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ESTUDIOS SATISFACCIÓN CORPORAL EN OBESOS OPERADOS DE
CIRUGÍA BARIÁTRICA.

Se llevó a cabo una revisión en buscadores PUBMED y PSYCINFO desde lo más


general a lo más específico. Es decir, con las palabras Bariatric Surgery y Following,
aparecen 2081 artículos desde 1981 al 2014 ,119 tienen que ver con temas psicológicos
(síntomas del ánimo, calidad de vida, sexualidad, abuso sexual) y 18 incluyen la
variable imagen corporal en el post operatorio. En PSYCINFO se reducen a 43
artículos, 5 específicos de imagen corporal que se repiten en PUBMED. Después la
búsqueda se fue detallando, utilizando las siguientes palabras: Body image, self image,
satisfaction, bariatric surgery, outcomes, after bariatric surgery, body size perception y
changes in body image. La búsqueda se detalló aún más utilizando las mismas palabras
pero en muestras de pacientes obesos leves (mild obesity o IMC <35) y con las distintas
técnicas quirúrgicas (LAP BAND o Banding y Sleeve Gastrectomy). Considerando la
repetición de las mismas investigaciones en las distintas búsquedas, se encuentran 27
artículos que incluyen como variable de estudio la imagen corporal post cirugía
bariátrica.

Muchas personas obesas creen que la mejor manera de mejorar la imagen corporal es
perdiendo peso. Esto parece verdadero en estudios de evaluación de la angustia con
imagen corporal antes y después de un programa de pérdida de peso, mejorando la
imagen corporal en general al perder peso, acompañado de deterioro si la persona lo
recobra (Foster et al., 1997). Se ha encontrado que pérdidas de peso modestas influyen
en el aumento de la satisfacción corporal (Foster, Phelan, Wadden, Gill, Ermold y
Didie, 2004), pero también se ha descrito que aunque se baje de peso la satisfacción
puede no aumentar, que ésta mejora en ausencia de pérdida de peso o que existan pocos
cambios en la imagen corporal después de la baja de peso (Sarwer, Dilks y Spitzer,
2011).

Estudios cuantitativos en satisfacción corporal y baja de peso.

Hay una serie de estudios que reportan que el exceso de peso perdido sería un predictor
significativo de mejora en la satisfacción corporal. Este grupo de investigaciones
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evaluaron la imagen corporal, además de otras variables, antes y después de una cirugía
bariátrica; todos ellas a través de distintos instrumentos psicométricos y en muestras de
pacientes operados con técnicas quirúrgicas diferentes. En todas las muestras el
porcentaje de mujeres es significativamente mayor que de hombres.

Algunas de estas investigaciones han llevado a cabo evaluaciones en la etapa


preoperatoria y seguimiento en el postoperatorio. Por ejemplo, Dixon, Dixon y O’ Brien
(2005), evaluaron la importancia de la apariencia, atractivo y satisfacción antes y
después de bajar de peso con la banda gástrica, en obesos mórbidos. Los pacientes se
evaluaron antes de la cirugía y anualmente hasta los cuatro años del post operatorio. En
la etapa preoperatoria la muestra se constituyó por 322 pacientes (48 hombres y 274
mujeres) y en las sucesivas evaluaciones realizadas, el número de la muestra disminuye
significativamente, constituyéndose por 209 pacientes al primer año, 148 al segundo,
80 al tercero y 62 al cuarto. Este mismo fenómeno se observa sistemáticamente en los
estudios de seguimiento con este tipo de pacientes tanto en Chile como en otras partes
del mundo llegando a números tan bajos como un seguimiento a 5 años del 23%
(D'Hondt, Vanneste, Pottel, Devriendt, Van Rooy, y Vansteenkiste, 2011).

Los resultados de este estudio muestran que las mejoras en la satisfacción de la


apariencia son significativas después de la cirugía y que correlacionan positivamente
con el porcentaje de exceso de peso perdido. Sin embargo, como se encontró en Adami,
Gandolfo y Campostano (1998), estas mejoras no retornan a niveles normales. Las
mejoras máximas en la satisfacción corporal se obtienen al primer año, manteniéndose
a los 4 años, es decir, no siguen mejorando pero tampoco empeoran. Gerbrand, Fortuin,
Pelle y Guss (2008) realizaron un estudio similar en cuanto a procedimiento pero con un
período de seguimiento de 2 años. Se evaluó el funcionamiento psicosocial post
operatorio usando entrevista semiestructurada y cuestionarios enfocados en el
funcionamiento psicosocial, personalidad e imagen corporal. Los resultados de este
estudio indicaron que la mayoría de los aspectos del funcionamiento psicosocial
muestran mejoras significativas. Sin embargo, algunas de ellas, a pesar de una mejoría
inicial, no persisten. Esto fue observado en los síntomas depresivos, problemas de sueño
y neuroticismo donde las mejoras no superan el 1er año. Con respecto a características

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de la personalidad, sólo cambios a corto plazo en la autoestima fueron encontrados. Las
mejoras mas robustas se observaron la imagen corporal, encontrándose una mejora
significativa entre el preoperatorio y los 6 meses, pero no entre los 6 meses y el 1er año
ni entre entre el 1er y 2do año. La imagen corporal correlacionó significativamente con
el IMC, reflejando una imagen corporal más positiva cuando el IMC fue menor.

