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Trayectorias de Mujeres Trabajadoras

Sexuales de la Fundación Margen.

Profesora: Camila Peralta


Ayudante: Macarena Sanchez
Integrantes:
Constanza Bauerle
Carolina González
Abstract

La presente investigación busca comprender de qué manera las mujeres activistas de la


Fundación Margen se construyen como sujetas políticas activas en la defensa de los derechos
de las trabajadoras sexuales, corresponde a un planteamiento desde los métodos cualitativos
de investigación, los datos son recogidos a partir de entrevistas en profundidad enfocados en
historias de vida, además de la asistencia a talleres-charlas y actividades realizadas por la
Fundación. Algunos elementos centrales que aparecen de modo evidente son la
reivindicación que supone dejar de hablar de prostitución para comenzar a hablar de trabajo
sexual, además se recalca la importancia de generar redes de apoyo y mutua educación en la
vida y el trabajo. De esto se desprenden logros tales como el hecho de que muchas
trabajadoras están más informadas respecto de sus derechos, lo cual se traduce en la
disminución de su tolerancia frente a los abusos de la violencia institucional. Un análisis
holístico muestra la estrecha relación entre la realización de actividades políticas
organizacionales y la construcción de su personalidad en tanto mujeres, trabajadoras y sujetos
políticos activos, podemos ver aquí la estrecha relación entre lo personal y lo político a través
de un proceso de co-construcción entre pares.

Palabras clave: estigmatización, sujeto político, violencia institucional, trabajo sexual.


1. Antecedentes del estudio

Para introducir el tema es necesario exponer el vacío legal en el que se encuentra el


