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MERCADO MONETARIO: DINERO

NATURALEZA, ORIGEN Y FUNCIONES DEL DINERO

Un pleno entendimiento del sistema monetario y bancario implica necesariamente, entre otras cosas, conocer qué es el
dinero, de donde viene y qué es lo que hace. Como miembros de una sociedad moderna y civilizada ya conocemos
intuitivamente las respuestas a algunas de estas preguntas, aunque probablemente nunca las hayamos estudiado a fondo,
ya que generalmente el dinero como institución social simplemente se da por hecho.

LAS FUNCIONES DEL DINERO

Ventajas del Intercambio

La función principal del dinero en un sistema económico es facilitar el intercambio de bienes y servicios, esto es, reducir el
tiempo y esfuerzo requeridos para llevar a cambio el intercambio. El hombre que vive y trabaja completamente aislado de
los demás, al no tener ocasión de intercambiar bienes y servicios, no necesita dinero. Un grupo pequeño de personas
tampoco necesita dinero, ya que sus bienes y servicios pueden ser intercambiados mediante trueque con poca pérdida de
tiempo y esfuerzo. A medida que los grupos sociales crecen, sin embargo, y aumenta el grado de especialización y división
del trabajo, el trueque resulta cada vez más inconveniente, engorroso y costoso en términos de tiempo y esfuerzo.

La función del dinero es entonces permitir que el intercambio se lleve a cabo lo más “económicamente” posible a fin de
facilitar el grado óptimo de especialización, con el correspondiente aumento en la productividad.

Todos conocemos el alto grado de especialización que caracteriza a las economías modernas: especialización de personas,
de empresas y áreas geográficas. Este alto grado de especialización nos permite usar los recursos disponibles de la mejor
manera posible, desarrollar habilidades, reunir conocimientos especializados, emplear grandes cantidades de capital y
aprovechar las economías de escala (economías a escala: principio que afirma que el costo por unidad es más bajo en una
empresa grande que en una empresa pequeña). Sin él, nuestra capacidad productiva y nuestro nivel de vida estarían
ambos muy por debajo del nivel actual. Pero esta especialización sería a su vez imposible sin un efectivo sistema de
comercio o intercambio. El dinero es productivo, por tanto, en el sentido de que es un ingrediente esencial del moderno
mecanismo de intercambio, y de esa manera facilita la especialización y la producción.

Desventajas del trueque directo

Nótese que no se ha dicho que el intercambio no es posible sin dinero. El trueque directo fue la forma primitiva de
intercambio y aún sigue usándose en ocasiones. Sin embargo, el trueque puro es tan costoso en términos de tiempo y
esfuerzo que el comercio no sería posible a gran escala si no existiera ningún método de intercambio alternativo.

La primera gran desventaja del trueque es que requiere la llamada “doble coincidencia de necesidades”. No siempre sucede
que el dueño de una mercancía que desea intercambiar por otra encuentra una persona que (1) desee la mercancía, y (2)
posee la mercancía deseada. Por ejemplo, supongamos que un individuo posee un caballo de 3 años que desea cambiar
por una carreta. Encontrar una persona que ya posee o que pueda construir el tipo exacto de carreta deseado, y que al
mismo tiempo desee el tipo de caballo ofrecido, sería obviamente un proceso muy largo y laborioso (suponiendo que exista
dicha persona), Lo más probable es que el dueño del caballo tendrá que llevar a cabo una serie de transacciones
intermedias para poder obtener finalmente la carreta: por ejemplo, cambiar el caballo por una vaca, la vaca por un bote, el
bote por unas ovejas y las ovejas por la carreta deseada.

Una segunda desventaja del trueque se presenta cuando las mercancías no tienen el mismo valor, y no pueden ser
divididas son pérdida de valor. Seria muy difícil cambiar el caballo por un surtido de muchas mercancías relativamente
baratas, ya que es poco probable que otra persona quiera un caballo y al mismo tiempo tenga el surtido exacto deseado,
mientras que el caballo no puede ser dividido en partes para realizar una serie de transacciones pequeñas.

Una tercera desventaja, que está relacionada con la anterior, es la ausencia de un medio para atesorar “poder adquisitivo”
en general. Si el individuo no desea hacer ningún intercambio en el presente inmediato, la única forma de atesorar poder
adquisitivo para uso futuro sería almacenar mercancías físicas.
Sin embargo, esto tiene serias desventajas, ya que la mercancía podría deteriorarse, perdiendo su valor, podrían haber
costos de almacenaje y podría ser difícil encontrar rápidamente un comprador en el momento que se quiera intercambiar la
mercancía por otra cosa.

Debido a estas desventajas, el trueque directo es un método de intercambio muy ineficiente. Fue para evitar estas
dificultades que en casi todas las sociedades se desarrolló algún tipo de dinero.

Las funciones Específicas del dinero

El dinero cumple 3 funciones específicas, cada una de las cuales obvia alguna de las dificultades del trueque directo que
hemos señalado. Éstas funciones son:

a) Servir como medio de intercambio


b) Servir como unidad de cuenta, y
c) Servir como reserva de poder adquisitivo.
Las últimas 2 funciones se podrían denominar funciones “derivadas”, ya que se derivan de la función primario del dinero, que
es la de ser medio de intercambio.

Medio de intercambio: Esta función es satisfecha por cualquier cosa que sea generalmente aceptada en el intercambio de
bienes y servicios. De hecho, esta es la única forma en que se puede definir el término “dinero”: el dinero es el medio de
intercambio generalmente aceptado, y cualquier cosa que la mayoría de la gente está dispuesta a aceptar a cambio de
bienes y servicios será “dinero”. Nótese que las personas no desean el dinero por sí mismo, sino para intercambiarlo
después por otros bienes y si aceptan vender sus mercancías a cambio de dinero es porque saben que otras personas
aceptarán el dinero a cambio de sus propias mercancías. La aceptabilidad del dinero es entonces una determinante
fundamental de su utilidad como medio de intercambio. Es importante subrayar que la aceptabilidad del dinero no deriva de
su valor intrínseco, ni de reconocimiento oficial por parte de algún gobierno, sino únicamente de la certeza de que será
aceptado por otras personas. Por tanto, y aunque parezca circular, se puede afirmar en un sentido muy básico que el dinero
es aceptado porque es aceptado.

Unidad de cuenta: La unidad monetaria generalmente sirve como la unidad en términos de la cual se expresan los valores
de los demás bienes y servicios, y también es la unidad usada para medir y comparar la riqueza. El dinero, en otras
palabras, es el “común denominador” que se utiliza para comparar los valores relativos de la heterogénea gama de bienes y
servicios que componen el mercado. La existencia de una unidad de cuenta hace posible el cálculo económico y la
determinación de pérdidas y ganancias, permitiendo así determinar cambios en la situación patrimonial, o sea, cambios en la
riqueza.

El uso del dinero como unidad de cuenta se deriva de su uso como medio de intercambio, pero es bueno aclarar que el mismo
tipo de dinero no siempre es usado para ambas funciones. Para poder cumplir perfectamente su papel como unidad de
cuenta, el valor del dinero en sí tendría que ser estable. Todos sabemos, sin embargo, que éste no es el caso en la práctica, y
con frecuencia se dan grandes fluctuaciones en el poder adquisitivo del dinero en términos de otros bienes y servicios. El
poder adquisitivo del dinero disminuye cuando se da un aumento general en los precios de los demás bienes y servicios,
fenómeno que se conoce con el nombre de “inflación”. El fenómeno contrario se conoce como “deflación”. Naturalmente, tanto
la inflación como la deflación dificultan el empleo del dinero como unidad de cuenta.

Sin embargo, algunas monedas son más estables que otras a este respecto, y es común en los países muy inflacionarios el
uso de una moneda como medio de intercambio (la moneda “nacional”), al mismo tiempo que se emplea otro bien como
unidad de cuenta. En estos casos la unidad de cuenta es generalmente una moneda extranjera, pero en ocasiones se han
utilizado también mercancías físicas. Por ejemplo, en años recientes se ha hecho cada vez más común el uso del Dólar
U.S. como unidad de cuenta en algunos países latinoamericanos muy inflacionarios, tales como Argentina, Brasil, México y
Perú.

