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 Interpretación de las normas jurídicas

 Puede ser definida la interpretación de la norma como la indagación del sentido de la misma;
la determinación de su contenido y alcance efectivo para medir su precisa extensión y la
posibilidad de su aplicación al caso concreto que por ella ha de regirse.

La primera y preferente regla interpretativa es la literal, si los términos de la Ley son claros ha de
estarse al sentido gramatical, y así el mecanismo interpretativo no ha de ponerse en marcha si la
norma legal aparece redactada con tal claridad y precisión que su contenido, el alcance de lo
establecido, el sentido de su regulación y el ámbito material de su imperio, se deducen del texto de
manera tan patente que la interpretación del precepto deviene innecesaria, ineficaz, pudiendo
conducir, como afirma alguna resolución judicial, a deformar la intención del legislador llevando a
soluciones jurídicas distintas o contrarias a las que efectivamente la ley consagra.

Conviene distinguir entre interpretación e intelección de las normas. La interpretación tiene como
objeto explicar o declarar el sentido de la norma, pudiendo distinguirse entre la interpretación
auténtica (la que de una ley hace el mismo legislador); la interpretación doctrinal (la que se funda
en las opiniones de los jurisconsultos); y la interpretación usual (la autorizada por la jurisprudencia
de los tribunales). Por el contrario, la intelección es definida como la acción y efecto de entender.

Conviene recordar que en orden al conocimiento de las normas no actúan de modo separado la
lectura y la interpretación, de modo que no haya interpretación posible sin lectura, pero tampoco es
válida y jurídicamente eficiente la lectura que no implique una interpretación, porque ésta es el único
medio de conocer las normas y el conjunto del ordenamiento jurídico. La posible diferencia entre
lectura e interpretación resultaba explicable cuando regía el principio de que las leyes o normas
claras no necesitaban interpretación en virtud de la preferencia excluyente de la interpretación literal
que se confundía con la simple lectura. Pero el artículo 3.1 del Código Civil excluye ese
razonamiento y así:

 a) La interpretación es siempre el medio para conocer el sentido y alcance de las normas y


para llevar a cabo la subsiguiente aplicación de las mismas,
 b) La interpretación constituye un proceso integrado por diferentes criterios: el sentido
propio de las palabras en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos,
y la realidad social del tiempo al que han de ser aplicadas las normas, atendiendo
fundamentalmente a su espíritu y finalidad, y
 c) El proceso es unitario por cuanto los citados criterios han de utilizarse de un modo
concurrente sin que haya una escala de prioridades, si bien se coloca el énfasis en el espíritu
y finalidad de las normas como modo de determinar su sentido.
Es obvio que la tarea interpretativa presenta un alcance más amplio que la simple labor intelectiva,
en cuanto que no se trata sólo de entender lo que el tenor literal de la norma declara sino de realizar
la tarea de explicar el contenido de dicha norma.

El Título Preliminar del Código Civil establece en su artículo 3.1 "Las normas se interpretarán
según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y
legislativos y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas".

Se establece en este precepto, contenido en el Título Preliminar que se convirtió tras la reforma de
1974 en una auténtica Parte General Normativa del Código Civil, un principio general al que debe
acomodarse la interpretación de las normas, si bien aparecen otras especialidades a lo largo del texto
legislativo. El texto del precepto enuncia los diferentes elementos que deben ser tenidos en cuenta
por el intérprete a la hora de realizar su tarea exegética.

Los diferentes criterios enumerados pueden reconducirse a dos categorías entre las que existe
interrelación:

 a) La primera que viene denominándose interpretación gramatical aglutina el elemento


literal (según el sentido de sus palabras); histórica (teniendo en cuenta los antecedentes del
precepto o norma), sistemática (en relación con el contexto), y lógica (atendiendo a la
realidad social del tiempo en que ha de ser aplicada);
 b) la segunda reúne al elemento sociológico (según el espíritu y finalidad de aquellas) y lo
completa con el teleológico.