trabajo sexual en Chile actualmente, ya que, si bien las prestaciones de servicios sexuales
dados u ofrecidos por mayores de edad, con su consentimiento libre y exento de abuso o
cualquier fuerza, intimidación o amenaza, a cambio de retribución económica no están
penalizadas explícitamente sí existen detenciones y abusos de poder por parte de la policía
hacia trabajadoras sexuales. Detenciones arbitrarias, extorsiones, coimas, amenazas,
intimidaciones y solicitudes de servicios gratis por parte de carabineros y/o agentes de la PDI,
son algunos de los ejemplos de violencia institucional que sufre el colectivo en nuestro país
(Redtrasex, 2016).
De hecho, éstas ocurren a pesar del artículo 19 de la constitución aseguraría el libre
derecho “a desarrollar cualquier actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden
público o a la seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen”
(Constitución política de Chile, 2017, pág. 19). Las detenciones y abusos de autoridades
policiales se sustentarían en dos artículos presentes en la legislación chilena: en el código
sanitario y en el código penal. Por una parte, el artículo 41 del código sanitario plantea que
“para las personas que se dedican al comercio sexual, se llevará una estadística sanitaria, no
permitiéndose su agrupación en prostíbulos cerrados o casas de tolerancia.” (Código
sanitario, 2001, pág. 9) con este artículo se justifican los allanamientos a lugares donde se
ejerce el comercio sexual. Por otra parte, el artículo 373 del código penal (2001) alude a las
ofensas al pudor y las buenas costumbres, desde este artículo se justifican las detenciones por
ejercer el trabajo sexual.
Entonces, al estar el trabajo sexual en un área gris de nuestra legislación se torna
difícil conocer las vivencias o, incluso, que el número real de personas que se dedican al
comercio sexual sea difícil de cuantificar. De hecho, el único registro que existe acerca del
número de trabajadoras sexuales activas en el país es extraído del sistema de registro de carné
sanitario que entrega el Ministerio de salud (2004) el cual indica que existen cerca de 6 mil
personas que se dedican al trabajo sexual: 97 % mujeres, 1,2 % hombres y 1,4 %
transgéneros, número tan solo estimado, ya que estas cifras no contabilizan a aquellas
trabajadoras y trabajadores que no acuden de forma voluntaria a las Unidades de Atención y
Control de Salud Sexual.
Los procesos policiales a mujeres trabajadoras sexuales (desde ahora denominadas
como MTS) según el Estudio sobre Violencia Institucional hacia Trabajadoras Sexuales
(2016) ascienden a más de un 18,4%, los cuales pueden ir desde control de identidad a
allanamientos de casas o locales donde se ejerce el comercio, específicamente en los procesos
que incluyen allanamientos se establece que sólo un 54% de estos contaban con autorización
judicial. Lo que refleja la compleja situación que se ven expuestas las personas que se
dedican al comercio sexual, evidenciando cómo la implementación de estos artículos se
realiza de forma arbitraria, discriminatoria y discrecional.
Las trabajadoras sexuales se encuentran en una situación laboral tan vulnerable que ni
siquiera los asesinatos a trabajadoras sexuales cometidos por clientes son considerados como
femicidios, quedando la mayoría impune, como es el caso emblemático de Ángela Lina,
asesinada en 1993, suceso que dio levantó la Asociación por los derechos de las mujeres
“Ángela Lina”, el primer sindicato de trabajadoras sexuales en el país, que luego dio paso a la
formación de la Fundación Margen en 1998 (Fundación Margen, 2014). Lo anterior denuncia
la falta de seguridad jurídica en la que se encuentran las mujeres trabajadoras sexuales hasta
el día de hoy, evidenciando la necesidad de medidas legales para proteger su vida, su
integridad y dignidad, poniendo fin, además a la estigmatización y discriminación de la que
son objeto.
Siguiendo con la misma línea, el trabajo sexual, al no estar regularizado no está
tampoco dentro de los puestos de trabajos que, oficialmente aportan a la economía del país -
por ejemplo, no influye en las cifras que entrega el PIB, ni en las estadísticas sobre empleo y
desempleo. Finalmente se trata de un trabajo clandestino, ya que no pueden agruparse, y por
lo mismo es que no tienen acceso a seguros de salud en casos de accidentes laborales; no
cotizan para su jubilación; y tienen más dificultades para postular a viviendas sociales. De lo
anterior nace la vital importancia de regularizar la situación del trabajo sexual e incluirla
dentro de la agenda de género, tratarla desde una perspectiva de actividad laboral válida, que
necesita políticas públicas que apunten a la salud, a una inclusión en el sistema de pensiones,
seguridad en el trabajo, entre otras, y no sólo mediante medidas y políticas de sanitarias o de
salubridad o de restricción (Redtrasex, 2015).
La situación del trabajo sexual en Latinoamérica no es muy diferente a la de Chile, ya
que en casi todos los países de América Latina el comercio sexual se encuentra en un vacío
legal similar, a excepción de Uruguay que desde el año 2002 cuenta con una ley para
regularlo, sacando al comercio sexual del área gris de la legislación y permitiendo que este se
ejerza siempre y cuando sea de forma voluntaria y cumpliendo ciertos requisitos como la
realización de chequeos preventivos de salud (Montevideo Portal, 2017).
En este contexto aparecen distintas agrupaciones y sindicatos en el país dedicados a
velar por los derechos de las trabajadoras sexuales, tales como -la ya mencionada- Fundación
Margen, Fundación Savia, Amanda Jofré, entre otras. Por motivos de cercanía a la primera
agrupación mencionada y debido a su larga trayectoria en el país -de más de 20 años- como
grupo decidimos trabajar con las miembras de la Fundación Margen, institución nacional
integrante de la Red Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras Sexuales y de la
Plataforma Social en VIH/SIDA y Derechos Humanos. Su trabajo se basa en distintos puntos:
en el empoderamiento y la toma de consciencia en actividades de sensibilización; en talleres
educativos sobre la prevención de ITS/VIH y acompañamiento médico a compañeras; en la
formación de un proyecto de ley que regule el trabajos sexual y activa negociación con
autoridades políticas; en la elaboración de estudios; en la construcción de alianzas y redes de
trabajo, promoviendo el autocuidado entre las mujeres trabajadoras sexuales.
De esta forma, en esta organización encontramos la condición de que, a pesar de
tratarse de un trabajo de hace más de 25 años- sus fundadoras siguen siendo parte de ésta,
como el caso de su presidenta y tesorera, Herminda González y Nancy Gutiérrez,
respectivamente. Por otro lado, a diferencia de otras organizaciones, ésta es creada y dirigida
en su gran mayoría por trabajadoras sexuales, siendo ellas mismas, con ayuda de su
experiencia personal, se alzan por defender sus derechos y los de sus compañeras.

Pregunta de investigación
¿De qué manera las mujeres activistas de la Fundación Margen se construyen como sujetos
políticos activos en la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales?[n1]

Objetivo General
● Comprender de qué manera las mujeres activistas de la fundación se construyen como
sujetos políticos activos en la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales.

Objetivos específicos.
● Conocer las incentivos y motivaciones de estas mujeres para realizar esta labor política
basándonos experiencias fundamentales.
● Especificar el trabajo activo concreto que realizan las mujeres trabajadoras sexuales de la
fundación en temas de derechos laborales, salud sexual y actividades de sensibilización.
● Detallar la historia y cambios en la forma de organización de las activistas y trabajadoras
sexuales en la fundación.
● Detallar el significado que tiene el trabajo organizativo y político mismo para las mujeres
activistas de la fundación.
● Analizar el significado de los logros y metas de la fundación para las mujeres que forman
parte de ésta.

Hipótesis

La frecuente violencia institucional y cotidiana a la que se ven expuestas las Mujeres


Trabajadoras Sexuales en conjunto a la fuerte estigmatización y vulneración a los Derechos
humanos, ciudadanos y laborales, expone a las MTS a una condición negligente y peligrosa.
Frente a esta situación, creemos que la organización y asociación entre MTS es fundamental
para su desarrollo como sujetas políticas y con esto facilita las herramientas para un nuevo
posicionamiento frente a las situaciones de violencia a las que cotidianamente se ven
expuestas. Por otro lado, creemos que la fundación proporciona información útil a las
trabajadoras sexuales para una valoración personal positiva del propio trabajo, además de
incluir una perspectiva del autocuidado de salud sexual importante al enfrentarse a la
frecuente perjuicio de la sociedad que estigmatiza a este grupo como foco de infección de
enfermedades venéreas.

