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ESTUDIOS SATISFACCIÓN CORPORAL EN OBESOS OPERADOS DE
CIRUGÍA BARIÁTRICA.
Muchas personas obesas creen que la mejor manera de mejorar la imagen corporal es
perdiendo peso. Esto parece verdadero en estudios de evaluación de la angustia con
imagen corporal antes y después de un programa de pérdida de peso, mejorando la
imagen corporal en general al perder peso, acompañado de deterioro si la persona lo
recobra (Foster et al., 1997). Se ha encontrado que pérdidas de peso modestas influyen
en el aumento de la satisfacción corporal (Foster, Phelan, Wadden, Gill, Ermold y
Didie, 2004), pero también se ha descrito que aunque se baje de peso la satisfacción
puede no aumentar, que ésta mejora en ausencia de pérdida de peso o que existan pocos
cambios en la imagen corporal después de la baja de peso (Sarwer, Dilks y Spitzer,
2011).
Hay una serie de estudios que reportan que el exceso de peso perdido sería un predictor
significativo de mejora en la satisfacción corporal. Este grupo de investigaciones
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evaluaron la imagen corporal, además de otras variables, antes y después de una cirugía
bariátrica; todos ellas a través de distintos instrumentos psicométricos y en muestras de
pacientes operados con técnicas quirúrgicas diferentes. En todas las muestras el
porcentaje de mujeres es significativamente mayor que de hombres.
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de la personalidad, sólo cambios a corto plazo en la autoestima fueron encontrados. Las
mejoras mas robustas se observaron la imagen corporal, encontrándose una mejora
significativa entre el preoperatorio y los 6 meses, pero no entre los 6 meses y el 1er año
ni entre entre el 1er y 2do año. La imagen corporal correlacionó significativamente con
el IMC, reflejando una imagen corporal más positiva cuando el IMC fue menor.
En relación al hallazgo de Sarwer et al. (2010), cabe mencionar que Pecori, Serra
Cervetti, Marinari, Migliori y Adami (2007) realizaron un estudio con el objetivo de
determinar si las actitudes acerca del peso corporal y la figura estaban comprometidas
en cuatro muestras de mujeres obesas en distintos momentos, más un grupo control. Se
compararon cinco grupos: (1) 20 obesas mórbidas previo a la cirugía bariátrica (grupo
OB), (2) 20 operadas de cirugía bariátrica a los 2 años de la cirugía (grupo POST), (3)
10 con menos de 2 años de la cirugía bariátrica que pidieron una cirugía cosmética
(grupo POST - A), (4) 10 post obesas después de una cirugía bariátrica y plástica (grupo
POST – B) y (5) 20 mujeres control sanas y normopeso. Este estudio utilizó como
instrumento de evaluación el BUT (Body Uneasiness Test) que evalúa preocupación por
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la apariencia física e imagen corporal, insatisfacción corporal general y por zonas del
cuerpo (puntajes mayores reflejan mayor insatisfacción corporal). A diferencia del BSQ
el BUT es un cuestionario que ha sido validado en población obesa (Pull y Aguayo,
2011).
Los resultados mostraron que en comparación con el grupo OB, se observaron puntajes
menores del BUT en el grupo POST; sugiriendo que la pérdida de peso obtenida con la
cirugía se acompaña de una marcada mejora en las actitudes hacia el peso y la figura
corporal y de una normalización substancial de la imagen corporal. Para estos autores,
este resultado confirma que las actitudes hacia las alteraciones del peso y la figura
corporal comúnmente observadas en pacientes severamente obesos deben explicarse por
el exceso de peso corporal en sí mismo y que en el estado obeso, el desarreglo de la
imagen corporal no es una consecuencia de características psicopatológicas específicas
y/o de rasgos de personalidad individuales. Esta idea es compartida por Dixon et al.
(2005).
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pacientes operados de banda gástrica. Como resultado, la mitad de los casos se
mostraron completamente satisfechos con su pérdida de peso y cerca de la mitad había
llegado a su peso planificado. Una estrecha correlación se observó entre el alcance o
magnitud de la pérdida de peso y la calidad de vida e imagen corporal. Si bien estos
hallazgos son tentadores por el tiempo de seguimiento tan poco usual en este ámbito, se
deben tomar con recaudo ya que no se tiene medida en el preoperatorio y tampoco se
puede tener certeza acerca de los datos entregados, especialmente el peso.