Más recientemente y en otro estudio de seguimiento a 2 años, Sarwer, Wadden, Moore,


Eisenberg, Raper y Williams (2010), encuentran resultados similares sólo que las
mejoras máximas ocurren a los 5 meses, manteniéndose hasta los 2 años. Es decir, como
se observó en los resultados de Dixon et al. (2005) y Sarwer, et al., (2010) pareciera que
si bien ésta no empeora, tampoco sigue mejorando. Éstas se asocian también
positivamente con mejoras en la calidad de vida. Estos cambios correlacionaron con el
porcentaje de pérdida de peso. Sin embargo, este estudio mostró también que las
preocupaciones en torno al peso y la figura no seguían mejorando después de los 5
meses, a pesar de que la baja de peso siguiera ocurriendo. Los autores explican que lo
anterior puede ser causa de que uno de los instrumentos utilizados (Body Shape
Questionnaire (BSQ)) fue diseñado para población con trastornos alimentarios,
debiendo seleccionarse medidas más adecuadas. Además, agregan que la insatisfacción
debe ser vista a la luz del tipo de pacientes estudiados – Obesos Mórbidos - que quedan
con un exceso de piel sobrante importante después de la masiva pérdida de peso, lo que
podría explicar este fenómeno.

En relación al hallazgo de Sarwer et al. (2010), cabe mencionar que Pecori, Serra
Cervetti, Marinari, Migliori y Adami (2007) realizaron un estudio con el objetivo de
determinar si las actitudes acerca del peso corporal y la figura estaban comprometidas
en cuatro muestras de mujeres obesas en distintos momentos, más un grupo control. Se
compararon cinco grupos: (1) 20 obesas mórbidas previo a la cirugía bariátrica (grupo
OB), (2) 20 operadas de cirugía bariátrica a los 2 años de la cirugía (grupo POST), (3)
10 con menos de 2 años de la cirugía bariátrica que pidieron una cirugía cosmética
(grupo POST - A), (4) 10 post obesas después de una cirugía bariátrica y plástica (grupo
POST – B) y (5) 20 mujeres control sanas y normopeso. Este estudio utilizó como
instrumento de evaluación el BUT (Body Uneasiness Test) que evalúa preocupación por

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la apariencia física e imagen corporal, insatisfacción corporal general y por zonas del
cuerpo (puntajes mayores reflejan mayor insatisfacción corporal). A diferencia del BSQ
el BUT es un cuestionario que ha sido validado en población obesa (Pull y Aguayo,
2011).

Los resultados mostraron que en comparación con el grupo OB, se observaron puntajes
menores del BUT en el grupo POST; sugiriendo que la pérdida de peso obtenida con la
cirugía se acompaña de una marcada mejora en las actitudes hacia el peso y la figura
corporal y de una normalización substancial de la imagen corporal. Para estos autores,
este resultado confirma que las actitudes hacia las alteraciones del peso y la figura
corporal comúnmente observadas en pacientes severamente obesos deben explicarse por
el exceso de peso corporal en sí mismo y que en el estado obeso, el desarreglo de la
imagen corporal no es una consecuencia de características psicopatológicas específicas
y/o de rasgos de personalidad individuales. Esta idea es compartida por Dixon et al.
(2005).

No obstante, en el grupo POST-A (que solicitaron cirugía cosmética), los valores


observados fueron similares a aquellos de los individuos obesos no operados, a pesar de
la reducción sostenida de peso, sugiriendo de esta manera que las actitudes hacia el peso
y la figura corporal estarían aun comprometidas. Esto sugiere para los autores, que en
los sujetos post-obesos que pidieron procedimientos cosméticos después de una cirugía
bariátrica, la incomodidad e insatisfacción corporal se debe a factores no relacionados
con el peso corporal actual o la morfología somática y el desprecio residual de la
imagen corporal podría reflejar alguna forma de aflicción psicológica que es
independiente de la obesidad. Llama la atención que los autores no mencionen que la
insatisfacción presentada por estos pacientes pueda tener relación con el exceso de piel
sobrante, considerando que se trataba de obesas mórbidas. En todo caso, es interesante
como la insatisfacción se mantiene “con otra forma”. En el grupo obeso por la
morfología del cuerpo y en el segundo por razones diferentes al peso.

Más recientemente, Kinzl, Lanthaler, Stuerz, y Aigner (2011), en un estudio muy


llamativo por su tiempo de seguimiento (promedio de 10 años) enviaron cuestionarios
por correo para evaluar la pérdida de peso, imagen corporal y calidad de vida en

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pacientes operados de banda gástrica. Como resultado, la mitad de los casos se
mostraron completamente satisfechos con su pérdida de peso y cerca de la mitad había
llegado a su peso planificado. Una estrecha correlación se observó entre el alcance o
magnitud de la pérdida de peso y la calidad de vida e imagen corporal. Si bien estos
hallazgos son tentadores por el tiempo de seguimiento tan poco usual en este ámbito, se
deben tomar con recaudo ya que no se tiene medida en el preoperatorio y tampoco se
puede tener certeza acerca de los datos entregados, especialmente el peso.

En términos generales, este grupo de estudios muestra una asociación positiva entre el
porcentaje de peso perdido y la satisfacción corporal. Éstas ocurren tempranamente,
tendiendo a mantenerse relativamente estables en el período post operatorio. Se observa
también que a pesar de dicha mejoría, no se llegaría a niveles normales, comparando
con la población general. La calidad de vida mejora, asociándose también a un aumento
en la función física, vitalidad y funcionamiento social (Dixon et al, 2005; Pecori et al.,
2007; Sarwer et al., 2010).

No obstante lo anterior, los autores refieren que sería importante determinar si los
beneficios encontrados son mantenidos en periodos más largos de tiempo cuando
algunos pacientes comienzan a reganar peso (Gerbrand et al., 2008; Sarwer et al., 2010).
En ninguno de los estudios expuestos hay reganancia de peso, por lo que no se tiene
información respecto a que hubiese pasado con los niveles de satisfacción en tal caso.

