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TRABAJOS DE PREHISTORIA

52, n.o 2, 1995, pp. 15-30

LA ETNOAR9UEOLOGíA,
HOY: UNA VIA EFICAZ DE
APROXIMACiÓN AL PASADO
ETHNOARCHAEOLOGY, TODAY: AN
EFFECTIVE WAY FOR LEARNING
ABOUT THE PAST

ALMUDENA HERNANDO GONZALO (*)

RESUMEN such, ir implies a whole series of theoretical assumptions


subsequently criticized by Post-Processualists. Both theo-
Definir los contenidos, objetivos y metodología de la retical camps defend opposing models of how Ethnoarcha-
Etnoarqueología constituye una difícil tarea. Aunque el eology should be conceptualized. At the same time, Ethno-
término había sido utilizado con anterioridad, su naci- archaeology is often confused with «Living Archaeology»
miento como disciplina o heurística para el conocimiento or with ethnographic analogy.
del pasado se corresponde con el de la Nueva Arqueolo- This essay has two goals: on the one hand, it attempts,
gía americana, en tanto que una de sus Teorías de Alcan- in purely theoretical terms, to clarify the scope and speci-
ce Medio. Como tal, implicaba toda una serie de asun- fic nature of Ethnoarchaeology; on (he other hand, i( pre-
ciones teóricas rebatidas posteriormente por la corriente sents a specific examp/e that illustrates the new ways of
post-procesual. Ambas posiciones teóricas defienden approaching (he past that Ethnoarchae%gy now offers.
modelos opuestos de concebir la Etnoarqueología, a la
vez que ésta es confundida a menudo con la «Arqueolo- Palabras clave: Etnoarqueología. Analogía etnográfica.
gía viva» o con la analogía etnográfica. Teoría arqueológica. Antropología.
La propuesta de estas páginas es doble: por un lado,
se intentará clarificar el alcance y la especificidad de la Key words: Ethnoarchaeology. Ethnographic ana/ogy.
Etnoarqueología frente a otras heurísticas desde una A rchae%gical theory. AnthropoLogy.
argumentación exclusivamente teórica; por otro, se plan-
teará un caso concreto para ejemplificar las nuevas vías
de aproximación al pasado que hoy ofrece la Etnoar- 1. INTRODUCCIÓN (1)
queología.
La Prehistoria, como todas las Ciencias
Sociales, atraviesa un momento interesante. Por
ABSTRACT

Defining the content, goals and methodology of Ethno- (1) Este trabajo forma parte del estudio realizado duran-
te los meses de marzo-mayo 1995 en el Departamento de Antro-
archaeology is a difficult task. Although the term had been
pología de la Universidad de California, Los Ángeles (UeLA) .
used earlier, its birth as a discipline or device for learning La estancia fue financiada por una Beca Complutense Del Amo,
about the past corresponds with that of the New Archaeo- concedida por el Rectorado de Relaciones Internacionales de la
logy in the United Sta tes. Ethnoarchaeology has become Universidad Complutense de Madrid, y posibilitada por la hos-
pitalidad y generosidad de aquel Departamento, pero muy espe-
one ofthe New Archaeology's Middle Range Theories. As cialmente del Dr. Timothy Earle, a quien deseo agradecer las
facilidades que, de todo tipo, me ofreció siempre para la reali-
zación del estudio. Al Dr. Antonio Gilman no sólo debo la posi-
(*) Departamento de Prehistoria. Facultad de Geogra- bilidad de haberlo iniciado, sino el haber conseguido, junto a
fía e Historia. Universidad Complutense. 28040-Madrid. Benedicte Gilman, hacerme sentir que Los Ángeles es una ciu-
El artículo fue remitido en su versión final el 4-IX-95. dad a la que cuesta trabajo abandonar.

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un lado. las len(kncias hisioricistas que han logía al conocimiento de la Prehistoria europea.
dominado su historiografía nos han permitido Ciertamente. la Etnoarqueología constituye la
disponer en la actualidad de una sólida recons- continuación de una ya larga tradición de estu-
trucción histórica de la mayor parle de las dio. iniciada en Estados Unidos a raíz de la evi-
secuencias culturales en cada una de las zonas. dente conexión entre restos arqueológicos y
La investigación centrada en la tipología o en la antepasados de los grupos indígenas actuales.
cronología de los restos materiales empieza. por Pero últimamente, las discusiones teóricas que
ello. a resultar poco estimulante incluso a quie- está suscitando se presentan bajo una sensibili-
nes siguen manteniendo posiciones historicistas. dad profundamente diferente, por lo que me
Pero. sobre todo. muchas de las premisas parece interesante analizar cuáles pueden ser
sohn.:: las que construía su conocimiento parecen sus aportaciones actuales al estudio de la Prehis-
puestas en cuestión. El desarrollo de las posicio- toria europea. Para ello. será necesario acotar
nes post-procesuales, tan insertas en la «Post- primeramente el término definiendo su conteni-
modernidad», hicieron tambalear la seguridad do, cuestión en absoluto cerrada ni mucho
ontológica que parecían desbordar quienes con- menos consensuada por quienes practican la
fiaban en las posibilidades explicativas de los Etnoarqueología. En segundo lugar, utilizaré, a
grandes modelos tradicionales -léase Materia- modo de ejemplo del alcance y posibilidades que
lismo Histórico o Ecología Cultural, por ejem- puede ofrecer hoy la Etnoarqueología, el plan-
plo--. Sin embargo, el relativismo en el que teamiento de un caso de estudio, sólo iniciado
'algunos se dejaron caer no ofrecía ninguna alter- por el momento, entre los kekchíes de Alta
nativa válida que estimulara los estudios prehis- Verapaz, Guatemala.
tóricos. ¿Para qué estudiar el pasado, si era
imposible conocerlo?
Dentro de este clima de duda e incertidum- 2. LA ETNOARQUEOLOGÍA: DEFINI-
bre, de pérdida generalizada de las grandes con- CIÓN, OBJETIVOS, CONTENIDO
vicciones de antaño, comenzamos a asistir al
nacimiento, reposición o desarrollo de determi- Como se sabe, la Antropología americana
nadas tendencias de análisis que empiezan a fue la primera en relacionar evidencia arqueoló-
marcar un nuevo período en la Historia de la gica y comportamiento etnográfico, dada la rela-
disciplina. Los nuevos acercamientos no consis- ción directa entre los restos arqueológicos que
ten en la profundización epistemológica o en la se estaban excavando y los sucesores, vivos, de
discusión teórica de los antiguos modelos. Se los grupos indígenas que los habían producido
alejan, igualmente, del énfasis frustrante en la (Gould, 1974: 29). De hecho, la palabra «etnoar-
toma de conciencia del subjetivismo inherente a queología» fue utilizada por primera vez en 1900
todo conocimiento. En general, se trata de pro- por Jesse W. Fewkes, para referirse a sus inten-
puestas que tratan de encarar el conocimiento tos de identificar yacimientos Hopi asociados
del pasado prehistórico desde vertientes dife- tradicionalmente por los indios Hopi actuales a
rentes a las tradicionales, en las que la cultura determinados mitos (Oswalt, 1974: 5). Por su
material constituía el único foco de interés. Aún lado, Pitt Rivers fue el primero en dar cabida en
si se trataba de integrar esta información en los estudios antropológicos a la cultura material,
sólidas propuestas teóricas, los resultados ten- a través de sus análisis sistemáticos de coleccio-
dían en general a centrarse en los aspectos mate- nes etnográficas a principios de siglo (Oswalt,
riales de las culturas, aquellos que se considera- 1974: 9).
ban más susceptibles de contrastación empírica. Sin embargo, no fue hasta 60 años después
Sin embargo, últimamente parece constatarse cuando empezó a hablarse de etnoarqueología
un interés por descubrir pautas más amplias de como una disciplina con identidad propia. Mien-
funcionamiento de las culturas, en las que tenga tras, artículos como el de Julian H. Steward
cabida la interrelación entre construcción sim- (1942) habían tratado de llamar la atención
bólica y material de la sociedad, la lógica interna sobre la importancia de las fuentes etnográficas
que posibilita la supervivencia de determinadas para los estudios prehistóricos, pero sin mayores
formas culturales. consecuencias. En 1958 se produce el primer
Es en este sentido en el que creo puede defi- intento monográfico de analizar informes etno-
nirse una de las aportaciones de la Etnoarqueo- gráficos sobre cultura material con una perspec-