Marco teórico

Cada sociedad le otorga una interpretación o simbolización distinta a la diferencia


sexual, traduciéndose, en la occidental, en diferentes formas de concebir “lo propio” de los
hombres y “lo propio” de las mujeres, así como los roles o papeles que deberán desarrollar en
dicha sociedad, además de sus capacidades, derechos y comportamientos (Lamas, 2013). De
esta forma, los mandatos culturales de género le adjudicarán a hombres y mujeres una manera
diferenciada de “deber ser”, teniendo distintos roles en cuanto a lo laboral, lo afectivo, lo
político y lo sexual, moldeando sus deseos y subjetividades; y produciendo un efecto en el
imaginario de las personas respecto a los modelos de masculinidad y feminidad. Asimismo,
en nuestra cultura, dicha diferencia se traduce en desigualdad (Lamas, 2013), asignándole
posiciones asimétricas a hombres y mujeres, repercutiendo en una desigual distribución de
recursos tanto económicos como simbólicos.
De esta manera Lamas (2013) afirma que el hilo conductor de la subordinación de las
mujeres, si bien se puede evidenciar y manifestar en todos los aspectos de la vida, “es el
hecho que las mujeres sean estigmatizadas por su vida sexual” (pág. 68), categorizando a las
mujeres como “putas” o “decentes”, a través de la violencia simbólica, siendo no así para los
hombres. La verdad es que, el intercambio sexual fuera del matrimonio, ya sea gratuito o
comercial, degrada exclusivamente a las mujeres. Este estigma que en latín se traduce a
marca en el cuerpo, Goffman (2003) define como “la situación del individuo inhabilitado
para una plena aceptación social” (pág.7). Este concepto es crucial para abordar la situación
en la que se encuentran desde hace siglos las trabajadoras sexuales. De esta forma, si bien
para el resto de las mujeres el estigma aparece como manchas con simples alusiones, en el
caso de las trabajadoras sexuales se vuelve un hecho irremediable e irreversible.
En este sentido, la estigmatización siempre ligada al nombre que la sociedad otorga,
representa un conflicto histórico en el trabajo sexual: según la autora Melissa Gira Grant en
haciendo de puta (2016) hasta mediados de los setenta para hablar de trabajo sexual se ponía
el foco sobre “la prostituta”, la cual a ojos de la sociedad se ha relacionado históricamente
con la idea de un producto de consumo, con “la puta marginada” o, en el mejor de los casos,
“la mujer victimizada”, mientras que a fines de los 70 se vive un vuelco principalmente
dentro de las mismas MTS que comienzan a utilizar el concepto de “trabajo sexual”
implicando una transición desde comprender el trabajo sexual como una forma de vida hacia
entenderlo como una situación laboral.
La autora detalla que incluso dentro de los movimiento feministas podemos ver que el
trabajo sexual se ve estigmatizado bajo dos tópicos: la idea del trabajo sexual como
reproductor de violencia contra las mujeres, esta postura estigmatiza a las MTS como mujeres
abusadas, víctimas sin voz, como esclavas del sexo masculino que con su trabajo esclavizan
al resto de las mujeres (postura abolicionista, donde resaltan autoras como Catherine
Mackinnon). Por otro lado, las feministas a favor de la regulación del trabajo sexual,
frecuentemente caen en el estigma de “la prostituta empoderada” o la víctima abusada a la
que hay que amparar y luego entregar las herramientas para salir de aquella situación que
para nadie sería deseable (postura reglamentarista). Herminda, presidenta de la fundación
margen, rechaza totalmente la primera postura alegando que:
“En todos los trabajos explotan, pero siempre se habla de que son explotadas las
trabajadoras sexuales, de que no tenemos derechos a decidir a trabajar por cuenta propia, y no
es tan así: puedo decirte que la mayoría hemos entrado al trabajo sexual por voluntad propia
(...) Las trabajadoras sexuales queremos gritar a los cuatro vientos que somos mujeres
autónomas y cuando las compañeras abolicionistas hablan por nosotras no nos gusta que lo
hagan. ¡Déjennos a nosotras hacerlo!” (González, 2017).
Por otro lado, es común en la sociedad que la idea de puta se asocie a algo indeseable,
se comprende frecuentemente como “una ofensa para la integridad y el honor de las
mujeres”, así como también se ha asociado -falsamente al igual que todos estos estigmas- a
las enfermedades de transmisión sexual. En la que la persona pasa a ser vista como un foco
de infección tanto para las y los ciudadanos como para las autoridades, quienes entregan la
posibilidad de realizar chequeos médicos frecuentes y gratuitos a quienes se declaren MTS,
entregando un cartel de identificación que para muchas trabajadoras significa ser
estigmatizada constantemente incluso dentro de los centros médicos. Así lo indica Herminda,
la entrevista al The Clinic:
“Tomé un taller de prevención del Sida. Y me di cuenta de que hay muchos mitos. (...) La
gente cree que las trabajadoras sexuales somos el foco de infección y no es así. Los estudios
que se han hecho, a través de la Universidad de Chile y la Católica, junto con la Red
Latinoamericana de Trabajadoras Sexuales y la Fundación Savia, muestran un índice muy
bajo de transmisión en trabajadoras sexuales, porque ellas no viven con VIH y usan condón.
Pero el prejuicio está. Nos van poniendo tanta estigma, tanta carga, y nosotras como
trabajadoras sexuales no estamos viviendo con VIH. Eso es injusto. Las compañeras han
aprendido a cuidar y protegerse, han internalizado el uso del condón como herramienta de
trabajo y autocuidado.” (González, 2017)
Es posible comprender que el estigma al que se ven expuestas las MTS cosifica y limita
muchas veces su persona a la labor que realizan, por tanto, dificulta su vida íntima, su
desarrollo íntegro, y la aflige constantemente tanto a nivel personal como social, lo cual se
ve evidenciado en la vulnerabilidad laboral en la que se encuentran. De hecho, creemos que
