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Índice
Modelos de formación de la personalidad TLP
Modelo de formación desde el psicoanálisis
Modelo Kleiniano
Modelo neuroconductual
El TLP como una forma de Trastorno por estrés post-traumático
Análisis de la personalidad Borderline
Pensamiento
Síntomas psicóticos
Síntomas disociativos
Conducta social
General
Formas de apego
Relaciones
Emocionalidad
Inestabilidad afectiva
Control de los impulsos
Dinámica emocional
Producción de fases de afectividad neutra
Miedos específicos del TLP
Miedo a la proximidad
Miedo a la soledad
Miedo a perderse a sí mismo
Miedo de sí mismo
Miedo de regresión estructural
Conductas autolesivas y tendencias suicidas
Véase también
Bibliografía
Según Kernberg los afectados de TLP tienen un exceso constitutivo (y por tanto innato) de agresión en la temprana infancia, en la
que la ira representa la principal consecuencia de la agresión. De igual modo, la libido, que se expresa en el excitación sexual,
está elevada. Este exceso de actividad agresiva dificulta los objetivos descritos para el desarrollo, y por tanto es la causa del TLP
Modelo Kleiniano
La conocida psicoanalista Melanie Klein, que puso las bases de la teoría de Kernberg, desarrolló diferentes teorías a partir de su
trabajo con niños severamente desequilibrados desde 1935 hasta 1957, que fueron desarrolladas más tarde por John Steiner
(1979) como un modelo particular para el TLP. Según Klein, los impulsos destructivos del niño generan fantasías aterrantes, que
se proyectan en su madre y su relación parental. Se realizan procesos de intercambio con las personas de referencia primaria, en
la mayoría de los casos los padres, a través de procesos de introyección y proyección, es decir con los objetos primarios. Para
defenderse de los impulsos destructivos y alarmantes el niño los transfiere hacia el mundo exterior en cada caso.
Klein describe dos fases tempranas sucesivas, caracterizadas también por una forma específica de relación con los objetos. Las
dos posiciones describen estados de ánimo frecuentes en que se encuentra el bebé en esta fase: La situación paranoide-esquizoide
se caracteriza por la separación de los primeros objetos, el pecho de la madre.
El niño diferencia un pecho bueno (alimentador) y otro malo (negador). El pensamiento en esta situación está muy influida por la
fantasía de los objetos que lo persiguen. El niño fantasea, sobre la base de sus propios impulsos destructivos que proyecta hacia la
persona de referencia, ser perseguido por ella. Las partes idealizadas de su "yo" y de los objetos son separadas estrictamente de
las partes malas, perseguidoras, teniendo los temores y sentimientos de culpa habitualmente una función primitiva, perseguidora.
En la otra dirección se sitúa la situación depresiva. Aquí, los
objetos inalcanzables fueron percibidos crecientemente como
objetos completos. La personalidad ha aprendido que los objetos
pueden tener al mismo tiempo características buenas y malas.
Como el niño ya no puede refugiarse en sus fantasías con solo
cae en intensas experiencias de pérdida y, en palabras del propio
Sigmund Freud, en el "Trauerarbeit", expresión de difícil
traducción pero común en el psicoanálisis que significa
"elaboración del duelo".(Duelo y Melancolía, Freud 1917)
John Steiner amplió este modelo introduciendo una tercera Equilibrio dinámico entre la situación-borderline, la
situación, la llamada "Situación Borderline". Ya la propia paranoide-esquizoide y la depresiva según John
Melanie Klein había sospechado antes que podría existir Steiner (1979). La personalidad se puede mover
transiciones entre la situación "esquizoide-paranoide" y la en el interior del triángulo y en sus lados.
depresiva. La nueva situación queda en el límite entre las otras
dos y mantiene un equilibrio dinámico entre ambas. Se considera
un estado psicológico de retirada, escape, que surge cuando los temores de las otras dos posiciones se desbordan.
