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El regreso del que nunca estuvo

Libro doloroso e íntimo, 'Volverse Palestina' es un gran cuaderno de


reflexiones en el que la chilena Lina Meruane funde recuerdos y lecturas
sobre la tierra de sus ancestros

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LUISGÉ MARTÍN
14 JUL 2015 - 11:13 CDT

Ciudadanos árabes cargan sus pertenencias en Palestina hace 50


años. REUTERS

En un pasaje de este libro, Lina Meruane recuerda que algunos de los palestinos
expulsados de su tierra después de la guerra árabe-israelí de 1948, igual que
algunos de los descendientes de los judíos desterrados de España en 1492, aún
conservan las llaves de sus casas, de casas derruidas e inexistentes desde hace
décadas. Esas llaves, seguramente herrumbrosas, son el símbolo de una identidad
que se resisten a perder y de un hogar que, incluso para los que nunca lo
conocieron, les aguarda aún. Volverse Palestina es eso: una llave, la llave con la
que Meruane, que nació y creció en Chile y vive en Nueva York, trata de abrir su
propia memoria palestina.

Volverse Palestina no son unas memorias familiares ni una crónica ni un ensayo


sociopolítico: es un gran cuaderno de reflexiones, de recuerdos y de lecturas que
la autora inicia cuando a una edad ya madura se plantea la posibilidad de regresar
a una tierra en la que nunca estuvo, a la tierra de la que sus abuelos se marcharon
en busca de otra vida. Primero pregunta a su padre y a sus tías, tirando del hilo de
la historia familiar. Luego lee, investiga y conversa sobre el asunto. Y por fin viaja
a Palestina y conoce su paisaje.

Regresar a un lugar en el que nunca se estuvo antes: esa llamativa paradoja es uno
de los cimientos del libro, que indaga en las razones que tenemos los seres
humanos, más allá de toda lógica, para apegarnos siempre a una tradición y a un
instinto. Volverse Palestina habla, por tanto, del laberinto de la identidad, pero
habla también de todos esos asuntos recurrentes que están siempre en el mapa del
conflicto. De la ignominia escalofriante de los judíos que pintan en las fachadas de
las casas de Hebrón: “Árabes, a las cámaras de gas”. De la irracionalidad de los
argumentos políticos y de las creencias extravagantes que se llegan a tener cuando
uno está dentro del torbellino. De la miseria, de la crueldad, de la humillación.
Y del lenguaje. La segunda sección del libro, que lleva por título ‘Volvernos otros’,
es un diálogo de Meruane con los textos de otros escritores que han reflexionado
sobre la disputa de palestinos e israelíes. La autora no escoge a compañeros
menores, sino a los que más han afilado la inteligencia y la sensibilidad: Amos Oz,
David Grossman, Susan Sontag o Gideon Levy, entre otros.

El punto de partida es el convencimiento de que conocemos la realidad a través de


los nombres que le damos y que, en consecuencia, esa realidad puede ser
manipulada por las palabras. “Cuando Palestina desaparece como palabra
desaparece como Estado, como país y como patria”, cita Meruane de Murid
Barghouthi. ¿“Ocupación” o “liberación”? ¿“Refugiados” o “gente de los
campamentos”? ¿“Israel” o “entidad sionista”? El lenguaje, viene a decir Meruane,
también mata.

Volverse Palestina es un hermoso libro que parece escrito en voz baja, en


minúsculas, en un esfuerzo permanente por combatir la estridencia de la guerra
con la intimidad de la literatura. Es un libro doloroso en el que el lector no debe
necesariamente compartir la mirada palestina de Meruane —siempre matizada,
siempre escurridiza— para sentirse a su lado.

En otra de sus páginas cuenta la historia de Alan, el guía que le muestra Hebrón,
un judío que fue sionista radical, “de esos que quieren expulsar a los palestinos de
sus tierras”. “Fui educado de esa manera, en Chicago, y desde lejos esas
convicciones eran fáciles”, dice él. “Pero vine a Israel y vi lo que estaba pasando,
y desperté”. Esa transformación es la que sufre Meruane en su viaje literario y la
que quiere hacer que sufra el lector acompañándola.