Debe en este momento ponerse de relieve que es idea pacífica, tanto doctrinal como
jurisprudencialmente, que la interpretación extensiva en perjuicio de alguien está proscrita, debiendo
ser las normas de ese carácter de interpretación restrictiva, y ello porque la adecuación del tenor de
la norma, a través de su interpretación a la realidad que regula, se efectúa con el propósito de alcanzar
el resultado más justo en el proceso de su posterior aplicación al supuesto concreto motivo de
controversia. Y la justicia en la aplicación de la norma, de la cual la interpretación es labor previa,
no puede lograrse sin considerar los principios éticos y morales que constituyen su fundamento.

Por último, es preciso añadir que el referido artículo, artículo 3.1 del Código Civil, debe ser
complementado con otros preceptos del propio Título Preliminar sin los cuales la interpretación
pudiera resultar incompleta o insuficiente. Así, a fin de lograr una correcta interpretación deben
tenerse en cuenta los siguientes preceptos:

 - El artículo 1.4 en cuanto que se refiere a los principios generales del derecho, pues, a
su función supletoria añaden su carácter informador de todo el ordenamiento
jurídico "Los principios generales del Derecho se aplicarán en defecto de ley o
costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico".
 - El artículo 1.6, establece que "La jurisprudencia complementará el ordenamiento
jurídico con la doctrina que de modo reiterado, establezca el Tribunal Supremo al
interpretar y aplicar la ley, la costumbre y los principios generales del derecho".
 - El artículo 3.2 que señala que "La equidad habrá de ponderarse en la aplicación de
las normas, si bien las resoluciones de los Tribunales sólo podrán descansar de manera
exclusiva en ella cuando la ley expresamente lo permita" y
 - El artículo 4.1 que dispone "Procederá la aplicación analógica de las normas cuando
éstas no contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los que
se aprecia identidad de razón".


Ley de Arrendamientos Urbanos - 3ª ed
Luis Martín ContrerasMás Info

II. INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA

La interpretación de los preceptos positivos debe ser obtenida no sólo de la letra estricta del texto
legal, sino teniendo en cuenta su sentido lógico y su ponderación sistemática que obliga a considerar
el ordenamiento jurídico como un todo orgánico, ya que la disposición legal debe, ante todo,
responder al fin supremo de la justicia, el cual únicamente puede estimarse debida y razonablemente
cumplido cuando el precepto se aplica en forma tal que permita, usándose por el juzgador de una
adecuada y justa flexibilidad de criterio, acomodarse a las circunstancias del caso.

Dentro de la interpretación sistemática debe diferenciarse entre los criterios gramaticales, lógicos y
sociológicos. Teniendo particular relieve lo expresado en la Sentencia del Tribunal Supremo de 26
de noviembre de 1929, al decir que "si la justicia ha de administrarse recta y cumplidamente, no ha
de atenderse tanto a la observancia estricta y literal del texto del precepto legal como a su indudable
espíritu, recto sentido y verdadera finalidad", ya que la disposición legal debe, ante todo, responder
al fin supremo de la justicia, el cual "únicamente puede estimarse debida y razonablemente
cumplido cuando el precepto se aplica en forma tal que permita, usándose por el Juzgador de una
adecuada y justa flexibilidad de criterios acomodarse a las circunstancias del caso".

1. Elemento gramatical

Atiende al sentido literal de la norma obtenida de la letra del texto legal, pero considerado el
Ordenamiento jurídico como un todo orgánico, ya que la disposición legal debe, ante todo, responder
al fin supremo de la justicia, exige que el juzgador use de una adecuada y justa flexibilidad de
criterio, acomodándose a las circunstancias del caso, no atendiendo tanto a la observancia estricta y
literal del texto legal como a su espíritu, recto sentido y verdadera finalidad.