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liva arqueológica (Thompson. 1958). y es en lógicas- en las que un determinado tipo de


1967 cuando vuelve a aparecer el término «etno- comportamiento o el material que resulta de ese
arqueología» en un estudio de Oswalt y VanSto- comportamiento pueden aparecer. Las Teorías
ne sobre la cultura material, y la información de Alcance Medio son generalizaciones de nivel
oral que sobre ella podía conseguirse, de un medio que intentan conectar el estático registro
yacimiento esquimal ocupado entre 1840 y 1910 arqueológico con la dinámica actividad social de
(Oswalt, 1974: 5). la que es resultado. No intentan dar explicacio-
Pero los desarrollos existentes hasta ese nes globales sobre procesos de cambio cultural,
momento no integraban en realidad una nueva sino llegar a conocer qué tipos de comporta-
disciplina. Se trataba, simplemente, de analizar mientos pueden originar los conjuntos de cultu-
con «perspectiva arqueológica» la cultura mate- ra material que encontramos en los yacimientos.
rial de pueblos actuales, sin otras implicaciones Por todo ello. la Etnoarqueología asume princi-
o elaboraciones teóricas. En realidad. el naci- pios a) evolucionistas y b) positivistas.
miento de la etnoarqueología como una discipli- a) Los primeros, porque su aplicabilidad resi-
na con identidad propia, sobreviene con el desa- de en la convicción de que existen similitudes
rrollo de la Nueva Arqueología americana. L.R. entre distintos procesos de transformación cul-
Binford, su principal representante, preocupado tural; que existen condiciones de comparabili-
por el tema de la analogía etnográfica desde dad entre desarrollos culturales diferentes, por-
fechas tempranas (Binford, 1967), comenzó a que los grupos humanos se transforman
desarrollar estudios sistemáticos, caracterizados siguiendo unas tendencias que pueden generali-
por la exhaustividad en la recolección de infor- zarse. Se ha denominado «uniformismo» a esta
mación, sobre la utilización y dispersión de la asunción.
cultura material entre los Nunamiut de Alaska b) Los segundos, porque considera que exis-
(Binford, 1978). te una correlación que se repite entre determi-
De esta manera, una de las manifestaciones nados comportamientos humanos y el registro
de la Nueva Arqueología (no olvidemos que uno material que producen, por lo que, averiguada
de los hitos que marcan su constitución como dicha correlación en grupos vivos, puede supo-
corriente de pensamiento fue el artículo de Bin- nerse la misma en grupos del pasado. Se asume
ford (1962) «Archaeology as Anthropology») así que el registro material es un reflejo directo
fue el desarrollo de estudios sobre grupos actua- del comportamiento humano.
les para derivar analogías útiles a la compren- Ahora bien, semejantes presupuestos fueron
sión del modo de vida de los grupos prehistóri- seriamente discutidos desde las posiciones post-
cos. Como ya ha sido señalado en otro lugar procesuales, que propusieron un enfoque esen-
(Fernández Martínez, 1994: 138), los trabajos de cialmente diferente para este tipo de estudios.
R. Lee e 1. de Vare (1968, 1976) o J. Yellen Como sabemos, la arqueología «contextual»
(1977) con los bosquimanos africanos, de R. proponía la sustitución de las Teorías de Alcan-
Gould (1978, 1980) con los aborígenes australia- ce Medio por el análisis del contexto social y
nos o el citado de Binford (1978), son utilizados conceptual de la producción de la cultura mate-
como contextos-fuente de analogías con el modo rial (Hodder, 1988: 141). A su juicio, una rela-
de vida paleolítico; los de B. Hayden y A. Can- ción cultural universal entre lo estático y lo diná-
non (1983,1984) Y M. Deal (1985) en Mesoamé- mico resulta imposible, dado que intervienen los
rica o los de C. Kramer (1982) en Irán, para pro- principios de estructuración, históricamente
fundizar en el conocimiento de culturas desde el contextuales. Así pues, la Etnoarqueología
Neolítico a la Edad del Hierro, etc., etc .. debería estudiar cada cultura desde «el inte-
Ahora bien, todos estos desarrollos compar- rior», para comprender las pautas culturales de
tían un cuerpo teórico y unas asunciones básicas cada caso, inseparables por cierto, «del sentido
perfectamente definidas. Como sabemos, la estético y de la calidad emocional del deseo, del
Etnoarqueología formaba parte de la Nueva orgullo, etc.» (Hodder, 1988: 142).
Arqueología en tanto que una de sus llamadas Como vemos, definir el contenido y alcance
Teorías de Alcance Medio. Es decir, se trataba de la Etnoarqueología no es fácil. Para hacerlo,
de un intento de elaborar generalizaciones en habría que comenzar por aclarar y definir sus
forma de ley que dieran cuenta de las condicio- objetivos, metodología y presupuestos, para lo
nes -económicas, sociales, ambientales o ideo- cual parece oportuno intentar disolver ciertas

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confusiones y solapamientos con estudios que, a difícil encontrar estudios etnológicos que poder
mi juicio. no pueden definirse como etnoar- utilizar con propiedad como fuente de analogías
queológicos si utilizamos el término senSli stric- con la Prehistoria, debido al desinterés mostra-
tu. Sin embargo, así se autodefinen en la biblio- do en sus páginas por la cultura material, punto
grafía. De hecho, en un excelente trabajo de sín- de contacto y de interés para el arqueólogo. De
tesis, V. Fernández Martínez (I994: 137) ofrece ahí que sea necesario desarrollar este tipo de
el amplio espectro de trabajos que podemos análisis, hasta ahora inexistentes, y que sólo un
encontrar bajo ese epígrafe. Para ello, diferen- investigador entrenado arqueológicamente dis-
cia dos definiciones de Etnoarqueología: una en ponga de la metodología adecuada para hacerlo.
sentido amplio y otra en sentido estricto. La pri- Para continuar el argumento, debe hacerse
mera incluiría todas las relaciones entre Antro- siquiera una mínima alusión a las dificultades
pología y Arqueología, desde la utilización de que han caracterizado las relaciones entre
paralelos etnográficos aislados a la interpreta- Antropología y Arqueología (en el sentido nor-
ción arqueológica, hasta la elaboración de leyes teamericano del término, como disciplina que
transculturales generales. La segunda haría alu- estudia el pasado). Como han señalado diversos
sión al trabajo de campo etnográfico realizado autores (Leone, 1972: 16; Smith, 1976: 275-6;
con criterios arqueológicos, para obtener infor- . Gould, 1980: 2-3), la Arqueología no historicista
mación relativa a la cultura material, aspecto se ha venido desarrollando como una disciplina
descuidado por los antropólogos tradicionales. «receptora» de las ideas y conocimientos gene-
A 'Partir de ahí, pasa revisión a los principales rados en otra disciplina «donante», la Antropo-
resultados concretos (clasificados en los concer- logía. Los arqueólogos han seguido punto por
nientes a «la formación del depósito arqueoló- punto los avatares de la discusión antropológica,
gico», «tecnología y subsistencia», «organiza- en busca de sugerencias, leyes, ideas que poder
ción social» y «arte y ritual» )(v. también Orme, aplicar al estudio del pasado. De hecho, dos de
1981). Ahora bien, ¿pueden considerarse etno- los textos clave para explicar el nacimiento de la
arqueológicos todos los trabajos que así han Nueva Arqueología americana, que tantísima
sido denominados si nos atenemos estrictamen- fuerza ha tenido y tiene en ese continente fueron
te a la definición y contenido original del térmi- «Archaeology as Anthropology» (Binford,
no? 1962) y «Archaeology systematics and the study
A mi juicio, en un orden de progresiva abs- of culture process» (Binford, 1965), donde que-
tracción, puede hacerse alusión a tres focos de dó claramente establecida la vinculación depen-
confusión general alrededor de la Etnoarqueo- diente de la Arqueología respecto de la Antro-
logía que nos ayudarán a definir su alcance y pología.
contenido: En este sentido, la Arqueología ha sido con-
1) el que se refiere a su identificación con los siderada, a menudo, como una disciplina secun-
procedimientos y técnicas empleados para la daria, cuyo objetivo esencial, el estudio de la cul-
obtención de información de primera mano uti- tura material, podía complementar, como
lizable en un razonamiento analógico. mucho, el conocimiento que de las culturas ofre-
2) la identificación entre Etnoarqueología y cía la Antropología, pero que nunca ofrecería
Analogía Etnográfica. sus propios métodos y sistemas de análisis, que
3) la definición del ámbito cultural objeto de nunca sería autónoma. Los aspectos más intere-
estudio por parte de la Etnoarqueología. santes del comportamiento humano sólo pueden
aspirar a conocerse, a juicio de los antropólogos,
a través del estudio de sociedades vivas, por lo
2.1. Etnoarqueología y ~Arqueología viva»
que la Arqueología siempre ocuparía un lugar
Desde comienzos de siglo, como veíamos al oscuro e irrelevante en el camino hacia dicho
principio, se ha identificado a veces la Etnoar- conocimiento. Además, paradójicamente, a
queología con el estudio de la cultura material medida que los arqueólogos se interesaban por
de pueblos vivos desde una perspectiva arqueo- el estudio de los procesos de cambio en el com-
lógica. portamiento humano del pasado, y no sólo de la
De hecho, la Antropología ha olvidado siste- cultura material, se hacían aún más dependien-
máticamente la éultura material como parte tes de la Antropología, por lo que no parecía
esencial de la definición de cada cultura. Es muy encontrarse solución a este dilema: o se queda-

