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Julia Kristeva

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E SUJETO EN
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P OCESO

DICIONES SIGNOS
E
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SERIE: S em iótica
Dirigida por Rodrigo L. Navarro M. y
J. Javier Navarro M.
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Julia Kristeva
Título de la edición original:
“Le sujet en procés”

Trabajo leído en el coloquio sobre Antonio Artaud en el


Centre Culrurel de Cerisy-la Salle, dirigido por Phillippe Sollers
en Julio de 1972 y publicado en la revista Tcl Qucl de la Ed.
du Scuil. París,
*

Traducción: ^ *
Rodrigo L. Navarro M.
%

Revisión:
J. Javier Navarro M. y
Cecilia Moncalcano

EDICIONES SIGNOS CALI COLOMBIA S. A.


Calle 8 N? 5-61. *

Una publicación de la FUNDACION


PARA LA INVESTIGACION CIENTÍFICA
Y LA CULTURA

• ♦•

Impreso y hecho en Colombia por • i

Editorial Lealort, Medellín.


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INDICE

INTRODUCCION 9
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EL SUJETO EN PROCESO 17
El repudio y la Pulsión . ••• 41
*

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N

La rotación de Ja .cora . .60,


Un “lenguaje” sin exterioridad 85-
* • 1

El proceso del sujeto y la representación del


proceso histórico i ^
107,

DISCUSION Jl7

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INTRODUCCION

El presente ensayo de Ju lia K risteva forma


p arte del conjunto de las com unicaciones e inter-
venciones realizadas del 29 de junio al 9 de julio
de 1972 en el C entro C ultu ral Internacional de
C erisy-la-Salle d u ra n te el coloquio dirigido por
P hilippe Sollers y cuyo títu lo era: Hacia una Re­
volución C ultural: A rtaud, B ataille. Este título
es eco de un m ovim iento ex trao rd in ariam en te im­
portante, aunque no menos incom prendido e igno­
rado, La G ran R evolución C u ltu ral P ro letaria Chi­
na. En un p rim er m om ento la aproxim ación no
deja de adm irar. A parentem ente, no existe ningu­
na relación en tre estos dos títulos, fu era de la ho-
mofonía. Pero, La Revolución C u ltu ral Prolétaria,
como continuación in in terru m p id a de la etapa so­
cialista, apunta a una transform ación de las “prác­
ticas significantes”, al mismo tiem po que de la con­
ciencia política de las masas, de la econom ía, de
la producción, etc. Pero, ¿qué se entiende por
“práctica significante” ?
Vivimos en una totalidad social, que a diferen­
cia de los grupos anim ales, im plica el lenguaje co­
mo condición indispensable p ara su desarrollo. Es
decir, el lenguaje como práctica real del pensa­
m iento, tal como lo entiende M arx, en la Ideolo-
9
gía Alemana íl>. El lenguaje es un sistema de sig-
nos. Pero este sistema de signos se transforma
constantemente al ritmo de los cambios sociales y ,
a su vez incide en la transformación. Por tanto,
se entiende por ^práctica significante” el proce*
so de constitución de un sistema de signos pe­
ro también el proceso de su destrucción y atrave-
samiento. Sin embargo, y esto constituye el apor­
te central de Julia Kristeva en este ensayo, es só­
lo gracias a la subjetividad (“el sujeto en proce­
so”) . a la puesta en proceso del sujeto hablante,
del sujeto de la ideología como soporte de la iden­
tidad o como soporte (o agente) de las relacio­
nes de producción, como se obtiene esta modifi­
cación de los sistemas de signos. Es pues, una re­
futación de la tesis mecanicista de Althusser, que
afirma la existencia de un “proceso sin sujeto”.
Así como, de una manera monumental, las ma­
sas revolucionarias chinas, producen la ruptura
con el mundo de las ideas y prácticas burguesas
(que constantemente reaparecen, de ahí, como lo
afirma Mao, la necesidad, no de una, sino de mu- j
chas revoluciones culturales) así también la prác-j
tica poética de sujetos como Artaud, Bataiile, Lau-
treámont, incide en la ruptura de/con el “lengua-
je” burgués, guardadas, por supuesto, las debidas ¡

i . " .el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real


que existe también para los otros hombres y que, por lo
tanto, comienza a existir también para sí mismo; y el
lenguajenace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios
del intercambio con los demás hombres''. Carlos Marx y Fede-
ricoEngels. La Ideología Alemana. Ediciones Area de Noé.
Cali, i975; p. 31
10
proporciones, pues una revolución en lo “signifi . *
cante”, sólo es posible si form a parte de la activi­
dad política que apu n ta a transform ar radical­
mente las estru ctu ras sociales.
Com prender esto,-im p lica aceptar la necesidad
de una teoría de la su b jetivid ad , de una teoría de
la constitución del sujeto. A este respecto dice Ph.
Sollers: “ H acer del su jeto un afuera trascenden­
te o negarlo eq u ivale, desde el punto de vista del
m aterialism o dialéctico, a una negación de la dia­
léctica. N o inscribir la cuestión del sujeto en el
m aterialism o dialéctico, es “ d e ja rlo ” al idealismo,
es colaborar con lo que L enin llam a la “ ceguera
su b jetiva ” , es perpetuar una ruptu ra entre lo sub­
jetivo y lo o b jetivo donde ve M ao Ja seña] de to­
do dogm atism o, como de todo revisionism o. Kxis-
ten aquellos que no ju e g a n m ás que por el sujeto
(trascendental) y la ideología (h u m an ista), etc.:
los idealistas am enazados por el m aterialism o his­
tórico. Y h a y quiénes no quieren saber nada de
la ideología, del sujeto, etc.: los m aterialistas me-
canicistas y m etafísicos, y por tanto, idealistas en
últim a instancia, am enazados por la dialéctica m a­
terialista. Si el su jeto es para ustedes solam ente
una ilusión idealista, no nos hablen del d e s c u b ri­
m iento cien tífico de F reu d ” . (T c l-Q u e l No. 56,
p. 3.'1).
Se trata pues, tam bién del “ descubrim iento
científico de F r e u d ” . Q u ien es se preocupen por el
conocim iento de la su b jetivid ad y de su inserción
9i e incidencia en la práctica social y significante,
r no parirán zafarse de una investigación seria del
i psicoanálisis. L a polém ica entre m arxism o y psi­
i
coanálisis no term ina aún. Pero ya parece despe-

11
Julia Kristeva. integrante del grupo de la re­
vista Tel QueL ha orientado el estudio de la Se­
miótica y de la Literatura, a nuestro parecer con
indiscutible acierto, por derroteros que conducen,
sin hesitación, al punto de confluencia de la cien-
cía de la producción social, el Materialismo His-
rico, con la ciencia de la producción de la subje-
tividad. el Psicoanálisis. Punto de confluenc ia
ciertamente, donde se teje la red de la Historia
•Monumental ^ y donde deja sentir sus efectos, ^en*
la forma de la no presencia, el sujeto de la prac-
j
tica.
a partir de la dialéctica m aterialista tal como Mao
TsV-Tung representa su salto cualitativo en su ex­
periencia práctica que es la de las m asas chinas”,
Efectivamente, la topología del sujeto en proce-
esta situada en ese lugar inubicable donde se
realiza “sin la diferenciación petrificada en tre su­
jeto y objeto” el proceso de la significancia. Es,
pues, en una práctica de subversión donde hace
irrupción el repudio esquizoide que rom pe este
momento —estasis donde se presentifica el contra­
no— solidario dei proceso de la práctica signifi­
cante. ei llamado sujeto unario o sujeto de lo sim­
bólico consolidado como soporte de las relaciones
de producción. Este sujeto de la estasis es pulve-
‘ rizado por el impetuoso furor de las pulsiones li­
beradas. encarnadas en el receptáculo móvil que
Platón ya había caracterizado m uy adm irablem en­
te en el Timeo pero que K risteva, trabajando el
concepto, le asigna un lugar preciso en la m ate­
rialidad de la diada pulsional, extrayéndolo así de
su funcionamiento metafísico que tenían en el pen­
sador griego. Esta cora semiótica, como se le de­
signa en ei T im eo , y cuya denominación conser­
va Kristeva, al irrum pir en la síntesis-unaria de
la estructura social y bajo la fuerza del repudio,
rompe y al mismo tiempo teje la organización
simbólica donde hunde sus raíces el sujeto-sopor­
te. Este doble gesto responde a la dialéctica pro­
pia del proceso de simbolización donde tiene lu­
gar el juego conflictual de la pulsión de muerte,
conceptualizada como repudio, y la pulsión estruc­
turante que introduce ei deseo paranoide.
El sujeto en proceso es el motor de la historia.
Por eso más bien que hablar de “causalidad me-
tonímica” y de la abstracta eficacia de una causa
13
ausente que en el fondo responde a la concepción
de ia codificación digital, asociada a la noción de
discontinuidad y al ordenamiento discreto de los
elementos culturales, deberíamos hablar de causa-
lidad metafórica. En realidad ninguno de estos
dos términos tiene demasiado valor en sí ya que
la categoría de causalidad cada vez pierde más su |
sentido y el términoo de metáfora no es más que
una imagen. Pero de todas maneras esta última
denominación nos aproxima al código analógico
que predomina en la psicosis con el que creemos
que es necesario modelar la dialéctica de la nega-
tividad: la pura friabilidad esquizoide, la pura
pulsión de muerte que no existe más que ha­
ciendo parte del intrincado juego diádico donde
ia pulsión de vida y su fuerza unificadora intro­
ducen la síntesis necesaria para regular o equili­
brar ei proceso h istórico-s ocial. Si el repudio apar­
ta violentam ente de la comunicación y del senti­
do, el deseo paranoico de ia identidad homosexual
con la Ley del Padre ejerce una fuerza igualmen­
te violenta de atracción sintetizante que evita que
e l e stallido pulverizador aniquíle irrem ediable-
m en te en signo.
Postular un proceso sin sujeto es mantener la
ilusión m etafisica de un juego de las contradic­
ciones y d e las diferencias en abstracto, ideal, sin
sosten material;, Afirmar que las relaciones de p ro-
d u cción son e l m o to r d e la h is to r ia no es, por
cierto, n in gu n error teórico; pero escamotear de
la d i a l é c t i c a m a t e r i a l i s t a l a
participación activa delasubjetividadysuinteracción en la práctica
p r o d u c tiv a sí lo e s. E lu d ir e l su je to d e l proceso
para asignarle un m odesto lugar de suporte es ce-
d er ab su rd am en te a la ab stracción .
L as r e l a c i o n e s d e p r o d u c c i ó n se r e a l i z a n e n t r e
in d iv id u o s c o n c r e t o s . L o q u e n o q u i e r e d e c ir q u i ­
las r e l a c i o n e s d e p r o d u c c i ó n a g o t e n las r e l a c i o ­
nes s o c ia le s n i q u e el s u j e t o , y a s e a el d e la p r o ­
ducción, o el d el s o p o r t e , s e i d e n t i f i q u e con el in ­
d i div u o c o n c r e t o , e m p í r i c o . P u e s si el in d i v id u o
p u ed e s e r c o n t a b i l i z a d o c o m o u n o s u s u b j e t i v i d a d
t r a s c ie n d e e s t e u n o h a c i a la u n i d a d so cial o h acia
su e s ta llid o .

La e s t r u c t u r a l ó g i c a d e la s u b j e t i v i d a d esta
d e t e r m i n a d a p o r la ‘‘l ó g i c a d i a l é c t i c a del p ro ceso
de s i m b o l i z a c i ó n ” q u e J o s e p h G o u x d e s i g n a c o m o
la lógica d e las f o r m a s h i s t ó r i c a s y s o c i a l e s riel i n ­
te r c a m b i o en g e n e r a l e n t o d o s los n i v e l e s en q u e
exalte el i n t e r c a m b i o , p e r o la s u b j e t i v i d a d no es
h o m o g é n e a , e s t a t e j i d a , e l la t a m b i é n , con la m a-
y a de la c o m b i n a c ion a b i g a r r a d a de los t r o q u e l a ­
dos q u e los d i f e r e n t e s n i v e l e s d e la r e p r e s i ó n so­
cial o r g a n i z a s e g ú n u n a d i a l é c t i c a a u n poco ex-
p lorada de la a f i r m a c i ó n , d e la n e g a c i ó n , de la
n e g a c i ó n de la n e g a c i ó n y de la h e g a t i v i d a d . El
mo d e l o lo g ic o d el s u j e to h i s t é r i c o , o b s e s i v o , esquí-
zo pa r a n o i d e , r e s p o n d e , c a d a uno, a una combina-
ción m u y p r e c i sa, p e ro n o m e n o s c o m p l e j a su-
jeto s o c ial u b i c a d o c o n r e s p e c t o a su posición en
la e structu ra s o c ia l.

O t r o e r r o r , c u ya p e r t i n e n c i a q u e r e m o s señalar,
e s l a c o n f u s a i d e n t i f i c a c i ó n d e l s u j e t o con una c la-
se social d e t e r m i n a d a . Y a u n q u e es i n n e g a b l e q u e
e n t r e e l l o s e x i s t e n e s t r e c h o s v i n c u l o s , no se deb e
negar q u e el c o n c e p t o a b s t r a c t o f o r m a l de c l ase
social, no r e c u b r e , el m i s m o c a m p o d e l s u j e t o que
r e p r e s e n t a l o s i n t e r e s e s di c ha c lase.
En la presente traducción aparecen algunos tér­
minos que se apartan sensiblemente del sentido
con que han sido vertidos al español por Alberto
Drazul. Tomaremos para ejemplificar esto' el tér­
minos “rejet” que según la versión citada apare­
ce como rechazo. Hemos preferido, para darle una
acepción que no traicione las intenciones de la
autora, la noción de repudio equivalente a la de
Verwerfung con que Lacan especifica el mecanis­
mo del rechazo primordial del sicótico; conservan­
do la noción de rechazo para significar la Aussto- ;¡

ssung que indica la expulsión fuera del sujeto.


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J. Javier Navarro M.
Rodrigo L. Navarro M.

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EL SUJETO EN PROCESO

Un discurso teórica no podría pretender “dar


cuenta” de un funcionamiento significante que
nuestra cultura sólo acepta relegándolo, en el ar­
te, es decir en las bibliotecas o en los coloquios.
Cuanto más, podría intentar intervenir en los sis­
temas conceptuales admitidos y en curso, a partir
de la experiencia que el sujeto mismo de la teo­
ría pudiera tener de este funcionamiento. Se tra­
tará pues; en lo que seguirá, por una parte, de una
tentativa intra-teórica con consecuencias ideológi­
cas (pero en ningún caso de un “agotamiento de
la experiencia” de Artaud). por otra parte de una
.invasión a la neutralidad teórica positivista por
la experiencia misma del sujeto de la teoría, por
su capacidad de- ponerse en proceso, de atravesar
el encierro de su unidad aunque sea escendida, y
• de tornar enseguida al lugar frágil de la metalen- ..
gua para enunciar la lógica de este proceso entre-
j visto si no sufrido.
En los límites así precisados, presentaremos las
tesis siguientes:
1. En sus avanzadas más audaces, el sicoaná-
I lisis actual, lacaniaño, propone una teoría del su-
¡. jeto como unidad escondida, surgida y determi-*
i nada por la carencia (el vacío, la nada, el cero,
I. según la doctrina de referencia) y en busca insa-
| dable de un .imposible que configura el deseo me-
* tonímico. Este sujeto -que llamaremos “sujeto una-

17
e '■
rio”, sometido a la ley de lo Uno que revela ser
el Nombre del Padre, este sujeto de.la filiación o
sujeto-hijo es en. efecto lo no-dicho o si se quie­
re la verdad del sujeto de la ciencia pero tam­
bién del sujeto sujetado del organismo social (de
la .familia, del clan, del Estado, del grupo). Que
: todo sujeto, por cuanto es sujeto de una sociedad,
supone esta instancia unaria escindida que Freud
fue el primero, en enunciar con la tópica Incons­
ciente/ Consciente, es lo que el sicoanálisis nos di­
ce llamando la atención hacia lo que constituye
el sujeto, es decir la represión originaria. Si esta
represión originaria instituye el sujeto al mismo
tiempo que instituye la función simbólica; institu­
ye también la distinción significante/significado
en la cual Lacan ve la determinación de “toda cen­
sura de orden social (1>. El sujeto uñarlo es el su­
jeto qúe se instituye por esta censura de orden,
social.
Sin embargo, por ser constitutiva, esta censu­
ra y el sujeto que ella instala no se comportan
según una ley universal. No podemos hacer toda­
vía la historia de su aparición a través de la his­
toria de la humanidad, el desarrollo de las fuer­
zas productivas y los modos de producción que le
corresponden; el libro de Deleuze y Guattari El
Antiedipo <a> es la primera tentativa en este sen­
tido. Sólo podemos constatar —empíricamente por
el momento— prácticas significantes que parecen12

1. “Introducción al comentario de J. Hippolyte sobre la £Ver-


nainung’ de Freud” , Escrits, Ed. du Senil, 1966, p. 372.
(Escritos, II Ed. Siglo XXI, 1975, p, 133).
2. Ed.. de Minuit, 1972. (Barral Editores, 1973).

18.
testimoniar otra economía. Para no tomar más
que algunos ejemplos, la Grecia presocrática con
Heráclito, Anaxágoras o Empédocles, La China
< del “modo de producción asiático” y la sociedad
capitalista sobre todo a. partir del fin del siglo
XIX, proponen textos en los cuales se señala una
práctica donde el sujeto uñarlo, para ser un polo
indispensable que asegure la verbalización (la
puesta en lengua), es destruido, licuado,. excedi­
do por lo que llamamos “el proceso de la signifi­
cancia”, esto es de las pulsiones y operaciones se­
mióticas pre-verbales (lógica si no cronológica­
mente anteriores al fenómeno del lenguaje). En
este proceso, el sujeto unario que ha descubierto
1 el siconálisis es sólo un momento, una fase de de­
tención, digamos una estasis, excedida por. el mo­
vimiento y amenazada por él. El proceso del que
se trata no sólo es una “topologización” o una di­
námica espacial siempre subumible -bajo lo Uno.
Tiende a repudiar hasta la división misma incons­
ciente/ Consciente, Significante/Significado, es, de­
cir hasta la censura misma en la que se instau­
ran el orden social y el sujeto.
El proceso disuelve también al signo lirigüísti-
*■ . c o y a su sistema (la palabra, la sintaxis), es decir
hasta la garantía más sólida y primera dél sujeto
unario. La glosolalia o los “eructos” de Artaud
repudian la función simbólica y liberan las pul­
siones que esta función reprime para constituirse
y cuya disposición sobre y a través del cuerpo del
sujeto constituye, la topografía de su fragmenta­
ción y de su catsetización sin retraso, sin différan-
ce *, en la materia biológica y social a-simboliza-
* Cf. esta categoría en ha Différance de Jacques Derrida, pu-

19
da pero siempre ya organizada. Esta red pulsional
que se podrá leer por ejemplo a través de las ba­
ses pulsionales de los fenómenos no-semantizados
de un texto de Artaud, representa (para la teo
ría) el lugar móvil-receptáculo .del proceso, que
toma el lugar del sujeto unario. Un lugar tal que
vamos a llamar una cora es la representación*3

blicado en Teoría de conjunto, Ed, Banal, Barcelona, 1972


(N. del T.)
3. Recordamos brevemente que en la acepción de Platón la
cora (kwpa) designa un receptáculo móvil de mezcla, de
contradicción y de movimiento, necesario al funcionamiento de
la naturaleza antes de la intervención teleológica de Dios, y que
corresponde a la madre: la cora es una matriz o una nodriza
en la cual los elementos existen sin identidad y sin razón. La
cora es el lugar de un caos que es y que deviene, previa a la
constitución de los primeros cuerpos mesurables. No por ser
accesibles a un “razonamiento bastardo” o al “ensueño”, este lu­
gar deja de existir en un estado que no es aún Un Universo
puesto que “Dios está ausente de él” (Timeo, 52-53). Así:
. .todavía un género de ser más, el del lugar indefinidamente,
no puede sufrir la destrucción pero suministra una sede a todas,
las cosas que .tienen devenir, siendo él mismo asible, fuera de
toda sensación, por medio de una especie de razonamiento bas­
tardo; apenas se puede creer en ello; precisamente es ello tam­
bién lo que nos hace soñar cuando lo percibimos (....)• Ahora • i?
bien, precisamente, la nodriza del devenir se humedecía, se ín-: r.

flamaba, recibía la forma de la tierra y del aire, y sufría todas


las otras afecciones que se siguen de ellas, . . Pero, así agitadas,
las cualidades se pondrían sin cesar cada una de su. lado y se
separarían, así como en las cribas e instrumentos para limpiar
el trig o .. (Ib id .).
Advirtamos además que la cora tiene una connotación ma-

20
que se puede dar al sujeto en proceso, pero no se
podría pensar que ella se constituye por Un Cor-

ternal en muchas ceremonias religiosas romanas, bizantinas y


también chinas; por extensión, el soberano que asegura las le­
yes de la ciudad tiene la función maternal de suministrar la
cora. (Cf. D .A . Miller, “Royauté et ambiguité .sexual”, en
Armales, T. 3-4, mayo-agosto de 1971, p. 646; M. Granet,
La civilisation chinoise, Albin Michel, pp. 205-206).
Si nuestra acepción del término cora se refiere a la de Pla­
tón que, en este lugar, parece seguir a los presocráticos, la no­
ción que intentamos formar de ella concierne a la disposición
de un proceso que, por ser el del sujeto, atraviesa el corte
unario que lo instala y hace intervenir en su ¿opos la lucha
de las pulsiones que lo pone en movimiento y en peligro.
Es J. Derrida quien .ha recordado e interpretado reciente­
mente esta noción por la cual, según él, "Platón ha querido sin
duda reducir al silencio, ‘ontologizándolo’, el ‘ritmó’ democris-
tiano”. (Cf. su “entrevista con J.L . Houdebine y G. Scar-
petta, en Promesses N'30-31; reproducida en J. Derridá, Posi-
íáons, Es. de. Minuit 1972; pp. 100-101).
En nuestra acepción del término se trata, como —lo espe­
ramos— se verá, de trazar este lugar —cierta disposición—
volviéndole' a dar la voz y los gestos ritmados que lo compo­
nen, para sacarlo asL.de la ontología platónica tan justamente
criticada por J. Derrida.
La vía que tomamos con este fin consiste en no localizar
la cora en ningún cuerpo, aunque sea el de la madre que pre­
cisamente representa; para la ontología sexual infantil, “el re­
ceptáculo de todo lo que es deseable, y en particular del pene
paternal” . (M. Klein; La Psychandyse des énfants,. P .U .F .,
1959, p. 210). Veremos cómo la cora se realiza con y a través
del cuerpo de la madre -—de la mujer—■pero en el proceso de
la significancia.

; te (la castración); se dirá más Bien que el proce­


so funciona a partir, de la reiteración de la ruptu­
ra,. de la separación; que es una multiplicidad de
re-pudios [re-jets] que aseguran la renovación al
infinito de su funcionamiento. El repudio repudia
la discordancia significante-significado y hasta.el
aislamiento del sujeto como sujeto significante,
pero además .todos los tabiques con los cuales es­
te sujeto se abriga para constituirse.
: “Sería necesario' hablar ahora de :la descorpo-
ralización dé la realidad, de esta especie de rup­
tura aplicada^ se diría, a multiplicarse ella misma
entre las cosas y los sentimientos que ellas produ­
cen sobre nuestro espíritu, el lugar que ellas de­
ben tomar” <4*). '
. [“Ii faudrait parler maintenant. de la decorpo-
ralisation.de la realité, de cette espéce de ruptu-
re appliqueés, on dirait, a se multipler elle-mime
entre les choses et les sentiments qu’elles pro-
duisent sur notre esprit, la place qu’elles doivent
prendre”]. ' :
- A-subjetivó, el proceso, puesto en marcha y en U7
renovación por el repudió, es a-familiar, 'a-filial,
a-social. Sólo los movimientos de subversión so-,
cial, en el momento de mutaciones 0 de.revolu­
ciones, pueden brindar un campo de acción social
a este proceso de repudios.
2. Sin embargo, la concepción' marxista del.
sujeto no se-preocupa de esta multiplicidad de
repudios que pulverizan al sujeto unario. Nacido >*55í •
de la dialéctica hegeliana, el marxismo descarta iV
\ ‘A \

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4. Artaud, “Invocation á O . C . , T . I, p .. 61.


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22 ■
■' '7
la negatividad hegeliana que resumía la pulveri- •
zacipn.de la unidad subjetiva y su mediación ha­
cia el orden objetivo, para no conservar, sino una
negatividad reificada. bajo el aspecto dé la “rela­
ción social”. Él sujeto no es un proceso; es un áto^
mo (finalmente, inexistente) en relación con otros
al interior del proceso' obj etivo. La negatividad
interna al sujeto que lo susituye en tanto que'pro- '
ceso “él mismo” al proceso de lo exterior, es coa­
gulada en la relación de “necesidad” o de “deseo”
entre sujetos puntuales. Esta concepción del su­
jeto en el marxismo és heredada directamente de
Feuerbach, que por otra parte Marx refuta en ló
que concierne á las relaciones sociales y a la prác-
tica humana. Es necesario,' pues, recordar aquí la
concepción del sujeto de Feuerbach. Queriéndose
desembarazar de la mística de la conciencia de sí
(que desarrollaban los neo-hegelianos -de dere­
cha), y colocando la naturaleza y la sociedad co­
mo base£ productoras del hombre, Féúerbaeh sé
desembaraza, al mismo tiempo de la negatividad
que Hegel hacía obrar al interior de la concien­
cia unitaria, mantenida pero amenazada. La no­
ción del “hombré” que definen estos “deseos” (se-,
gún la terminología de Feuerbach) reemplaza el
proceso que fúnda la dialéctica hegeliana, en nom­
II bre, de una exigencia realista de lo limitado, de lo
finito y de ló real. Péró al mismo tiempo, este rea­
*

lismo feuerbachiano que heredará el marxismo,


se confirma como un “ateísmo piadoso” (al decir:
de Marx mismo), y está piedad lo transparenta
más claramente en la. reducción de la negatividad
por él gesto siguiente de antropomorfización: en
primer lugar, el proceso de la negatividad propio
de la conciencia de sí es limitado, bloqueado y li-
.. i
23:
gado en una unidad, el “hom bre” después, la
negatívidad es puesta como exterior a esta uni­
dad. como deseo para los otros, y por lo tanto co­
mo fundam ento de la comunidad, habiendo desa­
parecido la posibilidad de subversión de esta co­
m unidad Así, la inversión positivo-socialista
de Hegel explícita uno —y sólo uno— de los mo­
mentos del proceso dialéctico hegeliano: la fase
tética, positivizante, afirm ante de la Unidad (del
sujeto social o del Estado). Esta inversión insta­
la un sujeto un ario allí donde Hegel veía un pro­
ceso objetivo cuyo sujeto unario no era sino una
momento: “Hegel hace un objeto de lo que es sub­
jetivo, m ientras que yo hago un sujeto de lo que
es objetivo”, escribe Feuerbach <7i. Este sujeto una-
rio, deseante, base de la organización social, en­
cuentra su representante más acabado en el jefe
del Estado. La reducción de la negatívidad condu­
ce a la hipótesis de la opresión ,K'.
Se sabe que el m aterialism o dialéctico de Marx
se aleja definitivam ente de la m etafísica natura­
lista de Feuerbach reintroduciendo la dialéctica:
las nociones de lucha . contradicción , práctica. En

5. L
aconciencia de sí es el hombre*', escribe Feuerbach
SamíUche Werke. T. II. p. 242
6. L
aesencia del hombre esta contenida en la comunidad,
en la unidad del hombre con el hombre” , Jbid., p. 4 .
/
/

Kleifie phfíosophische Schrifien, p' 34 , Leipzig.


" El hombre es la base del Estado. El Estado es la totali-
dad realizada, completa y explícita de la esencia humana.
El jefe del Estado representa al hombre universal” Feuerbach
Samtliche Werke T, 11, p. 223.

k
24
r
I
t

t
, 1868 Marx escribe a E n gels (a proposito de Düh-
: ring): Estos señores alem anes creen que la dia-
| láctica de H egel es historia enterrada. A este res-
I pecto, Feuerbach tiene un peso sobre la concien-
; cía” (,). Sin embargo, e l m arxism o heredará dos
; momentos esenciales de la operación feuerba-
I chiana:
i
I

Io La antropom orfización o m ejor la unifica-


| ción subjetal de la n egativid ad hegeliana, bajo la
f¡ forma de la unidad hum ana,7 del hom bre del de-
t seo, del hombre de la carencia: éste será el prole-
| tañado como vía de realización del hom bre total
[ dueño de sí y sin conflicto u0'. L a com plicidad del
l filósofo y del proletario representa esta concep-
¡ ción del sujeto en el m arxism o como sujeto una-
! rio, “Jano’' hecho de m etalengua y de deseo: “L a
: filosofía es la cabeza de esta em ancipación (del
hombre) y el proletariado es el corazón de ella.
I La filosofía no puede ser realizada sino por la abo-
t lición del proletariado y el proletariado no puede

9. Cf. D. McLellan, Les Jeunes Hegeliens et K. Marx,


París, Payot 1972, p. 161. Nuestras referencias a Feuer­
bach son tomadas de este estudio.
10, “FJ hombre es ante todo una dominación de sí. una *solu­
ción del conflicto\ De una parte, en la sociedad la realidad
objetiva deviene para el hombre la realidad de su dominación

i
f
de sí en tanto que ser humano: realidad humana, este dominio
de sí es en consecuencia la realidad de su ser propio, gracias
•I cual todos los objetos devienen para él Ja objetivación por
sí misma, los objetos que confirman y realizan su individualidad,
sus objetos, devfcne el mismo objeto Marx. Lriibe Schnf-
L ten. I, p. 505).
fr
i
r.

íK
i
* '
25
C
f-
ser abolido sino por la realización de la filoso-
fia 1 1
2<> El anclaje directo y exclusivo del hombre
en el Estado o más g en eralm en te en la m áqu na
social y las relaciones sociales que son relaciones
reguladas por la necesidad y el su frim ien to entre
hom bres. En la m áquina de las contradicciones y
de los conflictos sociales, de producción y de cla­
se, el hom bre perm anece como una unidad into­
cable. en conflicto con otros pero nunca en con-
fhcto con relación a "'sí m ism o” y, en este senti­
do, perm anece neutro: su jeto que oprim e u opri­
mido. jefe o explotado o jefe de explotado; pero
nunca sujeto en proceso correspondiente al pro­
ceso objetivo que fue aclarado por el m aterialis­
mo dialéctico en la n a tu ra le z a y en la sociedad 1 2
Si tai es, según M arx, el estatu s del individuo
en el sistem a burgués, se diría, al leer esta cons­
tatación a ia luz de las nociones recientes, que en
y por el E stado y la religión, el capitalism o exi­
ge y consolida el m om ento paranoide del sujeto:
unidad que forciuye lo otro y se coloca en su lu­
gar. P ero si el p ro letariad o resuelve la contradic­
ción e n tre el sujeto-cosa y el sujeto inalienable,
después de h a b e rla llevado a su culm en, y si rea­
liza asi la filosofía, su estatu to de sujeto supone

11. I b t j , pp M)0 *5.


12. Comolo o b s e r v a H y p p o lite " L a l i b e r t a d d e l a
s o cburgesa esi eexigida
d a pero
d entonces el individuo está sola-
mente enterrado en lo individua! v sólo puede salvarse en el
E stado y la religion". E tudes sur H egel et M arx.: P . U. F . 1955
p 94).

