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20 h ·
"Si cultivás soja el Estado te quitará el 70% de lo que es tuyo, si eso no es esclavitud qué es?." MVH
No hay sector más expoliado que el sector agropecuario; todo argentino a la noche debiera agradecerle
de rodillas al campo por las venturas que generosamente distribuye entre 40 millones de personas, sobre
todo entre aquellos que no tienen campo, siendo que los productores agropecuarios se merecen todas las
venturas que el campo les depara, ya que son suyas las tierras y suya la inteligencia, el tesón y el trabajo
constante para sacarle rinde. Los que no se merecen esas venturas, a pesar de que las tienen a granel, son
los que no poseen campos y viven en buena medida de la riqueza que el Estado le sustrae al productor
agropecuario.
El mundo no desea un sólo producto argentino de todos los innumerables que un país produce, no hay
nada que -por el sólo hecho de tener la bandera argentina adosada a su etiqueta- el mundo desee, salvo,
claro está: los productos agropecuarios.
Los productores agropecuarios argentinos son los más eficientes del planeta.
Posted: Mayo Von Höltz ®
La esclavitud no se abolió en la Asamblea del año 13, mutó. Antes el amo le ordenaba una tarea al
esclavo y le quitaba luego el fruto de su trabajo; ahora le deja elegir la tarea que mas le gusta, cosa que le
hace creer que es libre, luego le quita el fruto de su trabajo.
Las normas de bromatología y las que regulan la actividad gastronómica deben ser abolidas
inmediatamente en su totalidad. Es el consumidor, y no el Estado, es el que debe decidir si
quiere o no quiere comer un producto mal oliente o si quiere o no quiere almorzar en un
restorant mugriento.
Cuando era chico me la pasaba comprando golosinas, cosa que me convirtió en poco tiempo
en el mejor cliente del quiosco de mi barrio. Un día lo veo al quiosquero tirando a la basura un
montón de golosinas. Le pregunté qué hacía, y me dijo que tiraba los chocolates que se le
derretían en la vidriera, que muchos de ellos tenían gusanos incluso. Le pregunté si no me los
regalaba, y me pregunto para qué los quería; le dije que no los iba a comer. Están en la
basura, ya no son míos, hace lo que quieras - me dijo.
Desde ese día acordamos que él me regalaría los chocolates que se ponían malos, al fin de
cuentas yo era el mejor cliente que tenía.
Tanto en la vereda de mi casa, como a mis amigos del barrio y en los recreos de la escuela,
empecé a vender chocolates. Como marca distintiva les dibujaba a todos en la etiqueta un
gusano blanco si la etiqueta era oscura, y un gusano azul o rojo si la etiqueta era clara. Los
vendía como los chocolates agusanados de Mayo, especificándole al cliente que la
probabilidad de que encuentre un gusano adentro era distinta de cero. La marca entonces no
aseguraba la certeza de la existencia del gusano, sino que especificaba que tal potencialidad
podría existir. El disclaimer era necesario porque muchos niños compraban solo para ver el
gusano blanco, si éste no estaba sufrían una decepción, la firma entonces se cubría de
eventuales reclamos legales explicitando que vendía ilusiones y no certezas, ya que -en
efecto- toda inversión posee su riesgo inherente. Los vendía a la mitad de precio oficial y a
veces a menos para sacarme de encima un stock (luego hice lo mismo con la casa Yupa de la
calle 4 y en mi momento de gloria llegué a tener mas chocolates de los que podía vender, con
el doble mérito de que si se agusanaban mientras dormían stockeados en el garage de mi
casa, no había necesidad de tirarlos). Los chicos me sacaban los chocolates de las manos. Un
día las ganancias excesivas me subieron los humos y me llevaron a comprar chocolates en
buen estado, mi idea era venderlos al precio oficial, mas que la sed de dinero, lo que impulsó
la medida fue el deseo de salir del mercado marginal del chololate agusanado, en donde era
sin duda alguna yo el rey supremo, posición de destaque que de alguna manera mancillaba mi
honra. Ya tenía mis millones, ahora buscaba status social, como un mafioso que se casara
con una cantante de ópera y no con una pulposa ramera, pero me tuve que quedar con el
stock íntegro porque mi clientela prefería comprar chocolates agusanados mas baratos, que
en perfecto estado pero mas caros. Me acuerdo de mi vecino Jack Scalia, que cada dos
minutos me preguntaba: "Mayo, falta mucho para que se venzan los chocolates?". Esperaba la
fecha de vencimiento porque sabía que el chocolate reducía su precio a la mitad luego de ese
día, era mi mejor comprador, incluso un día llegó a preguntarme si no le hacía la rebaja
pertinente si él me traía los gusanos para que yo se los ponga al producto no vencido. La
propuesta me conmovió al punto de regalarle un Suffler con maní no vencido, cosa que
mereció su profuso agradecimiento. Hoy sé que no debí obrar de ese modo siendo que jamás
hay que regalar nada a nadie. Toda política de dumping es facciosa, sobretodo porque les
hace creer a los neófitos que aquel comerciante que no regala nada, les está robando algo.