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ban reducidos a meros cronistas de sucesos par- designar ese tipo de estudio, al que se ha deno-
ticulares del pasado, si mantenían su historicista minado también «etnografía arqueológica)),
alejamiento de la Antropología, o se veían obli- «arqueoetnografía» y «arqueología de acción)).
gados a utilizar información de segunda mano, Ahora bien, ¿es correcto identificarlo con la
elaborada por los antropólogos a partir de los Etnoarqueología. como parece pretender C.
etnólogos que trabajaban con las culturas vivas Kramer (1982: 1) en un brillante y famoso tra-
(Gould, 1980: 3). bajo?
Dados estos precedentes, puede ser más fácil El mismo Gould (1974: 29; 1980: 3-4) se
entender el auge que determinados estudios esfuerza en aclarar las diferencias que, a su jui-
etnológicos de campo realizados por arqueólo- cio, lo separan de la Etnoarqueología: mientras
gos tuvieron dentro de nuestra disciplina. y, fun- esos estudios están referidos al trabajo de cam-
damentalmente, entender por qué estos estudios po de un arqueólogo o etnógrafo en sociedades
fueron llevados a cabo esencialmente en Esta- humanas vivas, «con especial referencia a la
dos Unidos, escenario de las competencias y pauta de comportamiento "arqueológica" de
conflictos entre ambas disciplinas. esas sociedades)), la Etnoarqueología se refiere a
En efecto, a partir de finales de los años 70 y un marco general mucho más amplio, de compa-
durante toda la década de los 80, comienzan a ración entre pautas etnográficas y arqueológi-
proliferar en la bibliografía especializada deta- cas. A su jucio, para desarrollar una investiga-
llados estudios etnográficos de sociedades vivas, ción etnoarqueológica, el arqueólogo puede
contemporáneas, realizados bien por arqueólo- basarse en fuentes publicadas, de archivo, resul-
gos o bien por etnógrafos entrenados arqueoló- tados experimentales o trabajo de campo. Es
gicamente (Gould, 1980: 3). Se trataba de un decir, la Etnoarqueología daría cabida a la
intento, por parte de los arqueólogos de superar «Arqueología viva)), cuya principal característi-
las limitaciones inherentes a sus datos, sin que ca es la obtención de información de primera
ello supusiera una dependencia paralela de las mano en sociedades actuales, pero no viceversa.
informaciones ofrecidas por la Antropología A mi juicio, resultan acertadas las precisiones
Social y Cultural. O, como tan acertadamente de Gould. Indudablemente, el término Etnoar-
define Gould (1980: 3), se trataba del «desarro- queología parece adaptarse etimológicamente al
llo de un nuevo tipo de Antropología que está tipo de actividad que supone hacer Arqueología
basado en las habilidades de observación e en grupos étnicos vivos -lo mismo que Etno-
interpretación que son peculiares de la Arqueo- grafía arqueológica o Arqueoetnografía-. Des-
logía». Esto es, por primera vez, los arqueólogos de este punto de vista, por tanto, no cabría obje-
estaban planteando principios generales con los ción al uso del término. Ahora bien, de lo que se
que conectar comportamiento humano y cultura trata es de definir en qué consiste la Etnoarqueo-
material, obteniendo con ello conclusiones que, logía en cuanto disciplina o metodología de estu-
en absoluto, dependían del campo teórico de la dio. Y en este sentido, la Etnoarqueología sólo
Antropología, y que, sin embargo, podían com- cobró cuerpo, como señalaba antes, a raíz del
plementar su conocimiento. La preocupación desarrollo de la Nueva Arqueología. Por tanto,
prioritaria de los arqueólogos por la cultura como metodología formada, la Etnoarqueología
material estaba estimulando nuevas formas de debe implicar, de algún modo, una relación
registro etnológico (Gándara, 1990: 46). entre los datos de las sociedades actuales y el
A este tipo de estudios, consistentes en la conocimiento del pasado. La «Arqueología.
obtención de información de primera mano viva)) no implica la segunda parte, por lo que,
sobre el comportamiento humano, mediante tra- personalmente, sólo considero que se llega a
bajo etnográfico realizado por arqueólogos se le convertir en Etnoarqueología cuando llega a
ha llamado Etnoarqueología. Pero ¿se trata en esclarecerse la utilidad de la información que
realidad de Etnoarqueología? Es decir, ¿es obtiene para el conocimiento del pasado. Para
Etnoarqueología el conjunto de principios, ello, obviamente, es necesario algún grado de
métodos y técnicas destinados a la obtención de generalización en las conclusiones que permita
información etnográfica con fines de razona- conectar culturas diferentes -en tiempo, espa-
miento analógico en Prehistoria? cio o en ambos-, por lo que no puede bastar
R.A. Gould (1968) inventó el término hacer estudios arqueológicos particulares de cul-
«Arqueología viva» (<<living archaeology») para turas actuales para hacer Etnoarqueología.

