de la indispensable puesta al día de
la inconsciencia colectiva; por otra parte, el estudio prospectivo no
6L’art de la conjecture, pág. 30, 1964. Seguiré a este autor y usaré el término
«previsor» para designar al individuo que practica la prospectiva; el hecho de
rechazar el uso de «prospectivista» no debe producir confusión alguna entre
prospectiva y previsión (ver Capítulo I).
7The Year 2000. A framework for speculalion on the next thírty-three years 1967
6 INTRODUCCIÓN
podría prestar gran atención a sus hechos. En efecto, a partir del mo-
mento en que observa las reglas de su propio juego, la ciencia-ficción
—no la predicción ni la utopía— puede conservar por medio del aná-
lisis prospectivo los estudios más provechosos y los menos dudosos:
por un lado, lo imaginario, sin límites; y, por otro, la recreación,
recomienza la incansablemente de la historia actual a partir de una
visión mucho más ampliada de todos sus detalles.
En su punto de partida el objeto propio de la prospectiva sólo
puede definirse en oposición al de ciertas prácticas que se confun-
den" abusivamente con ella: dicho objeto no se basa en un intento
de adivinación del futuro ni en un sueño sobre el mismo; sino en la
elaboración de un cuerpo de hipótesis sobre la historia en marcha
que vaya sujetándose cada vez más a los métodos y a las técnicas de
control sacadas del corpus de las disciplinas científicas establecidas,
de manera que su enunciado y las conclusiones siempre provisiona-
les que pueden deducirse fácilmente sean cada vez más evidentes y
nos habitúen a la idea de que no está prohibido razonar sobre lo
posible o lo probable sin mucha arbitrariedad. La prospectiva con-
venientemente aplicada puede contribuir a que la historia se libere
de una inocencia, ya inadmisible, y a que la sociología se libere de
una simplicidad completamente fuera de lugar: los hechos de la es-
pecie humana no pueden predecirse siempre, y menos a largo plazo;
en una medida bastante importante como para tenerla en cuenta,
pueden escapar a las trivialidades del entendimiento común.
La prospectiva es el aprendizaje de la distancia, la negación de
satisfacer las exigencias de un saber mundano que quiere encontrar
rápidamente, donde pueda y sin correr muchos riesgos, las justifica-
ciones de sus propios errores.
Se concibe que, para responder sin hacer el ridículo a estas am-
biciones (permaneciendo naturales para cualquier tipo de conoci-
miento que intente satisfacer los principios elementales de la razón
científica), la prospectiva deba someter a examen un conjunto de
instrumentos de investigación (Capítulo I).
INTRODUCCIÓN 7
LOS INSTRUMENTOS
9
10 1. LOS INSTRUMENTOS
14Boudeville, J., Les programes économiques, col. «Que sais-je? », núm. 1.073,
PUF, París, 1969.
30 1. LOS INSTRUMENTOS
19Sobre todos estos problemas, ver Barel, Y., Prospective et analyse de systémes,
1971.
36 1. LOS INSTRUMENTOS
37
38 2. LAS PROSPECTIVAS APLICADAS
3En el sentido en que lo toma Kunh, T. S., The structure of scientific revolu-
tions, 1962: intentos de reintegración en el razonamiento científico de anomalías
constatadas por la experiencia.
46 2. LAS PROSPECTIVAS APLICADAS
4
. La historia de las ciencias y de las técnicas tiene abundan-
tes ejemplos de innovaciones de múltiples usos, como los «cambios»
de las aplicaciones de las que hablábamos al principio: en la época
actual todos los estudios importantes de las ciencias aplicadas testi-
monian la fecundidad de estas transferencias (dominio de la energía
nuclear, informática, conquista del espacio, etc.). En este campo la
misión del previsionista es informar ampliamente de la capacidad de
imaginar aplicaciones derivadas o insólitas de una innovación deter-
minada.
En las sociedades industriales una de las características prin-
cipales de la innovación científica y técnica es que, en una medida
cada vez más apreciable, se encuentra condicionada en sus posibles
usos por la rigidez de los programas de investigación y desarrollo en
los que ella es objeto, y por el desenvolvimiento de las informaciones
disponibles que son cada vez más numerosas y completas: muchas
evoluciones probables son descritas y puestas al día de este modo
y el previsionista comprueba diariamente que la solidez de un fi-
chero bien establecido no sucumbe a las virtudes de una inventiva
desenfrenada.