Agrandado por mi éxito empresarial, organicé con un amigo un campeonato de fútbol en la
escuela, pero por dormirme en los laureles no pudimos seducir a mas de dos equipos, cada
uno con 7 jugadores que nos pagaron religiosamente su cupón de afiliación. El dinero alcanzó
apenas para comprar la copa de campeón en la casa Morzilli de diagonal 80 entre 4 y 48. El
campeonato se redujo a un sólo partido que fue primera ronda, clasificación, semifinal y final,
todo junto en un partido sólo, entregándole la copa de la casa Morzilli al equipo ganador, que
dio la vuelta olímpica en la pista del Colegio Nacional. Por temor a que juzgaran poco serio al
campeonato, yo en un principio no quise ir a verlo, pero mi socio me vino a buscar a mi casa y
me dijo que si no venía me iba a cagar a trompadas.
Lo que quise decir con el presente atolondrado relato, es que el consumidor es el único jefe
del mercado, no un gurú (cuyo sueldo está siempre manchado por la sangre del contribuyente)
que hace planificaciones absurdas desde una fastuosa oficina estatal.
Posted: Mayo Von Höltz °
Xenia Tchoumitcheva comiendo chocolate Pacari.
"Las redes sociales son la mas cabal demostración de capitalismo en acción: libertad de expresión de
todos los comentaristas, voluntario intercambio entre editores y lectores, red de conexión permanente,
inmediata y mundial; imposible imaginar que tan monumental muestra de libre mercado pudiera existir
merced a un régimen marxista. Confirma elípticamente el capitalismo que subyace detrás de todos los
movimientos que se materializan en las redes sociales, el hecho de que el creador de Facebook (red que
posee casi 2000 millones de afiliados), tenga una de las mayores fortunas del mundo. Paradójicamente,
irónicamente, hipócritamente, confusamente, inversamente y -sobretodo- absurdamente, Mark
Zuckerberg promueve, defiende e impone ideas filomarxistas, ignorando con perversa mezquindad que
todo su enorme éxito se lo debe pura y exclusivamente al capitalismo. Establecer reglamentos donde
cobardemente se pueda censurar en forma anónima a pensedores anticomunistas, es una de sus ideas
predilectas." MVH
Desde niño siempre noté graves falencias en el idioma español. Estaba aún en la escuela primaria cuando
con Julián, mi vecino y mejor amigo, pergeñamos un idioma escrito para subsanar -aunque sea
parcialmente- tales falencias. De ese vago idioma escrito sólo recuerdo una letra, la "F" (□), que es la
primer letra de mi nombre y que por tanto escribí muchas veces. Luego ya mas grande noté lo que notan
muchos otros analistas de la lengua, y es que así como existen las palabras sinónimas, es decir: distintos
dibujos (con sus correspondientes distintos sonidos) que engloban un sólo mismo concepto, también -
paradógicamente- no existen palabras para describir ciertos conceptos* que -por lo menos a mi jucio-
son indispensables a la hora de transmitir ideas. Por un lado sobran palabras (los sinónimos) que refieren
de distinta forma un mismo significado, y por el otro lado faltan palabras para significar determinados
conceptos, no quedando mas opción entonces que referir todo el concepto cada vez que se necesite su
utilización (Impulsado por la impotencia de tener que ir por el camino largo cuando yo conocía el corto,
en la década del ochenta escribiría un mamotreto -juiciosamente condenado a la hoguera- intitulado "Del
nacimiento de las palabras"). Para subsanar estas falencias entonces, empecé a inventar palabras, no
debo haber inventado mas de veinte o treinta, pero hoy sólo quiero hablar de una: la palabra
"antihipócrita", siendo que -a pesar de lo que erróneamente suponen todos- no es sincero el antónimo de
la palabra hipócrita. No me quedó entonces mas alternativa que inventar la palabra en cuestión, ya que
cada vez que quería usar el concepto antónimo a la palabra hipócrita (concepto que por mi concepción
filosófica me veía obligado a utilizar con vertiginosa frecuencia) no tenía ninguna palabra donde echar
mano.
