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Mensaje 16.06.

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Juan 16:12-15

Artículo 1. De la fe en la santísima Trinidad:

Hay un sólo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo ni partes, de infinito poder, sabiduría y
bondad; creador y conservador de todas las cosas, así visibles como invisibles. Y en la unidad de
esta Deidad hay tres personas, de una misma sustancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.

1. Dimensión del misterio trinitario (totalmente trascendente por un lado -de ahí nuestras
limitaciones a la hora de definirlo- pero que se manifiesta y se revela en medio nuestro).
Nuestra reflexión sobre Dios y nuestras postulaciones deben asumir la limitada humanidad desde
la que se realizan. No puede haber términos absolutos o ideas cerradas, porque nuestra mirada es
limitada.
Esto no implica relativizar todo, sino tener una actitud humilde al hablar del “totalmente otro”.

2. Dimensión comunitaria trinitaria (hay interrelación entre las tres personas, es un rebote
contínuo, hay roles distintos)
El desafío para la Iglesia es poder tener esa interrelación. Poder estar vinculados unos con otros.
Que unos hagan una cosa y otros/as otras cosas, para que nadie se sobrecargue y para que toda la
comunidad pueda participar en el sostenimiento de la misma.
Que la comunidad pueda ser una red a la que todos estamos unidos, pudiéndonos sostener
mutuamente con amor.

3. Dimensión de la diversidad trinitaria (“son” nuestro Di@s, diversos pero unidas, pero en Él
están contenidas distintas formas de ser Dios).
Es desafío descubrir que la creación de Dios es diversa, no es monocromática. Hay desiertos,
estepas, bosques, sierras, valles, montañas, bardas… hay lugares húmedos, secos, ventosos, fríos
calurosos… Hay personas de todos los colores, blancos, negros, amarillos, rojos, hasta azules…
Personas que viven sus vidas a su manera, o como pueden, que fueron creadas a imagen y
semejanza de Dios. La iglesia está llamada a respetar, valorar y cuidar esa diversidad creacional de
Dios, porque representa cabalmente imagen y semejanza de Dios.

Quiera nuestro buen Dios, guiarnos a toda Verdad mediante su Espíritu Santo, para que podamos
ser fieles seguidores y seguidoras de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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