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1
Para poder efectuar un diagnóstico de los efectos de la globalización sobre la soberanía en
México, debemos aclarar aquello que entendemos por los términos globalización y
soberanía como punto de partida metodológico dentro de nuestro análisis. En efecto existen
diversas definiciones sobre la globalización o mundialización, pero me parece que el
concepto que mejor se ajusta a la crítica que levanto en este ensayo es el ofrecido por
Boaventura de Sousa Santos, quien afirma:
“Globalización es el proceso por el cual una condición o entidad local dada logra
extender su alcance por todo el globo y al hacerlo, desarrolla la capacidad de
designar como local a alguna entidad o condición social rival....Globalización es la
“globalización exitosa” de un localismo dado, encontramos en el fondo una raíz
local, un fondo cultural específico.”1
Es verdad que existe una “globalización hegemónica”, tan es así que los mexicanos cuando
pensamos en globalización queremos decir “americanización”, pensamos en la imposición
del modo de vida americano (the american way of life), tanto en el plano económico como
en el de las costumbres o en el ámbito cultural. Se trata de un ethos, por el que se entiende
un modo de vida que nos exige ser “modernos”, es decir, es un modo de vida o un
“espíritu”2 que demanda o solicita a la vida práctica de los miembros de una sociedad
moderna de producción y consumo un tipo especial de comportamiento humano, un
“espíritu” que solicita un tipo de humanidad que sea capaz de adecuarse al funcionamiento
de esa vida capitalista altamente tecnificada. Se trata en suma, del ethos solicitado por el
capitalismo, de entrega al trabajo, de racionalidad productiva, de un beneficio estable y
continuo, en definitiva de un ethos de “auto-represión productivista” del individuo singular.
1
Boaventura de Sousa Santos, Nuestra América: Reinventando un paradigma subalterno de reconocimiento y
redistribución, en Revista Chiapas, #12, México, D.F., 2001, p. 36.
2
Véase La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Max Weber, en el capítulo II nos explica lo que
significa espíritu del capitalismo, que nada que ver con “afán de lucro”, pues esa actitud ha existido desde la
antigüedad. Identificar capitalismo con “afán de lucro” es producto de un malentendido. Capitalismo en el
sentido weberiano es la racionalización del tiempo, en tiempo de ocio y tiempo de trabajo, la disciplina y el
método en las formas de vida, la valoración positiva del trabajo. Frente a esta idea de racionalidad
productivista y metódica, las formas tradicionales de vida fueron juzgadas como irracionales y se convirtieron
en los grandes obstáculos de las nuevas formas de ser moderno, prejuicio histórico que sigue prevaleciendo en
el juicio que efectúan los países desarrollados sobre los que están en vías de desarrollo.
2
Me parece que el resultado del orden civilizatorio del modo de vida americano, impuesto
hegemónicamente3 sobre las formas de vida local de los mexicanos, parece ser un tipo de
identidad construida exclusivamente para atender a la solicitación del modo de vida del
capitalismo, lo cual provoca que nuestras distintas formas de vida tradicionales, nuestros
usos y costumbres pierdan su forma natural y sean juzgadas como formas irracionales del
mundo, como si las formas productivistas de la vida social del mercado fuesen las únicas
posibles, las racionales, las mejores, y lo que me parece es aún más grave, sean
consideradas formas naturales, al grado de que la “competencia” intersubjetiva entre los
miembros del mercado se convierte en la única forma de convivencia, pues no tienen
aparentemente otra alternativa si quieren tratar de sobrevivir. De tal manera que la
competencia aparece como una estructura constitutiva de la naturaleza humana, es decir,
como formas innatas, cuando en realidad no son más que las “formas históricas de una
civilización triunfante”, como lo es la de Estados Unidos de América.