26
pimiento, es decir la re a liz a c ió n d e s u s m o ra # 11'
ruptura, de escisión, d e p u e s ta en p ro c e s o ^
¡¿unidad, y entonces el ‘'p r o le ta r ia d o '’ r e p r e s e n ta
el factor que disem ina la u n id a d s u b je tiv a y
tal. su estallido hacia u n a h e te ro g e n e id a d i r r e d il1’-
[ tibie a instancias del d o m in io ce n se i e n te . L**j°'s
f de ser hipótesis sim ples, e sta s dos ev en tu ¿ú * d ad e>
í son de hecho dos con cep cio n es antagónica.*» d e *a
| sociedad y a fortiori de la so e .e d a d s o c ia lis ta , >
conciernen a la d iferen cia m ism a e n t r e n a tu r a
L za y cultura, es d ecir al s ta tu s m is m o d el ‘ a n im a l
social”.
En un contexto tal, fo rm a d o d e s d e el si.d*0
XIX, es a la “v a n g u a rd ia a r tís tic a '' a q u ie n íft*~
combe ejem plificar la in v e rsió n m a te r ia lis ta n **
ese proceso de la negati viciad q u e d is u e lv e la uHj-
dad subjetiva, A tra v é s de u n a p r á c tic a e>peciu~
ca que toca el m ecanism o m ism o d el le n g u a je *_
Maliarmé, Joyce, A ita u d ) o ios s is te m a s de r<
producción m ítica o relig io sa ( L a u tr é a n m n t,
* taijlc), la “v an g u ard ia lite r a r ia ” p re s e n ta a i a
ciedad —aunque sólo sea e n tr e b a s tid o r e s —
sujeto en proceso que co m b ato to d as l<o» estabas (lV
un sujeto unario. A taca asi a ir-’ s -dornas i i«
gicos cerrados (las relig io n e s) p e ro ta m b ié n a í;‘*
estructuras de dom in ació n so ciales (el E s ta d o ), >
reali/a una revolución q u e, p o r s e r d is tin ta o h a s ­
ta el presente ig n o rad a p o r la re v o lu c ió n socíai
ta y comunista no es su m o m e n to ‘‘u tó p ic o ” °
* “anarquista'', sino que d esig n a su c e g u e ra en cu**n^
to al proceso m ism o q u e la co n d u ce. E ste
27
so “ e s q u iz o fré n ic o ” de la p rá c tic a d e v a n g u a rd ia T
in tr o d u c e u n a n u e v a h is to ric id a d , u n a “ h isto ria I
m o n u m e n ta l* ' q u e a tr a v ie s a ios m ito s, los r ito s ,!
lo s sis te m a s sim b ó lico s de la h u m a n id a d , d e c ía -1
rancióse d e slig a d a de la h is to ria c o n te m p o rá n e a i
(co m o A rta u d ) o sig u ie n d o e s ta h is to r ia co n tem -1
p o r á n e a p a r a a b r ir la h a c ia el p ro c e so d e la n e g a -I
tiv id a d q u e es el m o to r de e lla (com o B a ta ille ). 1
3o A lg u n a s o b s e rv a c io n e s se im p o n e n so b re !
la n o ció n d e n e g a tiv id a d q u e e m p le a m o s p a ra f o r -i
m u la r n u e s tr a te r c e r a te sis, a s a b e r, q u e la nec/a-1
tiv id a d r e p r e s e n ta p a r a la /te o r ía la ló g ica d el p ro -I
ceso ta l com o la p rá c tic a el te x to de A rta u d por»
e je m p lo . 1
Es a H e g e l a q u ie n r e m ite la n o ció n de la n e - |
g a tiv id a d ( N e g a tiv ita t) q u e p a re c e se r e l “pa-1
t t e r n ”, e l p rin c ip io o rg a n iz a c io n a l, d el proceso,!
D is tin ta d e la n a d a ( N ic h ts ), ta n to com o de la
n e g a c ió n ( N e g a tio n ) , la n e g a tiv id a d e s el concep­
to q u e r e p r e s e n ta la re la c ió n in d iso lu b le de un
m o v im ie n to “ in e f a b le ” y d e su “ d eterm in ació n
s in g u la r ” : e s la m e d ia c ió n , la s u p e ra c ió n de las
“ a b s tra c c io n e s p u r a s ” q u e son e l ser y la nada, su
s u p re s ió n en lo c o n c re to en d o n d e am b o s sólo son
m o m e n to s . P o r s e r c o n c e p to , es d e c ir p o r p erte­
n e c e r a l s is te m a c o n te m p la tiv o (te ó ric o ), la ne-
g a tiv id a d r c f o r m u la e n p ro ceso , y p o r lo tanta
d is u e lv e y lig a e n u n a ley m ó v il, los té r m in o s es­
tá tic o s d e la a b s tra c c ió n p u ra . A sí re fu n d e con­
s e rv a n d o s ie m p re su d u a lism o , no sólo las estasií
d el se r y d e la n a d a sin o ta m b ié n to d a s las cate­
g o ría s d e l s is te m a c o n te m p la tiv o : lo u n iv e rs a l y
ío s in g u la r , lo in d e te rm in a d o y lo d e te rm in a d o , lV
c u a lid a d y la c a n tid a d , la n e g a c ió n y la afirm a-

28
. ^ etc. Es el im p u lso lógico q u e p u e d e p r e s e n ­
i l %C3Í° ^ estasis d e la n e g a c ió n , y d e la n e -
ü7:ion de la negación, p e ro q u e no se id e n tific a
' ellas puesto que es la r e p r e s e n ta c ió n ló g ica
¿al movimiento q u e la s p ro d u c e .
Expresión lógica d el p ro ceso o b je tiv o , la n eg a -
tlviáad no puede p ro d u c ir m á s q u e u n s u je to en
proceso; en otros té rm in o s, el s u je to q u e se co n s­
tituye según la ley de e s ta n e g a tiv id a d , y p o r lo
tanto según la ley d e u n a r e a lid a d o b je tiv a , no
-puede ser m ás que u n s u je to a tr a v e s a d o p o r e s­
ta negatividad; a b ie rto so b re y p o r la o b je tiv i-
l dad misma, m óvil, n o -su je ta d o , lib re . U n s u je to
í sumergido en la n e g a tiv id a d d e ja d e s e r “ e x te -
í rior” a la n eg ativ id ad o b je tiv a , u n a u n id a d tra s -
¡ ceendente, una m ó n ad a con re g la m e n ta c ió n esp e-
r cífica, y se coloca com o el m o m e n to “ m á s in te -
[ rior. más objetivo de la v id a y d el e sp íritu '". F e r ­
mento del m aterialism o d ia lé c tic o , e s te p rin c ip io
hegeliano ha podido b u sc a r su re a liz a c ió n m a te ­
rialista en el concepto de la actividad h u m a n a co­
mo actividad re v o lu c io n a ria , y de las le y e s soeia-
H les y naturales que e sta a c tiv id a d d e sc u b re , com o
k* leyes objetivas. Al m a rg e n del s ig u ie n te p a sa je
I de Hegel: “ah o ra b ien la n e g a tiv id a d c o n sid e ra d a
| constituye el punto de retorno del m o v im ie n to
t del concepto. E lla es el p u n to sim p le de la re la -
f ción negativa consigo m ism a, la fu e n te m ás in te -
\ rior de toda activ id ad , de todo a u to m o v im ie n to
I de la vida y del e s p íritu , el a lm a d ia lé c tic a que
| tiene todo lo v e rd a d e ro e n sí m ism a y p o r la cual
c solamente este v e rd a d e ro es v e rd a d e ro ; pues só-
lo sobre e sta su b je tiv id a d rep o sa la an u lació n de
I la oposición e n tre concepto y re a lid a d , y la uni-
29
dad que es la v erd ad . El seg u n d o n eg a tiv o , 10 n
gativo de lo n eg ativ o al q u e h em o s lle g a d o ’ es es'
anulación de la co n trad icció n , p ero tam poco cons^
titu y e como la co n trad icció n una fo rm a de una re
fle x ió n e x te rio r, siendo p o r el c o n tra rio el mo­
m ento más in te rio r, el m ás o b je tiv o de la vida
y del esp íritu , p o r lo cu al h a y u n su jeto , u n a per­
sona, un lib re ”, L en in an o ta: “Ja sal de la dialéc­
tica, el c rite rio de la v e rd a d (U n id ad d el concen­
to y de la re a lid a d ” (18).
La n eg a th ñ d a d in se p a ra b le del ser hegeliano
es así p re c isa m e n te lo q u e escinde y v acía su cie­
rre en u n e n te n d im ie n to a b stra c to y supersticio­
so, y lo q u e in d ica u n a fu e ra que H egel no podría
p en sar de otro m odo q u e como el rev erso solida­
rio de la creencia, m ie n tra s que la posterioridad
fenom enológica lo p la n te a rá como u n a teología
negativa. P e ro la lógica así e x p u e sta encontrará
su realización m a te ria lista cuando con la ayuda
del d e sc u b rim ie n to freu d ian o , se in te n te pensar
esta n e g a tiv id a d en el m ovim iento m ism o de la
m a te ria h e te ro g é n e a , in se p arab le de su diferen­
ciación con función sim bólica. Si este m ovim iento
m a te ria l de escisión, de rep u d io (volverem os so­
b re esto) p e rm an ec e como “n eg a tiv o ” p ara el en­
te n d im ie n to k an tian o , es pensado por la dialécti­
ca y la causa de su in se p a ra b ilid a d con el ser, co­
m o u n a p o sitivid a d fu n d am en tal: “En lu g ar de
h a b la r de unidad se ría m ejo r h a b la r de inscpatve
bilidad pero ni uno ni lo o tro de estos térm ino?

\3. Lenin, “Cuaderno^ filosóficos*', ¿.iliciones Estudio, P?


220-21.
30
expresaría el lado a fir m a tiv o d e l c o n ju n to de la
relación’1<14).
Así m an ten ien d o al m ism o tiem p o las oposi­
ciones kantianas, la d ia lé c tic a h e g e lia n a se enca­
mina hacia su re fu n d ic ió n fu n d a m e n ta l que en
lugar del “ser” y de la “n a d a ”, in s ta u ra u n a nc-
gatividad a fir m a tiv a , u n a d is o lu c ió n p r o d u c tiv a .
La teología in h e re n te a e sta re fu n d ic ió n se m a r­
ca sin em bargo, en e ste lu g a r, e n la teología que
ella implica y que es u n a teo lo g ía d e l d e v e n ir que
subordina, y h a sta o cu lta, el m o m e n to de la ru p ­
tura.
Es necesario in s istir so b re el h ech o de que la
negatlridad de la q u e se tr a ta no se debe co n fu n ­
dir con la n e g a ció n in te rio r al ju icio , con las
‘‘magnitudes n e g a tiv a s” q u e K a n t in tro d u c e en
filosofía bajo la fo rm a de “p o la rid a d ” y de “ opo­
sición”, y que la filosofía m o d e rn a se ocupa en
desfasar su stitu y én d o las p o r las nociones de di­
ferencia y de repetición. O p e ra n d o en la V e r n u n ft
(Razón) hegeliana y no en el V e r s ta n d (E n te n d i­
miento), m oviéndose en u n a R azó n q u e no es la
de Kant pero cu m p lien d o la sín tesis del orden
t teórico y del o rd en p rá c tic o (lr,), la n eg ativ id ad
hegeliana ap u n ta a u n lu g a r tra n s v e rs a l al V e rs­
tand , trastorna su posición (s ta n d ) y a p u n ta h a­
cia el aspacio de su producción. L»a n eg ativ id ad *145
k _

14. Hcgcl. Science de la lógique, T. I, Aubicr, 1949, p. 84.


(Trad. csp. Cicncta de la Lógica, Ed. Ilacliette, Buenos
; Air„>, I95b).
15. Ci. D. Dubarle v A. Droz, Logiquc ct Dialcctiquc, La-
\ rousse, 1972, p. 36.
I
>
*

r
t

31
f-
h eg eiian a no es una com ponente de la Idea kan.
lia n a, un elem ento oposicional interno al juicio,
es decir en sum a una operación del entendimien.
to o un lim ite que constituye los pares oposicio-
n ales de K an t al estru ctu raiism o . Más aún una
lectu ra m a te ria lista de Hegel perm ite pensar es*
ta nega ti viciad como el m om ento trans-subjetivo
y trans-sem iótico de separación de la materia,
co n stitu tiv o de las condiciones de la simbolicidad,
sin co n fu n d irlo con esta sim bolicidad misma o con
ia negación de que ella hace parte. El término de
n eg ativ id ad es sin duda im propio para designar
este m ovim iento productor de lo semiótico y que
co n tin ú a trab aján d o lo desde el “in te rio r”. Lleva
en sí sin duda, la huella im borrable de la presen­
cia deí su jeto que juzga; pero tiene la ventaja
de conducir esta huella y esta presencia a otra
p a rte donde una lucha de contrarios heterogé- í
neos (volverem os sobre esto) las produce. La no-1
ción de negatividad g u ard a la im pronta de uní
“ tech o ” , ,fl' que se constituye ya con la constitu-I
ción de la función sim bólica como función de uní
sujeto, y en el cual los textos de A rtaud hacer.I
e s ta lla r el proceso de producción pulsional: el te-■
cho del su jeto heterogéneo, unidad imposible. De-l
¿em barazarse de ese “techo” conduce a abando-f
n a r la consideración m aterialista en la concepción I
deí funcionam iento sem iótico: en lugar de la dia*I
léctica h etero g én ea de su proceso, se instalara*
entonces ia presencia de la Idea sustantificada s i
la m an era de Spinoza y que se estru ctu ra a tra*|
ves de los flujos m últip les opacos a sí mismos e l

26 Phihppe y>.’ícrs ’í.a roít", en Logiqua, Ed. I>j Scui!, 196?

32
bien la deriva de las h u ellas en las cuales estalla
esta Idea que m arra así el m om ento práctico-his­
tórico, Identificando el S entido a la N aturaleza
o la N aturaleza al Sentido, o ni lo uno ni lo otro,
el idealismo se cuida de p en sar la p r o d u c c ió n de
la función sim bólica como fo r m a c ió n e s p e c ífic a
de las contradicciones de la m a te ria al in te rio r de
esta m ateria m ism a.
Decimos que la negación a rtic u la lógicam ente
una oposición, es decir una d ic o to m ía . L a n e g a u -
t?idad plantea una h e te r o n o m ía \ ella pone la p ro ­
ducción del sistem a sig n ifican te lin g ü ístico del
sujeto unario, desde las ley es o b je tiv a s de una
materialidad que lo p ro d u ce p o r u n s a lto c u a lita ­
tivo (heterogéneo) como uno de sus m om entos.
Los térm inos de g a sto o de r e p u d io son e n to n ­
ces más adecuados p a ra esp ecificar este m ovi­
miento de las contradicciones m a te ria le s que e n ­
gendran la función sem iótica: las im plicaciones
pulsionales o g en e ra lm e n te sico an aiíticas que e s­
tos términos contienen, las h acen sin d u d a p re fe ­
ribles al térm ino cíe n eg ativ id ad . P ero en una
actividad dialéctica en su in v ersió n m a te ria lista ,
el concepto de r e p u d io a p u n ta a la p ráctica del
sujeto, aquí una p ráctica sig n ifican te q u e supo­
ne una “ex p erien cia de los lim ite s” del su jeto . Ei
término de n e g a tiv id a d no tien e pues, en la a c e p ­
ción que le dam os, o tra función que la de in d i­
car este proceso que so b rep asa ai su je to signi­
ficante p ara ligarlo a las lu chas “ o b je tiv a s” en ia
naturaleza y en la sociedad.
E ntre los lógicos,^Frege h a sido p ro b a b le m e n ­
te el único en pensar en dos tipos de negación;
una, h ip o téticam en te situ a d a en el p en sam ien to
33
impersonal, es descartada; otra interna al juicio ;
que posee un sujeto cerrado e indestructible es |
también descartada, pero ésta vez como inconsis- |
tente puesto que el juicio de un sujeto indestruc- ■•j

tibie es él mismo indestructible —¿entonces qué


es una negación interna al juicio sino una afir- j
mación de esta indestructibilidad? (17).
A través de estas reflexiones sé desprende una
comprobación que el sicoanálisis freudiano reto­
rnará, e interpretará sin sospechar de este paren­
tesco con Frege: la “verdadera negación” (lo que
nosotros llamamos negatividad) supone un “pen­
samiento impersonal”, un desvanecimiento del su-r
j eto unario; mientras que la negación simbólica,
el “no”, no es nada distinto de la función simbó­
lica misma que añrma al sujeto unario. Lacan di­
ce que es el Padre quien dice: “No”. Digamos que
el proceso tal como lo practica Artaud, y que no
tiene nada que ver con la filiación, expresa lá
négatividad: se trata del movimiento de un “pen­
samiento” impersonal que es la destrucción mis-!
ma del pensamiento, la única destrucción posible
del pensamiento ( y no los tijeretazos en el papel
escrito, como lo proponía Frege) sin que se pier­
da el proceso de la significancia, ya que el suje­
to no está perdido en él sino multiplicado. La ne-
gatividad es el repudio que el sujeto reprime di­
ciendo “No”, y que vuelve de nuevo atacando a r n

este “No”: al Nombre del Padre, al Superyó y has­


ta al lenguaje, mismo y a la represión originaria
a la cual se impone. .

17. “La négatión”, en Ecrits logiques et Philosophiques, Ed.


Du Seuil, 1971, pp. 195 ss.

34
La negación interna al juicio se confunde, Fre-
ge lo muestra, con él predicado de la proposición
afirmativa al cual, por otra parte, se adhiere.
Comprobación importante que señala que la ne­
gación interna al juicio es la marca suplementa­
ria y explícita del predicado y/o de la función
sintáctica. Los gramáticos chinos designan así el
verbo como “lo que puede ser negado”.
Por otra parte, se ha demostrado que toda trans­
formación negativa incluida la lexical, es ya una
transformación sintáctica o bien puede ser imbri­
cada en una transformación sintáctica (*8>-. En el
curso del aprendizaje del lenguaje, se comprueba
que la negación significada, es decir no simple­
mente el rechazó kinósico sino el “no” semánti­
co, aparece hacia los 15 meses (19>, lo que coinci­
de con el apogeo de la “fase del espejo” y con el
aprendizaje de un lenguaje holofrástico que con­
tiene ya ciertas ligazones sin tácticas, pero gene­
ralmente previo a la manifestación de la compe­
tencia sintáctica en enunciados sintácticamente
formados. Es decir qiie si la. función simbólica es
una función sintáctica, y que si ésta consiste esen­
cialmente en ligar un sintagma nominal y un sin­
tagma verbal, la formación del Símbolo de la ne­
gación es previa a esta función o coincide con su
génesis: saber decir “No” es ya saber formular
frases sintácticamente orientadas (más o menos189

18. Cf. entre otros a J. Dubois, L.Irigaray, P . Macie, “Trans-


fonnátion négative et organisation des classes lexicales”, en
Cabiers de lexicologie/V. V II, 1965.
19. R .A . Spitz, De la naissance a la parole. P .U .F ., 1968,
p. 246. ; ■

35
gram aticales). E n o tr a s p a la b r a s l a n e g a c ió n ir,
terna al juicio es una marca de la función sim­
bólica y ; o sintáctica, es la prim era m arca de ¿
sublimación. Este tipo de observación y d e análi­
s i s lingüístico, confirma la afirm ación de Frege
de que la negación es una variante de l a predi,
cacíón interna al juicio.

Es necesario pues salir del encierro del leu.]


gu aje para aprehender lo que opera en un tiem-j
p o g e n é tic o y lógico previo a la constitución del
la función simbólica que absorbe lo negativo ent
el predicado. Es necesario salir de la función se-1
miótica verbal hacia lo que la produce, para apre-J
hender el proceso del repudio que anim an las pul-?
siones de un cuerpo capturado en la red de la na-1
turaleza y de la sociedad. Es la g e s t u a l i d a d pre-i
v e r b a l la que marca las o p e r a c io n e s previas a lalf
posición de los términos estáticos que son losT
términos -símbolos de la lengua y de su sin ta x is I
A lg u n o s sicolingüistas hablan de '‘operaciones!
concretas” que conciernen a las r e la c io n e s prácíi j
c a s del sujeto con los objetos para destruirlos, se-f
riarlos, organizarlos, etc., y que son “formas iij
conocimiento consistentes en m odificar el objet.T
por conocer de tal manera que se alcancen 1*1
transformaciones como tales y sus resul tados” I
estas operaciones concretas comprenden “las acX. '
ciones sensorio-motrices, las acciones interioi>|
zadas que las prolongan y las operaciones propfrf '*2
0


20. H. Smclaire-de Zwart, Acquisition del longage et dévc^m « 2
pemant de la pcnsée, sous-systémc lingisttque et develo?!^
m tñt de la penses, Duuod, 1967, p. 130. f
mente dichas que pertenecen a este dominio ,aI>”,
previas a la adquisición del lenguaje. Es a este
nivel de “operaciones concretas” donde Freud
apercibe, en el Fort-Da del lactante, la pulsión
'del repudio, la A u s s to s s u n g o la V e rw e rb u n g , que
indica una operación biológica de base, la de la es­
cisión, de la separación, de la división al mismo
tiempo que opera la relación del cuerpo (ya siem­
pre dividiente) con el exterior, como una rela­
ción de repudio. Es en este espacio preciso, corpo-
' ral, biológico pero ya social (que ligan a los otros)
que obra una negatividad no simbolizada, no de­
tenida en los términos del j uicio, no predicada co­
mo negación interna al juicio. Esta negatividad
4—este gasto— ubica un objeto como separado
del cuerpo propio, y en el momento mismo de es­
ta separación lo fija como ausente: como signo.
Ei repudio instaura, pues, el objeto como objeto
real y al mismo tiempo significable, es decir ya
tomado como un objeto interno al sistema signi­
ficante, como subordinado al sujeto que lo enun­
cia por el signo. La relación del signo así esta­
blecida por el repudio en una dimensión que se
podrá llamar vertical (sujeto hablante, exterior)
se encontrará proyectada al interior del sistema
significante en la dimensión lingüistica horizon­
tal (sujeto sintáctico/predicado). El exterior de­
venido significable, y la función de la predica­
ción, aparecen entonces como estasis de la nega­
tividad del repudio, solidarios e indisociables. La
negatividad — el repudio— no es pues sino un fun­
c io n a m ie n to discernibie a través de posiciones que
a absorben y la camuflan: lo real, el signo, el pre-

1. ibid.
37
,ia.i'io se presentan como momentos diferencia- '
íes —ja :oríes del proceso del repudio.
E! repudio no existe sino en la materialidad
íratis-sirnbélica de ese proceso, en las puisione» ’
m ateriales aei cuerpo somet.'do a las operaciones
«¡'.•lógicas de división en la m ateria y a sus rela­
ciones sociales. Toda verbaiización ya hecha sólo
registra eí repudio como serie de diferencias, se
dirá pues que ella lo fija y lo pierde. La negativi-
dad no puede ser más que una noción dialéctica
propia ai proceso de la significancia, a la bisagra
dci orden o ologico y uei orden social por una
parte, y de la fase té tica-significan te de este úl­
timo. por otra.
La negación, lo mismo que el predicado del
que ella hace parte, son así los testigos del paso
del repudio que los constituye en tanto que él
constituye lo real y el signo que lo designa. La
negación interna al juicio, al mismo tiem po que
la predicación, son captaciones, detenciones del
movimiento específico al repudio, sus nudos. A
ellos acometerá el repudio m ientras no se deje de­
tener por la identificación especular y la función
simbólica concomitante. En ciertos fenóm enos es--
quizoides y en el “lenguaje poético” del texto mo%
cierno, la negación y la estructura sintáctica en4
cuentran su estatuto transformado y su n o rm a tii
vidad perturbada. Esos fenómenos textuales soja
testimonio de una economía pulsional específica!
de un gasto o de una desintrincación del “ v e c to !
pulsional” y por lo tanto de una modificación d l
la relación entre el sujeto y el afuera. La n e g a tii
vidad, detenida-absorbida en la negación del ju i!
ció, sólo se transparenta por lo tanto a trav és da

38
las m odificaciones de la función de la negación
en las m o d ificacio n es sin tácticas y iex;cak.s.
Propias de los “d iscu rso s locos”, o de ia “poesía"
N0 es el tije re ta z o lo q u e ro m p e el indestructible
pensam iento de F re g e sino el reto rn o de un exce­
dente de re p u d io leg ib le en las m odificaciones del
feno-texto. E l filósofo sospecha de él, queremos
suponerlo, p u e sto q u e ex clu ía la poesía del “pen­
sam iento”’: su “p e n sa m ie n to ” “no pertenece a la
poesía” (22).
El rep u d io , la n eg a tiv id a d , conducen en últim a
instancia a u n “fa d in g ” de la negación: el exce­
dente de la n e g a tiv id a d d e stru y e el aparejam iento
de los opuestos y su stitu y e ia oposición por una
diferenciación in fin ite sim a l del feno-texto. Esta
negatividad es in siste n te —se observa en L autréa-
mont p o r ejem p lo la frecuencia de los procedi­
m ientos m orfológicos ( n e . . . pas) de la negación
que tie n d en a d a rle u n a insistencia activa, m ar­
cada, a b ru p ta — y en este sentido ella afirma la
posición del su jeto , su fase tética. positivam ente
que dom ina la función verbal. En la sicosis esta
afirm ación —in sisten cia de la negación— señala
la lucha c o n stitu tiv a de la sim holieidsd entre ia
estasis y el repudio, u n a lucha que puede fracasar
en la ex tin ció n de toda capacidad simbólica: ei
negativism o es seguido entonces de una desm tnn-
cación de los encadenam ientos sintácticas, con­
tem poránea de u n a pérdida del signo íjjis Tc. y ae
lo real que le corresponde. Por el contrario, ex
texto como “experiencia de los limites
esta lu c h a co n stitu tiv a un nuevo dispositno re(:

22. Frege, Op. Cit., p. 195.


39
—lo que se llam a en la escuela el ‘‘universo del
autor”. El repudio m arcado en la abundancia de
los enunciados negativos de los Cantos de Maído *

ror o por las distorsiones sintácticas de Un coun


de dés, es el hecho de un sujeto en proceso qUe
llega —por razones biográficas e históricas— a re*
m odelar la cora de la significancia históricamente
aceptada, proponiendo la representación de otra
relación con los objetos naturales, con los apara­
tos sociales y con el cuerpo propio. Sem ejante su­
jeto atraviesa la red lingüística y se sirve de ella
para indicar —como lo h aría una anáfora o un
jeroglífico— que no representa un real planteado
de antem ano y desligado p ara siem pre del proceso
pulsional, sino que experim enta o practica el pro­
ceso objetivo sum ergiéndose en él y emergiendo
de él a través de las pulsiones. Este sujeto del gas­
to es por lo tanto un lugar puntual, un sujeto de
la enunciación, pero obra a través de la organiza­
ción (la estructura, la finitud) del texto en el cual
se representa la cora del proceso. E sta cora es la
articulación semiótica no verbal del proceso: una
música, una arq u itectu ra son m etáforas que la de­
signan m ejor que las categorías lingüísticas gra­
m aticales que ella redistribuye. Ella es la lógica
de las “operaciones concretas”, de la “m otilidad”
(de la que habla A rtaud) que atrav iesa el cuerpo
práctico en el espacio social (transform ación de
los objetos, relaciones con los padres y con el con­
ju n to social).

40
I
EL R E P U D IO Y L A P U L S IO N

La teoría freudiana de las pulsiones perm ite


pensar esta n egativid ad en e l funcionam iento de
un cuerpo que será el de un sujeto. C argas energé­
ticas pero ya sem ióticas (“ bisagras de lo síquico
y de los somático” ) , las pulsiones extraen el cuer­
po de su extensión hom ogénea y h acen de él un
'* espacio ligado al espacio exterior, son ellas las
fuerzas que trazan la cora del proceso (23>.
Ahora bien, es im portante observar que pen­
sando en la instauración de la fu n ción sim bólica
a través del símbolo de la n egación (en su artícu­
lo “Die V ern einung”, 1925), F re u d observa que
ella se instaura por la e x p u l s i ó n (A u s s t o s s u n g ,
llamada V e r w e r f u n g en “ E l H om bre y los L o ­
bos” ) pero no dice nada sobre “ las bases pulsio-
nales” de ese gesto, sobre la pulsión que obra este
r“Kinema”. L a consecuencia de esta om isión es
que, pasando por la expu lsión , la función sim bó­
lica será opuesta a la E i n b e z i e h u n g — la u n ifica­
ción, la incorporación qu e reen vía a la realidad
y al placer; la fu n ció n sim b ó lica será pues diso-

2} Sollers ha propuesto la primera lectura de un texto litera­


rio a través de su lenguaje hacia las pulsiones que organi­
zan la cora translingüística. Cf. “ La matiére et sa phrase” , en
Crtlique, junio de 1971.