Volverse Palestina, el intento por volver al


origen de Lina Meruane
Casi por casualidad en la librería Rosario Castellanos, en Ciudad de
México, me encontré hace unos meses con Volverse Palestina de Lina
Meruane, que por estos días será presentado en la Feria de Santiago. Leerlo
sin poder dejarlo, agarrándose a las palabras como un náufrago a su
esperanza en medio de la tempestad, fue una […]
Por Daniel Noemi / 20.10.2014
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Casi por casualidad en la librería Rosario


Castellanos, en Ciudad de México, me encontré hace unos meses con Volverse
Palestina de Lina Meruane, que por estos días será presentado en la Feria de
Santiago. Leerlo sin poder dejarlo, agarrándose a las palabras como un náufrago
a su esperanza en medio de la tempestad, fue una revolución y un regreso. Una
revolución porque es una escritura que nos invita y nos obliga a volver a querer
nuestras propias historias y las de los demás ante la certeza que siempre somos
también de aquel lugar donde nunca hemos estado. Y un regreso imposible en
el tiempo y en la memoria, en la tierra y en el aire.

“Regresar. Ese es el verbo que me asalta cada vez que pienso en la posibilidad
de Palestina.” Así comienza su viaje la escritura; una vuelta a una posibilidad.
Porque Palestina es tanto un regreso al pasado de la narradora –a la historia de
su familia—como al de un pueblo. Y es también una apertura al futuro: para ella
volver a ser Palestina, un volverse que es llegar a ser lo que siempre se ha sido;
y el deseo del pueblo palestino de poder constituirse, de volverse Palestina.

El tema del retorno al hogar –mítico, real o deseado—nos acompaña desde hace
tiempo en la literatura. Ulises, claro; Gilgamesh y Kerouac, Cernuda y AC/DC.
¿Cuál es la vuelta de Meruane? Uno nunca sabe si ha vuelto, admite en derrota-
triunfo al final, escuchando la voz de Zima, la voz de Ankar, amigos que se
vuelven palestinos cada día, todos los días.

Porque la llegada a la tierra prometida inevitablemente nos deja indiferentes:


mejor dicho, nos provoca un vacío que no esperábamos. La viajera llega y
sucede ese vacío y quizá sea la más radical de las apuestas que se pueda hacer.
Reconocimiento al origen que ya no y que nunca. Y cuando eso sucede y aquello
acontece, hay algo en la guata que me dice huevón, todos somos palestinos.

(Hace algunos años, casi al azar, tomé un avión al Líbano. Iba en busca de algo
así como mis raíces, de algunas de ellas al menos. No hallé a ningún familiar
(todos habían muerto en la guerra, me dijeron). Tampoco llegué al pueblo de
dónde me habían dicho venía la familia de mi abuelo. Me dijeron, de hecho,
muchas cosas. En la frontera con Israel fue mejor no cruzar. Bombas. El cielo y
el suelo. La esperanza y la sangre, como alvesre dijo Nicomedes. Es cierto: uno
escribe tranquilamente sobre la intranquilidad —pero es justamente lo que
Meruane revierte: su tranquila escritura despierta, nos despierta, la
intranquilidad. Volver es volverse.)

Quizá el personaje más amable –como el amor que se le expresa al desierto, a


la playa de Barranquilla o la de Bahía Salada— sea Jaser, el taxista que lleva a
la narradora al aeropuerto en Nueva York y que en nota final desaparece quizá
volviendo. Espejo del padre, notamos: porque toda búsqueda es otra búsqueda
que es también nuestra búsqueda. Qué le vamos a hacer, no nos queda otra: el
padre quería volver. Y resulta inevitable pensar y repetir las analogías, los
paralelepípedos de opresión y de esperanza: “los agentes de seguridad israelí,
son idénticos a los tiras de la dictadura chilena.” Y el tiempo pa’tras se convierte
en nuevo de nuevo presente. (Y quizá sabemos que nuestro hogar, nuestra
patria y nuestra matria quedan siempre más allá).