es este mismo estigma el que responde también a la falta de un protocolo de regulación del
trabajo sexual, tomando conciencia de estar en un país sumamente conservador.
Será este estigma, anteriormente mencionado, el que actúa reprimiendo a las mujeres en su
libertad como sujeto en relación con el uso de su propio cuerpo, sin embargo, esto también
coincide en que las mujeres en esta sociedad, muchas veces son consideradas no en el
estatuto de sujetos, sino de objetos. De lo anterior nace la necesidad de reivindicar esta
posición. Marta Lamas (2013) nos relata de cómo en México en los años noventa, ante el
aumento explosivo del VIH/SIDA, se introduce el trabajo preventivo de enfermedades de
transmisión sexual en el área de la “prostitución”. De esta forma, debido a la desmesurable
desinformación, surge la necesidad de organizarse. Lo mismo podemos observar en el caso
chileno, específicamente en la Fundación Margen, ya que, si bien existen diversas tareas y
objetivos dentro de la organización, el trabajo preventivo y de información se configura como
central dentro de su labor. De esta forma, se abren distintas posibilidades para las
trabajadoras sexuales, como sentarse en una mesa de negociación con autoridades públicas,
comenzar una tarea de activistas en la lucha contra el SIDA, siendo agentes de cambio.
Asimismo, comienzan a llamarse “trabajadoras sexuales”, “sexoservidoras”, produciéndose
una reivindicación del término puta o prostituta, iniciándose un proceso de politización y
autoestima (Lamas, 2013). Así, la autora en su investigación cualitativa de trabajadoras
sexuales México afirma lo siguiente:
“El elemento que más alentó a las trabajadoras sexuales a involucrarse en el proceso de
prevención del sida, además de la preocupación por el destino de las compañeras infectadas,
o la necesidad de lograr cierta protección a su actividad, fue lograr un cambio de su
valoración social” (pág. 77)
Así, se va configurando una nueva percepción de las trabajadoras sexuales organizadas sobre
ellas mismas, ya no como una dicotomía entre víctimas o pecadoras, sino como un elemento
de cambio, que involucra una agencia importante. Siendo éste proceso de resignificación y
toma de conciencia no siempre fácil ni rápido teniendo en cuenta la violencia simbólica,
resignificar simbólicamente el comercio sexual, el que la “prostitución” sea considerado un
trabajo como cualquier otro, supone un trabajo cultural muy a largo plazo. Así, este proceso,
de pasar de llamarse prostituta a trabajadora sexual, termina transformando a la trabajadora
en una sujeta política.
El concepto anterior surge a partir del desarrollo de las teorías feministas, en palabras de
Judith Butler, “el sujeto es él mismo un lugar de ambivalencia, puesto que emerge
simultáneamente como efecto de un poder anterior y como condición de posibilidad de una
forma de potencia radicalmente condicionada” (Butler, 2011. p.25), la comprensión del sujeto
en base a esta ambivalencia respecto del poder permite situar la corporalidad, sea femenina o
masculina, como una potencia de cambio y resistencia al poder, de este modo lo describe
Mario Gil refiriéndose a Foucault:”la lucha del sujeto media contra toda forma de
dominación y subjetivación” (2010. p.2), en este sentido, la noción de sujeta política refiere al
posicionamiento activo y crítico de las mujeres respecto de su entorno social y político ,
existiendo así una doble reivindicación: la mujer respecto de sí misma y las mujeres respecto
de su contexto y tradición. Por otro lado, desde la perspectiva de Graciela Vèlez (2008), la
construcción y reconstrucción de la mujer como sujeto polìtico está estrechamente
relacionada, por un lado a la reivindicación de su autonomía así como a la lucha por la
igualdad de condiciones y oportunidades en el sistema social.
Es desde estos espacios de organización y desde esta nueva acción política donde las
trabajadoras sexuales comienzan a reflexionar en torno a su situación, cuestionando, en el
marco de la defensa de los derechos humanos, la violencia y abuso policial, así como la
vulnerabilidad laboral en la que se encuentran y la carencia de toda protección social. De ahí,
nace la importancia de tratar el tema del trabajos sexual también desde la arista de la
violencia institucional de la cual están expuestas. En su sentido más amplio, la violencia
institucional refiere a aquella violencia ejercida por funcionarios del sistema policial y
penitenciario, sin embargo, su aplicación abarca casos de violencia sistemática por parte de
funcionarios estatales ya sea de modo directo o indirecto así como casos de vulneración a los
derechos humanos (Perelman & Tufró, 2017).
Respecto de la violencia institucional en el ámbito personal y laboral en la vida de las MTS,
la Fundación Margen en colaboración de la RedTraSex durante el año 2016 publicó una
investigación en la cual asocian su ocupación con violación a los derechos y violencia
sistemática ejercida principalmente por agentes del estado, esta situación, acompañada de la
ausencia de leyes reguladoras aportan a la precarización de la vida de las MTS y con esto a la
fuerte estigmatización de la que son víctimas diariamente, llevándolas así a una situación de
violencia sistemática que se ejerce sobre ellas como parte del cotidiano, privandoles la
mayoría de las veces de cualquier posibilidad de justicia a su favor. (Redtrasex, 2016). La
autora Melissa Gira Grant describe en su libro haciendo de puta (2016) la violencia policial
como una realidad persistente y global que históricamente ha adaptado sus prácticas al
contexto social pero que, históricamente, ha significado que las MTS sean víctimas de
humillación y abusos reiterados que, por lo demás, representa una serie de castigos
sistemáticamente normalizados bajo el argumento de la justicia y la moralidad.

