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Biotecnología de Materiales.

Curso 2011-2012

Tema 4 - Corrosión Microbiana de los Aceros

1. Obtención de los aceros


No es posible concebir el desarrollo industrial de los últimos 150 años sin la existencia
del acero. Éste es una aleación hierro-carbono capaz de solicitaciones mecánicas y químicas
que el hierro puro no puede proporcionar. Así, forma parte de puentes, trenes, automóviles,
barcos, plataformas petrolíferas, oleoductos, refinerías, plantas químicas y farmacéuticas, arte
moderno de grandes proporciones, y un largo etcétera.
La Edad del Hierro (s. XIII a.C.), que sucede a las Edades del Cobre y del Bronce,
comienza cuando nuestros antepasados aprenden a extraer el hierro de los minerales que lo
contienen. La razón del retraso en la aparición del hierro respecto al bronce hay que buscarla
en el elevado punto de fusión del hierro puro (1530ºC), lo que hacía prácticamente imposible
que una vez tratados sus minerales se pudiese ofrecer en forma líquida, separado de la escoria.
No obstante, en la antigüedad se producía la reducción del mineral, rodeándolo totalmente de
carbón de leña y provocando la combustión de este último. Los métodos rudimentarios de que
se disponían para activar la combustión, no permitían alcanzar la temperatura necesaria, por lo
que se obtenía una masa esponjosa, pastosa, producto de la mezcla de hierro y escoria; ésta se
tenía que martillar repetidamente al rojo vivo, para eliminar la escoria e impurezas (Figura
1).

Figura 1. Fragua de Vulcano (hacia 1630, Velázquez, Museo del Prado)

Para la obtención del acero actual se dieron tres pasos fundamentales. El primero fue
el sustituir el carbón de leña por la hulla y más concretamente por el coque. El segundo, más
paulatino, consistió en ir aumentando las alturas de los hornos, con lo que, y precisamente
aprovechando las características resistentes del coque, se podía aumentar las cargas de los
hornos y, en consecuencia, su producción. El tercero la forman todos los esfuerzos dirigidos a
avivar la combustión del horno. De la cristalización de estos tres pasos resultan nuestros
actuales altos hornos. Es en 1855 cuando se aplica el convertidor de Henry Bessemer, para la
obtención del acero a partir del hierro líquido producido en el alto horno.

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Para la producción del acero se siguen dos procedimientos dependiendo de la materia


prima utilizada, minerales de hierro o chatarra de acero reciclado. El primer procedimiento se
lleva a cabo en un alto horno (Figura 2) y el segundo, de gran importancia actual, en un
horno eléctrico.
En un alto horno, junto con los minerales, se añade coque y fundentes. Los minerales
de hierro aprovechables en la industria siderúrgica son óxidos (magnetita, Fe3O4; hematites,
Fe2O3; limonitas, Fe2O3nH2O) y carbonato (siderita, CO3Fe). Los minerales se apilan, criban
y trituran antes de cargarlos en el alto horno.
El coque es el residuo sólido que se obtiene en cámaras cerradas, fuera del contacto
del aire, a temperaturas superiores a 1000 ºC por destilación de ciertos tipos de hullas (hullas
grasas y semigrasas de llama corta, con un contenido en materias volátiles comprendido entre
22% y 30%, con contenidos de azufre inferiores al 1% y de cenizas inferiores al 8%). La
misión del coque es: producir el calor necesario para la reacción de reducción, soportar las
cargas en el horno alto, producir el gas reductor (CO) que transforma los óxidos en arrabio
(hierro líquido) y dar permeabilidad a la carga del alto horno y facilitar el paso de gas.
Los minerales vienen acompañados de impurezas (ganga) que es preciso eliminar.
Estas impurezas deben concentrarse en una escoria que sobrenada en el metal fundido. Rara
vez la composición de la ganga es la adecuada para formar la escoria (ganga autofundente)
por lo que es preciso añadir fundentes, cuyas funciones son, por una parte, combinarse en la
ganga, bajando su punto de fusión y haciendo la escoria fluida, y por otra, combinarse con las
impurezas, pasándolas a la escoria. Los fundentes más utilizados son: la sílice (dióxido de
silicio), la caliza (carbonato cálcico) y la dolomía (carbonato magnésico).
Para la obtención del hierro a partir de sus minerales, es necesario liberarlo del
oxígeno que lo acompaña en dichos minerales, mediante un proceso denominado reducción.
Para ello se necesita un elemento reductor que sea más ávido del oxígeno y que lo separe del
hierro, combinándose con aquél. Este elemento químico es el carbono, que es el constituyente
principal del carbón. El carbono, en su forma industrial de coque, se mezcla con el mineral
con cuyo oxígeno se combina, transformándose, primero en monóxido de carbono (CO) y
luego en dióxido de carbono (CO2).

FeO + C ' Fe + CO
FeO + CO ' Fe + CO2

En virtud de este proceso de reducción, el mineral va empobreciéndose cada vez más


en oxígeno y acaba por transformarse en hierro esponjoso. Al continuar elevando la
temperatura por encima de los 1500ºC, este hierro esponjoso se carbura y funde,
transformándose en arrabio. El arrabio está compuesto, en su mayor proporción, por hierro
(de 90% a 95%), carbono (del 3% al 4,5%) procedente del coque de la carga, silicio (hasta un
2,5%) procedente de la ganga que acompaña al mineral, y otros elementos químicos que,
estando presente en los minerales, no son retenidos por las escorias o arrastrados por los
gases.
Para la obtención del acero es preciso, por un lado, eliminar todas las impurezas que se
encuentran en el arrabio o en las chatarras y, por otro, controlar, dentro de los límites
especificados, según los distintos tipos de acero, los contenidos de aquellos elementos que
influyen en sus propiedades. Las reacciones químicas que se producen durante el proceso de
fabricación del acero requieren altas temperaturas, superiores a los 1000ºC, bien en forma

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gaseosa, o bien trasladándolos del baño a la escoria. Este proceso se conoce como afino del
acero. Los diferentes métodos existentes se diferencian en la forma de aportar la energía al
proceso, convertidores de oxígeno a presión para el arrabio, hornos eléctricos para la chatarra
de acero.