“Donde nadie se vea forzado a renunciar a lo propio ni al derecho de reclamo.”


Nadie. Y recuerdo que en alguna traducción que leí, Ulises se hacía llamar así
para escapar de los cíclopes: nadie. Donde todos podamos ser lo que queremos
ser: nadie. ¿En qué nos convierte un viaje? ¿Qué devenimos? ¿Qué dejamos de
ser? Tal vez (pero solo tal vez) todo viaje nos acerca a un tiempo anterior. Nos
revuelve en nuestras entrañas y nos obliga a descubrirnos un poco más. Se trata,
a fin de cuentas, de volver, de querer volver sabiendo que todo retorno es
imposible, que esa felicidad está reservada para aquellos que ya no la necesitan.
Y es ahí, precisamente, en el intersticio de esa imposibilidad, donde estalla la
escritura (que se vuelve ella misma) de Meruane. Podemos volver, podemos
volver gracias a la escritura.

Pienso de nuevo en el Líbano, pienso en el camino a Gazir, pienso en regresar,


leo: “tu apellido no es Meruane.” ¿Quién eres tú?

Alguna vez nos dijeron que toda escritura era un intento por conocerse a uno
mismo. En ese sentido, toda escritura es un volver a uno, un tratar de volver a
uno. Volverse Palestina es, en parte, un dibujo y una escritura de ese trayecto,
pero es, también, mucho más: es una apuesta por el trayecto, por creer que lo
que importa no es nunca llegar sino el camino. Porque en ello se nos va la vida.
Y eso no es poco.

Palestina: un apartheid en el
siglo XXI
La escritora chilena Lina Meruane presentó en Berlín su libro “Volverse
Palestina“, que aborda la situación de un pueblo al que le robaron sus
derechos.
Lina Meruane, (Santiago de Chile, 1970), considerada una de las voces más
destacadas de la literatura contemporánea chilena, fue invitada por el Festival
Internacional de Literatura de Berlín a presentar su obra "Volverse Palestina", un
libro doloroso y personal, en el que reflexiona sobre su identidad y sobre la tierra de
sus ancestros.
Fue un viaje que realizó en 2012 a Palestina lo que motivó a la laureada escritora y
catedrática de la Universidad de Nueva York a escribir este libro. En él aborda las
raíces de un conflicto que se remonta al desmoronamiento del Imperio Otomano, el
protectorado británico y que persiste hoy en día como un "apartheid" en pleno siglo
XXI. Meruane fue galardonada con el premio alemán Anna Seghers en 2011 por la
calidad de su obra.
"La violencia de ese viaje, todas las cosas que me sucedieron en el aeropuerto, en el
avión, y sobre todo, los diez días que estuve tanto en Israel como en Cisjordania,
fueron el detonador para escribir”, afirma la escritora. Las autoridades israelíes
sospecharon de la escritora de apellido palestino y pasaporte chileno.
"Inmeditamente me convertí en sospechosa. Era una mujer chilestina que viajaba
sola, que llevaba muchos años viviendo en Etados Unidos sin haber conseguido la
ciudadanía y además tenía un visado alemán. Esa mezcla fue un detonante. Me pasó
lo que pasa ante los sistemas de seguridad, que aunque uno diga la verdad, cada vez
es peor. Se va uno incriminando sin saberlo”, dice la autora. Aunque la situación fue
difícil, Meruane explica que no se compara con la violencia que los palestinos sufren
en esos cruces.

