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¿En qué medida somos responsables del uso y de los efectos de la tecnología?

El desarrollo tecnológico es imparable y los efectos nocivos generados por la

tecnología, reconocen importantes agentes humanos con el poder y la capacidad de prever

que éstos serán nuestros escenarios por largo tiempo, por lo tanto, se deben evitar a

voluntad. Esto que parecería afectarnos tan sólo individualmente y en aspectos casi

insignificantes de nuestra cotidianidad, en realidad es uno de los rasgos característicos de

nuestra sociedad actual y tiene consecuencias en todas las dimensiones de la existencia

humana, sobre todo si se considera la contaminación tecnológica ambiental que genera

efectos catastróficos en la ecología del planeta especialmente en la salud de los individuos

que se encuentras expuestos a dichos contaminantes; la relación entre ciencia, tecnología

y ética puede considerarse una relación problemática. Si bien desde hace ya varios años

se aumentan los discursos acerca de la responsabilidad social del científico y también

sobre cuestiones éticas y bioéticas, está claro que esto implica una expansión de la

reflexión en torno al desarrollo de la práctica tecnocientífica y su orientación ético-

política.

Ahora bien, hay que ser conscientes de que la toma de una decisión ética, implícita

o explícita, precede siempre a la postura del tecnólogo o del científico cuando inicia un

proyecto, pero que la postura ética individual del investigador, el apego a sus valores

personales por ejemplo, terminará colisionando con el imperativo tecnológico cuando su

investigación se socialice, de modo que, si no se hace un esfuerzo deliberado por sostener

la postura ética inicial, prevalecerán los aspectos técnicos, aparentemente impersonales,

sobre las valoraciones individuales. Esto explica porque de una u otra forma todo lo que
sea posible hacer, será hecho y ni las leyes ni la moral ni las religiones tienen los elementos

para oponerse eficazmente a ello.

La palabra “ética”, por su parte, requiere también de un análisis que la aleje de

estereotipos deontologizantes. Porque un modo eficaz de limitar la ética a la regulación

de las innovaciones tecnológicas, pero sin revisión alguna de los supuestos cientificistas

de la epistemología clásica, se advierte en la proliferación de “Declaraciones de

Principios” o “Códigos de Ética” tales como la “Declaración de Helsinki” (con su última

revisión de octubre de 2008) que establecen los deberes y derechos mínimos para

desplegar la investigación biomédica.

Frente a las limitaciones de declaraciones y códigos, que responden todos ellos a un modelo

ético de tono deontológico, que identifica los principios básicos, universales y formales que

deben guiar las acciones individuales y colectivas, se considera necesario explorar la

perspectiva axiológica, esto es, la que identifica los valores que afirmamos en nuestras

elecciones y decisiones; con base a lo anterior, la Doctora Nydia Lara Zabala manifiesta que

“al reconocer que existe un código moral socialmente establecido, que nos permite evadir

nuestra responsabilidad respecto a nuestras situaciones nocivas que se pueden evitar, se

asume el reto intelectual de averiguar las fuentes, los motivos y las razones que justifica esta

actitud a partir de un profundo análisis sobre relación entre tecnología y ética”.

Para terminar, una aclaración que puede parecer obvia. Reconocer la necesidad de

problematizar el sentido en el que efectivamente se orienta la práctica tecnocientífica no

quiere decir en absoluto estar en contra de ella u oponerse a su desarrollo. La cuestión no

es, pues, si se está a favor o en contra de la tecnociencia. La verdadera cuestión se plantea

en términos de qué ciencia y qué tecnología se pretende. Pero para que esta discusión
pueda instalarse con éxito se necesita primero reconocer que no hay un solo camino para

avanzar hacia el futuro, así como no hay un único criterio de validación de las

innovaciones tecnocientíficas. Sólo afirmar que en este reconocimiento se puede aceptar

entonces que somos responsables tanto de esa validación como de ese futuro.

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