De acuerdo con Steiner, este es un sistema de defensas bien organizado o una situación de equilibrio altamente organizada. Si la
estructura borderline se descompensa, puede conducir a insoportables sentimientos de culpa y luto (descompensación en la
dirección de la posición depresiva) o bien a estados psicóticos de tipo maníaco (en este caso la descompensación es en la
dirección de una situación paranoide-esquizoide).
Modelo neuroconductual
El modelo neuroconductual da al TLP un enfoque multifactorial.
Parte de afirmar que existe una predisposición neurológica, así
como trastornos del desarrollo provocados por influencias
traumáticas en la temprana infancia y que en etapas posteriores
condujeron a conductas automáticas dañinas. En el desarrollo
posterior, las extremas cargas de la infancia temprana dañan el ya
de por si sensible sistema límbico, que hace que el proceso
emocional sea más difícil. Así pues, la inclinación a la
disociación (splitting) aumenta y se desarrolla una pronunciada
estructura de pánico.
El desarrollo emocional y el plano consciente son perturbados por igual. Las experiencias traumáticas almacenadas de forma
permanente son proyectadas inconscientemente al entorno, y de esa manera las situaciones causales se hacen omnipresentes. Esto
se refleja posteriormente también en las acciones y en las relaciones sociales.
En el curso de la enfermedad pueden actuar diferentes factores (p.ej. sexualidad incipiente, problemas coyunturales, psicoterapias
inapropiadas) que retraumatizan con un efecto de feedback negativo. Además de esto, se desarrollan conductas autolesivas
ideadas como intentos de solución al problema.
Según el modelo neuroconductista, cuando los afectados están en situaciones tensas ó agobiantes quedan expuestos a una
influencia permanente del estrés condicionado por un trauma, que puede operar tanto en forma abierta como latente.
Pensamiento
Los afectados por el Trastorno límite tienen unas pautas de pensamiento dicotómico características, también llamadas
"pensamiento de blanco o negro". De forma análoga encontramos patrones cambiantes de extrema idealización o devaluación de
ciertas personas. Raramente consiguen mantener una idea emocionalmente constante de las personas significativas. La
autoimagen oscila entre la inferioridad y las fantasías de omnipotencia (o megalomanía). Esto último es lo que motiva que los
afectados hasta cierto punto asuman simultáneamente ideas básicas contrapuestas. Todas estas pautas de pensamiento se
caracterizan por dos cosas: Primero por "procesos de pensamiento fragmentado" y el segundo por procesos de pensamiento
"primitivo" o primario. Ambas pautas están asociadas con la identificación proyectiva, que se encuentra muy pronunciada en los
pacientes borderline. La identificación proyectiva es un mecanismo de defensa, en el que partes del Yo se separan y se ven
reflejadas en otra persona. Estas serán entonces percibidas inconscientemente como partes de su propio Yo, de modo que algunos
contenidos propios (valores, pensamientos y sentimientos) se perciben como pertenecientes a la otra persona.
Las formas típicas de pensamiento se dan especialmente en determinadas situaciones y en conjunción con ciertos objetos, como
cuando la persona afectada esta fuertemente emocionado, en especial por objetos significativos para el sujeto. Por lo demás, las
personalidades Borderline, dentro de su situación, son tan normales como cualquier otra persona en cuanto a su forma de pensar.
Según Leichsenring, Kernberg y otros, los patrones de pensamiento fragmentado y primarizado son tan pronunciados que la
forma de pensar ya no sigue pautas racionales y lógicas. Leichsenring(2001) los describe como "peculiares, excéntricos y raros".
En concordancia con Él, los presupuestos de Kernberg confirman que tales procesos mentales surgen por la confluencia de
emociones primarias, mecanismos de defensa y relaciones de objeto. Esto es consistente con lo que Kernberg dice acerca de que
los trastornos de pensamiento en las "condiciones de conflicto" de los TLP, son fallos, pero no defectos.