En términos generales, este grupo de estudios muestra una asociación positiva entre el
porcentaje de peso perdido y la satisfacción corporal. Éstas ocurren tempranamente,
tendiendo a mantenerse relativamente estables en el período post operatorio. Se observa
también que a pesar de dicha mejoría, no se llegaría a niveles normales, comparando
con la población general. La calidad de vida mejora, asociándose también a un aumento
en la función física, vitalidad y funcionamiento social (Dixon et al, 2005; Pecori et al.,
2007; Sarwer et al., 2010).
No obstante lo anterior, los autores refieren que sería importante determinar si los
beneficios encontrados son mantenidos en periodos más largos de tiempo cuando
algunos pacientes comienzan a reganar peso (Gerbrand et al., 2008; Sarwer et al., 2010).
En ninguno de los estudios expuestos hay reganancia de peso, por lo que no se tiene
información respecto a que hubiese pasado con los niveles de satisfacción en tal caso.
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Recientemente, por ejemplo, Teufel, Rieber, Meile, Giel, Sauer, Hünnemeyer, Enck y
Zipfel (2012) en un estudio en pacientes operados de manga gástrica, investigaron los
cambios en la imagen corporal antes y después la operación, como también la relación
entre los cambios en la imagen corporal, el peso y la presencia de depresión mediante la
evaluación de estos datos en el preoperatorio y a 1 año de seguimiento. La variable
imagen corporal fue evaluada con cuestionario BIQ-20 (Body Image Questionnaire) que
mide tanto la auto evaluación de la apariencia y el bienestar emocional con el propio
cuerpo como también la percepción de salud, vitalidad e interés por actividades
corporales (sexualidad, baile, entre otras). Los pacientes reportan una pobre imagen
corporal previa a la cirugía, 1 año después, las auto evaluaciones negativas del cuerpo la
imagen, la vitalidad y dinámicas corporales mejoran significativamente; los síntomas
depresivos se reducen. No hubo correlación entre imagen corporal y la baja de peso o
ánimo.
Los autores plantean dos hipótesis para explicar estos resultados: (1) que con poca baja
de peso la imagen corporal mejoraría y que ligeros descensos del peso podrían ser
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suficientes para mejorar la imagen del cuerpo, mientras que cualquier pérdida de peso
adicional tendría poca o ninguna influencia sobre la imagen corporal, (2) que los
cambios en la imagen corporal pueden ser explicados por otros factores mediadores
distintos a la baja de peso (Autoestima, ánimo, internalización estándar cultural de
belleza, expectativas, entre otras).La manera en que el cambio de peso está vinculada a
la imagen corporal debe ser examinada , pues pareciera no ser una relación directa sino
que estaría influenciada por estas variables alternativas (Hrabosky et al., 2006).
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sobrepeso; mientras que otros aspectos tales el miedo a reganar peso, la preocupación
angustiante con el peso y la forma y el auto desprecio, podrían reflejar sentimientos
internos, que son independientes de la morfología y que por tanto no se normalizarían
con la pérdida de peso. Además agregan que el temor a transformarse nuevamente en
obesos debe ser considerado como un constructo psicológico substancialmente diferente
del de la AN y BN, y que la relevancia del peso y la figura en personas obesas pareciera
estar relacionada principalmente con el desprecio social contra el sobrepeso, mientras
que la preocupación excesiva por el peso corporal en los trastornos alimentarios
reflejaría una verdadera alteración de la imagen corporal (Adami et al., Ibídem).
Todos los autores expuestos hasta ahora sugieren que los cambios en la imagen corporal
pueden ser mejor explicados por uno o más factores mediadores que no sean la pérdida
de peso, como la autoestima, ánimo, internalización de un estándar de belleza,
expectativas de la baja de peso, presencia de trastorno por atracones entre otras, y
recomiendan seguir estudiando en esa área.
