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Universidad de Antioquia

Facultad de Ciencias Sociales y Humanas


Departamento de Antropología
Antropología de las Religiones
Profesor: Ramiro de Jesús Delgado Salazar

Por: Juan Esteban Echeverri Echavarría

Reflexión: Inmersión en el mundo del Símbolo Sagrado-Profano

La experiencia cotidiana humana está completamente sumergida en significaciones


que hacemos de la realidad, codificamos nuestro entorno natural y social, buscando
comprender lo que nos rodea. Un ejercicio como el vivido en el Auditorio del Edificio
San Ignacio pone a prueba la capacidad de ver, sentir, olfatear, escuchar y probar las
materializaciones de los símbolos, sea que éstos estén inmersos o no en un sistema
religioso-espiritual-trascendente.

Experienciar, vivir el símbolo, trae a la memoria momentos vividos -junto con re-
cuerdos vívidos- y también genera preguntas por lo desconocido, por eso ajeno. Lle-
gar al centro de Medellín es enfrentarse ya a una inmersión en diversos símbolos de
los contextos espirituales de la ciudad; llegar al emblemático lugar que es el Edificio
San Ignacio, con su arquitectura, con sus alrededores, con su imponencia física y
simbólica; arribar al Auditorio, que desde lejos deja salir tan diversos olores; todas
estas experiencias van guiando los sentidos, que están expectantes, en busca de ser
estimulados de diversas maneras.

Hablar de símbolos y de religiones sin hacer referencia a Geertz parece un sinsentido,


pues éste en La interpretación de las culturas (2003 [12° reimpresión]) sigue una
definición del símbolo, en “La religión como sistema cultural”, con la que comulgo:
este se usa para “designar cualquier objeto, acto, hecho, cualidad o relación que sirva
como vehículo de una concepción -la concepción es el "significado" del símbolo-”
(Geertz, pág. 90), añadiendo a esta definición la de Turner en La selva de los
símbolos, (2013 [5° reimpresión]): “[el símbolo] es una cosa de la que, por general
consenso, se piensa que tipifica naturalmente, o representa, o recuerda algo, ya sea
por la posesión de cualidades análogas, ya por asociación de hecho o de pensa-
miento” (Turner, pág. 21). Al tener presentes estas dos definiciones clásicas, pero no
por esto menos vigentes, del símbolo en la experiencia humana, es posible aterrizar
en el ejercicio de inmersión de una manera más clara.

Los alrededores del foco del ejercicio son también dignos de ser vividos dentro de la
lógica de una inmersión en las simbologías sagradas y profanas, pues se comienzan
a ver, desde la plazoleta de san Ignacio, los marcados contrastes entre lo espiritual-
conexo a la divinidad-sagrado y lo profano; están en una misma línea una edificación
de la iglesia Católica Apostólica y Romana y una edificación oficial, la sede San Igna-
cio de la Universidad de Antioquia; en la plazoleta se encuentran fieles católicos y de
otros credos religiosos con personas que habitan-transitan este espacio por sus acti-
vidades diarias. Ya al entrar al edificio de San Ignacio, ve uno contrastes entre las
edificaciones, con sus decorados y sus declaraciones arquitectónicas, y las interven-
ciones decorativas-paisajísticas de las zonas verdes; se siente además un aire impo-
nente, de majestuosidad, que deja ver la trascendencia histórica del lugar. En las
afueras del Auditorio, un lugar de solemne impronta, se viven con expectativa los
primeros momentos del Ejercicio de Inmersión, pues ya se dejan olfatear diversos
olores, entre estos el incienso, el cual, además de la carga simbólica -general- que
puede tener para algunos, carga con memorias de la experiencia -individual-. Al
abrirse la puerta una explosión caótica de estimulantes sensoriales, cargados de sig-
nificados -muchos de los cuáles me eran ajenos-, se asentaban en cada espacio de mi
aparato sensible; mis manos, en un principio nerviosas y tímidas, fueron capaces de
palpar objetos, texturas, materiales que transmitían miles de ideas; mis oídos, que
comenzaron el taller sordos, aturdidos por la experiencia, me hacían llegar a la mente
melodías, cantos, rezos, bailes, diálogos; mi olfato, apabullado por el incienso y la
esencia que impusieron en mi mano, se fue acostumbrando y pudo brindarme infor-
mación sobre los demás olores que inundaban el auditorio; mi gusto, desde el inicio
deseoso, sintió conexiones en varias situaciones, en otras la confusión por falta de
contexto fue la que reinó; mi vista, que estuvo distraída por el aparente caos y
nublada por la oscuridad y la concentración del humo del incienso, se vio atraída por
la diversidad de colores, formas, disposiciones, objetos, fotos, pinturas, que hacían
clic con muchos imaginarios sobre el Otro y con las configuraciones simbólicas pro-
pias.

Este ejercicio permite apreciar la diversidad y la capacidad de nuestra especie de lle-


nar de significado la experiencia humana, además deja ver la necesidad del quehacer
antropológico, en busca de una comprensión más amplia de las realidades que nos
rodean y de las complejidades de la diversidad en un mundo globalizado.

Referencias

*Geertz, C. (2003) La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa. Barcelona, Es-


paña

*Turner, V. (2008) La selva de los símbolos. Editorial Siglo XXI. México

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