Con la intención de lograr la objetividad en el análisis hemos de revisar en la
historia económica de México, algunas de las contradicciones de los modelos de desarrollo
adoptados y hacer un diagnóstico del impacto de la globalización sobre la soberanía
mexicana. Para ello es necesario aclarar aquello que se entiende por soberanía como punto
de partida metodológico. Soberanía es el derecho de autodeterminación de un pueblo a
decidir sus propias formas de vida, es el poder en manos del pueblo, es ahí donde descansa
el Poder. Es la toma de conciencia de que quien toma las decisiones deben ser todos
aquellos que se han de ver afectados por las consecuencias de ellas. Por Poder me refiero a
la capacidad de los “sujetos políticos” de “poder poner las mediaciones para la
reproductibilidad, producción, ampliación y desarrollo de la vida misma”. En el sentido que
lo estoy empleando, Poder es distinto de Hegemonía, pues esta última implica coerción,
3
Véase el estudio de Raúl Ornelas titulado “Globalización y Hegemonía” en Política económica para el
desarrollo sostenido con equidad, vol I., UNAM, México, 2002, quien afirma que el término hegemonía se
refiere a los procesos a través de los cuales un grupo social o un Estado, alcanzan determinados objetivos
encauzando la acción de conjuntos más amplios (otros grupos y otros estados). Nos explica cómo en su
formulación clásica, la hegemonía está construida por los procesos de coerción y procesos de creación de
consenso. Es interesante cómo los procesos económicos también pertenecen o son elementos constitutivos de
la hegemonía. Aquí las relaciones de poder en el ámbito económico se conocen como el “liderazgo
económico”, cuyos elementos fundamentales son: la capacidad monopólica de los mercados y el liderazgo
tecnológico. Desde su punto de vista, el líder económico no es quien aplasta a sus competidores sino quien le
impone sus formas de funcionamiento a los demás, controla el mercado y obtiene la parte más sustancial de
las ganancias.
3
liderazgo, monopolio de la violencia, manipulación de consensos a través de la
mercadotecnia política y los medios masivos de comunicación. El Poder de los “sujetos
políticos” requiere de instituciones4 para su ejercicio, pues estas pertenecen al ámbito de las
mediaciones de reproductibilidad de la vida, sin ellas es imposible la auto-conservación de
la vida social. El sentido último de dichas instituciones debe ser la ampliación de la vida de
los miembros de una comunidad política, de lo contrario una institución se torna
“entrópica”5 e irracional, es decir, pierde su misión reproductiva.
b) Promesas de la globalización:
4
con las empresas extranjeras, cuya actitud pasa de la vigilancia a la cooperación y al
estímulo.
Una vez hechas nuestras distinciones categoriales, podemos comenzar por revisar algunas
de las contradicciones en los modelos de desarrollo adoptados por México. En primer lugar,
debemos recordar que desde los cuarentas hasta los ochentas, la estrategia de desarrollo
mexicano era “hacia adentro”, es decir, nos basamos en un modelo de sustitución de
importaciones, con fuertes medidas arancelarias para productos de consumo final con el
objetivo de evitar la competencia externa sobre la naciente industria nacional, la
proveeduría de recursos estratégicos baratos a la industria mexicana de reciente creación, la
formación de infraestructura económica reservada al Estado, como carreteras, puentes,
presas hidroeléctricas; en suma, una industria nacional fuertemente protegida, que creo
divisiones intersectoriales de crecimiento asimétrico y un creciente déficit en las finanzas
públicas. El resultado fue la formación de monopolios y fuertes oligopolios en las
principales industrias manufactureras mexicanas, el perdedor resultó ser el consumidor
nacional, quien pagaba precios muy elevados por los bienes de consumo duradero como
automóviles y aparatos electrodomésticos. Dicha política proteccionista provocó una escasa
integración del sector industrial manufacturero con el resto de la economía y un
desequilibrio industrial creciente, las ramas ganadoras fueron aquellas vinculadas al
proceso de internacionalización del capital, tales como la metalmecánica, la química y la
petroquímica.6
Una de las contradicciones más severas de la política de desarrollo mexicana
“orientada hacia dentro”, fue el sacrificio impuesto sobre el sector agrícola, quien financió
la industrialización de este país, en tanto las divisas obtenidas por las exportaciones de
productos agrícolas se emplearon para financiar las importaciones de bienes de intermedios
y de capital de la industria, sin reinvertir esos excedentes en el propio sector agrícola.
Además, México decide adoptar un plan de modernización basado en la industrialización a
6
Para conocer con detalle las contradicciones del modelo de desarrollo mexicano “orientado hacia dentro”,
desde 1940 a 1985, véase el trabajo realizado por Arturo Huerta en Economía Mexicana más allá del milagro,
Diana, México, D.F., 1991.
