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La Edad de Bronce y la era arcaica

de M. I. Finley

En Grecia, la Edad de Bronce comenzó alrededor del 3000 a. C. a raíz de la adopción de las
técnicas que se habían desarrollado en zonas situadas más hacia el oriente y no por
invención propia.

Tanto en el período prehistórico como en el histórico, Grecia formaba parte de un complejo


egeo más amplio que abarcaba Grecia continental, las islas (incluyendo Creta y Chipre) y la
costa occidental de Asia Menor. En términos generales, esta región compartía un mismo
clima y terreno, con recursos similares y poseía, por lo tanto, idéntico sistema de vida.

Cerca del 3000 a. C., comenzaron a utilizarse los conocimientos metalúrgicos, pero en los
siglos posteriores los objetos de metal continuaron siendo rarezas en el Egeo. En algunas
regiones como Creta casi no se ha encontrado ninguno. La mayor parte de estos —de
bronce, plomo o plata— consistía en armas, piezas decorativas u objetos relacionados quizá
con la religión. Las herramientas de metal apenas si aparecen, y en tal caso corresponden al
artesano y no al agricultor. En síntesis, el metal comenzó siendo un lujo en el mundo egeo,
recién en la segunda mitad del tercer milenio, se produjo en todo el Egeo un marcado
aumento en la cantidad de metal utilizado, así como en la escala de su empleo en la
producción.

La llegada de la verdadera era de los metales introdujo problemas radicalmente nuevos. La


sociedad que depende de ellos debe hallar un lugar dentro de su estructura social para un
nivel de especialistas y debe ocuparse activamente de obtener estas escasas materias
primas. El mundo egeo es pobre en metales. Al comienzo, se traía de otras sociedades más
avanzadas en el uso de los metales. La segunda etapa fue particularmente complicada pues
implicó que los pueblos del Egeo debieron efectuar ellos mismo los cateos, organizar luego
las minas y la fundición, y capacitar a los hombre del lugar en técnicas que no poseían.

La llegada de los griegos

Con frecuencia las pruebas arqueológicas no pueden iluminar directamente la historia de


los idiomas. Por ejemplo, no hay un solo rastro arqueológico incontestable de los dorios, ni
durante la migración ni luego de su llegada a Grecia propiamente dicha. Sin embargo,
alguien tuvo que introducir el dialecto dórico en el sur de Grecia, donde éste desplazó al
griego "micénico".
Es probable que la lengua griega, según la conocemos, adquiriera conformación definitiva
en la misma Grecia, siendo influida la de los recién llegados por la de la población más
antigua de la península. El cuadro completo de dialectos clásicos —jónico, eólico y dórico,
con sus variantes y subcategorías como el ático— debe situarse entonces en el período
posterior a la caída del mundo micénico, es decir, después de 1200 a. C.

Durante el llamado Heládico Medio existieron dos innovaciones que merecen mayor
consideración. La primera es la llamada cerámica miniense. En segundo lugar aparece una
nueva práctica de inhumación: se excavan cámaras sepulcrales poco profundas (cista). Al
principio se observa una tendencia a las dimensiones reducidas, de modo que los cuerpos
quedaban en posición encogida (o fetal); además, no están acompañadas de alimentos y
utensillos. Lo que constituye una novedad es la costumbre de colocar las cámaras
sepulcrales de los niños, y ocasionalmente de los adultos, dentro de las casas, debajo del
piso detrás de los muros. El caso es que en la región del Egeo, durante la Edad de Bronce,
hubo una asombrosa variedad de prácticas de inhumación que cambiaban según las
regiones y el momento y que coexistían a menudo por largos períodos en la misma
comunidad.

La civilización micénica

Hacia fines Minoico Medio III, alrededor del 1600 a.C., Micenas se convirtió de pronto en
un centro de riqueza y de poder, en una civilización guerrera que no tenía igual en la
región. Debe evitarse, sin embargo, el peligro de suponer que existió una autoridad política
centralizada o una sociedad con amplios dominio sobre amplios territorios y regida desde
Micenas.

En Micenas, los cementerios presentan tres rasgos dignos de mención: primero, estaban
señalados debidamente y tenían un significado preciso; segundo, los objetos que se
encontraron en las tumbas eran muchos, lujosos y en parte de tipo guerrero; tercero, se
concentraba totalmente en estas tumbas el propósito de perpetuar poder y autoridad, ya que
no se han encontrado los rastros de la población. Eran tumbas comunes o cistas o bien
tumbas profundas tipo chimenea. Son unas veinticuatro las del Círculo B y sólo seis las del
Círculo A, estas últimas todas del tipo profundo.

Las tumbas estaban señalizadas en la superficie con losas de piedra verticales y muchas de
ellas tenían decoraciones figurativas con animales, escenas militares o de caza. El círculo
debió tener una significación sacra que sobrevivió por mucho tiempo. En las tumbas, se
empleaban todos tipos de materiales de lujo tradicionales, sobre todo el oro; también
aparecen grandes espadas y demás pertenencias de los guerreros.

Quienesquiera fuesen los hombres y las mujeres enterrados en estas tumbas, lo cierto es que
pertenecían al nivel más alto en la estructura de poder de una comunidad diferente de
cualquier otra de Grecia hasta esa fecha. Resulta tentador relacionar su aparición con la
llegada del carro de batalla y de la espada larga. Los carros figuran de manera destacada en
las estelas que marcan la ubicación de las tumbas. Estos eran un elemento importado —no
el vehículo en sí, sino la concepción—, pero eso no da motivo para pensar que el pueblo
que se valió de esta nueva arma militar fuera migrante.