Reserva de poder adquisitivo: El dinero también es usado como reserva de poder adquisitivo, función que también deriva de
su uso como medio de intercambio generalmente aceptado. Al retener dinero, el individuo está de hecho reteniendo una
cierta cantidad de poder adquisitivo generalizado del que puede disponer para comprar las cosas que desee cuando así lo
desee, ya que sabe que será siempre aceptado en la compra de bienes y servicios. Puesto que el individuo no siempre
puede saber en qué momento exacto necesitará hacer todas sus compras, es obviamente conveniente contar con una
reserva “precaucionaria” de poder adquisitivo. Por cierto que el individuo también podría conservar para este fin algún otro
bien no-perecedero en lugar del dinero, pero por definición ningún otro bien serpa tan fácilmente “vendible” como el dinero
mismo. En otras palabras, ninguna otra reserva de poder adquisitivo será tan “líquida”, como el dinero.

Esto no significa, por cierto, que el dinero será siempre una buena reserva de poder adquisitivo, ya que como señalamos
antes, el poder adquisitivo del dinero varía a lo largo del tiempo, y en condiciones inflacionarias el uso del medio de
intercambio como reserva de poder adquisitivo implica una pérdida real de poder adquisitivo. Esta situación implica un
dilema para el individuo, el valor del dinero podría deteriorarse más rápidamente que otros activos alternativos, pero el uso
de esos activos como reserva de poder adquisitivo significa un sacrificio de liquidez. En situaciones extremas, al igual que
en el caso de la unidad de cuenta, es común el uso continuado de la moneda nacional como medio de intercambio, y el uso
de la moneda extranjera como reserva de poder adquisitivo. En estos casos la moneda nacional es empleada como reserva
de poder adquisitivo sólo para intervalos de tiempo muy cortos.

ORIGEN Y EVOLUCION DEL DINERO

Desde la antigüedad, los hombres han reconocido las ventajas de contar con un medio de intercambio, al mismo tiempo que
han reconocido que la institución del dinero no existió desde siempre contrastando entonces la economía basada en el
dinero con las incomodidades del trueque directo. Este contraste los llevó a suponer que el uso del dinero se originó en un
acuerdo entre los hombres, con el propósito deliberado de salvar estos inconvenientes.

Esta fue, por ejemplo, la opinión de Aristóteles:

De esta forma de cambio (i.e., del trueque directo), sin embargo, nació la otra, y con razón, pues al depender más y más del
extranjero la importación de artículos de que estaban menesterosos, y al exportar a su vez aquellos en que abundaban,
necesariamente hubo de introducirse el uso de la moneda. De ahí que, para efectuar sus cambios, los hombres convinieron
en dar y recibir entre ellos algo que, siendo útil de suyo, fuese de fácil manejo para los usos de la vida, como hierro, plata u
otro metal semejante1

Este pasaje claramente implica que, en opinión de Aristóteles, el dinero se origina como una convención social que surgió por
un acuerdo deliberado, y por muchos siglos ésta fue la teoría predominante entre los estudiosos del tema.

En el curso de los últimos 2 siglos, sin embargo, se ha descartado esta suposición, y se reconoce que el dinero no surgió de un
acuerdo para suplantar el trueque directo, sino que más bien evolucionó espontáneamente como consecuencia natural del
mismo trueque. El dinero nunca fue “inventado”, sino que más bien los hombres eventualmente descubrieron que “estaba allí”.

1
Aristóteles, La Política (1967) pág. 166
Naturalmente que no es posible remontarnos históricamente a los primeros inicios de la economía monetaria (aunque sólo sea
por el hecho de que el uso del dinero con seguridad antecede a la palabra escrita), pero sí podemos especular acerca del
proceso que probablemente produjo este resultado. La naturaleza de este proceso ya había sido percibida por Adam Smith
(1776), quien luego de describir la inconveniencia del trueque escribe:

A fin de evitar la inconveniencia de tales situaciones, cada hombre prudente en cada período de la sociedad, luego del primer
establecimiento de la división del trabajo,, naturalmente tiene que haber manejado sus asuntos de tal manera para contar
consigo en todo momento, además del producto de su propia industria, una cierta cantidad de alguna otra mercancía que
pocas personas fueran a rechazar en intercambio por el producto de su industria.2

Smith ya vaticinaba la teoría moderna sobre el origen del dinero, aunque su formulación más completa se debe a Carl
Menger.

La esencia de la teoría de Menger en el reconocimiento de que incluso bajo condiciones de trueque directo, algunas
mercancías son más fácilmente “vendibles” que otras. 3 La gran mayoría de las mercancías generalmente tendrán un
mercado limitado, en el sentido de que serán demandadas por pocas personas o a intervalos relativamente largos. Siempre
habrán algunas mercancías, sin embargo, que serán consumidas frecuentemente por un gran número de personas. Como
se ha señalado antes, bajo condiciones de trueque sólo por casualidad se dará la “doble coincidencia de necesidades” y
generalmente el individuo tendrá que efectuar una serie de transacciones intermedias para conseguir eventualmente la
mercancía deseada. Bajo estas condiciones, al individuo siempre le será conveniente intercambiar su mercancía por
mercancías del segundo tipo, las más fácilmente vendibles, incluso si no las desea por si mismas, ya que le sería más fácil
intercambiarlas después por la mercancía que realmente desea. Nótese que a medida que se generaliza esta práctica,
estas mercancías que de por sí ya eran más “vendibles” para empezar, empiezan a ser demandadas incluso por personas
que normalmente no las consumirían, ya que las desean, no por sí mismas, sino como medio para realizar otros
intercambios.

Por tanto, a la demande normal de consumo de esta mercancía, se agrega una demanda adicional para propósitos
“monetarios”. En otras palabras, estas mercancías van adquiriendo cierto grado de “dinerosidad”.

Este es un proceso cumulativo ya que la demanda “monetaria” del bien hace que sea aún más fácilmente vendible, lo que
refuerza el proceso cumulativo. El resultado final del proceso es el uso generalizado de unas pocas mercancías como
medios de intercambio, es decir, un sistema monetario.

Por definición, este tipo de historia “conjetural” es imposible de verificar, aunque existen indicios indirectos de que ésta es
probablemente una descripción bastante exacta del proceso que eventualmente condujo al establecimiento del dinero como
institución social. Por ejemplo, las experiencias en ciertos tipos de sociedades artificiales, tales como los campos de
prisioneros de guerra, han resultado en la aparición de sistemas monetarios relativamente sofisticados por medio de
procesos muy similares a los descritos en la teoría de Menger.

La teoría de Menger implica por tanto que no es una convención social que fue “inventada” en algún momento del pasado
remoto, sino el resultado de una lenta evolución que surge espontáneamente del mismo proceso del trueque directo. El
dinero es, pues, como el lenguaje, un ejemplo más de los “órdenes espontáneos” descritos por F.A. Hayek: “resultados de la
acción humana pero no del diseño humano4” “Nadie inventó el dinero porque nadie podría haberlo inventado”.

La teoría de Menger tiene otra implicación importante que vale la pena subrayar: para que surge el uso generalizado del
dinero, la mercancía utilizada como dinero tiene que haber sido originalmente una mercancía con valor intrínseco, esto es,
tiene que haber tenido una demanda por sí misma aparte de su demanda para usos monetarios. (Es interesante notar que
esto había sido reconocido incluso por Aristóteles). Esto es quizá difícil de apreciar en la actualidad, ya que el dinero que
actualmente utilizamos no tiene ningún uso no-monetario. Sin embargo, la institución del dinero sólo puede haber surgido en
base a mercancías reales.

La evolución Histórica del Dinero

Precisamente por ser una teoría general y abstracta sobre el origen del dinero, la teoría de Menger no puede decir nada
acerca de las formas específicas de dinero adoptadas por sociedades específicas en las distintas etapas de su desarrollo
histórico. Algo se conoce, sin embargo, sobre la evolución histórica del dinero por lo menos desde el inicio de la historia
escrita.

En la mayoría de las civilizaciones, la forma original del dinero en la antigüedad más remota parece haber sido el ganado
(por increíble que nos pueda parecer en la actualidad). Las evidencias a este respecto son principalmente de tipo lingüístico.

Incluso en el lenguaje moderno persisten rastros de la estrecha relación del ganado con el dinero: el término “pecuniario”,
que denota “monetario” o “financiero”, deriva de la raíz latina pecus (ganado), mientras que el término “capital” deriva de
capita (cabeza) y de la época en que la riqueza se media literalmente en términos de cabezas de ganado. Menger señala
que en otros idiomas también se encuentra similar relación lingüística entre dinero y ganado. Se podría pensar, sin
embargo, que ésta evidencia apunta al uso del ganado como medida de la riqueza (es decir, como unidad de cuenta), pero
no necesariamente como medio de intercambio.