Síntomas psicóticos
Como síntomas psicóticos típicos en los borderline encontramos el pensamiento mágico, que es especialmente común en los
casos más graves. Pero es una cuestión controvertida si realmente se pueden considerar pensamientos psicóticos. Además se dan
alucinaciones e ideaciones paranoides de poca duración. Las ilusiones sensoriales, no obstante, deben ser consideradas como
pseudopsicóticas, porque a diferencia de las experiencias psicóticas genuínas no son percibidas como provenientes del exterior,
sino como procedentes del interior, es decir, de uno mismo. Muchos expertos clasifican estos síntomas dentro de los trastornos
disociativos. Las opiniones y estimaciones de cuanto deben durar los síntomas para ser clasificados como "de corto plazo" o "de
largo plazo", y de cómo son de importantes, son muy distantes entre autores. Dulz y Schneider dan también por seguras las fases
psicóticas largas en los casos de Borderline más serios (Mentzos 2001). Rohde-Dachser (1989) se refiere a estas situaciones como
mini-psicosis, que se dan en especial en las terapias cuando se llega al fondo del conflicto que afecta al paciente. Kernber no ve
rasgos psicóticos en el TLP, sino que habla de defectos ocasionales o errores en la forma de apreciar la realidad.
Síntomas disociativos
Mucho más frecuentes que los síntomas (pseudo)psicóticos son los síntomas disociativos asociados con el TLP. Siempre están en
el primer plano de la sintomatología (Herpetz, Sass 2001). La disociación consiste en que la estructura del Yo del individuo no ha
quedado cerrada (integrada) como una unidad. Kernberg (basándose en Melanie Klein) desarrolló un modelo distinto de cómo se
origina la división del Yo en el TLP. El modelo es aceptado por algunos investigadores importantes del trastorno, pero
actualmente tiene en contra a la mayor parte de los círculos profesionales.
Así pues, los trastornos disociativos son reacciones naturales a
un estrés mental extremo. Las experiencias improcesables se
quedan indefinidamente congeladas y -dependiendo de la
severidad- separadas en diversos grados de la personalidad.
Esto incluiría sentimientos extremos y pensamientos hasta
partes más o menos autónomas de la personalidad que son
contradictorias y que más tarde pueden activarse.
General
En el trato con otras personas, les resulta difícil establecer los límites. Por ello, el contraste entre el "miedo a la intimidad" y el
"miedo a estar solo" juega un papel esencial (ver la sección "miedos específicos"). Puede darse el caso de que los afectados
ofendan a otros, incluso de modo inconsciente. Esto puede ser una manifestación de agresividad o puede estar desencadenada por
el miedo a la proximidad. Las situaciones emocionalmente extremas pueden dar lugar a conductas impulsivas, especialmente en
el caso de una ofensa dolorosa o supuesta y en situaciones sociales críticas. Más adelante veremos individualmente estas
situaciones. También hay otras formas posibles de reaccionar contra las ofensas, como el retraimiento y/o el desprecio. Además
de estos aspectos los afectados pueden poner de manifiesto conductas excéntricas. En algunos casos los afectados muestran una
pauta de frecuentes cambios en sus contactos y círculos sociales. También dentro del área sexual puede conducir a conductas
patológicas, anormales o de riesgo, con fases alternantes de anhedonia y promiscuidad, lo cual puede constituir una forma de
autoagresión. Esto suele darse especialmente en las víctimas de abusos (sexuales o no) en la infancia. Otros rasgos que se pueden
encontrar en varios aspectos son la conducta manipulativa y el control compulsivo. La conducta manipulativa, por ejemplo, puede
tener el propósito de evitar abandonos. Además, otros sujetos pueden intentar estabilizar su balance interno mediante las
proyecciones identificativas arriba descritas. Esto puede suponer un agobio para las relaciones. Durante las conversaciones los
afectados examinan muy intensamente los comentarios y las señales de comunicación (gestos, expresiones faciales, formas del
habla) por sus especiales características. Esto puede significar que por desconfianza, miedo o una frágil autoimagen tratan de ver
posibles ofensas.