La lucha de los palestinos por sus territorios


Un rumor palestino de fondo
La mayor parte de la familia de Meruane, que integraba los asentamientos cristianos
alrededor de Belén, ha emigrado. Las olas migratorias comenzaron desde 1948, y los
palestinos cristianos como sus abuelos encontraron un nuevo hogar en países como
Chile, en donde la comunidad palestina es de unas 800.000 personas. "Aunque yo
tenía un rumor palestino de fondo fue hasta que viajé a Palestina que se activó la
identidad y la conciencia palestina. Las noticias sobre el conflicto importan en Chile
porque tenemos una comunidad muy grande, pero sólo cuando se tiene una
experiencia real, se entiende a nivel personal, físico e incluso intelectual, lo que
significa eso en realidad”. La escritora de origen palestino e italiano recuerda que el
pasado de dictadura de Chile resuena como un eco histórico.
La autora recuerda que para entender el conflicto en el que hay una asimetría de
fuerza entre Israel y palestinos, hay que remontarse a los orígenes. "Cuando todavía
existía el protectorado británico los más radicales eran los judíos europeos que
querían que Europa les cediera ese territorio. Había un movimiento violento de
reclamo de esa tierra. Eso se acabó con la concesión de un territorio que desde 1948
se llama Israel. Lo que pasó después fue que a los palestinos se les arrebató su tierra,
su derecho a una nación y a una ciudadanía y eso generó una resistencia que no se ha
resuelto 70 años después a través de una vía legal. Eso siempre es el origen de un
conflicto violento”.
La autora reconoce que es inevitable recordar a los lectores la situación colonial que
hay en ese punto del planeta. "Se acabó incluso en África y sigue existiendo en Medio
Oriente auspiciada por las grandes potencias occidentales. Sería una frivolidad no
denunciar lo que sucede ahí”, afirma.

Asentamientos judíos en Cisjordania.


"Volverse Palestina” todavía no disponible en alemán
El libro ha sido bien recibido en América Latina y en España. "No se trata solo del
conflicto, el libro también habla sobre la migración los problemas y beneficios que
genera, sobre la idea del retorno y de la identidad, son temas que nos tocan a todos”.
Sin embargo no ha sido traducido al alemán. "Precisamente por la responsabilidad
histórica de Alemania con los judíos europeos y actualmente con Israel, el tema
resulta muy difícil. Hay una cierta incomodidad cada vez que aparece un
asentamiento nuevo. Pero al mismo tiempo Israel es el gran aliado en medio del
mundo árabe. Pero tengo la impresión de que hay mucha más gente dispuesta a
entender la propia responsabilidad europea en el conflicto, alemana y por cierto
británica”.
La editora e hispanista alemana Michi Strausfeld, renombrada por haber
conformado colecciones de literatura en lengua castellana en varias editoriales
alemanas, donde figuran desde la obra de Gabriel García Márquez hasta la de Carlos
Ruiz Safón, acompañó a Meruane en la presentación de su libro y recordó que
Alemania tiene una carga histórica por el Holocausto, pero dijo que no puede seguir
ignorando la apropiación de territorios palestinos. "El pueblo palestino merece tener
derechos y un territorio", dijo.
Después de comenzar escribiendo sobre el paso de la infancia a la adultez, con "Las
Infantas" (1998), publicar las novelas "Póstuma" (2000), "Cercada" (2000), y "Fruta
Podrida" (2007), Meruane afirma que el devenir del cuerpo le ha interesado siempre.
Pasó a escribir sobre la enfermedad con "Viajes virales" (2012), en cuyas páginas
reflexiona sobre la crisis global del sida. "Volverse Palestina" tiene una relación, dice,
"porque también están los cuerpos humillados y violentados de los palestinos".