5
partir de 1940, a pesar de la utopía cardenista de tener como fin el desarrollo de la
agricultura.7 El plan de industrialización mexicano es contradictorio desde sus inicios,
porque sacrificó un sector agrícola que absorbía el 80% de la fuerza de trabajo mexicana,
mientras que apenas el 20% se encontraba en actividades manufactureras. Dicho plan de
industrialización no fue más que la reproducción del modelo europeo de industrialización8
iniciado a partir de la Revolución Industrial, quienes también sacrifican a sus campesinos,
sin embargo se dan el lujo de hacerlo porque poseían colonias que les abastecerían de los
productos agrícolas que Europa estaba dejando de producir, dichas colonias funcionaban
como los grandes graneros de abastecimiento europeo. En cambio, México no tenía estas
ventajas coloniales o imperialistas, el resultado fue una desarticulación del aparato
productivo agrícola con la consecuente pérdida de la autosuficiencia alimentaría que había
gozado México desde los sesentas, ello fue el comienzo de nuestra perdida de seguridad
alimentaria hasta nuestros días, al tener que importar los productos básicos de alimentación
del 80% de los mexicanos. La agricultura sigue siendo desde el nacimiento de México
nuestra materia pendiente.
Esta breve descripción de las contradicciones del modelo de desarrollo “orientado
hacia adentro” busca mostrar que las desigualdades intersectoriales en México no
comenzaron a partir del cambio de dirección hacia un modelo de desarrollo “orientado
hacia fuera”, con la liberación de la economía iniciada por el gobierno populista de López
Portillo y que continua con 24 años de gobiernos neoliberales, que van desde 1982 hasta el
2006. Las asimetrías y las desigualdades se agravaron con la apertura comercial, como lo
7
Véase A la sombra de la Revolución Mexicana de Lorenzo Meyer, quien analiza el fracaso de la utopía
cardenista de convertir la industrialización mexicana sólo un medio para fortalecer a la agricultura mexicana,
último fin del modelo de desarrollo cardenista. Sin embargo el resultado paradójicamente fue una gran
concentración industrial y un paulatino deterioro de la agricultura.
8
No es la primera vez que en la historia de nuestro país se dan estas contradicciones de reproducción de
modelos externos, cuyos procesos de funcionamiento exitosos en Europa y en EUA se imponen
hegemónicamente en México, tal es el caso del proyecto de nación del liberalismo mexicano, que no es más
que el proyecto de una minoría que impone su esquema al resto de la población, en contra de otra minoría
católica tradicional. La libertad y la igualdad eran conceptos vacíos, ideas sin contenido histórico concreto.
Los liberales fundan México sobre una noción general y abstracta de Hombre y no sobre la situación real de
los habitantes de nuestro territorio, con lo cual se sacrificaba la realidad a las palabras. Imitamos una
constitución afrancesada improcedente, me refiero a la de 1857, que no expresaba nuestras libertades
concretas, pues la realidad era la falta de libertad en concreto, acompañado de una forma de organización
económica feudal. Juárez intenta federalismo y le resulta un centralismo, intenta poner fin al sistema de
privilegios en la propiedad de la tierra y le resulta una nueva forma de latifundismo. Destruye la forma
comunal de propiedad de los indígenas, dando lugar a nuevas formas de privilegio que se extienden al
Porfiriato y que culminan con la Revolución de 1910, la cual a su vez trae aparejada nuevas contradicciones
como muestra el historiador Arnaldo Córdoba en Ideología de la Revolución Mexicana.
6
prueban los crecientes flujos migratorios de México a EUA y el déficit agrícola comercial
con EUA, por citar sólo algunos.
9
Sin embargo, en sentido estricto globalización la hemos tenido desde la fundación de México como nación,
si nos atenemos a la definición dada por Boaventura de Sousa Santos.