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Como bien señalaba Gould, (v. supra), la en algún sentido. Ahora bien, ello no significa
«Arqueología viva » puede ser parte de I.a Et~~­ que pueda pensarse el pasado integrando indis-
arqueología. pero no necesariamente se IdentIfI- criminadamente retazos del presente, tal y como
ca con ella. sucedió durante toda la primera parte de nues-
tro siglo (v. Wylie, 1985: 65-67 sobre los «prime-
ros usos y abusos de la analogía»). Los excesos
2.2. Etnoarqueología y Analogía Etnográfica alcanzados llevaron a profundizar seriamente en
el alcance y posibilidades de aplicación de la
Una de las confusiones más recurrentes en la analogía como método de razonamiento en
bibliografía es la que se refiere a los contenidos, Arqueología (Wylie, 1985; Kent, 1987; Gándara,
métodos y objetivos de la Etnoarqueología y de 1990) y recientemente, empiezan a precisarse
la analogía etnográfica. sus límites con la Etnoarqueología (2).
A mi juicio, la Etnoarqueología y el uso de la Como bien señala Gándara (1990: 52), la
analogía etnográfica son dos modos de aproxi- argumentación por analogía es un «procedi-
mación al pasado prehistórico profundamente miento que subyace en la expansión del conoci-
diferentes, por lo que su confusión sólo conduce miento que caracteriza incluso a aplicaciones del
a la descalificación de los resultados de una y sentido común»; y que se define por la «aplica-
otra cuando se intentan juzgar como lo mismo o ción básica del procedimiento de inferencia
a la obtención de resultados poco fiables cuando inductiva, de proyección de lo conocido a lo des-
no se tienen claros sus respectivos niveles de conocido». Es decir, la argumentación por ana-
geperalización. logía consiste en suponer que si tenemos dos
La analogía etnográfica forma parte inevita- contextos dados, que comparten determinadas
ble del razonamiento arqueológico. No hubiéra- características, podemos asumir que otra deter-
mos podido imaginar un pasado diferente de minada característica, presente en el contexto
nuestro presente si no fuera por la evidencia de fuente de la comparación, es también presumi-
un presente también diferente; no hubiéramos ble en el contexto objeto de la analogía. Ahora
atribuido funcionalidades o usos, y ni siquiera bien, como sigue señalando dicho autor (Gánda-
hubiéramos podido clasificar determinados ra, 1990: 55), no sólo se trata de comparar pro-
objetos de no ser por la analogía etnográfica. La piedades comunes, sino de poder establecer que
atribución de significados a objetos, estructuras, éstas son más abundantes que las propiedades
espacios, etc., su identificación, no hubiera podi- que ambos contextos no comparten; y además,
do realizarse sin ella. es necesario establecer que las propiedades que
Desde el comienzo de su Historia como dis- comparten son relevantes.
ciplina, la Arqueología basó muchas de sus Estas dos últimas condiciones han sido, pre-
reconstrucciones en la analogía etnográfica. cisamente, el centro de la discusión sobre la legi-
Como ya demostró Orme (1974,1981), el impac- timidad del «enfoque histórico directo» basado
to que el creciente conocimiento de otros pue- en la aplicación de la llamada analogía «conti-
blos había tenido en la sociedad occidental fue nua» (Gould, 1980: 35). Este tipo de analogía
fundamental a la hora de poder plantear las pri- vincula, en una secuencia ininterrumpida estrati-
meras imágenes de la Prehistoria con una apa- gráficamente, los procesos culturales que inten-
riencia diferente a la del presente; por su parte, ta conocer/explicar/interpretar el arqueólogo,
el reconocimiento de los mismos tipos de arte- con los contextos de desarrollo de los actuales
factos que los hallados en los yacimientos ar- habitantes de la zona. Su definición se hace por
queológicos, en grupos vivos, permitió atribuir- oposición a la analogía «discontinua», que ofre-
les un origen y una función ajenos ya a los ce modelos de adaptación cultural observados
míticos o mágicos, que en principio les fueron en áreas muy lejanas en tiempo o espacio a las
atribuídos (Wylie, 1985: 65). De hecho, Wilson arqueológicas cuya interpretación se desea, pero
(1851), Evans (1860) o las primeras interpreta- con las mismas características ecológicas y
ciones del Arte Paleolítico hicieron depender ambientales (Gould, 1980: 34).
con exclusividad de la analogía sus conclusiones
(Yellen, 1977: 2), porque, sencillamente, no era
posible reconstruir una imagen del pasado sin (2) Sirva de inmejorable ejemplo la comunicación «Eth-
noarchaeology: what is it good for?», presentada por S. Kent al
llenarla de imágen~s del presente. Se explicite o World Archaeological Congress-IIl, celebrado en Delhi. India,
no, toda reconstrucción del pasado es analógica del 4 al 11 de diciembre de 1994.

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En general. se ha supuesto que la analogía mos dos contextos históricos concretos, supo-
«continua» ofrecía mucha mayor garantía de niendo que las características comunes son sufi-
aplicabilidad que la «discontinua». Sin embargo. cientes. y relevantes. y que por tanto. podemos
en diversos ámbitos (Gould, 19~0: 35, por ejem- asumir la presencia en el contexto más descono-
plo) se ha cuestionado dicha convicción, dado cido de otras características asociadas a las pri-
que en todo caso. el contexto fuente que esta- meras en el contexto "visible "? ¿Tienen ambas
mos utilizando es siempre una sociedad contem- el mismo objetivo de conocimiento?
poránea. Y esto significa que cualquiera que sea Susan Kent (3) ha centrado en este punto
el grupo o la zona donde se centre el análisis. una discusión reciente. que servirá de base para
pertenece, en general, a una órbita de actuación las puntualizaciones que, a modo de respuesta,
e influencia socio-política que puede haber podría~ hacerse sobre estas cuestiones. Sin
transformado los parámetros más básicos que embargo. antes de desarrollarlas, convendría
estructuran dicha sociedad, y por tanto, la rela- anticipar la crítica que, de seguro, puede hacer-
ción de sus actividades con la cultura material se a toda la argumentación que sigue, y que se
que producen (v. el caso de Vogt y los indios deriva del hecho irrenunciable de que toda ella
mayas de los altos de Chiapas en Gándara, 1990: se sostiene sobre un paradigma procesual, posi-
55-56). tivista. ya que en él nació y se ha desarrollado la
Se ha escrito mucho sobre aplicabilidad de la Etnoarqueología. Además, es dentro de este
analogía entre rasgos de sociedades del presente paradigma donde se confunden ambas heurísti-
y del pasado y en general, entre sociedades dife- cas (la Arqueología post-procesual, por razones
rentes, bien en tiempo, bien en espacio. Desde obvias, nunca aplicaría la analogía etnográfica),
cualquier posición teórica que podamos adoptar por lo que considero oportuno establecer desde
es necesario una base de semejanza que haga ella sus diferencias. Más tarde (punto 3) tendre-
viable la comparación. Así, por ejemplo, desde mos oportunidad de precisar la idoneidad yope-
una posición marxista (Gándara, 1990: 68) la ratividad de este tipo de asunciones.
viabilidad de la analogía está en función del gra- Para delimitar las diferencias que pueden
do de semejanza estructural que presenten el concebirse entre ambas, es preciso volver a
contexto fuente y aquel que se intenta conocer. recordar que la Etnoarqueología surgió con el
Ahora bien, si tomamos al pie de la letra este desarrollo de la Nueva Arqueología como una
principio, «nos quedamos inmediatamente sin de sus Teorías de Alcance Medio. Así pues, por
análogos para la formación cazadora-recolecto- pura definición, puede empezar por señalarse
ra, la formación tribal y la clasista inicial» (Gán- que:
dara, 1990: 68). Ello, según Gándara, nos
enfrenta a un serio dilema: por un lado, «si todo 1°) Mientras la analogía etnográfica estable-
lo que podemos aprender sobre el pasado está ce semejanzas entre casos particulares, la Etno-
en el presente, entonces no tiene mucho sentido arqueología hace generalizaciones que aspiran a
estudiar el pasado; por otro lado, si para estudiar tener rango de ley. Esto quiere decir que mien-
el pasado hemos de depender de la existencia de tras la analogía etnográfica compara casos etno-
casos "legítimos" (esto es, históricamente com- gráficos particulares con casos arqueológicos
parables, homotaxiales), entonces hemos de particulares, la etnoarqueología busca la genera-
aceptar que no existen análogos para muchos lización: su objetivo es llegar a comprender bajo
problemas de interés central. La analogía etno- qué circunstancias puede esperarse un cierto
gráfica sería irrelevante para la arqueología. tipo de comportamiento o la aparición de un'
porque la arqueología misma sería irrelevante» cierto registro material (Gilman, 1987: 540).
(Gándara, 1990: 69). Así pues, ¿tiene sentido, en Para ello, necesita construir modelos de com-
la presente coyuntura de la disciplina, la aplica- portamiento derivados de estudios etnográficos
ción de analogías etnográficas? Creo que la res- comparativos que garanticen que dichos mode-
puesta depende del tipo de conocimiento a que los no están vinculados a un período o cultura
aspiremos a través de ella. Y la definición de particular (4).
éste viene ligada a la que demos a la cuestión
que está guiando la elaboración de estas líneas:
¿es Etnoarqueología la analogía etnográfica?
(3) V. nota (2).
¿Hacemos Etnoarqueología cuando compara- (4) V. nota (2), pág. 9 del trabajo original.

