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DIVERSIDAD CULTURAL EN EL CAMPO COLOMBIANO Y LA PROPUESTA DE


EDUCACIÓN PARA EL SECTOR RURAL: TENSIONES Y ALTERNATIVAS

Autor: Adriana Patricia Mendoza Báez*1


Resumen: El presente escrito pretende poner en discusión la idea homogénea de
habitante rural presente en las definiciones más comunes de ruralidad, puntualizando
en la importancia del reconocimiento de la diversidad de poblaciones al momento de
definir políticas educativas para sectores rurales, ya que el desconocer al campesino
como sujeto sociocultural ha hecho que el proyecto educativo contribuya a que niños y
niñas y jóvenes campesinos abandonen el campo Colombiano.

“La tierra de la gente es su geografía, ecología, su topografía y biología. Ella es tal como
organizamos su producción, hacemos su historia, su educación, su cultura, su comida y su
gusto al cual nos acostumbramos: La tierra de las personas implica lucha por sueños diferentes
a veces antagónicos como los de sus clases sociales mi tierra no es, finalmente una
abstracción.”
Paulo Freire

El abordaje a la idea de habitante rural, tiene la finalidad de establecer un marco de


compresión de la diversidad de formas de vida y cosmovisiones de mundo que circulan
en los territorios rurales, particularmente colombianos. La inquietud nace de la lectura y
análisis de las políticas públicas educativas para poblaciones rurales, en las que la
misma categoría de rural termina homogenizando a quienes viven en el campo desde
su connotación mas común, que se sustenta en definirlo como lo contrario a lo urbano,
                                                                                                                       
1
 *Docente-­‐  Investigadora  Universidad  Pedagógica  Nacional.  En  programas  de  posgrado  
Maestría  en  Educación  y  Maestría  en  Estudios  en  Infancias    y  pregrado  Licenciatura  en  
Educación  Infantil  de  la  facultad  de  educación.  Magister  en  Educación  con  énfasis  en  Educación  
Comunitaria.    

 
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comparación que señala los estilos de vida rural como precarios, pobres e ignorantes
en síntesis, subdesarrollados.
La mirada a lo rural ha estado marcada por la imposición de una cultura o estilo de vida
propio del discurso del desarrollo, que impide reconocer la diversidad y riqueza cultural
que habita en el campo, por ello, las conquistas a nivel político, social y educativo que
han logrado comunidades indígenas y afrocolombianas, se convierten en una
inspiración para los movimientos sociales campesinos que luchan por un
reconocimiento de su cultura más allá de la consideración como grupo económico. Ello
llevaría a pensar en quienes habitan lo rural como sujetos de historia y memoria y no
simplemente como pobladores subdesarrollados.
Este documento pretende problematizar la definición socioeconómica de las
comunidades campesinas desde su origen colonizado, que les desconoce como
pueblos con cultura e historia, por lo que los proyectos educativos se centran en la
necesidad de modernizar el campo y “educarlo” desde los principios del desarrollo y su
discurso urbano-eurocéntrico.

Acercamientos al concepto de ruralidad: Poblaciones, orígenes rurales y su


relación con la cultura.

En informes poblacionales, como los realizados por el Departamento administrativo


nacional de estadística DANE se enuncia lo rural con el calificativo de “el resto”
nominación que connota que existe un otro (la ciudades, lo urbano) que da lugar a la
existencia del resto (lo rural) . Y esta idea de división geográfica y poblacional podría
ubicarse en dos momentos de la historia latinoamericana, por un lado tiene origen en la
colonización española, allí se establecieron centros de virreinato que a nivel municipal
se conocen actualmente como cabeceras y otros como ciudades, espacios donde se
establecieron desde la época los recursos y administración económica y política de los
territorios. Un segundo momento puede representarlo la incursión del concepto de
desarrollo, que parte de la premisa de dividir al mundo entre desarrollados y
subdesarrollados, estableciendo barreras principalmente económicas para la
consolidación de un sistema mundial capitalista inequitativo.