Figura 2. Hornos altos (izquierda). Colada continua (derecha). La primera instalación de colada
continua en España se llevó a cabo en 1960 (la de la foto es posterior)

La obtención del acero inoxidable actualmente se lleva a cabo en un horno eléctrico a


partir de chatarra de acero inoxidable. Antiguamente antes de la existencia del mismo se
partía de acero con bajo contenido en carbono y se adicionaban diferentes tipos de
ferroaleaciones en función de los elementos de aleación que se deseaban. Esta etapa es la que
marca la importante diferencia económica existente entre el acero inoxidable y el acero al
carbono por el alto coste de las ferroaleaciones.

2. Corrosión microbiana de los aceros al carbono


El primer paso requerido para que en un acero al carbono sumergido o enterrado se lleve
a cabo la corrosión microbiana (MIC, iniciales en inglés de Microbiologically Influenced
Corrosion) es el bioensuciamiento del mismo, lo que en inglés se conoce como “biofouling”, y
que consiste en la formación de depósitos orgánicos u inorgánicos sobre las superficies
metálicas. La presencia de este microensuciamiento, cuyo espesor puede encontrarse en
promedio dentro de las 250 micras, tiene poca significación en algunos casos (caso de
embarcaciones) pero puede significar una reducción del 50% en el coeficiente térmico de
transferencia de un intercambiador.
Los fenómenos adsortivos, en esta primera etapa, son de gran importancia para los
microorganismos en diversos medios, ya que su fijación a las superficies sólidas les permite
beneficiarse del estado nutricional enriquecido que se encuentran en la interfase sólido/líquido.
En hábitats naturales muy deficientes en nutrientes, por ejemplo aguas, las superficies ofrecen los
únicos sitios donde se encuentran niveles de nutrientes adecuados para sustentar el crecimiento
microbiano. Por otra parte, en sistemas donde existe flujo, la adherencia a las superficies asegura
al microorganismo su no eliminación del ecosistema. Los procesos de adherencia son el requisito
previo necesario para las relaciones simbióticas que se presentan entre micro y macroorganismos
que se presentan en algunos procesos de ensuciamiento.
El crecimiento de una película de ensuciamiento biológico según Characklis supone las
siguientes etapas:
1) Transporte y adsorción de moléculas orgánicas.

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2) Transporte de células microbianas.


3) Adhesión de células microbianas.
4) Crecimiento dentro de la biopelícula.
5) Desprendimiento.
Los microorganismos adheridos a las superficies reciben el nombre de sésiles, para
distinguirlos de los que circulan libres por el medio conocidos como planctónicos. Según los
últimos estudios, los microorganismos sésiles desarrollan una actividad metabólica muy
diferente, siendo incluso capaces de producir sustancias que liberan al exterior para avisar a los
planctónicos de la existencia de una superficie compatible rica en nutrientes. Desde el punto de
vista de la detección de la corrosión microbiana es importante tener presentes estos desarrollos
sésiles porque en la mayoría de los casos de detección negativa de microorganismos planctónicos
en el medio puede conducir a errores en el tratamiento si no se tiene en cuenta la existencia de
los mismos.
En el caso más común de la corrosión de aceros al carbono por bacterias anaerobias
reductoras de sulfatos (SRB, también conocidas como bacterias sulfatorreductoras), el
mecanismo generalmente aceptado por el cual se produce la corrosión comienza por la
formación de una biopelícula sobre el acero especialmente en regiones de baja velocidad del
fluido, tales como juntas u otras zonas de estancamiento. La biopelícula suele estar formada por
microorganismos aerobios, principalmente ferrobacterias, incluyendo partículas arrastradas por
el agua, óxidos de hierro, material extrapolimérico (EPS), etc., formándose lo que se conoce
como pústulas o tubérculos (Figura 3).

Figura 3. Sección de una pústula tomada de la Central Hidráulica de


Valdeobispo (Cáceres). Los constituyentes mayoritarios son
Lepidocrocita [FeO(OH)-γ] y Magnetita (Fe3O4), mientras que los
minoritarios son Goethita [FeO(OH)-α] y Maghemita (Fe2O3-γ). Foto
de Felipe Montero en 1988.

En este aspecto existe una cierta controversia, en el sentido de que la contribución de


microorganismos) a la corrosión podría ser simplemente la de la creación de zonas de resquicios,
produciéndose seguidamente la corrosión por efectos de aireación diferencial. La posición
mayoritariamente aceptada indica que hay un efecto acelerador en las velocidades de corrosión
debido a la presencia de los microorganismos.
Esta acción biológica en el caso de los microorganismos aerobios no se reduce
únicamente al consumo de oxígeno, lo cual crea pilas de concentración de oxígeno; también

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producen CO2, lo cual da lugar a la aparición de ácido carbónico, que es corrosivo para los
aceros.