A diferencia del grupo de estudios que muestra una asociación positiva entre la pérdida
de peso y la satisfacción corporal, este grupo de investigaciones expone que si bien
existen mejorías en la satisfacción corporal post operatoria, éstas no se explicarían por
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la pérdida de peso obtenida sino por otras variables mediadoras en las que es necesario
profundizar.
Estas diferencias en los resultados, han sido explicados a la luz de que la imagen
corporal es un constructo complejo, que muestra diferentes respuestas a la cirugía;
subrayando la necesidad de emplear medidas multidimensionales para evaluarla
(Hrabosky et al., 2006;De Pánfilis et al., 2007; Taufel et al., 2012). Otra razón que se ha
postulado es que la inconsistencia en los resultados respecto de los cambios en la
imagen corporal post cirugía bariátrica, se debería al uso de diferentes instrumentos de
medición ya que se miden distintos aspectos de este constructo (Taufel et al., 2012).
Por último, se ha argumentado la necesidad de que el que seguimiento de estos
pacientes debe seguir existiendo varios años después de la cirugía, en particular cuando
la pérdida de peso se enlentece – o se regana -, para desarrollar una comprensión mayor
de los cambios a largo plazo en la imagen corporal(De Pánfilis et al., 2007; Taufel et al.,
2012).
Los estudios cuantitativos han mostrado en general que la satisfacción con la imagen
corporal mejora después de una cirugía bariátrica. Se conoce menos respecto de las
experiencias individuales, desde la perspectiva de los propios pacientes, acerca de los
cambios en la imagen corporal post cirugía bariátrica y cómo esos cambios han
impactado en sus vidas. Hay siete estudios cualitativos en la literatura de diversos países
que han buscado entender las experiencias de mujeres operadas de cirugía bariátrica
(sólo un estudio incluye en su muestra 2 hombres) respecto de su imagen corporal,
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además de otras variables. Una vez más, todos realizados en pacientes con obesidad
mórbida y/o megaobesidad.
Antes de la cirugía, las narrativas de los participantes son descritas como una imagen
puramente negativa y desalentadora. La vida diaria se caracterizaba por la presencia de
intentos fallidos de pérdida de peso, soledad y ausencia de experiencias exitosas. Las
participantes describieron sus vidas antes de la cirugía como un periodo sumamente
difícil en el cual ellas tenían pensamientos diarios sobre perder peso, sintiendo
insatisfacción y disgusto con sus cuerpos y su apariencia. Ellas empleaban
comportamientos evasivos para protegerse a ellas mismas, reflejándose en conductas
tales como evitar los espejos y conocer gente nueva. Además, en el discurso aparece
una baja autoestima, valoración personal y el miedo como emoción frente a lo que otros
pudieran pensar de ellas, reforzando aún más esta aversión a salir, evitando el contacto
social, escondiéndose habitualmente en sus casas; describiendo como la apariencia las
lleva a evitar eventos y actividades sociales, sintiéndose socialmente aisladas. Se
sienten avergonzadas por cómo se ven y prefieren estar solas. Esto se ve reflejado en la
frase: “tratas de ser invisible”. Estas vivencias previas a la cirugía bariátrica, son
compartidas por los estudios de Klassen, Cano, Scott, Johnson y Pusic (2012) y Cortés
(2012).
Las participantes describieron cómo habían sido víctimas de bullying y habían estado
expuestas a bromas por su apariencia física. La comida tenía un rol central en su
aproximación para regular y aliviar el dolor emocional. Ellas experimentaban la vida
como si fuera inmanejable. Estaban desilusionadas y carecían de confianza en sus
habilidades para cambiar su situación. Para estas pacientes la obesidad había afectado su
imagen corporal de tal manera que las había restringido en sus objetivos internos y sus
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actividades diarias, siendo el cuerpo percibido como el centro de atención. La cirugía es
vivida por las pacientes como la solución a un problema insoportable.