Una posición completamente diferente a la anterior es expuesta por otro grupo de


estudios, que plantean que la disminución del peso no predice necesariamente una
reducción de la insatisfacción corporal. Al igual que en los estudios anteriormente
descritos, en las investigaciones de este grupo también se evalúo la satisfacción corporal
además de otras variables y de otros aspectos de la imagen corporal. Se utilizaron
instrumentos psicométricos diferentes y las investigaciones están realizadas en pacientes
operados con técnicas quirúrgicas distintas. El porcentaje de mujeres también fue mayor
que el de hombres en todas las muestras. Otro aspecto relevante de mencionar acerca de
los estudios que se expondrán a continuación es que para todas estas series, los
pacientes lograron una baja de peso significativa en el post operatorio.

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Recientemente, por ejemplo, Teufel, Rieber, Meile, Giel, Sauer, Hünnemeyer, Enck y
Zipfel (2012) en un estudio en pacientes operados de manga gástrica, investigaron los
cambios en la imagen corporal antes y después la operación, como también la relación
entre los cambios en la imagen corporal, el peso y la presencia de depresión mediante la
evaluación de estos datos en el preoperatorio y a 1 año de seguimiento. La variable
imagen corporal fue evaluada con cuestionario BIQ-20 (Body Image Questionnaire) que
mide tanto la auto evaluación de la apariencia y el bienestar emocional con el propio
cuerpo como también la percepción de salud, vitalidad e interés por actividades
corporales (sexualidad, baile, entre otras). Los pacientes reportan una pobre imagen
corporal previa a la cirugía, 1 año después, las auto evaluaciones negativas del cuerpo la
imagen, la vitalidad y dinámicas corporales mejoran significativamente; los síntomas
depresivos se reducen. No hubo correlación entre imagen corporal y la baja de peso o
ánimo.

Del mismo modo, Hrabosky, Masheb, White, Rothschild, Burke-Martindale y Grilo,


(2006) en un estudio también a 1 año de seguimiento examinaron: 1) los cambios en la
insatisfacción corporal y preocupaciones en torno al peso y figura pre cirugía (By pass
Gástrico), a los 6 meses y 1 año de la cirugía y si esos cambios se relacionaban o eran
paralelos a la baja de peso. Este estudio reveló que los participantes experimentaban una
considerable pérdida de peso los primeros 6 meses de la cirugía y continuaban
perdiendo peso entre los 6 meses y el 1er año. Reducciones significativas en la
insatisfacción corporal y preocupaciones en torno al peso y la figura fueron encontradas
a los 6 meses de la cirugía; sin embargo, éstas se estabilizaron a los 6 meses, mientras el
peso seguía disminuyendo. Interesantemente, las mejoras sustanciales en la
insatisfacción corporal y las preocupaciones relacionadas con la imagen corporal se
produjeron a pesar de que la mayoría de los pacientes continuaban teniendo sobrepeso y
obesidad, (llegando a los 6 meses a niveles normales en comparación con muestras
normativas) sugiriendo que considerables mejoras de la imagen corporal pueden ocurrir
aún cuando el peso normal no es alcanzado.

Los autores plantean dos hipótesis para explicar estos resultados: (1) que con poca baja
de peso la imagen corporal mejoraría y que ligeros descensos del peso podrían ser

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suficientes para mejorar la imagen del cuerpo, mientras que cualquier pérdida de peso
adicional tendría poca o ninguna influencia sobre la imagen corporal, (2) que los
cambios en la imagen corporal pueden ser explicados por otros factores mediadores
distintos a la baja de peso (Autoestima, ánimo, internalización estándar cultural de
belleza, expectativas, entre otras).La manera en que el cambio de peso está vinculada a
la imagen corporal debe ser examinada , pues pareciera no ser una relación directa sino
que estaría influenciada por estas variables alternativas (Hrabosky et al., 2006).

Otras investigaciones han encontrado que algunos aspectos de la imagen corporal


mejoran en el post operatorio mientras que otros no. Así, De Panfilis, Cero, Torre,
Salvatore, Dall’Aglio, Adorni y Maggini (2007) en una muestra de 35 pacientes que
incluía a participantes con diagnóstico de Trastorno por Atracones (37,1% en el
preoperatorio), evaluaron si la insatisfacción corporal mejoraba a 1 año de la cirugía
(Banda Gástrica) y si esa mejora se relacionaba a la baja de peso o la reducción de
síntomas del BED.

Como resultado se encontró que algunos aspectos de la insatisfacción de la imagen


corporal mejoraron post cirugía bariátrica (excesiva preocupación por la apariencia
física, conductas de evitación relacionadas con la imagen corporal, automonitoreo
compulsivo de la apariencia) y gravedad general de la insatisfacción corporal,
mostrando una reducción significativa en el post operatorio, mientras otras no
mejoraron (temor a engordar, sentimientos de extrañeza hacia el propio cuerpo y
malestar hacia partes individuales del cuerpo). Los aspectos que mejoraron no fueron
por cambios en el IMC sino por la mejora en el BED en estos pacientes. A conclusiones
similares llegan anteriormente Adami, Meneguelli, Bressani, y Scopinaro (1999), pues
encuentran que mientras que la satisfacción con el propio cuerpo y el atractivo físico
tienden a recuperarse en el post operatorio, otros aspectos de la imagen corporal tales
como la preocupación angustiante con el peso y la importancia excesiva atribuida al
cuerpo en las actividades de la vida cotidiana no llegarían a la normalidad. Estos
autores hipotetizan que, dentro del constructo de imagen corporal, algunos aspectos
psicológicos están estrictamente relacionados con el peso y la forma del cuerpo, y en
este sentido las alteraciones de la imagen corporal se explicarían por el estatus de

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sobrepeso; mientras que otros aspectos tales el miedo a reganar peso, la preocupación
angustiante con el peso y la forma y el auto desprecio, podrían reflejar sentimientos
internos, que son independientes de la morfología y que por tanto no se normalizarían
con la pérdida de peso. Además agregan que el temor a transformarse nuevamente en
obesos debe ser considerado como un constructo psicológico substancialmente diferente
del de la AN y BN, y que la relevancia del peso y la figura en personas obesas pareciera
estar relacionada principalmente con el desprecio social contra el sobrepeso, mientras
que la preocupación excesiva por el peso corporal en los trastornos alimentarios
reflejaría una verdadera alteración de la imagen corporal (Adami et al., Ibídem).