La actual relación lingüística entre el ganado y algunas denominaciones monetarias (se dice, por ejemplo, que el término
rupia deriva de la palabra en sánscrito que significa “vaca”) podría deberse a que algunas primitivas unidades monetarias
representaban el valor monetario de una vaca. Menger, sin embargo, argumenta que en las primitivas sociedades nómadas
basadas en el pastoreo el ganado no sólo era el principal tipo de riqueza, sino que además es probable que haya sido
utilizado como medio de intercambio, al ser la mercancía más fácilmente negociable bajo esas circunstancias. (considere
que el ganado no sólo sería fácilmente aceptado por casi todos los miembros de la comunidad, sino que además es

2
Adam Smith, The Wealth of Nations (1937) págs. 22-23.
3
Carl Menger, Principios de Economía Política (1871), cap. 8
4
F.A. Hayek, El Orden de la Libertad (1977), págs. 25-55, 60-68
fácilmente transportable, consideración importante para una sociedad en continuo movimiento, relativamente duradero y con
un bajo costo de mantenimiento en condiciones de pastos abundantes).

Sin embargo, cualesquiera hayan sido las ventajas del ganado como medio de intercambio en sociedades nómadas, son
evidentes sus desventajas para sociedades sedentarias, y por lo tanto a medida que progresó la civilización se fue
abandonando el ganado y se adoptaron otros tipos de mercancías, principalmente metales. Se aprecia especialmente una
tendencia hacia la adopción de los metales preciosos, oro y plata, como medios de intercambio.

Varias razones explican la casi universal adopción de estos metales para propósitos monetarios:

1) Los metales preciosos son hermosos, por lo que tienen una fuerte demanda para propósitos ornamentales.
2) Casi no son afectados por los elementos, y por lo tanto poseen extraordinaria durabilidad. Ciertas aleaciones de oro y
plata son muy duras, y por lo tanto no se desgastan rápidamente.
3) Estos metales son relativamente escasos, y son difíciles de extraer, por lo que la oferta tiende a ser pequeña en relación
a la demanda, y debido a esto tienen un alto valor en relación a su volumen, al contrario de otros metales.
4) Los metales preciosos son homogéneos (una barra de oro de determinada pureza es exactamente igual a otra de igual
pureza), su grado de pureza es relativamente fácil de determinar y se pueden fácilmente fraccionar en cualquier unidad
deseada.

En suma, además de poseer valor intrínseco, los metales preciosos poseen en alto grado las cualidades ideales de cualquier
medio de intercambio eficiente:

 Durabilidad
 Divisibilidad
 Homogeneidad
 Gran valor en relación a su volumen

No es sorprendente entonces que os metales preciosos hayan sido utilizados como medio de intercambio casi desde los
albores de la civilización. La plata, por ejemplo, era usada como dinero en el Oriente Medio ya desde la época de Abraham. 5
La moneda acuñada, sin embargo, es una etapa relativamente reciente de la evolución monetaria, ya que en la antigüedad
más remota el dinero metálico se media según su peso. Nuevamente se tiene sobrada evidencia lingüística a este respecto.
La prueba está que muchas de las modernas denominaciones monetarias originalmente no eran otra cosa que unidades de
peso: ejemplos evidentes son el “shekel” israelí (que deriva del “ciclo” bíblico – una unidad de peso), la “libra” inglesa, la “lira”
italiana, el “marco” alemán, y la designación genérica de “peso” (o “peseta”) que caracteriza a muchas monedas de países
hispano-parlantes.

Las primeras monedas fueron acuñadas en el reino de Lidia, en Asia Menor, alrededor de 700 años antes de Cristo. La
introducción de monedas acuñadas naturalmente representó una significativa mejoría respecto del sistema anterior de
transacciones y pagos en base al peso del metal monetario, ya que permitía obviar la necesidad de pesar y comprobar la
pureza del metal, haciendo posible los pagos mediante simple recuento de monedas.

Sin embargo, si bien la acuñación de monedas fue un importante paso hacia una mayor eficiencia en las transacciones
monetarias, también dio inicio a 2 procesos que desde entonces han caracterizado la evolución histórica del dinero. Quizá el
más obvio de estos procesos sea el de la depreciación monetaria, ya que el empleo de monedas acuñadas casi
inmediatamente dio lugar a la posibilidad de adulterar las monedas. El segundo proceso, más sutil pero posiblemente más
importante, tiene que ver con lo que Wilhelm Rőpke atinadamente denomino “la creciente anemia del dinero” 6 queriendo
significar con esta la gradual transición hacia formas de dinero cada vez menos tangibles. Ambos procesos se inician con
las monedas acuñadas y continúa hasta nuestros días.

La adulteración monetaria

Por razones quizá fáciles de comprender, casi desde el inicio los gobernantes reservaron para sí el derecho de acuñar
monedas, porque rápidamente se dieron cuenta que esta actividad podía representar una atractiva fuente de ingresos
adicionales. La adulteración del dinero por parte de los gobernantes se llevaba a cabo de dos formas:
a) Refundiendo las monedas y agregándoles ciertas cantidades de metales innobles (como cobre, estaño), esto es,
rebajando el contenido metálico de las monedas.
b) Refundiendo las monedas, para volverlas a estampar con un tamaño ligeramente menor al oficial.

Con ambos métodos se obtenían, de una determinada cantidad de monedas legales, mayor cantidad de monedas
ligeramente adulteradas pero que podían aún pasar por buenas en el mercado. Con el tiempo, sin embargo, estas prácticas
resultaban en un notorio deterioro de las monedas.

La adulteración de las monedas es tan antigua como la misma moneda acuñada. La adulteración del dinero y la
consiguiente depreciación del mismo no son cosa nueva. El dinero ha sido juguete de los gobernantes desde el mismo inicio
de la moneda acuñada. Sin embargo, la adulteración de monedas físicas por su naturaleza tenía que ser un proceso
gradual, por lo que no era posible la depreciación monetaria en la escala que conocemos en la actualidad. Las inflaciones
modernas sólo se hicieron posibles con la introducción de papel-moneda, lo que a su vez necesitó un cambio cualitativo en
la naturaleza misma del dinero.

De las cabezas de Ganado al Papel-moneda

Aparte de dar lugar a la posibilidad de adulterar las monedas físicas, la introducción de la moneda acuñada fue el primer
paso en el proceso de lo que Rőepke llamó la “anemia” del dinero: la transición hacia formas de dinero cada vez menos
tangibles y cada vez más abstractas.

5
Abraham pagó 400 ciclos de plata por el campo de Macpela para enterrar a Sara. Génesis 23,8-14
6
Wilhem Rőepke, Introducción a la Economía Política (1966) Cap. 4
La naturaleza de esta transición resalta particularmente si se compraran las primitivas formas de dinero con el dinero
moderno: de ser inicialmente algo tan concreto y tangible como una vaca, el dinero se ha convertido en el moderno papel-
moneda, que no tiene ninguna existencia tangible aparte del papel en que viene impreso. (De hecho, la situación es aún
peor que esto, ya que en la actualidad la mayor parte del dinero en circulación consiste en depósitos bancarios, que
estrictamente hablando no tienen existencia material alguna, ya que no son otra cosa que simples asientos contables).

Esta transición se inicia con el uso generalizado de monedas acuñadas, ya que, además de permitir una mayor eficiencia en
las transacciones comerciales, al permitir la realización de transacciones mediante simple recuento de monedas, la nueva
modalidad implicó además un sutil cambio en la forma de pensar acerca del dinero: las personas empezaron a pensar, ya no
en términos de oro y plata, sino en términos de la unidad monetaria, que mediante un gradual proceso de abstracción
empezó a adquirir (en la mente de las personas) una existencia propia, aparte del contenido metálico de las monedas
físicas.

Por supuesto que este proceso de abstracción no podía ir muy lejos mientras el grueso de las transacciones se realizaran
por medio de monedas físicas, y lo que realmente dio impulso al proceso fue la gradual introducción del billete de papel,
originalmente denominado “billete de banco”.

Al igual que la introducción de la moneda acuñada, el billete de banco obviamente representó una importante mejora
tecnológica en las transacciones comerciales, permitiendo realizar grandes transacciones sin la inconveniencia y el riesgo de
cargar con grandes sumas de dinero metálico. Su mayor eficiencia explica su rápida adopción en todo el mundo civilizado.

En sus comienzos, el papel-moneda presentaba todavía un cierto carácter tangible en la medida en que los billetes de banco
originalmente no eran otra cosa que recibos sobre dinero metálico depositado en el banco, respaldados íntegramente y
convertibles en dinero metálico en cualquier momento. Dada la mayor conveniencia de cargar con los recibos que con el
dinero físico, los recibos empezaron a ser endosados de una persona a otra (esto es, empezaron a ser usados como medio
de intercambio), y luego se introdujo la práctica de emitir los recibos “al portador” y en denominaciones fijas.