Israel es una sociedad militarizada me recuerda a la dictadura chilena

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El retorno a sus raíces de la escritora Lina Meruane en 'Volverse palestina'
(Literatura Random House)

Lina Meruane inició su viaje a Palestina en Nueva York, subida a un taxi. La


escritora y periodista chilena lleva muchos años viviendo en la metrópolis americana
e impartiendo clases de escritura creativa en la universidad. Un día tomó un taxi
para ir al aeropuerto y el taxista le hablaba en un inglés perfecto, pero había un deje
en su acento que le resultaba familiar. Ella vio su nombre y aventuró que era
palestino. Él la miró y le dijo que ella también lo era. Al principio, le pareció una
anécdota. Sus abuelos eran palestinos. La familia emigró a Chile en la gran diáspora
que aconteció tras la instauración del Estado de Israel al final de la Segunda Guerra
Mundial. El afán de aquella gente que llegaba desposeída de todo era ser aceptada
en ese nuevo país. Por eso a sus hijos -el padre de Lina Meruane, ya nacido en
Chile- no les hablaron el árabe: “No querían legar a sus hijos una ciudadanía de
segunda”, comenta la propia autora.
Pero aquel taxista vio en ella a una palestina: “Es una historia de surrealismo
mágico: en Nueva York habrá más de 10.000 taxis. Pero al cabo de un tiempo paré
un taxi y volvía a ser el mismo conductor. Fue él el que me empujó a conocer mis
raíces. Mi retorno a Palestina empezó en ese taxi en Manhattan”.
Volverse palestina relata
su viaje como una crónica hecha de momentos y también de miradas. Explica que
son los otros los que te construyen: se empieza a sentir verdaderamente palestina
en el momento en que cruza el umbral del aeropuerto para embarcar hacia Tel-Aviv.
El control a que es sometida por los empleados de la compañía israelí El-Al, con un
interrogatorio tenso y un registro que la deja medio desnuda, le dice quién es: una
palestina sospechosa, porque todos los palestinos lo son. “Aquellos empleados de
seguridad me recordaron a los tiras, la policía de Pinochet”. Pero no habla de ellos
con rencor, de hecho cuenta cómo ella tenía miedo de que no la dejaran subir a ese
avión pero también se daba cuenta de su poder, del miedo que generaba en el otro.
Resulta especialmente llamativo en el libro –ella lo cuenta sin pirotecnia
sentimental– el reencuentro con unos familiares lejanos y entusiastas, con los que
nunca llega a aclararse bien porque no hablan apenas inglés y ella no habla nada
de árabe, lo que la sume en una nube de afecto confuso que entronca con la realidad
de unos territorios que viven una falsa autonomía, que en realidad son un lugar
vigilado y sometido.
Considera que “volver es un verbo muy cargado, muy esencialista. No había nacido
allí, pero al ir a Palestina no podía dejar de decir que iba a regresar. ¿Cómo regresar
a un lugar que no es de uno pero que sientes tuyo?”.
Allí vive momentos muy intensos. Como cuando conoce a una mujer árabe de su
edad, que tiene estudios y un nivel de vida confortable, y la ve moverse en su día a
día con normalidad, “con la normalidad posible de Israel, una sociedad militarizada
que me recuerda a la dictadura chilena”. Le causa cierta impresión mirar a esa mujer
y darse cuenta de que podría ser ella. Si sus abuelos no hubieran emigrado, sería
ella: “Siempre causa incomodidad confrontar con lo que es el otro pero podrías ser
tú misma”. Como el momento de la visita a una de las cinco escuelas mixtas que
existen en Israel, donde se escolarizan juntos a niños árabes y judíos. El director le
hace una visita al centro casi idílica: un lugar de encuentro y fraternidad que muestra
que la paz es posible… “sin embargo, el hechizo lo quiebra un niño árabe que me
viene a hablar. Explica que mucha gente, incluso de su familia, le reprocha que vaya
a ese colegio.” Luego le cuentan que a menudo aparecen en las paredes del colegio
pintadas de odio contra la institución y contra los niños árabes. Alguien le dice:
“Árabes y judíos: seguiremos para siempre sufriendo juntos”.
Este es un libro impregnado del lenguaje literario de Meruane pero donde no hay
ficción posible. Trata después de su viaje a ese territorio convulso de hacer el viaje
interior a través del laberinto de los silencios familiares y recuperar un largo olvido.
Afirma que “lo palestino ha sido para mí un rumor de fondo”. Es ahora que en Chile
la tercera generación ha vuelto a interesarse en aprender árabe y, de alguna
manera, “regresar aunque nunca se regrese. Al fin y al cabo, siempre vivimos en
presente”.

