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El Principado

También ha sido llamada esta etapa Alto Imperio. En esta etapa los emperadores mantuvieron
la ficción de la existencia de la República, dejando funcionar algunas instituciones como el
Senado, los Comicios y los cónsules. Pero el emperador se reservó el derecho de comandar los
ejércitos y proponer los candidatos a las magistraturas y al Senado. El más importante
emperador del Principado fue Augusto. Augusto consolidó la Monarquía imperial; él fue el
"Princeps", es decir, el primero de los ciudadanos, pero también el "Imperator", es decir, el jefe
supremo de las fuerzas armadas, por lo tanto, el verdadero detentador del poder político
supremo; también recibió los títulos de "Pontífice Máximo" y "Padre de la Patria". Augusto
gobernó directamente las provincias "imperiales" (aquellas fronterizas y con presencia militar)
mediante sus legados, y en forma indirecta las "senatoriales" (las más interiores y pacificadas) a
través de la gestión del Senado. Durante el largo reinado de Augusto la cultura romana llegó a
su apogeo.

El Principado nació a partir de la acumulación de cargos realizada por el heredero de Julio César,
César Augusto, que tras la batalla de Actium (año 31 a. C.) acumuló los poderes de tribuno de la
plebe (inmunidad tribunicia y derecho a veto de las decisiones senatoriales), cónsul (gobernante
supremo de Roma, comandante en jefe del ejército y promulgador de leyes) y princeps senatus
(primer hombre del Senado).

Los emperadores que sucedieron a Augusto llevaron al Imperio a su máxima extensión


territorial. Claudio conquistó Britania (s.I d.C), y Trajano (siglo II d.C) conquistó Dacia (actual
Rumania) y Mesopotamia. Roma fue gobernada por una serie de emperadores destacados,
recordados la mayoría por su buen juicio, humanitarismo y sus políticas progresistas en
beneficio de la ciudad y sus provincias: Tito, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio.
Durante el gobierno de Vespasiano (s. I d.C) Roma destruyó el Templo de Jerusalén y
posteriormente su hijo Tito tuvo que afrontar las consecuencias de la erupción del Vesubio que
sepultó Pompeya y otras ciudades de la bahía de Nápoles. Trajano (s.II d.C) llevó los límites del
Imperio a su máximo; a partir de él Roma se dedicará a consolidar y defender sus conquistas.

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Octavio Augusto y el Principado


Depositada la confianza del pueblo romano en Octavio, tras su victoria sobre Marco Antonio,
asume aquél la tarea de restaurar la paz y la justicia, superando el caos moral, político y
económico de los últimos tiempos. En Octavio ven sus conciudadanos al princeps civitatis,
al primero entre los cives, al más digno para llevar a cabo la restauración y vigorización de
las viejas virtudes y tradiciones religiosas y nacionales.

Augusto instaura, en el año 27 a.C., el Principado, fórmula política hoy harto discutida. Varias
son, en efecto, las tesis preconizadas para definir el régimen augusteo: tesis de la restauración
monárquica, de la restauración republicana, de la idea del protectorado.

Por nuestra parte, creemos que es difícil calificar con rigor preciso la fórmula política
compleja puesta en práctica por Augusto. Nos acercamos, en todo caso, a la opinión que ve
en el Principado un régimen esencialmente monárquico, acaso no bien atisbado por los
romanos en los inmensos momentos.
- El príncipe acumula títulos y facultades
El princeps acumula en su persona una serie de títulos y facultades, que le son concedidas
formalmente por los supervivientes órganos republicanos. Tras renunciar al consulado, en el
año 23, recibe la tribunicia potestas, con carácter vitalicio; el imperium proconsulare
infinitum –no supeditado al límite del pomerium– y maius –superior al de los gobernadores
de las provincias senatoriales– y otra serie de facultades.

Augusto –pater patriae, Augustus, Imperator– asume una serie de poderes que le colocan en
situación preeminente sobre los demás órganos constitucionales.

El príncipe no es un magistratus. En el príncipe se encarna un nuevo órgano, de vida


permanente, investido con un imperium y una tribunicia potestas que contrastan con las
viejas notas de la temporalidad, la colegialidad y la responsabilidad, definidoras todas de la
vieja magistratura republicana.

Mantenidos formalmente por Augusto los antiguos órganos de la constitución republicana,


en situación de subordinación o de obligada colaboración, poco a poco pierden importancia.

- Las magistraturas en el Principado


Las magistraturas, con el acrecentamiento del poder del príncipe, quedan privadas de
atribuciones efectivas, perdiendo su viejo sello democrático en tiempos de Tiberio, al ser
elegidos los magistrados por el Senado y entre hombres de rango senatorial.

+ El Senado

El Senado cobra vigor en un primer momento, para perder luego su vieja y alta autoridad
política, absorbida por el príncipe. Si bien asume, al principio, la función electoral que antes
competía a las asambleas comiciales, más tarde tal función sufre grave quebranto, al
introducir el príncipe nuevos nombres en las listas o recomendar a los senadores la
candidatura de una determinada persona. Cuando menos, el Senado queda sujeto a una
obligada colaboración con el príncipe.

El nombramiento de senadores se hace por el príncipe, y puede recaer, a partir de Domiciano,


incluso entre personas que no han sido magistrados –adlectio–. Adriano da vida a una
organización general burocrática, a una Administración civil vinculada al príncipe, y
Septimio Severo decide de modo pleno en lo que atañe al nombramiento de magistrados.

Derecho Romano, Instituciones de Derecho Privado | Juan Iglesias | Páginas 23 - 26.

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