Todos los autores expuestos hasta ahora sugieren que los cambios en la imagen corporal
pueden ser mejor explicados por uno o más factores mediadores que no sean la pérdida
de peso, como la autoestima, ánimo, internalización de un estándar de belleza,
expectativas de la baja de peso, presencia de trastorno por atracones entre otras, y
recomiendan seguir estudiando en esa área.

Evidencia completamente diferente en cuanto a la asociación con la pérdida de peso fue


reportada por Kinzl, Traweger, Trefalt y Biebl (2003), en un estudio con una media de
seguimiento de 21 meses post banda gástrica, que encuentra que aquellos pacientes que
estaban más satisfechos con su apariencia física post operatoria mostraron
significativamente menos baja de peso que aquellos que no estaban satisfechos con su
apariencia física (38 vs 54 kg). La baja de peso estaba conectada con consecuencias
negativas para el cuerpo como la piel flácida, abdomen y pechos colgantes. Sin
embargo, al igual que los estudios anteriores, este estudio mostró que cerca de la mitad
de los pacientes tenían miedo de reganar peso a pesar de estar operados y ni un solo
paciente sentía que podía mantener el peso disminuido sin la banda gástrica.

A diferencia del grupo de estudios que muestra una asociación positiva entre la pérdida
de peso y la satisfacción corporal, este grupo de investigaciones expone que si bien
existen mejorías en la satisfacción corporal post operatoria, éstas no se explicarían por

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la pérdida de peso obtenida sino por otras variables mediadoras en las que es necesario
profundizar.

A lo anterior se suma la evidencia de que hay ciertos aspectos de la imagen corporal


como el temor a engordar (Adami et al.,1999; Kinzl et al.,2003; De Pánfilis et al.,2007;
Taufel et al.,2012) y las preocupaciones en torno al peso y la figura (Adami et al.,1999;
Hrabosky et al.,2006), que no mejorarían a pesar de una significativa y sostenida
pérdida de peso o que incluso mejorarían más con bajas menores de peso (KiInzl et al.,
2003) o cuando el peso aún no se a normalizado (Hrabosky et al.,2006).

Estas diferencias en los resultados, han sido explicados a la luz de que la imagen
corporal es un constructo complejo, que muestra diferentes respuestas a la cirugía;
subrayando la necesidad de emplear medidas multidimensionales para evaluarla
(Hrabosky et al., 2006;De Pánfilis et al., 2007; Taufel et al., 2012). Otra razón que se ha
postulado es que la inconsistencia en los resultados respecto de los cambios en la
imagen corporal post cirugía bariátrica, se debería al uso de diferentes instrumentos de
medición ya que se miden distintos aspectos de este constructo (Taufel et al., 2012).
Por último, se ha argumentado la necesidad de que el que seguimiento de estos
pacientes debe seguir existiendo varios años después de la cirugía, en particular cuando
la pérdida de peso se enlentece – o se regana -, para desarrollar una comprensión mayor
de los cambios a largo plazo en la imagen corporal(De Pánfilis et al., 2007; Taufel et al.,
2012).

Estudios cualitativos de satisfacción corporal y baja de peso.

Los estudios cuantitativos han mostrado en general que la satisfacción con la imagen
corporal mejora después de una cirugía bariátrica. Se conoce menos respecto de las
experiencias individuales, desde la perspectiva de los propios pacientes, acerca de los
cambios en la imagen corporal post cirugía bariátrica y cómo esos cambios han
impactado en sus vidas. Hay siete estudios cualitativos en la literatura de diversos países
que han buscado entender las experiencias de mujeres operadas de cirugía bariátrica
(sólo un estudio incluye en su muestra 2 hombres) respecto de su imagen corporal,

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además de otras variables. Una vez más, todos realizados en pacientes con obesidad
mórbida y/o megaobesidad.

Recientemente, Jensen, Petersen, Larsen, Jorgensen, Gronback y Midgaard (2013),


realizaron un estudio en 5 mujeres jóvenes (entre 20 a 25 años) con el objetivo de
entender la experiencia vivida sobre la imagen corporal después de la cirugía de
obesidad. Se llevo a cabo un análisis fenomenológico de distintos momentos: Antes de
la cirugía, en el presente y el en futuro.

Antes de la cirugía, las narrativas de los participantes son descritas como una imagen
puramente negativa y desalentadora. La vida diaria se caracterizaba por la presencia de
intentos fallidos de pérdida de peso, soledad y ausencia de experiencias exitosas. Las
participantes describieron sus vidas antes de la cirugía como un periodo sumamente
difícil en el cual ellas tenían pensamientos diarios sobre perder peso, sintiendo
insatisfacción y disgusto con sus cuerpos y su apariencia. Ellas empleaban
comportamientos evasivos para protegerse a ellas mismas, reflejándose en conductas
tales como evitar los espejos y conocer gente nueva. Además, en el discurso aparece
una baja autoestima, valoración personal y el miedo como emoción frente a lo que otros
pudieran pensar de ellas, reforzando aún más esta aversión a salir, evitando el contacto
social, escondiéndose habitualmente en sus casas; describiendo como la apariencia las
lleva a evitar eventos y actividades sociales, sintiéndose socialmente aisladas. Se
sienten avergonzadas por cómo se ven y prefieren estar solas. Esto se ve reflejado en la
frase: “tratas de ser invisible”. Estas vivencias previas a la cirugía bariátrica, son
compartidas por los estudios de Klassen, Cano, Scott, Johnson y Pusic (2012) y Cortés
(2012).