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22 Almudena Hemando Gonzalo

2") Es decir. la analogía etnográfica estable- ley. o de proposiciones generales (v. infra) que
ce comparaciones puntuales entre dos culturas pueden aplicarse no sólo a culturas del pasado.
--del presente y del pasado- concretas. La sino también del presente. Es decir, establece
etnoarqueología. en cambio. revisa la variabili- contextos de funcionamiento, causas o significa-
dad presente en el registro etnográfico respecto dos similares en culturas diferentes; si la dife-
a un cierto comportamiento, proceso de cambio, rencia reside en el tiempo o en el espacio resul-
etc. Si de la contrastación del modelo propuesto ta irrelevante.
en los casos revisados puede derivarse alguna Así pues, todas estas condiciones debieran
regla general aplicable a todos ellos, podrá permitir diferenciar estudios etnoarqueológicos
entonces presumirse que dicha regla será aplica- sensu stricfU de estudios de analogía etnográfica
ble también a las culturas del pasado. Es decir, preocupados por obtener mediante trabajo
«una vez que un modelo se ha validado en dis- directo de campo (<<arqueología viva») datos de
tintas culturas y los factores que influyen en la primera mano que poder aplicar a un caso parti-
variabilidad del modelo han sido comprendidos. cular del pasado. Como claramente se establece,
puede considerarse apropiado para su aplica- la diferencia no radica sólo en estudiar uno o
ción a los datos arqueológicos, que no sólo son más casos particulares. sino en el tipo de infor-
de una cultura diferente, sino además, de un mación que se busca y en el grado de generali-
tiempo diferente» (5). zación que ésa permite. Así pues, aunque la laxi-
tud con que se ha empleado el término
3°) Esto nos lleva a una distinción más entre Etnoarqueología ha permitido acoger estudios
analogía etnográfica y etnoarqueología: la pri- de analogía etnográfica, ambas heurísticas, úti-
mera extrapola los términos bajo comparación les y lícitas para el conocimiento de las culturas
de sus respectivos contextos culturales. Es decir, del pasado, tienen, sensu strictu contenidos,
establece identidades de funcionamiento, uso, objetivos y alcances diferentes.
etc., entre elementos que pertenecen a culturas
muy alejadas en tiempo o espacio, sin prestar
mayor consideración a las diferencias del resto 2.3. ¿Qué ámbito cultural estudia la Etnoar-
de las características culturales. Sin embargo, la queología?
principal preocupación de la etnoarqueología es
Como hemos visto, el enfoque procesual, ini-
exactamente la opuesta: llegar a comprender en
ciado con la Nueva Arqueología liderada por
qué contextos culturales, bajo qué condiciones
L.R. Binford, y el post-procesual, a cuya cabeza
socio-económicas, ideológicas o ambientales,
encontramos a 1. Hodder, han defendido posi-
puede aparecer un determinado modelo de com-
ciones diametralmente opuestas en relación a la
portamiento. Lo que nos lleva a que:
Etnoarqueología. Mientras los primeros busca-
ban generalizaciones en forma de ley que poder
4°) La analogía etnográfica se ocupa de los
aplicar a distintas culturas, los segundos nega-
elementos que integran la cultura, mientras que
ban siquiera su posibilidad, dado que lo relevan-
la etnoarqueología está preocupada por los con-
te de una cultura es el código de significados
textos culturales (6). O lo que es lo mismo:
particulares que constituye la clave de su funcio-
namiento.
5°) La analogía etnográfica es descriptiva:
De una manera sintética, puede resumirse la
identifica el uso, función, relación con, etc., de
objetos, estructuras, espacios, áreas de activi- oposición entre ambas a través de los siguientes
dad, etc.; la etnoarqueología, en cambio, es rasgos (David, 1992: 334): 1) uso preferencial,
explicativa/interpretativa: intenta comprender por parte de los procesuales, de enfoques cuan-
qué condiciones deben darse en una cultura para titativos y de la inferencia estadística, dado el
que aparezcan determinados rasgos en su cultu- positivismo que les define. Como sabemos, la
ra material. Nueva Arqueología pretendía adoptar los
métodos y técnicas de las Ciencias Naturales
6°) La etnoarqueología tiene como resultado como los únicos que podían garantizar la objeti-
la obtención de generalizaciones en forma de vidad del conocimiento; 2) un interés por cono-
cer el comportamiento de los grupos humanos
(5) V. nota (2), ¡)ág. 7 del trabajo original.
de los primeros, frente al interés de los post-
(6) V. nota (2). procesuales por el significado oculto de ese

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comportamiento; .3) un énfasis de los primeros (David. 1992: 335) (Fig. 1)(7). El interés de la
en el contexto de la justificación de una hipóte- etnoarqueología procesual es establecer regula-
sis sobre el del descubrimiento, que caracteriza- ridades en forma de ley que expliquen la forma-
ha a los segundos. De hecho. para Binford ción de ese registro material a partir del Orden
(1968: 18), la analogía sólo era el punto de par- Fenomenológico que lo ha creado. Es decir, su
tida de una hipótesis que habría de ser indepen- objetivo es establecer la relación entre el diná-
dientemente evaluada (Gándara. 1990: 75). lo mico comportamiento humano y el estático
que garantizaba la objetividad de las conclusio-
nes finales, sin depender del origen o carácter
de la analogía (v. Wylie, 1985: 85-88 y Fernán-
dez Martínez, 1994: 161 sobre el desarrollo y la
transformación posterior de este planteamiento LOCUS
inicial). El argumento era compartido por los \ÓRDE~fIDEACIONAL MeDie

marxistas para quienes. «a fin de cuentas, si


somos materialistas, la palabra final la tiene la E ~~ ,
a:...tu.I ' ..
realidad» (Gándara, 1990: 67). Sin embargo, n
e=..,~
desde la Arqueología Con textual la hipótesis f
Sodal
sobre el significado de los códigos que se mani- o ~ lIItercllDlóo
fiestan en la cultura material sólo puede deri-
varse del conocimiento interno de una cultura, q o~~ leo::E!-'::::''':'''
por lo que es el planteamiento de la hipótesis la u
Ideológico Tecnoló '00
única y total aspiración del etnoarqueólogo; 4) e
un énfasis de los procesuales en la deducción,
I
~
como consecuente derivación de la aspiración a l'roc8ual "-

asemejarse en sus métodos a los de las Ciencias ~


REGISTRO ARQUEOLóGICO Suelo
Naturales, frente al énfasis en la inducción de 1Dcnm0llt0 d. la variaciÓD
los post-procesuales. Para éstos, la particulari- Hermou"'tico &tilo lDalflioo Ciallffioo

dad del funcionamiento de los códigos de signi-


ficado en cada cultura, obliga a un procedi- Fig. 1. Los dominios culturales y su relación con los
miento de inferencia inductiva para conocerlos; enfoques interpretativos y los estilos analíticos,
según David (1992).
y 5) la confianza que los primeros depositan en
la existencia de leyes trans-culturales que pue-
dan explicar determinados aspectos culturales
registro arqueológico: qué tipos de comporta-
-en el caso de la Etnoarqueología las que dan
mientos y actividades pueden haber originado
cuenta de la relación entre cultura material y
determinadas funciones, usos, dispersión o aso-
comportamiento humano-o En contra, el inte-
ciaciones de elementos materiales. En un prin-
rés de los segundos por el estudio de lo que
cipio, los procesuales aspiraron a poder encon-
denominan la «pauta cultural» que define a
cada grupo humano, en la suposición de que trar leyes_que pudieran «prescribir la naturaleza
consiste en relaciones de significado que se funcional de los fenómenos» (Stickel y Chart-
manifiestan en cada una de las expresiones cul- koff, 1973: 665 en Gould, 1980: 41), lo que es
turales de un modo particular y no generaliza- igual a leyes de dependencia funcional en las
ble a ningún otro. que no tenía cabida el factor tiempo. Conside-'
Pero las diferencias que existen entre ambas raban que el objetivo de la arqueología era des-
van más allá, pues están referidas al ámbito de cubrir las pautas y tendencias generales del
la cultura por el que cada una de ellas se intere- comportamiento humano, en lugar de preocu-
sa. La escuela procesual únicamente tiene en parse por historias particulares de individuos o
consideración lo que Goodenough (1964) defi- comunidades (Gould, 1980: 41). Numerosas
nió como el «Orden Fenomenológico» de la voces se levantaron frente a semejante declara-
Cultura, que estaría integrado por las «activida- ción de principios, arguyendo la implicación de
des», pautas de comportamiento, etc., vincula-
das a las esferas tecnológica, social o ideológica,
(7) Mi agradecimiento a Ramón Herrero y M" Dolores
y manifestadas a través de la cultura material Portero por la elaboración de esta figura.