 
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Aunque para este último la división es mucho mas mundial, en tanto una parte del
mundo es desarrollada y otra subdesarrollada, al interior de los países se reproduce la
idea, ubicando en la primera escala del subdesarrollo a los sectores rurales y en niveles
de avance al desarrollo particularmente a las grandes ciudades.
Para entender mejor el postulado es necesario ahondar en la idea de desarrollo, que
nace en los años 50, al finalizar la segunda guerra mundial, luego de la cual se
establece la necesidad de reorganizar el mundo de acuerdo con posturas
principalmente europeas y norteamericanas. La presidencia de Harry Truman en EEUU,
marca un momento importante para este postulado con especial ahínco para las
comunidades rurales- campesinas, a partir de la creación de la Alianza para el Progreso
o revolución verde; que consistió principalmente en la utilización a gran escala de
tecnologías, pesticidas y demás químicos para el aumento de la producción alimentaria
mundial desde la implementación de los monocultivos, formas agrarias contrarias a las
tradiciones de economía familiar propias del campesino.
Esta idea de desarrollo contempla que la reserva alimenticia del mundo se encuentra en
el campo, señalando a América latina como la principal fuente natural, dicha concepción
trae consigo daños ambientales y deterioro de recursos naturales en los países
explotados, impactando los territorios rurales desde la generación de innumerables
problemáticas sociales y pasivos ambientales, además de un impacto en su
cosmovisión cultural, la cual pasa por un nuevo proceso colonizador desde las formas
de acceso y uso de la tierra, tal es el caso de los territorios Colombianos que se
convierten en la reserva de materias primas de los países denominados desarrollados.

Así, la división del mundo adjudica jerarquías relacionadas con las formas de trabajo y
las condiciones de vida, convirtiendo el estilo de vida agropecuario rural en parte de la
base desde la cual se sostiene las industrias extractivistas en el mundo, condición que
reduce las culturas campesinas a la última escala del sistema capitalista. Esto no
solamente tiene un efecto en la organización social- económica del mundo, en la que el
campesinado queda en la escala más baja, sino principalmente en el lugar que ocupa el
campesino en la esfera mundial como un sujeto al cual no se le reconoce como
culturalmente diverso, sino por el contrario como subdesarrollado, situación que
comparten otros habitantes rurales como los indígenas y afrodescendientes con la
diferencia de que a estos si se les reconoce como pueblos socio-culturales.

 
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Desde esta postura se entiende que lo rural da cuenta de formas de vida


subdesarrolladas, pero fundamentales en la economía mundial, tanto en su ubicación
geográfica, como en la reafirmación del concepto campesino que desde su noción
socioeconómica, favorece el sistema con mano de obra barata y sumisa; para abordar
este concepto es necesario retomar a Chayanov, (1974), quien centro su trabajo en la
definición de las economías campesinas, asunto que trae consigo la definición de
campesinado que articula la relación trabajo- cultura con el mundo agrario y las
posturas de producción capitalista.
Desde dicha definición el campesino es un sujeto que sustenta su economía en el agro,
actividad laboral familiar que determina formas de vida y cosmovisiones de mundo
propias aunque subordinadas en el orden mundial, Chayanov, (1974), señala la manera
como estas formas de explotación agraria domestica pasan a ser organizaciones de
producción a gran escala a partir de la idea de desarrollo vendida por la agroindustria
en la actualidad y en épocas anteriores a la usurpación española como es señalado por
Borda (1974) en formas de servidumbre desde el feudalismo y en la colonia desde las
lógicas señoriales.
Es importante aclarar retomando a Borda(1974) que el campesino latinoamericano
específicamente el Colombiano, es producto de la colonización, por ello la carga socio-
economica en su definición. Asunto que les ha dificultado establecerse como
comunidades culturales con cosmovisiones alternativas al desarrollo2, pues su origen
colonizado les sesga la idea de calidad de vida impuesta por la presencia de lo que
Gramsci (1978) llamo cultura hegemónica.

¿Quiénes habitan el campo colombiano?


Vivir en lo rural implica un estilo de existencia particular que se define desde formas
económicas políticas y sociales; por tanto quienes lo habitan comparten dinámicas de
                                                                                                                       
2
  Las   alternativas   al   desarrollo   son   posturas   que   se   distancian   de   entender   la   calidad   de   vida  
solamente  ligada  a  la  idea  de  progreso,  por  tanto  movimientos  como  el  Buen  Vivir  hacen  una  
propuesta   que   saca   del   léxico   de   los   pueblos   el   concepto   de   desarrollo,   por   su   vinculo  
imperante  con  posturas  capitalistas.    