3. Microorganismos involucrados en la corrosión


El grupo de microorganismos mejor conocidos relacionado con la corrosión de los
aceros al carbono, como se ha dicho, son las bacterias anaerobias reductoras de sulfatos. Su
principal facultad es la de producir un ión altamente agresivo –ión sulfuro- a partir de los
sulfatos del medio en estricta anaerobiosis, ya que el ión sulfato participa como aceptor
terminal de electrones en lugar del oxígeno. Su crecimiento se da en condiciones reductoras
severas (potencial redox del orden de –100 mV vs ENH). Requieren una fuente orgánica de
carbono por lo que son heterótrofos.
Las SRB más conocidas son las pertenecientes a los géneros Desulfovibrio y
Desulfotomaculum. De ellos el más conocido es Desulfovibrio, quizás por ser el más
ampliamente distribuido, mesófilo (crece entre 10ºC y 40ºC) y por ser más fácilmente de
aislar. Los microorganismos pertenecientes a este género, no forman esporas y se encuentran
en suelos, aguas dulces, aguas marinas, etc. La capacidad de crecer en altas concentraciones
salinas hace que se las encuentre con frecuencia en agua de mar, donde causan gravísimos
problemas en las industrias que utilizan estas aguas. Son capaces de soportar presiones
elevadas (hasta 1000 atmósferas). La especie más conocida es Desulfovibrio desulfuricans
(Figura 4).

a) b)

Figura 4. a) Fotografía de bacterias sulfatorreductoras colonizando acero al carbono en el


laboratorio. b) Vista del acero al carbono en presencia de SRB durante dos semanas en el
laboratorio y después de eliminar la biopelícula formada. Fotos de Diego A. Moreno.

Los microorganismos pertenecientes al género Desulfotomaculum, son mesofílicos o


termofílicos (tienen la capacidad de crecer a elevadas temperaturas). Forman esporas y por
ello son resistentes a las condiciones adversas del medio ambiente. El microorganismo más
conocido de ellos es el Desulftomaculum nigrificans.
También se ha reconocido el importante papel que en la MIC tienen las ferrobacterias.
Son bacterias aerobias que son capaces de oxidar iones ferrosos o manganosos solubles como
fuente de energía, depositando hidróxido férrico o mangánico resultante del proceso;

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formando después de cierto tiempo pústulas o tubérculos de color marrón sobre los aceros al
carbono enterrados o sumergidos. Se encuentran en aguas dulces y pertenecen a cinco géneros
diferentes:
-Bacterias con tallos del género Gallionella (Figura 5). Las bacterias tienen forma
bacilar y a partir de ellas nacen los tallos de hidróxido férrico que forma cadenas
entrelazadas.

Figura 5. Gallionella entre productos de corrosión (izquierda). Pedúnculo de Galionella formado por
los hidróxidos de hierros adheridos a fibras de materia orgánica (Microcopía Eectrónica de Barrido)
(derecha). Fotos de Felipe Montero.

-Bacterias filamentosas sin incrustaciones del género Sphaerotilus (Figura 6), las
bacterias están rodeadas por una firme vaina de carbohidratos y proteínas y que no está
impregnada con óxidos de hierro o manganeso.

Figura 6. Sphaerotilus teñida con ferrocianuro potásico. Foto de Felipe Montero

-Bacterias filamentosas fuertemente incrustadas con óxidos de hierro o manganeso


de los géneros Leptothrix, Clonothrix y Crenothrix (Figura 7).

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Figura 7. Sphaerotilus teñidas con ferrocianuro potásico (azules) y Leptothrix


recubiertas con óxidos de manganeso. Foto de Felipe Montero.

-Bacterias no filamentosas del género Siderocapsa (Figura 8). Son cocos o bacilos
cortos, presentándose en grupos de 1 a 30, pero generalmente menos de 10, rodeados por
una cápsula mucosa conteniendo hidróxidos de hierro o manganeso.

Figura 8. Agrupación de Siderocapsa, después de eliminar parcialmente los


hidróxidos de hierro que las cubrían que aparecen teñidos por ferrocianuro.
Fotos de Felipe Montero.

Bajo los tubérculos de ferrobacterias tiene lugar la corrosión del material. Corrosión
que se ve profundamente acelerada cuando en el interior de los mismos se desarrollan las
SRB.
Asociadas también a los tubérculos o formando parte de limos se han identificado
bacterias del género Pseudomonas o relacionados y de los géneros Flavobacterium, Bacillus,
etc. Pseudomonas se encuentra en aguas dulces o en ambientes marinos, la mayoría de la
veces utilizan oxígeno o nitrato como aceptor final de electrones en su metabolismo
respiratorio; pero en ausencia de estas sustancias pueden utilizar hierro férrico disponible en
las superficies metálicas; ello ocasiona la eliminación de esta capa protectora sobre el material
exponiendo el metal base a las condiciones ambientales y continuando la corrosión.
Otros microorganismos que están muy relacionados con la MIC de los aceros al
carbono son las bacterias oxidantes del ión azufre. Acidithiobacillus, es el género más
importante, constituido por células pequeñas autótrofas y móviles mediante flagelos. Las
especies relacionadas con la corrosión son: Acidithiobacillus thiooxidans y Acidithiobacillus
ferroxidans. Acidithiobacillus thiooxidans produce como metabolito final ácido sulfúrico,
originando una acidez local del orden de 0,5 unidades de pH. El mecanismo por el que el
ácido sulfúrico es corrosivo se conoce muy bien y está relacionado con la desestabilización de

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películas de productos de corrosión protectoras, llegando a ser capaz de desintegrar


estructuras enteras. Acidithiobacillus ferroxidans oxida el sulfato ferroso a férrico
encontrándose presente en las aguas de drenaje ácido de las minas; se usa con fines de
lixiviación de minerales de escasa pureza. Es altamente aeróbica, autótrofa y crece a pH bajo.