7
en los centros de consumo. Ahora este proceso productivo quedó fragmentado y sólo nos
queda la parte de la manufactura orientada a la exportación basada en la ventaja
comparativa de mano de obra abundante y barata, como factor atractivo a la inversión
extranjera directa. Dicha desarticulación del proceso productivo expulsa trabajo calificado
y se queda con trabajo poco calificado y mal pagado, es decir, con trabajo precario, ese ha
sido el inadecuado fundamento de nuestra competitividad como país, porque genera una
nueva categoría de pobreza que descansa en el hecho, por demás contradictorio, de que
entre más se trabaja más pobre se es. ¿Cómo se puede competir con una política de trabajo
precario y salarios por debajo de los de subsistencia, sin derechos laborales, como el de
seguridad social o el de retiro? Me parece un modelo de desarrollo irracional, en tanto
atenta contra la reproductibilidad de la vida de los mexicanos. ¿Cómo puede ser una ventaja
comparativa el fomentar un enorme ejercito de reserva para mantener el funcionamiento de
la industria maquiladora?¿Quién estará dispuesto a trabajar a un salario igual a cero? Estas
contradicciones no son las únicas, tenemos además el problema de la pérdida de soberanía
en el ámbito práctico-concreto, que no comienza a partir de la globalización, sino con la
liberalización del comercio iniciada en 1977 en el gobierno de López Portillo.
México muestra una pérdida de soberanía en su política económica a partir de los
setentas y hasta finales de los ochentas, como resultado de sus necesidades de
reestructuración de deuda externa. La génesis del endeudamiento mexicano en el periodo
citado, la encontramos en la insuficiencia de ingresos públicos para financiar los
requerimientos crecientes de gasto público, por una política de industrialización “orientada
hacia adentro” desde 1940 hasta 1977---cuando comienza la liberalización del comercio al
eliminarse los permisos previos a la importación---, y una política tributaria que no gravaba
adecuadamente ni suficientemente al capital. Ello acompañado de un déficit en el sector
externo y una disminución tanto del ahorro interno como de la productividad, provocó la
necesidad de conseguir liquidez externa para mantener los ritmos de inversión y evitar la
crisis de una recesión en la producción nacional. Es así como México comienza a firmar las
primeras cartas de intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari, quien adopta planes de ajuste de corte heterodoxo. El FMI
sería el organismo encargado de delinear qué política seguir, lo que conocemos como
8
programas de ajuste ortodoxo10. México con tal de obtener el financiamiento necesario para
mantener supuestamente el dinamismo de su economía, adopta sus políticas económicas
sacrificando sus metas de desarrollo de largo plazo, como son el crecimiento sostenido del
PIB y la generación de empleos. Es una contradicción que todos los programas impuestos
por el FMI fueron de corte recesivo, es decir, provocaran una disminución del crecimiento
económico y una elevación de la tasa de desempleo, la causa de ello es que entre sus
mecanismos de ajuste se encuentran: la contracción del gasto público y de la circulación
monetaria, es decir, políticas fiscal y monetaria restrictivas; liberalización creciente del
comercio exterior; aumento de la tasa de interés; devaluación del peso y contracción
salarial, entre otros.
Los efectos de dichas políticas económicas de corte restrictivo provocaron una
disminución del crecimiento económico, desempleo y pérdida de ingresos del trabajo y por
lo tanto, una reducción en los niveles de consumo de manera sistemática desde los setentas
hasta finales de los ochentas. A la aplicación de dichas políticas del FMI debemos las crisis
de 1982, 1983 y 1986 como se puede observar en el siguiente gráfico:
Gráfico #1
Crecimiento anual del PIB
10
8.525
8
1981 6.8 6.625
6
5.2
edio
3.425 3.575
2.8
2 2.2 1.925
1.75
1.275 1.35
0.825
0 -0.475 -0.15
-2
-3.075 2000
-3.45
-4
-6 1986 -6.15
1983 1994
-8
1982-2006
Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI, Cuentas Nacionales, varios años.
10
Existen dos tipos de programas de ajuste dentro de la política económica, cuya finalidad es abatir la
inflación y mantener el crecimiento del PIB de una economía, uno se le conoce como políticas de corte
ortodoxo y otro heterodoxo, la diferencia entre uno y otro está en lo que cada enfoque considera como causas
de la inflación. En el caso de los programas de ajuste ortodoxo, se reconoce como causa de la inflación a los
factores de demanda agregada, a saber, el gasto público; a diferencia de los programas de corte heterodoxo,
los cuales reconocen como causa de la inflación a factores de oferta, como el tipo de cambio, la tasa de
interés, los salarios, es decir, el aumento de cualquier costo de producción.