Aclaremos un poco el misterio: De igual modo que no es el antónimo de la palabra "déficit" la palabra
"neutro", la palabra "equilibrado", o la palabra "nulo", siendo que el antónimo de "déficit" es la palabra
"superávit", el antónimo de la palabra "hipócrita" no es la palabra "sincero", es la palabra "antihipócrita".
En términos numéricos se entenderán mejor estas aparentemente vanas especulaciones: El opuesto de 1
no es 0, es -1. Una persona sincera está en posición neutra, equilibrada, es lo que es, no finge ser otra
cosa. Visto desde esta óptica, ser sincero no es una virtud, es estar en eje. Admiramos la sinceridad
porque vivimos en un mundo de hipócritas, pero en términos absolutos no debiera ser admirable, siendo
que no debiera ser admirable mostrarse cómo uno es, es decir, no debiera ser admirable no fingir ser una
cosa distinta a la que se es. La sinceridad entonces es una virtud relativa, ya que al vivir en un mundo
donde la hipocresía es la norma, ser sincero pasa a ser -en términos relativos- una virtud, de igual modo
que sería una virtud relativa en un mundo de asesinos, que haya personas que no lo sean.
Qué cuernos es entonces ser antihipócrita? El antihipócrita no es un hombre sincero que obra de acuerdo
a su pensamiento y sentir sin tratar de fingir que es distinto a lo que es, el antihipócrita es una persona
que, sintiendo una repulsión viceral por los hipócritas, no actúa en función a su libre sentir y pensar, sino
que obra con el único ánimo de demostrar que él es la cosa mas distinta del mundo a un hipócrita. De
algún modo entonces (y este es el tema del cual quería hablarles), el antihipócrita está manipulado por el
hipócrita, a diferencia del sincero que no piensa en el hipócrita cuando habla y actúa. El antihipócrita
(que aunque en sentido incerso está tan desviado del centro como el hipócrita) a cada paso que da, piensa
en qué haría un hipócrita en su lugar, y entonces se esfuerza por obrar de la forma mas distinta posible a
ese ser excecrable cuya conducta le produce náuseas. Su camino entonces no está guiado por él mismo
como en el caso del sincero, está guiado por el hipócrita, siendo que él va a recorrer el camino opuesto al
del hipócrita, olvidándose en esta manipulación inconsciente de cuál era su verdadero camino. Para que
nadie me acuse de barroco voy decirlo en una jerga actualmente en boga: "El hipócrita le marca la
agenda al antihipócrita", ya que éste hará lo contrario a lo que haga el otro.
A modo de morigerar el exceso de teoría que están transformando mis certeros golpes dialécticos en
efluvios evanescentes, referiré un ejemplo. Como todos saben jugué casi treinta años al rugby, son
inconmesurables entonces la candidad de duros entrenamientos que padecí en el glorioso Los Tilos
Rugby Club de La Plata. Todos empezaban del siguiente modo: con 20 minutos de trote al rededor de la
cancha para entrar en calor. En tales minutos iniciales los entrenadores no estaban, siendo que no había
ninguna indicación que dar, simplemente se quedaban en el buffet planeando el entrenamiento que
vendría después. Unos minutos antes que concluya el trote de precalentamiento, empezaban a venir
caminando lentamente desde el buffet a la cancha donde sus jugadores trotaban. Antes de eso, por un
lapso de unos quince minutos, los jugadores trotaban sin que ninguna autoridad fiscalizara sus acciones,
la libertad de poder hacer lo que se te daba la gana -en efecto- hacía que muchos hicieran lo que se les
daba la gana, por mas que tales ganas estuvieran muy lejos de trotar al rededor de la cancha. En esos
quince minutos de anarquía entonces, algunos caminaban, otros "tangueaban" (achicar la cancha
transformándola en un óvalo en lugar de un rectángulo para correr menos distancia), otros jugaban a
patear drops en los palos, y otros simplemente se quedaban charlando buenamente en el ingoal. Cuando
se veía de lejos que los entrenadores empezaban a acercarse, todos empezaban a correr de acuerdo a las
normas impartidas por la autoridad central, simulando que tal cosa habían hecho siempre, por mas que la
autoridad no estuviera presente. Algunos incluso, en el sumun de la impostación figurativa, se daban
codazos para ir primeros en el pelotón de trotadores. La idea era que los entrenadores vieran cuán
responsablemente se entrenaban sus jugadores, cosa de que si hubiera alguna duda a la hora de la
conformación del equipo, se decidieran finalmente por aquel jugador que entrenaba con mayor
responsabilidad, que en este caso era una mayor responsabilidad simulada. Tal actidud hipócrita (tal
soberana chupada de medias a la autoridad), a mi me repugnaba en grado sumo, y por dentro pensaba
"yo no quiero que nadie me confunda con esta manga de farsantes que sólo entrenan bien cuando los
entrenadores los están mirando, yo no soy un hipócrita".