4. Resistencia a la corrosión de los aceros inoxidables


La lucha contra la corrosión microbiana de los aceros al carbono se ha llevado a cabo en
muy diversos frentes, uno de los cuales ha sido el desarrollo de aleaciones que fueran menos
sensibles que las tradicionales a los efectos del medio. En este ámbito es donde surgieron los
denominados aceros inoxidables, que son aleaciones base hierro, con contenidos variables de
diversos elementos de aleación, de entre los cuales el fundamental es el cromo, que se añade en
proporciones superiores al 10,5%, lo cual permite la formación espontánea de una película
superficial oxidada, que produce la pasivación del acero, dificultando el avance de los procesos
corrosivos.
La variación en el contenido de los diversos elementos de aleación (Cr, Ni, Mo, etc.) da
origen a los distintos tipos de aceros inoxidables, caracterizados fundamentalmente por su
microestructura. Así, pueden obtenerse aceros inoxidables martensíticos, ferríticos, austeníticos y
austeno-ferríticos. Otro grupo, los endurecibles por precipitación, hacen referencia al tipo de
tratamiento térmico que les confieren sus elevadas características mecánicas.
La película pasiva, protege a estos aceros contra el tipo de corrosión más habitual en los
aceros al carbono: la corrosión generalizada, si bien es la misma existencia de esta capa, la que
hace que los aceros inoxidables sean sensibles a diversos tipos de corrosión localizada en medios
suficientemente agresivos y bajo ciertas condiciones microestructurales. La corrosión por
picaduras es uno de los tipos de corrosión localizada de aparición más frecuente. Está
generalmente aceptado que las picaduras comienzan por la ruptura local de la capa pasiva,
creando una zona del metal activo, que bien puede repasivarse seguidamente, o que puede dar
lugar a la formación de una celda electrolítica, en la cual el ánodo es la pequeña área de metal
activo, mientras que la gran área de metal pasivo que la rodea constituye el cátodo. La apreciable
diferencia de potencial característica de esta celda activa-pasiva (0,5 V para los aceros
inoxidables austeníticos de la serie 300) cuenta con un considerable flujo de corriente y origina la
corrosión rápida del pequeño ánodo. La resistencia a la corrosión del metal pasivo alrededor del
ánodo y la propia actividad de los productos de corrosión dentro de la picadura, aumenta la
tendencia del ataque local del metal más que a extenderse en superficie, por un proceso
autocatalítico, por el cual el proceso de corrosión dentro de la picadura produce condiciones que
están a la vez estimulando y continuando la actividad de la picadura.
Este proceso corrosivo es muy peligroso, pues puede realizarse a gran velocidad,
produciendo la inutilización del elemento en poco tiempo, a pesar de la escasa pérdida de peso
asociada (por ejemplo, perforación de un recipiente). Otros procesos corrosivos de importancia
en los aceros inoxidables, son la corrosión intergranular, la corrosión bajo tensión o la corrosión-
fatiga, fenómenos que tienen gran importancia por su frecuencia y daños que originan, pero en
los cuales se incide con menos profundidad aquí, puesto que no presentan una asociación tan
clara con la MIC, como la tiene la corrosión por picaduras. En general, estos otros procesos de
corrosión localizada están relacionados con estados microestructurales incorrectos y medios
agresivos, y a veces acciones externas, tales como tensiones constantes o variables (fatiga), que
permiten el ataque y avance localizado de la corrosión a través de zonas preferenciales en la
masa del material, que pueden llevar a la inutilización relativamente rápida de la pieza.

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5. Corrosión microbiana de los aceros inoxidables


Dado que el empleo generalizado de los aceros inoxidables ha sido más tardío, también
lo ha sido el reconocimiento de la influencia de los microorganismos en su corrosión. De hecho,
son pocas las citas, si existe alguna, en la literatura sobre corrosión microbiana en aceros
inoxidables antes del año 1976.
En casi todos los casos, este tipo de corrosión se manifiesta por picaduras frecuentemente
localizadas bajo el depósito biológico en zonas adyacentes a las soldaduras (zonas afectadas
térmicamente y metal depositado). También se ha detectado en ocasiones agrietamiento inducido
por tensiones bajo biopelículas y biodepósitos. Los fallos por corrosión en estas aleaciones se
han producido en diversas aplicaciones, tales como sistemas de tratamiento de aguas residuales,
industrias de generación de energía, plantas químicas, industria papelera, etc.
Los casos prácticos referidos a MIC, hacen referencia a contacto de los aceros
inoxidables con distintos tipos de aguas: natural, desmineralizada y agua de mar. Si bien el agua
con bajo contenido en cloruros (20 ppm) no debería ser corrosiva, se ha demostrado que en
combinación con la acción de los microorganismos, produce ataque corrosivo.
En cuanto a los tipos de aceros inoxidables afectados por este problema, hay referencias
de ataques en aceros austeníticos de la serie 300 tanto en grados normales, como los UNS
S30300, S30400, S31600 o en los grados bajos en carbono, como los UNS S30403 y S31603, e
incluso grados estabilizados con titanio como el UNS S32100. En la soldadura de los aceros
inoxidables austeníticos, suele emplearse material de aporte que, depositado, tiene estructura
austeno-ferrítica. En algunos casos, la austenita es atacada preferentemente, mientras que en
otros es la ferrita la que resulta corroída con preferencia a la austenita. Además de los
austeníticos, otros tipos de aceros inoxidables han mostrado susceptibilidad a la MIC, como por
ejemplo, el caso de un acero inoxidable martensítico con el 13% Cr y 1% Ni, o el de un acero
inoxidable ferrítico, como es el tipo UNS S40900 (Figura 9).