2. Elemento sociológico

El elemento sociológico, como criterio interpretativo previsto en el artículo 3.1 del Código Civil, se
halla integrado por aquella serie de factores ideológicos, morales y económicos que revelan y
plasman las necesidades y el espíritu de cada comunidad en cada momento histórico; datos que
deben valorarse con cautela, ya que estos factores, aparte de que nunca pueden autorizar al intérprete
para modificar o inaplicar la norma, y sí sólo para suavizarla hasta donde permita el contenido del
texto que entra en juego, requieren en su utilización, tal y como ha señalado la jurisprudencia, mucho
tino y prudencia, porque envuelven grave riesgo al entregar apreciaciones tan delicadas como la
conciencia moral de un pueblo.

La recomendación que se hace en el artículo 3.1 del Código Civil a que se atienda, en la aplicación
de las normas, a la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, a su espíritu y finalidad,
representa también un dato muy digno de ser tenido en cuenta, puesto que la realidad social de
nuestro tiempo es proclive a la expansión de principio de igualdad de oportunidades.

Una de las principales tareas de la jurisprudencia es la de adecuar las normas a la realidad social,
siempre dinámica y cambiante, en una búsqueda de aquellas soluciones que se ajusten de forma más
precisa a los principios que informan el ordenamiento jurídico, legitimando la tarea judicial de llevar
a cabo el impulso constante a fin de encontrar las soluciones que se entiendan en cada momento más
perfectas.

La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha resaltado, con carácter general, ver Sentencia de 28 de
abril de 2005, la importancia del elemento sociológico, sin perjuicio de poner énfasis en que debe
utilizarse con tino y cautela, tanto antes de su regulación expresa en el Código por la modificación
legislativa de 31 de mayo de 1974, como con posterioridad, que se refiere a su integración por
aquella serie de factores ideológicos, morales y económicos que revelan y plasman las necesidades
y espíritu de las comunidades en cada momento histórico. Significa el conocimiento y la valoración
de las relaciones de hecho a que debe aplicarse la norma, teniéndolas en cuenta según la vida real
inmersa en la sociedad. Y lo ha aplicado en numerosas ocasiones, entre las que cabe citar las
Sentencias de 17 de mayo de 1982 y 6 de junio de 1984, -sobre influencia del criterio objetivo o
minorismo del culpabilísimo originario en relación con el artículo 1902 del Código Civil-; Sentencia
de 10 de diciembre de 1984 -el progreso técnico concretado en la evolución en la construcción de
edificios en sede de medianería-; Sentencia de 13 de julio de 1994 -innecesariedad en determinadas
situaciones de la unanimidad en relación al artículo 16 de la Ley de Propiedad Horizontal-; Sentencia
de 18 de diciembre de 1997 -realidad social del mundo laboral-; y Sentencia de 13 de marzo de 2003
-evitar supuestos de abuso notorio de derecho-.

De lo dicho se deduce que la ley no prohíbe la temporalización, se adecúa a la realidad social y


puede cumplir la función reequilibradora, siempre que se den determinadas circunstancias, aunque
es preciso hacer referencia a las pautas generales que permitan su aplicación.

3. Elemento teleológico

El artículo 3.1 del Código Civil al abordar el tema de la aplicación de las normas jurídicas, si bien
parte de la regla gramatical, no deja de referirse a otra de muy diverso signo, para terminar poniendo
el acento en la interpretación teleológica, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de
aquéllas, criterio perfectamente lógico, ya que las normas como todo el derecho, son transcendentes
y no fin en sí mismas, esto es, instrumentos al servicio de la realización de la Justicia.

III. CONTENIDO DE LA INTERPRETACIÓN

La tarea judicial relativa a la interpretación y aplicación de las normas jurídicas, no es una operación
lineal y única, sino plural, al incorporar los elementos literalistas, históricos en su más amplia
acepción, sociológicos y teleológicos en una integración armónica en la que cada uno de los factores
contribuyen al descubrimiento y alcance del precepto investigado con distinto coeficiente, según los
casos, aunque evidentemente resulta muy difícil, por no decir imposible, fijar de antemano la
preferencia que cada uno de los medios a utilizar haya de tener en cada uno de los supuestos
concretos debatidos, doctrina ésta que reconoce la necesidad de llevar a cabo una operación
compleja y plural insistentemente mantenida por el Tribunal Supremo y también por el Tribunal de
Justicia de la Comunidad Económica Europea, a fin de asegurar el respeto del derecho en la
aplicación e interpretación de los respectivos Tratados, prefiriendo los métodos funcionales de
interpretación, es decir, de la finalidad perseguida por aquéllos, con miras siempre a reconstruir su
espíritu, recurriendo, como dice la doctrina mas autorizada, a los métodos sistemático y teleológico
muy difíciles de distinguir entre sí, pero tendentes uno y otro a alcanzar la misma meta de intentar
descubrir el auténtico fin de la norma.