Metodología

Esta investigación se enmarca en una metodología cualitativa, orientada a la


comprensión del relato a través de historias de vida, las que han sido desarrolladas en un
encuentro con cada persona seleccionada a través de entrevistas en profundidad. En éstas se
abordó en un primer lugar el trayecto de sus vidas previo a la organización, para luego
abordar los relatos entorno a su trabajo y cómo éste las guió por un determinado camino hasta
la decisión de posicionarse activamente en la defensa de sus derechos. El segundo enfoque de
las entrevistas se realizó en torno al trabajo organizacional y la relación que éste tiene con su
persona, esto es desarrollado a partir del relato sobre la experiencia y la construcción de la
propia identidad.
El uso de historias de vida para la recolección de información, entendiéndose como
una entrevista de tipo biográfico, nos ayudará a comprender de manera privilegiada el
entorno social (Ferrarotti, 2007), conociendo el contexto interpersonal y la propia perspectiva
de quien protagoniza y vive el fenómeno social. La historia de vida, a diferencia de otras
técnicas de investigación cualitativa ofrece una historia en la cual “el relato describiría no
sólo la vida interior del sujeto y sus acciones, sino también sus contextos interpersonales y
sociales” (Bertaux, 2005, p. 35). De esta forma, analizando las trayectorias, experiencias y
hechos fundamentales en la historia de vida de las mujeres trabajadoras sexuales podremos
entender cómo, por qué y qué elementos marcan su formación como actoras protagonistas en
el desarrollo de futuras políticas públicas sobre el trabajo sexual. Es necesario explicitar que
nuestra primera entrevista fue realizada a partir de un enfoque narrativo que nos permitió
comprender las principales labores y preocupaciones de la organización, así como
adentrarnos en su historia y conocer los principales proyectos y procesos llevados a cabo por
la organización en los últimos años. Además, esta entrevista nos fue útil para adentrarnos en
el campo y expandir nuestras redes con las mujeres de la fundación. Finalmente,
complementamos las entrevistas con observación participante en la asistencia a talleres y
actividades de sensibilización realizados por la fundación (ver anexo, apartado trabajo de
campo avanzado), así como en acompañamiento en trabajo en terreno nocturno, donde la
fndación se encarga de la distribución de preservativos tanto en cafés como en la calle, esta
salida, sin embargo, no estará presente dentro de esta entrega, ya que la tenemos agendada
para la tercera semana de Diciembre.
Asimismo, como la bibliografía revisada en el ramo lo señala, creemos fundamental
posicionarnos dentro de las redes de ejercicio del poder, que como investigadoras no estamos
exentas de sufrir o ejercer, por lo que nos gustaría situamos como mujeres, lesbianas,
universitarias, urbanas. De la misma forma nuestras motivaciones personales para enfocar
nuestro estudio en agrupaciones de trabajadoras sexuales nace de nuestra preocupación por
temas de género, tanto como por nuestra experiencia íntima que nos obliga a estudiar esta
desigualdad y situarnos activamente en la lucha y reivindicación por los derechos de las
mujeres en toda su diversidad.
Respecto de los criterios de selección y sus motivos, los cuales fueron mencionados
anteriormente, nuestro primer acercamiento formal fue la realización de una entrevista a la
Asesora Programática de la Fundación Margen, socióloga que trabaja dentro de la
organización desde el 2012. En esta entrevista abordamos principalmente el aspecto laboral
organizacional de su vida, su rol en la fundación y su trayecto dentro de esta. De este modo
logramos aproximarnos al ambiente, explicar la intención de este proyecto y a la vez escuchar
su relato en tanto trabajadora, socióloga y activista.
Posterior a la primera entrevista, se realiza una segunda a María José en el mismo lugar para
lograr abordar temas que no fueron desarrollados en plenitud en la primera entrevista,
considerando el breve tiempo que teníamos a nuestra disposición para realizarla.
Inicialmente deseábamos realizar 2 entrevistas a cada persona para ahondar de mejor modo lo
personal y lo organizacional, sin embargo, nos encontramos con una agenda copada por parte
de las trabajadoras de la fundación, por lo que sólo realizamos 2 entrevistas personales, una
dirigida a Herminda González, la presidenta de la Fundación Margen y la otra a Nancy
Gutierrez, la tesorera de la fundación y Punto Focal Titular de la Red de Trabajadoras
Sexuales de América Latina y el Caribe (RedTraSex); actualmente ambas son las caras más
visibles de la fundación, y a pesar de no realizar comúnmente entrevistas con temáticas
personales, accedieron a contarnos su historia y sus reflexiones íntimas entorno a lo que el
trabajo sexual implica en la vida de una mujer.
Por otro lado, disponemos de dos entrevistas realizadas anteriormente a Herminda, donde
cuenta parte de su historia personal así como la de la fundación, estas fueron consideradas en
nuestra investigación y al momento de realizar las entrevistas.