41
c i a d a d e t o d o p l a c e r , o p u e x l n u é l y connlJi ■
c o m o el l u g a r p a t e r n a l , el l u g a r d e l am>erv<;,,,¡,il
ú n i c a m a n e r a d e r e a c c i o n a r c o n t r a Ion c o n ‘n.(, ^
rin.'i tic la i r p r e a i ó n i m p u e s t a b a j o el a p n . i , 1¡0U<
p i l n c i p i o del p l a c e r , ,*¡erá r e m m r i n r al p l a c e r ^
m e d i e il«* la Nimboli/.neión, p o r la in.stitiirjón
fileno a t r a v o s d o la a n u e n c i a d o o b j e t o , c*xpnjüí l f
y perdnlo para siem pre. 0
I .O (|!l<
pie parece e x c l u i d o do tal Inl.erpre1.ad6n
cu el p l a c e l * s u b y a c e n l e a la f u n c i ó n Momjótlea
p i e s i m b ó l i c a d e la e x p u l s i ó n ; u n p l a c e r cjiu* j0
s i m b ó l i c o r e p r i m e p e r o u n e p u e d e v o l v e r a é) y
j i m i o al p l a c e r o r a l , p u e d e p e r t u r b a r y h a s l n (IIh-
l o c a r la f u n c i ó n s i m b ó l i c a . Kn t o d o c a s o , p i ad e
t r a n s f o r m a r la i d e a c i ó n e n u n “ j u e g o artistico*’
p u e d e c o r r o m p e r lo s i m b ó l i c o p o r el r e t o r n o de
la p u l s i ó n a id, V h a c e r d e e l l a u n d i s p o s i t i v o se-
í mó t t c o , u n a c o r a m ó v i l . 1.a p u l s i ó n d e la cual se
t r a t a os la p u l s i ó n a n a l ; oí r e p u d i o a n a l , la ana-
Itdad en la c u a l F r e u d v e ol o o m p o u o n l o sádico
dol i n s t i n t o s e x u a l y (pie i d e n t i f i c a c o n la pulsión
d e m u e r t e . ( Q u e m a m o s s e ñ a l a r la i m p o r t a n c i a de
e s t o r e p u d i o a n a l , d e e s t a a n a l i d a d : p r e v i a a la
i n s t a u r a c i ó n d e lo s i m b ó l i c o , e s s u c o n d i c i ó n y lo
r e p r i m i d o . Kt p r o c e s o d e l s u j e t o q u e e s el proce­
so d e su l e n g u a j e v o d e la f u n c i ó n s i m b ó l i c a mis-
n u . s u p o n e — e n l a e c o n o m í a d e l c u e r p o q u e es
s u soporté' — u n a r e a c t i v a c i ó n d e e s t a analidad.
L o s t e x t o s d e A r t a u d d e s i g n a n e x p l í c i t a m e n t e , co­
m o lo v e r e m o s , la p u l s i ó n a n a l q u e a c t i v a e l cuer­
p o v i d s u j e t o e n s u s u b v e r s i ó n d e l a función sim­
b ó l i c a . E i r e l a t i v o s i l e n c i o d e F r e u d s o b r e la ana­
l i d a d , lo m i s m o q u e a n t e l o s f r e s c o s d e S i g n o r e -
l i ú n o e s s o l a m e n t e el s í n t o m a d e c i e r t o pudor
a n t e la h o m o s e x u a l i d a d , q u e F r e u d h a t e n i d o el
méri^ de designar en base de los organism os
cate silencio en solidario dej silencio dei
sj(,0ynáJj,Hií> sobre la función litera ria en tanto que
¡•Un es subversión de la función sim bólica y p iñ ata
* rn f/PH'MV del sujeto: el sicoanálisis hablará dei
fttnlüH/na en literatu ra pero nunca de la econo­
mía dd sujeto que disuelve lo sim bólico y el len­
guaje a través del acto llam ado estético. Si el re­
torno dd repudio para corrom per Jo sim bólico y
con él la sublimación, en los textos m odernos, y
con una claridad ejem plar en A rtau d , testim onia
(Je la pulsión de m uerte —de una destrucción de
lo viviente al mismo tiem po que del sujeto, ¿cómo
descuidar el goce cjue oculta esta “ag resiv id a d ”, es­
te “componente sádico” ?. Ei goce de la d e stru c ­
ción (o si se quiere de la “pulsión de m u e rto ”)
del cual el texto es la m anifestación a trav és del
lenguaje, pasa por un d esen terram ien to de la ana-
lidud reprirnida-sublimada. Es decir que an tes de
disponerse en una nueva red sem iótica, antes de
formar la nueva estru ctu ra que será la “o b ra ”, la
pulsión aun no simbolizada, los “ restos de las
primeras simbolizaciones” (L acan ), ataca, a tra ­
vés de la anal idad desen terrad a y con conocim ien­
to de causa de la hom osexualidad, a todas las es­
tasis del proceso de la significancia (signo, len­
guaje, estructura fam iliar o social id en tifican te).
Hemos llegado a este punto p a ra recordar más
en detalle la implicación del repudio y del goce
en la función simbólica y en su puesta en pro­
ceso. El componente sádico del instinto sexual
se encuentra en filigrana tanto en la “ fase oral”
como en la “fase genital”, pero él dom ina la “fase
anal” y se impone como esencial en la economía
libidinal, a tal punto que F reu d reconoce “la po-
43
sibilidad de u n ‘sadismo’ prim ario orientado hacia
el yo, antes de todo aislam iento del objeto, por
tan to de un masoquismo prim ario” {,J4). Lo que
designam os por repudio no es otra cosa que el mo­
do lógico de esta agresividad perm anente y la po­
sibilidad de su afirmación y por lo tanto de su
renot> amiento. Si es destructor, “pulsión de muer­
te ”, ei repudio es el mecanismo mismo del reem­
puje, de la tensión, de la vida; tendiendo hacia
u n estado de equilibrio de la tensión, de la iner­
cia y de la m uerte, perpetúa la tensión y la vida.
Recordemos tam bién que lo que el sicoanáli­
sis designa como una “fase anal” se sitúa antes del
conflicto edípico y antes de la separación del “yo”
y del “ello” según la tópica freudiana. Es una fase
que cierra todo un período fundam ental para la
libido infantil, el período llamado del sadismo que
predom ina antes del comienzo del Edipo, un sa­
dismo oral, muscular, uretral y anal. Bajo todas
estas formas de las cuales la anal es la última en
ser reprim ida y es en este sentido la más impor­
tante, impulsos o cargas energéticas producen una
erotización de los esfínteres glóticos, uretral y
anal tanto como del sistema kinésico.
Las pulsiones al atravesar los esfínteres, susci­
tan el placer en el momento mismo en que se des­
ligan del cuerpo sustancias que le han perteneci­
do y que de ahora en adelante son repudiadas ha­
cia fuera. Placer agudo que coincide con una pér- •
dida, con la separación del cuerpo y el aislamien-24

24. Más allá del principio del placer, en O. C., T. I,


Biblioteca Nueva, Madrid, 1948, p. 1135.

44
to de objetos fu e ra d e él. E s la e x p e rie n c ia fu n ­
dam ental de la sep aració n , a n te s de la afirm ació n
de la a lte rid a d d eslig ad a d el c u e rp o propio, que
será el objeto re a l: u n a se p a ra c ió n q u e no es una
carencia, sino u n a d escarg a, y p o r s e r p riv a tiv a
provoca el p lacer. Q u e e sta p é rd id a en goce sea
sentida como u n a ta q u e a la vez c o n tra el o bjeto
expusado y c o n tra todo o b je to e x te rio r (incluidos
padre-m adre) y c o n tra el c u e rp o p ro p io m ism o,
lo supone el sico an alista. E l p ro b le m a entonces
es el siguiente: ¿C óm o f r e n a r e sta “a g re siv id a d ” ?
Lo que q u e rría decir: Cóm o f r e n a r este p la c e r de
la separación q u e p ro v o ca el re p u d io y cu y a am ­
bivalencia (goce d el cu erp o m á s p é rd id a de las
partes del cu erp o ) es el n u d o a m b iv a le n te del
placer y de la am en aza que c a ra c te riz a la pulsión.
La vía “n o rm a l”, edípica, co n siste en u n a id e n ti­
ficación del cu erp o p ro p io con u n o de los p a d re s
en el m om ento de la fase edípica. S im u ltá n e a m e n ­
te, el objeto re p u d ia d o se s e p a ra d e fin itiv a m e n te ,
no sólo es re p u d ia d o sino su p rim id o com o objeto
m aterial, es “lo o tro a l f r e n te ” con el cual una
sola relación es posible, el signo, la relació n sim ­
bólica “in a b s e n tia ” . D e ese m odo el rep u d io está
en cam ino de d ev e n ir-sig n o d el o b jeto cuando és­
te sea desligado d el cu erp o y aislad o como objeto
real; en otros té rm in o s y sim u ltá n e a m e n te , el re ­
pudio está en cam in o de la im posición del superyó.
S in em bargo, los casos de esq u izo fren ia in fan ­
til lo p ru e b a n , la v io len cia d el rep u d io y la vio­
lencia del p la c e r a n a l q u e p ro d u ce p u ed en ser ta­
les que la id en tifica ció n ed íp ica no p u ed a absor­
berla y sim b o liz a rla p o r la ubicación de un objeto
real sim bolizado. E l re p u d io v u elv e de nuevo y
el p lacer q u e p ro v o ca fija e n él el cuerpo sin que
45
«a
é ste p u e d a “d e fe n d e rs e ” de él p o r la supresión
o la re p re sió n . E l re p u d io y el “sadism o” que es
su v e r tie n te sicológica, v u e lv e n de nuevo y per­
tu r b a n la s cad en as sim b ó licas constituidas por 1
la ed ip izació n . L as “p e rtu rb a c io n e s ” del compor­
ta m ie n to q u e se sig u en , son in te rp re ta d a s por Me-
la n ie K le in com o “ d e fe n sa s” del organism o con­
t r a e l p e lig ro de la a g resiv id a d . P ero la sicoana-
lis ta reco n o ce q u e “e s ta d efen sa es de una natu- '
ra le z a v io le n ta (n.s.) y d ife re n te del mecanismo
d e la re p re s ió n ” q u e in s ta u ra el simbolismo <26>.
E sta s “d e fe n sa s” son resisten cias, m om entos téti-
cos d el p roceso p u lsio n a l “v io len to ” que, lejos
d e te n e r u n v a lo r sicológico de prevención, ope- ,
r a n u n a disposición de la ca rg a p u lsio n al “sádica”,
u n a a rticu la ció n del rep u d io que no subsume la
c o n stru c c ió n de u n sw peryó (como se produce por
e l E d ijo ). L a d efo rm ació n de las palabras, la re­
p e tic ió n de p a la b ra s y de sintagm as, la hiperkine-
sia o la e s te re o tip ia te stim o n ia n el establecimien­
to de u n a re d sem ió tica n u e v a —u n a nueva cora
q u e d esafía la sim bolización v e rb a l al m ism o tiem-
no q u e la fo rm ació n de u n su p ery ó modelado por
la ley p a te rn a l y sellado p o r el aprendizaje del
len g u aje:

“y la v id a es lo que hacía cuando pensaba en


tra b a ja r las resistencias de m i m o tilid a d ”
— “e t la v ie c9est ce que je faisais quand je25

25. “La importancia de la formación del símbolo en el desa­


rrollo del yo” (1930), en Contribuciones al sicoanálisis,
Ed. Horm, 1964, p. 209.

46
pensáis á tr a v a ille r les r é s is ta n c e s d e m a m o ti-
lité”— escrib e A r ta u d (26).

La a d q u isic ió n d e l le n g u a je y e s p e c ia lm e n te
de la e s tru c tu r a s in tá c tic a q u e c o n s titu y e su nor-
m atividad, es e n e fe c to p a r a le la a la fa s e d e l es­
pejo. L a a d q u is ic ió n d e l le n g u a je su p o n e la su ­
presión de la a n a lid a d ; p o r ta n to e lla es a d q u is i­
ción de u n a c a p a c id a d d e s im b o liz a c ió n p o r se p a ­
ración d e fin itiv a d e l o b je to (y a n o re p u d ia d o si­
no d e fin itiv a m e n te r e c h a z a d o ) y p o r la re p re s ió n
bajo el signo d e e s te o b je to re c h a z a d o . T odo r e ­
torno del re p u d io co n e l p la c e r e ró tic o d e los es­
fínteres q u e él e n tr a ñ a , p e r t u r b a e s ta c a p a c id a d
simbólica y la a d q u is ic ió n d e l le n g u a je q u e la
realiza. In s e rtá n d o s e e n l a s is te m á tic a d e l le n g u a ­
je, el rep u d io r e t a r d a su a d q u is ic ió n o b ie n la im ­
pide en el in f a n te e s q u iz o id e . E n e l a d u lto , este
retorno de la a n a lid a d n o s u b lim a d a , n o sim b o li­
zada, rom pe la lin e a r id a d d e la c a d e n a sig n ifi­
cante, la “p a r a g r a m a tiz a ” , la “g lo s o la liz a ”. E n es­
te sentido la s in te rje c c io n e s , la s e sp e c to ra c io n e s
de A rtau d tr a d u c e n la lu c h a , c o n tr a e l su p e ry ó ,
de una a n a lid a d n o s u b lim a d a .
Id eo ló g icam en te, ta l tr a n s f o r m a c ió n de la ca­
dena sig n ific a n te a b o rd a , p ro v o c a y d e sc u b re el
sadismo re p rim id o (p e ro lo q u e se lla m a c o rrie n ­
tem ente sa d ism o n o es sin o la re p re s ió n de la ana-
Mdad), la a n a lid a d s u b y a c e n te d e la s estasis so-
de los a p a r a to s so c ia le s.
L a oralización p u ed e s e r in te rm e d ia ria en t^
el sadism o fu n d a m e n ta l d el re p u d io y su subliit¿ i
clon significante. Es com o u n a o ralizació n del
pudio q u e re to rn a com o se p u e d e in te rp re ta r l*
m elodía, la arm o n ía, el ritm o , los sonidos “su^
v e s ” y “ a g ra d a b le s”, la m u sic a lid a d poética, qUe
se e n c u e n tra e n los ritm o s d e to d a fra se de Ar*
tau d .
“ .. .u n cuerpo
com iéndose la in fin ita n a d a ...
allí donde am igdaliza su caca” .
[‘*.. .u n corps
en tra in de b o u ffe r V infini n é a n t...
la oü a m yg d a lise son caca” ] (27).
.

A rta u d em p lea el té rm in o de ‘‘repudio” para


d esig n ar a la vez el p rin cip io lógico del movimien­
to n eg ativ o (de se p a ra c ió n ), y la connotación anal,,
ex c re m e n ticia de todo lo que se p resenta como1
u n a “creació n ”, u n “p ro d u c to ”, y a sea el mundo
m ism o o la función h u m a n a sobre los cuales se
e jerce la especulación tra sc e n d e n ta l de sus con­
tem poráneos:
“La verdad ó
lia de la cual i<
trascendental.
E l m undo ha
m o una creación
e x c re m e n to infi
d e los días, que

27. Ibid.%p. 29.


para h a cerle s itio s in o p a r a no a r r ie s g a r s e r i n ­
cluso rozado p o r é l” (28).
La v é r ité d e s c h o s e s e s t t o a t a u tr e q u e c e lle
* dont la C a b b a le s e p r é t e n d la tr a n s c e n d a n ta le e x -
plication.
Le m o n d e a é té la issé a u x h o m m e s n o n c o m m e
une création m a is c o m m e u n r e je t ( n . s . ) , u n e cro-
tte in fá m e d o n t z i m z o u m V a n c ie n d e s jo u r s fa i-
sant z im z u m s’e s t r e tir é , n o n p o u r lu i fa ir e p la c e
mais pour n e p a s r is q u e r d ’e n é tr e m é m e f r ó l é ”i28K
El superyó y su lenguaje lineal que caracteri­
za el encadenamiento de los sintagm as en sujeto/
► predicado, son combatidos por un retorno del pla­
cer oral y glótico: la succión o la expulsión. La
fusión con el seno materno o su repudio parece
estar en la base de esta erotización del aparato
vocal y, a través de él, de la introducción en el
orden del lenguaje de una sobrecarga de placer
que se marca por una redistribución del orden fo-
nemático, de la estructura morfológica e incluso
de la sintaxis (cf. las palabras-valij as en Joyce,
pero más aún la glosolalia de A rtaud) (29).
i

28. “Carta contra la Cábala” , dirigida a Jacques Preve! el 4


de junio de 1947, París, E d . J . Haum ont, 1949.
29, La cavidad oral es el órgano perceptivo desarrollado más
prontamente y que asegura en el lactante el prim er contacto
con el exterior. Su movimiento de “excavación” inicial, destina­
do a asegurar el contacto, e incluso la fusión biológicamente
indispensable con el cuerpo de la madre, obtiene un valor
negativo desde el sexto mes: a esta edad el giro de la cabeza
indica el rechazo antes de presentar un “ no” abstracto, semán-

49
L a o raliclad fu s io n a n te y la o r a lid a d devorante,
re h u s a n te , n e g a tiv a , se e n c u e n tr a n así estrecha­
m e n te e n tre m e z c la d a s in c lu s o d u r a n t e el estadio
a n a l s ig u ie n te q u e p e r m i ti r á la a c e n tu a c ió n de la j
a g re s iv id a d y a s e g u r a r á a l c u e rp o su sep aració n y
su re la c ió n — d e sd e s ie m p r e n e g a tiv a — con el
a fu e ra . A sí a ú n si e lla es re c o n o c id a com o m ás ar­
caica, la o ra lid a d fu s io n a n te , y la p u ls ió n libidi-
n a l q u e e lla a p o y a , es c o n d u c id a y — e n la génesis
d e l fu n c io n a m ie n to sim b ó lic o d e l s u je to — deter­
m in a d a p o r e l r e p u d io ^3°).
S i p o r d e s in tr in c a c ió n o p o r o tr a ra z ó n , se pro­
d u ce u n a a c e n tu a c ió n d e l r e p u d io p o r ta d o r de las
p u lsio n e s o m á s p r e c is a m e n te d e su c a rg a negati­
v a, é s ta to m a co m o c a n a l d e c o n d u c c ió n e l apa­
ra to m u s c u la r <31) q u e d e s c a r g a con ra p id e z la ener­
g ía e n “ im p u ls o s d e c o r ta d u r a c ió n ” : la gestuali-
d a d p ic tó ric a o d a n z a n te d e b e r e la c io n a r con este
m e c a n is m o . P e r o e l r e p u d io p u e d e p a s a r igual­
m e n te p o r e l a p a r a to v o c a l q u e p a re c e s e r el úni-

tico, al décimoquinto mes. Cf. Rene A. Spitz, De la naissance


a la parole, P .U .F ., 1968.
30. “A mi parecer, en un estado normal de intrincación de
las dos pulsiones, la agresión juega un papel comparable
al de la onda portadora. De esta manera, el impulso de la agre­
sión permite dirigir las dos. pulsiones hacia el entorno. Pero si
estas dos pulsiones no consiguen imbricarse, una desintrinca'
ción se produce-, entonces la agresión se vuelve contra la per-
sona misma, y en este caso la libido tampoco puede ser diri­
gida hacia el exterior’’ (Spitz, Ib id., pp. 221-223).
31. Cf. Freud, “ El problema económico del masoquismo’', 0-.
C ., Ed. 1948, T . I, p. 1036.

50
I

co órgano in tern o in cap az de r e te n e r la en e rg ía


ligada: la cavidad b u c a l y la g lo tis lib e ra n la des­
carga a través de u n siste m a fin ito de fonem as
* propios de cada len g u a. Se sig u e u n a u m e n to de
las frecuencias de los fo n em as, se p a rá n d o se su
acumulación o su re p e tic ió n del código de la le n ­
gua para d eterm in ar la elecció n esp ecífica de los
morfemas (32) e incluso la co n d en sació n de v ario s
i morfemas “tom ados” e n u n solo le x e m a (33). E n
esto, al catectizar el re p u d io la c a v id a d b u c a l des­
pierta en ella y a tra v é s de e lla la p u lsió n “libi-
dinal” “unificante”, “p o sitiv a ” q u e c a ra c te riz a , en
el momento de las fases m ás arca ic as, e s ta m ism a
cavidad en su m o v im ien to in ic ia l de ex cav ació n .
Para la nueva red fo n e m á tic a y rítm ic a q u e p ro ­
duce, el repudio d ev ien e u n a fu e n te de “p la c e r
estético”. Así, sin a b a n d o n a r la lín e a d el sen tid o ,
la recorta y la reo rg an iza, im p rim ié n d o le el reco ­
rrido de la pulsión a tra v é s del c u e rp o p ropio, del
ano a la boca.
Diremos tam b ién q u e el re p u d io es el re to rn o
de la negatividad en el cam po d el su je to consti­
tuido por la ausstossung com o su je to de la n e g a ­
ción. El re-pudio (re -je t) re -c o n s titu y e los o b je­
tos reales, o m ás b ie n es la co n d ició n de la crea­
ción de nuevos objetos: en e ste sen tid o re -in v e n ta
lo real y lo re-sem iotiza. Si evoca así u n proceso
destructor de tipo esquizoide, c o n stitu y e m ás aún
su positivación p u esto q u e lo a firm a in tro d u c ié n ­
dolo en la esfera sig n ific an te; é sta se e n c u e n tra

32. Cf. los efectos de aliteración, asonancia, etc.


33. Cf. las palabras-valijas.
51
así separada, escindida, m ultiplicada, pu
proceso. La sem iotización del repudio a tra68^ eii
orden simbólico es el lu g ar de una c o n tra d ^ ^
insostenible que alcanza sólo un núm ero
gido de sujetos. Si el repudio com porta el meStrií1' <
to
uj de
uc la
id “excorporación”,
cA w ip u id au ii , de
ue la —* 0l^en.
i a expectora •*
según A rtaud o de la “excreción” según B a t a ^
esta Hacnarcfí*
descarga m mn tr 17 p
otriz, eto o
este onocmo
espasm o corporal
_____ - s
racteriza en otro ya separado él mismo en eHen'
guaje. El^ repudio reintroduce y despliega en el
lenguaje la m ecánica m ism a según la cual se pro.D-
duce la separación de las cosas y las palabras
no tiene otro m edio p ara hacerlo que desplegar
dislocar y re a ju sta r el registro vocal. El repudio
reintroduce y se reitera en un lenguaje ya ubica- í
do por un repudio descartado.
La sim plificación propia de la teoría formalis­
ta del simbolismo consiste en no ver en el proce­
so de la significancia sino un texto, es decir, una»
distribución codificada o desviante de. marcas o
de significantes, sin percibir el repudio pulsional,
heterogéneo que los produce y que coloca la se­
m iótica a caballo en tre lo corporal y lo natural <;
de una parte, lo simbólico y lo social por otra, f j
en cada uno de ellos específicam ente. j
Darse cuenta de esta heterogeneidad implica
que no se considera ya la función simbólica como t
supra-corporal, supra-biológiea y supra-m atenat
sino como producida por una dialéctica entre do
órdenes. Además, m ás bien que de “simbolism >
h ab larem o s de sem iótica como lu g ar de esta
terogeneidad del sentido. En tal óptica parece q
es ciertam en te el repudio —anal, sádico, agres ^
m o rta l— el que pone “el o b jeto ” y el ‘ sJgn »
constituye lo re a l e n el c u a l se e n c u e n tr a la r e a ­
lidad fa n ta sm á tic a u o b je tiv a .
Entonces, dos p o s ib ilid a d e s p a r e c e n o fre c e rs e
* al sujeto. L a p r im e r a c o n s is te e n p a s a r m á s a llá
del repudio a la r e a lid a d s u p r im ie n d o p o r s ie m ­
pre el tra y e c to d e la s e p a ra c ió n , d e la escisió n ,
del repudio p a r a no v iv ir lo sin o co m o u n re a l
reificado en d o n d e se “c o m p r o m e te ” y e n el q u e
se reifica to d a la ló g ic a d e lo m e ta -: m e ta - r e p u ­
dio, m eta-len g u aje, m e ta -fís ic a ; ta l s u je to se co lo ­
ca entonces b a jo la le y d e l p a d r e y a s u m e él m is ­
mo esta p a ra n o ia a l m ism o tie m p o q u e la h o m o ­
sexualidad q u e la c o n n o ta y c u y a s u b lim a c ió n n o
^ es sino m u y frá g il; es O re s te s , a s e s in o d e su m a ­
dre en n o m b re d e la s le y e s d e l a c iu d a d . L a o tra
consiste en v o lv e r c o n s ta n te m e n te s o b re el r e p u ­
dio y en a lc a n z a r e n to n c e s , b a jo l a h o m o s e x u a li­
dad p aran o ica m a n if e s ta d a p o r la p ro d u c c ió n sig ­
nificante, el ritm o e s q u iz o id e d e l a e sc isió n y de
la m uerte. A q u í, e l c u e rp o a d o lo rid o , a g ita d o o
“m om ificado” de A r ta u d te s tim o n ia e s te e s ta lli­
do de la u n id a d y d e su re m o d e la c ió n e n u n a re d
sem iótica q u e sig u e e l p a so d e la s p u ls io n e s .
t
Un p ro b le m a in d e lic a d o r e p u n t a e n e s te m o ­
m ento de la re fle x ió n . P u e s to q u e e x is te , ¿ h a y l u ­
gar p ara u n a m u je r e n el d o m in io so cial, ta n to
en su e s ta n c a m ie n to q u e r e p r e s e n ta la c o n v e n c ió n
burguesa f a m ilia r is ta co m o e n su s m o v im ie n to s
que re a liz a n las p ro d u c c io n e s s ig n ific a n te s , a r tís ­
ticas o p o líticas, a m b a s s a tu r a d a s p o r la h o m o se ­
xualid ad d e lo s h e r m a n o s m ilita n te s o p o r a q u e ­
lla, o ralizad a, d e lo s p o e ta s (com o lo d e m u e s tra
con p ro fu sió n d e a r te d e l re n a c im ie n to y, h a s ta
la a n g u stia , u n a c iu d a d com o F lo re n c ia p o r e je m -
53
pío)? Del repudio esquizoide que se separa de
todo, ella es rechazada. En el grupo paranoide es
borrada, objeto de cam bio en tre los hermanos de
la com unidad o m atro n a preciosa. Sólo le queda,
como lo ha visto Hegel, ser la etern a ironía de la
fratría, tom ar la m ástara de un herm ano y así
travestida, e te rn a C lorinda, e n tra r en el juego de
las negaciones; única m an era de ten er autoridad
c u ltu ra l y social. L ejos de ser un detalle sicológico,
este hecho es un problem a social candente: los
m ovim ientos políticos o cu ltu rales actuales inte­
g ran poco o ab so lu tam en te nada a las mujeres,
y cuando lo hacen, es al precio del enmascara­
m iento y de la iro n ía oscurecida que parece dar
razón a F re u d cuando afirm a que no hay sino
u n a libido, la m asculina. Sin em bargo, hay en el
funcionam iento de la “h istérica”, un proceso de
ru p tu ra s m u ltip licad as que se in stau ra no por
u n a castració n u n a ria sino por una multiplicidad
de separaciones sin fin que rom pen la unidad de
la capa sim bólica y que están como ramificadas
sobre un ritm o translingüístico: m ultiplicidad de
separaciones que no in te g ra sin rem anente la iro­
nía de la m a scarad a fra te rn a l. T al funcionamiento
espásm ico debe sin em bargo distinguirse del re­
pudio. P u lsió n m o rtu o ria y generatriz, excorpora­
ción del ex crem en to y del niño: agresividad y li­
gazón, m u e rte y nacim iento, “vagina alquilada al
a n o ” (decía L ou A ndreas-S alom é) abrochamiento
de lo positivo y lo negativo, b o rra d u ra de la dico­
to m ía pero ta m b ié n de la h etero n o m ía entre re­
pud io y estasis, n eg a tiv id ad y negación, separa­
ción sin r u p tu ra (sin castración) y sin lucha: el
espasm o de la h isté ric a se asem eja al repudio pe­
ro no se co n fu n d e allí con él. L a noche oscura
54
de las mitologías, la m ateria activa pero asim bó­
lica de las viejas creencias, lo “diabólico”, rep re­
sentan este espasmo a causa del cual la m u je r se
imagina reconocerse en el repudio esquizoide. La
producción significante, artística o política se con­
vierten en su punto de m ira, su fascinación. U na
mujer puede identificarse allí, tom arse por el otro
del esquizo, su gemelo, su su stitu to m ism o. Q ue
semejante fantasma no carece de algunos fu n d a­
mentos objetivos; que el espasm o asim bólico se
emparenté con el repudio —lu g ar de u n a c o n tra ­
dicción heterogénea— en el su jeto en proceso, es
reconocido por A rtaud. En el m om ento fu e rte de
la contradicción que concebimos como siem pre
heterogénea (calquiera o tra contradicción es o ra
lógica, ora diferencia sin lu c h a ), cuando a p u n ta
a la pérdida de la unidad —esta ancla del proce­
Sí so, y cuando se perfila la cora asim bólica, sem ió ti­
ca, que puede ser móvil pero que tam b ién puede
inmovilizarse; entonces, el su jeto en proceso se
descubre separado, y por lo ta n to fem enino, p u es­
to que comprende que la h istérica a tra v ie sa ta m ­
bién a su manera la experiencia de lo a-sim bólico
incluso si ella no la posee. Se descubre b i-sexual,
hermafrodita, y por eso nulo. A rta u d se reconoce
además en sus “hijas” y “h e rm a n a s” in n u m e ra ­
bles, reales o im aginarias, de las cuales se rodea
para repudiarlas, pero que soporta quizá m ejo r
que las sociedades canibalísticas de los m achos.
El sujeto en proceso tiene necesidad de verse en
una hermana o en u n a h ija p ara no volverse loco.
Su cuerpo es u n libro de carne donde se re tu e r­
cen las pulsiones y las ru p tu ra s m ú ltip les, deso-
. lladuras repetidas, que caracterizan el funciona­
miento de una m ujer:
55
“Mi bastón será ese libro excesivo evocado '
por antiguas razas a ctu a lm en te m u erta s y atiza
das en mis fibras, como hijas excoriadas” w .
[“Ma carme serace íi^ re o u tré appele par d' ^
antiques races aupourd’hui m ortes et tisonnéez
dans mes fibres} com m e des filies excoriées”]
El repudio que anim a el proceso del sujeto,
puede identificarse con ese funcionam iento espás-
mico a-simbólico de una m u jer; y sem ejante iden­
tificación facilita cierto dom inio del repudio, cier­
ta aprehensión del proceso, cierto detenimiento
relativo del movimiento, que son la condición de
la renovación del proceso, que im piden ensombre­
cerlo en un vacío puro, que le perm iten mante­
nerse sobre el techo de la contradicción hetero­
génea. Para el sujeto en proceso, la m u jer repre­
senta ese ser heterogéneo que desdobla la unidad,
que separa y que es indispensable dom inar, lu­
chando con ella sin sublim arla en m adre-virgen.

mujer indir^ctnm' ^ Ij'uvés de la m ujer. Por la


duplicidad. Pues e ^ n l,lí}minada V Que realiza su
sor ha sido senarariJ?01' ? m}lJer Qwe eZ rey divi-
encontrar de nuevo ^ S* m ism o V que ha sabido
parar todo l0 Q7JPV T íl Sl m i$mo el medio de se-
Que debe ser separado”

f e d i r p eJtm e ‘ ^ travers Ia fem m e. Par


femme mdirectement éclairée et aui réalise
scur a été separé erWu; } ^ J emme Que le roi dn
e en lui-meme et qu’il a su retro 34

34 . ‘ 'Preámbule” , O . C T t
'* A* h P- 13.
56
i ver en lui-m ém e le m o yen de to u t séparer de ce
qui doit étre separé”].
Y luego:
, %

“Ella — una fu e rza — tiene la rapacidad tene­


brosa del se x o . Es por la m u jer que es provocada
' pero es por el hom bre que es dirigida. Lo jem e-
i nino m utilado del h o m b re, la ternura encadenada
' de los hom bres que la m u jer había pisoteado han
resucitado ese día una virg en . Pero era una vir­
gen sin cuerpo, ni sexo, y de la cual sólo puede
aprovechar el esp íritu ” (35h
[i(EUe — une forcé— a la rapacité ténébreuse
a du sexe. C’est par la fe m m e qu’elle est provoquée
ruáis c’est par l’hom m e q u ’elle est dirigée. Le fé-
minin m utilé de l’h o m m e, la tendresse enchainée
des hom m es que la fe m m e avait piétinée ont res-
t suscité ce jour-lá une vierge. Mais c'etait une vier-
ge sans corps, ni sexe, et dont Vesprit seul peut
profiter”]
En cuanto a la histérica, su identificación con
el proceso del sujeto no es sino una hipótesis muy
efímera y problem ática. Pues el proceso, puesto
eue no es una caída catatónica, retoma las was
:'e la pam noización, y la mujer, luego de un e i-
nieio m om ento de engaño, es invitada a una pr
yección identificadora con los roles “ tr itú r a le s
ya descritos que le «torga l a A g e n c i a s de
m'-> es costum bre, se someterá a ws «; »j . u_
b'. comunidad, enmascaranaose. bC¡

” O. C.. T. V, pp.
, 35. “Las Nom-clles Révéiations de lEtre
157-158.
57
gando, mintiendo, pero siem pre en falso puesto
que lo simbólico que se le propone no absorbe su
fuerza espásmica. O bien y es esto lo que testi­
monian los movimientos recientes de las mujeres
que nos cuidaremos bien de asim ilar al eterno fe-
menismo de las sufragistas, b u scarán volverse lú­
cidas de este espasmo que la c u ltu ra fálica pre­
senta como una castración, y —en un segundo
tiempo— encontrar las form as de prácticas apro­
piadas a él. Se nos ha llevado sin em bargo a creer,
que si la unidad lógica es paranoide y homosexual,
la exigencia femenina, el espasmo histérico, no
encontrará nunca lo simbólico propio, pero se
planteará lo mejor posible como m om ento inhe­
rente al repudio en el proceso de las rupturas, en
las escisiones ritmadas. Ya que ella tendría una
especificidad, una m ujer la encuentra en la aso-
cialidad, en la rotura de las convenciones comuni­
tarias, en una suerte de singularidad a-simbólica.
Pero al mismo tiempo y como para cam uflar esta
verdad, pasa su vida fingiendo, jugando a la ge-
nitora, a la esposa, a la madre idealizada de los
artistas o la compañera travestida de los hermanos.
Cuando las revoluciones se producen puede reco­
nocerse y reencontrarse ahí de acuerdo con su
repudio, pero al mismo tiempo y sin hiatos, de
acuerdo también con su recubrimiento. Puesto
que es la ley de la ciudad, hasta el capitalismo in­
cluso, a esta ley que no la ve, que no la significa,
ella finge acatarla.
Para volver a su pulsión, parece que se la pue­
de pensar hoy como una especie de eco de los
procesos de separación inherentes a la bioquími­
ca. ¿Sería el repudio una transmisión de la sepa­
ración y de la recombinación con inversión (‘‘en
58
hélice’')» propia de la molécula viviente re-
dobl© ., *
p rod u cién d ose.
lo que sea, el repudio no podrá ser bioló-
ü ni genético m ás que en una de sus deter­
g e 0, es va siem pre social/ant.social por-
m¡eaes negatividad, significancia y relación cor.
otros.