 
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vida en las que confluyen relaciones territoriales con el entorno y las formas de vida
ligadas al trabajo agropecuario que se convierte en el eje de la economía; por ello,
quien vive en el campo establece una relación estrecha con la tierra en tanto esta
representa su trabajo, su territorio y su cosmovisión para ser y estar en el mundo. Las
formas de habitar lo rural podrían definirse desde tres perspectivas de acuerdo con
Acosta (2012), en primer lugar la idea de desarrollo que termina siendo la mas
dominante, en segundo lugar una evolución al concepto que se define como desarrollos
alternativos y el tercero lo representan las posturas de alternativas al desarrollo.
Estos tres postulados tienen una relación estrecha con las culturas que habitan lo rural,
en tanto unos grupos están estrechamente ligados a la idea de progreso propia del
desarrollo, otros se suman a la idea de desarrollos alternativos que conservan el fin del
desarrollo pero cuestionan implicancias del mismo en términos por ejemplo ambientales
y desde allí proponen seguir con la idea de progreso pero de manera amable con el
medio ambiente, es el caso del desarrollo sostenible; la tercera se aparta de manera
radical de la idea de desarrollo y sustenta su postura en lo que se denomina el Buen
Vivir, alternativa al desarrollo que toma distancia de la idea de acumulación capitalista y
producción a gran escala, así, pueblos indígenas, afrodecendientes y campesinos
definidos culturalmente asumen posturas para habitar lo rural desde cada una de estas
perspectivas.
Allí convergen diferentes culturas, por lo
que pensar que cuando se habla de rural
solo se hace alusión al campesino es un
desacierto, también habitan comunidades
indígenas y afrodescendientes, quienes en
razón a los tres postulados expuestos,
pueden redefinirse, a modo de ejemplo,
podemos mencionar el indígena-
campesino, en tanto asume la idea socioeconómica del campesino que lo suma a las
formas de vida ligadas al desarrollo sin dejar su cultura indígena de manera total, igual
caso puede darse en comunidades afrodescendientes.

 
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Para el caso del campesino la relación es


contraria en tanto como ya se ha explicado su
origen es socioeconómico, el giro que dan
algunos pueblos es hacia formas de vida que
pretenden librarse de la idea de desarrollo y ser
reconocidas como comunidades culturales, a
partir de asumirse desde las dinámicas del
buen vivir.

La necesidad de una conceptualización sociocultural del campesino y su relación


con la educación de niños y jóvenes en los sectores rurales

Las políticas de reconocimiento de la diversidad han hecho un avance importante en


términos de dar lugar a los indígenas y afrodescendientes, desde la perspectiva cultural.
Un porcentaje considerable de estos pueblos habita en el campo y hace parte del censo
campesino, con el que se determina la cobertura en educación rural en el país. Existen
entonces diversas culturas rurales, pero en el momento de constituir políticas públicas
se ha insistido en nombrarlo genéricamente como rural, denominación que resulta
problemática en la medida en que desconoce la existencia de cosmovisiones y formas
de vida diversas que habitan el campo.
Bien conocidas son las luchas de indígenas y afrodescendientes por ser reconocidos
como comunidades con identidad propia, ello no solamente les ha permitido ganar
reconocimientos políticos, sino que estos han incidido de manera significativa en
aspectos educativos, así, la educación propia y la cátedra de afrocolombianidad han
venido ganando espacios importantes en la consolidación de propuestas educativas
para estas poblaciones, en el caso campesino, el esfuerzo más significativo ha sido el
Proyecto Educativo Rural, pero éste no nace de las comunidades campesinas sino del
Estado en su preocupación por la cobertura, por ello, esta propuesta centra su atención
en la expansión de un modelo educativo nacional en el sector rural, diferenciado por
estrategias de flexibilidad que apuntan a la erradicación del analfabetismo, con
programas dirigidos a niños, jóvenes y adultos.