Plan de Análisis

Si bien en un comienzo teníamos una pauta de preguntas y temáticas a tratar, tanto Herminda
como Nancy tomaron las riendas de la entrevista apenas les comentamos el enfoque de esta
investigación, por este motivo el análisis está orientado a comprender de qué manera ellas se
construyen y posicionan activamente por los derechos de las trabajadoras sexuales a partir de
sus experiencias y procesos íntimos, de este modo comprendemos la narrativa como una
manera de justificar el camino y las acciones que decidieron seguir en su vida hasta la
conformación de la organización, además, dado que ambas historias son similares en muchos
ámbitos, es que serán analizadas prestando especial atención a aspectos comunes y decisivos
tal como la relación con la familia y el amor, el proceso que supone asumirse como
trabajadora sexual, la relación entre compañeras de trabajo, la necesidad de prevenir ITS y
finalmente las transformaciones personales que reconocen tras el trabajo organizacional así
como las repercusiones de este sobre las mujeres a las que la fundación llega y apoya.

Resultados.

A través de la realización de entrevistas pudimos dar cuenta de elementos comunes


que guían el relato tanto de Nancy como de Herminda, como por ejemplo, ambas dan cuenta
de una llegada a Santiago a temprana edad, ya que provienen de regiones; ambas son
invitadas a ejercer el trabajo sexual por una amiga cercana; y ambas al principio se mostraban
temerosas con pudor de trabajar en un ambiente de este tipo, mostrando luego un cambio en
este sentido. En primer lugar se destaca el rol de la familia en sus vidas, siendo la tenencia de
hijos lo que las lleva hacia el trabajo sexual con el fin de sustentar el hogar, ya que sus
trabajos anteriores -de servicio doméstico y de mesera respectivamente- no les
proporcionaban los ingresos necesarios. También se aprecia la dificultad de ambas al
momento de hacer visible su situación laboral ante sus familiares, sin embargo ambas
concuerdan en estar orgullosas de lo que han hecho e incluso declaran que si tuviesen que
hacerlo otra vez, lo harían pero con más herramientas y conocimiento. Así podemos ver que
lo indica Nancy cuando le revela a su hija mayor que ejerció esta labor durante años:

Lo bueno de todo es que yo he aprendido, y a mi hija le dije que sí, yo le dije “con todo lo que yo
haya hecho tú estai donde estai, si te gusta bien, y si no bien también, ya lo hice y no lo voy a volver a
hacer, y si tuviera que hacerlo de nuevo, lo hago de nuevo pero ahora con conocimiento (Nancy,
2018)
Como también lo indica Herminda cuando nos cuenta la discriminación y culpa que le hicieron sentir
sus familiares al contarle que era trabajadora sexual:
Pero yo me saqué esa mochila hace muchos años, que es liberador tremendamente, sabí que a mí me
cuesta mucho esconder esto, yo voy a tal lado y me presento, soy Herminda Gonzalez y soy presidenta
de las trabajadoras sexuales y soy ex trabajadora sexual! *golpea la mesa* no tengo por qué
esconder mi identidad, porque con esto yo salí adelante, al contrario, ¡me siento tan grata y tan
digna! y si yo volviera a nacer ¡volvería a ser trabajadora sexual! pero con más experiencia
(Herminda, 2018)