De las cabezas de ganado al papel-moneda

La anemia del dinero

De moneda física a unidad monetaria

El billete de banco como mejora tecnológica

La convertibilidad del billete

Billetes por encima de las reservas metálicas

El estado y el abuso legal

El oro como moneda mundial

El sistema de Bretón Woods

El sistema de reservas fraccionadas

LA FUNCION DEL DINERO

El beneficio material de vivir en sociedad se deriva del incremento de la productividad de la sociedad entera, el cual, a su vez,
se deriva de la división del trabajo.

La división del trabajo no se daría más que en una forma muy rudimentaria si no existiese un medio para facilitar el intercambio
del fruto del trabajo, si el costo mismo de intercambiarlo fuese mayor que el costo de producir el bien deseado. Originalmente, el
intercambio primitivo, antes de que surgiera el dinero, tuvo que haber sido directo, por medio de trueque: bienes a cambio de
bienes. Pero a base de trueque no podía ser muy extenso el intercambio debido a sus muchas y evidentes dificultades. De
manera que no debe extrañarnos que evolutivamente surgieran medios indirectos de intercambio, que con el tiempo llegaron
a tener las manifestaciones y mecanismos tan sofisticados como los que hoy día tiene el dinero y sin los cuales sería imposible
el grado de división del trabajo y, como consecuencia, el grado de civilización que hoy presenciamos.

"El dinero no es, propiamente hablando, uno de los objetos del comercio; pero sólo el instrumento que los hombres han
convenido usar para facilitar el intercambio de un bien por otro". David Hume. Essay III Of Money .

El dinero resultó de un proceso evolutivo. Es un fenómeno de mercado y no el producto de un diseño ingenioso para cumplir
sus finalidades específicas. Existió por milenios antes de que surgiera la banca privada, y por muchos siglos más antes de que
se inventaran los bancos centrales gubernamentales.
De manera que no podremos decir que comprendemos el fenómeno dinero si no lo entendemos primero como un fenómeno de
mercado, independiente de y anterior a las bancas centrales que hoy día lo tienen a su cargo en la mayor parte del mundo.

Como con otros fenómenos de mercado, para que funcione el dinero no es necesario comprenderlo. Todos sabemos
que el dinero existió por milenios antes de que algunos se ocuparan por entenderlo, y es más, hoy día solamente un
pequeño grupo de especialistas lo comprenden, pues ni para intermediar en el mercado de crédito en función de
banquero, ha sido necesario entender el fenómeno dinero, de la misma manera que quien vende libros de economía no
tiene que ser economista.

Una vez entendido así, se puede comprender cómo funciona el dinero en el mundo moderno, con las bancas centrales y los
organismos internacionales. El origen del dinero mismo nos ayuda a comprender su naturaleza. Evidentemente, del mismo
deseo de intercambiar con mayor facilidad y al menor costo posible, surgió el uso de bienes que por sus cualidades pudieran
servir como medio indirecto de intercambio. Necesariamente tienen que haber sido bienes, como efectivamente nos confirma la
historia que fueron, con algún uso anterior apreciado por los miembros de la comunidad, pues solamente por esa circunstancia
pudo haber sido aceptado por primera vez. Además de ese valor previo, para poder cumplir su función, tienen que haber sido
bienes con ciertas características como lo son: ser fácilmente divisible, para que sirviera para adquirir varias cosas; ser
relativamente perdurable para que sirviera temporalmente de resguardo de valor; ser escaso para que le otorgaran algún
valor y, finalmente, más costoso de falsificar.

Fueron varios los bienes que se utilizaron antaño como dinero, algunos de ellos simultáneamente, en cuyo caso en el
mercado se llegaba a establecer un precio recíproco (una tasa de cambio entre ellos). Se han usado como dinero muchas
cosas, entre ellas, sal, lino, pieles, pescado seco, tabaco y cigarrillos, piedras, estaño, animales domésticos, flechas, cobre,
cacao, plata y oro.

La teoría monetaria intenta explicar por qué el dinero tiene poder adquisitivo, cuáles factores influyen en ese poder y,
principalmente, los efectos del cambio en su cantidad.

Cuando por primera vez alguien usó algún bien determinado como dinero, es decir, que separó el acto de vender del acto
de comprar, mediante el recibir a cambio algo útil con la intención de no consumirlo ni quedarse con él, sino para hacerlo
trato por otra cosa, el poder adquisitivo de ese dinero estaba ya determinado por su valor en trueque. Es decir, que con ese
bien, se podía "comprar" lo mismo que se podía obtener por simple trueque. La generalización del uso de ese bien como
medio de intercambio constituyó una demanda adicional, que pronto tuvo que aumentar su precio. Al fin y al cabo, su uso
como moneda, constituía un nuevo uso que se le daba a ese bien.

EL PRECIO DEL DINERO (EL PODER ADQUISITIVO)

La gente obtiene dinero a cambio de bienes y servicios. El precio del dinero es aquello que hay que dar para adquirirlo en
propiedad. El precio del dinero es su poder adquisitivo: lo que adquiere un comprador con dinero es precisa mente, lo que el
vendedor pagó por esa cantidad de dinero. El que vende dos aguacates por un peso, en efecto compró un peso con dos
aguacates.

Toda venta de bienes constituye una compra de dinero. Toda compra de bienes constituye una venta de dinero.

Tenemos que tener cuidado de no confundir el interés, el cual es, estrictamente hablando, el precio del crédito --no del
dinero-- con el precio del dinero. El crédito consiste en utilizar por un tiempo definido, una cantidad de bienes ajenos --o
del poder adquisitivo de otra persona, que para el caso es lo mismo-- y pagar algo a cambio por el hecho de usarlo.
Causa confusión el que comúnmente se use el término "precio del dinero" para referirse a la tasa de interés del crédito
de corto plazo.

La gente compra dinero para sus necesidades de consumo inmediato y para guardarlo para compras futuras, en cuyo caso la
persona está adquiriendo dinero para tener dinero como parte de sus activos, como un bien en sí, y este dinero constituye un
saldo en caja. En este último caso, se está adquiriendo el dinero como una inversión y no para salir de él, por lo menos no
inmediatamente. Es éste último propósito que constituye la demanda de dinero. Todos decidimos cuánto de nuestro ingreso
vamos a mantener como saldo en caja en cada momento y dentro de las posibilidades de cada quién. El campesino que vende
su cosecha una vez al año, no se gasta el producto de su venta el mismo día, sino lo guarda y lo va usando en forma gradual
para que le alcance a llegar hasta la próxima cosecha. Durante ese tiempo, su saldo en caja irá bajando, y podemos calcular
cuál fue su promedio de saldo durante el año. El asalariado se comporta en igual forma, pues no se gasta todo su sueldo al
recibirlo a fin de mes, sino va bajando su saldo a medida que el mes transcurre. Tiene un promedio de saldo en caja que
prefiere para cualquier eventualidad o porque está juntando para un gasto mayor.

El dinero siempre es de alguien, no importa si está en el banco, debajo del colchón, o en tránsito. Todo instante tiene dueño, y
forma parte del saldo en caja de alguien.

En un momento dado, la comunidad dispone de una cantidad de dinero para efectuar todos sus intercambios. Lo que en un
período de un año, mediante múltiples transacciones se habrá comprado con esa cantidad de dinero, evidentemente constituye
su poder adquisitivo.

Este concepto se puede expresar simbólicamente con la ecuación.

MV=PT

en la cual M es la cantidad de dinero, V es el número de veces que se usó, P es el precio promedio de todo lo vendido, y T
el número de transacciones.
Esta expresión matemática es una tautología, pues ambos lados del signo dicen lo mismo de diferente manera. Es una
ecuación matemática simbólica.
Es muy útil conceptualmente, pero de ella no se debe desprender que existe proporcionalidad exacta entre sus partes, como
veremos más adelante. Sí nos expresa, sin embargo, la relación entre los factores que pueden variar en el curso del tiempo,
y nos indica la dirección de su efecto en los otros factores.

"Parece ser una máxima evidente de por sí; que los precios de todo dependen de la proporción entre los bienes y el dinero,
y que una considerable alteración de cualquiera tiene el mismo efecto, ya sea de subir o bajar el precio. Auméntese los
bienes, se vuelven más baratos; auméntense el dinero, los precios subirán. Así, por el contrario, una disminución de lo
anterior, y de lo último, tendrá efectos contrarios".

David Hume, Of Money (1777).