59
k

L A ROTACION DE L A C O RA

El repudio biológico genético atrav iesa de mo­


vilidad el cuerpo orgánico y le im prim e una ges-
tualidad que las necesidades y las construcciones
sociales van a estructurar. El retorno del repudio
pulsional como ya cinético, a trav és del Fort-Da
freudiano, proyecta el repudio m aterial biológico
en repudio constitutivo de un espacio práctico.
Ante todo se produce la separación del objeto, la
constitución de lo real la ausencia; pero después :
y a través de ella, por repudio reiterado, el en­
grama lábil de las prim eras m elodías, vocálicas,
gestuales, significantes. Esta labilidad y esta mo­
vilidad de los engramas se m uestran en la movi­
lidad del cuerpo —cuerpo danzante, gesticulante,
volumen teatral pero tam bién en el paragram atis-
mo que señala la dislocación <<adoquinada,, (“en
briques”) del tejido del lenguaje:

Todo consiste en la motilidad de la cual como


de los demás la humanidad no ha tom ado si­
no un espectro”
*• . •

“No hay tejido


I r r r ?° -viene de ia trama
les " 9alena de los cañonazos parleta- •
• • • •

60
“y donde todo no tiene valor
más que por el choque y el entrechoque
sin que se pueda atribuir a lo que sea una vir­
tud lógica o dialéctica caracterizada, pues el
motivo.
rechaza la vista del espíritu y el dominio del
espíritu,
de donde él tom a forma, volumen, tono, bri­
llo .. ” («o.
[“T out est dans la motilité dont comme le
reste Vhum anité ría pris qríun spectre”.
* • • •

“II r íy a pas de tissu,


la conscience ne viet pas de la trame
mais du couloir des coups de canon pariétaux
I I • #
0

“et oü tout ría de valeur


que par le choc et Ventre-choc
sans qríon puisse attribuer a quoi que ce soit
une vertu logique ou dialectique caractérisée
car le m otif
repousse la vue de Vesprit et Vemprise de Ves-
prit,
d’oü il prend forme, volume, ton, éc la t.. ”] (3(5).
La lucha de las pulsiones, de las “dos motili-
dades”, que recuerda el dualismo dialéctico de
Freud, es evocada en los textos de Artaud como
disociación, golpe, choque, “convulsiones del bajo
fondo”, “pulsación de la atmósfera”:*46

36. Artaud, “Notas pour una lettre aux BaIinaiV\ Tel Quel,
46, pp- 11*17.

61
“S e siente una tritu ra c ió n de exclusas, una
suerte de horrible ch o q u e v o lc á n ico donde se ha
disociado la luz del d ía . Y de e ste choque, y de
este d esg a rra m ien to 'd e dos p rin c ip io s nacen todas
las im ágenes en p o ten cia en u n e m p u je m ás vivo
que una oleada” (37)3 8.
[“On y se n t u n b ro ie m e n t d ’eclu ses, u n e sorte
d ’horrible choc v o lc a n iq u e oü s ’e s t dissociée la lu-
m iére du jour. E t de ce h e u r t, e t d e ce déchire-
m e n t de d e u x p rin cip es n a is se n t to u te s les images
en puissances, dans u n e p o u ssé p lu s v iv e qu’une
lam e de fo n d ”] (37).

Ella am enaza la unidad de la conciencia, este


agregado, incluso si la “bestia m e n ta l”, “la bestia
inteligente que busca pero que no busca buscar”
no sospecha de ella:
“No se im aginan que el agregado d e su con­
ciencia se deshaga” (38K
[“lis ríim a g in e n t pas que V agrégat d e leur
‘conscience se d efa sse”] (38).
La violencia del repudio tiende a d estru ir el
equilibrio frágil en que se m an tien e la contradic­
ción heterogénea —condición del proceso de la
significancia— y a re to rn a r a ese estado en que
las diferencias se borran y donde dom ina u n cuer­
po unificado, pesado, opaco, pero disociado, re­
ventado en territorios dolorosos, de p artes más

37. “L’automate personncl”, in Oeuvres complétes, T . I, p.


147.
38. “Nouvclles lettrcs sur moi-méme”, O . C ., T. I, p . 272.
grandes q u e e l todo. El te x to de Ar t aud explora
fíg r iesgo al p ra c tic a r ta l com pactificación— frac-
m entación del cu erp o b ajo el efecto del repudio
v produciendo su discurso, es decir, m anteniéndo­
se en la lín e a de flo ta ció n de lo heterogéneo y de
la unificación v e rb a l. E sta fo rm a del repudio, él
la designa com o “ v o lu n ta d ” agresiva; “rapacidad”
“bestialidad”, “b r u ta lid a d ”, “fu e rz a ”, “continui­
dad”, “d ig n id a d ”, “co n tracció n ” , “privación”, “avi­
dez”, “d esap eg o ”, “ d e s in te ré s ”, “dolor”
El re to rn o , d iv iso r de la carg a pulsional orga­
niza la cora com o u n a “rotación vertical” : escin­
diendo el cu erp o e n p ro fu n d id a d , recorriéndolo en
redondo y e n c e rrá n d o lo en giros repetidos. Esta
coro m óvil, q u e rem o lin a, h a sido descrita tam ­
bién p o r L a u tré a m o n t:
“D espués de haber am ontonado a sus pies en
form a de elipses su perpuestas, una gran parte de
la cuerda, de m o d o que M e rv y n quedara suspen­
dido a m ita d del cam ino del obelisco de bronce,
el forzado evadido, con su m ano derecha, hace que
el adolescente adquiera u n m ovim iento acelerado
de rotación u n ifo rm e , en un plano paralelo al eje
de la co lu m n a , m ien tra s recoge con la izquierda,
los a rro lla m ien to s serpentinos de la cuerda, que
están a sus p ie s. L a honda silba en el espacio;
el cuerpo de M e r v y n la sigue por todas partes,
siem pre alejado del centro por la fuerza centrifu­
ga, siem p re conservando su posición móvil y equi­
d ista n te, en u n a circunferencia aérea, independien­
te de la m a te ria ” (40).

“Notes pour une lettre aux Balma» £d Ljvre


“Les chants de Maldoror ,
63
[“A pres avoir a m o n celé á ses pieds, sous for­
m es d ’ellipses su p erp o sées, u n e g ra n d e partie du
cable^ de m aniere q u e M e r v y n r e s te supendu a
m oitié hau teu r de V obélisque de b r o m e , le forcat
évadé fa it p ren d re, de la m a in d ro ite , á l’adoles-
cent, un m o u v e m e n t a ccéléré d e ro ta tio n unifor­
me, dans un p la n p a ra llé le á V axe de la colonne
et ramasse de la m a in g a u c h e les enroulem ents
serpentins du cordage, q u i g is e n t á ses pieds. La
fronde siffle dans V e sp a c e : le co rp s de M ervyn
le suit partou t, to u jo u rs é lo ig n é d u c e n tre par la
forcé centrifu g e, to jo u r g r a r d a n t sa p o sitio n mo-
bile et éq u id ista n te, dans u n e circo n féren ce aé-
rienne, in d ép en d a n te de la m a tié r e ”] (40).
Pero esta m ovilidad pulsional, alcanza después
de acumulación, un m om ento de detención que in­
moviliza el cuerpo. E l cuerpo frag m en tad o en el
que cada parte es sentida como el todo, pierde su
unidad estructurada y, en esquizofrenia clínica,
pierde igualm ente la e stru c tu ra significante sus­
ceptible de reunificarlo en el sistem a de los signos.
“La rotación v e rtic a l de u n c u e rp o d e sd e siem ­
pre constituido (y q ue en u n e sta d o m á s allá de
la conciencia) no cesa de e n d u re c e rs e y de hacer­
se pesado por la opacidad de su e sp e so r y de su
masa. El criterio es el p lo m o in e r te d e la contrac­
ción pleñaría de un p u ro esta d o d e d esa p eg o , de
desintereses feroces q ue p e r m ite n n o s e n tir nada
de idea alguna, se n tim ie n to , n o c ió n , p ercep ­
ción’^ . *41

de Poche, p. 363. ( ‘Los cantos de M aldoror” Barra] Fdi


tores 1970, p. 248. N. del T,). ’ rral LdI
41. “Notes pour une lettre aux Balinais”, Qp. c it, p n

64
[“La ro ta tio n v e rtic a le d ’u n corps depuis to-
jour c o n stitu tu é (e t qui dans un état au-delá
de la conscience) n e cesse de se durcir et de
s’appesantir p a r l’opacité de son épaisseur et
de sa m asse. L e critériu m est le plom b inerte
m e tte n t de n e ríen se n tir d ’aucune idéd, sentí -
de la co n tra ctio n pléniere d’u n pur état de de -
tachem ent, de désintéressem ents feroces qui
p e rm e tte n t de n e rien sen tir d’aucune idée,
notion, p e rc e p tio n ”]

La violencia del repudio repudia los efectos


de retardo, de diferencia significante, y tiende a
reencontrar una inercia de “plomo”, pues el cuer­
po convertido en un receptáculo de las opera­
ciones semióticas no está cimentado.
f

“sobre la sensación
ni sobre e l pensam iento,
y que h a y aun otra cosa
y que es ju sta m e n te esta otra cosa inerte e
insensible que es el cuerpo” <42>.
[“sur la sensation
ni su r la pensée,
et qu’il y a encore autre chose
et que c’est ju ste m e n t cet autre chose d’inerte
e t d’insensible qui est le corps”]
Fulgurancia de este repudio corporal:
“A h o ra bien, es un rayo de hierro
que sale de su cuerpo,

42. I b i d . , P- 20.
65
que pora ser este hierro tiene necesidad de 4

ser un cañón resistente” ***>.


[Or c'est une fo u d re de fe r
qui sort de son corps.
qui pour fa ire ce fe r a b eso in d'étre un
canon résistant”].

Esta motilidad violenta, pre-simbólica y con­


dición del sentido, que repudia hasta la unidad
del significante, que aparece en la práctica textual
y que un discurso idealista llam ará “néant” o
“rien”, carece de “unidad”, de “ser”, de “con­
cepto";

“No hay historia,


una posibilidad infinita, *
pardbráhma
un no ser”.
• • • • 1

Soy lo in fin ito .


La tarea del ser es querer siem p re reducirme
a un ser, y reclam ar u n a noción cuando ver­
daderamente no hay nada de ella”.
• • * •

La vida hecha,
no de un esplendor intelectual
ni de la belleza espiritual de la sim plicidad,
ni de la simplicidad m ism a
sino detrás y más lejos
de la carnicería,
sin razonamiento ni conciencia,43

43. Ibtd., p. 25.

66
donde no h a y nada,
y que siem p re será así” (44).
[“II n*y a pas d y histoire,
une possibilité in fin ie ,
parabrahma ,
un non-etre”.
• • * •

“Je suis V in fin i .


La tare de Vétre es vo u lo u ir toujours me ra-
mener a u n étre, e t de réclam er une notion
lorsque v ra im e n t il r íy a en a pas
• <• »
“la vie fa ite ,
non dyune sp len d eu r in tellectu a lle
ni de la beaute sp iritu elle de la simplicité,
ni de la sim p licité elle-m ém e
mais derriére e t p lu s loin
le carnage,
sans ra iso n n em en t n i conscience,
oü il n 9y a rien,
et qui sera to u jo u s ainsi”].

La desagregación de la conciencia es la des­


agregación del cuerpo: cuerpo dispersado en el
cosmos, ampliado a las dimensiones cósmicas, en­
globándolas, confundiéndose con ellas al tragar
“mundo”, “autóm ata personal”, “agregado”, exclu­
ye toda identificación y toda transferencia con
otro humano o natural:
“El cuerpo humano tiene mucho de sol, de
pla n eta s , de ríos, de volcanes marinos, de ma-

44. Ibid., pp- 28, 32. 34.


67
reas sin ir a buscar a ú n a los de la supuesta X
natu ra leza exterior y a je n a <454
6>. ^ w
[“L e corps h u m a in a assez de soleil, de plañe-
tes, de fieuues, de v o lc a n s de m ers, de marees
sans encore aller ch erch er c e u x de la soi-disant
extérieu re n a tu re e t d’a u tr i”].

Este cuerpo estallado, cósmico, ligado a los ele­


mentos del proceso n atu ral, vuelve por separa­
ciones reiteradas a la inm ovilidad de un El más
que impersonal, inhum ano y m uerto:
“Mi estado verdadero es in e r te > m ucho más
allá de la vida y de captación hum anas.
Es el de m i cuerpo cuando está solo <40>.
[Mon état vrai est in erte, tres au-de-lá de la
vie et de la captation h u m a in e s .
C’est celui de mon corps quand il est seui”].
Lo que el discurso aprehende entonces, puesto
que el forzamiento del texto es m antener el len­
guaje lo más cerca de su estallam iento por la pul­
sión, es por una parte, un cuerpo estallado en el
que cada órgano se separa del conjunto y pulsa
atravesado de espasmos dolorosos en una masa
continua:

Mi espíritu se ha abierto por el v ie n tr e , y es


por lo bajo que él am ontona u n a sombría e
intraducibie ciencia, llena de m areas subte -

45. Lcitrc á A. Bretón, 28 ícvricr 1947, en L'F.pbc/nóre, N“ 1


46. Lenrc á A. Bretón, 2 ícvricr 1 947, ¡bid.
68
TTCLTlBCLSf dfi e d ific io s COTlcaUOS, ¿6 XLTÍCt agita­
ción congelada ” (47)4 8.
[Mon esp rit s’e st o u v e r t p a r le v e n tr e , e t c’est
par le bas q u ’il e n ta sse u n e so m b re et intra-
duisible Science, p le in e de m a ré e s so u terra i -
nes , d* é d ific e s c o n c a v e s , d ’u n e a g ita tio n con -
gelée”].
El funcionam iento orgánico de miembros se­
parados que invaden el au tó m ata transcorporal,
coral, tiende pues a inm ovilizarse. El repudio con­
duce a la detención, si u n a lengua fragm entada
no lo subsume y si un sistem a de representación,
si un sistema ideológico fluido, crítico y combati-
. vo no lo subleva p ara d arle estasis (momentos de
positivación) adecuados a su pulsación. Deviene
cuerpo inmovilizado, “agitación congelada”, “mo­
mia”, m uerte cuando la contradicción heterogénea
cede ante la pulsación orgánica ^4H).
“Descripción de u n estado físico” presenta esta
situación de “ru p tu ra interior” de un cuerpo va­
ciado de toda realidad y pegado a la multiplica­
ción de las cosas mismas:
“Sería necesario hablar ahora de la descorpo -
ralización de la realidad, de esta especie de
ru p tu ra dedicada, se diría , a m ultiplicarse ella
m ism a en tre las cosas y los sentimientos que
ellas p rod u cen sobre nuestro espíritu, el lugar
que ellas deben tom ar ”

47 . “Nouvcllc lcttre sur moi-memc , O. C .%T. I, p. 247.


48. Cf. “ Invocation á la momio”, ArtauJ le Mowo.
“fWrKsnondance de la momio”, O. G., I*. I, pp. 2241-242
<

[“ Ii fa u d r a it p a r le r m a in te n a n t de la décorp 0. a
r a lis a tio n d e la r é a lité , d e c e tte espéce de rup
tu r e a p p liq u é e , o n d ir a it , a s e m u ltip lie r elie-
m e m e e n tr e les c h o s e s e t les s e n tim e n ts qu9
e lle s p r o d u is e n t s u r n o tr e e s p r it, la place qu' *
e lle s d o iv e n t p r e n d r e ”].

E ste rep u d io v u e lto a sí m ism o, a su hetero­


g en eid ad fu n d a m e n ta l, sin voz n i signo, mues­
tr a cómo p u ed e se r v erb alizad o cuando la palabra
“la m al fo rm u la d a ” , la “co n fu sa”, acepta medirse
allí; es u n a c arn e sin v id a p u lsa n te poseída de la
m u erte, rarificad a, a rro y a d a , no com pacta, atrave­
sada de giros de fuego:
“E sta ca rn e q u e n o se e n c u e n tr a y a .e n la vida,
esta le n g u a q u e n o lleg a a so b re p a sa r su corteza,
esta v o z q u e n o p a sa y á p o r las ru ta s d el so n ...
esta m u e r te m u ltip lic a d a d e m í m is m o está en
u n a s u e r te de ra re fa c c ió n de m i c a r n e . . .
H abéis v is to la m o m ia co a g u la d a en la inter­
sección d e los fe n ó m e n o s , e sta ig n o ra n te, esta
v iv ie n te m o m ia q u e ig n o ra to d o d e las fron­
teras de su va cío , q u e se e sp a n ta d e las pulsa­
ciones de su m u e r te
1“C ette chair qu e n e se tr o u v e p lu s d a n s la vie,
cette langue qui n ’a rriv e p lu s íl d é p a sse r son
écorce,
cette v o ix qui ne passe p lu s p a r les ro u te s du
s o n .«
cette m o rí m u ltip líée de m o i-m é m e e st dans
u n e sorte de raréfaction de m a c h a ir . . .
L (Lvez~vou.s vu e la m o m ie fig é e d a n s VÍnter-
section des phénom énes,
70
I

' cette ig n o ra n te c e h e v iv a n te m o m ie qui ig n o re


tout des fr o n tié r e s d e s o n v id e , q u i s’e p o u v a n te
des p u lsa tio n s d e sa m o r t ”].

* Sin em bargo, este rep u d io m a te ria l disociando


y momificando el cuerpo, este goce hacia la m u er­
te, lejos de zozobrar en u n m u tism o clínico, desen­
cadena un proceso de significancia capaz de re­
presentar sus m ovim ientos m ás precisos, no “sim ­
bólicos”. Q ue el m om ento unificante, dom inante,
violentamente positivo —“p aran o id e” si se quiere
en lenguaje clínico, pero no es el nuestro— es la
condición de la realización del proceso significan­
te, condición in sep arab le de la del repudio: es
* en lo que A rtau d frecu en tem en te insiste:
Como,
B ebo,
t> D orm ito,
V ivo,
cotoo lo p recisé a y e r ta rd e
en guerra,
Por otra p a rte la discusión está cerrada
soy el a m o
y entráis todos en m i cuerpo
x com o m u e r to s ”.
T engo en m í u n a potencia de vid a que nunca
ha hecho a d em á n
% de separarse de m í
y m e hace cada v e z más com o a su am o” roK
“J e m ange;
J e bois,5
0

50 “Notes pour une lettre aux Balinais”, Op. at„ pp. 24, IV.
i

V 71
Je som nole,
Je vis ,
como je Vai précisé hier soir,«
en guerre .
D’ailleurs la discussion e st cióse
Je suis le m aitre
Et voris rentrez tous dans m o n corps
comme des m orts”.
“J ’ai en moi une puissance de v ie que n’a ja­
máis jait
m ine de se séparer de m oi
et me revient de plus en p lu s com m e á son
m aitre ”].

El tiempo de deestrucción, de aniquilación de


la unidad subjetiva, de angustia m ortal o más
simplemente la “confusión sentim ental” cede pues
delante de la afirmación de una unidad producti-
va¿o más bien, los dos momentos son indisolubles
en el proceso. Tomado en sí este segundo momen­
to afirmativo y simbolizante, es abiertam ente de­
signado como egodiástole, inflamamiento paranoi-
d e d e lY o (51).

51. D. Cooper señala esta instancia paranoica en la creación


poética cuando subraya la instancia poética en la paranoia:
“Todas las metáforas desarrolladas en la ‘paranoia’ son pro tes*
tas poéticas contra esta invasión (de la familia y de los otros).
La poesía, cualquiera que sea su calidad, nunca es apreciada
por la sociedad y si el poeta habla muy fuerte, termina en tra­
tamiento siquiátrico” [La muerte de la familia, Ed. Paidos,
1972, pp. 15-16). Otros sicoanalistas aproximan igualmente la
subversión de palabras , el abandono de “su denotación es~
tricta para deslizar ahí en un efecto de Witz altamente polisé-

72
t
Los m ism o s pensam ientos, las mismas tenden­
cias voluntarias podrían no servir después de
todo m ás que para inflar el yo, para alimen­
tarlo m ás estrecham ente, para aumentar su
densidad interior y tanto peor para las obras
y para la creación, puesto que síquicamente el
resultado es el m ism o ”
[Les m ém es pensées, les mémes tendances vo-
lontaires pourraient ne sevir aprés tout qu’a
gonfler le m oi, á le nourrir plus étroitement,
a augm enter sa densité intérieure et tant pis
pour les oeuvres et pour la création, puesque
p sych iq u em en t le résultat est le meme”].
z
Este dominio y afirmación del repudio es des­
crito como el resultado de una movilidad comple­
mentaria a la de la destrucción, por una serie de
p términos positivizantes donde domina “el esfuer­
zo”, “la dominación”, “la exaltación”:
“un esfuerzo perpetuo
de dom inación
de exaltación
de abolición
x de precisión

mico un más allá del sentido particuiarmen re sabroso” a “la


ligereza lujuriante de la existencia paranoidc’’. (Cf. Dubor,
“Dissociation de l’éconoixue et du sens chez les psvcbotiques:
utilisation du réel dans l’agir” en Revue francaise de psycha-
nalyse, N? 5 -6 , septiembre-diciembre 1971, p. 1068, exposé au
Colloque sur les psycboses).
52 “Letre a M. Soulié de Moran t” le 17 février 1932, en
O. C . , T . I , P - 314.
73
de apetito
de deseo
in fo rm u la d o s
de tra n sfo rm a c ió n (53).
“un e ffo r t p e r p é tu e l
de d o m in a tio n
~d’exa lta tio n
d’abolition
d’précision
d’a p p étit
de désir
in fo rm u lés
de tra n sfo rm a c ió n "].

La disolución en el proceso es una •‘desolación


soberana” (54).
La contradicción en tre el repudio y el dominio
engendra precisam ente el proceso de significancia
que atraviesa toda form ación fin ita y se da como
paso, fluidez, borradura de los lím ites adentro-
afuera, asimilación de los “objetos” en un "yo"
sin contorno:
“de m antenerse sie m p re en el lím ite de las co­
s a s ... estar p e rp e tu a m e n te en el esta d o en que
las cosas pasan, sin re te n e rla s n u n c a , o incor­
porármelas’’ f:5J.
1 de me teñir toujours a la lim ite in se n sib le des
chases.. étre p e rp é tu e lle m e n t d a n s l’eta t

53.
3* ^ :re a,J* KaimaiV', O p.
-v/i.jüt-. (;;¡ fJ ( ...
55. “ N o-tf; ¡ s u r na* ^
' hahnais ^ C
74
les choses passent, saris jam ais les accrocher
ou me les incorporer”].
El proceso de la significancia es precisamente
i vaivén entre la movilidad y la resistencia: el
Repudio mismo que pesa, que descarta su estasis
significante. Su lucha asegura la vida y el texto:
“y la vida es lo que hace cuando pensaba en
trabajar las resistencias de mi motilidad (Sr>>
[“et la vie c'est ce que je faisais quand je pen­
sáis á trav aille r les résistances de rna motilité"].
El repudio se apoya principalmente sobre es­
tos elementos del medio natural y social con el
cual el individuo tiene tendencia a identificarse
bajo el apremio biológico y social. Enla estructu­
ra familiar, es el padre del mismo sexo quien se
presenta al repudio.
En esta lucha, el individuo busca la complici­
dad dei padre de sexo opuesto, lo que induce a
conclusiones precipitadas sobreeJpapel fundamen­
tal de ia transgresión de la prohibición del inces­
to en ei funcionamiento simbólico libre (el arte
por ejemplo) cuando parece tratarse mas profun­
damente de una alianza efímera con el padre de
sexo opuesto, de un biomboque apunta a facilitar
el repudio del mismo. Atal punto que, si una
fijación al padre del sexo opuestose produce sin
que ei repudio alcance al padre dei mismo o.
ningún renovamiento del proceso üCí ^*pudio
posible, y este bloqueo no solamente *rnp..e
p . 34
75
producción significante, sino que puede detene
el proceso mismo de la significancia. En la estru¿f
tura intersubjetiva de la cual la familia es el
délo, el repudio se m anifiesta a través de la reía,
ción homosexual fundam ental y tiende a romperla
o más bien renovarla. La lucha contra el simbol¡s.
mo es la expresión de esta tendencia. En otros tér­
minos, si el repudio corrom pe la función simbólica
lo hace en una lucha contra la tendencia homo­
sexual identificante y en este sentido la supone,
se apoya en ella, la reconoce, la asume y la re­
conduce pero la conoce. P or cuanto toca a las
relaciones sexuales entre los individuos —pero la
sexualidad no es más que un estrato del proceso
de la significancia— el sujeto en proceso reconoce
la homosexualidad subyacente a estas relaciones
y fundamental a todas las relaciones intersubje­
tivas y /o de transferencia. La identificación y la
unificación subjetiva, obrando contra el proceso,
son una relación con lo m ism o bajo la imagen de
la unidad identificante que asum en en la socie­
dad el padre, la madre, la familia, el Estado. Es
“Dios hizo entrar un pederasta” en Lautréamont
Para Artaud, la homosexualidad es el perfil se­
xual de esta unidad subjetiva que repiten las es-
• peculaciones esotéricas. La homosexualidad es su •*.
no dicho “tontamente balado” y reprim ido, es ella
la que se oculta no vista bajo lo Uno: j i
i

“ el des am ontonam iento


el desorden
de lo Uno
Digo grotescamente
de un Uno
de lo Uno

76
im perceptible
inaccesible
en 3
, pederásticam ente en el origen
hijo y esp íritu
y no ja m ilia
padre y m adre y pequeño bebé
[“le d éta ssem en t,
le déclassem ent
d9un Un
Je dis g ro tesq u im en t
d’un Un
du Un
4 im perceptible
inaccesible *
en 3
p éd éra stiq u em en t á Vorigene
fils e t esprit
et non fa m ille
pére et m ére e t bebé p e tit” (*7>],

D esp lazar el rep u d io a través del campo homo­


sexual sim bólico , es desplazarlo a través de la se­
xualidad; es situarlo fuera de sus relaciones inter­
subjetivas que son calcos de las relaciones fami­
liares; es h a c e r o b rar la carga pulsional como
in v estid a en el proceso de transformación de la
naturaleza y de la sociedad.
D ecim os, pues, que las estructuras defensivas
de la sociedad, de la familia en las instituciones

1 “Lcttrc contre h Cabbalc”, adressés á J ■ Preve!, 1c 4 Juin


1947, Bd. J. Haimont, 1949.
0

77
capitalistas, están ahí p ara cap tar este repudio de
los estados identificatorios intersubjetivos sexua.
les, sublimados o no. Ellas fijan la generalidad
del repudio en una particularidad bien precisa, la
de la relación homosexual, esbozo intersubjetivo
de la fase tética, y por tanto del momento para-
noide defensor de la unidad del sujeto contra su
puesta en proceso. El freudism o designa esta me­
cánica homosexual de las relaciones sociales aun
cuando Freud fracasa en varias ocasiones ante su
evidencia que permanece opaca (los frescos de
Signorelli) o percibida tardíam ente (el “Caso Do.
ra”) . Mientras que el sicoanálisis indica así la ho­
mosexualidad como base de la norm atividad y de
la normalidad social, no indica que el sujeto en
proceso atraviesa esta fijación con conocimiento
de causa, y transporta sin sublim arla, la carga del
repudio en el movimiento mismo que le hace atra­
vesar las prohibiciones y las instituciones sociales:
en el movimiento de una práctica revolucionaria
(política, científica o artística).
Lo “demasiado humano” de la sexualidad hu­
mana, esta sexualidad de identificación parental,
de gratificaciones narcisistas, este pantano de la
intersubjetividad donde se abrigan los sujetos úna­
nos contra lo que puede cuestionarlos, es exigido
por la ley de la estabilidad social misma; se puede
decir en consecuencia —como lo dice Artaud—
que ella es solidaria de las leyes científicas y de
las leyes del lenguaje de esa misma sociedad. To-
» car los tabúes de la gramática —y quizá también
de la aritmética es tocar la recomendación sor*
* v if i a *e£ ualidad ^edificatoria. La revolución
del lenguaje es una travesía de la sexualidad y
78
te todas las coagulaciones sociales (familia sec­
tas, etc.) que se adhieren a ella.
“Que el hom bre se pierda al hacer el amor
dicen los iniciados de la aritmética y de la gra­
mática m ientras continuamos teniendo las rien­
das en la mano ' con una potencia que no ha
vivido nunca más que de proliferaciones para­
sitarias del acto llamado orgasmo, coito, copu­
lación, fornicación, lo que sería dar al hombre
un grueso bombón infecto y eucaristico para
chupar, a fin de guardar el poder sobre el
hombre y también sobre éste un poco más que
el hombre que se llama divinidad” w
[“Que l’hom m e se perde á faire l’amour, disent
les initiés de Varithm étique et de la grammai-
re, pendant que nous continuerons á teñir les
renes en m ain d’unc puissance qui n'a jamais
vécu que des proliférations parasitaires de Vac­
íe applé orgasme, coit, copulation, fornication,
ce que était donner á l’homme un gros bonbon
infecí et eucharistique a sucer, afin de garder
le pouvoir sur l’homme et meme surcetun peu
plus que l’homme qu’on appelle la divinite

El deseo sexual W postfiad


bon infecto y eucaristico , ertar del sujeto,
una de las vías esenciales a v familiar,
de su desenterramiento de^la^op &^
estatal y simbólica. Pero j28