De ahí que haya precisado la jurisprudencia que todas las normas jurídicas que admitan una
pluralidad de sentidos han de interpretarse de la forma que sea más conforme con los principios
generales del ordenamiento jurídico, pues éste debe entenderse como un conjunto armónico de
preceptos entrelazados por el denominador común de servir a la idea de justicia, ello es de manera
concurrente e integradora, poniendo en relación las que tienen una misma o análoga finalidad, para
precisar, desde los términos que unas y otras utilicen, cuál es la verdadera finalidad que en su
aplicación debe lograrse.
Lo anterior ha de venir complementado con el carácter informador de los principios generales del
derecho, inducidos de las propias normas, de acuerdo con el artículo 1.4 del Código Civil de modo
que, como nos enseña la Sentencia del Tribunal Constitucional de 4 de octubre de 1990, "cada
norma singular no constituye un elemento aislado e incomunicado en el mundo del Derecho, sino
que se integra en un ordenamiento jurídico determinado, en cuyo seno, y conforme a los principios
generales que lo informan y sustentan, deben resolverse las antinomias y vacíos normativos, reales
o aparentes, que de su articulado resulten".

Lo primero por tanto es interpretar la norma de acuerdo con los criterios del artículo 3 del Código
Civil para conocer si regula de modo absoluto y conforme a los principios enunciados la materia sin
olvidar que la interpretación de los preceptos positivos debe ser obtenida no sólo de la letra estricta
del texto legal, sino teniendo en cuenta su sentido lógico y su ponderación sistemática que obliga a
considerar el ordenamiento jurídico como un todo orgánico, ya que la disposición legal debe, ante
todo, responder al fin supremo de la justicia, el cual únicamente puede estimarse debida y
razonablemente cumplido cuando el precepto se aplica en forma tal que permita, usándose por el
Juzgador de una adecuada y justa flexibilidad de criterio, acomodarse a las circunstancias del caso.

Las normas jurídicas no deben ser interpretadas de manera que conduzcan a soluciones que no se
adaptan al contenido y filosofía que inspira el cuerpo legal en el que están insertas o cuando las
mismas lleguen a ser absurdas e inoperantes. O la de 5 de junio de 1992: "La utilización de los
principios generales del derecho como criterios de interpretación (carácter informador del
ordenamiento jurídico) no cabe admitirla como sustitutivo de toda la valoración legal del caso, sino
como elemento de contraste, con la interpretación concreta de una determinada norma", o la
Sentencia de 24 de julio de 1993: "La equidad, en su sentido estricto, no es fuente de derecho sino
más bien una regla de interpretación y de posible aplicación de las leyes, con virtualidad y eficacia
ante la existencia de vacío legal", lo que lleva a hacer una breve referencia de la equidad.

IV. LA EQUIDAD

La equidad no aparecía regulada en el Código Civil hasta la reforma de 1974, recogiendo la equidad
como criterio de interpretación de la ley, ya acogida por la Jurisprudencia del Tribunal Supremo,
precepto con el que el legislador ha querido evitar la injusticia a la que se puede llegar, en
determinados casos, por la rígida literal aplicación de los preceptos legales, permitiendo adaptar el
precepto legal concreto a la realidad humana del caso que se contemple. Ha de considerarse como
un valor y no resulta invocada la equidad como fuente del derecho sino que le incumbe el cometido,
más modesto, de intervenir como criterio interpretativo, en concurrencia con los otros, salvo cuando
la propia Ley permita fundar las resoluciones sólo en la equidad, y solo tiene virtualidad y eficacia
ante la existencia de un vacío legal.
La equidad, en su sentido estricto, no es fuente de derecho sino más bien una regla de interpretación
y de posible aplicación de las leyes. Dispone el artículo 3.2 del texto legal "La equidad habrá de
ponderarse en la aplicación de las normas, si bien las resoluciones de los Tribunales sólo podrán
descansar de manera exclusiva en ella cuando la ley expresamente lo permita", legalizando la
aplicación judicial de la equidad, si bien sólo podrá invocarse como factor ponderativo, cuando la
norma aplicable no se adapte concreta y claramente al caso controvertido, y la Ley expresamente lo
permita.