Figura 9. Bioensuciamiento (izquierda) y corrosión microbiana (derecha) de rodillos de acero inoxidable


de una compuerta en una central hidraúlica. Fotos de Felipe Montero.

También está constatada la relación de las bacterias reductoras de sulfatos tales como
Desulfovibrio y Desulfotomaculum con la corrosión de aceros inoxidables. Se ha comprobado
que los productos metabólicos producidos en la reducción de los sulfatos, particularmente los
sulfuros, facilitan el ataque por picaduras en los aceros inoxidables, posiblemente rompiendo la
estabilidad de la capa pasiva, potenciando la acción agresiva de los cloruros. También hay
referencias con respecto al papel de estas bacterias en reacciones de despolarización catódica que
facilita los procesos corrosivos.

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Otra posible causa de MIC se explica a través de la actuación de ciertas bacterias aerobias
tales como Gallionella y Sphaerotilus, que parecen tener la posibilidad de fijar en la superficie
del metal el potencial redox de las reacciones Fe+2/Fe+3 ó Mn+2/Mn+4. Según parece, polarizan la
superficie del metal a potenciales a los cuales están presentes el Fe+3 ó el Mn+4. Esto supone la
conversión de iones solubles de manganeso o hierro en iones férricos o mangánicos insolubles.
Lo que da lugar a la precipitación de depósitos ricos en Fe ó Mn. Los depósitos en sí mismos no
son especialmente corrosivos, salvo los posibles efectos de corrosión en hendiduras. Sin
embargo, en presencia de cloruros, el FeCl3 y el MnCl4 resultantes, son agresivos para los aceros
inoxidables, dando lugar a corrosión por picaduras. Se ha comprobado que Gallionella se
encuentra con frecuencia sobre los aceros inoxidables en las zonas próximas a soldadura.
En sistemas aerobios, en los que la reducción de oxígeno es la reacción catódica, puede
producirse una aceleración de la corrosión por la catálisis producida por los microorganismos en
la reducción del oxígeno. En este caso se ha comprobado que la aceleración de la semirreacción
catódica provoca la elevación del potencial de corrosión en agua del acero inoxidable en algunas
décimas, lo que puede ser suficiente para introducir al acero en el rango de potencial de picadura.

6. Detección de la Corrosión Microbiana


La corrosión microbiana, al no diferenciarse de la electroquímica en su naturaleza,
ofrece un primer problema a resolver: ¿cómo diferenciar si un caso de corrosión se debe a la
acción de microorganismos o no?
La primera recomendación a tener en cuenta en caso de sospecha de corrosión por
microorganismos sería analizar si son adecuadas las condiciones del medio ambiente para que
permita la supervivencia y desarrollo de aquellos. Así habrá de ser considerado el pH,
temperatura, nivel de oxígeno, características fisicoquímicas, etc. Es necesario recordar que
hay microorganismos que soportan condiciones extremas medioambientales;
Acidithiobacillus thiooxidans sobrevive a pH cercanos a 0,5, especies del género
Desulfotomaculum y Clostridium pueden resistir desde –40ºC hasta 70ºC por su capacidad
para formar esporas. También hay que considerar que en un medio típicamente aerobio, como
puede ser el agua, pueden desarrollarse microorganismos anaerobios. En cuando a la
composición del medio, conviene tener en cuenta, por ejemplo, que las bacterias reductoras de
sulfatos necesitan sulfato como aceptor terminal de la cadena de electrones en su
metabolismo, y por tanto en ausencia de sulfatos no se desarrollarán.
Siendo entonces positivas las condiciones medioambientales habría que proceder a un
muestreo microbiológico para el aislamiento e identificación de las especies presentes en el
medio. Estos trabajos requieren el conocimiento en técnicas microbiológicas. En general,
como medios de cultivo iniciales para el aislamiento pueden emplearse agar nutritivo para
bacterias y agar Sabouraud para hongos; también se utilizarán medios selectivos o específicos
en función del tipo de muestra. Estos medios inoculados y con controles negativos se
incubarán a la temperatura más adecuada según la procedencia de la muestra, aunque en
general será a 30ºC, en aerobiosis o anaerobiosis. Una vez aisladas las especies puras se
procede a sus identificación por pruebas morfológicas, bioquímicas o moleculares a través de
la secuencia conservada del gen 16S rDNA. También es muy importante la identificación de
los productos de corrosión por difracción de rayos X, así como los estudios ópticos de la
superficie metálica por microscopía electrónica de barrido (SEM), complementados por el
análisis por energía dispersiva de rayos X.
En la industria, por diversos motivos, como la rapidez, la carencia de formación del
personal de mantenimiento en técnicas especializadas como las descritas, se utilizan técnicas

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de campo sencillas como por ejemplo la adición de unas gotas de HCl a las pústulas de
corrosión detectándose un olor característico a huevos podridos típico del H2S.

