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Polinización

La polinización es el proceso a través del cual el polen (grano producido por las plantas que
contiene un individuo masculino) es transferido desde el estambre (órgano floral masculino)
hasta el estigma (órgano floral femenino). De esta forma, se produce la germinación y
fecundación de óvulos de la flor, lo que da lugar a la producción de semillas y frutos.

Polinización y Polinizadores

Los polinizadores, también conocidos como agentes polinizadores o vectores de polinización,


son los encargados de ejecutar el proceso de transferencia de polen de una flor a otra. Pueden
ser agentes abióticos (como el agua o el viento) o bióticos (animales). Estos últimos,
especialmente los insectos, son los encargados de polinizar más del 80% de las especies
flori ́feras del mundo. Las principales especies polinizadoras son las abejas, polillas, mariposas,
moscas, escarabajos y murciélagos.
Existen flores que pueden ser polinizadas por una gran variedad de vectores polinizadores (se
las llama generalistas), mientras que otras especies solo pueden recibir un género (se las llama
especialistas). En todos los casos, la polinización genera beneficios mutuos, tanto para la
planta como para el polinizador.

Beneficios de la polinización

Existen múltiples beneficios que brinda la polinización:

Permite la reproducción: para una gran cantidad de plantas con flores, su única posibilidad de
reproducción es a través de un vector polinizador que transfiera su polen

Garantiza la biodiversidad: el proceso de polinización animal permite que muchas plantas y


flores puedan coexistir en un ecosistema, fortaleciendo la biodiversidad y garantizando un
hábitat adecuado para otras especies.

Fortalece el sistema de producción agrícola: según la FAO, en sitios en que la polinización se


gestionó de forma adecuada, el rendimiento aumentó un 24%

Mejora la nutrición: muchos de los alimentos que se consumen a diario, requieren de una
polinización adecuada para poder llegar a la mesa.

Importancia de la polinización

La polinización constituye un proceso de vital importancia para la supervivencia de los


ecosistemas terrestres naturales y la continuidad de la producción de alimentos. Si no
existieran agentes polinizadores alrededor del mundo, sería imposible producir una gran
cantidad de alimentos que hoy permiten que el ser humano tenga una nutrición equilibrada.

Cabe destacar que, en sitios de expansión hortícola en los que no se ha garantizado la


polinización, se puede observar cómo se ha uniformizado el paisaje y se ha perdido
biodiversidad. Por este motivo, la presencia de agentes polinizadores es clave para avanzar
hacia una agricultura sostenible y para preservar las funciones de los ecosistemas agrícolas.
¿Cuáles son los tipos de polinización que existen?

Polinización directa

La polinización directa o autopolinización sucede cuando el grano de polen llega solo desde el
estambre al estigma de la misma flor. A estas especies se las denomina autógamas. La ventaja
de esta tipología es que, en caso de ausencia de agentes polinizadores externos, la especie
puede reproducirse igual. Además, prácticamente no existe desperdicio de polen, debido a
que los granos realizan distancias cortas. Algunos ejemplos de plantas autógamas son el maní,
la arveja, el frijol y el mango.

Polinización cruzada

La polinización cruzada ocurre cuando el polen se transporta de una planta a otra a través de
un vector externo. Existe polinización cruzada cuando intervienen insectos (abejas, mariposas,
avispas), aves (colibríes o murciélagos), agua o viento. Este tipo de polinización es necesaria
cuando los órganos masculino y femenino no están en la misma especie, o cuando aparecen en
momentos diferentes del crecimiento. El girasol, el almendro y los melones son algunos de los
muchos ejemplos de especies que necesitan de la polinización cruzada para reproducirse.

Polinización anemófila
Esta es una tipología de polinización cruzada producida por un factor abiótico: el aire o viento.
Las plantas anemófilas, como las coníferas o las gramíneas por ejemplo, producen grandes
cantidades de polen, debido a que esa es la única forma en la que aseguran la polinización.
Además, cabe destacar que el polen de estas plantas es liviano y flota en el viento.

Polinización entomófila

Se trata de una de las formas más conocidas: la polinización realizada por insectos. Los
vectores polinizadores más conocidos son las abejas, avispas, moscas, polillas, escarabajos y
mariposas. Los granos de polen que producen las especies entomófilas suelen ser grandes y
pegajosos, debido a que se adhieren al cuerpo del insecto que se encarga de la polinización.

Polinización por agua

Si bien no es un mecanismo de reproducción muy difundido, la hidrofilia es utilizada por


algunas especies que utilizan el agua para transportar su polen. En ciertos casos, las gotas de
lluvia pueden salpicar y trasladar granos hacia el estigma de la propia especie. En otros, el
polen de una flor puede flotar hasta llegar al órgano femenino, o trasladarse a través de
corrientes de agua para encontrase con los estigmas.

Polinización natural

Los casos de polinización directa, anemofilia, hidrofilia y entomofilia se consideran ejemplos de


polinización natural. Después de años de evolución, las especies han encontrado las
necesidades específicas que tienen para transportar su polen de forma natural y así
reproducirse. Todas estas tipologías se desarrollan naturalmente, sin intervención humana.

Polinización artificial

La polinización manual o artificial sucede cuando el ser humano reemplaza a la naturaleza


durante todo el proceso de polinización y controla la reproducción. Esta decisión se puede
tomar por dos motivos: si hay escasez de agentes polinizadores naturales en un cultivo
agrícola, o si se desea evitar alteraciones en la características específicas de una determinada
planta. Para lograrlo, se embolsan las flores para evitar que lleguen otros agentes, se recoge el
polen del estambre y se traslada hacia el estigma, y luego se vuelven a cubrir hasta que se
efectúe la fecundación.

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