28. “Lettre contre la Cabíale , dirigida a J Prevel, el 4 de


Junio de 1947, Ed. J- Hauraont, 1949.
I

lidad, orientar su negatividad solo en la región i


intersubjetiva donde ella obra, se ha no sólo con­
vertido en el nuevo mito de una sociedad que se
proclama liberada a punta de leyes, sino que cons­
tituye el lugar que han ocupado la religión, el r
ocultismo, nutriéndose precisamente todo oscuran­
tismo de las detenciones, de los nudos, de las ter­
minaciones y de identificación del proceso.
I I

En este sentido, el más allá del principio del |


placer es una travesía de la sexualidad si, y solo 1
si se trata de una travesía de homosexualidad, I
ella misma verdad de la “ relación” heterosexual, I
y de una travesía de lo simbólico. I
Tanto más cuanto que una sociedad donde la *1
familia deja de ser la estructura de base de la I
producción y, estando en disolución ella misma, I
se deja atravesar por el conjunto de las relaciones I
sociales que la exceden, el repudio encuentra sus 4
estasis representativas ya sea en otras articulado- |
nes de las relaciones sociales — en las prácticas I
sociales (ciencia, política, etc.) y los grupos so- I
cíales que están en su base, ya sea incluso afuera i
de las estructuras sociales— en objetos y estruc- I
turas del mundo natural. Las identificaciones o las I
supresiones del otro que se operan en ella para I
producir fases jubilosas del sujeto, que se identi- I
fica allí con los objetos de su deseo, no tienen la i
constancia y la tenacidad que tenía la estructura «.
familiar, para poder mantener suficientemente efi- 1
caz el señuelo identificatorio y con él la posibili- I
dad del fantasma deseable. En el movimiento de I
la travesía natural y social, en la prueba de la I
práctica social desestructurante y renovable el i
deseo deviene un elemento frágil que la violen- *1

80
cia del repudio excede, como su negatividad se­
parativa.
En tal configuración social que realiza el capí-
talismo, el repudio aparece con toda la nitidez de
su fuerza, destructora de toda unidad subjetiva,
fantasmátiea, deseante. Obra en su feroz negativi­
dad que ya no guía un deseo, sino la estasis se­
miótica in te r n a al proceso de la práctica, el m o­
m ento afirmante y afirm ativo, que abre la vía a
una realización práctica, a una producción. ¿Qué
producción? Toda la gamadeprácticassocialesde­
bepensarse aquí, desde la estética a la ciencia ya
la política. Lo que da, pues, el momento afirma­
tivo del repudio y asegura su renovamiento, no
es el o b jeto p ro d u cid o que es, en efecto, unobjeto
metonímico del deseo soporte del fantasma, es ei
tiem po de su p ro d u cció n , o digam os de producti­
vidad, donde el objeto noaparece sinocomolímite
no para aguardar sino para permitir la articula­
cióndel repudio enpráctica social.
El deslizamiento metonímico del deseo y del
significante que lo dirige no es entonces sinp un
movimiento lógico, ya secundario, del “devenir
Uno” del sujeto al interior de la especulación que
le permite el estado actual del desarrollo de las
fuerzas productivas, es decir una especularización
intra-familiar. E n cuanto a la lógica del repudio,
debe colocarse no solam ente como más anterior a
este d esliza m ien to m etoním ico-deseante. sino co­
mo la base y quizá tam bién como el m otor de un
fu n c io n a m ie n to que se constituye de goce y t
tra n sfo rm a ció n de la r e a l i d a d significan .e o .
ta m e n te social.Los placeres, los e
81
mientos y las escapatorias que tal funcionamiento
se da, hacen parte en tanto que momentos de liga,
zón del repudio, del proceso mismo de ese funcio-
namiento: ellos aseguran su unidad provisional
ellos son la representación compensatoria de la
violencia destructiva que la reimpulsa, los coro-
larios representativos de su fase tética. El sujeto
de tal práctica inviste de deseo y de representa­
ción la productividad más bien que las produccio­
nes de su práctica misma; pero puesto que las
producciones hacen parte de la transformación
de lo real, él inviste de deseo la transformación
misma. Identificarse con el proceso de la identi­
dad significante, subjetiva, social; identificarse
con una identidad imposible, es precisamente te­
ner la práctica del proceso, poner en el proceso
al sujeto y a sus estasis, hacer de tal forma que
las leyes de la significancia correspondan a las
leyes objetivas, naturales y sociales.
Las prácticas que aquí nos interesan —las de
los textos modernos— realizan un equilibrio sutil,
frágil y móvil entre las dos vertientes de la con­
tradicción heterogénea. El paso de las “energías
libres” está asegurado frente a la fragilidad de
la marca y de los representam en que son genera­
dos por ellas y que ellos ligan. Pero estos últimos,
bajo el asalto violento del repudio heterogéneo,
no llegan a cerrarlo en el estereotipo simbólico de
una estructura lingüística o de una ideología esta­
blecida según el dispositivo social dom inante (fa­
milia, Estado) o localmente construido (relación
analízante-analizado). Más aún, en lo más cerca
del representam en y sin perder sus m areajes el
repudio lo disloca y, desde la heterogeneidad' de
82
nráctica o de su experiencia (y9), produce allí
s* K0iizaciones nuevas. Estam os aquí ante el me-
S1Iaismo de la innovación, del desplazamiento de
ca rnarcos de lo real que es la práctica social en
dos sus dom inios pero sobre todo, con la violen­
t a más inm ediata, en política. A hora bien, cuan­
do el repudio heterogéneo m aterial —la energía
libre o p rim aria— hace irrupción en la estructura
misma del representam en, cuando por lo tanto la
contradicción e n tra en su fase más aguda donde
el repudio pulsional reiterad o ataca a lo que él
mismo ha producido p a ra ser diferido, retenido y
domado, es decir cuando ataca al lenguaje, la prác­
tica que es la condición y el resultado de esta con­
tradicción, bordea tan to la pérdida del represen­
tamen (y en consecuencia la pérdida de la con­
tradicción) como la efectuación más radical de
esta contradicción (que se d e ja d e e r en el ritmo,
el paragram a, la onom atopeya por una parte; en
la intelección —explicación lógica de la lucha en­
tre dos heterogéneos, por otra—. Estamos, con es­
ta práctica en el lu g ar de la heterogeneidad más
radical: por una parte, lucha contra el significan­
te; por otra, diferenciación significante más sutil.
Si la p rim era, con el repudio conservado, nos in­
troduce en el corazón del goce y de la muerte, la
otra —por la diferencia sutil (ritmada, coloreada,
vocalizada, h a sta sem antizada por la risa y el jue­
go de p a la b ra s )— nos m antiene en la superficie
del p lacer en u n a tensión sutil. La lucha más in-59

59- Volvemos sobre la noción de experiencia a propósito de


G. Batallle (Cf. en el mismo coloquio “Batadlc: 1expe-
nence et la pratique” ).
83
tensa que apunta a la m uerte, en próxim a-
parable con la ligazón diferenciada rje 'I'J
en un tejido simbólico que es también p i
subraya en M ás a l l á ..., la condición de 0
tai parece ser la economía de la práctica hJí Vicia:
Su característica principal, que la disting SXt0'
otras prácticas significantes, es precisam fm l
introducir a través de la ligazón y la dif^-^if d
ción vital y simbólica, la ru p tu ra heterogénea^
repudio: el goce y la m uerte. ‘ ’ ei
Así Artaud, al mismo tiempo que apela al es­
tado tóxico, se diferencia de él por una “voluntad
de sentido” ; busca el lenguaje, se dirige a los otros
Tal parece ser la función del “a rte ” como prácti­
ca significante: reintroducir en la sociedad y bajo
los afueras de una diferenciación agradable de las
más aceptables para la comunidad, el repudio fun­
damental, la m ateria en escisión.
UN - L E N G U A JE ” S IN EXTERIORIDAD

¿Qué papel juega el lenguaje en este proceso


de repudio y de estasis resistentes?
Artaud niega la asimilación de su práctica a
toda abstracción significante, espiritual pero tam­
bién simplemente de lenguaje:
“A hora bien, no obro sino por soplos,
no por fluidos
• • 9 •

sino sobre la realidad


donde se desemboca
después de la explosión del cartón maché com­
prim ido” <60>.
“ [“Or, je ríopere que par souffles,
pas par fluides
• • * •

m ais sur la réálité


ou Von débouche
apres Vexplosion du cartón maché compressé
Si el tejid o de lenguaje es este cartón maché
com prim ido, si es indispensable para oponer la
resisten cia al repudio, el repudio lo hace explotar
y es a llí donde se comienza a ver cómo el texto
es u n a práctica:

60. “Notes pour une lettre aux Balinais”, Op. a t pp. 30-31.
*

85
“L a cuestión n o era p a ra m í sa b er lo qUc ue
garía a in sin u a rse en los m arcos del lengUaj¡
escrito.
Sino en la tr a m a d e m i a lm a e n vid a ” <«)
r«La q u estio n n ’é ta it p a s p o u r m oi de savoir
ce qui p arm en d rait a s’in sin u e r dans les cadres
du langage écrit.
Mais dans la tram e de m o n am e en v ie ”].

La palabra estaba subordinada a una función:


traducir las pulsiones del cuerpo, y por esopuede
dejar de ser palabra, para pragmatizarse y aun
convertirse en ruido: “Por q ué p a la b ra s yo podría
entrar en el hilo de esta carne torva (digo T ORVA,
lo que quiere decir tu rb ia , pero en griego existe
tavaturi y ta va tu ri quiere decir ruido, etc.) (GtK
[“Par quels m osje pourrai e n tr e r d ans le fil de
torve
cette viande TORVE,
(je dis ce que v e u t di­
re luche , mais en grec il y a ta v a tu r i e t tavaturi
veut dire bruit,etc.”]. El lenguaje buscará esta
proximidad con las pulsiones, con la contradic­
ciónheterogénea donde se perfila la muerte pero
tambiénconella, el goce;
donde comiente nf u^ ea> esta s tira s, es en est
9uas, el fuego “ejido ^ E l-ÍUeg0 d e lüS
f esPejamiento de in f ranJas d e lenguas, e
un vientre en nart^ ileJ ra Que se abre com
de azúcar” ... <%?°> en las e n tra ñ a s d e m ie l
0 en m i g a zn a te n o m b r <6
12
61. “PrcaInbulc,,, O. C
ü. I,p. 9.
62. Ibid.
y algo así com o la pestaña vibrátil de las co­
sas. E l olor de la n a d a , u n tu fo de absurdo, el
estiércol de la m u e r te e n te ra , . 63645K
“Ce f l u x , c e tte nausée, ces laniéres, c’est dans
ceci que c o m m e n c e le Feu, L e feu des langues,
le fe u tis s é .e n torsades de langues, dans le mi-
ro ite m e n t de la terre que s’ouvre comme un
v e n tre en gésine, a u x entrailles de miel et de
sucre ” . . . “J e cherche dans mora gosier des
nom s e t co m m e le cil vibratile des choses . Z/or-
deur du n é a n t, u n relentd*absurde, le fum ied
de la m o r t entiére ^ :

El lenguaje del repudio, mortal para el sujeto


y sus destinatarios: ♦

“H e p a rtid o p o rq u e no m e he dado cuenta del


hecho de que el único lenguaje que podía te­
n er con u n público era sacar de m is bolsillos
bom bas y lanzárselas a la cara en un gesto de
agresión caracterizada .
Y que los golpes son el único lenguaje que me
sien to capaz de hablar” (64K
“N o son palabras, ideas u otras fruslerías fan-
tasm áticas, son realm ente verdaderas bombas,
bom bas físicas, pero cómo es de ingenuo e in­
fa n til de m i parte, ¿no es cierto?, decir tan ino­
cen tem en te, tan pretensiosamenee todo esto”
(65)m

63. “L’cnclume des forces”, O. C., T. I, pp. 141-144.


64. “Lettres á A. Bretón”, 28 février 1947, en UEpbémére,
N? 11, p . 21.
65. Ib id., p. 74.
[“Je suis p a rtí parce qu e je m e suis pas rendu
com pte de fait, que le seu l langage que je pou-
uais avoir avec u n pubiic é ta it de sortir de mes
poches des bombes et de les lu í lancer a la face «
dans un geste d'agression caractérisé.
Et que les coups so n t le seu l langage dont je
m e sente eapable de p a rle r”
Ce ne sont pas des m o ts, des idees, ou autres
foutaises p h a n ta sm a tiq u es, ce so n t réellement
des bom bes vraies, des b o m b es p h y siq u e st mais
com m e c’est n a lf n ’est e n fa n tin de ma part,
Vest ce pas, de dire aussi in n o c e n m e n t aussi
p réten tieu sem en t to u t cela”].
é

En lo más violento de este desvío, allí donde


la pulsión invade e im prim e la ligazón de la len­
gua, el humor es interm ediario: paso del sentido
al sinsentido:
“El estiércol de la m u e rte to ta l. . . E l humor
ligero y rarificado” (6SK
[“ ... le fu m ier de la m o rt e n tié r e . . . V h u m o u r
leger et raréf i é . .

Visto desde el lenguaje, el repudio es ante to­


do un paso fuera del sentido, el espejism o de sin­
sentido a través del sentido, que provoca la risa.
Si gira hacia la muerte, su falla está en las cir­
cunstancias:
“La realidad humorística de los p o eta s , que las6

66. “L'enclume des forces”, O. C., T. I p 144


circunstancias m ism as han hecho virar hacia lo
negro, burlón:
Bajo este grotesco so u fflé de queso cundido de
ratas por todas partes 7>.
[“La réa lité h u m o ristiq u e des poetes , que les
circonstances elles-m em es ont fait virer au
noir, rica n e :
Sous ce grotesque soufflé au fromage de toutes
partspourri de rats”].

En el le n g u a je y la re tó ric a deben atravesarse


como sim u lacro s (“gestos del pensam iento”), pa­
ra que p ase a p e sa r de ellos el proceso que los ex­
cede y d o n d e cristalizan :
“Y es el arte de reducir esta retórica al punto
de cristalización necesaria para no hacer más
que uno con ciertas maneras de ser, reales, del
sen tim ien to y del pensam iento . En una pala­
bra, el único escritor duradero es aquel que
tenga la habilidad de dirigir esta retórica como
si ella fu era ya el pensam iento, y no el gesto
del p en sa m ien to ” (68K
[“El \yart est de ramener cette rhétorique au
p o in t de cristallisation nécessaire pour ne faire
p lu s qu’u n avec de certaines manieres d étre ,
réelles, du sentim ent et de la pensée. En un
m o t le seul écrivair durable es celui qui aura67

67. “ Lettre á A. Bretón1', 23 avrii 1941, en VEphémére, N» 11,


p. 50.
6 í<. o : . c . , t . I , P- 193•
89
su fa ire se c o m p o r te r c e tte r h é to r iq u e comme
se elle é ta ir d é ja la p e n s é e , e t n on le geste de
la p e n sé e ”].

A rtau d ap u n ta a lo q u e es p a ra la metafísica
una exterioridad del len g u aj e, de la m arca, es de­
cir una operación desviada, significada; busca una
exterioridad-susceptible-de-lenguaje, un combate
y por tan to en dialéctica con él. E sta “exteriori­
dad” difiere fu n d a m e n ta lm e n te de la exterioridad
propia de la fuerza ( K r a f ) h eg elian a que se supri­
m iría si ella no e stu v iera in v estid a en el concepto.
Pero, como aparece en el p eq u eñ o texto “Rimbaud
y los m odernos” <6970>, la “e x te rio rid a d ”que Artaud
quiere in tro d u cir en el le n g u a je es el proceso mis-
mo de las cosas y en este sen tid o ella es su inte­
rior que precisam ente los m odernos no ^ logran,
preocupados como están p o r relaciones lógicas y
sintácticas, p o r “plieg u es”, p o r “pendientes”, por
“algo de relaciones in v e n ta d a s”. T am bién repro­
cha a M allerm é, por ejem plo —y sin duda subes­
tim ando el com bate como atestig u a el texto ma-
llarm eiano pero con razón en relación a las inter­
pretaciones form alistas y o rn am en tales de la ac­
tividad m allerm eiana—, la ex terio d id ad clasifica-
toria, sim plem ente significante de sus escritos:
“Por su cuidado en d a r a ca d a p a la b r a su to ta l ca­
pacidad de se n tid o , c la sific a su s p a la b ra s como
va lo res e x iste n te s fu era del p en sam ien to que las
condiciona, y opera e sta s e x tr a ñ a s in v e r s io n e s de
sintaxis donde cada síla b a p a r e c e o b je tiv a r s e y de­
v e n ir prep o n d era n te (70K [“P a r so n so u c i d e ren-

69. O. C., T. I, pp. 194-195.


70. Ibtd., p. 195. Nosotros subráyenlos.

90
Are a cha q u é m o ts á totale contenance de sen<¡ n
classa ses m o ts co m m e des valeurs existant ’en
dehors de la p e n se e que les conditinne, et mera
étrages re n v e r s e m e n ts de syn ta xe ou chaqué sy(la­
be sem ble s o b je tiv e r et devenir preponderante”].
E sta h e te ro g e n e id a d (y no exterioridad) m ate­
rial q u e su c e d e e n la len g u a p a ra desfasada hacia
el p ro ceso q u e la p ro d u ce y la excede, está ella
m ism a s o m e tid a a ley es; es precisa, “lógica”, pero
de u n a “ló g ic a ” d istin ta a la de la razón represo­
ra. A rta u d in s is te :
“E n el d o m in io de lo im ponderable afectivo , la
im agen tra íd a por m is nervios toma la forma
de la m ás alta intelectualidad, a la que me
niego a arrancar su carácter de intelectuali­
dad. Y es así como asisto a la form ación de un
co n cep to (n. s.) que lleva en sí la fulguración
m ism a de las cosas3 que llega a m í como un
ru id o de creación . N inguna imagen me satisfa­
ce sino cuando es al m ism o tiempo Conocimien­
to, cuando lleva con ella su sustancia al mismo
tie m p o que su lucidez . Mi espíritu fatigado de
la razón discursiva quiere dejarse llevar en las
ruedas de una nueva, de una absoluta gravi­
tación. Es para m í como una reorganización
soberana donde únicamente participan las le­
y es (n. s.) de lo ilógico y donde triunfa el des­
c u b rim ie n to de un nuevo S e n tid o ... Pero es e
caos no lo acepta tal cual: lo interpre a, y co­
m o in te rp re ta lo pierde. Es la, logic' lúcida
gico. Y con lo dicho basta. Mi si
n o te m e al caos” (71>-
clair”, lbid., PP- 238-239.
71. “Manifestó en langage
91
[“Dans le d o m a in e de V im p o n d éra b le nff
Viviage am enes p o r m e s n e r fs p r e n d la f ^
de V in tellectu a lité la p lu s fiante, a qm •
refuse a arruchar so n c a ra ctére d ’in te lle lu ^
té. et c’est aisnsi q u e j ’a ssiste a la form ar
cVun concept (n. s.) q u i p o r te en lui la °n '
ration m ém e des choses, q u e a r r iv e sur rrioi
un bruit de création. A u c u n e im a g e ne me s*
tis/ait que si elle e st en ráem e te m p s C onna¿
sanee, si elle p o rte a vec ella sa substance en
m ém e tem p s que sa lu c id ité . M on esprit fatL
gué de raison d isc u rsiv e se v e u t em p o rté dan*
les rouages d yu n e n o u v e lle , d ’u n e absolue gra-
ritation. C e s t p o u r m o i c o m m e u n e réorgani-
sation souveraine oú se u le s les lois (n. s.) de
V lllogiqueque p a rtic ip e n t, e t ou trio m p h e la dé- '
couverte d yu n n o u v e a u S e n s . .. M ais ce chaos,
il le p e rd . II est la lo g iq u e de Vlllogique. Et
clest to u t dire. M a déraison lu c id e ne redoute
pos le chaos”].

E ste p asaje q u e ev o ca de c e rc a la re fle x ió n de


H egel sobre la fu e rz a (K r a f t ), s u logificación y
la pérdida de su re a lid a d c u a n d o e s ta logificación
K12) indica no so la m e n te u n p o s tu la d o teó rico , a sa­
b er que el m ovim iento de la m a te r ia significante *
obedece a las leyes q u e p e rm a n e c e n sin descu­
b rir, a u n a reg u larid ad o b je tiv a q u e fu n c io n a sin
ser pensada, a una p u lsació n a sim b ó lic a cu y o cuer­
po reg istra las sacudidas. In d ic a la p o sib ilid a d del
com prom iso imposible del te x to : si la hetero g e­
n eid ad m aterial e ra en u n ciad a, d e n u n c ia d a , ell*72

72. Cí. La PhénomcmAogie y j

92
no será ya heterogénea: solo “los ruidos de la crea­
ción” los gritos, la dicción o en otra parte la dis­
locación de la sintaxis, evocarán, en las nuevas
leyes, la “form ación del concepto”. Producir pues
los “conceptos-textos” de la formación de los con­
ceptos a p a rtir de las luchas de la materia y esto
dejando tra n sp a re n ta r en estos conceptos incluso
“la im pulsividad de la m ateria”, para no dar nun­
ca al sujeto la im presión de detención y de cai­
ma, es decir de conceptos al fin encontrados que
son precisam ente la verdadera .locura:
“La verdad de la vida está en la impulsividad
de la m ateria. El espíritu del hombre está en­
fermo en medio de los conceptos. No le deman­
,
déis satisfacerse demandadle solamente estar
sosegado, creer que ha encontrado su lugar.
Pero solo el Loco está bien tranquilo” (:3}.
[“La vérité de la vie est dans Vimpulsiinté de
la m atiére. U esprit de Vhomme est malade au
m ilieu des concepts. Ne lui demandez pas de
se satis faire, demandez-lui seulement d'¿tre
,
calm e de croire qu’il a bien troui'é sa place .
Mais seul le fou est bien calme”}'7*1.
%
Cierto dominio lógico, por el retorno en lengua­
je de la pulsión, es la vía de trastrocamiento de
la demencia. En este sentido el estallido paragra­
mático, sintáctico y /o pulsíonal del lenguaje es
la condición de ia conservación de lo heterogéneo
al mismo tiempo que es la condición deí trastro­
cam iento de la locura:
(tpgfQ es el mas Grande Consc ¡ente*

7). Ibid., p. ¿4U


Pero es el p e d e s ta l d e u n s o p lo qu e cu rva u
cráneo de m al d e m e n te , p u e s h a pan ado al rn
nos esto , el h a b er tr a s tr o c a d o la ■ Demencia”
[“Mais il e st le p lu s G ra n d C o n sc ie n t.
¿Víais il est le p ié d e s ta l d ’u n so u fle q ui courbe
ton c rin e de m a u v a is d é m e n t, c a r il a au moin*
gagné cela, d ’a v o ir r e n v e r s é la D é m e n c e ”] («)

En esquizofrenia clínica, p a ra reintroducir la


instancia significante en el m ovim iento disociati­
vo de la pulsión que recorta, que pluraliza o que
inmoviliza el cuerpo, se tien d e a in clu ir el sujeto
en una relación con el otro, a c re a r u n a relación
de transferencia que opera sobre el hilo de la co­
municación. Nunca to talm en te posible con sujetos
llamados sicóticos, esta tran sferen cia es más bien
un “injerto de transferencia” (según la expresión
de Gisela Pankow (75). Este está destinado a pro­
vocar el deseo del sujeto, incluyéndolo en una par­
ticipación afectiva ai cuerpo del analista. Trans­
formando la violencia del repudio en una deman­
da donde se significa el deseo, el “in je rto ” des­
plaza la motilidad del repudio, a p a rtir del cuer-
po propio, del lenguaje y del sistem a ideológico
que él reviste en la esfera de las relaciones ínter-
personales donde el repudio no solam ente es di­
ferido sino retenido y para te rm in a r hundido en
la mecánica del funcionam iento social (trabajo
e modelaje, manipulación, encuentro del otro,
r r 0 del repudio por “in jerto s de trans-
utiliza principalmente un funcionam ien­
to “L’osselet toxique'-, O. C T. T n ->7q
75. G. Pankow, V Uomme e< „ p. 26.

94
to no verbal, kmesico o gráfico: se manda hacer
alos “enfermos moldes, dibujos, etc. Semejantes
ejercicios captan el cuerpo y la significancia en
, un nivel pre-verbal, por tanto pre-signo ypre-re-
presentación, allí donde el repudio se fijo en es-
tasis que no son aún sino marcas, sinque una au­
sencia los haya transformado en representamen.
El repudio por tanto todavía no ha disociado el
sujeto del objeto pero recorre el cuerpo yel me­
dio entornante en un ritmo cuya lógica es a-re­
presentativa: liga, articula, dispone, organiza, pe­
ro no representa en la presencia del sujeto coa­
gulado frente al objeto. Tal lógica pre-verbal es­
tructura el espacio del cual se desligará la sepa­
ración sujeto/objeto. Pero antes que ésta llegue,
el repudio recorre este receptáculo totalizante, es­
ta cora —“giros defuego” (diceArtaud)—lafrag­
menta, la recorta, la reactiva al atravesar el su­
jeto presente en un “punto de ausencia”, “núcleo
muerto”, con total lucidez”. La motilidadgestual,
fijada en marcas oespacios modelados, puede en­
tonces ser el relevo que traslade el repudio a un
sistema de representación; ella proyecta el repu­
dio en el sistema significante verbal oenel siste­
ma de su representación pictórica. Con todo, los
apremios de estos sistemas significantes se en­
cuentran, por esta inyección de repudio en ellos,
modificados y suavizados. Las reglas de adecua­
ción de coherencia lógica, etc. Exigidas en sis
mas significantes normativos y cientincos, so
aquí transformadas. Como sí el repu 10 P
u n compromiso con .1 “ ““'¿“n'yP'us destínala5-
g a i e a í í con violencia, desplanando las estasis,
95
conservando las m arcas y las articulaciones a
cora donde opera la lógica del repudio, tal Pe ^
la determina objetivam ente la experiencia dpi 0
jeto al interior de la configuración n atu ral v SU'
cial. Este receptáculo móvil de todas las d e t e r ^
naciones objetivas del repudio, de su auto-det*
minación y de su particularización según l0s an
mios objetivos, puede ser considerado como el m
do transverbal del proceso: es lo que llamarn
la significancia. Puede ser tam bién llamado ?S
topológico de la experiencia práctica pues es una
práctica de transform ación del m aterial como es­
te modo transverbal se realiza, sin diferencia!
ción petrificada entre sujeto y objeto, en la diná!
mica misma del repudio.
El “injerto de tran sferen cia” tiende a trans­
plantar esta topológica en la esfera de la repre­
sentación y asegurar prim ero su ligazón signifi­
cante subjetiva, luego su sum isión inter-subjeti-
va social. Sin embargo, el siq u iatra duda del éxi-
to_ de su astucia. “Si el fenóm eno de la enferma
misma es modificado por esta intervención tera­
péutica, es difícil saberlo m K

g u a je ^ p o 1* tam íica íe* tual UI*a lu ch a con el len-


este relevo de “íjerto de ?omu"icación>no toma
injerto pueda producía tra*ferencia”. Que tal
to y asegurarle la nm vf 5en la bl0&ra fla del suje-
y efímera del procerdad-m om ento indispensable
efectuación artística ’r>es cue.s ti°n d iferen te de la
repudio, producción
la a í ? K CUl° to PolóSico del
n ar«stica en cu en tra su lu-76

76. G . PanJcow, Ibtd., p. 29

96
0Q.V identificante, su polo de transferencia”
ln e¡ “otro” de la transferencia, sino enel mode-
laje mismo del receptáculo, en el movimiento del
• repudio y de su disposición y quepuede represen­
tar, en las relaciones intersubjetivas, la matriz, la
nodriza. El otro sujeto es apartado de este movi­
miento, y es la pluralidad estallada de lo mismo
dividido por el repudio, que coincide conla plu­
ralidad del mundo natural y social, la que capta
la motilidad. Captación por lo tanto siempre plu­
ral, pero que es tan interna como externa al su­
jeto reversible.
Esta cora fragmentada y redispuesta la reali­
zan mejor la danza, el teatro gastual olapintura,
que las palabras. La práctica teatral de Artaud,
y tal vez sobre todo su pintura de rodez ola que
acompaña el texto del último período, atestiguan
esta disposiciónnoverbal sino“lógica” (enel sen­
tido de “relacionante”) del repudio.
Así, es sobre la escena de un teatro renovado
donde se libera más completamente la cora móvil
del lenguaje: la palabra devienepulsiónsurgidaa
través de la enunciación y el texto no tiene otra
justificación que la de dar lugar aesta música de
las pulsiones:
“P ara esta definición que intentamos dar al
zatro, u n a sola cosa nos parece invulnerable, una
)Za cosa nos parece verdadera: El texto, ero e
’x to en ta n to que realidad clistinta, exls ^ P
í m ism a , bastándose a sí misma, no en ^
i e sp íritu que estamos j
uestos a respetar, sino simplem
o fncuant0 aI

97
d e s p la z a m ie n to d e a ire q u e su enunciación pro­
voca. U n p u n to , es to d o ” <">. 1
[“P o u r c e tte d é fin itio n q u e n o u s essayons de
d o n n e r su th é á tre , u n e s e u le chnse nous semble
in v u ln e r a b le , u n e se u le c h o se n o u s pároli vraie:
le te x te . M ais le t e x t e en ta n t q u e réa lité distinc-
te, e x is ta n t *p a r e lle -m é m e . se s v•'ffis
» a n t á elle-me-
m e, n o n q u a n t á son e s p r it q u e n o u s som m es au-
ssi p eu q u e p o ssib le d isp o sés á respecter, mais
s im p le m e n t q u a n t au d é p la c e m e n t d ’air que son
én o n cia tio n p r o v o q u e . U n p o in t, c’est t o u f *(77)78].
He aquí lo que fo rm u lan anticipadam ente las
tentativas en las cuales nos hem os comprometido ,
* hoy para d efin ir el te x to no en cuanto a su “sig­
nificado” ni a su “sig n ifican te” —A rtau d diría su
espíritu—, sino en cuanto a la disposición del re­
pudio en sí, a la oralización del repudio —Artaud
diría “al desplazam iento del aire que su enuncia­
ción provoca”.
Las representaciones son la su sta n cia (en el
sentido hjelm sleviano) de esta cora . Sin embar­
go si se mueve, si funciona, es que el repudio,
vuelve para disolver la sustancia, p ara renovar la *
representación y por lo tanto p ara im pedirle ce­
rrarse, inmovilizarse en fantasm as: E n la cora
m ó vil del te x to no hay fa n ta sm a s:
A
“M i lucidez es total, m ás a g u d iza d a que nun­
ca, es el objeto al cual aplicarle lo q u e m e falta,
la sustancia interna” <7HK

77. “Théatre Alfred Jarry”, O. C ., T. II, p. 18


78. “Au Dr. Allendy”, O. C., T. I, p. 298.

98
i“Ma lucidité est entiére, plus aiguisée que ja
mais, c’est Vobjet auquel Vappliquer qui me man-
que, la substance in tern e” i 7*)].
Esta renovación se produce sobre el modo fo­
nológico a través de la lógica de las marcas y de
fos kinemas, o, en cuanto al lenguaje, a través de
los fonemas aislados ellos mismos, no lexicaliza-
dos, no somantizados, o susceptibles de una se-
mantización fluida a través de una multiplicidad
de lengua. Es este repudio y su cora móvil lo que
la práctica de Artaud presenta en su pureza asig­
nando a la representación y al fantasma su lugar
subordinado de guardián de una unidad que de­
be excederse, de depósito del placer que debe re­
pudiarse hasta el goce.
El único uso del lenguaje debería ser por tan­
to el de una cresta entre la razón-ligazón y este
heterogéneo que la produce y que se inserta en
el pensamiento rompiéndola: la proximidad de
la muerte torna el lenguaje sibilino es decir re­
ceptivo de divisiones y de choques pulsionales:
“N uestra actitud de absurdidez y de muerte es
la de la m ejor receptividad. A través de las hen­
diduras de una realidad en adelante no-viable,
habla un m undo voluntariamente sibilino.
S iy he aquí ahora el único uso al cual puede
servir en adelante el lenguaje, un medio de locu-
ra, de eliminación del pensamiento, de niptura,
el dédalo de las sinrazones y no un diccionario
donde ciertos pedantes de los alrededores del se­
na canalizan sus estrechamientos espintua es79

79. “A table”, Ibid., p. 253.