La demanda de dinero (del saldo en caja) lo determina la gente considerando, 1) su efectividad como resguardo de valor,
2) el costo de oportunidad de guardarlo y, 3) el valor que le atribuye a la satisfacción de sentir cierta seguridad económica.
Típicamente, sí en períodos de estabilidad, el orden de magnitud del promedio de saldo en caja acostumbrado ha sido más
o menos equivalente a cinco semanas del ingreso, en tiempos de inflación, cuando el dinero está perdiendo su
calidad de medio de resguardo de valor, el saldo en caja ha bajado al equivalente de tres o cuatro días del ingreso y,
preferentemente, quien lo puede hacer, vive al crédito, porque automáticamente su deuda real disminuiría en forma continua
a medida que la moneda se deprecia.

La siguiente tabla y su correspondiente gráfica nos sirven para ilustrar el precio del dinero:

Tabla 1

Cantidad de PESOS ¨com- consecuentemente el ¨precio¨ de el precio de 1 Kg. de maíz es : (en


prados¨ con 100 kg, de maíz un ¨PESO¨ es: pesos)
50 2.00 Kg 0.50
60 1.66 Kg 0.60
80 1.25 Kg 0.80

Gráfica 7-1
OFERTA Y DEMANDA DE DINERO
"PRECIO" EXPRESADO EN MAIZ

Podemos ahora apreciar que el precio del dinero es el inverso del precio del maíz. Si se tratara solamente de maíz y dinero,
podríamos ver fácilmente el efecto en el precio del maíz ante los cambios de oferta o de demanda de ambos, dinero y maíz.

Evidentemente, no podemos ponerle precio a "las cosas", debido a la infinita y variada cantidad y calidad de ellas. Pero sí
podemos usar conceptos abstractos para visualizar los efectos sobre los precios cuando ocurre un cambio en la cantidad de
dinero que la sociedad dispone para sus intercambios. Si nos referimos a "las cosas", podemos utilizar un número que refleje,
aunque sea solamente un número "índice", el precio de "las cosas".

Para establecer este índice, periódicamente se toma una cantidad de bienes representativos de lo que consumen la familias, se
le llama arbitrariamente la canasta familiar, y se calcula el precio que costaría comprarla. Esta cifra se compara con la cifra en
el año que se utiliza como base de referencia, la cual se le denomina 100, y entonces se puede expresar los cambios en el
precio de la canasta, en forma porcentual. Así por ejemplo, si tomamos los precios de la canasta en 1980 como año base de
comparación, podremos decir que ya en 1990, el índice de precios IPC, índice de precios al consumidor, habrá aumentado a
120, (es decir que los precios en 1990 estaban 20% más altos que en 1980).

Cada quien puede ofrecer comprar, es decir, demandar, con el producto de su trabajo, por trueque, o indirectamente
convirtiendo su producción a dinero. Como ya lo hemos dicho anteriormente, en última instancia lo que se intercambia
son bienes y servicios a cambio de bienes o servicios. En otras palabras, cada quien demanda con su producción. A esto
se le llamó Ley de Say en memoria del economista Jean Baptiste Say (1767-1832) quien hizo ver esta realidad tan
importante, ante la tentación del espejismo de creer que aumentando la cantidad de dinero se aumentaría la cantidad de
demanda. Este espejismo fue el fundamento del Keynesianismo, llamado economía de la demanda, (en los 30' s) en
contraste con la que se popularizó, más tarde (en los 80' s) la economía de la oferta.

El precio del dinero lo podremos entonces expresar en términos del inverso del IPC para poder utilizar nuestro instrumento de
análisis: la curva de oferta y demanda.
La demanda de dinero la constituyen precisamente "las cosas" con que se compra el dinero. Es decir, los bienes y servicios
que se producen para adquirir el dinero. Es decir, la demanda real de dinero es con bienes y servicios, o sea con la producción
total del país. Y lo que se produce en un año es lo que se llama producto interno bruto, PIB.

El PIB es el valor total de todo lo que se produjo en el año. Naturalmente, no es posible un índice perfecto; se cuentan en el
PIB muchas cosas, algunas no, y muchas se habrán contado dos veces o más.

En nuestra gráfica de oferta y demanda, la demanda de dinero corresponde a la producción. Si la cantidad de dinero no cambia
la oferta se puede expresar con una línea vertical. Si cambia lentamente, es decir es muy inelástica, la curva es casi vertical. La
oferta de bienes, en cambio, sí es elástica respecto a su precio, es decir, sí cambia como reacción a cambios en el poder
adquisitivo de las cosas que cada quién produce.

Nuevamente, podemos apreciar en abstracto y solamente conceptualmente, cómo es que varían los precios en relación a
cambios de cantidad de medio circulante (moneda en circulación).

Gráfica 2
EL PRECIO DEL DINERO EN TERMINOS DE BIENES

Una variación en la cantidad de dinero no afectará a todos los precios de bienes y servicios en la misma proporción, ni
simultáneamente. Una nueva cantidad de dinero necesariamente entrará en circulación, primero, como parte del poder
adquisitivo de algunos. No aumenta el dinero disponible de todos simultáneamente, como sucedería si simplemente se le
agrega un cero a todos los billetes y saldos bancarios.

Primero aumentará la demanda de los bienes que compran quienes primero recibieron el dinero. Es así que el aumento de
dinero no es neutro respecto a la estructura de precios. Por ello, los efectos de la inflación en América Latina no se pudieron
soslayar con intentos de indexación, intento que consistía en, precisamente, agregar ceros a los saldos en caja, y multiplicar
salarios por el índice de inflación, etcétera.

LA CANTIDAD DE DINERO

Cuando el dinero lo constituía un bien físico como el oro, la cantidad estaba determinada por su costo marginal de producción.
Es decir, dependía de su relación de precio con otros recursos, precisamente de los recursos que había que consumir para
producirlo. Cuando para producir una onza más de oro, los recursos que habría que emplear valían más que el de la onza
misma, se dejaba de producir. Evidentemente, la cantidad estaba sujeta a los vaivenes de los descubrimientos de yacimientos,
de los avances tecnológicos, de la explotación mineral pero no de decisiones de gobiernos políticos.

La oferta de oro tenía cierta elasticidad. A medida que la producción total de bienes y servicios aumentaba con relación al oro,
los precios de todo en relación al oro tenderían a bajar. Así, los recursos para producir oro también. Consecuentemente, se
hacía rentable sacar oro de vetas otrora no rentables por ser menos ricas. Muy de vez en cuando se descubrieron nuevos y ricos
yacimientos de oro, como en California y Australia en el siglo pasado, causando así, como se explica más adelante, una
inflación: un aumento en la cantidad de dinero y una baja del precio del oro; o lo que es lo mismo, un alza en el precio de todas
las demás cosas cuya influencia, como las ondas de una piedra que cae en el agua, se esparcía por todo el mundo.

Hoy día el dinero en todo el mundo es fiduciario, es decir que el papel moneda no es algo que sea redimible contractualmente
por una cantidad determinada de algún bien específico. Su valor se deriva exclusivamente de la expectativa, por parte de quien
lo recibe, de que otros lo recibirán, igualmente, en pago por el fruto de su trabajo. Hoy día se dan muchas formas de dinero, y
más aún, mayor parte del dinero está representado por simples asientos de cuentas en los libros de los bancos, transferidos de
una cuenta a otra electrónicamente por mandato de una tarjeta de crédito u orden de transferencia.

Esos asientos en las cuentas de los usuarios de los servicios del banco, representan poder adquisitivo real, de la misma forma
como si estuviesen cambiando onzas de oro o billetes respaldados por oro. Sin embargo, no tienen ningún respaldo y son
aceptados por la gente, en pago por sus bienes y por su trabajo, solamente por el factor confianza ya mencionado. Es así que
esos "saldos en caja" que no son más que apuntes en los libros de cuentas, y que hoy son señales electrónicas en las
computadoras, constituyen la mayor parte del dinero en el mundo moderno.

Los bancos trasladan el dinero de una cuenta a otra por orden de sus clientes, quienes mandan estas órdenes en forma de
cheques y boletas de depósitos u orden por Internet. Pedro le paga a Juan con una orden al banco que le guarda su dinero,
para que le entregue a Juan la cantidad del caso. Juan simplemente le encarga a su banco, con la papeleta de depósito, que
cobre el cheque que le dio Pedro y se lo deposite en su cuenta. Y los bancos se juntan todos los días para cambiar cheques y
hacerse los débitos y créditos respectivos. Evidentemente, entre bancos solamente compensan saldos. A este proceso
ordenado se le llama Cámara de Compensación y surgió como suelen suceder esas cosas, evolutivamente, por razones
prácticas, por conveniencia, y no por invento legislativo o designios de gobierno.