Las participantes describieron cómo habían sido víctimas de bullying y habían estado
expuestas a bromas por su apariencia física. La comida tenía un rol central en su
aproximación para regular y aliviar el dolor emocional. Ellas experimentaban la vida
como si fuera inmanejable. Estaban desilusionadas y carecían de confianza en sus
habilidades para cambiar su situación. Para estas pacientes la obesidad había afectado su
imagen corporal de tal manera que las había restringido en sus objetivos internos y sus

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actividades diarias, siendo el cuerpo percibido como el centro de atención. La cirugía es
vivida por las pacientes como la solución a un problema insoportable.

Post cirugía bariátrica, un tema recurrente en estos estudios es la insatisfacción corporal


a causa de la masiva la pérdida de peso, que lleva a muchos pacientes a quedar
descontentos con su apariencia por el enorme exceso de piel sobrante, tejido blando y la
flacidez en la piel (Magdaleno, Adami, Ribeiro, 2010; Magdaleno, Adami, Pareja y
Ribeiro, 2011; Cortés, 2012; Klassen, Cano, Scott, Johnson y Pusic, 2012; Gilmartin,
2013). Esto ha mostrado tener un impacto negativo en la autoestima (Klassen et al,
2012; Gilmarti, 2013), en algunos casos pudiendo desencadenar episodios depresivos
(Gilmartin, 2013).

El exceso de piel sobrante trae aparejado también problemas y preocupaciones físicas


(el exceso de piel trae complicaciones con el movimiento, formándose rozaduras e
infecciones en la piel) (Klassen et al., 2012), sociales, sufriendo mayor aislamiento
(Gilmartin, 2013), como también dificultades sexuales y de intimidad (Cortés, 2012;
Klassen et al., 2012; Gilmartin, Ibídem).

Respecto a las dificultades sexuales, se ha descrito que el exceso de piel tiene un


impacto negativo en las relaciones íntimas, generando inhibiciones por la piel floja y
colgante, lo que genera una profunda sensación de menoscabo en la intimidad (Klassen
et al., 2012; Cortés, 2012). Esto llega a generar en una mayoría de las pacientes que
ellas estén extremadamente autoconscientes acerca de su apariencia, sintiéndose menos
confiadas respecto a su funcionamiento sexual y separadas emocionalmente de la
experiencia. Tienen la necesidad de ocultar el exceso de piel con el uso de vestimentas
durante el acto sexual o luz baja (Klassen, Ibídem; Gilmartin, 2013).

Tanto en el plano sexual como en otros ámbitos, las consecuencias en la apariencia


física producto de la masiva pérdida de peso, genera como emoción emergente a la
vergüenza. Esto se ve reflejado en la mayoría de los estudios. Así, en lo sexual, la
vergüenza del cuerpo y la ansiedad por la apariencia en este contexto genera la evitación
de la intimidad con las parejas en un intento por manejar el estrés emocional que les
produce (Cortés, 2012; Gilmartin, 2013). Ahora bien, también aparece en lo cotidiano,

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donde la misma vergüenza y pena que antes era atribuida a la obesidad es ahora
atribuida a los pliegues, flacidez y cicatrices (Magdaleno et al., 2011; Klassen et al.,
2012), evitando los espejos e intentando cubrir y sostener el cuerpo con prendas
elasticadas para que no se note ante sí mismas ni ante los demás (Magadelno et al.,
2011; Cortés, 2012).

Para muchas participantes, esta imagen corporal fea impacta negativamente en su


autoestima. Las pacientes hablan acerca de cómo están preocupadas y conscientes
constantemente del exceso de piel (Klassen et al., 2012) que resulta en la adopción de
conductas que buscan esconder la piel lo más posible llevando cierto tipo de
vestimentas (Magdaleno et al., 2011; Klassen, Ibídem; Cortés, 2012) o abstenerse de
ciertos movimientos como levantar los brazos o mirarse al espejo. Esto puede promover
oscilaciones de ánimo y odio severo al cuerpo (Gilmartin, 2013). Hay una asociación
entre el cuerpo feo y la sensación de impotencia en los principales ámbitos de la vida
diaria. Las pacientes refieren explícitamente la baja autoestima en relación al cuerpo. La
piel sobrante es vivida como un obstáculo para participar de las actividades de la vida
diaria, como una fuente de desventaja (Gilmartin, Ibídem). Otros estudios encuentran
que la cirugía proporciona una mejora significativa en la autoestima asociada a la
experiencia de aceptación social (Magdaleno et al., 2011; Carrasco, Appelgren, Núñez y
Schlanbusch, 2014), la sensación de encontrarse de nuevo, recuperando la identidad
(Magdaleno et al., 2010) o la satisfacción con la baja del volumen corporal y el aumento
de posibilidades del uso de vestimentas y nuevos estilos de vestuario (Cortés, 2012;
Carrasco et al., 2014).

La insatisfacción por la flacidez y pérdida de tonicidad, genera el deseo de las muchas


pacientes de realizarse una cirugía plástica que pueda reparar este daño (Magdaleno et
al., 2011; Cortés, 2012); llegando inclusive a vivir estas consecuencias de la baja de
peso como fracasos terapéuticos, donde la expectativa de realizarse una cirugía plástica
es experimentada con la misma ansiedad y urgencia como cuando esperaban la cirugía
bariátrica (Magdaleno et al., Ibídem). Las zonas corporales que generan mayor
desagrado son el estómago, parte interna de los muslos, brazos, glúteos, pechos e
incluso cara (Cortés, 2012).

