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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Teorías y análisis del discurso

García Rojas David

Retorica a Herenio (Definición de la Oratoria)

La función del orador es poder hablar de todo aquello que las costumbres y las leyes
han fijado para el uso de los ciudadanos y obtener en la medida de lo posible la
aprobación de los oyentes. El orador debe tener las cualidades de invención,
disposición, estilo, memoria y representación.

La invención es la capacidad de encontrar argumentos verdaderos o verosímiles


que hagan convincente la causa. La disposición ordena y distribuye los argumentos
y muestra el lugar en que debe ser situado cada uno de ellos. El estilo sirve para
adaptar a los argumentos de la invención las palabras y frases apropiadas. La
representación es la capacidad de regular de manera agradable la voz, el rostro y
los gestos.

Podemos conseguir todas estas cualidades por tres medios: la teoría, la imitación y
el ejercicio. La teoría es el conjunto de regalas que permite un acercamiento
sistemático y racional a la oratoria. La imitación nos estimula mediante el estudio
atento a alcanzar la efectividad de otros oradores. El ejercicio es la practica asidua
y la experiencia constante en el hablar.

Una vez que se ha mostrado que causas debe tratar el orador y las cualidades que
debe tener, se explicara como pueden aplicarse al discurso las cualidades del
orador. La invención se emplea en las seis partes del discurso: exordio, narración,
división, demostración, refutación y conclusión.

El exordio es el comienzo del discurso; con el se dispone y prepara la atención del


oyente o del juez para escuchar. La narración expone el desarrollo de los hechos
tal como se produjeron o pudieron producirse, la división es el medio por el que
revelamos aquello en lo que estamos de acuerdo. La demostración es la exposición
y justificación de nuestros argumentos. La refutación sirve para destruir los
argumentos de nuestros adversarios. La conclusión pone fin al discurso según los
principios de la retórica.

Hay dos tipos de exordios: el exordio directo y el exordio por insinuación. El primero,
sirve para lograr de manera inmediata que el oyente nos escuche. Su objetivo es
conseguir que los oyentes se muestren atentos, interesados y favorables. Podemos
obtener el interés de los oyentes si resumimos brevemente los puntos esenciales
de la causa y logramos su atención, pues quien desea escuchar con atención se
muestra ya interesado.

Debemos ahora hablar del exordio por insinuación. Hay tres ocasiones en las que
no podemos utilizar el exordio directo y debemos examinar con especial atención
cuando tenemos una causa deshonrosa, es decir, cuando los propios hechos nos
enajenan el favor de los oyentes; cuando estos dan muestras de que han sido ya
convencidos por quienes hablaron antes en contra nuestra.

Entre el exordio directo y el de insinuación hay la siguiente diferencia: el exordio


directo debe permitirnos lograr de inmediato el favor, la atención o el interés del
oyente, por su parte, el exordio de insinuación debe permitir que obtengamos esos
mismos resultados mediante el disimulo, para poder alcanzar en nuestra actividad
oratoria ventajas sobre los oyentes del discurso.

Pasemos ahora a la narración; existen tres clases de narración. La primera es


aquella en la que exponemos los hechos y presentamos todos los aspectos que nos
son favorables para obtener la victoria. La segunda clase de narración se utiliza
ocasionalmente para convencer, acusar, iniciar una transición o preparar algún
punto. La tercera no se usa en los procesos legales, pero conviene ejercitarse en
ella para poder tratar mejor en las causas reales las dos primeras clase de narración.

Una narración deber tener tres cualidades: brevedad, claridad y verosimilitud.


Puesto que sabemos que estas cualidades son indispensables, debemos conocer
los medios para conseguirlas. Podemos narrar los hechos con brevedad si
comenzamos la narración en el punto preciso, sin pretender remontarnos los mas
lejos posible, o si narramos resumiendo, si detallar los hechos.

Una vez terminada la narración, debemos comenzar por exponer en que puntos
estamos de acuerdo con nuestros adversarios, siempre que tales puntos nos
resulten útiles y en que discrepamos. Pasemos ahora a la demostración y a la
refutación. Toda la esperanza de victoria y los procedimientos de la persuasión
residen en la demostración y en la refutación.

Podremos conseguir ambas cosas si conocemos el estado de causa, que consiste


en la primera alegación del defensor junto con la imputación formulada por el
acusador. La causa se basa en el rechazo de la acusación cuando, sin negar que
hemos cometido una acción, sostenemos que lo hicimos obligados por culpa de
otros.

Una vez encontrado el estado de causa, debemos buscar inmediatamente la


justificación. La justificación es lo que origina la casa y contiene su defensa.
Encontrando la justificación, hay que buscar el fundamento, esto es, lo que
constituye la acusación y se opone a la justificación de la defensa.

De la justificación de la defensa y del fundamento de la acusación debe surgir la


cuestión que se juzga. Se establecerá por la confrontación entre el fundamento de
la acusación y la justificación de la defensa. Esta es la forma apropiada para
encontrar el punto a juzgar. Una vez encontrado, se deberá conducir hasta el
sistema entero de todo el discurso.

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