Formas de apego
En la Teoría del apego se discuten las diferentes formas de generar vínculos estrechos que se encuentran en los pacientes
Borderline. Las investigaciones sobre el apego han demostrado que los afectados muestran con mayor frecuencia un estilo de
apego inseguro en la edad adulta. En particular, se ve una forma desorganizada de estilo de apego. La investigación psicoanalítica
sospecha especialmente de la existencia de una relación entre el apego ambivalente-inseguro y el apego desorganizado en el
desarrollo de la personalidad TLP.
Apego Inseguro-ambivalente
Los vínculos inseguro-ambivalentes son el contraste de los inseguro-evitativos, pero ambos tipos se usan y aparecen en diferentes
tipos de trastorno de la personalidad. Las personas que manifiestan un tipo de vínculo inseguro-evitativo rechazan las relaciones
estrechas y no parecen necesitarlas. Este tipo de vínculos surgen primariamente por un rechazo temprano. La otra variante de
vínculo es la propia del TLP. Las personas que muestran vínculos inseguro-ambivalentes tienden internamente a "colgarse" de la
persona con la que establecen el vínculo. No obstante muestran al mismo tiempo ira y enfado. De una mano manifiestan al
principio un gran anhelo de relacionarse y deseos de fundirse en la relación. Por otra parte añaden a esto en realidad sentimientos
de estar agobiado y forzado. Este tipo de vínculos se han desarrollado a partir de un apego inseguro a los individuos de referencia
en la temprana infancia y a su conducta impredecible. La conducta impredecible se les trasmite así caracterizando más tarde sus
patrones de relación.
Apego inseguro-desorganizado
Los vínculos inseguro-desorganizados constan de dos subtipos: hostil-sancionador y reconfortante-solícito. Ambos se desarrollan
a partir del mismo trasfondo (abandono y/o malos tratos), pero posteriormente los afectados se quedarían enquistados en uno de
estos dos estilos: no pueden cambiar con flexibilidad entre uno y otro. Aunque el tipo hostil-sancionador está más descrito en
otros trastornos, también se puede encontrar en el TLP. El estilo reconfortante-solícito es mucho más frecuente en el TLP. En
ambos casos los TLP los afectados tratan de controlar sus relaciones con otros.
Relaciones
La conducta en las relaciones es uno de los rasgos principales de los trastornos de la personalidad y especialmente en el TLP
juega un papel dominante (Huber 2005). Las relaciones tienen una gran importancia para los afectados, pero tienen perturbada su
capacidad para mantenerlas. Las relaciones de pareja discurren de manera muy individual y en ocasiones pueden funcionar bien.
No obstante los impulsos negativos pueden ser a veces devastadores, de modo que puede suceder que los daños acaben con la
relación. En algunos casos los compañeros sentimentales involucrados en una fuerte relación pueden necesitar después de algún
tiempo ayuda psicológica, especialmente por traumas leves a causa de transferencias traumáticas. Son particularmente
problemáticas las relaciones en las que ambos compañeros están afectados, porque tienen distintos tipos de vinculación, son
ambos sensitivos y porque los factores de interferencia se acumulan. Suelen tener algunas relaciones largas y difíciles con
frecuentes separaciones y reencuentros. El como terminen esas relaciones depende de los estilos de vínculo de los compañeros.
Básicamente se puede decir que cuanto más semejantes, mejor. Por tanto, incluso las relaciones entre afectados tienen
posibilidades de funcionar bien.