7. Control de la Corrosión Microbiana


Los métodos de control de corrosión pueden actuar en varias direcciones. Un primer
método consiste, obviamente, en eliminar las bacterias, lo cual puede teóricamente realizarse
mediante adiciones adecuadas de biocidas. Los biocidas han mostrado su efectividad contra las
poblaciones microbiológicas planctónicas, pero no son capaces, sin embargo, de controlar las
poblaciones sésiles, que son las que contribuyen a la MIC. El uso de biodispersantes se ha
incrementado en los últimos años, con el objetivo de dispersar los microorganismos en la masa,
haciéndolos así más susceptibles a la acción de los biocidas. La eliminación de las biopelículas y
el ablandamiento de los depósitos inorgánicos se traduce en la eliminación de zonas anaerobias
en el sistema, y por tanto se reduce la acción de la MIC. En teoría es posible que la acción de
algunos biocidas favorezca el crecimiento de otros microorganismos, promoviendo el
crecimiento de biocapas que ocasionen posteriormente MIC. A estas cuestiones se añade el
hecho de que el tratamiento masivo puede producir dificultades de tipo ecológico.
Un segundo método de control consiste en dificultar la fijación de los microorganismos,
lo cual implica el cuidado en el diseño geométrico de los equipos, eliminando juntas, resquicios
y en general zonas de estancamiento, lo cual no es siempre posible. Es recomendable que las
superficies tengan un acabado superficial liso.
En un tercer método, se actúa sobre la calidad del material. Se ha demostrado que ciertos
estados microestructurales hacen que los aceros inoxidables sean más susceptibles frente a la
MIC, por lo cual es conveniente el control de los tratamientos térmicos de los materiales, o el
evitar realizar soldaduras en materiales que puedan sensibilizarse fuertemente. En algunos casos,
un medio de mitigación de la MIC es el recargue o revestimiento con aleaciones más ricas en
cromo o níquel. El revestimiento de los materiales debe realizarse de forma que no se desprenda
o rompa localmente, pues dará lugar a la aceleración local de la corrosión. Además, el
revestimiento no debe poder aportar nutrientes a los microorganismos. En casos extremos, se
recurre al cambio de material, utilizando aceros inoxidables austeníticos especiales, con alto
contenido (6%) en molibdeno.
Otro método empleado en ocasiones es la protección catódica, si bien no hay unanimidad
en cuanto a la conveniencia de su aplicación. El potencial a emplear para lograr protección
efectiva debe ser más fuerte que cuando se aplica en aceros al carbono (-1.100 mV (Cu/CuSO4)
frente a -750 mV (Cu/CuSO4). Esto puede producir fragilización por hidrógeno en aceros
inoxidables ferríticos. Por otra parte, se ha registrado aumento de la población de SRB en la
proximidad de materiales enterrados sujetos a este tipo de protección, lo cual puede dar lugar a
un aumento de la corrosión en caso de protección catódica imperfecta, o de interrupción
temporal.

8. Métodos de ensayo
El estudio y evaluación de la MIC, se realiza usando diferentes técnicas de tipo
electroquímico, microbiológico, de análisis superficial y metalúrgico. El objeto de aplicación de
estas técnicas puede ser diverso, tratando desde la detección del problema, a la selección de
materiales resistentes o métodos de control de la MIC, pasando por la monitorización de
sistemas. En vista de su importancia y especificidad, serán tratados aquí fundamentalmente las
técnicas electroquímicas y microbiológicas.

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8.1. Métodos electroquímicos


Los métodos electroquímicos de ensayo son particularmente adecuados, dado que los
mecanismos a través de los cuales se produce la MIC son de naturaleza electroquímica.
Estos métodos electroquímicos pueden dividirse en tres grupos: a) Métodos sin
aplicación de señal exterior, b) Métodos de corriente continua y c) Métodos de corriente alterna.
a) Métodos sin aplicación de señal exterior
Estos métodos resultan indudablemente atractivos, puesto que permiten la
adquisición de información sobre el estado del sistema sin llegar a interaccionar con él y
por tanto sin producir alteraciones. En este grupo de métodos pueden citarse, la medición
de potencial de corrosión (Ecorr), la técnica de doble celda y la técnica del ruido
electroquímico. De entre ellas, la más ampliamente utilizada es la medición del potencial
de corrosión, que se utiliza tanto en laboratorio, como en campo, en este último caso
como método de monitorización del estado en que se encuentra el material. Esta es
prácticamente la única técnica electroquímica de monitorización que se emplea en el caso
de los aceros inoxidables.
La medición de Ecorr es la técnica electroquímica más sencilla. Se realiza
determinando la diferencia de potencial entre la superficie metálica objeto de estudio y
un electrodo de referencia apropiado. De estas medidas se obtiene importante
información sobre el estado de actividad o pasividad y la influencia de las biopelículas
sobre la corrosión de los aceros. Los materiales en los que se desarrolla una biopelícula
tienen valores de Ecorr mayores (más nobles) que los que se obtienen en ausencia de la
biopelícula. Estos valores aumentan con el tiempo, haciendo al acero inoxidable más
susceptible al ataque por picaduras. Como se ha indicado anteriormente, se ha propuesto
como técnica de monitorización la medición de Ecorr. Cuando su valor se hace
demasiado alto, se pueden producir picaduras, debiéndose en este momento tomar
acciones tendentes a mitigar las picaduras.
Los otros dos métodos han sido poco aplicados a la investigación en aceros
inoxidables, fundamentalmente por la dificultad de interpretación de los resultados
obtenidos, que son fluctuantes debido a las características de los mecanismos de
corrosión localizada, que se producen en estos aceros.
La técnica de doble celda emplea un tipo especial de celda que tiene dos
compartimentos con idénticos electrodos. Uno de ellos es inoculado con los
microorganismos objeto de estudio, estando en contacto a través de una membrana
semipermeable con la semi-celda estéril. Se estudia el flujo de corriente entre ambas
celdas en cortocircuito, pero en corrosión de tipo localizado (picaduras); el análisis de las
fluctuaciones de corriente es muy complicado.
En la técnica de ruido electroquímico, se miden los cambios en potencial o
corriente en función del tiempo, y el resultado se somete a análisis estadísticos de la
frecuencia y amplitud de las fluctuaciones. Nuevamente aparece la complicación en el
tratamiento de los resultados, pero parece que esta técnica es capaz de distinguir los
distintos tipos de corrosión (generalizada, localizada en picaduras, corrosión bajo tensión,
etc.).
b) Métodos de polarización de corriente continua