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la Arqueología con la totalidad del comporta- yen consecuencia la cultura material que de ése
miento representado en los restos que estudia. se deriva. Desde este punto de vista, pierde sen-
A consecuencia de ello. se propuso sustituir la tido la aproximación procesual a la Etnoarqueo-
búsqueda de «leyes» generales de comporta- logía, donde se intenta conectar registro arqueo-
miento por la de «proposiciones» de distinta lógico con comportamientos socio-tecnológicos
índole que dieran cuenta de los distintos com- generalizables a lo largo del tiempo y del espa-
portamientos ohservables en el pasado (Gould, cio. Sin embargo, lo mismo sucede con la apro-
1980: 41). Como resultado, la etnoarqueología ximación protagonizada por la escuela post-pro-
pasó a definirse como la disciplina que «intenta cesual que, con 1. Hodder a la cabeza, propuso
observar relaciones entre los requerimientos una Etnoarqueología dedicada a desvelar los
esenciales para sostener la vida humana en unas códigos de significado ocultos en la cultura
situaciones dadas y las formas en que la gente se material. Es decir, la conexión volvía a demos-
comporta en respuesta a esos requerimientos» trarse insuficiente, ya que únicamente se esta-
(Gould, 1980: 43). La explícita declaración de blecía entre la cultura material y el orden idea-
Gould (1980: 43) no deja lugar a dudas: como cional, sin prestar al orden fenomenológico de la
etnoarqueólogos, nuestro objetivo principal es cultura más atención que la necesaria para des-
«comprender la naturaleza esencial de estas velar aquél. La Etnoarqueología se convertía así
relaciones, y no descubrir una "cosa" denomi- en una disciplina de objetivos exclusivamente
nada cultura o incluso culturas particulares». particularistas, cuyas conclusiones sólo aspira-
. El problema de este planteamiento es que, ban a comprender la estructura que informaba
necesariamente, presenta conclusiones de alcan- la cultura en la que se estaba trabajando, a des-
ce reducido, afectando esencialmente a compor- cubrir las normas e ideas que definían, indivi-
tamientos técnicos o sociales (David, 1992: 351). dualizando, a cada grupo humano. Como mu-
Además, el tipo de conclusiones que alcanzaban chas de sus propuestas (Ruiz el alii, 1988: 15), su
fueron ridiculizadas por muchos, al considerar- aplicación sólo tenía sentido en el presente, con
las de un nivel tan amplio de generalización, que grupos vivos; pero dada su negación del «unifor-
no resultaban informativas. mismo» y la desaparición de las sociedades del
Sin embargo, la cultura no estaría integrada pasado, resulta verdaderamente difícil imaginar
sólo por dicho nivel de actuación de las estruc- la contribución concreta que podría aportar a los
turas, sino también por aquel otro donde éstas estudios prehistóricos.
se definen, lo que Goodenough (1964) llamó el
Orden Ideacional. Éste estaría integrado por las
ideas, valores, normas y representaciones que 3. UNA ETNOARQUEOLOGÍA ALTER-
sirven de materia básica para la construcción del NATIVA
orden cultural (David, 1992: 334). Es decir, cons-
tituiría el patrón de racionalidad de cada socie- Puestas así las cosas, dadas las decepciones
dad, la definición de los parámetros esenciales que tanto los planteamientos procesuales como
de identidad de un grupo social. Este Orden los post-procesuales han provocado a sus pro-
Ideacional no puede pensarse, en modo alguno, pios defensores, y dado el clima de cierta insa-
aislado o previo al Orden Fenomenológico de la tisfacción que, como decíamos al principio, pare-
Cultura. Su definición no puede concebirse sino ce respirarse hoy en la Prehistoria europea, ¿qué
en una relación de estrecha interrelación con sentido puede tener hoy hacer Etnoarqueolo-
éste, de manera que sólo a través del conoci-. gía?
miento de uno puede entenderse el otro y vice- A mi juicio, puede suponer una vía de salida
versa. A su vez, sólo entendiendo ambos como a la presente situación, ofreciendo una atractiva
parte de un conjunto más amplio integrado por alternativa para seguir profundizando en el
el medio en el que se desarrolla esa cultura y las conocimiento del pasado. Pero para ello, el énfa-
relaciones que se establecen con otros órdenes sis debe situarse en la relación entre el orden
culturales podremos dar cuenta de sus respecti- ideacional y el orden fenomenológico de la cul-
vas características (Fig. 1) (David, 1992: 334). tura, en lugar de enfocar el análisis de cualquie-
Así pues, sólo entendiendo las relaciones ra de ellos por separado. Quiero decir, que sólo
entre ambos órdenes podremos entender el entendiendo la profunda interrelación entre
comportamiento de una determinada sociedad, pautas de racionalidad y orden social podremos

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entender las pautas observables de la cultura la tecnología como eskra especializada de acti-
material que esa sociedad produce . En este sen - vidad ( ... ), aparición de racionalidades económi-
tido, como bien apunta David (1992: 351), <<la cas maximizadoras de la productividad, emer-
etnoarqueología se está haciendo menos restrin- gencia de formas monumentales de expresión
gida a los tópicos de interés arqueológico espe- del poder, despuntar de las primeras imágenes
cífico e inmediato». del tiempo como base de la tradición y la memo-
Creo que la Etnoarqueología puede ofrecer- ria social» (Criado, 1993: 40).
nos referencias que sirvan para ir construyendo y esta transformación de las pautas de racio-
un marco de comprensión general de una cultu- nalidad y de las actividades de una cultura se
ra. Puede señalarnos qué tipo de racionalidad produce de manera simultánea y esencialmente
debió estar presente para que se formara deter- similar en gran parte de Europa. como nos han
minado registro material: o al menos, indicarnos demostrado las secuencias particulares de desa-
qué pautas de racionalidad no pudieron estar rrollo tan detalladamente reconstruidas en la
presentes y por tanto, cómo no debe pensarse en mayor parte de su territorio. Personalmente,
determinados comportamientos -ideológicos, considero prioritario investigar las claves de
sociales, tecnológicos- como agentes de dicho dicha transformación, si queremos comprender
registro. después las características particulares que lue-
Para ilustrar el alcance de la información que go revestirá la cultura en cada uno de los casos.
creo puede obtenerse desde este nuevo plantea- Para ello, he fijado la atención en dos pará-
miento, utilizaré un caso de estudio particular, metros esenciales para la construcción de cual-
limitándome a esbozar el planteamiento que lo quier orden cultural: la percepción del tiempo y
sustenta dado el estado preliminar del trabajo (8). el espacio y su transformación desde las socieda-
des cazadoras a las posteriores sociedades com-
plejas. Se ha dicho (Kern, 1983: 5) que «a través
4. UN CASO DE ESTUDIO de la interpretación de la cultura como una fun-
ción del tiempo y el espacio, se hace posible
Como todos sabemos, el Neolítico europeo comparar diferentes edades y distintas culturas».
fue una fase histórica caracterizada por cambios En efecto, ambos constituyen coordenadas fun-
trascendentales en la cultura. Tradicionalmente damentales en la definición de una cultura, mar-
éstos se identificaron con la aparición de deter- cos intrínsecamente relacionados con el conteni-
minados restos materiales: las especies domésti- do más concreto de cada una de las realidades
cas, la cerámica o la piedra pulimentada. Sin culturales. De hecho, no es posible el concepto
embargo, hace tiempo que se viene señalando de movimiento sin la categoría «tiempo», por lo
(Hernando, 1994) que esta aparición no trajo que el tiempo es una variable necesaria del cam-
aparejada una transformación relevante del bio social (Sorokin y Merton, 1990: 56). Haya-
orden cultural. Éste sólo se habría producido al mos o no prestado atención a semejante varia-
final del Neolítico, cuando hacen su aparición ble, es parte inevitable de cada construcción
las aldeas, las necrópolis o una tecnología más
cultural.
especializada, indicadores, todos ellos, de un
patrón de racionalidad diferente (Criado, 1989; Pero, a su vez, cada modalidad de percepción
Criado, 1993: 40; Vicent, 1990). del tiempo lleva aparejada una determinada del
Pero si el registro material presenta esta espacio, por lo que sólo comprendiendo ambas
transformación es porque el binomio orden podremos llegar a vislumbrar el esquema básieo
ideacional-fenomenológico es también distinto, de actuación sobre el paisaje y el ordenamiento
porque se han alterado las pautas básicas de social que se expresa en la cultura material de
funcionamiento de la cultura, tendentes ahora a los yacimientos que excavamos.
un mayor nivel de complejidad: «surgimiento de En fechas recientes se está desarrollando un
tipo de aproximación al pasado, la llamada
«Arqueología del Paisaje» (Tilley, 1994; Criado,
1993 y e.p.) que intenta reconocer la racionali-
(8) Financiado gracias a la concesión de un Proyecto a dad espacial (no sólo en dimensión material del
Grupos Precompetitivos (PR 19/94-5375/94) de la Universidad
Complutense de Madrid, bajo el título: «Pautas de poblamien-
paisaje social, sino también en la ideal o imagi-
to y ocupación del territorio en el área kekchí de Chahal (Alta naria) de los paisajes prehistóricos (Criado,
Verapaz. Guatemala)>>. . 1993: 42). Sin embargo, mientras la percepción