Por otro lado, para ambas su trabajo fue el medio por el cual conocieron a sus parejas
y los padres de sus hijos, declaran que en ningún momento fueron cuestionadas o violentadas
por sus parejas y estas jamás usaron el trabajo sexual como una ofensa para ellas.
Respecto a todas las experiencias de estigmatización vividas por las entrevistadas y
las dificultades que padecieron para confesarle a su entorno acerca del trabajo que ejercían,
así como la violencia institucional y discriminación que viven día a día las trabajadoras
sexuales en el país, podemos afirmar fervientemente lo necesario y vital que es la regulación
de esta labor. Ambas recuerdan épocas pasadas en las que se requería que las trabajadoras
sexuales utilizaran el carnet sanitario para comprobar que no tenían enfermedades y que
muchas veces fue utilizado por carabineros y dueños de locales para violentarlas o
humillarlas, siendo una forma de legitimar la estigmatización. De este modo lo declara
Herminda recordando la época:

“te hacían un control rutinario los pacos, y ellos se tomaban atribuciones que no
correspondían porque sanidad tenía que llegar ahí, no los pacos, Pero ellos aprovechaban
esas instancias y nos llevaban detenidas ponte tú” (Herminda, 2018)

No puede decirse lo mismo respecto de los y las trabajadoras de la salud, ya que si


bien en nuestras entrevistas no se abordó el tema, la fundación ha publicado investigaciones
en las que se explicita su encarecido agradecimiento a los trabajadores de la salud, refiriendo
a ellos como un gran y constante apoyo (Guía de buenas prácticas en el sistema de salud,
2016).

A su vez, según lo indicado por las entrevistadas, podemos observar una disminución
de la violencia institucional, no así erradicada, ya que ésto solo será siquiera imaginable con
una regularización adecuada de su trabajo. Este logro en la disminución de la violencia
ejercida por las autoridades estatales se la adjudicamos completamente a la labor activa que
realiza la Fundación Margen -en conjunto con muchas otras organizaciones- en su constante
actividad de sensibilización con Carabineros, así como en la calle y cafés con las mismas
trabajadoras sexuales. Este último punto es considerado central dentro de esta investigación,
ya que es a través de la llegada de la fundación cara a cara con las trabajadoras sexuales
donde observamos que se producen los cambios más significativos en estas últimas.

“Claro porque una les enseña sus derechos po, las chiquillas aprenden a hacerse
valer po, antes no po, antes una agachaba el moño y te llevaban presa y nadie hacía nada
por ti. Ahora no po, a las chiquillas se las llevan presas y nos llaman pa sacarlas.” (Nancy,
2018)
Nosotras siempre decimos que todos los días llegan mujeres nuevas al trabajo sexual
y así como es importante enseñarles a usar el preservativo en todas sus relaciones, también
es importante decirles que lo que están haciendo no es un delito, porque muchas de ellas
creen que lo hacen es un delito y muchas veces se dejan pasar a llevar porque creen que son
delincuentes, y sobretodo cuando son migrantes, porque se creen todo lo que les dice la
policia para someterlas, entonces la labor de información de los derechos es muy
importante.
(María José, 2018)

Es de esta manera, con ayuda de la fundación, que las trabajadoras sexuales toman
conciencia de sus derechos como trabajadoras, enfrentándose a la violencia institucional y el
acoso de los clientes con la información necesaria para combatirla y defenderse. De la misma
forma ocurre con el hecho de asumirse trabajadora sexual, con el orgullo y validez que
tendría cualquier otro tipo de trabajo, la fundación promueve la autoaceptación, tanto
individual como entre los pares, entendiendo el trabajo sexual como un trabajo más y no
como una condición de vida vergonzante. Asimismo, la fundación, al realizar un trabajo
activo en la prevención de ITS, informa a su vez a las trabajadoras, incentivándoles el uso de
preservativos y la internalización de una manera de ejercer el trabajo basándose en el
autocuidado. Asimismo, podemos observar dentro de las entrevistas la importancia que
significa el compañerismo entre las trabajadoras sexuales, siendo ellas las que ayudan a
Herminda y Nancy en sus inicios y les enseñan a bailar, así como a hacerse valer y qué cosas
no puede permitir de los clientes:

Entonces ahí las compañeras empezaron a enseñarme, a decirme “esto se hace, esto no se hace, no te
pueden obligar a hacer algo que no quieres hacer po. Ellas fueron las que me enseñaron. (Nancy,
2018)