99
[“N o tre a ttitu d e d ’a b s u r d ité e t de rtiort
lie de la r é c e p tiv ité la m e ille u r e . A tra« Ce'
fe n te s d ’u n e ré a lité d é s o r m a is in v ia b le r j ? ,es
m o n d e v o lo n ta ir e m e n t s y b y llin . ’ i arie un
Oui, voici m a in te n a n t le s e u l u sa g e auquel
sse se rv ir d é so rm a is le la n g a g e, u n m o y e n d f t ' '
lie, d ’é lim in a tio n d e la p e n s é e , d e r u p tu r e le Jr
dale des désaisons e t n o n p a s u n d ic tio n r ia ir e -
tels cu istres des e n v ir o n s d e la S e in e canalis&Üí
leurs r é tr é c is s e m e n ts s p ir itu e ls ” (79>], 011
La m ism a b ú sq u ed a de u n a lógica de io hete*
rogéneo, e x tra lingüística, in sp ira la “C arta a los
Rectores de las u n iv ersid ad es e u ro p e a s” :
“B a sta n te s ju e g o s d e le n g u a , d e artificios, de
sin ta xis, m á la b a rism o s de fó r m u la s , h a y que en­
contrar ahora la g ra n L e y d e l co ra zó n , la L e y que
no sea u n a le y , u n a p r is ió n , sin o u n a guía para
el E sp íritu p e r d id o en su p ro p io la b e r in to ” <80>.
["Assez de j e u x d e la n g u e , d ’a r tific e s de Syn-
ta x e , de jo n g leries d e fo r m u le s , il y a á trouver
m a in te n a n t la g ra n d e L o i d u c o e u r, la L o i qui ne
soit pas u n e loi, u n e p riso n , m a is u n g u id e pour
l’E sp rit p erd u dans so n p r o p r e la b y r in th e ”

Existe por tanto lo que A rta u d lla m a u n a “vo­


lu n tad de sentido” (81> que lig a las ru p tu ra s de
un cuerpo en separación in te n sa y co n stitu y e, por
ro eo, su formulación m ism a, se p a rad a , ro ta, “mal

80. I b i d . , p. 257.

t» 2 7 iVUé l)uieau de recherches surréalistes”, H d d -,

100
form ulada", “confusa” El lenguaje es un rodeo
un desplazam iento de la pulsión y de su topoió-
erica: el lenguaje es un ersatz del repudio pero
donde el esp íritu deja apercibir sus miembros”
que se p erp etú a encadenándolo, ligándolo (logos).
En proceso, por cuanto se mantiene, afecta al
desvanecim iento del significante en el ataque de
la pulsión de m uerte, irrecuperable por ningún
signo. Pero por un rodeo, bloquea esta pérdida
y frente a la carencia, formula, habla —el repu­
dio es aquí tensión de lenguaje: “un restableci­
miento perpetuo de la lengua, y la tensión des­
pués de la carencia, el conocimiento del rodeo,
a aceptación de lo mal formulado" (MJ). El len­
guaje, que es siem pre ya rodeo del repudio, lie­
ga a ser, bajo la presión del repudio renovado,
dividido el mismo, fragmentado, desacreditado;
no es ya lenguaje y no puede ser entendido más
que por “los afásicos, y en general todos los des­
heredados de las palabras y del verbo, los parias
del pensam iento Pero es únicamente así co­
mo se arroga la posibilidad de presentar la mate­
ria en un discurso: “Toda materia comienza por
un desarreglo e sp iritu a l8283(84) (se puede leer “sig­
nificante" por “espiritual"). Pues bajo este desa­
rreglo significante, es el repudio el que a tra\es
del inconsciente donde se ha considerado que per­
m anece reprim ido, retorna: “Los tesoros del .n-

82. Ibid., p. 270.


83. Ibid», p. 271.
ie bluf» sorréjate”, Ibtd ■ P-
84. “A la grande nuit ou
101
consciente invisibles devenidos palpables
ciendo la lengua directam ente, de Un
pe sol° gol.

El cuerpo devenido cora móvil, mutación C'


mica y social, lugar esencial de las operacionS'
naturales y sociales, in v alid a del mentalismo con!
templativo que se tra n sp a re n ta cuando la escrú
tura se acantona en los estratos sim plem ente lin~
güísticos y cuando se la piensa a p a rtir de esto
solamente. Las estru ctu ras lingüísticas son los
bloques del proceso. Ellas lo captan y lo inmovi­
lizan subordinándolo a u n id a d e s significantes e
institucionales profundam ente solidarias. La serie
total de unidades: lingüísticas, conceptuales, ins­
titucionales (los aparatos ideológicos, políticos,
económicos) se oponen a este proceso, lo contie­
nen y tienden a sublim arlo, a “hechizarlo”,- a des­
truirlo por la “m agia”. La “m agia” y el “hechizo”
son los efectos de estas clausuras unitarias del
proceso, y se ejercen a través de los aparatos so­
ciales pero tam bién con el mismo título a través
de la estructura significante concebida ella mis­
ma como signo simple, desencarnado, verbo más
allá de la experiencia.

Es por magia que las a b o m in a b les in stitu cio ­


nes que nos contienen: patria, fa m ilia , sociedad,
espíritu, conceptos, precepciones, sensaciones,
afectos, corazón, alma
ciencia 85

85. Ibtd., p. 288, nota.

1 0 2
ley} ju stic ia , d ere c h o , relig ió n , nociones, verbo,
lenguaje
no corresponden y a a nada real” (*6>.
[“C e s te pa r m a g ie que les abominables
institutions
que n o u s e n s e r r e n t :
patrie, fa m ille , société, esprit, concepts,
perceptions, sensations,
affets, coeur, am e
Science u
loi, ju sticie, d ro it, religión, notions, verbe langage
ne co rresp o n d en t á p lu s ríen de réel” í8í5i].
El a taque de A rtaud contra la cébala traduce
su rechazo a toda estagnación del proceso en una
“fórm ula” que pretendería poseer su verdad. So­
lidaria con esto con la normatividad gramatical
y con el formalismo, la cébala representa toda ten­
tativa de captura, de bloque, de fijación del pro­
ceso. Esoterism o y formalismo se encuentran so­
lidarios en un gesto común de censurar el fu n ­
cionam iento (de la significancia pulsional y prác­
tica) y de sustituirlo por
“E le m e n to s perdidos de una humanidad en ple­
na fo rm a ció n y que ha traicionado su forma au­
gusta, no fo rm a l, insondada,
por u n a fo rm a gram atical próxima, que no ha que­
rido im p o n erse la fatiga, de contar más que has­
ta 1, 2, 3, <*7>.86

86. “Lettre á A. Bretón”, le 23 avril 1947, en L'Ephémcre,


N? 11, p. 50.
87. “Lettre contre la cabbaJe”, á J. Preve!, 4 juín 1947. Ed.
J . Haumont, 1949.
103
["Des é lé m e n ts p e r d u s d ’u n e h u m a n ité en
p le in e fo r m a tio n e t q u i a tr a h it sa f o r m e a u g u ste
non fo rm e lle , in s o n d é e ‘
p o u r u n e fo r m e g r a m m a tic a le p r o c h e , q u ’ elle
n'a p a s w u l u s’im p o n s e r la f a tig u e d e c o p te r plus
qu e ju s q u ’á 1, 2, 3”] <87).

T al ex p erien cia del cu erp o com o cora móvil


del proceso de la sig n ifican cia no to lera Amo de
la cora distin to q u e la fase tética-u n ifican te del
sujeto mismo. E lla es en consecuencia extraña a
toda actitu d m e ta lin g ü ístic a o m etafísica con res­
pecto al proceso de la significancia, y en tra en
lucha ideológica c o n tra el g u a rd iá n esencial de
la unidad: la religión. “E sq u izo fren ia es sinóni­
mo de ateísm o” dice u n p a c ie n te (fsa).
E sta violenta reacción de A rta u d co n tra el su­
rrealism o se aclara así: es u n a reacció n contra el
m entalism o y la religiosidad q u e este drena. En
una carta a B retón del 28 de fe b re ro de 1947 Ar­
tau d escribe: “Este p a r a le lis m o d e la a c tiv id a d su­
rre a lista con el o c u ltism o y la m a g ia — n o creo
que n in gu na noción, c ien cia o c o n o c im ie n to y so­
b re todo en una cien cia o culta” (89) [“c e p a ra llé-
lisme de l’a c tiv ité s u r r é a lis te a v e c V o c c u ltism e et
la magie —je ne crois á a u cu n e n o to n , sc ie n c e ou
connaissance e t su rto u t p a s á u n e S cien ce ca-
ch ée” i8889)]. Contra la iniciación su rre a lista , Ar­
tau d proclam a la irreem plazable e x p e rie n c ia al in­
sistir sobre su carácter personal ex ig e no u n en­
cerram iento subjetivo del individuo e n ella, sino

88. G. Pankow, Op. cit., p.220.


89. L’Ephémére, N° 11, p. 5.

104
el acceso, a tra v é s de ella, a un real “auténtico
y u n iv e rsa l”, no-uniform e y anti-humanista si el
hum anism o es la fratern id ad de los mismos suje-
' tos idénticos.

“T o d a e x p e r ie n c ia es resu elta m en te personal


y la e x p e r ie n c ia d e otro no p u ed e servir juera de
él a q u ie n q u ie ra q u e sea so pena de crear estas
fu lm in a c io n e s só rd id a s d el alter ego que compo­
n e n to d a s las so cied a d es v iv ie n te s y donde todos
los h o m b re s son h e rm a n o s en efecto por que son
b a sta n te co b a rd es, b a sta n te poco soberbios para
q u ererse cada u n o salido de otra cosa que de un
r m ism o e id é n tic o cono,
de u n a s im ila r id a d coñásea,
— de la m is m a , irreem p la za b le y desesperante
p e n d e ja d a ” <90h
[“T o u te e x p é rie n c e est résolum ent personnelle,
et V e x p é rie n c e d ’ u n a u tre ne p e u t servir hors lui
a q u i q u e ce so it sous p ein e de créer ces foudroie-
m e n ts so rd id e s d ’a lter ego qui composent toutes
les so c ié té s v iv a n te s - e t oú tous les hommes sont
fré re s en e ff e t parce sue assez
* laches, a ssez p e u fie rs pour se vouloir chacun sor-
tis - d ’a u tr e chose sue d ’un méme et identique con,
d ’u n e sim ila ir e conasse,
— de la m é m e , irreplacable et désespérante
c o n n e ir e . . (90).

A rta u d insiste en que esa experiencia sea una


“revolución” complementaria de la revolución so-

90. Ibid.
105
cial, co n tra la m u n d a n id a d de las exposiciones
su rrealistas o sus d o c trin a s o cu ltistas:
“ ( h a y ) a llí s ie m p r e s o b r e e s te p u n to una re­
v o lu c ió n p o r h a c e r a c o n d ic ió n d e q u e el hombre
no se crea r e v o lu c io n a r io s o la m e n te so b re el pla­
n o social sin o q u e c re a q u e d e b e ta m b ié n y sobre
to d o serlo en e l p la n o fís ic o , fisio ló g ic o , anatóm i­
co, fu n c io n a l, c ir c u la to r io , r e s p ir a to r io , dinámico,
atóm ico y eléctrico ” <91>.
[“E t il y (a) s u r ce p o in t u n e r é v o lu tio n tou-
jours á fa ir e á c o n d itió n q u e V h o m m e n e se pense
pos r é v o lu tio n n a ir e s e u le m e n t s u r le p la n social,
m ais q u ’il croie q u ’il d o iv e e n c o r e e t s u r to u t l’étre,
sur le p la n p h y s iq u e , p h y s io lo g iq u e , anatom ique,
fo n ctio n n el, c irc u la to ire , r e s p ir a to ir e , dynam ique,
a to m iq u e e t é le c tr iq u e ”) (91).

Confirm ando esta constatación, el nom bre de


Lenin se m ezcla a los de N erv al, N ietzsche, Vi-
llon, L autréam ont y E d g ar Poe, a todos aquellos
que han sido víctim as de “la e s p a n ta n te disimu­
lación sicológica de todos los ta rtu fo s de la irifa.
mia burguesa” (92).

91. ‘‘Lettre á A. Bretón” , Ibid., p. g


92. Ibid., p- 9.
E L P R O C E SO D E L SU JE TO Y LA
R E P R E S E N T A C I O N D E L PRO C ESO
H IS T O R IC O

Al re c o rre r las líneas de fuerzas de esta cora


móvil y h etero g én ea pero semiotizable donde se
despliega el proceso de la significancia que repu­
dia las estasis, el tran s-su jeto se expone a deve­
nir el m ecanism o m ism o de este funcionamiento,
el “m odo” de su repetición, sin sustancia signifi­
cante propia, sin in terio rid ad y sin exterioridad:
sin su jeto y sin objeto, nada más que el movi­
m iento del repudio. S er la lógica de la cora mó­
vil y h etero g én ea, es no ser en tanto que suje­
to unario, en m edio mismo de un funcionamiento
lúcido. L a no separación del proceso de la signi­
ficancia y del proceso m aterial, impide el aisla­
m iento de u n objeto ausente como objeto signi­
ficado; ella im pide tam bién la posición del suje­
to m ism o y term in a por perder hasta la proximi­
dad del proceso m aterial buscada iniciaimente.
E l r e p u d io a b so lu to de la fase tética, subjetiva y
r e p r e se n ta tiv a , es el lím ite mismo de la experien­
cia v a n g u a rd ista ; se abre sobre la locura o sobre
u n a lógica exclusivamente experimental en el
sentido de una experiencia interior - mística. Exa­
m inem os de m ás cerca esta limitación de la prác­
tica te x tu a l de una cora del repudio heterogéneo.
“Mi lu cid ez es total, más agudizada que nun-
c a, es el o b jeto (n.s.) a l c u a l a p lic a r a lo que me
fa lta , la s u s ta n c ia i n t e r n a . . . q u e r r ía sobrepasar
e ste p u n to d e a u s e n c ia , d e in a n id a d . Siento mi
núcleo m u e rto ( n .s .) . . . c o m p r e n d a u ste d , este
va cío , esta in te n s a y d u r a b le n a d a . E s ta vegeta­
ción. C o m o h o r r o r o s a m e n te v e g e to . N o p u e d e ni
a v a n za r n i re c u la r. E s to y f i j o , lo c a liza d o al rede­
d o r de u n p u n to s ie m p r e e l m is m o y q u e todos mis
libros tr a d u c e n ” <93>.
[“M a lu c id ité e s t e n tié r e , p lu s a ig u is é e que ja­
m áis, c’est l ’o b je t (n.s) a u q u e l l’a p liq u e r q u i me
m a n q u e , la s u b s ta n c e i n t e r n e . . . J e v o u d ra is dé-
p a sser ce p o in t d ’á b s e n c e , d ’i n a n i t é . . . J e sensa
m on n o y au m o rt ( n .s .) . . . C o m p r e n e z -v o u s , ce
c re u x , c e t in te n s e e t d u r a b le n é a n t. C e tte végéta-
tio n . C o m m e a ff r e u s e m e n t j e v é g é te . J e n e puis
m 'a v a n c e r n i r e c u le r . J e s u is f i x é , lo c a lisé autour
d ’u n p o in t to u jo u r s le m é m e e t q u e to u s m e s li-
v re s tr a d u is e n t ”] (93).
N ingún o b jeto (o b -je t), y p o r ta n to tampoco
detención d el rep u d io ( r e - j e t) , la fase tética po-
sicional no produce re p re s e n ta c ió n a tra v é s de la
ausencia, es d ecir a tra v é s de la se p a rac ió n de la
c ora, p a ra fija r el objeto. E l re p u d io (re -je t), en
el renovam iento excesivo d e su escisión, paga los
gastos de la presencia y a n iq u ila la p a u sa : caren­
cia de objeto (ob-jet) ta n to com o d e su je to (su-
j e t ) , carencia “de fren te a ” ta n to com o de “subor­
dinación”, m otilidad de la co ra sola. Si u n objeto
(ob-jet) aparece, si se re p re se n ta , e ste n o es na-

93. Lettre au Dr. Allendy”, 30 noviembre 1947 O C T

108
da distin to que el movimiento del repudio mis­
mo. El “re fe re n te ” de un determinado texto no es
m ás que el m ovim iento del repudio solo.
L a detención del sistem a representativo en el
m ecanism o m ism o de la contradicción heterogé­
nea que lo produce, y la incapacidad de situar es­
ta contradicción como “n a d a d e te r m in a d a ” es de­
cir como teniendo un contenido en cada caso nue­
vo según el nuevo objeto (natural, ideal) que la
contradicción atraviesa y /o hace surgir: he aquí
lo que caracteriza tam bién los textos de Artaud.
M ientras exhibe así lo reprimido del saber fi­
losófico y de la m etafísica misma, el secreto de
su sagrado, u n texto de ese tipo se condena a ser
lo en fre n te com plem entario de la especulación
filosófica, en la m edida en que restringe su cam­
po práctico a la experiencia de la contradicción
heterogénea. Esta, cuya función es, lo hemos vis­
to, la de concluir y abrir el proceso de la signi­
ficancia, en lu g ar de lanzar el proceso de la sig­
nificancia en un recorrido a través de la natura­
leza y de la sociedad y producir en él vastas tra­
vesías del tipo novelesco o épico, se recoge aquí
en la estru ctu ra discursiva más reducida de la
contradicción que es lo lírico y /o en la evocación
ex p erim en tal de su propia eclosión como eclosión
del su jeto en la inmovilidad de la muerte. Una
“in ercia sin pensamiento”, diría Hegel, es impues­
ta que no rem ite en suma más que a las preocu­
paciones del “yo” solo y que disminuye las opor­
tunid ad es que el repudio se había ofrecido, tra­
b ajan d o el lenguaje, para dar curso a la violencia
de estos combates, no para perderse bajo sus gol­
pes sino p ara transportarlos en el choque de las
109
contradicciones socio-históricas. L a vía a
cu ra p erm an ece así a b ie rta . Q u e esta sita -1-0'
trad u c e u n bloqueo ideológico, u n a im posihm j011
de objetivación social e h is tó ric a del proceso1 •
n iñ e a n te , lo v erem o s e n o tra p a rte . P ero ella Slg'
ñ a la adem ás el p u n to fu n d a m e n ta l que alean6'
la p ráctica te x tu a l cu an d o ex ced e al proceso tran
lingüístico, p u lsional, re p u d ia n te , y al riesgo au¡
ella co rre fiján d o se allí. 4
E ste “p u n to sie m p re el m ism o y que mis li­
bros tra d u c e n ” consiste e n m a n te n e r la clausura
significante siem p re a b ie rta h a c ia el repudio ma­
terial, en im p e d ir la su b lim ació n to ta l del repu­
dio y su rep resió n , re in tro d u c ié n d o lo h asta el te­
jido significante y sus d ife re n c ia s crom áticas, mu­
sicales, p a ra g ra m á tic a s; e n d e sp le g a r así la gama
del p lacer p a ra h a c e r p e n e tra r a llí lo heterogé­
neo, la contradicción p ro d u c tiv a .
Si ta l es la fu n ció n social — a-social—, del arte,
¿puede ella lim ita rse a a b rir la contradicción a
trav és de u h te jid o sig n ific a n te re p re se n ta n d o
únicam ente la e x p e rie n c ia in d iv id u a l?
Cuando la h isto ria social se ro m p e ella mis­
m a y se reform ula, ¿la co n trad icció n heterogénea
de la cual el tex to es el te rre n o p riv ileg iad o pue­
de estar ausente de él? N o se tr a ta a q u í de un
problem a secundario: lo esencial, s e ría m an ten er
la contradicción heterogénea, poco im p o rta en qué
ejid o ligante, en qué significado ideológico ésta
y a a aparecer. Tal es en efecto la posición del
form alism o, pero tam bién de u n eso terism o al cual
¿°s textos del fin del siglo X IX , tanto

l a s d e A r t w d

110
E n e ste p u n to , es n e c e sa rio ev o car y rein tro d u ­
cir la m a n e r a u n ita r ia , re la c io n a l y social que el
m arx ism o h a h e re d a d o d e F e u e rb a c h para pensar
el su jeto . R e to m a r p o r ta n to el su je to que se lla­
m a “y o ” (m o i) y lu c h a en u n a com unidad so­
cial, a p a r t i r de su p o sició n social. C ap tar este
discurso y la c o n tra d ic c ió n histórico-social que
re p re se n ta , y r e n o v a r e n c a d a u n a de sus re p re ­
sen tacio n es l a c o n tra d ic c ió n h e te ro g é n e a que la
“conciencia d e c la se ” h a b ía suspendido y de la
cual los “ p o e ta s ” se h a n h ech o los exploradores.
No es u n a “ u n ió n ” de dos v e rtie n te s, antes de
c o n stitu ir u n a to ta lid a d id e a l cu alq u iera: se tra ta
de su e sc la re c im ie n to m u tu o que re stitu y e al su-
1 jeto su m o tilid a d in te r n a /e x te r n a , por tan to el
goce a tra v é s d e l riesg o de su com bate social, que
le d e v u e lv e su lib e r ta d e n la s constricciones ló­
gicas im p la c a b le s de su lu c h a política. La cues­
tió n d el se g u n d o tie m p o de la contradicción he­
te ro g é n e a , esto es el s e n tid o como rep resen ta ció n
e ideología,, e n el c u a l la contradicción heterogé­
n e a h a r á irru p c ió n , es de u n a im portancia capital.
V a e n ello la su p e rv iv e n c ia de la función social
del “ a r te ” p e ro m á s allá de esta preocupación
*. c u ltu ra l, v a e n ello el m antenim iento en la socie­
d ad m o d e rn a de p rácticas significantes suscepti­
b les d e u n a a m p lia audiencia que abre la clausura
del r e p r e s e n ta m e n y del sujeto unario, y m ás allá
* a b re la c la u s u ra de las ideologías. En la sociedad
c a p ita lis ta d o n d e la lucha de las clases sacude to­
d a s la s in stitu cio n es, donde todo sujeto y todo dis­
cu rso e s tá n determ inados en últim a instancia por
s u p o sició n e n la producción y la política, m an te-
v n e r la contradicción heterogénea separada de las
id eo lo g ía s co rrien tes actuales, y hacerla su rg ir e n

m
una representación del proceso de la signif
únicam ente, es volver esta contradicción
ble o cómplice de la ideología burguesa dorni*'1'11'
te. En efecto, ésta puede acep tar perfectame t '
el subjetivism o ex p erim n etal pero poco o nada™6
absoluto la crítica de sus propias bases a travT
de esta experiencia. U n ir la contradicción hetero
génea cuyo m ecanism o posee el texto, a la crítica
revolucionaria del orden social establecido, es pre­
cisamente lo in to lerab le p a ra la ideología domi-
nante y para sus diversos m ecanism os de libera­
lismo-opresión-defensa; es tam b ién lo más difícil
de hacer. En otros térm in o s el m om ento de la
unión sem ántica e ideológica del repudio pulsio-
nal, debería ser una unión en y a través de un
discurso revolucionario, sacando el sujeto del
cuarto encerrado de su ex p erien cia para sumer­
girlo en las transform aciones revolucionarias de
las relaciones sociales y al lado de sus protago­
nistas. Si la contradicción h etero g én ea debe, pa­
ra realizarse como tal, ac e p tar detenciones, esta­
sis simbólicas, éstas d eberían ser tom adas por la
práctica y por el discurso revolucionario que es­
tremecen la sociedad contem poránea. Es en esta
narración representativa, ella m ism a testimonio
del proceso histórico en curso a trav és de las
luchas de las clases revolucionarias, donde el pro­
ceso significante (cuya contradicción heterogénea
e* momento de la lu ch a aguda) debería
rraciónir« Según una lóSica histórica. Si la na-
ción-renre^i ^ las form as de unión-sublima-
tricción de las ¿ t n C? rga Pulsional hajo la cons-
rración —n0r r„ÍrHcturas com unitarias, esta na-
ella— debería probabl qUe el tex to se í uega en
probablemente ex p o n er u n proyec-
112
to rev o lu cio n ario . P u e s es él qu ien puede ser la
contracarga d e fe n siv a , c o n tra rre sta n d o el repu­
dio h e te ro g é n e o sin d e te n e rlo , sino al contrario,
asegurando la d u ra c ió n de la lu ch a al interior de
cada u n a de las v e rtie n te s (pulsional-significan-
te) porq u e a s e g u ra el im p acto h istó rico de la inse­
parabilidad de los dos. A sí a rtic u la d a la contra­
dicción h e te ro g é n e a p e n e tra o b o rd e a el discurso
crítico q u e re p re s e n ta u n a p rá c tic a social revolu­
cionaria, y le re s titu y e su m otor: el repudio, la
contradicción h e te ro g é n e a , el goce en el proceso
que sin eso la p rá c tic a social m ism a tiende a re­
prim ir b ajo v isio n es u n ita ria s y tecnocráticas del
sujeto y de su ideología. E l re to rn o siem pre re ­
novado, q u e no tie n e n a d a de rep etició n m ecáni­
ca, de lo “m a te ria l” e n la “lógica” asegura a la
negatividad u n a p e rm a n e n c ia n u n ca tachada ba­
jo estasis d e u n deseo su b jetiv o o de un grupo
bloqueante. L a h e te ro g e n e id a d es entonces no su­
blim ada, sino a b ie rta en lo sim bólico que ella po­
ne en proceso y en la que vuelve a encontrar el
procesus h istó rico ta l com o se produce objetiva­
m ente e n la sociedad.
P o r o tra p a rte , si ciertos textos de A rtaud nie­
gan to d a m ezcla e n tre la experiencia del texto y
la p rá c tic a política, otros (y a m enudo) subrayan
su co m p lem en taried ad necesaria. Así, contra la
rev o lu ció n com unista en la cual no ve más que
u n a sim p le transm isión de poder de la burguesía
al p ro le ta ria d o , una perpetuación del “m aqum is­
mo com o m edio de facilitar la condición de los
o b re ro s” y en consecuencia “ una revolución de
c a stra d o s” —acusación que confirma la esquizo-
fren izació n m aquinica de las sociedades “socialis­
ta s ” así como en las sociedades capitalistas pero
113
. « e en un conjunto critico cienti-
ue debe ¡ ^ j S S n e n o s sociales y probablemente

fa única e no se podría obtener más

& £ ! “ i ü d o en f d t a p - » ™ í S S r Z
S . V i c t ó r i ^ r ^ "sesión de dentista .
“redada de p o lj* J n a explosion.
de cirujano
“Bombas que deben p o n erse en alguna parte
pero en la base de la m a y o r p a rte de los há­
bitos del p en sa m ien to p r e s e n te , europeo o
no” <9
495>.
“Des bom bes a m e ttr e q u elq u e parí, mais á
a base de la p lu p a rt des h a b itu d es de la pen-
sée présente , eu ro p éen n e ou n o n ”] (03).

Esta regresión que tom a prestada la vía del


sujeto para m anifestarse haciéndolo estallar, por
ser anárquica, sirve a la positividad social: la
negatividad sádica de la vanguardia se une a los
“furores colectivos” en épocas de grandes revolu­
ciones sociales y artísticas, —y esta junción divi­
dida es la condición de la gran realización ar­
tística.
El arte tiene como deber social dar salida o
las angustias de su época. El a rtista q ue no ha

94. O. C .,T . II, p . 14.


95. Manifesté pour un théatre avorté'\ Ibid. p 25

114
abrigado en el fo n d o de su corazón el corazón de
su época, el a rtista que ignora que es un chivo
emisario , q u e su d eb er es im a n ta rt atraer, hacer
, caer sobre sus h o m b ro s las coleras errantes de la
época para descargarla de su malestar sicológico,
éste no es u n a r t i s t a ...
A hora bien, todos los artistas no están en con-
dichones de llegar a esta suerte de identificación
/ mágica de su s propios sentim ientos con los furo­
res colectivos d el h o m b re .
Y todas las épocas no están en condiciones de
apreciar la im p o rta n cia del artista y de esta fun­
ción de salvaguarda que ejerce en provecho del
t bien co lectivo ” t9(^.
[“L ’a rt a p o u r devoir social de donner issue
aux angoisses de son époque. L ’artiste qui n ’a pas
t* abrité au fo n de son cour de son époque , Vartiste
qui ignore q u ’il est un bouc émissaire, que son
devoir e st d 'a im a n ter, dfattirer, de faire tomber
sur ses épaules les coléres errantes de Vépoque
pour la décharger de son mal-étre psychologique,
celui-lá n ’est pas u n a rtiste . ..
4 Or, to u s les artistes ne scmt pas en mesure de
p a rven ir á c e tte sorte d’identification magique de
leurs prcypes sen tim en ts avec les fureurs collecti-
ves de V hom m e.
4 E t to u te s les époques ne sont pas en mesure
d’a p p récier Uim portan ce de l artiste et de cette
fm e tía n de sauvegarde qu’il exerce au profit du
bien c o lle c tif ”] t8b>. .

% . O . C ..,T . VIII. P- 287.