9
Los únicos elementos “aparentemente” positivos de dichas políticas de corte ortodoxo
fueron el asegurar el pago de la deuda externa, la obtención de nuevos créditos y la
recuperación de la confianza internacional, lo que permitía atraer capitales externos e
inversión extranjera directa. Sin embargo, esto no hacía más que endeudarnos11 más e
hipotecar nuestras genuinas políticas de desarrollo, postergando el avance en el abatimiento
a la pobreza y aumentando la brecha de desigualdad entre ricos y pobres. De tal manera, los
efectos de las políticas económicas mostraban su irracionalidad y su ineficacia desde el
punto de vista reproductivo, con la consecuente pérdida de soberanía dada la imposibilidad
de elegir nuestras propias medidas de política ligadas al crecimiento económico sostenido y
a la creación de empleos.
11
La deuda pública externa pasó de representar 12% del PIB en 1970 al 60% en 1982, año de inicio de la
primera crisis severa en la historia económica de México, debido a la caída internacional de los precios del
petróleo.
10
La pérdida de soberanía se aceleró en México a partir de los gobiernos neoliberales que
van de 1982 al 2006, como lo muestra la menor participación del Estado en la
administración y rectoría de la economía; la mayor participación del sector privado frente al
adelgazamiento del sector público, el incremento de la subpolítica ejercida por las empresas
trasnacionales; debilitamiento de los sindicatos frente al sector público y privado debido a
las altas tasas de desempleo, que en el gobierno de Fox (2000-2006) alcanzaron un máximo
histórico del 4% anual; favorecer al sector financiero y especulativo para atraer capitales;
concentración del ingreso en unas cuantas familias en la perspectiva de que ello se
traduciría en mayor ahorro, inversión y crecimiento económico. Las políticas neoliberales
en México son irracionales y contradictorias, pues no se ha logrado la prometida
homogenización de los niveles de bienestar de los mexicanos que prometían sus políticas,
ni la estabilización de las cuentas externas y fiscales tampoco.
Gráfico #2
11
Gráfico #3
12.3
13.9
Comercio 19.2 Manufactura
Fuente: Elaboración propia con datos de Cuentas Nacionales de INEGI y Banco de México.
México tuvo una pérdida de soberanía con la entrada al TLCAN porque perdió su objetivo
de lograr un mayor equilibrio en el desarrollo regional del país, pues su adopción no
consideró el mejoramiento específico de los desequilibrios regionales internos por medio de
una estrategia de compensaciones. En realidad los beneficios regionales del TLCAN han
sido diferenciados, para poder hacer un diagnóstico se deben analizar dos variables, una el
PIB por entidad federativa y la inversión extranjera directa (IED) por entidad federativa
desde 1994 al 200612. El análisis revela lo siguiente: Alta concentración del PIB en el
Distrito Federal, México, Nuevo León, Jalisco, quienes concentran la mitad del PIB total.
Los pocos estados que aumentaron su participación en el PIB nacional fueron
Nuevo León, Chihuahua, Baja California, Tamaulipas y Aguascalientes, de 1994 al 2006.
Las entidades más dinámicas en cuanto a crecimiento fueron: Aguascalientes y Querétaro
quienes aumentaron un 6% anual promedio y 3% en el PIB per capita. Otras entidades con
crecimiento significativo fueron Nuevo León, Guanajuato y Coahuila con 4% anual,
entidades de rango intermedio en cuanto a dinamismo económico fueron: Tamaulipas,
Tlaxcala, Yucatán, Sonora y Baja California. En cambio, las regiones estancadas con un
12
Véase el estudio realizado por José Gasca Zamora, Una década de impactos regionales y territoriales del
TLCAN en México en “Diez años de TLCAN en México”, ed Mónica Gambrill, UNAM, México, D.F., 2006.
12
crecimiento del PIB por debajo de la media nacional, fueron: Chiapas, Distrito Federal,
Morelos, Campeche, Hidalgo, Sinaloa, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y Nayarit.