Entrenar normalmente con indiferencia a si te están mirando o no mirando los entrenadores, es una
actitud sincera. Fingir que se entrena muy bien si hay una autoridad mirando, y entrenar para el orto si
tal autoridad no está, es una actitud hipócrita. Queda por último describir cuál es la actitud antihipócrita,
es decir, describir de qúe forma entrenaba Mayonesa. Yo pensaba: "Si corro normalmente por el medio
del pelotón cuando llegan los entrenadores, no puedo diferenciarme mucho de los que hipócritamente
van primeros para que el entrenador los vea. Algún entrenador entonces en el recuerdo puede llegar a
confundirme con esos farsantes. Qué hago?, ya sé: Voy corriendo último, en el grupo donde van cuatro o
cinco gordos descomunales que no tienen resto como para ir corriendo en el pelotón central." Yo
entrenaba normalmente entonces cuando no había autoridad fiscalizando, pero cuando se acercaban los
entrenadores, para diferenciarme de los hipócritas que a los codazos trataban de ocupar las primeras
posiciones para que el entrenador los viera, yo me iba deliberadamente atrás a correr con los gordos. Al
tiempo de implementada tal política empezó a fastidiarme un pensamiento: "Los entrenadores van a
pensar que yo tengo tan deplorable estado físico, que no puedo correr en el pelotón central, no
quedándome entonces mas opción que correr con gordos que pesan un promedio de 150 kilos". Por un
lado la misión de que no me confundieran con un hipócrita estaba lograda, pero el efecto colateral era
que ahora los entrenadores pensarían que mi estado físico era deplorable al punto de no poder correr con
el pelotón central, estando relegado a correr humillantemente a unos 20 metros atrás, junto con todos los
gordos que están siempre al borde del colapso cardíaco. "Qué hago?, no quiero que por no parecer un
hipócrita, parezca un tipo que tiene un deplorable estado físico, como sólo pueden tenerlo aquellos que
van siempre corriendo último en los entrenamientos". El dilema era entonces: Correr último para que
nadie me confunda con un hipócrita chupamedias, pero a la vez correr de tal forma que nadie piense -a
pesar de que corro último junto con todos los gordos- que el gran Mayo Von Höltz está fuera de estado
físico". No me fue difícil resolver la ecuación: "Correría último para que nadie me confunda con un
farsante, pero correría haciendo tal despliegue de desborde de energía, que nadie pudiera pensar que tal
jugador corría en el último pelotón porque estaba cansado". Cómo corría entonces? Corría levantando
las piernas lo máximo que pudiera, desplegando un trote con las rodillas casi tocándome el pecho de
tanto que las levantaba, trote del cual una sola cosa se podía inferir: Ese tipo que corre de manera
estrafalaria** podrá estar loco de remate, pero sólo una cosa hay segura: No está cansado".
De esa forma ridícula corren los antihipócritas. Previsiblemente los entrendores, que desconocían por
completo, no sólo a la palabra antihipócrita sino también al concepto que tal palabra engloba, terminaron
pensando que el hincha pelotas de Mayonesa se estaba burlando de ellos y de su autoridad.
Recuerdo ahora a quien fue mi capitán en las divisiones inferiores, una persona que -a pesar de ser
argentino- no posee una sóla fisura que resquebraje mínimamente la solidez de su integridad moral,
quien una tarde de otoño me dijo:
-Mayo, vos hacés lo imposible para que no te pongan en el equipo.
No estaba en ánimo de explicarle el significado de la palabra "antihipócrita", así que me limité a
contestarle:
-Es verdad Fede, salvo por lo que hago en los partidos.