115
Una cuestión, en tre otras, persiste- •
mentos en que la salv ag u ard a es la únfrí hay Rio-
hay quizá otros a los que no basta san p°sible
¿El artista podrá, y cómo, hacerse oír
jetos que transform an el proceso de la hist ■ Su' *

I
•t
t

) /I

41

116
DISCUSION

Pilippe Sollers: E sta exposición me parece de


una fuerza p articu lar eii la medida en que el pun­
to que acaba de resu rg ir es Hegel. Hay que notar
que la m ayor p arte de los compromisos de las lu­
chas filosóficas, que son evidentemente al mismo
tiempo luchas políticas, pasan como por azar “to­
davía” al rededor de Hegel. Hegel es decidida­
mente esta instancia insistente que obliga a todas
las posiciones teóricas a definirse y a definir por
eso mismo su política, su no-dicho. Creo que hoy
hemos visto que, por relación a un anti-hegelia-
nismo que es una tradición francesa bien conoci­
da, o por una evitación de Hegel cuyo puntado
se podría seguir a la vez en el marxismo y en el
sicoanálisis, lo que al rededor de este concepto
de negatividad funciona es central. Es igualmen­
te asombroso que Artaud, y veremos también que
Bataille, sean quienes permiten replantear este
concepto de negatividad, tan difícil de hacer sur­
gir y de pensar, tan difícil, parece, de pensar por
los filósofos mismos, con toda su fuerzas histórica,
teórica, práctica, política.
G uy Scarpetta: Querría ante todo decir, de ma­
nera un tanto ingenua no sólo cuánto me ha sor­
prendido por su fuerza, por su inteligencia el tex­
to de Kristeva, sino también cuánto me ha “con­
m ovido” este texto. Querría hablar de él muy
J17
me preguntaud que n u c í vención sería
sible hacer. El texto de Sollers, a mi parecer se
ñala en este coloquio u n exceso con relación ¡1
cual todos los textos pronunciados después van a
definirse, definirse si se puede decir, del lado de
una “ley ” cuya tran sg resió n h a b rá sido enuncia­
da por adelantado; ahora bien, creo que lo que
es más im portante en el tex to de K risteva, es la
m anera cómo ella no h a caído en la tram pa de
la ley y cómo h a enunciado algo ta n liberador si
puedo decirlo como el tex to de Sollers, a partir
de una práctica y de u n a posición m uy distintas.
Es una de las p rim eras cosas que deben decirse,
se tiene allí otro texto que no es el re v é s o el
n eg a tivo del texto que h a sido dicho antes, sino
su redoblam iento sobre o tra escena y creo que es­
to es efectivam ente m uy im portante.
Q uerría pasar a cierto núm ero de problemas
o de intervenciones. En p rim er lugar, creo haber
comprendido que lo que K risteva h a querido ante
todo afirm ar a través de A rtaud, es la posibilidad
de emergencia de otro sujeto que no se reduce al
sujeto del marxismo, ni al sujeto d el sicoanáli­
sis. Ahora bien, hay allí una cosa que se m e h£
escapado un poco, porque K risteva, cuando se re­
fiere al sujeto del m arxism o, hace referencia an­
te todo a los textos de M arx, si he entendido bien
que son del primer período de M arx, es decir d<
1844 o de la Crítica de la F ilosofía d e l D erechi
de H egel, mientras que me parece que h ay en e
m arxism o otro estrato, otra ap ertu ra visible el
particular en el retorno del m arxism o, y precisa
m ente en el trabajo de Lenin sobre H egel, qu
118
hace re s u rg ir no u n a concepción del sujeto que
seria d ife re n te , sino la p o sib ilid ad p ara nosotros,
a p a rtir de a llí, de te n e r en cu en ta u n a concep­
ción del s u je to q u e no re p rim iría de m anera dog­
m ática este s u je to n u e v o que su rg e en la práctica
a trav és de los te x to s de A rta u d , p or ejem plo, a
través del acceso a la significancia. En particu lar,
cuando L e n in lee a H eg el, observo dos frases, del
C o m e n ta rio a la C ie n c ia d e la L ógica, dice: “en
la n a tu ra le z a y e n la vida, h a y m ovim ientos hacia
la nada, q u e v ie n e n so la m e n te de la nada sin du­
da, no h a y sin e m b a rg o p o r consiguiente cosa al­
guna”, y e n o tr a p a rte , dice: “to d a cosa concreta,
todo algo co n creto e s tá e n relació n diversa y a
m enudo c o n tra d ic to ria con todo lo dem ás, por lo
tanto es e lla m ism a y o tra cosa”. Creo que se tie­
ne allí no u n a concepción del sujeto, sino cierto
n ú m ero de in te rv e n c io n e s puntuales, limitadas,
de L enin, q u e e n u n c ia n las condiciones de un nue­
vo su je to q u e no se ría absolutam ente antagonista
con el q u e su rg e a tra v é s del texto de Artaud.
Q u e rría p re g u n ta r a K ristev a lo que ella piensa
de la h ip ó te sis q u e adelanto aquí. P o r otra parte,
quiero ta m b ié n se ñ a la r la im portancia de este re ­
torno de la a n a lid a d y del repudio cuya función
en la p rá c tic a significante ha mostrado. Esto pa­
rece m u y im p o rtan te, m uy actual. Esto ha resu r­
gido p a ra nosotros recientem ente en la práctica
no sólo' de A rtau d sino por ejemplo de un texto
como E d é n , E d én , Edén de P ierre G uvotat o en
o tro n iv el de un texto como L ois de Philippe So-
lle rs, es decir que allí encontramos un m ovim ien­
to q u e nos es inmediatamente contem poráneo y
q u e rría simplemente saber cómo K risteva in ten ­
ta d efin ir la relación de la lengua con esta anali-

119
dad. ¿La lengua es la sum isión del sujeto al orden
significante? ¿ “El a p re n d iz a je ” de la lengua se
hace para re p rim ir co m p letam en te la analidad, el
repudio? ¿O p o r el c o n tra rio la lengua no está
hecha p ara canalizarlo, u tiliz a rlo de o tra mane­
ra, por ejem plo en la p e rsp e ctiv a ab ierta por Fo-
angy en L a s bases p u h io n n e lle s d e la phonaticm?
A llí querría c ita r u n te x to de A rta u d aparecido
en la revista 84 en 1950, donde e x p re sa esta cues­
tión de una m a n e ra e n te ra m e n te n u ev a y asom­
brosam ente co n tem p o rán ea. D ice p o r ejemplo:
“ . . . la h isto ria d e esta alm a adolescente y después
hombre, alm a esta que h a debido p a sa r por las
horcas caudinas de la len g u a, u n a len g u a que nos
ha escogido p o rq u e está b asad a sobre u n movi­
miento del recto, donde la ex p u lsió n síquica de
la idea se m an tien e recta, digo re c ta , p or incisión
crim inal de u n a conciencia d esp ed id a en licuefac­
ción en to m o de lo incisivo del ser, lo cual h a re­
pugnado al alm a, al a se n ta m ien to com prensivo to­
tal de toda alm a en el g ra n colon, la cual había
querido salir como u n a bom ba o u n grueso cañón
y ha sido rectifica d a al e s ta r e n el recto de lo
A rb itra rio : espíritu.
Otro cañón, cierto, e ra posible con u n a bomba
explosiva fundida a fuego p a ra e ste em barazo
eternam ente eructivo del yo o b stin ad o del pen­
sam iento.
Pero los gramáticos no lo h a n q u erid o .
El recto es la boca del cañón y p u e d e su p u ta r
una bom ba; pero un alm a h a sido p e rd id a un día
en los fluidos de esta bomba que no h a b ía to d a­
vía partido, p ara no ser este incisivo re c to sino
p a ra alcanzar un asentam iento de corazón con el
120
fin de h a c e r e x p lo ta r e l ta ja d o r perpetuo, este
tajador rap az d e l in cesiv o dedo m eñique del es­
píritu”.
Creo q u e te n e m o s aq u í, si sabem os leer (no es
seguro q u e se p a m o s y a le e r un. te x to como este),
algo que s e ñ a la e n q u e le n g u a , la ley im puesta
por los g ra m á tic o s, y e l o rd e n sim bólico en el cual
se q u e rría e n c e r r a r el s u je to son y a u n a especie
de e x p lo ta c ió n d e l re c to , de ex p lo tació n de lo que
se ju eg a e n la a n a lid a d y la agresividad sádica
que u sted h a m o s tra d o y q u e te n d e ría totalm en­
te a c a n a liza rlo s p a r a e v ita r ju s ta m e n te esta bom ­
ba que A r ta u d in te n ta h a c e r p a sa r de otra m a­
nera no sólo e n la le n g u a sino tam b ién en el cuer-
, po. P a ra te r m in a r , q u e rría d ecir cuán im portan­
te e n c u e n tro (p e ro h a b r á la ocasión de volver allí
en m i p ro p ia in te r v e n c ió n ) , e sta a p e rtu ra que ha
operado K ris te v a h a c ia la cu estió n del teatro y
hacia la c u e stió n d e l cu erp o , en la m edida en
que p re c is a m e n te la le n g u a de A rtaud, la signifi­
cancia m ism a q u e o b tie n e y el nuevo sujeto que
surge allí, son, d e b e n y p u ed en adem ás ser leídos
como e l ín d ic e d e u n c u e rp o n u e v o (y sé que es
un té rm in o u n ta n to abusivo del que todo el m un-
„ do h a b la sin d a rs e suficiente cuenta de lo que
re c u b re e x a c ta m e n te ), de un cuerpo nuevo que
e n c u e n tra su escen a en una práctica de tipo tea­
tra l de la q u e A rta u d ha enunciado constante­
m en te la p o sib ilid a d sin haberlo reaiizado efecti­
v a m e n te n u n c a ; creo por ejemplo que no es un
azar, p a r a v o lv e r a algo contemporáneo, si un
te x to com o el de P ierre Guyotat, que desarrolla
no sólo u n a analidad de base sino de cualquier
m a n e ra a b re una teatralización ya inscrita en la
e s c r itu r a es conducido ahí a desplazarse hacia el

121
te a tro . Q u e r r ía te r m in a r p re g u n ta n d o a Kristeva
lo q u e p ie n s a d e la c u e s tió n d e l a lie n to tal como
es e n u n c ia d o p o r A r ta u d e n su s ú ltim o s textos
e n su re la c ió n ju s ta m e n te c o n la pulsión, con eí
tr a b a jo de la s p u ls io n e s s o b re el cuerpo mismo
y n o sólo so b re la le n g u a .
J u lia K r i s t e v a : S u s o b se rv a c io n e s m e parecen
m u y ju s ta s y se lo a g ra d e z c o . N o p o d ría sin em­
b a rg o e s ta r d e a c u e rd o s o b re el a p o rte que usted
p a re c e d e s c u b r ir d e l m a te ria lis m o dialéctico a la
te o r ía d e l s u je to ta l co m o se p u e d e percibirlo re­
le y e n d o a H e g e l a p a r t i r d e F re u d . H e subrayado
y a e n m i e x p o s ic ió n q u e la d ia lé c tic a no h a sido
so la m e n te p a r a M a rx u n a p a sió n d e ju v e n tu d co­
m o se n o s q u ie r e h a c e r c re e r, sin o q u e siguió
sien d o s u p re o c u p a c ió n m a y o r d u r a n te to d a su vi­
d a y su a r m a m á s s e g u r a c o n tra e l mecanicismo
in c lu so m a te ria lis ta . E v id e n te m e n te , e sta dialécti­
ca m a r x is ta es ra d ic a lm e n te d ife re n te de la dia­
lé c tic a de la Id ea, p e ro p o r h a b e r in v e rtid o sus
fu n d a m e n to s , M a rx no la h a liq u id a d o : h a hecho
d e e lla u n co n cep to n u e v o s u c e p tib le de guiar la
te o r ía y la p rá c tic a re v o lu c io n a ria s. N o es aquí
e l lu g a r de e n tr a r en los d e ta lle s y la s implicacio­
n e s d e este gesto. Q u e rría s o la m e n te subrayar
que, p o r n u m ero sas ra z o n e s (lu c h a c o n tra los neo-
h e g e lia n o s q u e h acen m ístic a p o r c u e n ta del su­
je to hegeliano, in e x iste n c ia de las cien cias d el len­
g u a je y del sicoanálisis, p e ro a n te to d a en razón
d e la s necesidades in m e d ia ta s de la lu c h a social al
fin a l d e l siglo X IX ), M arx y E n g els no elaboran
u n a te o ría del su jeto en g e n e ra l y d el su je to de
la p ra c tic a rev o lu cio n aria e n p a rtic u la r, sino que
re e m p la z a n su p ro b lem ática p o r la cu estió n de
la s relacio n es sociales. M om ento fu n d a m e n ta l que
122
suprim e la m ís tic a n e o -h e g e lian a y Feuerbachia-
na, pero q u e d e ja e n su sp en so un “resto ” conside­
rable, in a b so rb id o p o r las “relaciones de produc­
ción, tra n s v e rs a l a e lla s y sólo recortándolas pa­
ra d esp lazarlas. Q u ie ro d ecir con eso que distri­
buir al s u je to e n los té rm in o s y las relaciones del
sistem a de p ro d u c c ió n d e ja en suspenso un “ex­
cedente” q u e se h a podido in te n ta r pensar, des­
pués de F re u d , com o “deseo”, “goce”, buscando
sus h u e lla s e n la m u ta c ió n del discurso. Por otra
parte, en la época de M arx , y en u n cruce en que
las dos p a rte s p e rm a n e c e n invisibles entre sí, son
ciertos “ e s c rito re s ” (M allarm é, L autréam ont),
quienes p ru e b a n a tra v é s del lenguaje lo que se
va a p la n te a r com o p ro b lem a teórico solamente
con F re u d y com o p ro b lem a de la práctica revo­
lucionaria m u y rec ie n te m e n te, quizás aún sólo
a p a rtir de m ay o d el 68 y de la Revolución Cul­
tu ral ch in a. E n cu an to a L enin es en efecto el
único de e sta “ ed ad de oro”, del marxismo, en leer
a H egel a te n ta m e n te ; pero los C uadernos Filosó­
fico s m e p a re c e n in sistir an te todo sobre la posi­
bilidad de p la n te a r u n a exterioridad a la lógica,
una d ia lé c tic a de lo objetivo que subtiende el con­
cepto su b je tiv o ; el proceso del sujeto no me pare­
ce h a b e r llam ad o la atención de Lenin, y por otra
p a rte cu an d o llega al final de la Lógica M ayor en
donde H egel define la dialéctica como cuaterna­
ria y no te rn a ria ), este cuarto que es el índice
del proceso del sujeto, Lenin anota no compren­
d e r . ..
G u y S carp eta: No querría hacer recaer en el
tex to de M arx lo que usted ha dicho. Lo que que-
' W r p <? oue el texto de Lenin me parecía
a b r ir al menos la posibilidad de la emergencia de
123
un nuevo problem a del sujeto. El texto de Lenin <
en su lectura de Hegel, no parece cerrarse y cris- '
parse sobre una ausencia del sujeto o sobre un
sujeto atómico.
Julia K riste v a : Si h ay alguien entre los mar-
xistas que ha enunciado la cuestión del sujeto
en la práctica, es m ás b ien Mao en los textos Acer­
ca de la práctica y sobre la contradicción. Volve­
ré allí en mi exposición sobre la experiencia y la
práctica, de B ataille (97). Su segundo problema con­
cierne al lenguaje y la pulsión. Q u erría acentuar
el hecho de que no se podría com prender el fun­
cionamiento del lenguaje en la práctica llamada
literaria si uno se atiene ún icam ente a la concep­
ción que se hace de ella la lingüística actual para
la cual el objeto lenguaje es, esquem atizado, una
serie de reglas interiorizadas por un ego cartesia­
no simpre presente a sí mismo. Incluso el enun­
ciado denotativo im plica y a “latencias semánti­
cas” que son debidas a las m utaciones, y hasta a
las perturbaciones que su fre el sujeto de la enun­
ciación durante la producción de este enunciado
y que se rem ontan a situaciones anteriores a esta
producción. Pero el lenguaje poético se construye
de tales “latencias” sem ánticas y sintácticas, pues­
to que él retira las huellas pulsionales en la cade­
na significante y llega h asta poner e n cuestión
incluso la prim era censura de orden social (de la
que habla Lacan): la que separa el signifiante
del significado. Ahora bien, y es fundam ental, es­
ta censura no es levantada: el len g u aje está allí,
el significante esta allí, y la pulsión se inscribe

97. Cf. Bataille (10/18).

124
en su m a te ria l. M e aso m b ro an te te n ta tiv a s que
consisten e n h a c e r fu n c io n a r el deseo en una sus­
tancia spinozista q u e s e ría in d ife re n te al lengua­
je. Por cu an to q u e es u n a p ráctica, el texto de
Artaud su p o n e la in s ta n c ia del len g u aje y es tra ­
bajándola com o tr a b a ja lo social, como lo con­
fronta con su re p rim id o . H e recordado en otra
parte que A rta u d in sistía sobre lo que se llam a
una “v o lu n ta d d e se n tid o ” . Es así como he h ab la­
do de n e g a tiiñ d a d y d el re p u d io como n e g a tiv id a d .
Tal posición q u e se p u ed e lla m a r dialéctica pero
m aterialista, no tie n e n a d a que v e r con la exhibi­
ción de u n a c o rp o re id a d d esb o rd an te que fetichi-
za en su m a el cu erp o p ero no lo p resen ta como el
lugar de u n a co n trad icció n. No es m ás que por
relación a la in sta n c ia sim bólica, y en el lenguaje
como sistem a sim bólico, p o r relación a su ley y
a causa de ella, com o la pulsión —el repudio— la
neg ativ id ad o rg a n iz a n el te x to como una contra­
dicción co n stan te. S in este m om ento tético pro­
pio de todo sistem a sim bólico, el texto no habría
nunca e n c o n tra d o la significación, la representa­
ción, la ideología p o r últim o. Es gracias a esta
in stan cia sim bólica tam bién que la cora pulsio-
’ n al ab an d o n a e l lu g a r cerrado de un cuerpo in-
disociable del cuerpo de la madre, y se convierte
en u n a escena te a tra l sobre la cual chocan com­
prom isos d e sujetos que siempre son sociales. La
an a lid a d se com prende, en cuanto al lenguaje, por
relació n ju sta m e n te a su represión por el simbo­
lism o. E l sim bolism o es anal pero lo ignora.
Prangoise Panof f : Q uerría intervenir ju stam en ­
te so b re el problem a de la analidad y sobre la
m a n e ra como usted lo privilegia. Comprendo m uy
b ie n que a p a rtir de A rtaud se esté ex trem ad a-
mente tentado a insistir sobre la analidad más 1
bien que sobre otra pulsión, pero me pregunto si 1
no es verdaderam ente por una especie de extra­
polación exagerada que usted la privilegiaría en »
el caso de otros escritores. Si pensamos en alguien
como Bretón, es evidente que no es del todo es­
ta noción la que aparece como predominante o co­
mo haciendo particularm ente más explícito su
lenguaje. M e pregunto entonces si su presenta- ’
ción de las cosas no es debida en parte a una es­
pecie de sim plificación, que ocurre progresiva­
mente después de Freud, es decir en el fondo la
tendencia a considerar que las grandes fases que
había definido, oral, anal, g e n ita l. . .

Fhilippe S o l l e r s : ¿ y fálica?

Frangoise P a n o f f : D ebían considerarse como eta­


pas separadas unas de otras. E n fin, no sé si usted
conoce los escritos de E rik Erikson y si los acep­
te o no, pero encuentro que h a y que tomar en
consideración su m anera de elaborar las relacio­
nes entre las diferentes fases, la form a como se
inician en cada una de ellas desarrollos que no to­
m arán en realidad sentido m ás que ulteriormen­
te. H ay allí una tendencia a una simplificación
que me parece bastante peligrosa y quizás abusi­
va. En particular, si se retom a la cuestión del ma­
soquismo, es bastante m anifiesto a través de los
escritos de Erik Erikson y de Bruno Bettelheim ,
pienso en particular en la fortaleza vacía, que el
m asoquism o no parece del todo en sus primeras
m anifestaciones estar ligado a la fase anal sino
a la fase oral y en particular a la aparición de los
dientes y a la manera en la que el dolor que sur*
g e e n este momento no puede ser suprim ido más

126
que p o r l a c r e a c ió n d e o tr o d o lo r, a sab er por el
hecho d e q u e e l n iñ o d e b e m o rd e r sobre sus en­
cías p a r a s u p r i m i r l a s e n s a c ió n de d o lo r que acom ­
paña l a a p a r ic ió n d e lo s p rim e ro s d ien tes. P o r
tanto, si u s te d q u ie r e , m i im p re s ió n es q u e hay
quizás q u e a p o r t a r u n a e sp e c ie de m a tiz a lo que
usted d ic e e n p r o v e c h o e n e l fo n d o de u n hom ­
b re to ta l p o r q u e f in a lm e n te si el te a tro e ra ta l e x ­
p e rie n c ia d e l i b e r t a d p a r a A rta u d , es ju s ta m e n te
en l a m e d id a e n q u e e l te a tr o le p e rm itía u tiliz a r
todas s u s p u ls io n e s y n o u n a so lam en te.

J u l i a K r i s t e v a : Q u ie r o h a c e r n o ta r q u e no es
de B r e tó n d e q u ie n h a b lé ; in clu so h e citado a A r­
ta u d q u e d ic e : to d o s los “ a r tis ta s ” no e stá n en
c ap a c id a d d e lle g a r a e s ta clase de identificación
m ágica d e s u s p ro p io s se n tim ie n to s con los furo­
res c o le c tiv o s d e l h o m b re . N o es u n a teo ría ómni­
bus e n l a c u a l to d o e s c rito r p u e d e e n t r a r . . .

F ro n $ o ise P a n o f f : E r a u n poco am biguo en su


ex p o sició n .

J u l i a K r i s t e v a : M e refería, en cuanto a mi.


p rin c ip a lm e n te a los te x to s de F re u d y de M ela-
n ie K le in q u e m e p arecen esenciales en lo que
c o n c ie rn e a l a fa se pre-edípica o incluso, más p re ­
c isa m e n te , a lo s procesos previos al estadio del
esp ejo . E sto s procesos me parecen del m ayor in­
te ré s c u a n d o se tr a ta de estudiar la adquisición
d e l le n g u a je ; p o r consiguiente y por cuanto que
es p o sib le d ecir algo de ellos, pueden aclararnos
so b re lo q u e ocurre cuando la función sim bólica
es c u e stio n a d a . No he puesto por ¡o tanto el acen ­
to so b re la fase anal más que por dos razones:
e lla es cronológica y lógicamente vecina de la im -
posición de la función sim bólica; la “agresivicLri”
que ella connota caracteriza todo funcionam ieni,
pulsional que hace irru p ció n en lo simbólico
ra hacer de él un texto. Las fases fálicas y geni-
tales que se sitúan, como se sabe, al térm ino dé
Edipo o después de él, im p rim en la posición del
lenguaje y realizan su síntesis. M ás que cualquier
otro, el lenguaje poético llev a la h u ella de él. Pe.
ro es otra cuestión que se podría, a m i parecer
debatir m ejor a p a rtir de otro tex to que el dé
A rtaud.
Philippe S o lle rs: Me parece que lo que es pro-
bablem ente la clave del sen tim ien to liberador que
Scarpetta ha ex perim entado, es que K ristev a no
habla del hom bre. Y, al contrario, es probable­
m ente en una expresión como “h o m bre to ta l” don­
de hay que ver, en todo caso, es m i im presión, el
sello mismo de la servidum bre, de la opresión.
Ella no habla del hom bre y tan to m ejor, porque
justam ente me parece que si, se p lan tea el inte­
rrogante estrictam ente sobre las cuestiones del
cuerpo, de las pulsiones, y fin alm en te del sicoa­
nálisis, se perderá de vista algo m ucho m ás im­
portante, a mi parecer, que ha atravesado toda su
exposición, que es la cuestión de la negatividad
en tanto que ella pasa, digamos por el cuerpo,
por el siconálisis, por las pulsiones, etc. Digamos
que el sicoanálisis da cuenta de ella en cierta ma-
nera, pero la negatividad no sólo pasa por allí,
pasa toda la historia, la sociedad, por todas p a r­
tes. 1 or tanto creo que hay que desconfiar en se­
guida de retem to rializar el problem a, es decir,
teatro n o Shav quieren> esta cuestión del
desconfiar £ X e ^cuanto ^ Vella“ no
° qUe h ay
es m qUe
ás que
128
una in s ta n c ia d e l proceso. H ay una in te rp re ta ­
ción de A r ta u d q u e co n siste en en cerrarlo en el
teatro, h a y u n a in te rp re ta c ió n tam bién del acto
rev o lu c io n a rio q u e c o n siste en q u e re r que se eri­
ja en e s ta tu a y s ie m p re h a y q u e desconfiar, y una
vez m ás, d e e s ta c o rp o reificació n que debe a tra ­
vesar. E s lo q u e q u ie ro d e c ir p rim eram en te: el
p ro b lem a d e l a n tro p o m o rfism o es absolutam ente
capital e n to d o lo q u e e sta m o s diciendo porque,
K riste v a h a te n id o ra z ó n de p la n te a r en el m ar­
xism o la c u e s tió n d e l an tro p o m o rfism o , creo que
es el p u n to c la v e de la discusión y es el punto
en d o n d e se t r a t a la lín e a de dem arcación. Scar-
p etta h a te n id o ra z ó n p o r com pleto en h acer in­
te rv e n ir a L e n in p o rq u e e stá claro que L enin tie­
ne u n a p rá c tic a filo só fica q u e le v a n ta como un
e sp a ra d ra p o to d a h is to ria de la filosofía. Pero es­
ta p rá c tic a , e s ta te o ría son no antropom orfas, a
mi p a re c e r, es d e c ir q u e se tr a ta verdaderam ente
de la d ia lé c tic a m a te ria lis ta . L a dialéctica m ate­
ria lis ta no e s u n a te o ría del hom bre, y menos aun
de “el h o m b re to ta l” , concepto burgués por defi­
nición.
J u lia K r i s t e v a : Mi idea no era proponer una
visión “ e n fa s e ” d e l sujeto, sino, partiendo de cier­
ta s n o c io n e s d e e sta teoría, ex traer de ella con­
ceptos s u sc e p tib le s de p lan tear el sujeto como un
p r o c e s o . D e a h í el acento puesto sobre la negati-
v id a d , e l re p u d io , la a n a lid a d ... Las estasis de
ta l p ro ceso : ta l poema, tal espectáculo, tal d ib u ­
jo, ta l c o n fe re n c ia en el Vieux Colombier, no son
m ás q u e articu lacio n es efímeras que no sirv en si­
no p a r a re im p u lsa r, para m antener la co n trad ic­
ció n e n tr e la pulsión de m uerte y lo sim bólico,
p a r a a s e g u ra r el renovam iento del proceso de la

129
significancia. P ero en n in g ú n caso de los objetos
de arte o de las actu acio n es v erb ales.
C harles G riv e l: Q u e rría c o n firm a r la impresión
de S carpetta. U sted h a e m p le a d o e n u n prim er
tiem po a H egel c o n tra M arx , p e rso n a lm e n te yo di­
ría más bien c o n tra u n m a rx ism o . Y le preguntaré
a usted cuál. Si h e c o m p re n d id o b ien es casi la
cuestión de S c a rp e tta . U sted h a em p lead o en un
segundo tiem po a A rta u d c o n tra H egel, éste mos­
trando a aquel la p o sib ilid ad de u n a hetero-nega-
tividad y no de u n a n e g a tiv id a d q u e encierra. Y
usted ha relacionado en u n te rc e r tiem po (por
supuesto que es este tiem p o e l q u e m e interesa)
a M arx con A rta u d o a la in v e rsa . P u es, y esta
era toda la fin alid ad de su exposición, es seguro
que un repudio puro, q u e u n re p u d io no designa­
do, que u n repudio que no es m ás q u e repudio,
como u sted lo h a dicho, no p e rm a n e c e p u ro des­
de el m om ento de su rep etició n ; no p u ed e por
o tra p a rte ten er lu g ar m ás q u e fre n te a lo que
otorga su propio sentido, tie n e al fre n te de sí la
positividad, tiene al fren te de sí p o r ta n to aque­
llo con relación a lo cual no p u ed e s e r sino locura
o demencia. Entonces le p lan teo el in te rro g a n te
siguiente: ¿Es que esta p o sitividad no es el lím ite
de lo que se enuncia con relació n a ella com o he-
teronom ía?
Ju lia K ristéva: Sí, es u n lím ite, p e ro u n lím ite
necesario que debe excederse. A firm a r la necesi­
dad de u n a lieratu ra o de u n a e x p e rie n c ia te x ­
tu al que se reconoce en la h isto ria, su p o n e el re ­
conocim iento de una “unidad” que es la d el su­
jeto (y por consiguiente de la significación, de la
ideología), pero que es como c o n sta n te m e n te dia-
130
lectizable, c o n s ta n te m e n te co lo cab le en proceso.
Es a p a r t i r d e u n a s itu a c ió n h is tó ric a nu ev a, us­
ted h a te n id o r a z ó n a l s u b ra y a rlo , q u e la ex p e­
riencia d e A r t a u d p u e d e a p a r e c e r com o p e rte n e ­
ciente a u n p a s a d o q u e n o s p re c e d e , q u e nos irri­
ga y q u e n o s s o b r e p a s a . H o y v iv im o s u n a época
h istó ric a d i f e r e n t e ; s i se a c e p ta com o lo hago, que
esta é p o c a e s t á d e te r m in a d a p o r la R evolución
C u ltu ra l C h in a q u e r e a c tiv a la c u e stió n d e la re ­
v o lu ció n s o c ia l c o m o u n a re v o lu c ió n de la id eo ­
logía (n o so lo , n a t u r a l m e n t e , p e ro m u ch o m ás
que eso n o h a s id o n u n c a h e c h o , y sien d o esto v a ­
led ero ta m b ié n y e s p e c ific a n te p a ra los países
c a p ita lis ta s ) , s e c o m p r e n d e q u e la e x p e rie n c ia de
los lím ite s , d e l a h e te r o g e n e id a d , no p u e d a con­
to r n e a r (c o m o h a p o d id o h a c e rlo m á s o m enos)
la a f ir m a c ió n d e l a u n id a d ló g ica, s u b je tiv a e
id e o ló g ic a . E n o tr o s té r m in o s , si la rev o lu ció n
so cial e n c u e n t r a s o b r e su m a r c h a e l deseo de las
m a sa s e n t a n t o q u e s u je to , la e x p e rie n c ia del
s u je to e n p r o c e s o q u e e s la lite r a tu r a es lla m a d a
a c o n f r o n ta r s e a llí. N o q u e p u e d a h a b e r ah í u n a
e c u a c ió n e n t r e e s a s d o s v e rtie n te s , ni u n a e x p re ­
sió n d e l a u n a p o r la o tra . P e ro se p u e d e n p e n -
s a r — y s e lo s v e y a — te x to s c o n te m p o rá n e o s a
n u e s t r a é p o c a , q u e p o n e n en proceso su s u je to con
u n a r a d i c a l i d a d d e la cu al A rta u d da el e je m p lo ;
p e r o a d e m á s e n l a m e d id a en que este s u je to es
el s u j e t o d e l a h is to r ia actu a l, p o rta d o r d e la s
c o n tr a d ic c io n e s so ciales a c tu a le s y a d v e rtid o d e l
p a p e l q u e p u e d e ju g a r , su pro ceso es al m is m o
ti e m p o e l p ro c e s o d e las o p resio n es y de los b lo ­
q u e o s s o c ia le s . ¿C óm o? P o rq u e su “ m o tilid a d '’
s e d e s p lie g a , a tr a v é s del léxico y de ia s in ta x is ,
e n l a s “ g r a n d e s u n id a d e s ” dei d isc u rso p o r ta d o -

131
ras de posiciones teóricas, ideológicas, políticas,
que denota antes de p o n erlo s en obra. El proceso
del sujeto constituye en to n ces el proceso de una
situación socio-histórica. „
Philippe S o llers: L a ex p o sició n de K risteva
se llam a E l s u je to e n p ro c e so . Todo e l mundo
h ab rá com prendido lo q u e eso q u ie re decir. Eso
quiere decir que p re c isa m e n te este no es un pro­
ceso sin sujeto. P o r tan to , cu an d o u ste d pregunta
a cuál m arxism o esta exposición, no d iría se diri­
ge, sino en fin sobre cu ál m a rx ism o p erm ite vol­
ver y al mismo tiem po sa lta r, es lo que he desig­
nado hace un m om ento. No créo en absolüto que
esto sea u n azar. E sta exposición no puede en
efecto com prenderse m ás q u e a p a r tir de la dia­
léctica m aterialista ta l com o M ao T se-tu n g re­
presenta su salto cu alitativ o e n su experiencia
práctica que es la de las m asas chinas. Q uerría
sim plem ente h acer n o tar esto: estam os en 1972,
no hay que olvidar que h a h ab id o la Revolución
C ultural China, pero tam b ién q u e h a h ab id o algo
que se ha llam ado M ayo del 68, no se puede no
h ab lar de ello en absoluto, esto se ría e x tra ñ o . Si
la cuestión del sujeto se p la n te a a h o ra con es­
ta fuerza, es según creo, por u n a c au salid ad doble
histórica m undial, si u sted q u iere, que es la Re­
volución C ultural China que h e llam ad o e n m i in­
troducción prelim iar la in in te rru p c ió n revolucio­
n aria continuada, y por o tra p a rte com o causalidad
local, secundaria, derivada a m i p a re c e r, lo que
pasó en Francia en m ayo de 1968 y q u e continúa
subterráneam ente por todas p a rte s, p u e s u sted
sabe m uy bien que si u n libro como e l q u e han
escrito Deleuze y G uattari h a podido escrib irse
con ese sujeto es porque h a habido M ayo d el 68
1n
es m u y e v id e n te . D ir ía in c lu so q u e es tan eviden­
te q u e es u n a e v id e n c ia q u izás u n poco cegadora
p ara D e le u z e y G u a tta r i m ism os, lo que hace que
si la c a u s a lid a d d e M a y o d el 68 les es ciertam en­
te p e rc e p tib le , e n c a m b io la causalidad histórica
m u n d ia l n o tie n e v iso s de a p a re c e r con una cla­
ridad a b s o lu ta y q u e , fin a lm e n te , este libro pa­
rece p o d e r r e s p o n d e r de su contem poraneidad con
la R e v o lu c ió n C u ltu r a l C h in a. Es por eso que pien­
so q u e l a lín e a d e d e m a rc a c ió n está pasando por
allí, p o r ta n to , p o r M ao T se-tu n g m ás aún y m u­
cho m á s c ie r ta m e n te q u e p o r L enin, aunque el
p ro b le m a d e L e n in e s té con pleno derecho ins­
crito e n M ao T s e -tu n g , p ero lo contrario no es
v e rd a d .