Finalmente, tanto Herminda como Nancy refieren al crecimiento personal que han
tenido desde el comienzo de la organización tanto en su forma de ser como en su manera de
percibir el trabajo sexual, in:

“Conocimiento y personalidad po, cambié la personalidad, ponte tú pa no cometer


error pregunto y pregunto pregunto pregunto, aunque caiga mal, pero pregunto. Y me gusta
decirle las cosas en la cara a las personas” (Nancy, 2018)

“creo que tiene que ver con el crecimiento personal, también darse cuenta de él, de
cómo todas las mujeres vivimos violencia de una u otra manera, del hecho de que a una
mujer común y corriente, que no sea trabajador sexual, que le digan puta ya es una palabra
que te estigmatiza y que te duele, y que por qué me trataste así si yo no soy así, imagínate
cómo es más para la persona que lo vive o que es una trabajadora sexual… entonces yo creo
que también tiene que ver con cómo nosotras nos fuimos empoderando estos derechos, y que
no éramos tan distintas a otras mujeres, que nosotras podíamos decir “no queremos más
violencia, queremos ser reconocidas y tratadas como mujeres iguales, no queremos que nos
dividan en las buenas y las malas” pero también tenía que ver con cómo yo quería recibir
esta información y cómo yo también después lo iba a internalizar y lo iba a compartir con
otras mujeres…” (Herminda, 2018)

Conclusiones

Por lo anterior y mucho más es que consideramos a la Fundación Margen como un


actor vital en la transformación de las trabajadoras sexuales en sujetas políticas para así
transformar las relaciones que se dan en el trabajo sexual tanto a nivel interpersonal (Entre las
mismas trabajadoras o de estas con el medio) así como transformaciones a nivel social,
fomentando la superación de la histórica estigmatización de la que han sido víctimas las
trabajadoras sexuales, de este modo al contribuir con un proyecto para la regularización del
trabajo también contribuyen a sacarlo del espacio silencioso y marginal al que ha sido
relegado. El proceso de reivindicación de las trabajadoras sexuales busca sacar las vendas de
los ojos de la sociedad, mostrar aquello que siempre fue negado por la moral y apuntado por
los dedos del poder y el machismo, se trata de reconocer que más allá del cuerpo y su uso,
las personas somos libres de decidir sobre nuestras relaciones, nuestro trabajo y nuestro
cuerpo, del mismo modo tenemos derecho a conservar nuestra dignidad y luchar contra
quienes deseen imponernos a la fuerza su moral. Tomando en cuenta lo anterior,
consideramos que para la superación de la estigmatización es necesario tanto una
regularización estatal como un progreso en la aceptación y normalización social de esta
actividad, relacionándose estas últimas de forma dialéctica.
Consideramos que esta escasez regulatoria se presenta como un institucionalización
del estigma que viven de manera cotidiana las trabajadoras sexuales a la hora de optar para
una vivienda, acceder a un servicio de salud y jubilación de calidad o al presentarse a la
sociedad como trabajadoras sexuales, siendo esta falta de regulación la causa de su
vulnerabilidad laboral, afectando directamente en sus condiciones de vida.
A su vez, respecto a los efectos de la reflexividad en las investigadoras (De la Cuesta,
2011) es imprescindible confesar que con el transcurso de la investigación pudimos
experimentar una transformación en nosotras mismas, como investigadoras y a modo
personal, teniendo esta reflexividad un carácter formativo y transformador de nuestro self
indagador (De la cuesta, 2011). De esta manera, la investigación nos hizo posicionarnos
dentro del feminismo regulatorio y de la corriente pro sex, desde una mirada mucho màs
críticas hacia las políticas existentes a nivel mundial con respecto al trabajo sexual, así como
hacia las perspectivas feministas abolicionistas. Así, actualmente consideramos este trabajo
como totalmente válido, ni más ni menos explotador que cualquier otro, y como una opción
viable para nosotras mismas de ejercerlo, de hecho, mañana una de las integrantes del grupo
tendrá su primera experiencia laboral en este rubro, trabajando de barista en un café del
centro de Santiago.
Por ello, es necesario explicitar lo intenso que resultó este trabajo y lo importante que
fue para nosotras a nivel personal, además de lo maravilloso que fue el que las dirigentas de
la organización de trabajadoras sexuales más importante del país compartieran sus
experiencias y aprendizajes de vida con nosotras. Cabe la pena mencionar que con esta
investigación nuestra intención no fue nunca generalizar la totalidad de experiencias de las
trabajadoras sexuales del país, siendo necesario señalar la diversidad existente a nivel
nacional como mundial, sobretodo para mujeres migrantes y trans, así como para las
diferentes formas en que se ejerce el trabajo sexual. Por lo que lejos de cerrarse este tema
aquí, incentivamos -y esperamos ser de ayuda- a futuras investigadoras a seguir creando
conocimiento y promoviendo la información y experiencias respecto al trabajo sexual en sus
diversas maneras.

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