Según el estudio de Gasca Zamora, es difícil mostrar una correlación directa y altamente
significativa entre el TLCAN y la dinámica del PIB porque no todas las entidades
federativas han orientado su producción al mercado de exportación, dado que todavía existe
un mercado interno intenso. En cambio, la variable que explica mejor la dinámica regional
con el TLCAN es la IED por entidad federativa.
México es el tercer receptor de inversión extranjera directa en países en vías de
desarrollo, quien recibió más de 142,000 millones de dólares de 1994 al 2004. En el 2003,
México se convirtió en el primer país receptor de IED de América Latina, de donde el 68%
provino de Estados Unidos de América (EUA). Con el TLCAN México ha adquirido una
mayor especialización a partir de ciertas ventajas comparativas para atraer inversiones, los
sectores atrayentes de IED son: Manufacturas electrónicas y eléctricas, automotriz y
autopartes, textil y confección, alimentos, bebidas y tabaco, químicos y plásticos y
comercio y servicios especializados. La recepción promedio anual de IED fue de 12, 598
millones de dólares de 1994 al 2004.
En términos de impacto regional con el TLCAN, se puede decir que existen
entidades ganadoras y perdedoras, entre las ganadoras encontramos al Distrito Federal,
quien recibió el 60% de la IED de 1994 al 2004, le sigue Nuevo León y otro grupo de
relativa importancia como: Baja California, Chihuahua, Estado de México, Jalisco,
Tamaulipas, Puebla, Sonora y Coahuila. Sin embargo, los beneficios no son integrales para
todos estos estados en su totalidad, pues se concentran tan sólo en ciertos municipios que es
donde se da más altas inversiones, a saber, Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez y Matamoros,
debido al eje de las maquiladoras en la frontera norte, y en productos muy específicos:
electrónica, aparatos electrónicos, plásticos, ensamble de equipo de computo, e industria
química.
El gran perdedor del TLCAN fue el sureste del país, en donde se ha puesto en
marcha el Plan Puebla-Panamá para expandir la infraestructura física de la región
(carreteras, presas hidroeléctricas). Se busca un mejor posicionamiento del sureste para los
flujos de inversión, con base en ventajas las comparativas que ofrecen sus recursos
13
naturales, su ubicación geográfica y su condición de proveedor de mano de obra barata y
abundante.
Gráfico # 4
Participación de las Exportaciones
1982
No Petroleras
22.4
77.6
Petroleras
Gráfico # 5
Participación de Exportaciones
2006
15.6
Petroleras
84.4
No Petroleras
Fuente: Elaboración propia con datos de Cuentas Nacionales de INEGI y Banco de México.
14
manufactureras, quienes se han convertido en el indiscutido motor del crecimiento de la
economía en general.
Las exportaciones de bienes y servicios han aumentado su participación en el PIB a
niveles superiores al 30% desde 1995. Sin embargo, debemos analizar críticamente estos
resultados positivos, pues la realidad es que las exportaciones presentan un problema
estructural serio, como es su fuerte concentración, tanto en el tipo de bienes exportados
como en el reducido número de empresas beneficiadas del proceso, aunado a ello
encontramos la poca absorción de empleo para la economía nacional como un todo.
En el estudio acerca de los efectos de la globalización en México del economista
Enrique Dussel Peters13, se destacan una gran concentración en el sector exportador
mexicano para 1993-1998, siguiendo su análisis podemos concluir de manera contundente
el siguiente diagnóstico:
3.-El alto crecimiento y desarrollo de las exportaciones a partir del TLCAN arroja la
siguiente contradicción: una pobre absorción de mano de obra y un baja aportación a la
formación de valor agregado nacional. Las principales empresas exportadoras, extranjeras y
13
Véase el estudio de Enrique Dussel Peters , México en la globalización en “Política económica para el
desarrollo sostenido con equidad”, Vol. II, UNAM, México, D.F., 2002, p. 13-47.