Edita Conaculta el libro Volverse


palestina de la chilena Lina
Meruane
Se trata de una crónica de su primer viaje a Palestina,
visto como un regreso en busca de sus orígenes
Es la historia de una escritora buscando un sentido y no tanto un origen: Emiliano
Monge
Autor
Secretaría de Cultura

Fecha de publicación
02 de octubre de 2014

El más reciente libro de la escritora chilena Lina Meruane, Volverse


palestina, es una crónica de viaje donde la autora da cuenta de su
primer viaje a ese país árabe en busca de sus orígenes, ya que su
familia forma parte de la migración palestina del siglo pasado a Chile.

Durante la presentación del volumen, coeditado por el Consejo Nacional


para la Cultura y las Artes, a través de la Dirección General de
Publicaciones, y Literal Publishing, la escritora destacó que si bien era
la primera vez que iba a Palestina, el viaje fue como un regreso, ya que
volvía en el lugar de otro, pues nadie en su familia pudo volver a su país
de origen.

En el Centro Cultural Elena Garro, la autora precisó que en Volverse


palestina narra las fuertes vivencias que tuvo en esas tierras, como
descubrir que su apellido no era su apellido, conocer a una tía y no
sentir una sensación de arraigo familiar, así como vivir la violencia en el
cruce fronterizo con Israel, donde a pesar de su pasaporte chileno, era
considerada como palestina.

Lo más fuerte, dijo, fue volver al lugar de donde salió alguien, en este
caso su familia y ver una serie de tensiones en todos los niveles y las
condiciones de vida que imperan y de no haber emigrado podrían ser
las suyas, lo cual, más que culpa, le generó una identificación.

En ese primer viaje de regreso a Palestina, agregó, nunca pudo volver


a casa de su abuelo, lo que en su familia estaba considerado como una
deuda pendiente.

En una amena charla con el también escritor Emiliano Monge, la chilena


señaló que “Volverse palestina es todo un proceso de reencontrar una
cierta identidad y al mismo tiempo descubrir que la identidad no es nada
fijo, es un proceso que va cambiando con el tiempo, donde se recuperan
cosas y se pierden otras en un camino a veces bastante pedregoso”.

Y es que, dijo, en Chile vive la más grande comunidad de inmigrantes


palestinos fuera del mundo árabe, más de medio millón de personas,
quienes forman una “comunidad huérfana” y cuyo desplazamiento es
una especie de condena.

En este sentido, Lina Meruane señaló que la unión de los palestinos


radica en su pérdida, ya que antes y después de su viaje ha encontrado
varios compatriotas con quienes comparte ese sentimiento.

Por ello, Emiliano Monge consideró que la historia de este nuevo libro
de la autora chilena “es la historia de una mujer buscando unas palabras
y no tanto un idioma y es también la historia de una escritora buscando
un sentido y no tanto un origen”.
Agregó que en Volverse palestina “lo que importa de verdad es lo que
no importa en la superficie, lo que importa de verdad, pues es el magma
que late por debajo, el silencio tras el ruido, el regreso tras el viaje, el
rostro que hay debajo de un pañuelo”.

Volverse palestina se suma a la colección de relatos Las infantas y las


novelas Póstuma, Fruta podrida ySangre en el ojo, de la escritora
chilena que radica en Nueva York, que se ha hecho acreedora a
importantes reconocimientos, como el Premio Sor Juana Inés de la Cruz
en 2012 y el Anna Seghers, en Berlín, un año antes.

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