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No obstante lo anterior, hay que tomar en consideración que si bien la eliminación del
exceso de piel, lleva a mejorar la apariencia, salud física, generando una mejoría en la
salud psicológica y social (Klassen et al., 2012), también ha sido descrito que se
mantienen preocupaciones ahora en torno a las cicatrices de esta segunda intervención.
Esto ha sido observado en otros tipo de estudios no cualitativos (Song et al., 2006;
Mitchell, Crosby, Ertelt, Marino, Sarwer, Thompson, Lancaster, Simonich y Howell,
2008). Es notable observar como la insatisfacción corporal se mantiene pero
desplazándose a otras zonas del cuerpo.

Hasta aquí entonces, en general las investigaciones sugieren que la baja de peso lleva a
una marcada mejoría de la imagen corporal y atractivo, siendo una de las principales
razones para las mejoras psicológicas, mejor integración social y mejor calidad de vida
(Magdaleno et al., 2011; Klassen et al., 2012). Esta experiencia de reincorporación o de
lograr ser parte de la sociedad es compartida por la mayoría de los estudios; siendo una
de las ganancias más significativas de la cirugía la experiencia de reinserción y
aceptación social (Magdaleno, Adami, Ribeiro, 2010; Magdaleno, Adami, Pareja y
Ribeiro. 2011; Cortés, 2012; Carrasco et al., 2014).

La confirmación de la transformación corporal por otros, cambia el cómo los


participantes interactúan socialmente. El cambio corporal presenta experiencias de éxito
en contextos sociales y las afirmaciones de otros proveen a las participantes de un
sentimiento de empoderamiento (Jensen et al., 2013) que son una motivación para
continuar en la lucha contra la reganancia de peso (Magdaleno et al., 2010). Entonces, el
refuerzo positivo entregado por el entorno es manifestado como una gran estimulador
de la autoestima, las pacientes se sienten reconocidas y apoyadas a través de
comentarios respecto de los cambios en la imagen corporal después de la cirugía
bariátrica (Cortés, 2012).

Una posición completamente contraria a la anterior es reflejada en el estudio de


Gilmartin (2013) que estudia la percepción de los pacientes de la imagen corporal post
cirugía bariátrica y encuentra que una de las categorías emergentes es el sentirse
socialmente marginados asociado a la fealdad de la imagen corporal a causa de la piel
sobrante post cirugía. Se sienten vigilados y juzgados por el entorno social, sintiéndose

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blancos de observación y heridos por los demás. Así, el ser visible fue interpretado
como problemático. Hay que considerar que este es el único estudio que muestra
resultados tan radicales en esta temática.

A pesar de la ganancia social, se observan matices en las vivencias de los pacientes,


mostrado una suerte de visión doble acerca de la misma experiencia. Si bien la
integración social es una de las ganancias más significativas post cirugía bariátrica, ésta
se acompaña por diferentes ingredientes negativos que se podrían resumir como la
dificultad para tomar nuevos roles y vivencias después de la cirugía para la obesidad.
Por ejemplo, Magdaleno et al., 2011) muestran que si bien la pérdida de peso es
experimentada como una valiosa oportunidad de recobrar un lugar en la sociedad; es
también motivo de aprehensión y miedo debido a la visibilidad que comienzan a tener
para otras personas y a la pérdida de la posición protegida otorgada por la obesidad. Los
autores lo expresan de la siguiente manera: “mientras la obesidad justificaba el
aislamiento en relación a los otros y los sentimientos de rechazo, ahora deben ser re
expresados en una nueva estructura en donde la obesidad no juega ningún papel“ (pág.
338). Emergen nuevas experiencias de vida como expresiones de celos, desconfianza,
miedo y envidia por parte del entorno, que antes no existían. Lo anterior es compartido
por los estudios de Magdaleno et al., (2010), Cortés (2012), Klassen et al. (2013).
Entonces junto a la experiencia de integración aparece también la de indefensión,
debiendo aprender nuevos límites en las relaciones (Jensen et al., 2013).

La temática de la indefensión se ve acentuada por la tendencia de las pacientes a tener


expectativas irreales de cambio con la cirugía. Así, en el estudio de Magdaleno et al.,
(2011) cuando estas nuevas reacciones comienzan a aparecer después de haber creído
que su aceptación social estaba garantizada por la pérdida de peso, las pacientes pueden
sentirse profundamente desilusionadas, llegando a ser un factor desmoralizador y
desalentador en el proceso de pérdida de peso. Por su parte, Jensen et al. (2013)
expresan que la totalidad de la pacientes de su estudio consideraron a la cirugía como la
oportunidad de realizar sus sueños de tener hijos y formar familia y en Magdaleno et al.
(2010) la esperanza de resolver todos los problemas de su vida después de cirugía,
reflejándose en frases como: “pensaba que iba a ser feliz, tener novio” (pág 1088).

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Cuando las reacciones negativas no esperadas de los demás empiezan a ser evidentes,
las pacientes se pueden sentir profundamente desilusionadas y confundidas pues creían
que la aceptación estaba garantizada por conseguir ser delgadas (Magdaleno et al.,
2010). Desequilibrios en la familia y relaciones conyugales pueden ser factores que
desalienten la continuación del tratamiento (Magdaleno et al., 2011). En otros casos, los
pacientes sienten que su familia y amigos no dan apoyo a sus esfuerzos para perder
peso, sintiendo en algunos casos que sus familiares fueron sutilmente animándolos a
volver a su peso anterior y abandonar sus esfuerzos de mejorar su apariencia y salud
(Klassen et al., 2012). Como puede observarse, una vez más el refuerzo del entorno –
esta vez negativo – aparece como una factor de suma relevancia tanto para la manera de
sentirse de las pacientes (Cortés, 2012; Jensen et a., 2013) como para la continuación
del tratamiento, desalentando en algunos casos el proceso de baja de peso (Magdaleno
et al., 2010).