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donde la misma vergüenza y pena que antes era atribuida a la obesidad es ahora
atribuida a los pliegues, flacidez y cicatrices (Magdaleno et al., 2011; Klassen et al.,
2012), evitando los espejos e intentando cubrir y sostener el cuerpo con prendas
elasticadas para que no se note ante sí mismas ni ante los demás (Magadelno et al.,
2011; Cortés, 2012).
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No obstante lo anterior, hay que tomar en consideración que si bien la eliminación del
exceso de piel, lleva a mejorar la apariencia, salud física, generando una mejoría en la
salud psicológica y social (Klassen et al., 2012), también ha sido descrito que se
mantienen preocupaciones ahora en torno a las cicatrices de esta segunda intervención.
Esto ha sido observado en otros tipo de estudios no cualitativos (Song et al., 2006;
Mitchell, Crosby, Ertelt, Marino, Sarwer, Thompson, Lancaster, Simonich y Howell,
2008). Es notable observar como la insatisfacción corporal se mantiene pero
desplazándose a otras zonas del cuerpo.
Hasta aquí entonces, en general las investigaciones sugieren que la baja de peso lleva a
una marcada mejoría de la imagen corporal y atractivo, siendo una de las principales
razones para las mejoras psicológicas, mejor integración social y mejor calidad de vida
(Magdaleno et al., 2011; Klassen et al., 2012). Esta experiencia de reincorporación o de
lograr ser parte de la sociedad es compartida por la mayoría de los estudios; siendo una
de las ganancias más significativas de la cirugía la experiencia de reinserción y
aceptación social (Magdaleno, Adami, Ribeiro, 2010; Magdaleno, Adami, Pareja y
Ribeiro. 2011; Cortés, 2012; Carrasco et al., 2014).
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blancos de observación y heridos por los demás. Así, el ser visible fue interpretado
como problemático. Hay que considerar que este es el único estudio que muestra
resultados tan radicales en esta temática.
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Cuando las reacciones negativas no esperadas de los demás empiezan a ser evidentes,
las pacientes se pueden sentir profundamente desilusionadas y confundidas pues creían
que la aceptación estaba garantizada por conseguir ser delgadas (Magdaleno et al.,
2010). Desequilibrios en la familia y relaciones conyugales pueden ser factores que
desalienten la continuación del tratamiento (Magdaleno et al., 2011). En otros casos, los
pacientes sienten que su familia y amigos no dan apoyo a sus esfuerzos para perder
peso, sintiendo en algunos casos que sus familiares fueron sutilmente animándolos a
volver a su peso anterior y abandonar sus esfuerzos de mejorar su apariencia y salud
(Klassen et al., 2012). Como puede observarse, una vez más el refuerzo del entorno –
esta vez negativo – aparece como una factor de suma relevancia tanto para la manera de
sentirse de las pacientes (Cortés, 2012; Jensen et a., 2013) como para la continuación
del tratamiento, desalentando en algunos casos el proceso de baja de peso (Magdaleno
et al., 2010).
Siguiendo con las expectativas de la cirugía bariátrica, los estudios restantes muestran
que hay un no cumplimiento de la expectativa de tener un cuerpo diferente representado
por el ideal occidental de mujer (Gilmartin, 2013), o de no haber logrado un peso más
bajo al alcanzado (Cortés, 2012). Por su parte, Klassen et al., 2012, es el único entre
este tipo de estudios que incluye pacientes operados de cirugía bariátrica y posterior
cirugía plástica. Los autores encuentran que a pesar de la mejoría en la satisfacción
corporal y el bienestar general con la cirugía plástica, hay pacientes que están ahora
insatisfechos con las cicatrices de esta segunda intervención; preocupándose por su
tamaño, color, elevación y visibilidad.