J u l i a K r i s t e v a : S e sa b e que h ay u n a tenden­
cia a i n t e r p r e t a r la te o ría m a rx ista como un spi-
nozism o o d e c im o s com o u n a herencia del siglo
X V III f r a n c é s m á s S pinoza. De ahí el proceso sin
su je to . C o n fo rm e a e s ta concepción, el m arxism o
es u n a c ie n c ia , lo q u e no es totalm ente cierto,
p u e s e l s u je to d e l m arx ism o se convierte en el
s u je to de la cie n c ia y el m aterialism o del m arxis­
m o se c o n v ie r te e n el m aterialism o de las luces
y d e S p in o z a . M i interro g ación del proceso del su­
je to p u e d e s e r e n te n d id a con relación a este m ar­
x ism o .

C h a r le s G r iv e l : Es un esclarecimiento nece­
sa rio .
P e r A a g e B r a n d t : Tres observaciones ex acta­
m e n te . E n p rim e r lugar en cuanto a la doble sub­
je tiv id a d , en cu en tro muy pertinente e incluso n e­
c e s a rio s u b ra y a r como lo hace K risteva la d istin -

133
ción e n tre los dos su je to s, e l s u je to escindido
por una p arte, y el s u je to d e l p ro ceso de la sig­
nificancia p o r d ecirlo así, e l s u je to u n a rio y la
coro por o tra p a rte . S e p la n te a e n to n c e s la cues­
tión de saber en q u é e s ta s u b je tiv id a d q u e llama­
mos m onum ental m e re c e ta m b ié n s e r designada
como historicidad, c u á l es su re la c ió n con la or­
ganización específica, d ich o d e o tr a m a n e ra tam­
bién, cuál es la d ista n c ia d e e s te a n á lisis con el
análisis que hace M onod p o r e je m p lo , de lo orgá­
nico social. E n seg u n d o lu g a r, e n c u a n to a la aber­
tu ra de la significancia, h a y .que p re g u n ta rs e in­
cluso cuál es la fu n c ió n so cial de e s ta abertura,
dado que c ie rta le c tu ra d a lu g a r a la valorización
de u n a am bigüedad. D e u n a p a rte , se tr a ta de la
ab ertu ra forzosa q u e es la sicosis p ro d u c id a por
las condiciones específicas d e l tr a b a jo capitalis­
ta por ejem plo, de o tra p a rte , la a b e r tu r a que es
la consunción com o r e v u e lta d o n d e se coloca el
arte como m om ento d e c o ra tiv o d e la consunción.
Se podría h ab lar quizás de a b e r tu r a m e n o r de
la significancia con re la c ió n so b re to d o al otro as­
pecto que B ataille d e te rm in a com o co n su m o y que
puede ser presentado com o u n a clase de ingreso
del trab ajo teórico. E n te rc e r lu g a r, e n cu an to se
h a colocado la noción de re p u d io co n relació n a
la negatividad hegeliana a tra v é s d e su dialecti-
zación m arxista, etc.; la cu estió n q u e se a firm a se­
ría la de saber quién re p u d ia p u e sto q u e se tra ta
de u n sustantivo verbal, qué re p u d ia , a q u ié n re­
pudia, si se tra ta de u n a m áq u in a, la c u e stió n que
se plan tea será quizás situ a r e s ta m á q u in a con
relación al proceso prim ario del sic o a n á lisis así
como el concepto de en g endram iento sem ió tico en
sem analisis. Creo que si no se h a c e n e s ta s ubi-
134
caciones a llí, se a r r ie s g a q u iz a s p e rd e r el concep­
to de r e p u d io y h a c e r d e é l u n a nocion filosófica,
es d ecir, to d a v ía fa lo só fic a , si u ste d quiere.
J u lia K r i s t e v a : V o y a in te n ta r responder bre­
v em en te in c lu s o si su s p re g u n ta s exigen m ás bien
am plias e x p lic a c io n e s y se g u ra m e n te puntuaii-
zaciones m á s m in u c io s a s . P a r a m í la noción de re ­
pudio se d is tin g u e fu n d a m e n ta lm e n te del campo
| de la o r g a n ic id a d , e s u n a noción dialéctica y su­
pone la h e te r o n o m ía , es d ecir, el salto cualitativo
I en el p ro c e s o d e la m a te r ia y q u e rep resen ta lo
I sim bólico. U s te d v e to d o lo q u e nos separa del
I biologism o b in a r io y e s tr u c tu r a n te que represen-
I ta p e f e c ta m e n e la c o n s titu c ió n de la m a te ria vi-
i v ie n te p e r o q u e a b d ic a e n el m om ento del salto
I social y sim b ó lic o , p o rq u e re n u n c ia al su jeto y re-
I m ite to d a d ia lé c tic a a u n a trascen d en cia, critican-
f do e n p r im e r lu g a r a E ngels. Se com prende que
| p a ra e l p ro c e so d ia lé c tic o e n la m ateria; e incluso
I si h o y , d e s d e e l p u n to de v ista de las ciencias mo-
I d e m á s , se p u e d e e n c o n tra r a E ngels perim ido, hay
1 s u fic ie n te s d a to s n u ev o s q u e pueden adem ás cun-
I f ir m a r e in c lu so , sirv ién d o se de los principios bá-
I sicos d e E n g e ls, p re c isa r la teo ría del paso de lo
n in o rg á n ic o a lo o rg án ico y de lo orgánico a lo sig-
] n ific a n te .
J A sí, c u a n d o h a b la de repudio, apunto a lo he-
€ te ro g é n e o , a l paso de lo biológico a lo social, de
1 lo c o r p o r a l a lo significante. Se encuentra el mo-
1 m e n tó d e sep aració n y de inversión al nivel m is-
1 m o d e la s c élu las biológicas, con unión de las do-
I b le s in v e rs io n e s (lo que se llam a la “doble héli-
I c e ” ) • se e n c u e n tra tam bién la separación con des-
1 d o b lá m ie n to e inversión en el funcionam iento del
»
“ v e c to r p u ls io n a l” s e g ú n la te o r ía d e Zondi que
e s r e to m a d a c r itic a d a o s im p le m e n te m idificada
h o y . P e r o s in s e r e x t r a ñ o a e s to s p ro c e so s de di­
fe re n c ia c ió n b io -fis io ló g ic o s, e l re p u d io del que
h a b lo in te r e s a a l s u je to , lo q u e q u ie r e d ecir que
es p e n s a b le e n u n o r d e n q u e n o e s sim plem ente
b io ló g ico s in o ta m b ié n s im b ó lic o , in c lu s o si el re­
p u d io tie n e p o r f u n c ió n c o r r o m p e r lo . H e aq u í por
q u é , p a r a a r t i c u l a r e s t a n o c ió n d e re p u d io , m e he
d e te n id o e n e l m o m e n to a n t e r i o r a la constitu­
ció n d e la f u n c ió n s im b ó lic a , c u a n d o el objeto
no es a ú n p la n te a d o c o m o t a l o d e fin itiv a m e n te
p e rd id o , e n e l m o m e n to e n q u e e l c u e rp o es atra­
v e sa d o p o r p u ls io n e s (“ b is a g r a s sico so m áticas”,
s e g ú n F r e u d ) , q u e s u p o n e n e lla s m is m a s e sta he­
te ro g e n e id a d . P o r lo ta n to , lo q u e es n e c e sa rio so­
b r e to d o s u b r a y a r e n e s ta n o c ió n d e re p u d io es
l a c o n tr a d ic c ió n e n tr e d o s c a m p o s, q u e re p rese n ­
t a u n s a lto c u a lita tiv o . E s ta h e te r o g e n e id a d —de
la c u a l e l le n g u a je p o é tic o r e p r e s e n ta la e x p e rie n ­
c ia m á s ra d ic a l— es, p a re c e , u n p r o b le m a a rd ie n ­
te c u a n d o se in te n ta p e n s a r e l p a so d e lo s organis­
m o s co m p lejo s a u n e sta d o s u p e r io r p o r u n “ salto
c u a lita tiv o ” q u e la in fo rm á tic a te n d r ía p a re c e , el
tr a b a jo de re so lv e r. E ste sa lto , e n lo s o rg an ism o s
biológicos c o rre sp o n d e a u n a r u p t u r a e n la evo­
lu c ió n d el código g en ético ; a u n n iv e l m á s e le v a ­
do se tra d u c e p o r la a p a ric ió n d e lo sim bólico.
H e e sta d o ta m b ié n m u y in te re s a d a p o r su o b ser­
v a c ió n so b re la n ecesid ad d e m a n te n e r la te o ría
com o cam p o a p a rtir del cu al la p u e s ta en p ro ce­
so d e l s u je to p u ed e e je rc e rse v io le n ta m e n te : in sis­
tía p o r o tr a p a rte resp o n d ien d o h a c e p o co a o tra
c u e s tió n so b re la n ecesidad de u n s e n tid o v d e u n
sig n ific a d o , m ás a ú n de u n a filosofía (se lo v e r á e n
136
Bataille) com o esen cial para que se manifieste a
través su yo e l repudio de la institución significa­
da, en lo que concierne a las dos concepciones de
historia com o “ m o n u m en tal” y como “ lineal”, di­
gamos que la historia m onum ental recorta la li­
neal y d e sp lie g a sus m om entos nodales, las esta­
ciones o las detenciones en las cuales el sujeto
puede cap tarse como en un espejo; la historia
m onum ental los despliega reenviándolos a la his­
toria de los mQdos de producción, de las culturas
y de las form aciones del sujeto mismo.

P o r lo ta n to , e s u n re c o rta m ie n to m ás b ie n
que u n p a r a le lis m o .
P h ilip p e S ó lle r s : A ñ a d iría algo sie m p re de m a ­
n e ra b a s t a n t e s im p le , s im p lis ta incluso, p e ro creo,
n e c e sa rio . S i e m p le a m o s e s te co n cep to de h isto ria
m o n u m e n ta l, e s p a r a -in d icar algo m u y preciso,
l m u y c o n c re to , m u y re a l, eso n o es u n a noción es-
1 p e c u la tiv a , e s u n co n cep to o b jetiv o , es decir, es
I m u y c la ro q u e u n a vez m á s lo q u e ofrece su m o-
1 n u m e n ta lid a d c o n c re ta y re a l a la h isto ria h a sido
1 con to d a e v id e n c ia la R ev o lu ció n C u ltu ra l P ro le -
j t a r ia c h in a , e n ta n to q u e d esarro llo del m a rx is-
■* m o -le n in ism o . Q u e r r ía d ecir sim p le m e n te esto, de­

!) cir “ m a r x is m o ”, “el m a rx ism o ”, eso no ex iste. E l


“ m a r x is m o ” es algo que no ex iste ab so lu tam en te.
E l “ m a r x is m o ” es algo que desem peña un p a p e l
e n l a id e o lo g ía y p o r lo ta n to en la política. E n
g e n e ra l, se lo p u e d e caracterizar de m a n e ra b a s­
t a n t e s im p le y u sted es v an a v er que de u n e x ­
tr e m o a o tro eso nos va a p re se n ta r u n a s e rie d e
b a rra s - s o b re cierto núm ero de cosas. Eso p re s e n ­
t a p rim e ra m e n te en todo tiem po y ahora, s ie m p re
I u n a b a r r a m a rc a d a sobre Engels. Todo lo q u e in -

137
t e n t a c o n s t i t u i r s e e n n o m b r e d e u n “m arxism o”
o c u p a s u ti e m p o e n r e p r i m i r y e n r e n e g a r de En-
S eis, lo q u e c o m o p o r a z a r , p o r q u e to d o s los ata­
q u e s c o n t r a E n g e ls t i e n e n u n s e n tid o político, con­
s is te e n h a c e r v o l v e r p r e c i s a m e n t e la filo so fía pre-
1
h e g e l i a n a e n M a r x . P o r t a n t o , l a b a r r a sobre En­
g e ls , e s e v i d e n t e m e n t e l a b a r r a s o b re H eg el y so­
b r e e s te m o m e n to p a r t i c u l a r m e n t e q u e es la in­
v e r s ió n d e l a d i a l é c t i c a m a t e r i a l i s t a p o r M arx y
E n g e ls . E s, e n e l m is m o m o v im ie n to , d e m anera
a u to m á tic a l a b a r r a p u e s t a s o b r e la re le c tu ra de
H e g e l p o r L e n in , y e s, s i n d u d a a lg u n a por el
m is m o m o tiv o , l a im p o s ib il id a d a b s o lu ta de ex­
p o n e r s e a lo q u e s e a s o b r e M a o T s e - tu n g y el sal­
to c u a lita tiv o q u e h a c e f r a n q u e a r a l a dialéctica
m a te r ia lis ta . Y n o e s to d o , e s t a s e r ie d e represio­
n e s y d e b a r r a s d e la s q u e s e p o d r ía h a c e r des­
c rip c ió n r a z o n a d a , im p lic a p o r e l m is m o motivo
alg o q u e s e v a a f i j a r y a t a c h a r , a lg o que se
F r e u d , s ie m p r e . P u e s s i u s t e d to m a a M onod, es
m u y c la ro . N o e s u n p r o b l e m a l a e x is te n c ia de
F r e u d , si u s te d q u i e r e t o m a r a M o n o d , ideologo
d o m in a n te d e c i e r t a r e p r e s e n t a c i ó n filo só fica. No
h a b lo d e M o n o d s a b io , h a b lo d e M o n o d filósofo,
p u e s su lib ro e s tá a t i b o r r a d o d e p ro p o s ic io n e s fi­
lo só ficas. C o n tr a E n g e ls , c o n t r a H e g e l q u e es tra­
ta d o , jo h l m a r a v illa , d e i d e a l i s t a s u b je tiv o (se
h a b r ía v e r d a d e r a m e n te p a r t i d o e n d o s d e estu­
p o r, ¿ v e rd a d ? ), y es m u y e v id e n te q u e F r e u d no
p u e d e s e r p ro b le m a n i u n s e g u n d o . P e r o en to n ­
ces, p o r ig u a l m o tiv o n o p u e d e t r a t a r s e d el ex ­
tre m o de l a cad en a p o r d o n d e a ta c a m o s to d a s es­
ta s cu estio n es, es decir, A r ta u d y B a ta ille , n o ta ñ ­
ía d e n c ia p a r a e s ta id e o lo g ía de
la cien cia, q u e v u elv e a u n r a c io n a lis m o q u e co-
1
Hocemos m uy bien. Entonces, usted lo ve, todas
estas barras son a pesar de todo graves y a mi pa­
recer la m ás importante y la más espectacular
de la imposibilidad absoluta de pensar la Revolu­
ción Cultural, de pensar la historia hoy, en una
palabra, de pensar el proceso de la historia mun­
dial. Y querría simplemente añadir que el punto
en que se lo intenta arrinconar en este momento,
es precisa y m uy probablemente la formación de
una ideología de repuesto de la ideología burgue­
sa clásica que yo calificaría de ideología revisio­
nista universitaria que va precisamente a colocar­
se sobre el terreno del marxismo y a este nivel
un concepto como “proceso sin sujeto” será del
otro operante. Se ve bien que tendrá a su cargo
reprimir, no sólo el acontecimiento histórico de
la Revolución Cultural, sino un número conside­
rable de problerpas que corresponden precisamen­
te al sujeto. Además, caído en paracaídas sobre
tal marxismo, es muy probable que se nos va a
cocinar una buena pequeña teoría del sujeto es­
cindido, la cocina está lista. Entonces cogida en las
tenazas del sujeto escindido y del proceso sin su­
jeto, usted verá si es fácil hacer surgir algo.

Eric C l e m e n s : Querría subrayar dos contribu­


ciones precisas en el plano filosófico de la expo­
sición de Kristeva. Hay que señalarlas, me parece,
porque los compromisos políticos, como ella lo ha
indicado al principio de su intervención, tienen
lugar. L a primera contribución es la que separa
la negación de la negatividad. Es importante tan­
to m ás cuanto que, por lo común, es precisamente
por el recubrimiento de la una sobre la otra que
uno puede desembarazarse de Hegel. Se \ e oníon-
ccs el compromiso filosófico do esta separación i
que es justamente todo un hegelianismo o un an­
tihegelianismo universitario, que está impedido
por esta distinción. La segunda contribución que
querría subrayar es ésta: en los problemas gene- N
rales de la dialéctica tales como Mao los ha con- 1
densado con la mayor potencia, la articulación de I
la dialéctica del sujeto que nos ha construido Kris-
teva por el concepto de repudio que impide el pie- J
gamiento del sujeto en proceso sobre un termino '
de la contradicción, sobre un único término, y per­
mite ponerlo al nivel productor de la lucha, ins­
tancia absoluta, decía Sollers, en las contradiccio­
nes, este punto está totalmente acentuado. Lo que
quiero decir, por tanto, es que la instancia del j
repudio para la dialéctica del sujeto es la misma i
que la de la lucha en la dialéctica materialista ¡
analizada en su problemática general.
Julia K risteva : Estoy de acuerdo con usted al ]
insistir sobre la contradicción que la negatividad
implica. Querría subrayar por otra parte que en
mi óptica habría que concebir el repudio como
un movimiento lógicamente anterior a la proble­
mática del deseo y como tal parece más funda­
mental, característica de ciertos tipos de funeio- j
namiento significante que no podrían por tanto
reducirse sobre la problemática del deseo sino
que depende de lo que se puede llamar el goce.
Philippe Sollers: Sí, me ha parecido que en la
exposición ha habido cierta insistencia sobre el
hecho de que la problemática del “ deseo” perma­
necía a pesar de todo en su causalidad metoní-
mica y por tanto no podría hablando propiamente
dialectizar el concepto de causalidad es decirqué
140
toda la p ro b lem átáica de la dialéctica que es allí
cuestionada. . .
Ju lia K r is te v a : Exactam ente. Marcando e! de­
venir, uno del sujeto, el deseo marca la causalidad
como siem p re ya metonímica por lo tanto ai inte­
rior de u n a form alidad homogénea. Ahora bien,
con la noción de repudio aparece una nueva
causalidad, atravesando el significante esta otra
causalidad de un espacio heterónomo. es una ra-
dicalidad que puede ser señalada como material
precisando bien que se trata de una materia com­
prendida en un sentido dialéctico, no ya como una
sustancia de tipo spinocista. Además." de esta an­
terioridad del repudio al deseo que se articula e.n
ei cam po de significante, yo querría s u b r a y a r al­
go que no ha sido acentuado hasta el p re se n te : es
que el repudio instaura una multiplicidad de cor­
tes allí donde lo simbólico coloca ia castraren,
hay por lo tanto una contradicción e n t r e ^:R; '
posición de la castración y ia multiplicidad Je
cortes que tienden a repudiar su hiancio; esta con
trudicctón precisam ente modela ia cora como is-

y úitim o problema: sobre lo que he lanudo


fase tética . Si el repudio es una l í e ^ - * * * * *1
positivo al mismo
ser com prendida
es por eso menos
fase tética es la a _ „,
to del repudio, de su repetición. p ^ 1 1 va-
u n a repetición mecánica s;no como ^ • Cw>n¿ii-
m ie n to . Ahora bien. « u
ción de la imposición ue, o
141
rio a c ie rto m o m e n to d e l p ro c e s o d e la significan­
cia. o i h e h a b la d o r e p e tid a s v e c e s d e u n a pulve­
riz a c ió n d e la u n id a d s u b je t iv a e n el proceso, es
d e c ir d e alg o q u e p u e d e s e r lla m a d o u n a esquízo-
fre n iz a c ió n d e la p r á c tic a , c re o q u e h a y q u e insis­
t i r en e s ta fa s e -té tic a y e n lo q u e se p e rfila detrás
d e e lla , a s a b e r e l m o m e n to p a r a n o id e inseparable
d e l e s ta llid o y q u e lo p r e s u p o n e . M e p a re c e que
n o se p u e d e d is o c ia rlo s y h a y q u e a firm a r este
m o m e n to p a r a n o id e c o m o in d is p e n s a b le p a ra el
re n o v a m ie n to d e l r e p u d io ju s ta m e n te . A dem ás, si-
c o a n a lis ta s co m o C o o p e r lo s e ñ a la n , v e n particu­
la r m e n te e n e l d is c u rs o p o é tic o y su s posibilida­
des d e m e ta fo riz a c ió n p o r e je m p lo u n índice de
la in s ta n c ia p a r a n o id e .
P o r o tr a p a r te , L a c a n n o s h a e n s e ñ a d o a bus­
c a r la v e rd a d d e l s u je to e n la e s tr u c tu r a de la
p a ra n o ia ; a la lu z d e l p ro c e s o e sq u iz o fré n ic o , la
p a ra n o ia a p a re c e co m o u n m o m e n to , p e ro como
m o m e n to fu n d a d o r d e l p ro c e s o s ig n ific a n te ; sin lo
c u a l n o h a y le n g u a je . D ic h o d e o tr a m a n e ra , pien­
so q u e no p u e d e d e s e m b a ra z a rs e p u r a y sim ple­
m e n te de e ste m o m e n to u n a r io d e l s u je to , sino
q u e h a y q u e c o m p re n d e rlo co m o u n m o m e n to del
proceso, sin lo qual n o h a y p ro c e so .
S y lv e re L o trin g e r: A r ta u d in v o c a e n v arias
ocasiones, en p a rtic u la r e n e l te x to s o b re e l te a tr o
b a lin e s, el m odelo m a te m á tic o d o n d e , s e g ú n sus
p ro p ia s p alab ras, todo e s tá o rd e n a d o c o n u n a m a­
te m á tic a m inuciosa, u n a esp ecie d e m a te m á tic a
re f le ja d a q u e dirige todo, p o r la c u a l to d o pasa.
Q u e r r ía p re g u n ta r como c o m p le m e n to a la ex p o ­
sició n , a propósito del fu n c io n a m ie n to y d e la
c o n v e rsa c ió n de u n a c o n tra d ic c ió n h e te ro g é n e a ,
142
q u é papel se puede asignar al lenguaje matemáti­
co que A rta u d lig a al cuestionamiento del suje­
to en el proceso de la negatividad y además cómo
se podría articular a este lenguaje pulsión al que
[ debe conservar abierta la clausura significante.
Julia K r i s t e v a : Creo que hay dos utilizacio­
nes de algo que se relaciona con las matemáticas
en A rtaud: una podría ser llamada las matemáti­
cas esotéricas y la otra la escritura matemática.
Pienso, en cuanto a las primeras en la crítica a la
que A rta u d som eta la Cabala o las interpretacio­
nes esotéricas de la numerología. Por otra parte,
Artaud evoca la matemática como procedimiento
de escripción del repudio, de la pulsión, y creo
que en este sentido, ella puede ser ocupada qui­

I zás a este n ivel preverbal o trans-verbal de facili­


tación de la pulsión, que delimita o marca lo que
llamo la cora, este espacio trans-corporal, que con­
tiene el lugar m óvil del proceso de la significan­
cia y que en numerosos textos es trazado por evo­
caciones matemáticas. ¿Es únicamente una metá­
fora? No creo. H ay búsquedas recientes de mate­
máticos sicoanalistas que designan la experien­
cia m atem ática como una inscripción de pulsiones
C tales como ellas recortan el cuerpo, inscripciones
I que dejan un resto, un no existo, un no consciente
i ai sujeto mismo de las matemáticas. Es decir, que
J el sujeto es escnidido de sus relaciones pensadas
i en el cuerpo y en la pulsión mientras que lo que
1 perm anece sobre la hoja en la operación matemá-
I tica, es la unión misma de la pulsión y no su re-
I presentación. En los textos de Artaud, creo que
i Ja facilitación pulsionai cuando no es vocálica, es
! m ucho más v is ib le ; y esta inscripción, si la evoca
I por las matemáticas, es quizás más para acercar
su experiencia gráfica y g e stu a l, en todo
ferente de la ideación ta n to com o del slgnoei„», Cas° di-
verbal
Philippe S o lle rs: C reo q u e P le y n e t h
trado la relación de filiación, el m o m en to d m °s'
tito p ara las h ijas q u e son la s le tra s, es u 6 ape'
tu ra que p o r o tra p a rte h a lig ad o enseguida p0s*
denuncia de la id o la tría d el sig n ific a n te 9 3 Una
Ju lia K riste v a : Eso es. T oda u n a lu c h a en
el significante ex p resiv o se m a rc a en esta •
dicación de las m a te m á tic a s en d o n d e las ra1Vm~
pulsionales p asan d ire c ta m e n te e n lo e s r r i t n f 1?
dispositivo señalado sin p a s a r p o r el r e p r e s e n ^ 1

•Irene T scrin ka : L a p re g u n ta q u e q u e rría plan­


tear es la del sentido. A l p rin cip io de su exposi­
ción, usted h a relacionado el proceso de la sig­
nificancia y las pulsiones p re -v erb a les. Mi pro­
blem a es el siguiente: p a rtie n d o de la concepción
de que el sentido (los sentidos) no se produce
(producen) más que allí donde h a y (donde ha
habido) conflicto, ¿dónde colocar la em anación
de este sentido? En o tras p alab ras: ¿N o h a b ría
que decir que el sentido v e rb a l es siem p re una
traducción-transform ación del sen tid o co rp o ral
siem pre allí (¿cómo e v ita r entonces el fetichism o
del* cuerpo?) y qué el diálogo de los dos no se ins­
tala sino en una retroactividad?
Ju lia K riste v a : Si he com prendido bit*,
gunta, ¿usted interroga si no h a y u n a p rim a
del lenguaje con relación al sentido, sin e l c
el sentido seria hipostaciado como p re -v e rb a
satisfaciéndose con una especie de c o rp o reid a d
b re en si de todo conflicto? L a cuestión es, u s
144
1
jo sabe, enorme, yo intentaré abordarla de ma­

I cera, digam os semiótica, desde el punto de vista


¿e las ciencias positivas de la significación, y no
de m anera filosófica que nos arrastraría muy le-
jos. Creo que ahora nos ponemos de acuerdo para

I plantear la existencia de lo semiótico tanto en la


génesis d el sujeto, es decir, antes de la adquisición
del len gu aje como en las “sociedades” no huma­
nas, de los grupos animales donde existe la co­
municación que no es lingüística. Se suponen por
lo tanto códigos, operaciones semióticas pero que
no son verbales, procurando más bien no hablar
de sentido. E n todo caso, es un “sentido” que no
es el sentido o mejor la significación del lengua-
» je, sino que sería una articulación que se sitúa
1 en lo que intento llamar una heterogeneidad con
| relación a lo simbólico lingüístico. Esas operacio-
j nes semióticas invisten, naturalmente, el cuerpo
\ pero sólo en tanto que es una instancia de comu­
nicación o de operación con relación a las otras.
Por consiguiente no se trata de cerrar este “sen­
tido” preverbal en un cuerpo biológico, él mismo
es siempre, incluido en una operación, en otras
palabras si h a y una semiósis pre-verbal, ella está
J siempre y a investida en una operación que es de
I tipo social (relación con los otros) y/o signifi-
| cante.

á P h ilip p e S o lle r s : Pre-verbal en la medida en


] que ella es a pesar de todo siempre al mismo
tiem po trans-verbal.

J u lia K r i s t e v a : En efecto, cuando se habla de


experiencia de los textos, se trata de una opera­
ción trans-verbal que supone la existencia del
len gu aje y que reformula su dispositivo a partir
9
145
Aa 1a carga energética del repudio en
del retorno de la * ído Q uerria decir p ara ter-
el lenguaje “ y molesta si este genero de
minar que e^ nceptuales” desvíe la atención de
ios9estudiantes, puesto^qervenc.ones textuales que
te universitarios i qUÍO y que ponen a mi pa-
son hechas en este *idencia ia especifidad de
recer mucho mas « Sobre todo que hay que
la práctica de A n ¿ sistem a conceptual, por
apresurarse, por ta i proceso donde la prac-
rem itir a u n orden e pg in in te n ta r tampoco
tica de A rtau d yism0 vergonzoso de su base
sistemática y a m t o o s a u su rp a ^ ^
la escritura, P ° ^ ® ° perm aneciendo atentos a
nencia de este PJ0^ A emos estado a q u í - que
las intervenciones —y iencia de este proce-
son ellas mismas nna exp ^ retard o y p erma-
so. La teoría, viene siemP cuando la opa-
nece en suma elemental, m ci cuestio-
cidad de su lenguaje y de su suj
nado.

*
146
f*

El ensayo que presentamos por primera vez al públi


co colombiano y latinoamericano, hace parte de ui
extenso trabajo de traducciones y de investigacionei
lingüísticas que realizan en la actualidad profesora
de la Universidad del Valle.
La exposición de Kristeva no puede ser más dinámica
y transformadora de los conceptos idealistas y metafíí
sicos de la escuela de Luis Althusser tan en boga en
los círculos intelectuales colombianos, en donde sq
afirma la existencia de un “proceso sin sujeto”. Estq
implica, al decir de Sollers: “hacer del sujeto un afue->
ra trascendente o negarlo equivale, desde el punto de
vista del materialismo dialéctico, a una negación de
la dialéctica, no inscribir la cuestión del sujeto en el
materialismo dialéctico es, dejarlo al idealismo, es co4
laborar con lo que Lenin llama, la “ceguera subjeti­
va”, es perpetuar una ruptura éntre lo subjetivo y lq
objetivo”. .
La dialéctica de lo subjetivo y lo objetivo es el graii
aporte del Marxismo al campo de la epistemología y
de la ciencia de la sociedad. De esta forma el mar­
xismo logró superar la penuria teórica del mecanismq
y del conductismo, las escuelas más avanzadas de la
clase dominante. Luchar contra el “proceso sin suje4
to”, implica desarrollar la lucha de clases a nivel dej
la epistemología. j

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