15
nacionales, participan muy pobremente en el empleo, con un 3.41% a nivel nacional
durante 1993-1998. Las empresas que concentran el 95% de las exportaciones, en promedio
3,400 empresas, incluyendo las maquiladoras participaron con apenas el 6% del empleo
nacional. Para comprobar el hecho de la baja participación de las empresas exportadores,
diremos que mientras que la población ocupada aumentó en 8.5 millones de personas, la
ocupación en las maquiladoras creció con apenas 822,000 empleos, de 1993 a 1998, cuando
en México se necesitan crear un millón de empleos por año. Un hecho todavía más
contundente de la falta de integración del comercio exterior en la vida nacional, es que el
90% del empleo generado en 1993-1998 corresponde a empresas cuyos vínculos con el
comercio exterior son mínimos.
16
intensidad de capital. En otras palabras, lo que para las empresas extranjeras es baja
intensidad de capital, para nosotros es una alta intensidad de capital, ello es resultado de la
brecha tecnológica entre EUA y México principalmente.
La creciente tendencia hacia la polarización en el desarrollo de la economía mexicana, ha
dado como resultado una creciente desintegración de los encadenamientos productivos de
los sectores más dinámicos de la manufactura con el resto del país. Aunado a lo anterior, no
olvidemos nuestro creciente rezago tecnológico; el sistema educativo de cualquier sociedad
es la columna vertebral de su desarrollo tecnológico, por lo que bajar el presupuesto a la
educación superior en el país como pretendía nuestro actual gobierno, es irracional y
equivale a un suicidio lento.
La globalización económica fomenta la deslocalización, es decir, que las decisiones
de política económica no las toman aquellos que han de ser afectados como consecuencias
de la adopción de ciertas políticas de inversión, por ejemplo, sino por el gobierno
colaborando con las empresas trasnacionales, que no sufren el impacto de sus decisiones
solo las contemplan, las viven de lejos como un “espectador imparcial”14 e indiferente. Lo
que me parece aún más grave es el problema de la impotencia en la que deja a las regiones
y comunidades que viven las “externalidades negativas”15 o “efectos colaterales” como
efecto de la instrumentación de las políticas. Esa impotencia es la pérdida del Poder del que
hablaba líneas arriba, en tanto las regiones son impotentes para elegir sus propias formas de
vida y sus instituciones encargadas de proteger sus vidas, las cuales se han desgastado,
debilitado y se vuelven ineficientes para acrecentar la vida. Al actuar en contra de su misión
reproductiva, sufren una inversión y se tornan instituciones entrópicas, contradictorias y por
tanto, ilegitimas desde el plano reproductivo, aunque sigan siendo legales.
Las estructuras económicas deben estar diseñadas para que el poder político y
económico estén dirigidos hacia abajo, hacia lo local en lugar de lo global (mundial),
debemos proteger lo “local globalmente”16, esa debe ser una alternativa a la “globalización
hegemónica”17. Las decisiones son tomadas de manera adecuada cuando se toman de cerca
de los individuos que han de ser afectados por ellas, esa es la razón de ser de algunos
14
Término empleado por Adam Smith en Teoría de los sentimientos morales.
15
Categoría económica para referirse a los efectos negativos de una acción positiva.
16
Ulrich Beck le llama a este fenómeno “glocalización” multidimensional.
17
Término empleado por Boaventura de Sousa Santos, a la cual le opone una “globalización
contrahegemónica”.
17
plebiscitos en Europa, por ejemplo, con respecto a la unificación europea, etc. Sólo por
citar un ejemplo, en la negociaciones del TLCAN, México no aceptó el trato de nación
menos favorecida, ese acto de soberbia seguimos reprochándolo algunos mexicanos.
México sufre una pérdida de soberanía a causa de la globalización, en tanto hemos perdido
aquel derecho democrático que a nivel formal nos prometía el derecho de
autodeterminación, pero que al nivel real se ha perdido en tanto nuestras formas de vida
están siendo amenazadas por la polarización y concentración de la riqueza industrial y
comercial, la pobre generación de empleos, el crecimiento del subempleo, la caída de los
salarios reales, que ha dado lugar un fenómeno conocido como “pobreza del trabajo”,el
desmantelamiento del Estado de bienestar, las privatizaciones de áreas no sujetas a
comercialización del mercado, porque conducen a una pérdida de desarrollo sustentable.