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En este apartado se agrupan una serie de técnicas consistentes en la realización de


polarizaciones del material objeto de estudio, mediante barridos de potencial, tanto en
sentido creciente como decreciente, para obtener diagramas Potencial-Intensidad. Entre
estas técnicas se pueden citar la obtención de curvas de polarización, diagramas de Tafel,
ensayos de resistencia de polarización (Rp) y ensayos de determinación de potencial de
picaduras (Ep).
De entre las técnicas citadas, la que más se emplea en los aceros inoxidables es el
ensayo de determinación de los potenciales de picadura. El ensayo consiste básicamente
en hacer un barrido de potenciales en sentido anódico, utilizando como electrodo de
trabajo, una probeta del material objeto de estudio, y como electrolito, una solución
adecuada, frecuentemente con contenido en cloruros, o bien el resultado del cultivo de
los microorganismos estudiados. El potencial se eleva hasta que se aprecie que la
intensidad que circula por la probeta sufre un incremento brusco. Esto sucede cuando se
rompe la capa pasiva localmente, es decir, cuando se ha producido alguna picadura. A
este potencial se le conoce como potencial de picadura Ep. Este ensayo se correlaciona
de forma bastante directa con el tipo de corrosión al que está sujeto efectivamente el
acero inoxidable, proporcionando datos cuantitativos que permiten la comparación
directa entre materiales, o entre agresividades de diversos medios. Es a través de ensayos
de este tipo como, por ejemplo, se ha podido determinar el incremento en agresividad de
un medio de cultivo, cuando contiene metabolitos producidos por bacterias reductoras de
sulfatos, facilitándose el ataque por picaduras en aceros inoxidables austeníticos y
martensíticos. Las curvas de polarización (Figura 10) proporcionan importante
información, aparte de la ya citada de Ep, cuando se hacen en sentido anódico y hasta
potenciales suficientemente altos. Así, proporcionan información sobre la influencia de
las biopelículas en la reacción catódica a través de curvas de polarización en dirección
catódica. Se ha observado que las densidades de corriente catódica aumentan con el
tiempo de exposición en agua natural. Frecuentemente, el efecto de los microorganismos
en los aceros inoxidables es no sólo inducir corrosión localizada a potenciales más
activos, sino hacer la repasivación de las picaduras más difícil que en un medio estéril.
Esto puede quedar denotado en las curvas potenciodinámicas, observando la densidad de
corriente del estado pasivo, que es mayor en presencia de microorganismos. Esto sugiere
que la capa es menos protectora que la que se forma en condiciones de esterilidad.

Figura 10. Curva típica de polarización anódica para un acero inoxidable austenítico en
presencia de sulfuros. Tomado de UNE 112015:1994.
Las diversas técnicas de polarización (resistencia a la polarización, polarización
potenciodinámica, etc.) consisten en aplicar potenciales catódicos y anódicos a una
velocidad constante al material para evaluar la velocidad de corrosión (uniforme) del
mismo a las condiciones impuestas. Para ello, se aplican ecuaciones matemáticas (Tafel,

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Faraday) y extrapolaciones que permiten indicar el comportamiento corrosivo del


material en tiempos mayores (incluso años). Dado que los problemas de corrosión de los
aceros inoxidables son de tipo localizado, estas técnicas de polarización no son de gran
aplicación en los mismos.
c) Métodos de corriente alterna
El representante en este apartado es la espectroscopía de impedancia
electroquímica (EIS). Esta técnica es particularmente efectiva en el caso de existencia de
capas superficiales no conductoras, o semiconductoras, tales como capas de óxidos
metálicos, o películas microbiológicas. La técnica consiste básicamente en introducir en
el sistema que se está corroyendo una señal de corriente alterna y pequeña amplitud,
variando la frecuencia, estudiando la respuesta como si se tratara de un circuito
electrónico con una impedancia determinada. El análisis de los resultados es complicado,
pero a partir de éste, se obtiene un circuito equivalente al sistema en corrosión,
compuesto no solo de resistencias (del medio, de polarización, ...), sino de componentes
capacitivos, que pueden representar el efecto de las capas superficiales (Figura 11). La
pequeñez de la señal impuesta que supone una perturbación mínima y la cantidad de
información con respecto a los mecanismos de corrosión que están actuando en un
sistema, hacen que este método sea cada vez más empleado, pero no hay que perder de
vista algunos inconvenientes, cuando se aplica al estudio de la MIC. De entre estos se
puede destacar el hecho de que las capas biológicas suelen ser entidades dinámicas,
discontinuas y localmente gruesas, lo cual complica la interpretación de los resultados.

Figura 11. Diagramas de Nyquist del titanio industrial a diferentes tiempos de inmersión en aguas de río,
según se va cerrando el semicírculo el bioensuciamiento aumenta. Tomado de Diego A. Moreno y cols.,
Applied Microbiology and Biotechnology, 2004, 64(4):593-598.