La equidad puede ser entendida como moderación o enmienda de la previsión legal, o como la
solución del caso concreto no previsto en la Ley según el sentido intutitivo de lo justo manifestado
en la sentencia, mediante la aplicación de la justicia al caso concreto; ahora bien no se trata de una
aplicación de la equidad libre y discrecional, sino limitada cuando preexiste una ley que lo permita
expresamente.

En consecuencia pueden señalarse como requisitos para su aplicación:

 a) Que la equidad como elemento jurídico judicial permitido por la ley no puede ser aplicada
incondicionalmente, que tiene que hallarse justificada por la necesidad de aplicar una
norma "ponderándola", y
 b) Que la interpretación libre y por equidad sólo es aplicable cuando la ley expresamente lo
permita, no estando admitida en los demás casos.

Ahora bien lo que el artículo 3.2 veda es el uso exclusivo de la equidad en la fundamentación de las
resoluciones, a menos que así esté expresamente autorizado, pero en modo alguno la equitativa
ponderación que se ha de hacer en la aplicación de las normas. Precisamente es en aras de la mejor
realización de la justicia por lo que han de ser especialmente ponderados y valorados los hechos y
circunstancias excepcionales que nunca pueden ser ignorados por el juzgador.

La equidad funciona así como elemento tendente a lograr una aplicación de las normas sensible a
las particularidades de los casos, que es exactamente el papel que la Exposición de Motivos del
vigente Título Preliminar del Código Civil asigna a la equidad, configurándola, no desde luego como
fuente del derecho, pero sí como criterio interpretativo que, en cada caso concreto, debe ponderarse
en concurrencia con los otros, los cuales pueden recibir de este modo la beneficiosa influencia de la
equidad.

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Interpretación de la ley
Es el acto que se dirige a descubrir el verdadero sentido de la ley, con el fin de aplicarla de
modo justo.
Los sujetos de la interpretación son el legislador y aquél a quien éste hubiere encomendado la
potestad de hacerlo, sobre todo el Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos
Legislativos, que tiene la competencia estable para la interpretación auténtica de las leyes
universales. También son sujetos de interpretación los órganos administrativos y tribunales, la
comunidad –a través de la costumbre–, la praxis de la curia y la jurisprudencia. Desde el punto
de vista de interpretación doctrinal, son sujetos también la tradición canónica y la opinión
común y constante de los doctores.
Las reglas generales de interpretación de las leyes eclesiásticas son: el significado propio de
las palabras, considerado en el texto y en el contexto; si resulta dudoso y oscuro se ha de
recurrir a los lugares paralelos, cuando los haya (son pasajes que tratan sobre la misma materia
desde otra perspectiva), al fin y circunstancias de la ley y a la intención del legislador.
Sólo la interpretación auténtica dada en forma de ley tiene fuerza de ley; no la tienen la
interpretación hecha por acto administrativo o sentencia judicial en un caso particular.
Las leyes que establecen alguna pena, coartan el libre ejercicio de los derechos, o contienen
una excepción a la ley, se deben interpretar estrictamente.
Fuentes: CIC cc. 16-19
Voces relacionadas: CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS TEXTOS
LEGISLATIVOS, FUENTES DEL DERECHO CANÓNICO, INTERPRETACIÓN
AUTÉNTICA, POTESTAD LEGISLATIVA, PROMULGACIÓN DE LA LEY

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