El hecho de que surgieran bancos para satisfacer la demanda del servicio de resguardo de valores, dio lugar a la práctica de
prestar no solamente el dinero del dueño del banco, sino también el de los depositantes, quienes a cambio de recibir en pago un
interés, aceptaron que parte de sus depósitos fuesen prestados. Pero no paró ahí el desenvolvimiento, pues cuando aumentó el
numero de depositantes, y puesto que lo que circulaba no era el oro físico en sí, sino certificados expresando que eran
redimibles en oro, comenzaron a prestar más certificados que el oro que tenían. Se va así abandonando el sistema de reserva
total, de 100%, y surge el sistema de reserva fraccionaria. Obviamente, todo el crédito por arriba del oro depositado fue dinero
nuevo.

La fracción de reserva también la determinaba el mercado, es decir los actos de los individuos bajo los constreñimientos del
derecho civil y del derecho mercantil pues no existiría legislación casuística para el negocio bancario hasta mucho después.
La tentación de emitir más certificados (dinero) estaba también contrapesada por la prudencia, pues el hecho de crear
dinero nuevo disminuyendo sus reservas más allá de lo que el mercado consideraba prudente, podría causarle una "corrida"
de depositantes al banco, colocando al banquero en el riesgo de incumplir sus obligaciones contractuales de redimir sus
billetes. Y siendo el principal activo del negocio bancario la confianza de sus depositantes, sumo cuidado tendrían de no
exceder los límites de la prudencia. Si les iba mal, no solamente perdían el capital propio aportado para ofrecer garantía a
sus clientes, sino su patrimonio propio, su casa y hacienda. No existían entonces las compañías de responsabilidad
limitada, que permiten a los dueños de negocios limitar sus pérdidas al dinero que han aportado al negocio, y dejar a buen
resguardo su patrimonio personal. Precisamente fue para proteger a los banqueros, ya que surgió por primera vez, la
compañía de responsabilidad limitada: el Banco de Inglaterra, que en ese entonces era privado, pues no existían las bancas
centrales de los gobiernos1.

Un proceso ordenado surge como cualquier otro bien, cuando se demanda, cuando tiene mercado, es decir, cuando
quienes se benefician de él están dispuestos a incurrir el costo de tenerlo; el costo no solamente en dinnero, sino el costo
en molestias y trabajo que involucra el tener un orden.

(Ver F.A. Hayek, "The Results of Human Action but not at Human Design" en Studies in Philosophy Politics and
Economics (Chicago: The U. of C. Press, 1967).

"En principio, una onza de oro sería suficiente para todos los intercambios. Simplemente no circularía, como en efecto
casi no circulaba el oro físico. Los certificados respaldados por ese oro se hubiesen hecho en denominaciones
fraccionarias, de por ejemplo, una billonésima parte de la onza".

(Milton Friedman. Money Mischief , 1992)

La cantidad de dinero existente siempre es suficiente para llevar a cabo todas las transacciones.

Lo importante no es la cantidad sino los efectos de los cambios. Hoy día la cantidad de dinero no la determinan factores de
mercado. Cualquier actividad que pueda considerarse como función creadora de dinero, sin control del Estado, está prohibida
en casi todo el mundo. Es cierto que en muchos países ya no está prohibido el poseer y vender oro, como sí lo estuvo por unos
cuarenta años, pero casi todos los países han establecido, por legislación, que solamente la moneda creada por el Gobierno
constituye medio de pago de aceptación obligatoria. A ésta moneda se le denomina moneda de curso forzoso.
Consecuentemente, cualquier obligación se escoge pagar en la moneda de menor costo, "salvo riesgo" de participar en el
mercado informal.

Los gobiernos no crean moneda en forma burda, simplemente imprimiendo billetes. Lo complicado del mecanismo, sin
embargo, logra un efecto igual como si así lo hicieran. No existe razón económica que justifique un sistema tan complicado
como oneroso, que al fin de cuentas solamente sirve para emitir la cantidad de dinero nuevo que el Gobierno desea emitir. Los
mecanismos existentes son justificados exclusivamente por razones políticas.

Se aduce que los gobiernos democráticos, sujetos a presiones para gastar más de lo que cobran en impuestos, no podrán
mantener la disciplina monetaria requerida por una sana economía. Y, sin duda, dicha justificación está fundada en la
experiencia de muchos siglos, pues fue desde que gobernantes se percataron de los beneficios políticos de tener el monopolio
del dinero, que se vienen causando desórdenes monetarios por razones políticas. Es más, la única justificación para tener
monedas de curso forzoso (la prohibición a los ciudadanos de contratar en moneda distinta a la que el Gobierno manipula) es
para que el Gobierno pueda manipular la cantidad de dinero, pues no tendría objeto abandonar la moneda propia si ésta
conserva su poder adquisitivo.

El sistema está sujeto a todas las consecuencias de lo que se conoce como el "problema del conocimiento" el cual, brevemente,
se refiere a que la información pertinente al mercado es vasta y dispersa, y que su utilidad es de tiempo y circunstancia 2. Por
tanto, como las decisiones nunca pueden estar bien informadas, constantemente sorprenden por sus consecuencias
inesperadas.

Al disponer un cambio en la cantidad de dinero en circulación, las autoridades de hecho están emitiendo un juicio sobre
muchos aspectos tan imponderables y complejos como su efecto en el nivel de empleo, las tendencias de los precios, la
expectativa de tasa de desarrollo, su efecto en las tasas de interés, en la tasa de cambio, en los términos de intercambio, y
muchos más. Las disposiciones de la autoridad monetaria afectan infinidad de circunstancias que las autoridades jamás
podrían oportunamente conocer, y menos anticipar y evaluar; pero como son de observancia obligatoria, limitan y estorban,
cuando no impiden, desenvolvimientos que ellos no pueden inventar. Así, se quedan a la zaga, sorprendidos de las nuevas
e ingeniosas innovaciones que en el mercado suceden a pesar de las autoridades.
No es que el sistema de banca central sea la única opción, pues la historia de la banca libre demuestra todo lo contrario y la
correcta teoría confirma. Por imperfecto que sea el sistema de banca libre, hay abrumadora evidencia para poder afirmar
que sus imperfecciones son minúsculas comparadas con el subdesarrollo, depresiones, inflación, pobreza y hasta violencia
que han causado las bancas centrales.

Nótese que, en ausencia del monopolio estatal del dinero, las personas siempre estarían en su natural libertad para
contratar en las monedas que más garantía les proporcionará para sus contratos. Habría competencia entre monedas,
como lo ha habido en muchas ocasiones y lugares. Las malas monedas hubiesen desaparecido por el abandono de su
clientela. Lo que es importante hacer ver, por la trascendencia que han tenido las desastrosas y destructoras inflaciones, es
que en ausencia de la prohibición de usar otras monedas, los gobiernos hubiesen sido impotentes en causar esas
inflaciones que redujeron a la pobreza a pueblos otrora ricos, como Argentina, en las décadas de los cincuenta a los
ochenta; Alemania en la década de los veinte y muchos otros ejemplos. Por ello es que está muy justificado el temor a la
injerencia política en asuntos monetarios, temor que ha dado lugar al complejo sistema de creación de dinero que hoy
prevalece y que, evidentemente, en muchas ocasiones la supuesta autonomía política no fue suficiente para evitar los
desastres inflacionarios políticamente causados.

La Ley de Gresham. Cuando por la ley se le atribuye a una moneda de curso forzoso (aceptación obligatoria) un valor
superior al que en el mercado le corresponde, las personas evidentemente preferirán pagar con la moneda sobrevaluada
que obligadamente se tiene que aceptar en pago, y poner sus ahorros a buen resguardo con la mejor moneda. Dícese,
entonces, que la buena moneda ¨desaparece¨ de la circulación, y que ¨la mala moneda desplaza a la buena¨. A este
fenómeno se le conoce como la Ley de Gresham, economista inglés que describió el fenómeno por primera vez.

No ha sido muy feliz el intento de alejar de la política el manejo del dinero. En el proceso de determinar la política monetaria es
prácticamente imposible evitar que entre las principales consideraciones estén lo que las autoridades piensan sobre las
necesidades del Gobierno, las teorías políticas de los burócratas, las creencias personales sobre economía, las presiones
políticas, las interpretaciones personales de los eventos económicos del momento, y las expectativas que cada miembro del
grupo director tiene del futuro. Y no debe extrañar el fracaso del intento de alejar de la política a las bancas centrales en un
mundo democrático, concediéndoles autonomía, puesto que la autonomía es contraria a la esencia misma de la democracia3. De
todas maneras, está tan institucionalizada internacionalmente la gran ficción de las bancas centrales "autónomas", que ya se
ha convertido en verdad, y el público en general realmente cree que son autónomas.