Emocionalidad
Inestabilidad afectiva
Los afectados viven en un mundo emocional extremo e inestable. Pueden manifestar esto en cambios rápidos de humor y
profundas crisis emocionales. El umbral de enfado o irritación es muy bajo. Incluso pequeñas circunstancias pueden ser fuertes
impulsos emocionales desencadenantes y ciertos estímulos pueden ser difíciles de procesar, de modo que fácilmente puede
suceder que experiencias negativas, como ofensas o reproches puedan bloquearles emocional y mentalmente. Les resurgen como
flashbacks y les lleva bastante tiempo volver a los recuerdos normales. A pesar de tales sensibilizaciones los afectados
experimentan extremos temores y un estrés difuso, con lo cual no perciben diferenciadamente las distintas emociones. A causa de
este fuerte mundo emocional se llega a trastornos del sueño persistentes. No todos los afectados tienen estos problemas
permanentemente y con la misma intensidad, pero todos ellos tienen que luchar con ellos.
Dinámica emocional
Los sentimientos característicos del TLP son el miedo, la ira y la desesperación, también sentimientos de culpa y depresión (o
tristeza, vacío y derrota). Se pueden experimentar intensas emociones de forma consciente, aunque también subliminalmente. Los
aspectos emocionales funcionan en la dinámica de poder-impotencia, que es como el hilo conductor de la personalidad. La
impotencia corresponde con el desvalimiento y está asociada con la desesperación mientras el poder supone lo opuesto,
significando control. El miedo y la ira ( y su principal consecuencia, la agresión) se localizan entre estos opuestos. La
desesperación es un sentimiento extremo del espectro humano y está en el polo negativo. El miedo (o pánico) y la ira (o agresión)
resultan de la desesperación (o sentimientos de impotencia) y se mueve en la dirección del supuesto polo positivo. De acuerdo
con las principales escuelas la agresión surge del sentimiento de amenaza existencial, especialmente desde una amenaza percibida
por la estructura del Yo. Por tanto, la agresión está provocada por el miedo. Según el contexto, pueden mostrar compulsiones de
control consciente o inconsciente, así como violencia potencial y ambición patológica. Esto se puede referir a su propia
personalidad y a su propia organización, pero también a contextos sociales también en conexión con la relación de objeto
perturbada.
Miedo a la proximidad
Los afectados por el trastorno tienen miedo de la intimidad y a conceder demasiado poder a los otros. Este temor se puede dar
tanto de forma consciente como inconsciente, y paradójicamente puede darse simultáneamente con el miedo a la soledad (ver más
adelante). Como "miedo por una fantasía de ser anulado" señala Sven Hoffman(2001) una forma básica de ansiedad que también
se aplica igualmente al miedo a ser dominado. Pero realmente está acoplado a una fuerte pérdida de realidad. Los afectados tienen
pensamientos mágicos, que les llevan a temer extinguirse. La proximidad se percibe aquí como una experiencia muy intensa que
les dice que amenaza su propia estructura.
Miedo a la soledad
El miedo a la soledad se refiere a la pérdida de una relación. Incluye dos componentes: miedo a la pérdida de un objeto social y
miedo a la pérdida del amor del objeto. Estos miedos arrancan del deseo de aumentar la proximidad en las relaciones sociales, los
llamados "deseos de fusión". Además, los afectados tienen miedo a un abandono inmediato. Es la pérdida de un ser querido, por
ejemplo.
Miedo de sí mismo
El miedo a sí mismos proviene de temores a perder el control sobre sus propias fantasías, deseos o emociones problemáticas. Esto
significaría, por ejemplo, para alguien que está sobrecargado por su ira, que ya no podría diferenciar sus fantasías de la realidad o
bien que acabaría cendiendo ante un apremio compulsivo. Este miedo también está presente en los trastornos neuróticos, en
particular en los fóbicos y de ansiedad. Sven Hoffman (2001) los asignó al "subgrupo neurótico".
Véase también
Psicología
Teorías de la personalidad
Trastornos de personalidad
Trastorno límite de la personalidad
Bibliografía
Ver bibliografía general del artículo trastorno límite de la personalidad
Nota sobre licencia: Gran parte de los contenidos de este artículo han sido traducidos de Borderline-Persönlichkeitsstörung, de la
Wikipedia alemana, bajo licencia GFDL.
Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Personalidad_límite&oldid=113484120»
Esta página se editó por última vez el 23 ene 2019 a las 20:42.
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