México sólo será capaz de defender su soberanía si logra que sus modelos
económicos de crecimiento tomen en cuenta las necesidades de empleo, equilibrio regional
e industrial, si se empeña en seguir invirtiendo en investigación tecnológica, en lograr una
sustentabilidad ecológica, en la defensa de sus recursos no renovables, en defender lo que
se conoce como herencia común: el agua, la tierra, el aire, los bosques, la pesca, pues la
vida de los mexicanos depende de ello. Defender la diversidad cultural de los mexicanos
pues toda nación tiene el derecho de resistir a la homogenización cultural. La
“globalización hegemónica” detesta la diversidad cultural porque cree que produce
ineficiencia, incertidumbre y un pérdida de ganancias. Los derechos laborales están
amenazados con los nuevos modelos de productividad de algunas empresas trasnacionales,
en especial, de las empresas maquiladoras, sin que el trabajador gane un salario justo o
tenga un derecho a jubilación pues son empleos temporales. En algunas empresas cuando el
trabajador tiene 10 años de antigüedad se le rescinde contrato con una liquidación y se le
recontrata, con la finalidad de no tener que pagar grandes sumas por retiro.
México sufre una pérdida de soberanía alimentaria al tener que importar grandes
cantidades de maíz y fríjol, base de la alimentación de los mexicanos, que están bajo el
poder de grandes monopolios, que amenazan a millones de productores campesinos al
destruir sus pequeñas economías de escala de producción de alimentos, ahora quien no
alcance el precio de compra de los granos, no sufre una “discriminación de precios” como
se dice en la jerga económica, sino una “discriminación de la vida”.
18
Toda esta falta de sustentabilidad del desarrollo de México provoca un rompimiento
del tejido social y un incremento de la inseguridad, los campesinos producen marihuana en
donde antes cultivaban jitomate. La tesis de que el comercio mundial agudiza la
competencia y conduce a reducir costos, situación de la cual todos extraen beneficios, es
claramente cínica. No se dice que una manera de reducción de costos es eliminando la
aportación humana al trabajo y a la producción. La economía globalizada ni eleva la
riqueza ni disminuye las desigualdades, sino lo contrario.
Me parece que lo más delicado es hacer del mercado total una especie de ente
metafísico, la sociedad mundial se falsea en términos de sociedad mundial de mercado, el
neoliberalismo es una forma ideológica de pensamiento y de acción unidimensional18, un
tipo de cosmovisión monocausal del economicismo. No todo se debe juzgar bajo la lógica
del mercado. Los elementos anti-capitalistas19 que no entran en la dinámica del mercado,
como son los fondos de pensiones para jubilación, los derechos laborales, de sindicación,
entre otros, se convierten en el fondo en un fundamento para la estabilidad de las
democracias.
Las políticas neoliberales son parte de un pensamiento unidimensional en tanto el
proceso de globalización es más complejo y no se debe reducir al ámbito económico. Sin
embargo, la crítica a la globalización como una forma de pérdida de soberanía en este
ensayo, tomó como hilo conductor el impacto sobre el crecimiento económico regional
desigual y la gran concentración de la riqueza industrial aunado a la pobre aportación al
empleo, como una forma de acercamiento al diagnóstico de la pérdida de Poder del Estado
nacional y de la sociedad civil mexicana. Dicho diagnóstico nos empuja a plantear la
necesidad de una globalización alternativa desde dentro del mercado y no fuera, es decir, si
consideramos al mercado como una institución y si como tal tiene la misión de reproducir
la vida humana, entonces podemos pensar en recuperar su sentido originario y buscar
alternativas dentro del mismo, pero no dentro de la lógica del mercado total como lo
conocemos históricamente dado el triunfo de un pensamiento unidimensional, sino
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El término “unidimensional” está tomado de Herbert Marcuse en su Hombre unidimensional y guarda el
sentido de la automatización de la vida de los sujetos sociales, aún cuando sus niveles de vida económico y
sus comodidades mejoren.
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Digo anticapitalistas no por una oposición política o ideológica, sino tan sólo en tanto no son productos
cuya finalidad sea la generación de ganancias dentro de un mercado capitalista.
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multidimensional. El planteamiento de esta posibilidad es parte de mi nueva línea de
investigación.
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