8.2. Métodos microbiológicos en laboratorio

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Para el estudio de la corrosión de los aceros por microorganismos en laboratorio (Figura


12) se han desarrollado ensayos de inmersión en: cultivos en “batch”, cultivos continuos y
semicontinuos y sistemas de recirculación.
En los cultivos en "batch" el medio de cultivo no es renovado durante la duración del
ensayo; mientras que en los cultivos continuos y semicontinuos el medio de cultivo se renueva
periódicamente. En estos últimos el índice de dilución dependerá de la tasa de crecimiento para
cada microorganismo en unas determinadas condiciones de cultivo (medio, pH, temperatura,
volumen del reactor, etc.). Los sistemas de recirculación consisten en hacer circular el medio por
un sistema cerrado; se han usado, en general, para medios naturales; debiendo conocerse las
condiciones de flujo del sistema.
En todos ellos los aceros son expuestos en un medio de cultivo (natural, artificial o
mixto) en el que se desarrollan los microorganismos. Los medios naturales estériles (por
autoclave o filtración) se han suplementado con sustancias nutritivas para facilitar el crecimiento
de microorganismos aislados del medio ambiente. Entre los medios de cultivo artificiales
destacan el medio de Postgate C o similares (Beckwith, BTZ-4, etc.). Este medio, en ocasiones,
ha sido suplementado con cloruros para simular la influencia marina.

Figura 12. Biorreactor utilizado en el laboratorio para estudios electroquímicos de corrosión microbiana
de aceros al carbono (izquierda). Vista general de un banco de ensayos para mimetizar en el laboratorio
la corrosión microbiana (derecha).

La mejora de la resistencia a la corrosión de los aceros inoxidables influye notablemente


en la duración del tiempo de exposición para poder encontrar ataque en los mismos. Por ello
estos ensayos acelerados de corrosión en laboratorio no son tan breves como cabría esperar,
pudiendo llegar a durar meses.

8.3. Métodos microbiológicos en campo


Estos ensayos en campo constituyen la técnica más adecuada para determinar en que
grado los aceros son colonizados y en su caso atacados por las bacterias y poder así establecer
una escala de predicción de su resistencia a la corrosión.
En todos los ensayos realizados en campo, los aceros son expuestos al medio ambiente,
que generalmente coincide con el que está en contacto con un material en servicio de iguales o

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parecidas características al que se está ensayando. En estas condiciones, los períodos de


exposición, en general, pueden ir desde uno a varios años.
Los materiales sumergidos en medios naturales son colonizados rápidamente por
microorganismos formando biopelículas, en sus primeras etapas, y bioensuciamiento con
posterioridad. La mayoría de los trabajos realizados en aceros inoxidables, al igual que en
laboratorio, han aportado más información sobre los fenómenos de “biofilm” y “biofouling” que
sobre los procesos de corrosión microbiana.

9. Desarrollo y tendencias futuras


La investigación es necesaria en dos áreas principales: la científica y la tecnológica. La
primera trata del conocimiento de los mecanismos específicos involucrados y del desarrollo de
nuevos procesos y medios para combatir la MIC. La segunda comprende los requisitos y medios
oportunos para identificar, mitigar y/o prevenir la MIC.
Área Científica
-Es necesario un mayor conocimiento de los mecanismos por los que los
microorganismos inducen la corrosión de los aceros. Así, es preciso profundizar en el estudio de
los microorganismos involucrados, con realización de estudios bioquímicos y genéticos de los
mismos y de sus asociaciones. En el pasado ha interesado más la solución de los problemas que
su estudio, bien por la falta de medios adecuados y rápidos en servicio, como por la característica
interdisciplinaria de este área, al tener que sumarse el conocimiento de los microorganismos al
conocimiento en materiales y en corrosión.
-Es necesario avanzar en el conocimiento de la capacidad de acción sobre el entorno de
los microorganismos, que excretan sustancias poliméricas (EPS) en función del material en el
que se soportan (rugosidad, tratamiento térmico, etc.). Con estos conocimientos se podrán
desarrollar métodos para prevenir la adherencia de los mismos.
-Es necesario modelizar el sistema microorganismo-medio-material, posiblemente en un
contexto electroquímico, con objeto de avanzar en el conocimiento de los mecanismos de
interacción y para poder evaluar en casos concretos la resistencia de los materiales o la
agresividad de la MIC.
-Es necesario desarrollar agentes antiensuciamiento y dispersantes de lodos adecuados,
así como también debe ser investigada con más profundidad la utilización de los biocidas en
combinación con estos biodispersantes, con el fin de obtener mejores resultados a más bajos
costes y con el menor impacto medioambiental posible.

Área Tecnológica
-Es necesario desarrollar medios para detectar la MIC en campo, que sean simples,
fiables y, a ser posible, baratos. Hay que desarrollar kits de ensayo in situ. Se deben aportar más
datos en la recopilación de casos prácticos (tiempo en servicio, parámetros de funcionamiento,
concentraciones de biocidas, caracterización de los medios, etc.) con el fin de alimentar sistemas
expertos de monitorización y control. En esta línea pueden citarse los requisitos de la NRC
norteamericana, Comisión Reguladora de la Industria Nuclear, en el sentido de la necesidad de
que los licenciatarios de plantas nucleares tengan un programa de mantenimiento para los
sistemas de tuberías y los componentes, con objeto de prevenir la MIC, así como establecer
programas de rutina de inspección y mantenimiento para la detección, tratamiento y prevención
de la MIC.

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-Es urgente y necesario desarrollar normas para poder establecer una clasificación de la
resistencia de los aceros inoxidables a la MIC. Hasta ahora, tanto la información suministrada,
como la caracterización que en su momento se ha hecho de los mismos, salvo algunas
excepciones, es muy deficiente. Por ello, el evaluar y comparar los comportamientos obtenidos
en diferentes ensayos por diferentes autores es muy difícil y en algunos casos imposible. Hay que
tener en cuenta, que en los aceros inoxidables, muy ligeras variaciones microestructurales tienen
una gran influencia sobre su comportamiento frente a los distintos tipos de corrosión.

Adaptado de Diego A. Moreno, Curso de Doctorado y Postgrado de la UPM sobre


Biodeterioro de Materiales. 2009.

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