LA CREACION DE DINERO

Hoy día, cuando las autoridades consideran que debe expandirse el dinero en circulación (medio circulante), recurren a varios
procedimientos.

La forma más común de emitir dinero primario es que el Gobierno se presta a sí mismo el dinero que crea; su propio banco
central le "descuenta" una nota de tesorería, o un bono, por cuyo monto el ministro de hacienda puede girar cheques, y que el
banco central los honrará con dinero nuevo. El Gobierno, en efecto, con una mano inventa el nuevo dinero y con la otra lo
gasta. Todos los mecanismos formales que se relacionan con el Gobierno consisten en darle crédito, sabiendo que éste nunca
será cancelado, sino siempre renovado.

Pero, no solamente a través de dar crédito al Gobierno aumenta o disminuye el medio circulante la banca central, aunque esa
ha sido la forma más importante. Se puede aumentar la capacidad de dar crédito de los bancos privados, mediante cambios en
las cantidades de reservas obligatorias que deben mantener en el banco central, reservas llamadas encajes; pueden modificar
los cupos de créditos y las normas contables para que puedan aumentar o se vean obligados a disminuir el crédito.

EL FACTOR MULTIPLICADOR

El dinero así creado de la nada se llama primario (también conocido como "base monetaria"), porque sirve de base para
multiplicar la cantidad de dinero en circulación en forma indirecta.

El banco central emite dinero primario (la base monetaria) para prestarle al Gobierno o a los bancos, o para comprar divisas,
o para gastarlo directamente, cuando sus ingresos por cargos por servicios no son suficientes para sus gastos o inversiones.
Este dinero es de curso forzoso. Es decir, de aceptación obligatoria; no se permite legalmente contratar pagos en otras
monedas.

Este dinero va a parar a manos de personas, individuales o jurídicas a quienes el Gobierno ha comprado bienes o ha
pagado por servicios. El dinero siempre es de alguien y se encuentra depositado en bancos o en circulación como efectivo.
Del dinero que recibe un banco, una parte lo guarda como reserva y otra la presta.

La reserva le sirve para que los depositantes puedan retirar su dinero de acuerdo con las condiciones pactadas. La
proporción de reservas mínimas es hoy día determinada de acuerdo con la legislación. En ausencia de legislación el nivel de
reserva es determinado por el mercado en respuesta a la prudencia del banquero y las condiciones contractuales con los
depositantes. Si un banco no se compromete a mantener suficiente respaldo con reservas y capital de sus dueños, quizá
no logrará la confianza de posibles depositantes.

Lo que ha dado en préstamo también es depositado en los bancos. Debido al sistema fraccionario de reserva toda nueva
cantidad de dinero aumenta por un factor multiplicador que depende de la fracción que se vuelve a prestar.

Podría ser fácil para un banco aumentar el número de personas que están dispuestas a aceptar dinero prestado
proveniente de su propia expansión crediticia, pero no es fácil para un banco aumentar la clientela por su dinero, es decir
el número de gente que está dispuesta a considerar los nuevos instrumentos como dinero y guardarlo como tal en sus
saldos en caja.
Ludwing von Mises
Cuando una nueva cantidad de dinero llega a manos de alguien éste lo deposita en un banco. El banco tiene que guardar en
reserva el encaje en el banco central y, si éste es de diez por ciento, puede el banco prestar noventa. Quien recibe los noventa,
también los deposita en un banco, el cual manda nueve al encaje, y presta ochenta y uno. Quien recibe los ochenta y uno, los
deposita en un banco, el cual manda ocho con diez centavos al encaje, y presta..., y así sucesivamente.
Se facilita la comprensión del factor multiplicador bancario si suponemos que solamente existen depósitos a la vista y el encaje
es diez por ciento. El aumento de dinero, sobresimplificado, sería:

Aumento Dinero = Dinero primario (Dp) + 0.9Dp + 0.81Dp = 1/0.10 = 10

LA INFLACION Y LA DEFLACION

La inflación ha sido definida de dos formas. La forma tradicional expresada por la "Escuela Austríaca" es "un aumento de la
oferta de dinero no causada por una demanda por el mercado"; el efecto de ello, como ya vimos, sería lo que más
generalmente se conoce como inflación, cual es "un aumento general y sostenido de los precios". Para los primeros, la inflación
es el hecho de aumentar la cantidad de dinero, y para los otros, la inflación es el efecto.

La inflación ha sido causada casi invariablemente por los gobiernos. Las excepciones ocurrieron cuando, como ya se mencionó
anteriormente, hubo grandes y sorprendentes hallazgos de yacimientos de oro, como en el siglo XVI por los conquistadores
españoles, como en California a mediados del siglo XIX, y como en algunas otras ocasiones de la historia, tal el caso de
Australia, en 1850, cuando el precio del hielo llegó a tal nivel que era negocio rentable cortar hielo en el Lago Walden en
Vermont, EE. UU. y transportarlo a Australia para enfriar bebidas.

Pero esas inflaciones, aunque grandes, fueron minúsculas comparadas con las inflaciones causadas por el Gobierno alemán de
1920 a 1923, cuando la hiperinflación anual aumento de 80 a 450 por ciento mensual, o con las de Sudamérica, de la segunda
parte del siglo XX. Estas llegaron, como ejemplo en Brasil, a 1700% anual en 1989, en Argentina a 14,000% anual. En
Nicaragua cuando llegó a 33,000% anual en 1988, ¡el Gobierno le agregaba ceros a los billetes con un simple sello de hule! En
esas condiciones los precios de entrada al teatro suben tan rápido que el precio aumenta durante el tiempo que se hace cola
para entrar. El dinero necesario para las transacciones frecuentemente se llevaba en carretillas de mano, y cuentan que una
señora que lo llevaba en una canasta fue asaltada, ¡le quitaron el canasto y le dejaron el dinero!

Como puede imaginarse, los efectos de la inflación son devastadores para quienes viven con rentas fijas, provenientes del
ahorro de su trabajo pasado, que pronto ven reducidas o eliminadas sus fuentes de sustento, distorsionan totalmente la
planificación de las personas y empresas, fomenta la desmedida especulación y distorsiona la utilización de todos los recursos.
Causa conflictos y resentimientos sociales, pues se inculpa a los comerciantes por el alza de los precios, a los transportistas por
el alza del transporte, y así a todos los proveedores de bienes y servicios. Los costos sociales son impredecibles y hasta
trágicos, pues en cuanto los trabajadores ven el valor de sus salarios reales disminuido, injustamente acusan y pro testan
ante sus patronos, que también son víctimas del fenómeno. Por esta causa han tenido que intervenir violentamente los
ejércitos mismos en más de una ocasión, causando muchas muertes.

Muchas veces los gobiernos por razones políticas, ponen precios topes para que no se puedan ajustar, causando así el
surgimiento de mercados negros, quiebra de industrias que no pueden violar las leyes, y se llega al extremo de criminalizar actos
meramente económicos. Cuando establecen topes a los alquileres, como ejemplo, de hecho están despojando al propietario del
inmueble. Algunas veces los gobiernos disponen indexar la economía en un intento de neutralizar los efectos de su política
inflacionaria, pero como nos lo recuerda David Hume (inserto, pág. 7-9) el proceso no es neutro ni instantáneo respecto a la
estructura de precios, de manera que la indexación no evita distorsiones.

En la medida que la inflación realmente provea poder adquisitivo al Gobierno, constituye una transferencia de riqueza al
Gobierno de parte de quienes no tienen los medios para defenderse de sus efectos. Resulta así ser un impuesto cruel y
escondido, cuyas víctimas son típicamente viudas y ancianos que viven de pensiones y rentas fijas, y quienes habrán sido
despojados de sus patrimonios porque no se pueden defender.

Algunos efectos de la inflación


- La inflación daña a aquellos cuyo ingreso no sube en la misma proporción para compensar la pérdida de poder
adquisitivo del dinero. Principalmente a personas mayores pensionadas.
- Ayuda a los deudores a sacrificio de los acreedores, pues con el tiempo, la deuda se paga con dinero de menor valor.
- Altera las decisiones económicas, de asignación de recursos así como de inversión.
- Desvaloriza las pólizas de seguro y compromisos de largo plazo.
- Afecta los flujos de la balanza de pagos, provocando continua alteración en las tasas de cambio, para compensar la
pérdida de poder adquisitivo relativo.
- Altera los sistemas de contabilidad, creando utilidades ficticias, y dificultando todo cálculo económico.
- Aumenta la incertidumbre canalizando más recursos a actividades especulativas.