Las tumbas en chimenea y su contenido revelan un desarrollo sostenido de las habilidades


técnicas y artísticas, así como un incremento en la concentración del poder. El símbolo
visible era un tipo muy diferente de cámara mortuoria: la espectacular tumba tolos o tipo
colmena. Éstas eran cámaras circulares enclavadas en la ladera de una colina, a las que se
llegaba a través de un corredor (dromos).

Ningún elemento podía anunciarnos la aparición de semejantes tumbas. Ni en Grecia ni en


ningún otro lugar existe antecedente arquitectónico de éstas. Las construcciones de tumbas
tipo tolos en su mayor parte datan del siglo XV (Heládico Tardío II). La palabra "dinástica"
está justificada por la comprobación de entierros sucesivos durante varias generaciones, lo
que requería un esfuerzo considerable para volver a abrir y sellar las cámaras.

Antes de 1400 a. C. los reyes y los nobles prodigaron sus riquezas y expresaron su poder —
en lo que a la arquitectura se refiere— en las cámaras mortuorias antes de dirigir su
atención hacia los palacios y las casas. Luego, se produjo un cambio repentino, pasándose
de la construcción de las cámaras sepulcrales monumentales a la edificación de varios
palacios-fortaleza. El tipo de vivienda más importante era el llamado megarón que consistía
en un atrio con columnas o vestíbulo, una larga habitación principal y generalmente un
depósito en la parte posterior. El interés de esta sociedad por las fortificaciones y todo lo
relacionado con la guerra se debe a que se encontraba gobernada por una clase guerrera.

La Grecia micénica se presenta dividida en una cantidad de pequeños estados burocráticos,


con su aristocracia guerrera, un alto nivel de artesanía, intenso comercio exterior de objetos
de primera necesidad (metales) y de lujo y, en el mejor de los casos, un permanente estado
de neutralidad armada en sus relaciones con los demás y a veces quizá con sus
súbditos. Nada indica que Micenas tuviera una autoridad suprema. Esa idea tiene su
único fundamento en los poemas homéricos en los que Agamenón aparece como
comandante en jefe de un ejército de coalición en una expedición contra Troya (pero
debemos notar que en ella su autoridad es fácilmente burlada.

Con excepción de algunas escenas de batallas, el arte del palacio de Micenas no logra
reflejar en forma directa la sociedad guerrera. En realidad, este arte es sorprendentemente
decorativo y presenta el mismo amor por las decoraciones abstractas y florales que los
prototipos cretenses.

La religión micénica es, desde el punto de vista arqueológico, menos notable que la
minoica. Existen altares y también aparecen representaciones de divinidades y rituales en
las gemas y piedras de sello, la mayoría de ellas de origen cretense sin ningún rasgo que las
distinga como micénicas.

El final de la Edad de Bronce

Aqueos es el nombre más común que dan los poemas homéricos a los griegos en la guerra
de Troya y probablemente es también el nombre que ellos mismos se daban en lo que
venido a llamarse la Era Micénica (1600 -1200 a. C.).
Alrededor del 1800 a. C. aparece Troya Vi. Al cabo de unos 500 años, Troya VI fue
destruida por una catástrofe tan tremenda que suponemos que se originó en un terremoto y
no en la actividad humana. En Troya VIIa no se observaron cambios culturales sino que se
manifiestan en todos sus aspectos unas proporciones y un nivel muy reducidos. Y es esta
ciudad insignificante la que coincide con el período Micénico III B, alrededor del 1300 a.
C.

La arqueología nos revela que Troya VIIa fue destruida por el hombre. La tradición griega
de la guerra de Troya nos dice que ésta fue invadida y saqueada por una coalición del
continente. En el caso de que esta tradición tenga alguna base histórica, la guerra troyana
podría haberse producido, del lado griego, únicamente en el período III B, de este modo,
hubiera sido una guerra contra Troya VIIIa.

La destrucción de Grecia significó en primera instancia la caída de los palacios y des sus
complejos fortificados. Tenemos derecho a suponer que con ellos desapreció esa singular
estructura social piramidal que les había dado origen. Así dejaron de existir las tumbas
tipo tolos, salvo unas pocas perdidas. Entonces volvió a generalizarse el uso de las
tumbas en cista que probablemente no había sido abandonado por las clases inferiores
durante el período Micénico. Hacia el término de la Edad de Bronce, la costumbre
griega de enterrar a los muertos fue reemplazada en la mayoría de los distritos por la
cremación.

También desapareció el uso de la escritura. La única función conocida en el mundo


micénico para la escritura era la de satisfacer las necesidad administrativas del palacio. Al
caer este último, desapareció también la necesidad de la escritura y su arte.

Hacia 1050, la sociedad micénica había sido decapitada y los que quedaron procedieron,
junto con el nuevo elemento invasor, a levantar un nuevo tipo de sociedad. El hecho de que
fuera una sociedad completamente nueva queda demostrado más adelante, cuando la
escritura retorna a Grecia y empezamos a conocer algo de la economía y de la organización
social y política.

La gente continuó cultivando la tierra, criando ganado y fabricando objetos de cerámica y


herramientas con las mismas viejas técnicas, pero un nuevo tipo de metal, el hierro, pudo
obtenerse por entonces por primera vez. La Edad de Bronce había llegado a su fin.

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