Como puede observarse, es frecuente en los relatos de las pacientes el deseo de tener un
cuerpo bello o ideal dentro de sus expectativas de la cirugía bariátrica. Esto se refleja en
el deseo de tener un ideal de belleza occidental, representado por la aspiración de ser
delgada, joven, bronceada y con pelo largo, evocando autodesprecio y ansiedad por no
lucir joven y bonita (Gilmartin, 2013); siendo esta insatisfacción corporal un elemento
que contribuye fuertemente a la frustración de sus expectativas de ser bonitas,
saludables y tener un cuerpo funcional (Magdaleno et al., 2011). Lo anterior, inclusive
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después de intervenciones estéticas como muestra Klassen et al. (2012). Sin embargo,
un estudio nacional (Cortés, 2012), realizado en el Hospital Clínico de la Universidad
de Chile, revela una negación del deseo de tener un cuerpo bello que no aparece en las
otras investigaciones cualitativas, mostrando en el discurso una relación ambivalente
con la estética. En lo explícito se enfatiza la salud, excluyendo y menospreciando lo
estético, pero en lo implícito aparece como algo deseado. Lo anterior se refleja en que
ellas aluden a que las razones por las que se operaron fueron de salud “y no estéticas”,
pero al mismo tiempo aparece el deseo por un cuerpo delgado y el deseo de mejorar su
estética en frases como “Siempre ha sido tema de...como de querer, querer ser bonita,
querer ser delgada…” o “Me gusta lo que estoy viendo pero me gustaría verme mucho
mejor…. O sea me gustaría ser maravillosa…” (pág. 52). Así, las pacientes no
reconocen los deseos de verse mejor estéticamente como una motivación para la cirugía,
pero al momento de evaluar los resultados de la operación, describen sentirse
especialmente frustradas por no haber logrado una figura ideal.
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también el enfrenamiento a experiencias nuevas como los sentimientos de celos, envidia
y competencia por parte del entorno (Magdaleno et al., 2010; Magdaleno et al., 2011;
Klassen et al., 2012); los cuales están implicados en el debilitamiento de los beneficios
psicológicos a largo plazo (Magdaleno et a., 2010) como la continuación del tratamiento
(Magdaleno et a., 2011).
Los autores observan la necesidad de realizar estudios cualitativos que sirvan al equipo
de salud en el manejo de estos pacientes, con el objetivo de una mayor comprensión de
sus dinámicas psicológicas y los significados que la pérdida de peso tienen para ellos
(Magdaleno et al., 2010; Magdaleno et al., 2011; Gilmartin, 2013).
Existen sólo dos estudios publicados a la fecha que sí consideran esta distinción, en
ambos se evaluó la percepción de los participantes acerca de su actual e ideal figura
corporal a través de Escalas de Figuras Corporales (Figural Drawing Scales), ambos en
pacientes con megaobesidad. Investigaciones previas han mostrado que la discrepancia
entre la actual e ideal figura corporal es un indicador de satisfacción en una variedad de
poblaciones (Cafri y Thompson, 2004; Martins, Tiggerman y Churchett, 2008). En este
tipo de escalas, números menores reflejan figuras más pequeñas.
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Uno de estos estudios (Munoz et al., 2010) evaluó los cambios en la figura corporal
deseada en 57 pacientes (82% mujeres) que buscaban cirugía bariátrica y a un año
postoperatorio; evaluando la percepción de los participantes acerca de su actual e ideal
figura corporal, pre y post cirugía bariátrica. Este estudio mostró que al año post
quirúrgico, el tamaño de la silueta actual se reduce pero también la ideal. Previo a la
cirugía los participantes reportan 4 puntos de diferencia entre la silueta actual y la ideal.
La silueta actual era casi el doble de la deseada (8,3 v/s 4,1, respectivamente). A 1 año
post cirugía el tamaño de la silueta actual se reduce (5,8), pero también su ideal (4,1 vs
3,3). Si bien aumenta la satisfacción de los participantes, el ideal se desplaza a uno
significativamente más delgado.
El mismo fenómeno fue observado antes por Song et al. (2006), quienes evaluaron la
percepción del cuerpo e ideales, la calidad de vida y el ánimo en 18 pacientes (16
mujeres) que se sometieron no sólo a una cirugía bariátrica sino también a una plástica.
La evaluación se realizó en tres momentos: Pre cirugía plástica (después de la masiva
baja de peso), a los 3 y 6 meses post cirugía plástica. El IMC promedio pre cirugía
bariátrica fue de 51,5 y el IMC al momento de la cirugía plástica fue de 29,4.