Para que ese tipo de inflación sea posible, es menester utilizar todo el poder coercitivo del estado para impedir que los
ciudadanos puedan recurrir a otros medios de intercambio, como ejemplo, monedas de otros países. Por ello vemos que,
típicamente, las leyes monetarias prohiben a los ciudadanos utilizar otras maneras de contratar sus intercambios creando
las monedas de curso forzoso.

El sistema monetario natural4 del mercado, o sea el (también imperfecto) sistema de banca libre, sin privilegios, y regido por las
normas generales de derecho civil, mercantil y penal, tiene sus mecanismos propios para imponer cautela y regular el súbito
aumento o disminución de la cantidad de dinero en circulación. Lamentablemente, este proceso no se permitido en la mayoría de
países debido al sistema de banca central.

No es aquí propio extenderme sobre este elusivo tema5 y por de pronto baste recordar lo que alguna vez diría Ludwig von Mises,
respecto a que cualquiera puede imprimir billetes, pero solamente la gente que los acepta los convierte en dinero.

EL DINERO DEL FUTURO


En la actualidad, con los adelantos en las comunicaciones electrónicas y especialmente INTERNET, el mundo se encamina por
insospechados caminos inclusive en las formas futuras de "dinero electrónico". Las personas dejarán de usar papel dinero a
cambio de efectivo electrónico (e-cash), o de tarjetas inteligentes (smart cards) con valor monetario grabado en micro-
procesadores, sistema que ya es común en Europa, o como ya se usan en tarjetas con valor para hacer llamadas telefónicas.
En otro ámbito, administradoras de fondos mutuos como Merril Lynch ofrecen cuentas de inversión donde el cliente tiene la
opción de girar pagos contra sus ahorros.

Adam Mikkelsen de Nueva Zelandia y otros vaticinan que en los próximos veinte o treinta años este desarrollo socavará el
provisionamiento monopólico de dinero por parte de los gobiernos, y permitirá a las personas escoger entre distintos
proveedores de dinero. Hasta no hace mucho, la introducción de dinero privado (de mercado), por no ser moneda de curso
forzoso, hubiese requerido un tratado entre gobiernos, prescindiendo de sus monopolios.

Los hechos obligarán a los gobiernos a jugar un papel mas acorde a la dinámica de la economía moderna. Ya es común hacer
transferencias a cualquier parte del mundo por correo electrónico e inclusive se debitan y acreditan pagos al instante por medio
de tarjetas de crédito las cuales operan como chequera electrónica en el punto de compra. No es posible predecir con precisión
cómo serán las transferencias "inteligentes" por medios electrónicos ni cual será el estándar monetario del dinero privado, pero
no es arriesgado pronosticar que cobrará preeminencia algún sistema de transacciones privadas basadas en la tradición del
contrato mercantil y el derecho consuetudinario, y el papel del Estado no será el de un emisor monopolista sino un velador por el
cumplimiento de derechos y obligaciones contractuales. Todo esto tendrá un impacto importante en materia fiscal y bancaria.

LECTURA COMPLEMENTARIA
El Sueño de "Un Millón de Dólares"
(Traducido de la Revista "The Freeman")

Hace poco tuve un sueño inquietante y revelador. Soñé que era el afortunado poseedor de un millón de dólares y que nunca
más tendría que trabajar.
Inmediatamente di rienda suelta a mi imaginación y pensé en los cientos de cosas que en adelante podría hacer con mi millón
de dólares. Planeé cómo obtener lo mejor y más caro que el dinero pudiera comprar. Compraría una casa grande y lujosa; el
automóvil deportivo más costoso del mundo. En cuanto a vestuario, únicamente compraría lo mejor y más fino. Viviría
lujosamente. Vería tornarse en realidad mis más caros deseos y nunca más tendría que trabajar.
Apresuradamente me vestí y sintiendo hambre descendí ansioso de desayunar previo a poner en obra mis planes; pero tuve la
desagradable sorpresa de encontrar que no había absolutamente nada que comer. Mi esposa lloraba amarga e
inconsolablemente. Los comestibles que había ordenado el día anterior no le habían sido entregados. La botella de leche y la
copia del periódico matutino que usualmente hacían su aparición en el pórtico, esta vez brillaban por su ausencia. Traté de
llamar al supermercado, pero la línea estaba muerta. Entonces me dije : "bien, tomaré un paseo y traeré algo para el
desayuno". Pero al salir, cuál no sería mi sorpresa al ver que las calles estaban completamente desiertas. El silencio era
agobiante. No se miraban carros, ni autobuses, ni tranvías. Nada. Pensando que algo anormal ocurría en mi vecindario, me
dirigí caminando al otro extremo de la ciudad. Ni siquiera un tranvía se movía, el silencio continuaba siendo monótono y
pesado.
De repente empezó a aparecer gente en la calle -al principio unos pocos, después muchos y al final cientos. Me uní al grupo y
empecé a indagar: ¿Qué sucede? ¿En dónde podré comprar comida? Y obtuve la respuesta, "¿No lo sabe usted? Todo el
mundo es poseedor de un millón de dólares y por consiguiente, nadie tiene que trabajar de ahora en adelante". La respuesta
me dejó atónito. Pensé que se había cometido algún error. Que sólo yo había obtenido un millón de dólares. Pero
aparentemente no había tal. Era la agobiante y penosa realidad. Todos eran dueños de una fortuna y consecuentemente
consideraban que para ellos había terminado para siempre la necesidad del trabajo.
En un acceso de ciega furia, consecuencia de la frustración, tuve que dar por descartados mis ambiciosos planes.
Y al mismo tiempo, comprendí cómo una revelación y como nunca antes lo había comprendido, la interdependencia mutua que
existe entre los hombres; y comprendí también que por pequeña que fuera mi contribución, era necesaria para el bienestar de
todos mis congéneres, pues no es el dinero en sí lo que constituye la riqueza; sólo es un simple medio que facilita el
intercambio.
Por fin desperté de lo que resultaba ser una pesadilla. El sol brillaba en el horizonte y los pájaros cantaban en el exterior. En la
cocina mi esposa se afanaba preparando el desayuno.
Miré por la ventana y vi un mundo de gente rumbo a sus tareas diarias, donde cada uno contribuiría en mayor o menor escala
a mi bienestar y a mi vida, como yo a mi vez lo haría a la de ellos, lo cual me llenó de gozo y satisfacción.

BIBLIOGRAFIA
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 Rahn, Richard W. The End of Money (discovery Institute Press, 1999).
 Rueff, Jacques. The Age of Inflation. (Gateway, 1964). Análisis de las inflaciones durante y después de la Primera Guerra
Mundial, comparando las medidas tomadas por Francia, Alemania e Inglaterra.
 Rothbard, Murray. America´s Great Depression. (Van Nostrand, 1963). Luego de analizar las teorías monetarias vigentes las
aplica a los trágicos eventos de la gran depresión.
 Smith, Vera. The Rationale of Central Banking. (Liberty Press, Indianapolis 1990).
 Selgin, George. The Theory of Free Banking. (Rowman & Littlefield, 1989).
 White, Lawrence H. Competition in Currency. (New York University Press, 1989).
 Winder, George. A Short History of Money. (Institute of Economic Affairs, London, 1959). Entretenido relato de la evolución
del dinero, con comentarios explícitos sobre su función. Analiza causas y efectos de inflación.
 Yaeger, Leland B. "Individual and Overall Viewpoints in Monetary Theory", Chapter 18, Method, Process, and Austrian Eco-
nomics. Ed. I. Kirzner, (Lexinton Books, D. C. Heath & Co., 1982).
 Cato Institute&hellip. "The Future of Money in the Information Age", describe distintos posibles escenarios del dinero del
futuro.

1
Vera C. Smith The Rationale of Central Banking. Liberty Press, Indianapolis 1990.
2
Ver : “El uso del conocimiento en la sociedad", de F. A. von Hayek, y Knowledge and becisions, de Thomas Sowell.
3
(Democracia implica el "manejo político de la cosa pública", y autonomía, "alejar de la política el manejo de la cosa pública")
4
"natural" en el sentido de que en ausencia de imposición por parte de los gobiernos, resultaría de la evolución misma del
mercado.
5
Ver Human Action, L. von Mises, ¨Limitations on the Issuance of Fiduciary Media¨ y Observation on the Discussions
Concerning Free Banking.

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