Está en la página 1de 3

¿Cómo explicar la sistematicidad en los

asesinatos de líderes sociales?


257 líderes sociales fueron asesinados entre la firma del acuerdo de paz y el 31 de
julio de 2018. Un informe del programa Somos Defensores, el Cinep, la Universidad
Nacional de Colombia, la Comisión Colombiana de Juristas y el portal Verdad Abierta,
investigó qué está pasando.

¿Quién está matando a los líderes? ¿Hay sistematicidad? Muchos son los informes y
análisis que se han desarrollado alrededor de esta problemática, pero esta es
la primera vez que una investigación de este tipo busca identificar y clasificar
patrones claves, que ayudarían a entender la ola de violencia que están viviendo
los líderes sociales y defensores de derechos humanos en el país.

257 líderes sociales y defensores de derechos humanos (DD.HH.) fueron


asesinados entre el 24 de noviembre de 2016 -fecha de la firma del acuerdo de
paz- y el 31 de julio de 2018, de acuerdo al informe „¿Cuáles son los patrones?:
Asesinatos de Líderes Sociales en el Post Acuerdo„, elaborado por diferentes
organizaciones como el programa Somos Defensores, el Cinep, la Universidad
Nacional de Colombia, la Comisión Colombiana de Juristas, el portal Verdad Abierta,
entre otros.
Desde la firma del acuerdo de paz el asesinato de líderes sociales ha logrado
acaparar la atención de la opinión pública, no solo ha ocupado portadas en los
diferentes medios de comunicación, sino que además, la indignación frente a la falta
de garantías de seguridad por parte del Estado colombiano, ha llevado a que
miles de personas alrededor del mundo salieran el pasado 5 de julio de 2018 a
las calles con el objetivo de exigir que se detuviera el asesinato de los líderes y
lideresas.

Entre los alarmantes hallazgos de este informe resalta el hecho de que más del
44 por ciento de los asesinatos se realizaron en las viviendas de los líderes
sociales, lo cual muestra un patrón que indicaría la sistematicidad en estos siniestros,
debido a que las violaciones la vida serían el resultado de unas actividades de
seguimiento y planeación por parte de los victimarios.

En esta línea, cabe resaltar que el pasado 11 de enero del presente año el Estado
colombiano reconoció que existe una sistematicidad en el asesinato de líderes
sociales en el país.

Adicionalmente, el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, indicó que


dicha sistematicidad se presentaría activamente “desde el punto de vista que se
trata de organizaciones criminales estructurales que están operando en los
territorios. Y hay sistematicidad pasiva, pues desde el punto de vista del 50 por
ciento de la afectación de víctimas, pero no existe, como existió en los años 80, una
sistematicidad que pueda involucrar a agentes del Estado”.

De igual manera, Camilo Bonilla -uno de los investigadores de este informe y


representante del Comisión Colombiana de Juristas- indicó que “la sistematicidad se
puede ver en que los ataques, además de ser reiterados y continuos, también
muestran indicios de planeación”, así mismo dijo que, “la omisión por parte del
Estado también puede indicar sistematicidad”.

El documento también reconoce que, no es un solo actor el responsable de dichas


violaciones al derecho a la vida, sino que son varios los actores implicados en
dicha victimización, pero son relativamente pocas las temáticas que manejan
quienes se han convertido en las víctimas de los grupos armados.
¿Quién los está matando?

Esta es la pregunta que se hacen los analistas, el Gobierno y los mismo líderes, que
quieren saber quiénes son sus victimarios. En la complejidad del territorio varían los
intereses y los autores. Según el informe, la mayoría de los asesinatos (118)
todavía no tienen un autor identificado, y en los demás casos en la mayoría son
presuntos autores, porque todavía no hay un esclarecimiento en el proceso judicial.

Sin embargo, dentro de los autores identificados por el informe llama la atención que
la mayoría de los asesinatos a líderes sociales y defensores de derechos
humanos habrían sido cometidos por paramilitares. Aunque en 2006 se
desmovilizaron las Autodefensas Unidas de Colombia, y desde ese entonces el
Gobierno no ha reconocido el paramilitarismo, el informe asegura que todavía
“persiste el fenómeno” al cual se le han dado varias denominaciones como
“narcoparamilitares”, Grupos Armados Organizados (GAO) y Grupos Delincuenciales
Organizados (GDO), los que antes se conocía como Bacrim.

También podría gustarte