 
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El PER se problematiza en este texto desde su propia denominación, pues como ya


hemos expuesto usar el termino rural puede dar cuenta de una ubicación geográfica y
unas formas de vida relacionadas con la tierra, más no de la particularidad cultural,
definitoria al momento de plantear un proyecto educativo. El asunto se complejiza
cuando a ello se suma que las apuestas educativas estatales para el sector rural se
sustentan en la idea de desarrollo y sus postulados de progreso definidos desde lógicas
de vida eurocéntrica que terminan haciendo parte del destierro que viven los pueblos
campesinos en tanto sus formas de vida son subvaloradas y relegadas a la idea de
subdesarrollo que entiende al campesino como sujeto socioeconómico reforzado por
una propuesta educativa construida desde occidente.
En muchos sectores la propuesta educativa se inclina en la formación de mano de obra
campesina para las industrias y no en la formación para el autoconsumo y el “buen
vivir”. Sin embargo, también puede hablarse de propuestas ligadas a las alternativas de
desarrollo que contemplan diálogos entre las dos formas de concebir el sujeto rural pero
que no son reconocidas como educación formal debido a la ausencia del
reconocimiento del campesino como sujeto de derechos.
Actualmente movimientos campesinos tan importantes como la Coordinadora Agraria
Nacional, lideran la formulación de un proyecto de ley, que permita el reconocimiento de
los campesinos como comunidades de derechos y por ende de historia y cultura, ello
dialoga con la idea expuesta aquí de pensar en el campesino como sujeto sociocultural,
entendiendo que su origen colonizado, no puede ser el argumento para la perpetuidad
de su condición en la escala de organización capitalista, ello implicaría que los procesos
de emancipación de comunidades campesinas pueden dar un transito importante a la
consolidación de un reconocimiento al campesino como sujeto cultural diverso.
La educación para sectores rurales lejos de permitir procesos de reconocimiento, en
muchos casos se convierte en aparato del Estado que reproduce un discurso que niega
al campesino y lo define como inferior, aportando a la idea de desarraigo que ha dejado
al campo colombiano sin jóvenes, por ello podría afirmarse que no solo la guerra deja el
campo sin habitantes sino también lo hace la escuela que lo niega como sujeto de
saber.
En palabras de Freire(1973), la educación para el ámbito rural debe propender por un
proyecto de construcción colectiva, pero en América latina el asunto se ha convertido
en un proceso de invasión cultural, que desconoce al campesino particularmente como
otro legitimo en la discusión, así, la educación para sectores rurales en Colombia se
limita a un proceso de extensión de un proyecto educativo que no pretende reconocer la
diversidad como principio para una educación propia de la cultura campesina. Desde la
línea en educación rural de la maestría en Educación de la universidad Pedagógica

 
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Nacional y como resultado de algunos ejercicios de investigación, se viene poniendo en


tensión la idea de educación rural, entendida como una propuesta educativa basada en
una única idea de desarrollo.
El vínculo de esta idea de población diversa, propone a la escuela recuperar el
planteamiento de la educación como escenario de construcción social y de proyecto
político de las colectividades, que dé lugar a los saberes que son importantes en el
afianzamiento de cada cultura, problematizando la escuela que enseña a huir y que
cada vez más, forma a los jóvenes y niños para vivir y desarrollarse fuera de sus
territorios. En contraposición, se demanda su papel en la transformación de la realidad
desde el reconocimiento por el ser social, cultural y político, recuperando su lugar como
gestora social.
Los modelos educativos, medios de comunicación y la propia historia de despojo
cultural del campesino, hacen que los niños y jóvenes rurales se enfrenten con su
propia identidad encontrando en ella desventajas culturales producto de la idea de
desarrollo implantada desde la postura eurocéntrica.

Bibliografía

1. ACOSTA, AGUINAGA, y otros, Más Allá del Desarrollo, Grupo Permanente de Trabajo
sobre Alternativas al Desarrollo. 1era edición: Fundación Rosa Luxemburg/Abya Yala.
Impreso en la Ciudad de México, septiembre 2012.
2. FALS BORDA, Orlando. Historia de la cuestión agraria en Colombia. Editorial Punta de
Lanza 1975.
3. CHAYANOV, Alexander. Los campesinos. 1975.
4. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD – (2011) Colombia Rural:
razones para la esperanza. Informe de Desarrollo Humano para Colombia 2011.
Resumen Ejecutivo. Bogotá.
5. Ministerio de Educación Nacional-Banco Mundial, 2000. Manual Operativo Proyecto De
Educación Rural. Crédito No. 7540-Co. (Documento de trabajo No publicad
6. FREIRE, Paulo. ¿Extensión o comunicación? La concientización del medio rural. Siglo
XXI Editores. Primera edición México 1973.

 
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