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que un grupo humano tiene del espacio parece orden cultural tradicional (hasta el punto de
objetivable a través de la disposición. visibilidad. poder definirse un «culto a la pobreza»). la juris-
carácter. etc. de los elementos que lo integran. dicción comunal sobre el libre uso de la tierra.
resulta difícil imaginar cómo puede investigarse un sistema político-religioso que define los lími-
la percepción que dicho grupo tenía del tiempo. tes de la comunidad y es el símbolo de la unidad
y, sobre todo. en qué medida dicha percepción colectiva. un rechazo activo de la posibilidad de
puede resultar relevante para comprender el encontrar alternativas culturales que pudieran
comportamiento. proceso de cambio. etc .. del transformar su orden cultural y la familia nu-
grupo bajo análisis. clear como base del sistema.
Sin embargo. considero que el intento de
averiguar cuáles son las pautas de racionalidad
basadas en los parámetros tiempo-espacio que
se asocian a una economía de caza-recolec-
.. E XI C o
ción, a una economía de agricultura de subsis-
tencia y a una economía maximizadora de bene-
ficios, puede constituir una vía enormemente
fructífera en la profundización de las claves fun- CI
damentales del cambio que se produce en el u

Neolítico. Mi objetivo. por tanto, consiste en ..... BELICE

desvelar las pautas de racionalidad esencial que • _tIIICIPIO ../ .. .


se asocian a cada tipo de construcción social y a DECHAHAL
su racionalidad económica, esto es, a su Orden
Fenomenológico en palabras de Goodenough.
No pretendo establecer analogías entre gru-

~
=g~m't ·
pos actuales y determinadas fases de la Prehisto-
ria, sino llegar a averiguar cuáles son las pautas
GUATE_ALA
comunes que permiten y a la vez son resultado
de, en una interrelación retroalimentada, la exis-
tencia de cada una de las modalidades de rela-
cionarse con el entorno que el hombre ha sido
capaz de desarrollar. En este sentido, el objetivo
de mi búsqueda son proposiciones generales
sobre la relación entre el Orden Fenomenológi-
co y el Orden Ideacional de la cultura que, por Fig. 2. Mapa de Guatemala con indicación de la zona de
poder generalizarse en los diferentes grupos vi- estudio.
vos que paulatinamente irán siendo objeto de
análisis, sean igualmente de aplicación a los que
protagonizaron la Prehistoria. El mantenimiento del orden tradicional, del
Para comenzar el análisis he elegido a los orden interno de la comunidad, es el objetivo
kekchíes, un grupo de agricultores de subsisten- absolutamente prioritario del kekchí. Y éste .vie-
cia que habitan en las montañas que rodean el ne dado, en esencia, por su vinculación al sis-
municipio de Chahal, Departamento de Alta Ve- tema de cultivo de la milpa, que vertebra las ca-
rapaz, Guatemala (Fig. 2). tegorías de tiempo y espacio, la cosmogonía
La estructura de organización de los Kekchíes kekchí (Medina, 1990: 457). Así pues, mantener
está perfectamente definida, a través de lo que el orden interno y, en definitiva, sobrevivir con
E. Wolf (1955, 1968, 1982) llamó una «comuni- identidad cultural propia, deriya del manteni-
dad corporativa cerrada», que, a su juicio, cons- miento del modo productivo. Este no ha cam-
tituye uno de los dos tipos principales de forma- biado en los últimos tres mil años: consiste en lo
ciones campesinas de Latinoamérica. Esta que se ha llamado agricultura de rozas, tala y
forma de organización podría definirse (Wolf, quema o cultivo de «milpa» en Mesoamérica. Se
1955: 456-461) por establecerse en tierras margi- caracteriza por a) utilizar exclusivamente hom-
nales, usar tecnología tradicional, mantener el bres y animales, y no energías producidas por
grado de pobreza necesaria para preservar el combustibles o elementos artificiales; b) largos