3.: La planificación de las innovaciones y su medio am-
biente social.—Resulta, pues, que la planificación de las
innovaciones es fácil y al mismo tiempo compleja. Fácil en
el sentido de que progresivamente se pueden describir cada
vez mejor los diversos caminos que sigue la innovación y en
el de que, a medida que se amplía el campo del conocimien-
to, se pueden localizar más fácilmente —o no tanto— los
lazos que unen el estudio fundamental con el estudio apli-
cado. Pero, al mismo tiempo, esta planificación se hace más
compleja debido a que el número de parámetros suscepti-
bles de intervenir en un proceso de desarrollo científico y
65
66 3. PROSPECTIVA Y CIENCIAS DEL HOMBRE
legítimamente leyes del futuro, estas «leyes naturales que están pre-
sentes en los movimientos» de las sociedades (Marx) y que el físico
social debe conocer, no para poder «gobernar los fenómenos, sino
tan sólo para modificar su desarrollo espontáneo»25.
Rechacemos, ya desde el principio, las filosofías de la historia:
Vico, Spengler, Toynbee no nos enseñan nada que, a fin de cuentas,
vaya más allá de los objetivos de un astrólogo un poco instruido.
Todas las interpretaciones cíclicas del «destino de las civilizaciones»
atraen tan sólo por la habilidad de sus autores en combinar tranqui-
lamente algunos fragmentos de explicaciones causales. Si tomamos
sólo estos ejemplos, no acabaremos nunca con las teorías totalizantes
del «declive de Occidente» o del fracaso de la «civilización humanis-
ta»: incluso garantizamos, sin excesivo peligro, que se multiplicarán
infinitamente hasta el segundo milenio. El sociólogo y el previsio-
nista se interesarán, sin duda, en tratarlas en un aspecto principal-
mente, y en uno solo: estas teorías recobran y dan vida a una serie
de ideologías sin misterios. La «salvaguarda de los valores occiden-
tales» ya ha llevado a millones de seres humanos a diferentes tipos
de exterminio, lo que debería obligar a omitir cualquier intento de
enunciar leyes necesarias de la evolución si alguna de ellas no es-
condiera algún objetivo más serio: si, en lugar de analizar las series,
las regularidades y las repeticiones de los fenómenos situados en la
larga duración, estudiamos el grado posible de su pertinencia heu-
rística, parece que rompemos con el análisis prospectivo. También
puede parecer una prudencia excesiva si nos prohibimos inferir de
una masa de acontecimientos convenientemente repartidos y clasi-
ficados esquemas probabilistas que pueden tener un gran valor. El
miedo que tiene la prospectiva de convertirse en futurología no debe
obligarla a encerrarse detrás de las falsas certezas del razonamiento
histórico que ha verificado, sus afirmaciones.
Debe ir más allá de las categorías de lo inmutable y de las del
«cambio»; y asimismo abandonar el proceso de la historia y desdeñar
la adivinación del futuro. En resumen, deben buscarse los medios
25Comte, A., Cours de philosophie positive, vol. IV, pág. 214, 1839.
3.3. HACIA UNA TEORÍA DE LAS RELACIONES DE INCERTIDUMBRE 81
36Goodman, P., Growing-up absurd, 1960; Dumazedier, J., Vers une civilisation
du loisir?, 1962; Varagnac, A., Civilisation traditionnelle et genres de vie, 1948,
etc.
3.3. HACIA UNA TEORÍA DE LAS RELACIONES DE INCERTIDUMBRE 89
PROSPECTIVA Y UTOPÍA
91
92 4. PROSPECTIVA Y UTOPÍA
5Vieille, P., «Les enfants et l’an 2000», 2000, núms. 11, 1968 y 12» 13 y 14. 1969.
98 4. PROSPECTIVA Y UTOPÍA
«Por el hecho de
que no se compren-
de nada, no se tiene
el derecho de conje-
turar lo absurdo. »
Jean ROSTAND
(Pensées d’un bio-
logiste)
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100 CONCLUSIÓN