Siguiendo con las expectativas de la cirugía bariátrica, los estudios restantes muestran
que hay un no cumplimiento de la expectativa de tener un cuerpo diferente representado
por el ideal occidental de mujer (Gilmartin, 2013), o de no haber logrado un peso más
bajo al alcanzado (Cortés, 2012). Por su parte, Klassen et al., 2012, es el único entre
este tipo de estudios que incluye pacientes operados de cirugía bariátrica y posterior
cirugía plástica. Los autores encuentran que a pesar de la mejoría en la satisfacción
corporal y el bienestar general con la cirugía plástica, hay pacientes que están ahora
insatisfechos con las cicatrices de esta segunda intervención; preocupándose por su
tamaño, color, elevación y visibilidad.

Como puede observarse, es frecuente en los relatos de las pacientes el deseo de tener un
cuerpo bello o ideal dentro de sus expectativas de la cirugía bariátrica. Esto se refleja en
el deseo de tener un ideal de belleza occidental, representado por la aspiración de ser
delgada, joven, bronceada y con pelo largo, evocando autodesprecio y ansiedad por no
lucir joven y bonita (Gilmartin, 2013); siendo esta insatisfacción corporal un elemento
que contribuye fuertemente a la frustración de sus expectativas de ser bonitas,
saludables y tener un cuerpo funcional (Magdaleno et al., 2011). Lo anterior, inclusive

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después de intervenciones estéticas como muestra Klassen et al. (2012). Sin embargo,
un estudio nacional (Cortés, 2012), realizado en el Hospital Clínico de la Universidad
de Chile, revela una negación del deseo de tener un cuerpo bello que no aparece en las
otras investigaciones cualitativas, mostrando en el discurso una relación ambivalente
con la estética. En lo explícito se enfatiza la salud, excluyendo y menospreciando lo
estético, pero en lo implícito aparece como algo deseado. Lo anterior se refleja en que
ellas aluden a que las razones por las que se operaron fueron de salud “y no estéticas”,
pero al mismo tiempo aparece el deseo por un cuerpo delgado y el deseo de mejorar su
estética en frases como “Siempre ha sido tema de...como de querer, querer ser bonita,
querer ser delgada…” o “Me gusta lo que estoy viendo pero me gustaría verme mucho
mejor…. O sea me gustaría ser maravillosa…” (pág. 52). Así, las pacientes no
reconocen los deseos de verse mejor estéticamente como una motivación para la cirugía,
pero al momento de evaluar los resultados de la operación, describen sentirse
especialmente frustradas por no haber logrado una figura ideal.

En resumen, la investigación sugiere que la cirugía bariátrica es un procedimiento que


produce rápidos cambios físicos, sociales y emocionales y es vista por los pacientes
como una oportunidad de ser reincorporados y aceptados socialmente (Magdaleno et
al., 2011; Carrasco et al., 2014), como también un elemento de percepción de
autoeficacia, comparado con los intentos de pérdida infructuosos antes de la cirugía
(Jensen et al., 2013).

No obstante lo anterior, es relevante tomar en consideración que los resultados de la


cirugía bariátrica han sido evaluados por la pérdida de peso, por las mejoras en la salud
y los beneficios psicosociales alcanzados, apareciendo para estos autores claro que hay
que reparar en otras áreas de atención como el aislamiento social (Gilmartin, 2013) las
dificultades sexuales (Klassen et al., 2012; Cortés, 2012; Gilmartin, 2013), la vergüenza
corporal (Magdaleno et a., 2010;Klassen et al., 2012; Cortés, 2012; Gilmartin, 2013), el
no cumplimiento de expectativas tanto respecto al peso alcanzado (Cortés, 2012), como
el cuerpo deseado (Magdaleno et a., 2011; Klassen et al., 2012; Gilmartin, 2013) o de
cambios relacionales y de logro de objetivos de vida (Magdaleno et a., 2010;
Magdaleno et a., 2011; Jensen et al., 2013) que exceden al cambio corporal, como

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también el enfrenamiento a experiencias nuevas como los sentimientos de celos, envidia
y competencia por parte del entorno (Magdaleno et al., 2010; Magdaleno et al., 2011;
Klassen et al., 2012); los cuales están implicados en el debilitamiento de los beneficios
psicológicos a largo plazo (Magdaleno et a., 2010) como la continuación del tratamiento
(Magdaleno et a., 2011).

Se debe tomar en consideración la muestra de pacientes evaluados – obesas mórbidas y


megaobesas – donde la pérdida de peso es mucho mayor a lo que ocurre en las obesas
leves, lo que genera las complicaciones ya descritas a causa de la misma baja de peso.
No existen estudios cualitativos en obesas grado I operadas de cirugía bariátrica.

Los autores observan la necesidad de realizar estudios cualitativos que sirvan al equipo
de salud en el manejo de estos pacientes, con el objetivo de una mayor comprensión de
sus dinámicas psicológicas y los significados que la pérdida de peso tienen para ellos
(Magdaleno et al., 2010; Magdaleno et al., 2011; Gilmartin, 2013).

Estudios de desplazamiento del ideal de figura post cirugía bariátrica.

La literatura publicada acerca de los cambios en la imagen corporal post cirugía


bariátrica, están enfocados en evaluar si aumenta o no la satisfacción corporal de los
pacientes, pero esta comparación es respecto al punto inicial del peso, es decir, es en
relación al pasado (obeso), a la imagen previa de sí mismos y no al ideal que ellos
tienen (expectativa del punto ideal futuro); lo que podría explicar por qué en general, los
estudios muestran un aumento significativo de la satisfacción en el post operatorio.

Existen sólo dos estudios publicados a la fecha que sí consideran esta distinción, en
ambos se evaluó la percepción de los participantes acerca de su actual e ideal figura
corporal a través de Escalas de Figuras Corporales (Figural Drawing Scales), ambos en
pacientes con megaobesidad. Investigaciones previas han mostrado que la discrepancia
entre la actual e ideal figura corporal es un indicador de satisfacción en una variedad de
poblaciones (Cafri y Thompson, 2004; Martins, Tiggerman y Churchett, 2008). En este
tipo de escalas, números menores reflejan figuras más pequeñas.