Lo que quise decir es que ser antihipócrita es en cierta manera peor que ser hipócrita, siendo que el
hipócrita por lo menos guía sus acciones en busca de un fin buscado por el mismo; el antihipócrita en
cambio es un títere del hipócrita, ya que sus acciones se limitan a hacer todo lo contrario a lo que hace el
hipócrita. Si el hipócrita esquiva un pozo o abre el paraguas abajo de la lluvia, el antihipócrita se tira al
pozo o se empapa bajo la lluvia porque no va a abrir jamás el paraguas que lleva en la mano.
No soy mas antihipócrita (Nietzsche dice que uno sólo conoce cómo es cuando ya es otra cosa, en lo que
sería una suerte de principio de Heissemberg aplicado a la propia psicología), por tanto, no voy a hacer
lo contrario a lo que quieren que haga los hipócritas nazis que me censuraron del Facebook, esto sería:
publicar un montón de fotos de Hitler. Voy a hacer -con total sinceridad- exactamente lo mismo que
hacía antes de que sufriera esta cobarde censura anónima, ya que no debe cambiar su rumbo quien no se
equivocó, debe seguir su camino, sin torcerse para recibir aplausos, y sin torcerse tampoco para evitar
los abucheos o censuras.
Para finalizar con esta historia entonces, en la siguiente entrega -prologada por un servidor- voy a
publicar una traducción que hice a un texto de Ayn Rand donde se refiere al racismo. Para que el lector
dimensione cuán imbéciles y cobardes (cuán nazis), son quienes desde las tinieblas del anonimato se
confabularon para censurarme.
* Las palabras son la significación monográfica de conceptos recurrentes. Existen miles de millones de
conceptos posibles (su número es vastísimo pero no infinito como bien marcara Borges en la "Biblioteca
de Babel"), por tanto es natural que no exista una palabra por cada concepto, ya que de ser así habría
parejamente miles de millones de palabras y sólo un savant podría memorizar el atroz vademecum que
sería el diccionario del hipotético idioma. Cuando digo entonces que el idioma español posee muchos
conceptos sin una palabra específica que los signifique, me refiero sólo a los conceptos recurrentes,
únicos conceptos que tienen status suficiente como para merecer una palabra ad hoc que los represente.
** Luego se bautizaría a mi forma de trotar con el nombre de "trote nazi", por similitud al paso de ganso
con que marchan ciertos cuerpos militares.
Posted: Mayo Von Höltz
Bill: Dale Mark; dejate de joder y habilitale una cuenta a Von Höltz, es una canalla infame que por
cobardes denuncias anónimas se censure la palabra de tamaño coloso del pensamiento...
Mark: Coincido con vos que es un coloso del pensamiento, y también con que probablemente su cuenta -
o todas sus cuentas siendo que tuvo muchas- sean por la riqueza del material publicado, unas de las
mejores de entre las 2000 millones de cuentas que administramos...
Bill: Nada de unas de las mejores!; las mejores sin la menor duda. Al lado de Von Höltz son todos
somos infradotados mentales...
Mark: Concuerdo, pero vos sabés Bill, tengo muchos problemas legales, y este tipo cada vez que publica
algo nos llueven denuncias, no quiero mas problemas legales, entendés?; encima no hay forma de
domarlo, le suspendemos la cuenta un día varias veces, luego tres días varias veces, luego una semana
varias veces, luego un mes varias veces, luego le eliminamos la cuenta, entonces abre otra y el ciclo se
repite otra vez de la misma forma... ya abrió como 7 cuentas y vos podés creer que el tipo escribe como
si nunca hubiera sufrido la mas mínima sanción en toda su vida?...
Bill: Mark, nosotros somos los tipos mas millonarios del mundo, pero no nos engañemos, si hay alguien
que tiene que obedecer órdenes somos nosotros de Von Höltz y no Von Höltz de nosotros. El jefe debe
ser siempre el mas inteligente y el que sabe mas, querer mandar a Von Höltz te pone en un lugar
absurdo, sos vos el que te tenés que tirar a un pozo si él te lo ordena con un pestañeo.
Mark: Ah!, y vos no?, lo tengo que obedecer yo sólo?
Bill: Yo también Mark, pero yo no lo quiero domar y no le suspendí ni eliminé ninguna cuenta. Yo sólo
deseo aprender de él lo más posible, si no lo dejamos hablar me pierdo de las mejores clases que recibiré
en mi vida...
Mark: Okay Bill, pero esta es la última cuenta que le habilitó. Me llegan a llover denuncias de nuevo y
se le cierro todas sus cuentas para siempre.
Bill: Si hacés eso la posteridad no te recordará por haber creado Facebook, te recordará por haber
censurado a la mente mas preclara que dio la historia de la humanidad.