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Determinantes biológicos del hambre y la saciedad
Hambre y saciedad
Hay múltiples señales orgánicas que regulan el momento de iniciar una nueva
ingestión de alimentos. Son señales principalmente digestivas de vaciamiento gástrico
e intestinal (mecánicas u hormonales). A ellas se suman señales sensoriales visuales,
olfatorias, gustativas, táctiles y también metabólicas, tales como el lactato, la glicemia
y las concentraciones de mediadores en el suero y en el sistema nervioso central
(aminoácidos como la tirosina). Estas señales son integradas básicamente a nivel de
centros hipotalámicos con la participación de péptidos y neurotransmisores. (2)
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corporal, con fluctuaciones estrechas o con un aumento estable y controlado cuando se
trata de un niño. (2)
Los centros hipotalámicos laterales se relacionan con el hambre y actúan cuando son
estimulados mediante neurotransmisores como el neuropéptido Y (NPY), que es un
potente orexígeno. Los centros ventromediales utilizan otros neurotransmisores, como
la vía de la pro-opiomelanocortina (POMC), y son responsables de la sensación de
saciedad. (1)
Señales a corto plazo que inducen la sensación de hambre son la ghrelina y las
disminuciones en las concentraciones plasmáticas de sustratos energéticos, como la
glucosa y los ácidos grasos que se producen en los periodos de ayuno. La ghrelina es
una hormona polipeptídica secretada por el estómago que promueve la ingesta de
alimentos al estimular la secreción hipotalámica de NPY e inhibir las neuronas POMC.
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Entre las señales a corto plazo que inducen la sensación de saciedad, se puede señalar
la estimulación vía neuronal de la distención gástrica por el mayor volumen de una
comida (mecanismo similar tienen los balones intragástricos) y también el retardo del
vaciamiento gástrico relacionado, por ejemplo, por alimentos ricos en fibras. Además,
las hormonas gastrointestinales (cuya secreción es estimulada por la comida), como
las colecistokinina (CCK) secretada por células duodenales, el glucagon-like peptide y
el péptido YY (PYY), secretados por las células L del intestino distal, producen
saciedad. (1)
La otra hormona que regula la ingesta alimentaria y el gasto energético a largo plazo
es la insulina, que tiene receptores hipotalámicos en las mismas áreas que los
receptores de leptina. La leptina y la insulina cumplen un papel modulador de las
señales de saciedad. Cuando el individuo tiene bajas reservas energéticas (masa grasa
disminuida), los niveles de ambas hormonas están disminuidos, con lo cual disminuye
la sensibilidad a las hormonas que producen saciedad, como la CCK. Como resultado,
aumenta el tamaño de las comidas, se produce un balance energético positivo, se
incrementa la masa grasa, con la consiguiente alza de leptina e insulina, que aumenta
la sensibilidad a las señales de saciedad que reducen el tamaño de la comida, logrando
un nuevo equilibrio. (1)
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La regulación de las sensaciones de hambre y saciedad son complejas porque están
interrelacionadas. Al parecer, los mediadores y señales privilegian la ingesta
alimentaria para asegurar una fuente energética indispensable para la vida del
individuo. Los efectos de las señales orexígenas y de saciedad se superponen en su
acción, de manera que la deficiencia en uno de ellos puede ser suplida por otros. (1)
REFERENCIAS