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períodos de barbecho - entre 4 y 6 años- y uti- esa manera fecundarla y sobrevivir, se asocia a
lización del fuego para clarear y preparar para el una percepción determinada del tiempo, que
cultivo las parcelas (Pacheco, 1995: 57): c) el puede servir de guía para comprender su racio-
palo cavador o vara de sembrar, el hacha de pie- nalidad. La tierra no es un medio de produc-
dra y la bolsa de fibra para llevar la semilla se ción de naturaleza ajena a la del agricultor, sino
mantienen a 10 largo del tiempo, aunque en al- que éste se considera aún parte de ella, someti-
gunos lugares han agregado el cuchillo, el hacha do a sus ritmos. Su sentido del tiempo, por tan-
de metal y el azadón (Pacheco, 1985: 57). Ni ara- to, está muy vinculado a su sometimiento a la
do, ni tracción animal, ni abono químico, ni nin- naturaleza .
gún otro medio de intensificación económica Tanto para los kabyle como para los kekchíes,
han entrado nunca en estas tierras. el lapso de tiempo que constituye el presente
El caso kekchí puede parecer alejado como abarca una unidad de percepción que incluye el
contexto-fuente para extraer información útil a pasado inmediato y el futuro que puede antici-
la Prehistoria europea. Habitan una zona mon- parse por estar estrechamente vinculado a él.
tañosa, entre las Sierra de Chamá y Santa Cruz, Todo ello pertenece a un mismo horizonte de
las últimas estribaciones de la Cordillera de los significado, que a su vez, se asocia a la experien-
Cuchumatanes, con una media pluviométrica cia de actividad y al espacio en que ésta tiene
entre 2.300 y 3.800 mm. (Arnauld, 1986: 24) y lugar: la duración y el espacio no son pensables
una altitud media superior a los 2.000 mts., si no es desde la referencia que da la realización
decreciendo lentamente a medida que descien- de alguna tarea concreta (Bourdieu, 1990: 223-
den a la selva del Petén. 4). Ello refuerza la vinculación al suelo, base de
y ciertamente lo sería si lo que estuviéramos su estructura social, que de esta manera sustitu-
tratando de hacer fuera aplicar una analogía ye al parentesco, garantizando, mediante mitos y
etnográfica. No presentan similitud étnica, como atribuciones de identidad a cada uno de los ele-
querría un «enfoque histórico directo» , ni ecoló- mentos del paisaje, la permanencia y supervi-
gica, como necesitaría cualquier investigador vencia del grupo.
procesual. Pero, sin embargo, no creo que No contemplan un futuro como el nuestro.
ambas condiciones sean necesarias para desa- Pueden planear la cosecha y el ciclo agrícola
rrollar un estudio etnoarqueológico útil. Porque, siguiente, pero siempre como un modo de an-
como hemos ido viendo, allí donde la Analogía ticipación del mismo presente vivido, de re-
describe , identifica y compara, la Etnoarqueo- petición insaciable de los ritmos conocidos.
logía interpreta, contextualiza y sugiere. Mientras nuestra sociedad se caracteriza por el
En este sentido, el conocimiento de la per- constante cambio, el deseo perpetuo de trans-
cepción del tiempo y el espacio por parte de los formación, la suya lo hace por la repetición, el
kekchíes puede servir de inicio a la investigación desesperado deseo de permanencia de lo mismo.
de las pautas de racionalidad ql,le se asocian a No tienen la posibilidad de plantear un futuro
una agricultura de subsistencia, de roza y que- diferente al presente. Es decir, para ellos el futu-
ma, como las que debieron desarrollarse en las ro no es un conjunto de posibilidades, tan
primeras fases neolíticas europeas. De ellas pue- amplio como la imaginación sea capaz de conce-
den derivarse sugerencias sobre la lógica de bir. Para ellos, el futuro debe ser de una deter-
actuación sobre el paisaje y en las relaciones minada manera, la manera del presente, aquélla
socio-económicas que nos sería imposible pen- que ha garantizado la supervivencia hasta el
sar desde Europa. momento. Cualquier otra posibilidad entraña
La percepción del tiempo entre los kekchíes riesgo, y por tanto, se descarta. Al contrario que
coincide, en sus rasgos esenciales, con la detec- nosotros, que aspiramos a construir un presente
tada por Bourdieu (1990) para los Kabyle de a la medida del futuro que imaginamos, ellos
Argelia. Ambos siguen manteniendo una acti- aspiran a construir un futuro a la medida del
tud de dependencia y solidaridad hacia la Natu- presente que conocen.
raleza, de la que aún, como los cazadores, se Por ello, mientras nuestra sociedad valora el
consideran parte. Y esta posición conflictiva y cambio como la clave del funcionamiento social
contradictoria, en la que el agricultor se ve y personal y, por tanto, como lo deseable y posi-
obligado a actuar sobre la naturaleza, ejercien- tivo, la suya no contempla el cambio como parte
do sobre ella algún tipo de violencia, para de del sistema. Las escasas alusiones a cambios tie-

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Almudenll Hernando Gonzalo

nen siempn: su rdaencia en 'Otra lógica. inmer- Las sociedades del Neolítico Antiguo y
sa en el munJo mítico con el que tan estrecha- Medio. a juzgar por la información arqueológica
mente se relaciona la realidad percibida (Bour- de que disponemos, debieron caracterizarse por
dicu. 1990). Siempre se identifica con castigo. sin estrategias agrícolas semejantes a las utilizadas
que parta nunca de una motivación personal ni por los kekchíes o los kabyle. Sería impensable
pueda asociarse a consecuencias positivas. Por establecer una analogía «discontinua» entre
ejemplo. los kekchíes atribuyen el agotamiento ellos y nuestro pasado. No podemos olvidar que
de sus tierras y el menor rendimiento de sus su forma de organización y relación con el
cosechas al enfado de Tzultzaká. el dios del medio es el resultado de muchos años y mucha
Cerro. Éste. en castigo por la relajación de los Historia. y que su estructura socio-económica
rituales tradicionales por parte de los más jóve- actual es «contemporánea». es una forma de
nes. les está retirando las cosechas. los animales supervivencia hoy. y no un reducto prístino del
salvajes que antes podían cazar, etc., etc .. pasado. Sin embargo. su estrategia económica
De todo ello se deriva que mientras nuestro tiene que tener un correlato en el Orden Idea-
pensamiento se caracteriza por la capacidad de cional, sin el cual no podría mantenerse y éste
abstracción, de imaginación de posibilidades no está definido por unas ciertas coordenadas espa-
experimentadas, el suyo es un pensamiento cio-tiempo. Creo que está relación puede
mucho más concreto, vinculándose en su necesi- demostrarse sostenida para niveles de compleji-
dad de fantasía al mundo mítico, el cuaL por su dad socio-económica dados.
parte. se define, como todos sabemos, por el En este sentido, creo que la Etnoarqueolo-
estatismo y la falta de referencia al tiempo. gía, entendida como disciplina que aspira a com-
Una mentalidad como la de los kekchíes se prender esta relación, y a ponerla en conexión
después con las expresiones materiales básicas
relaciona estructuralmente con una economía
de cada una de ellas, puede ofrecernos un mar-
de rendimientos no-diferidos, donde todo el
co de pensamiento de enorme valor para enten-
ciclo productivo pueda contemplarse como una
der las culturas de la Prehistoria.
misma unidad de acción. Es decir, un ciclo en el
No se trata de comparar culturas, sino de
que el productor no separe el presente que es el
comprender otros órdenes de pensamiento,
trabajo, del futuro que son sus resultados econó-
otras formas de identidad personal y cultural.
micos (Bourdieu, 1990: 230), bien porque el Me parece necesario conocer otras lógicas de
ciclo sea inmediato o corto, o bien porque los actuación diferentes a la occidental-capitalista
resultados puedan anticiparse por la ausencia de que guía nuestro pensamiento. Y para ello, no
variables de cambio. Ésta es la situación en la basta con leer literatura antropológica, con rea-
que se encuentran los grupos cazadores-recolec- lizar trabajo de campo etnológico. Es necesario
tores y los primeros horticultores y agricultores establecer correlaciones que se mantengan en
de rozas, como los kekchíes. Pero el sistema se diversos grupos del presente, para poder presu-
refuerza a sí mismo. Es decir, ninguno de ellos mir que podrían haber estado igualmente pre-
puede concebir el cambio, luego ninguno lo sentes en los grupos del pasado. Y sobre todo,
introducirá si son capaces de evitarlo. No pode- encontrar qué relación existe entre ellas y el
mos olvidarnos de esto a la hora de pensar en las registro material concreto, qué tipo de regulari-
lógicas de actuación de las distintas sociedades dades corresponden a cada forma de racionali-
de la Prehistoria. dad. Por ejemplo, qué significa la dependencia
Como señalaba algunos párrafos atrás, he de la naturaleza a efectos de modalidades de
querido utilizar este caso a modo de ejemplo de hábitats, enterramientos, almacenamiento, vin-
lo que, personalmente, considero puede ser una culación a un «territorio», conflictos territoria-
de las aportaciones que la Etnoarqueología les, demarcadores territoriales, amplitud de los
pueda ofrecer al estudio de la Prehistoria euro- desplazamientos, etc., etc., etc ..
pea. El estado preliminar de mi trabajo impide, Creo que faltan por hacer preguntas previas
sin embargo, desarrollos más amplios que los a las que ya nos hemos hecho en Prehistoria; que
consistentes en demostrar qué vías de aproxi- faltan respuestas que servirían para orientar
mación al pasado pueden abrirse utilizando futuras preguntas concretas al registro arqueoló-
metodologías y heurísticas diferentes a las tradi- gico; y que la Etnoarqueología puede ser una vía
cionales. eficaz para sugerirlas.

T. P., 52, n. o 2,1995

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LA ETNOARQUEOLOGÍA, HOY: UNA VíA EnCAZ ()E APROXIMACiÓN AL PASADO 2"

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