El estudio muestra que a los 3 meses se elige una silueta significativamente más delgada
como ideal de figura, comparada con la elección previa a la cirugía plástica. A los 6
meses no hubo diferencias significativas con la imagen ideal elegida pre cirugía
plástica. De la misma manera, a los 3 meses mejora significativamente la satisfacción
con la imagen corporal pero a los 6 meses se mantiene. Las áreas con mayor mejoría
fueron abdomen, nalgas, caderas y muslos, que son las que más insatisfacción corporal
genera post cirugía bariátrica. En cuanto a la calidad de vida, ésta mejora después de la
cirugía bariátrica y aumenta significativamente después de la cirugía plástica. El ánimo
se mantiene estable en todos los momentos.
Si bien la cirugía plástica mejora la imagen corporal, produce insatisfacción con otras
zonas del cuerpo, lo que para los autores sugiere que a medida que los pacientes se
acercan a su ideal, éste se mueve (Song et al., 2006). La satisfacción corporal mejora
con la cirugía plástica en las áreas intervenidas pero se revelan áreas adicionales de
insatisfacción. Los autores exponen tres hipótesis para explicar estos resultados: (1) la
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cirugía en ciertas áreas mostraría desproporción en otras zonas del cuerpo, y
adicionalmente, al remover grandes cantidades de piel se revelan otras áreas
previamente escondidas a la percepción de los pacientes, (2) el acercamiento a una
figura de normalidad en su apariencia los haría más susceptibles a los ideales delgados
del medio sociocultural reinante de este siglo y (3) la elección de siluetas más delgadas
no necesariamente indicaría insatisfacción, sino que al alcanzar sus metas, aumentaría el
deseo de lograr figuras más esbeltas. Así, este autor conecta el fenómeno del
desplazamiento del ideal de la figura con la percepción de autoeficacia, indicando que el
ideal de figura se modifica porque cambia la percepción de autoeficacia de los pacientes
al lograr bajar de peso. Munoz, et al. (2010) plantean esta última hipótesis como una
potencial razón para este movimiento en el ideal, agregando que estos pacientes, previo
a la cirugía bariátrica pueden no estar preparados para la baja de peso radical
experimentada en un período de tiempo relativamente corto, pues tienen en general una
larga historia de dietas fracasadas y por ello podrían “ir a la segura” al momento de
seleccionar su figura ideal antes de operarse. Debido a la rápida baja de peso
comúnmente experimentada con la cirugía, podrían haber ajustado su esquema de lo que
es una figura “realista” a la que ahora que bajaron de peso creen pueden alcanzar. Estos
hallazgos sugieren que una consecuencia de la rápida pérdida de peso puede indicar a
los participantes quelas figuras corporales poco realistas son alcanzables y que esta
nueva elección no necesariamente indicaría insatisfacción, sino que el logro en el
alcance de sus metas aumentaría el deseo de lograr figuras más esbeltas (Song et al.,
2006; Munoz et al., Ibídem). Si bien la hipótesis de la autoeficacia es plausible, no se
sabe si aplicaría a obesos leves operados, ya que a diferencia de los pacientes
megaobesos, no quedarían con obesidad o sobrepeso al bajar de peso, sino que en el
rango de normopeso.
Hay un sólo estudio publicado hasta la fecha que además de considerar parámetros
médicos, como la baja de peso y el cambio en las comorbilidades, incluye la variable
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satisfacción, encontrando que la satisfacción aumenta en la mayoría de los pacientes,
excluyendo dos casos en los que mostró insatisfacción con la baja de peso a pesar de
haber sido sustancial (50% del exceso de peso) (Noun, Chakhtoura, Nasr, Skaff,
Choucair, Rkaybi y Tohme-Noun, 2012). Además este estudio mostró que un 33,6% de
los pacientes (86% de la muestra fueron mujeres) se habían ya sometido a una cirugía
plástica anterior, lo que muestra el grado de insatisfacción corporal de estas pacientes a
pesar del IMC menor.
Referencia
1.- “Satisfacción con la imagen corporal post cirugía bariátrica en pacientes con
obesidad leve”. Extracto de Tesis para optar al grado de Magister. Ps. Luciana Marín.
(2015).