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Uno de estos estudios (Munoz et al., 2010) evaluó los cambios en la figura corporal
deseada en 57 pacientes (82% mujeres) que buscaban cirugía bariátrica y a un año
postoperatorio; evaluando la percepción de los participantes acerca de su actual e ideal
figura corporal, pre y post cirugía bariátrica. Este estudio mostró que al año post
quirúrgico, el tamaño de la silueta actual se reduce pero también la ideal. Previo a la
cirugía los participantes reportan 4 puntos de diferencia entre la silueta actual y la ideal.
La silueta actual era casi el doble de la deseada (8,3 v/s 4,1, respectivamente). A 1 año
post cirugía el tamaño de la silueta actual se reduce (5,8), pero también su ideal (4,1 vs
3,3). Si bien aumenta la satisfacción de los participantes, el ideal se desplaza a uno
significativamente más delgado.

El mismo fenómeno fue observado antes por Song et al. (2006), quienes evaluaron la
percepción del cuerpo e ideales, la calidad de vida y el ánimo en 18 pacientes (16
mujeres) que se sometieron no sólo a una cirugía bariátrica sino también a una plástica.
La evaluación se realizó en tres momentos: Pre cirugía plástica (después de la masiva
baja de peso), a los 3 y 6 meses post cirugía plástica. El IMC promedio pre cirugía
bariátrica fue de 51,5 y el IMC al momento de la cirugía plástica fue de 29,4.

El estudio muestra que a los 3 meses se elige una silueta significativamente más delgada
como ideal de figura, comparada con la elección previa a la cirugía plástica. A los 6
meses no hubo diferencias significativas con la imagen ideal elegida pre cirugía
plástica. De la misma manera, a los 3 meses mejora significativamente la satisfacción
con la imagen corporal pero a los 6 meses se mantiene. Las áreas con mayor mejoría
fueron abdomen, nalgas, caderas y muslos, que son las que más insatisfacción corporal
genera post cirugía bariátrica. En cuanto a la calidad de vida, ésta mejora después de la
cirugía bariátrica y aumenta significativamente después de la cirugía plástica. El ánimo
se mantiene estable en todos los momentos.

Si bien la cirugía plástica mejora la imagen corporal, produce insatisfacción con otras
zonas del cuerpo, lo que para los autores sugiere que a medida que los pacientes se
acercan a su ideal, éste se mueve (Song et al., 2006). La satisfacción corporal mejora
con la cirugía plástica en las áreas intervenidas pero se revelan áreas adicionales de
insatisfacción. Los autores exponen tres hipótesis para explicar estos resultados: (1) la

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cirugía en ciertas áreas mostraría desproporción en otras zonas del cuerpo, y
adicionalmente, al remover grandes cantidades de piel se revelan otras áreas
previamente escondidas a la percepción de los pacientes, (2) el acercamiento a una
figura de normalidad en su apariencia los haría más susceptibles a los ideales delgados
del medio sociocultural reinante de este siglo y (3) la elección de siluetas más delgadas
no necesariamente indicaría insatisfacción, sino que al alcanzar sus metas, aumentaría el
deseo de lograr figuras más esbeltas. Así, este autor conecta el fenómeno del
desplazamiento del ideal de la figura con la percepción de autoeficacia, indicando que el
ideal de figura se modifica porque cambia la percepción de autoeficacia de los pacientes
al lograr bajar de peso. Munoz, et al. (2010) plantean esta última hipótesis como una
potencial razón para este movimiento en el ideal, agregando que estos pacientes, previo
a la cirugía bariátrica pueden no estar preparados para la baja de peso radical
experimentada en un período de tiempo relativamente corto, pues tienen en general una
larga historia de dietas fracasadas y por ello podrían “ir a la segura” al momento de
seleccionar su figura ideal antes de operarse. Debido a la rápida baja de peso
comúnmente experimentada con la cirugía, podrían haber ajustado su esquema de lo que
es una figura “realista” a la que ahora que bajaron de peso creen pueden alcanzar. Estos
hallazgos sugieren que una consecuencia de la rápida pérdida de peso puede indicar a
los participantes quelas figuras corporales poco realistas son alcanzables y que esta
nueva elección no necesariamente indicaría insatisfacción, sino que el logro en el
alcance de sus metas aumentaría el deseo de lograr figuras más esbeltas (Song et al.,
2006; Munoz et al., Ibídem). Si bien la hipótesis de la autoeficacia es plausible, no se
sabe si aplicaría a obesos leves operados, ya que a diferencia de los pacientes
megaobesos, no quedarían con obesidad o sobrepeso al bajar de peso, sino que en el
rango de normopeso.

Estudios de satisfacción corporal en obesidad leve

No existen estudios específicos de satisfacción con la imagen corporal en esta población


de pacientes

Hay un sólo estudio publicado hasta la fecha que además de considerar parámetros
médicos, como la baja de peso y el cambio en las comorbilidades, incluye la variable

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satisfacción, encontrando que la satisfacción aumenta en la mayoría de los pacientes,
excluyendo dos casos en los que mostró insatisfacción con la baja de peso a pesar de
haber sido sustancial (50% del exceso de peso) (Noun, Chakhtoura, Nasr, Skaff,
Choucair, Rkaybi y Tohme-Noun, 2012). Además este estudio mostró que un 33,6% de
los pacientes (86% de la muestra fueron mujeres) se habían ya sometido a una cirugía
plástica anterior, lo que muestra el grado de insatisfacción corporal de estas pacientes a
pesar del IMC menor.

Referencia

1.- “Satisfacción con la imagen corporal post cirugía bariátrica en pacientes con
obesidad leve”. Extracto de Tesis para optar al grado de Magister. Ps. Luciana Marín.
(2015).

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